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PSICO ANALISIS

Y SEXUALIDAD
FEMENINA
E. JONES - J. L.-DE GROOT - C. THOMPSON -
J. H. W. VAN OPHUIJSEN - K. HORNEY - S. FREUD -
P. GREENACRE - A. H. MASLOW - J. MARMOR - S. LORAND

HORME / PSICOLOGIA DE HOY


PSICOANÁLISIS Y
SEXUALIDAD FEMENIN~
BIBLIOTECA: PSICOLOGlA DE HOY
E. JONES - J. i.-DE GROOT - C. THOMPSON
1. Maxime Davis: La sexualidad en
la adalescencla.
24 . Theodor Reik: Aventuras en
la investig9clón. psicoanalltica.
J. H. W. VAN OPHUIJSEN - K. HORNEY
2. Karl R. Beutner y N. G. Hale: 25. Erwin Stengel: Psicología del S. FREUD - P. GREENACRE - A. H. MASLOW
Gula para la familia del enfermo suicidio y los intentos suicidas.
mental. 26 . Theodor Reik: Psicoanálisis J. MARMOR - S. LORAND
3. Maryse Choisy: Psicoanálisis de aplicado.
la prostituci6n. 27. Theodor Reik: Psicoanálisis del
4. J. A. M. Merloo: Psicología de1 crimen.
pánico. 28 . J. Schavelzon, J . Bleger, L.
5. Robert Lindner: Relatos psico- Bleger, l. Luchina y M. Langer:
analíticos de la vida real. Psicologia y cáncer.
6. Ludwig Eidelberg: Psicología de 29. T. M. French, F. Alexander:
la violación.
7. R. Spitz: No-Sí. Sobre la géne-
sis de la comunicación humana.
Psicología y asma bronquial.
30. R. Sterba: Teoría psicoanalíti-
ca de la libido. M. Langer: Apor-
,
8. Robert Street: Técnicas sexua-
les modernias.
9. H. F. Tashman: Psicopatología
sexual del matrimonio.
te kleiniano.
31. R. E. Hall: Guía para la mujer
embaraZ>oda.
PSICOANALISIS
1 O. Asociación Norteamericana de
Estudios sobre la Infancia: Guía
para la educación sexuial.
11. Edmund Bergler: Infortunio
32. H. R. Litchfield y L. H. Dem-
bo: Guía para el cuidado de su
hijo.
33 . Martín Freud: Sigmund Freud,
Y SEXUALIDAD
matrimonia! y divorcio.
12. Anna Freud y Dorothy Bur-
lingham: La guerra y los niños.
Mi padre.
34. Theodor Reik: El amor visto
por un psicólogo.
FEMENINA
13. R. Loewenstein: Estudio psico· 35. J . R. Gallagher y H. l. Ha-
analítico del antisemitismo. rris: Problemas emocionales de los
14. Anna Freud: Psicoanálisis del adolescentes.
niño. 36. Marie Langer: f ,antasías eter-
15. Theodor Reik: Treinta años nas a la luz del psicoanálisis.
con Freud. 37. J . L. Schulman, J. C. Kaspar,
16. Freud, Abraham, Ferenczi, p. M. Barger: El aprendizaje de la
Klein, Reik, Erikson, Lindner: Gran- j>sicoterapia.
des casos del psicoanálisis. 38. John Mariano: Psicoterapia del
17. Theodor Reik: Cómo se llega divorcio.
a ser psicólogo. 39. W. McCord y J. McCord: El
18. Dorothy Walter Baruch: Nue· psicópata.
vos métodos en la educación se·
xual. 40. D. J . Pittman: Alcoholismo.
19. Frances L. llg y Louise Bates 41. M. D. Vernon: Psicología de
Arnés: Cómo preparar una fiesta la percepción.
infantil. 42. Theodor Reik: Diferencias emo-
20. J. L. Moreno: Psicomúsica y cionales entre los sexos.
sociodrama. 43. Alex Comfort: La sexualidad
21. Susan lsaacs: Años de infancia . en la sociedad actual.
22. Theodor Reik: Confesiones de 44. Adrión Stokes: La pintura y
un psicoana'lista. el mundo interior.
23. Anthony Storr: Las desviacio- 45. M. N. Robinson: La mujer frí-
nes sexuales. gida. Estudio psicoanalítico.

(Continúa en la pág. 279)


EDICIONES HORMÉ S. A. E.
Volumen Distribución exclusiva
54 EDITORIAL PAIDóS
BUENOS AIRES
Título del original inglés:
Psychoanalysis and Female s~

Editado por
CoLLEGE UNIVERSITYPREss - New Haven

Traducido por INDICE


NORA WATSON

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
I. El desarrollo temprano de la sexualidad
femenina, por Ernest Jones ....... : . 2.5
11. La evolución del complejo de Edipo en
las mujeres, por ]eanne Lampl-de Groot 48
III. Algunos efectos de la desvalorización
de la sexualidad femenina, por Cla-
ra Thompson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
IV. Observaciones sÓbre el complejo de mas-
culinidad en las mujeres, por J. H. W.
Ophuijsen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
V. La negación de la vagina, por Karen
Horney . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
VI. Sobre la sexualidad femenina, por Sig-
mund Freud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
VII. Problemas especiales del temprano des-
arrollo sexual femenino, por Phyllis
Greenacre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
VIII. La autoestima (sentimiento de domi-
nio) y la sexualidad en las mujeres, por
A. H. Maslow . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
© IX. Algunas consideraciones relativas al or-
Copyright de todas las ediciones en castellano por gasmo, por Judd Marmor . . . . . . . . . . . . 242
EDICIONES HORME, S. A. E. X. Contribución al problema del orgasmo
Juncal 4649 Buenos Aires vaginal, por Sandor Lorand . . . . . . . . . 2.58
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 XI. La "envidia del pene" en las mujeres,
IMPRESO EN LA ARGENTINA por Clara Thompson . . . . . . . . . . . . . . . . 270
RECONOCIMIENTOS

El International ]ournal of Psychoanalysis nos au-


torizó a publicar los siguientes artículos:
Ernest Jones, "El desarrollo temprano de la sexua-
lidad femenina"· Vol. VIII, 1927.
Karen Horney, "La negación de la vagina", Vol.
J. Lampl-de Groot, "La evolución del complejo ·ae
Edipo en las mujeres", Vol. IX, 1928.
Vol. XIV, 1933.
Con la autorización de Psychiatry:
Clara Thompson, "La envidia del pene", Vol. VI,
1943.
Clara Thompson, "Algunos efectos de la desvalori-
zación de la sexualidad femenina'', Vol. XIII,
1950.
Con la autorización de Psychosomatic Medicine:
Judd Marmor, "Algunas consideraciones relativas
al orgasmo femenino", Vol. XVI, n9 3· 1954.
Con la autorización del ]ournal of Social Psycho-
logy:
A. H. Maslow, "La autoestima (sentimiento de do-
minio) y la sexualidad en las mujeres", Vol.
XVI, 1942.
INTRODUCCIÓN

Si bien se ha escrito mucho acerca de la sexua-


lidad femenina, es poco lo que se sabe en realidad
en lo referente a su dinámica y su carácter. Se ha
hablado hasta el cansancio de la mujer frígida, la
mujer dominante, la mujer asexual, la mujer sol-
tera, la mujer castradora, y la mujer competitiva,
hasta vaciar de significado a cada uno de. estos tér-
minos y convertirlos en meros clichés. Y, sin em- .
bargo, no se ha concedido la menor importancia a
la situación sexual total de la mujer norteameri-
cana. , : v,;¡;.;íi¡
Cuando contemplamos la situación sexual total
del hombre o la mujer norteamerica:t;tos, el cuadro se
vuelve inquietante. O, quizá, sería mejor decir
que el cuadro se convierty en un espejo, en el que
las manifestaciones de la sexualidad reflejan las ac-
titudes características de la cultura norteamericana
como un todo. Nuestra sociedad es competitiva y
tiene una orientación técnica, y lo mismo sucede
con la expresión sexual de muchos de sus miem-
bros. El sexo, que en alguna época fue un tópico
prohibido, se ha convertido ahora en tema prefe-
rido de conversación, y con demasiada frecuencia
quienes participan en ella compiten en hacer alar-
de de sus hazañas.
Betty Friedan afirma que el sexo "se está convir-
tiendo en una compulsión nacional singularmente
triste, si no en una burla despiadada". Rollo May
señala el énfasis en las técnicas sexuales y advierte
12 lNTI\ODUCCt6N íNTRODUCCION

que, cuando se traspasan ciertos límites, ese énfasis Bruno Bettelheim 1, que con respecto a su sexuali-
tiende a fomentar "una actitud mecanicista hacia dad, muchas mujeres contemporáneas pueden en-
el acto sexual"; tales actitudes armonizan con los contrarse en peores condiciones que sus predece-
sentimientos de soledad, la alienación y la desper- soras victorianas. Éstas no podían sentirse verda-
sonalización tan comunes en nuestros días. deramente respetables si admitían, aunque sólo
Las mujeres norteamericanas del presente disfru- fuera para sí mismas, la existencia de deseos o ne-
tan de un nivel de libertad económica y social que cesidades sexuales. En la actualidad, se ha conver-
habría horrorizado a sus abuelas. La mujer de tido en un hecho deshonroso o al menos humillante,
clase media puede dedicarse a casi cualquier tipo el que una mujer reconozca, frente a sí misma o a
de profesión u ocupación lucrativa. En realidad, cualquier otra persona, que sus experiencias sexua-
se supone que dedicarán buena parte de su vida a les no han sido jamás un estallic;lo fulminante de
su carrera, pese a que existe una mayor tendencia pasión. -
al matrimonio temprano y a las familias numerosas Freud dividió a las mujeres en tres grandes gru-
de la que caracterizó a las décadas del 20 o del 30. pos, cada uno de los cuales estaba relacionado con
Las madres e hijas norteamericanas siguen gober- un patrón distinto de respuesta frente al impacto
nando y dominando el ámbito doméstico. que recibe toda niña pequeña cuando descubre que
La mujer norteamericana se ha emancipado. Si es diferente de los varones que conoce. El primer
antes se suponía que ella debía negar y repudiar tipo de respuesta femenina reemplaza el inalcanza-
su sexualidad, ahora se espera que la reconozca, ble pene con un hijo. Dicha respuesta tiene como
la exprese y la disfrute. Y -como en tantos otros fruto lo que Marie Bonaparte denominó "la verda-
sentidos- ¡Dios nos libre del norteamericano que dera mujer: normal, vaginal, material". El segundo
no disfruta tanto como lo esperaba! Para la mujer tipo de respuesta femenina reconoce la ausencia de
norteamericana la '1ibertad" de convertir al placer pene, pero renuncia a toda esperanza de obtener
sexual en parte de su vida se ha transformado en cualquier objeto amoroso externo como sustituto.
un imperativo: so pena de sentirse inadecuada o El tercer tipo de respuesta femenina niega la rea-
humillada, es preciso que tenga un orgasmo vagi- lidad; inconscientemente, esta mujer cree tener un
nal. Si no lo consigue· y sobre todo si su experien- pene y se aferra a los elementos masculinos de tipo
cia no es igual a la de sus vecinas y a las de las orgánico y psíquico -el clítoris y su sensibilidad,
novelas que lee, entonces se siente frustrada, algo y el complejo de masculinidad- que están presen-
así como una inválida y no una mujer "realizada". tes en todas las mujeres.
Cuando aparecen sentimientos de esta índole -y En muchos sentidos, la sexualidad femenina es
el terapeuta los ve con bastante frecuencia en sus el resultado de una contienda peculiar, y esa lucha
pacientes- entonces puede afirmarse, como lo hace
1 1 Véase su estudio denominado "Growing-Up Female", en
Hendrik Ruitenbeek, Psychoanalysis and Contempomry Ame-
rican Culture (Nueva York, 1964).
1N'í'notiuceI6N INTRODUCCIÓN 15

psicológica básica se ha visto reforzada y aun irt· prácticamente no se explica a la mujer joven con-
tensificada por las cambiantes condiciones de vida temporánea, de clase media, que elude las discipli-
que la sociedad norteamericana de nuestros días nas profesionales de tipo riguroso que están a su
impone a_las mujeres. Al igual que los varones, las alcance, porque ha planeado casarse joven y tener
niñas tienen como primer objeto amoroso a su una familia numerosa: con toda seguridad, ella ha-
madre. Como los varones, también ellas pierden brá realizado exitosamente el pasaje hacia la ver-
este objeto amoroso al ser derrotados por el padre, dadera pasividad femenina. Esto es bastante cues-
pero a difei:;encia de aquéllos, ellas no podrán vol- tionable, no solamente a juzgar por las ·estadísticas
ver a poseerlo, por ·decirlo así, ~n su objeto sexual sobre la incidencia del alcoholismo y otros indicios
final y adecuado. Las niñas deben transferir su de zozobra emocional entre mujeres jóvenes razona-
afecto a . un segundo objeto amoroso infantil, el blemente prósperas, sino en los síntomas gue exhi-
padre, y perderlo también, ya que les está igual- ben pacientes de este tipo en el curso de la psico-
mente prohibido. Además, la niña pequeña y ac- terapia, y en particular por el tipo de ansiedad que
tiva debe convertirse en una criatura mucho más manifiestan con respecto a su capacidad para tener
pasiva a fin de poder asumir el rol sexual y social un orgasmo. Muchas pacientes juzgan a este aspecto
que le fue asignado. Así. la mujer debe recorrer de su experiencia sexual como si fuera una suerte
un camino sinuoso para alcanzar su "verdadera na- de piedra de toque del éxito, y de un éxito que
turaleza". · parece estar definido en términos bastante mascu-
Ese cambio hacia la pasividad que debe llevar a linos.
cabo la mujer se ha vuelto cada vez más difícil en En un mundo en el que la , actividad masculina
nuestra época, la cual ha alcanzado las cumbres de fija las normas de lo que es valioso -y los analistas
un ininterrumpido cambio social. A lo largo de la señalan que tanto fisiológicamente como psicológi-
experiencia histórica de casi toda la humanidad, se camente, el desempeño sexual del hombre consti-
ha considerado natural que la gente se mantuviera tuye un logro - la experiencia de la mujer, tanto en
fiel a su nacimiento, continuara perteneciendo a fa lo referente al _$exo como en otros aspectos de la
clase social y económica de sus padres; ahora no vida, toma el carácter . de una lucha extrañamente
sólo les resulta imposible hacerlo, sino que se su- ambigua contra la dominación masculina. Esa do-
pone que deben avanzar, escalar posiciones. En minación es algo que se da por sentado; incluso se
nuestra sociedad norteamericana, las expectativas la acepta, en el sentido de que es el hombre el que
se han convertido en exigencias. También las mu- establece las normas. Pues, del mismo modo en que
jeres sienten esa necesidad de escalar posiciones y se apar~ de esa norma es necesariamente inferior.
tener éxito; ya no les basta satisfacer esas deman- Pero el hombre, cuya importancia original ni si-
das en forma sustitutiva: quieren hacer u obtener quiera ha sido cuestionada seriamente en la cultura
algo por sí mismas, y no meramente reflejar los lo- norteamericana, es un ser--activo. De allí que mu-
gros de sus maridos. Podría objetarse que esto chas mujeres sientan que exigirles que sean pasivas
16 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 17

es como exigirles que acepten un status de inferio- una experiencia - enteramente satisfactoria. si bien
ridad. limitada. Como Betty Friedan manifestara, refi-
. Algunas mujeres se someten; no se rebelan, no se riéndose a cierta mujer 8 : "Tengo necesidad del
vuelven agresivas ni se convierten en una amenaza sexo para sentirme viva, pero nunca he sentido real-
para la vida del hombre, pero su incapacidad, ya mente a un hombre".
sea para disfrutar del rol que les fue asignado, o Así muchas mujeres de nuestra época se encuen-
para reaccionar contra él, la arrastra a la desespe- tran• en _lln estado de rebelión contra la pasividad
ración y a una suerte de desintegración del self. La que la naturaleza y la sociedad les imponen. De-
novelista inglesa Doris Lessing (Sudáfrica podría bemos recordar que esta rebelión tiene una antigüe-
reclamarla como hija suya, pero ella difícilmente le dad de varias generaciones, pero ha alcanzado una
reconocería tal derecho), traza un vivo retrato de suerte de clímax en nuestra época. Como reacción
este tipo de mujer en A Man and Two Women 2 , frente a la dominación masculina, aun cuando el
particularmente en el cuento "To Room Nineteen", tipo de feminismo anterior a la Primera Guerra
en el que describe a una mujer joven, feliz en su Mundial rara vez se manifiesta, las mujeres se han
matrimonio, con un marido atractivo, hijos, amigos vuelto más agresivas, en particular en el aspecto
y dinero. Y, sin embargo, toda la existencia de esta sexual; puesto que en la vida sexual, del mismo
mujer es una farsa. Lo único real para ella son los modo que en la vida económica, se ha producido
ratos que pasa sola en un hotel mugriento. Por úl- una "revolución de crecientes expectativas''.
timo, hasta esta experiencia pierde su significado. · Hace cincuenta ·años, muchas mujeres no sólo es-
La vida se ha vuelto insoportable para ella, y abre peraban ser pedidas· en matrimonio (o al menos
la llave del gas; se sentía 'bastante satisfecha allí intentaban que nadie se diera cuenta de que anda-
tirada, escuchando el débil y susurrante silbido del ban "a la .pesca de marido") sino que, de casadas,
gas que se colaba velozmente en la habitación, en consideraban que su rol consistía en estar al servi-
sus pulmones, en su cerebro, conforme ella se iba cio del placer de su marido, :no en experimentar
hundiendo cada vez más en las tinieblas". placer ellas mismas. A las mujeres de hoy ya no
Así, incluso aquellas mujeres con una posición les basta dar satisfacción a los hombres; también
afortunada que no echan mano de la agresividad ellas quieren recibir su parte. Tal vez las mujeres
para expresar su resentimiento, sienten resentimien- hayan anhelado siempre esa satisfacción; después
to y reaccionan frente a él. Pueden volcarse al sexo de todo, el autor del Eclesiastés se refiere a la ma-
como una forma de obtener consuelo, encontrán- triz como ''hija de la sanguijuela", y el folklore de
dolo casi siempre inadecuado. El acto sexual se muchos pueblos incluye a la mnjer insaciable. En
ha visto despojado de esa sensación de íntima co- la actualidad, sin embargo, las mujeres no sólo de-
municación personal, sin llegar a convertirse en
~~·'t""'}i'f~~~P.f ~z·-Ji!:;n¡r--,...,.

2
.. · · --
A Man and Two Women (Nueva York, 1963, pág. 316.
sean y esperan obtener satisfacción sexual en el

3 The Feminine Mystíque (Nueva York, 1963), pág. 258.


18 INTI\ODUCCIÓN

matrimonio y fuera de él, sino que se culpan a sí serie de complicaciones que tal vez no se le hubie-
mismas y a sus maridos si no llegan a .a lcanzar esa ran presentado en otra épo~a. En primer lugar, su
satisfacci6n· y en formas establecidas de antemano. compañero puede resultar poco satisfactorio, un
Formulada en estos términos, el imperativÓ de hombre·-pasivo, que no da caza sino que se deja
tener una experiencia sexual satisfactoria crea pro- cazar y que con frecuencia, aparentemente ni si-
blemas, tanto en el hombre como en la mujer. Los quiera merece ser cazado. En segundo lugar, la
hombres norteamericanos, en el matrimonio y fuera mujer soltera puede equivocarse con respecto a las
de él, tienen que habérselas con mujeres sabihon- metas de su expresi6n y ·su experiencia sexuales
das que creen saber lo que quieren y están decidi- puesto que, por libre que sea para coleccionar
das a obtenerlo. 'Para algunos hombres esto resulta hombres, no es socialmente libre para tener hijos.
sin duda estimulante, pero la mayoría opina · que ¿Es el juego sexual su vía de salida más satisfacto-
una mujer sexualmente activa constituye una ame- ria, o acaso el orgasmo es el sine qua non?
naza. Como respuesta - o quizás como retalia- Al escuchar a sus pacientes femeninas, casadas o
ci6n- los hombres se vuelven pasivos y las mujeres no, el analista puede muy bien preguntarse si el
se encuentran ligadas a hombres que no les propor- orgasmo no se habrá transformado en un fetiche.
cionan el tipo de experiencia sexual que ellas creen Así como los hombres se ven cada vez más expues-
les corresponde como herencia propia. y sin em- tos a la exigencia de provocar una respuesta orgás-
bargo, al mismo tiempo la mujer tiende a culparse mica, también las mujeres se sienten obligadas a
por no ser lo "suficientemente mujer" como para sa- tener la esperada respuesta. Si la mujer no respon-
car al hombre de la pasividad. de, quizá se la acuse de querer castrar a su pareja.
La creciente libertad social complica aún más la Así, una paciente puede sentirse mala y, al mismo
orientaci6n de la sexualidad femenina. En otro tiempo, injustamente tratada; se siente in':lficaz, in-
tiempo, y sobre todo para la mujer norteamericana cluso humillantemente inmadura; y sin embargo
de clase media, la experiencia sexual se limitaba a también se siente despojada, estafada por su com-
la que podía obtener dentro del matrimonio y sólo pañero en la parte de recompensa que le correspon-
con el marido. En la actualidad, la experiencia se- día dentro de la relaci6n.
xual premarital y extraconyugal es algo cada vez En mi opinión, en la actualidad demasiadas mu-
más común. El hecho de que existan más mujeres jeres parecen olvidar que la experiencia sexual sa-
que hombres, ha contribuido a otorgar un énfasis tisfactoria supone algo más que el orgasmo. En el
mayor a la· vida sexual de la mujer adulta que no presente como en el pasado, una mujer puede co-
se ha casado o está "entre" matrimonios. También nocer la gratificación sexual satisfaciendo los im-
las mujeres solteras reclaman para sí el derecho a pulsos ego-sintónicos: conciencia de ser deseable,
tener experiencia; en la actualidad, la soltera pue- capacidad para excitar sexualmente al hombre, el
de satisfacer esa necesidad sin empañar por ello su hecho de tener hijos, y los placeres sexuales subli-
'buen nombre"; pero esta libertad le acarrea otra mados del afecto y la ternura. Debe advertirse que,
20 IN'l1l.ODUCCIÓN !N'i'l\ot>uccróN 21

al contrario de lo que cabría esperarse, las mujeres rrollo y las peculiares condiciones de vida imperan-
con severos trastornos emocionales pueden tener tes en nuestro tiempo.
orgasmos vaginales. Tal vez debería fomentarse la La antología comienza con un trabajo de Emest
sexualidad clítoridiana, ya que de hecho puede al- Jones que se refiere al complejo de Edipo en la mu-
canzarse por este medio un alto grado de satisfac- jer joven, a su experiencia frente a la amenaza de
ción ·sexual. una castración parcial, y al fenómeno de la afanisis,
Carl Sulzberg ha sugerido un posible desplaza- la extinción de la sexualidad. En un trabajo sobre
miento del área de máxima sensibilidad sexual en la evolución del complejo de Edipo en las mujeres,
las mujeres contemporáneas. Dicho autor observa la psicoanalista holandesa Jeanne Lampl-de Groot
que, a medida que las mujeres se procuran más se ocupa esencialmente del mismo problema que
libertades económicas y sociales y un mayor nú- Jones, si bien aquélla trata el material fundamen-
mero de las recompensas que eran patrimonio ex- talmente en términos del complejo de Edipo nega-
clusivo de los hombres, tal vez sus hábitos y res- tivo y positivo, e ilustra sus argumentos con datos
puestas sexuales tiendan a asemejarse a lbs del obtenidos del análisis de dos pacientes femeninas.
hombre; puesto que, como ya dijimos, todo lo que Clara Thompson, conocida integrante de la es-
sea masculino es considerado más humano y nor- cuela neofreudíana, discrepa con Jones y Lampl-de
mal. En consecuencia, la satisfacción clitoridiana Groot. Thompson cuestiona la significación de la
puede ser a un tiempo más fácil de lograr y más envidia del pene para la comprensión de la sexua-
satisfactoria que la excitación vaginal. lidad femenina y duda de que aquélla tenga dema-
Si el argumento de Sulzberg es psicológicamente siado efecto sobre la psicología de la mujer con-
sostenible o no, no nos interesa tanto como la ac- temporánea. El verdadero problema de la mujer,
titud que exhiben innumerables pacientes -y mu- según afirma Thompson, no reside "en resignarse a
jeres que no reciben terapia-: su autoestima se ci- no tener pene, sino en aceptar ·su propia sexuali-
fra en ser una mujer que funciona bien, y funcionar dad por su derecho propio". También Karen Hor-
bien como mujer requiere que las relaciones sexua- ney se aparta del punto de vista freudiano. En su
les culminen en la experiencia del orgasmo vaginal. trabajo clásico, "La negación de la vagina", Homey
De este modo, la ansiada "liberación" de la sexua- sostiene que el concepto de Freud "del fracaso_ en
lidad femenina se ha convertido para muchas mu- descubrir la vagina" debería explorarse más a fon-
jeres en una suerte de limitación sexual. do pues, sigue diciendo Homey, "tras el fracaso en
descubrir la vagina se oculta una negación de su
existencia". En otras palabras, la mujer se ve así
II privada de todo tipo de órgano sexual adecuado;
Los ensayos de esta antología enfocan el proble- no · está meramente castrada, está de-sexualizada.
ma de la sexualidad femenina, considerando los Otro analista holandés Van Ophuijsen replantea el
efectos que sobre ella ejercen las pautas del desa- punto de vista freudiano de que la mujer está pro-
22 lN'l'l\Ol)UCCIÓN INTRODUCCIÓN 23

fundamente afectada por la noción de su castraci6n, con impulsos sexuales más simples. Aquí, es pre-
en su opinión el complejo de masculinidad en las ciso recordar que el sentimiento de dominio, tal co-
mujeres, está íntimamente relacionado con la mas- mo lo interpreta Maslow, es una evaluación del self.
turbación infantil clitoridiana y el erotismo uretral. · En el ensayo final de esta analogía, Clara Thomp-
El punto de vista del propio Fre~d sobre la sexua- son vuelve a tocar el problema de la envidia del
lidad femenina surge de su traba10 en el que des- pene. Este sentimiento no está basado en la percep-
taca la importancia del período preedípico en . el ción de una diferencia biológica, como sostuvo
desarrollo femenino. Considera que para la mu1er Freud. Los hombres disfrutan de una posición de
este estadio es más importante que para el hombre. privilegio en la cultura, dice la autora; es el status
del hombre lo que envidian las :r;nujeres, no su pene.
A continuación tres trabajos tratan el problema de El sentimiento de inferioridad de las mujeres puede
la sensibilidad clitoridiana y vaginal en relación con ser simbolizado como envidia del pene, pero la fra-
el orgasmo. Phyllis Greenacre plant~a la esti~1mla­ se es sólo metafórica; lo que las mujeres desean
ción clitorídica y las tempranas sensac10nes vagmales
no es tanto el órgano masculino, cuanto el tipo de
en la fase fálica del desarrollo de la mujer. reconocimiento y privilegios sociales a que tienen
En su estudio sobre el orgasmo femenino, Judd derecho los poseedores de dicho órgano.
Marmor arroja considerables dudas. sobre el. supues-
to de que, en la mujer, la erogeneidad gemtal nor-
malmente se transfiere del clítoris a la vagina. La
sensibilidad clitoridiana continúa siendo un factor
importante en la sexualidad de l~ mujer adulta y,
en consecuencia, debe ser reconocida como ~a res-
puesta adulta. Sandor Lorand r~,chazi:i. la, t~s1s que
sostiene el pasaje de la sensac10n clitond1ca a la
vaginal; considera al orgasmo vaginal un fenóme~o
independiente. Las sensaciones vaginales adquie-
ren importancia cuando la niña en desarrollo redes~
cubre y vuelve a aprender a experimentar sensacio-
nes que conocía pero que reprimió y olvidó.
En contraste con estos trabajos acerca de la sen-
sibilidad sexual, presentamos otro que considera que
la expresión y la experiencia sexuales son proble-
mas de estrecha comunicación personal antes que
de pura sensación. A. H. Maslow sostiene que la
conducta sexual de la mujer está más estrechamen-
te relacionada con el sentimiento de dominio que
I

EL DESARROLLO TEMPRANO DE LA
SEXUALIDAD FEMENINA ..
Por ERNEST JoNEs

Freud se ha referido más de una vez al hecho


de que nuestro conocimiento de las etapas tempra-
nas del desarrollo femenino es mucho más oscuro
e imperfecto que el del desarrollo masculino, y
Karen Horney ha señalado enfáticamente, pero con
todo acierto, que este hecho debe estar relaciona-
do con la mayor tendencia al prejuicio que existe
con respecto al primero. Es probable que dicha
tendencia al prejuicio sea común a los dos sexos, y
sería de desear que quienes escriben acerca del
tema tuvieran permanentemente en cuenta esta con-
sideración. Más aún, cabría esperar que la inves-
tigación analítica gradualmente arroje luz sobre Ja
naturaleza del prejuicio eri cuestión, y, por último,
lo haga desaparecer. Poco a poco va tomando cuer-
po una razonable sospecha de que los analistas
varones se han visto inducidos a adoptar un crite-
rio falocéntrico equivocado con respecto a lo.s pro-
blemas en cuestión, subestimando en la misma me-
dida la importancia de los órganos femeninos. Por
su parte, las mujeres han contribuido a la mistifi-
0
Leído en el Décimo Congreso Internacional. de Psico-
análisis, Innsbruck, el 11> de setiembre de 1927.
26 ERNEST JONES DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 27

cación general con su actitud de ocultamiento tores era marcadamente ambivalente. En todos los
hacia sus propios genitales y exhibiendo una des- casos se evidenció una filiación infantil desusada-
embozada preferencia e interés por el órgario mente intensa con respecto a la madre, que estaba
masculino. decididamente relacionada con la etapa oral, y que
El estÍl~ulo inmediato para la investigación en fue sustituida por una fuerte fijación paterna, ya
l~ que esta basado €1 presente trabajo, me fue sumi- fuera temporaria o permanente en la conciencia.
mstrado por la insólita experiencia que tuve hace El primero de los dos interrogantes mencionados
un par de años, de analizar a un mismo tiempo cin- anteriormente podría también formularse de la si-
co casos de homosexualidad manifiesta en mujeres. guiente manera: cuando la niña siente que ya ha
Los análisis fueron en todos los casos profundos y sido castrada, ¿,qué evento futuro imaginado puede
duraron de tres a cinco años; han sido completados despertar en ella un temor semejante al temor de
en tres de los casos y llevados hasta una etapa castración? Al intentar responder a esta pregunta
avanzada en los otros dos. Entre los numerosos es decir, explicar el hecho de que las mujeres pa-
problemas que se plantearon, dos de ellos pueden dezcan ese temor al menos tanto como los hombres·
servir como punto de partida para las considerado- llegué a la conclusión de que el concepto de "cas-
nes que me prqpongo presentar aquí: ¿qué es lo tración" ha obstaculizado de algún modo nuestra
que, en las muieres, corresponde exactamente al apreciación de los conflictos fundamentales. De he-
temor _de cas~ración de los hombres? y, ¿qué es lo cho, encontramos aquí un ejemplo de lo que Hor-
que diferencia el desarrollo de la mujer homose- ney señaló como un prejuicio inconsciente que hace
xual del de la heterosexual? .Se advertirá que estas que tales estudios se enfoquen desde un punto de
dos cuestiones están estrechamente;· relacionadas vista excesivamente masculino. En su esclarecedor
siendo la palabra "pene" el eslabón de enlace entr~ trabajo acerca del complejo del pene en las muje-
ambas. res Abraham 1 hizo notar que no existía ningún
Algunos hechos clínicos acerca de estos casos m;tivo para no aplicar allí la palabra "castración",
pueden ser de interés, si bien no me propongo re- del mismo modo que con los hombres, ya que en .
latar ningún material casuístico. Tres de las pa- ambos sexos aparecen deseos y temores de tipo se-
cie~tes tenían más de veinte años, y dos más de mejante con respecto al pene. Con todo, el hecho
tremta. Sólo dos de las cinco exhibían una actitud de aceptar esta afirmación no implica pasar po~
t?talmente negativa hacia los hombres. No fue po- alto las diferencias que existen en ambos casos_, m
sible establecer ninguna regla fija con respecto a permanecer ciegos ante el peligro de introdu?i_r en
su actitud consciente hacia los padres: aparecieron un caso consideraciones que ya nos son_fam1h_~~~s.
~odas las vari~ntes, actitud negativa hacia el padre en el otro. En relación con los precursores preg~~~~
1unto con actitud ya sea negativa o positiva hacia ' ~ales de la castración (el destete y la defeca: 1.-on,
la madre y viceversa. Sin embargo, en los cinco
casos la actitud inconsciente hacia ambos progeni- 1 Karl Abraham, Obr11S Completas, 1921, pi~. 339:·
28 ERNEST JONES DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 29

señalados respectivamente por Starcke y por mí), mayor parte de los adultos hacia ·Jos 'niños. Su ac- ·
Freud ha hecho notar ·que el concepto psicoanalíti- titud es bastante inflexible: a los niños no debe
co de castración, a diferencia del concepto bioló- permitfrseles ningún · tipo de gratificación sexual.
gico correspondiente, se refiere en forma definida Y sabemos que para el niñb la idea de una poster-
al pene 7olamente, incluyendo cuando mucho a los gación indefinida se oarece mucho a la de una ne-
testículos. gativa permanente. Desde luego, no podemos éspe-
Ahora bien, el error que quiero destacar es el rar que el inconsciente, con su naturaleza ·altamente
siguiente: la enorme importanéia del papel que nor- concreta; se . exprese· en tales términos abstractos
malmente desempeñan los órganos genitales en la que évidentemente representan- una generalización.
sexu~lidad masculina, tiende a hacer que conside- El enfoque más aproximadó a la· idea de ·la afani-
remos a la casttación como equivalente a la aboli- sis que encontramos en la labor clínica, es la de
ción completa de la sexualidad. Dicho error 'se des- ,castración y pensamientos de muerte (temor cons"
liza con frecuencia en nuestros argumentos, incluso ciente a la muerte y deseos inconscientes de muer-
cuando sabemos que · muchos hombres desean ser te). Es oportuno citar el caso. obsesivo· de un joven
castrados por motivos eróticos, entre otros, de modo que ilustra este mismo punto: aquél había sustituido
que su sexualidad ciertamente no desaparece ·con como su summum bonum· la idea de gratificación
la renuncia al pene. En el caso de las mujeres, para sexual por la idea del placer estético, y ·sus temores
quienes toda la idea del pene es siempre parcial y de castración tomaron la forma de una aprensión,
de_naturaleza sumamente ·secundaria, esto debería de un terror a llegar a perder su capacidad de gozar
ser aún más evidente. En otras palabras, el predo- estéticamente, tras · la cual existía, desde luego, la ·
minio de los temores de castración entre los hom- idea concreta de la pérdida del pene.
bres, tiende a veces a hacer que olvidemos que en Desde este punto ' de -vista, advertimos que el
ambos sexos la castración constituye sólo una ame- asunto en cuestión fue formulado en forma equivo-
naza parcial, por importante que sea, para la tota- cada: el temor masculino de ser castrado puede te-
lidad de la capacidad y · el placer sexual. Para el ner o no una idéntica contraparte femenina, pero lo
caso extremo de la extinción total, haríamos mejor que importa más es caer en la cuenta de que este
en utilizar un término distinto, como por ejemplo temor constituye sólo un caso especial y · que los
la palabra griega "afanisis'~. dos sexos temen, en última :.nstancia, exactamente
En mi opinión, si escudriñamos las raíces del te- la misma cosa: la afanisis. El mecanismo por el
mor fundamental que subyace en todas las neurosis, cual se supone que esto tiene lugar, exhibe diferen-
llegamos a la conclusión de que lo que realmente cias importantes en los dos sexos. S_i pasamos por
se ·teme es esta afanisis, la extinción total, y desde / alto, por el momento, la esfera del autoerotismo
luego permanente, de toda capacidad (incluso opor- - basándonos en el atendible argumento · de que
tunidad) de placer sexual. Después de todo, ésta aquí los conflictos deben su impmtancia a la
es la intención conscientemente manifestada por la siguiente catexis aloerótica de aquél~ y limitamos
30 El\NEST JONES
DESAru\OLLO TEMPI\ANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 31

nuestrá ateiici6n al aloerotisiifr; tñismo, podernos de- reaseguración de la mujer. Entre las consecuencias
sociafes importantes, mencionaremos las siguientes.
cir entonces que, en el hombre, la cadena de pen-
Es bieJ:! sabido que la moralidad del mundo es
samientos reconstruida sería más o menos ésta: "Yo
esencialmente una creación masculina, y -:-lo que
deseo o.btener gratificación realizando un acto par- es mucho más curioso- que las ideas morales de
ticular, pero no me atrevo a hacerlo debido al temor las mujeres han sido copiadas básicamente de las
de que sería seguido del castigo de la afanisis, por de los hombres. Esto debe estar relacionado sin
medio de la castración, lo cual significaría para mí duda con el hecho, señalado por He lene Deutsch 2,
la· extinci6n permanente del placer serual". En la de que el-superyó de las mujeres, tal como el de los
mujer, con su naturaleza más pasiva, el pensamien- hombres, se origina fundamentalmente en las reac-
to equivalente sería algo diferente: "Yo deseo ob- ciones frente al padre. Otra consecuencia, que nos
tener gratificación a través de 1,lllª experiencia par- lleva de vuelta a nuestro tema de discusión, es que
ticular, pero no me atrevo a dar ningún paso oara el mecanismo de la afanisis, se tiende a diferir en
provocarla, com9 sería solicitarla y confesar así mi los dos sexos. Mientras que en el hombre se lo
deseo culpable, porque temo que ello sería segllido concibe por lo general en la forma activa de cas-
de la afanisis". Es evidente, desde luego, que esta tración en la mujer el temor fundamental parece-
diferencia no s6lo no es invariable sino que es, en ría ser 'el de la separación, que en la fantasía puede
todo caso, sólo una obsesión de grados. Eri ambos producirse a través de la madre rival a la niña
casos existe una actividad, si bien es mas manifies- para siempre, o sino a través del padre que senci-
ta y enérgica en el. hombre. Con todo, ésta no ·es llamente se niega la anhelada gratificación. El pro-
la diferencia fundamental; la diferencia más im- fundo temor de ser _abandonadas que experimentan
portante reside en el hecho de que, por motivos la mayoría de las mujeres es fruto de lo que acaba-
fisiológicos obvios, la mujer depénde mucho más mos de mencionar.
de su compañero para obtener su gratificación, que En este punto es posible obtener del análisis de
el hombre para obtener la suya. Por ejemplo, Venus mujeres, un insight más profundo, que del de hom-
· tuvo mucho más trabajo con Adonis, que Plutón bres de la importante cuestión de la relación ,ent~e
con Perséfone. privación y culpa, en otras palabras, de la genes1s
Esta última consideraci6n nos suministra la ra- del superyó. Freud, en su trabajo sobre la declina-
zóri biológica de las diferencias psicológicas más ción del complejo de Edipo, sugirió que ello suce-
importantes en la conducta y actitud de los seims: día en la mujer como resultado directo de conti-
una mayor dependencia (distinta del deseo) de la nuas decepciones (privación), y sabemos que el
mujer en lo relativo a la disposición y raprobaci6n superyó es un heredero directo de este complejo
moral del compañero de la que encontramos en el tanto en la mujer como en el hombre, en el que es
hombre, en quien se da una actitud análoga con
ll Hclene Deutieh, Zur Psycholoiie der weiblichen SBXUlll-
respecto a otro hombre autoritario. De allí, entre fwnktionen, 1925, pá¡. 9. •
otras cosas, los típicos reproches y la necesidad de
DESARROLLO TEMP!\ANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 33
32 ERNEST JONES

genkommen) para distinguir el, peligro y ayudarlo


el producto de la culpa derivada del temor de cas- a construir una barrera contra el.
tración. Se desprende, y mi experiencia analítr'Ca Volviendo a la niña, nos enfrentamos con la tare.a
confirma plenamente esta conclusión 3 , gue la pri- de rastrear las diversas etapas del desarrollo a ·partir
vación absoluta tiene, desde luego en ambos sexos, de la etapa oral inicial. El criterio ?omún~e~te
el mismo significado que la deprivación deliberada aceptado es el de que el pezón, o la teti~a artifrc1~l,
de parte del ambiente humano. Llegamos así a es reemplazado, luego de un breve penodo ele JU-
.la siguiente fórmula: privaci6n es equivalente a guetear con el pulgar, por el clítoris como fuente
frustración. Incluso es probable que, como puede principal de placer, tal como sucede en el caso de
desprenderse de las observaciones de Freud sobre los varones con el pene. Freu~ 4 sostiene gue. ~s
la declinación del complejo de Edipo, la sola pri- precisamente lo poco satisfactono de esta soluc10n
vación constituya una causa aceptable para la gé- lo que guía en forma automática a ~a niña a buscar
nesis de la culpa. Un análisis más profundo de este un pene externo mejor, y esto la mtroduce en la
punto nos haría penetrar demasiado en la estructu- situación edípica en la que el deseo de tener un
ra del superyó y nos alejaría del presente tem_a, pe- bebé<> reemplaza en. forma, ~r~dual al dese~, d~ tener
ro quisiera mencionar solamente una conclusión a un pene. Mis prop10s ª:1ªl~s1s'. como los pni:ieros
la que he arribado y que considero bastante perti- análisis" de Melanie Klem, md1can que, ademas de
nente: que la culpa, y con ella el superyó, se cons- esto existen transiciones más directas entre las eta-
truye artificialmente, por así decirlo, con la finali- pas 'oral y edípica. En mi opinión, parecerí~ gue las
dad de proteger al niño de la tensión de la priva- tendencias derivadas de la etapa oral se bifurcaran
ción, vale decir, de la libido no gratificada, y así tempranamente ha7ia el . ?líto~i~ y la fel_lati?· vale
desviar el temor a la afanisis que siempre la acom- decir, hacia la mampulac10n ~1g1tal del cht~ns y las
paña; y lo hace, por supuesto, disminuyendo los de- fantasías de fellatio, respectivamente; vanando la
seos que no están destinados a ser gratificados. In- proporción entre ambas según los difere~tes casos,
cluso creo que la desaprobación externa, a la gue lo cual puede tener funestas consecuencias para el
solía atribuirse todo este proceso, constituye en: gran ulterior desarrollo.
medida un asunto explotado por el niño; es decir, Seguiremos ahora estas líneas del desarrollo en
primariamente la no gratificación significa peligro, forma más detallada, bosquejando en primer lugar
y el niño lo proyecta hacia el mundo exterior, como la que considero la vía más normal del desarrollo,
lo hace con todos los peligros internos, y luego echa
mano de cualquier señal de desaprobación prove- 4 Freud Intemational ]oumal of Psychoanalysis, Vol.
niente de ese mundo externo ( moralisches Entge- VIII, pág.' 140. .
15 A lo largo de todo este traba¡o se hace m~y poca re-
forencia al deseo de tener un hijo, ya que en el .nos ocu-
3 A esta conclusión se llegó, en parte, juntamente con pamos en particular de las etapas tempr.anas. Considero q:iie
Mrs. Riviere, quien expone sus puntos de vista en otro tal deseo constituye un derivado posterior de las tendenc1a5
contexto, lntemational Joumal df Psychoanalysi3, Vol. VIII, anal y fálica.
págs. 374-75.
34 ERNEST JONES DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 35

la que conduce a la heterosexualidad. Aquí la fase chuparlo; pero pronto y aparentemente et1 todos los
sádica se establece tardíamente, y de ese modo ni casos, aparece la envidia de} pei:ie· Las razones
la etapa oral ni la clitoridiana reciben ninguna ca- rimarías, autoeróticas por asi decirlo, de ello, .J1an
texia sádica intensa. En consecuencia, el clítoris no ~do detalladas con acierto por Ka~en ~arney en
llega a asociarse con una actitud particularmente su análisis del papel que desempena d~cho órgano
masculina (empujar, etc.), como, por otro lado, en las actividades urinarias, exhibiciomstas; escop-
tampoco se desarroila demasiado la fantasía oral- tofílicas y masturbatorias. Con todo, el deseo de
s~dica de arrancar de un mordisco el pene mascu- tener un pene como el varón, normalmente -se t~ans­
h~o. La actitud oral es principalmente la de suc- .forma en el deseo de compartir el pene de aquel en
c10nar, y pasa por la conocida transición del des- un acto de tipo coito a través de la boca, ·el ª?º o
arrollo hacia la etapa anal. Los dos orificios ali- la vagina. Diversas sublimaciones y . reacciones
~entarios c~nstituyen así el órgano receptivo feme- indican que ninguna mujer puede eludi; ]~ etapa
nmo. En pnmer lugar, el ano se identifica en forma de la envidia temprana d~l pene, pero coincido a~­
evidente con la vagina, y la diferenciación de am- pliamente con Karen Horney s. Helene Deut~ch. '
bos co?stituye un pr?ceso sumamente oscuro, quizá Melanie Klein 10 y otros estudiosos; en , e~ cnteno
más aun que cualqmer otro del desarrollo femeni- de que lo que conocemos en ~a lab~r ch~1ca com~
no; con todo, presumo que tiene lugar, en parte, envidia del pene en la neurosis, denva solo en P.e
a una edad más temprana de lo que generalmente ueño grado de tal fuente. Debemos hacer un ~h~­
se supone. Siempre se desarrolla un monto variable {. o entre lo que puede denominarse la envidia
de sadismo en relación con la etapa anal, el cual se d~lg pene preedípica y la postedípica (más ex~cta)-
revela en las fantásías familiares de violación anal men t e envi'd'a
i del pene autoerótica
, . y aloerótica '
que pueden transferirse o no a fantasías de ser ob- estoy convencido de que esta ultima es con m~-
jeto de castigos corporales. La relación edípica está ~ho más significativa de las do~. Tal. e.orno la acti-
aquí en plena actividad; y las fantasías anales cens- vidad masturbatoria y las <lemas activi~ades .auto-
tituyen ya, como demostraremos más adelante, una eróticas deben su importancia ,ª la ·r~;mvers1ón a
transacción entre tendencias libidinales y de auto-
castigo. Por lo tanto, esta etapa boca-ano-vagina Partir de fuentes aloeróticas, asi tamb1enddebemdos
reconocer que muchos fenomenos cl'm.1;os
· epen en
1

representa una identificación con la madre. · de la fondón defensiva de la regres1on, acentuada


¿Cuál ha sido entre tanto la actitud hacia el últimamente por Freud 11. Es la privación resultante
pene? Es ~~stante probable .~ue la inicial sea neta-
menta positiva 6, y se mamfiest~ en el deseo de· 7 Karen Homey, Internatlonal ]ournal of Psychoanalysís,
Vol. V, págs. 52-54.
6 Deutsch (op. cit., pág. 19) registra una interesante ob-
s Ibid., pág. 64.
9 Deutsch, op. cit., págs. 16-18. . d d p ·
servación en una niña de dieciocho meses, quien vio por 10 Melanie Klein, comunicaciones a la Soc1e a s1co-
esa época un pene con aparente indiferencia, desarrollando
más tarde reacciones emocionales. analítica Británica. -
11 Freud, Hemrñung, Symptom un
d A lº"ft ág ~S
n{ls, ,,.,. · i ll ·. · · ·'
36 ERNEST JONES
DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 37
de la continua decepci6n por el hecho de que nunca
se Je permitiera compartir el pene del padre en un va sugerido por Horney 12, entre la resolución del
coito, ni tener así un beb_é, lo que reactiva el tem- éomplejo de Edipo en los dos sex?~· El var~~ tam-
prano deseo de Ja niña de poseer un pene propio. bién se ve amenazado por la afa?isis, el f~m1~iar te-
Según la teoría que acabamos de formular, es esta mor a la castración, por la inevitable pnvación de _
privación la que básicamente constituye una situa- sus deseos incestuosos; él también deb~ hacer .una
ción insoportable, por ser equivalente al temor fun- elección entre cambiar el deseo y cambiar el ob1eto,
damental de la afanisis. La culpa y la fommción entre renunciar a su madre y renunciar a s:i mas:
d~I superyó constituyen, como ya .se explicó, la pri- culinidad, es decir, a su pene. Hemos obtemdo _as1
mera, e invariable defensa contra Ja insoportable una generalizaci?n que se aplic~- d_e manera unita-
privación. Pero ésta es en sí misma una solución ria tanto al varon como a Ja mna: enfrentados en
demasiadQ negativa; la libido debe expresarse tam- la afanisis como resultado de la in~vitable privaci6n,
bién ene alguna forma. deben renunciar a su sexo o a su incesto; lo que ~o
Existen solo dos posibles maneras en gue la libido ~ podrá conservarse, exc epto al preci?. de la neuros~~,
1

pueda manifestarse en tal situación, si bien, .desde es el incesto heteroerotico y aloorohco, vale decn,
luego, pueden intentarse ambas. En términos ge- una relación objeta! incestuosa. En ambos cas~s Ja
nerales, la niña debe elegir entre sacrificar su liga- situación que ofrece mayor dificultad, es la situa-
zón erótica con su padre y sacrificar su femineidad, ción simple pero fundamental de la unión del pene
esto es, su identificación anal con la madre. Debe y la vagina. Normalmente dicha unión se vu~lve
cambiar nn objeto por otro o un deseo por otro; es posible con la superación del complejo ~e Edipo.
imposible conservar ambos. Debe renunciar al pa:. Por otra parte, cuando se intenta la solución de. la
dre o a la vagina (incluyendo las vaginas pregeni- inversión se realizan todos los esfuerzos para im-
tales). En el primer caso, los deseos femeninos se pedir di~ha -unión, porque está ligada al. te~or a
desarrollan en un plano adulto -encanto erótico di- ia afanisis. El individuo, sea hombre o mu1er, id~~­
fuso (narcisismo), actitud vaginal positiva c:on res- tifica entonces su integridad sexual coi: la poses10n
pecto del coito que culmina e11 el embarazo v el del sexo opuesto y se vuelve patológicamente de-
parto- y se transfiere a objetos más accesibles., En pendiente de él. En el caso de los varones, esto se
el segundo caso, el vínculo con el padre se man- lleva a cabo ya sea utilizando Ja boca o el ano como
tiene, pero en él la relación de objeto se transforma órgano femenino necesario (se.a con un hombre ?
en identificación, esto es, se desarrolla un complejo con una mujer masculina) o bien adoptando su~h­
de pene. -_- tutivamente los genitales de una mujer con qmen
se identifican; en este último caso se .vuelven . c!e-
En la sección siguiente nos -referiremos con .ni'ás pendientes de la mujer que lleva, el ob1eto pr~crnso
det-aUes a Ja forma en que funciona esta defensa de
y desarrollan ansiedad si ella esta ausente o s1 algo
identi.fic~ción, pero por el momento quisiera desta-.· en su actitud dificulta el acceso a di.cho órgano.
car el interesante paralelismo que se establece así,
12 Homey, op. cit., pág. 64.
Dl!:SAIU\OLLO TEMPl'\ANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 39
38 E!INEST JONES

mujeres. El análisis demuestra que ~ste .interés ~n


Eri el caso de las niñas se presenta idéntica alter- las mujeres constituye una forma sustitutiva de dis-
nativa, y se vuelven patológicamente dependientés, frutar de la femineidad; meramente emplean a
ya sea de poseer ellas mismas un pene en su fan- otras mujeres para que la manifiesten en lugar de
tasía, o bien de tener libre acceso al del hombre ellas 18 •
con guíen se · han jdentificado. Si la "conrlición de No resulta difícil advertir que el primer grupo
dependencia" ( cf. la frase de Fréud Liebesbedín- corresponde a la clase en la que, en nuestra división
gun;g) no se cumple, los individuos, hombre o mu- previa, el sujeto renuncia a su sexo, mientras que
jer, entran · en un estado afanístico o, en términos el segundo grupo corresponde a las que renuncian
menos rigurosos, "se sienten castrados". AJleman, al objeto (el padre), reemplazándolo con ellas mi~­
por ende, entre la potencia sobre la base de una mas mediante la identificación. Para mayor clan-
gratificación invertida y la afanisis. Para decirlo en dad, ampliaré esta afirmación condensada. . Los
forma más sencilla, tienen un órgano del sexo miembros del primer grupo permutan su propio se-
opuesto o no tienen ninguno en absoluto; el hecho xo, pero · conservan su primer objeto amoroso; con
dé tener un órgano de su propio sexo es algo que todo la relación objetal se ve reemplazada por la
queda absolutamente descartado. identnicación, y la meta de la libido es procurar re-
- Ahora nos toca pasar a la segunda de nuestras conocimiento de esta identificación por el primer
dos preguntas, a la diferencia en el desarrollo de objeto. Los miembros del segundo grupo también
mujeres heterosexualés y homosexuales. Esta dife- se identifican con el objeto amoroso, pero luego
rencia ya· se -indicó en nuestro examen de las dos pierden interés en él; su relación de objeto externa
solucioñes alternativas del conflicto edíoico, pero para con la otra mujer es muy imperfecta, ya que
ahora debemos considerarla más detalladamente. ella meramente representa su propia femineidad a
La divergencia mencionada - que, no hace falta través de la identificación, y su meta es disf;utar
decirlo, es siempre cuestión de grados- entre quie- sustitutivamente la gratificación de ello a traves de
nes renuncian a. la p0sición de su libido de obieto la acción de un hombre invisible (el padre incor-
(padre) y qtiienes renuncian a su posición de libi- porado dentro de ellas mismas).
do de sujeto (sexo) , puede seguirse en el campo
de la homosexualidad misma. Allí podemos distin- is Para una mayor simplicidad, se omite en el texto una
guir dos grandes grupos: 1) Quienes conservan su tercera forma interesante, que conviene mencionar. Al~as
interés en los .hombres, pero cuyo profundo deseo es mujeres obtienen una gratificación de sus. ~eseos femenmos,
siempre y cuap.do se cumplan dos requisitos: 1) que el
ser aceptados por éstos como si fueran uno de ellos. pene sea reemplazado por un sustituto, tal como la lengua
A este grupo pertenecen los familiares tipos de mu- 0 un dedo, y 2) que la pareja que utiliza este órganl bea
jer que se quejan sin cesar de lo injusto de la suerte una mujer en lugar de un hombre. Aunque, en la a or
de las mujeres y de que son maltratadas por los clínica esto puede parecer una inversión completa, tales
hombres. 2) Quienes exhiben poco o ningún inte- casos ~stán a todas luces más cerca de lo normal que cual-
quiera de los dos mencionados en el texto.
rés en los hombres, y cuya libido se centra en las
40 ERNEST JONES

DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 41 .


Así la identificación con el padre es común _a
todas las formas de la homosexualidad, si bien al- Horney 14 ha señalado que el hecho de que una
canza un grado más acabado en el primer grúpo niña conserve una posición femenina y acepte la
que en el segundo, en el que, después de todo, se ausencia de pene en sí misma, a menudo representa
conserva alguna femineidad en una forma susfüu- no sólo la osadía de tener deseos objetales inces-
tiva. Existen pocas dudas acerca de que esta iden- tuosos, sino también la fantasía de que su estado
tificación tenga la función de mantener reprimidos físico es el resultado de una violación castradora
los deseos femeninos. Constituye la negación más alguna vez llevada a cabo por su padre. En conse-
completa que imaginarse pueda de la acusación de cuencia, la ídentificación con el pene entraña una
abrigar deseos femeninos culpables, ya que afirma negación de las dos formas de culpa: el deseo de
que: "de ningún modo puedo desear el pene de un que la acción incestuosa pueda realizarse en el
hombre para mi gratificación, puesto que ya poseo futuro y la fantasía de realización de deseos de que
un pene propio, o en cualquier caso no quiero nin- haya sucedido en el pasado. Horney destaca ade-
guno que no sea el mío''. Expresado en términos
más la mayor ventaja que esta identificación h~te­
de la teoría ya mencionada en este trabajo, asegura
rosexual representa para las niñas en comparación
la defensa más completa contra el peligro afinís-
tico de privación derivado de la no gratificación de con los varones, porque la ventaja defensiva común
los deseos incestuosos. De hecho, la defensa ha sido a ambos se ve fortalecida en aquéllas, merced al
tan bien concebida que no sorprende detectar in- refuerzo del narcisismo derivado de las antiguas
dicios de ella en todas las niñas que pasan por la fuentes de envidia preedípicas (urinaria, exhibicio-
etapa edípica del desarrollo, aunque el grado en nista y masturbatoria) y debilitada en estos últimos
que se la conserva posteriormente es en extremo con el impacto al narcisismo involucrado en la acep-
variable. Incluso arriesgaría la opinión de que cuan- tación de la castración.
do Freud postuló una etapa "fálica" del desarrollo Puesto que esta identificación debe ser conside-
femenino correspondiente a la del varón, etapa en rada como un fenómeno universal entre las niñas
la cual todo el interés parece relacionarse única- pequeñas, debemos seguir buscando los motivos que
mente con el órgano masculino con prescindencia la realzan en forma tan extraordinaria y de una
de los órganos vaginales o prevaginales, estaba ha- manera tan característica entre aquélla que más
ciendo una descripción clínica de lo que podía ob- tarde se vuelven homosexuales. Aquí debo presen-
servarse, antes que un análisis concluyel)te de la tar mis conclusiones sobre este punto en forma más
posición libidinal real en dicha etapa; ya que opino sucinta que en las anteriores. Los factores funda-
que es probable que, en niñas normales, la etapa mentales -y, por lo que podemos ver, innatos-'- que
fálica sea sólo una forma leve de la identificación resultan decisivos en tal sentido parecen ser dos: a
con el pene paterno de las mujeres homosexuales y, saber, una intensidad poco común de erotismo oral
como aquélla, de naturaleza esencialmente secun- y de sadismo, respectivamente. Dichos fact:ores con-
daria y defensiva.
14 Idem., loe. cit.
42 El\NEST JONES b:E~AMoito tEM:PiiANO DE LA sÉxb.ALri:lAil FítMENiNA 4S
vergen en una intensificación de la etapa o-ral-sá- hemos referido en detalle, alcanza en algunas ho-
dica, la cual yo consideraría como la característica mosexuales un grado bastante extraordinario de
central del desarrollo homosexual en las mujeres. perfecci6n. He visto casos en los que la lengua
El sadismo se expresa no s6lo en las manifesta- constituía un sustituto casi enteramente satisfacto-
ciones musculares familiares, con sus correspondien- rio del pene en las actividades homosexuales. Es
tes derivados en el carácter, sino también en el he- evidente que la fijaci6n con el pezón insinuada aquí
cho de impartir una cualidad particularmente ac- favorece el desarrollo de la homosexualidad de dos
tiva (de penetración) a los impulsos clitoridianos, maneras: hace que a la niña le resulte más difícil
lo cual naturalmente realza el valor de cualquier pasar de la posición de fellatio, a la del coito vagi-
pene que pueda concebirse en la fantasía. Con nal, y también contribuye a que le. resulte más. fá-
todo, su manifestaci6n más característica se encuen- cil recurrir una vez más a una mu1er como ob1eto
tra en el impulso oral-sádico de arrancar el pene de la libido.
del hombre mediante el acto de morder. Cuando, En este sentido puede efectuarse_otra correlaci6n
como se encuentra a menudo, el temperamento sá- interesante. Los dos factores ya mencionados de
dico está acompañado de una pronta transformación erotismo y sadismo orales parece:n correspon.det
de amor en odio; con las familiares ideas de injus- muy bien a las dos clases de homosexuales. S1 el
ticfa, resentimiento y venganza, entonces las fanta- erotismo oral es el que predomina, el individuo
sías de morder gratifican a un tiempo el deseo de probablemente pertenecerá al segundo grupo (in-
obtener un pene por la fuerza y el impulso de ven- terés por las mujeres), y si el que prevalece es el
garse del hombre castrándolo. sadismo oral, al primer grupo (interés por los hom-
El gran desarrollo del erotismo oral se manifiesta bres).
en las numerosas maneras que conocemos tan bien Debemos decir una palabra sobre los importantes
a través de las investigaciones de Abraham 15 y factores que gravitan -sobre el desarrollo posterior
Edward Glover 16 ; pueden ser positivas o negati- de la homosexualidad femenina. Hemos dicho que,
vas a .nivel consciente. Con todo, existe un rasgo para protegerse de la afanisis, la niña levanta di-
especial que conviene destacar: la importancia de versas barreras contra su femineidad, en especial la -
la lengua en tales casos. La identificación de la identificación con el pene. Entre dichas barreras
lengua _con el pene, a la que F1ügel 17 y yo 18 nos
se destaca un intenso sentimiento de culpa y de
sr> Abraham, op. cit., cap. XI. condenaéión en lo referente a sus deseos femeninos;
le Edward Glover, "Notes on Oral Character Formation", con frecuencia y en su mayor parte inconscientes.
International Journal of Psyohoanalysis, Vol. VI, pág. 131. Como refuerzo de esta barrera de culpa se desarro-
17 J. C. Flügel, "A Note on the Phallic Significance of
the Tengue", International Journal of Psyohoanalysis, Vol.
lla la idea de que "los hombres" (vale decir, el pa-
VI, pág. 209. dre ) experimentan una fuerte oposición a los deseos
18 Emest Jones, Essays in Applied Psyoho-Analysis, 1923, femeninos. Para contribuir a su propia condena-
cap. VIII. ción de éstos, no tiene otra alternativa que con-
tR.NEst JONtS
DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 45
vencerse de que, en el fondo, todos los hombres ficación sustitutiva de sus deseos incesfuosos en su
desaprueban la femineidad, cosa que se ve confir- imaginación identificándose con la madre.
mada por la infortunada circunstancia de que mu-
Cuando el temor se asocia básicamente con el
chos hombres realmente manifiestan menosprecio padre, el castigo toma la forma de una negación
por la sexualidad de la mujer junto con el temor de éste a gratificar sus deseos, y esto se transforma
hacia el órgano femenino. Existen varias razones de inmediato en la idea de que su padre los des-
para ello, en las que no resulta pertinente entrar
aprueba. El rechazo y el abandono constituyen las
aquí; todas ellas se centran en el complejo mascu- expresiones conscientes más comunes de este cas-
lino de castración. Sin embargo, la mujer homose- tigo. Si esta privación tiene lugar en el plano oral·_
xual ávidamente echa mano de cualquier- manifes-
la respuesta es el resentimiento y las fantasías c~s­
tación de tal -actitud y, por medio de ella, puede tradoras (morder). Si tiene lugar en el ulterior
a veces transformar su profundo convencimiento en plano anal, el resultado es algo más favorable: l~
un verdadero sistema delirante. Incluso en las for-
niña se las ingenia para coi:ibinar sus deseos ,er?h-
más leves es bastante común encontrar tanto hom-
cos con la idea de ser castigada en un acto umco,
?res .co~o mujeres que atribuyen toda la supuesta a saber, una violación anal-vaginal; las fantasías
mfenondad de las _mujeres 19 a influencias sociales, familiares de ser objeto de castigos corporales son,
las cuales han sido explotadas por tendencias más
profundas en la forma ya indicada. desde luego, un producto de ello. Como ya se hi.zo
notar ésta es una de las formas en las que el m-
Concluiré con algunas obser_vaciones acerca del cesto' se convierte en equivalente de la castración,
temor y el castigo entre las mujeres en general. de modo que la fantasía del pene constituye una
Las ideas de este tipo pueden estar asociadas prin- protección ·contra ambos.
cipalmente con la madre o con el padre. Ahora estamos en condiciones de recapitular las
En mi experiencia, la primera es más caracterís- principales conclusiones a las que hemos llegado.
tica de la heterosexual y la segunda, de la homo- Por distintas razones, tanto los varones como las
sexual. La primera parece ser una mera retalia- niñas tienden a considerar a la sexualidad en térmi-
ción por los deseos de muerte contra la madre, nos del pene únicamente, y es preciso que los ana-
quien castigará a la niña interponiéndose entre ésta listas se muestren escépticos en este sentido. Como
y el padre, o alejando a la niña para siempre, o Freud hizo notar, el concepto de "castración" de-
de otro modo haciendo imposible · la gratificación berí~ reservarse sólo al pene y no éonfundirse con
de sus deseos incestuosos. La respuesta de la niña el de "extinción de la sexualidad", para el que se
es, en parte, conservar su femineidad al precio de propone el término "afanisis''. La privación con :es-
renunciar al padre y, en parte, obtener una grati- pecto de los deseos sexuales provoca en. el niño el
temor a la afanisis, vale decir, es eqmvalente al
temor de frustación. La culpa surge desde dentro
l~ En realidad, su inferioridad como Iilujeres. _ como una defensa contra esta situación, más que una
46 Eil.NEST jOÑ:Es DESARROLLO TEMPRANO DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 47

imposi~ión. desde fuera'. si bien el niño aprovecha falta de interés en los hombres; el sujeto es mascu-
cualqmer tipo de rrwralisches Entgegenkommen del lino, pero disfruta también de la femineidad a tra-
mundo exterior. vés de la identificación con una mujer femenina a
La ni~a pequeña pasa directamente de la etapa quien gratifica por medio de un sustituto del pene,
oral-erótica a las etapas de fellatio y clitoridiana, preferentemente la lengua. El predominio del se-
y, ~ás tar~e, de la primera de éstas a la etapa anal- gundo factor lleva a ocuparse de los hombres, sien-
ero.hca; a~1, la boca, el ano y la vagina forman una do el deseo obtener de ellos reconocimiento de los
sene eqmvalente del órgano femenino. La repre- atributos masculinos del sujeto; es este tipo el que
sión de los deseos incestuosos trae como consecuen- exhibe tan a menudo resentimiento hacia los hom-
cia una :egresión a la envidia del pene preedípica o bres, con fantasías castradoras · (de morder) con
autoerótica, como defensa contra dichos deseos. La respecto de ellos.
envidia del pene que encontramos en la labor clí- La mujer heterosexual teme más a la madre de lo
nica nace principalmente de esta reacción en el que lo hace la homosexual, cuyo temor se centra
plano aloerótico, representando, en esencia, la iden- en tomo del padre. En este último caso el castigo
tificación con el padre una negación de la feminei- temido es la separación (abandono) en el nivel oral,
dad. La "fase fálica" de Freud es probablemente y el recibir castigos corporales en el nivel anal
en las niñas una construcción secundaria y defen- (violación rectal).
siva ante que una verdadera etapa del desarrollo.
Para evitar la neurosis, tanto el varón como la
niña deben superar el conflicto de Edipo de la mis-
ma manera: pueden renunciar ya sea a su opjeto
amoroso o a su propio sexo. En esta última solu- .
ción homosexual, se vuelven dependientes de la
posesión. imaginaria del órgano del sexo opuesto,
ya sea directamente o a través de la identificación
con otra perso~a .de ese sexo. Esto da origen a las
dos formas pnnc1pales de la homosexualidad.
Los factores esenciales que deciden si una niña
desarrollará la identificación con el padre en un gra-
do tan elevado como para constituir una inversión
clínica son un erotismo y sadismo orales marcada-
mente i~tensos, los cuales se combinan típicamente
en una mtens~ etapa oral-sádica. Si el que preva-
lece es el primero de estos factores, la inversión
toma la fc;>rma de dependencia de otra mujer, con
EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO ÉN LAS MUJERES 49

cuántos problemas oscuros han quedado sin resol-


,-er durante muchos años. 1 _
Al parecer, un factor de suma importancia era
la relación entre el complejo de Edipo y el com-
II plejo de castración, y en este sentido había n:;ichos
puntos oscuros. Por otra parte, la comprens1on de
LA EVOLUClóN DEL COMPLEJO DE EDIPO los procesos en los varones ha ~legado mucho .~ás
EN LAS MUJERES lejos que el de los procesos analogos ~n las nmas.
Freud atribuyó las dificultades en elucidar las tem-
Por JEA1'1NE LA..M:PL-DE GROOT pranas relaciones amorosas infantiles a la dificultad
en obtener el material pertinente; cosa que pensaba
obedecía a la profunda represión impuesta a dichos
?~~ de los pri1!1eros descubrimientos del psico- impulsos. La may.or dificultad pa;~ comprender
anahsis fue la ~xistencia del complejo de Edipo. estos procesos particulares en las nmas pued,e ~e­
Freud comprobo que las relaciones libidinales con berse, por un lado, al hecho de que son en _s~ mis-
los progenitores eran el centro y la cuhninación del mos más complicados que los procesos analogos
des~~rollo de la sex~alidad infantil y pronto reco- en los varones y, por otro, a al mayor intensidad
noc10 en ellas el nucleo de la neurosis. Muchos con que se reprime la libido en las mujeres. - Horney
años de labor psicoanalítica enriquecieron notable- opina que otro mot~vo es que, ~asta el presente, ~as
mente su conocimiento de los procesos del desarro- observaciones anahticas han sido realizadas prm-
II? en ~ste período de la infancia; poco a poco se cipalmente por hombres.
hizo evidente para Freud que en ambos sexos existe En 1924 y 1925 Freud publicó dos trabajos que
un complejo de Edipo-tanto positivo como negativo, arrojaron mucha luz sobre el origen del complejo
Y que en ese período la libido encuentra una vía de Edipo y su relación con el co~plej.~ de castra~
de, salida física en la práctica del onanismo. De ción. El primero de ellos, La declinacion del com-
alh que el complejo de Edipo haga su aparición
solo cuando se alcanza la fase fálica del desarrollo 1 Karl Abraham, "Manifestations of the Female Castra-
~ibidi~al y, que cuando el flujo de la sexualidad tion Complex", 1920, International ]oumal of Psychoanaly-
si~, Vol. 111, 1922. Franz Alexander, "The Castration Com-
mfantil retrocede, ese complejo deba desaparecer plex in the Formation of Character", ibid., Vol. -IV, 1923.
para ceder su lugar al período de latencia, durante Helene Deutsch: Psychoanalyse der weiblichen Sexualfunk-
el cual las tendencias instintivas se inhiben con res- tionen Neue Arbeiten zur iirztlichen Psychoanalyse, NQ V.
pecto a su meta. Con todo, y a pesar de las nu- Karen' Homey, "On the Genesis of the Castration Complex
in Women" ibid Vol. V 1924; "The Flight from Woman-
merosas! observaciones y estudios realizados por hood", ibid.', VoI."vn, 1926. J. H. W. Van Ophuijsen, "Con-
Freud y por otros autores, resulta sorprendente tributions to the Masculinity Complex in Women" (1917),
ibid., Vol. V, 1924.
50 JEANNli: LAMPL-Di: GROOT
tVOi.trCIÓN nzt. co:M:Pí.Ejb bt ÉDi:Po EN i..As :MüJErutS 3i
2
ple(o de Edipo explica qué sucede con ese com-
tamos si la victoria del. co_mplejo de. cast~ación ~o~re
p.Ie10 ~n el caso de los varones. Es verdad que va-
el complejo de Edipo, 1un~o con el mteres narclSlsta
nos3 anos antes, en Historia de una neurosis infan-
en el altamente valorado organo corporal, no s~ de-
til y además en 1923, en el trabajó titulado Una
neu~osis demoníaca en el siglo XVII 4, ya había berá también a otro factor, a saber, a la. t~nacidad
de esta primera relación amorosa. Asimis~o, es
realizado 1;1na de~cripción del destino corrido por
probable. que la siguiente cadena. ~e pensan.uentos
tal comple10 en ciertos casos individuales. Pero en
La de.clinffÍÓn del complejo de Edipo encontramos tenga alguna significación: Si el nmo ren1;1?cia a la
osesión de su pene, entonces la poses10n de la
la aplicac10n general y la apreciación teórica de ese
descubrimiento, así como también las conclusiones ~adre (o sustituto materno) se convi~rte en algo
para siempre inalcanzable para él. Si, con _todo,
que de él pueden extraerse. El resultado a que se
llega en este trabajo es el siguiente: en los varones, obligado por la fuerza supe~?r de ese .rival much?
más poderoso, su padre, el mno renuncia a la :eali-
el, complejo de. Edipo recibe su golpe mortal a tra-
ves de comple10 de castración, vale decir que tanto zación de su deseo, siempre quedará en pie la
posibilidad de que, más adelante, luch~ contra. su
en la actitud edípica positiva como en la negativa
el niño t.eme ser castrado por su padre, cuya fuerz; padre con mayor éxito y vuelva a su pru:ier ob¡eto
e~ supenor a la suya. En el primer caso, la castra- amoroso o, más exactamente, a su sus~it~to. No
ción es el castigo por el inadmisible deseo incestuo- resulta del todo imposible que tal conocimiento de
so y, en el segundo, es la condición necesaria por una posibilidad futura de realizar su .d~seo (cono-
e~ hecho de que el niño haya adoptado el rol feme- cimiento quizá filogenética~ente adqumdo y, desde
nmo en relación con su padre. Así, a fin de evitar luego, inconsciente), constituya un factor coadyu-
la castración y conservar su genital, el niño debe vánte para que el niño renuncie temporariamente
ren1;1nciar a sus relaciones amorosas con ambos pro- a su anhelo amoroso. Esto explicaría también por
gemtores. Conocemos el papel particularmente im- qué antes de, ? justo a co~ienzos del perío~o de
portante que desempeña este órgano en los varones latencia, el varan desee tan mtensamente ser gran-
y la enorme significación psíquica que adquiere de" y "mayor".
~a.ra su vida mental. Además, la experiencia ana- Así, en este trabajo Freud e~plica ami:iliamente
htica ha demostrado lo extraordinariamente difícil las relaciones entre los comple1os de Edipo Y de
qu~, resulta para el niño el poder renunciar a la po- castración en los varones, pero no nos dice nada
ses10n de la madre, que ha sido su objeto amoroso nuevo acerca del mismo proceso en las niñas. De
desde que fue capaz de experimentar algún tipo de allí que su trabajo publicado. en 1~25, "Algunas
amor objeta}. Esta reflexión nos lleva a pregun- consecuencias psíquicas de la diferencia sexu~l ana-
tómica" li, arroje tanta más luz sob~e el ~estmo de
2 Obras completas.
8 lbid. los tempranos impulsos amorosos mfantiles de la
4 Ibid.
5 International Journal 1Yf Psychoanalysis, Vol. VIII, 1927.
52 JEANN.E LAMPL-DE Gl\OOT EVOLUCION DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 53
niña. !"reud sosti_ene que, en las niñas, el complejó de Freud es que la razón por la que la níña se
de Ed~P.º -(se refi~re a la actitud que para la niña rebela en forma tan intensa contra el onanismo
~ es positiva: amor por e] padre y rivalidad con Ja fálico es el golpe asestado a su narcisismo en rela-
madre~ es una formación secundaria, introdudda ción con su envidia del pene: ella sospecha que
por primera vez por el complejo de castración. es en este asunto no sirve de .nada rivalizar con el
deci~, q~e surge después de que la niña ha tom~do varón y por consiguiente es mejor no entrar en com-
conciencia de l~ diferencia entre los sexos y ha petencia con él. Esta afirmación da origen al si-
ace.J?tado la realidad de su propia castración. Esta guiente pensamiento involuntario: ¿Cómo . es. que
teona arroja nueva luz sobre muchos problemas la niña, que nunca tuvo un pene y _por _cons1gt~iente
hasta ese momento oscuros. Por medio de este su- nunca conoció su valor por expenenc1a propia, lo
p_uesto, Freud explica muchas características poste- considera algo tan precioso?
~or~s del ?~s~rrollo, diversas diferencjas en las ¿Por qué el descubrimiento de esa ·carencia en su
~igmentes v1c1situdes del complejo de Edipo en ni-
persona tiene consecuencia mentales tan trascen-
nas Y varones, y en la formación del superyó en los
dos sexos, etc. dentales y, sobre todo, por qué comienza a produ-
cirle un efecto mental en cierto momento, cuando es
Con todo, incluso después de haber descubierto probable qu~ anteriormente haya percibi~o infini-
esta relación? ~uedan varios problemas por resolver. dad de veces la diferencia corporal que existe entre
~~eud menc10na que cuando el complejo de castra- ella y los varones sin experimentar ninguna reac-
c10n se ha vuelto operativo en la niña esto es ción? Es pr9bable que la niña pue~a ~rovocar se:i-
cua~do h~ acep~ad_o su falta de pene y ;e ha con~ saciones físicas placenteras en su chtons de la mis-
v~rtido as1 en victima de la envidia del pene, co- ma manera y presumiblemente con el mismo grado
m1enz_a a producirse "un debilitamiento de la tierna de intensidad que el varón en su pene, y quizá las
relación con la madre como objeto amoroso". Freud experimente ella también e~ ~a vagina. Ace_rca .~e
tiene la impresión de que una posible razón para este último hecho hemos rec1b1do una comumcac10n
ello tal vez sea el hecho de que, en última instan- de Josine Müller, de la Sociedad Psicoanalítica Ale-
c~a~ la niña hace respon~able a la madre de su pro- mana, y cuento con datos que me han sido propor-
pia falta de pene y, mas aún, introduce un factor cionados por una amiga, madre de dos niñas. ¿Por
histórico en el caso, a saber, que a menudo más qué, entonces, habría de producirse una reacción
adelante, siente celos contra un hermano menor mental en la niña frente al descub1imiento de que
preferido por la madre. Pero, dice Freud: "no com- su propio miembro es más pequeño que e~ d~l va-
prendemos claramente la relación". En su opinión, rón o está ausente por completo? Las s1gmentes
otro efecto .12otable de la envidia de] pene es ]a lu- consideraciones, que nacieron de experiencias en mi
ch,a ~e la mna contra e] onanismo, la cual es mucho práctica analítica (y que expondr~ más . adelante),
ma~ ,mtensa qu~Ja del varón y, por lo común, sigue tal vez contribuyan a acortar la distancia que nos
haciendose sentir a una edad posterior. El criterio separa de la respuesta a tales preguntas.
54 EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJE!IES 55

Tengo la impresión de que varios puntos nos ré- pene. Es probable que, de ese modo, se ,aseg?re
sultarán más claros si consideramos la historia pre- la oportunidad de una lucha renovada y mas exito-
via del complejo de castración o de la envidia del sa con su padre en alguna época futura; posibilidad
pene en las niñas. Pero, antes de hacerlo, conven- que ya sugerí en otra parte de este trabajo. Pues
drá examinar una vez más el proceso análogo en sabemos que, cuando el joven alcanz:i' la madurez,
los varones. En cuanto el niño es capaz de tener logra arrancar la victoria a su padre, normalmente
una relación objeta!, toma como primer objeto amo- con relación a un sustituto materno.
roso a su madre, que lo alimenta y lo cuida. A Ahora bien, ¿qué sucede en el caso de la niña?
medida que pasa por las fases pregenitales del des- También ella toma como primer objeto amoroso a
arrollo libidinal, sigue teniendo el mismo objeto. su madre, que la alimenta y la cuida; también ella
Cuando alcanza la etapa fálica, adopta la actitud conserva el mismo objeto a medida que pasa por
e_d ípica típica, a saber, ama a su madre y desea las fases pregenitales de la evolución libidinal; tam-
poseerla y librarse de su rival, el padre. En todo bién ella entra en la etapa fálica del desarrollo libi-
este desarrollo el objeto amoroso sigue siendo el dinal. Además, la niña posee un órgano corporal
mismo. Una alteración en su actitud amorosa ca- semejante al pene del varón, a saber, el clítoris, que
racterística de su sexo, tiene lugar en el moU:ento le proporciona sensaciones placenteras a través de
en que acepta la posibilidad de la castración como la masturbación. En el orden físico, ella se com-
un peligro con que lo amenaza su poderoso padre porta exac~amente como e~ v~rón. Ca~e suponer
por tales deseos libidinales. No es imposible, in- que tambien en el orden ps1qmco" los mnos de am-
cluso es muy probable, que el niño, aún antes de al- bos sexos se desarrollan hasta ese momento de una
canzar la etapa fálica y adoptar la correspondiente manera por completo similar; vale decir que, al
actitud edípica, haya percibido ya la diferencia igual que los varones, las niñas al alcanzar la etapa
entre los sexos al observar a una hermana o a una fálica ingresan en la situación edípica, esto es, aque-
'éom~añera de juegos. Pero suponemos que tal per- lla que para la niña es negativa. Ella quiere coi:-
cepción no tiene mayor significación para él. Si, quistar a la madre para sí y eliminar al padre. Asi-
con todo, tal percepción tiene lugar cuando ya está mismo hasta este momento, una observación casual
en la situación edípica y ha reconocido la posibili- de la diferencia entre los sexos tal vez no signifi-
dad de la castración como castigo que se cierne so- caría nada para la niña; ahora, sin embargo, una
brt_? él, sabemos cuán grande significación puede percepción de este tipo está cargada de graves coi:-
tener esto en su mente. La primera reacción del secuencias para la pequeña. Descubre que el gen,i-
niño es tratar de negar la realidad de la castración tal del varón es más grande, más poderoso y mas
y aferrarse tenazmente a su primer objeto amoroso. visible que el suyo, y que aquél puede us~~o ~cti­
Sin embargo, después de violentas luchas interio- vamente para orinar, proceso que para la mua tiene
res el pequeño hace de la necesidad una virtud; una significación sexua!. Al hacer es.ta ,compara-
renuncia a su objeto amoroso a fin de conservar su ción, la niña debe sentir que su prop10 organo es
EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 57
5G JEANNE LAMPL·DE GROOT
positiva, con los vastos y trascendentales resulta-
infe~ior; se imagina que éste debió ser en otro tiem- dos que nos son tan familiares. Freud ha explicado
po ~gua! al del varón y que le fue quitado como en más de una ocasión que no existe motivo alguno
castigo por su prohibido anhelo amoroso con res- para la destrucción del complejo de Edipo positivo
pecto de su madre. Al comienzo la niña intenta en la niña, tal como existe en la amenaza de cas-
como el varón, negar la realidad de la castració~ tración en el caso del varón. De allí que el com-
o consolarse co~ Ja idea de que le crecerá un geni- plejo de Edipo femenjno se desvanezca solo gra-
~al; ~a aceptac10n de la castración tiene para ella dualmente, se incorpore en gran parte al desarrollo
idenhcas consecuencias que para el varón: no solo normal de la mujer, y explique muchas de las dife-
suf;·e .su na~c!sismo un rudo golpe debido a su in- rencias entre la vida mental de hombres y mujeres.
f~nondad flSl.ca, ~}no que se ve obligada a renun- Resumiremos ahora diciendo que el complejo_de
ciar a la reahzac10n de su primer anhelo amoroso. castración de la niña (o su descubrimiento de la di-
Es en este momento cuando aparece la diferencia ferencia anatómica entre los sexos) que, según
en el desarrollo psíquico de los dos sexos esto es Freud, marca el comienzo de su actitud edípica
en l~ q~e se refiere a la percepción de la diferenci~ positiva y normal y la hace posible, tiene su corre-
a~atomica entre el hombre y la mujer. Para el va- - lación psíquica tal como la del varón, y es sólo esta
ron,, la castración era soló una amenaza de la que correlación la que le presta su enorme significación
podrn escapar modificando adecuadame~te su con- para la evolución mental de la niña. En los prime-
ducta. Para la niña se trata de un hecho consu- ros años de su desarrollo como individuo ( déjando
mado'. que. es irrevocable, pero cuyo reconocimiento de lado las influencias filogenéticas que, desde
la obhg1!.Jmalmente a renunciar a su primer objeto luego, son innegables), ella se comporta en forma
amor?s~ Y a experimentar a fondo la amargura de exactamente igual a un varón, no sólo en lo refe-
s~ perdida. Normalmente, es inevitable gue en al- rente al onanismo, sino en otros aspectos de su vida
gun momento la niña llegue a tal conocimiento: mental: en su meta amorosa y en su elección _de
con lo cua~ se ve forzada a abandonar por com- objeto ella es en re~lidad un hombrecito. Una vez
P!eto su actitud edípica negativa y, con ella, el ona- que ha descubierto y aceptado plenamente el he-
msmo que la acomraña. La relación libidinal-obje- cho de que la castración ha tenido lugar, la pequeña
tal c?n su mad_re se transforma en una identificación se ve obligada a renunciar definitivamente a su
con e~ta; se ehge al padre como objeto amoroso: el madre como objeto amoroso y además a abandonar
enemigo se convierte en el amado. Asimismo surge la tendencia activa y de conquista de su meta amo-
en este momento el deseo de un hijo en lugar del rosa, como asimismo la práctica del onanismo clito-
d~3eo de un pene. El hijo propio adquiere para la ridiano. Quizá también aquí encontremos la expli-
nma un valo,r narcisista similar al que posee el pene cación de un hecho que hace mucho nos es familiar,
phara el varon; #pues solo una mujer, y nunca un a saber, que la mujer que es completamente feme-
ombre, puede tener hijos. nina no conoce ningún amor objetal en el verdadero
Así, la niña ha adoptado ahora la actitud edípica
58 JEANNE LAldPL-DE GROOT EVOLUCIÓN DEL COMPLE-JO-DE EilIPO EN LAS MUJERES 59

sentido de la palabra: sólo puede "dejarse amar". mo tiempo era una feminista declarad~, que ,nega~a
Así, las concomitancias mentales del onanismo fá- a diferencia entre el hombre y la mu1er; as1, habia
lico hacen que la niña normalmente reprima dicha conseguidó regresar a ±a fase negativa inicial del
práctica en forma mucho más enérgica que ·el va- complejo de Edipo. - · - .~
rón y deba luchar contra ella de manera mucho más Quizá -sea más común otro proceso:, la 1:1na no
intensa que aquél. Pues, con junto con dicha prác- niega ·del todo la realidad ~~ la cas-trac1~n , s1~0. que
tica, la niña debe olvidar su primera decepción busca una sobrecompensac10n -por su mfenondad
amorosa, el dolor de la primera pérdida de un ob- corporal en un plano distinto del sexual (en s?
jeto amoroso. trabajo, su profesión). Pero, al hacerlo· ell~ repn-_
Sabemos con cuánta frecuencia esta represión de me por completo los deseos -sexuales, es dec1~, pe~­
la actitud edípica negativa de la niña es del todo o man.ece sexúalmente insensible. _Es como s1 quF
parcialmente infructuosa. Para la niña, como para siera decir: "Ya que -no puedo y no de?o amar a
el varón, resulta muy duro renunciar al primer ob- mi madre, renunciaré a cualquier otro mtento de
jeto amoroso: en muchos casos la niña se aferra a amar en absoluto". Su creencia de que · posee un
éste durante un tiempo anormalmente pmlongado. pene se ha desviado así a la esfera int~lectual; en
Ella trata de negar el castigo (castración), el cual ese campo, la mujer puede ser masculina y com-
inevitablemente la convencería de la naturaleza pro- petir con el hombre. -
hibida de sus deseos. Ella se rehúsa firmemente a " Como tercera -consecuencia posible, observemos
abandonar su posición masculina. Si más adelante que una mujer puede establecer relaciones con un
su anhelo amoroso sufre una segunda decepción, hombre y, sin embargo, seguir estando interiormente
esta vez en relación con el padre, quien no se mues- ligada ai primer objeto de su amor, la madre. Se
tra dispuesto a satisfacer sus- demandas amorosas ve obligada a ser frígida en el coito ~porqu~ no de-
pasivas, a menudo tratará de regresar a su situación sea en realidad al padre ·ni a su sustituto, smo a la
previa y de volver a asumir una actitud masculina. madre. Estas consideraciones nos permiten colocar
En los casos extremos, esto conduce a la homose- bajo otra luz las fantasías d~ prostitución tan _co~u­
xualidad manifiesta, tan bien explicada por Freud nes entre las mujeres. Segun este punto de vISta,
en Sovre la psicogénesis de un caso de homose- constituirían un acto de · venganza, no tanto contra
xualidad femenina 6 • La paciente a la que Freud el padre como contra la madre. El hecho de qu_e
se refiere en ese trabajo hizo un tímido esfuerzo, al las prostitutas a menudo sean ho~osexu_ales mam-
entrar en la pubertad, de adoptar una actitud feme- fiestas o encubiertas, puede -exphcarse 1gual~ente
nina frente al amor, pero, ya más avanzada la pu- de esta manera: la prostituta se vuelca hacia el
bertad, se comportó como un muchacho enamorado hombre como venganza contra la madre, pero su
frente a una mujer mayor a quien amaba. Al mis- actitud no es la de una entrega femenina pasiva
sino de una actividad masculina; ella apresa al hom-
ti Obras completas. bre en la calle, lo castra al tomar su dinero, y, de
60 JEANNE LAMPL-DE GROOT EVOLUCI6N DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 61

este modo, ella asume el rol femenino en el acto aifica "se castra a un niño". En las fantasías en
sexual: y obliga al hombre a desempeñar el papel que el niño golpea~o es un desconocido, la idea
femenino. . de que se lo· está castrando resulta inteligible a pri·
Creo que, al considerar estas perturbaciones en mera vista, ya qué significa: "Nadie más tendrá lo
el desarrollo de la mujer hasta una femineidad com- que yo no tengo". Ahora sabemos que en las fan-
pleta, debemos tener eri cuenta dos posibilidades: tasías de la pubertad, que con frecuencia están no-
o bien la niña nunca ha sido capaz de renunciar por tablemente metamorfoseadas v condensadas, el niño
completo a su deseo de poseer a la madre y ha es- que es. golpeado por el padre siempre representa
t~blecido así un vínculo endeble con el padre, o también a la niña misma. Así, se ve constantemente
bien ha realizado un violento intento de sustituir a sometida a la castraci6n, puesto que es la condici6n
la madre con el padre como objeto amoroso pero necesaria para que el padre la ame; ella está ha-
después de sufrir una nueva decepci6n de parte d~ ciel}do un nuevo intento de librarse de sus antignas
éste, ha vuelto a su primera posici6n. relaciones amorosas y reconciliarse con su ccmdición
En . el trabajo Algunas consecuencias psíquicas de mujer. A pesar de los numerosos castigos. dolo·
de la diferencia sexual anat6mica, Freud señalá el res y torturas que el héroe debe soportar, las fanta-
hecho de que los celos desempeñan un papel mu- sías siempre tienen un final feliz 7, a saber, una vez
cho más importante en la vida mental de las mu- consumado el sacrificio, el amor femenino pasivo
je;es c¡ue en la de los hombres, opinando que la ra- sale victorioso. Algunas veces esta inmolación per-
zon de ello es que, en el caso de las. primeras, Jos mite el retorno a la masturbación, puesto que la
celos se ven reforzados por un desplazamiento de primer tendencia amorosa prohíbida ya ha sido su-
la .envidia del pene. Quizá cabría añadir que los ficientemente expiada. Con todo, a menudo e! ona-
celos de la mujer son más intensos que los del hom- nismo sigue siendo algo prohibido, o se vu~lve in-
bre porque ella jamás podrá procurarse su primer consciente y se lo practica en alguna forma encu-
objeto amoroso, mientras que el hombre, cuando es bierta, a veces con un profundo sentimiento de
adulto, tiene la posibilidad de hacerlo. culpa. Parecería que el hecho de someterse repeti-
En otro párrafo, Freud atribuye la fantasía "Pe- damente al castigo de la castraci6n representara no
gan a un niño", en última instancia a la masturba- sólo la expiación impuesta .por sus sentimientos de
ci6n de la pequeña mientras está e~ la fase fálica. culpa, sino también una manera de cortejar al pa-
E~ niño golpeado o acariciado es, en el fondo, el dre, de donde el sujeto experimenta también un
chtoris (esto es, el pene) ; el ser golpeado es, por placer masoquista.
un lado, un castigo por la relaci6n genital prohibi- Resumiendo lo que ya hemos dicho: en los varo-
d~ y, por el otro, un sustituto regresivo de esa rela- nes que se desarrollan normalmente, la actitud edí-
c16n. Pero en esta fase del castigo impuesto por
relaciones libidinales prohibidas es precisamente la 7 Compárese con Anna Freud: "Sc;hlagephantasie und
castraci6n. Así, la f6rmula "Pegan a un niño" sig- Tagtraum", !mago, · VIiI, 1922.
62 JEANNE LAM:PL-DE GROOT EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJEI\ES 63

pica positiva es, en gran medida, la que prevalece, es demas~a?o especulativo y que le falta de una
pues al adoptarla, el niño, a través de su renuncia base empm~a. A esto contestaré que tal objeción
temporaria del objeto materno, puede conservar su tal vez sea 1usta en lo que se refiere a parte de lo
genital y tal vez· asegurarse así la posibilidad de que he dicho, pero que no obstante todo el argu-
· obtener un sustituto materno en una etapa poste- n:ient? ha, si?o elaborado sobre una base de expe-
rior de su vida; si adoptara la actitud negativa, sig- r~encia practica, aunque lamentablemente ésta sigue
nificaría tener que renunciar a ambas desde el siendo escasa. A continuación haré un breve relato
comienzo. Las nifias, sin embargo, . normalmente del material que me llevó a sacar tales conclusiones.
pasan por ambas situaciones en el complejo de Edi- ~ace. algún ~empo trataba a una joven que me
po: primero por la negativa, que se da bajo las hab1a ~ido e~VIada por un colega masculino. Este
mismas condiciones que en los varones, pero la cual l~ hab1a .ª?ahzado durante varios años, pero había
deberán por último abandonar forzosamente cuan- c~ertas dificultades relacionadas con la transferen-
do descubren y aceptan la realidad de su castración. cia que al parecer no podían resolverse. Esta füU-
Ahora, la actitud de la niña cambia; se identifica ch!ch~ había padecido de una neurosis histérica
con el objeto amoroso perdido y coloca en su lugar mas bien severa :y su análisis había progresado bas-
a su antiguo rival, el padre, pasando de esta manera t~nt~: el comple¡o de Edipo positivo y normal, su
a la situación edípica positiva. Así, en las niñas, el nvahdad con la hermana y su envidia del pene de
complejo de castración asesta un golpe mortal a la su hermano menor eran temas que se habían tra-
actitud edípica negativa y marca el comienzo del tado a fondo, y la paciente los había comprendido
complejo edípico positivo. y aceptado. Muchos de sus síntomas habían des-
Este _criterio confirma la hipótesis de Freuª en apar~cid?, per~· sin embargo y con gran pesar suyo,
el sentido de que, en la mujer, el complejo de Edi- segma siendo rncapaz de trabajar. Cuando acudió
po (positivo) se vuelve posible y es introducido a mí, la. transferencia ambivalente y no resuelta con
por el complejo de castración. Pero, en contradic- el analista varón estaba desempeñando un papel
ción con Freud, estamos dando por sentado que, en fundamental en la situación. Resulta difícil deter-
las niñas, el complejo de castración es una forma- minar cuál de estos dos sentimientos eran más in-
ción secundaria y que su precursor es h situación tenso: si su apasionado amor o su no menos apasio-
edípica negativa. Además, que es sólo. de esta últi- n~do odio. Yo conocía personalmente a esta pa-
ma que el complejo de castración recibe su gran ciente antes de que comenzara a tratarse conmigo
significación psíquica, y es probablemente esta ac- Y el análisis comenzó con una fuerte transferenci~
titud negativa la que nos permite explicar en mayo- positi~~. hacia mí. Su actitud era más bien la de
res detalles muchas peculiaridades que posterior- u~a nrnita que acude a su madre en busca de protec-
mente encontramos en la vida mental de las mu- ción. Pero poco tiempo después comenzó a operarse
jeres. un c~mb~o profundo: la conducta de la paciente se
Mucho me temo que se objetará qu<; tGdo esto torno pnmero rebelde y hostil y muy pronto, tras
64 JEANNE LAMPL-DE GROOT
EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 65
esta actitu?, se reveló una tendencia, profunda-
mente arraigada y por completo activa, a tratar de junto a ella y que tuvo una sensación de deleite .su-
obtener mi amor. Se conducía como un muchacho premo. En su sueño la madre le dijo: "Está bien,
enamorado, manifestando, por ejemplo, celos vio- es así como debe ser". La paciente despertó y des-
lentos eón respecto de un hombre joven, que sos- cubrió .que había mojado la cama; se sintió muy
pechaba era su rival en la vida real. Cierto día decepc10nada y muy desgraciada. .
vino a la sesión con la idea de que le gustaría leer Evocó varios recuerdos de la época en que aún
toda la obra de Freud y ser también ella una ana- dormía en l~ habitación de los padres. Dijo que a
lista. La interpretación obvia que intentamos al menudo soha despertarse en mitad de la noche y
· principio, a saber, de que quería identificarse- con- quedarse sentada en la cama. Tales recuerdos cons-
migo, no resultó adecuada. Una serie de sueños tituyen una prueba irrefutable de que había obser-
demostraban un inconfundible deseo de eliminar a vado el coito de sus padres. El sueño que tuvo de
mi analista, de "castrarlo" y ocupar su lugar, a fin niña muy bien pudo haberlo soñado después de
de po~er analizarme (poseerme). En este sentido, una de esas experiencias, y representa con toda cla-
la paciente recordó varias situaciones de su niñez ridad ?? coito co:;i su madre, acompañado de una
en las que sus padres reñían y ella asumía una acti- sensac10n de deleite. Incluso en su vida posterior,
tud defensiva y protectora con respecto de su ma- el erotismo uretral desempeñó un papel particular-
dre, y también otras ocasiones en que aquéllos se mente importante en esta paciente. Su decepción
mostraban cariñosos el uno con el otro y ella detes- al despertarse revelaba que ya tenía conciencia de
taba a su padre y deseaba tener a su madre para su incapacidad para poseer a la madre: hacía mu-
sí. El análisis había revelado hacía mucho un fuer- ch~ tiempo que había descubierto el genital mas-
te vínculo positivo con el padre y también la ex- cuhno en su hermano menor. El hecho de mojar
periencia le puso fin. De niña, la paciente dormía la cama puede interpretarse como un sustituto o
en una habitación contigua a la de sus padres y como una continuación de la masturbación· el sue-
tenía la costumbre de llamarlos por las noches ño dem~~stra qu~ intensa debió ser en e;a época
cuando sentía deseos de orinar; desde luego, la in- su relac10n emoc10nal con la madre. · Por consi-
tención era molestarlos. Al principio por lo general guiente, resulta claro que la paciente, d<=spués de
exigía que acudiera a su madre, pero, más tarde, re- la ~ecep~ión sufrida con su padre (el golpe en las
clamaba a su padre. ore¡~s), mtentó volver al primer objeto, a quien
Dijo que, cuando tenía cinco años, esta situación habia amado en la época del sueño, vale decir, a
se repitió y apareció su padre quien, sorpresiva- su madre. De adulta, realizó un intento similar:
mente, la golpeó en las orejas. A partir de ese mo- después de una desafortunada aventura amorosa
mento la niña resolvió odiarlo. La paciente· relató con un hermano menor de su padre, mantuvo ·du-
además otro recuerdo: cuando tenía cuatro años rante un breve tiempo una relación homosexual.
soñó que estaba acostada en la cama con su madre Esta situación se repitió en su análisis cuando pasó
de un analista varón a mí. ·
JEANNE LAMPL·DE CROOT EVOLUCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 67

La paciente afirmó que, de los ocho a los diez que era de carácter más masculino y más acorde a
años, solía tener una forma especial de la fantasía su temperamento. También gradualmente desapa-
de ser objeto de castigos corporales, que describió recieron sus sentimientos de odio hacia mí.
como "la fantasía del hospital'', y cuya esencia era Tuve otra paciente en quien descubrí procesos
la siguiente: un número considerable de pacientes similares en lo relativo a la transferencia. Durante
acudía a un hospital para curarse, pero allí debían los dos primeros meses de tratamiento esta pa-
soportar los dolores y torturas más atroces. Una de ciente tuvo intensas resistencias: desempeñaba el
las prácticas más frecuentes era la de ser desollados papel de una chiquilla díscola y desafiante y las
vivos. La paciente experimentaba una estremece- únicas palabras que salían de su boca eran monó-
dora sensación de placer al imaginar sus dolorósas tonas quejas en el sentido de que había sido aban-
y sangrantes heridas. Sus asociaciones evocaron re- donada y que su marido la maltrataba. -Después
, cuerdos de cómo en algunas ocasiones su hermano que logramos descubrir que su resistencia nacía de
menor tiraba hacia atrás el prepucio de su pene· sentimientos de odio hacia mí, debido a envidia v
advirtiendo ella entonces algo colorado, que pen- celos, poco a poco se desarrolló en el1a la actitud
saba era una herida. El método de curación de su edípica positiva, femenina y plena; de la que for-
fantasía era, por lo tanto, a todas lüces, la represen- maba parte tanto el amor por el padre como el de-
tación de una castración. En una ocasión se identi- seo de un hijo. Asimismo, muy pronto comenzó a
ficó con los pacientes, quienes a la postre siempre manifestar la envidia del pene. Relató un recuerdo
se curaban y abandonaban el hospital llenos de de los cinco o seis años: dijo-que cierta vez se había
gratitud. Pero por lo común desempeñaba un rol puesto las ropas de su hermano mayor y se había
muy distinto: era el Cristo protector y compasivo, exhibido orgullosamente frente a todo el mundo.
que volaba de cama en cama en las salas del hospi- Además de esto, había hecho repetidos intentos de
tal, a fin de llevar alivio y consuelo a los enfermos. orinar como un varón. En un período posterior
En esta fantasía, que revela su carácter simbólico- solía sentirse_ muy tonta e inferior y pensaba que
sexual en el detalle de volar, la paciente es el hom- los demás miembros de su familia la trataban como
bre que posee a su madre solamente para él (pues si lo fuera. Durante la pubertad concibió una aver-
Cristo nació sin padre) pero quien, por último, a sión notablemente fuerte contra todo tipo de inte-
fin de expiar la culpa y llegar a Dios Padre, ofre- rés sexual: se negaba a participar de las misteriosas
ció el sacrificio de la crucifixión (castración ) . Des- -conversaciones en las que se embarcaban sus ami-
pués de la interrupción del análisis, que la paciente gas, lo único que le interesaba eran los temas in-
abandonó en un estado de transferencia negativa, telectuales, la literatura, etc. Cuando contrajo ma-
como reacción frente a su decepción amorosa, ella trimonio fue frígida. Durante su análisis experi-
intentó trasladar esta fantasía a la realidad al tomar mentó el deseo de tener una profesión, que para
la decisión de ser enfermera. Con todo, un año des- ella equivalía a ser hombre. Pero sus sentimientos
pués abandonó esta nueva profesión por la anterior- de inferioridad le impedían tomar ninguna medida
68 JEANNE LAMPL-DE GROOT j¡;VOI,UCIÓN DEL COMPLEJO DE EDIPO EN LAS MUJERES 69

real para lograr esa ambición. Hasta ese momento bilitaran sus genitales". En el período en que estu-
su ~nálisis había hecho formidables progresos. La vo enamorada de mí, los sentimientos de cul?a
paciente tenía una particularidad: recordaba muy reaparecieron y abandonó la masturbación, pues ese
poco, pero actuaba mucho a través de su conducta. temor se convirtió para ella en una certeza. Ahora
La envidia, los celos y el deseo de eliminar a su ese "debilitamiento" de los órganos genitales si,P:ni-
madre se repitieron de las maneras más diversas a ficaba castración. AsL la paciente oscilaba de con-
través de la transferencia. Después de haber ela- tinuo entre un amor heterosexual y otro homose-
borado a fondo esta posición, apareció una nueva xual. Tenía una tendencia a regresar a su primera
resistencia; detrás de ella se ocultaban profundos relación amorosa -con la madre- y en esa etapa
deseos homosexuales con ..referencia a mi persona. intentaba negar la realidad de la castración. Sin
La p~ciente comenzó entonces a tratar de conquis- embargo, en compensación debía absten erse del
tar m1 amor de una manera decididamente mascu- onanismo y de cualquier tipo de gratificación se-
lina. Los períod-os de declaraciones de amor, du- xual. No podía obtener satisfacción de su marido,
rante los cuales en sus sueños y fantasías ella siem- porque en realidad ella misma quería ser hombre
pre se imaginaba con un genital masculino, invaria- a fin de poder poseer a su madre.
blemente coincidían con alguna conducta activa en Así, en los dos casos que he citado fue evidente
la vida real. Con todo, se alternaban con períodos que, tras la actitud edípica positiva de la muier,
en los que su conducta era enteramente pasiva . . En existía una actitud negativa, con la madre como
tales épocas la paciente se sentía una vez más in- objeto amoroso, que se reveló más tarde en el ~ursa
capaz de todo: fracasaba en todos los órdenes, su- del análisis y por consiguiente había sido experi-
fría con su inferioridad y se torturaba con senti- mentada en una fase más temprana del desarrollo.
mientos de culpa. El significado de esto era que, Desde luego, de la observación de estos dos ca;;s
cada vez que conquistaba a la madre, se veía obli- no puede afirmarse con certeza que esta evoluc10n
gada a castrarse a sí misma a fin de eliminar el sea típica; me inclino a j)ensar gue en otras pacien-
sentimiento de culpa. Su actitud hacia la mastur- tes el complejo de Edipo ha tenido una historia
bación también era notable: antes del análisis nun- previa similar, pero no me ha sido posible reunir
ca había practicado conscientemente este hábito; en suficiente material de sus análisis {Jara establecerlo
el curso de su tratamiento comenzó a masturbarse más -allá de toda duda. La fase de actitud edípica
clitoridianamente. Al comienzo, este onanismo es- negativa, por el hecho de estar situada en un pe-
taba acompañado de intensos sentimientos de cul- ríodo taii lejano de la historia mental del paciente,
pa; más, tarde, en momentos en que sus deseos no puede ser alcanzada hasta que el análisis haya
amorosos en relación con su padre se manifestaban avanzado en forma considerable. Tal vez con un
con mayor vehemencia, los sentimientos de culpa se analista varón resultaría muy difícil llegar a sacar
apaciguaban y eran sucedidos por el temor de que a luz todo este período, ya que para una paciente
el onanismo pudiera_causarle algún daño físico: "de- es difícil entrar en competencia con el analista-
70 JEANNE LAMPL-DE GROOT

padre, de modo que es posible qu? bajo tales cm~­


diciones el tratamiento no vaya mas allá del análi-
sis de la actitud edípica p_ositiva. La tendencia ho-
mosexual, que difícilmente puede pasarse por alto
en ningún análisis, quizá dé entonces meramente. }ª
111
impresión de una posterior rea.cción a la decepc1.~m ALGUNOS EFECTOS
experimentada con el padre. Sm embargo, en nues- DE LA DESVALORIZACióN DE LA
tros casos era claramente una regresión a una fase SEXUALIDAD FEMENINA "'
más temprana, fase ·que .tal ve~ p~~da ~¡uda~o: a
comprender mejor la enorme s1gmf1cac10i: psiqmca Por CLARA THOMPSON
que la falta de pene tiene en la vida eróti~a de la:
mujeres. Ignoro si, en el futuro, r~sultara que m1
exposición en este trabajo sólo explica el desarr~llo En un trabajo anterior 1, destaqué el hecho de
de mis dos pacientes; creo que 1.1º es del t?d~ .im- que la verdadera envidia del pene, como tal, no es
posible que se compruebe ~ue tiene, una s1g;i1fica- tan importante en la psicología de la mujer como
ción más general. Sólo reumendo mas material po- su envidia de la posición que el hombre ocupa en
dremos decidir esta cuestión. nuestra sociedad. Esta posición de privilegio y pre-
tendida superioridad está simbolizada por la pose·
sión de un pene. El poseedor de tal emblema de
poder cuenta con opo1tunidades especiales, ~ien­
tras que quienes no lo poseen tienen posibilidades
más limitadas. En ese trabajo puse en tela de jui-
cio que el pene, como órgano sexual por derecho
propio, fuera necesariamente objeto de envidia.
Que existen d~rencias biológicas innatas entre
la vida sexual del hombre y la de la mujer es un
hecho tan evidente que casi deberíamos disculpar-
nos por mencionarlo. Con todo, quienes hacen más
hincapié en este aspecto son también, muy a ~e­
nudo, los primeros en sostener que conocen bien

"' Leído en un simposio sobre psicología femenina, reali-


zado bajo los auspicios del Departamento de Psiquiatría del
New York Medica! College, el 19 de marzo de 1950.
1 Clara Thompson, "Penis Envy in Women", Psychiatry,
VI ( 1943), págs. 123-25.
72 CLARA THOMPSON LA DESVALORIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 73

las experiencias psíquicas y los sentimientos del sexo erección o de un orgasmo masculino. Como tam-
opuesto. Así, durante muchos siglos los escritores poco puede un hombre identificarse con la tensión
del sexo masculino se han abocado a la tarea de y las sensaciones de la menstruación, o con la exci-
dilucidar a la mujer. En los últimos años unas po- tación genital femenina, o con el parto. El hecho
cas mujeres han intentadC!, presentar la vida interior de gue durante muchos años la mayor parte de los
de su propio sexo, pero también ellas parecen ha- psicoanalistas fueran hombres puede explicar el
ber tenido bastante dificultad en liberar su pensa- predominio de algunas concepciones erróneas acer-
miento de la orientación masculina. La mayor parte ca. de la sexualidad femenina. Horney señaló en
de los psicoanalistas, tanto varones como mujeres, 1926 que la teoría de Freud de que las niñas creían
parecen estar aún dominados por las ideas de Freud que habían sido castradas y que .envidiaban el pene
en lo tocante a las mujeres. de los varones, constituye un enfoque decididamen-
Freud fue un pensador sumamente receptivo, te masculino de ese tema 2 • En el mismo trabajo,
pero era hombre, y un hombre bastante dispuesto a Horney enumeró varias ideas que los varones tie-
apo~ar la teoría de la superioridad masculina pre- nen acerca de los genitales de las niñas; ideas que
dommante en la cultura. Esto sin duda debe de son, como hizo notar la autora, prácticamente idén-
haber obstaculizado su compr~nsión de 'las expe- ticas a la concepción psicoanalítica clásica de la
riencias de la vida de la mujer, en especial aquéllas mujer. Estas ideas de los varones están basadas en
específicamente relacionadas con su rol femenino. el supuesto de que las niñas también tienen pene, lo
Desde luego, este pensamiento puede llevarse a cual trae como resultado un choque al descubrir
sus últimas consecuencias y, así, podría afirmarse su ausencia. Un varón, razonando a partir de su
que ningún ser humano puede realmente saber qué propia experiencia de vida, supone que esa ausen-
es lo que verdaderamente-experimenta otro ser hu- cia revela una mutilación, un castigo por mala con-
mano en ningún sentido. Con todo, la presencia de ducta sexual. Esto no hace sino reforzar cualquier
órganos similares justifica que pensemos que, en tipo de amenaza de castración que pueda habérsele
muchos casos, podemos al menos tener una idea hecho al varón. Llega a la conclusión de que la
aproximada de lo que experimenta otra persona: niña debe sentirse inferior y envidiarlo porque ella
dolor de cabeza, calambres intestinales, llanto, risa, debe haber arribado a idénticas conclusiones acerca
alegría, sensación de bienestar; suponemos que las de su estado. En suma, el varón, incapaz de ima-
demás personas sienten todas estas cosas de mane- ginar que alguien pueda sentirse completo sin un
ra bastante similar a la nuestra. pene, supone que la niña debe sentirse despojada.
Sin embargo, en el caso de las experiencias se- No cabe duda de que la falta de pene de ésta pue-
xuales, un sexo no cuenta con medios adecuados de activar cualquier ansiedad latente del varón con
para identificarse con la experiencia del otro. Una respecto de la seguridad de su propio órgano, pero
mujer, por ejemplo, no tiene cómo estar segura de 2 Karen Homey, "Flight from Womanhood", Internatio-
que conoce cómo es la experiencia subjetiva d~ una nal Journal of Psychoanalysis, VII (1926), págs. 324-39.
CLARA THOMPSON
LA DESVALORIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 75
de ~sto no s~ ~esprende necesariamente que la niña
se sienta mas msegura por ese mismo motivo. dencias caracterológicas de los dos sexos. Así, háce
En El problema económico del masoquismo ª, notar que, en el caso del hombre, es preciso que
Freud parte de la base de que el masoquismo for- sea capaz de ejecutar el acto sexual, mientras que
ma parte de la sexualidad femenina, pero presenta no existe ningún requisito previo en el caso de la
como prueba de ello las fantasías de varones homo- mujer. Esto, opina Fromm, puede tener un efecto
~exu~les pasivos. Lo que un homosexual pasivo se definido sobre las tendencias caracterológicas ge-
1magma a~erca de I~ ~xperiencia de ser mujer no nerales: otorga al hombre una mayor necesidad de
es ne~esanamente similar a la experiencia sexual demostrar, de producir, de tener poder; mientras
fememna; de hecho, la vida sexual de una mujer que la necesidad de la mujer se orienta más en la
sana probablemente no se parezca ni remotamente dirección de ser aceptada, de ser deseable. Puesto
a l~s fantasías y anhelos de una personalidad mas- que la satisfacción de ésta depende de la capacidad
culma pasiva seriamente perturbada. de realizar del hombre, su temor es ser abandonada,
Hace r:oco ~e ~nteré co? gran asombro que un frustrarse, mientras que lo que teme el varón es el
un conocido psiqmatra babia afirmado frente a un fracaso. Fromm señala que la mujer puede ser ac-
g:upo de ~studiantes, que en la vida 'sexual feme- cesible en cualquier momento y dar así satisfacción
nma no ex~ste el or~asmo., La única forma en que al hombre, pero que las posibilidades que éste tiene
puedo explicar tal afITmacion es suponiendo que ese de satisfacerla escapan a su control, ya que no
hombre no podía concebir la existencia del orgas- siempre le es posible tener ,una erección por más
mo sin eyaculación. Si hubiera formulado la teoría que lo desee.
de que el orgasmo femenino debe constituir una El efecto ejercido por las diferencias sexuales bá-
experiencia cualitativamente diferente de la del sicas sobre la estructura caracterológica no es per-
hombre debido a la ausencia de eyaculación enton- tinente a este trabajo, pero la tesis de Fromm de
ces podríamos haber estado de acuerdo. C;eo que que la capacidad de realizar el acto sexual es im-
~stos eje~plos- bastan para demostrar que muchas portante para la vida sexual masculina, que es un
ide~s cornentes acerca de la vida psicosexual de la asunto que preocupa especialmente al hombre por-
mu1er pueden estar distorsionadas por el hecho de que escapa a su control, y que la mujer puede reali-
que se las contempla con ojos masculinos. zar el acto sexual en cualquier momento si lo desea,
En Sex and Character 4 Fromm señaló que las son puntos importantes para mi tesis. Pero quisiera
diferencias biológicas en la experiencia sexual pue- ampliar algunos aspectos diferentes de la situación.
den contribuir a un énfasis mayor en algunas ten- Fromm señala que la mujer puede satisfacer al hom-
bre en cualquier momento,- y menciona que al
3
- Freud, Obras Completas II, págs. 225-68; Londres: hombre le preocupa realizar exitosamente el acto
Hogarth Press, 1925. ' sexual para la mujer, pero en ningún momento exa-
4
Erich Fromm, "Sex and Character~', Psychiatry, VI
( 1943), 21-31. mina la importancia que tiene para los dos, en la
reacción total, el obtener su propia satisfacción.
70 CLARA THOMPSON LA bESVAtOI\J:ZACIÓN DE í..A SEXÜAí.I!>AD FEM:l!:NINA 71

~n ge.~era~, . el, h?mbre obtiene al menos alguna fuera capaz de hacer una libre elección, ella no
sahsfacc10n fis10log1ca de su d_esempeño sexual. No daría su consentimiento a menos que realmente de-
cabe duda de que algunas experiencias son más seara participar.
placenteras que otras, y de que se dan casos de Siendo así, quizás resulte provechoso examinar la
~rgasmos sin placer; con todo, precisamente porque situación en la que la mujer se somete con poco
el no puede obligarse a tener una erección, es me- interés o ninguno en absoluto. Desde luego, hay
nos probable que se encuentre en medio de una ocasiones en que ~lla auténticamente desea hacerlo
situación enteramente incompatible. _ por amor al hombre; esto no le crea problemas.
En cambio, la mujer que permite que se la use Más a menudo la causa es una sensación de insegu-
cuando no experimenta ningún interés sexual o a ridad en la relación; esta inseguridad puede obede-
lo sumo, siente sólo una débil excitación con fre- cer a factores externos, esto es, el hombre en cues-
?uen?ia se e.ncuentra embarcada en una e~periencia tión tal vez insista en obtener su satisfacción y la
msahsfactona. Cuando mucho, podrá tener una sa- amenace si ella no consiente. La inseguridad tam-
tisfacción sustitutiva a través del placer del hom- bién puede deberse a los propios sentimientos de
~re. Entre paréntesis, mencionaré que algunos ana- inadecuación de la mujer, los cuales pueden haberse
listas varones, por ejemplo Ferenczi, se inclinan a originado sencillamente en el hecho de que la mu-
pensar que la identificación con el orgasmo del jer se solidarice con la actitud cultural de que sus
hombre constituye la verdadera realización sexual propias necesidades no son tan perentorias como
de la mujer, cosa que yo pongo en duda. las del hombre; pero además es posible que tenga
Con frecuencia encontramos resentimiento en las dificultades neuróticas personales.
mujeres que, por algún motivo, han consentido en Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Cómo fue
ser utilizadas para el placer del hombre. En mu- que llegó a ser socialmente aceptable que un hom-
chos casos esto se encubre con una actitud de re- bre insista en sus derechos sexuales cada vez que
signación. Cuando se interroga a las mujeres acerca lo desea? ¿Se deberá tal vez al hecho de que la
de sus relaciones sexuales conyugales, es frecuente violación es una posibilidad y la mujer es un ser
recibir esta respuesta: "Está bien. El no me mo- relativamente indefenso en un sentido físico? Esto
lesta demasiado". Esta actitud puede subsistir aun debió ejercer alguna influencia en la dirección que
cuando, por otra parte, marido y mujer se amen; siguió el desarrollo de la sociedad. Sin , embargo,
vale decir, incluso cuando la mujer no ha sido inti- con frecuencia se ha demostrado que incluso la
midada con amenazas o violencia. Ella sencilla- violación no resulta demasiado sencilla sin alguna
mente da por sentado que sus intereses no merecen cooperación por parte de la mujer. El trastorno
ser tomados en cuenta. · neurótico del vaginismo ilustra que, en algunas cir-
Es obvio que, para la mujer, el acto sexual resul- cunstancias, hasta la renuencia inconsciente de par-
ta .satisfactorio sólo cuando ella participa libre y te de la mujer puede bloquear en forma efectiva el
activamente, en su propia manera característica. Si desempeño del hombre. Así· si bien la fuerza física
/

cUt\A 1'HOMPSON
LA DESVALORIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 79

superior del h~mbre puede ser un factor important:é importante, y no lo analizaremos en el presente
en_ l~ frecuencia de condescendencia pasiva, deben trabajo.
existir otros factores. Tales factores no son de na- Como es bien sabido, durante la era victoriana
t1;U"aleza biológic~, ya que la participación en rela- se suponía que las necesidades sexuales de la mujer
c10nes sexuales sm la consiguiente estimulación es eran algo inexistente: se esperaba que la mujer fue-
a todas luces posible en las hembras humanas aun- ra capaz de controlar sus deseos sexuales en todo
que no decididame1;1te imposible en otros ani~ales. momento. Así, un embarazo extraconyugal era, se-
Pa~a encontrar una respuesta, debemos más bien gún se pretendía, enteramente fruto de la debilidad
exammar las actitudes culturales. Existen en nues- o la depravación de la mujer. La participaci6n del
t~a ~ultura dos conceptos generales que son signi- hombre en dicha relación era mirada con más tole-
ficab".~s en este sentido, y que cuentan con la rancia, y éste no se hacía merecedor de ninguna o
adhes10n t~to de hombres como de mujeres: uno casi ninguna deshonra social. Este estándar doble
es. que el. Impu~so sexual femenino no es tan apre- de moralidad sexual entrañaba también la presun-
m1a~te .m tan importante como el masculino; por ción de que el impulso sexual de la mujer no era
cons1gUiente, no es preciso preocuparse demasiado tan intenso como el del hombre.
por satisfacerlo o siquiera tomarlo en cuenta. El El hecho de que una mujer pudiera ocultar mu-
otro es la tesis analíticamente tan discutida de que cho mejor que el hombre cualquier indicio de exci-
los órganos sexuales femeninos son inferiores a los tación erótica, contribuyó a la propagación de tal
del hombre. idea. Puesto que se suponía que ella no tenfa de-
En los últimos años ha existido una decidida ten- seos sexuales y puesto que el hombre debía obtener
dei_icia a abandonar la primera idea en lo que se su satisfacción, se estableció un patrón en el que la
refiere al verdadero desempeño sexual. Con la cre- obediente esposa se ofrecía al marido sin participar
ciente tendencia a una mayor apertura en la obser- ella misma activamente del acto. Estoy segura de
vación de los hechos referentes al sexo, numerosos que muchas mujeres eran lo suficientemente norma-
grupos de mujeres han sido capaces de admitir no les como para que les resultara difícil esa no parti-
sólo para sí mismas sino también frente a los hom- cipación, y sin duda muchos hombres no compartían
bres, que sus necesidades sexuales son importantes. la idea de que debían horrorizarse ante cualquier
No o~stante, esto no sucede en todos los grupos. indicio de pasión en sus esposas. Sin embargo; ha-
;ldemas, y en forma casi simultánea, otro aspecto ce tan sólo veinte años, una mujer que vino a verme
imp~rtante .de la vida sexual de la mujer ha ido debido a sus dificultades conyugales me reveló que,
perdien~o import~ncia, esto es, la posibilidad de al parecer, su marido sentía repugnancia cada vez
tener ~i1os. El tipo de creatividad específica de que ella exhibía una respuesta sexual. Ella se es-
la mu1er ya no es algo intensamente deseado en forzaba en ocultarle su correspondencia sexual, in-
muchas situaciones. Este es, en síntesis, un tema cluyendo el orgasmo, luego yacía insomne el resto
de la noche, sintiéndose desgraciada y furiosa.
80 CLARA THOMPSON LA DESVALORIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 81

Puesto que vi a esta mujer sólo dos veces, no estoy Cuando se desvaloriza un aspecto importante de
en condiciones de afirmar en qué medida esta si- la vida de una persona, ello tiene un efecto negativo
tuación contribuyó a su suicidio, que tuvo lugar sobre la autoestima. Lo que una mujer tiene en
aproximadamente un año más tarde. Existían sin realidad para ofrecer en materia de correspondencia
duda muchas otras dificultades en la relación con sexual se convierte en algo despreciable, y esto a
su marido, de las que quizás las sexuales fueran su vez afecta su propia evaluación de sí misma
sólo un aspecto. Por cierto, rara vez se exige hoy como persona.
día a las mujeres una negación tan extrema de su La segunda manera en que nuestra cultura ha
interés sexual, pero sigue existiendo una forma ate- subestimado el patrimonio sexual de la mujer es
nuada de tal actitud, en particular en el matrimo- desvalorizando sus genitales. En la terminología
nio. Aquí, no sólo la encontramos en las mujeres clásica, esto está relacionado con la idea de la en-
frí1?_idas, quienes, al advertir su ineptitud como com- vidia del pene. Quisiera enfocar el problema de un
paneras, tratan de compensarla de la mejor manera modo diferente. Como dije antes, la idea de la en-
posible con una entrega sin participación; en mu- vidia del pene es un concepto masculino. Es el
chos casos, descubrimos también esa actitud aun hombre q:uien experimenta al pene como un órgano
en las mujeres de respuesta sexual adecuada; ellas valioso y supone que las mujeres también deben
han aceptado la idea de que las necesidades del compartir ese sentimiento. Pero una mujer no pue-
hombre son más importantes que las suyas y que, de realmente imaginar el placer sexual del pene;
por ende, los deseos y las necesidades de aquél son tan sólo puede apreciar las ventajas sociales de quien
soberanos. lo posee 5 , Lo que una mujer necesita es más bien
Así, la idea de que la vida sexual de la mujer sentir la importancia de sus propios órganos. Opino
no es tan importante ni perentoria como la del hom- que, en la psicología de la mujer, mucho más im-
bre• puede dar lugar a dos lamentables situaciones: portante que la envidia del pene es su reacción
puede inhibir la natural expresión de deseo de la frente a la desvalorización de sus propios órganos.
mujer por temor a parecer poco femenina, o bien Creo que podemos admitir que la aceptación del
puede llevarla a creer que debe estar dispuesta a propio cuerpo y de todas sus funciones constituye
avenirse en todas las ocasiones, vale decir, que ella una necesidad básica para la existencia de autorres-
no tiene ningún derecho propio. Ambos extremos peto y autoestima.
representan un obstáculo para su natural resenti- La morena rolliza y de baja estatura tal vez crea
miento , y descontento. que sería más aceptable si fuera rubia, alta y del-
Además, puesto que a menudo se le ha inculcado gada; en otras palabras, si fuera otra persona. La
al hombre la idea de que la vida sexual de la mu- solución de su problema no reside en el hecho de
jer no es tan importante, tal vez no se esfuerce /
demasiado por despertar su interés: no advierte la .J 15 No quisiera dejar la impresión de que no existen mu-
jeres que anhelan poseer el genital masculino en sí mismo,
importancia del arte de amar. pero opino que se trata de casos relativamente raros.
82 CLARA THOMPSON
tA IlESVAt.OiUZACi:ÓN DE t.A SEXUALil>Ari FÉMENiNA 83
volverse rubia sino en descubrir por qué no se acep-
ta tal como es. Su historia clínica revelará gue tuye una parte fundamental de nuestra educaci~n
alguna persona significativa durante sus primeros básica, que a fa mayoría de nosotros nos resultana
años de vida prefería a las rubias altas, o bien que muy difícil imaginar el efecto ,que sobre. nuest~a
el hecho de ser morena se ha asociado con alguna vida psíquica y emocional tendna una .actitud mas
otra característica inaceptable. Así, en un caso en permisiva. Lo que ocurre ~s que es~ tipo de edu-
que existía esta envidia de las rubias, ser morena cación ha creado una especie de actitud moral ha-
significaba ser voluptuosa, y ser voluptuosa era algo · cia nuestros productos corporales. La mo~alidad ~e
mal visto. esfínter, como la llamó Ferenczi, se extiende .mas
En nuestra cultura, el sexo en general ha mere- allá del control de la orina y de las heces; en ?ierto
cido la desaprobación de dos tipos de actitudes: modo, incluye también a los productos gemtales.
una de ellas es el puritanismo. El ideal puritano Es evidente que ello gravita grand~mente sobre las
consiste en la negación del placer corporal, y esto actitudes hacia los genitales femenm~s, en los qu~
hace que las necesidades sexuales se conviertan en no es posible ningún control de esfmte~. Rep~are
algo vergonzoso. En nuestros días seguimos encon- por . ~rimera vez en ello ª!
leer, hace vemte ª~º!'
trando indicios de esta actitud en los sentimientos un trabajo escrito en aleman por Bertram ,L.ewm ,
de ambos sexos. que · presentaba, entre otras cosas, dato.s chmcos en
También existe otra actitud que desvaloriza la los que se comparaba a la menstrua~16n con. una
sexualidad, en particular la sexualidad femenina. involuntaria pérdida de heces y de onna, debida a
Somos un pueblo que pone gran énfasis en la pul- una falta de control de esfínter. En un.o de los c~­
critud. Para muchas personas, los órganos genita- sos presentados en ese trabajo, la mu¡er se, babia
les entran en la categoría de órganos excretorios, convertido en una experta en contraer los musculas
asociándose así con la idea de algo sucio. En el vaginales, logrando así un apar~nt~ control. so~re
caso del hombre, parte de la maldición desaparece la cantidad de flujo menstrual. Si bien en m1 prac-
porque él se libra del desagradable producto. La tica analítica no he tenido ninguna paciente que
mujer, en cambio, es quien lo recibe y, cuando su intentara fabricarse un esfínter, he recibido frecuen-
actitud se ha visto fuertemente influida por el con- tes testimonios de que la incapacidad de controlar
cepto de excremento sucio, ello acrecienta su sensa- no sólo la menstruación sino también todas ~as .se-
ci6n de ser inaceptable. Además, los hombres que creciones de los genitales femeninos, ha contnbm?o
consideran que el producto sexual es algo sucio, a crear un sentimiento de inaceptabilídad y sucie-
fortalecen el convencimiento de la mujer de que sus dad. Una paciente mía, cuando su :r_nadre le pr~­
genitales son sucios. porcionó una toalla higiénica en ocasión de su pri-
mera menstruación se negó a usarla. Para ella
El desenfrenado placer que el niño experimenta
representaba un paÍial de bebé, y se sintió espanto-
frente a su cuerpo y a los productos de éste comien-
za a reprimirse a edad muy temprana. Esto .consti- ª B. Lewin, "Kotschmieren, Menses und weibliches über-
Ich", . Internat. Zschr. Psychoanal., XVI ( 1930), págs. 43-56.
$4 ctAi\A THOMPSON LA DESVALORIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD FEMENINA 85

samente humillada. Es evidente que poco después tos. En ambos casos desapareció la necesidad de
debió sentirse más humillada aún debido a las ine- ser promiscua, y cada una de las mujeres se sintió
vitables conse~uencias de su negativa. amada por primera vez. .
También debido a la sobrevaloración cultural de Evidentemente, estoy simplificando demasiado
la pulcritud, otro atributo de los genitales femeninos estos casos a fin de que mi argumento resulte
puede convertirse en fuente de zozobra: el hecho claro. No quisiera dar la impresión de que la
de que despidan olor. Así, uno de los principales sensación de suciedad asociada a los genitales era
recursos de que se vale la hembra para atraer al la única razón por la cual dichas pacientes se
macho entre la especie animal, ha sido rotulado co- consideraban inaceptables. Existía en cada caso la
mo algo desagradable, para muchos hasta repulsivo. sensación de no ser aceptable que se remontaba a
Por ejemplo, una paciente mía cuya profesión le la primera infancia y eran producto de actitud~s
exige aparecer frente a un auditorio, durante mu- específicas de los padres. En cada caso el .senti-
chos años se sintió en desventaja por la sensación miento de inaceptabilidad se centr~ con el he~po
de que "apestaba", sensación que se incrementa en los genitales por dife.rentes ~ohvos. Por e~e?1-
considerablemente cada vez que se ve obligada a plo, en tres casos la mu1er habia escalado posic10-
exhibir su cuerpo. Así, puede hablar por radio pero nes, superando el humilde nivel so?ial de sus pad~~s,
no frente al público. · Otra paciente creyó durante y en cada una de es~as tres m~ie:~s, la, sensac10n
años que nunqa podría casarse porque no sería de tener genitales suc10s se convirt10 en simbolo de
capaz de conservar su cuerpo limpio en todo mo- su bajo origen del que se avergonzaba. Sus proge-
mento en presencia de su marido. Cada vez que nitores no habían ·colocado tanto énfasis en el aseo,
tenía una cita con un hombre, se preparaba con como el que encontraron luego en su nuevo me?io
una enérgica limpieza de los genitales, en particular social. Por lo tanto, cualquier indicio de secreción
tratando de que estuvieran secos. Cuando finalmen- corporal o de olor las traicionaba, y esto hizo ~ue
te tuvo relaciones sexuales, grande fue su sorpresa el mismo sexo se convirtiera en señal de su humilde
al descubrir que lo que más placer le producía al origen. Por otra parte, otras dos pacientes padecían
hombre era precisamente lo contrario de esa tan los efectos del excesivo énfasis puesto por sus pro-
valorada sequedad, cosa que la ayudó mucho en pias madres en el aseo corpor~l. En ~ada uno de
la estima de su propio cuerpo.- estos dos casos la madre era fna y puntana, así co-
En el caso de dos mujeres, la sensación de que mo también e~cesivamente pulcra, y la paciente se
sus genitales eran algo inaceptable constituyó un sentía humillada por tener ella un impulso se_xual
factor importante para la promiscuidad. En cada más sano que temía fuera puesto en descubierto
caso, una experiencia con un hombre que besó sus frente a todo el mundo por medio de las secrecio-
genitales de una manera que evidentemente reve- nes y olores de su cuerpo.
laba aceptación constituyó el paso final que dio A través de estas observaciones confío en haber
lugar a una completa transformación de sentimien- destacado el hecho de que el problema de la vida
86 CLAM 'l'tIOMPSON

sexual de una mujer no reside en que se resigne a


t~ner un pene, sino en que acepte su propia sexua-
h?~d por lo que ésta vale. En este sentido se ve
d1ficu~tad~ por ciertas actitudes culturales, como IV
por e1emplo la de que su impulso sexual no es
importante y que sus genitales son algo sucio. Con OBSERVACIONES SOBRE EL COMPLEJO
estas dos actitudes ~ulturales de desaprobación en DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 1
el trasfondo de ~a VIda de la mujer, cabe suponer
que ambas constituyan aspectos importantes en los Por J. H. W. VAN 0PHUIJSEN
?uales se expresan dificultades en las relaciones
mterpersonales.
En su ensayo sobre Algunos tipos característicos
revelados por el P'SÍcoanálisis, Freud escribe 2 :
"Como hemos aprendido de nuestro trabajo psi-
coanalítico, todas las mujeres tienen la impresión
de haber sido lastimadas durante la infancia y de
que, sin que haya existido culpa alguna de su par-
te, han sido disminuidas y robadas en una parte de
su cuerpo; y la amargura de muchas hijas frente a
su madre tienen como última causa el reproche por
haberlas traído al mundo como mujer en lugar de
varón." Tuve conocimiento de este artículo en el
preciso momento en que mi atención estaba dirigi-
da hacia una sucesión de casos con una forma par-
ticular de reacción al referido complejo, y cuando
creía que en uno de ellos yo también había encon-
trado algunas de las condiciones que determinaron
su origen. En el siguiente artículo voy a dar cuen-
ta de mis conclusiones.
El tipo de reacción en el que estamos interesa-
dos, está fundado, como el complejo de castración

1 Artículo comunicado a la Sociedad Psicoanalítica Ho-


landesa, junio 23 de 1917.
2 Obras Completas, tomos 4-5.
88 J. H. W. VAN OPHUIJSEN
EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 89
en la muj~r, en la cr~encia de la posibilidad de po- es que la fantasía, a pesar ~e com~ro,bacio~e~ y
seer un organo gemtal masculino. La diferencia experiencias posteriores, no solo contmua e~ishen­
principal entre ambos se encuentra en el hecho de do, sino que frecuentemente causa a las muieres la
que. d~l complejo de castración se desprende un creencia de que posee~ genitales masculi,nos?. Una
sentimiento de culpa. La pérdida, el daño o el paciente, P., me conto que durante algun tiempo
desarrollo defectuoso del genital son considerados había dejado de orinar sentada p~ra h~cerlo para-
como el resultado de una mala conducta, a menudo da, aparentemente porque las artrculac10nes de la
como el castigo por una inconducta sexual. El sen- cadera se le habían endurecido. También debía
timiento de culpa falta en los casos de los que voy sentarse como si corriera peligro de aplastar sus
a hablar aquí -por supuesto que nunca completa- genitales, tal como si se tratara de órganos masculi-
mente-, en cambio, la sensación de haber sido mal- nos.
tratados y la reacción consiguiente de amargura El recuerdo del complejo de masculinidad no
está en ellos fuertemente desarrollada. En vista existe siempre en la conciencia, por lo menos en la
del segundo grupo de casos, en los cuales la pro- forma primitiva de la creencia de posee; un genital
testa ( qu~ procura compensar la privación) es Ja masculino. A menudo, el recuerdo solo se hace
que domma, propongo introducir el término de consciente dura~te la discusión de la llamada acti-
complejo de masculinidad. tud masculina. Pero en cada caso requiere un es-
El origen del complejo de masculinidad está, por tudio profundo para demostrar que el complejo es
supuesto, determinado por la visión del órgano aun verdadero en su forma original, a pesar de la
masculino, ya sea del padre, del hermano u otro represión o conversión. , .
~o~bre cualquiera, y en el historial de muchas pa- La pequeña serie de casos q~te prim.er?, llam~ mi
cientes femeninas, y sin excepción en aquellas con atención acerca de este complejo, consisho en cmco
un complejo de masculinidad fuertem ente marca- pacientes que sufrían de psicastenia con obsesiones
do, se encuentra el recuerdo de esta observación y denominada también neurosis obsesiva. Pude ob-
la comparación de su cuerpo con el del sexo opues- servar a cuatro de ellas por un largo período; la
to. E.1.1 uno de los casos que analicé, la paciente D. quinta, en cambio, desistió muy pronto del anál~sis.
me di10 claramente que después de haber visto ori- Pero esta quinta paciente llegó para su tratamien-
nar a un varón, se desarrolló en ella el deseo de ser to cuando yo ya había aprendido lo suficient~ so-
hombre para poder hacer otro tanto. Este inciden- bre esta fantasía de ser hombre. Todas las viven-
te determinó hasta ahora su forma de satisfacción cias de su caso la señalaban como el tipo descrito
sexual, que obtiene con la masturbación. Otra pa- por -Freud en las líneas citadas, anteriormente; y
ciente !f· pudo observar a su padre y a su tío, que pienso, por lo tanto, que no podia haber. un er~?r
no teman reparo en orinar delante de ella. de interpretación al escuchar sus declarac~ones,: A
:'-hora surge la pregunta: ¿por qué instintos es menudo, cuando estoy descansando y no se que ha-
alimentada la fantasía de masculinidad y por qué cer conmigo misma, tengo la sensación de que me
90 J. H. W. VAN OPHUIJSEN EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 91

agrada~ía pedirle a mi ~adre algo que no me pue- de un acontecimiento es conservado y usado como
de dar. el punto de partida para un nuevo sistema de fan-
La cond~cta de una de las cuatro pacientes res- tasía (pantalla) , luego tenemos que encontramos
tante~' me mdujo por largo tiempo a pensar ue con el retomo de un deseo reprimido bajo una nue-
tamb1~n ~n su caso el problema era la influe!ia va deformación. Nos tienta la suposición de ese re-
~ue ~Jercia sob~e ella su deseo inconsciente de ser tomo del inconsciente cuando una niña reacciona
om re. Por e1emplo, sus movimientos obsesivos ante la experienda de su observación del órgano
al a:ostarse o sentarse eran tales que daban la . - genital masculino, con el pensamiento violento y
pres16~ .que dirigía al sofá o a la silla las mis:::s' amargo: ''Por que, no tend' re yo al go como es t"
o , o
p:opos1c10nes que el gallo a sus gallinas. Sólo "Yo debía haber tenido uno también" o si no, con
ti.empo después me dijo: "Me siento como si ~s~~~ ansiedad y sentimiento de culpa: ''Yo podría tener
viera coqueteando con el sofá". uno también, qué lástima que me haya dañado en
Tiene que t:ne~ un especial significado el hecho tal forma", o con la esperanza: "No tardará mucho
B~J · tres de m1~ cmco pacientes me informaran, de- en crecerme uno también", y aun con la seguridad:
1
f ~ a su prop1~, ;onvencimiento, que poseían "nin- "Sin embargo, yo voy a poseer uno". f.:stos no son
as e hotentote , esta particularidad, que habían sino ejemplos de esta reacción; existen todavía una
ya nota~o .muy temprano en sus vidas, las llevó al cantidad de otras variedades y la forma de los sín-
co;ivenc~m1ento de que eran diferentes de las <le- tomas corporales casi siempre presentan diferencia~
mas mu1eres. No en:ontré en ninguno de estos ca- con estas reacciones. Por ejemplo, en lugar del ge-
sos lo que es denommado dis~osición masculina en nital deseado tan apasionadamente, por lo general
graµ p:oporción; tampoco una expresión o aspecto se siente que existe una ''herida", que es ya dolo-
:n:ascu.l~no, un desprecio por el hombre o una pre- rosa o irritante, según la forma en que la paciente
~1lecc;on yor las actividades masculinas. Defini- considere la falta del órgano.
na mas bien sus conductas como una rivalidad con Ahora bien, ¿cuáles son los impulsos reprimidos,
el hombre en la esfera intelectual y artística. Un que después del trauma de haber visto el órgano
c~mpon~nte homosexual pronunciado no ofrecería masculino, pueden encontrar un escape en la idea
diferencias, ya que la rivalidad resultante en asun- recientemente aparecida de poseer este órgano?
tos s~xuale~ se expresa únicamente en síntomas·y ac- Podemos presumir que presenta cierta relación o
tos smtomaticos. parecido con el contenido de la idea de masculini-
Volviendo a la cuestión planteada, podemos afir- dad. En forma alusiva, las pacientes hablan de ello
~ar 9ue hemos aprendido hasta ahora, por expe- estableciendo contrastes indefinidos -y esto ocurre
nencia, que cuando el recuerdo de una obsesión o frecuentemente- entre sus rasgos masculinos y sus
inclinaciones femeninas, también pedectamente co-
nocidas po~ ellas. Aun cuando no mencionan el
objeto que tratan de descubrir, el sentido de sus
92 J· H; W. VAN QPHUIJSEN EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 93

expresiónes es sumamente claro para el analista. en su sueño eran derivadas de su vejiga llena y que
Así, generalmente expresan el deseo de tomar po- su evacuación correspondía al orgasmo, en el sue-
sesión de una persona en lugar de entregarse o so- ño. Su sentimiento de vergüenza y asombro al
meterse a ella; o tienen la sensación de que desean despertar nos prueban que la niña ya había aprenr
penetrar en alguien, en lugar de ser penetradas; o dido a controlar su función vesical. Como contras-
s~ d~n cu~nta que su estado de tensión desaparece- te, hay en el sueño un retorno a un. período ant~rior
na si pudieran dar algo en vez de recibirlo. Estas al aprendizaje de su control, asociado con la idea
e~presi?i:ies son usadas desde luego, en un sentido de los métodos de enseñanza de limpieza: la- ma-
h1perbolico; pera no pocas de estas asociaciones dre cerca de la cama, que le dice que todo está
producen la impre_sión de que pueden ser tomadas muy bien, es sin duda la madre que ~e. hace. usar la
hasta cierto punto literalmente - en realidad, es uno bacinilla. Orinar dentro de una hac1mlla, tiene un
de los muchos caminos por los que se puede des- significado enorme para ella; su padre también la
cubrir el complejo de masculinidad en análisis-. ayudó más tarde en esta tarea, imitando el sonido
El punto principal de los recuerdos de infancia para ayudarla a orinar. Adem~s había oído en. su
de· una de mis pacientes, que llamaré H. y sobre primera infancia a su padre orinando en la habita-
cuyo análisis haré el relato más detallado, se cen- ción vecina.
traba sobre el sueño que sigue, que fechaba alre- La paciente posee dotes musicales y componía
dedor de sus cuatro años, cuando todavía dormía música desde su niñez. Ocurría a menudo que
en la habitación de sus padres. Soñaba -podría mientras estaba sentada en el inodoro, hacía correr
ser también una mera fantasía- , que estaba acos- un chorro de agua de una canilla para captar de
tada y su madre de pie cerca de ella. Tenía una ese sonido una melodía. Cuando toca en un con-
sorprendente sensación corporal placentera y su cierto frecuentemente tiene la sensación de que
ma~re 1: d:cía que todo estaba muy bien, que no con su ejecución pondrá fin a la tensión que siente
en el público o en un auditor individual. Tambié~
habia mngun mal en ella. Luego experimentó una
especie de orgasmo y despertó. Con asombro y a veces el público es reemplazado por el composi-
horror vio que había orinado su cama. Llamó a su tor. Si consigue orientar su sensibilidad en ese
madre, que vino en su ayuda sin enojarse. Desde sentido, toca bien. Por sus asociaciones se nota una
esa época, la paciente siempre fue tímida, tuvo an- analogía entre est~ situaci~n y la infantil, cuan~o
siedad durante la noche, ha sufrido frecuentemente al orinar reproducia el somdo que su padre babia
de insomnio y así fue desarrollando gradua-Imente imitado para ella con la boca o había hecho orinan-
una neurosis; esta neurosis empeoró a los trece años, do en la otra habitación; transfiere, por lo tanto,
cuando perdió a su madre, y nuevamente a los die- este detalle del complejo paterno al composito~. La
cinueve, cuando falleció el hermano; su síntoma tensión, tanto la sentida realmente como la existen-
principal es la timidez con los hombres. Podemos te inconscientemente en ella, es proyectada sobre
suponer que las sensaciones que la paciente tuvo el auditorio o nuevamente sobre el compositor. Ade-
94 J. H. W. VAN OPHUIJSEN EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 95

más, el padre siempre ha impulsado sus ambiciones La similitud de esta visión con el sueño de la pri-
musicales, con el resultado que la paciente se ha mera infancia es clara para cualquiera; la identifi-
identificado con él en el dominio de la música y cación con el padre, a la que he aludido anterior-
se ha considerado ella misma como el instrumento mente, también actúa en esta experiencia.
de su voluntad. Una exoresi6n muy primitiva de Es lógico deducir que el ofr ha desempeñado un
esta identificaci6n es la idea de ser el 6rgano ~eni­ papel importante en el desarrollo de este interés en
tal de su padre 8 . Recordemos su actih1d en los la pequeña H. Ya hemos mencionado el hecho de
conciertos aue acabo de mencionar: ella es el 6r- que escuchaba cuando alguien orinaba en su habi-
gano que va a procurar alivio a la tensi6n que siente tación o en la de al lado. La paciente sufría desde
en el oúblico. La asociaci6n de la música con el muy joven de insomnio. De noche siempre se veía
acto de orinar conduce a esta fantasía. Además ha obligada a escuchar, ya sea los ruidos que ronda-
deducido también una conexi6n entre el síntoma ban por la_casa, o por el temor de que hubiera la-
de congesti6n (debido a la presi6n derivada de Ja drones en el cuarto, o para escuchar lo que decían
constipaci6n) y el .!!lande enrojecido oue vfo una sus padres del otro lado de la pared, contra la que
vez en los genitales de su 'hermano, y ha interore- estaba su cama. La costumbre de escuchar empezó
tado sus convulsiones de llanto como eyaculacio- cuando dejó de dormir en la habitación de sus pa-
nes. Los sollozos y suspiros que acompañan estas dres. No puedo probar que haya observado o tra-
convulsiones le recuerdan lo que acostumbraba oír tado de ohservar el coito de los padres en una o
en el dormitorio de sus padres. más ocasiones, pero por lo que ya hemos dicho, es
En relaci6n con este detalle, el hecho siguiente obvio que estuvo muy interesada por lo que ocu-
es también importante. La paciente debía rendir rría en el dormitorio o en la cama de sus p~dres.
su último examen en el conservatorio y se sentía La razón de su insomnio era la tensión producida
muy angustiada por ello. Una visi6n, cómo ella lo por su curiosidad sexual. La misma paciente su-
denomina, vino a socorrerla en su desamparo: al- girió que el sueño de su infancia puede ser debido
guien de pie al lado de su cama, le habló durante al hecho de haber presenciado el coito de los pa-
la noche del temperamento que debía adoptar con dres y que probablemente ella se identificó con el
la música y para su examen: era éste el de olvidar- padre. Es exacto que muchas asociaciones condu-
se de sí misma, abandonarse enteramente a las in- cen a esta posibilidad, pero ningún recuerdo llegó
tenciones del compositor, dar rienda- suelta a su a hacerse consciente. Sabemos que a veces los niños
pasión. Después de la visión cayó en un estado de se imaginan que el hombre orina dentro de la mu-
exaltación, no durmió más, pero tocó muy bien en jer; estaría de acuerdo con esta idea si considera-
su examen. mos este sueño como representación de un coito
homosexual. Desde luego que el material usado
B Esta fantasía en relaci6n con teorías infantiles sobre para representar la gratificación del deseo de rea-
el nacimiento. lizar un coito con su madre (o mejor, de hacer con
.
96 J. H. W. VAN OPHUIJSEN
ltl. COM_P í.EJO DE MASCUÍ.INIDAD EN LAS MUJERES 91

ella lo que pensaba que su padre haría) es tomado orinar. Una noche llamó más de una vez hasta que
de un período más temprano. Una serie entera de su padre acudió muy irritado y le pegó una cache-
recue.rdos nos aportan la prueba de la intimidad in- tada. Esto la amargó muchísimo y se juró a sí mls-
fantil, con la madre, y particularmente de las oca- ~a no volver a llamar jamás. Para atra.er la aten-
siones en que iban al cuarto de baño juntas y tanto ción de sus padres o posiblemente molestarlos em-
su madre como ella- orinaban. Debemos presumir pe~ó entonces a sacudir con fuerza la cam~. El
que el deseo infantil de ver a qué se parecía su obli~arla a abandonar repentinamente su placer in-
madre y cómo orinaba, fue la fase preliminar de su fantil: para el cual ~o le fu~ suministrado ningún
curiosidad posterior. A veces también la pequeña substituto; le produ10 una situaci,ón traumática y
H. tenía dificultad para defecar: sufría de consti- le prov~co un. amarg? estado de animo, que pudo
pación y recuerda claramente que cuando hacía 1
haber sido evitado si sus padres hubieran cambia-
mucha fuerza su madre la reprendía. Al hacer esta do sus costumbres en una forma menos brusca.
fuerza tenía una sensación curiosa en la cabeza, Encontramos ,una repetició? de esta actitud si deja-
una especie de vahído, que luego se repitió, acom- mos este penodo de la vida de la paciente y la
pañando su proceso de timidez. Así, la situación observamos en el siguiente, cuando es una niña
infantil en el cuarto de baño fue transferida a si- que c~ncurre al primer grado de la escuela. Una
tuaciones posteriores, cuando era vencida por su vez mas, por lo menos así dice ella, la orden de ir
timidez. Por medio del desplazamiento de abajo a, la escuela le fue dada inesperadamente. Era un
hacia arriba, la boca se ha vuelto ano y lo que dia fatal, se sentía inquieta y rodaba sobre una
proviene de la boca, es decir, el hablar, en heces y mesa, sin una idea definí~.ª de l?, que le ocurría y
flatos. Por ejemplo, al hablar con cualquiera, se .deseaba. De pronto, le di1eron: Ahora tienes que
siente impelida a óbservar si algún olor emana de ir a la escuela". Siempre consideró esta conducta de

la boca de esa persona. En el mismo sentido, ha su madre co~o. una gran injusticia y le dejó hue-
tenidq una transferencia de detalles en conexión con lla~ de ~esentimiento y angustia; angustia debida a
la función vesical, y con ello debe relacionarse su la mcertidumbre de lo que puede ocurrirle de desa-
lucha con los ataques de llanto que es otro de los gradable, por algo que haya dicho o hecho inocen-
síntomas vinculados con su timidez. temente. Era como si algo le hubiera sido quitado,
De pronto, las relaciones íntimas con la madre pero que ella no podía definir con palabra alguna.
fueron cortadas y ya no le fue permitido ir al cuar- Desde ese día se resistió interiormente a todas las
to de baño con ella. Súbitamente también, las rela- reglas creadas. por aquellos encargados de dirigirla,
ciones con el padre, en lo que se refiere a este as- aunque pareciera que se sometía y les obedecía.
pecto, fueron violentamente interrumpidas. Sufría 1 Su cuadro ment~l del período escolar está ligado
ya de insomnio, probablemente al comienzo de su . al recuerdo de diferentes cosas prohibidas, dos de
quinto año, y adquirió la costumbre de llamar a ~as cua~es voy a mencionar. Su madre le prohibió
sus padres para que la ayudaran cuando deseaba Ir al bano en la escuela, pero una vez lo hizo, a pesar

-
98 j. H. W. VAN OPHUIJSEN EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 99

de ello, por satisfacer su curiosidad. Además, nun~ t_.,,mbién superarla en muchos otros aspectos pero,
ca perdió su curiosidad por las funciones vesicales por otra parte, hubo varias situaciones, especial-
o su interés por los excrementos, lo que está d~ mente las relacionadas con su padre, en las que era
acuerdo con lo que dijimos anteriormente. Acos- inhibida, reprimida y tímida. En años posteriores,
tumbraba también a sentarse de manera de poder sus impulsos de rivalidad la llevaron a apegarse más
jugar con sus genitales, entonces, ante el temor de a su hermano, que era varios años menor -al prin-
que el olor de sus manos la delatara, se chupaba cipio como su compañero, y más tarde, cuando la
los dedos hasta que no pudiera notarse ningún madre falleció, con una devoción maternal-. Ha-
olor. Es también digno de destacarse que la pa- bía oído decir muchas veces que antes de su naci-
ciente no puede decir tampoco si se ha mastur- miento, sus padres deseaban un varón y que se
bado antes de esto. El análisis no pudo decidir sintieron desilusionados cuando nació otra niña.
este punto, pero es posible que el sueño de la ni- Notaba también lo orgullosos que estaban de su
ñez indique el comienzo, la primera percepción hijo. Ésta em otra injusticia que nunca perdonó.
de las sensaciones del clítoris. Como la sensación No puede decir en qué época le ocurrió el pensa-
era, como lo dice expresamente la paciente, hasta miento -en todo caso era un pensamiento fami-
entonces desconocida para ella, después de esta liar- de que hubiera podido ser un varón con sólo
experiencia se sintió diferente, como si poseyera haber nacido un poco más tarde. Se consideraba
algo especial, una especie de secreto, que desde ese como habiendo na-ciclo demasiado pronto. La mis-
momento la hizo distinta a las demás personas. ma amargura fue desplazada a su análisis en forma
Una conexión entre la función vesical y la del clí- sorprendente, cuando por ciertas razones fijé una
toris se establece desde muy temprano; esto es pro- época para el final de su tratamiento. Yo también
bablemente debido a la constitución anatómica. la obligaba a irse antes de que estuviera lista. Creo
Freud, en uno de sus artículos, destaca la rela- que la idea de haber nacido demasiado pronto está
ción entre el erotismo uretral fuertemente desarro- ~n alguna forma conectada con la experiencia, su-
llado y la ambición. Mi paciente era ambiciosa frida varias veces por la paciente, de que algo
seguramente en diferentes sentidos; su ambición puede ser ordenado o prohibido, serle impuesta una
fue fomentada, además, por las esperanzas de su renuncia o requerido el cumplimiento de un deber,
padre basadas en su talento musical, y culminó en antes de haber gozado lo suficiente de las formas
una fantasía sobre la que no quiero enh·ar en de- de gratificación infantil. Desde luego que en esto
talles: la denominada "fantasía del hospital", y en puede existir también un deseo de retener una for-
ella se imaginaba como la que cura a los enfermos, ma de gratificación el mayor tiempo posible; actitud
pero tratándolos con crueles remedios. En la mis- originada por un erotismo anal fuertemente desa-
ma forma, su ambición era alimentada por su riva- rrollado.
lidad con una hermana un año mayor que ella, La paciente observó los genitales masculinos e~,
pero con menos talento. Aparentemente consiguió pecialmente en su hennano1 pero también ~n ~1J
100 J. H. W. VAN OPHUIJSEN
EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 101
padre y su tío, de quien años más tarde estuvo en una relación homosexual que en poco tiempo
enamorada; este amor infortunado fue la causa di- terminó en un estado de confusión.
recta de que su enfermedad se agravara y lo que Si sumamos todo lo que sabemos de esta paciente,
la llevó al tratamiento. · En aquellos primeros días podremos decir brevemente que éste es un caso en
hacía comparaciones del órgano masculino con sus que la idea de ser un varón, idea basada en su
propios genitales, y una vez más encontré en su identificación con el padre o el hermano, es el ras-
caso también la esperanza común de q:ue un órgano go más importante en todo el cu~dro. La ide~ de
podría crecerle desde adentro. Esta esperanza fue masculinidad, tan estrechamente ligada al erotismo
sustentada por su "ninfa hotentote" que notó desde del clítoris, encuentra un terreno propicio en la re-
muy temprano e interpretó como algo peculiar de presión del erotismo vesical y uretral fuertemente
eIIa. Su convencimiento de que era un ser e.xcep- desarroIIado. Debido al fracaso en la realización
éional encontró plena evidencia a este respecto. de su transferencia permanente y satisfactoria a
La esperanza que acabo de mencionar, de que objetos homosexuales y heterosexuales, se origina
un pene podría crecerle desde adentro, fue por un una regresión al estadio de un desarrollo de 1:1 li-
tiempo transferida también a los intestinos. He ~e­ bido autoerótica, principalmente al del erotismo
nido varias veces la oportunidad de observar el mis- uretral.
mo proceso en niñas que habían presenciado el En la otra paciente la relación entre el complejo
coito entre perros. Se ven también fantasías de un de masculinidad y el 'erotismo uretral está también
coito autoerÓtico, en que el recto representa la va- perfectamente delineado.
gina y las heces, el pene. El descubrimiento de La paciente D . de la cual ya dije que su comple-
esta clase de fantasías me ha nevado a preguntarme . jo de masculinidad se manifestaba en su deseo
si las sensaciones de la vagina que se desarrollarán de orinar como un hombre, trataba de alargar su
más tarde no son derivadas de estas percepciones uretra, por ejemplo, pasando su orina a través de
anales. No es sorprendente que la paciente desa- un tubo o vertiéndola en otros recipientes ajenos a
rroIIara tendencias homosexuales tan intensas, ya este fin. Esta clase de ardides, provocados por una
que en primer término sus relaciones íntimas con verdadera tensión sexual existente, invariablemente
la -madre y más tarde, su identificación con el pa· la llevaban a la masturbación. La paciente tiene
dre, eran un terreno muy favorable para estas ten- marcadas tendencias homosexuales que se mani-
dencias. Pero, por supuesto, en este caso, las satis- fiestan mucho más intensamente que sus deseos
facciones muy exageradas le fueron negadas y tam- heterosexuales. Estos últimos están limitados a
bién las tendencias fueron siempre inhibidas por innumerables experiencias fugaces de ·estar ena-
fuertes sentimientos negativos. Sólo cuando el morada, bajo las cuales se halla una fuerte f~­
amor incestuoso por su tío, al principio de su en- jación a una relación amorosa infantil que conti-
fermedad, amenazó con abrumarla, buscó refugio núa ejerciendo una poderosa influencia inhi?it?ria.
Esto~ originf;lpo probablemeIJ.te en un)l cunos1dad
102 J· H. W. VAN OPHUIJSEN EL COMPLEJO DE MASCULINIDAD EN LAS MUJERES 103

infantil fuertemente desarrollada, que en este ca- cualquiera de actividad sexual infantil autoerótica
so particular culmina en la pregunta: "¿Có- que no corresponda al postrer desarrollo del com-
mo lo hacen los hombres?", es decir, ¿cómo realiza plejo de masculinidad, y no hay dificultad en des-
el acto de la defecación él (el padre)? La paciente cubrir la conexión con las primeras masturbaciones
es hija única de un matrimonio viejo; su padre mu- que están generalmente acompañadas de fantasías
rió cuando ella tenía dieciséis años. Se alejó de él homosexuales de tipo incestuoso sadomasoquístico.
albergando simultáneamente pensamientos de odio En este caso, sin embargo, el complejo de masculi-
y deseos de muerte contra él; después de su muerte nidad ha sido por mucho tiempo consciente. Cuan-
se dirigió reproches por haberla vivido más como do niña, la paciente se entretenía formando con pan
una liberación que como una pérdida; y se sentía o masa figuras con aspecto de falo y reconociéndolo
perturbada por las dudas de si sus pensamientos luego como tal. Más tarde, a los diez o doce años,
podían haberle causado la muerte. Después desa- acostumbraba jugar con sus hermanas una especie
rrolló sentimientos negativos también hacia su ma- de juego de las sombras, y le agradaba proyectar
dre y se preguntaba si no debía culparse por la su propia sombra a la altura de los genitales. Sus
enfermedad de su madre, una especie de artritis principales síntomas representan la realización del
deformante. Comprendemos el significado de estos deseo de tener un órgano masculino, y eran acom-
deseos especialmente al enterarnos después que la pañados por un sentimiento de envidia a los -hom-
paciente tenía que ayudar en todo a su madre por- bres por poseerlo, y por una actitud con las muje-
que ésta apenas podía moverse. El afecto por el res que podía ser considerada como una sobrecom-
objeto homosexual incestuoso no fue en este caso pensación por su amargura contra la madre por
amenazado por prohibiciones de afuera y esto ofre- habérselo rehusado.
ció un amplio campo para que una gran cantidad Tengo la impresión de no haber podido demos-
de libido infantil pudiera entrar en acción. La pa- trar con claridad suficiente el convencimiento que
ciente nunca mamó, ni tomó tampoco la mamadera, adquirí en mi labor analítica de la íntima conexión
siempre recibió la leche de una taza o una cuchara. existente entre el complejo de masculinidad, la
Utiliza ahora este detalle como un pretexto para masturbación infantil clitoridiana y el erotismo ure-
considerarse una excepción. tral. Me dije que las observaciones que pude reali-
· He mencionado una tercera paciente P. como un zar podían haber sido descubrimientos puramente
ejemplo de mujer · que se conduce como si fuera casuales. Sin embargo, me decidí a presentarlas
un hombre, o por lo menos, como si tuviera un ge- porque estoy convencido que la publicación de los
nital masculino. En este caso no pude probar la resultados de observaciones cuidadosas puede ser
conexión con el erotismo uretral tan claramente co- siempre de algún valor.
mo en el otro. Pero esto no es de sorprender por-
que la paciente de este caso es una persona de bas-
tante edad, No pude probar que hubiera otra forma
LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 105

uno que le es propio: culpa a su madre por el he-


cho de no tener pene. Dicho conflicto es crucial
V porque precisamente este reproche es esencial para
que la niña se desprenda de la madre y se vuelque
al padre.
LA NEGACIÓN DE LA VAGINA De allí que Freud haya elegido una frase feliz
para designar el período de florecimiento de la se-
UNA CONTRIBUClóN AL PROBLEMA xualidad infantil, tanto en las niñas como en los
DE LAS ANSIEDADES GENITALES ESPEC1FICAS
DE LAS MUJERES \éarones, al denominarla "fase fálica". ·
Puedo imaginar que, al leer esto, un hombre de
Por KAREN HoRNEY ciencia no familiarizado con el análisis lo pasaría
por alto como si meramente se tratara de una de las
tantas ideas extrañas y peculiares que el análisis
Las conclusiones fundamentales a las que llegó pretende imponer al mundo. Sólo quienes aceptan
Freud en sus investigaciones acerca del carácter el punto de vista de las teorías de Freud pueden
específico del desarrollo femenino son las siguien- apreciar la importancia de esta tesis particular para
tes: primero, que en las niñas pequeñas el desarro- la comprensión de la psicología femenina én gene-
llo temprano del instinto toma el mismo camino que ral. Sus consecuencias sólo pueden apreciarse a la
en los varones, tanto en lo que se refiere a las zonas luz de uno de los más trascendentales descubri-
erógenas (en ambos sexos sólo un órgano genital, mientos de Freud, uno de esos hallazgos que, cabe
el pene, desempeña un papel, mientras que la va- suponer, será perdurable. Me refiero a la percep-
gina permanece ignorada), así como también en ción de la importancia crucial que para toda la vida
la primera elección de objeto (para ambos la madre f:itur~ del indiv~duo tienen las impresiones, expe-
es el primer objeto amoroso). En segundo lugar, riencias y conflictos de la temprana infancia. Si
que las grandes diferencias que sin embargo existen aceptamos esta proposición en su totalidad· es decir
entre lo§ dos sexos surgen del hecho de que dicha s~ re:onocemos la influencia formativa de la expe~
similitud de tendencias libidinales no está acompa- nenc1~ temprana sobre la capacidad del sµjeto para
ñada de bases anatómicas y biológicas similares. De mane¡ar sus experiencias posteriores y sobre la ma-
esta premisa se desprende lógicamente que las ni- nera en que lo hace, se desprenden, al menos po-
ñas se sienten inadecuadamente equipadas para esa tencialmente, las siguientes consecuencias en · lo
orientación fálica de su libido y no pueden sino que se refiere a la vida psíquica específica de las
envidiar a los varones sus dotes superiores en tal mujeres: · · · ;~'.:';
sentido. Además de los conflictos con la madre, que
la niña comparte con el varón, a ella se le suma 1) Con el comienzo de cada nueva fase del fun-
cionamiento de los órganos femeninos -menstrua-
106 KAREN HORNEY LA NÉGACIÓN bE LÁ VÁGINA 101
cion, coito, embarazo, parto, lactancia y menopau- toda la vida algún dejo de esta elección 6bligada
sia- aun una mujer normal (como, de hecho, lo de un sustituto de lo que realmente se deseaba.
ha dado por sentado Helene Deutsch 1 ) debería 3) Esta misma cualidad de algo alejado del ins-
superar impulsos de una tendencia masculina antes tinto, algo secundario y sustitutivo, acompañaría
de poder adoptar una actitud de afirmación cabal incluso en las mujeres normales, el áfseo de ser
frente al proceso que tiene lugar en el interior de madre, o al menos se manifestaría con bastante
su cuerpo. facilidad.
2) Por otra parte, incluso en las mujeres norma- ·Freud no deja de percibir la intensidad del deseo
les, con prescindencia de consideraciones raciales, de tener hijos: en su opinión, ello representa desde
sociales e individuales, la libido se fijaría o se volca- cierto punto de vista el primer legado de la relación
ría, con mayor facilidad que en el caso de los hom- objeta} instintiva más fuerte de la niña, esto es, con
bres, a personas del propio sexo. En una palabra: la madre, en la forma de una inversión de la rela-
la homosexualidad sería incomparable e inequívo- ción madre-hija original. Por otra parte, constituye
camente más común entre las mujeres que entre también el principal legado del temprano y elemen-
los hombres. Enfrentada con dificultades en rela- tal deseo de tener un pene. La característica más
ción con el sexo opuesto, una mujer caería con ~u­ importante de la concepción de Freud reside más
cha más facilidad que un hombre en una actitud bien en el hecho de que considera que el deseo de
homosexual. Ya que, según Freud, no sólo los años ser madre no es una formación innata sino algo
más importantes de su infancia están. dominados l?ºr que puede ser reducido psicológicamente a sus ele-
esa fijación a una persona de su mismo sexo, smo mentos ontogenéticos y que, originalmente, extrae
que cuando por primera vez se vuelca a un hombre su energía de deseos instintivos homosexuales o
(el padre), es principalmente sólo a través del fálicos.
estrecho puente del resentimiento. "Puesto que no 4) Si aceptamos un segundo axioma del psico-
puedo tener un pene, quiero en lug~r de ello tener análisis, a saber, que la actitud del individuo en _
un hijo, y, con este fin, recurro a mi padre.. Puesto cuestiones sexuales constituye el prototipo de su
que siento inquina contra mi madre en virtud de actitud hacia el resto de la vida, se desprendería,
la inferioridad anatómica por la que la culpo, re- por último· que toda la reacción de la mujer frente
nuncio a ella y elijo en cambio a mi padre." Preci- a la vida estaría basada en un intenso resentimiento
samente porque estamos conve~cidos de_ la infl~en­ subterráneo. Ya que, según Freud, la envidia del
cia formativa que ejercen los pnmeros anos d~, vida, pene de la niña pequeña corresponde a una sensa-
consideraríamos contradictorio que la relac10n de ción de estar en completa desventaja en lo que se
la mujer con el hombre no conservara a lo largo de refiere a los deseos instintivos más vitales y elemen-
tales. Aquí tenemos la base típica sobre la que
1 Helene Deutsch, Psychoanalyse der weiblichen Sexual- suele fundarse un resentimiento general. Es cierto
ftmktionen. que esta actitud no es inevitable; Freud dice expre-
LA i'iEGAClON i>:I!: LA VAGliii.A 109
samente que cuando el aesarrollo se lleva a cab_o notable en que las niñas, entre los dos y los cinco
en forma favorable, la niña encuentra su propió ca- años, exhiben rasgos específicamente femeninos.
mino hacia el hombre y la maternidad. Pero -nueva- Por ejemplo, a menudo despliegan cierta coquetería
mente aquí, si una actitud de · resentimiento tan femenina espontánea hacia los hombres, o exhiben
temprana y arraigada en forma tan profunda, no se rasgos característicos de solicitud maternal. Desde
manifestara con facilidad -comparativamente en el comienzo me ha resultado difícil conciliar estas
forma mucho más fácil que en los hombres, bajo impresiones con el criterio de Freud acerca de una
circunstancias similares- o en todo caso no operara tendencia masculina inicial en la sexualidad de la
como tendencia oculta perjudicial para el .tono afec- niña.
tivo vital de las mujeres, ello refutaría todl;l nuestra Cabe suponer que Freud pretendía limitar su · te-
teoría y experiencia analíticas. sis de la similitud original de la tendencia libidinal
en ambos sexos, a la esfera sexual. Pero entonces
Estas son las trascendentales conclusiones con entraríamos en conflicto con la máxima de que la
respecto a toda la psicología de la mujer que se sexualidad del individuo establece el patrón para
desprenden del informe de Freud acerca de la tem- el resto de su conducta. fara aclarar este punto
prana sexualidad femenina. Al examinarlas, pode- sería· preciso contar con mayor número de observa-
mos muy bien sentir que a nosotros nos toca aplicar ciones precisas con respecto a las diferencias_entre
una y otra vez las pruebas de la observación y la la conducta de varones y niñas normales durante
reflexión teórica a los hechos sobre los que aqué- sus primeros cinco o seis años de vida.
llas se basan y a su evaluación adecuada. Ahora bien, es cierto que en esos primeros años
Opino que la experiencia analítica por sí sola no las niñas que no han sido intimidadas muy a menu-
nos capacita suficientemente para juzgar la validez do se expresan en maneras que admiten la interpre-
de algunas de las ideas fundamentales sobre las que tación de una temprana envidia del pene; formulan
Freud ha basado su teoría. Creo que debe poster- preguntas, hacen comparaciones en su propio detri-
garse el veredicto final hasta que contemos con mento, dicen que también quieren tener uno, ex-
observaciones sistemáticas de niños normales, lle- presan su admiración. por el pene o se consuelan
vadas a cabo en gran escala por pe_rsonas adiestra- con la idea de que más adelante poseerán uno. Su-
das en el análisis. Entre los criterios en cuestión poniendo por el momento que tales manifestaciotres
incluyo la afirmación de Freud de que "es bien sa- tuvieran lugar con mucha frecuencia o incluso en
bido que una · diferenciación claramente definida forma regular, seguiría s~endo discutible el valor y
entre el carácter masculino y el femenino se esta- el lugar que deberíamos conferirles en nuestras es-
blece por primera vez después de la pubertad". Las tructuras teóricas. De conformidad con su criterio
pocas observaciones que yo misma he realizado no total, Freud las utiliza para demostrar hasta qué
parecen confirmar dicha afirmación; por el contra- punto incluso la vida instintiva de la niña pequeña
rio, siempre me ha llamado la atención la forma
LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 111
110 '.KAREN HORNEY

ir más lejos y conjeturar que tal incertidumbre sólo


está "ya dominada por el deseo de tener ella _misma desaparece en la medida en que- van apareciendo
un pene. . sentimientos más intensos de amor dirigido a ob ~
Para rebatir este punto de vista, propongo 1as jetos.
siguientes tres consideraciones: Para elucidar lo que acabo de decir, me permito
señalar la marcada diferencia que existe entre esas
1) También en los varones de la misma edad en- manifestaciones bisexuales difusas de la más tem-
contramos expresiones análogas en la fo~1?ª de de- prana infancia, con su carácter juguetón y cam-
seos de poseer pechos o de tener un h110. biante, y las del llamado período de latencia. Si,
2) En ninguno de los dos sexos se .advierte que a esta edad, una niña desea ser varón -pero aquí
tales manifestaciones ejerzan influencia alguna s?- nuevamente debería investigarse la frecuencia eón
bre la conducta del niño como un todo. Un varan qúe aparecen estos deseos y los factores sociales que
que clesea con veh~men:ci~ tener un pecho como su los condicionan- la manera en que esto determina
- madre, puede al mismo. ~empo cor:iportarse en ge- toda su conducta (preferencia por juegos y actitu-
neral con la cabal agresividad propia de un muc~a­ des varoniles, repudio de los rasgos femeninos)
chito. Una niña que echa miradas llena de admira- revela que tales deseos emanan de una profundidad
ción y envidia al genital de su hermano ~u~de muy distinta de la. mente. Este cuadro, tan diferente
simultánéamente conducirse como una autentica ,del anterior, representa ya sin embargo el resultado
mujercita. As1, srgo creyendo que es discutible que de conflictos mentales 2 por los que ha pasado Ja
tales manifestaciones, a esa temprana edad, deban niña y no es posible por ende pretender, sin su-
c_onsiderarse expresiones de demandas .instintivas puestos teóricos especiales, que constituyan una
elementales o si no deberíamos en camb10 coloc_g,r- manifestación de deseos de masculinidad estableci-
las en otra categoría. - -- dos biológicamente.
3) Se insinúa otra posible categoría si ac~ptamos Otra de las premisas sobre las que Freud basa
el supuesto de que en cada ser hum~no existe una su punto de vista se refiere a las zonas erógenas.
disposición b~sexual. ?e hecho'. el mismo Freud ha Él supone que las primeras sensaciones y activida-
destacado siempre la importancia de ello para nues- des genitales de la niña tienen lugar esencialmente
trá comprensión de la me?t.e: Cabe sup~ne~ 9ue, -en el clítoris. Considera muy dudoso que se realice
si bien al nacer el sexo defmitivo de cada individuo una temprana masturbación vaginal e incluso so_s-
ya está físicamente estableci~o, .el resultado de la -ttene que la vagina permanece "ignorada".
disp<?sición bisexual que esta siempre present~ y Para decidir esta cuestión tan importante se re-
meramente inhibida en su desarrollo es que, psico- queriría una vez más contar con una observación
lógicamente, la actitud de los niños hacia. su .propio
rol sexual es al comienzo incierto y provisorio. No 2 Karen Horney, "On the Genesis of the Castiaí:ion Com-

tienen ninguna conciencia de é~ y por ende da,n na- plex in Women'', International Joumal of Psychoa1Wlysis,
1924, Vol. V.
tural expresión a los deseos bisexuales. Podnamos
112 KAREN HORNEY LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 113

exacta y extensa de niños normales. Ya en 1925, difícil. En el mejor de los casos, el material de las
Josine Müller 3 y y9 misma, expresamos dudas en reminiscencias o recuerdos conscientes de la pacien-
tal sentido. Además, la mayor parte de la informa- te que surgen durante el análisis, no puede ser con-
ción que ocasionalmente recibimos de ginecólogos y siderado un testimonio irrefutable ya que, en éste
pediatras interesados en la psicología indican que como en cualquier otro caso, debemos también te-
precisamente en los primeros años de la infancia, la ner en cuenta la labor de la represión. En otras
masturbación vaginal es al menos tan común como palabras: la paciente puede tener muy buenas ra-
la ditoridiana. Los diversos datos que favorecen zones para no recordar sensaciones o masturbación
esta impresión son: frecuente observación de seña- vaginales, tal como, a la inversa, debemos mostrar-
les de irritación vaginal, tales como enrojecimiento nos escépticos con respecto a su ignorancia de sen-
y secreción, introducción relativamente frecuente de saciones clitoridianas 5 •
cuerpos extraños en la vagina y, por último, las Otra dificultad es que las mujeres que recurren
quejas bastante comunes de algunas madres en el al análisis son preeisamente aquéllas de quienes no
sentido de que sus hijas se meten los dedos en la cabe esperar siquiera una naturalidad corriente con
vagina. El conocido ginecólogo Wilhelm Liepmann, respecto a los procesos vaginales, ya que se trata
ha afirmado 4 que su experiencia general lo ha lle- siempre de mujeres cuyo desarrollo sexual de alguna
vado al convencimiento de que, en la niñez tempra- manera se ha desviado de lo normal y cuya sensibi-
na e incluso en los primeros años de la infancia, la lidad vaginal está perturbada en mayor o menor
masturbación vaginal es mucho más común que la grado. Al mismo tiempo, parecería que incluso las
clitoridiana, y que sólo en los años posteriores de diferencias accidentales del material desempeñaran
la niñez dicha relación se inclina a favor de la mas- un papel. En aproximadamente las dos terceras
turbación clitoridiana. partes de mis casos he encontrado el siguiente esta-
Estas impresiones generales no pretenden suplan- do de cosas: -
tar á las observaciones sistemáticas, y por esa misma
razón no pueden llevamos a conclusiones finales; 1 ) Marcado orgasmo vaginal producido por mas-
pero sí nos indican que las excepciones gue el mis- turbación vaginal manual antes- de tener ninguna
mo Freud admite parecen tener lugar con bastante relación sexual. Frigidez en la forma de vaginismo
frecuencia. y secreción insuficiente durante el coito. He visto
sólo dos casos de este tipo, los cuales eran bastante
Nuestro curso de acción más lógico será el de
inequívocos. Creo que, en general, en Ja masturba-
tratar de arrojar alguna luz sobre esta cuestión a
través de nuestros casos analíticos, pero ello resulta 5 En un debate que se realizó a continuación de la lec-
tura de mi trabajo sobre la fase fálica, ante la Sociedad
8 Josine Müller, "The Problem of Libidinal Development Psicoanalítica Alemana, en 1931, Boehm citó varios casos
of the Genital Phase in Girls", International Journal of P$!1- en los que lo único que se recordaba eran sensaciones va-
choanalysis, 1932, Vol. XIII. ginales y masturbación vaginal, y al parecer el clítoris per-
4 En una conversación privada. manecía "ignorado". .
114 KAREN HORNEY LA NEGACIÓN DE LA VAGINA ii5

c10n genital manual se demuestra pieferencia por masturbación vaginal. Pues este fen.ómeno s':giere
el clítoris o por los labia. que nos preguntemos si, desde su misn;o comienzo,
2) Sensaciones vaginales espontáneas, en su ma- las excitaciones genitales no se habran expresado
yor parte con perceptible secreción, produ~idas por ostensiblem'fnte a través de sensaciones vaginales. ·
situaciones estim1,iladoras inconscientes, tales como A fin de poder responder a esta pregu?ta deb~­
escuchar música, viajar en automóvil, columpiarse, ríamos contar con un material mucho mas amplio
hacerse peinar, y ciertas situaciones transferencia- de lo que cualquier analista individ~al podrí~ obte-
les. Ninguna masturbación vaginal manual; frigidez ner a través de sus propias observac10nes. Mientr~s
en el coito. tanto, hay una serie de consi~eraciones que consi-
3) Sensaciones vaginales espontáneas producidas dero favorecen mi punto de vista.
por masturbación extragenital, por ejemplo, ciertos En primer término, están las fantasías de viol~­
movimientos del cuerpo, el hecho de apretarse el ción que tienen lugar antes de que se haya produci-
corsé, o fantasías sadomasoquistas particulares. Nin- do el coito, e incluso mucho antes de la pubertad, Y
gún coito, debido a la abrumadora ansiedad que son lo bastante frecuentes como para merecer un
a.parece cada vez que la vagina está a punto de interés más amplio. No puedo enconti:ar ninguna
ser tocada, sea por un hombre en el coito, por un manera de explicar el origen y el contem?o de. tales
médico en examen ginecológico, o por el mismo su- fantasías si damos por sentada la no existencia de
jeto en la masturbación manual, o en cualquier lá- sexualidad vaginal. Pues, de hecho, estas fantasías
vaje vaginal recetado por un médico. ~o se limitan a ideas bastante indefinidas de un
acto de violencia, merced al cual una queda em~a­
De momento, entonces, mis impresiones pueden razada; por el contrario, las fantasías, los su~~os
resumirse de la siguiente manera: en la masturba- y la ansiedad de esta índole, por lo general .tra1ci?-
ción genital manual es más común que se selec- nan de manera bastante inconfundible la existencia
cione el clítoris que la vagina, pero las sensaciones de un "conocimiento" instintivo de los verdaderos
genitales espontáneas resultantes de las excitaciones procesos sexuales. Las apariencias que toman son
sexuales generales se localizan con mayor f1'{3cuen- tan numerosas que sólo es preciso que ,señale unas
cia en la vagina. pocas: criminales que irrumpen a traves de venta-
Desde un punto de vista teórico, opino gue debe nas o puertas; hombres con pistolas que amen~zan
concedérsele gran importancia a esta aparición rela- disparar; anim ales que reptan: vuelan o s~ deslizan
tivamente frecuente de excitaciones vaginales, in- dentro de algun lugar (por e1~mplo, se~rpientes, ra-
1

cluso en pacientes que no conocían la existencia de tones, polillas); animales o muieres apunaleados con
la vagina, o tenían tan sólo un conocimiento muy armas blancas; o trenes que corren velozmente ha-
vago de ella, y cuyo siguiente análisis no trajo a luz cia una estación o un túnel.
recuerdos ni indicios de ningún tipo de seducción Me he referido a un conocimiento "instintivo'~
vaginal, como tampoco ninguna rememoración de de los procesos sexuales, porque típicamente encon-
KAREN HOl\N1tY i.Á NEGAt16N DE LÁ vACÍNA

tramos ideas de esta índole, por ejemplo, en las abertura cuando por primera vez, el pene penetró
ansiedades y los sueños de los primeros años de la en forma brutal en el cuerpo, pues tales fantasías
niñez, período en el que todavía no existe un co- -;;_ no aparecerían de ningún modo si no fuera por la
nocimiento intelectual derivado de la observación o existencia previa de los instintos -y las sensaciones
de las explicaciones de otras personas. Cabe pre- orgánicas subyacentes a éstos-, que tienen la mefa
guntarse si ese conocimiento instintivo de los pro- pasiva de recepción. Algunas veces el contexto en
cesos de penetración en el cuerpo femenino necesa- que aparecen los sueños de este tipo indica en for_-
riamente presupone un conocimiento instintivo de _ ma bastante clara el origen de esta idea particular.
la existencia de la vagina como órgano de recep- Pues sucede cada tanto que, cuando sobreviene una
ción. Opino que la respuesta es afirmativa si acep- ansiedad general acerca de las consecuencias no-
tamos el criterio de Freud de que "las teorías se- civas de la masturbación, la paciente tiene sueños
xuales del niño están basadas en la propia constitu- con el siguiente contenido típico: ella está haciendo
ció~ sexual del niño". Pues esto sólo puede querer alguna labor de aguja y de pronto aparece un agu-
decir que el camino que siguen las teorías sexuales jero, del que se siente avergonzada; o está cruzando
de los niños está marcada y determinada por im- un puente sobre un río o un precipicio, el cual
pulsos y sensaciones experimentadas en forma es- repentinamente se rompe por el medio; o está ca-
pontánea en sus órganos. Si aceptamos esto como minando por una pendiente resbaladiza y de impro-
origen de las teorías sexuales, las cuales encarnan viso comienza a deslizarse y corre peligro de preci-
ya un intento de elaboración racional, con mayor pitarse en un abismo. De tales sueños podemos
razón debemos admitirlo en el caso de aquel cono- conjeturar que cuando estas pacientes, siendo ni-
cimiento instintivo que encuentra expresión simbó- ñas, se permitieron algún juego 0nanista, las sensa-
lica a través del juego, los sueños y las diversas for- ciones vaginales las llevaron al descubrimiento de
mas de ansiedad, y que evidentemente no ha la vagina misma, y que su ansiedad tomó la forma
alcanzado todavía la esfera de la razón, ni la ela- de un temor de haberse producido un agujero, en
boración que tiene lugar en dicha esfera. En otras un lugar donde no debería existir ninguno. Quisie-
palabras, debemos suponer que tanto el temor a ra recalcar aquí que nunca me ha convencido del
la violación, característico de la pubertad, como las todo la explicación de Freud de por qué las niñas
ansiedades infantiles de las niñas pequeñas están - suprimen la masturbación genital directa con mayor
basadas en sensaciones orgánicas vaginales (o en facilidad que los varones. Como sabemos, Freud
los impulsos instintivos que se originan en ellas), supone 6 que la masturbación ( clitoridiana) se vuel-
las cuales sugieren que algo debe penetrar en esa ve odiosa para las niñas porque la comparación con
parte del cuerpo. el pene asesta un rudo golpe a su narcisismo. Si se
Creo que aquí tenemos la respuesta a una obje- ti Sigmund Freud, "Sorne Psychological Consequences of
ción que_ puede plantearse, a saber, que muchos the Anatomical Di¡tinction between the Sexei;", International
sueños indican la idea de que recién se produjo una ]ournal of Psychoanalysis, 1927, Vol. VIII.
i18 KAREN HORN.lh' LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 119

considera la intensidad de las tendencias que se es- en realidad a la niña amenazadoramente grande y
conden tras los impulsos onanistas, una humillación temible. O, por otra parte, ¿de dónde surge esa
de índole na~cisista no ~arece tener suficiente peso comprensión del rol sexual femenino, que se revela
para producir la supresión. En cambio, el temor en el simbolismo de la ansiedad sexual, en la cual
que siente la niña de haberse infligido un daño irie- vibran nuevamente aquellas tempranas excitaciones?
p~rable en esa región, puede muy bien ser lo sufi- Y, ¿cómo podemos explicar la incontrolada furia y
ciente~ente p_oderoso c?mo para suprimir la mas- celos contra la madre, que por lo común se mani-
t~rbac1ón vagmal, y obligarla a restringir esa práé- fiesta en los análisis de mujeres, cuando se reviven
hca al clítoris, o bien indisponerla en forma. per- afectivamente recuerdos de la "escena primaria"? ,__..
manente contra toda masturbación genital manual. ¿Cómo puede suceder esto si en aquella época el
Creo que encontramos pruebas adicionales de este sujeto sólo podía identificarse con las emocione's del
temprano temor de daño vaginal en la envidiosa padre? ·
comparación con el hombre que con frecue·ncia es- Permítaseme hacer un resumen de la totalidad
cucham~s. de labios de pacientes de este tipo, quie- de los datos precedentes. Contamos con informes
nes mamfiestan,, que los h?mbres están tan "prolija- de fuertes orgasmos vaginales junto con frigidez
mei:te cerr~dos por deba10. En forma similar, esa en coitos siguientes; excitación vaginal espontánea
ansiedad ~as profunda que la masturbación provoca sin estímulo local, pero frigidez en la relación se-
en la mu¡er, el temor de que la ha incapacitado xual; reflexiones e interrogantes que surgen de la
para tener hijos, parece estar vinculado con el inte- necesidad ·de comprender a fondo el contenido de
rior de su cuerpo antes que con el clítoris. los sueños, las ansiedades y los juegos tempranos
Este es otro argumento en favor de la existencia de tipo sexual, y las siguientes fantasías de vio-
y la significación de excitaciones vaginales tempra- lación, así como también las reacciones frente a
nas. Sabemos que la observación de actos sexuales observaciones sexuales tempranas; y, por último,
tiene un efecto tremendamente estimulante en los ciertos contenidos y consecuencias de la ansiedad
niños. Si aceptamos el punto de vista de Freud, que la masturbación produce en las mujeres. Si
ª?,te todo debemos dar por sentado que tal excita- reunimos todos estos datos, sólo encuentro una hi-
c10n produce en las niñas los mismos impulsos fáli- pótesis que proporciona una respuesta satisfactoria
cos de penetrar que en los varones. Pero entonces para todos los interrogantes planteados, a saber, la
~ebemos preguntarnos: ¿de dónde .proviene la an- hipótesis de que, desde el comienzo, la vagina de-
siedad que encontramos en forma casi universal en sempeña su propio y peculiar papel sexual.
los análisis de pacientes femeninas, el temor dél Estrechamente relacionado con esta cadena · de
pene gigantesco que podría taladrarla? El oricren pensamientos, está el problema de la frigidez, que
de la idea. de un pene excesivamente grande, ~on en mi opinión no reside en preguntarse de qué ma-
toda segundad sólo puede encontrarse en la infan- nera es posible transferir sensibilidad libidinal a la
cia, en la que el pene del padre debió parecerle
LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 121
120 KAREN HORNEY
ción que ella anticipa de acuerdo con la ley del ta-
vagina 7 , sino más bien en preguntarse c6mo es que lión, a saber, que los contenidos de su cuerpo serán
la vagina, a pesar de la sensibilidad que ya posee, destruidos, robados o vaciados. Ahora bien, estos
o bien no reacciona en absoluto o lo hace en un impulsos son en sí mismos, como sabemos, en su
grado desproporcionadamente pequeño a las muy mayor parte de origen no reciente, sino que pueden
intensas excitaciones libidinales resultantes de los provenir de antiguos sentimientos infantiles de ra-
estímulos emocionales y locales durante el coito. bia e impulsos de venganza contra el padre, senti-
Con toda seguridad, sólo podría existir un factor mientos nacidos de las decepciones y frustraciones
más poderoso que la voluntad de placer, y ese fac- padecidas por la niña.
tor es la ansiedad. De contenido muy similar a estas formas de an-
Nos enfrentamos ahora con el problema de cuál siedad es la que describe Melanie Klein, la cual
es el significado de esta ansiedad vaginal, más bien, puede atribuirse a tempranos impulsos destructivos
de sus factores condicionantes infantiles: el análisis dirigidos contra el cuerpo de la madre. Una vez
revela, en primer lugar, impulsos de castración ha- más se trata del temor a la retaliación, el cual puede
cia el hombre y, asociada a éstos, una ansiedad cu- adoptar diversas formas, pero cuya esencia es, a
yo origen es doble: por un lado, el sujeto teme sus grandes rasgos, que todo lo que se introduce en el
propios impulsos hostiles y, por el otro, la retribu- cuerpo ·o ya está allí (el alimento, las heces, los
hijos) puede llegar a ser peligroso.
7 En respuesta al supuesto de Freud de que la libido Aunque, esencialmente, estas formas de ansiedad
puede quedar tan firmemente fijada a la zona clitoridiana
que resulte difícil, si no imposible, transferir la sensibilidad son hasta cierto punto análogas a la ansiedad geni-
a la vagina, me tomo el atrevimiento de utilizar al mismo tal de los varones, reciben un carácter específico
Freud para refutarlo, pues él fue quien demostró en forma merced a esa propensión a la ansiedad que forma
fehaciente hasta · qué punto tratamos siempre de aprovechar parte de la constitución biológica de las niñas. En
cualquier nueva posibilidad de placer y cómo, incluso los
procesos que no tienen ninguna cualidad sexual, por ejem- este trabajo y en otros anteriores ya he indicado
plo, los movimientos del cuerpo, del habla o del pensa- cuáles son estas fuentes de. ansiedad, y sólo me pro-
miento, pueden ser erotizados, y que lo mismo se aplica a pongo completar y resumir aquí lo que ya se ha
las experiencias que provocan aflicción o zozobra, como el
dolor o la ansiedad. ¿,Debemos suponer, entonces, ql!e en
diCho al respecto:
el coito, ·que brinda la oportunidad más plena de expenmen- 1) Proceden ante todo de la tremenda díferéncia
tar placer; la mujer retrocede ante la idea de procurárselo? entre el tamaño del padre y de la niña, entre los
Puesto que, en mi opinión, esto no se da en la realidad, me genitales del padre y de la hija. No es preciso que
resulta imposible seguir a H. Deutsch y M. Klein en sus
conjeturas acerca de la transferencia de la libido de la zona nos tomemos el trabajo de decidir si esta disparidad
oral a la genital. No cabe duda de que, en muchos casos, entre el pene y la vagina es producto de una obser-
existe una estrecha relación entre ambas. Lo único cuestio- vación o algo instintivamente aprehendido. El re-
nable es si debemos considerar que la libido se "transfiere", sultado bastante comprensible y, de hecho, inevita-
o si sencillamente lo que sucede es que, cuando una actitud
oral se ha establecido tempranamente y se la mantiene, es· ble es que cualquier fantasía de gratificar la tensión
inevitable que se manifieste también en la esfera genital.
122 KAREN HORNEY LA NEGACIÓN DE LA VAGINA 123

producida por sensaciones vaginales (esto es, el específica de ansiedad en las reacciones de la pe-
fuerte anhelo de acoger dentro de uno mismo, de queña (nuevamente debido a las estructuras anató-
recibir) origina ansiedad en el yo. Como demostré micas de su cuerpo) frente a sus primeros intentos
en mi trabajo The Dread of Woman, sostengo que de masturbación vaginal. Creo que las consecuen-
en esta forma biológicamente determinada de an- cias de estas reacciones tal vez sean más perdura-
siedad femenina, encontramos algo específicamente bles en las niñas que en los varones, y ello por las
diferente de la ansiedad genital original del varón siguientes razones: en primer lugar, ella no puede
en relación con su madre. Cuando éste fantasea la en realidad determinar los efectos de la · masturba-
realización de impulsos genitales, se enfrenta a un ción. Cada vez que un varón experimenta temores
hecho muy lesivo para su autoestima ("mi pene es con respecto a su genital, siempre le queda la posi-
demasiado pequeño para mi madre" ); la niña, en bilidad de cerciorarse de que sigue existiendo y está
cambio, debe afrontar la destrucción de parte de su intact_o 9 ; la niña no cuenta con ningún medio que
cuerpo. De allí que, llevado a sus orígenes bioló- la convenza de que su ansiedad no tiene ningún
gicos más remotos, el temor que el hombre siente fundamento real. Por el contrario, sus tempranos
con respecto a la mujer es genital-narcisista, mien- intentos de masturbación vaginal no hacen más que
tras que el temor que la mujer experimenta con profundizar esa sensación de mayor vulnerabilidad
respecto al hombre es físico. física 10, ya que he comprobado a través del análi-
2) U na segunda fuente específica de ansiedad, sis que no es nada raro que las niñas, al intentar la
cuya universalidad y significaeión es acentuada por mastui:bación o al entregarse a juegos sexuales con
Daly 8 , la constituye el hecho de que la niña observe otros niños, se ··provoquen dolor o pequeñas lesiones,
la menstruación en parientes adultos. Más allá de causadas evidentemente por rupturas infinitesimales
todas las interpretaciones (secundarias) de castra- del himen 11 •
ción, ella ve demostrada por primera vez la vulne-
rabilidad del cuerpo femenino. De modo similar, su 9 Estas circunstancias reales indudablemente deben ser
ansiedad se incrementa considerablemente con la tomadas en cuenta, lo mismo que la intensidad de las fuen-
observación de un aborto o un parto de su madre. tes inconscientes de ansiedad. Por ejemplo, puede que el
temor de castración de un hombre se intensifique como re-
Puesto que en las mentes de los niños -y, cuando sultado de una fimosis.
ha operado la represión, también en el inconsciente 10 Quizás convenga recordar que el ginecólogo Wilhelm
de los adultos- existe una estrecha relación entre Liepman ~que no sustenta una posición psicoanalítica) dice
en su libro Psychologie der Frau que la "vulnerabilidad"
el coito y el parto, esta ansiedad puede tomar la de las mujeres es una de las características especificas de
forma de un intenso terror, no sólo con respecto al su sexo.
parto, sino también con respecto al coito mismo. 11 Estas experiencias a menudo afloran en el curso del
3) Por último, encontramos una tercera fuente análisis, en primer término, en la forma de recuerdos en-
cubridores de lesiones en las zonas genitales, sufridas en la
vida posterior, posiblemente por conducto de una caída. Las
s Daly, "Der Menstruationskomplex", Imago, XIV, 1928. pacientes, frente a estos recuerdos, r_eaccionan con despro-
124 KAREN HORNEY LA NEGACIÓN DE LA - VAGINA 125

Cuando el desarrollo general es favorable, vale constituye uno de los argumentos más poderosos en
decir, en particular cuando las relaciones objetales favor del supuesto decuna envidia primaria del pene
de la infancia no se-han convertidQ en una pródiga biológicamente determinada, en las niñas, o de s~
fuente de conflictos, esta ansiedad se maneja de o.rganización fálica original. Puesto que, si no exis-
manera satisfactoria, quedando entonces la vía libre tieran sensaciones ni anhelos vaginales, sino que to-
para que el sujeto acepte su rol femenino. Que en da la libido estuviera concentrada en el clítoris fá-
los casos desfavorables el efecto de la ansiedad es licamente concebido, entonces y sólo entonces' po-
más persistente en las niñas que en los varones, creo dríamos comprender- por qué las niñas, a falta de
que está indicado por el h_echo de que, en las pn- una fuente específica propia de placer o de deseos
meras, es relativamente más frecuente que se aban- femeninos ~specíficos: se ven obligadas a concen-
done por completo la masturbación genital, o al me- trar toda su atención en el clítoris, a compararlo
nos se la limite al más accesible clítoris, con su con e~ pene del varón y luego,~_puesto que tal com-
menor catexia de ansiedad. No es raro que todo lo ~arac10n ~ª~ coloca de hecho en desvenfaja, a: sen-
refacionado con la vagina -el conocimiento de su tirse dec1drdamente desvalorizadas 12. En cambió
_ existencia, las sensaciones vaginales y los im¡5ulsos si, GOmo presumo, la niña experimenta desde el co-
instintivos- sucumba a una inexorable represión: mienzo sensaciones vaginales y los correspondientes
en suma, se crea la ficción (y se la conserva durante impulsos, debe tener desde el · principio una viva
mucho tiempo) de que la vagina no existe, una fic- percepción de este carácter específico de su propio
ción qu~ al mismo tiempo detennina la preferencia rol sexual, y sería difícil explicar una envidia del
- de la niña por el rol sexual masculino. pene primaria de la intensidad postulada por Freud.
- Todas estas consideraciones corroboran, en mi En este trabajo he demostrado que la hipótesis de
opínión, la hipótesis de que tras del "fracaso en una sexualidad · fálica primaria trae apareadas con-
descubrir" la vagina, existe una negación de su secu~~cias t rascendentales para toda nuestra con-
existencia. - cepc10i; de la sexualidad femenina. Si suponemos
Q-ueda por considerar la cuestión de cuál es la q;i~ existe una sex;ialidad vaginal, primaria y espe-
importancia de la existencia de sensaciones vagina- c;f1~amente fememna, entonces la hipótesis anterior,
les tempranas o del "descubrimiento" de la vagina, s; b.1en- no se descarta por completo, al menos se ve
para toda nuestra concepción de la sexualidad fe- limitada de manera tan drástica que sus consecuen-
menina temprana. Si bien Freud no lo consigna cias se vuelven bastante problemáticas.
expresamente, r~sulta sin embargo claro que, si -la ,
vagina permanece originalmente "ignorada", el1o
1
!f
: elene DeU:tsch llega a establecer esta base pará la
enVId.ia del pene a través de un proceso de razonamiento
porcionado terror y vergüenza. En segundo término, puede lógic.o. <?ompárese con Deutsch, "The Significance -of Ma-
existk un miedo abruma\f oJ ge que llegue a producirse '\lll~ sochism m tbe Mental Life of Women" . lnt(!rntJ,tional four-
lesión d-' ese tipo, · · nal of Psychoaf!Qlysis, 1930, Vol. XI. ' · - ·- ··
SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 127

nos parece .no menos característica e importante pa-


ra el desarrollo de la mujer. Todavía no podemos
reconocer con claridad de qué modo estas dos ope-
VI raciones se vinculan entre sí.
Sabemos que las mujeres dominadas por una
SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA fuerte vinculación con el padre son harto numero-
( 1931) sas, y que no por ello necesitan ser neuróticas. Es-
tudiando a este tipo de mujeres he podido reunir
Por SIGMUND FREUD ciertas observaciones que me propongo exponer aquí
y que me han llevado a determinada concepción
de la sexualidad femenina. Dos hechos desperta-
I ron ante todo mi atención. Primero, el análisis de-
mostró que cuando la vinculación con el padre ha
En aquella fase del -desarrollo. libidinal. infantil sido particularmente intensa, siempre ·fue precedida
que se caracteriza por un comple10 de Ed1po nor- por una fase de no menos intensa y apasionada vin-
mal, hallamos a los niños afectuosamente ligados al culación exclusivamente materna. Salvo el cambio
progenitor del sexo opuesto, mientras que e_n sus de obj.eto, la segunda fase apenas agregó un nuevo
relaciones con el del mismo sexo predomina la hos- rasgo a la vida amorosa. La primitiva relación con
tilidad. No puede resultarnos difícil expl~car esta la madre se había desarrollado de manera muy co-
situación en el varón. La madre fue su pnmer ob- piosa y multiforme.
jeto amoroso; continúa siéndolo, y al tornarse más De acuerdo con el segundo hecho, la duración de
apasionados sus sentimientos por ella, así. como al esta vinculación con la madre había sido conside-
profundizarse su comprensión de las relac10nes en- rablemente menospreciada. En efecto, en cierto
tre el padre y la madre, aquél debe convertirse por número de casos persistía hasta bien entrado el cuar-
fuerza en su rival. Otra cosa sucede en la peque- to año, y en un caso, hasta el quinto año de vida,
ña niña. También para ella, el primer objeto fue o sea que abarcaba, con mucho, la mayor parte del
la madre: ¿cómo, entonces, halla su camino hacia primer florecimiento sexual. Hasta hube de aceptar
el padre? ¿Cómo, cuándo y por qué se desliga de la posibilidad de que muchas mujeres queden dete-
la madre? Hemos reconocido hace tiempo que el nidas en la primitiva vinculación con la madre, sin
desarrollo de la sexualidad femenina se ve com- alcanzar jamás una genuina reorientación hacia el
plicado por la necesidad de renunciar .a la z?na hombre.
genital originalmente dominante, es decir, al cl~to­ Con ello, la frase preedípica de la mujer adquiere
ris en favor de una nueva zona, de la vagina. una importancia que hasta ahora no se le había
Ahora, una segunda mutación semejante -el true- asignado.
que del primitivo objeto materno por el pag~E}""' Puesto que en este período caben todas las fija-
128 SIGMUND FREUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 129

ciones y represiones a las cuales atribuimos la gé- refugiaron al escapar de la fase previa en cuestión.
nesis de las neurosis, parecería necesario retractar Parecería, en efecto, que las analistas como Jeanne
la universalidad del postulado según el cual el com- Lampl-de Groot y Helene Deutsch, por ser del
plejo de Edipo sería el núcleo de la neurosis. Q~i,en sexo femenino, pudieron captar estos hechos más
se sienta reacio, empero, a adoptar tal correcc10n, fácil y claramente, porque contaban con la ventaja
de ningún modo precisa hacerlo. En efecto, por un de representar sustitutos matemos más adecuados
lado es posible extender el contenido del complejo en la situación transferencia} con las pacientes so-
de Edipo hasta incluir en él todas las relacioi_i~s metidas a su tratamiento. Por mi parte, tampoco
del niño con ambos padres, y por el otro, tamb1en he logrado desentrañar totalmente ninguno de los
se puede tener debida cuenta de estas nuevas com- casos en cuestión, de modo que me limitaré a ex-
probaciones, declarando que la mujer sólo alcanza poner mis conclusiones más generales y s6lo · daré
la situación edípica positiva, normal en ella, una vez unos pocos ejemplos de las nuevas nociones que
que ha superado una primera fase dominada por el ellos me han sugerido. Entre éstas se cuentan la
complejo negativo. En realidad, durante esta fase conjetura de que dicha fase de vinculación materna
el padre no es para la niña pequeña mucho más guardaría una relación particularmente íntima con
que un molesto rival, aunque su hostilidad contra la etiología de la histeria, fo que no puede resul,t ar
él nunca alcanza la violencia característica . en el sorprendente si se reflexiona que ambas, la fase
varón. Después de todo, hace ya tiempo que hemos tanto como la neurosis en cuestión, son caracterís-
renunciado a toda esperanza de hallar un parale- ticamente femeninas; además, que en esta depen-
lismo puro y simple entre el desarrollo sexual dencia de la madre se halla el germen de la ulte-
masculino y el femenino. rior paranoia de la mujer 1 • Parece, en efecto, que
Nuestro reconocimiento de esta fase previa pre- este germen radica en el temor -sorprendente, pero
edípica en el desarrollo de la niña pequeña es para invariablemente hallado- de ser muerta (¿devo-
nosotros una sorpresa, análoga a la que en otro rada?) por la madre. Es plausible conjeturar que
campo representó el descubrimiento de la cultura dicha angustia corresponde a la hostilidad que la,.
minoico-miceniana tras la cultura griega. niña desarrolla contra su madre a causa de las múl-
Todo lo relacionado con esta primera vinculación tiples restricciones impuestas por ésta en el curso
materna me pareció siempre tan difícil de captar en de la educación y de los cuidados corporales, y que
el análisis, tan nebuloso y perdido en las tinieblas el mecani_smo de la proyección sea facilitado por
del pasado, tan difícil de. ;evivir: como si h1;1biese la inmadurez de la organización psíquica infantil.
sido víctima de una repres10n particularmente mexo-
rable. Esta impresión mía probablemente obede-
ciera, empero, a que las mujeres que se analizaron
l En el bien conocido caso de Ruth Mack Brunswick
conmigo pudieron, precisamente por ello, aferrarse (un delirio de celos; 1928) , la afección se derivaba direé"
a la misma vinculación paterna en la que otrora se tamente de la fijación preedipica (a la hermana) .
130 SIGMtrND Fl'\EUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 131 .

se divide siempre en dos fases, la primera de las


II cuales es de carácter masculino, mientras que sólo
la segunda es específicamente femenina. Así, el
He comenzado por anteponer los dos hechos qµe desarrollo femenino- comprende dicho proceso de
despertaron mi atención como algo nuevo: prime- transición de una fase a la otra, que no halla ana-
ro, que la fuerte dependencia paterna en la mujer logía alguna en el hombre. Otra complicación se
asume simplemente la herencia de una vinculación desprende del hecho de que la función del clítoris
no menos poderosa a la madre, y segundo, que esta 'Viril continúa durante la vida sexual ulterior de la
fase previa persiste durante un tiempo mucho más mujer, ·err una· forma muy variable que; por cierto,
largo del que habíamos presumido-. Ahora debo todavía no comprendemos satisfactoriamente. No sa-
volver atrás, a fin de insertar estas nuevas conclu- bemos, · naturalmente, cuáles ·son los. fundamentos
siones en el lugar que les corresponde dentro del biológicos de estas características de la mujer, y
cuadro ya conocido de la evolución sexual de la mucho menos aún podemos asignarles ningún pro-
mujer. Al hacerlo, será inevitable incurrir en algu- pósito teleológico.
nas repeticiones; además, la continua comparación Paralelamente con esta primera diferencia ·fun-
con las condiciones reinantes en el hombre sólo damental, corre otra que concierne a la elección de
podrá favorecer nuestra exposición del curso que objeto. El primer objeto amoroso del varón es la
dicho desarrollo sigue en la mujer. madre, debido a que es ella la que lo alimenta y
Ante todo, es innegable que la disposición bi- lo cuida durante la crianza; sigue siendo su princi-
sexual, postulada por nosotros como característica pal objeto hasta que es reemplazado por otro, esen-
de la especie humana, es mucho más patente en la cialmente similar o derivado de ella. También en
mujer que en el hombre. Este cuenta con una sola la mujer, la madre debe ser el primer objeto, pues
zona sexual dominante, con un solo órgano sexual, las condiciones primarias de la elección objetal son
mientras que la mujer tiene dos: la vagina, órgano iguales en todos los niños. Al final del desarrollo de
femenino propiamente dicho, y el clítoris, órgano la niña, empero, es preciso que el hombre-padre
análogo al pene masculino. Creemos justificado se haya convertido en el nuevo objeto amoroso, o
admitir que durante muchos años la vagina es vir- sea que a medida que cambia de sexo, la mujer
tualmente inexistente, y que quizá no suministre · debe cambiar también el sexo del objeto. Lo que
sensaciones algunas antes de la pubertad. No obs- ahora hemos de estudiar son los caminos que reco-
tante, en el último tiempo se multiplican las opi- rre esta transformación, cuán íntegra o incompleta
niones de los observadores inclinados a aceptar que llega a ser, y qué posibilidades evolutivas surgen en
también en esos años precoces existirían pulsiones el curso de este desarrollo.
vaginales. Como quiera que. sea, lo esencial de la Ya hemos reconocido asimismo que otra diferen-
genitalidad femenilla debe girar alrededor del clí- cia entre los sexos ·concierne a su relación con el
toris en la infancia. La vida sexual de la mujer complejo de Edipo. Tenemos, al respecto, la im-
132 SIGMUND Fl\EUD
SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 133

presión de que todas nuestras formulaciones sobre De tal actitud dispar parten tres caminos evoluti-
dicho complejo .únicamente pueden aplicarse, en vos. El primero conduce al apartamiento general
sentido estricto, al niño del sexo masculino, y que de- la sexualidad. La mujer en germen, asustada
tenemos razón en rechazar· el término de "compleio por la comparación de sí misma con el varón, se
de Electra", que tiende a destacar la analogía de torna insatisfecha con su clítoris, renuncia a su ac-
la situación en ambos sexos. Sólo en el niño varón tivación fálica y, con ello, a su sexualidad en gene-
existe esa fatal conjunción simultánea de amor hacia ral, así como 11 buena parte de sus inclinaciones
uno de los padres y de odio por rivalidad contra el masculinas en otros sectores. Si adopta el segundo
otro. En el varón es, entonces, el descubrimiento camino, se aferra en tenaz autoafirmación a la
de la posibilidad de la castración, evideneiado por masculinidad amenazada; conserva hasta una edad
Ja vista de los genitales femeninos , el que impone insospechada fa esperanza de que, a pesar de todo,
Ja transformación del complejo de Edipo, el que llegará a tener alguna vez un pene, convirtiéndose
lleva a la creación del · superyó y el que inicia así éste en la finalidad cardinal de su vida, al punto
todos los procesos que convergen hacia la foclusión que la fantasía de ser realmente un hombre domi-
del individuo en la comunidad cultural. U na vez na a menudo largos períodos de su existencia . . Tam-
internalizada la instancia paterna, formando el su- bién este "complejo de masculinidad" de -la mujer
peryó, queda todavía por resolver la tarea de des- puede desembocar en una elección de objeto mani-
prender a éste de aquellas personas cuyo represen- fiestamente homosexual. Sólo una tercera evolu-
tante psíquico fue primitivamente. A través de tan ción, bastante compleja, conduce en definitiva a la
notable curso evolutivo, el agente empleado para actitud femenina normal, en la que toma al padre
restringir la sexualidad infantil es, precisamente, como objeto y alcanza así la forma femenina del
aquel interés genital narcisista que se concentra en complejo de Edipo. Así, en la mujer dicho com-
la preservación del pene. plejo representa el resultado final de un prolongado
En el hombre también subsiste, como residuo de · proceso evolutivo; la castración no lo destruye, si-
la influencia ejercida por el complejo de cast_ración, no que lo crea; el complejo escapa a las poderosas
cierta medida de menosprecio por la mujer, a la que influencias hostiles que tienden a destruirlo en el
se considera castrada. De éste surge en casos ex- hprilbre, al punto que con harta frecuencia la mu-
tremos una inhibición de la elección objeta!, que jer nunca llega a superarlo. Por .eso, también, los
ante un reforzamiento por factores orgánicos puede resultados culturales de su desintegración son más
llevar a la homosexualidad exclusiva. Muy distin- insignificantes y menos decisivos en la mujer que
tas, en cambio, son las repercusiones del complejo en el hombre. Posiblemente no estemos errados al
de castración en la mujer. Ésta reconoce el hecho declarar que esta diferencia de la interrelación en~
de su c.astración y, con ello, también la superioridad tre los complejos de Edipo y de castración es l~
del hombre y su propia inferioridad, pero se rebela
asimismo CQP.trn ~.ste desagradable e~tfl,d9 de cosas,
134 SIGMUND FREUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 135

que plasma el carácter de la mujer como ente tituyó el contenido esencial del desarrollo que con-
social 2 • _
dujo a la femineidad.
Advertimos así que la fase de exclusiva vin~ula­ Muchísimas mujeres despiertan la impresión de
ción materna, que cabe calificar de preedípica, es que todo el período de su madurez se halla insu-
mucho más irhoortante en la mujer de lo que podría mido en los conflictos con el marido tal como su
ser en el .hombre. Múltiples manifestaciones de la juventud estuvo dedicada a los conflictos con la
mad~e. En tales casos, cuanto acabamos de exponer
vida sexual femenina, aue hasta ahora resultaba
difícil comprender, pueden ser plenamente explica- nos mduce ahora a concluir que dicha actitud hos-
das por su reducción a dicha fase. Así, por eiem- til hacia la madre no es una consecuencia de la
plo, hace tiempo hemos-advertido que muchas mu- rivalidad ~~pl}cita en el complejo de Edipo, sino
jeres eligen a su marido de acuerdo con .el modelo que, se ongmo e~ la fase anterior y simplemente
del padre o lo colocan en el lugar de éste, pero hallo un ref~rzai:uento ,Y, una oportunidad de apli-
en el matrimonio repiten con ese . marido su mala carse en la situación edipica, como lo confirma tam-
relación con la madre. El marido debía heredar la bién la investigación analítica directa. Nuesh·o in-
relación - con el padre, y . en realidad asumió la terés ha de concentrarse ahora en los mecanismos
vinculación con la madre. Esto se comprende fácil- que actúan en el desprendimiento del objeto ma-
mente como un caso obvio de regresión. La rela- terno, tan intensa y exclusivamente amado. Estamos
ción materna fue la más primitiva; sobre ella se dispuestos a encontrarnos, no con un único factor
estructuró la relación con el padre, y ahora, en el semejante, sino con toda una -serie de factores que
matrimonio, lo primitivo vuelve a emerger de la covergen hacia un mismo fin.
represión. En .efecto, la transferencia de los lazos En_tr~ estos factores destácanse algunos que son
afectivos del objeto materno hacia el paterno cons- condic10~ados . por l.as circunstancias generales de
la- sexua~dad mfanhl, o sea que rigen igualmente
p~ra la vida amorosa del varón. En primero y prin-
2 Cabe anticipar que los analistas con simpatías feministas, cipal término, cabe mencionar aquí los celos de
así como nuestras analistas del sexo femenino, estarán en o~as personas, de los hermanos y hermanas, de los
desacuerdo con estas consideraciones. Seguramente objeta- rivales, entre los que también se cuenta el padre.
rán que tales nociones son inspiradas por el "complejo de
masculinidad" del hombre, estando destinadas a justificar E_l amor del niño es desmesurado: exige exclusi-
teóricamente su innata propensión a despreciar y oprimir vidad; no se conforma con participaciones. Pero
a la mujer. Tal suerte de argumentación psicoanalítica, em~ posee también una segunda característica: carece
pero, nos recuerda en este caso, como en tantos otros, la en realidad de un verdadero fin; es incapaz de al-
famosa "arma de doble filo" de Dostoievski. Los adversa-
rios de quienes así razonan hallarán comprensible, por su canzar plena satisfacción, y ésa es la razón esencial
parte, que el sexo femenino se niegue a admitir cuanto pa- de que esté condenado a terminar en la defrau-
·rezca contrariar la tan anhelada equiparación con el hom- dación y a ceder la plaza a una actitud hostil. En
bre. Es evidente que el empleo del análisis como arma de
controversia no lleva a decisión alguna.
épocas ulteriores de la vida, la falta de gratificación
136 SIGMUND FREUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 137

final puede facilitar asimismo otros resultados. En nodriza o la niñera. Dejamos indecisa la cuestión
efecto, dicho factor puede asegurar el mantenimien- de si la masturbación de la niña, es, desde un co-
to imperturbado de la catexia libidinal, como su- mienzo, más rara y menos enérgica que la del
cede en las relaciones amorosas inhibidas en su fin; var6n: bien podría ser así. La seducci6n real es
pero bajo el imperio de los procesos evolutivos, asimismo relativamente frecuente; parte de otros
ocurre siempre que la libido abandona la posici6n niños o de la madre, la nodriza o la niñera, que quie-
insatisfactoria para buscar otra nueva. ren calmar, adormecer o colocar al niño en depen-
Otro motivo, mucho más específico para el des- dencia de ellas mismas. La seducci6n, cuando in-
prendimiento de la madre, resulta del efecto que el terviene, perturba siempre el curso natural del de-
complejo de castraci6n ejerce sobre la pequeña sarrollo y deja a menudo consecuencias profundas
criatura carente de pene. En algún momento, la y persistentes.
niña descubre su inferioridad orgánica; naturalmen- Como ya hemos visto, la ·prohibición de la mas-
te, esto ócurre más temprano y con mayor facilidad turbación actúa como incentivo para abandonarla,
si tiene hermanos varones o compañeros de juego pero también como motivo para rebelarse contra la
masculinos. Ya hemos visto cuáles son las tres vías persona que la prohíbe, es decir, contra la madre
que divergen de este punto: a) hacia la suspen- o sus sustitutos, que ulteriormente se confunden
si6n de toda la vida sexual; b) hacia la obstinada siempre con ella. La terca y desafiante persisten-
y desafiante sobreacentuaci6n de la propia masculi- cia en la masturbación parece abrir la vía hacia el
nidad; e) a los primeros arranques de la feminei- desarrollo de la masculinidad. Aun cuando el niño
dad definitiva. No es fácil cronol6gicamente la ocu- no haya logrado dominarla, el efecto de la prohi-
rrencia de estos procesos ni establecer el curso tí- bici6n aparentemente ineficaz se traduce en los
pico que siguen: aun el momento en que se descu- ulteriores esfuerzos para librarse a toda costa de
bre la castración es variable, y muchos otros factores una gratificación cuyo goce le ha sido malogrado.
parecen ser inconstantes y depender de la casua- Cuando la niña alcanza la madurez, su elecci6n de
lidad. Así, también interviene aquí la condición de objeto puede ser influida todavía por este propó-
la propia actividad fálica de la niña, el hecho de sito firmemente sustentado. El resentimiento por
que ésta sea descubierta o no, y a qué punto le es habérsele impedido la libre actividad sexual tiene
coartada, una vez descubierta. considerable intervención en el desprendimiento
La niña pequeña por lo general descubre espon- de la madre. El mismo tema vuelve a activarse
táneamente su modo particular de actividad fálica después de la pubertad, cuando la madre asume
-la masturbación con el clítoris-, que al principio su deber de proteger la castidad de la hija. No ol-
transcurre, sin duda, libre de toda fantasía. La in- videmos, naturalmente, que la madre se opone de
tervención de la higiene corporal en la provocaci6n idéntica manera a la masturbación del varón, su-
de esta actividad suele reflejarse en la fantasía tan ministrándole así también a éste un poderoso mo-
frecuente de haber sido seducida por la madre, la tivo de rebelión.
138 SIGMUND FREUD
SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 139
Cuando la niña pequeña descubre su propia de- huida al padre, o sea dos nociones que no pueden
ficiencia ante la vista de un órgano genital mascu- haber correspondido, por cierto, a ningún hecho ori-
lino, ~no acepta este ingrato reconocimiento sin va- ginal. También el niño varón teme siempre la cas-
cilaciones ni resistencias. Como ya hemos visto, se tración por parte del padre, a pesar de que en su
aferra tenazmente a la expectativa de adquirir al- caso, igual que en la niña, la amenaza procedió
guna vez 1ll1 6rgano seJllejante, cuyo anhelo sobre- por lo general de la madre.
vive aun durante mucho tiempo a la esperanza per- Como quiera que sea, al final de esa primera
dida'. Invariablemente, la niña comienza por consi- fase de vinculación a la madre, emerge, como mo-
derar la castración como un infortunio personal; tivo más poderoso para apartarse de ella, el repro-
sólo paulatinamente comprende que también afec- che de no haberle dado a la niña un órgano genital
ta a ciertos otros niños y, por fin, a determinados completo, es decir, el dé haberla traído al mundo
adultos. Una vez admitida la universalidad de esta como mujer. Un segundo reproche, que no arran-
característica negativa de su sexo, desvalorízase ca tan atrás en el tiempo, resulta un tanto sorpren-
profundamente toda la femineidad y, con ella, tam- dente: es el de que la madre no le ha dado a la
bién la madre. r;iiña suficiente leche, el de que no la amamantó
Es_muy posible que la precedente descripción de bastante. En nuestras modernas condiciones cultu-
las ricacciones de la niña pequeña frente al impacto rales, esto suele ser muy cierto, pero seguramente
de la castración y a la prohibición del onanismo, no lo es tan a menudo como se sostiene en el curso
despierte en el lector la impresión de algo confuso de los análisis. Parecería más bien que dicha acu-
y contradictorio, mas ello no es culpa exclusiva del sación expresara fa insatisfacción general de los ni-
autor. En realidad, hallar una descripción que se ños que, bajo las condiciones culturales de la mono-
ajuste a todos los casos, es casi imposible. En los gamia, son destetados al cabo de seis a nueve meses,
distintos individuos encontramos las más dispares mientras que la madre primitiva se dedicaba ex-
reacciones, y aun en un mismo individuo coexisten clusivamente a su hijo durante dos a· tres años. Su-
actitudes antagónicas. Al intervenir por primera cede como si nuestros hijos hubiesen quedado para
vez la prohibición, ya está planteado el conflicto, siempre insatisfechos, como si nunca hubiesen sido
que _desde ese momento acqmpañará todo el desa- · lactados suficientemente. No estoy seguro, sin em-
rrollo de la función sexual. Es particularmente di- bargo, de que analizando niños que han sido ama-
fícil obtener una clara visión de los hechos, debido mantados tan prolongadamente como los de los
al esfuerzo necesario para discernir los procesos pueblos primitivos, no nos encontraríamos también
psíquicos de esa fase frente a los ulteriores, que se con idéntica . queja: tan inmensa es la codicia de
superponen a ellos y que los deforman en la me- la· libido infantil. ·Aun si repasamos toda la serie
moria. Así, por ejemplo, el hecho de la castración de motivaciones que el análisis ha revelado para el
será concebido más tarde como castigo por la acti- desprendimiento ·de la madre -que descuidó pro-
vidad masturbatoria, pero su ejecución será atri- veer a la niña con el único órgano genital adecuado;
140 i4i
que no la nutri6 suficientemente; que la obligó a vida entera, y en el neurótico obsesivo lo caracte·
compartir con otros el amor materno; que nunca rístico es que el amor y el odio mantengan un equi-
llegó a cumplir todas las demandas amorosas; fi- librio mutuo en todas sus relaciones objetales Tam-
nalmente, que primero estimuló la propia activi- bién en los primitivos cabe aceptar el predominio
dad sexual de la hija, para prohibirla luego-, aun de la ambivalencia. Podemos concluir, por consi-
entonces nos parecen insuficientes para justificar guiente, que la intensa vinculación de la niña pe-
la hostilidad resultante. Algunos de estos repro- queña con su madre debe estar dominada por una
ches son consecuencias irremediables de la índole poderosa ambivalencia y que, reforzada por los
misma de la sexualidad infantil; otros, parecen ra- demás factores mencionados, es precisamente ella
cionalizaciones adoptadas a posteriori para explicar la que determina que la niña se aparte de la ma-
el incomprensible cambio de los sentimientos. Lo dre. En otros términos, una vez más nos encon-
cierto posiblemente sea que la vinculación a la tramos con una consecuencia de una de las carac-
madre debe por fuerza perecer, precisamente por terísticas universales de la sexualidad infantil.
ser la primera y la más intensa, a semejanza de lo Contra este intento de explicación, plantéase al
que· tan a menudo se comprueba en los primeros punto una objeción: ¿cómo es posible que el varón
matrimonios de mujeres jóvenes, contraídos en me- logre mantener intacta su vinculación con la madre,
dio del más apasionado enamoramiento. Tanto en sin duda no menos poderosa que la de la niña?
éste como en a que~ caso, la relación amorosa pro-. La respuesta no es menos rápida: porque puede
bablemente fracase al chocar con los inevitables resolver su ambivalencia contra la madre, transfi-
desengaños y con la multiplicación de las ocasio- riendo toda :Su hostilidad al padre. En primer
nes aptas para la agresión. Los ségundos matri- término, empero, semejante respuesta sólo puede
monios resultar1: por lo general mucho mejores. formularse después de haber estudiado detenida-
No podemos aventuramos a sostener que la am- mente la fase preedípica en el varón, y en segundo
bivalencia de las catexias emocionales sea una ley lugar, probablemente sea más prudente confesarse
psicológica universalmente válida, es decir, que en p1incipio que aún no hemos llegado al . fondo
sea en principio imposible sentir gran amor por de estos procesos, los cuales, después de todo, ape-
una persona, sin que se le agregue un odio quizá nas comenzamos a conocer.
igualmente grande, o viceversa. Es evidente que
el adulto normal logra mantener separadas estas
dos actitudes, y que no se siente compelido a odiar 111
a su objeto amado y a amar a su enemigo. Esto
parece ser, empero, el resultado de un desarrollo Otra pregunta es la siguiente: ¿qué es, en suma,
ulterior. En las primeras fases de la vida amorosa, lo que la niña pequeña pretende de su madre? ¿De
la ambivalencia es evidentemente la regla. En mu- qué índole son sus fines sexuales en ese período de
chos seres, este rasgo arcaico persiste durante Ja exclusiva vinculación con la madre? La respuesta
142 SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 143

que nos brinda el material de . observaci6ri analí- ' femeninas que habrán de manifestarse en su vida
tico concuerda plenamente con nuestras expecta- sexual.
tivas. Los fines sexuales de la niña eíÍ relación con . Las -primeras vivencias total o parcialmente se-
la madre son de índole tanto activa como pasiva y xuales del niño en relación con su madre son, na-
se hallan determinados por las fases libidinales que tura)mente, de carácter pasivo. Es ésta la que lo
recorre en su evolución. La relación entre la acti- amamanta, lo alimenta, lo limpia, lo viste y lo obli-
vidad y la pasividad merece aquí nuestro narticu- ga a realizar todas sus funciones fisiológicas. Parte
lar interés. En cualquier sector de la experiencia de la libido del niño se mantiene adherida a estas
psíquica -no sólo en el de 1a sexualidad-, es dable experiencias y goza de las satisfacciones con ellas
observar que una impresión pasivamente recibida vinculadas, mientras que otra parte intenta su con-
evoca en los niños la tendencia a una reacción ac- versión en actividad. Primero, el proceso de ser
tiva. El niño trata de hacer por sí mismo lo que amamantado por el pecho materno es sustituido
se acaba de hacerle a él o con él. He aquí una por la succión activa. En sus demás relaciones con
parte de la necesidad de dominar el mundo exterior la madre, el niño se conforma con la independencia,
a que se halla sometido y que aún puede llevarlo es decir, con hacer por sí mismo lo que antes se le
a esforzarse por repetir impresiop.es que, a causa de hacía, o con la repetición activa de sus vivencias
su contenido desagradable, tenaría buenos motivos pasivas en el juego, o bien realmente convierte a
para evitar. También el juego del niño se halla al la madre en objeto, adoptando frente a ella el papel
servicio de este propósito de completar una viven- de sujeto activo. Esta última reacción, que se lleva
cia pasiva mediante una acción activa, anulándola a cabo en el terreno de la actividad propiamente
con ello en cierta manera. Cuando, a pesar de su dicha, me paredó increíible por mucho tiempo,
resistencia, el médico le abre la boca al niño para hasta que la experiencia refutó todas mis dudas.
examinarle la garganta, éste jugará a su vez, des- Raramente oímos que una niña pequeña quiera
pués de su partida, a "ser el doctor", y repetirá el lavar o vestir a la madre, o inducirla a realizar sus
mismo violento procedimiento con un hermanito necesidades. Es cierto que a veces le dice: "Ahora
menor, que se hallará tan indefenso frente a él co- vamos a jugar que yo soy la madre, y tú, la hija",
mo él lo estuvo en manos del médico. No podemos pero generalmente realiza estos deseos activos en
dejar de reconocer aquí la rebeldía contra la pasi- forma indirecta, al jugar con su muñeca, represen-
vidad y la preferencia por el papel activo. No todos tando ella a la madre, y la muñeca, a la niña. El
los niños consiguen realizar siempre y con la mis- hecho de que las niñas sean más afectas que los
ma energía este viraje de la pasividad a la acti- varones a jugar con muñecas, suele interpretarse
vidad, que en algunos casos puede faltar por com- como un signo precoz de la femineidad incipiente.
pleto. De esta conducta del niño puede deducirse Eso es muy cierto, pero no se debería olvidar que
la fuerza . relativa de las tendencias masculinas y lo expresado de .tal manera es la faz activa de la
femineidad, y que dicha preferencia de la niña
144 SIGMUND FREUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 145

probablemente atestigüe el carácter exclusivo de su


.vinculación a la madre, con descuido total del ob-
jeto paterno.
La sorprendente actividad sexual de la mna en
relación con su madre se manifiesta, en sucesión
cronológica, a través de impulsos orales, sádicos y,
I rraron que al aplicarles la madre enemas e irriga-
ciones intestinales, solían oponerle la mayor resis-
tencia, reaccionando con miedo y con aullidos de
rabia. Probablemente ésta sea una actitud muy ha-
bitual o aun invariable en todos los niños. Sólo
llegué a comprender las razones de tal rebeldía,
finalmente, también fálicos, dirigidos a la madre. particularmente violenta, a través de un comenta-
Es difícil precisar aquí los detalles respectivos, pues rio de Ruth Mack Brunswick, que estudiaba los
se trata a menudo de oscuros impulsos que el niño mismos problemas simultáneamente conmigo: el
no pudo captar psíquicamente en el momento de acceso de furia después de una enema sería com-
ocurrir, que .por ell~ debieron experimentar una parable al orgasmo consiguiente a una excitación
interpretación ulterior, y que se expresan en el aná- genital. La angustia concomitante debería com-
lisis en formas que no son, por cierto, las que tu- prenderse como una transformación del deseo de
vieron originalmente. En ocasiones los hallamos agresión, así animado. Creo que realmente ocurre
transferidos al ulterior objeto paterno, al cual I)O así, y que en la fase sádicoanal, la intensa exci-
pertenecen y en el que dificultan sensiblemente tación pasiva de la zona intestinal despierta un
nuestro entendimiento de toda la situación. Los de- acceso de agresividad que se manifiesta directa-
seos agresivos orales y sádicos se manifiestan en la mente como furia o, a consecuencia de su supresión,
forma que les fue impuesta por la represión pre- como angustia. Esta reacción parece extinguirse
coz, es decir, en el temor de ser muerta por la gradualmente en el curso de los años ulteriores.
madre, un temor que, si ingresa en la conciencia, Al considerar los impulsos pasivos de la fase fá-
justifica a su vez los propios deseos de muerte lica, destácase el h~cho de que la niña incrimina
contra la madre. Sería imposible establecer con siempre a la madre como seductora, por haber per-
qué frecuencia dicho miedo a la madre se funda cibido forzosamente sus primeras sensaciones geni-
en una hostilidad inconsciente de ésta, adivinada tales, o en todo caso las más poderosas, mientras
por el hijo o la hija. (El miedo dé ser devorado, era sometida a la limpieza o a los cuidados corpo-
hasta ahora lo hallé sólo en hombres; es referido rales por la madre o por las niñeras que la repre-
al padre, pero probablemente sea el producto de sentaban. Muchas madres me han contado que sus
transformación de la agresión oral dirigida contra pequeñas hijas de dos o tres años gozaban de estas
la madre. La persona que el niño quiere devorar sensaciones e incitaban a la madre a exacerbarlas
es la madre, que lo ha nutrido; en el caso del pa- con toqueteos o fricciones repetidos. Creo que el
dre, falta esta motivación obvia de tal · deseo.) hecho de que la madre sea la que inevitablemente
Las mujeres caracterizadas por una poderosa inicia a la niña en la fase fálica, es el motivo de
vinculación con la madre, en cuyos análisis he po- que en las fantasías de sus años ulteriores el padre
dido estudiar la fase preedípica, siempre me na- aparezca tan regularmente como seductor sexual.
146 SIGMUND Fl\EUD 147
Al apartarse de la madre, la niña también trans- madre cesa también, a menudo, la masturbación
fiere al padre la responsabilidad de haberla ini- clitoridiana, y es muy frecuente que la niña peque-
ciado en la vida sexual. ña, al reprimir su masculinidad previa, también
Finalmente, en la fase fálica aparecen también perjudique definitivamente buena parte de su vida
poderosos deseos activos dirigidos hacia la madre. sexual en general. La transición al objeto paterno
La actividad sexual de este período culmina en la se lleva a cabo con ayuda de las tendencias pasivas,
masturbación clitoridiana; probablemente, la niña en la medida en que hayan escapado al aniquila-
acompañe ésta con fantasías de su madre, pero a miento. El camino hacia el desarrollo de la femi-
través de mi experie.µyia no acierto a colegir si neidad se halla ahora abierto a l.a niña, salvo que
realmente imagina un fin sexual determinado, ni haya sido impedido por los restos de la vinculación
cuál podría ser este fin. -Sólo una vez que todos sus Si echamos una mirada retrospectiva a las fases
intereses han experimentado un nuevo impulso por del desarrollo sexual femenino que hemos descrito,
la llegada de un hermanito o de una hermanita se nos impone determinada conclusión acerca de
menor, podemos reconocer claramente tal fin. La la femineidad en general: hemos comprobado la
niña pequeña, igual que el varoncito, quiere creer actuación de las mismas fuerzas libidinales que
que es ella la que ha hecho a la madre este nuevo operan en el niño del sexo masculino y pudimos
niño, y su reacción ante dicho suceso, tanto como convencemos de que, en uno como en otro caso,
su conducta frente al recién llegado, son iguales siguen durante cierto período idénticos caminos y
que en el varón. Bien sé que es'to parece absurdo, producen los mismos resultados.
pero ello quizá sólo obedezca a que tal idea nos Ulteriormente, ciertos factores biológicos las apar-
es tan poco familiar. tan de sus fines primitivos y aun conducen tenden-
El desprendimiento de la madre es un paso im- cias activas, masculinas en todo sentido, hacia las
portantísimo en el desarrollo de la niña e implica vías de la femineidad. Dado que no podemos des-
mucho más que un mero cambio de objeto. Ya cartar el concepto de que la excitación sexual obe-
hemos descrito cómo se produce y cuáles son las dece a la acción de determinadas sustancias quí-
múltiples motivaciones que se aducen para expli- micas, parecería obvio esperar que la bioquímica
carlo; agregaremos ahora que se observa, paralela- nos revele algún día dos agentes distintos, cuya
mente con el mismo, una notable disminución de presencia produciría respectivamente la excitación
los impulsos . sexuales activos y una acentuación de sexual masculina y la femenina. Pero esta esperan-
los pasivos. Es cierto que los impulsos activos han za no es, evidentemente, menos ingenua que aque-
sido más afectados por la frustración, pues demos- lla otra, felizmente superada hoy, de que sería po-
traron ser totalmente •irrealizables y, por lo tanto, sible aislar bajo el microscopio los distintos factores
fueron más fácilmente abandonados por la libido; causales de la histeria, la neurosis obsesiva, la me-
pero tampoco las tendencias pasivas han escapado lancolía, etc.
a las defraudaciones. Con el desprendimiento de la También en el quimismo de la sexualidad las
---------------------------------~-:----~--- ···-·----·---~~-~·-

í48 149
cosas deben ser un tanto más complicadas. Para la te, empero, porque mi trabajo es sólo una contri-
psicología, sin embargo, es indiferente si en el bución entre otras, puedo excusarme de considerar
cuerpo existe una sola sustancia estitnulante se- exhaustivamente la bibliografía sobre el tema, li-
xual, o dos, o un sinnúmero de ellas. El psicoaná- mitándome a destacar los más importantes puntos
lisis nos ha enseñado a manejamos con una sola de contacto con algunos de dichos trabajos y las
libido, aunque sus fines, o sea sus modos de gra- más considerable~ discrepancias con otros.
tificación, puedan ser activos y pasivos. En esta La descripción que hizo Abraham ( 1921) de las
antítesis, sobre todo en la existencia de impulsos manifestaciones del complejo de castración ·feme-
libidinales con fines paQ vos, radica el resto de nues- nino 3 , nlf ha sido superada todavía, pero quisiéra-
tro problema. mos ver incluida en ella el factor de la exclusiva
vinculación primitiva con la madre. No puedo me-
nos que· declararme de acuerdo con los puntos prin-
IV ~··- • cipales expuestos en el importante trabajo de Jean-
ne Lampl-de Groot ( 1927) 4, quien reconoce que la
Estudiando la literatura analítica sobre nuestro fase preedípica es totalmente idéntica en el varón
tema, llégase a la conclusión de que, cuanto aquí y en la niña, y que también afirma, demostrándolo
hemos expuesto ya ha sido dicho en ella. Por con- con sus propias observaciones, que la niña desplie-
siguiente, no habría sido necesario publicar este ga frente a la madre una actividad sexual (fálica).
trabajo, si no fuese porque en un sector de la in- La autora atribuye el desprendimiento de la madre
vestigación que es tan difícilmente accesible, cual- a la influencia de la castración reconoctda por la
quier comunicación sobre las propias experiencias niña, que la obligaría a abandonar su objeto sexual,
y las conclusiones· personales puede tener valor. y con ello, a menudo también la masturbación.
Además, creo haber definido con mayor precisión Para describir el desarrollo completo, adoptó la fór-
y aislado más estrictamente determiiJ.ados puntos. mula de que la niña debe pasar por una fase de
Algunos de los otros trabajos sobre el tema son un complejo de Edipo "negativo'', antes de poder in-
tanto confusos, debido a que consideran simultá- gresar en su fase positiva. Sin embargo, en un
neamente los problemas del superyó y del senti- punto creo que esta exposición es inadecuada: al •
miento de culpabilidad. He procurado eludir tal representar el desprendimiento de la madre como
confusión y, además, al describir los diversos re-
sultados finales de esta fase evolutiva, me he abs- 3 "Aeusserungsformen des weiblichen Kastrationskomple-
tenido de abordar las complicaciones que se pro- xes", Internat. Zeítschrift für Psychoanalyse, vol. VII, 1921.
ducen cuando la niña, defraudada en su relación ~ "Zur Entwicklungsgeschichte des Oedipuskomplexes der
con el padre, retorna a la vinculación abandonada Frau", Internat. Zeitschrift für Psychoanalyse, vol. XIII,
con la madre, o bien en el curso de su vida fluctúa 1927. Respondiendo a un deseo de la autora, corrijo aquí
su nombre de pila, que en la citada revista figuró 90mo
repetidamente entre ambas actitudes. Precisamen- "A. L. de Gr.". · '
150 SlGMUND F1UWlJ SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 151

un mero cambio de objeto, sin tener en cuenta que año de vida. .Esta determinación cronológica, que
· se lleva a cabo bajo los más evidentes signos de también modifica necesariamente nuestra concep-
hostilidad. Este factor de la hostilidad es plena- ción de todas las demás condiciones evolutivas, no
mente considerado en el último trabajo de Helene concuerda, en efecto, con cuanto nos enseñan los
Deutsch sobre el tema ( 1930) -0, en el cual reco- análisis de los adultos y es particularmente incom-
noce asimismo la actividad fálica de la niña y la patible con mis comprobaciones acerca de la larga
intensidad de su vinculación a la madre. Helene duración de la vinculación preedípica de la niña
Deutsch tambiél!, indica que el viraje hacia el pa- con la mad5e. Tal contradicción podría ser átenua-
dre se realiza a través de las tendencias pasivas da teniendo en cuenta que todavía no nos es posi-
que ya se han despertado en la niña en su relación ble discernir en este terreno lo que ha sido rígida-
con la madre. En su libro anterior ( 1925) 6 sobre mente fijado por leyes biológicas, de lo que es sus-
el psicoanálisis de las funciones sexuales femeni- ceptible _de cambios y desplazamientos bajo el in-
nas, dicha autora aún no había superado la tenden- flujo de las vivencias accidentales. Sabemos hace
cia a aplicar el esquema edípico también a la fase tiempo que la seducción puede tener por efecto
preedípica, de modo que interpretó entonces la ac- acelerar y estimular la madurez del desarrollo se-
tividad fálica de la niña pequeña como una identi- xual infantil, y es muy posible que también otros
ficación con el padre. , factores actúen en idéntico sentido, como por ejem-
Fenichel ( 1930) 7 destaca con razón la dificultad plo la edad del niño al nacer los hermanos o al
de reconocer qué parte del material producido du- descubrir la diferencia entre los sexos, la observa-
rante el análisis corresponde al contenido intacto de ción directa de las relaciones sexuales la actitud de
la fase preedípica, y qué parte del mismo ha sido los padres en el sentido .de conquistar o rechazar
deformada en sentido regresivo o en otro cualquiera. su afecto, y así sucesivamente.
No acepta la actividad fálica de la niña pequeña Algunos autores tienden a menoscabar la impor-
según el concepto de Jeanne Lampl-de Groot, y tancia de las primeras y más primitivas pulsiones
también rechaza la "anticipación" del complejo de libidinales del niño, en favor de procesos evolu-
Edipo preconizada por Melanie Klein ( 1928) 8 , tivos ulteriores, de modo que aquéllas quedarían
quien lo hace remontar ya al comienzo del segundo reducidas -para expresarlo en su forma más extre-
ma- al papel de establecer meramente determi-
5 "Der feminine Masochismus und seine Bezieh{ing zur nadas orientaciones, mientras que la intensidad
Frigiditat, lnternat. Zeitschrift für Psychoanalyse, vol. XVI con la cual estos desarrollos se llevan a cabo de-
1930. '
6 "Zur Psychologie der weiblichen Sexualfunktionen",
penderá de las regresiones y formaciones reactivas
lnternat. Psychoanalytischer, Verlag, Leipzig-Viena-Zurich
m~ ,
7 ''Zur pragenitalen Vorgeschichte des Oedipuskomplexes",
Intemat. Zeitschrift für Psychoanalyse, vol. XVI, 1930. rift für Psychoanalyse, vol. XIV, 1928. Lampl-de Groot:
ll "Frühstadien des Oedipuskonfliktes", lntemat. Zeitsch-
loe. cit.
152 SIGMUND FREUD SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA 153

ulteriores. Así, por ejemplo, Karen Horney ( 1926) 9 cepción de Jones 10, de que la fase fálica de la niña
opina que exageramos considerablemente la primi- sería una reacción secundaria de protección, mas
tiva envidia fálica de la niña y que la intensidad bien que una genuina fase evolutiva. Esto no con-
de la tendencia a la masculinidad, ulteriormente cuerda con las condiciones dinámicas, ni con las
desarrollada, debe ser atribuida a una envidia fá- cronológicas.
lica secundaria, que sería aplicada para rechazar
los impulsos femeninos, en particular los relaciona-
dos con la vinc;¿lación femenina al padre. Esto no
concuerda con '..:la impresión que yo mismo pude
formarme. Por seguro que sea que las primeras
tendencias libidinales son reforzadas ulteriormente
por regresiones y por formaciones reactivas y por
difícil que sea estimar la fuerza relativa de los di-
versos componentes libidinales que concluyen, creo
sin embargo que no deberíamos dejar de reconocer
que aquellos primeros impulsos tienen una intensi-
dad propia, superior siempre a cuanto sobreviene
después, una intensidad que en realidad sólo pue-
de ser calificada de inconmensurable. Ciertamen-
te es exacto que entre la vinculación al padre y el
complejo de masculinidad reina una antítesis -la
antítesis general entre actividad y pasividad, entre
masculinidad y femineidad-, pero eso no nos da
el derecho de suponer que únicamente aquélla sería
primaria, mientras que el segundo sólo debería su
fuerza al proceso defensivo. Y si la defensa contra
la femineidad llega a adquirir tal energía, ¿de qué
fuente puede derivar su fuerza, sino del afán de
masculinidad, que halló su primera expresión en la
envidia fálica de la niña y que por eso bien merece
. ser calificado con el nombre de ésta?
Una objeción similar podría aplicarse a la con-

,...9 "Flucht aus der Weiblichkeit", Intemat. Zeitschrift für 10 "Die erste Entwick:lung der weiblichen Sexualitat",
Psychoanalyse, vol. XII, 1926. Intemat. Zeitschrift für . Psychoanalyse, vol; XIV, 1928. ·
TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENrNO 155

padre con el _deseo edípico de tener un hijo, estado


que puede persistir en la vida adulta o bien desapa-
recer sólo parcialmente. Freud pensaba que el fra-
Vil caso en el establecimiento de esta identificación
femenina y el desarrollo en su lugar del complejo ·
"
PROBLEMAS ESPECIALES DEL TEMPRANO masculino se debía"n en gran medida a factores
DESARROLLO SEXUAL FEMENINO "' co~st.itucionales: la posesión de un mayor grado de
actividad, tal como el que es habitualmente carac-
PoR PHYLLIS GREENACRE terístico del varón. Pensaba además que estricta-
mente hablando, nÓ había una libido fe~enina, en
cuanto a la función femenina era esencialmente pa-
El desarrollo sexual de las mujeres se complica siva desde un punto de vista teleológico y dado que
por la presencia de dos zonas principales de placer los fines (de reproducción) de la Naturaleza se po-
erógeno, el clítoris y la vagina. La teoría más ge- dían lograr por medio de la agresividad del varón,
neralmente aceptada acerca del desarrollo de la se- con escasa cooperación femenina o ninguna, siendo
xualidad en las mujeres, tal como la enunciara la función masculina más importante desde el pun-
Freud, es sustancialmente la siguiente: los dos se- to de vista teleológico, y la función femenina co- .
xos se desarrollan de una manera muy parecida rrespondiente menos diferenciada. En su capítu-
hasta el comienzo de la fase fálica. En esta época lo sobre la psicología de las mujeres de New
las niñas se comportan como varoncitos al descu- Introductory Lectures on Psychoanalysis ( 1933),
brir las sensaciones agradables del clítoris, y asocian que yo he citado sumariamente, Freud no trató mu-
esta excitación con ideas de comercio sexual. En cho el mecanismo por el cual se cumple la transfe-
este momento el clítoris es el centro de la actividad rencia de la sensación erótica' a la vagina. Queda
masturbatoria de la niña, permaneciendo la vagina implícito, más bien que expreso, gue parecía posi-
ignorada por ambos sexos. Parecería entonces que ble que eso fuera anticipado por el deseo de tener
los niños de los dos sexos son en este punto varon- un hijo del padre, con una más clara idea del em-
citos, siendo la niña el más pequeño, considerada barazo y una concepción más clara del coito, para
desde el punto de vista de las sensaciones corpora- cumplirse en muchos casos sólo por las experiencias
les. Con el cambio hacia una orientación femenina reales del comercio sexual. Que tal curso de desa-
bajo la influencia de la envidia del pene, la niña rrollo ocurre con relativa frecuencia y que a menu-
repudia a su madre y renuncia a la masturbación do no se realiza la transferencia de sensación a la
clitórica, se hace más pasiva y se vuelve hacia el vagina, es asimismo la experiencia de todos los que
se ocupan de los problemas íntimos de la mujer.
"' Reimpreso de The Psychoanalytíc Study of the Child, Freud c~nsideraba que lo que dijo sobre la psico-
Vol. V, Nueva York, Intemational Universities Press, 1950. logía de las mujeres era incompleto' y fragmentario.
.. 156 PHYLLIS GREENACRE TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 157
....)

Este capítul'o está basado en lá recomeridadón final nos cuyas funciones ya están maduras, pero bajo
del suyo. "Si quieres saber algo más acerca de la fe- condiciones en las que el alivio obtenido de este
mineidad, debes interrogar a tu propia experiencia, modo es insuficiente, parece que puede haber una
o volverte a: los poetas, o bien ·esperar hasta que la difusión hacia sistemas todavía no muy maduros, y
Ciencia pueda darte una información más profundá un funcionamiento prematuro de ellos que podría
y coherente." Procederé a partir· de· todas esas tres entonces promover su maduración anatómica y fi-
fuentes. siológica, en la manera indicada por Langworthy en
El material de este capítulo proviene predomi- sus investigaciones, si el esfuerzo no es demasiado
nantemente de casos de desarrollo sexual· patológi- grande. Que un funcionamiento prematuro y for-
co, y como tal está· sometido a la crítica én cuanto zado de esa clase puede · ocurrir y quedar estable-
base de deducciones relativas al desarrollo femeni- cido en· un nivel moderadamente estable pero vul-
no normal. Solamente en unos pocos casos· ha sido merables, es muy evidente en la experiencia común
posible complementarló con observaciones sobre ni- del adiestramiento de los hábitos de evacuación
ñas, y con experimentos y ·observaciones de otros urinaria e intestinal que se efeétúa antes de ql,lé el
investigadores: Es necesario establecer estas limi- desarrollo neuromuscular haya llegado a su punto
taciones desde un .comienzo, y presentar el mate- óptimo.
rial como problemas del desarrollo sexual femenino En la investigación del desarrollo de la sexuáli-
en lugar de intentár formulár una teoría consisten- dad femenina, siempre se debe considerar la rela-
te. Parece, sin embargo, que · a menudo las con- ción entre las dos principales zonas erógenas, el
diciones patológicas son la fuente de un estímulo clítoris y la vagina. Puede ser, sin embargo, que el
considerable para las deducciones y observaciones desarrollo progresivo no siga siempre con tanta re-
relativas a las condiciones normales, y se espera que gularidad la secuencia ya esbozada, como lo hemos
esta presentación de problemas pueda servir, por lo pensado. En ese mismo capítulo sobre la psicología
tanto, para ampliar nuestro conocimiento de la se- de las mujeres, Freud dice (pág. 161): "Es verdad
xualidad femenina normal, así como de sus pertur- que aquí y allí se han presentado informes que nos
baciones. hablan asimismo de precoces sensaciones vaginales;
Como se ha ·indicado reiteradamente en capítulos pero no puede resultar fácil discriminar entre éstas
anteriores, es mi opinión que la estimulación geni- y las sensaciones anales o las sensaciones del vestí-
tal se puede producir mucho antes de la fase fálica, bulo vaginal; en todo caso, no pueden desempeñar
y que ella ocurre en situaciones de tensión extrema un papel muy importante". Es sólo respecto de esta
o general para el organismo, donde hay una sobre- última conclusión relativa a la importancia de las
carga difusa del equipo neuromus-cular y una con- observaciones que este capítulo desearía presentar
siguiente utilización de todos los mecanismos de nuevas evidencias, es decir, a propósito de la cues-
descarga. Es evidente que esa descarga tiende a ser tión de la importancia de esas sensaciones precoces,
efectua.da, en primer Jugar, por E:e<Jiq ~e 1os 6r~3:., y como partt3 9e este pr()bJe¡n¡i. 1 ge su peculiar rela,
o
158 PHYLLIS GHEENACRE TEMP.!IANO DESAMOLLO SEXUAL FEMENINO 159

ción, temporal y de significado, de contraste o de hizo evidente durante mis años en hospitales psi-
amalgama con las sensaéiones clitóricas. quiátricos, en la directa observación de las prácticas
El material será tratad_o aquí bajo los siguientes masturbatorias así como en las extrañas quejas hi-
encabezamientos: pocondríacas e ideas delirantes de esas pacientes.
A) Indicaciones y condiciones de las sensacio- Así, las explosiones de orgasmo genital de que se
nes vaginales precoces; B) Evidencias y frecuen- quejan algunas esquizofrénicas, atribuyéndolas a las
ci~ de las sensaciones clitóricas prefálicas; e) molesta intervención de otras personas, parecen es-
Estimulación clitórica durante la fase fálica; D) tar localizadas más a menudo en la vagina que en
Primeras situaciones en las que se presenta una el clítoris, inclusive en mujeres que han sido vagi-
bipolaridad entre el clítoris y fa vagina; · E) ·s ecue- nalmente frígidas en sus vidas sexuales conscientes
las. ulteriores de la bipolaridad entre vagina _v clí- presicóticas. El orgasmo automático de las pacien-
tons; F) Condiciones del predominio vaginal; a) tes psicóticas latentes o de las que se encuentran en
por medio de una acentuación especial de la esti- un estado de pánico prolongado, es más a menudo
mulación vaginal; b) mediante la derivación de vaginal que clitórico. Aquí el orgasmo ocurre es-
estimulación clitórica y c) a través de la represión pontáneamente sin manipulación ni fantasías cons-
de las sensaciones clitóricas; G) una elaboración cientes, y literalmente embarga y azora a la pacien-
especial de la envidia del pene y el complejo de te, que a menudo no se da cuenta de que estímulo
castración en fa cual se proyecta la disputa sobre del ambiente ha provocado la descarga. De acuer-
el pecho y los testículos, "el complejo de Medea", do con todas las investigaciones clínicas que yo
y finalmente, H) una revisión de la literatura. he podido hacer, este tipo particular de orgasmo
vaginal parece oc~rrir en pacientes que han pade-
cido una larga, severa y temprana ansiedad, y que
INDICACIONES Y CONDICIONES DE LAS manifiestan también otras descargas autoeróticas.
SENSACIONES VAGINALES PRECOCES He pensado que eso se producía, por lo tanto, como
parte de una revivencia de un intenso y polimorfo
Durante muchos años he tenido la impresión, fun- período perverso, en el cual la incapacidad de la
dada totalmente en observaciones clínicas de aue débil niña para soportar la excesiva estimulación a
de ningún modo la sensación vaginal se desarr~Ila la que se vio sometida causó una respuesta general,
uniformemente con posterioridad a la del clítoris,
difusa y desorganizada, con descargas a través de
y de que por cierto no siempre espera a un comer-
muchos canales, incluyendo los genitales aún antes
cio sexual real para su establecimiento, sino gue
de que la genitalización se hubiera convertido en
puede ser contemporánea de la sensación clitórica
una fase bien localizada, como ya lo mencionamos.
o aun precederla. En pacien_tes psicóticas, con una
Acorde con esto está el hecho de que esos orgas-
profunda regresión, se anota que las sensaciones
mos vaginales espontáneos rara vez proporcionan un
autoeróticas son de un tipo vaginal en una propor-
ción desusadamente alta de aquéllos. Esto se -me alivio adecuado, y son experimentados por la pa-
160 PHYLLIS GREENACRE TEMPllANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 161

ciente como superficiales, y no tan agudos como el vidad de la musculatura del introitus vaginal con
orgasmo clitórico ni tan completos como la respues- la actividad del esfínter anal y con los actos de suc-
ta ~aginal suscitada de un modo más regular. cionar y engullir. ltsta parecería ser, posiblemente,
Sm ~mbargo, ~e ha evidenciado que hay también la situación, en el caso de la paci~nte con el tic
se~sac10n~s vagmales derivadas de una temprana vaginal aludible, mencionado en . el capítulo 2 de
esh?mlación anal y rectal, hecho claramente reco- mi libro, Trauma, desarrollo y personalidad ( Edic.
nocido por Freud en la cita que hemos mencionado. Hormé, 1960). Puede no ser una mera figura de
Debe .recordarse que en la niña el recto inferior y lenguaje referirse a esta condición como una es-
la vagma han estado unidos realmente en una aber- pecie de chasquido de los labios vaginales aso-
tura común, la cloaca, hasta un momento relativa- ciados con la ingestión de aire. En casos en
me~te. tardío de la vida fetal, y que inclusive en el los que se ha registrado una gran estimulación
?ªcimiento puede ser que esta diferenciación, sea oral en la infancia, asociada con fuerte excita-
mcompleta en las localizaciones del sistema nervioso ción del esfínter anal, o cuando esta última ha . sido
c~ntral; e~ otras palabras, que pueda persistir toda- acentuada por una temprana constipación y el uso
vi~ .el registro. central fetal, o imagen corporal, por de enemas y supositorios, el mismo introitus va-
debil que sea. El hecho de que en muchos bebés ginal puede ser afectado por la sensibilización del
un~ estimulación de la boca a través de la alimen- esfínter vaginal, y las sensaciones vaginales de esta '
tación produzca una estimulación del intestino infe- zona se hacen bien marcadas y fuertes. Tales con-
rior, fá?ilmente ~~servable (que en la niña se puede tracciones vaginales rítmicas, experimentadas clara-
coz.n?mcar tambien a la vagina), nos da un factor mente como comparables a la ingestión, son ocasio-
adic10nal para la comprensión de la equiparación de nalmente descritas por las pacientes, y pueden ser
la boca y la vagina, universalmente presente en las observadas directamente en el curso de los exáme-
mujeres. Que esto no se funda en una base intelec- nes ginecológicos. Están asociadas en grados diver-
tu~l, visualmente simbólica, se me evidenció am- sos con sensaciones eróticas experimentadas subje-
pha~ente en el análisis de varias pacientes. Una tivamente· y son a veces muy distintas. Esta sensi-
paciente, en una época en la que sufría una severa bilidad especialmente fuerte del esfínter favorece el
tos paroxísmica, se despertó en un acceso de tos desarrollo del vaginismo, que fomenta aún más el
para. encontrarse en .un simultáneo orgasmo vaginal, desarrollo de deseos de castración como parte del
asociado con un sueño que mostraba claramente a problema de la envidia del pene, y está a su vez
la b.oca, con la entrada ~ los pulmones y el esófago· determinado por él.
eqmp~rada al surco vagmal, con las aberturas anal Así como la estimulación oral puede producir una
Y vagmal. He obtenido también evidencias de es- actividad del bajo vientre (y de la vagina) en la
ta~os similares ~n la infancia de pacientes que su- niña, la frustración oral puede producir una forma
frieron en esa epoca una severa tos ferina. especial de respuesta activa, evidente en la erección
En algunos casos hay un lazo especial de la acti- del varón -en los experimentos de Halverson- pero
o
162 TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 163

que no_ es fácilm~i;ite visible en la niña. Esto puede consideración esto podría parecer peculiar, en cuan-
producir una sufic~ente estimulación como para cau- to las erecciones del varón ocurren con frecuencia
sar una mas~bac1ón por presión de los muslos y¡0 y se -notan especialmente en estados de tensión.
descarga vagmal. Debe observarse, sin embargo, Una ulterior comparación de las relaciones anatómi-
que esa ~espuesta local, aun cuando no sea grosera- cas en los dos sexos ofrece una base razonable para
mente evidente, p7omov~rá una sensación genital (y las observaciones clínicas. En la niña, la mavor
generalmente vagmal, s1 no me equivoco), que po- vinculación entre la vagina y el recto puede signifi-
drá ser registrada de alguna _manera en la imagen car que la vagina es fácilmente estimulada por las
corporal c~ntral de la niña. Aquí debo diferir una descargas anales y que, dado que este mecanismo
vez más, ligeramente, de la idea de Freud de que madura más temprano que el del clítoris, la vagina
l~s niños de ª,mbos sexos no saben nada de la va- obtiene de tal modo una estimulación más tempra-
g~a. ~n una epoca temprana. En el curso de los na, y que el clítoris recibirá solamente los estímulos
a~alisis tengo ~a impresión de que en algunas pa- que no pudieran ser descargados en el nivel ante-
cientes. ha habido alguna especie de conciencia de rior. En la niña, la relajación de la vejiga parece
la ~~gma muy tempranamente, por confusa y poco fundirse en sensación y estímulo con el recto y la
verificada que se~. Esto puede ocurrir muy clara- vagina, mientras que la irritabilidad de la uretra
mente aun en pacientes que no han sufrido tensiones puede combinarse algunas veces con sensaciones
pre?1aturas. extremas. Otros analistas, cuyas obser- del int1'oitus vaginal. En realidad la u!etra está más
vac10nes discutiremos luego, también han notado próxima a la abertura vaginal que el clítoris. El
esto. La -conciencia vaginal aumenta más aún en examen de una sección sagital de la pelvis muestra
aqu~llas pacientes que en la infancia han sido so- muy claramente de qué modo la distensión de los
metidas a reiterados estímulos del recto y el ano· y órganos .excretorios, vejiga o intestinos, produciiá
cuando esta estimulación se ha producido antes de una estimulación por presión mecánica sobre la va-
la f~se fálica, se .presenta una fuerte respuesta oral- gina más fácilmente que sobre el clítoris, que está
vagmal en reacción a observaciones de la escena bastante sorprendentemente aislado de los otros ór-
sexual. ganos. En el varón, por otra parte, el funcionamien-
to urinario origina una directa estimulación del pe-
ne, y dado que hay sólo un órgano para la descarga
EVIDENCIAS Y FRECUENCIAS DE LAS SÉNSACIONES
CLITORICAS PREFALICAS · del placer genital, sólo él estará disponible para ca-
nalizar la difusión de respuestas por la estimulación
. ~s sensaciones clitó?~as se producen en algunas central.
mna~ _antes de su ~panción regular junto con la fa- En aquellas pacientes en quienes parecen haberse
se fa~ca, pero segun mi experiencia con pacientes producido en la fase prefálica claras sensaciones cli-
sometidas al análisis, son mucho menos frecuentes tóricas, he sospechado, y en algunos casos he tenido
que lds sensaciones vaginales. .Ante una primera evidencias definüh~s d~ ~llo; que se hlll;:>Í# ré~istr~gQ
164
o
PHYLLIS GREENACRE TEMPRANO DESA1\ROLLO SEXUAL FEMENINO 165

una directa manipulación del clítoris po¡: la madre o zada·se convierte entonces para la niña en la ocasión
la nodriza durante actividades de limpieza reitera- de intensos celos del varón y envidia de su órgano.
qas y excesi~amente ansiosas, en el esfuerzo por Esta susceptibilidad a la envidia del , pene ~i~ue
disolver "adherencias" en torno al clítoris, una for- siendo elevada, según creo, hasta el penado edip~co
ma de la llamada circuncisión femenina, que. solía y a lo largo de él, debid~. a la inevitable .fr~strac1ó,n
ser aconsejada por los médicos con:i.o curación o pro- del deseo de tener un hi10 y al descubrimiento fa-
filaxis contra la masturbación, cosa gue en realidad lico relativamente reciente con ella misma. Baio la
fomentaba. Dado que el clítoris varía extraordina- influencia de la decepción causada por e!lo, la re-
riamente en tamaño y en la medida en que se en- gresión al deseo de tener un órgano mas grande
cuentra expuesto -aunque por lo común está en- para el placer es evidentemente fácil, y exacerba. el
castrado bastante eficazmente- estos hechos solos complejo masculino. Todo esto puede ser n;iuy m-
deben influir sobre el monto de la estimulación ca- crementado si nace en esa época un hermanito me:
sual a la que está sometido, y ella varía en conse- nor en cuyo caso Ia masculinidad de la niña toma
cuencia mucho más que en la análoga estimulación la f~rma de una aumentada maternidad masculina o
del pene. · de una franca identificación con el sexo masculino
a través de la adopción de un pene ilusorio, la su-
posición de que ella tiene un pene que no es direc-
ESTIMULACióN CLITóRICA DURANTE
LA FASE FÁLICA tamente visible.
De ese modo la culpabilidad de castración tan
Que la maduración de la sensibilidad clitórica an- típica de la niña puede tener muy co~ta. vida, V ser
te la estimulación en la fase fálica ocasiona que ésa superada rápidamente por el establecimiento ?e ~n
sea- el asiento de la masturbación espc:mtánea, pe~ nene ilusorio sobre la misma base de la concie~c~a
ro de ningún modo en las niñas, es probablemen- del clítoris y del peculiar refuerzo ~e la enviam
te lo que sucede habitualmente, pero de ningún del pene eri estas circunstancias especiales. ·
modo universalmente, difiriendo algo de tal mo-
do del varón, en quien la constante e inevitable
estimulación del pene por los vestidos y la ropa PRIMERAS SITUACIONES EN LAS QUE SE PRESENTA
UNA BIPOLARIDAD ENTRE EL CLITORIS
de cama y la posibilidad de manipular ese órgáno Y LA VAGINA
en la micción causa una uniformidad en la fase fá-
lica. En la niña, en cambio, la estimulación clitóí:ica Probablemente en la mayoría de las niñas, en ~1-
masturbatoria queda fijada, indudabJemente, cuan- gún momento del período de latencia, ocurre algun
do la pequeña, en esa época particular, y bajo la grado de identificaci.ón bis~xual, a me~os que l~
influencia de la conciencia del placer producido niña se mantenga casi exclusiv.ament~ ~a¡o la domi-
por ese órgano, ve a un varón de su edad orinar o nación de un prolongado conflicto ~d1pico. Por fue;-
masturbarse. La misma cualidad placentera focali- · te que sea la identificación masculma en la fantas1a
o
166 PHYLLIS GRE:ENACRE Tl!:Ml'llANO DESArutOLLO SEXUAL FEMEJ'\'INO 167

consciente o inconsciente, hay un conocimiento de ambiente), y un incremento de la tendencia al


la realidad, .sostenido por Ja imagen corporal deri- pensamiento m~co y la fantasía. Estos mismos
vada de sensaciones reales, que no le permite a la concomitantes de la predisposición a la ansiedad
~iña abandonar por completo ~u identificación fe- tenderán, en consecuencia, a fortalecer la intensi-
menina (excepto en esos raros y extremos estados dad del pene- ilusorio con su localización primaria
d~l desarrollo psiQÓtico dominados por la fantasía). en el clítoris, si se ha producido una exposición
Sm embargo, se puede encontrar muy ocasional- para la comparación con el varón durante la etapa
mente en el curso del análisis de mujeres, síntom:is de la masturbación clitórica, para superar mañosa-
oue han surgido de un equilibrio desusado de las mente la culpabilidad de la castración. Este des-
i?entificaciones masculina y femenina, con una con- plazamiento del pene ilusorio hacia el "interior" se
tmua localización de las sensaciones genitales en e] produce por cierto en muchas niñas utilizando las
clítoris y en Ja vagina, no siendo nunca armonizados sensaciones vaginales y el recto superior. Pero ba-
ambos y resultando ello en una confusión que ha jo otras condiciones, especialmente si continúa la
afectado el sentido de la realidad, ~specialmente e] exposición a la emulación del pene y se prolonga
sentido de la identidad, y que ha interferido en e] la mastur~ación clitórica, siendo sucedida en el pe-
pensamiento. Esto puede contribuir claramente a ríodo edípico por una resolución especialmente po-
estados de despersonalización. Un grado tan mar- bre del conflicto edípico con la resultante identi-
cad9 de polarización de las sensaciones entre el clí- ficación con el padre, el pene clitórico ilusorio se
toris v la vagina se produce, según mi experiencia, mantiene con gran intensidad. Se observa, además,
cuando ha habido: a) una menstruación vaginal que si se ha producido antes de la fase fálica una
muy .temprana en. cualquiera de las maneras y.a fuerte estimufaci6n oral-anal-vaginal, la niña bajo
menc10nadas, segmda por b) una fuerte fase fálica, la influencia de la decepción edípica regresa no
reforzada por la observación de la mashubación en sólo al placer clitórico, que precisamente en esos
un varón contemporáneo, teniendo por resultado es- casos en que ha nacido un hermanito en esa época
ta combinación de elementos una envidia del pene no hay meramente un aumento de la envidia del
especialmente fuerte y el establecimiento de una fan- pene, sino una nueva tendencia regresiva incremen-
tasía muy intensa de tener un pene. Se observa en tada por la -envidia oral y del pecho, excitada por
el estudio clínico que las situaciones de ansiedad la visión de la alimentación del bebé. Bajo estas
prematura que han contribuido al desbordamiento condiciones puede desarrollarse una extrema pola-
de la estimtilación para producir un incremento de ridad de la sensibilidad oral-vaginal y la clitórico-
la reactividad vaginal, producen también un desa- fálica. Considerado desde otro ángulo, podría de-
rrollo incompleto del sentido de la realidad, con cirse que ambas presiones son tan grandes que hay
una prolongación de la tendencia a la identificación un conflicto real entre la imagen del cuerpo basada
primitiva con otras personas del contorno (en otras sobre las experiencias reales y la imagen fálica de
palabras, una separación incomplet~ d~l yo del
- 168 . PHYLLIS Gl!\EENACRl!
TEMPRANO DESAR1\0LLO SEXUAL FEMENINO 169
la fantasía, que tiene su núcleo de realidad en las pero que tienen una historia más larga y mayor
sensaciones clitóricas. fuerza de realidad que las fálicas.
Este conflicto entre las dos imágenes del yo geni-
SECUELAS ULTERIORES DE LA BIPOLARIDAD tal tiene a veces por resultado constantes movi-
ENTRE VAGINA Y CLlTORIS mientos pendulares de la orientación clitórica ha-
cia la vaginal, o puede dar origen a un estado de
Cuando la excitación de la vagina y la del clí- irrealidad con el abandono del problema y una
toris se han establecido de una manera temprana, evasión hacia un pensamiento de una especie ca-
fue1te y mutuamente antagónica, el clítoris puede racterísticamente vaga y etérea. Esto se ve con la
ser el asiento de un pene persistente y prácticamen- mayor frecuencia en una forma bien desarrollada
te alucinatorio, y esto perdura generalmente a lo bajo la influencia de la nueva ansied~d generada
largo del perjodo de latencia; esto es, el complejo por el comienzo de la pubertad, especialmente por
de masculinidad es particularmente fuerte y este la aparición de la menstruación. Esas niñas pue-
elemento desempeña un papel en la reacción, abru- den entonces directamente "zozobrar contra la roca
madoramente severa, ante la pubertad. Esas niñas de la pubertad" y sufrir una postración, o reti~arse
son con frecuencia desusadamente agresivas du- a una intelectualidad y un filosofar improductivos.
rante el período de latencia y pueden participar Algunas veces, sin embargo, se repudia y supri-
- activamente en toda clase de investigaciones, se- me a una zona en beneficio de la otra. ·Probable-
xuales y otras, pero al mismo tiempo tienen fan- mente el clítoris se impone con mayor frecuencia,
tasías secretas muy elaboradas respecto de las ac- en parte en virtud de su capacidad especial -para
tividades pasivas y masoquistas. La _condición de una agudeza de la sensación; la represión de la
alucinación fáliéa involucra no sólo un estado vi~ conciencia vaginal es promovida por los problemas--
.mal alucinatorio sino también una combinación de de la castración femenina en la pubertad, que an-
éste con sensaciones alucinatorias táctiles y tumes- teriormente han sido reprimidos o han tropezado
centes derivadas no solamente de la tumescencia con una defensa exitosa en el período infantil, es-
clitóri~a sino especialmente de las respuestas - cor- pecialmente cuando se los asocia con experiencias
porales hiperplásticas y de la "sugestibilidad cor- reales que causen un temor a la preñez y al parto.
poral'' de los niños cuyo primer estadio de desarro- Una fuerte homosexualidad (latente) se desarrolla
llo del ego en la infancia ha sido menoscabado. Eso con una frigidez vaginal especialmente persistente.
no impide que la niña se aferre al pádre con una
Estas pacientes pueden presentar superficialmente
·actitud oral-vaginal infantil que alterna con sus im-
la apariencia del comienzo de un desarrollo sexual
pulsos fálicos. ;Hay entonces un conflicto real en-
parecido a la secuencia ordinaria descrita por
tre la imagen fálica genital alucinada y la imagen
Freud, pero no se produce la transfere':1cia de 1a
real del cuerpo que deriva de -las sensacion~s. va-
sensación de la vagina bajo la influencia de una
ginales endógenas, que pueden no ser tan mtidas,
experiencia real de comercio sexual.
170 PHYLLIS Gl\EEN.AC!\:&:
1"11

debido a que la niña está rodeada totalmente por


CONDICIONES DEL PREDOMINIO VAGINAL mujeres, como sucede ocasionalmente cuando sólo
La condición en que la vagina, sea en su seg- tiene hermanas, o cuando por otras razones las ni-
mento superior o en su introitus, aparece como la ñas tienen el papel dominante en el contorno, e.n-
principal o prácticamente la única fuente de placer tonces puede imponerse la vagina y seguir siendo
genital para la niña se origina a) a través de una la principal zona erógená. La postrera competen-
acentuación de la conciencia vaginal no compen- cia falta genuinamente, o bien toma la forma de
Sa.da por el desarrollo de un fuerte pene ilusorio; lídad personal que es tan evidi;mte en niñas que
b) mediante situaciones que provocan · una deri- han tenido una anterior envidia del pene con fuertes
. vación del interés por el clítoris o bien c) la repre- des.eos de castración o con una clara formación de
sión del interés y los placeres clitóricos después de un pene ilusorio. No parece desarrollarse un ver-
d~dero compleJo de masculinidad, y la competen-
su desarrollo. .
cia falta genumamente, o bien toma la forma de
/ · Las condiciones generales que promueven una .
U!). apartamiento de las actividades de los varones
conciencia prematura de la vagina, a saber, con-
diciones tempranas de la vida, en los períodos pre- ' y. :ina singular carencia de interés por ellos. Esas
fálicos, que causan una hiperestimulación de la ni- J runas s?,:i algunas veces competitivas respecto de
ña y la necesidad de reacciones totales de descarga, J _ otras mnas, pero aun en tal caso la competencia
ya han sido discutidas. Esas condiciones, especial- no se caracteriza por la incisiva presión que tan re-
mente cuando se combinan con una prolongada es- gularmente se ve entre las niñas, en quienes deriva
timulación oral, con estados de retención urinaria o esenc~alm:~~e de una anterior envid_ia del pene.
intestinal o sin ellos, pero sin un marcado estÍil)ulo Es nn op1mon, basada, empero, en una experiencia
del esfínter anal -y especialmente en esas niñas en muy limitada con este tipo de mujer, que pueden
las cuales no hay ninguna sincronización definida ser conformadas otras funciones de acuerdo con es-
de las respuestas en todo el curso gastrointesti- ta esencial función genital, y que esas mujeres pue-
nal-, pueden promover una fuerte estimulación den parecer indefinidas~ carentes de fuerza en las
vaginal en el perído prefálíco. Dicho de otra ma- empresas sociales e intelectuales,, pero no son nece-
nera, se incrementan los elementos receptivos y de sariamente improductivas. :' En el único caso del
distensión de la perturbación prematura, pero en que me ocupé asiduamente, había una especie de
la ausencia de un fuerte sadismo anal. Esto se apartamiento que no · era primordialmente una in-
debe presumiblemente, no sólo a las vicisitudes es• troversión reactiva, pero que daba superficialmente
peciales de la vida infantil, sino también a las dife- la impresión de un complejo de princesa, allllque
. rencias en la constitución corporal, que implican sin arrogancia.
reactividades viscerales y de los músculos perifé- - En este caso prácticamente se había ignorado al
ricos proporcionadamente diferentes. Si sobre esta clítoris, debido probablemente en parte a que era
base se demora especialmente la envidia del pene muy pequeño y estaba hondamente empotrado, así
u
172 t'HYLI.JS GMl!!NACíü: TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 173
como a otras circunstancias que no lo favorecieron produce el predominio vaginal, .resultando a veces
mucho, como lo descubrió la niña en una situación la envidia del pene en una completa frigidez.
humillante, cuando no había llegado aún a la etapa
fálica. El interés por el clítoris fue entonces inhi- /
bido, y esto se hizo crónico• a raíz de la pequeñez EL COMPLEJO DE MEDEA 1
y protección anatómicas del órgano. Debe notar-
se, empero, que la sensación clitórica no estaba re- Hay una forma de deformación en el desarrollo
primida, esto es, que no había frigidez clitórica; sexual de algunas mujeres, en la cual puede haber
sólo que nunca se demandaba su participación en una exagerada apariencia de femineidad asociada
el placer erótico. con un gran narcisismo y un deseo de extrema ven-
Es concebible que haya una real carencia de ganza cuándo la mujer pierde a su compañero por
desarrollo de la sensación clitórica, debido a que se la muerte de éste, o especialmente si se ve recna-
ha dejado de lado al órgano y no se ha producido zada por él. La experiencia analítica que he tenido
estimulación. Sin embargo, nunca he observado con este tipo de mujer me induce a creer que hay
un caso de ese tipo, y parece más probable que una muy especial constelación de la envidia del
haya regularmente algún grado de sensibilidad cli- pene y del pecho, con la forma más grave del com-
tórica que se ~esarrolla por la espontánea madtira- plejo de castración, reflejada en una comparación
ción de la fase fálica, y que ella sea siguiente- de los pechos y los testículos que permite a la niña
mente reprimida. En aquellas pacientes que pre-
1 Según el mito griego, Medea era una mujer de muchos
sentaron una historia de carencia de sensaciones cli- recursos que ayudó a Jasón a apoderarse del Vellocino de
tóricas, la investigación psicoanalítica más profun- Oro derribando al dragón con gotas mágicas. Se había
da reveló geEeralmente que hubo realmente una enamorado de Jasón y pronto se fugó con él, demorando a
fasE) clitórica fálica muy intensa, que se produjo su padre, que la perseguía, matando a su hermano menor
y dejando sus huesos donde sus padres los encontrarían,
simultáneamente con una exposición a la envidia distrayéndose por su pena. Volviendo así con Jasón a la
del pene junto con abiertas amenazas de los padres corte de Peleas, su tío usurpador, dio a Jasón dos hijos y
o niñeras que observaron la masturbación clitórica consiguió envenenar a Peleas. Jasón, todavía incapaz de
de la niña. Esta última puede ser tan completa- obtener poder por sí mismo, huyó con su mujer y ·sus dos
hijos a Corinto. La tragedia de Eurípides comienza con el
men,te reprimida que el clítoris permanece frígido período de Corinto. Jasón, el marido débil y jactancioso,
en adelante, y es eliminado como asiento de los an- abrigaba resentimiento por la deuda culpable que tenía con
helos fálicos, y entonces la niña adquiere un com- su mujer. Decidió casarse con la princesa de Corinto, excu-
plejo de castración especialmente severo, con el re- sando esto con el argumento de que este casamiento conso-
lidaría su posición en Corinto y podría así proteger a Medea
sultante masoquismo, o vuelve a localizar el deseo y a sus hijos. El amor posesivo y exclusivo de Medea por
fálico en otras partes del cuerpo· determinadas por Jasón se transformó en odio y deseo de venganza. Envenenó
focos especiales narcisistas y/ o erotizados, de los al rey y a la princesa de Corinto con regalos empozoñados;
y completó su venganza matando a los dos hijos que le
cuales la vagina puede ser uno. En esos casos se eran caros a Jasón.
TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 175
174 t'HYLLIS GM!i:NACM
pero esperanzadas. Una paciente de este tipo me
una espaciosa expectación de superioridad después habló de un lejano recuerdo del período de los
de la pubertad. cinco a seis años, cuando el hijo del chófer le ha-
La situación básica que parece favorecer esto es bía "mostrado sus testículos". Cuando le pregunté
el nacimiento de un hermano menor antes del dé- qué había pasado con el pene, dijo al principio que
cimoquinto o décimosexto mes, es decir, en la épo- no podía recordar que aquél lo tuvier~,~ y lueg?
ca preverbal. La envidia y los celo_s del bebé, es- presentó otro recuerdo referido a otro mno, consi-
pecialmente del bebé alimentándose del pecho, son derado también inferior pero que era de su clase
experimentados por la niña con una extrema inten- social, quien en la escuela se paró al lado suyo,
sidad oral, que puede compararse posiblemente frente al pizarrón, "teniendo el pene c::n la mano,
con los terribles celos evidentes en algunos animales debido probablemente a que estaba avergonzado
mimados cuando nace un bebé. Si el bebé es un de él". ¡Una bonita manera de enfrentarse con su
varón, o si nace un hermano varón dentro de los envidia de la masturbación del varón!
próximos dos o tres años, esta envidia oral y vi- Los impulsos incorporativos orales y visuales _di-
sual original aumenta debido a la envidia del pene, rigidos hacia los genitales masculinos son especial-
o se convierte en ella, en el período que va desde mente fuertes cuando nacen en la primera infancia
los tres a los cinco años. El complejo de castración de la p"aciente varios hermanos menores, algunas
es m4y severo y la niña puede retroceder a un de- veces pasando por una fase en la que se espera
seo oral de la madre, o tener pronunciados compo- desarrollar esos órganos• siendo tal esperanza apa-
nentes orales en la actitud hacia el padre. El sen- rentemente abandonada, pero se la conserva en
tido primitivo de privación y de ser un paria es realidad en la idea del pecho que ha sido mencio-
muy tenaz y constituye una base más que ordinaria nada. Una considerable intensidad de diversos im-
para los típicos sentimientos de culpa feme~~os pulsos puede penetrar en el período de latencia,
del complejo de castración en desarrollo. La rma- pero se consolida en la pubertad o inmediatamen-
gen del pecho parece especialmente fuerte detrás te antes de ella, en la expectación del crecimiento
de la del pene, y puede conseguirse finalmente, en de los pechos, bajo el nuevo impacto del con:iplejo
el período posedípico de la formación del superego, de castración ·Y del principio de la menstruación.
la compensación: 'Cuando crezca yo los tendré me- Esas mujeres son extremadamente melindrosas ~n
jores y más grandes". cuanto a sus vestidos y su forma corporal. Hay, sm
Esas niñas a menudo eliminan claramente al pe- embargo, una femineidad algo especiosa, estanao
ne, o no le prestan atención, y se fijan más bien representados en el pecho los genitales tanto mas-
en los testículos, al tiempo_que se exalta al pecho culinos como femeninos. Estas jóvenes tienen a
por encima de todo órgano genital masculino. De- menudo un aspecto de madurez y pueden ser muy
moran toda solución adecuada de la decepción edí- hermosas, pero no consiguen nunca una individua-
pica o del ¡roblema de la envidia del pene hasta ción e integración sanas. Cuando carecen de un
la puberta . Hasta entonces· se sienten privadas
176 PHYLLIS GREENACRE TEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 177

hombr.e, aunque sea por un breve período, se sien- neurosis graves y psicosis latentes, y que mi expe-
ten narcisistamente perdidas; pero a menudo se riencia psiquiátrica anterior, de aproximadamente
casan con hombres débiles e infantiles. Su actitud quince años, la realicé predominantemente con pa-
hacia los hijos carece notoriamente de ternura. Pue- cientes psicóticas.
den estar muy orgullosas de ellos, generalmente No haré ningún intento de efectuar una revisión
escrupulosas respecto de ellos, pero con ·no poca sistemática de toda la literatura o de presentar el
f~~cuenc~a man.ifiestan un tipo hostil de preocupa- desarrollo histórico de los diferentes puntos de vis-
c10~ ans10s~. Si el matrimonio se rompe, la actitud ta relativos al desarrollo sexual femenino, sino que
hacia los h11os puede quedar al descubierto en toda trataré más bien de subrayar lo que tenga una par-
su crudeza, desde la posesividad rencorosa hasta ticular relación con los puntos que he indicado en
el abandono vengativo. Falta el aumento del ca- este capítulo a saber, a) la posible y temprana
riño hacia el hijo y la apreciación de su individua- conciencia vaga de la vagina, a la que sin embargo
lidad. En la respuesta sexual esas mujeres exhiben no se distingue adecuadamente del recto;· b) la in-
algunas veces una respuesta vaginal (basada pro- fluencia sobre la conciencia y la reactividad de la
b.a_ble~ent.e en l~ extrema oralidad, con participa- vagina de estados de estimulación oral o frustración
c10n clitónca o sm ella). Es posible que sean frígi- oral (que pueden ser registrados asimismo en el
das según otras vicisitudes de su desarrollo. extremo inferior del conducto gastrointestinal), de
la estimulación directa del recto y el ano, y de una
REVISióN DE LA LITERATURA sobrecarga del organisf!lO por estimulaciones mas!-
- vas mayores de las gue se puede atender a traves
Nos impresiona el hecho de que la mayoría 9e de canales de descarga apropiados, de modo que
los autores tienen conciencia de la complejidad del pueden ser prematuramente estimulados' mecanis-
tema de la sexualidad femenina, y el número rela- mos de descarga inmaduros. Como corolario de es-
tivamente escaso de las teorías propuestas, junto to, está la implicación de que puede haber defor-
con el gran número de informes clínicos que indi- maciones . de ·la secuencia regular del desarrollo
can variaciones o excepciones respecto de las teo- preedípico, o en casos extremos, tipos diferentes
rías reconocidas. En este capítulo, he contribuido de organización preedípica. Esto conduce a c) la
a esa impresión de complejidad y variabilidad en el consideración de que el clítoris y la vagina pueden
desarrollo sexual de las mujeres. No tengo ningu- estar en relación variable, con una pauta que pue-
na seguridad acerca de la frecuencia de la ocurren- de tener una gran influencia sobre la respuesta
cia de los diferentes tipos de organización sexual sexual de la mujer, y un efecto profundo y a veces
femenina que he presentado en el desarrollo de las decisivo, sobre su carácter y hasta en ocasiones so-
neurosis más comunes de las mujeres, y tengo que bre su funcionamiento intelectual.
reconocer que mi propia práctica ha incluido a un Me siento inclinada a preguntar si estas diferen-
número desproporcionadamente grande de casos de cias de organización no pueden ser las bases de
178
PHYLLIS G11.EENACl\E

-
'l'EMi'.t\ANO pi:s.......,
". '"'"óí.tó si:xü.U. t.EM:l!!N!Nó 179
algunos de los puntos de vista opuestos expresados
por los teorizadores, en quienes las observaciones
de algún tipo de organización puede haber causa- lló de las pacientes, deb'd
dido aferrarse al _apego
r
1 aadre en el cual se re~ .
que (con él) "han po•
~. pensó que las ana-
ª.
do gran impresión y distraído de otros hechos, sin
que justifiquen una completa discusión de la teoría fugiaron de la fase antenore ·!
los hechos con ma-
básica. listas podían "apr~he.dd~ ~jque tenían la . ventaja
La teoría básica de Freud respecto del desano- yor facilidad y e an :tutos de la madre en la si-
llo sexual femenino, tal como la enunciara en sus de ser adecuados sus . . 1 acientes que es-
New Introductory Lectures ( 1932, ha sido resu~ tuación de ~ansf,~renc1a~on á~~f~ en el que trató
mida al comienzo de este capítulo. En su trabajo taban estud1~i:_ido . En 'ñ~ hacia la madre, y . el
del año anterior hizo una relación algo más explí- los deseos fahcos .?e la m. an con rabia apas10•
modo como los h11os . reacc10n n enema invirtiendo
cita y suscitó interrogaciones más claras, con- las
nada 'al aplicarles la madre uel deseo 'de atacarla,
que se relaciona mi propia presentación. En ese 1 dimiento con l'
trabajo se interesó mucho por el desarrollo preedí- luego e proce d. do esta furia peen iar-
pico de la niña, destacando que el primer apego a declaró que. había cor;;-gd~n l~ doctora Ruth Bruns-
mente apasionada cu . ble al orgasmo que
wick la interpret~ c~~o c~:fa~~a y que la ansiedad
la madre influía mucho, tanto en la intensidad co-
mo en la forma, sobre el ulterior apego edípico al
padre, que ese primer apego a la madre no termi- sucede .ª la excit~c1 n ~oncebida como una trans-
naba tan pronto ni tan decisivamente como se ha- concomitante podia ser 'ón suscitado, "y que
bía pensado, sino que continuaba en la fase fálica, formación del ~esá~· de l=~~~nsa excitación pasiva
dopde se lo podía encontrar como parte de los an- en el nivel ana ~ ico estallido de deseos
helos fálicos de la niña respecto a la madre, y que de la zona intestinal evo~f~esutna directamente en 1Ja
de agres1 'ó ~u e seb'mamcomo i . d e ' la
en algunos casos nunca se renunciaba a él, tratando forma de n,
rabia, o . ien, " consecuencia
la mujer a su marido según el modo como se había
sentido anteriormente en relación con la madre (y - supresión, coro~ a~sieda~~ no estoy completament.e
no con el padre). Si bien mencionó aquí, así como . Me ha parec1d~ ªll1_1J! ue en estas severas s1-
en otros trabajos, a los numerosos investigadores segura de esta s1tu~c1 n~ qrimera infancia la reac-
que pensaban que las niñitas tenían tempranas sen- tuaciones ?e e~ema del ·ap dependiendo de la in-
saciones vaginales, pareció sin embargo descartar ción es aun mas c~mpl~J d
de la actitua de la
la idea y afirmó categóricamente que "podemos su- tensidad del dolor rmp ica o y nta verdaderamente
poner correctamente que durante muchos años la madre, y que la furi~ re~r~:ces con estimulación
vagina virtualmente no existe y que posiblemente un ataque fálico, asocia~o h más de una ex-
. ' . o que consiste mue o 1
carece de sensaciones hasta la pubertad". Pero tam- chtonca, per d 11 gar a un orgasmo comp e-
bién en el mismo trabajo habló de su dificultad citación que no1 P~~ e ~austa y no relajada. Esto
para explorar adecuadamente el temprano desarro- to, dejando a a mna e f enci'a en los va:rone~
n mayor recu
se encuentra co , En }os niñas como
que en las mnas,
·- segun creo . "' '
180 PHYLLIS GREENACRE 'tEMPRANO DESARROLLO SEXUAL FEMENINO 181

h~ ind~c~~o anteriormente, parece que la estimula- miento accidental o forzado prematuramente y/o
c1ó~ chto~~ca se aso;ia mayormente con la extrema por la vinculación de distintos sistemas corporales
e~~1mulac10n del esfmter, 'mientras que la estimula- en las •situaciones de estímulo y descarga, donde
c10n rectal puede causar una reacción en la vagina creo que pueden establecerse variables configura-
q~e. llega a un clímax semejante al orgasmo y se ciones preedípicas, de particular importancia para
ahv1a con la descarga del contenido del intestino la niña debido a las dos zonas de reactividad ge-
En esas situaciones tanto la vagina como el clítori~ nital.
p~eden ser estimulados, y no actúan en armonía. Las observaciones de Ernest Jones, expresadas
C1ertal°:ente, la situación no es de ningún modo en su Desarrollo temprano de la sexualidad feme-
ente~amente simple o clara, y merece un estudio nina, tienen considerable importancia respecto del
ulterior. • contenido de mi estudio 2 • Ya en esa época ( 1927)
Es digno de notar que una cantidad de analistas Jones observó que en las mujeres con un extremo
La~pl-de Groot, Jacobson, Sachs, Müller-Braunsch~ apego al padre, éste ha sido precedido general-
'":'e1g, .Pa~e, Brierley, hayan observado la aparien- mente por una fijación igualmente extrema respecto
cia P;1"1mana d~ las sensaciones vaginales, pero esto de la madre, vinculada claramente con la etapa
ha s1~0 e~~udiado . principalmente como parte de oral. " Indicó además que luego de esa etapa tiende
u_n a s1tuac10n que mvolucra la ansiedad de castra- a producirse una bifurcación en las direcciones del
ción y el comie~~o de la formación del superego, clítoris y la fellatio, "con tirones digitales del clí-
ant~no~ en la runa respecto del varón. Es extra- toris y fantasías de fellatio respectivamente: la pro-
ordmanamente valioso el comentario del propio porción entre ambas cosas difiere naturalmente en
Freud .acerca de que Melanie Klein, desplaza hasta los distintos casos; y puede esperarse que esto tenga
el com1~n~? del seg~do año el complejo de Edipo, funestas consecuencias para el desarrollo posterior".
Y la ob1ec1~n de Femchel a ello. Aunque dice que Pensó que en el desarrollo heterosexual normal la
las dedu.cc10nes de Klein no son compatibles con fase sádica aparece tarde, no recibiendo la fase
sus prop10s hallazgos reconstructivos en el análisis oral ni la clitórica una fuerte catexia s~dica, y que
Y especialmente con sus observaciones acerca de l~
2 Jones observa: "Hay una fundada sospecha de que los
larga duraci?n del apego preedípico de la niña a analistas hayan sido inducidos a adoptar un punto de vista
la madre, sm embargo la aparente incompatibili- indebidamente falocéntrico respecto de los problemas en
d~d puede suavizarse reconociendo que no es de cuestión, siendo correspondientemente subestimada la im-
n,m.guna maner~ .fácilmente discernible lo que está portancia de los órganos femeninos. Las mujeres, por su
parte, han contribuido a la mistificación general por su
ng1damente exigido por las leyes biológicas de lo actitud de secreto respecto de sus propios genitales y exhi-
~ue ~stá su~eto a cambio por la -influencia de expe- biendo una preferencia apenas disimulada por el interés en
n~mc1as accidentales. Es precisamente en la variable el órgano masculino", lo que nos recuerda que la estructura
anatóinica fomenta estas actitudes: los órganos del homl,>re
velocidad de desaHollo y las combinaciones posi~ son centrales y visibles, Inientras que los de la mujer eitán
bles que pueden ser promovidas por un funciona- misteriosamente ocultos.
183
. TEMP:RANO DESAJIBOLLO SEXUAL FEMENINO
PitYLirs Ghli!ÉNÁCÍÍE
. tr traiga a luz
por lo tanto el clítoris no se asociaba con una acti-
ª
<loso de la experiencia de 1os ped1 ~
una evidencia mucho mayor de este tipo.
tud masculina particularmente activa, ni que estaba
por otro lado muy desarrollada la fantasía oral sá-
dica de morder el pene, que en cambio en el desa- CONCLUSióN
rrollo heterosexual normal la actitud oral es princi-
palmente una de succión receptiva, y pasa a la eta- La importancia de este estudio, incomp~e~. y es-
pa anal. Los dos orificios de la alimentación cons- ·, . es puede residir en que in ica no -----
tituyen así el órgano femenino receptivo. Según quematico ~orno b~bilidad de configuraciones ..va:--
Jones, "El ano es identificado evidentemente con la s?lbamlen!~ et le~~rrollo sexual femenino bizonal en
vagina en primer lugar, y la diferenciación de los na es , . á b' ue meramente por
las fases preed1p1cas, m s iedn ql lución de los
dos es un proceso en extremo oscuro, más quizá ·f t g ados y rutas e a reso
que cualquier otro en el desarrollo femenino. Sos· los d i eren es ' : d tr ci6n sino especial-
1
co:fle~~ :~ f~~~~a~ion:s c~~ l~ exi~tencia de di~~-
1
pecho, sin embargo, que tiene lugar, en parte, en
una fase más temprana que lo que se supone gene·
ralmente". "Esta boca-ano-vagina representa una
:ntes tipos de interorganizaci6n de ¿as ~~;~
picas en general, trátese del var n
Pd: {~
identificación con la madre." mujer.
Aunque he encontrado evidencias del grado de
sadismo oral descrito por Klein y Jones· que ocurre
sólo en adultos de infancia excepcionalmente daña-
da (principalmente en individuos psicóticos laten-
tes), el énfasis en lo oral-anal~vaginal anticipa mu-
eho los hechos que yo he descrito, y que piern¡o son
relativamente frecuentes. Ruth Brunswick, en su
trabajo sobre la fase preedípica del desarrollo de
la libido, llamó la atención hacia el temprano surgi-
miento de la sensibilidad vaginal, asociado con la
estimulación anal, pero consideró que aquélla era
probablemente secundaria. Hendrick mencionó una
observación directa en la cual una niña de tres años
tenía clara conciencia de una sensación placentera
tanto en el clítoris como en la vagina, y cuyo com-
portamiento sugería una asociación de la vagina
con el ano, pero también una definida diferencia-
ción de ambos. Es posible que un examen cuida-
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 185

tro tipo de sujetos nos imponen)1. El presente tra-


bajo parece indicar que las actitudes y la conducta
sexuales son funciones de la personalidad y de__)as
relaciones sociales y culturales, tanto o más que de
VIII la mera dotación biológica. Esta · comprobación no
niega de ningún modo la influencia biológica, ya
LA AUTOESTIMA (SENTIMIENTO DE que nuestros hallazgos también demuestran que el
DOMINIO) Y LA SEXUALIDAD mero impulso sexual posee un valor determinante
EN LAS MUJERES 0 definido. Pero este trabajo es biológico incluso en
un sentido más importante~ a saber, demuestra que
Por A. H. MAsLOw esas mismas relaciones personalidad-sexualidad son
en sí mismas un hecho biológico puesto que se
mantienen válidas para distintas especies y para
A. INTRODUCCION distintas culturas. Éste es, entonces, al mismo tiem-
po un estudio biológico y cultural.
Este trabajo forma parte de una serie que pre- Para un examen de los conceptos generales y de-
senta los. resulta~os de una extensa investigación más resultados de esta investigación, se remite al
comparativa del smdrome de dominio o-autoestima lector a otros trabajos de este autor que figuran en
en animales y en seres humanos, realizada simultá- la bibliografía, en especial a [13, 14]. Aquí sólo
neamente desde un punto de vista biológico v cul-
t~r~l. En los estudios preliminares con moi1os y
s1m1os, se comprobó que existía una relación nota- 1 Convendría expresar aquí mis escrúpulos con respe~to

blemen~e estrecha entre el dominio y la sexualidad, a los datos y conclusiones _presentados en este trabajo. En
el campo de la personalidad y la sexualidad humanas resulta
e? realidad tan estrecha que nos inclinamos a con- prácticamente imposible obtener datos basados en la ob-
siderar a la sexualidad como un subpatrón del sín- servación o en la experimentación directas. Todos los datos
drome total de dominio en dichos animales. presentados en este trabajo fueron reunidos interrogando
a la gente y dando crédito a sus respuestas. Algunas veces
~n vista de la evidencia presentada en este tra- el interrogatorio asume formas más complejas como la hip-
b~¡o, estamos en condiciones de afirmar que las nosis, la interpretación de los sueños, la asociación libre, o
m1s:11as conclusiones son válidas en lo que se refiere las preguntas de verificación o control formuladas al marido
o a parientes del sujeto; a veces la validez de mi confianza
al smdrom~ ~e d.ominio en los seres humanos (den- en la veracidad de las respuestas de los sujetos podría es-
tro de las hm1tac10nes que nuestros métodos y nues- tablecerse de manera más fehaciente con diversos métodos
ad-hoc. Pero, en última instancia, seguiríamos maneján-
0
Esta investigación fue financiada en parte con fondos donos con preguntas y respuestas, por complejas que éstas
d~ la Carnegie Corporation, administrados por E. L. Thorn- puedan ser. Ello :¡igÍJ.ifica que la éonsideración de los datos
dilce en el Institute of Educational Research Teachers Colle- y conclusiones forzosamente entraña un elemento de con-
~ ge, de junio de 1935 a febrero de 1937. ' fianza en la veracidad de los sujetos.
- 186 A. H . MASLOW AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJEl\ES 187

trazaremos un breve bos·quejo de lo que ya hemos


presentado en _tales trabajos. Cu.ADJ\O 1-

Algunas tJariables de la personalidad que configuran


un aspecto del síndrome de sentimiento de domlnlo
B. DEFINICIONES
Fuerte sentimiento de Débil sentimiento de
dominio dominio
El sentimiento de dominio (o autoestima) es una
evaluación del self; definido en forma operativa, es Confianza en sí misma Tímida
Aplomo social Vergonzosa
lo que el sujeto dice 'de sí mismo _en una entrevista Relajada Facilidad para turbarse
intensiva, después de haberse establecido un buen Extrovertida Sensación de ridículo
rapport. Empíricamente, un fuerte sentimiento de Fuerte autoestiDia Más inhibida ·
dominio entraña considerable autoconfianza, segu- Conciencia del propio talento Modesta
Sentimiento de aptitud ge- Prolija
ridad en si mismo, una alta evaluación del self, neral Confiable
sentimientos de capacidad general o superioridad y No convencional Más veraz
falta de vergüenza, de timidez, de sensación de ri- Menor respeto por las reglas .Dispuesta
dículo o de perturbación. Un débil sentimiento de Tendencia a "usar" a la Leal
gente Callada
dominio se percibe como falta de autoconfianza, de Más libre expresión de la Introvertida
seguridad en sí mismo y de autoestima; en cambio personalidad Mayor sentimiento de infe-
se advierten intensos sentimientos de inferioridad Algo más segura rioridad
Código moral autónomo Débil autoestima
general y específica, vergüenza, timidez, temor, sen- Algo menos segura
Más independiente
saci6n de ridículo. Estas personas se turban con Menos religiosa Retraída
facilidad, se sonrojan con frecueµcia, son por lo Más masculina Más femenina
general silenciosas y tienden a ser incapáces de te- Menos cortés Más convencional
Gusto por las aventuras, las Más conservadora
. ner relacitmes sociales normales y naturales o una
innovaciones, las nuevas
conducta atrevida. experiencias
El status de dominio es una relaci6n social; cons-
tituye una expresi6n de posici6n social con respecto Variables relativamente no correlacionadas
a otra persona, y siempre es relativa a esa otra per- con el sentimiento de dominio
sona. Una persona está en un status de dominio - Tendencia a cavilar, a atormentarse
con respecto a esa otra persona ya sea en forma y a la melancolía
Llanto
manifiesta a través de la conducta o en forma implí- Nerviosidad y hábitos "nerviosos"
cita a través de los sentimientos. Se dice que la Celos
persona dominada o menos capaz está en un status · Ansiedad
subordinado. Felicidad
Neurosis. e inadaptación
La conducta d:(J dominio se diferencia claramente ..'. ··· :. ~nteligencia -
188 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 189

del sentimiento de dominio, puesto que difícilmente " da sufoto. Cada uno de los cuales fue tratado como
exista una relaci6n de punto entre ellas. EL senti- una individualidad única.que era necesario compren-
miento ·de dominio es s6lo uno de los determinantes der y con.la que se debía est.ablecer una interacci6n
de la conducta de dominio; otros determinantes s~n distinta. El investigador trat6 siempre de mostrarse
el status de dominio, los esfuerzos compensatorios sensible y adaptarse a estas situaciones sumamente
el adiestramiento específico, la situaci6n específic~ variables; consider6 que su primera pre-ocupación -
Y las presiones culturales~ tanto local~s como gene- debía ser comprender a la pe!sona que tenía ante
ra!es. Es probable que un diagn6stico de senti- sí como individuo, y s6lo entonces intentar satis~
miento de dominio basado tan solo en la conducta f~;er las demand~s rpás _específicas de la investiga-
de dominio sea inexacto. Ejemplos de conducta de cion. Nuestro metodo es, entonces, una fusi6n de
domi?io son .los estallidos de mal genio, la coridücta los enfoques clínicos y experimental.
agresiva, la msistencia en afirmar los propios dere- Otra diferencia fue la extrema flexibilidad de Ja
chos, la libre expresi6n de resentimiento u hostili- entrevista misma. En las primera; etapas . de la
dad, . el abierto ~líebrantamiento de ·reglas o con- investigación, todos los interrogatorios eran pura-
venc10nes, las discusiones gratuitás, etcétera. mente exploratorios. Los únicos indicios con que
contábamos eran los que se habían obtenido del
trabajo previo con primates infrahumanos, de la ex-
C. MJ'l:TODO periencia clínica general y de los escritos de Adler,
Freud y otros. Aprendimos más con cada sujeto y
El método principal empleado para reunir los da- esto nos permitía confeccionar listas de preguntas.
tos fue la entrevista semipsiquiátrica intensiva. Estas listas se ampliaron con el correr del tiempo,
p?~sto que el término "entrevista" de ordinario sig-
aunque cada tanto se descartaban las preguntas con-
lll~I?ª un procedimiento muy diferente del que se
sideradas inútiles. De todos modos, las preguntas
uhhz6 en esta investigaci6n, será pr€'.ciso que entre- eran tan s6lo una lista- de indicios. Por ejemplo, el
m~s en mayores detalles para explicar mejor nuestro
término "sensaCi6n de ri(Iículo" servía para recordar
metodo. · al entrevistador que debía tratar de descubrir lo
En :i¡>rim@r lugar, el interrogatorio comenzaba s61o máximo posible acerca de eset6pico. · Cada una de
de~pu@s de haoer establecido un rapport satisfac- las preguntas estaba determinada por la situación
t~r~o _entre el enttevistado.r, y el sujeto, lo cual sig-
y el sujeto particulares, su nivel general de auto-·
~1fica ant~ todo una relac10n franca, cordial y con- estima, su seguridad, locuacidad, cooperación, etc.
f~ada, de. 11!dole má~ bie? igualitaria antes que de Como resultado, nuestros datos no son del todo
tipo dom1rno-subordmacion. C<?!!ll?ªrables para todos nuestro¡¡ sujetos, no en el
~n. ~egundo lugar, el investigador subordin6 la sentido de que no significan lo mismo cuando obte-
º.b¡ehv1dad y el procedimiento rutinario ,a. los requi- nemos los datos, sino más bien de que no contamos
sitos de las distintas situaciones presentadas por ca- con datos completos para todos lbs sujetos. ·
190 A. H. M.lSLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJEllES 191

Además, parte de nuestro conocimiento acerca de


personas con poca autoestima se obtuvo en una for- Como guía utilizamos escalas tentativas de 9 pun-
ma algo incompleta. Es decir, una persona podía tos ·para el impulso sexual y la actitud sexual, las
mostrarse dispuesta a hablar acerca de su persona- cuales no se reproducen aquí por temor a que pu-
lidad pero no acerca de su familia; otra tal vez _es- dieran dar una impresión errónea de exactitud y
tuviera dispuesta a referirse a ciertos aspectos de su objetividad. En realidad esas variantes se clasifi-
historia sexual pero no a otros. Dichas .personas han caron no sólo por medio de .escalas objetivas sino
sido sólo parcialmente útiles para nuestros cuadros también~ a través de un juicio cuidadoso acerca de
estadísticos pero, no obstante, han sido valiosas al cuál sería -su· valor teórico si no existieran otros fac-
proporcionamos una apreciación adecuada de Ja tores en el cuadro. Es decir, se intentó restar la
personalidad y la actitud general de tales mujeres influencia de otros determinantes de la sexualidad,
con respecto al sexo. La experiencia clínica general por ejemplo, sf se amaba al marido o no, la oportu-
también contribuyó a esta ·base de información ge- nidad, la fatiga, los esfuerzos compensatorios, etc.
neral sobre mujeres con poca autoestima. Tales clasificaciones son objetivas sólo en un sentido
muy amplio, .vale decir, otro juez probablemente
I : Variablés estiuliadds. Escalai de cla.sifiáici6n_ asignaría la misma clasificación . sólo si conociera
(rlxting) toda la información pertinente y no tan sólo los in-
formes aislados de conducta y sentimientos sexuales.
La lista de variables correlacionadas es lá si- Al hacer la clasificación del impulso sexual no
guiente: partimos de ningún principio fijo o definición única
· l. Ciasfficación para el sentimiento de domina- de impulso sexual. Nuestra clasificación es un com-
ción (o autoestima). . puesto de muchos elementos aportados por el sujeto
2. Clasificación para el impulso sexual. en respuesta a preguntas directas después de ha-
3. Clasificación para la actitud sexual. berse estableS!ido el rapport.
4. Presencia o ausencia· de virginidad técnica (en l. Frecuencia e intensidad de reacciones geni-
el casó de ser éasada, si éra virgen o I_lO al contraer tales lógicas y de relaciones sexuales o masturbación
matrimonio). conscientes, ya sea real o deseada.
5. Promiscuidad (número de hombres con quie- 2. Porcentaje de frecuencia de clímax en actos
nes tuvo relaciones sexuales)'. heterosexuales, facilidad o dificultad en llegar al
6. Presencia o ausencia de cualquier antecedente clímax, tipo ~ cantid.ad de estirnulación necesaria
de masturbación desde la pubertad, por infrecuente para alcanzarlo e intensidad del mismo (en términos
que haya sido. _ · de pérdida manifiesta de control, sonidos, etc., y en
7. Puntaje en el "Social Personalíty Inventor~¡" de términos de descripción introspectiva).
Maslow, un test escrito para el sentimiento de do- 3. Estimación que hace el sujeto de la facilidad
minio (autoestima), con que se excita.
..l. H. MASLOW AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 193
192
4. Número y extensión de la~ zopas erógenas del Existen muchas razones para ello: a) cualquier otro
cuerpo suministrado por el suieto. . procedimiento hubiera creado tremendas dificulta-
5. Número de estímulos cotidianos considerados des experimentales; h) por motivos de economía
conscientemente como estímulos sexuales. . científica, se pensó que convenía más ver qué podía
Es posible discutir aisladamente cualesq?1era de lograrse con los conceptos más sencillos posibles;
las preguntas formuladas para obtener esta informa- e) nuestros sujetos eran relativamente "normales" (a
' ón debemos admitir que una respuesta sexual, diferencia de los "neuróticos"), y un número con-
~~alq~iera que ella sea, es desde luego la resul~ante siderable de psicólogos experimentales consideran
de muchos factores_aparte del impulso sexual mismo. que las influencias inconscientes y las represiones se-
Por ejemplo, la frecuencia de deseo sexual. c~n~­ xuales importantes y generalizadas son menos fre-
ciente probablemente depende tant? de la mhib;- cuentes o menos cruciales en las personas normales
ción o de la rep1~sión, como del ~~pu~o sexua . que en los individuos neuróticos; d) nuestra bús-
Fue precisamente al hacer esta clasifica~10n que se queda tenía como fin obtener conceptos heurísticos
puso claramente de manifiesto la inconsistencia del que pudieran resultar útiles en futuras investiga-
método de preguntas y respuestas. . ~ ciones.
Con todo, tomando la lista en coniunto, c?n _~u En general opino que la decisión de no utilizar
énfasis en la reacción psicológica, de~emos dec~r.que el concepto de represión y engaño inconscientes se
a pesar de nuestros numerosos escrupul?s teoncos, ha visto justificada por los resultados. Cabe men-
la hemos encontrado útil. Esto es particularmente cionar aquí que consideramos que nuestros datos
, l' d cuando se trata de comparar personas con el sobre la personalidad y el sexo son bastante com-
:i:m~ nivel de sentimiento de dominio y ~e expe- patibles con los obtenidos por el grupo de psico-
riencia sexual. Es entonces cuando s~ advierte con analistas de orientación sociológica: Horney, Fromm,
toda claridad qm;¡ la dotación fisiológica de las per- Kardiner, etc. Los conceptos de estructura carac-
sonas varía considerablemente. _ . terológica elaborados por ellos difieren de los qúe
En general - debe tenerse presente que el .tipo de indican nuestros datos, pero creo que apuntan en
errores cometidos en esta clasificación d~l impulso la misma dirección en el sentido de considerar que
dería en todo caso, a correlac10narlo ex- la autoconfianza o la autoestima consciente, o algún _
sexua1, ten ' · d 1y
cesivamente con la autoestima· 1a actitu sexua concepto similar, es una fuerza determinante fun-
la conducta sexual. damental e importante para un análisis dinámico
descriptivo de la personalidad adulta normal, y en
particular para la vida sexual.
2. Inconscierlfe "versui' consciente Con todo, debo admitir que en casos más com-
Deliberadamente hemos pasado por .alto la posi- plejos, por ejemplo, de neuróticos, estos métodos
bilidad de engaño o represión inconsc1~?te \al es- _sencillos son bastante inadecuados para revelar
cribir este trabajo, no en la investigac10n misma). las motivaciones inconscientes que indudablemente
194 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 195
existen y constituyen un factor importante de la
personalidad. En casos así, todas las preguntas del renuencia o dudas, no se insistía más en el asunto.
mundo (a menos que se hicieran también interpre- A esa altura, los únicos sujetos con dominio débil
taciones) serían inútiles, puesto que el mismo sujeto qu~ tenía.mas eran ,estudiantes graduadas en psico-
no conoce los motivos y las causas de sus senti- logia, qmenes sentian que era su deber científico
mientos y su conducta. En el caso de tales per- someterse a las entrevistas.
sonas, a menudo (no siempre) la clasificación del En ese momento· un estudio de los datos revéló
sentimiento de dominio carecería de sentido; ra- el alantJ~n~e h~c~o de que todos nuestros sujetos
zón por la cual no las hemos utilizado como sujetos con domm10 debil eran mujeres vírgenes, que no
para nuestro grupo de control. se masturbaban, cuya actitud sexual era débil etc.
de ~oda, tal que si bien a esa altura de la in~esti~
ga:wn solo u~ 30 por ciento del grupo fotal de
3. Errorps en el muestreo su1etos eran virgenes, el ciento por ciento de Jos
q;ie pertenecían al grupo de dominio débil eran
Al promediar esta investigación, se hicieron evi- virgenes.
dentes ciertos factores muy importantes que pare- . Fue entonces cuando se hicieron esfuerzos espe-
cían limitar no sólo la utilidad de la investigación c1~l~s para convencer a las mujeres de dominio
sino también arrojar una decidida sombra de duda d~bil para que partkiparan en la investigación. Yo
sobre nuestros estudios sexológicos previos. mismo me d~d_iqué apresuradamente a elaborar un
En ese momento, alrededor del 90 por ciento de test escrito para el _sentimiento de dominio con el
_nuestros sujetos pertenecían a los grupos de domi- que pudiéramos examinar nuestra~ poblaciones nu-
nio alto y medio, y sólo cerca del 10 por ciento eran i;n~rosas y seleccionar a los sujetos. (El inesperado
mujeres con dominio débil. Para comprender este ex1to de este test llevó a la elaboración final del
hecho, es preciso que examinemos cuidadosamente Sopial Personality Inventory [16].) De los nume-
el método utilizado para conseguir sujetos para nues- rosos grupos de personas examinadas en diversas
tra investigación. Una buena parte estaba consti- clases de college, seleccioné una cantidad suficien-
tuida por voluntarias, personas que habían oído ha- te de su_jet?s c?? dominio débil como para hacer
blar de la investigación y les interesaba cooperar q.ue la d1stnbuc10n resultara más equilibrada, selec-
con ella. Así, un gran porcentaje estaba compuesto c10na~do también siempre un número casi idéntico
de estudiantes graduadas, quienes trataron de con- d~ ~u1etos con dominio fuerte a fin de controlar los
vencer a sus amigas para que accedieran a ser en- d.1stmtos factores especiales que entraña la asisten-
trevistadas. Se solicitó a muchas otras personas que cia a una determinada escuela, etc. Estas personas
se prestaran a ser sujetos de esta investigación, pero fu~ron abordadas en forma activa, se les explicó
sin ejercer ningún tipo de presión; cuando se ad- cmdadosamente toda la investigación, presentándo-
vertía que alguien mostraba señales de disgusto, les las dificultades .Y entonces se les rogó personal-
mente su cooperación. De todas estas personas, re-
196 A. H. MASLOW . AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 197

cuerdo -s6lo una o dos que se negaron a hacerlo; · Nuestra forma de controlar este factor de selec-
las demás decidieron someterse a las entrevistas a ción es, además de la selección deliberada de -casos
pesar de su evidente renuencia. Las entrevistas con con dominio débil, el empleo de una estadística que
todos estos sujetos fueron particularmente prolon- obtiene sus cifras definitivas del promedio de la
gadas, cuidadosas y completas. suma de los promedios correspondientes a cada uno
A medida que continuamos trabaiando con estos de los decilos de sentimiento de .dominio. Así. el
sujetos, nuestro porcentaje de virginidad se eleva- porcentaje .bruto de -virginidad en nuestro n{u~ero
ba cada vez más, al tiempo que los porcentaies de total de sujetos es del 59 por ciento, pero mediante
masturbación y promiscuidad eran cada vez más la técnica. que acabamos de mencionar la cifra es
bajos. del 71 -por ciento. Para nuestro grupo de control,
Este hecho se vuelve muy importante cuando exa- el porcentaje bruto de sujetos -vírgenes es del 52
minamos las diversas investigaciones se;:ológicas de pm ciento, pero al contrnlar el fact-0r de sentimien-
la literatura, y advertimos que la mayona de los da- to de dominio se -Obtuvo un porcentaje del 6,5 por
tos obtenidos, tJOr ejemnlo por Hamilton í5], prn- ciento. Estas -diferencias existen incluso desnués
ceden probablemente de hombres y mujeres con de haber logrado,. hasta cierto punto, . una distri-
fuerte dominio y que por consiguiente deben consi- bución más uniforme de casos .con sentimiento .de
derarse en alguna medida como no representativos dominio fuerte y débil. Estos "cuadros de predic-
y producto de un mal muestreo. Cualauier est~1dio ción" se presentan en los Cuadros 3. y 4.
realizado con voluntarios siempre exhibe un predo-
minio de personas con fuerte dominio y, en conse-
cuencia, sus datos arrojarán un porcentaie falsa- 4 . . Algunas dificultades. teóricas
mente elevado de no virginidad, masturbación, pro-
miscuidad, homosexualidad, etc., en la población. Una investigación de este tipo suele tropezar con
Esta crítica debe aplicarse, hasta cierto punto, in- numerosas dificultades teóricas.
cluso a cifras como las de Dickinson [2, 3], puesto La más difícil de manejar fue una dificultad me-
que sabemos que la m':jer con dominio . ?ébil ~vi.ta, todológica, a saber, el estudio de partes de un todo
siempre que le sea posible, el examen gmecolog1co interrelacionado, con técnicas analíticas o atomis-
y no hará voluntariamente nin.gú? comentario ace~~ tas. Por ejemplo, se ha tratado por todos los medios
ca de su historia sexual. As1m1smo· todo estud10 de considerar al impulso sexual como una variable
cuyos datos estén basados en cuestionarios anóni- separada e independiente de la autoestima o la ac-
mos debe merecer idéntica. crítica, en pa1ticular si titud sexual, cuando es evidente que no es algo se.
se reciben respuestas postales parciales, ya que es parado ni independiente. En cierto sentido, enton-
probable que un porcentaje más alto de individi.:os ces, hemos aislado artificialmente variables que no
con dominio débil no envíen de vuelta sus cuest10- pueden aislarse, en un esfuerzo por demostrar final-
narios; por ejemplo, los estudios de Davis [l] . mente que, después de todo, están mutiw:m~nt~ rn•
I
\
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 199
198 A. H. MASLOW

datos hayan opinado que éstos no contradicen "la"


lacionadas. Permítasenos decir, entonces, que el teoría de la libido; al tiempo que otros hayan afir-
impulso sexual es un concento artificial y heurístico mado con la misma certeza que sí lo hacen. Es
y no un hecho empírico directamente observable. óbvio que estaban refiriéndose a teorías diferentes.
Esta dificultad ha sido suoerada en parte por lo que Otra dificultad teórica que ahora se advierte cla-
considero una técnica sintético-analítica válida, }a ramente es la de trazar una línea divisoria entre el
cual consiste sucintamente en el estudio de un as- individuo "normal" y el "neurótico". Nuestro lla-
pecto particular de la personalidad contra el tras- mado grupo de control de 70 individuos estaba for-
fondo de un conocimiento previamente adquirido d~ mado, como se dijo, por personas relativamente
Ia personalidad total. Ello representa· cierta pérdida normales. Lo que ello representa para este autor
de obietividad en un sentido convencional, pero ya ha sido presentado en forma exhaustiva en otra
también un formidable aumento de su validez. p~rte [17] y sólo es preciso que expresemos las creen-
Otra dificultad resulta obvia: ~cuál es la relaci6n cias que sirven de fundamento a esta investigación,
entre estos datos y las teorías freudianas y adle- y que son: a) que debe hacerse una diferenciación
rianas? En cierto sentido, nuestros datos no -tienen e~~re normal y neurótico, si es que las palabras sig-
ninguna relación con tales -teorías, ya que hemos nifican algo. Éstas son palabras relativas, desde
trabaiado sólo con datos conscientes y comunicables luego, pero seria perjudicial tanto para los princi-
al redactar este trabajo (aunque, como cabe espe- pios semánticos como para la psicología afirmar en
rarse también hemos . obtenido otros datos). Y sin consecuencia que todo el mundo es neurótico; b) si
emb~rgo, nos sentimos obligados a dejar constancia bien es preciso trazarla, dicha línea no es por cierto
de nuestra opinión en el sentido de que estos datos clara, ya que la normalidad es una cuestión de gra-
tienen una validez más amplia y, en cierta medida, dos; e) un concepto de la neurosis muy aceptable
tienen relación con las teorías de la psicoloi:da pro- para este autor es el que aparece en los escritos de
funda, en particular con la teoría de la libido, tal Horney; d) creemos que existen diferencias mar-
como la presentan escritores como Abraham. Yo cadas, tanto cualitativas como cuantitativas, entre
mismo me siento incapaz de afirmar que haya po- las personas normales y las neuróticas, y parece in-
dido comprender exactamente qué es la teor~a .de dudable que no se trata de diferencias meramente
la libido, ya que es muy dudoso que hava ex1sbdo operativas o metodol6gicas.
alguna vez una única "teoría de la libido" que po-
chía aceptarse o rechazarse. En nuestros días , .in-
cluso muchos freudianos ortodoxos la h<1n reducido 5. Seguridad y autoestima
a una mera insistencia en la fuerza de los impulsos
0 en un énfasis en la influencia causal de lo somá- En general, nuestros resultados son válidos para
tico, cosa que desde luego estoy absolut?mente dis- miembros corrientes y normales de nuestra sociedad.
puesto a aceptar (¿y quién no?). Resulta intere- Puesto que nuestra sociedad tiende a una inseguri-
sante que algunos analistas que han visto nuestros
\
200 A, H. MASLOW l.
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJEllES 201
dad general, cabe esperarse que el ciudadano ~o­
rriente sea bastante inseguro. Wertheimer ha sena- o dos años y también algunas mujeres de anteceden-
lado que todo estudio relativo ~! _ problema de~ do- tes católicos pero que no practicaban su religión.
minio es en definitiva un estud10 de personas mse- El grupo total ascendía a 139, el grupo de control
guras, esto es, de personas .ligeramente enfermas. a cerca de 70. Como ya se explicó, no contamos
Nuestros datos demuestran que ello es exacto. ~l con datos completos para todos los sujetos, por Jo
estudio de individuos psicológicamente seguros, cm- · cual el número de sujetos comprendidos en cada
correlación vanará.
dadosamente seleccionados, indica con claridad que
En general se advertirá que las correlaciones para
sus vidas sexuales están muy poco determinadas por
el grupo de control son más elevadas que para el
el sentimiento de dominio. De hecho, en tales per-
sonas la expresión sentimiento de dominio resulta
inapropiada. En los individuos seguros, la foerte CuADRO 2
autoestima se manifiesta en fuerza más que en una
búsqueda de poder, en cooperación más que en com- lntercorrelaciones entre diversos puntafes y clasificaciones
petencia. En individuos insegur.o~, una fuerte auto- Punta Je
con el
estima trae como resultado domm10, una vehemente test de Impulso Actitud Vlrglnf- Malfur-
nec~sidad de tener autoridad sobre la gente y egoís- dom in la sexual sexual dad bacl6n
mo. Puesto que estas investigaciones se inici~r?n
Grupo de control
utilizando el concepto del sentimiento de domm10,
lo hemos conservado, empleándolo no obstante en Puntaje para el
dominio obte-
forma indistinta junto al término autoestima a lo nido en las
largo de todo este trabajo. entrevistas .. 0,90 0,20 0,85 0,81 0,5~
Punta je con el
test de domi-
nio .... . .. . . 0,17 0,71 0,66
D. RESULTADOS CUANTITATIVOS 0,41
Impulso sexual . 0,43 0,36 0,51
Actitud sexual . 0,89 0,68
Los resultados específicos aparecen en los cuadros
2 y 6. Los resultados siempre se presentan en dos Grupo total
formas, una para el grupo total de sujetos, y una Punta je para el
para el grupo de control. El grupo de control se dominio obte-
seleccionó excluyendo a las personas mayores de nido en las
entrevistas .. 0,89 0,14 0,83 0,73
28 años, a las mujeres católicas y judías, a las ca- Punta je con el 0,42
sadas y a varias mujeres severamente i~adaptadas. test de domi-
Las excepciones a estas regla¡¡ las constituy~ron las nio .. ....... 0,10 0,72 0,60 0,30
pocas mujeres que habían estado casadas solo uno Impulso sexual . 0,34 0,24 0,25
Actitud sexual . 0,82 0,55
\

AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 203


202 A. H. MASLOW

diferencias geográficas ejercen efectos atenuantes


sobre las correlaciones entre la autoestima y la con-
CUADRO 3 ducta sexual. Por consiguiente, de aquí en adelante
Porcentaje de masturbadores en cada decilo de sentimiento examinaremos sólo las correlaciones obtenidas con
de dominio obtenido por medio del Social Personality el grupo de control, a pesar de que, en virtud del
Inventory con una predicción corregida de mastur- · número menor de casos, son menos confiables en
badores en la totalidad de la población teórica
un sentido estadístico que las obtenidas con el gru-
(Para una explicación de esta predicción corregida, po total.
véase el texto)
Vale más que digamos de una vez por todas que
Puntajes para el domi- no confiamos demasiado en el valor absoluto de es-
nio, dispuestos en deci- tas correlaciones como expresiones auténticas de las
los (los puntajes más Grupo de control Grupo total
altos arriba) % N % N relaciones cuantitativas implicadas. Dedicaremos
70 44
mucha más atención a las relaciones cualitativas
61 182 64 25
32 60 50 6 54 13 generalizadas, tal como impresionaron al experi-
16 31 75 4 71 7 mentador, vale decir, a correlaciones clínicas antes
1 15 33 6 50 8 que estadísticas. Hemos utilizado estas correlacio-
o 0,12 25 4 57 7 nes estadísticas casi exclusivamente con el fin de
0,13 0,28 40 5 62 8
0,29 0,40 33 3 20 5 poder hacer comparaciones entre el sentimiento de
0,41 0,58 50 2 20 5 dominio y el impulso sexual, en la medida en que se
0,59 0,81 o 3 29 7 relacionan con la conducta y la actitud sexuales.
0,81 0,145 _17 6 30 10
Una inspección de los cuadros 2-6 revela que
Estimación prevista del por- existen correlaciones más estrechas entre la pro-
centaje de masturbado- miscuidad, la masturbación, la actitud sexual y el
res en una población ge- sentimiento de dominio (medidos tanto por clasifi-
neral comparable a la
nuestra (obtenida sacan- cación como por punta je de test) , que entre estas
do un promedio de los variables sexuales y el impulso sexual. La mastur-
porcentajes para todos los bación se correlaciona en forma casi idéntica con el
decilos) ..... ........ . 38,7 % 46,8 %
impulso sexual y con el sentimiento de dominio, pe-
ro no debemos descuidar el factor de autocorrela-
grupo total, a pesar de que el número de casos es ción, es decir, la clasificación para el impulso sextial
considerablemente menor. Esto corrobora .nuestro se vio determinada hasta cierto punto por la pre-
argumento de que, en este tipo de investigación, sencia o ausencia de masturbación. Este factor de
se requieren grupos homogéneos para lograr los me- autocorrelación también revela su influencia en las
jores resultados. Nuestra experiencia nos ha de- leves discrepancias entre las correlaciones obtenidas
mostrado que las diferencias de religión, trasfondo con la clasificación para el sentimiento de dominio
cultural, status socioeconómico, estado conyugal y
!204 A. tt. MASt.OW Át.JTO:!STIMA y SÉXUALIDAD ÉN LAS Murws 205
y las logradas con el puntaje para el sentimiento de
dominio. Debe recordarse que la clasificación fue CuADRO 5
realizada después de una exploración de toda la
personalidad, incluyendo las actitudes y conducta Relación entre la promiscuidad y la presencia o ausencia de
masturbación; el indice de promiscuidad corresponde al
sexuales. Esto no es válido para el puntaje del número de hombres con quienes se han tenido
test, el cual está enteramente basado en preguntas relaciones sexuales
no sexuales. Incidentalmente, opin_o_ que la corres-
Grupo de control (N = 71)
pondencia notablemente estrecha (a pesar del fac-
tor de autocorrelación antes mencionado) entre las Indice promedio de promiscuidad de mas-
turbadores . . . . . . . • . . . . . . . • . . . . . . . . 7,8 (N = 87)-
lndice promedio de promiscuidad de no
CUADRO 4 masturbadores . • . . . . . . . . . . . . . . . • . . . 0,8 (N = 84)
Indice promedio de promiscuidad y porcentafe de virginidad
•n cada decilo de sentimiento de dominio, obtenido por Grupo total (N = 124)
medio del Social Personality lnventory, con una ladice promedio de promiscuidad de mas-
predicci6n corregida de virginidad en la turbadores ; ........... . . ; . . . . . . .. • 5,8 (N = 78)
población te6rica total Indice promedio de promiscuidad de no
masturbadores . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . 0,5 (N = 51)
GRUPO DE CONTROL GRUPO TOTAL
Puntafes para el
dominio, dispues- corr elaciones obtenidas con el puntaje del test y
tos en decilos %de Pr<nnis- %de Pretmis- con la clasificación constituye un testimonio convin-
(los puntafes más vírge- cuidad vírge- cuidad cente de la validez y objetividad del procedimiento
altos arriba) nu N nes N
de entrevistas y de los datos obtenidos en dichas
61 182 35 6,5 26 41 4,4 51
82 60 29 2,6 7 88 3,5 15 entrevistas.
16 31 25 3,5 4 50 1,9 8 Las correlaciones más altas, como cabría suponer,
1 15 38 2,0 6 40 1,8 11 son Jas obtenidas entre la actitud sexual y la -con-
o 0,12 80 2,4 5 75 1,6 8 ducta sexual. Las correlaciones entre el impulso
0,13 0,28 80 1,4 5 80 1,0 10
0,29 0,40 100 0,0 8 100 0,0 6 sexual y la conducta y actitud sexuales son proba-
0,41 0,58 100 0,0 4 100 0,0 9 blemente demasiado elevadas, en primer lugar de-
0,59 0,81 100 0,0 4 100 0,0 8 bido a la autocorrelación, y en segundo lugar porque
0,82 0,145 88 0,2 6 85 0,2 13 fue muy difícil separar esta clasificación de los fac-
Estimación prevista del por- tores culturales y de personalidad. Creo que si
centaje de vírgenes en una alguna vez se llegara a descubrir una base abso-
población general compa- lutamente fisiológica para el impulso sexual que pu-
parable a la nuestra ( ob-
tenida sacando un pro- diera medirse, digamos, por mero nivel sanguíneo
medio de los porcentajes de la hormona estrógena, las correlaciones con la:
para todos los decilos) . 66,5 % 70,4 %
A. Il. MASLóW AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 207

conducta sexual serían más bajas que las que hemos Se advertirá que las correlaciones entre el impulso
obtenido. sexual y el sentimiento de dominio son bajas
No nos proponemos subrayar en este trabajo las ( r = 0,10 - 0,20). Científicamente no pudimos en-
relaciones entre la conducta y actitud sexuales y la contrar casi ninguna posibilidad de hacer predic-
seguridad yoica; probablemente lo haremos en futu- ciones.
ros trabajos. No obstante, por el moment~ quisié-
ramos llamar la atención sobre las diferentes corre-
laciones entre el impulso sexual y la masturbación l. Validez y confiabilidad de los resultados
en el Grupo de Control y en el Grupo Total. En estadísticos
este último grupo, el factor de seguridad yoica no
estaba tan bien controlado como en el Grupo de Es preciso señalar aquí cuáles son, en nuestra
Control. Atribuimos esta caída en la correlación de opinión, las fallas de nuestros datos estadísticos:
0,51 a 0,25 a la aparición del factor de inseguridad
yoica en este cuadro. Se observará que ninguna otra l. Los sujetos que pudimos obtener no estaban
correlación se ve tan afectada como ésta. distribuidos en forma pareja, y tampoco encontra-
mos suficientes casos de ciertos niveles de auto-
CUADRO 6 estima.
2. Las correlaciones biseriales no pueden ser uti-
-Relación entre la virginidad y la presencia o ausencia lizadas como medidas cuantitativas absolutas ya que
de masturbación sólo son válidas cuando se las utiliza para distribu-
AUSENCIA DE ciones normales y para un número de casos mayor
MASTURBACIÓN MASTURBACIÓN del que contábamos. .. .
Grupo de control (N = 71) 3. De cualquier forma, nuestras clas1f1cac10nes
Virgen ... . 24 % 76 % N=37 cuantitativas están sujetas a un gran número de crí-
No virgen . 82 % 18 % N=34 ticas que ya hemos analizado, la más importante de
Grupo total (N = 127) las cuales es que son demasiado subjetivas. ·
Virgen .... 42 % 58% N=69 4. La cuestión de la veracidad de ciertas respues-
No virgen . 78 % 22 % N=58 tas en la entrevista debe ser considerada como po-
sible factor atenuante. Opino que obtuvimos res-
El cuadro 6 revela que la masturbación y la no puestas sinceras y veraces, pero resulta difícil de-
virginidad se dan juntas más que la masturbación mostrarlo.
y la virginidad. Ello indica que, en las personas 5. La autocorrelación está presente, en cierta me-
n-0rmales, la masturbación no necesariamente es sólo dida, en la correlación entre las clasificaciones; por
una forma de compensar por falta de amor o · de ejemplo, la clasificación para el sentimiento de do-
experiencia heterosexual, ni tampoco exclusivamen- minio se realizó en parte sobre la base de datos
te un producto del temor a la heterosexualidad. sexuales. Este factor resultó ser muy poco signi-
I
208 A. H. MASLOW . AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJDIES 209
ficatívo, ya ~u~ las correlaciones con puntajes de den también ser una función o un resultado de esta
tests de domm10 son más o menos las mismas que misma posición cultural.
con la clasificación de dominio. Tenemos demasiado pocos sujetos católicos como
para llegar a ninguna conclusión definitiva.
Sin duda nuestros datos parecen indicar diferen-
E. RESULTADOS CUALITATIVOS
cias como resultado de los distintos rasgos religiosos
o subculturales. Esto se vuelve más evidente al tra-
l. Difetfncias de tipo cultural, religioso, etc. tar con individuos (antes que con grupos) . También
existen diferencias relativas a la educación, diferen-
La conducta sexual, y en menor grado la actitud cias en el tipo de progenitores, etc.
sexual, es una resultante muy sensible de muchas Las diferencias geográficas o regionales posible-_
infl?encias distintas, de las cuales la autoestima y mente sean también importantes. Los sujetos que
el ~mpul~o ,sexual son sólo dos. Por ejemplo, las provenían del Sur traían consigo una tradición o
mu1eres JUdias, que por lo general tienen un senti- énfasis en la pureza, la virginidad, etc. "Ser una
miento de dominio y, sobre todo, una conducta de dama" y "ser vulgar" eran para ellas dos cosas dia-
dominio más fuertes que las católicas o las protes- metralmente distintas.
tantes, exhiben no obstante porcentajes ·más ele- Ciertos tipos de educación progresista o la in-
vados de virginidad que cualquiera de los otros dos fluencia de progenitores liberales parecen también
grupos. Esto no tiene nada que ver con la religion inculcar una actitud más desenvuelta hacia el sexo,
como tal, ya que muy pocos de nuestros sujetos aunque esto no parece afectar demasiado a la ver-
judíos habían sido en otra época religiosos. Cuando dadera conducta sexual. Por otra parte· el hecho
nuestros sujetos, fueran judíos, católicos o protestan- de haber sido educadas por sus abuelos otorgó a
tes, eran religiosos, aumentaba la probabilidad de dos sujetos, ambos de fuerte dominio, una actitud
que fueran vírgenes, no se masturbaran y obtuvieran más puritana y hostil hacia el sexo.
una clasificación más baja para la actitud sexual.
Se comprobó que, com~ grupo, las mujeres judías
eran marcadamente ambivalentes hacia el sexo, sin- 2. Conducta hoffc.Úsexual
tiéndose a la vez atraídas y temerosas de él. En
otro trabajo [13] hemos presentado la hipótesis ten- Cinco de nuestros sujetos habían tenido experien-
tativa de que su conducta compensatoria de dominio cias homosexuales activas. Sólo una de ellas podría
es en parte una función de la inseguridad cultural, ser llamada "realmente" homosexual, prefiriendo es-
es decir, del hecho de pertenecer a un subgrupo ta actividad al contacto con hombres. Tres de ellas
cultural que en cierto sentido es rechazado y se- lograron una clasificación de 9 para el sentimiento
gregado por el grupo más numeroso. Los hallaz- de dominio (la clasificación más alta posible en
gos sexuales correspondientes a estas mujeres pue- nuestra escala de nueve puntos), una 8 y la "verda-
210 A. H. MASLOW AU'tOESTIM A Y SEXUAUDAD EN i..AS MU JEíll!lS 211

de~a" hom.osexual, 7. De nuestro grupo total de en ninguna de las mujeres con fuerte dominio. Am-
su¡etos, seis lograron una clasificación de 9 para bas eventualmente desplazaron su interés hacia ac-
el sentimiento de dominio. En este grupo de seis, tividades heterosexuales.
de las tres que no h(lbían tenido experiencias homo- Nuestra única homosexual por elección (desde
sexuales, dos conscientemente las deseaban y la luego no incluida en nuestro grupo de control for-
t~rce:a no se, ~ostraba contrari~ a dichas expe- mado por mujeres "normales") no tenía un aspecto
riencias. Los umcos otros dos su¡etos que admitie- masculino pero se conducía así en muchos sentidos,
ron deseos homosexuales lograron una clasifica- prefiriendo las ropas, ocupaciones, deportes, etc.,
ción de 8. masculinos. Confesó tener relacione-s sexuales con
f?os ~e nuestros sujetos habían tenido alguna ex- hombres pero sin experimentar ningún placer, a las
pei:enc1a homosexual pasiva; una logró una clasifi- cuales se entregaba "sólo para mantener una fa-
cación de 5,5 para el sentimiento de dominio, la chada" (la muchacha tenía un miedo terrible de
otra de 4,5 ( 5 es la mediana). ser descubierta).
Las deducciones son obvias aun cuando nuestros Su historia consiste en la seducción de una mu-
casos no sean numerosos. En mujeres con senti- chacha tras otra en una forma muy sistemática, se-
~i~nto de dominio muy fuerte, existe una proba- leccionando siempre mujeres que constituyen un
b1hdad mucho mayor que en la población general desafío para ella; siempre son más altas . que ella,
de que la investigaeión encuentre episodios homo- hermosas y femeninas, y ella se siente inicialmente
sexuales en la historia clínica o bien tendencias, atraída precisamente porque aquéllas se muestran
deseos o curiosidad conséientes de índole horno~ antipáticas, hostiles o distantes e indiferentes. No
sexual. experimenta ninguna atracción por las que a todas
Sólo una de estas personas prefirió la homose- luces gustan de ella. Sistemáticamente, a lo largo
xualidad o la mantuvo durante mucho tiempo. Por de un prolongado período de tiempo, ella hace que
lo general esto se debe ya sea a una intensa cilrio- esas muchachas toleren estar de la mano con ella,
sidad o a la imposibilidad de encontrar a un hom- ser abrazadas, besadas, etc. El clímax llega en el
bre que tenga un sentimiento de dominio suficien- momento en que por primera vez induce un or-
temente fuerte corno para ser su pareja. En estos gasrn<?_ en su compañera: "En esas oportunidades,
casos, cuando apareció un hombre adecuado; de tengo una sensación de arrogante poder y de enorme
inmediato abandonó la homosexualidad. satisfacción". Sus propios orgasmos llegan mucho
En nuestros dos casos con una historia de epi- más tarde en la historia de la relación y decidida-
sodios homosexuales pasivos, se trataba de personas mente no son la meta primaria de la seducción.
de fuerte temperamento sexual y por esa época algo Es evidente que estos hallazgos (en las mujeres
temerosas de los hombres y del sexo en general. normales) sugieren una interpretación de conducta
Ambas eran vírgenes. En las dos existían senti- homosexual en términos de dominio, lo cual parece
mientos de culpa consciente, cosa que no sucedía ser mucho más válido y provechoso que una ínter-
A. H. MAsiów- AUÍ'OES'l'!MA Y SExUALIDAÍJ l!:N iAs :MtrJE!\ES

pretación puramente fisiológica. Conviene que el de la frecuencia ·de esta posición cara-a-cara en los
lector compare estos datos e interpretaciones con chimpancés, en los que la relación dominio-subor-
nuestro~ datos sobre -primates infrahumanos [12J, en
dinación es de un tipo más amistoso y parejo. Se
los cuales llegamos a idénticas conclusiones 2 • encuentra también con frecuencia en matrimonios
de personas seguras para quienes la relación domi-
nio-subordinación por lo común no constituye un
3. La influencia de la posición sexual problema (en los que el status es parejo). '
Estos datos indican cla,ramente la posible impor-
Lds hechos sobre los que debe basars,e cualquier tancia y significado psicológico e incluso biológico
especulación son los siguientes: a muchas mujeres de la posición sexual. La posición "de arriba" a
con sentimiento de dominio muy fuerte les resulta menudo guarda una profunda conexión con el sen-
tremendamente excitante adoptar cada tanto la po- tinúento y el status -de dominio, y la posición "de
sición superior en el acto sexual; tal conducta sería abajo" a menudo .parece estar rel~cio~ada ~on. el
inimaginable en mujeres con débil sentimiento de status y el sentimiento de subordinación, s1 bien
dominio; en las parejas en las que la esposa está esta última relación sufre una mayor influencia de
en status de dominio con respecto al marido, las otras variables que la primera. Por ejemplo, nos
mujeres, sea cual fuere su nivel de sentimiento de vemos obligados a llegar a la conclusión de que, en
dominio, se sienten impulsadas a asumir dicha po- ciertas mujeres cuya fuerte autoestima es del tipo
sición como el mejor o el único medio de obtener de "seguridad yoica", la posición de abajo no parece
placer erótico. Se recordará que también la inves- entrañar ninguna sumisión, ni la posición de arriba
tigación con monos aportó datos pertinentes con ningún dominio (para ellas, el acto sexual no es un
respecto_al significado de dominio que entrañaba, "acto de dominio"). .
para la conducta sexual, el hecho de estar "arriba" Asimismo, el dogma religioso ha estandarizado la
o "debajo". En el caso de estos animales llegamos posición de abajo como la "normal" para las mu-
a la conclusión de que la posición sexual cara-a- jeres. En este sentido, resulta interesante de~tacar
cara también tenía un significado de dominio. Di- que en las parejas en que las esposas asumian el
cha po~ición se observó sólo en parejas en las que status de dominio y la posición de arriba, éstas in-
el animal en status de subordinación tenía, al mis- formaron en su totalidad que se sentían "obligadas
mo tiempo, un fuerte sentimiento de dominio. Nues- a hacerlo" y que temían no ser del todo "normales':·
tra interpretación fue la de que tal posición sig- Tenemos también dos sujetos que se sentían domi-
nificaba una igualdad mayor que la que supone la nantes con respecto a sus maridos, _a pesar de lo
posición sexual dorso-ventral común. Esta conclu- cual se sometían a las relaciones sexuales; ambas
sión fue corroborada además por la observación eran psicológicamente frígidas con sus maridos y
las dos preferían la posición en que, yaciendo jun-
2 Estos comentarios, desde luego, no pretenden ser una
tos de costado, el hombre penetraba desde atrás.
teoría general de la homosexualidad humana.
214 A. H. MASLóW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 215

Las manifestaciones de las dos mujeres indicaban obligará a asumir el rol femenino. En los pocos in-
que cualquier _otra posición supondría participación, formes que recuerdo de grupos en los. qi:i-e las ~~­
y que ninguna de las dos sentía que estuvi~ra par- jeres violaron a los hombres, el procedimiento utili-
ticipando. Ésta era entonces su manera de decir: zado es colocarlo de espaldas y sentarse sobre el
"Yo no tengo nada que ver con esto". pene erecto, asumiendo así la posición de arriba.
El predominio casi universal de la posición ven-
tral en la mayor parte de las culturas del :tnundo
indica una relación más estrecha, más cordial y más 4. El dominio en el sexo y en el matrimonio
equitativa entre los sexos, con mutua participación,
de la que existe entre los animales. Es mi opinión, 'Ep_ general, nuestras principal~s coi;iclusiones son
aunque no tengo certeza de ello, que en aquellas las siguientes. Los mejores matnmomos de nuestra
cultµras en las que la posición dorso-ventral es la sociedad (a menos que tanto el marido como la
más común, los hombres dominan por completo a esposa sean individuos decidida~ente seg:iros ~ pa-
las mujeres y no -las valoran como individuos. Sin recen ser aquéllos en los que mando .Y i;rm1er tienen
embargo, lo contrario no parece ser válido, ya que más o menos el mismo nivel de sentimiento de do-
hay culturas de este último tipo en las cuales la po- minio, o aquellos en los que el marido tiene un
sición sexual ventro-ventral es la corriente. sentimiento de dominio algo más fuert~ q;1~ el de
Posiblemente, si contáramos con más datos sobre la esposa. En términos de stat;is ello significa que
la conducta sexual de los pueblos primitivos encon- los matrimonios con status de igualdad o status de
traríamos las respuestas de muchas de nuestras pre- "dominio dividido", o aquellos en que el rr_iarido es-
guntas. Por ejemplo, conductas como las que des- tá _en un status dominante (pero no demasiado mar-
cribiremos a continuación creo que son de gran cado) son los que proporcionan felicidad y bue~a
valor en cualquier consideración general de las re- adaptación tanto al marido c~mo a la, espos~. ~n_
laciones entre el dominio de la conducta sexual. En los matrimonios en que la mu1er es mas _dommante
las Islas Trobiand [11] a un hombre plebeyo casado que el marido' es muy probable. ~ue suqan i::roble-
con una mujer noble no se le permite que -esté mas bajo la forma de inadaptac10n tanto social co-
físicamente encima de ella en el acto sexual. Entre mo sexual, a menos que ambos sean individuos muy
los Arunta de Australia[l8], algunas mujeres conoci- seguros. Esto también parece aplicarse, aunque en
das como "Alknerintja" se niegan a someterse a los un grado menor, a aquellos matrimonios- en los ~ue
hombres. Éstos las temen y al mismo tiempo se el marido es mucho más dominan~e que su muie,r.
sienten muy atraídas por ellas. Una interesante
creencia popular es la de que cuando un hombre
De estas afirmaciones se desprende que cabna
esperar una mayor incidencia de divorcio entre_ ta-
sueña con una "alknerintja", debe levantarse de in- les parejas. Un grupo de aproximadamente vemte
mediato y escapar, pues de lo contrario ella lo pon- mujeres divorciadas examinadas con nuestro t~st ?e
drá de espaldas, se sentará sobre su pene erecto y lo sentimiento de dominio alcanzaron un punta1e s1g-
216 A. 11. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LA.S MUJEl'IES 217

nificativamente más elevado, en líneas generales, denes. Rara vez se sonrojaban. En general, les fal-
que un grupo comparable de mujeres casadas. Re- taba ese elemento de dulce femineidad, pero im-
sulta interesante advertir que todos estos casos, con ponían respeto a través de una reciedu~br~ sin
excepción de uno, caían en el medio o por encima miramientos, su capacidad de bastarse a si mismas
del rango para el sentimiento de dominio; la única y una tolerancia indiferente. . .
excepción estaba por debajo de la mediana. No se Otro hallazgo muy interesante de nues~ra mvesh-
pudo conseguir que este ,sujeto proporcionara infor- gación arroja alguna luz sobre un mecarnsmo esen-
mación acerca de la situación que culminó en el cial que subyace a la promiscuidad· y que con fre-
divorcio. Con todo, el estudio de varios matrimo- cuencia se menciona en la literatura. Los hombres
nios en los que el marido era mucho más dominante y mujeres casados que eran a la vez promisc~os,
que la mujer indicaron que, en todos los casos, és- muy frecuentemente estaban bastante convencidos
tos no eran tan felices como los matrimonios más de que sólo las relaciones sexuales con el cói:yuge
parejos. Existía alguna probabilidad de que el ma- les proporcionaba un verdadero placer y satisfac-
rido sintiera cierto desdén consciente o inconscien- ción completa; sus aventuras extraconyugales satis-
te hacia su esposa, la despreciara y no la respetara. facían otras necesidades emocionales, a saber, el
:f:sta a su vez, tal vez se volviera muy insegura, deseo de asegurarse de que seguí~~ sien.do atr~cti­
vos, la emoción de lo nuevo, hostilidad mconscien-
desarrollara ansiedad y celos y se sintiera en gene-
ral muy desgraciada. _ te hacia el cónyuge, y con frecuenci~, en fo~a
abierta y consciente, el deseo de conqwstar, de co-
Nuestro hallazgo relativo a las mujeres divorcia-
leccionar trofeos". La mayoría de los suje~os_ de
das se ve confirmado en un artículo de Johnson y
todo tipo admitieron que al pare:er era necesaria
Terman [9]. El cuadro que estos autores han obte-
una relación permanente y mantemda a lo largo de
nido de mujeres divorciadas, por medio de tests de
mucho tiempo para lograr una felicidad y un pl.a-
personalidad, es casi exactamente igual al que nos-
cer sexual (fisiológico) más pleno. En la promis-
otros hemos trazado de las mujeres con dominio fuer-
te. Por ejemplo, para seleccionar sólo algunos items, cuidad éste no era casi nunca el objetivo, como
tampoco podía alcanzárselo con facilidad aun en el
comprobaron que las mujeres divorciadas eran, en
líneas generales, de una fuerza de voluntad, tole- caso de que lo fuera, pu.esto que se ~eía desplazado
por el deseo de impresionar, de bnllar en compa-
rancia, autoafirmación, iniciativa, decisión, auto-
ración con otras parejas sexuales, de h.acer desapa-
confianza, independencia y ambición muy .el~~a­ recer la distancia, la frialdad, el snobismo, etc. En
das. Estaban más acostumbradas a tomar la irncia-
tiva en las actividades, más dispuestas a ser distin- una palabra, esas copulaciones apresuradas son con-
sideradas casi siempre, no como aventuras sexuales
tas o poco convencionales, y más capaces y dispues-
sino como lo que podríamos denominar "aventuras
tas a aceptar burlas y críticas cuando sabían que
' de dominio" o "aventuras de insegwidad".
tenían razón. Eran menos dóciles y complacientes,
preferían trabajar por su cuenta que aéeptar ór- En la literatura se describe a menudo al Don
218 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 219
Juan (y a la Doña Juana) como una p-ersona que
apuntala su yo inseguro convenciéndose a sí misma reja ~e !leva bien en .un ~entido psicológico (y, por
y a los demás de que es un hombre (o una mujer) consiguiente, sexual), la monogamia patee.e ser muy
fuerte, conquistador y deseable. Nuestros datos preferible a la promiscuidad como canal para lograr
corroboran esa interpretación en un número consi- una completa satisfacción sexual, pero no satisface
derable de casos 3• Tales individuos nos .comunican las necesidades emocionales de las personas con
que lo más emocionante no es el momento del cli- algún tipo de inseguridad yoica. -
r,nax del sujeto sino el del clímax de la pareja, pues
ese parece ser el momento de la conquista.
Resulta interesante advertir la recurrencia conti- 5. El significadó de_l clímax sexual
nua de la conversación de este tipo de hombres,
cada vez que se hace referencia a algu1:J.a murer . Llamó ~ue~tr.a atención acerca del posible signi-
snob o reservada, de la frase "merecería que la vio- ficado ps1colog1co del orgasmo, el que nuestro su- - -
laran", como si ésa fuera una -humillación tan es- jeto con impulso sexual más fuerte, una ninfomanía-
c~ ( t_
a mbién en la categoría más alta de_domipio) 4
pantosa que la obligaría a arrastrase a sus pies
(psicológicamente), permitiendo así que el hombre afirmara que no había tenido orgasmo . qon dos
se sienta superior. Estos hombres y mujeres reser- hombres en particular. Esto resultaba bastante sor-
vados y fríos constituyen un desafío permanente y prendente en vista del hecho de que podía tener
parecen ser sumamente atractivos en un sentido se- un orgasmo con sólo mirar a un hombre. Sus pala-
xual para la persona con dominio fuerte que es bras fueron éstas: "Sencillamente no pude entre-
también algo insegura. Mientras se mantengan a garme a ellos; eran demasiado débiles". Se había
distancia y se rehúsen a hacer el amor, siguen sien- sentido absolutamente dominante eón respecto a
do atractivas, desafiantes y superiores. En cuando esos hombres.
se rinden, de inmediato pierden su valor y son de- Otro de nuestros sujetos inseguros en el grupo
sechadas ni bien desaparece la primera emoción de
la conquista. Estos hallazgos no son válidos para 4 Por lo común se define como ninfO'maníaca a la mujer
que no puede controlar su apetito sexual, que es insaciable.
las personas seguras y no se aplican a las personas Con 'todo, por lo común se afirma que dichas mujeres ·no
inseguras con dominio fuerte que eventualmente tienen orgasmo. Esto no fue lo que ocurrió en el caso de
alcanzan seguridad psicológica. esta mujer, -aun cuando se ajustara a los requisitos de la
Podemos decir que, en nuestra cultura, si la pa- definición usual._ Véase Hamilton (pág. 223), quien afirma:
"La promiscuidad compulsiva, incluyendo esos casos extre-
mos. . . denominados .ninfomanía., probablemente no se
3 No en todos, sin embargo. Esta sería una explicación encuentre nunca entre las mujeres que pueden llegar al
demasiado sencilla de la promiscuidad. También otros fac- clímax". La mayoría de nuestros sujetos, a los que podía
tores se integran en · este cuadro, por ejemplo, un fuerte im- denominarse "compulsivamente promiscuos", podían tener
pulso sexual, -una actitud sexual intensa, un alto sentimiento orgasmo. La afirmación de Hamilton puede ser válida o no
de dominio con su correspondiente falta de inhibición, etc. para las mujeres neuróticas; pero decididamente no se aplica
a las mujeres "normales" [6].
220 A. H. MASLOW AUTOESTtMA Y SEXUALIDAD EN LAi MUJERES 221

de dominio más fuerte, que tenía un intenso jmonl- que siempre experimentab~ en ese momento un
so sexual y que se sentía dominante con respecto a sentimiento de exultación. También parece ser bas-
la mayoría de los muchos hombres con los que tante frecuente que esos hombres no se sientan sa-
tenía relaciones sexuales, afirmó que no tenía or- tisfechos con esposas que no tienen orgasmo y, en
gasm?s c~n la mayo~, parte de ellos y llegó a extre- mi opinión, parecería que el hecho de "fallar" -mu-
mos mcre1bles para demostrarles que no le impor- chos utilizaban este término- socavaba su senti-
taba un bledo", tales como mascar goma y fumar miento de dominio. Una esposa afirmó que simula-
cigarrillos durante el acto sexual. ba tener un orgasmo cuando éste no se producía en
Qtro sujeto, · divorciada de · su marido, ·comentó forma espontánea, "a fin de no hacerle sentir a su
que había tratado desesperadamente de no tener marido que no era lo bastante hombre".
o~gasmos con él porque lo detestaba y lo · despre- Parecería entonces que el orgasmo tuviera un
ciaba profundamente. Cuando· no podía evitarlo valor psicológico para la mujer: para ella es una
debido a su fuerte sexualidad, ella inhibía por com- forma de "ceder", de hacerse vulnerable y, en cierta
pleto toda señal manifiesta de lo que estaba suce- medida, de colocarse en un status de subordinac
diendo. "No quería darle esa satisfacción." Ella se dón. Para el hombre, el hecho de inducir un or-
despreciaba a sí misma por no ser capaz de impe- gasmo en la mujer refuerza su sentimiento de do-
dir el clímax. minio también, al menos momentáneamente. le
En casos de sentimiento de dominio y s·exualidad otorga un status de dominio, en especial si la posi-
corriente, el orgasmo constituye una señal bastante ción sexual es psicológicamente adecuada. Pode-
segura de la: existencia de un sentimiento de amor mos hacer una distinción más sutil entre lo que se
hacia el marido. Si la mujer no se siente amada o podría denominar el orgasmo de dominio y ·el or-
~egura, inhibirá el orgasmo a menos aue tenga un gasmo de subordinación. Las mujeres oueden lo-
impulso sexual muy fuerte. Esto también es válido grar el primero adoptando a su cargo toda la situa-
con mucha frecuencia cuando una mujer es domi- , ción sexual, como por ejemplo con un hombre más
nante con respecto a su marido. En dos de los su- joven. El primer tipo de orgasmo lleva implícito
jetos cuyos maridos recibieron asesoramiento en lo un sentimiento de triunfo, d·e ·exultación y de gran-
referente a una adecuada .conducta de dominio deza, de fuerza y masculinidad.
eventualmente se logró inducir el orgasmo. . ' Estos sentimientos y distinciones no apareceri pa-
En el sujeto homosexual mencionado anteriormeri- ra nada en el matrimonio "parejo" o "seguro"• eñ el
te, se recordará que el hecho de inducir al clímax en que las diversas posiciones sexuales no parecen te-
su compañera era el punto más alto y la meta hacia ner tampoco ningún o casi ningún significado·. de
la que dirigía toda su actividad. Lo mismo encon- dominio. En este tipo de matrimonio, podríamos
tramos también en los hombres que hemos entrevis- afirmar, en líneas generales, que el concepto de
tado, al menos en los de sentimiento de dominio dominio no tiene ninguna aplicación directa. (Esto
más fuerte. Un hombre (algo inseguro) declaxó es válido para las personas seguras.) ·
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 223
.222 A. H. MASLOW
el sentimentalismo, la fidelidad y la honestidad.
Nuestros sujetos intermedios sentían cierto rechazo
6. La personalidad y la Vianera de hacer el amor y temor por el tipo de hombre que le resultaba
atractivo a la mujer con fuerte dominio. Opinaban
Prácticamente todos los libros sobre técnicas que los hombres de ese tipo no son suficientemente
amorosas y sexuales cometen el necio error de supo- dulces, tienen un impulso sexual demasiado fuerte
ner que todas las mujeres tienen idénticas necesi- y se muestran propensos a ser demasiado brutales
dades . amorosas. Y encontramos así que se dan y animales. En general podemos afirmar que en
instrucciones generales aplicables a .todas las rela- la mujer con fuerte dominio, la tendencia es buscar
ciones sexuales, como si una mujer fuera exacta- un buen amante, mientras que las mujeres con do-
mente igual a otra mujer. Cae de su peso que esto minio medio y débil tienden más bien a buscar un
es completamente absurdo; e incluso es más absur- buen marido y padre, un hombre adecuado antes
do que tales libros se refieran al , acto sex?ª! como que un hombre descollante, un hombre c6modo y
si se tratara de un mero problema mecarnco,. un "casero" en lugar de un hombre que pueda inspi-
acto pu~amente físico antes ·que un acto emocional rar cierto temor y sentimientos de inferioridad.
y psicol6gico. Sabemos mucho menos acerca de cuál es el hom-
Presentaremos mejor nuestros datos si formamos bre ideal para la mujer con dominio débil. A veces
tres grupos generales: dominio fuerte, medio y dé- parecería que no existe ninguno, al ~enos para
bil. Para estos grupos, el concepto del hombre aquéllas que son también inseguras; temen a todos
ideal, de la relación sexual ideal y de la forma de los hombres y desconfían de ellos. Con todo, por
hacer el amor en general variará considerable- lo general desean tener hijos y, por consiguiente,
mente. . los hombres y el sexo constituyen una infortunada
a. El hombr(J ideal. A una mujer con fuerte sen- y hasta desagradable necesidad. Aquí también se
timiento de dominio s6lo le resultará atractivo un aplica el principio de la homogamia· del matrimo-
hombre con dominio fuerte, ·el cual deberá ser muy nio parejo. El hombre aceptable es el de dominio
mas~ulino (al menos psicol6gicamente) , tener con- débil, el hombre tierno, tímido y vergonzoso que
fianza en sí mismo, ser bastante agresivo, e incluso la adorará a distancia durante años antes de atre-
un poéo_"gallito", estar seguro de lo que qu!ere y verse a dirigirle la palabra, el hombre que ·también
ser capaz de cons·eguirlo, y mostrarse supenor en siente miedo del sexo como tal. Tengo la impresión
la mayoría de las cosas. Se suele hacer mucho (con datos inadecuados) de que la mujer con do-
hincapié en que tenga _una personalidad fuerte y minio débil, sin la menor duda, y a veces la de
violenta. A medida que descendemos en la escala dominio medio, elige a un hombre hacia el que
d·e dominio, encontramos que nuestros sujetos po- pueda sentirse a veces maternal.
nen cada vez más el acento en rasgos como la bon- Desde otro punto de vista, encontramos en esta
dad· la amabilidad, el amor por los niños, la sim- esfera una adaptación asombrosamente buena. Por
patía, la ternura, la consideración, el romanticismo,
224 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 225

ejemplo, exis_ten porcentajes más o menos idénticos debe prepararse el camino tierna y cuidadosamen-
de h?mbres y mujeres con dominio fuerte, y así te. Esto de?e ser precedido por una atmósfera ge-
sucesivamente a medida que descendemos en la neral del tipo que supone música suave, flores y
es?ala de sentimfonto de dominio. Parece posible cartas de amor. Por lo común debe existir un pro-
afirmar que, en un sentido psicológicc;i y con res- ceso de acostumbramiento y de adaptación al hom-
pecto a la característica que hemos estudiado, exis- bre y a la situación.
te un hombre para cada mujer. También en hom- E.stas dife:enci~s son ~an marcadas que podemos
bres y mujeres pertenecientes a diversos niveles de decir, con cierta mexactitud pero también con cier-
sentimiento de dominio encontramos características ta inspiración· que la mujer con dominio fuerte de-
casi perfectamente complementarias. La mujer con sea inconscientemente ser violada; la de dominio
. fuerte dominio sólo acepta a un hombre con fuerte medio; ser seducida .
dominio, pero también el hombre con fuerte domi- En cuanto a la mujer con dominio débil resulta
nio prefiere a la mujer con fuerte dominio. La- ~ícil ~escubrir qué es lo que desea. Qui~ás sería
mujer con dominio débil siente disgusto o temor JUSto afirmar que cualquier comercio sexual tendría
hacia el sexo; lo mismo }e ocurre al hombre con como meta la reproducci(m o "satisfacer a su ma-
dominio débil. La ínujer con domillio medio o dé- rido" (excepto cuando existe un impulso sexual
bil desea romance, flores, ambiente a media luz muy. f~erte). ~1'. u~, sujeto (clasificación para el
actitudes sentimentales y poesía; esto es precisa~ domm10, 4; clas1f1cac10n para el impulso sexual, 9)
mente lo que el hombre con dominio medio o débil sobrevino el divorcio después de tener un hijo. En
está dispuesto a brindarle. otro (clasificación para el d9minio, 2; clasificación
h. Manera ideal de hacer el amó-r. En nuestra para el impulso sexual, 5) que no tiene posibilida-
sociedad insegura· la mujer corriente con fuerte do- des de tener un hijo, el sujeto se niega absoluta-
minio prefiere que le hagan el amor en una forma mente a tener relaciones sexuales con su marido.
directa; no sentimental, más bien violenta, animal, En el primero de estos dos sujetos, el fuerte impul-
pagana, apasionada, incluso a veces brutal. Debe so sexual la llevó a cierta promiscuidad, seguida de
ser algo rápido y no la culminación de un largo espantosos sentimientos de culpa. En algunas
período de cortejo. Ella quiere ser arrebatada . de otras, a pesar de sus temores antes del matrimonio
golpe, no cortejada; desea más .b ien que le roben ~es1;més de éste se alcanza cierto grado de reCOI!ci~
hac1~n y algunas veces hasta cierto gusto por el se-
sus favores y no que se les soliciten. En otras pa-
labras; se la debe dominar, debe forzársela a adop- xo, siempre y cuando no sean demasiado inseguras.
tar un statw de subordináción. c. Concepto del matrimonio. Como cabría espe-
Para la mujer con dominio medio, lo ideal es . un rarse, los distintos tipos de mujer tienen filosofías
cortejo más tierno y muy prolongado. En el acto de diferentes acerca del matrimonio. Buena parte de
amor mismo, el ¡exo como tal debe ocultarse, debe lo que podría decirse aquí, puede deducirse direc-
esconderse- tras los velos de las palabras de amor, tamente de las observaciones precedentes. Con to-
226 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 227
do, añadiremos aquí que existen también variacio-
nes en lo que se refiere al ideal monogámico. La sos aspectos• y opinan que todo lo relacionado con
mayoría de las mujeres insisten en la monogamia el sexo es bueno. Las personas de clasificación ba-
para sí y sus maridos. A medida que ascendemos ja temen al sexo, les provoca repugnancia o repul-
en la escala de dominio· se nos dice que se espera sión, y consideran que debe ser controlado o justi-
alguna promiscuidad por parte del marido y que es ficado con los hijos. Para ·ellas sólo se justifica
preciso resignarse a ello. En un lugar más alto de como un paso preliminar indispensable para tener
la escala, los sujetos expresan deseos manifiestos hijos, o una inevitable concesión hecha al marido.
con respecto a la actividad extraconyugal. Y, por Estas personas son las que se lamentan y se queian
últi,mo, ·en nuestros grados más altos de dominio, de que Dios o la naturaleza podían haber hecho las
encontramos que el estándard doble ha desapare- cosas de un modo mejor. "¿Por qué es preciso
cido; que si el marido ha de tener relaciones extra- convertirse en animales antes de poder tener un
conyugales, también las tendrá la esposa. De estos bebé?" Si junto a una actitud sexual débil se da
sujetos, los de impulso sexual más fuerte con fre- un impulso sexual corriente o fuerte, ello pnF.de
cuencia tienen relaciones extraconyugales: AsL el provocar problemas: espantosos sentimientos de
ideal monógamo y la aceptación del estándard do- culpa, continuo autocastigo, repugnancia y horror,
ble parecen variar también con la posición de la represión y conflictos de todo tipo son el destino
personalidad en la escala de dominio. de esa persona. A continuación presentaremos nna
declaración característica, realizada por una mujer
con dominio débil (clasificación para el dominio, 3;
7. Actitudes, gustos y conductas sexuales actitud sexual, 3).

El concepto de actitud sexual, tal como lo hemos Cuando pienso en el sexo, creo que la Naturaleza podría
empleado, no está demasiado bien definido. ¿Qué haber inventado un método mejor; es algo bastante torpe.
Se parece tanto a los animales, que nos recuerda que no
significa. en términos de conducta y gustos espe- hemos evolucionado demasiado. Si tuviera deseos sexuales
cíficos? creo que me sentirla avergonzada. Nunca podré compren-
Se realizaron clasificaciones en una escala de der cómo puede la gente sentir eso. Los órganos sexuales
son lá parte más horrible del cuerpo.
nueve puntos: un extremo lo constituye una acep-
tación fuertemente pagana, positiva y desinhibida
Este sujeto con un débil impulso sexual está bas-
de todo lo sexual; el otro, una actitud fuertemente tante bien adaptada y no tiene ningún conflicto
"puritana", inhibida, negativa y de rechazo hacia el en mantener su aétitud. En otro sujeto similar que,
s·exo. De las personas que logran una clasificación no obstante, tenía un fuerte impulso sexual y había
alta puede decirse que aman al sexo como tal y
sido arrastrada a cierta promiséuidad, existían vio-
por el sexo mismo, que lo consideran uno de los
lentas reacciones contra sí misma: llanto, autocasti-
"bienes" más valiosos del mundo, aprueban todos
go y pensamientos suicidas, Tales personas, cuª11d9
228 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJEllES 229
se casan, tienen vidas sexuales sumamente .restrin- inseguridad yoica no es excesiva); se efectúan toda
gidas. clase de experimentos, se considera que todo acto
Con todo, eri el otro extremo encontramos un sexual es algo "divertido'', antes que un asunto se-
formidable florecimiento de todo tipo de conducta rio. Con mucha frecuencia, ·e n los matrimnios en-
sexual: cunnilingus, fellatio, insólitas posiciones se- tre personas con dominio fuerte, se comprueba que
xuales, mucha experimentación, incluso en unos po- se ha experimentado, aunque sólo sea en una oca-
cos casos hasta homosexualidad o actividades se- sión, con prácticamente todas las formas de conduc-
xuales de grupo. ta sexual conocidas por el .psicopatólogo y ·el sexó-
Por ejemplo, una considerable proporción de su- logo, muchas posiciones extrañas y complicadas, o
jetos con una clasificación para la actitud sexual combinaciones de posiciones en el acto sexual, so-
de siete o más, tiene predilección por el cunnilingus domía, homosexualidad cunnilingus, fellatio, sado-
y lo practica con la mayor frecuencia posible, cosa masoquismo, exhibicionismo e incluso coprofilia,
que no sucede en casi ninguno de los sujetos con actividades sexuales en un grupo más numeroso.
una clasificación de cinco o menos. (Debido a la etcétera. Estos actos no frenen ningún matiz pato-
muy alta correlación [r ' = 0,85] entre clasificación lógico ni son tampoco de ningún modo patógenos.
para el dominio y actitud sexual, estas observacio- Parecería que no puede decirse que ningún acto
nes son válidas tanto para el dominio como para la sexual aislado es anormal o perverso per se. Sólo
actitud sexual.) En una medida algo menor, lo los individuos anormales o pervertidos pueden co-
mismo se aplica a la fell!ztio. Por lo general· cuanto meter actos anormales o perversos; vale decir, el
mªs fuerte es el dominio (manteniéndose constante significado dinámico del acto es mucho más impor-
la seguridad yoica) tanto más atractivo resulta el tante que el acto mismo.
pene a lo~ fines de manipularlo, mirarlo o pensar ~n Las intensas tendencias a la promiscuidad que se
él. Las mujeres con fuerte dominio lo consideran encontraron en las personas con dominio más fuerte
un objeto muy hermoso, en un sentido verdadera- ilustran también este punto, como asimismo la ex-
mente estético. En la mayor parte del resto _de la tensa incidencia de la masturbación en dichas _per-
población, se lo considera o bien algo feo o ne1~tral sonas, tanto antes como después del matrimonio
en su aspecto. Incidentalmente, comenzamos a (después del matrimonio sólo cuando existe una.
creer que lo mismo es válido en las actitudes mascu- falta de oportunidad para el acto sexual). En ta.l~s
linas hacia la vagina y los órganos genitales exter- personas, se ha comprobado- que la masturbac10n
nos de la mujer. es a menudo (no siempre) un asunto altamente
~sta es sólo una muestra de la actitud general de sensual, prolongado y en el que se echa mano d.e
las personas con dominio fuerte hacia el sexo y la todo tipo de pensamientos, objetos y actos cosqm-
sensualidad en cualqui·era de sus aspectos. Cada lleantes y ·estimulantes. Tanto en la masturbació~
una de sus facetas ·es aceptada en forma vehemente como · en la relación sexual, es probable que este
y entusiasta, y rememorada con ardor (cuando la comprendido todo el cuerpo y no sólo el área. geni-
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 231
230 A. H. MASLOW
sexuales con animales, en especial con caballos y
tal restringida. Cada lugar o zm;ia eróticamente es- perros, fueron realizadas por mujeres pertenecientes
a esta categoría máxima, que tenían al mismo tiem-
timulable entrará a participar en el juego en que
po un foerte impulso sexual. Debe recalcarse que
se ha convertido dicho acto, y contribuirá a crear todos · estos sueños reflejan deseos conscientemente
la atmósfera para un tremendo clímax orgiástico.
experimentados también ,en la vida de vi,gilia. Estos
En este sentido resultan muy interesantes los mismos aparecen tambien _en las fantasias mastur-
sueños y fantasías 'de las mujeres con fuerte domi- batorias de mujeres con dominio fuerte. _
nio. En primer lugar, los sueños desembozados del Hemos señalado previamente [14] que existe una
acto sexual están prácticamente restringidos a la elevada correlación entre el sentimiento de dominio
mitad superior de la distribución de sentimiento de y el gusto por la desnudez. Desde luego, la corre-
dominio de la población. En la mitad inferior de lación entre la actitud sexual y el nudismo es igual-
la distribución, los sueños "sexuales" son siempre· mente elevada. Las personas con dominio fuerte
excepto en las mujeres con fuerte impulso sexual, (si no son demasiado inseguras) sienten poco o
del tipo romántico, o de lo contrario son angustio- ningún temor hacia el cuerpo o cualquiera de sus
sos, distorsionados, simbolizados y ocultos. Los sue- funciones. -Así, no se experimenta temor alguno
ños sexuales de las mujeres con dominio fuerte son hacia los órganos sexuales, sino que hasta llegan a
manifiestos, promiscuos y reflejan la misma sensua- resultar atractivos. Esto es válido también en gru-
lidad y el deseo de una vasta expedencia sexual pos del mismo sexo. Los hombres o mujer~s con
que encontramos en su vida diaria. Así, sueñan que dominio débil ocultan sus órganos sexuales mcluso
tienen relaciones sexuales con prácticamente todo en aquellas situaciones en las que resulta reor ~s­
hombre atractivo que han conocido recientemente conder que mostrar, por ejemplo, ~n el g1mna.s1?,
o, con menor frecuencia, con _un 'nombre" sin nin- la pileta, etcétera. En los matrimomos con domm10
guna identidad particular, a menudo con un pene fuerte no se considera que la micción y a veces
tremendamente grande. Con bastante frecuencia hasta 'la defecación sea un asunto particularmente
relatan sueños de violación o de prostitución, en privado; como tampoco se oculta al marido la
los que la soñadora se ve forzada a entregarse se- menstruación.
xualmente a un gran número de hombres brutales. Otra característica de la fuerte actitud sexual y
Estos sueños le resultan sumamente excitantes Y el fuerte sentimiento de dominio es el libre empleo
placenteros a la mujer con dominio fuerte, y, desde de palabras y frases que de ordinario se consideran
luego, completamente horripilantes a las mujeres obscenas o "sucias'', palabras que son al parecer ab-
con dominio débil. Las mujeres que pertenecen a solutamente tabú para los hombres y mujeres con
las categorías más altas de dominio (con excepción dominio débil.
de las del Sur de los Estados Unidos), relatan sue- Por lo común el acto sexual no es tomado como
ños y fantasías de relaciones sexuales con hombres un rito serio, con aspectos imponentes, con una
negros· corpulentos, fornidos y de hermosa constitu-
ción física. Unas pocas comunicaciones de sueños
.232 A. H. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJERES 233
cualidad fundamental que difiere de cualquier otro
acto, sino más -bien como un juego, algo divertido, mente esperada de deferencia hacia los hombres, en
un acto animal sumamente placentero. Tales pa- quienes encontramos lo que parece ser una actitutl
rejas hablan entre sí de ello con toda libertad, rela- mucho más auténticamente masoquista (en un s·en-
miéndose con placeres anticipados o recordados, y tido psicológico antes que cultural-convencional).
excitándose nuevamente en este proceso. Lo que podemos llamar sometimiento o maso-
Todas estas características de las personas con quismo cultural-convencional es el tipo de actitud
fuerte dominio (fuerte autoestima) inevitablemente que se expresa en el hecho de preferir ser .abrazada
nos recuerdan nuestra interpretación previa del sen- con fuerza antes que con delicadeza, y ser un poco
timiento de dominio como un grado represión o in- lastimada al hacer el amor, en d-eleitarse con la
hibición. Así, podemos describir a las personas con fuerza física superior, la altura, la firmeza y la ini-
dominio fuerte como desinhibidas o no reprimidas, ciativa del hombre, y en considerar que el hombre
personas cuyos impulsos fundamentales, animales o es superior a la mujer.
de otro tipo, se traducen con mayor facilidad en la Por otra parte, en la mujer con fuerte dom_inio
conducta, dentro de los límites fijados por la socie- que es al mismo tiempo decídídamente insegura,
dad. Las personas con dominio débil (débil auto- encontramos a menudo el cuadro patológico sexual
estima) están mucho más socializadas o inhibidas. más clásico de estrecha relación entre el dolor y el
placer sexual. Por ejemplo, en un caso, una negra
bastante promiscua finalmente se había decidido
8.- Sadomasoquismo por un hombre, y había vivido con él durante va-
rios años cometiendo, .en todo ese tiempo, sólo un
Nuestros datos sobre este tema son algo confusos, par de "deslices". Se aferró a este hombre porgue
probablemente debido a nuestra illcapacidad de tenía un pene tremendamente grande. Ella decla-
separar los efectos culturales claramente directos de ró que sufría terriblemente en el acto sexual, pero
los efectos del impulso sexual y del sentimiento de que parecía que precisamente cuando el dolor era
dominio. Por lo general nuestros datos deben ser mayor, también lo era el placer. Las mujeres con
examinados sobre el trasfondo de la formulación domii:io más fuerte comunicaron que en forma bas-
cultural estandarizada de que las mujeres, en el tante regular aparecían en sus fantasías y en el cua-
amor y en las relaciones sexuales, se supone que dro que inconscientemente se trazaban de la pareja
son complacientes, sometidas y, hast~ cierto punto, sexual ideal, hombres con órganos sexuales enorme- '
masoquistas. Estas tendencias, a veces más fuertes, mente grandes, lo suficiente como para causar do-
a veces más débiles, pued·en encontrarse en prácti- lor. Se recordará que estas mujeres afirmaron que
camente todos nuestr9s sujetos. Por extraño . que la idea de ser violadas, si bien no llegaba a resultar-
parezca:, es precisamente en esas pocas mujeres que les atractiva, era al menos sexualmente excitante.
no· exhihen ninguna señal de esta actitud cultural- Decididamente preferían una forma ruda de hacer
AtJ'l:OESTI!.ÍA y SÉXÜAi.rbAD EN LAS MÚJi!:RÉS M5
234 A. II. MASLCW
Si bien este caso es el más extremo y el más neu-
el amor antes que una delicada (excepto cuando el rótico que registran nuestras historias clínicas, lo
impulso sexual era débil ) . mismo parece ser válido para otras mujeres con do-
De acuerdo con los hallazgos de varios psiquiatras minio fuerte, aunque en una forma algo más tenue.
psicoanalíticos, era de esperarse que en estas mu- En ·nuestra sociedad, la mujer insegura y ·con do-
jeres "masoquistas" apareciera un monto equivalen- minio fuerte por lo general busca un hombre que
te de sadismo. Toda vez que se encontró masoquis- sea capaz de dominarla. A fin de poder hacerlo, el
mo, se halló también sadismo, y por lo común en debe tener por supuesto una autoestima extremaoa-
idéntica proporción. _ mente elevada. ·
Quizás la mejor manera de describir la situación Probablemente podamos extender esta r~gla a ca-
es diciendo que estas pocas mujeres se esfuerzan si todas las mujeres inseguras de nuestra sociedad,
incesantemente por dominar a todo aguél que en- por fuerte o débil que sea su autoestima. Al des-
tra en contacto con ellas y tienden a ser sádicas en cribir a sus hombres ideales, describen hombres
su dominación en la medida en que las pautas cul- algo más dominantes que ellas, hombres superiores
turales se lo permiten. Esta conducta parece pro- y más fuertes. Algunas incluso describen hombres
porcionarles cierto tipo de excitación sexual. Pero mucho más dominantes que ellas. Sin embargo, en
cuando se encuentran con un hombre al que no realidad las buenas parejas son aquellas en las que
pueden dominar, que demuestra ser más fuerte, el hombre es algo más dominante. En primer lugar,
entonces estas mujeres tienden a volverse decidida- el hombre que es mucho más dominante que una
mente masoquistas y a gloriarse en ser dominadas. mujer particular, de ordinario no se interesa por
Al parecer· el placer sexual obtenido en esa forma ella ni siente ninguna atracción. En segundo lugar,
es preferible al otro tipo de emoción gue se logra al encontrarlo, ella advierte que se siente algo ate-
a través de la dominación. · morizada, que está en desacuerdo con él y cort el
Un sujeto de este tipo describió su vida sexual tipo -de vida _que hace, y hasta es posible que sienta
como la continua búsqueda de un hombre que fue- antipatía hacia él.
ra más fuerte que ella. Después de una larga ca- No queremos dar la impresión de que todo en lo
rrera de promiscuidad, encontró el hombre que sexual gira en torno de la lucha por el poder. El
buscaba y se casó con él (y sigue estando tan ena- cuadro extremo que hemos presentado se refiere
morada de él corrio cuando contrajo matrimonio ha- sólo a un pequeño porcentaje de la población, a
ce algunos años). Sin embargo, describe su vida ma- aquellas personas que tienen un sentimiento de do-
trimonial de una forma parecida, como un continuo minio muy fuerte y son también marcadamente in-
poner a prueba la fuerza de su marido. De hecho, seguras. Las personas seguras no exhiben ningún
provoca peleas en las que aquél se pone violento y tipo de saEomasoquismo, como tampoco buscan
que de ordinario terminan en una virtual violación. dominar o ser dominadas, sea cual fuere su nivel
Estos incidentes le proporcionan sus más excitantes de autoestima. Aquí encontramos nuevaménte un
experiencias sexuales.
Á. n. MAstóW AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAS MUJEIIES 237

hermoso ejemplo del mecanismo de selecci6n sexual damental, en tanto se aplica a nuestra sociedad,
que hace que sientan atracci6n mutua justo aque- considerada en líneas generales como una sociedad
llas personas que son parecidas y que por consi- relativamente insegura. La teoría adleriana decidi-
guiente pueden satisfacer sus mutuas necesidades. damente no es válida para las personas y las socie-
Una mujer como la que acabamos de describir por dades seguras, cosa que el mismo Adler, en sus úl-
lo común encuentra y selecciona precisamente al timos escritos, pareció también advertir.
hombre que puede brindarle lo que ella necesita, Esto no significa que nuestros datos contradicen
y que hallará en ella justo lo que él desea de una las teorías freudianas in toto. Freud ha expresado,
esposa. De hecho, el hombre con quien nuestro en uno u otro lugar, prácticamente todo lo que se
sujeto contrajo matrimonio era también de domi- puede decir acerca de la vida sexual, aun cuando
nio extremadamente fuerte y decididamente inse- ese mismo hecho a menudo lo haya hecho aparecer
guro. De un hombre con un dominio igualmente como sustentando posiciones antagónicas. Así, po-
fuerte pero seguro, no podría haber obtenido la demos ·refutar declaraciones específicas de Freud,
dominación, la energía y la fuerza agresiva que sólo para descubrir luego que él mismo las ha ata-
necesitaba. Ese tipo de hombre será más propenso cado en otra parte. No queremos con esto censurar
a mostrarse bueno y cooperativo, y deseará una es- o criticar a Freud, sino sólo señalar que él mismo
posa que sea su igual, no una a la que tenga que vio con toda claridad todos los hechos clínicos y no
manejar a golpes. Tenemos la fuerte impresión de quiso dejar de mencionarlos, aunque no encajaran
que el principio de la homogamia es muy válido en bien en sus construcciones teóricas. Tampoco que-
la esfera de la autoestima. remos sugerir que es preciso aceptar o bien el enfo-
Ahora estamos en condiciones de formular la re- que adleriano de la sexualidad, o el freudismo. El
gla general a partir de los datos que hemos presen- mismo Freud ha incorporado al psicoanálisis bue-
tado anteriormente, y es la siguiente: que para la na parte del insight de Adler• merced al sencillo
gente relativamente insegura, el sexo constituye un método de la traducción, y éste ha hecho el mismo
arma de poder, que de innumerables maneras está cumplido a Freud.
relacionada con el sentimiento de dominio y el sta-
tus de dominio, y que puede considerarse simple-
mente como un tipo de conducta de dominio o de 9. Comparaci6n con datos sobre animales
subordinaci6n· o al menos como un canal a través (véase 12) ; ¡

del cual puede expresarse ese dominio-subordina-


ción. En general, tiene una relación mucho más Si comparamos los dos grupos de datos, encon-
íntima con el sentimiento de dominio que con el tramos una serie de asombrosas similitudes y ana-
impulso fisiol6gico. Esto puede interpretarse como logías. En general, es razonable afirmar que la se-
una decidida corroboraci6n de la teoría adleriana xualidad humana es casi exactamente idéntica a la
de la sexualidad, al menos en su aspecto más fun- sexualidad de los primates, con la excepción de que
238 A. tt. MASLOW
AUTOESTIMA Y SEXUALIDAl) EN LAS MUJERES 239
las presiones culturales que se suman al cuadro ha-
cen que buena parte de la conducta sexual desapa- pues están involucrados en ella tanto factores cul-
rezca de la superficie y se exprese a través de fan- turales como diferencias biológicas.
tasías, sueños y deseos no expresados. Lo que es La principal diferencia que queremos señalar en-
preciso desentrañar en el ser humano, puede adver- tre la sexualidad y el dominio en los animales y en
tirse abiertamente en el primate infrahumano. Debe los seres humanos es que la dominación, y por con-
observarse que el cuadro de la sexualidad humana siguiente la conducta sexual, está determinada en
que hemos trazado pertenece sobre todo al tipo in- el mono casi exclusivamente por la posición social.
seguro. Su analogía más próxima es la conducta Si bien se comprobó que existían diferencias indi-
sexual del mandril y del rhesus macacus. La vida viduales en lo que puede llamarse por analogía
sexual de la persona segura puede compararse mu- sentimiento de · dominio, sin embargo esto consti-
cho más ajustadamente a la del chimpancé, que tuía un factor menor de comparación con el status
tiene una cualidad de dominio distinta de la del de dominio. En esencia, esto significa que en el
mandril y el macacus rhesus [15]. mono, prácticamente toda determinación e inhibi-
La conclusión más importante, común a ambos bición de la conducta se debe a fuerzas sociales
grupos, humano e infrahumano, es que el dominio extensás, directamente presentes (la presencia de
es un determinante más poderoso de la conducta otros animales). En el ser humano, tenemos una
sexual o está más estrechamente relacionado con tremenda expansión de la importancia de la inter-
ésta que el impulso sexual. En ambos grupos, la nalización de esas fuerzas sociales, de manera que
sexualidad puede ser empleada como un arma de el sentimiento de dominio se vuelve mucho más
poder en el sentido adleriano. Una forma de homo- importante, y el status de dominio mucho menos
sexualidad humana puede explicarse de la misma importante, como determinante de actitudes y con-
manera que en el mono. Esto es también válido ductas en la esfera sexual. En nuestra sociedad, po-
para un aspecto del sadismomasoquismo, que se demos clasificar a la mayor parte de los seres hu-
comprobó aparecían en forma conjunta tanto en el manos como audaces o tímidos, pero en el caso de
ser humano como en el macacus. En los seres hu- los monos nos vemos obligados en casi todas las
manos, lo mismo que en los monos y simios, se com- ocasiones a especificar la situación social particular
probó que la posición sexual tenía un significado en que se encuentra en ese momento. Existen seres
decididamente psicológico. En ambos grupos se humanos que se sienten inhibidos en presencia de
comprobó que era preciso tratar en forma separada casi todos sus iguales, pero los pocos monos · que
la sexualidad y la reproducción. Ambos grupos es- exhiben esa característica son productos de circuns-
tán relativamente exentos de ciclos en la vida se- tancias (3Xcepcionales.
xual, el grupo humano más que él infrahumano. Otras posibles formulaciones serían en términos
Esta relativa falta de ciclicidad del ser humano es del superyó, o la conciencia moral, o la · socializa-
sin duda más compleja que la del infrahumano· ción, que están mucho más desarrollados en los se-
res humanos que en el mono. En el caso de éstos,
240 A. H. MASLOW AUTOESTIMA Y SEXUALIDAD EN LAil MUJEl'IES 241

las inhibiciones son casi siémpre externas; en el de Calverton, V.). Nueva York: Liveright, 19S7 (págs. 207-
229).
los seres humanos, ~on con mucha mayor frecuen- 7. Homey, K.: The Neurotic Personality of Our Time.
cia internas. Nueva York: Norton, 1937.
8. - - . "What Is a Neurosis?" American Joumal of
Sociology, 1939, 45, 426-432.
F. RESUMEN Y CONCLUSióN 9. Johnson, W., y Terman, L.: "Personality Characteris-
tics of Happily Married, Unhappily Married, and Divorced
Persons". Character & Personality, 1935, 3, 290-311.
Utilizando una metodología clínico-experimental, 10. Landis, C., y otros: Sex in Development. Nueva York:
combinada con ciertas clasificaciones cuantitativas, Hoeber, 1940.
· 11. Malinowski, B.: The Sexual Life of ·savages. Lon-
se llegó a la conclusión general, merced a datos dres: Routledge, 1929.
cuantitativos y cualitativos, de que, en nuestros su- 12. Maslow, A. H.: "The Role of Dominance in the So-
jetos, la conducta y las actitudes sexuales estaban cial and Sexual Behavior of Infra-human Primates: III. A
mucho más estrechamente relacionadas con el sen- Theory of Sexuál Behavior of Infra-human Primates". Jour-
nal of Genetic Psychology, 1936, 48, 310-338.
timiento de dominio que con el puro impulso sexual. 13. - - . "Dominance-feeling, Behavior, and Status",
En investigaciones previas habíamos llegado a la Psychological Review, 1937, 44, 404-429.
misma conclusión con respecto a los primates in- 14. - - . "Dominance-feeling, Personality, and Social
Behavior in Women." Journal of Social Psychology, 1939,
frahumanos. Se señalaron asimismo otras similitu- 10, .3-39.
des en los hallazgos de estos dos grupos. La dife- 15. - - . "Dominance-quality and Social Behavior in
rencia más importante que hicimos notar entre los Infra-human Primates." ]ournal of Social Psychology, 1940,
monos y los seres humanos radicaba en el grado de 11, 313-324.
16. - - . "A Test for Dominance-feeling (Self-esteem)
internalización de las inhibiciones sociales. in Women." Journal of Social Psychology, 1940, 12, 255-
270. /,
17. - - . y Mittelmann, B.: Principles of Abnormal
BIBLIOGRAF1A Psychology . . Nueva York: Harper, 1941.
18. Roheim, G.: "Psycho-analysis of Primitive Cultural
Types." International Journal of Psychoanalysis, 1932, 13,
l. Davis, K. B.: Factors in the Sex Life of Twenty-Two 2,223.
Hundred Women. Nueva York: Harper, 1929. ·19. Terman, L. M.: Psychological Factors in Marital Hap-
2. Dickinson, R. L., y Beam, L.: One Thousand Marriages. piness. Nueva York: McGraw-Hill, 1938.
Baltimore: Williams y Wilkins, 1932. 20. Wexberg, l.: The Psychology of Sex: An Introduc-
3. - - . The Single Woman. Baltimore: Williams y tíon. Nueva York: Farrar y Rinehart, 1931.
Wilkins, 1932.
4. Freud, S.: Three Contributions to the Theory of Sex
(4~ ed.). Washington: Nervous and Mental Diseases Pu-
blications, 1930.
5. Hamilton, G. V.: A Research in Marriage. Nueva
York: Boni, 1929.
6. - - . "The Emotional Life of Modem Women", en
Woman's Coming of Age (ed. por Schmalhausen, S., y
el tema de la sexualidad femenina. Las convencio-
. nes de nuestra cultura siguen siendo en este sentido
tan poderosas que las mismas mujeres, de quienes
cabría esperarse que arrojaran mayor luz sobre este
IX tema, se muestran en su mayor parte incapaces o
renuentes a hacerlo. Podría especularse acerca de
ALGUNAS CONSIDERACIONES RELATIVAS · si sus percepciones sensoriales mismas del proceso,
AL ORGASMO FEMENINO• por el hecho de haberse desarrollado en el crisol de
tales convenciones, no se habrán visto afectadas
Por Junn MARMOR hasta el punto de impedirnos una evaluación pre-
cisa de sus propias reacciones sexuales.
La frigidez sexual de las mujeres. . . sigue sien-
do un fenómeno que no se comprende suficien-
temente. Algunas veces es psicógeno y, en ese
c:iso, accesible a la influencia; pero en otras oca- Concepto de Frf?ud acerca de la erogeneidad genital
s10nes nos vemos forzados a suponer que está
condicionado o incluso que se debe en parte a
un factor anatómico. La mayor parte de los conceptos psicoanalíticos
SIGMUND FREUD,
acerca de la fisiología del orgasmo femenino se re-
Nuevas aportaciones al psicoanálisis montan a la formulación clásica de Freud en su
obra Tirs ensayos sobre la teoría sexual. En esta
monografía, Freud formuló la tesis de que en la
Si ~*n. s~ s~be bastante acerca de la fisiología y mujer normal, la erogeneidad genital, aunqu~._, al
I~ ps1codmam1ca del orgasmo masculino, los ineca- principio está centrada en el clítoris, eventualmente
n_1smos que subyacen al orgasmo de la mujer siguen se transfiere a la vagina; y que en la mujer adulta
siendo vagos y confusos. Las razones para ello son sana, el orgasmo sexual debe ser fruto de una esti-
a un tiempo fisiológicas y psicológicas. En el as- mulación vaginal antes que clitoridiana. "Podemos
pecto fisiológico, existe el hecho de que el orgasmo conjeturar, dice Freud, que en la fase fálica de la
femenino no está acompañado de una emisión obje- niña, el clítoris· constituye la zona erógena domi-
tivamente perceptible, como en el caso del hombre, nante. Pero esto no durará mucho tiempo; con el
lo cual no solamente hace que a la misma mujer le pasaje a la femineidad, el ~clítoris debe ceder su
resulte a veces difícil reconocerlo, sino que es im- sensibilidad a la vagina, y junto con ella, su impor-
posible que cualquier observador de afuera tenga tancia, sea total o parcial." [7] Según Freud, el
al~una certeza, de ello. En el aspecto psicológico, hecho de que tal transferencia no tenga lugar con-
existen los tabus que en forma tan intensa rodean duce a la frigidez o "anestesia" sexual, condición
que él creía se debía a ''.Erofusas actividades sexua-
" . Leído ante la Society for Psychoanalytic Medicine of les en la vida infantil". LB] . _ -
Southem California, el 6 de noviembre de 1952.
jUD!J MAllMOl'\ CONSIDERACiONEs At Otí.CASM:O FEMl!:NtNó 245
. Horney [9] y Loránd [13], entre otros, han suge- factor importante en la estimulación que des'eniboca
ndo q':1e ya en ~a temprana infancia pueden existir en el orgasmo. Algunos investigadores opinan que
sens~:1ones vagmales, pero en la literatura psico- un clítoris ubicado demasiado lejos del meato uri-
anahtica nunca parece haberse cuestionado seria- nario reduce la capacidad de la mujer para tener
mente la conclusión de Freud, en el sentido de que, un orgasmo durante la relación sexual. Landis reali-
en última instancia, la sensibilidad clitoridiana debe zó una medición de la distancia meato-clítoris en
ceder su puesto a la sensibilidad vaginal en la mu- varios -cientos de mujeres y llegó a la conclusión de
jer normal. que aquéllas en las que dicha distancia supera la
La hipótesis de Freud se basaba en Ciertas ob- pulgada o pulgada y media tienen menos ,probabili-
servaciones clínicas corrientes. Es un hecho bien dades de tener un .orgasmo durante la relación se-
conocido que, en la niña, la masturbación se centra xual, que las mujeres en quienes dicha distancia es
por lo general en tomo de la estimulación clitori- menor. Dickinson [3], en cambio, cuestiona que la
diana. También es común observar que la mujer ubicación del clítoris constituya un factor decisivo,
adulta sexualmente "frígida" es incapaz de tener si bien sostiene también que su estimulación repre-
un orgasmo durante la relación sexual vaginal, pero senta un factor esencial para el orgasmo. En su opi-
a menudo puede alcanzarlo merced a la estimulación nión, el índice más confiable de la función del clí-
directa del clítoris. En cambio, las mujeres que toris no es tanto su ubicación como su capacidad
parecen haber alcanzado el grado máximo de liber- de desplazarse durante el coito~
tad y correspondencia sexual, tienen orgasmos es- El estudio de las posiciones sexuales preferidas
pontáneamente durante el coito vaginal. Además, en diversas culturas del mundo [6] nos proporciona
l~ Jntensidad del orgasmo parece variar de acuerdo evidencia corroborativa indirecta de esta persisten-
cofi su carácter. La mayoría de los observadores in- cia de la función del clítoris en la vida sexual adulta.
forman que el "orgasmo clitoridiano" se experimenta Dicho estudio r_evela que el coito cara-a-cara, que
como una respuesta localizada, mientras que el lla- brinda a la mujer mayores posibilidades de obtener
mado "orgasmo vaginal" parece constituir una reac- una estimulación clitoridiana, es la posición prefe-
ción más violenta, intensa y generalizada. rida por la mayoría de la gente en casi todas las
Si bien estas ,observaciones clínicas parecen ser sociedades. Kinsey y sus colaboradores [11] com-
fidedignas, estudios recientes acerca de la fisiología probaron que la posición que sus sujetos. conside-
sexual de las mujeres han arrojado algunas dudas raban más conveniente para que la mujer tuviera
sobre su interpretación teórica y, en particular, so- orgasmo es aquélla en la que el hombre yace de
bre la hipótesis de la transferencia de erogeneidad espaldas y la mujer se sienta o se acuesta sobre él
del clítoris a la vagina. En los últimos años se han en una posición cara-a-cara. Esta posición favorece,
acumul~do pruebas que indican que, en la mujer más que ninguna otra, la excitación clitoridiana du-
adulta normal, la excitación clitoridiana producida rante el coito; Ford · y Beach hallaron que el coi-
por el pene durante el acto sexual constituye un tus-a-~rgo no constituye una práctica habitual o
246 jüb:l:i MA!\MOí\
CONSIDERACIONES AL ORGASMO FEMENINO 247
preferida en ninguna ,de las treinta y cinco o rnás
sociedades estudiadas por ellos, y llegan a la con- en la mujer normal. Existen receptores similares
clusión de que ello puede muy bien deberse en par- en los músculos bulbocavemosos que rodean e]
te al hecho de que la estimulación del clítoris es extremo inferior de la vagina, cuyos labios espas-
mínima cuando se emplea dicha posición. módicos contribuyen a producir la sensación de
Pero, lo más significativo de todo son los es- eyaculación durante el orgasmo. La contracción de
tudios histológicos realizados en mujeres, de las estos mismos músculos en el hombre provocan la
células sensoriales conocidas como corpúsculos ge- verdadera eyaculación de semen del pene durante
nitales, los cuales "son terminaciones nerviosas alta- el orgasmo.
mente especializadas para la percepción de esta ¿Cómo encajan estas observaciones relativas a la
sensación particular (vale decir, el orgasmo ) , tal importancia del clítoris en la vida sexual de la
como la retina se adapta al sentido de la vista y el mujer adulta normal, en el patrón de las observa-
neuroepitelio de la p.ariz se adapta al sentido del ciones clínicas previamente mencionadas acerca de
olfato". [10] Estos estudios~histológicos indicañ que los orgasmos "clitoridianos" y "vaginales"? ¿No se
los corpúsculos genitales no aparecen en la mucosa impone acaso una revisión de la hipótesis relativa
vaginal y están confinado~ predominantemente al al desplazamiento de erog~neidad del clítoris a la
glans clitoridis. [10] También se encuentran algu- vagina? En caso afirmativo, ¿qué hipótesis pode-
nos en áreas directamente adyacentes al clítoris, en mos ofrecer a cambio?
especial en los labia minora. Antes de considerar . estas preguntas, puede ser
pertinente examinar por un mom~nto nues.t~os c?-
Importancia del clítoris nocimientos acerca de la anatomrn y la flSlologrn
,, del orgasmo en el hombre. Es un hecho aceptado
El significado de estos hallazgos es que, en las que existe en el hombre un centro espinal orgás-
mujeres, el área sensorial principal para la sensa- tico en el. segmento sacro de la médula. Como lo
ción erógena está localizada e!l el glans clitorídis. demuestra la neurofisiología, pueden lograrse des-
del mismo modo en que en los hombres está loca- cargas en este centro orgástico, ya sea en un nivel
lizada en su homólogo el glans penís. (El cuerpo del medular reflejo o por estimulación cortical. En el
pene, al igual que la vagina, no posee corpúsculos primer caso, esta descarga se consigue por simple,
genitales:) Esto no quiere decir, desde luego, que estimulación mecánica de los corpúsculos genitales
éstas sean las únicas zonas erógenas; es bien cono- del glande del pene, lo cual eventualmente provoca
cida la importancia de las zonas erógenas secun·· una creciente tensión en · el centro espinal hasta que
darías, como los labios, los pechos y las nalgas. tiene lugar la descarga refleja. En el segundo caso,
Además existen receptores cinestésicos dentro de la estimulación cortical se logra por medio del es~
las paredes de la vagina, que al ser estimulados por tímulo psicológico, que tiene lugar a través de los
el pene erecto, producen sensaciones voluptuosali receptores sensorios supramedulares. Así, no sólo
la estimulación de las zonas erógenas secundarias
CONSIDERACIONES AL ORGASMO FEMENINO 249
248 JUDD MAI\.MO?\
motivo para suponer que la mujer tenga dos cen-
(labios, pezones, . etc.) , sino incluso el hecho de tros orgásticos medulares en lugar de uno. Por el
presenciar escenas excitantes, o de leer un libro contrario, es razonable suponer que la mujer tiene
erótico, o meramente de fantasear, soñar o antici- sin duda un centro orgástico ubicado en el seg-
par una experiencia erótica o particularmente exci- mento sacro de la médula espinal, exactamente co-
tante, puede provocar un orgasmo en algunos hom- mo el hombre. Los testimonios neurohistológicos
bres, en ausencia total de toda estimulación física permiten demostrar que los receptores sensorios de
del pene mismo. En ciertos hombres neuróticos se este centro orgástico espinal son los corpúsculos
ha observado que una ansiedad o tensión extremas genitales, situados predominantemente en el glans
de origen no sexual puede ocasionalmente produ- clítoris, tal como los receptores sensorios homólogos
cir un orgasmo sexual, al parecer por medio de un en el hombre están confinados primariamente al
flujo excesivo de excitación cortical, que afecta al gums penis. Si bien resulta natural conjeturar que
centro orgástico medular. . el diminuto clítoris difícilmente podría desempe-
Con todo, lo gue al parecer ocurre en el orgasmo ñar un ro~ sensorio tan importante como el del pene
masculino normal (normal descle un punto de vista de tamaño mucho mayor, Dickinson [ 4] señala lo
psicodinámico) es una combinación de los meca- siguiente:
nismos medular y cortical. El hombre alcanza un
estado de intensa excitación sexual merced a la El 6rgano femenino es ínfimo en comparación con el
combinación de estímulos psicológicos, táctiles, ol- 6rgano masculino, pero el tamaño de sus nervios y el
fatorios y visuales, incluso en ausencia de cualquier número de terminaciones nerviosas del glande del clí- ./
toris es asombrosamente comparable a dicha provisión
estimulación física .directa del glande del pene. Esta para el hombre. De hecho, Kobelt afirma que el glan-
excitación es suficiente para producir la erección de del clítoris es señaladamente más rico en nervios
pero no el orgasmo. Para que éste tenga lugar, que el glande del pene, puesto que los dos troncos
del dorsalis clitoridis son de tres a cuatro veces más
hace falta cierto monto de estimulación física su- grandes que los nervios equivalentes del pene. Sin di-
plementaria en el mismo glande del pene, a través vidirse, corren principalmente en tres ramales hasta el
del. proceso del acto sexual, en cuyo transcurso esta borde del glande. Aquí, antes de su entrada, son tan
excitación física se acrecienta con el estímulo psi- gruesos que difícilmente se pueda comprender c6mo un
volumen tan importante de tejido nervioso encuentra
cológico que le brinda la excitación de su pareja. cabida entre los innumerables vasos sanguíneos del di-
En circunstancias ideales, este crescendo de exci- minuto g1ande. Al aproximarse a la superficie del glan-
tación se produce simultáneamente en los dos in- de, se diSponen, tal como en el glande masculino, en un
plexo intrincado, describiendo también círculos en su
tegrantes de la pareja, y la combinación de la es- trayectoria hacia el interior de la tierna membrana del
timulación física y- la psicológica finalmente cul- prepucio.
mina en el orgasmo.
Al considerar el mecanismo correspondiente del Una corroboración indirecta del alto grado de
orgasmo en la mujer, nuestros conocimientos de la erogeneidad contenido en la provisión nerviosa ex-
anatomía y la fisiología femeninas no nos dan ningún
250 JUDD MARMOR

CONSIDERACIONES AL ORGASMO FEMENINO 251


tremadamente rica del glande del clítoris reside en
la capacidad mucho mayor de la mujer de tener descritos con frecuencia y en forma amplia eri la
orgasmos múltiples en comparación con el hombre.
literatura psicoanalítica y no es preciso repetirlos
aquí. La complejidad de la maduración sexual de
Impotencia orgástica la mujer, el grado mayor de represión e inhibición
sexuales que nues'tra cultura le impone, y la envidia
Con todo, a pesar de toda la evi?encia d~ que, y hostilidad hacia los hombres · que nace, al menos
anatómica y fisiológicamente, la mu¡er debena ser en parte, de la p·osición que ocupan las mujeres
al menos tan capaz como el hombre de tener reac- en una cultura androcéntrica, son sólo algunos de
ciones orgásticas, los hechos clínicos nos · demues- los factores que perturban la capacidad que tiene
tran que, con mucha más f;e~uencia qµ.e los hom- la mujer dé entregarse con desinhibido ·placer a una
bres, las mujeres son orgasticamente impotentes. relación sexual. El temor a ser dañada por el pene,
Dickinson y Beam [5], en un estudio con mil mu- los temores de embarazo y el parto, y la falta de
jeres casadas, comprobaron que sólo 2 de cada 5 habilidad, ternura o potencia de parte del hombre,
experimentan orgasmos regulares .durante la rela- . son otros factores que se mencionan con frecuenda.
ción sexual, y dichas cifras han sido corroboradas Sin embargo, lo que nos importa aquí no es tanto
por otros investigadores. ., la psicodinámica de la frigidez como los mecanis-
Parece inevitable llegar a la conclu.s10n de que, mos involucrados en la reacción orgástica de la mu-
si descartamos factores anatómicos como los ofre- jer. Para nuestros fines, lo que importa considerar
cidos por Landis [12] y Dickinson [13], la dificultad es el hecho de que cada vez que, cualesquiera que
mayor debe residir fundamenta~e~te. en la esfera sean las razones, existe una inhibición psicológica de
psicológica, antes que en la fis10logica. Esto .no la capacidad de disfrutar de una relación s_exual, la
contradice de ningún modo el importante efecto mujer por lo general será capaz de responder or-
del ciclo ovárico sobre las reacciones libidinales de gásticamente sólo en un nivel espinal, .si es que
las mujeres, como fue demostrado por l~s .estudios lo es en absoluto; vale decir, sólo por medio de
de Benedek y Rubinstein [2], pero la fng1dez pet• la estimulación mecánica del mismo clítoris. En.
8(3 como lo afirma la misma Benedek, "puede estar
cambio, si la mujer ha sido capaz de suprimir esa
relacionada con la función ovárica sólo en casos inhibición psicológica, podrá responder al coito va-
raros de severo hipogonadismo. En todos !os de- ginal con una creciente excitación (es decir, a tra-
más casos, las mujeres pueden tener cuaqmer for- vés de una facilitación cortical).
ma o grado de frigidez y al mismo tiempo una fun- La conclusión de que tal respuesta es el resul-
ción gonadal normal" [l]. Perloff (14] recientemen- tado de excitabilidad vaginal se debió al supuesto
te realizó observaciones similares. implícito de que la estimulación físjca 'que está te-
En cambio, los factores psicol~gi.cos involucra?os niendo lugar en el coito vaginal es principalmente
en la frigidez femenina son multiples. Han sido de la pared y mucosas vaginales. De hec.ho, como
ya se ha señalado· en el coito vaginal casi invaria-
252 JUDD MARMOR CONSIDERACIONES AL ORGASMO FEMENINO
253

blemente . se produce alguna ~ estimulación del clí" ser~an en ~ el hombre. Por ejemplo, también en las
toris, y esto constituye un factor importante en la r:iu1eres pu~de pr?ducirse el orgasmo sin ningún
excitación que conduce al orgasmo. Por c;onsiguien- tipo de estimulacion genital local. Citaremos una
te, la. diferencia entre los llamados orgasmos clito- frase extraída- del estudio realizado por Dickinson
ridiano y vaginal es explicable, no en términos del · ~ Beam con mil matrimonios: "Los aréhivos con-
diferente origen o localización de la respuesta or- tienen casos de orgasmo alcanzado por la .succión
gástica, sino en la diferente inte!fsidad de é_sta y en de los pezones, por el hecho de estar acostados ñnó
el grado en que contribuyen ,a ella los factores cor- al lado del otro, de amamantar al bebé, de apretarse
ticales. Como en el hombre, la intensidad del or- (completamente vestidos) el uno contra el otro, .al ·
gasmo ea la mujer varía según el grado de exci- se:le lavada la cabeza por un peluquero; por una
tación psicológica presente. En un reflejo pura- mirada, un beso, tocar el ojo o la oreja, un apre-
mente espinal, debido sólo a la estimulación me- tón de manos, y por· el hecho de observar uri cuadro
cánica ya .sea del pene Ó del clítoris, el ergasmo , o ,una flor _que no contienen ninguna figura ni· nin- ·
se experimenta por lo general como una reacción gun parecido con persona o escena alguna". [5] ·_
localizada y limitada. En cambio, tanto en el hom- En la mayoría de estas circunstancias, los orgas-
bre como en la mujer, cuanto mayor es el grado de mos representan una descarga del centro ·medular · '
participación emocional y psicológica, tanto mayor que se ha iniciado fundamentalmente merced a la
será ·el grado de facilitación cortical de la descar- excitación cerebral. Además, del mismo mocTo que ·
ga medular y más general e intensa será la · expe- en .~1 hombre no:mal,, en la mujer normal la exci-
riencia órgástica. Cuando la excitación cortical es tac10n del campanero y sobre todo el comienzo de
d~ . índole párticularmente intensa, la reacción _ or- la r.eacción. or9ástica dé éste, constituye para el~a
gástica puede ser tan fuerte y generalizada como un rnte?so estimulo psicológico y a menudo actúa
para manifestarse en contracciones- convulsivas que como drspa:ad?r para S'!-1 propia respuesta orgástica.
son casi pequeños ataques epilépticos, y que pro- . P?r ?onsigmente, y siguiendo la lógica . de esta
bablemente· tengan un. mecanismo neurofisiológico h1potes1s, podemos decir que, estrictamente hablan-
algo similar en términos de descargas corticales . do, no existe tal cosa como un "orgasmo vaginal"
disrítmicas. En este sentido, sería pertinente efec- en la mujer, del mismo modo que no podemos hablar
tuar estudios encefalográficos de patrones corticales . de un orgasmo "escr~ta.1", "anal" o ,"prostático" en
durante el orgasm_o intenso. · el hombre .. Parece log1co .suponer que el verda- ·
dero mecamsmo. medular del orgasmo es idéntico
e.n todas las mu¡eres, pero que las variaciones que
Orgasmo extragenital tienen lugar en la naturale_za del orgasmo feménino ·
se deben al grado de inhibición cortical o facilita-
Debe advertirse además que existen en la mujer ción cortic~I 9u,e. ,acomp~ña al · reflejo . medular.
otras reacciones análogas, similares a las que se ob- Cuando la mh1bic10n cortical - es. considerable
. ' de-
.
CONSIDERACIONES AL O!\GASMO FEMENINO 255

254
JUDD MAR.."'10R cuenda que disfrutan de la vida sexúal y tienen
orgasmos regularmente, pero que se preocupan,
bido a una prolongada represión s~xual o. a un alto "porque mi marido debe primero estimularme el
rado de ansiedad, hostilidad, amb1valenc1a o culpa clítoris" o porque '1a mayor parte de mis sensacio-
~on respecto al compañero sexual o al acto sexual,. el nes parecen ser clitoridianas". Evidentemente no
mecanismo medular puede estar comple.tamen~ in- es posible hacer generalizaciones en lo referente a
hibido, en cuyo caso observaremos un~ :ncapac1dad tales reacciones, y a menudo una limitación de im-
total de tener orgasmo, o la llamada fngid,ez. Cuan- portancia relativamente menor de la función orgás-
do las inhibiciones corticales no son de mdole tan tica entraña alguna perturbación psicológica. Pero
severa observamos una capacidad de tener or~as~o puede ser erróneo conjeturar de antemano ,q ue ta-
sólo c~n una estimulación prolongad~ del chtons. les reacciones necesariamente denotan una sena
Esto es lo que de ordinario se descnbe como ~r- neurosis. Es perfectamente posible que, en algunos
asmo "clitondiano". Sin embargo, cuan?o no e~s­ casos, como el mismo Freud lo sospechó, "esté cons-
f en inhibiciones corticales, cuando no existe_tens10n
o ansiedad psicológicas en el acto sexual, y en su
titucionalmente condicionada o incluso se deba en ~
parte a un factor anatómico".
lu ar encontramos un fuerte grado de afecto, .ter- Además, es importante que tanto los hombres
n!a amor y excitación psicológica, entonces tiene corno las mujeres alcancen una cabal comprensión
luga~ la facilitación cortical; y el resul~ado es -~1]-ª de la función del clítoris. No es raro que la in-
intensa respuesta orgástica en la que la mt~oduc~10n adaptación sexual de las mujeres tenga su origen
del falo en la vagina tiene una imp~r~an?~ capital. en el hecho de que sus compañeros nó aprecien
f:ste es tanto psicodinámica como f151olo gicamente, la importancia de la estimulación clitoridiana en el
el tipo' óptimo de resrmesta, y represent,~ lo. qt~: juego sexual previo al coito, como factor que pre-
comúnmente se describe como orgasmo vagmal . para a la mujer para la reacción orgástica. Además,
con demasiada frecuencia la misma mujer también
teme, se siente agraviada o se opone a cualquier
eonclusiones forma de manipulación clitoridiana por una varie-
dad de razones inconscientes: culpa masturbatoria,
Cabría preguntarse cuál es la significación_, si es vergüenza con respecto a sus genitales, miedo de
que la tienen, de estas consideraciones. Su, impor- que tal manipulación sea "perversa", "contraria a
tancia reside en el efecto que nuestras :eona~ pre- la naturaleza", "neurótica'', etcétera.
sentes relativas a la sexualidad fememna e1ercen Por consiguiente, parece razonable llegar a la
sobre la psicología de muchas m\ljeres y sobre l~.? conclusión de que la comprensión adecuada del rol
médicos que tratan a dichas muieres. A men~ o que normalmente desempeña el clítoris en la se-
tenemos pacientes que padecen de ansieda1 d~1d,o xualidad femenina adulta ayudará, tanto al -médico
a ue sus reacciones no encajan bie~ .c?n as . ip~­ en general como más concretamente al . psiquiatra,
teJs populares relativas a la sens1b1~1dad chton-
diana y vaginal. Estas mujeres nos dicen. con fre·
256 JUDD MARMOR
CONSIDERACIONES AL ORGASMO FEMENINO 257
a evaluar y a tratar los trastornos sexuales de sus
pacientes, así como también a tranquilizar a las ~que _ 6. Ford, C. S., y Beach, F . A.: Pattems of Séxual Behavior.
padecen de innecesaria ansiedad debido a apren- Nueva York, Harper, 1951, pág. 24.
7. Freud, S.: "The Psychology of Women", en: New
siones equivocadas basadas en un conocimiento de- lntroductory Lectures in Psychoanalysis. Nueva York Mo-
fectuoso. dero Library, 1938, pág. 164. ·'
9. Homey, Karen: "Denial of the~ Vagina'', Intemat. J.
Psycho-Analysis, 14:57, 1933.
10. Kelly, G. L.: Sex Manual (5'> ed.) . Augusta, Georgia,
Resumen Southen~ Medica! Supply Co., 1950, págs. 30 y sigs.
11. Kmsey, A. S., Pomeroy, W. B., y Martin, C. E.:
. Se han presentado algunas consideraciones que La conducta sexual en el hombre. Edic. Siglo Veinte, 1967.
arrojan ciertas dudas sobre el supuesto general de 12. Landis, C., en: Ford, C. S., y Beach, F. A.
13. Lorand, S.: "Contributions to the Problem of Vaginal
que, en la mujer, la erogeneidad genital se trans- Orgasm", Intemat. J. Psycho-Afl{li,ysis, 20:432, 1939.
fiere normalmente del clítoris a la vagina. Existen 14. Perloff, W. H.: "Role of the Hormones in Human
pruebas que indican que la sensibilidad clitoridiana Sexualíty", Psychosom. Med., 11:133, 1949.
constituye un factor que sigue teniendo vigencia
en 1a sexualidad femenina adulta, y que la prin-
cipal diferencia entre el llamado . orgasmo clitori-
diano y el vaginal puede explicarse, no en términos
del diferente origen o localización de la respuesta
orgástica, sino en su diferente grado de intensidad
y en la medida en que ha tenido lugar la facilita-
ción cortical de la reacción medular.

BIBLIOGRAFIA
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and Their Disturbances", en: Alexander, F.: Psychosomatíc
Medicine. Nueva York, Norton, 1950.
2. Benedek, T., y Rubenstein, B. B.: "The Sexual Cycle
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National 1.lesearch Council, 1942, vol. 3, nros. 1 y 2.
3. Dickinson, R. L., en: Ford, C. S., y Beach, F. A.,
pág. 21.
4. Dickiruion, R. L.: Human Sex Anatomy. Baltimore,
Maryland, Williams y .Wilkins, 1933, pág. 42.
5. Dickinion, R. L., y Beam, L.: A. Thousand Marriag11s.
Baltimore, Maryland, Williams y Wilkins, 1931.
PROBLEMA DEL ORGASMO VAGINAL 259

d!ferentes p~cient~s) indica que los factores prin-


cipales que mterv1enen en los conflictos causantes
de la ~nestesia vaginal son: la fijación edípica, la
X ci:lpa m~onsciente que acompaña la agresión diri-
gida hacia ambos padres, las tendencias masculinas,
CONTRIBUCIÓN AL PROBLEMA DEL el rechazo de la femineidad, y la envidia del pene.
ORGASMO VAGIN AL A pesar de que estos investigadores han cooperado
en la comprensión de la psicología femenina y han
ayudad~, a nume~osas pacientes a lograr una mejor
POR SANDOR LORAI\11>
adapt~c10~ ~ la VIda social y sexual, no siempre han
obtemdo exito en el tratamiento de la frigidez con
' e~ logro del placer orgástico. Creo que esta falla
Con frecµencia los resultados obtenidos en la te- tiene su razón en el análisis incompleto y no deta-
rapia de los trastornos psicosexuales de las mujeres
llado ~e la sensación vaginal. Las pacientes que
no son totalmente satisfactorios. Esto fue advertido se que¡an de anestesia sexual o incapacidad para
por los psicoanalistas que se interesaron particu-
alcanzar ~l .orgasmo vaginal durante el coito, pue-
larmente en el estudio de la psicología femenina.
den d~scnbir con detalle las sensaciones vaginales,
Muchos de ellos llegaron a la conclusión de que
sus diversos grados, calidad y localización. Para
debían darse por satisfechos si lograban avudar a que puedan comprenderse bien, esas se'nsaciones
la paciente a adaptarse a una gratificación sexual
deberán ser totalmente analizadas.
incompleta y a que sublimara el deseo sexual, trans-
forn:ando la envidia del pene . (que para algunos En .la fase inicial del análisis, las quejas sobre
analista~ constituye el problema central) , en el de- anestesia sexual son casi uniformes, pero a medida
seo de un hijo. Nunca podemos aceptar esta solu- que avanza el análisis surgen diferencias importan-
c~ón ~orno resultado final de una terapia, y menos tes. Para lograr un progreso ulterior y una mejor
aun s1 comprendemos la patogenia de esa incapaci- comprensión, esos cambios en la sensación vaginal
dad para obtener una completa gratificación se- deben analizarse detallada y continuamente. Las
xual. Si presumimos que es uno solo el problema quejas frecuentes son: ausencia de toda sensación
responsable de todas las dificultades, impediremos vaginal durante el coito, excitación vaginal acom-
nuestro progreso para lograr una solución desde el pañada de tensión e irritabilidad, a veces una in-
verdadero punto de partida. tensa sensación dolorosa durante el coito. Muchas
La literatura psicoanalítica presenta una consi- veces las sensaciones se circunscriben a determina -
derable variedad de intentos que tienen por objeto da región de la vagina, por -ejemplo, 11e experimen-
el est~dio de los problemas psicológicos y sexuáles tan sensaciones en la región superior pero no en la
fememnos. El consenso de todos los investigadores inferior. O, si al principio se éonfundeil las sensa-
(teniendo en cuenta el material proporcionado por ciones clitoridianas y · vaginales, · inás tarde ·en el
260 SANDOR LORAND PROBLEMA DEL ORGASMO VAGINAL 261

curso del análisis, las pacientes aprenden a distin- de tipo oral. La incapacidad de enfrentar la reali-
guir entre las sensaciones clitoridianas vaginales su- dad de las funciones sexuales tenía sus más pro-
perficiales y profundas. Hay veces en que se logra , fundas raíces en la primera fijación materna. En
sólo un relajamiento, sin ninguna gratificación. estas pacientes, la causa principal que les impedía
A medida que progresa el análisis, puede cam- alcanzar la gratificación sexual era la constante
biar tanto la naturaleza como la localización de las hambre de afecto, protección y dependencia, y la
sensaciones y deberá describirse ~l deseo, la apre- necesidad de "ser llenadas". En todos los casos do-
hensión de las pulsaciones, tanto de excitación · co- minaba la ecuación "vagina-boca". Este problema
mo de irritación. En un análisis avanzado, esas de la oralidad, de la identificación de la vagina con
pulsaciones pueden producirse durante la hora ana- la boca, fue señalado por otros autores. Emest Ja-
lítica y también en otras oc.asiones. Algunas veces. nes y otros analistas del grupo británico, estudiaron
esas sensaciones duran varios días y están acompa- la importancia que tiene en la sexu,alidad .femenina
ñadas de un insaciable y continuo deseo de sentir el lazo que une a la niña pequeña con su madre.
constantemente el pene dentro de la vagina. Esto Freud en sus últimos trabajos, destaca la importan-
se experimenta como una sensación de hambre se- cia del estudio de la historia de las mujeres en la
mejante al deseo de succión, con una intensa exci- comprensión de la psicología femenina.
tación previa al coito, pero sin gratificación. Una En e] primer período del desarrollo infantil, las
mujer describía a su vagina como un monstruo tendencias a devorar y a ser llenadas, están prin-
constantemente hambriento· y durante el coito ella cipal . y estrechamente relacionadas con la madre.
se sentía como "una gran boca que se devoraba a Cuando estas pacientes son mujeres adultas, su
sí misma", debido a que no podía alcanzar el or- conducta sexual conserva aún los deseos, descon-
gasmo. El coito siempre le resultaba doloroso, pe- fianza, agresión y temores que persisten desde los
ro lo realizaba por el deseo de tener el pene dentro tempranos lazos que las unían a la madre. En la
de su vagina, pero no podía lograr el relajamiento vida adulta manifiestan la misma agresión y mie-do
de su estado de excitación, porque tenía miedo de por el cuerpo de la .madre, como consecuencia de
no satisfacerse. Posteriormente, cuando fue capaz la frustración de sus deseos inconscientes. Ellas
de alcanzar el orgasmo, éste iba acompañado de desean ~er llenadas, exactamente como lo desearon
gritos de hambre y de una sensación vaginal de en su infancia, quiereh ser grandes y parecerse a
querer apoderarse de algo, como si su vagina, seme- su madre, y tener todo dentro de ellas. Tales de-
jante a un pulpo, "tratara de alcanzar algo". La seos implican tanto la posesión de la madre como
tensión que experimentaba justamente antes del ot- un querer monopolizar su afecto y atención. :E:stas
gasmo, estaba caracterizada por una "incapacidad fueron las bases de su identificación con la madre.
para dejarse ir". (Es interesante advertir que a pesar de que estas
Resultó evidente que toda la variedad de las sen- pacientes expresaron el deseo de ser en· todo lo po-
saciones vaginales descritas por las pacientes eran sible diferentes de su propia madre, es muy curioso
262 SANDOR LORAND PROBLEMA DEL ORGASMO VAGINAL 263

que en la mayoría de los casos resultaron la réplica seo de ser un varón, sino el temor de perder el pene
exacta de la misma.) En la infancia, todas las del padre que ellas desean poseer, pero al que de-
aberturas del cuerpo sirven para ser llenadas, y es- ben renunciar. Su significación puede ampliarse de
tas pacientes conservan esta misma tendencia en la esta manera: renunciar a tener algo que desearon
edad adulta. Su envidia y agresión estaban dirigi- en su infancia, como desearon el cuerpo y el amor
das contra el cuerpo de la madre que contenía el de su madre. En est~ ejemplo· la palabra amor,
pene del padre y los otros niños, todo lo cual la incluye diversos objetos y emociones: la madre (en
hacía grande y fuerte. La envidia y resentimiento cuanto a afecto, dependencia y envidia) : el pene,
que experimentaron en la infancia por la alimenta- pecho y alimento (objetos que se desean tener, ad-
ción materna de los hermanos menores, se convier- quirir y no abandonar), todo esto se incluye bajo
ten en la vida .adulta no sólo en sentimiento de cul- el homogéneo concepto de amor. La inhibición del
pa, sino también en miedo de que sus propios cuer- orgasmo se debe al miedo de perder este amor (pe-
pos puedan ser destruidos durante la comida, el cho, pene, afecto, etc.), y quedarse sola, abando-
coito, la menstruación, el embarazo y el parto. Er- nada y vacía.
nest Jones, ha mostrado que existe un mayor grado Varios analistas suponen que las sensaciones va-
de femineidad en la .n iña pequeña de lo que supo- ginales se experimentan tanto antes como después
m;n la mayoría de los analistas, y ha señalado la de la pubertad, pero que son debidas al juego va-
necesidad de analizar su período más temprano de ginal. Sin embargo, aun cui:.ndo no exista ningún
unión con la madre. Melanie Klein y también otros, recuerdo definido de masturbación vaginal, se pue-
han destacado las consecuencias de este período de comprobar la presencia de tales sensaciones des-
que es el más importante del desarrollo. Creo sóli- de los tres años en ~delante. Algunas pacientes han
damente que el éxito de la terapia de los trastornos dado pruebas definitivas de que ya a la edad de
neuróticos de las mujeres depende de la solución tres años poseían un conocimiento de la vagina
de esa decisiva dependencia infantil. Especialmen- y sus funciones. A pesar de que más tarde este
te ocurre esto, cuando los temores y agresiones que conocimiento se hace confuso, nunca se lo niega o
resultan de la temprana frustración materna, se reprime completamente. Podemos admitir la exis-
transportan al campo de las funciones sexuales tencia de una temprana fase vaginal en la niña pe-
adultas. Como resultado, se altera toda la vida se- queña, ya que los hechos no han confirmado que
xual de estas pacientes. La huida de los placeres la niña no reconozca la presencia de la vagina, ni
sexuales está motivada por el temor a la repetición se ha comprobado definitivamente que siempre le
de esas tempranas frustraciones. Es el temor a per- ocasione trastornos la falta de un pene, ni que la
der el pene antes de lograr el orgasmo, el miedo de satisfaría su posesión. Algunas pacientes han pen-
que el coito termine y se vean obligadas a renun- sado en tener un pene, pero realmente no lo desean
ciar al órgano masculino. No es lo que algunos como un apéndice exterior a su cuerpo. Es eviden-
analistas suponen, el deseo de tener un pene, e! de- te que admiten el deseo de tener un pene, pero lo
264 SANDOR LORAND
PROBLEMA DEL ORGASMO VAGINAL 265
desean en el interior de su cuerpo. Una paciente al temor de que el analista 1 , pudiera introducir
había expresado su deseo infantil de la siguiente algo en ella.
manera: a la edad de seis años había echado sobre Toda la fantasía y el síntoma resultante tenían el
ella a su hermano menor con el propósito de intro- significado siguiente: Deseo de tragar el pene del
ducir el pene en su vagina, pero entonces comprobó padre, tener relaciones sexuales con él, embarazar-
que el pene era demasiado pequeño, y no grande se (tener el pene en el estómago), y finalmente pa-
como ella lo deseaba. rirlo (vomitarlo).
Debo hacer notar aquí que la actitud típica de Como Jones lo señaló, la incorporación del pene,
las pacientes se caracterizaba por el deseo de adqui- primero por la boca y luego por la vagina, es en la
rir algo y luego conservarlo con tenacidad. Esta niña la realización del deseo primario de tener un
actitud es particularmente característica de su se- pene. Naturalmente la dependencia de su madre y
xualidad. La huida del placer -sexual (ejemplifica- simultáneamente su agresividad hacia ella, determi-
da por su frigidez), era una expresión del miedo a naron las fuerzas impulsivas que yácían detrás de
perder algo de lo ya adquirido: posiblemente el or- sus síntomas neuróticos. Real y conscientemente
gullo y adaptación que lograron sin tener la nece- empleaba el vómito para expresar la hostilidad ha-
sidad de experimentar el placer del coito. Frente al cia su madre.
temor de tener que depender del pene del hombre En otra paciente esta oralidad se manifestaba en
para lograr el placer sexual, se entregaban a la mas- su deseo vaginal y era evidente en su masturbación
turbación clitoridiana. y fantasía. Acostumbraba a masturbarse reteniendo
Durante el coito, aun cuando ya hubieran expe- la orina. El placer y la sensación aumentaba a me-
rimentado todas las sensaciones placenteras preli- dida que imaginaba que su vejiga se iba llenando.
minares, la excitación (hasta alcanzar el clímax), el Ésta era una cavidad que en su fantasía trataba de
temor de la llegada al orgasmo, su no dejarse ir, llenar con una fuente que provenía del exterior.
todo reproducía la forma primitiva de la pura de- Simultáneamente, según esa fantasía, un hombre
pendencia y recept~;idad or~les que habían term~­ que le agradaba mucho, trataba de fecundarla por
nado en la frustrac1on. Temian entonces la repeti- la violencia. Aunque ella protestaba, la protesta en
ción de este hecho. sí le proporcionaba placer. Estas sensaciones que
Una paciente que entre otros numerosos ~rastor­ podía provocar mediante lá fantasía, eran sentidas
nos neuróticos, sufría de una extrema anorexia, pre- intensamente en su vagina. Tambiéh experimenta-
sentaba el síntoma del vómito, que estaba asóciado ba una marcada serie de sensaciones en la boca, en
con la :liantasía de haberse tragado el pene, se intro- lbs dientes y durante la conversación. A veces se
ducía en su cuerpo, volvía a salir, llegaba hasta: su despertaba durante la noche con dolores en sus
boca lo tragaba nuevamente, etc. Durante el aná-
lisis tenía miedo de relajarse en el diván debido a
las sensaciones que experimentaba en su vagina y L &te . caso fue controlado dúrante más de dos años por
la doctora Margaret Fries.
266 SANDOR LORAND PROBLEMA DEL ORGASMO VAGJNAL 267

dientes que el dentista no podía explicar. A medi- desconocidas también, que amamantaban a sus ni-
dada que avanzaba el análisis advertía el gradual ños en la calle.
despertar de la sensibilidad vaginal. Decía que Otra paciente manifestó también desde muy tem-
cuando había llegado al análisis carecía de vagina, prano el mismo vínculo con el pecho materno, la
mientras que en la actualidad, toda ella era una misma actitud pasivo-femenina de aceptación y una
vagina. fuerte identificación femenina. Tenía vívidos re-
Al sentirse constantemente excitada, preocupada cuerdos de sensaciones vaginales experimentadas
con fantasías sexuales y torturada mentalmente por entre los cinco y seis años de edad. En esa época
las pulsaciones, que experimentaba en su vagina, contrajo una infección vaginal, al contagiarse de
sentía el temor de destruirse a causa del deseo. An- otra niña, y debió hacerse lavajes. Durante este
helaba un coito perpetuo. Ocasionalmente se des- período se masturbó vaginalmente. Había dormido
tacaba por su notable apetito y porque comía cons- en la misma habitación que sus padres durante al-
tantemente. En una época adelantada de su análi- gunos años• y los ruidos que hacían éstos durante
sis experimentaba placer durante el coito, pero se el coito la habían excitado e inducido a la mastur-
detenía antes del orgasmo pues sentía asomar en bación. Ya adulta, durante el coito efectuaba vio-
ella un sentimiento de odio hacia su marido al pen- lentos movimientos corporales, gritaba y mordía a
sar con temor que podía retirar su pene y entregár- su marido (todo esto se reveló en el curso del aná-
selo a otra mujer. Por esta razón, durante la relación lisis), y no podía alcanzar el orgasmo debido ál
sexual la preocupaba el pensamiento de que algo constante temor de que su marido podría eyacular
no debía ocurrir. También le disgustaba el orgas- precozmente. El interesante e importante material
mo debido a que deseaba un coito continuo. obtenido a través de sus sueños, asÓciaciones y
Estas actitudes eran paralelas a los sentimientos emociones, revelaron una- profunda fijación en la
que había experimentado por su madre contra madre y experiencias traumáticas infantiles relacio-
quien se había resentido porque le había quitado nadas con ella. Otra paciente recordaba que cono-
el pecho para dárselo a los hermanos menores. El ció todos los detalles del parto a la temprana edad
temor de que algo terrible debía seguir a la relación de cinco o seis años. En esa época nació un her-
sexual estaba en conexión con sus fantasías infanti- mano, y oyó como su madre impartía instrucciónes
les de destrucción del cuerpo materno, debido a los a alguien para que escondiera los trapos ensangren-
repetidos embarazos. tados para que la paciente no los viera. Merced a
Es importante hacer notar que esta paciente no este hecho estableció una relación entre el sangrar
recordaba a su madre embarazada o alimentando a y el daño sufrido en la región vaginal.
los otros niños, a pesar de que .e n aquella época La observación nos muestra que el problema de
tenía bastante edad como para conservar estos re- la frigidez sexual femenina es mucho más compli-
cuerdos, Sin embargo, recordaba que en ese mismo cado de lo que generalmente se cree. A pesar de
tiempo había visto mujeres embarazadas y a otras que los analistas intentaron enumerar las causas de
268 SANDOR LORAND PROBLEMA DEL ORGASMO VAGINAL 269

estos trastornos, sus resultados terapéuticos no con- tíficación y del ser que posee el pene para obtener
cordaron con sus formulaciones teóricas. El perío- alimento y sostén. Recuerdan con dolor su depen-
do que Freud llama "oscuro y vago'', la fa~e pre- dencia oral en la infancia y sus numerosas frustra-
edípica de la niña, es la época en que debemos ciones. La niña se siente débil y pequeña, compa-
investigar la causa fundamental de la dificultad se- rada con la madre, y la envidia del pene del padre
xual. Encontramos que todas las mujere_s con per- (afecto) cuya única receptora es la mádre.
turbaciones sexuales similares, responsabilizan a su A través del material ofrecido por numerosas pa-
madre de su _falta de disposición para la vida afec- cientes, y de los resultados terapéuticos obtenidos
tiva. En el análisis lo expresan <le la siguiente ma- · en el curso de análisis largos, podemos llegar a la
nera: cuando experimentan sensaciones vaginales y conclusión de que las sensaciones vaginales son pri-
el deseo de realizar el coito, acusan el analista de marias y fundamentales, y que no puede describir-
arrojarlas hacia ·sus maridos como sucedía en la in- se la masturbación infantil como exclusiva.mente
fancia, cuando la madre las forzaba a dirigirse hacia clitoridiana o labial. Comprende el clítoris, los la-
el padre en procura de afecto. Con despecho y bios y la vagina. No ha sido justificada la teoría
dessJ.én se niegan a gozar durante el coito. Contem-
plan a la madre como un ser dañino y peligroso pa-
ra todos. Otro factor importante en la frigidez es
la idea de que la vida sexual de la madre CQn el
padre no puede ser satisfactoria. Esto tiene su
origen en el sentimiento de que la propia hostilidad
I que supone que primariamente existen las sensa-
ciones clitoridianas, y que sólo más tarde se des-
plazan a la vagina. En el análisis, las sensaciones
vaginales recuperan su importancia debido a que la
mujer vuelve a descubrir y conocer sus tempranas
sensaciones vaginales infantiles que fueron repri-
hacia su madre podía i:rppedirles el goce sexual. midas, olvidadas y que no pudieron gozar. Enton-
Realmente en la fantasía tratan de- ocultar su pla- ces, ya se ·puede aceptar la vagina, y ya no es ne-
cer. Su huida de la femineidad es una reacción cesario negarla por ser "un órgano peligroso y
contra esta agresión y el consecuente temor de la demoníaco semejante a una boca que desea devo-
madre. rar todas las personas y todas las cosas", como lo
Ellas mismas no pueden identificarse ni encon- señaló Ernest Jones.
trar placer en la sensación vaginal y el coito. So-
lamente se permitirán el placer cuando en el análi-
sis logren aceptar la idea de que su madre gozaba
en la relación sexual. Otra causa de su huida de
-la femineidad es el sentimiento de superioridad,
que no es sólo la expresión de la envidia del pene·
sino que en un plano más profundo, implica una
comparación entre la madre y la niña. Les indigna
tener que depender del pene para lograr una gra-
- ---,------,...,,.. ·-·
. '

LA "ENVIDIA DEL PENE" EN LAS MUJERES 271

los factores culturales pueden explicar la tendencia


de las mujeres a sentirse inferiores con respecto a
su sexo y su consiguiente tendencia a envidiar al
XI hombre; que este estado de cosas puede muy bien
hacer que las mujeres culpen a su sexo de todas sus
LA "ENVIDIA DEL PENE" EN LAS MUJERES 0
dificultades. Así, ellas pueden valerse de la- posi-
ci6n de inferioridad cultural como racionalizaci6n
Por CLARA THOMPSON para todos los sentimientos de inferioridad.
La ~osicf ~n de inferioridad puede estar expre-
Envidia ~~l pene e~ un "término acuñado por sada s1mbolicamente en el término "envidia del
Freud y utilizado por el para describir una actitud pene", tratando al pene como símbolo del sexo más
básica de las mujeres neur6ticas. El término teníá privilegiado. En forma simifar, podemos imaginar
para él .un significado más que simb6lico: estaba que en una cultura matriarcal el símbolo de poder
convencido de que esa envidia de las mujeres nacía sería el pecho. El tipo de poder sería algo dife-
d~ una sei1sac~6n de carencia biol6gica, que se ini-
rente, ya que el pecho representaría la capacidad
ciaba con el descubrimiento de la niña, en la tem- de dar la vida, antes que la fuerza y la energía. En
pra?a: infancia, de que ella no tenía algo que el ambos casos, el significado esencial sería la impor-
var?n poseía.. Por este motivo, según Freud, ella tancia de posesor del símbolo en el marco cultural.
creia. haber sido cas~rada, y su forma de manejar Así, puede. afirmarse que el término "envidia del
este impacto era, o bien sublimar el deseo de tener pene" constituye una representaci6n simb6lica de
un pene ?onvirtiéndol? en el deseo de tener un hijo, la actitud de las mujeres en nuestra cultura, una
val~ decir, transformandose en una mujer normal,
forma pintoresca de referirse al tipo de lucha que
o bien desarrollar una neurosis, o someterse a un con tanta frecuencia se libra entre hombres y mu-
cambio caracterol6gico que se conoce como com- jeres. La posibilidad de emf)lear el término en dos
plejo de 'masculinidad, un tipo de carácter que in- sentidos, esto es, como referencia real a una ca-
tenta negar la ausencia de pene.. rencia biol6gica, o como referencia simbólica a un
Las evaluaciones críticas de la teoría de Freud sentimiento de inferioridad, ha contribuido a crear
sobre este tema ya han sido publicadas por Hor- alguna confusi6n en .el pensamiento y los escritos
ney 1 y por mí 2 • En síntesis, se ha demostrado que psicoanalíticos. Sería conveniente reservar el tér-
mino exclusivamente para el concepto de Freud.
0
Este trab!lio fue presentado en la convención anual de Sin embargo, con el desarrollo del psicoanálisis, a
la Association for the Advancement of Psychoanalysis en
Boston, el 19 de mayo de 1942. '
1 Karen Homey, New Ways in Psychoanalysis; Nueva
Psychiatry, IV ( 1941), 1-8. Véase también, "Cultural
York, Norton, 1939 (313 págs.), capítulo 6. Pressures in the Psychology of Women", Psychiatry, V
2 Clara Thompson, "The Role of Women in this Culture",
(1942), 331-339.
\

272 CLARA THOMPSON


LA "ENVIDIA DEL PENE" EN LAS MUJERES 273

menudo se h~ vincula~o ~uevos :ignificados y di- Jos sueños como castración. Además, siempre existe
1
ferentes enfas1s a un terrmno antiguo, sin -realizar la tentación de utilizar alguna situación obvia como
el menor intento de refonnularlo de una manera raci?~alización de una más oscura. El concepto de
pre;isa., ~n consecue~cia, muchos emplean el térmi- e:iVIdia del pene ofrece a las mujeres una explica-
no envidia del pene sin una definición demasiado ción para sus sentimientos de inadecuación, al re-
exa,cta; ~o cual puede llevamos a suponer quése ferirlos a una causa evidentemente irremediable.
esta hacie:r:ido referencia al concepto de Freud, cuan- ~~l mismo modo, .ofrece al hombre una justifica-
~º en realidad se trata de un pensamiento que sigue c10n para su agresión contra la mujer.
líneas culturales.. ~o: lo tanto, , creo que vale la La diferencia sexual es una diferencia obvia, y
p~na aclarar el s1gmf1cado del termino en nuestros las diferencias obvias constituyen señales de infe-
dias. rioridad, particularmente convenic;mte en cualquier
Parece evidente que, en la mayoría de las muje- situa.ción competitiva en la que un grupo aspira a
res de nuestra cultura, existe una envidia del hom- dommar al otro.
bre, que. se está librando una batalla entre los sexos. . La discriminación por el color de la piel es un
to ,que únporta considerar aquí es si esta lucha es e1emplo de ello. Aquí, una diferencia fácilmente
de mdole diferente de los demás tipos de lucha que - per:~pti~le s~ toma como señal y se convierte en
tien~nlugar ei;itr.e.los seres humanos y, en caso con- 1ustificativo adecuado para una burda discrimina-
tran~, por .que existe tanta preocupación acerca de ción y una situación de inferioridad. Un negro de-
l~ ~liferencia de sexos. Opino que la hostilidad ma- bería sentirse inferior por el simple hecho de tener.
mf1esta entre hombres y mujeres no difiere de cual- la piel oscura. Evidentemente, la piel oscura es
quier otro tipo de lucha entre combatientes, uno de importante para el grupo que detenta el poder pre-
los cuales posee una decidida ventaja en cuanto a cisamente porque, al ser una característica que pue-
prestigio y posición. Dos cosas han contribuido a de reconocerse con facilidad; los permitirá distin-
dar una f¡ilsa importancia a la diferencia sexuaL guirse de un considerable número de- personas. Se
La envidia del pene y las ideas de castraciones hace · todo lo posible para convertirlo en un sím:
aparecen con mucha frecuencia en los sueños en bolo de todos los sentimientos de inferioridad que
'
l o~ smto?1as '
y ~n otras manifestaciones del pensa- tienen los negros. En realidad, muy pocos de les
miento mconsciente. Las partes y las funciones inte~rantes de la clase gobernante puede ser tan
corpor~les son símb~los. frecuentes en el pensamien- necios como para creer que la piel oscura, wr se,
to arcaico. Por cons1gmente, estas ideas pueden ser entraña una inferioridad intrínseca. Sin embargo·
sólo la presentación de otros problemas en términos resulta sorprendente descubrir hasta qué. punto se
corpor~les simbólicos. No existe necesariamente acercan a esta superficialidad todas sus racionali-
ninguná prueba d_e que la situación corporal sea zaciones.
la causa de lo que simboliza. Cualquier forma de Del mismo modo, el pene o la-falta de pene cons-
amenaza para la personalidad puede aparecer en tituye otra señal de diferenci~ción fácilmente dis-
274 CLARA THOMPSON LA "ENVIDIA DEL PENE" EN LAS MUJERES 275

tinguible, y se la utiliza de manera similar, vale liarse en tres direcciones generales para poder -ha-
decir, el pene es la señal distintiva de la persona cer frente a este sentimiento. Un tipo de desarrollo
que detenta el poder en un marco competitivo par- caracterológico relevante en la sociedad Occidental
ticular de nuestra cultura, el que existe entre el es aquél en que la persona trata de aventajar a los
hombre y la mujer. En esta situación, la actitud demás. Una forma de suprimir la envidia es lo-
de la mujer no es en esencia muy distinta de la que grar éxito. Si no se consigue demostrar que uno
encontramos en cualquier grupo minoritario de una es tan bueno o mejor que el individuo envidiado,
cultura competitiva. Así, la actitud que se deno- pueden aparecer tendencias de venganza, en cuyo
mina envidia del pene es similar a fa actitud de caso se intentará derribar al que está más arriba y
cualquier grupo en situación de inferioridad con humillª-flo en alguna forma. O una persona puede
respecto a los que están en el poder. retirarse de la competencia, aparentemente no te-
En el cuadro clínico de la envidia del pene la ner ambición, y desear pasar desapercibido. En
mujer se muestra hostil; cree que el hombre desea esta situación, si bien tal vez exista un sentimiento
dominarla o destruirla, desea estar en condiciones de _desamparo y de creciente dependencia, puede
de poder" hacer cosas similares a las que ' él hace. existir también un sentimiento secreto de poder por
En otras palab,ras, simbólicamente el pene repre- el hecho de no tomar parte en la lucha.
senta para ella una espada al servicio de la con- Como se ha dicho, la relación entre el hombre y
quista y la destrucción; se siente estafada por no la mujer ostenta rasgos especiales que no existen
contar con un arma símilar para los mismos fines. en la relación con una persona del -mismo sexo.
Esta actitud no tiene necesariamente una relación Estos rasgos 'especiales son de dos tipos: tienen
específica con la vida sexual y los genitales -como que ver con la actitud de un grupo minoritario
tales, sino que puede formar parte de una actitud frente a un grupo dominante, y tienen que ver con
más general de envidia y afectar tal vez sólo en el hecho de que el tipo más íntimo de -situación in-
forma secundaria a la vida sexual. De hecho, pue- terpersonal, el acto sexual, es una parte importante
de estar acompañada de indicios de envidia en de las relaciones entre los dos sexos, y por lo co-
otras relaciones. Otras mujeres que de algún modo mún se limita exclusivamente a dicha relación. Así,
tienen más posesiones y oportunidades pueden con- cualquier problema de intimidad interpersonal se
vertirse también en objetos de envidia. Así, tal vez vería acentuado en esta relación. -
una mujer que supuestamente padece envidia del En una cultura patriarcal, las oportunidades res-
pene, exhiba una tendencia general de envidia ha- tringidas que se les brinda a las mujeres, las limi-
cia toda _persona que tenga algo que ella no posee taciones impuestas a su desarrollo y a su indepen-
y.desea. dencia, proporcionan una base real para envidiar
La envidia es una característica de la cultura al hombre, al margen de cualquier ten_dencia neu-
competitiva; entraña hacer comparaciones en nues- rótica. Además, en una cultura industrial en la que
tro propio detrimento. El carácter puede desarro- la familia tradicional ya no tiene una importancia
276 CLARA THOMPSON L A " ENVID!A DEL PENE" EN LAS l\IUJERES 277

central, la contribución biológica específica <!~ la suerte de racionalización para el sentimiento de in-
mujer, su capacidad para tener hijos, pierde su va- ferioridad y de derrota.
lor en proporción a los diversos factores que pro- Nunca se insistirá demasiado en el hecho de que
mueven una disminución de la tasa de natalidad. la relación sexual es una de las situaciones inter-
Esto, si bien no constituye una inferioridad bioló- personales más importantes; cualquier actitud com-
gica, hace que la mujer sienta que lo que ella es- petitiva en la personalidad de alguno de los dos
pecíficamente puede aportar es algo que no se ne- participantes forzosamente afectará a la relación
cesita ni se desea. sexual, del mismo modo que cualquier actitud de
Por consiguiente, dos situaciones culturales re- verdadera inferioridad social en uno de los compo-
sultan importantes en este examen: la tendencia nentes de la pareja se hará sentir también sobre la
general a la competencia, que estimula la envidia; relación sexual. No debe pensarse erróneamente que
y la tendencia a considerar inferiores a las muje- una disparidad sexual de orden biológico fue la
res. Nadie escapa del todo a la influencia de estos causa de la actitud competitiva o de la situación
9os rasgos. Si la actitud competitiva se ve consi- de inferioridad de uno de los integrantes de la
derablemente in_crementad:;i por las experiencias pareja. La vida sexual es meramente una situación
personales de vid,a,, paralel:;imente se intensificará importante en la cual se refleja el problema.
el odio por el hecho de ser mujer. Lo contrario Así, puede advertirse que el cuadro clínico de la
también es válido: vale decir, si se han acentuado envidia del pene tiene poco que ver con la vida
las desventajas de ser mujer, tenderá a desarrollarse _ sexual, excepto en un sentido secundario, y que
una actituq competitiva hacia el hombre. Cualquie- tiene que ver con todos los aspectos de la vida. Si
ra de estas dos situaciones pueden dar lugar a se descarta la idea de que los sentimientos de in-
desarrollos caracterológicos que encajan en el cua- ferioridad de las mujeres se deben a un sentimiento
dro clínico de la envidia del pene, y no es preci- de carencia biológica, debemos llegar a la conclu-
so postular que, en cada caso, una comparación sión de que el término no describe una entidad
traumática de los órganos genitales tuvo lugar en la clínica que tiene un origen constante, sino que se
temprana infancia. Estas experiencias tempranas ha convertido en símbolo y racionalización de di-
ocurren a veces, pero es mi impresión, así como versos sentimientos de inadecuación de las muje-
también la de Fromm-Reichmann 3 , de que son res. La situación de inferioridad cultural otorga
traumáticas sólo en el contexto de otros factores una aparente validez a dicha racionalización.
severamente traumáticos y que su importancia re-
side sobre todo en el hecho de que ofrecen una

3 Frieda Fromm-Reichmann, "Notes on the Mother Role


in the Family Group", Bull. Menninger Clinic, IV (1940),
132-148,
BIBLIOTECA: PSICOLOG1A DE HOY
(Viene de la pág. 4)
46. Ecuación fantástica. 13 cuen- 53. D. J . West: Psicología y psi-
tos de ciencia ficción por 9 psi- coanálisis de la homosexualidad.
coanalistas. 54. Jones, Groot, Thompson, Hor-
47. C. A. Mace: Guía psicológica ney, Maslow, Marmor, S. Freud:
poro el estudio y aprendizaje. Psicoanálisis y sexualidad feme-
48 . R. H. Thouless: Parapslcologío. nin!!;
Método experimental. 55. Ramsey, Whiting y otros,
49 . K. Abraham, S. Ferenczi, A. Kirkpatrick, Kamin, Klein, Hor-
Freud, M. Klein, D. W. Winnicott, ney, Lichtentein, Boehm, Alexon-
R. Spitz, E. Erikson, N. W. Acker- der: Psicoanálisis y sexualidad
man: Grandes casos del psicoanó- masculina.
lisis de niños. 56. Deutsch, Bonaparte, Green-
50. M. Bonaparte: La sexualidad nocre, Riviere, Friedman, Lorand,
de la mujer. Greeson, Ferenczi, Lowestein, Fe-
51. Marmor, Denniston, Perloff, nichel, Bak, Khan: Psicoanálisis y
Pare, Hoocker, Opler, Szasz, Tay-
lor, Fisher: Biología y sociología desviaciones sexuales.
de la homosexualidad. 57. Humberto Nójero: Neurosis in-
52. Rado, Stoller, Ovesey, Salz- fantil. Problemas del desarrollo.
man, Bieber, Wilbur, Romm, Ma- 58. David Hoy: Juegos parapsico-
yerson, Lief: Homosexualidad en lógicos para adultos. Telepatía ,
el hombre y en lo mujer. precognición, psicoquinesis.

BIBLIOTECA: PSICOLOGlA DE HOY


SERIE MAYOR

1. T. A. Hun ter: El matrimonio 3. B. Russell, M. Mead, S. de


moderno y lo sexualidad. Beauvoir y otros: La familia y la
2. Anna Mantel Fishlein: Guta mé- revolución sexual.
dico paro la mujer moderna.
Este libro se terminó de imprimir en
las prensas de STILCOGMF s.R.I,.., calle
Gral. Manuel A. Rodríguez NQ 2548,
Bs. As., el 15 de setiembre de 1967.
El panorama que la sexualidad femenina presenta en
la actualidad es altamente peiturbador. Sin embargo es
una expresión de las actitudes culturales generales. Los
trabajos que incluye esta obta examinan los problemas
de la sexualidad de la mujer en su i·elación con las con-
diciones que prevalecen en ncestra sociedad de hoy:
la mujer frígida, la mujer asexual, la mujer dominado-
ra, la mujer soltera, la rimjer c2.stradora, la mujer com-
petitiva son vistas como derivados de los conflictos
vitales psicológicos con que deben enfrentarse las mu-
jeres del presente. Estos estudios han sido selecciona-
dos por Hendrik M. Ruitenbeek, sociólogo y médico psi-
coanalista holandés radicado en los Estados Unidos, per-
tenecen a las más 'destacadas figuras del psicoanálisis ac-
tual y reflejan, a través de caso~: clínicos y estudios teó-
ricos, cómo la mujer lucha de modo peculiar contra la
dominación masculina tanto en sus experiencias sexuales
como socioeconómicas. Ofrece un amplio panorama de
la investigación psicoanalítica sobre la sexualidad feme-
nina, desde los trabajos clásicos de Freud, E. Jones y
Lampl-de Groot hasta los neJfreudianos Clara Thomp-
son, Karen Horney y los neoclásicos P. Greenacre y
H. Deutsch. El lector interesado en el tema puede con-
sultar las siguientes obras de nuestro sello editorial:
M. Lariger, Maternidad y sexo; M. Bonaparte, La sexua-
lidad de la mu;er; M. Robinson, La mujer frígida; R.
Street, Técnicas sexuales modernas; Ramsey, Whiting v
oh·os, Psicoanálisis de la sexualidad masculina; Deutsch,
Bonaparte, Greenacre y otros, Psicoanálisis de las des-
viaciones sexuales; T. Reik, Diferencias emocionales
entre los sexos; A. Comfort, La sexualidad de la mu-
jer; M. Davis, La sexualf,dad en la adolescencia; A. Storr,
Las desviaciones sexuales; A. Comfort, La sexualidad
en la sociedad actual.
HORMÉ. Buenos Aires.

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