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Lecturas sobre el primer tema a evaluar en el nivel de tercer año.

Los sistemas políticos del siglo XVIII

En el siglo XVIII van a coexistir en Europa tres sistemas políticos diferentes.

En la mayor parte de los países europeos, como España, el Imperio Austríaco


etc., se mantiene el absolutismo monárquico propio del siglo XVII.

En Inglaterra funciona desde finales del siglo XVII un sistema parlamentario


con una representatividad escasa, pero que limitaba de forma efectiva las
acciones del monarca. Este sistema va a inspirar algunas de las ideas
ilustradas que hemos visto más arriba.

Por último está el Despotismo Ilustrado, que se considera característico del


“siglo de las luces”, ya que combina el absolutismo político de los monarcas,
con el desarrollo de reformas que se consideran ilustradas.

El absolutismo

El absolutismo consiste en que el monarca concentra todos los poderes del


Estado y, por lo tanto, todo en el Estado emana de él y le pertenece. Esta
soberanía recae en el monarca no sólo por derechos dinásticos históricos
(familiares) sino también por derecho divino. Si el papa era el representante
espiritual de dios en la tierra, los reyes eran sus representantes políticos. Por lo
tanto las leyes, la justicia y hasta la vida de las personas dependían del rey. P
La Ilustración

Principios como libertad, igualdad, derechos civiles o democracia nos


parecen hoy principios no sólo incuestionables sino, sobre todo, irrenunciables.
Esto sin embargo no era así de evidente en el siglo XVIII, cuando una serie de
pensadores a los que llamamos ilustrados y que formaron la Ilustración,
comenzaron a defender y difundir estas ideas como la base de una nueva
sociedad.

En países como Francia, Prusia o Gran Bretaña, los ilustrados defendieron sus
ideas y fueron protegidos por príncipes y reyes deseosos de mejorar sus
estados y reinos. En menor medida, España también vivió su “época ilustrada”,
aunque de menor intensidad y duración que la del resto de los países
europeos, donde las ideas ilustradas tuvieron su desarrollo en las revoluciones
del siglo XIX, que veremos más adelante.

La Ilustración es un movimiento cultural, filosófico e intelectual que descansa


en los siguientes principios:

Creencia en la RAZÓN como fuente de todo conocimiento.

Fe en el PROGRESO constante de la humanidad que debe conducir a la


felicidad de los hombres.

EDUCACIÓN como medio para conseguir ese progreso.

Igualdad y libertad natural

En estos dos principios, que cuestionan seriamente los principios del Antiguo
Régimen, descansa toda la teoría socio-política de los ilustrados. Estas ideas
fueron enunciadas por Jean-Jaques Rosseau y contradecían radicalmente la
sociedad estamental, basada, como habéis visto en la diferencia por
nacimiento (si naces noble eres noble, si naces campesino eres campesino).

Estas dos ideas fueron recogidas en la Enciclopedia, la gran obra de la


Ilustración, de la que hablaremos en breve.

La igualdad natural es propia de todos los hombres por su naturaleza humana,


es decir, desde su nacimiento. Si, según nos indica la razón, esto es así,
ningún hombre puede tener más derechos que otros, ni tampoco derecho sobre
otro. Se deduce entonces que todos los hombres son igualmente libres e
iguales en derecho.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ILUSTRACIÓN

La época de la Ilustración, llamada asimismo Siglo de la Razón o Siglo de las


Luces, se desarrolla en toda Europa durante el siglo XVIII, y aunque en ella
conviven formas muy distintas de pensar, todas ellas nacen de una misma
actitud que las unifica.
Esta actitud, común a los pensadores del siglo de las luces, a los filósofos,
como ellos mismos se autodenominan, consiste en una confianza
prácticamente ilimitada en la razón y en su poder, que, según ellos, permitirá al
hombre, si éste la utiliza libremente y sin prejuicios, un conocimiento y un
dominio efectivo de la naturaleza y, por lo mismo, un progreso sin límites.

Como consecuencia de esta actitud se piensa que la auténtica historia de la


humanidad comienza en esta época, y que el pasado no es sino un conjunto de
errores en los que se ha caído por un uso incorrecto de la razón.

La filosofía de la Ilustración es una filosofía típicamente popular, que podría ser


tachada de superficial si se la compara con la hondura especulativa de los
sistemas filosóficos del siglo XVII, pero que levantó un potente oleaje
extendiéndose a amplios sectores de la sociedad y provocando en ellos un
gran entusiasmo por adquirir un mejor conocimiento científico de sí mismos y
del mundo y por organizar la vida social de acuerdo con esos conocimientos.

Los filósofos ilustrados son el ejemplo viviente de la libertad, de la


independencia y la audacia en el ejercicio del juicio... sintiendo un gran amor a
la sociedad, a la vez que hombres reflexivos, serán ciudadanos que actúan". Y
cómo esta actitud, común a todos los filósofos, es sin duda alguna más
importante que el pensamiento concreto de cada uno de ellos, vamos a
analizarla en detalle para poder entender el espíritu de la Ilustración.

La razón no se entiende en el Siglo de las Luces al modo de la filosofía


racionalista del siglo anterior. Para los racionalistas la razón era una facultad
capacitada y orientada a descubrir los principios del ser. Su tarea era
descomponer lo complejo en sus elementos simples para desde ellos
reconstruir lo real.

Sin embargo, los pensadores del siglo XVIII conciben la razón como una
facultad humana en la que no hay nada innato y que se desarrolla con la
experiencia, entendiendo, además, esta experiencia como experiencia
sensible. La influencia del empirismo en la Ilustración es clarísima. Y la razón,
así entendida y utilizada, es considerada por los ilustrados como una fuerza
capaz de conocer lo real y de transformarlo.
Existe una confianza prácticamente ilimitada en el poder de la razón y en su
capacidad para transformar la realidad. Y para que la razón pueda hacer
progresar a la humanidad, los filósofos piensan que ésta, en su funcionamiento,
ha de ser independiente, es decir, ha de constituirse sin ningún tipo de prejuicio
o creencia previa que la condicione.

Kant, en su obra ¿Qué es la ilustración?, publicada en 1784, ve en la


emancipación del pensamiento la característica fundamental de la Ilustración.
"Supone la salida del hombre de su minoría de edad, de la que él mismo es
responsable". Minoría de edad significa la incapacidad para servirse de su
entendimiento por sí mismo, sin la dirección de otro; minoría de la que él mismo
es responsable, porque su causa no reside en un defecto del entendimiento,
sino en la falta de decisión y de valor para servirse de él sin la dirección de
otro. "Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento", esta es la divisa de la
Ilustración.

La filosofía de la Ilustración es, en primer lugar, hija y heredera de


Descartes. No se puede olvidar que Descartes es el racionalista por excelencia
del siglo XVII y, aunque su racionalismo de cimientos idealistas y metafísicos
era distinto del racionalismo de los ilustrados, de raíces empíricas y
experimentales, no obstante, como señala D´Alembert, "al menos se atrevió a
enseñar a los buenos espíritus a sacudirse el yugo de la escolástica, de la
opinión, de la autoridad y, en una palabra, de los prejuicios de la barbarie;
rindió a la filosofía un servicio más esencial quizás que todos los que se deben
a sus ilustres sucesores".

Por otra parte, Descartes había insistido constantemente en la unidad de la


ciencia, unidad que fundamentaba en la identidad de la fuerza del espíritu
humano, fuera cual fuera el objeto al que se aplicara. Y esta fue la convicción
de la que nació la Enciclopedia, que pretendía no tanto acumular un saber
múltiple cuanto situar en una misma perspectiva la inmensa suma de
conocimientos reunidos por un grupo de especialistas.

Desde la época de la Ilustración, se ha hecho tradición afirmar que con René


Descartes inicia la filosofía moderna, pues con su método racional, para
descubrir la verdad, marca la cumbre del racionalismo de su era
El primer filósofo ilustrado que se propone una consideración filosófica de la
historia es Montesquieu (1689-1755). Su obra principal es Del espíritu de las
leyes (1748). Lo que hay que buscar en la historia y lo que permite
comprenderla no es tanto los hechos cuanto las leyes: los hechos sólo se
hacen inteligibles desde la ley. Y la ley para Montesquieu es "la relación
necesaria que se deriva de la naturaleza de las cosas". La conexión de las
leyes que organizan los hechos sociales y políticos es lo que propiamente
constituye la historia. La historia, pues, no es obra del capricho o del azar, ni
obedece a ningún ciego destino. Tampoco a ninguna ley divina providente. Es
más bien una tipología ideal de carácter político y social, con sus
condicionamientos económicos y geográficos, lo que presta orden e
inteligibilidad a la historia. La marcha de la historia, según Montesquieu, se
encamina a alcanzar, orientada por el conocimiento racional, un orden que sea
obra de la libertad.

Según Montesquieu, que es quien plasma con claridad por primera vez la
separación de poderes, el reparto del poder del estado es necesario para evitar
la acumulación en una sola mano que pueda ejercerlo de manera despótica.
Para ello, debe dividirse en tres partes, cada una con una misión específica y
diferente, que supongan un equilibrio y contrapesen la actuación de las demás.

La división de poderes en tres (legislativo, ejecutivo y judicial) y su adscripción


a instituciones diferentes es garantía, según Montesquieu, contra un gobierno
tiránico y despótico. “Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo
cuerpo de personas principales de los nobles o del pueblo ejerciera los tres
poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de
juzgar los delitos o las diferencias entre particulares”.

Montesquieu sostenía como idea básica el equilibrio, asociándolo a una


monarquía moderada, en la que los poderes intermedios se encontraban
subordinados a ella y las funciones se encontraban separadas.

El principio de división de poderes constituye uno de los pilares fundamentales


de cualquier sistema democrático, ya que implica la limitación del poder público
para evitar su abuso, de manera que dicho poder sirva como instrumento para
los fines del bien común y no para el beneficio de quienes lo ejercen.
En Voltaire (1694-1778) encontramos un cambio notable de punto de vista. Él
fue quien acuñó la expresión "filosofía de la historia", título de un trabajo que
antepuso en 1765 a su obra más importante en esta temática, el Ensayo sobre
las costumbres y el espíritu de las naciones (1740). Prosiguiendo la búsqueda
en la historia de un orden más allá de los hechos, de los sucesos particulares y
de las acciones de los individuos, y desestimando también el providencialismo,
Voltaire va a interpretar la historia no tanto desde los aspectos sociales y
políticos, como hizo Montesquieu, sino desde el concepto de "naturaleza
humana" y desde "el espíritu de los hombres". Más que historia política, la
historia lo es "del espíritu humano". Encuentra en la idea de "espíritu" un
concepto más integrador y comprensivo de la historia, al abarcar no sólo a la
razón, que es en todos los hombres y las épocas la misma, sino también las
costumbres, los usos y los diferentes caracteres de los pueblos.

La naturaleza humana se asemeja en todas partes, y la razón como facultad


fundamental del hombre es la misma. Ahora bien, una y otra se desarrollan
lenta, progresiva y laboriosamente en medio de las pasiones, en peligro de ser
ahogadas por el poder de la tiranía y la intolerancia políticas, de las guerras y
de la superstición religiosa. La historia no es sino el desarrollo de la naturaleza
y la razón humanas en estos dificultosos medios. El progreso, sin duda
indiscutible, no afecta a esa razón, sino a su manifestación. Un progreso, con
todo, inestable y precario como consecuencia de la realidad del mal. La historia
es el proceso de renacimiento, educación e ilustración del espíritu humano, y el
progreso consiste en la liberación de los prejuicios y las pasiones.

El sentido de la historia y del progreso recibe en la obra de Rousseau (1712-


1778), a la luz de la contraposición entre la vida "natural" y la vida en sociedad,
y en la constatación de los males e infortunios de la cultura, una importante y
decisiva inflexión. Importancia no sólo para el sentido del progreso y de la
cultura moderna, sino también para la teoría política del Estado moderno.

El punto de partida de Rousseau es una dura denuncia de la artificialidad de la


vida social y una crítica de la civilización, interpretada siempre, y sobre todo por
la Ilustración, como progreso. La crítica se propone clarificar: a), si el progreso
en la cultura, las ciencias y las artes lleva consigo un progreso humano, un
progreso en la moralidad y la felicidad del hombre; b), si el progreso que parece
representar la organización social moderna (la llamada sociedad burguesa)
permite hacer del hombre un ser unitario, total y libre.

La respuesta de Rousseau a ambas cuestiones es negativa. Al comienzo del


Emilio escribe: "Todo está bien al salir de las manos del autor de las cosas;
todo degenera en las manos de los hombres". Y en El contrato social: "El
hombre nace libre, pero por todas partes se encuentra encadenado". Esto no
significa un rechazo indiferenciado de la cultura y de la sociedad, sino un
rechazo del orden social dado, de la idea vigente de cultura y del
indiscriminado optimismo en el progreso. Es preciso distinguir dos cuestiones:
a) si la sociedad es por esencia mala y lo social perjudica por ello lo natural; y
b), si la estructuración fáctica y actual de la sociedad es deficiente e injusta.
Para Rousseau se trata de esto último.

El problema consiste, pues, en explicar cómo la sociedad se ha convertido en


deficiente e injusta, cómo habría que reestructurarla, y ambas cuestiones en
estrecha relación con la "naturaleza" del hombre, ya que, según Rousseau,
ésta es la que explica y nos hace comprender la sociedad. Aquí distingue
Rousseau entre el estado de naturaleza y el estado social. El estado de
naturaleza designa el "supuesto" estado o situación del hombre con
anterioridad a su vida en sociedad, estado en que el ser humano (el "hombre
natural") sería bueno y feliz, independiente y libre, y guiado por el sano "amor
de sí". Por el contrario, el estado social designa la presente situación real, en la
que, al vivir en sociedad (en determinado orden y estructura social), el hombre
se hace malo, está movido por el "amor propio" o insaciable egoísmo, y donde
rige la injusticia, la opresión y la falta de un auténtica libertad. Así el problema
anterior queda reducido al de comprender el tránsito del estado de naturaleza
al estado social.

El contrato social: Rousseau

Para Rousseau "el hombre ha nacido libre, y por doquier está encadenado".
¿Cómo, se pregunta Rousseau, se ha podido producir tal cambio? Y sobre
todo, ¿cómo ha que instituir un orden social y político que respete la libertad y
legitime el poder de ese orden político? Del estado natural se puede salir y
pasar al estado civil de dos maneras: por un contrato de enajenación, o por un
contrato social.

Un contrato de enajenación sería aquel en que un individuo enajena (es decir,


da o vende) su libertad, convirtiéndose en esclavo, a cambio de su vida o de
una cierta seguridad. Pero tal enajenación no es posible más que por la fuerza
o por la violencia. Pero la fuerza no hace derecho y, por consiguiente no hay,
realmente, ni contrato ni legitimación alguna. El presunto orden que sigue al
contrato de enajenación no es en realidad sino un estado de guerra. Lo mismo
ocurre si quien enajena su libertad es, no un individuo, sino todo un pueblo.
Semejante contrato sería insensato y absurdo. Sólo cabe, pues, racionalmente
y en consonancia con la realidad libre del ser humano, otra naturaleza y clase
de contrato.

El verdadero vínculo social ha de estar basado en un contrato libre. Lo cual no


significa, en modo alguno, que en el orden social y político establecido por ese
contrato no tenga que haber obligatoriedad de la ley y sometimiento a ella. El
carácter genuino del contrato social está, al contrario, precisamente en el
sentido de sometimiento a la ley en libertad. en el contrato social, por el que se
pasa de una libertad "natural" a una libertad "civil y política", se da una
alienación querida y libre, una desposesión de lo que pertenece al "hombre
natural"; pero no en favor de una voluntad individual, sino en favor de toda la
comunidad, creándose así una unión perfecta, cuya expresión y principio rector
es lo que llama Rousseau la "voluntad general".

Los seres humanos no se someten sino a la ley que ellos mismos se han
impuesto, libre y racionalmente. "Al darse cada uno a todos los demás, no se
da a ninguno en particular y, como no existe ningún miembro de la comunidad
sobre el que no se gane al mismo derecho que el que a cada uno se le permite
sobre sí mismo, así cada uno recobra lo que entrega en la misma medida, y
recibe, al mismo tiempo, una fuerza mayor para afirmarse a sí mismo y
mantenerse en lo que es y en lo que tiene" (El contrato social, libro I, cap.VI).
con ello pasan de un estado natural y de necesidad a un estado basado en la
razón y fruto de la libertad, estando semejante comunidad social muy por
encima del "estado de naturaleza".
De esta forma, en el Estado que surge del contrato social:

a) Todos los seres humanos están en la misma situación.

b) Se instituye un orden social y político justo y legítimo.

c) Se constituye, en fin, lo que denomina Rousseau "la voluntad general", es


decir, esa comunidad que no es sólo social y política, sino también moral, en la
que los individuos pasan a ser ciudadanos, miembros de una sociedad con
derechos (los derechos del ciudadano) y con deberes, los deberes jurídicos
(también morales) que comporta toda organización política y estatal de un
Estado de derecho.

El contrato social de Rousseau es el proyecto original más avanzado de una


constitución radicalmente nueva. Es, a la vez, tanto un tratado teórico como un
manifiesto político. De hecho, la idea de que un Estado pudiera concebirse
como el resultado de un contrato basado en un acuerdo entre socios con
iguales derechos albergaba, en ese momento, una enorme fuerza explosiva.
Rousseau desarrolla su visión con brillantez argumentativa y consistencia
radical. Se basa en la convicción de que toda persona tiene una dignidad
natural, el derecho a la autodeterminación e igualdad, lo que no significa
necesariamente igualdad material, sino al menos las mismas oportunidades
para el desarrollo. Una forma justa de gobierno solo puede surgir cuando los
ciudadanos unen sus fuerzas voluntariamente y a partir de un profundo
convencimiento. Este llamado a la libertad y la responsabilidad significó una
aguda crítica a las condiciones monárquicas existentes, que se caracterizaban
por el poder omnipresente del rey y el apoyo que le brindaba la Iglesia católica.
En ese entonces, muchas mentes inteligentes hicieron tales críticas, pero
principalmente en el lenguaje intelectual y razonable del racionalismo.
Rousseau le dio un tono totalmente nuevo al discurso, al insistir en la
legitimidad del sentimiento y unir, por consiguiente, la Ilustración con la
emoción.
COMO ELABORAR UN ENSAYO

https://guiauniversitaria.mx/como-hacer-un-ensayo-bien-estructurado/

https://www.youtube.com/watch?v=FwgeiavmoiI
Lecturas sobre el segundo tema a evaluar en el nivel de tercer año.

INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA REVOLUCION


FRANCESA.

Revolución Francesa

http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/07/07_2011.pdf

Concepción del Estado

https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Estado

Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica

https://www.youtube.com/watch?v=ttdq818TGD0

https://storymaps.arcgis.com/stories/f4c8881f5a0d48578eedce3fa3c1369f

I
COMO ELABORAR UN MAPA MENTAL

https://www.lucidchart.com/pages/es/como-hacer-un-mapa-mental

Ejemplo de mapa menta

https://www.youtube.com/watch?v=Bn_RUvhCA1o
Lecturas sobre el tercer tema a evaluar en el nivel de tercer año.

Las clases sociales en la Venezuela colonial.

https://www.youtube.com/watch?v=0LeML5GWqhk

https://www.youtube.com/watch?v=XWjAV-jGfWY&t=43s

Situación económica

https://prezi.com/p/3s1exthmbizu/economia-colonial-de-venezuela/

LAS PLANTACIONES DE LA VENEZUELA COLONIAL Las grandes


propiedades coloniales constituyen formas de tenencia agraria de indudable
interés en la historia económica y social de América Latina y el Caribe, por el
dominio que ejercieron sobre tierras, fuerza de trabajo y organización social.
Aunque haciendas y plantaciones comparten rasgos comunes, también
presentan especificidades derivadas de la geografía, la trayectoria histórica y
las combinaciones de sus factores productivos. La plantación azucarera de
Brasil (Barrett y Schwartz, 1975)2, la hacienda novohispana de granos y
ganado (Taylor, 1975)3 y la gran hacienda jesuita neogranadina (Samudio y
Rey Fajardo, 2006)4, son clásicos ejemplos de estos latifundios.

En Venezuela, algunos estudios identifican la plantación colonial de cacao del


litoral central con el modelo genérico de plantación esclavista (Maza Zavala,
1968; Lemoine, 1983). En contraste, otros formulan una relación funcional
plantación-conuco, según la cual un grupo social subordinado –indígenas
hispanizados, mestizos, esclavos, negros libres– usufructuaba un pequeño lote
de tierra (conuco) en la hacienda (Carvallo y Ríos, 1984). Los modelos de
plantación, sin embargo, descuidan el papel productivo de las pequeñas y
medianas haciendas de cacao en los litorales tropicales húmedos (Laviana
Cuetos, 1987; Ruiz Abreu, 2005; Mc Leod, 1996; Parra, Urdaneta y Cardozo,
2006; Cunill, 2009).

En la geografía colonial venezolana, la difusión espacial del cultivo se inició a


finales del siglo XVI, desde las tierras bajas y húmedas del sur de la cuenca del
Lago de Maracaibo hacia los litorales y valles de las provincias de Caracas y
Nueva Andalucía. En la provincia de Caracas, se concentró la mayor parte de
las haciendas y el mayor número de esclavos durante la segunda mitad del
siglo XVIII. Aunque el cacao y la caña de azúcar fueron los símbolos estelares
de la riqueza colonial, el segundo no tuvo protagonismo en la exportación por la
fuerte 94 Derecho y reforma agraria Nº 38 Diciembre 2012 José Rojas López
competencia del Caribe y su alta demanda interna, dado el elevado consumo
de aguardiente y productos endulzados (guarapos, papelones, melazas y
conservas).

Un conjunto de condiciones internas y externas facilitaron el desarrollo de las


haciendas de plantación: demanda internacional, condiciones adecuadas de
suelos y aguas, cercanía a los puertos, experiencia de la aristocracia criolla en
transacciones comerciales de ultramar, providencias de la Corona Española a
favor del cacao venezolano frente al de Guayaquil, creación de instituciones
político administrativas -especialmente la Intendencia de la Real Hacienda y la
Capitanía General de Venezuela- y la liberación del monopolio impuesto por la
Compañía Guipuzcoana (Arellano Moreno, 1947; Arcila Farías, 1973).

Excluyendo el tráfico clandestino y el trueque con las Antillas, al territorio


venezolano ingresaron 121.168 esclavos entre 1500 y 1810, la mayor
proporción, 58%, durante el siglo XVIII (Brito Figueroa, 1996: 121). Una
apreciable cantidad fue adquirida por terratenientes en las islas y puertos del
Caribe, mediante el trueque ilícito de frutos, carnes y mulas. Esta fuerza de
trabajo y la fertilidad de los suelos fueron los principales factores de la riqueza
cacaotera. En las postrimerías del siglo, entre 1789 y 1794, la exportación por
el puerto de La Guaira a los mercados de Nueva España y Europa llegó a su
apogeo, más de 11 millones de libras anuales. Al auge del cacao se le agregó
la exportación de añil y algodón, auspiciada por la demanda expansiva de la
industria textil británica (Cuadro 1).

Aunque las cifras revisadas en la bibliografía no logran coincidir, la superficie


ocupada por la agricultura de plantación en la Capitanía General de Venezuela,
ha sido estimada entre 45.000 y 50.000 hectáreas, en medidas actuales, de las
cuales 20.000, aproximadamente, estarían sembradas de cacao en las
provincias de Caracas, Cumaná y Maracaibo, las cuales aportaban 78%, 12% y
10% a la producción respectivamente (Izard, 1969, 1972).

La crisis agro-exportadora que sobrevino al cierre del período colonial afectó la


agricultura del país. Ello fue resultado de varios factores: las guerras de la
Independencia, sobreproducción mundial del fruto, descomposición del régimen
esclavista, dificultades en la Metrópolis, recrudecimiento de las incursiones
corsarias, calamidades climáticas de la época y degeneración de las
plantaciones. Más tarde, toda la zona cultivada de la República, recorrida e
inventariada por Codazzi durante la tercera década del siglo XIX, no superaba
las 87.500 hectáreas, ubicadas en el arco costero montañoso, desde Paria en
el oriente, hasta los Andes al occidente, ocupadas por “conuqueros”,
campesinos, y haciendas de cacao, algodón, caña de azúcar y tabaco
(Codazzi, 1941). Se trataba de un país sub-cultivado, sub-poblado y
pobremente incomunicado internamente (Rojas López, 2007).

¿Qué es una comprobación de lectura?

Es el proceso a través del cual el lector "interactúa" con el texto, sin importar la
longitud o brevedad del párrafo. ... La comprensión lectora es un proceso más
complejo que identificar palabras y significados; esta es la diferencia entre
lectura y comprensión.

El lector debe identificar la idea principal y a partir de ella formularse una


pregunta principal que englobe todo el tema.

Debe visualizar las ideas secundarias que ayudan a sustentar el tema, una vez
identificadas formularse preguntas que le ayuden a entender el tema dado.

La comprensión lectora se define como la habilidad para entender, evaluar,


utilizar e implicarse con textos escritos, participar en la sociedad, alcanzar las
metas propuestas y desarrollar el mayor conocimiento y potencial posibles.

5 tips para mejorar tu comprensión lectora

1. Lectura comprensiva.
2. No intentes leer velozmente, si es que al final del texto no llegas a
entender la idea principal. ...
3. Sé analítico.
4. Contextualiza la lectura, reconoce en qué época se escribió, qué quiso
decir el autor y cuál es su opinión. ...
5. Marca y toma de notas.

Nota: si tiene problemas para formular una pregunta busque material de la


asignatura de castellano sobre oraciones: afirmativas, interrogativas y
negativas

Lecturas sobre el cuarto tema a evaluar en el nivel de tercer año

Movimientos precursores de la Independencia (movimientos


insurreccionales).

El proceso de la emancipación hispanoamericana y en particular de Venezuela


se incuba y desarrolla a todo lo largo del siglo XVIII. Motines, asonadas,
rebeldías, insurrecciones de carácter individual o colectivo se suceden en ese
período. Casi todas eran manifestaciones del descontento de los criollos, de los
indios y de los esclavos por causas económicas y sociales, más que políticas;
eran casi todas una repetida protesta contra las contribuciones, impuestos,
gravámenes, injusticias, abusos y exacciones a que eran sometidos por las
autoridades españolas. En cuanto a los esclavos, manifestaban su anhelo
común de conseguir la libertad. Todos esos movimientos en Venezuela no
pueden ser considerados como precursores de la independencia nacional; pero
sí contribuyeron a unificar y fortificar el sentimiento nacional de una población
que ya manifestaba de un modo u otro, aún sin ideal definido, su repudio al
sistema imperante; son eslabones de una larga cadena de reivindicaciones y
protestas. He aquí los principales: a) La rebelión de Andresote en el valle del
Yaracuy (1730-1733); b) el motín de San Felipe el Fuerte (1741); c) la rebelión
de El Tocuyo (1744); d) la insurrección de Juan Francisco de León (1749-
1751), y e) el movimiento de los Comuneros de los Andes (1781). A ellos
habría que agregar otros que además de las motivaciones económicas y
sociales que los originaron, también se proponían cambios políticos, que fueron
los siguientes: a) movimiento de José Leonardo Chirino y José Caridad
González (1795); b) conspiración de Manuel Gual y José María España (1797);
c) tentativa de Francisco Javier Pirela (1799), y d) invasiones de Francisco de
Miranda (1806). Veamos brevemente cada una de esas acciones:

Rebelión de Andresote: Andresote, apodo del zambo Andrés López del


Rosario, se alzó en armas, entre 1730 y 1733, contra las autoridades
españolas, a pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida
contra los funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al
contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al
principio pero se vio obligado a abandonar la lucha; con algunos seguidores, se
embarcó en una balandra holandesa y nunca regresó a Venezuela. Pero en las
montañas del Yaracuy quedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser
dominada gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las
autoridades.

Rebelión de San Felipe: Movimiento organizado por la población sanfelipeña,


liderada por los notables de la ciudad, en contra de la designación de Ignacio
de Basazábal como teniente y justicia mayor de San Felipe, funcionario
enviado por el gobernador Gabriel de Zuloaga con el fin de erradicar el
contrabatido realizado por casi todos los sectores socioeconómicos de los
valles del Yaracuy. Basazábal debía proceder de común acuerdo con el
gobernador y con la Compañía Guipuzcoana. El 4 de enero de 1741 fue
destituido de su cargo Basazábal y tomaron el control de la ciudad los
capitulares, encabezando a la población en armas que estaba dispuesta a
combatir cualquier intento de pacificación violenta. Analizada la situación de la
provincia, a Zuloaga no le quedó otro camino que enfrentar el movimiento por
medios pacíficos, hecho que se logró el 16 de febrero siguiente.
Rebelión de El Tocuyo: Movimiento en el que participó un heterogéneo grupo
de habitantes de la ciudad de El Tocuyo, integrado tanto por gente del común
como por influyentes vecinos, algunos de ellos miembros del cabildo local.
Estalló el n de mayo de 1744 en desobediencia a la orden dada por el
gobernador Gabriel de Zuloaga de reunir 200 soldados españoles y 150 indios
flecheros con destino a la defensa de Puerto Cabello. Los amotinados
alegaban que no marcharían a dicho puerto por las condiciones de insalubridad
allí reinantes y por el temor de tener que someterse a la tutela de la Compañía
Guipuzcoana. La ciudad y los alrededores permanecieron bajo control de los
rebeldes durante varios meses, pues aún para diciembre de ese año, Zuloaga
informaba al Rey la situación, indicándole que no había hecho nada al respecto
temiendo el maltrato de cualquier comisionado que enviara, y porque la
situación de peligro que aún reinaba en el mar Caribe le impedía movilizar
tropas hacia El Tocuyo.

Insurrección de Juan Francisco de León: «teniente cabo de guerra y juez de


comisos» en Panaquire, Juan Francisco de León, en abril de 1749, se puso a la
cabeza de unos 800 amotinados, descontentos contra los procederes de la
Compañía Guipuzcoana. Se presentaron armados en Caracas y como el
gobernador no cumplía su palabra de expulsar a la compañía, León volvió
meses más tarde a la cabeza de 8.000 manifestantes. En 1751 organizó una
tercera manifestación armada. El y su hijo Nicolás fueron derrotados; se
entregaron después de haber huido; llevados a España, León murió allí y más
tarde su hijo regresó a Venezuela. El movimiento reflejaba el descontento de
los colonos y aunque su propósito no era romper con España, representó el
primer eslabón del proceso integrador de la nacionalidad venezolana. Algunos
historiadores le restan importancia a la rebelión de León en el proceso de
emancipación, no así Arístides Rojas y Vicente Lecuna quienes lo sitúan como
el iniciador de dicho proceso. «...La plaza de la Candelaria [escribe Lecuna] es
el Monte Sacro de Venezuela. En ella se inició la lucha por la libertad individual,
cuando Juan Francisco de León, en el siglo XVIII, levantó el estandarte contra
la tiranía de la Compañía Guipuzcoana...». Los primeros movimientos
insurreccionales, no tenían un ideal definido. Es sólo en la 5 últimas décadas
del siglo XVIII, cuando verdaderamente se inicia el período de la emancipación
que en Hispanoamérica arranca de las rebeliones de Túpac Amaru en el Alto
Perú, en 1780, y de los Comuneros de Nueva Granada, en 1781.

Rebelión de los Comuneros de los Andes: Movimiento de protesta que estalló


en la región andina venezolana en mayo de 1781 contra la política fiscalista del
Gobierno español que desde Caracas era ejecutada por el intendente José de
Ábalos. Gritando consignas contra el mal gobierno y los elevados impuestos,
los comuneros se apoderaron de San Cristóbal, Lobatera, La Grita, Mérida y
otros lugares, pero no pudieron dominar Trujillo. Encabezados por líderes como
Juan José García de Hevia, confiscaron el dinero y el tabaco de las oficinas
reales y desconocieron y apresaron a las autoridades. Fuerzas militares
enviadas desde Caracas y Maracaibo sometieron a los comuneros a fines de
octubre de ese año; los dirigentes fueron encarcelados y enjuiciados, pero en
agosto de 1783 el rey Carlos III les concedió un indulto total.

Movimiento de José Leonardo Chirino y de José de la Caridad González: Tuvo


todos los indicios de una verdadera insurrección de carácter social clasista y
aun político. Los historiadores están de acuerdo en reconocer su importancia;
José Gil Fortoul menciona ese suceso diciendo que con él empezó en
Venezuela el movimiento revolucionario de emancipación; Eloy G. González lo
califica como uno de los antecedentes de la Independencia; Pedro Manuel
Arcaya destaca su importancia en el proceso emancipador y Federico Brito
Figueroa y Eleazar Córdova Bello, lo consideran como una verdadera
revolución social. José Leonardo Chirino, a la cabeza de unos 350 alzados
entre negros, zambos e indios, marchó sobre Coro, pasó por las armas a varios
blancos pudientes y quemó haciendas. Reclamaban la supresión de los
impuestos, el establecimiento de la ley de los franceses, es decir la República,
la igualdad de todos los ciudadanos, la abolición de los privilegios y la libertad
de los esclavos y la entrega del gobierno a un cacique indígena. Derrotados por
las autoridades, fueron severamente castigados: Chirino, juzgado por la Real
Audiencia, fue condenado el 10 de diciembre de 1796 a ser descuartizado; su
compañero José de la Caridad González fue asesinado en las calles de Coro.
Esta rebelión de corte haitiano va a dejar muchas secuelas en todas las
agrupaciones de esclavos y va a mantener un estado de agitación en
localidades como Cumaná, Carúpano, Cariaco, Río Caribe y Maracaibo.

Conspiración de Manuel Gual y José María España: La más importante y la


primera tentativa de separación de España para establecer una República
independiente. Sus instigadores: Manuel Gual, capitán retirado y José María
España, justicia mayor de Macuto. Para llevar a cabo su proyecto tomaron
contacto con algunos españoles republicanos deportados de España y otros
ciudadanos, entre los cuales estaban Juan Bautista Picornell, Manuel Cortés
Campomanes, Sebastián Andrés, José Lax, Manuel Montesinos Rico y Juan
Xavier Arrambide. Un grupo de mulatos de La Guaira también estaba
comprometido en el proyecto de sublevación. Su programa indica que se
trataba de una verdadera revolución igualitaria político-social. Estaba contenido
en las Ordenanzas cuyos artículos 32, 33 y 34 declaraban la igualdad natural
entre todos los habitantes, la abolición del pago de tributos indígenas, la
repartición de tierras entre estos y la abolición de la esclavitud. El artículo 44
creaba una escarapela cuatricolor como bandera de la futura República libre.
Las «proclamas» eran el vehículo propagandístico encaminado a buscar
adeptos a la revolución. Asimismo hicieron circular la traducción de los
Derechos del hombre y del ciudadano, hecha por Picornell y canciones
revolucionarias como La canción americana y La carmañola americana. El
proyecto de conspiración fue descubierto el 13 de julio de 1797. Gual y España
se refugiaron en Trinidad donde continuaron su propaganda revolucionaria.
España regresó clandestinamente a Venezuela; capturado, fue condenado el 8
de mayo de 1799 a la pena de muerte, arrastrado por las calles de la cola de
un caballo, ahorcado en la plaza Mayor (hoy plaza Bolívar) y descuartizado.
Varios de sus cómplices también fueron ahorcados. Gual murió, probablemente
envenenado por un realista, en Trinidad en 1800.

Tentativa de Francisco Javier Pirela: La conspiración de Gual y España había


encendido los ánimos y creado un ambiente propicio al desarrollo de las ideas
«subversivas» en Venezuela y el área del Caribe; revolucionarios sinceros,
aventureros y aun piratas veían con agrado el progreso de las ideas de libertad
e igualdad y trataron de aprovecharlo, cada uno a su manera. El mulato
Francisco Javier Pirela, sastre de profesión y subteniente de una compañía de
milicias pardas, y el negro Joseph Francisco Suárez, empleado del vicario
eclesiástico, se pusieron de acuerdo para organizar una sublevación en
Maracaibo. Tenían el apoyo y complicidad de los hermanos Juan Gaspar y
Agustín Bocé, corsarios provenientes de Puerto Príncipe (Haití) que llegaron a
Maracaibo con sus goletas El Bruto y La Patrulla, el 6 de mayo de 1799. Pirela
proporcionaría 200 hombres del cuerpo de milicias, quienes con la ayuda de las
tripulaciones de los corsarios, debían «...embestir la ciudad, saquearla, matar a
los blancos y ricos, echar por tierra el gobierno español y establecer la
República...», según lo indica el informe del Consejo de Indias al Rey. La
conspiración debía estallar en la noche del 19 de mayo. El santo y seña era la
palabra «Antillen»; en la mañana del mismo día, la conspiración fue
denunciada al gobernador Juan Ignacio Armada, marqués de Santa Cruz, por
un cabo acantonado en la ciudad. El mismo Pirela, 4 horas antes de estallar la
conspiración, confesó todo el plan al gobernador. Hubo 68 reos en prisiones
separadas. Pirela fue condenado a 10 años de cárcel y enviado al castillo El
Morro de La Habana por el crimen de «rebelión y lesa majestad».

Invasiones de Francisco de Miranda: Los primeros movimientos o


insurrecciones, y en particular la conspiración de Gual y España, tuvieron
repercusiones no solamente en las esferas revolucionarias de América Latina y
el Caribe, sino también en los medios de los exiliados hispanoamericanos
establecidos en Europa. En esos grupos de patriotas, jesuitas, políticos
escapados de las cárceles de España o de América, criollos liberales y sus
representantes en Londres, París y aun en Cádiz, que preparan la
emancipación hispanoamericana, se destaca en primer plano la figura de
Francisco de Miranda, verdadero Precursor de la Independencia de Venezuela
e Hispanoamérica. Londres, desde 1784, se convirtió en el centro de sus
primeras actividades patrióticas buscando el apoyo y ayuda necesarias para
liberar a América que llama Colombia. De 1785 a 1789 recorre Europa
buscando el respaldo a sus ideas; se alista en el ejército de la Revolución
Francesa persiguiendo el mismo fin, pero no es sino en 1805 cuando podrá
ejecutar su primera acción bélica. Va a Estados Unidos donde organiza, con la
ayuda de amigos norteamericanos, su primera expedición hacia Venezuela.
Está en Haití en 1806 donde el 12 de marzo crea e iza en su buque anclado en
Jacmel, la primera bandera de Venezuela. Pensaba que el pueblo estaba
preparado ya para apoyarlo. Había sido el más grande proselitista de la
revolución. Ya circulaba, mandada a traducir por él, la famosa Carta a los
españoles americanos de Juan Pablo Viscardo y Guzmán: «...la primera
proclama de la revolución americana...», en palabras de Mariano Picón Salas.
El 27 de abril de 1806 se presentó frente a Ocumare de la Costa con sus 3
goletas Leander, Bee y Bacchus. La expedición traía 200 hombres entre
norteamericanos, ingleses y antillanos. Atacados sus barcos por fuerzas
mayores, y capturadas 2 de sus goletas, se retiró a Barbados y Trinidad. Pero
vuelve al ataque, y el 3 de agosto de 1806, acompañado esa vez por más de
400 hombres, desembarca en La Vela de Coro. Por primera vez ondeaba su
bandera en tierra venezolana, en lo que él llamaba el continente colombiano.
Aunque la población de Coro no lo apoya, Miranda aprovecha su estancia para
hacer circular una proclama de liberación así como otros documentos
patrióticos. Las fuerzas que llegan para oponerse a él lo obligan a abandonar
Coro pocos días después. No recibió el apoyo que esperaba y en Caracas,
mantuanos y vecinos notables demuestran su más completa lealtad a la
Corona; el Cabildo de esa ciudad pone precio a su cabeza, quema su efigie y lo
califica de «monstruo abominable» y de «traidor». De regreso a Londres, sigue
su infatigable obra propagandística a favor de la independencia hasta su vuelta
a Venezuela en 1808. Había dedicado más de 40 años de su vida a luchar por
la independencia de Hispanoamérica. Los movimientos aislados o colectivos
que tuvieron lugar más tarde en Venezuela, como es el caso de la conspiración
de los mantuanos de 1808, más bien pueden ser considerados como los
prolegómenos de la independencia.

https://www.youtube.com/watch?v=eWPal-EmKnY

Aprende un poco de historia.. Gracias.

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