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Setal Rabisiovitch

Encerrados afuera»
La preclusíén, en
concepto lacaniasio

Ediciones i j j f del Serbal


Encerrado s a fu era

L a p r e c l u s i ó n , U N CO N CEPTO LACANIANO

COLECCIÓN I^ U ^ I n T ÍG O N A - 1 2

d i r i g i d a p o r G r a z ie l l a B ara va lle
SO LA L R A B IN O V IT C H

E n cerra d o s a fu era

L a p s s e c l u s ió n , u n c o n c e p t o l a c a n ia n o

Traducción de Graziella Baravalle

Edicioaes- w5£ del Serbal


Primera edición 20ÍK)

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1

© 1996, Édition s Eres, Toulouse


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S u m a r io

Encerrados afuera ............................................................................ 7

Prólogo ............................................................................................... 11

1. Una gramática de la preclusión ..............................................15

2. El asunto Bejahung-Ausstossung ............................................ 23

3. Las negaciones constitutivas del sujeto .................................33

4. La Verwerfung como elemento de contraste ........................ 47

5. El retorno de lo precluido .................. .....................................63

6. El Padre apartado ...................................................................... 79

¿Concluir? ..........................................................................................91

Léxico ..................................................................................................93

Obras citadas 97
Encerrado s a fu era

Los locos, los exilados, los apátridas y los excluidos están encerrados
afuera. Afuéra, fuera de las fronteras de su país como fuera de los
lazos de su lengua materna; afuera, fuera de sí. ¿Habrá existido alguna
vez ese «hogar» de dónde han sido expulsados? ¿Existe una huella
visible, legible, de ese «hogar »?1 El lugar de su exilio se ha convertido
para ellos en (un exilio m ás preciso y más violentó) que el punto de
partida que los ha llevado allí; de este exilio presente se ha ausentado
el dolor m ism o pp®du¿ida por el desgarro de la partida; en este exilio
ha esctinguido la nostalgia 2de aquel que hubiera podido nombrarlo,
el Padre. los verdaderos encerrados afuera son los locos, exilados
gara siempre de su inconsciente: no sólo son extranjeros en su exilio,
sino que so a extrañospara sí mismos, ajenos a su historia, extranjeros
en la lengua de su infancia. No solamente están exilados de un país y
de una lengua: el nom bre, la voz y el pad re tam bién los han
abandonado para siempre. Una ausencia sin nombre reina en el afuera
que los ha desterrado de una tierra y los ha borrado del Libro3.
A la exclusión responderá la reclusión que localiza lo extraño y
fija su desplazamiento errático. Necesitamos velar la cicatriz del exilio

1 N. de la T.: He traducido «hors de chez eux» como «fuera de sí», pero en francés chez
im plica «estar en casa de», m atiz que no puedo conservar en castellano. En cambio,
mantengo la acepción de «estar fuera de sí», que indica la locura.
2- Vatersehnsuckt: la nostalgia del padre. En Tótem y tabú, en Obras completas tom o V,
Biblioteca Nueva, M adrid 1972, pág. 1839.
3 Cf. Exodo, 32,32, Moisés al Eterno: «Bórram e del Libro que tú has escrito».
necesidad contiene el anhelo no sabido de construir un interior para
aquello que está abierto al viento de la llanura. Porque los locos están
externados en su encierro afuera, nosotros los internamos; es nuestra
única form a de reconocer, en el loco, al extranjero o al excluido que es
el otro para cada uno de nosotros, en el relámpago de una libertad
que le enviamos porque nos deslumbra.
La preclusión 4 (forclusion) es el nombre de la fractura que los ha
encerrado fuera de toda inscripción, fuera de las huellas de la ruta de
nuestros sueños, del cielo de nuestros pensamientos, de la casa de
nuestro dolor o de nuestra alegría: lejos de nuestro heimlich. El centro
«éxtimo »5 de esta ausencia no cesa de exilados de sí m ism os; es a la
vez la alteridad de algo desconocido y lo dem asiado familiar de un
real marcado por el rasgo del Ver freudiano. El Ver de la preclusión, tal
como Lacan lo ha extraído de Freud, tiene todavía más fuerza; sella el
término lejano de ese afuera con el de un no-retorno; nadie volverá.
El exilio fractura la memoria; las fotografías de familia han desa­
parecido, los objetos del hogar han quedado dispersos, ya no hay
huellas. M ás radical aún que el borramiento de las huellas, la ausencia
de patearas para decir el borramiento abóle un paso que deje huella6.
Sólo sobrevive la familiaridad de una ausencia desconocida, la del
exilio.
Así el afuera de la preclusión se junta con lo no hum ano de un real
del adentro. Fuera del grupo que el Padre cierra, el loco interroga la
existencia de ese padre. Subvirtiendo la partición freudiana del afuera

4 N. de la T. A pesar de que la traducción que ha prevalecido en español es el neologismo


forclusion, he preferido la palabra preclusión, que existe en nuestra lengua y que
corresponde exactamente en tanto térm ino del vocabulario jurídico a forclusion.
Considero im portante no crear neologism os innecesarios para traducir a Lacan —ya
que en francés forclusion no es un neologismo—para que la lengua del psicoanálisis
tacaniano no se convierta en una jerga abstrusa que im pida la comprensión a los « n o ,
iniciados».
5 N. de la T. N eologism o creado por Lacan para señalar lo exterior dentro de lo íntimo.
6 N. de la T. Lacan utiliza la expresión «pas-de-trace» en el doble sentido de ninguna
huella, y paso que deja huella.
y el jg.topolQgía borrom ea que utilizará Lacan a partir de las
letras R, S e l 7 m ostrará que el lo co está fuera del vínculo del discurso;
está desvinculado de toda identificación con el Padre del m ism o m odo
en que los círculos R, S, I, una vez desatados, quedan separados unos
de otros.
Ya antes de esta subversión por la letra, el concepto de preclusión
la fomenta: algo del orden del lenguaje, para siempre excluido para el
sujeto, retorna en lo real.

7 Las letras R, S e I designan lo real, lo sim bólico y lo imaginario en sus diferentes


modalidades de anudamiento y desanudamiento; o sea, la estructura.
Pró lo go

Una clínica de la psicosis obliga a confrontarse con el concepto que


aclara sus librdes. Preclusión es el nombre de la fractura inicial de
donde procede el «afuera» del encierro; ese afuera incluirá igualmente
al psicoanalista que se ha dispuesto a escuchar al loco. El hecho de
que Lacan haga de la forclusion del significante del Nombre del Padre
e l concepto específico de la, psicosis plantea cierto núm ero de
cuestiones.
¿Cuáles son las alternativas de un debate teórico que inicia para
Lacan la traducción de la Verwerfung freudiana por el térm ino
forclusion? Esa elección diferencia en efecto la preclusión de los otros'
m ecanism os de defensa que son la represión, la renegación o
desm entido y la negación; la distingue de la expulsión. Ya sea
mecanismo de defensa o estrategia del sujeto, la preclusión interviene
en el nivel de la constitución primitiva del sujeto. ¿Pero dónde se sitúa
respecto de la represión originaria? Intentaré establecer un paralelisniQ
"entre proceso originario de la represión y repetición por una parte, y
proceso de la preclusión y reproducción por otra; queda sin embargo
que la situación casi originaria de la preclusión cuestiona a la vez,
coíboIo hace la represión originaria, la estructura y el m odo como el
sujeto se posiciona en ella. Si psicosis, neurosis y perversión son
posiciones diferentes del sujeto en la estructura misma, adelantaré
querías, consecuencias de la preclusión dél N om bre del Padre,
trastornando las relaciones entre lo real y lo simbólico, no se contenta
con los efectos que produce en el sujeto, sino que altera la estructura.
¿Necesita esta alteración de la estructura la hipótesis de una Verwerfung
contemporánea de la operación Bejahung-Ausstossung, o conviene más
bien a la de la secundariedad de la Verwerfung, lo que nos ahorraría la
suposición de que todo sujeto sea psicótico? Pero en este caso, la
secundariedad de la Verwerfung entraría en contradicción con su
contemporaneidad con lo Urverdrangt, a condición de distinguir en
la m ism a cadena significante el significante precluido del significante
reprimido.
Así el «no habría sido jam ás» de la preclusión dibuja la perspectiva
de un originario —que el debate lacaniano reabre—sobre la primacía
de lo simbólico o de lo real en el proceso primordial de afirmación-
expulsión (Bejahung-Ausstossung) que constituye al sujeto. Sin em ­
bargo habría que aislar la preclusión en su especificidad respecto de
las otras negaciones constitutivas del sujeto, antes de examinar de cerca
el trayecto del término de Verwerfung en las elaboraciones de Freud.
He conservado los términos freudianos sin traducirlos: no quiero n i,
reducir ni borrar la distancia que hay entre Freud y Lacan fabricando
un montaje sin solución de continuidad. Transcribir sin traducir los
términos de la especulación freudiana, tal como se transform an a
m edida que aparecen nuevos datos clínicos y teóricos, aguza la
discontinuidad entre Freud y Lacan y puede permitir hacer trabajar
términos freudianos y conceptos lacanianos unos respecto a los otros;
en esta separación entre Freud y Lacan se plantean nuevas cuestiones.
¿Cómo captar un proceso del que no queda huella porque su
fórmula es un agujero en el lenguaje? ¿Un proceso del cual no hay
otra huella que las que esta fórmula deja en la lengua? Lacan, no sin
sus relecturas de Freud, no dejará de hablar del retorno en lo real de
lo simbólico precluido como la única huella del proceso de la pre­
clusión, la única huella con que nos encontramos en la clínica. La
huella de este accidente m ortal del significante que es la preclusión
no es otra huella que la de lo real. ¿Qué es lo que retorna del padre
precluido? ¿Regresa bajo la form a de la voz el significante precluido
del Nombre del Padre?
Volver a trabajar sobre la constitución del sujeto, proponer nuevas
versiones de la función del Padre, son cosas que hacen tambalear los
c o n c e p t o s psico an alítico s ad q u irid o s. ¿No n os conduce así la '
preclusión hacia u n a nueya definición del saber, va que la ausencia de
tnrla inscripción previa im pone la invención?
1. U n a g r a m á t i c a d e l a p r e c l u s i ó n

¿Qué huellapnede existir de lo que jam ás advino para un sujeto? ¿Qué


huella puede dejar en él una operación que negativiza el lenguaje?
Nom brar esta negatividad tiene consecuencias que perm itirán, a
posteriori, leerla; estas consecuencias van a recorrer los resurgimientos
de un real en el lenguaje.
El 4 de julio de 1956, Lacan traduce Verwerfung por forclusion.
Hasta entonces se traducíala Verwerfung, que no erajparja Freud más,
que un término de su lengua sin haber pasado jam ás al rango de
concepto, p o r «supresión », «rechazo»; o « abolición sim bólica», en
continuidad con su trivialidad en la lengua alemana. Sin embargo con
ese término, extraído de la elaboración freudiana, Lacan designó la
falla significante que existe desde el inicio para un sujeto antes de que
se vea confrontado a un momento dado de su historia. Al adoptar su
traducción por forclusion, Lacan no regresa sobre la noción de
Verwerfung, sino que establece un concepto operatorio en la psicosis:
«Se trata del acceso por parte del sujeto a un significante como tal, y
de la imposibilidad de este acceso»8. Por eso mismo, la preclusión y su
proceso son de entrada asignadas a un espacio entre real (im posi­
bilidad) y simbólico (el acceso a un significante). Sin duda esta puesta
en juego de lo real y de lo sim bólico decidió a Lacan a traducir
Verwerfung por forclusion contrariamente a las preferencias de sus

8 J. Lacan, seminario Les psychoses, Le Seuil, 1981, pág. 362. En castellano Las psicosis,
en Ediciones Paidós.
com pañeros de entonces; muchos analistas insistían a Lacan para que
utilizara exclusivamente el término freudiano de Verleugnung. Veremos
cómo la contigüidad de esos dos térm inos plantea efectivamente
cuestiones teóricas y clínicas.
Tanto en alemán como en francés, Verwerfung y forclusion son
términos del vocabulario jurídico. La connotación jurídica, que en
francés más adelante redoblará y superará el alcance gramatical de la
negación, está muy presente en alemán. Freud utilizó muchas veces el
vocabulario jurídico: así(el término juicio ( Urteil) poco a poco fue
separando la represión de otros términos que la rodeaban y permitió
hacer de la represión el concepto que presidía la formación de lo
inconsciente^ Aquí, en las zonas de la lengua donde se deslizan las
palabras de desmentido, repudio, rechazo, olvido, la función de la
confesión adquiere todo su peso. ¿Se procesa al sujeto en justicia o se
confiesa la existencia de lo inconsciente en la negación? Poco a poco
aparece una unión entre lo jurídico y la negación gramatical. Así, Lacan
considera equivalentes una identidad de relación entre Verneinung
(forma invertida de la represión), y Verdrangung por una parte, y entre
Verurteilung (juicio que rechaza y condena: reemplazante intelectual
de la represión) y Verwerfung* por otra parte. Éí Ver freudiano abre
vías en los confines de la lengua, pues «auschliessen» al igual qu eforclore
(en francés), han tenido siempre significaciones fuertes; forclore, antes
de envejecer y de quedar reservado al vocabulario jurídico, significa,
como auschliessen, «excluir, privar, perseguir, impedir, exilar, omitir,
quitar, impedir». La significación última de estos dos verbos «encerrar
afuera», «cerrar al exterior» de m odo que se clausure un camino, no
les da sólo el sentido de algo irreductible, sino que abre un campo
desconocido que el gesto de «arrojar», «rechazar», es el único que puede
designar. Asi forcluir en francés consiste en arrojar a alguien o a algo
fuera deiQS limites de un reino, de un individuo o de un principio

9 J. Lacan, seminario L’Ethique de la psychanalyse, Le Seuil, 1986, pág. 80. En castellano


en Ediciones Paidós.
abstracto como, la vida o la libertad; forcluir implica también que el
lugar, cualquiera que sea, de donde se es arrojado, queda cerrado para
siempre jam ás: «Dujour quelle hait tant pour tout jamais forclose je
vuex que toute vivante elle soit seule endose Enterrée vivante en un
profond caveau»10. Forcluir es expulsar, desterrar a alguien fuera de los
límites de un país, fuera de los límites de una tierra (santa), incluso
fuera de los límites del m an. «La gloire de ce grand exploit viendoit...
estre commune entre eulx deux, Vun pource qu’il Vaurait chassé
[Mithridate] de la terre, etVautrepource quil Vauraitforclos de la mer»u .
Forclore, precluir, en fin, es expulsar a alguien no sólo de la vida, no
sólo de la tierra y del mar, no sólo de la vista 12 sino también de la serie
de las generaciones: «Les Ostrogoths... aymaient encore riiieux avoir un
enfantpoyr leur roy qu’unefemme tellement que lefilsforcluoit la mere»13.
Forclore consiste pues, al fin de cuentas, arrojar a alguien fuera de las
leyes del lenguaje.
A partir del siglo yffifé&toiMon (exclusión) reemplaza poco a poco,
a forclusion en la lengua común. Y paradójicamente, desde allí en
adelante será precluido (forclos) de la ley algo que había sido previsto
por la ley. El procesade la preclusión (forclusion) se sumerge ahora en
una temporalidad que sin embargo es puramente relativa a la frase. Al
convertirse en(un simple término de palacio^, la.forclusion ve su sentido
modificado; encerrar alguien o alguna cosa al exterior de una tierra,
de un cuerpo, de un reino, de una ley, en sum a al exterior de las leyes

10 Ba'if, Antigone IV, 1, citado en Huguet, Dictionnaire de la langue frangaise du xvi siécle,
tom o IV («desde el día en que sea para siem pre excluida quiero que totalmente viva
sea enterrada viva en una profunda cueva»).
11 Amyot, Lucullus 3, ibid. («La gloria de esa gran hazaña será común para ellos dos,
para uno porque lo habría expulsado [a Mitrídates] de la tierra, y del otro porque lo
hafcrrfa'precluido del m ar»).
12 « Or maüiereux en mille choses Dont ses prunelles sont forcloses, Bavin est heureux en un
point C ’est que safem m e il ne voitpoint». ID.; Passatems, L. III (IV, 343), ibid. («Aunque
desdichado en mil cosas De las que sus pupilas están precluidas, Bavin es dichoso en
« n punto, y es qi»e a su ím ije ?*)»
13 E. Pasquier, Recherches, II, 18, ibid.
14 Dictionnaire de Furetiére, artículo «forclusion»
del lenguaje, todo participa en conjunto del marco de la ley que ordena
este encierro; sin embargo, la palabra forclore (precluir) designará al
m ism o tiempo lo que viene a superar los límites del marco de la ley
que lo incluía y el marco de la ley. Pues los límites de la ley son los del
tiempo en que rige esa ley; rigen el tiempo en que rige la ley, pero
también rigen el tiempo en que la ley ya no regirá. Es decir que la
forclusion fen castellano preclusión) define el marco de la ley por
aquello que, en otro m omento, la volverá obsoleta. Un procedimiento
de justicia «por el cual se manda dar orden a una parte de producir,
escribir, contradecir, hacer una investigación u otros actos parecidos»,
es decir obedecer a las leyes del habla, al decir, en el interior de cierto
tiempo fijado por adelantado, establece con el m ism o gesto que más
allá de ese tiempo, ya nada podrá decirse; el proceso será entonces
juzgado por «preclusión» ( forclusion ). Si la regla ju ríd ica de la
prescripción da a posteriori un límite a la condena de un crimen ya
cometido, límite más allá del cual el crimen ya n o será condenado, la
preclusión impone por adelantado un límite de tiempo a lo que se
trata de decir o de contradecir. La prescripción se som ete a la
uniformidad de una continuidad temporal cronológica, pero el «por
adelátitado» dictado por la preclusión indica una posterioridad lógica
de lo que habrá sucedido primero. El pasado no será pasado sino una
vez que el plazo se haya cum plido; el presente habrá fabricado el
pasado. Así como las huellas que muestran el paso que las ha dejado,
de igual m odo lo precluido funda a posteriori el agujero en el decir
que él mismo sella. Porque el futuro anterior trata al pasado como a
un futuro, sólo él puede connotar gramaticalmente el «por adelantado»
de un límite preclusivo más allá del cual será imposible volver; la
temporalidad aportada por la utilización jurídica de la preclusión se
negociará en la gramática vinculándose con los sentidos medievales
del término. Así lo fuera de tiempo moderno definido por el m ás allá
de los límites prescritos por la ley se añade al afuera abierto por los
gesto» antiguos de destierro. Esas cualidades de una no-realidad, el
fuera de espacio y el fuera de tiempo, «¿no definen lo real en tanto
e x c lu id o de lo simbólico? En efecto, una vez dotada de la connotación
oxamatical que adquiere en francés, la forclusion (preclusión) se
convertirá en una negación potente que no se aplicará ya solamente a
hechos particulares sino también a hechos que el locutor ni siquiera
considera como formando parte de la realidad. Realidad o no, esos
hechos de algún m odo quedarán «precluidos» (fordos).
La negación gramatical tiene en francés dos elementos: ne... pas.
Al segundo término de la negación, el que sigue al «ne» discordante,
siendo sin embargo ese ne suficientemente negador en sí m ism o como
para no necesitar un relevo, Damourette y Pichón le dan el nombre
de preclusivb (fbrclusif): «No (ne discordante) haber jam ás (jamás
forclusif) tenido... hecho, vivido, existido, e tc.»)15. La fuerza de
semejante negación que recae sobre el momento ulterior destruye el
momento anterior del cual dependía estrechamente. Si nombrar una
cosa la hace existir, el m odo de negación «forclusifi> que releva a la
prim era negación frástica, la discordante, destruye la cosa en el
momento mismo en que la hace existir; pero la destruye a la vez en el
futuro y en el pasado. No sólo excluye las posibilidades por venir y
hiere el futuro, sino que expresa un deseo que lesiona el pasado; dice
el deseo de algo pasado que jam ás ha existido^En verdad es la huella
de una no-existencia^jHuella de una no-existencia, fractura la memoria
y amputa gravemente el futuro. «Se percibe fácilmente que las ideas
alcanzadas por ese jam ás o ese nada son como expulsadas del campo
de posibilidades percibidas por el locutor»16; son expulsadas del futuro.
La traducción de Verwerfung por forclusion ya había sido propuesta
por P ich ó n 17 p a ra reem p lazar un a p rim e ra trad u cció n com o
«escotomización» con la aue Freud no había estado de acuerdo18. En

15 C f «Sur la signification psychologique de la négation en francais», Damourette et


Pichón, JPNP, m arzo 1928.
16 Eh Grammeire dé D am eurette et Pichón, «La négation», Klincksieck, París, 1970.
17 Cf. Dictionnaire Damourette-Pichon, cf. tam bién Des mots a la pensée, Damourette et
Pichón, d’Artrey, París, 1911-1940.
18 Cf. la correspondencia de Freud con Laforgue. Laforgue había propuesto el término
de escotom ización para traducir la percepción de la falta de pene de la que habla
1928 Pichón definía así la forclusion: «Un hecho que ha realmente
existido es efectivamente excluido del pasado». El ejemplo utilizado
por Pichón se sitúa en las consecuencias del ajfaire Dreyfus que dividió
a Francia en dos. Un periodista escribe en 1923 a propósito de la muerte
de Esterhazy: «El ajfaire Dreyfus, llamado Esterhazy, es para mí un
libro que de ahora en adelante está cerrado», el periodista añade: «El
debió arrepentirse de haberlo nunca abierto»19. Si el empleo del verbo
«arrepentirse» indica que un hecho perteneciente al pasado queda
efectivamente excluido del mismo, el empleo del «nunca» preclusivo
excluye definitivamente ese hecho no sólo del afecto, sino también de
la realidad. Excluyendo del cam po del porvenir las posibilidades
futuras, el preclusivo excluye del pasado mismo aquello que ha podido
realmente advenir en él. La gram ática va m ás lejos que lo jurídico;
pone en juego las leyes m ismas del lenguaje, así como la posibilidad
para un sujeto de entrar allí o de quedar encerrado fuera. Es asombroso
que en una época en que la Verwerfung aún no había sido aislada como
específica de la psicosis, Pichón haya elegido traducirla por un término
gramatical que atañe a la estructura m ism a del lenguaje, y mucho
an tes de que L acan d e fin ie ra e l fes*óineno p sic ó tic o com o
«perturbación en el orden del lenguaje»; es igualmente asombroso
que la form a de la negación indicada por el empleo tanto gramatical
como jurídico del término «forclusion» evoque la idea de «encerrar
fuer$», de encerrar afuera, de «clavar fuera» un hecho real. Lo real
aquí queda definido por el «afuera», es decir por su exclusión de lo
simbólico.
En efecto, después de haber batallado sobre las cuestiones abiertas
p o r Die Verneinung , Lacan ad o p ta la traducción de forclusion.

Freud e » » » artículo sobre el fetichismo;. pero Freud prefería reservar ese término
para la psicosis porque le parecía que despertaba la idea de que la percepción había
sido barrida como cuando una im presión visual golpea la m ancha ciega de la retina.
f^Se ve que Verleugnung y Verwerfung hasta Lacan habían perm anecido indistintas^.
19 Elisabeth Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en France, tom o 1, Le Seuil, 1986,
pág. 316. E a cagtellano en Editorial Fundam entos, M adrid, 1988.
Q ialquier significante del cuerpo simbólico incorporado primero por
la operación de la Bejahung-Ausstossung puede ser suprim ido y
arrojado a las tinieblas exteriores: lo precluido será para siempre in-
inscribible, para siem pre ilegible, para siem pre im pronunciable.
Quedará para siempre excluido de la historia del sujeto, donde él no
se reencontrará jamás. La huella misma de lo que habrá sido suprimido,
excluido, tampoco se encontrará nunca; lo que ocupará el lugar de la
huella pertenecerá a lo extraño, a lo heterogéneo. La forclusion, que
Lacan extrae como concepto a la vez que algunas indicaciones de Freud
en los textos de 1894, de una frase más precisa encontrada en «El
hombre délos,, lobos», y por último de la lectura de Die Verneinung
por Jean Hyppolite, no define solamente un mecanismo de defensa
del sujeto, localizable en el aparato psíquico jun to a otros mecanismos
de defensa; no defin e solam ente la operación de una negación
constitutiva del sujeto, smo que instaura un lugar exterior al sujeto y
distinto del retorno de lo reprimido: el «afuera». Lo que yo llamo más
adelante «el asunto» Bejahung-Ausstossung permite plantear las
relaciones del adentro y del afuera en términos de real y de simbólico;
la cuestión del retorno de lo precluido y de su localización permitirá
volver a interrogar esta nueva tópica. La fórmula de Lacan «lo que es
rechazado de lo simbólico reaparece en lo real»,/que él utiliza por
primer vez en 1956^;y hasta el final de su enseñanza) retoma la de
Freud a propósito de Schreber «lo que ha sido abolido en el interior
reaparece en el exterior». Entre estas dos formulaciones se abre el
espacio de una reelaboración, incluso de una subversión de la
diferenciación freudiana interior-exterior por la topología utilizada
por Lacan, primero la moebiana y luego, sobre todo, la borromea. No
sólo la noción de R S I viene a subvertir la noción de límite interior-
exterior, sino que se deduce de ella una transformación todavía más
radical, la de las relaciones recíprocas entre R, S e I. Cada uno de los
tres registros R, S, I, que penetra en uno de los otros dos, se hace
equivalente a la dimensión real, simbólica o imaginaria que penetra o
^ atf^ ie sa. Así, R, S o I no sólo localizan el elemento real, simbólico o
imaginario sino que se constituyen cada uno como real, simbólico o
imaginario. Nada se imagina o se representa sino desde I, nada ex-
siste sino como R, nada se escribe sino por S; S distingue, I liga y R 20es
lo indistinto y disperso como tal21. Veremos m ás adelante cómo un
elemento precluido de lo simbólico que reaparece en lo real, según la
fórmula lacaniana, se convierte él m ism o en real.

2(J iN o es el m ism o real del que habla Lacan en la época de los nudos borrom eos este real
del que habla cuando extrae la forclusion de la Verwerfung.
21 Cf. Jean-Claude Milner, Les noms indistincts, Le Seuil, 1983.
2. E l a s u n t o B e j a h u n g - A u s s t o s s u n g

Cuando en 1956, Lacan traduce Verwerfungipor forclusion, está inmersa


en un debate guejpqne en juego la cuestión de la anterioridad del
significante respectó de la del origen del sujeto. Este debate es arduo,
pero tiene como interés a la vez cuestionar lo originario freudiano a
propósito de la constitución del sujeto, y balizar las nociones de real y
Áp fii-mbólico en una época, en que Lacan comenzaba a problematizarlas
mucho antes de poder, mucho m ás tarde, conceptualizarlas con la
topología borromea.
Este debate tiene su punto de partida en dos frases de Freud en
Die Verneinung2, de donde Lacan extrae; un concepto, el de la Beja­
hung, que; traduce como afirmación primordial, La cuestión de la
afirmaci^a primordial del conjunto de los significantes debe aparearse
con la del origen del sujeto. ¿El sujeto afirma, o bien se constituye a
partir de esta afirmación primordial? Si afirma, es qué ya está cons­
tituido; si es la afirmación la que lo constituye, entonces no puede
afirmar. Pero Freud piensa la constitución del origen con el juicio,
Urteil, que es una operación subjetiva que implica al sujeto como ,
previo. Su hallazgo consiste no sólo en separar dos juicios: un juicio
llamado de atribución que pronuncia que una propiedad pertenece o
no a u a a c a s ^ p m juicio llamado de existencia que concede o niega a
una representación su existencia en la realidad23. Pues lo esencial del

-22 S. Freud, «La negación», en Obras completas tom o VIIÍ, Biblioteca Nueva, 1974.
23/ Freud retom a las distinciones que elabora Brentano entre representación y juicio. C f
F. Brentano, Psycologie du point du vue empirique, livre II, ch. VII, ed. Aubier.
hallazgo freudiano consiste en pensar el juicio de atribución como
anterior al juicio de existencia; Freud distingue la Bejáhung, que es
para él el antepasado del juicio de atribución, de algún modo su origen
pulsional (comer lo que es bueno, escupir lo m alo), del juicio de
existencia que confiere una existencia (una realidad) a aquello a lo
que ha sido atribuida la propiedad de «bueno» o «m alo» (el pecho es
bueno, por lo tanto existe); en cuanto a la Verneinung en el sentido de
negación, no es más que un tipo particular del juicio de existencia
que, aislado a partir de la cura, permite a lo reprimido acceder a lo
consciente bajo una form a negativada. Ahora bien ¿no se podría
suponer una forma primitiva de ese juicio de existencia en tanto que
constitutivo de la realidad, un ancestro de algún m odo que, como la
Bejáhung, no comportara el símbolo de la negación? En ese caso, ¿cuál
seríala r a c i ó n de anterioridad de este Verneinung primordial con la
Verwerfung y con la Ausstossung? ¿Y no sería en el nivel de una
suposición de semejante forma primitiva de la Verneinung donde Freud
situaría el Lust-Ich, el yo-placer original no todavía sometido al prin­
cipio de realidad? Pero quedémonos por ahora más acá de estas antici­
paciones;, el juicio de existencia ( Verneinung) no puede aplicarse sino
a lo que ya está incluido en el Ich24por la Bejáhung; por lo tanto viene
en segundo lugar
Si la afirmación prim ordial, la Bejáhung, no comporta símbolo de
negación no va, sin embargo, sin negación. Desde que algo es intro­
ducido en el Ich, no está en el no- Ich; si lo que está en el no-Ich era
idéntico en el inicio a lo malo y lo extraño al Ich, lo que es introducido
en el Ich es lo bueno y lo idéntico al Ich. Ese tiempo primario (en el
sentido origin ario) y no forzosam ente prim ero (en el sentido

24 Utilizo el término alemán Ich sin traducirlo, pues según el contexto freudiano en que
aparece, nunca recubre completamente ni la noción de «yo», ni la noción de «sujeto».
Sin embargo utilizo igualmente el término «sujeto» en el sentido lacaniano de sujeto
del significante, inexistente en Freud; se ve así cuán grande es la dificultad de leer
Freud con nuestra lectura de Lacan sin hacer de Freud un lacaniano ni privarse de los
avances de Lacan. Se trata no sólo de mantener la separación entre Freud y Lacan,
sino de sacar algunas consecuencias.
cronológico) de la afirmación es la condición para que una represen -
tación exista para el sujeto. En un segundo tiempo, lo que es represen­
tado adentro será o no representado afuera; si lo es, eso confiere una
existencia a la representación del adentro. Así, el juicio de existencia
constituye la realidad que se sitúa, en el afuera —para el sujeto sólo será
realidad lo que allí se encuentre—sino en tanto que ésta ya está repre­
sentada en el interior por el hecho del prim er juicio, el de atribución.
Esta definición de la realidad aclara la cuestión, abordada en La pérdida
de la realidad en la neurosis y en la psicosis, de la separación del Ich
respecto del mundo exterior. Si la realidad está hecha de lo que el Ich
puede encontrar allí de idéntico a un ya-representado en su interior,
dicho de otra forma, si la realidad es ese m undo imaginario ordenado
por los recortes significantes del suj eto,) esa realidad, no es más que
una «sombra de objeto» en la psicosis, donde no hay ni representado
adentro que se encuentre en el afuera, ni pliegues significantes para
orientar un im aginario informe. De ese m odo la realidad, puro
representado, acuerdo entre lo imaginario y lo simbólico, se diferencia
absolutamente de lo real que es lo irrepresentable por excelencia.
La línea de división freudiana entre afuera y adentro que define el
juicio de atribución se convertirá en Lacan en una intersección de lo
real y de lo simbólico25- Freud, desde el Proyectó^ ftá^ instalado una
división de la realidad entre un afuera primero ( das Ding) y un adentro
donde reproducir o bien encontrarlas «cualidades» (Qualitatszeichen)
del objeto perdido; luego opuso y apareó Bejahung (en térm inos
lacanian os: in corporación del prim er cuerpo de significantes,
instauración del lugar del Otro) y Ausstossung que es su cara negativa
(constitución del afuera como real exterior, imposible pues perdido
para siem pre, y p ara siem pre inencontrable) cuyo sucesor es la
Verneinung. Que la afirm ación prim ordial no vaya sin negación,
implica que existe una negación previa a la Verneinung. Entonces se
----------------- i----------------- L,---- =----- -------------------------------------------------------- — ------------------------------------

25 Intersección que debe entenderse com o una arista común k dos planos diferentes
(referida a la geometría en el espacio).
abre una serie de interrogantes, que podem os leer en el debate que
mantiene Lacan entre 1954 y 1956 en tres textos entrelazados; su
«Respuesta al comentario de Jean Hyppolite »26 es la redacción en 1956
de una sesión del seminario Los escritos técnicos de Freud en respuesta
a Jean Hyppolite27; en el sem inario sobre Las psicosis se retoman
fragmentos y también aparecen pasajes posteriores a la publicación
de la «Respuesta».
¿Es la negación prim aria contem poránea de la afirm ación o
anterior a eUa?}Esta es una primera pregunta. Se produce una segunda
pregunta por la utilización por Freud de dos términos diferentes para
definir esta negación; introducir ( einführen ) algo en el Ich implica
excluir ( ausschliessen28) otra cosa del Ich, arrojarla fuera de él ( werfen).
¿Cóm o distinguir entonces los registros sobre los que recaen la
Ausstossung o la Verwerfung. Y por último, tercera pregunta, ¿cual es
la n egació n que se ap area con la Bejáhung ? E stas preguntas
desembocan sobre dos hipótesis diferentes; si la Ausstossung es anterior
a la Bejáhung, habría anterioridad de lo real sobre lo simbólico; pero
si la Ausstossung es contemporánea de la Bejáhung en un movimiento
único, habría entonces anterioridad de lo simbólico sobre lo real,
incluso anterioridad de lo simbólico sobre la Bejáhung. Por cierto,
nom brando Bejahung-Ausstossung la operación o rigin aria que
constituye al sujeto, se nombran las dos caras de la operación. Pero en
ese momento se plantea la cuestión de saber si Verwerfungy Ausstossung
son o no identificables la una a la otra; si lo son, ¿cómo definir entonces
lo real? ¿Está ya ahí, real irreductible expulsado por la Ausstossung o es

26 Lacan había encargado a J. Hyppolite que hiciera un comentario sobre Die Verneinung
durante el año 1953-54 cuando estaba dando su sem inario sobre los Escritos técnicos.
Ese comentario apareció en los Escritos.
27 Primero apareció en el n° 1 de La psychanalyse durante el prim er trimestre de 1956
antes de aparecer en los Escritos. Esta aparición sucede en el curso del año del seminario
Lespsychoses (pág. 94-99 y 170-77).
28 Ausschliessen (empleado por Freud en «D ie Verneinung» {La negación) es traducido
por «forclore» en el LangenscheicLt, mientras que verwerfen es traducido por «rechazar,
arrojar, denegar».
r d u c id o por lo sim b ó lic o , es decir rechazado por la Verwerfung?
VereñiosTal seguir de cerca el debate introducido.por Lacan que aquí
está en juego la constitución m ism a del sujeto; si el sujeto está
c o n stitu id o por la elisión del significante (por su preclusión), ¿no es
^¡ncaotra cosa que respuesta de lo real?,Pero, más acá de esta cuestión,
¿e plantea la de la constitución de un sujeto resultante de una
id e n tifica ció n entre Verwerfung y Ausstossung, esta constitución ¿no
s e r í ade entrada psicótica? E n efecto la identidad de la Verwerfung y
Ja~Ausstossung no podría ser sino un hecho de estructura que
implicaría una posición psicótica del sujeto. Por el contrario la
secundarieéád„ de la Verwerfung respecto de la Ausstossung, hacia lo
cual se orientaría Lacan, implica que la intervención de la Verwerfung
se hace sobre un significante ya introducido por la Bejahung, por lo
Tanto no todo sujeto es psicótico.

el primer tiempo de este debate, Lacan no utiliza más que el


P u e s |e n
término Verwerfung que parece entonces confundirse con el de
Ausstossung, en su «Respuesta» aparea Bejahung con Verwerfung que,
escribe, «es exactamente lo que se opone a la Bejahung prim aria y
constituye como tal lo que es expulsado»29. Una página más adelante
añade que «lo que no ha sido dejado ser en esta Bejahung», en esta
afirmación primera, en esta inscripción simbólica jam ás renovada y
que es equivalente a la represión original, «es eliminado ( verworfen) y
no se encontrará jam ás en la historia del sujeto, historia definida por
la reaparición de lo reprimido». La definición de la Bejahung como
afirmación inaugural no renovable la constituye como la c o n d ic ió n
para,que algo, sea lo que fuere, exista para el sujeto; la Verwerfung es,
en ese momento de la elaboración de Lacan, una no -Bejahung y la
alucinación es su huella. De eso que es rechazado, no hay ninguna
huella en el registro simbólico p o rq u ela alucinación aparece en un
real no simbolizado. Lo que no es reconocido hace irrupción en el

29 Ecrits, pág. 387.


nivel de la consciencia bajo la form a de lo visto, referencia a una
percepción anterior 30.Va sea que la Bejáhung recaiga sobre las huellas
de placer que el sujeto conserva en sí (para Freud) o que recaiga sobre
los significantes inscritos en el fundamento del sujeto (para Lacan), el
esquema del rechazo y del retorno sigue siendo el mismo.
Aquí pues Ausstossungy Verwerfung están confundidas y la cuestión
de lo que constituye lo real exterior al suj eto en consecuencia queda
sin resolver. ¿Está hecho lo real de lo que es expulsado del sujeto
(Ausstossung aus dem Ich ) en ese m om ento prim ord ial, jam ás
renovado, o es el lugar de reaparición de lo que jam ás vió la luz en lo
simbólico (jamás Einbeziehung ins Ich )? ¿O bien en ese momento de
la elaboración lacaniana de la «Respuesta» es las dos cosas? Si la
Verwerfung es lo que se opone a la Bejáhung prim aria, entonces
constituye com o tal lo que es expulsado; lo real separado de lo
simbólico por la operación Bejáhung-Ausstossung es idéntica entonces
a lo real producido por la Verwerfung. ¿Es en este sentido que el sujeto,
como preclusión del significante, sería respuesta de lo real?
En ese momento del debate, la asimilación de la Ausstossungy de
la Verwerfung implica una anterioridad de lo real) Pero prosigamos
con lo que dice Lacan en 1956 después de haber redactado su
«Respuesta»: si el sujeto elige en el texto simbólico que ya está alK lo
que va a tomar, y si lo que él no toma es rechazado, eso implica una
anterioridad de lo simbólico. La Bejáhung es pues una cosa totalmente
distinta que una simbolización de un real que ya está allí, es el acon­
tecimiento que le sucede a un significante que ya está allí. Lo que toma
en sí el sujeto en el texto simbólico sufrirá cierto número de destinos,
y el principal de ellos es la represión; lo que no toma, lo que rechaza,
conocerá otro destino, el de reaparecer en lo real. ¿Habrá otra huella

30 Recordemos aquí el esquem a del aparato psíquico disenado por Freud en la «Carta
52» a Fliess: W... WZ... Ubw... Vb... Bw.
W ( Wahrnehmung., percepción), WZ ( Wahrnehmungszeichen, signos de percepción),
Ubw ( Unbew usstsein, in co n scien te), Vb ( Vorbewusstsein, p re co n scie n te ), Bw
(Bewusstsein, consciente).
de esa sustracción en lo representado del sujeto31? ¿O bien lo que ha
sido suprimido no tendrá existencia en el sujeto más que con su retorno
alucinatorio? En ese caso, el hecho de que la alucinación sea el retorno
de un significante en lo real haría inclinar la balanza por la hipótesis
de una Verwerfung que actúa sobre un simbólico preexistente y por lo
tanto distinta de la Ausstossung, incluso posterior a ésta.
Las dificultades de este debate se deben a que, en la cuestión de la
Bejahung-Ausstossung se trata de un mito de origen que supone
preexistente lo que se trata de constituir. Así la cuestión de la anterio­
ridad de lo simbólico nos vuelve a llevar a la cuestión de la constitución
de lo real. ¿Bstá ya allí como un lugar preexistente, donde lo que es
rechazado de lo'simbólico encontrará acogida, o bien está hecho de lo
que es suprimido de lo simbólico siendo producido de algún modo
por lo simbólico mismo? ¿Es un real frío o es un real tejido de simbólico
en el sentido en que lo simbólico produce lo imposible? Si lo real es
producido por la expulsión primaria, es lo que resiste a toda simboli­
zación; si es recortado a partir de una simbolización primordial,
entonces ex-siste en el sujeto como la marca de la supresión primera
cuya presencia hace sombra sobre la realidad del objeto que la repetición
reencuentra o reproduce. Lacan en su «Respuesta» no zanja la cuestión
y se contenta con hablar de «una intersección de lo real y de lo
simbólico»; pero en el seminario Las psicosis adelanta, a partir de la
alucinación, que la Verwerfung recae sobre un simbólico pre-existenté!
e incluso sobre una presencia primitiva del significante en lo real.
¿Equivaldría entonces la Verwerfung a una Verneinung primordial (de
la que estaría ausente el símbolo de la negación) en el nivel de los
Wahrnehmungszeichen ? Si hay preexistencia de lo simbólico, esto
implica que el sujeto escoge la parte del texto que retendrá; la Bejahung
recae pues sobre un significante «aislado en tanto término de una
percepción original bajo dhnamb’re de signo, Zeichen »32; pero no basta

31 Ecrits, pág. 389.


32 Ibid., pág. 558.
con que el sujeto haya elegido en el texto de lo que hay para decir sólo
una parte, rechazando el resto, para que con esta parte las cosas
funcionen; esa parte a continuación sufrirá una serie de negaciones.
La primera de esas negaciones, la Verwerfung, excluye un significante
ya presente en el interior del sujeto; si lo que retorna de ello constituye
«lo que propiamente no existe »33 trastocando el mundo exterior y
haciendo imposible todo sentimiento de realidad ante la extrañeza del
significado arrastrado en los márgenes de la reaparición de un signifi­
cante, es porque el retorno es alteración del juicio de existencia que
viene después del juicio de atribución. Tener en cuenta la alucinación
conduce así a Lacan en el seminario Las psicosis a plantear que la
Verwerfung es secundaria a la Bejáhung, puesto que el retorno de lo
precluido altera el juicio de existencia que condiciona la Bejáhung. Pero
las cosas no pueden ser zanjadas del todo; puesto que el efecto de la
Verwerfung es la abolición simbólica, se mantiene más acá de todo juicio
de existencia. Pues, como lo dice Freud a propósito de la castración en
«El hombre de los lobos», «sucedió como si jam ás hubiera existido».
La confusión de la Ausstossung y de la Verwerfungya. aclarada en el
seminario Las psicosis será totalmente superada en La ética; si la
Verwerfung era al principio equivalente a una n o -Bejáhung de un
significante primordial, cosa que se leía desde el 15 de abril de 1956, la
Verwerfung se distingue poco a poco de la Ausstossung más primordial
que separa al Otro de la Cosa en tanto que expulsión de lo real y
constitución del primer exterior. Parece claro, de ahora en adelante,
que la Ausstossung recae sobre lo real y que la Verwerfung recae sobre
un fragmento de la batería significante introducida en el sujeto por la
Bejáhung. «La Bejáhung primordial recae sobre el significante»34. Si
esta confusión es eliminada es porque en La ética se trata para Lacan
de la constitución de todo sujeto, mientras que en Las psicosis se trataba
de un sujeto ya construido bajo el modelo del psicótico. La Ausstossung

33 Ibid., pág. 392.


34 J. Lacan, Ibid., pág. 558.
vále, en efecto, para el sujeto en general, form a parte del proceso de la
Bejahung; separando al Otro, tesoro de los significantes, y la Cosa,:
goce perdido para siempre, hace del Otro un lugar vaciado de goce y
e x ila d o de lo real. Esa separación d e l Otro y d e i a Cas#, es otra
separación que la del adentro y el afuera; recubriendo la de lo real y lo
simbólico, plantea otra vez la cuestión de una Verneinung 55primordial
que sería identificable a la Ausstossung. Semejante negación primordial
"estaría indisolublemente ligada a la Bejahung. En efecto, desde 1956,
Lacan precisaba que la existencia co m po rtaba una dim ensión
íntimamente ligada a la negación; si nada existe sino sobre un fondo
de ausencia^ la simbolización es primitivamente una negació_n. Esta
negación pririiordial form a parte del proceso de la institución del
significante para todo sujeto. ¿Sería entonces la Bejahunguna. negación
que asegura la existencia de lo que existirá simbólicamente? ¿O bien
habría una negación todavía más primitiva que asegurara la posibilidad
de la existencia de una Bejahungl Ante suposiciones tan vertiginosas,
debemos contentarnos con pensamientos más modestos; si la Bejahung
es una operación negativa respecto de un real preexistente, de todos
modos es distinta de la Ausstossung que expulsa lo real por el m ismo
gesto con que afirma lo simbólico y lo introduce en el sujeto. En este
caso ¿no se la podría pensar como su revés?
Por el contrario, a partir de ©se m om ento de la elaboración
lacaniana, la Verwerfung quedará como secundaria a la operación
Bejahung-Ausstossung, recae en efecto sobre un significante ya
instituido y fabrica un sujeto psicótico por la exclusión en las tinieblas
exteriores de un adentro primitivo, un adentro ya constituido por la
Bejahung. Hace imposible la historización del significante rehusado
en el nivel de la sincronía primera de la batería de significantes; desde
entonces todo tenderá en ese sujeto a suplantar ese agujero. Es lo que
constituye la particularidad del sujeto psicótico. La radicalidad de la

35 Se trata de una Verneinung prim ordial en el sem inario Las psicosis, pág. 177, que se
situaría en el nivel de los WZ; en La ética Lacan pone la Verwerfung en ese lugar.
negación, que Lacan considera como un concepto específico de la
psicosis, recae sobre lo que hace posibles a la vez la introducción del
lenguaje en el sujeto 7 la introducción del sujeto en el lenguaje, a saber
el significante del Nombre del Padre; porque la Verwerfung alcanza a
este significante, preside la estructura m ism a de este sujeto. Jamás
llegado al lugar del Otro, en lo que consiste el inconsciente, el Nombre-
del-Padre precluido destroza la tram a significante que impide que se
instale la falta de las inscripciones simbólicas primeras en el nivel de
los signos de percepciones, los Wahrnehmungszeichen (WZ). Producida
p o r la ausencia de ese N om bre-del-Padre, esa falta indica una
definición posible del mismo, la del significante que inicia y soporta
la organización significante en su totalidad para un sujeto. La pre-
clusión en la psicosis golpea el punto m ism o en que una huella, Spur ,
debería borrarse para pasar al significante; sin embargo, es importante
saber que un significante cualquiera, es decir distinto que el del
Nombre-del-Padre36, puede igualmente ser alcanzado por la preclusión
sin acarrear sin embargo modificaciones en la estructura del sujeto;
ese significante ya habrá sido sostenido por una inscripción en WZ,
pues el significante del Nombre del Padre, que está en el principio de
las inscripciones en WZ, en tal caso no habrá sido abolido.
Por cierto, cuando el lenguaje no ha podido ser ordenado por el
significante del Nombre-del-Padre, eso no impide hablar; pues se ha
entrado en el lenguaje, aunque el lenguaje no haya sido introducido
como se debe en el sujeto. Por el contrario, si no se ha entrado en el
lenguaje desde el inicio, como es sin duda el caso del autismo, será
extremadamente problemático servirse del m ism o para hablar.

36 Lacan habla de Verwerfung del phallus(s«kñn3Tio Le désir ef son ihterprétation, 17 de


diciembre de 1958), de Verwerfung del ser (sem inario La logique dufantasm e, 21 de
enero de 1967), de Verwerfung del am or en el discurso capitalista (sem inario Le savoir
du psychanalyste, 3 de enero de 1972), de una Verwerfung de los mandam ientos de la
palabra («Variantes de la cura tipo», Escritos, pág. 121 y ss.) etc.
3. L a s n e g a c i o n e s
CONSTITUTIVAS DEL SUJETO

Freud nos ha^dejado un florilegio de negaciones que comienzan todas


por el prefijó Vét; Ver aleja, exila, abandona, hace desaparecer. Ver indica
que la acción expresada por el verbo al que precede se hace al revés o
se inscribe en falso ( verfalschen: falsificar); también puede indicar que
esta acción se lleve hasta el fin, hasta obtener un cambio ( verwandelm
metamorfosear); pero sobretodo, expresa el límite extremo de una
acción. Se viaja lejos, más lejos, en el m ás allá del exilio; se viaja tan
lejos que no se le puede encontrar jam ás, ni en la tierra ni en el mar, ni
en los cielos; la puerta está cerrada, con doble cerrojo detrás suyo. Las
tres pequeñas letras de Ver que habrán cerrado y sellado algo en el
afuera de un retorno imposible, tanto en el tiempo como en el espacio,
recuerdan la secuencia preclusiva de la negación «[...] jam ás, nada».
Verwerfen es arrojar ( werfen) definitivamente, lanzar la llave afuera
para siem pre. Verdrangung, es dejar de lado, separar, em pujar.
Verurteilung es el juicio que condena. Con Vermieden, las cosas son
elididas, evitadas, se huye de ellas. Vergessen es olvidar por mucho
tiem po. Verleugnung es desm entir, repudiar, denegar, renegar.
Verneinung es la única negación que com porta el verbo negar que
intensifica el prefijo Ver, y en francés tiene valor de/dénegación^node
negación37. S i cada una de estas negaciones entra en la organización

37 N. de la T. En las Obras completas de Freud, Biblioteca nueva, traducción de López


Ballesteros, se traduce como negación.
psíquica, sin embargo no pueden superponerse; son m odos diferentes
de negar. Freud las sitúa en puntos distintos de la tópica del sujeto y
discierne las consecuencias de unas y otras.
A partir de Die Verneinung, escrito recién en 1925, se puede captar
el peso de la negación en su paradójica afirmación de una existencia;
y recién a partir de allí Lacan ha podido hablar (en 1956, 195838 y
1959) de una Verneinung primordial o primitiva distinta de aquella
situada muy claramente por Freud como secundaria a la Bejahung a
continuación de la Ausstossung. ¿Es entonces en su forma primordial
o primitiva el equivalente de la Ausstossung ¿O es el equivalente de
una Verwerfung? Incluso en 1959, Lacan parece dudar; habla de la
«p rim era sign ificación sign ifican te de la Verneinung , la de la
Verwerfung»39. ¿Es a causa del carácter de violencia extrema de la
Verwerfung, cuya huella no es más que un agujero, que Lacan ha elegido
cargar la Verneinung a su cuenta, más que a la de la Ausstossung que
participa en la constitución del sujeto? La preexistencia del lenguaje
al sujeto, para Lacan, implica que el sujeto no puede entrar en el
lenguaje más que al precio de una negación, de un rechazo, de una
exclusión del goce, exclusión nom brada Ausstossung desde Freud; la
doble operación Bejahung-Ausstossung se hace por medio del m ism o
gesto, pues la incorporación significante ( Bejahung ) no se hace sin el
rechazo del Otro del goce (Ausstossung) .Y sobre la batería significante
in corporada, intervendrán luego las negaciones (entre ellas la
Verneinung en el sentido freudiano), todas indexadas por ese Ver que
empuja siempre el límite más allá.
El calificativo de prim ordial notifica m ás la prevalencia de la
estructura que un origen cronológico. Dam ourette y Pichón han
extraído la preclusión de su uso jurídico (este uso que había raptado
forclore del uso común donde entonces ha sido reemplazado por
<<exc!uif>>ypafa asignarlo al segundo término de la negación «...jam ás»

38 J. Lacan, seminario Le désir et son interprétation, 3 de diciembre de 1958.


39 J. Lacan, seminario L’Ethique, pág. 80. Versión en castellano en Editorial Paidós.
eií tanto que la cierra dándole un límite definitivo y para proponerle
así un uso en la psicosis. ¿Es en ese impulso que Lacan propone la
difícil noción de una Verneinung prim ordial? Partícula negativa
dividida entre discordante y preclusivo, la negación es un símbolo en
la escritura que no existe en lo inconsciente. Definición de la ausencia,
índice del desvanecimiento del sujeto, la partícula negativa viene
cuando yo hablo, y no cuando soy hablado en mi inconsciente; si lo
inconsciente produce toda suerte de metáforas del no, el no que está
ausente sigue siendo el no antaño significado por el Padre bajo la forma
de la prohibición —y no bajo la de lo entredicho40. Ese no que se dice al
niño, esa prohibición de gozar de la madre y de invertir el orden de las
generaciones, permite la entrada en el lenguaje y la constitución de lo
inconsciente. La Verneinung^á^iexe entonces un acento especial
caracterizando la fase m ás primitiva en la cual el sujeto se constituye
como inconsciente41; si la operación constitutiva del sujeto es la,
separación de aquello que no será del orden del sujeto, es necesario
que e » las etapas sucesivas el sujeto se borre, se escamotee a fin de que
el saber inconsciente ocupe su lugar. Pues el saber inconsciente no
tiene sujeto; es un saber que no se sabe. La operación de escamoteo
4 el sujeto deja hueíías; así cómo el no de «yo no digo» es la marca de
lo real fuera del sujeto, el borramiento de las huellas del sujeto, que es
huella de la marca del afuera del sujeto, da nacimiento al significante.
Significante que puede a su vez borrarse sin que no deje de subsistir
su borramiento. La propiedad significante de lo no dicho es que anular
algo de lo dicho consiste en perpetuarlo. Cuanto más digo que eso no
está allí, m ás está allí. Pero lo que está allí desde el inicio es el
significante; lo que no está en el origen es el sujeto; y es lo que no está
allí lo que engendra el significante. Es el sujeto que el significante
engendra.

40 J. Lacan, seminario UEthique, pág. 79.


41 Ibid., 10 de diciembre de 1958.
Distinguiendo entre el juicio de atribución y el juicio de existencia,
Freud m uestra que la Bejahung no com porta aún la existencia,
mientras que la Verneinung que com porta el símbolo de la negación
presupone la existencia de aquello que eUa m ism a niega para poder
negarlo. Negación gramatical que sólo se ejerce en el habla —y en la
escritura—,abre en ese momento el acceso a lo consciente del contenido
de lo reprimido; propone al saber el «yo no sé» fundamental del sujeto
donde se albergan sus pensam ientos. Por eso esta negación es
constitutiva del sujeto, aquí del sujeto de la enunciación; su forma
negatiyizada, índex del agujero de la enunciación, permite a lo que no
se sabe y a lo que no se dice introducirse en el decir. Es acceso al saber
que no se sabe; m ás aún, hace pensable (consciente) lo que no lo era.
Pero la Verneinung efectúa al m ism o tiempo otra operación, la de
separar las representaciones ( Vorstellungen) y la cosa ( das Ding ); lo
percibido (Ding) es, o no, admitido al interior del Ich; lo que de lo
percibid^áferá admitido (atribuido) se convertirá en un representado,
mientras que k> que queda fuera del Ich porque habrá sido excluido,
seguirá perteneciendo al orden de la cosa. Lo representado m ism o se
dividirá en representaciones de palabra (esas som bras de objeto, dice
Freuá^y representaciones de cosa. Esta división de lo representado se
aclara cada vez que se resuelva; el momento en la cura en que se reúnen
los dos órdenes de representaciones es aquel en que se opera el
levantamiento de la represión; el sueño no trata las representaciones
de cosas com o cosas, sino com o palabras para leer. Ese proceso
prim ordial de separación, constitutivo del sujeto, opera en una
indiferenciación primitiva: «Lo malo, lo extranjero al yo y lo que se
encuentra en el exterior, son al principio idénticos». El color hostil
del afuera freudiaiio, si bien puede ser referido al Padre de la horda
antes de la ley, antes del lenguaje, no está estrictamente en corres­
pondencia con lo real lacaniano; la dim ensión del mltl» Je da su
arquitectura y autoriza ya una disyunción radical entre el afuera
freudiano y la realidad en el sentido trivial. La Verneinung dividirá a
continuación la experiencia hum ana entre realidad (donde encontrar
el objeto) y real (donde reproducir el.objeto, o hacer reaparecer la
incandescencia de la imposibilidad de tocarlo). Los encerrados afuera
están encerrados en el infinito de lo real, no tienen acceso a lo repre­
sentado ni a lo simbólico surgido de esta introducción ( Einführung )
sep arad o ra: sólo tienen acceso ajan retorno de real que podrá, a veces,
convertirse en saber. Pues esta introducción es a la vez separadora y
constitutiva; porque priva al sujeto de aquello que no lo constituye,
puede permitirle constituirse. Por el contrario, en la locura, no es a
partir de la negación como se constituyen los encerrados afuera; se
constituyen como sujetos a partir del saber que la efracción de lo real
les obliga ^inventar.
Por cierto, Freud concibe el sujeto como previo a las negaciones;
el Ich toma lo que es bueno y rechaza lo que es malo. Lacan opera una
inversión y elabora la noción de un sujeto constituido po r las
negaciones: la Verwerfung, la Verneinung, o la Verdrángung, incluso la
Verleugnung son otros tantos m odos de escamotearse del sujeto. Pero
si estos m odos de escamoteo son paraíFreud)iiecanismos de defensa
del yo, que implican entonces al sujeto como previo, ¿no serían para
Lacan estrategias del sujeto, puesto entonces en el punto de su
emergencia?

Porque \a{Vefneinung\s.ó\o se sitúa en el discurso, sólo puede alojarse


en el nivel de las representaciones de palabra preconscientes y
conscientes. Por el contrario, las otras negaciones que provienen del
escrito psíq u ico ( Schrift ) se sitúan en diferentes niveles de la
constitución del texto inconsciente que organizan.
La gran figura de la metapsicología freudiana que es la «Carta 52»,
localiza esas negaciones en el trayecto que allí dibuja Freud entre
percepción y consciencia; trayecto de la historia hum ana entre la
muerte y el nacimiento cuyas huellas se inscriben en el desorden de la
m em oria enm arañada cuya tram a constituyen. Exclusiva de la
consciencia, la m em oria está «no se encuentra en una versión única,
sino en varias, o sea que se halla transcrita en diversas clases de
signos»42; las inscripciones de esos signos están regidas por el juego de
las negaciones (de las defensas, decía Freud). En W, lo percibido puede
evitarse, es posible huir de él: vermeiden. Evitado, lo percibido no deja
huella, Spur. Pero cuando lo percibido crea una huella, ésta subsiste
bajo dos modalidades: la de lo percibido real, Wahrnehmung, y la
sim bólica de signo, Zeichen. Incluso una vez que ha pasad o al
significante, el signo de percepción queda siempre apareado a su lado
de real sonoro, visual o motriz; es lo que da lastre al significante. El
significante no es aire, es una juntura vocal que las palabras no pueden
pronunciar y sólo pueden dibujar su som bra. La prim era de las
negaciones, la Verwerfung, golpea en el nivel de los Wahrnehmungs-
zeichen ( WZ) donde se inscribe (Niederschrift) el primer cuerpo de
los significantes constituido por el borram iento de las Erinner-
ungspuren. En segundo lugar viene la Verleugnung, ésta opera entre
WZ, y el Ünbewusst ( Ubw): gracias a la Entstellung de la letra, ella
falsifica y deforma el marco del texto escrito que ser entonces sometido
ajla represión. Pues es en Ubw donde se sitúa el segundo Niederschrift
(lo transcrito por escrito) del texto inconsciente! k * tearátoccionea
sucesivas, de una época a otra, se fabrican a partir de los yacimientos
de Vorstellungsreprasen tanz, la Verdrangung imprime su marca en el
nivel de esta segunda inscripción im pidiendo la traducción que
ordenaría el yacimiento arqueológico y dejando sobrevivir allí fósiles
prehistóricos. Vorbewwustsein (Vb) es la tercera reescritura, llamada
Umschrift o también Überschrift por Freud, con representaciones de
palabra; aquí es donde interviene la Verneinungy permite el acceso de
lo reprim ido a la consciencia. Por último, en el nivel consciente,
Bewusstsein , se puede olvidar: vergessen. Pero no todo, pues lo
reprimido permanece inalterable.

42 S. Freud* «Carta Obras completas, tom o IX. Biblioteca


Hueva, M adrid, 1972.
I II III
W --------W Z --------- U bw --------- V b --------- Bw
En resumen se trata de un asunto de fronteras; interrumpiéndose,
memoria y escrituras hacen y deshacen la historia. Tal o cual negación
s e ejercerá en las fronteras entre una y otra época, entre uno y otro

tiempo. La negación censura, prohíbe, exila; bloquea el paso. Pero aún


interrumpido, un pasaje sigue siendo un pasaje; la negación, al dar
una form a falsificada y deform ada a las representaciones —a los
significantes—a los que rehúsa el pasaje, prueba al mismo tiempo su
existencia, y la vuelve indestructible. Sólo serán legibles las deforma­
ciones producidas por esa barrera; la lectura de las deformaciones
entregará el contenido obstaculizado por el mismo camino que habría
seguido la'escjitura de su deformación. En el texto obtenido infine , se
podrá leer que tal significante no estará allí jam ás, o que tal otro está
completamente deformado, o aún que el resto délos otros significantes
ha sido traducido y luego reescrito.

* * *

¿TieaeiJí io que «mui llaisprnos negaciones constitutivas del sujeto,


relación con lo que Freud elabora desde 1895 bajo el nombre de
mecanismos de defensa como constitutivos de lo inconsciente? Volver,
después de haber examinado la constitución del sujeto a través del
proceso de Bejahung-Ausstossung, a los m ecanism os de defensa
freudianos, hace necesario integrar en ese proceso lo que Freud
denomina el punto de vista dinámico. Se trata de saber cómo el sujeto
se las arregla con todo esto.
El hecho de que la Verneinung comporte una parte enunciativa
que es la del sujeto (el sujeto dice «no, no es mi m adre»), responde a la
primera tópica freudiana donde los mecanismos de defensa provienen
del yo, del Ich. Pero aún antes de concebir al yo o al sujeto 43 como

43 Es difícil decidirse a no utilizar m ás que la noción de sujeto dejando de lado la de yo.


Pues, si para Lacan el yo ( moi) es esencialmente, después del estadio del espejo, de
naturaleza narcisista (narcisismo secundario) y realiza la relación con el otro como
con un semejante, esto deja de lado la cuestión freudiana de la alteración del Ich (delirio
agente de la defensa y de la negación, se ve que defensa y negación,
que son m odos de rechazo de un contenido inconsciente, dan
consistencia por ese m ism o rechazo a lo inconsciente bajo tal o cual
modalidad de existencia. El término de Unhewusst afecta lo consciente
con una negación; el prefijo Un indica que parasita a lo que precede,
contrariamente al prefijo Ver que radicaliza un m odo de llevar al límite
a lo que preced eíjJn y Ver son m odalidades diferentes de la negación
o de la defensaXo Bewusstsein no existe sin lo Unbewusst, ni lo heimlich
sin lo unheimlich. Lo unerkannte s más conocido que lo erkannt, y ese
crimen m onstruoso de las auroras de la humanidad no es el Tat sino
el Untatu. El Ver no se desliza en aquello que precede para completarlo,
sino que lo hace caer hacia sentidos desconocidos, o bien lo arrastra
con él a las aguas profundas del olvido.

La enunciación del «no es m i madre» lleva a lo consciente, pero sin


levantar la represión, el contenido reprimido cuya existencia acepta,
gracias a la negación. Del m ism o m odo la defensa, separando afecto y
representación, abre a esta última el acceso a la consciencia. La partícula
negativa «no» es el borde de lo inconsciente aflorando en el nivel de la
consciencia: comienzo de toda enunciación concerniente a lo real,
afirma que lo que niega viene de lo real sexual de lo inconsciente;
afirma pues la existencia de lo real sexual de lo inconsciente. Ya desde

de asim ilac ió n ) en la p sico sis. ¿Las su p len cias d eliran tes son efectivam ente
«form aciones yoicas» en el sentido de form aciones im aginarias? Estas formaciones
supletorias ¿tienen una relación con el cuerpo en tanto que I es el cuerpo en conti­
nuidad con R (cf. el sem inario inédito L’unebévué) y esa relación I-R no es justamente
lo que permite que se mantenga S? ¿Y que por últim o el interlocutor del psicótico sea
esencialm ente un sem ejante y que el O tro no pueda ser sino real, no tiene eso
consecuencias en la conducción de la cura? En el seminario inédito Le sinthome (16.
3.1976), Lacan introduce, a propósito de Joyce, el término de ego, «lo que los alemanes
llaman el Ich», añade. El ego cumple una función muy precisa en Joyce; repara el nudo
borrom eo (donde S y R están enlazados por la fuga de I) en tanto que el ego es una
idea de sí como su cuerpo. En Joyce esta idea de sí se fabrica por su escritura que
repara el error del nudo.
44 S. Freud, Tótem y tabú, en Obras completas tom o V, pág. 1745.
1895, Freud elabora, a partir del abandono de sus primeras técnicas
de la cura —la hipnosis y la sugestión—la teoría de ese real-sexual
causado por el Padre y el Edipo.
Porque Freud percibe «una fuerza psíquica que se opone a la toma
de consciencia, a la rememoración de las representaciones patógenas»45,
hipnosis y sugestión son abandonadas. Esta fuerza es la de la defensa
que dice no a lo real sexual; descubierta en la cura, permite a Freud a la
vez leer el síntom a que ella contribuye a form ar y la m anera de
combatirlo por m edio de la transferencia, ese «trabajo psíquico»
necesario para vencer las fuerzas de oposición. La aparición de la noción
de defensajestá pues ligada a una transform ación de la práctica
psicoanalítica basada desde entonces en la transferencia. El objetivo de
la defensa es «arrojar fuera de la consciencia la representación
inconciliable cuando se encuentran en el sujeto en cuestión escenas
sexuales infantiles en estado de recuerdos inconscientes»46. Lo incon­
ciliable es lo sexual; la defensa actúa pues sobre (contra) la rememora­
ción; pone trabas al pasado mnémico por el sólo hecho de que ella es
actual. Volvemos a encontrar aquí la discontin uidad tem poral
enmascarada' en Freud por su pasión de! m*igen; sí el presente no es
más que la fuerza del pasado que fabrica, lo actual es un presente des-
temporalizadó, un presente puramente real. En efecto, el yo que se
defiende «se propone tratar como «non arrivée» [en francés en el texto
freudiano] la representación inconciliable47; esta tarea es difícil pues
representación y afecto no pueden ser borradas -salvo en el caso de la
psicosis en que se trata más bien de abolición que de honramiento. Se
ve que los escritos freudianos de 1895 trazan ya la línea de demarcación
que será llam ada más tarde preclusión, separando el afecto de la
representación y desuniendo memoria y decir* Arrancado el afecto de
la representación que investía, ésta resulta menos peligrosa para el yo y
entonces el afecto se une a otras representaciones que, no siendo

45 S. Freud, Estudios sóbre la histeria, en Obras completas, tom o I, pág. 139.


46 S. Freud, L a etiología de la histeria, en Obras completas, tom o I, pág. 299.
47 S. Freud, Las psiconeurosis de defensa, en Obras completas, tom o I, pág. 169.
inconciliables, en consecuencia son inofensivas. Pero sólo se piensa con
palabras{ si las palabras no pueden pronunciar el significante, pueden
en cambio designar lo que las destruye/Dado que la noción de defensa
aparece en el registro de la rememoración y sus perturbaciones, tiene
una relación directa con la cuestión de la formulación en la cura; si la
histeria de defensa es una histeria donde las cosas se formulan en el
síntom a, es esta form ulación, producida al m ism o tiem po que
obstaculizada por la defensa, lo que se trata de liberar48. Es cuestión de
decir, puesto que se trata de una cura, pero también, puesto que se trata
de rememoración, es cuestión de escrito, de Schrift, y de sus avatares. Y
es porque entabla una batalla con la conducción de la cura que Freud
recurre a la hechicera metapsicológica que él mismo ha creado.
La noción de defensa no sólo ha permitido (vista del lado del
campo de batalla de la transferencia) la teoría de lo real sexual de lo
inconsciente, sino que ha participado en la construcción de una
nosografía psicoanalítica de las neurosis. La fuerza de la defensa es
una fuerza psíquica que dice no al acceso a la consciencia de una idea
pató gesa; foraia. parte del síntom a que ha contribuido a form ar
rechazando la idea reprobada fuera de lo consciente. Tal o cual manera
de «decir no» producirá tal o cual síntoma. Mucho más tarde, en
Inhibición, síntoma y angustia, Freud retomará la idea de que a tal o
cual mecanismo de defensa corresponde tal o cual forma de neurosis.
Pero es porque la inconciliabilidad de la representación que el yo debe
rechazar es de naturaleza sexual, que produce a la vez la teoría sexual
de lo inconsciente y una primera nosografía psicoanalítica diferenciada
por los diferentes m odos de rechazo de lo sexual. Porque es imposible
de decir, lo sexual, para suplantar ese imposible, no puede hacer otra
cosa que fabricar un decir a partir de lo real del trauma; y la teoría lo
saca a la luz.
Así Freud ya no se ocupa de la histeria hipnoide de Breuer sino
solamente de la histeria de defensa y de la histeria de retención, y las
distingue porque se interesa esencialmente por el recuerdo del trauma.
Sin embargo, a partir de 1895, Freud abandona poco a poco la noción
de defensa para reemplazarla por la de represión; la represión es lo
que dice «no» a la traducción de lo sexual de la época infantil a las
épocas ulteriores. El abandono de la defensa exclusivamente por la
represión convertido en el m odo único, prim ordial de la defensa
primaria durante treinta años, es engendrado 49por la separación entre
el proceso mismo de represión y el retorno de lo reprimido identificado
con el fracaso de la defensa y con la producción de síntomas. Esto no
deja de cuestionar la modalización de la distancia entre Freud y Lacan
y la forma cíe releer a Freud después de Freud y con Lacan. Tal vez a
Freud le importara más el proceso que la neurosis misma. La represión
originaria, constitutiva de lo inconsciente y del sujeto podría estar en
primer plano respecto del retorno de lo reprimido para Freud durante
todos esos años (Tal vez le preocupara más la estructura que el síntoma.
En todo caso, a partir de 1926, la necesidad de dar cuenta de otros
mecanismos de defensa distintos de la represión 50 conduce a Freud a
restaurar el «viejo concepto de defensa». M ás allá de los mecanismos
propios de la neurosis obsesiva (aislamiento, anulación, etc.), que son
como prolongaciones de la represión, Freud da lugar a mecanismos
situados tópicam ente de m an era diferente, la renegación y la
preclusión. La cuestión de la nosografía vuelve a plantearse, al mismo
tiempo que evoluciona la noción de proceso originario de la represión
con la reaparición de la de alteraciones del Ich.

El Ich vuelve a la escena ya no sólo como agente de la defensa, sino


como alterado a su vez por ésta m ism a51.
La represión y otros mecanismos de defensa forman parte de lo
que Freud llama la defensa primaria; la defensa secundaria consiste
luego en una alteración ( Veranderung) del yo debida al fracaso de la

49 Paul Bercherie, Genése des concepts freudiens, Ed. Navarin, pág. 282.
50 S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia, en Obras completas tom o VIII, pág. 2834.
51 Presente en el «M anuscrito K»; el Ich se altera tratando de asimilar el delirio.
defensa primaria. Y a propósito de esas modificaciones del yo (el
término alemán varía entre Ichveranderungy Ichumarbeitung, es decir
entre alteración patológica y transformación casi alquímica obtenida
por la cura), Freud redefine los mecanismos de defensa como intentos
de dominar el peligro interior antes de que se convierta en peligro
exterior52. La represión no es m ás que uno de los procedimientos
utilizables por el yo, que aquí Freud compara con un texto que no
sólo está tachado por la censura y la omisión, sino que ha sido alterado
por diversas deformaciones ( Entstellung ) y falsificaciones ( Verfais-
chung) para que resulte inofensivo. En 1937, en Análisis terminable e
interminable, ya no sólo es el escrito inconsciente ( Schrift) lo que la
defensa normal somete a la discontinuidad de una textura de frontera
en frontera, ya no sólo es este escrito donde la defensa patológica «que
logra la represión »53 deja «supervivencias», huellas inalterables de las
equivocaciones, de las faltas de transcripción que producen tal o cual
tipo de psiconeurosis; sino que de ahora en adelante el Ich m ism o es
alterado por los mecanismos de defensa que se asientan en él^y es
deform ado por su propia falsificación interior y
modificado por el conocimiento deficiente que da del ello.
Se ve que el yo no puede reducirse a ser causa de esos mecanismos
de defensa y de las perturbaciones que fomentan; es también su centro,
su lugar. De allí el término de corrección54utilizado a propósito de un
yo que contiene tales resistencias, como cuando se corrige un texto
con faltas. La tópica freudiana instala el Ich en el centro de esas defensas
que aquí consideramos equivalentes a los m odos de negación. Pero
ese centro queda abierto en Freud, lo que permitirá a Lacan invertir la
relación del sujeto con las defensas; si las defensas son constitutivas
de lo inconsciente, se puede decir que las negaciones son constitu­
tivas de ese saber sin sujeto que sujeta al sujeto por venir. En ese texto

52 S. Freud, Análisis terminable e interminable, en Obras completas t. IX, pág. 3360 y ss.
53 S. Freud, «C arta 52», op. cit.
54 S. Freud, Análisis terminable e interminable, op. cit. pag. 3361.
primordial que ha sido admitido, introducido en el sujeto, ese texto
que lo instaura, no todo coincide; una parte será rechazada fuera,
verworfen; luego sobre el texto restante donde lo percibido se ordena
en signos según un m odo sincrónico, por azar y contigüidad, los
elementos serán desplazados^ deformados antes —prim era frontera-
de convertirse en Vorstellungsreprasentanz organizados en relaciones
causales; lo que subsistirá del texto primordial, una vez reinscrito, estará
en parte sometido a la represión, antes —segunda frontera—de poder
reescribirse como Wortvorstellugen, como palabras, y así acceder a la
consciencia. La topología lacaniana permitirá desplazar la inamovil-
idad de esas fronteras y la fijeza de un afuera y un adentro establecida
por la teoría de la representación en vigor en tiempos de Freud; con la
metáfora moebiana de una banda cuyo derecho y cuyo revés son una
sola y m ism a cara, esta topología propone una salida a la cuestión de
la doble inscripción 55 entre Sachvorstellungen en el inconsciente y
Wortvorstellungen en el preconsciente. Las dos caras de la banda de
Moebius sólo se separan en un punto. En ese punto lo que se inscribe
sobre el revés se inscribe también sobre el derecho; de manera equi­
valente quedan disjuntas las dos localidades psíquicas, la consciente
(yo hablo) y la inconsciente (la cosa se escribe), consideradas como
necesarias por Freud 56 para inscribir una m ism a representación de
palabra. La topología separará estas inscripciones una de la otra: «La
inscripción no muerde del m ism o lado del pergamino, según venga
de la plancha de impresión de la verdad © d e ia del saber»57. Pero la
tópica freudiana com portaba ya la posibilidad de una distinción; si el
preconsciente contiene, como es el caso, palabras por las que el sujeto
accede a sus propios pensamientos, la conciencia es por tanto «la
superficie por donde ese algo que está en el centro del sujeto recibe

55 J. Laplance y S. Leclaire, «L’inconscíent: une étude psychanalytique», en L’inconscient,


Desclée de Brouwer, 1966, pág. 104.
56 S. Freud, carta a Fliess del 22 de diciembre de 1897.
57 J. Lacan, «La Science et la vérité», Ecrits, pág. 864. En castellano, Escritos, vol. I, pág.
349, Siglo XXI» M éxico, 1986.
del afuera sus propios pensam ientos, su propio discurso»58. Esta
distinción, que demuestra tener una evidencia deslumbrante en la
psicosis, puede tam bién pensarse com o un hecho de estructura;
percepción y consciencia están a la vez en continuidad y disjuntas,
entre la piel y la carne, por la localización de lo inconsciente en el
lugar del Otro.

La negación prim ordiaL la At¿55lP 5^«^-expuísfóH--^r 4g-i-nalr~desde


donde se instaura la estructura, habrá permitido la afirmación, el
advenimiento de un sujeto respecto de lo realLdel cual desde enton­
ces se ausenta. Por lo tanto no se puede establecer una anterioridad
de la negación respecto de la afirmación; Ausstossungy Bejahutigs on
el derecho y el revés de un mismo gesto de p artición. Si es respuesta
de lo real, el sujeto de ausenta de allí en el movimiento m ism o que le
tace borrar sus huellas como sujeto del significante. Los m odos bajo
los cuales el sujeto así constituido va a sujetarse al sistema significante,
son los de las negaciones sucesivas que recaen sobre e! sfgmfícanté
prolongando el borramiento de las huellas que lo constituyen: especie
de carrera de obstáculos donde se dibujan para tal o cual sujeto los
m ojones de lo real que orientan su historia. Esencial al sujeto, el
significante del Nombre-del-Padre, amarrando las cadenas signifi­
cantes, podrá ordenar ese proceso de sujeción. Pues el primer no al
que el sujeto se enfrenta en su historia, es el del padre que dice que no;
y ese no, haga lo que haga el sujeto con él, ya sea que le obedezca o no,
ha sido dicho; es un dicho que designa al deseo. Es eso lo que no ad­
viene en la psicosis. Ningún dicho -inter-dit—fundamental, ausente
de la prehistoria del sujeto, podrá ya ser afectado por las negaciones
que dan acceso al saber vehiculizado por ese dicho. Nunca negativizado
en la psicosis, el saber no podrá sujetar al sujeto; libre y desatado,
errante, no engañará a su hombre.
4. L a Ver w er fu n g c o m o
ELEMENTO I?E CONTRASTE

Contrariamente a lo que hubieran preferido algunos psicoanalistas,


Lacan no eligió la Verleugnung para convertirla en la preclusión
( forclusion) sino la Verwerfung. Sin embargo, la Verwerfung nunca
había sido un concepto; era un término de la lengua alemana cuya
particularidad reside en la form a como ha funcionado en la teoría
freudiana. Freud se sirvió de ese término como de ;Un elemento de.
contraste cfestímck* a permitirle elaborar conceptos, primero el de
Verdrangung, a co n tin u ació n el de Verleugnung. Sin d u d a las
sigmficacioijes que arrastra esta palabra, (repeler, rechazar,
etc.) no son ajenas a la función de elemento de contraste que tomó en
Freud, probablemente sin saberlo: no es la Verwerfung, es la repre­
sión; no es la Verwerfung, es la renegación. La aparición explícita
aunque puntual de la Verwerfung escande el trayecto freudiano e
ilumina su no linealidad en la multiplicidad de sus rodeos; esta apari­
ción, cada vez apoyada por una definición, marca en 1894 el momento
de una confusión prim aria entre Verwerfuftgy un concepto en vías de
elaboración (la represión); marca en 1915 el de una disyunción entre
Verwerfung y aquel m ism o concepto como producto acabado (la
represión siempre), en el m omento preciso de una nueva confusión
naciente entre Verwetjtmg y eiábfM ^tón de otro concepto (la
renegación).
Habiendo sido, ciertamente, un elemento de contraste, la Verwer­
fung recibe sin em bargo una definición en 1894: «El yo rechaza
( verwirft ) la representación insoportable al m ism o tiempo que su
afecto y se comporta como si la representación jam ás hubiera llegado
al yo»59. Definir así la Verwerfung la convierte a la vez en un proceso
—rechazo de una representación y de su afecto, equivalente a la
preclusión de un significante en Lacan—y un mecanismo —negación
que, cayendo sobre el pasado, se conjuga en el futuro anterior «como
si esta representación no hubiera llegado nunca». Definición a la vez
de un proceso y de un mecanismo que ha debido inducir la elección
que Lacan hizo y mantuvo61 de la Verwefung; pero esa elección se debe
también al m odo del retorno de las representaciones alcanzadas por
ese rechazo, tal como lo elabora Freud en 1896. Si el contenido de lo
reprimido determina los síntomas en su forma, hay igualmente una
vía o un mecanismo particular de la paranoia62, así como hay una vía
o un mecanismo particular de la represión. La vía de retorno de lo
que es rechazado (en una época en que Freud no distingue entre
represión y preclusión) no es otra quería alucinación? el reproche
originario o la injuria que se quiere evitar retorna bajo una form a no
modificada, y los pensamientos reprimidos se convierten en voces.
Freud era aún más preciso en 1895. El contenido rechazado se convierte
en alucinación visual o pensamiento impuesto mientras que el afecto
se transforma en pura voz63. Incluso si en esta época prevalece para
Freud el término de represión, es asombroso que esas vías de retorno
definirán lo que Lacan llamará «retorno de lo precluido».

59 S. Freud, «Psiconeurosis de defensa», en Obras completas, tom o I, pág. 169.


60 Verwerfung sólo aparece en el índice de las Gesammelte Werke bajo la form a de
Verwerfungsurteil.
61 ' Es Verwerfung, y no forclusion, lo que Lacan utilizará en el sem inario Les Neunéispgs-
! errenta propósito del «nom brar-a» producido por el orden social (el nudo de lo social)
; como huella de la degradación de los nombres del padre (19 de m arzo de 1974) e
igualmente en Le sinthame a propósito dei n e d o p e fv e íso (18 <?e BOvIenjbre tfe 1V75-}.
62 'S . Freud, «N uevas observaciones sobre las psiconeurosis de defensa», en Obras
completas, tom o I, pág. 286.
63 «M anuscrito K», en op. cit., tom o IX.
Aquí interviene otro término de la lengua alemana, el de Lücke,
que Freud emplea como cajón de sastre pero que una lectura lacaniana
puede orientar hacia la explicitación fenomenológica de un m odo de
retorno que define a posteriori lo rechazado, y particularmente en lo
que se refiere al lugar de su retorno. Este retorno ciertamente es
definido en los manuscritos «H » y «K» por las vías que toma; pero es
igualmente localizado por el lugar psíquico de dónde ha sido sacado
lo que retorna y que queda vacío, com o una laguna. Si afecto y
representación vuelven del exterior, eso implica que «[...] el contenido
real permanece intacto mientras que el emplazamiento de toda la casa
cambia»64. Pedemos pues precisar, siguiendo a Freud, que un contenido
«i
representativo que vuelve de afuera ha desaparecido del tejido psíquico
y ha dejado allí «la existencia de una laguna (Lücke) en el psiquism o»65;
pero ¿podemos ir más lejos y sostener que los bordes de esta laguna se
fían desvanecido? Entonces no sólo el emplazamiento entero habrá
cambiado, sino que las huellas de ese emplazamiento habrán sido
borradas.
Freud evoca la Lücke tanto en las neurosis y en las psicosis como
en las construcciones teóricas. ¿Podríamos definirla como el lugar de
lo olvidado? ¿Y cómo podem os situarla respecto de los mecanismos
que producen el olvido: represión, renegación, preclusión? Si la laguna
es el lugar de lo olvidado, no es ni om isión ni censura, sino pura
solución de continuidad en la tram a psíquica en heterotopía con la
represión. Existen entonces dos tipos de figura. Cuando es el borde de
la laguna, eslabón de la historia del sujeto o fragm ento de una
elaboración, lo que hace que se vea produciendo por ejem plo
desplazam ientos de cifras o de letras, entonces es efecto de la
Verleugnung; el marco del texto inconsciente es modificado antes de
que la represión intervenga. Pero cuando el borde de la laguna ha sido .
eliminado al mismo tiempo que su contenido, lo que se ve de la laguna

64 «M anuscrito H », 24 de enero de 1895, en Origen del psicoanálisis, op. cit., tom o IX,
pág. 3508.
65 «M anuscrito K», 1 de enero de 1896, op. cit. pág. 3533.
no es otra cosa que lo que vuelve para colmarla. Las alucinaciones
reaparecen en lo real de su irrepresentabilidad. La laguna entonces es
efecto de la Verwerfung.

Verwerfung y Lücke
Sin embargo Freud relaciona la laguna esencialmente con la represión
—con la represión en tanto recae sobre el saber de la sexualidad, es
decir a la vez sobre el saber y sobre la sexualidad. En 1895 Freud habla
de la laguna como de una fenomenología de la represión: «A veces en
un neurótico [...] las cadenas asociativas dan la impresión de estar
dislocadas [...]. Conocemos la razón de esa apariencia, es la existencia
de motivos ocultos, inconscientes. Nos vemos llevados a sospechar la
presencia de motivos secretos semejantes siempre que descubrimos
unas lagunas como esas en las asociaciones»66.\Producidas por la
rep resión que im p ide la trad u cció n de determ ífiactas h uellas
mnémicas67, esas lagunas, una de cuyas manifestaciones es el terror,
no son irreversibles; si la cura llega a colmar esas lagunas de la memoria,
la neurosis no podrá continuar ni habrá recidivaseis laguna es a J a
vez el efecto de la represión y el objeto del gesto del analista. ¿Debe
por tanto el analista tomar los caminos de la prehistoria mítica para
llenar esas lagunas como lo sostiene Freud? «En mi opinión es posible
que todo lo que nos es narrado en análisis bajo la form a de fantasías,
a saber la seducción de los niños, la excitación sexual ante las relaciones
sexuales entre los padres, [...] la castración [...] hayan sido antaño, en
las fases primitivas de la familia humana, realidades, y que dando libre
curso a su imaginación*-el *iñ o colme solamente, con la ayuda de la
verdad prehistórica, las lagunas de la verdad individual»68. Lo sexual y

66 S. Freud, Estudios sobre la histeria, en Obras completas tom o I, pág. 39.

68 S. Freud, Lecciones introductorias al psicoanálisis, en Obras completas tom o VI, pág.


2125.
el sáber son solidarios; las lagunas ligadas a la represión de la vida
sexual son igualmente lagunas en el pensamiento. Reencontrar y
descifrar la supervivencia de la herencia arcaica que concierne a la vez
a lo sexual y al saber exige colmar esas lagunas. Hay que forzar el pasaje
por la laguna para poder pensar el blanco que ella im prim e al
pensamiento.
El blanco de la laguna puede deformar un texto hasta el punto de
convertirlo en un texto diferente; se trata entonces de una Entstellung
operada por el mecanismo de la negación. Así, de su lectura del texto
bíblico, Freud deduce en 1938 la existencia de.do§ lagunas; una entre
el Éxodo y el Compromiso de Qadés (considerablemente reducido en
el texto), y otra entre el don de la ley por Moisés y las instituciones
rituales posteriores (negada, verleugnet en el texto)69. Esas lagunas no
están ligadas a la represión sino a la renegación ( déni); su deducción y
la corrección de su lectura participa de la construcción freudiana de
los dos Moisés, de los dos Dioses —uno reprimido por el otro—y del
asesinato de Moisés. Toda elaboración teórica se enfrenta con dos
lagunas que hay que llenar: «efitre el esfuerzo del paciente y la
emergencia de la representación obsesiva, se abre la laguna (Lücke)
que la presente teoría quiere llenar»70. Entonces la existencia misma
de lo abolido es alcanzada por la negación: «Ningún juicio recae allí
sobre la cuestión de su existencia, sino que las cosas suceden como si
no existiera»71. Aquí tenemos, veinte años después de la prim era
definición de la Verwerfung una segunda definición más radical; el
concepto de represión está ya totalmente logrado, mientras que Freud
se dedica a la elaboración de un nuevo concepto, el de la renegación.
La definición de Verwerfung pone el acento sobre el m odo de retorno
de lo que se rechaza; la única construcción que apela a este tipo de
laguna que nada puede rodear es una construcción delirante; los

69 C f S. ítebinovitch, Escrituras del asesinato. Freud y Moisés: escrituras del padre 3.


Ediciones del Serbal, 2000.
70 S. Freud, Las psiconeurosis de defensa, en Obras completas tom o I, pág. 169.
elementos del recuerdo son deformados y reemplazados por «imágenes
análogas tom adas en préstam o de la actualidad»72, imágenes* que
transportan el retorno de lo precluido en lo actual, y que reconstituyen
en torno de la laguna un borde sin edad.
¿No se trata sin embargo, respecto del pensamiento de una m ism a
lagaña!, de que uno pueda o no colmarla, que tenga o no fechas y
bordes? ¿No es necesario, como lo hace el delirio, apoyarse «contra» la
laguna para pensar? Cuando Lacan inventa Vappensée73 (apoyarse
contra un significante para pensar) ¿no descubre a la manera de Freud
y en el m ism o Freud una laguna para seguir pensando?

Verwerfung y Verdrangung
Definir la Verwerfung exige incluir en su definición el efecto que
produce sobre el tejido psíquico: agujero, desgarro, obstáculo, laguna.
E » efecto, en la psicosis la Lücke no es identificable con el hiato
fem poraldel a posterf6^’^lárepr^i^TB¿t3fiK>-M caitidad de la Lücke
en la Verdrangung y en la Verwerfungm>% pfflfmite leer desde 1894 una
diferencia entre Verdrangung y Verwerfung que Freud no determinará
hasta 1918 en El hombre de los lobos: «Eine Verdrangung ist etwas anderes
ais eine Verwerfung»74 («una represión es algo distinto de un juicio
que rechaza y que elige»). Hasta Jt9 18, ,Verdrangung y Verwerfu ngson
utilizadas ifídifefentem de otra en. las .psicosis., Pero la
indiferenciación sólo es aparente, pues Freud está dedicado al m ism o
tiempo a la tarea de elaboración del concepto de represión, elaboración
que se apoya «contra» el término de Verwerfung esta palabra, que
jamás se convertirá en un concepto, le sirve de término de comparación

72 S. Freud, «M anuscrito K», en Los orígenes del psicoanálisis, en Obras completas, tom o
IX, pág. 3533.
73 Cf. J. Lacan, seminario inédito Le Sinthome, sesión del 11 de mayo de 1976.
74 S. Freud, El hombre de los lobos. Historia de una neurosis infantil, en op. cit. tom o VI,
pág. 1941.
pará elaborar los conceptos de represión y de renegación. La
elaboración de esos conceptos es precisada en dos momentos (1894 y
1918) por una definición de la Verwerfung; el primer momento es
aquel en que se comienza a trabajar la represión; el segundo aquél en
el cual, una vez separada la represión del elemento de contraste, se
comienza otro trabajo con la renegación.
En el transcurso del trabajo de Freud, aparece un término que,
contrariamente a la palabra para todo uso que es Lücke, es un término
en esencia partitivo: Urteil. Urteil aparece en el centro de la indistinción
entre represión y lo que hoy se denomina preclusión: la paciente
«habría teni^) que aceptar el juicio ( Urteil) formulado internamente»;
pero como viene del exterior, ella puede rechazarlo: «De tal m odo el
juicio, el reproche, quedaba apartado del «yo»75. En la lengua alemana
el juicio tiene un pie en la represión y un pie en la preclusión. El Urteil
es lo que decide que una representación insoportable ( unertraglich)
sea —jpor una letra!—inconciliable ( unvertraglich). y debe por lo tanto
ser reprimida. Pero el Urteil también puede consistir en un trabajo de
elaboración. Se decide «olvidar el asunto, al no sentirse con fuerzas
para resolver por medio del trabajo del pensamiento la contradicción
entre esta representación insoportable y su yo»76. Por lo tanto, tenemos
(por un lado el juicio que rechaza y por otro el juicio que reemplaza a
la represión.¡Así, Verwerfungsurteil aparece en La interpretación de los
sueños com o resistencia a la interpretación: «M e o pon go a la
interpretación» en el sueño del tío José; o bien «la manzana es amarga...
mi paciente no acepta la interpretación»77. El juicio que rechaza y
condena com bate aquí la interpretación analítica; suplanta a la
represión. Pues «la represión puede ser considerada como intermedia
entre el reflejo de defensa y la condena»78.

Y*
74s S. Freud, «M anuscrito H», en El origen del psicoanálisis, en op. cit. tom o IX, pág. 3510.
75) S. Freud, L as psiconeurosis de defensa, en op. cit. tom o I, pág. 169.
76' S. Freud, L a interpretación de los sueños, en op. cit. tom o II, pág. 549.
A caballo entre la represión y la preclusión, el juicio se introduce
poco a poco en el campo de la represión como suplencia. Es la ineptitud
de la represión lo que hace necesaria la suplencia por medio del juicio.
¿Qué es lo que produce esta ineptitud? En 1909, en el Análisis de la
fobia de un niño., Freud no sólo evoca en el epílogo la amnesia ligada al
análisis. Añade que «el psicoanálisis no anula el resultado de la
represión: las pulsiones y sus tiem pos reprim idos perm anecerán
reprim idos. Pero el análisis obtiene sus éxitos po r otro m edio:
reemplaza la represión, que es un proceso automático y excesivo, por
un dominio atemperado y apropiado de las pulsiones, ejercido con
ayuda de las más altas instancias psíquicas; en una palabra, reemplaza
la represión p o r un ju icio con den ato rio ( Verurteilung ) » 79. La
Verurteilung viene aquí a su plan tar a la represión, a la que el
psicoanálisis ha vuelto en cierto sentido inapta. Pero al mismo tiempo
esta suplencia evoea la preclusión; cuando la condena no funciona,
sobreviene la represión; ésta precede a la condena que puede
reem plazarla cuando constituye « n a soluciÓB ,goirtcdefectí 2í. Esta
alternancia entre represión y juicio condenatorio, o bien entre
preclusión y juicio condenatorio, recuerda esa identidad de relación
de la que ya he hablado antes entre Verdrüngu ng y Verneinung, que es
su forma invertida (confesión de que hay inconsciente) por una parte,
y entre Verwerfung y Verurteilung por otra parte, y la Verurteilung se
articula plenam ente en el nivel inconsciente com o equivalente
intelectual de la preclusión, sin símbolo de negación80. El juicio que
condena y rechaza, por esta condena m ism a, reconoce lo que es
imposible reconocer: lo rechazado. Y en cierto m odo es la confesión
de su existencia.
En el progreso de la partición entre represión y preclusión, el
término Urteil se precisa antes de volverse inútil, una vez operada dicha
partición. El Verwerfungsurteil (juicio que rechaza y condena) que es

79S. Freud, Análisis de la fobia de un nino de cinco años, en op. cit. tom o IV, pág. 1438.
80 J. Laeffift, seminario L’Ethique de la psychanalyse, diciembre de 1959, pág. 80.
uiía prolongación de los juicios de existencia ( Verneinung ) y de
atribución ( Bejahung ), hace evolucionar el término de Verwerfung al
m ism o tiem po que colabora en la fabricación del concepto de
Verdmngung. Un juicio que rechaza no deja de evocar la paradoja
gramatical de lo preclusivo. Para que rechace, le es necesario reconocer
la existencia de aquello que rechaza, y por lo tanto contradecir ese
rechazo.
Acto del sujeto, el juicio que sucede a la represión y la reemplaza
como su sustituto intelectual, se diferencia a la vez de la represión y de
la p reclu sió n cuya sep aración o pera: Verneinung de un lado,
Verurteilungkiejotro. El juicio interviene entonces cuando la represión
desfallece, pero interviene igualmente como huella ínfima, consciente,
incluso a espaldas del sujeto, de una preclusión previa. Lejos de
sobrevenir en todo m om ento, como lo hacen los retornos de lo
reprimido o de lo precluido, el juicio es una reapropiación no renovable
por el sujeto: «Puede, por último reconocerse totalmente justificada
su reprobación [la del deseo], pero sustituyendo el mecanismo —
automático y por tanto insuficiente—de la represión, por una condena
ejecutada con ayuda de las más altas funciones espirituales humanas,
esto es, conseguir su dominio consciente»81. Más lejos, Freud responde
de las ambiciones éticas del psicoanálisis declarando que éste «entra
como un ventajoso sustitutivo de la fracasada represión»82. Aquí el
juicio se convierte en corrección de deseos inconscientes liberados
por el psicoanálisis; la represión es reemplazada por una especie de
crítica o de condena. La noción de corrección al principio de la cura
separa represión y preclusión, articulando la represión- con un juicio
que deriva de la condena preclusiva: «El psicoanálisis [...] da al proceso
que ha sometido a uno de los grupos a tal destino [aislamiento e
inconsciencia] el nombre de «represión» y reconoce en él algo análogo
a la condenación por un juicio en el terreno lógico ( Urteilsver-

81 S. Freud, Psicoanálisis, cinco conferencias. Segunda conferencia, en op. cit. tom o V, pág.
1545.
82 Quinta conferencia, en op. cit., pág. 1562.
werfung)83. Si un impulso dotado de una tendencia a transformarse
en acto puede ser apartado, rechazado, condenado, se vuelve entonces
im potente para realizarse y sólo puede persistir en calidad de
recuerdo84. Los textos precisan cada vez más la articulación entre el
juicio y la represión: «La represión es el estadio preliminar de la
condenación de una pulsión. Más tarde, el rechazo por medio del juicio
(co n d en ació n ) resu lta ser un buen m ed io co n tra la m o ció n
pulsional»85. ¿Qué pasa con esta m oción pulsional condenada y
reducida al estado de recuerdo (y que por lo tanto sobrevive en lo
inconsciente)? ¿Y qué le sucede al sujeto si la condena, extendida al
conjunto de las pulsiones, se convierte en condena moral del yo (Ich)86?

Verwerfung y Verneinung
Del Urteil, del juicio que compromete la decisión del sujeto, deriva la
Verurteilung que define lo que condena y que Lacan coloca en una
m ism a relación con la Verwerfung que la que existe entre Verneinung
y Verdrangung. Si la Verurteilung aparece durante todo un tiempo de
la elaboración freudiana com o m ed iad ora entre Verwerfung y
Verdrangung, es porque está dividida por una parte entre Urteil y
Verdrangung, y por otra entre Verwerfungsurteil y Verwerfung. Es así
como entre las dos definiciones que da Freud en 1894 y 1918, la
Verwerfung propiamente dicha sólo es mencionada bajo la form a
derivada del Verwerfungsurteil en el límite Cíltre la represión, y 6Í-
•rechazo. Este juicio deviene progresivamente, en el tiem po de la
elaboración de la Verneinung, un proceso que no consiste ni en aceptar

83 S. Freud, Concepto psicoanálítico de las perturbaciones psicógenas de la visión, en op.


cit. tom o V, pág. 1632.
84 S. Freud~fSSccfones introductorias a l psicoanálisis; «Resistencia y represión», conferencia
19, op. cit., tom o VI, pág. 2301.
85 S. Freud, L a represión, 1915, op. cit., tom o V, pág. 2053.
86 S. Freud, Duelo y melancolía, op. cit., tom o VI, pág. 2091.
lo iéprimido ni en negarlo, sino en tomar con o cimiento desello, _al
inenos b ajo la form a de una condena m oral. M ás tardío que la
represión, es reapropiación intelectual de lo reprimido por el sujeto;
pero sin embargo es distinto de la Verneinung , que permite a lo
reprimido acceder a la consciencia bajo una forma negativa.
Si la Verneinung es una «manera de tomar conocimiento de lo
reprimido, de hecho ya una supresión de la represión pero ciertamente
no una aceptación de lo reprim ido»87, admite pensamientos repri­
m idos gracias al símbolo de la negación; permite la admisión en el
interior de una representación que ya está allí; hace saber lo que no se
debe saber en el sentido de la represión. Por el contrario si la Verur­
teilung, el Ju icio de condenación, «es el sustituto intelectual de la
represión» ^su no es un signo de marca de éste, un certificado de origen
comparable al « made in Germany »; lo que es condenado, rechazado?
negativizado en bloque, es en realidad el conjunto de los pensamientos
alcanzados por el juicio; no es el proceso del pensamiento lo que es
negado, es su contenido que es condenado. Su rechazo lo hace
reconocer. Contrariamente al «no lo había pensado» de la Vern&inung.:
que autoriza la entrada del pensamiento en la consciencia, se trata en
la Verurteilung de un «lo que he pensado, no es verdad»; admite el
pensamiento pero condena su contenido. S e m e ja n t e m k io está m ás
cercano-deia-pxedusión como sustituto intelectual, que la Verneinung
que es más bien el sustituto intelectual de la represión. La preclusión
dice que «eso jam ás ha sucedido», que jam ás ha sido admitido en el
interior; no sólo el pensamiento, sino igualmente el contenidcTdel
pensamiento. La Verurteilung, en cambio, reconocería lo que ha sido
excluido por la Verwerfung no como una especie de levantamiento de,
Igjpreclusión, sino como si esta no hubiera golpeado; huella ínfima y
paradójica de la preclusión, define a pósteriori lo que hubiera debido
ser condenado por la preclusión y lo hace conocer, mientras que lo
que es alcanzado por la preclusión no puede ser conocido. Se ve
comenzar, m ás allá de la inversión form al que parecía unirlas, la
separación entre preclusión y juicio.

Verdrangung y Verleugnung
La segunda definición que Freud da en 1918 de la Verwerfung separa
finalmente Verwerfungy Verdrangung: «ha rechazó ( verwirft) [se trata
de la castración] y permaneció en el punto de vista del comercio por
el ano. Al decir que la rechazó nos referimos a que no quiso saber
nada de ella en el sentido de la represión. Tal actitud no suponía juicio
( Urteil) alguno sobre su existencia sino que equivalía a hacerla
inexistente»88. Lacan traduce así: «Así no puede decirse que estableció
propiamente un juicio sobre su existencia, sino que fue como si ella
no hubiera existido jam ás»89. No sólo la definición de la Verwerfung
. «como si ella jam ás hubiera existido» separa definitivamente represión
y preclusión, sino que también produce la diferenciación del Urteil
que ha permitido esta partición. Ya diferenciado como lo habíamos
visto de la represión, el juicio se diferencia ahora de la preclusión. En
efectQvpara condenar algo es necesario reconocer su existencia; por lo
tanto esnecesario que la Verwerfungno haya tocado jam ás la existencia
en el pasado. La Verwerfung es por lo tanto anterior al Urteil.
Una vez producida esta partición, la que ahora se utiliza a propósito
de la psicosis, es la Verleugnung, en la m ism a indiferenciación con la
Verwerfung cora^anteriórríiente con la represión: «En algunos casos
de psicosis alucinatoria, en los cuales debe ser desmentido el suceso
que provocó la de’ñieftcia, ños presentarán el tipo extremo de este
apartamiento de la realidad»90. La analogía entre el sueño y la psicosis

88 S. Freud, Historia de una neurosis infantil, tom o VI, pág. 1987, op. cit.
89 J. Lacan, Ecrits, pág. 387. « Par la on nepeut dire que futproprem entporté un jugement
sur son existence, mais il en fu t aussi bien que si elle n avait jam ais existé». Hay varias
ediciones de Escritos ea¡.C2istel±ano en-Ediciones Siglo XXI.
90 S. Freud, Los dos principios del funcionamiento mental, en op. cit. tom o V, pág. 1638.
supone igualmente la noción de renegación de la realidad implicada
por el estado de sueño. Pero el término de Verleugnungviene también
a designar una fuerza de la sublimación; Leonardo da Vinci «reniega»
de la imitación, «rechaza» sus emociones infantiles, «desmiente» la
desdicha de su vida am orosa y la supera en pelarte91. Aplicaciones tan
diversas muestran que la Verleugnung no es todavía para Freud m ás
que un término de la lengua, como lo fue al comienzo el término de
represión, con el que luchaba. En 1924, Verleugnung—que sin embargo
está a punto de convertirse en el concepto que dará cuenta del
fetichismo—es utilizado en el m ism o sentido banal de recusación o_
incluso en el sentido, más fuerte, de rechazo, apartamiento, desgarro..
Si en los textos cíe 1924 sobre la psicosis, el delirio «surge precisamente
en aquellos puntos en los que se ha producido una solución de
continuidad en la relación del yo con el mundo exterior»92, es porque
«niega la realidad»93, la rehuye, la evita, y que trata de reemplazarla y
reconstruirla.
Después de haber utilizado de la misma manera Verleugnung y
Verwerfung, a propósito de las psicosis, Freud va a producir nueva­
mente (como entre Verdrangungy Verwerfung) una separación entre
estos dos términos. La insistencia de los analistas para que Lacan
utilizara el término de Verleugnung en la psicosis tiene efectivamente
su origen en una prim era confusión en Freud entre renegación y
preclusión^ pero la obstinación de Lacan en reservar el término de
Verleugnung para los psicoanalistas mism os y traducirlo desde 1968
por «renegación», incluso por «rechazo sospechoso», proviene de la
elaboración final de Freud que separa en 1938 Verleugnung y
Verwerfung. Siguiendo a Freud, que hace recaer lia renegación sobre la
castración materna (lo real de la castración, dirá Lacan), castración a
la vez negada y reconocida por medio de un fetiche que permite «salvar

91 S. Freud, Un recuerdo infantil de Leonardo de Vinci, en op. cit. tom o V, pág. 1616-1618.
92 S. Freud, Neurosis y psicosis, en op. cit. tom o VII, pág. 2743.
93 S. Freud, La pérdida de la realidad en las neurosis y las psicosis, en op. cit. tomo VII, pág.
2745.
su pene», Lacan hace recaer la Verleugnung sobre lo real, y parti-
cularmente sobrelo real del acto; los efectos de un sujeto transformado
por su acto son los de la Verleugnung, que funciona como el repre-
sentante de este acto. La renegación pone en juego ya no la decisión
del sujeto, como lo hace el Urteil, sino su división radical; el acto recae
sobre algo que él m ism o va a desmentir, y que este térm ino de
Verleugnung, que Lacan les ha reservado, es llevado en los psico­
analistas a su punto más alto de patetismo94. Así Lacan radicaliza la
distinción freudiana entre Verwerfung y Verleugnung precisando la
dim ensión en la que opera cada una de ellas. La prim era en lo
simbólico, la segunda en lo real.
Pero ya en Freud, la distinción se hace igualmente en el m odo del
retorno de un contenido renegado o precluido. Ciertamente, dice, en
la psicosis uno se aparta de la realidad; sin embargo hay una diferencia
con el fetic h ism o : «E l n iñ o no c o n tra d ijo sim p lem en te sus
percepciones y creó la alucinación de un pene donde no lo había;
transfirió la im portancia del pene a otra parte del cuerpo»95. La
Verleugnung es relacionada con el desplazamiento, con la Entstellung,
y no con la alucinación. La vía por la cual un contenido renegado
retorna no es la m ism a que aquella por la cual un contenido reprimido
retorna, ni aquella por la que retorna un contenido precluido. En
cuanto al destino de un contenido simplemente negado, es la negación
m ism a la que ofrece una vía no de retorno sino de acceso a la
consciencia.
Así como en 1918 la elaboración de la represión permite a Freud
diferenciar represión y Verwerfung (que, bajo las especies del juicio,
ha nutrido su elaboración), la elaboración de la renegación en 1938
permitirá a Freud diferenciar Verleugnung y Verwerfung. En los dos
casos, la Verwerfung- nunca m ejor definida que en 1894 como el
rechazo de la representación y de su afecto, o bien otra vez en 1924

94 J. Lacan, seminario L’acte psychanalytique, sesión del 19 de jim io de 1968, inédito.


95 S. Freud, La escisión del yo en el proceso de defensa, en op. cit. tom o IX, pág. 3377.
como esa pieza que siempre faltará o bien, de manera eterna en el
caso Schreber, como «lo que se ha abolido en el interior retorna del
exterior»- no es elaborada; Freud se sirve de ella como de un término
límite, de un elemento de contraste del cual la Lücke es una figura y el
Urteil un operador que, en un primer tiempo, permite determinar la
represión y en un segundo tiempo la renegación, es decir, que permite
leer las modalidades con las cuales se teje el saber inconsciente; ese,
saber que la Verwerfung deporta al exterior.
5. E l r e t o r n o d e l o p r e c l u i d o

Ya sean mecanismos metapsicológicos freudianos cT; estrategias del


sujeto en el sentido lacaniano, la represión, la renegación y la preclusión
alteran, cada ufío a su m odo, el saber inconsciente: cada uno a su
'manera aparta, desfigura, censura, transform a tal o cual elemento del
saber inconsciente. Los fragmentos de saber, puestas'ejí suspenso o
disfrazados, retoman; ese retorno es síntoma en el caso de la represión,
es fetiche en el caso de la renegaciÓB* es alucinación en el caso de la
preclusión. El m odo de retorno es específico al mecanismo en juego
Cfi^la SiSSpeMSiÓB -de im . sataéaT F así determ ina, en el tiempo de ese
retomo» las condiciones de legibilidad del saber apartado. Reprimido,
el saber es un saber que no se sabe y el acceso a él vuelve a abrirse en la
cura. Renegadí^ sl-saber es rechazado con un gesto que lo reconoce al
mismo tiempo que lo rehúsa; ese gesto es a la vez de retorsióa-y acceso
a ese saber por medio de la Entstellung de la letra. Precluido, el sabei
no será jam ás reconocido por el sujeto como suyo; su pérdida, que
arrastra con etta las palabras para decirla, impone el hallazgo y la
invención delirante. Cuando la preclusión del Nom bre del Padre
implica para el sujeto una pérdida tan masiva que perturba todo el
funcionamiento del lenguaje, se trata más de un accidente mortal que
de mía estrategia. Pes©> §e puede sin duda hablar de estrategia cuando
eí sujeto tiende desesperadamente a colmar la pérdida que lo ha
coiistitssid& como tal.
Las coordenadas del retorno, lugar y tiempo están determinadas
por el m odo en el cual algo retoroabl^cíQpología lacaniana de los
registros real, simbólico e imaginario subvierte la disposición local de
las tópicas freudianas incluyendo en ellas una dimensión temporal:
anticipación de lo imaginario, sincronía significante, carácter actual
de lo reaLEl tiempo y el lugar del retorno se conjugan diferentemente
según el proceso en juego. Así lo reprimido retorna a posteriori en lo
simbólico; su contenido permanece sin cambios, sólo difiere el.tlempo
del retorno. Lo renegado retorna en lo imaginario en el momento en
que, venido desde lo real, hace agujero en lo simbólico bajo una forma
imaginaria; aquí lo que difiere es el|ugar del retorno. La preclusión de
un significante retorna en lo real; aquí a la vez difieren el lugar y el
tiempo del retorno. Porque lo real es otro lugar y otro tiempo, porqué
la alteridad de ese lugar y ese tiempo no es pensable ni representable,
lo que reaparece de lo precluido no puede reparar el agujero que la
preclusión ha hecho en el origen. El significante precluido reaparecido,
porque ha atravesado lojreal, se ha vuelto real
Lo real como lugar de retomo es irrepresentable; el sujeto no puede
ni pensarlo con palabras ni representárselo con imágenes. EsUn lugar
im posible; no es el lugar de la pérdida, es el lugar donde la pérdida
mism a no tiene ningún tipo de existencia. La Lücke freudiana designa
el lugar desde donde algo ha sido llevado, ha desaparecido y esta
desaparición habrá creado otra; otro lugar, una laguna. «Das ist das
Platz», dice al comienzo de la Shoah el superviviente que regresa a los
lugares del desastre. Das Platz es una pradera verde y vacía; los cuerpos
han sido borrados de la superficie de la tierra y sus nombres han sido
borrados de la lengua. En el filme de Claude Lanzmann, los pájaros
ausentes de la pradera96 no cantan, ni siquiera cuando vuelve el
superviviente y se han dispersado los hum os de los crematorios. De
este doble borramiento no queda ninguna huella; la pradera verde y
vacía representa lo irrepresentable de la ausencia de huella. La Lücke
producida en el tejido psíquico por la abolición de un significante es

96 Cf. J. Semprún, L a escritura o la vida, Tusquets, 1995.


la palabra freudiana que dice la vacuidad de un lugar psíquico97vaciado
de representaciones, vaciado de Sachvorstellungen. Sólo lo que
reaparece com o publicación de un borram iento de las huellas,
alucinaciones o cantos de los pájaros que han regresado, puede localizar,
un lugar vacío que ningún m apa habrá inscrito. En los encerrados
afuera, pensam ientos, voces, sensaciones vienen desde afuera; su
aparición fretorno) los localiza en el sistema p ercepción^cojiciencia
donde no pueden inscribirse si no solamente experimentarse. Cons-
tituida como inaccesible e impensable, la realidad psíquica no se realiza
para el sujeto más que cuando retorna desde fuera con las voces; las
voces retor rían, para habitar las partes del cuerpo abandonadas y
deslocalizadas, para dar consistencia a la laguna existencial del centro,
del corazón de la realidad psíquica entre la inscripción de las percep­
ciones y el pronunciamiento de las palabras conscientes. Localizado
en el vacío creado por la abolición de las inscripciones mnémicas, el
retorno de lo precluido habita este extraño lugar psíquico donde nada
de la huella se imprime; pero donde no deja de reaparecer, llevado,
soportado por lo que se oye, por lo que se ve, por lo que se siente, por
lo que se lee, el significante arrojado para siempre a las tinieblas
exteriores.

* * *

El proceso de la preclusión no tiene otra huella que el retorno de lo


precluido, un retorno heterogéneo a la abolición m ism a de lo que lo
produce: en el tiempo de lo actual, se trata de lo real en el lugar de un
significante. El «eso no habrá sido jam ás» de la preclusión es una nada
cuya huella no es nada porque es un retorno de lo real que viene a
habitar la «nada» producida por la fractura inicial. El tiempo y el lugar
del retorno quedan alterados por el proceso m ism o que está en el
origen del retorno, la nada de la preclusión. Estas alteraciones son las

97 FreudjitáiiZsS «Ste téxwm& ^ls¡.ktí& í>retación de los sueños.


que nombro aquí; «actual» es el nombre de la alteración del tiempo,
«nada» el nombre de la alteración del lugar. ¿Por qué llamar «nada» al
lugar del retorno? ¿Es la que podría alojar al inconsciente entre la piel
y la carne? ¿Es la del lugar excluido del Otro? ¿Es la del lugar vacío de
la enunciación? En la psicosis, la «nada» del lugar del retorno, que
más adelante llamaré «la dirección» ( adresse), es el eco del «eso no
habrá sido jam ás» de la preclusión. Pero no sólo eso. Es también el
lugar de retorno de lo real. «Nada» será habitado por las voces, por lo
que regresa en lo real del significante del Nombre del Padre precluido.
Su retorno localiza la «nada» m ostrando que el «no nada» del Padre
no habrá tenido lugar.
Los términos de la metapsicología freudiana, hablando de ese
retorno, subvierten ya lo que sería una linealidad de burbuja entre
interior y exterior, antes incluso que la alquimia lacaniana transforme
la burbuja en cross-cap. La preclusión, laguna ignorada en tanto sus
efectos no produzcan un retorno, metamorfosea las nociones clásicas
de interior y de exterior, de fuera y adentro, por la dimensión inédita
de un afuera distinto, del m ism o m odo que das Ding es un adentra
distinto. La p osición de extim idad9^ ¿el gocé' en el cestró 'aél sujeto,
hace contrapunto a la terrible intim idad (heimlich) de un afuera ajeno
p ro d u cid o po r la p re clu sió n . La n a d a m e t á l i c o ló gica de lo
inconsciente freudiano se escribe en Lacan como el desanudamiento
de RSI donde ningún padre ni ningún nombre puede venir a anudar
las tres dimensiones, puesto que lo que anuda es la nominación. El
encerrado afiiera sufre de un exilio de un adentro excluido p ara
siempre; ese adentro constituido por las Sachen, lo real pulsional
rechazado, se confunde con lo real del afuera, un real puro, crudo,
frío. Las dos lecturas aquí pueden cruzarse: la del exilio afuera, en lo
real del afuera, de los significantes del Padre, y la del goce del Otro,
goce real del cuerpo, verdadero agujero, que es exilio del lenguaje. El
encerrado fuera conoce j experimenta esos dos «afuera»-^,

98 ‘ÜBésito utiliza este térm ino en L a ética, neologism o que se opone a intimidad.
i La nada en la psicosis es el psiquism o vaciado de las representa­
ciones de cosa inconscientes; del afuera solamente volverá algo. La
pérdida de la realidad de_la que habla..Freud .viene _a jio m b rar la
ausencia, en el aparato psíquico, de la zona de lo inconsciente; en esta
ausencia, el objeto perdido no puede ser alcanzado por el proceso
secundario, sólo puede ser alucinado por el proceso primario. La nada,
en la psicosis, vacía de inscripciones el lugar del Otro donde se inscribe
y luego se escribe y por fin, en la cura se reescribe la historia del sujeto
con la Erinnerung, la rem em oración; si el saber rechazado del
neurótico, donde está su verdad, reaparece en el nudo real del síntoma,
es porque páede ser sabido, en tanto ha sido reconocido por el Otro.
Sólo es en el nivel del Otro, es decir, m ás allá del espejismo narcisista,
donde lo que determina al sujeto se articula como saber. Pero si es un
exceso de goce lo que vacía el lugar del Otro de todo saber, ¿cómo
podría articularse lo que determina al sujeto con algo que no fuera
ese lugar de goce loco, el Otro del cuerpo? Los dos afuera del encerrado
se suman y se confunden en un silencio ensordecedor. ¿Qué puede
decirse para el sujeto cuando nada del deseo de la madre ha podido
ser simbolizado para permitir que se efectúe la operación del padre
que dice no? ¿Qué puede inscribirse para el sujeto cuando esa nada ha
abolido lo que hubiera hecho posible la inscripción de un significante
que amarre esta función de excepción del padre? ¿Qué puede escribirse
para el sujeto cuando han sido raptadas, en un tiempo primordial y
de m anera definitiva, las Spuren en el lugar m ism o en que su
inscripción en W Z hubiera permitido convertirlas en significantes?
Ahora bien, de ese rechazo sin retorno del significante Uamado Nombre
del Padre, sin embargo retorna un real. Con ese real, la cura podrá
reproducir, en un exterior al sujeto, lo que ese retorno nos informa
sobre el mismo.
La tesis que sostengo aquí es que el retorno de lo precluido viene a
lo calizar la n ada de lo inconsciente y el vacío del O tro, y en
consecuencia la ausencia de rem em oración y de la escritura; ese
retorno materializa la exterioridad del Otro y del lenguaje; el sujetó
no piensa, es pensado; y esos pensamientos le son hablados. Él sabe
que es pensado y hablado, él sabe pues que el lenguaje lo lleva y lo
parasita. Lo sabe porque lo percibe. A falta de una primera inscripción
que amarre la función de excepción del padre, a falta del pasaje
primordial del deseo al significante que posibilitaría un amarre, las
huellas mnémicas de lo percibido prehistórico (visto, oído, sentido)
se quedan en el estado de percibido real, de Wahrnéhmung indife-
renciada, no pasada al estado de representado; quedan indefinida­
mente en el sistema percepción-consciencia, donde todo se experi-
menta a condición de no inscribirse. Percepción y consciencia son los
elementos restantes, los «m uros que quedaron en pie» del aparato
psíquico arruinado por el vaciamiento de la zona de lo inconsciente;
ese vacío las agujerea". Agujerea el continuum indiferenciado de una
superficie corporal alterada por los retornos alücinátorios_de lo
percibido; lo agujerea con la mirada, con la voz, o con lo experi­
mentado, que vehiculizan harapos de significación fantasmática.
D ispersando la superficie perceptiva, agujereando la continuidad
imaginaria-real del cuerpo, la invasión de lo real percibido localiza,
por el simple hecho de su pura aparición, la zona psíquica ausente,
lugar de lo inconsciente.
Este retorno de lo percibido —leído, oído, experimentado—intere­
sando y concerniendo a cada una de las partes del cuerpo del psicótico,
diferencia lo que la ausencia de inscripciones mnémicas ha dejado
indiferenciado. AHI las voces se hacen oír, las miradas se hacen ver, y
allí se experimentan olores, gustos y dolores .(Contrariamente al objeto
pulsional que se deduce de su fuente corporal, la alucinación hace del
cuerpo no aquel que emite una voz, sino el que la oye; la alucinación
queda definida por el fragm ento del cuerpo que la percibe) Lo

99 Arriesgamos aquí un esquema modificado de la «Carta 52»:


I III
W --------WZ nada V b ---------Bw
(voces y pensamientos de afuera)
dirección y actual
prebluido constituye el cuerpo, porque es el lugar y a la vez origen del
retorno, como objeto del retorno, un objeto que no está separado del
sujeto; en efecto, el retorno constituye a su vez al sujeto como su
dirección. Jamás perdido, el objeto no puede reencontrarse, está allí.
Es el cuerpo. Es en su cuerpo donde se producen los efectos del corte
significante del que el sujeto está exilado; la nada del lugar del Otro,
que es una nada significante, pone en juego el goce del cuerpo como
goce loco que exila al sujeto una segunda vez.

¿Qué lazo existe entre lo que retorna y lo que ha sido raptado del
psiquismo? ¿^u é es lo que transportan esos trozos, esos muñones de
real, qué es lo que transportan que jam ás haya podido escribirse para
crear historia en un psicótico? Aparecen allí donde faltan las repre­
sentaciones inconscientes entre percepción y consciencia, allí donde
el tejido de representaciones de cosa que une percepción y consciencia
está alterado, despedazado; aparecen como retorno de lo que ha sido
raptado y que retorna vehiculizado por otra cosa, por las repre­
sentaciones de palabras conscientes y preconscientes. En un lugar
vaciado de lo inconsciente, el lazo que tenemos es el de lo preconsciente
y sus representaciones de palabra—un lazo fabricado, inventado, actual;
el soporte de las palabras, restos de cosas oídas, contenidos en un
preconsciente a la vez interno y externo al aparato psíquico100, hace
posibles el retorno y la localización de lo precluido en el vacío p síquico
dejado por lo inconsciente. La aparición en ese vacío de palabras
errantes pegadas a trozos de real, no puede ni hacer historia, ni mucho
menos ocupar el lugar de la historia. El surgimiento de lo real en un
vacío significante atestigua una disyunción radical entre las palabras
y la voz.
Allí donde eso se calla porque lo que no ha podido decirse más
que en desorden, deja huellas caóticas, sólo de la irrupción del mundo

100 En la sesión del 10 de enero de 1962 del seminario de L’identification, Lacan habla de
lo preconsciente como de un afuera que une nuestros pensamientos m ás íntimos con
el lenguaje que corre fuera; añade que lo preconsciente está ahora en lo real.
exterior puede provenir nn decir, el decir de las voces y de los
pensamientos que invaden lo psíquico. Lo que del decir es abolido en
el interior vuelve en el afuera y este afuera se convierte entonces en un
adentro excluido —o en un afuera incluido; no es precisam ente del
internamiento de lo que_se _quej an los locos, sino de un externamiento.
Sufren por estar encerrados afuera. La cuestión del límite afuera-
adentro que podía leerse como el límite corporal de un cuerpo-saco,
de un cuerpo-burbuja, debe ser reconsiderado com o dirección
( adresse). Esta dirección podrá dividir al sujeto entre la certeza de lo
percibido que recibe, el de las voces y pensamientos impuestos, y una
signifi€«Má(6«iaiffié8.via~éi3gmática. La nada del lugas psíquico se
convierte, porque también es lo real del cuerpo que lo percibe, en
lugar donde se dirige lo que dice el psicótico. Dirección real, adonde
el Otro del lenguaje no viene como en Ja neurosis a hacerderelevo.
Dirección real de un lugar psíquico vaciado de cosas ( Sachen) y jju e
llama a las voces de afuera: el goce. Cuando ese afuera, donde divagan
pensamientos, voces y dolores errantes, es encarnado por los inter­
locutores del psicótico, constituye entonces la «nada» psíquica como
dirección humana que deja de ser enigmática. Al analista (aquí simple
otro) le corresponde pues el deber de deslizarse entre las letras dé lo
real que capturan el objeto que es el cuerpo para el Otro.
Si el lugar psíquico no es aquí, en primer lugar, más que pura
dirección de lo percibido, dirección real que es el psicótico en tanto
cuerpo, esta dirección será reproducida cada vez que el psicótico la
elabore con lo que dice a otro. Solamente entonces la significación
enigm ática de lo percibido encontrará su causa delirante. Esta
d iH cH o rT ra^iie se ha convertido el lugar psíquico, cuyas voces
sonorizan el vacío, será el fermento de la elaboración delirante
fabricada por el sujeto para suplantar ese vacío. El psicótico no
reconoce las voces y los pensamientos como suyos; él es pura dirección,
anónima, desconocida; cuando la significación delirante se construye
gracias a la certeza de que esas voces se dirigen exclusivamente a él,
solamente entonces las voces y los pensamientos le ffiar-gceráffsuyos.
No! es la emisión de las voces lo que le pertenece, es su dirección; ella
se le vuelve propia porque la estofa material de lo real sonoro de lo
oído vehiculiza los enunciados intencionadamente.

* X- ><-

El lugar del retorno de lo precluido tiene pues un nombre: dirección.


El cuerpo, que es dirección de lo percibido alucinatorio, se añade a la
nada psíquica que es dirección pura, fuera de sentido, enigmática; la
dirección es a la vez el nombre del exilio del lenguaje y el nombre de la
intervenciórSdel analista incluido en este exilio.
' El tiempo del retorno de lo precluido no es un tiempo porque no
es simbólico, sino real; en este sentido se le puede dar el nombre de
actual. Así como el lugar del retorno es otro lugar que aquel donde
algo es abolido; el tiempo del retorno es otro tiempo que aquel donde
algo ha desaparecido del tiempo. Dirección y actual constituyen a la
vez la definición del fenómeno psicótico y las coordenadas necesarias
de su tratamiento por la transferencia.
Este tiempo del retorno, el actual, no es ni el del aprés-coup de la
represión* ni el del marco significante desplazado por la renegación;
no es un presente deformado por el pasado al cual retornaría; ni un
aprés-coup donde retornaría lo reprimido, ni reminiscencia, sino un
fuera de la memoria, es un tiempo que no deja de suceder y donde lo
precluido no deja de reproducirse. La alucinación da cuerpo a lo que
se ha awsentadcf del pasado, tanto en la prehistoria del sujeto como en
la psicosis; pero, en la psicosis, es distinta de lo que se ha ausentado.
En términos freudianos, la representación se ausenta y el afecto vuelve;
en términos lacanianos, el significante se ausenta y el objeto retorna.
La alucinaáÓJkJjo repite nada, actualiza el afecto itinerante separado
de las representaciones rechazadas o jam ás inscritas, es decir, las
primeras huellas de lo percibido en jic tu aliza un resto oscuro de
goce contenido en el objeto. Lo actual reinviste una Spur que jam ás ha
podido entrar en la cadena significante porque el significante en el
que participaba jam ás se ha historizado; en efecto la Spur no habría
podido perderse sino inscribiéndose como Erinnerungspur , y en la
medida en que permanece no perdida, no escrita, no memorizable,
puede retornar en la alucinación.
Una Lücke, agujero de un lugar o de un tiempo, no conoce el mismo
destino según que sus bordes sean conservados o no. Para colmar una
Lücke, el analista se sirve de los «muros que quedaron en p ie»101, es
decir de los bordes de la laguna que permiten fechar lo olvidado. El
analista hace una «construcción» allí donde está lo perdido y la hace a
p artir de los vestigios d ejad o s p o r lo perdid o m ism o. Y si la
construcción es justa, se enuncia en la cura experimentándose en un
real actual; desde entonces ya no puede olvidarse pues se convierte en
un saber que no será pasado por la criba de la represión y que por
tanto no puede rechazarse; es un saber del trazado del goce. Pero
cuando una Lücke no tiene bordes, cuando las huellas m ism as del
rechazo han sido rechazadas, el agujero en el saber perm anece
ignorado. Sólo es localizado por el retorno del saber precluido bajo
una forma alucinada, la de algo que reaparece y que no puede fecharse,
fuera del tiempo, actual. Sería necesario entonces que el analista, que
no puede ni construir en el aire ni «escribir sobre el agua»102 invente
una forma enunciable para lo intraducido de las representaciones que
están fuera de la represión; esta forma, facilitada por la actualización
de los afectos, no puede ser otra que la de la voz, que a la vez sostiene
la alucinación y lleva los dichos del analista.
Ignorada hasta el día en que viene a materializarla un blanco, una
zona de perplejidad, un vacío enigmático de representación103, la
laguna de la preclusión representa reproduciéndolo el m om ento
originario jam ás reencontrado en la historia del sujeto, salvo bajo esta
form a metafórica —reprodictiva104—de lo real: un fantasma de lo real.

101 S. Freud, Construcciones en el análisis, en Obras completas, tom o IX.


102 Expresión utilizada por Freud en Análisis terminable e interminable.
103 Lo que Lacan denom ina el fenómeno elemental en la psicosis.
104 Construyo este término a partir de «reproducción» que me parece m ás adecuado que
Pmes apenas ha sido revelada, la laguna es surcada sin cesar por lo real
sonoro de las voces que la localizan. Lo incesante de lo actual es lo
incesante de lo percibido: ni recuerdo, ni reminiscencia, ni pensa­
miento, es percibido en el presente en la presencia; y sin embargo es
necesario lo verbal, sostenido en la dimensión de la voz. Son necesarias
las palabras para saber lo que se percibe. Lo que se percibe en la boca,
en las orejas, en los ojos, en la cabeza, se transforma eii voz; el caos
informe de lo real se cambia en verbal llevado por la voz: ruidos que
el loco, escuchándolos, transforma en voz; dichos que dan cuerpo a
las voces, dichos disjuntos del decir sostenido por el oír, dichos
alucinados <jue no pueden hacer historia ni nombre.
Los fenóm enos elem entales adquieren entonces un sentido
orientado por la certeza de que las voces se dirigen al sujeto; esta certeza
constituye el retorno de lo precluido que se dirige al sujeto en lo actual.
El sentido que da cuerpo a la certeza es una significación pescada en
lo actual de los medios de comunicación —hojas muertas de periódicos
y de docum entos de la historia— un actual análogo al elemento
rechazado. Si el retorno de lo precluido está fuera del tiempo, si es
actual, es por ser real. Nada lo une al tiempo del arrancamiento. Está
vehiculizado p o r las representaciones de palabra conscientes y
preconscientes de la actualidad que se presenta allí donde ninguna
inscripción de una historia es posible. El fragmento psíquico rechazado
no puede volverse a coser en el lugar de donde había desaparecido
porque nada permite saber de dónde había sido arrancado; el añadido
de una pieza recogida en lo actual y en el exterior (representación de
palabra y de voz) no la recose al tejido del interior y del pasado
(recuerdo o documento de archivos) sino que transforma esta pieza
actual y exterior en pieza pasada e interior. Lo actual es el único tiempo

«repetición» en la psicosis, y a partir de «dicción»; en efecto, el objetivo de la cura es


«reproducir» el m om ento de desencadenamiento de la psicosis con un «decir» que
podrá escapar a la preclusión porque vendrá del analista y no del sujeto, en quien la
preclusión no cesa de producirse.
fuera de m odalidad que pueda sustituir un pasado abolido. Los
significantes que transporta construyen la dirección interior de lo real
alucinatorio exterior.
Lo percibido primero sostenido hoy por la voz, se elabora como
construcción delirante por medio de las representaciones de palabra
vehiculizadas por lo actual que orientan la dirección de los fenómenos
al sujeto. Hay colusión entre lo originario de lo percibido y lo actual
en el sentido delirante cuyas coordenadas están constituidas por esa
doble atemporalidad. No se puede por tanto reconocer nada relativo
a un nombre del padre a partir de un fragmento psíquico rechazado;
queda para siempre desfigurado. Pero se puede reconocer, en lo actual
de lo que salta-a-los-ojos105 o del retorno de una voz psicótica, a la
figura asesina de los campos de concentración, transportada por la
actualidad de los medios de comunicación; si la historia singular de
un encerrado afuera cruza la gran Historia, siempre es sobre estos
significantes; eso se enseña, pero no se cura.

* * *

Ese otro tiempo (lo actual) y ese otro lugar (la dirección) donde retorna
lo precluido eofÉstífüyeri'áTsujeto en la psicosis; presente en lo actual
y hecho por la dirección, el sujeto es efecto de ese retorno. Cuando al
cuerpo que atraviesa la cadena significante se añaden lo actual y la
dirección, queda constituido un sujeto. Un sujeto al que alteran los
retornos definidos por el tiempo de lo actual y el lugar de la dirección;
Lacan habla de percipiens desviado, Freud de Ich alterado. ¿Cómo se
escribe esta alteración? Estas preguntas requieren interrogar previa­
mente el registro del retorno de lo precluido; por cierto este registro
es el de lo real, pero lo real es una dimensión dispar y plural. ¿Cuál es
entonces el «trozo» de real106en cuestión en el retorno de lo precluido?

105 G|£AaBeil*seStern, seminario Camps, historie, psychanályse et leur actualité européenne,


1994^1995, entre otros.
106 J. Lacan, seminario Le Sinthome, sesión del 16 de m arzo de 1976, inédito.
j La fórmula de la preclusión que ahora se ha vuelto clásica: «Lo
que ha sido abolido de lo sim bólico reaparece en lo real» puede
entenderse de dos maneras: ¿Reaparece el significante precluido, como
un significante errático, en lo real? ¿O bien la reaparición de lo
precluido es la reaparición de un real puro? Pues si reaparecer en lo
real es reaparecer en lo impensable, esto consiste en consecuencia en
convertirse en impensable, imposible; consiste en devenir real. ¿No es
entonces en el sentido en que se habría convertido en real que el
significante precluido reaparecería en lo real?
En la psicosis no hay ningún vínculo entre lo simbólico y lo real,
no hay ningiSi lazo entre las cosas ( Sachen ) y las palabras ( Worte); las
palabras no tienen el poder de representar a las cosas. Aunque incluido
en el lenguaje, el sujeto no está preso en los recortes significantes que
permiten separar las partes de su cuerpo unas de otras respecto del
conjunto del cuerpo, ni separar el mundo exterior de las partes de su
cuerpo. Las representaciones de cosa están ausentes, o al menos
desorganizadas, desordenadas, radicalmente disjuntas de las repre­
sentaciones de palabra que siempre quedan presentes tanto en el
interior como en el exterior. Ese desorden produce lo que Lacan llama
«perturbaciones en el orden del lenguaje»; la metáfora es imposible,
las palabras son cosas; som bras de objeto, en la psicosis las palabras
son los verdaderos objetos, porque no pueden representarlos. Pero
esas representaciones de palabra, las únicas presentes en el psicótico,
situadas en el preconsciente y en el mundo exterior, son restos mné-
micos de lo oído107. Com portan pues dos partes. Una es simbólica, la
de la palabra oída; la otra es real, la voz que ha pronunciado esa palabra.
La representación de palabra ha sido antaño una percepción que unía
las dos partes simbólica y real; luego la voz se ha separado de la palabra.
La representación de palabra que se reduce ahora a la palabra (es decir
al pensamiento) puede volver a convertirse en una percepción si una
voz viene nuevamente a soportar la palabra; el añadido de lo real de

107 S. Freud, El yo y el ello, en Obras completas, tom o VII, pág. 2706.


una voz retransforma la representación de palabra en percepción. En
efecto, no es consciente sino lo que es percibido o que lo vuelve a ser.
Los pensam ientos no son conscientes m ás qúe cuando utilizan
palabras; son necesarias las palabras para saber lo que se piensa. Por
eso percibimos nuestros pensamientos como prove-nientes del exterior
sem ejantes a palabras que zum ban en el afuera en que estam os
sumergidos. ¿No es acaso porque los pensamientos son percibidos
como provenientes de afuera que son considerados verdaderos108?
Cuando a la palabra (al pensam iento) se añade la voz de afuera,
tenemos la alucinación. Sea cual fuere, auditiva, visual, cenestésica, la
alucinación sólo se sabe si se dice y sólo se dice con palabras, por
tanto con una voz; se dice con la voz alucinada o con la voz del sujeto
que tiene voces; cuando una palabra se dice, com porta la dimensión
de la voz, aunque sea muda. ¿No es una voz m uda la que impone un
pensamiento?
Al transportar la representación de palabra que retorna, la voz
adquiere la función de una cosa (Sache) unida a una palabra ( Wort) y
reconstituye así la combinación de partida, simbólica, de lo oído y lo
real de la voz. Pero la reconstitución es despareja; si bien la voz es
siempre la voz de lo oído, en cambio el contenido de lo oído alucina-
torio no tiene nada que. ver con el lugar ni con el tiempo de donde
han sido abolidos la voz y el significante. Algunas de las palabras
desparejas a la voz alucinada son pescadas en el gran almacén de
provisiones de los m edios de comunicación, incluso cuando una
fabulación delirante las escoge en la serie de una filiación.
Toda alucinación es verbal en la exacta m edida en que son
necesariaa^paLabras para decirla porque el sujeto está preso en el
lenguaje. Que toda alucinación sea verbal implica, cada vez que sucede,
la dimensión inherente a lo verbal que es la de la voz109, no a causa del

108 Ib id, pág. 2708. Es un juego de palabras de Freud entre Wahrnehmen (percibir) y fü r
Wahrgehalten (tener por verdadero).
109 Lacan dice: «Es imposible concebir la alucinación verbal si no comprendemos lo que
quiere decir el término mismo -fevoz; Es éíi
lugar desde donde se emitiría ni donde ella se escucharía (la oreja,
recordemos, es el orificio pulsional que no puede cerrarse), sino porque
el lugar a donde retom a y que puede ser un lugar cualquiera del
cuerpo110 no existe si no preso en el lenguaje, por tanto én la voz.
¿Cuál es lo real de la voz? Lo real del primer exterior constituido por
das Ding está dividido en dos partes: una parte constante que es el
objeto perdido de la percepción original tocada por la Urverdrangung
y que nunca puede reencontrarse, y una parte variable form ada por
los atributos de la cosa admitidos en el interior del sujeto y convertidos
en representaciones, que tejen la tram a de la realidad donde reencon­
trar un objeté' cercano a aquel representado. Lo real de das Ding que
no se manifiesta, no es el mism o que el de la voz que se manifiesta, ya
sea que se oiga o que se calle; lo real es, recordémoslo, disperso y
pluralizable. Ahora bien, lo que es expulsado por la Ausstossung con
das Ding es la materialidad sonora de la voz que constituye lo real del
Otro del Goce en tanto que definitivamente separada de la atribución
significante (y representada en el inconsciente) del grito. Es esta mate­
rialidad sonora la que fuerza al percipiens a escuchar las voces; es ella
la que constituye el retorno en lo real de lo precluido, retorno cuya
condición es que el Ich tocado en su núcleo responda presente.
La voz, material sonoro de lo oído, lado real de la huella, circula
afuera en el mundo; lo real de la voz dispersa la realidad del mundo
rep resen tad o h asta hacerlo irrepresen table, indefiniblem en te
disociado. Para que un sujeto se vuelva psicótico, es necesario que la
voz atrape una representación de palabra cualquiera (con preferencia
una de esas que crean lazo entre los hombres, lazo político). ¿No se
podría proponer otra fórmula de la preclusión: lo que se rehusó al

tanto que el objeto de la voz está allí presente que está también presente el percipiens.
La alucinación verbal no es un falso perceptum, es un percipiens desviado. El sujeto es
inm anente a su alucinación verbal [...] Fundam os la seguridad del sujeto en su
encuentro con la porquería que puede soportarlo, con el objeto a del cual no es
ilegítimo decir que su presencia es necesaria». Séminaire XI, pág. 232.
110 Lacan dice que el sensorium es indiferente en la producción de una cadena significante
s e itnpQ’tlE pox si üiism a al sujeto en su dimensión de voz, Ecrits, pág. 533.
decir se transforma en voz? Pues la preclusión tiene como consecuencia
que cierto número de cosas ( Sachvorstellungen) sean rehusadas al decir;
pasando a lo real, esas cosas se transform an en voces que las palabras
que ellas transportan nos hacen oír.

Un forzamiento de la discontinuidad entre la metapsicología freudiana


y los conceptos lacanianos nos permitiría ahora com pararlo que Freud
llama la alteración del Ich en la psicosis, con aquella que describe Lacan,
que produce el retorno de lo precluido transform ando el significante
en real. A este retorno, el sujeto responde que él está allí y no cesa de
ser su destinatario. A sus voces, el loco responde presente. Es así como
se constituye en su dirección. El es su retorno. ¿No sería la preclusión
e n t o n c e s un d e c ir - que -sí a lo real, el revés de la Bejahung ? Decir-que-
sí es decir que puede decirse todo sin límites. ¿Sería entonces lo opuesto
del decir-que-no que define a la excepción paterna que funda la
dimensión de lo universal, excepción ausente en la psicosis?
¿Qué otra relación se podría establecer entre la preclusión del
Nombre-del-Padre y el retorno en lo real de ese significante, sino la
que establece la voz? La voz, dimensión ineludible del padre, que es la
voz de su deseo, sería el retorno del Nombre-del-Padre precluido. Al
CCtfíSfítuirse com o destinatario de la voz del Padre alucinado, el
encerrado afuera permite que se establezca no un deseo del Otro
ausente, sino un deseo del Padre referido a él, absolutamente presente.
Si bien el entrecruzamiento freudiano entre metapsicología y mitos
del padre no^s j>ara nada un anudamiento sino que pertenece al orden
de una distancia, sin embargo da cuenta de la manera en que el Padre,
al prohibirle gozar de la madre, abre al sujeto el acceso al lenguaje y
hace posible el escrito psíquico que allí se deposita. Ahora bien, Freud,
que advierte la importancia del mecanismo metapsicológico de la
preclusión, no lo refiere explícitamente al padre. Hay que esperar a
Lacan para que, a partir de la psicosis, sea introducido el Nombre-
del-Padre allí donde precisam ente lo alcanza la preclusión. Las
consecuencias de la preclusión del N om bre-del-Padre sobre el
conjunto de la organización psíquica y sobre el aparato significante,
tal que el sujeto puede o no incluirse en él, muestran en un movimiento
inverso cómo ese significante es el que rige lo psíquico. Estas conse­
cuencias revelan la falla simbólica que contiene el Nombre-del-Padre
y cuya ausencia hace im posible o al m enos muy problem ática la
implicación del sujeto en la cadena significante. La formulación del
Nombre-del-Padre es la de un lugar vacío, de un m ás allá del sujeto,
que ocupará o no el padre en uno u otro de los registros en el que se
ve llevado a funcionar; este lugar es ectópico al sujeto, independiente
de él. Ahora bien, la no ocupación de este lugar vacío lo hace legible y
explícito. No-ocupación más que abandono. Si el lugar no es ocupado»
es por falta del lugar mismo, y no por falta de un ocupante. La no
ocup^ci#n simbólica del lugar del Nombre-del-Padre en la psicosis
llevó a Lacan a elaborár a la vez este lugar en tanto vacío y el significante
que viene a ocuparlo. Puesto que el padre no está hecho solamente de
palabras si no también de su doble vocálico —es decir, su parte im pro­
nunciable—inserta al sujeto a la vez en el significante y en la pulsión.
Si sólo un significante puede marcar la existencia del lugar vacío del
Padre, la ausencia del significante que lo marca significa que el lugar
vacío falta; y es doblemente faltante, una vez porque su significante
falta, otra vez porque lo ocupa el padre real, el padre del lado pulsional,
del lado del goce. Ausente por la preclusión, la parte simbólica del
Padre deja en el lugar su parte real que ocupa su sitio. En efecto, a partir
del seminario RSI , Lacan dividirá al padre simbólico en Padre como
nombre (simbólico) y Padre del nombre o padre nombrante (real).
La ausencia de un significante que marque el lugar vacío en la
cadena producirá en el sujeto, si se encuentra con un padre real, una
alteración delirante que ocupará el lugar de la im posibilidad de
respuesta por su parte. En sum a, la alteración delirante será su
respuesta a la irrupción de Un-padre como sin razón111. El hecho de
que esta a lte ra ció n se lea en lo s m o m e n to s re n o v ad o s de
desencadenam iento de la psicosis, perm ite com prender que la
preclusión no se ha producido de una vez por todas en WZ, sino que
no deja de producirse. La preclusión del padre significa que no hay
sitio ni lugar para el sujeto desde donde responder a cualquier
manifestación del padre. No hay medios para nom brar «padre» a esta
manifestaciónCÍSin embargo la preclusión del padre no es una ausencia
de padre, es ausencia de algún significante capaz de dar cuenta de él.
El padre es en cierto m odo apartado del lugar que debe ocupar en el
sujeto para hacer funcionar el lenguaje, porque ese lugar no habrá
existido; lo que la preclusión abóle y no cesa de abolir no es el padre,
sino el lugar que hubiera debido ocupar. Ningún significante en el
sujeto puede responder del padre ni responderle. El hecho de que falte
un padre implica que entonces no puede ser
más que real o imaginario. Cuando el padre es apartado de ese lugar

111 Lacan, «L’Etourdit», en Scilicet 4, Le Seuil, 1973, pág. 22.


qúe lo habría hecho Padre, no se convierte en ausente; por el contrario
se vuelve terriblemente presente y real como lo es la madre.

* x- sí-

Guando alcanza al Nombre-del-Padre, la preclusión vuelve loco.;Pero


también puede recaer sobre un significante diferente, es decir, sobre
un saber diferente; el efecto será siempre el retom o de ese significante
en lo real, retorno que es la única lectura posible de ese efecto. Por
cierto hay otras preclusiones que la que resulta de la preclusión del
Nombre-del-Padre112; éstas deciden acerca de una relación con el saber
que com porta su propio rechazo en una confianza desesperada del
ser113 al igual que lo inconsciente com porta el rechazo del saber que lo
constituye. La diferencia entre esos dos m odos de rechazo recae sobre
el retorno de lo rechazado; el saber rechazado por la preclusión
reaparece en lo real. Considerar al sujeto como preclusión114 ¿no es
considerarlo como la elisión significante que lo produce en el origen?
Él retorna ^Le.^&í^. elisión significante constituiría entonces al sujeto
que sería respuesta de lo real115. ¿Pero no habría que considerar
entonces que, en la psicosis, donde precisamente falta ese significante

112 «Es cierto que la preclusión tiene algo de m ás radical, puesto que el Nombre-del-
Padre es a fin de cuentas, algo ligero; pero es cierto tam bién que es allí que algo puede
servir, en cambio en la preclusión del sentido por la orientación de lo real, ¡todavía no
estamos allí!». J. Lacan, Le Sinthome, sesión del 16 de marzo de 1976, seminario inédito—
I f i Cfi J. Lacan, «D ’un dessein», en Écrits, pág. 363: «Al progreso de esta tarea, añadam os
las dificultades personales que pueden obstaculizar el acceso de un sujeto a una noción
como la Verwerfung, a m edida incluso que está más interesado en ella. Dram a cotidiano
donde se recuerda que esta enseñanza que abre a todos su teoría, tiene como apuesta
práctica la form ación del psicoanalista». Cf. tam bién J. Lacan, seminario La logique
dufantasm e, sesión del 15 de febrero de 1967 (inédito): «La única vía por donde lo
que yo enseño se transm ite en lo real no es otra que la Verwerfung».
114 Lacan habla del sujeto com o Verwerfung en tanto que se identifica con el corte y que
se aprehéiíde y se percibe p or ello como real {Le désir etson interprétation, sesión del
24 de junio de 1959 [inédita]).
115 J. Lacan, «L’Etourdit», en Scilicet 4, pág. 15: «lo que el discurso analítico atañe, es el
sujeto, que, como efecto de significación, es respuesta de lo real».
omitido en la cadena que instaura el Nombre-del-Padre, la preclusión
del sujeto resultaría imposible? Por eso he propuesto antes la hipótesis
de que en la psicosis no se trata de un sujeto que representa un
significante para otro significante, sino de un cuerpo; llevando más
lejos esta hipótesis, ¿se podría decir que se trata de un sujeto petrificado
como cuerpo por el significante (Sx) que lo representaría para algo
abolido en S2?
La preclusión recae sobre esto: que algo pueda ser dicho o no; en
ese sentido no existe otra preclusión que la del decir. El ejemplo más
clásico de una preclusión parcial es el de la alucinación del dedo
cortado del El hombre de los lobos, retorno en lo real del rechazo de la
castración. En su comentario, Lacan evoca «la especie de embudo
temporal donde [el sujeto] vuelve sin haber podido contar los giros
de su descenso y su subida, y sin que su retorno a la superficie del
tiempo común haya respondido en nada a su esfuerzo»116; esos efectos
temporales indican la exterioridad absoluta de la preclusión y su
atemporalidad, atemporalidad conexa a la sincronía de los significantes
reunidos en W Z donde ha golpeado la preclusión. El resultado es que
el acceso a la castración aquí rechazado remite su significante al
exterior, pero no sin que el sujeto quede atado allí por una «fijación
erótica»117; la suerte de los significantes alcanzados por la preclusión
deja presente el apego del sujeto a esos significantes. Que la preclusión
de la castración no acarrea la perturbación del conjunto del lenguaje
para un sujeto da cuenta del mantenimiento de un fundamento edípico
en las histerias graves (las locuras histéricas). A la inversa, el significante
del Nombre-del-Padre, cuya preclusión perturba profundamente la
organización del lenguaje para un sujeto, arrastra a las tinieblas no
sólo la posibilidad de una escritura inconsciente, sino el conjunto £¡Le
su bagaje de afecto que es la voz del padre y de la cual nada queda
conservado en lo psíquico.

116 J, Lacan, «Réponse au commentaire de Jean Hyppolite», en Bcrits, pág. 390.


117 J. Lacan, seminario Les psychoses, pág. 161. En castellano en Editorial Paidós.
La preclusión puede recaer sobre cualquier significante y condenar
un saber. Por cierto que si se produce en lo inconsciente puede volver
loco a un sujeto; ¿pero qué les sucede a los hum anos cuando la
preclusión reina sobre el m undo com o un poder racionalmente
justificado118? Si los significantes del espacio hum ano común son
alcanzados por la preclusión, ¿qué consecuencias tendrán sobre el
ordenamiento ético de este espacio? ¿Bajo qué forma actual (de lo
visto y lo oído de los medios de comunicación modernos) retomarán?
Lo cierto es que los significantes rechazados que retom an en lo
real contemporáneo son un punto de atracción para lo que retorna
en la psicosis^pues ya están en lo real y para siempre en lo actual;
porque se dirigen a todos, crean un vínculo. Ese vínculo, que no puede
fomentar ningún saber, vehiculiza las alucinaciones psicóticas. Sin
embargo es en esencia un desanudamiento entre un real frío ya allí, y
un real producido por lo simbólico, lo real de adentro excluido. El
absurdo desanudamiento fundamental de un lazo como ese ¿no sería
el signo de la ausencia irremediable de un Padre? Ya sea impotente
(como puede serlo el padre imaginario tan imperfecto que tiene el
chico) o que sea masacrado (como un padre real, pero aquí sin retorno
de ley), está en todo los casos colocado en la imposibilidad m ism a de
faltar, o sea de existir en un plano simbólico.

X- * X-

La preclusión recae siempre sobre un significante. Pero el hecho de


recaer sobre el significante amo del inconsciente, el del Nombre-del-
Padre, la distingue, en primer lugar metapsicológicamente y estruc­
turalmente después, de la represión originaria que es la condición de
ingreso del sujeto en el lenguaje. Freud distingue Id/Ürverdrangung>
de las represiones secundarias que tienen valor defensivo y que inter­
vienen sobre un material inconsciente ya constituido y organizado en
función de la historia del sujeto. Los «p rocesos o rigin arios de
represión», evocados en Análisis terminable e interminable pueden ser
objeto de una corrección posible por la cura; para «corregir» la forma
en que el sujeto se fabrica, hay que remontarse a las condiciones de su
emergencia. En el momento de la percepción original marcada por el
proceso de la Bejahung, la percepción se engendra ella m ism a en la
experiencia prim aria de satisfacción, a partir de la pérdida primordial
del objeto de satisfacción, la percepción y las inscripciones que la
siguen, representaciones freudianas u organización significante
lacaniana, tienen su origen en una carencia primera en lo percibido,
en un agujero en la atribución simbólica primordial. Esa falta primera
constituye la incompletud del Otro; porque todo no puede decirse, el
sujeto entra en el lenguaje. Condición para que el sujeto hable, lo
Urverdrangtle abre, a partir de la incorporación significante, un lugar
para el vacío de la negación, vacío de la ausencia significante; renueva
así, en el seno del conjunto de los significantes incorporados, el proceso
de la primera negación {Ausstossung) como el «fuera de la nada» de la
primera afirmación (Bejahung). Para servirse de los significantes, hay
que descontarse de un lugar vacío; aquí se presenta de nuevo la
pregunta del sujeto como preclusión. Pero lo Urverdrangt tiene otro
aspecto: el del significante primordial al que el sujeto deberá sujetarse,
y cuya recurrencia instala y atrae las cadenas significantes que de allí
se deducen. La marca de esa represión originaria, desde donde se
institrryc el sujeto en el lenguaje ¿no es acaso el puro olvido?
Pero este significante primordial que la cura lleva a reproducir en
las condiciones de su eflorescencia119, ¿no tiene algo en común con el
Nombre-del-Padre? ¿Acaso la preclusión sobreviene secundariamente
(se trata aquí dfe tiem po lógico y no cronológico) a la represión
originaria? Pues para un sujeto ya constituido, ya en el lenguaje (salvo
tal vez en el caso del autism o), cierto significante, el del Nombre del
Padre, es abolido. J. Lacan considera a esta abolición como el meca­
nismo específico de la psicosis; el sujeto está en el lenguaje, pero no
puede servirse de él como lo hace un neurótico porque falta el lugar,
vacío que lo ordena. Sin em bargo se im pone otra alternativa: la
preclusión del Nombre-del-Padre no sería secundaria a la represión
sino contem poránea a la m ism a. ¿Recaería sobre el significante
primero, el el significante primordial que representa al sujeto para
otro significante? ¿O no haría m ás que alterar ese significante
primordial bajo el cual se hiela el cuerpo del sujeto porque no hay
significante para el cual representarlo? Pues si ese significante para el
cual los otros Representan al sujeto, si ese significante que tiene muchas
relaciones con erNombre-del-Padre ha sido abolido, todos los otros
significantes no representan ya nada. Una nada que se hace real, cuerpo
congelado. En efecto, lejos de producir una suerte de desvelamiento o
de traer el inconsciente a la superficie120, la preclusión del Nombre-
del-Padre perturba toda la organización de lo inconsciente hasta su
vaciamiento completo. Esta perturbación proviene del desplazamiento
en lo real (real del nombre y/o real del cuerpo) del representante del
sujeto, desplazamiento que lo altera, y de la abolición de aquello por
lo cual el sujeto es representado. Sus efectos son la disociación psíquica,
la presencia en el exterior deÍTetorno de lo precluido —que no es para
nada identificable a lo inconsciente— encarnado p o r la voz; el
significante precluido que reaparece en lo real se transforma en voz;
se transform a en lo real de la voz juntam ente con palabras que
pertenecen al exterior-interior de lo preconsciente. Ante lo precluido,
el sujeto se encuentra «absolutamente desprovisto, incapaz de hacer
eficaz la Verneinung contra el acontecimiento»121; su sola respuesta
consiste en alterarse para intentar transformar el peligro exterior de
la alucinación en peligro interior (delirio o llamada).

120 Cfi S. Aparicio «La forclusion», en Ornicar? n ° 28, ed. Navarin.


121 J. Lacan, seminario Les psychoses, op. cit., pág. 100.
Nos encontramos aquí con la prim era idea de Freud sobre la
defensa122 específica de la psicosis: una defensa tal que elimina la idea
y el afecto aferente. El afecto retorna mientras que la idea abolida es
reemplazada por una idea actual. Pero hay que llevar la cuestión más
lejos. ¿En qué se convierte la idea m ism a (o el significante) en tanto se
presenta com o abolida, jam ás llegada al sujeto? ¿No se vuelve
precisam ente im pensable, inexistente, es decir, real, im posible?
Mientras que esta idea entra en la dimensión de lo real, su parte añadida
que Freud llama afecto y Lacan objeto a, parte constituyente de la
materialidad sonora de la idea, ve renovada su expulsión primordial
en el proceso de la Ausstossung que la separa definitivamente de toda
atribución significante.

* * *

Si bien el retorno de la voz en tanto alucinada en la psicosis es


consecuencia de la preclusión del Nombre-del-Padre, se operará un
cruzamiento, ausente en Freud, entre la preclusión como mecanismo
metapsicológico y el Padre en tanto que rige lo inconsciente. ¿Indicaría
ese cruzamiento que la preclusión sería más bien una estrategia del
sujeto ante el Padre que un mecanismo de defensa? En efecto, a partir
de ese padre apartado en la psicosis Lacan nom bra por primera vez el
significante del Nombre-del-Padre123. Lo nom bra en el lugar mismo
donde no funciona, en el momento mismo en que ningún término
viene a ocupar su lugar. Lo nom bra cuando ningún llamado del Padre
puede ser recibido por el sujeto porque en él no hay un lugar desde
donde responderle.
A partir de la preclusión del Nombre-del-Padre, Lacan elaborará
la forma en el que padre ocupará, con la metáfora paterna primero, y
luego en los diferentes registros imaginario, simbólico y real que lo

122 S. Freud, L as psiconeurosis de defensa, en Obras completas tom o I, pág. 169.


123 J. Lacan, seminario Les psychoses, sesión del 27 de junio de 1956.
pluralizarán, el lugar del Nombre-del-Padre. Pluralizar los nombres
del padre representa el anudamiento por medio del Nombre del Padre
de los registros de lo real, lo simbólico y lo imaginario. ¿Qué sucede
con la preclusión en esas etapas m ás tardías de la enseñanza de Lacan?
Por cierto que R, S e I están desanudados en la psicosis; es una versión
topológica de la preclusión. Pero la división real-simbólica en el seno
m ism o del Padre puede perm itir precisar de qué form a opera la
preclusión. Esta división interviene en el interior mismo del Padre;
Lacan llama Padre como nom bre124 a la parte simbólica del Padre, y
Padre del Nom bre125 o Padre nombrante (que puede llegar hasta a
gozar de dai& nom bre) su parte real126. Fracturando al Padre, la
preclusión eyecta el costado simbólico del padre, es decir al Padre como
nombre, y lo separa de su lado real, el Padre del nombre, el que da
nombre a las cosas; del mismo m odo que una representación abolida
es separada de su afecto. Y, así como una idea rechazada retorna bajo
la forma de su afecto, lo que del padre retornará bajo la forma de la
voz ¿no debe referirse al Padre nombrante? Ya en el momento de la
formulación de la metáfora paterna127 Lacan indica la necesidad de
una sim bolización prim era del deseo de la m adre para que esta

124 J. L aca», seminario RSI, sesión del 15 de abril de 1974 (inédito): «el Nombre-del-
Padre, lo que no quiere decir otra cosa que el Padre como nom bre [...] no sólo el
padre como nombre sino el Padre como nom brante [...]. El agujero del «yo soy el que
soy» es un agujero... un agujero, eso remolinea, eso m ás bien traga. Y después hay
m om entos en que eso reescupe, ¿escupe qué? El nombre; es el Padre como nombre».
125 J. Lacan, seminario Le Sinthome, sesión del 18 de noviembre de 12975 (inédito). «Es
en tanto que el Nombre-del-Padre es también el Padre del nombre que todo se sostiene,
lo que no hace menos necesario el síntom a».
126 J. Lacan, seminario RSI, sesión del 11 de marzo de 1975 (inédito). Igualmente las
sesiones del 18 de marzo, 15 de abril y 13 de mayo de 1975. Igualmente en el seminario
Les Non-dupes errent, sesiones del 11 de diciembre de 1973 y del 19 de marzo de 1974
(también inédito).
127 J. Lacan, Ecrits, pág. 557. «Esto se aplica a la m etáfora del Nombre-del-Padre, o sea la
m etáfora que pone este N om bre en el lugar prim itivam ente sim bolizado por la
operación, de la ausencia de la madre».
N om bre^del-Padre ^ Deseo de la m adre_ N om bre_del_Padre f _A _ )
D eseo de la madre Significado al sujeto \ Falo /
metáfora opere y se ve a ese Deseo-de-la-Madre elidirse en dos lugares
diferentes, primero el del significante por encima de la barra, luegolá
del significado bajo la barra. ¿No se podría situar ya la preclusión como
lo que impide la segunda elisión, que no es segunda sino por la escritura
del aprés-coup, elisión que permite que el deseo de la madre sea deseo
de otra cosa? La preclusión fijaría entonces a la madre en la primera
elisión, la que, por no ser elidida, no habría dejado funcionar el
operador del Nombre-del-Padre para la madre, ni a fortiori para su
hijo. El hijo, pegado al deseo de la madre, no tendría a su disposición
ningún lugar donde pudiera ser representado por un significante para
otro significante; es decir que la preclusión intervendría sobre el
significante segundo, rechazado del lugar del Otro por el desencadena­
miento de goce, significante para el cual el significante primero habría
representado al sujeto; el hijo no tiene acceso a ningún lugar que haga
fu n cio n ar p a ra él la cadena significante de m o d o que pu ed a
descontarse de ella o, en términos freudianos, ningún lugar donde
podrían reunirse las representaciones de cosa y las representaciones
de palabra. Pegado al deseo de la madre, no tendría otro acceso al
Padre que la parte real nombrante de un nombrar-a128 una función —
avatar del padre en el deseo de la madre» Nada que sea del orden del
saber (S2) por el cual ser representado por una idejatificación con el
padre; pero la vertiente pulsional del saber, o en otros términos el
Otro como goce del padre real es aquello por lo cual trata en vano de
representarlo una identificación imposible con el Padre (en Sj); esta
identificación sólo es posible con un rasgo real del padre (letra de su
nombre o rasgo de su cuerpo). La preclusión ha quebrado el S2 y no
ha dejado en pie más que el goce del padre como depósito de un saber
excluido. Por eso frecuentemente parece que la única posición sexuada
accesible a un psicótico es la de La madre —ni hombre, ni mujer: La
madre. Pues la mujer no entra en la relación sexual m ás que quoad
mattem 129>única figura real, es decir imposible, de La mujer. Incluido,
enviscado en la cadena significante de donde no puede desaparecer
como efecto—sujeto, el psicótico sólo tiene que ver con La madre,
relevada por el padre real. Que lo peor esté en el padre, que el gozar
del padre sea éxtimo a su función simbólica es ciertamente el caso
trivial; pero si falta la función simbólica, sólo queda lo peor. Si no hay
lugar simbólico que sea sostenido por el padre, queda lo peor de su
goce imposible, por tanto real, el del padre nombrante.

La relación del sujeto con el significante no es adquirida de una vez


por todas; el sujeto debe conquistarla, apropiársela, para por fin
sujetarse a ella. Para eso es necesario que esté colocado en una relación
con el significante que implique su ser130; es éste el sentido que puede
tomar en Freud la unión entre representaciones de palabra y repre­
sentaciones de cosa. Pero cuando hay preclusión, esta implicación del
ser no tiene lugar; la preclusión del Nombre-del-Padre alcanza a la
estructura misma del sujeto. ¿No habría entonces ni preclusión del
sujeto ni implicación de su ser? Esta implicación del ser, ofrecida por
el Padre, anuda conjuntamente la conjetura de palabras que es el Padre
(pura contingencia) y lo sabido del asesinato (lo ineludible necesario);
cuando hay preclusión, ese anudamiento no tiene lugar. Entonces el
padre no estará hecho de palabras sino de cuidados maternales (con
sus dependencias financieras y sociales); no falta, está allí, real, ni
muerto ni prom otor de ningún deseo. No se sitúa en lugar de un
significante que no significaría nada y que por ello polarizaría a todas
las significaciones; no puede introducir la cuenta de las generaciones
ni el descuento del sujeto cuando habla; no es independiente de la
existencia m ism a del sujeto que reduce su nombre propio a un puro
significado (del deseo de la madre) o que hace de cualquier significado
un nombre propio que lleva como un guante. Sólo di Nombre-del-

129 J. Lacan, seminario Encoré, pág. 36. En castellano en Editorial Paidós.


130 J. Lacan, seminario Lespsychoses, en op. cit. pág. 214. En castellano en Editorial Paidós.
Padre podría soportar esas funciones, abolidas en la psicosis. ¿Basta
con que la oquedad de este Nombre, imaginarizada a partir de lo
impronunciable del Nombre, no se arrime al sujeto sino por el sesgo
de lo Urverdrangt de lo sabido primitivo del asesinato del padre —ese
asesinato que constituye al Padre—cuando esta abertura es abolida?
Apartado por la preclusión, lo impronunciable del Nombre retorna
bajo la form a de la voz, que llama a alguien por su nombre propio;
esta función de llamado puede a veces hacer que se consagre a la
redención del Padre, forma mesiánica de lo que es la reparación del
padre en la neurosis. ¿Cómo la voz, retornando a partir del Nombre-
del-Padre precluido, alcanza a la parte del Padre que es la forma real y
nombrante del llamado a una misión?
Ese retorno de la voz, proveniente de un padre apartado de un
lugar ya ausente, ¿no podría indicar una vía de acceso para el analista,
una vía diferente de la que conduciría a una corrección, a un nuevo
trazado de los procesos de represión originaria? ¿Una vía que produjera
una corrección de lo real, lo único que está en juego en la psicosis? Ese
real alcanzado a nivel de los WZ es un real pulsional que podría
traducirse po r una m odulación de la voz que diera una form a
pronunciable a lo improrftmciable del Nombre-del-Padre; lejos de ser
el puro llamado de «Un padre» a una nada de significante que no
puede responderle, esta inflexión de voz sería una simple dirección: la
sustitución por una dirección de la dirección del Otro que no acude
al llam ado, constituiría una dirección real para ese llam ado sin
respuesta.
¿C o n c l u ir ?

¿Cómo concluir un proceso que no cesa de abrirse? ¿Cómo detener lo


que no puedé cerrarse? Oscura y muda, la fractura no deja más que
un vacío en lo que falta; es grito, es ese grito de las ocas que descienden
en las tinieblas salvajes «como huérfanos a quienes les muestran dos
rostros en una m ultitud diciéndoles: éste es tu padre, ésta es tu
m adre»131.
Un padre, un nombre, una voz: son los términos de la operación
que permite que un sujeto se apodere del lenguaje.
La preclusión del padre enfrenta al sujeto al que constituye con
una voz que le retorna pluralizada desde afuera, con un nombre
multiplicado en significaciones, con un padre totalizable bajo la forma
de La madre. ¿Cómo servirse del lenguaje con términos que se han
convertido en útiles tan heteróclitos? ¿Cómo abrirse un camino en la
palabra sino inventando pasarelas entre nombre, voz y padre?
La invención delirante nos hace ver que el saber (S2), encerrado
afuera, no es más que el fantasma de la falta del Otro; un fantasma
muy presente, a veces vociferante, que viene por la noche a tirar de los
pies de los mortales dormidos. ¿Qué es lo que puede representar al
sujeto para un fantasma? ¿Y qué tipo de sujeto es el que fija y hiela un
representante huido al corazón de sí mismo? El fantasma queda detrás
de los postigos, mientras que el representante (S ^, en lo más íntimo y
en lo más secreto del sujeto, se construye con fragmentos del goce del

131 William Faulkner, Mientras agonizo. Editorial Cátedra, 1989.


padre que lo alteran. Así como las palabras son cosas, la enunciación
es aflujo de real. Alucinación o voz del analista, la voz es pasarela entre
el padre simbólico abolido, del cual es retorno, y el padre real huido
del cual es órgano y timbre.
La alquimia de lo extraño que convierte a lo simbólico en real y al
padre en voz subvierte la estructura del sujeto. ¿Aclara sin embargo su
constitución? Si tanto la invención delirante, como la agudeza del
enunciado psicótico, puntúan el proceso preclusivo sin cerrarlo jamás,
el decir del psicoanalista es un decir-que-sí a ese proceso; es la huella
audible excavada por la petrificación del sujeto bajo su propio nombre,
una huella que, a su vez, puede oírse. El loco encuentra entonces en el
analista, en su voz como en su decir, la huella de lo que no ha advenido
para él¿ ¿Podrá construir un saber con esta huella?
L é x ic o

Ausschliessen: expulsar, excluir


Ausstossung: expulsión
Bejahung: afirmación
Bewusstsein ( Bw ): consciencia, sistema percepción-conciencia
Das Ding: la Cosa
EinführenyEinführung: introducir, introducción
Einbeziéhung: introducción en el yo, adm isión en el yo, añadido
Entstellung: desplazamiento, desfiguración.
Erinnerung: rememoración
Erinnerungspuren: huellas mnémicas
Heimlich-unheimlich: fam iliar, secreto-extrañam ente Familiar,
inquietante «extrañeza», lo siniestro
Ich: yo, sujeto
Ichveranderung: alteración del yo
Ichumarbeitung: modificación del yo
Lücke: laguna
Lust-Ich: yo-placer
Niederschrift: sentado por escrito
Qualitatszeichen: signos de cualidad
Sache: cosa
Sachevorstellung: representación de cosa
Schrift: escrito
% ^f& uella
Hecho, acto
Überschrift: título, transmisión de un bien por escrito, informe, escrito
£>

por encima
Umschrift: reescritura, transcripción
Unbewusst ( Ubw): Inconsciente
Unerkannt, erkannt: imposible de reconocer, reconocido
Unertraglich: insoportable
Unvertraglich: inconciliable, incompatible
Urteil: juicio, partición originaria
Urteilsverwerfung: juicio de condenación
Untat: mala acción, el acto por excelencia, el acto asesino
Urverdrangung , Urverdrangt: represión originaria, lo reprim ido
originario
Ver: en alemán partícula verbal, que implica la idea general de alejar:
entra en la formación de verbos expresando:
—a través, falso: verfalschen (falsificar), sich versprechen (hacer un
lapsus), sich verschlucken (atragantarse), verwechseln (confundirse,
equivocarse), verraten (traicionar)
—a lo lejos, en otra parte: verreisen (partir de viaje), verschicken (enviar
lejos), vertreiben (expulsar, desalojar)
—hasta obtener un resultado* un cambio de estado, llevar hasta el fin:
verneinen (negar, responder no, rechazar), verwandeln (metamor-
fosear), verwerfen (arrojar un objeto tan bien que no se lo pueda
volver a encontrar, rechazar o declarar que algo no está bien, no
utilizable, inaceptable)
—cerrar a fondo: versiegeln (sellar), verriegeln (oxidar)
—leugnen (negar la verdad de..., declarar falso, no verdadero
—verleugnen: no reconocer, confesar lo que es la verdad ( sich verleugnen:
hacer como si no se estuviera en casa, no abrir cuando llaman) o
(sich selbst verleugnen: actuar diferentemente de lo que convendría
a su ser); renegar de su fe, de sus creencias; no puede verleugnen
u » rasgo de carácter, un afecto, no puede ocultarlo
Véranderung: modificación, alteración
Verdrangung: represión
Vetfalschung: falsificación
Verleugnung: renegación, desmentida, rechazo poco claro
Verneinung: negación
Verurteilung: condenación
Verwerfung: preclusión, en francés forclusion
Verwerfungsurteil: juicio que condena y rechaza
Vorbewusstsein (Vb): preconsciente
Vorstéllung: representación
Vorstellungsrepresantanz: representante de la representación, Sj en el
sentido de Lacan
Wa hrnehm uágsze ich en (WZ): signos de percepción
Werfen, verwerfen: arrojar, precluir
Wort: palabra
Wortvorstellung: representación de palabra
Zeichen: signos
O bras c it a d a s

Aparicio, S. «La forclusion», en Ornicar? n° 28, ed. Navarin.


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