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UNIDAD 1

La ética se ocupa de los actos humanos que dependen de la razón y la libertad, mientras que otros actos como el
sueño, el hambre y el dolor no están bajo el ámbito de la ética. La ética estudia la conducta humana desde el punto
de vista del bien y del mal, y se enfoca en los actos conscientes y voluntarios por los cuales el individuo es
responsable.

Aunque los términos ética y moral son similares, algunos autores establecen una diferencia. La moral se refiere a los
principios, costumbres, valores y normas de conducta adquiridos del entorno, mientras que la ética se basa en
principios racionales y se adquiere y practica de manera consciente.

La moral es particular y subjetiva, mientras que la ética es universal y objetiva, ya que se basa en principios
racionales que trascienden las costumbres particulares. A partir de la ética general, se pueden derivar éticas
especiales, como la ética profesional o la ética médica.

La moral es el conjunto de principios, criterios, normas y valores que guían nuestro comportamiento, mientras que la
ética es la reflexión teórica sobre la moral, buscando fundamentarla y justificar su validez y legitimidad.

La ética estudia los actos humanos libres y deliberados y se enfoca en la moralidad de dichos actos, es decir, su
bondad o maldad. Los valores son las preferencias que guían las acciones humanas, y existen valores materiales,
vitales, éticos y absolutos.

Tanto la moral como la ética tienen diferentes objetos de estudio y niveles de reflexión. La moral se relaciona con el
nivel práctico de la acción, mientras que la ética se enfoca en el nivel teórico de la reflexión.

En resumen, la ética se ocupa de los actos humanos libres y racionales, analizando su moralidad, mientras que la
moral se refiere a los principios, valores y normas de conducta adquiridos y asimilados del entorno. La ética
reflexiona sobre la moral y busca fundamentarla y justificarla. Los valores guían las preferencias y elecciones
humanas, y existen diferentes escalas de valores tanto objetivas como subjetivas.

La ética se compone de tres ramas interdependientes que trabajan en conjunto: la metaética, la ética normativa y la
ética aplicada. La metaética reflexiona sobre el lenguaje y los juicios de valor, mientras que la ética normativa
determina la corrección o incorrección de una acción en función del entorno. Por último, la ética aplicada se ocupa de
la aplicación de los principios éticos en la sociedad.

Dentro de la ética normativa, se reconocen tres líneas de investigación principales. La primera es la ética de la virtud,
que se centra en el cultivo de virtudes como fin en sí mismo. Esta tradición se originó en la antigua filosofía griega y
fue desarrollada por filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles y los estoicos. En la ética de la virtud, la moralidad
surge de la identidad y el carácter del individuo, y las virtudes intrínsecas juegan un papel fundamental en la
formación de la moralidad.

La segunda línea de investigación en la ética normativa es la teoría del deber, también conocida como deontología.
Esta teoría se basa en principios obligatorios y sostiene que las acciones deben realizarse independientemente de
las consecuencias. Un ejemplo de esto es el imperativo categórico de Kant, que establece que una acción solo es
buena si el principio que la motiva puede ser universalizado.
Por último, la ética normativa también incluye la ética consecuencialista, que se centra en las consecuencias de las
acciones. Según esta teoría, una acción es considerada correcta o incorrecta en función de sus resultados. El
utilitarismo es un ejemplo destacado de ética consecuencialista, ya que busca maximizar el bienestar general o la
felicidad.

En resumen, la ética se compone de tres ramas principales (metaética, ética normativa y ética aplicada) que trabajan
juntas. Dentro de la ética normativa, se encuentran la ética de la virtud, la teoría del deber y la ética
consecuencialista, que exploran diferentes enfoques para determinar la corrección o incorrección de las acciones.

COMTE: La moral comienza cuando somos libres y nos juzgamos y regulamos a nosotros mismos. La verdadera
moralidad se encuentra en lo que seguiríamos haciendo o evitando, incluso si fuéramos invisibles e invencibles. Es el
conjunto de reglas que nos impondríamos a nosotros mismos por deber y no por interés personal. La moral es una
relación con uno mismo y con los demás, tomando en cuenta los intereses y derechos del otro sin esperar
recompensa o castigo.

ADELA CORTINA: La moral y la ética han existido desde el comienzo de las civilizaciones, y la ética se refiere a la
filosofía moral. La ética tiene tres funciones: aclarar qué es lo moral, fundamentar la moral y aplicarla a la vida social.
La parte de fundamentación busca responder por qué nos comportamos moralmente, y hay diferentes respuestas.
Algunas perspectivas destacan que los seres humanos justifican sus respuestas al entorno, mientras que otras
sostienen que los humanos tienden naturalmente a la felicidad y se comportan racionalmente al elegir los medios
adecuados para lograrla.
UNIDAD 2

En resumen, el texto habla sobre las teorías éticas en relación con la premodernidad, modernidad y globalización.
Estas teorías éticas no buscan responder directamente a preguntas sobre qué debemos hacer o cómo organizar una
buena sociedad, sino que se centran en preguntas como por qué existe la moral y qué justifica el uso de una
concepción moral concreta.

En la primera fase, que abarca la antigüedad clásica y la Edad Media, se agrupan las éticas que se basan en la
pregunta sobre "el ser" y la verdadera realidad de las cosas, incluyendo la moralidad. En la segunda fase, que
corresponde a la filosofía moderna desde Descartes hasta principios del siglo XX, se colocan las éticas que se basan
en la noción de "conciencia" como punto de partida filosófico. En la tercera fase, se agrupan las éticas que se han
inspirado en el "giro lingüístico" de la filosofía contemporánea, tomando como punto de partida la existencia del
lenguaje y la argumentación como fenómenos que muestran una exigencia de sentido.

Luego, se mencionan las éticas de la era del "ser" representadas por Sócrates, Platón y Aristóteles.

Sócrates se preocupaba por la excelencia humana y sostenía que la búsqueda de la verdad a través del diálogo y la
reflexión era el primer paso para alcanzar la perfección moral. Creía en el autoconocimiento y en la ayuda mutua para
alcanzar la verdad y la sabiduría.

Platón proponía un modelo ideal de una ciudad feliz, donde el bien y la justicia para el individuo no pueden ser
diferentes de lo que se descubre como bueno y justo para el bien común. Sostenía que la moral debe presidir tanto la
vida del individuo como la de la comunidad.

Aristóteles planteaba que el fin último de todas las actividades humanas es la felicidad, pero la verdadera felicidad no
puede ser la acumulación de riquezas o honores. Sostenía que el bien supremo del ser humano consiste en la
actividad que le es propia y que puede realizarse de manera excelente. Para Aristóteles, la felicidad más perfecta
radica en el ejercicio de la inteligencia teórica y la contemplación del conocimiento, pero también se puede acceder a
la felicidad a través del ejercicio del entendimiento práctico y el dominio de las pasiones.

En resumen, las teorías éticas en la premodernidad, modernidad y globalización exploran diferentes conceptos y
enfoques para comprender la moralidad y alcanzar la felicidad y la excelencia humana.

En el período helenístico, los griegos experimentaron incertidumbre política y moral debido a la aparición de grandes
imperios, lo que alejó a los ciudadanos de los centros de poder político. Como resultado, hubo una pérdida de interés
en los asuntos de la polis y se produjo un cambio en el enfoque ético hacia la búsqueda de la felicidad individual. El
estoicismo y el epicureismo, las dos escuelas filosóficas más importantes de ese período, redirigieron la ética hacia la
pregunta sobre la felicidad de los individuos, coincidiendo en la afirmación de que la felicidad y la sabiduría están
relacionadas. En este contexto, "sabio" se define como aquel que vive en armonía con la naturaleza.

El epicureismo es una ética hedonista que explica la moral en términos de la búsqueda de la felicidad entendida
como placer y satisfacción sensorial. Epicuro de Samos (341-270 a.C.) sostuvo que el sabio es aquel capaz de
calcular correctamente qué actividades proporcionan mayor placer y menor dolor. Esto implica conducir la vida
calculando la intensidad y duración de los placeres, disfrutando de aquellos que tienen menos consecuencias
dolorosas y distribuyéndolos de manera medida a lo largo de la existencia. La verdadera sabiduría y la auténtica
felicidad, según Epicuro, requieren placer y un entendimiento calculador.

Por otro lado, el estoicismo se basa en la idea de que es necesario investigar el orden del universo para determinar
cómo deben comportarse los seres humanos. Los estoicos adoptaron el pensamiento de Heráclito de Éfeso (siglo VI-
V a.C.), quien postulaba que todo tiene un fundamento en la razón y que existe una Razón primaria común que es la
Ley que rige el Universo. Los estoicos consideraban que esta Razón Cósmica, también llamada "Logos", es
providente y que todo está sometido a ella, incluido el destino. Para los estoicos, creer en el destino no es una
superstición, sino una consecuencia de la investigación científica. Aunque reconocían cierta confianza en la libertad
humana, los estoicos enseñaban y guiaban moralmente a sus discípulos, buscando la paz interior y la
imperturbabilidad frente al sufrimiento y las opiniones de los demás como camino hacia la felicidad. De esta manera,
distinguieron entre el mundo de la libertad interior, que depende de nosotros, y el mundo exterior, que escapa a
nuestro control y modificación.

Éticas de la era de la “conciencia”:

En resumen, estas son las éticas de la era de la "conciencia":

Hume: Considera que la razón solo puede proporcionar conocimiento sobre hechos y medios para alcanzar fines,
pero no puede juzgar la bondad o maldad de las acciones. Según Hume, nuestras acciones son producto de las
pasiones y dependen de los sentimientos de agrado o desagrado que generan. La utilidad y la simpatía son los
fundamentos de nuestras normas morales y juicios valorativos.
Kant: Kant parte del hecho de que todos los seres humanos tenemos conciencia de ciertos mandatos que
experimentamos como incondicionados, es decir, como imperativos categóricos. El deber moral no se deduce del
bien, sino que consiste en cumplir el deber mismo. Los imperativos categóricos son aquellos que mandan hacer algo
incondicionalmente y se basan en la preservación y promoción de valores absolutos, como la dignidad de los seres
racionales. Kant propone que los imperativos morales deben ser universales, referirse a seres que son fines en sí
mismos y valer como normas en un reino de los fines.

Utilitarismo: El utilitarismo sostiene que el objetivo de la moral es alcanzar la máxima felicidad, es decir, el mayor
placer para el mayor número de seres vivos. Se basa en la búsqueda del placer como motivación para la acción.
Jeremy Bentham propuso una "aritmética de los placeres" que calcula la mayor cantidad de placer teniendo en
cuenta criterios de intensidad, duración, proximidad y seguridad. John Stuart Mill, por otro lado, argumentó que los
placeres no se diferencian cuantitativamente, sino cualitativamente, y que hay placeres superiores e inferiores.

Estas éticas representan diferentes enfoques para determinar la moralidad de las acciones y el fundamento de
nuestras normas morales.

Las éticas de la era del "lenguaje" se centran en el formalismo dialógico y las éticas procedimentales. Los
procedimentalistas sostienen que la tarea de la ética es establecer normas justas universalizables, en lugar de definir
lo que es bueno. Estas éticas se basan en la idea de que la corrección de las normas debe ser verificada por todos
los afectados, siguiendo procedimientos racionales.

Dos respuestas principales a esta idea son la "justicia como imparcialidad" propuesta por John Rawls y la ética del
discurso de K.O. Apel y Jürgen Habermas. Rawls plantea que los principios morales básicos deben surgir de un
acuerdo hipotético entre personas iguales, racionales y libres en una situación ideal llamada "posición original". En
esta situación, las personas no conocen sus características individuales y acuerdan principios de justicia que rigen la
convivencia en una sociedad moderna.

Rawls establece dos principios de justicia: el primero garantiza igual libertad básica para todos, mientras que el
segundo establece que las desigualdades sociales y económicas deben cumplir con condiciones de igualdad de
oportunidades y beneficiar a los menos favorecidos. Estos principios tienen prioridad en un orden específico, y se
acuerdan debido a la incertidumbre de la posición original.

En resumen, la ética rawlsiana considera que los contenidos morales aceptados en las sociedades pluralistas y
democráticas son el resultado de un proceso dialógico entre personas racionales y autónomas, siguiendo una
perspectiva similar a la de Kant.

La ética del discurso es una propuesta que surgió en la década de 1970 y busca promover los valores de libertad,
justicia y solidaridad a través del diálogo como el único procedimiento capaz de respetar la individualidad de las
personas y su dimensión solidaria. Se fundamenta en la idea de que todas las personas capaces de comunicarse son
interlocutores válidos y que el diálogo adecuado, llamado "discurso", sigue reglas que permiten alcanzar normas
moralmente correctas. Para determinar la corrección de una norma, se deben aplicar principios como el de
universalización y el de aceptación por parte de todos los afectados. La ética del discurso busca llegar a acuerdos
que satisfagan intereses universalizables, en contraposición a las negociaciones que buscan satisfacer intereses
particulares. En la parte aplicada de esta ética, se reconoce que el discurso ideal difiere de los diálogos reales, que a
menudo son asimétricos y coercitivos, pero se considera necesario aspirar a ese discurso ideal como meta y criterio
para evaluar los diálogos reales. Por otro lado, el comunitarismo ético surge como una crítica al individualismo
contemporáneo y destaca la importancia de los vínculos comunitarios para la identidad personal. Representa una
respuesta al liberalismo y critica su devaluación de los compromisos comunitarios, su falta de reconocimiento de
obligaciones no elegidas, su concepción defectuosa de la persona y su enfoque excesivo en la justicia en lugar de
otras virtudes comunitarias.

LA ÉTICA DE LA EMPRESA COMO ÉTICA APLICADA

El texto aborda la creciente tendencia de vincular la ética con las empresas y organizaciones. Se plantea la
necesidad de desarrollar una propuesta ética que se ajuste a la realidad contemporánea de las empresas. Se
reconoce que la acción humana está mediada por las organizaciones y que pensar éticamente implica considerar su
especificidad. Se destaca la dimensión colectiva y organizativa de las decisiones y acciones, y se argumenta que es
necesario reflexionar éticamente sobre las prácticas y decisiones organizativas.

El texto propone estudiar las contribuciones de la Ética Empresarial (Business Ethics) para comprender
adecuadamente las funciones directivas y el funcionamiento de las empresas y organizaciones. Se plantea la
importancia de analizar sistemáticamente estas contribuciones y hacer aportaciones desde contextos culturales
específicos. Además, se enfatiza que la ética empresarial no debe confundirse con un mero conjunto de normas o
preferencias de los consumidores, sino que requiere un enfoque ético justificado y un marco de comprensión que
permita su viabilidad.
En los últimos años, ha habido un creciente interés en la ética aplicada, que se enfoca en cuestiones relacionadas
con la vida cotidiana de las personas. Este enfoque surge de la necesidad de encontrar respuestas a los dilemas
morales que enfrentamos. Se establece una distinción entre la moral y la ética, atribuyendo a la primera la
manifestación inmediata de valores y propuestas de vida, y a la segunda, la reflexión filosófica sobre el hecho moral
que orienta la acción de manera mediata.

La Ética Empresarial (BE) se considera como una forma concreta de ética aplicada. Sin embargo, la ética aplicada no
se limita a proporcionar soluciones concretas a casos específicos, sino que se centra en los marcos de referencia y
su justificación. La BE no debe presentarse como una propuesta normativa literal para la gestión de organizaciones.

Las situaciones que han impulsado el desarrollo de la ética aplicada suelen involucrar conflictos de valores. La
atención a estas situaciones hace evidente que los valores no pueden entenderse por sí solos, sino que deben
considerarse en su contexto conflictivo. No se trata de desarrollar una ética práctica inductiva que ofrezca
orientaciones prácticas comúnmente aceptadas, ni de construir una ética práctica deductiva.

La ética aplicada requiere la articulación de diversas contribuciones y enfoques, y su estatuto se establecerá en


paralelo al desarrollo de éticas específicas en diferentes ámbitos. Se destaca la necesidad de la interdisciplinariedad
y el diálogo entre diferentes campos para abordar la complejidad de los problemas éticos.

La ética aplicada se plantea como un proceso que acompaña el desarrollo de proyectos profesionales,
organizacionales e institucionales, sin reducirse a ellos. Se cuestiona si es posible comprender éticamente los
diferentes ámbitos de la vida atendiendo únicamente a un modelo ético existente, y se sugiere que cada enfoque
ético tiene elementos aprovechables y puntos ciegos.

En resumen, la ética aplicada busca encontrar respuestas a los dilemas morales en contextos específicos, pero
también implica reflexionar sobre los marcos éticos subyacentes y su justificación. Requiere la interdisciplinariedad y
el diálogo entre diferentes enfoques éticos para abordar la complejidad de los problemas éticos contemporáneos.

El texto propone una integración de la ética empresarial (BE) mediante la adopción de enfoques éticos análogos. Se
argumenta que la BE no debe verse como una realidad preexistente que solo requiere aportes éticos, ni la ética como
un discurso independiente que solo se adapta al negocio. La falta de integración en la BE ha resultado en un
conglomerado de disciplinas o la dominancia de una disciplina en particular.

Se sostiene la necesidad de un diálogo interdisciplinario y la consideración integrada de diversas aproximaciones


éticas. La propuesta es adoptar una hermenéutica de la responsabilidad, que comprenda e integre las tradiciones
utilitaristas, aretológica y deontológica desde la problemática de la BE. Esto implica considerar tanto las
consecuencias de las acciones organizativas como las preferencias y la calidad moral de los actores involucrados.

Desde la perspectiva utilitarista, se aboga por un enfoque consecuencialista basado en la responsabilidad, que tenga
en cuenta el poder de las organizaciones y las consecuencias de sus acciones. Desde la perspectiva aretológica, se
reconoce que la vida moral está centrada en la persona y se destaca la importancia de las formas y estilos de
actuación organizativa en la configuración de la identidad ética. Desde la perspectiva deontológica, se busca una
ética que vaya más allá de los deberes abstractos y que promueva la autonomía y la humanidad.

Se plantea que la perspectiva postconvencional no debe ser una forma organizativa diferenciada, sino un momento
interno de los procesos organizativos. La BE se concibe como una ética de responsabilidad, generadora de moral
convencional y fundamentada en el principio de humanidad. Estas dimensiones deben integrarse para evitar
reduccionismos y absolutizaciones que debiliten la calidad ética de la BE.

En resumen, la propuesta es que la BE se desarrolle como una ética de responsabilidad que considere las
consecuencias de las acciones organizativas, reconozca la humanidad y promueva la autonomía, y genere una moral
convencional que se relacione con los valores y prácticas específicas de cada proyecto organizativo. Estas
dimensiones deben interpenetrarse circularmente para comprender plenamente la ética empresarial en una sociedad
de organizaciones.

El texto se centra en el tema de la ética empresarial y presenta diferentes perspectivas de varios autores. La ética se
basa en la libertad y se relaciona con la capacidad de elegir de cada individuo. Propone principios y valores que
guíen las acciones y comportamientos. La ética empresarial se considera una parte de la ética aplicada a las
empresas.

Adela Cortina afirma que la ética empresarial es una concreción de la ética aplicada y se sitúa dentro de una ética
social o cívica. Destaca que la empresa forma parte de la sociedad y enfatiza que las empresas cumplen una función
social.
Josep M. Lozano enfoca la ética empresarial considerando tres actores principales: el individuo, la empresa y el
mercado. Se destaca la importancia de la ética personal del individuo y su alineación con los valores de la empresa.
La empresa tiene obligaciones éticas determinadas por la ley o el ordenamiento jurídico.

El texto también menciona las perspectivas "macro" y "meso" de la ética empresarial según Lozano. La perspectiva
"macro" se refiere al análisis ético de los sistemas económicos y la justificación ética del mercado. La perspectiva
"meso" se enfoca en las acciones de la empresa dentro del sistema capitalista.

Antonio Argandoña señala que las empresas operan dentro de un marco institucional y legal que se basa en criterios
y virtudes morales. Destaca la importancia de reglas y principios éticos para el funcionamiento del sistema
económico.

En resumen, la ética empresarial se ocupa de aplicar principios éticos a las acciones de las empresas. Se considera
una parte de la ética aplicada y está relacionada con la ética social y cívica. Involucra a los individuos, las empresas y
el mercado, y existe la necesidad de un marco institucional y legal basado en principios éticos para el funcionamiento
adecuado del sistema económico.

UNIDAD 3

La deontología se refiere a la rama del arte y la ciencia que busca determinar los deberes mínimamente exigibles a
los profesionales en el desempeño de su actividad. Fue acuñada por Jeremy Bentham y se centra en hacer lo
apropiado en cada ocasión. Por otro lado, la ética profesional se basa en motivaciones, virtudes e ideales en la
actuación profesional, buscando el bien de los individuos en el trabajo. La ética profesional se plantea en términos de
principios, como el principio de beneficencia, autonomía, justicia y no maleficencia.

La deontología se enfoca en regular los deberes y se expresa a través de preceptos, normas morales y reglas de
conducta específicas para el ámbito profesional. Es la ética del contexto profesional y establece obligaciones
mínimas exigibles a los profesionales, con posibles consecuencias sancionadoras.

Existen varios principios deontológicos importantes. El principio de beneficencia implica hacer el bien en la actividad
profesional y hacia los demás. La autonomía se refiere a considerar al usuario o cliente como un interlocutor adulto,
respetando sus puntos de vista y permitiéndole tomar decisiones informadas sobre los servicios que se le ofrecen. El
principio de justicia se relaciona con la distribución racional y justa de los recursos escasos en la sociedad.

Además, la deontología impone obligaciones a los profesionales, como ser competente, eficiente, diligente y
responsable. También se establecen principios de conducta, como la independencia, la dignidad y el decoro, la
integridad, la lealtad y el secreto profesional.

Los códigos deontológicos son conjuntos de principios de conducta, derechos, deberes y normas profesionales que
se asumen voluntariamente y son propuestos por los propios profesionales o por organizaciones específicas. Tienen
varias funciones, como reconocer públicamente la dimensión ética de una profesión, especificar los contenidos
morales de la profesión, proporcionar un marco común de valores y normas éticas, y servir como tarjeta de
presentación para el grupo de profesionales. Los códigos también ayudan a los profesionales a enfrentar presiones
externas, comprometerse con la mejora ética y demostrar un espíritu de servicio a la sociedad.

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