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Encerrados afuera»
La preclusíén, en
concepto lacaniasio
L a p r e c l u s i ó n , U N CO N CEPTO LACANIANO
COLECCIÓN I^ U ^ I n T ÍG O N A - 1 2
d i r i g i d a p o r G r a z ie l l a B ara va lle
SO LA L R A B IN O V IT C H
E n cerra d o s a fu era
L a p s s e c l u s ió n , u n c o n c e p t o l a c a n ia n o
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Im preso en Españ a
D epósito legal: B - l 1919-2000
ISB N : 84-7628-332-6
Im presión y encuadernación: Rom anyá Valls S.A., C apellades
S u m a r io
Prólogo ............................................................................................... 11
¿Concluir? ..........................................................................................91
Léxico ..................................................................................................93
Obras citadas 97
Encerrado s a fu era
Los locos, los exilados, los apátridas y los excluidos están encerrados
afuera. Afuéra, fuera de las fronteras de su país como fuera de los
lazos de su lengua materna; afuera, fuera de sí. ¿Habrá existido alguna
vez ese «hogar» de dónde han sido expulsados? ¿Existe una huella
visible, legible, de ese «hogar »?1 El lugar de su exilio se ha convertido
para ellos en (un exilio m ás preciso y más violentó) que el punto de
partida que los ha llevado allí; de este exilio presente se ha ausentado
el dolor m ism o pp®du¿ida por el desgarro de la partida; en este exilio
ha esctinguido la nostalgia 2de aquel que hubiera podido nombrarlo,
el Padre. los verdaderos encerrados afuera son los locos, exilados
gara siempre de su inconsciente: no sólo son extranjeros en su exilio,
sino que so a extrañospara sí mismos, ajenos a su historia, extranjeros
en la lengua de su infancia. No solamente están exilados de un país y
de una lengua: el nom bre, la voz y el pad re tam bién los han
abandonado para siempre. Una ausencia sin nombre reina en el afuera
que los ha desterrado de una tierra y los ha borrado del Libro3.
A la exclusión responderá la reclusión que localiza lo extraño y
fija su desplazamiento errático. Necesitamos velar la cicatriz del exilio
1 N. de la T.: He traducido «hors de chez eux» como «fuera de sí», pero en francés chez
im plica «estar en casa de», m atiz que no puedo conservar en castellano. En cambio,
mantengo la acepción de «estar fuera de sí», que indica la locura.
2- Vatersehnsuckt: la nostalgia del padre. En Tótem y tabú, en Obras completas tom o V,
Biblioteca Nueva, M adrid 1972, pág. 1839.
3 Cf. Exodo, 32,32, Moisés al Eterno: «Bórram e del Libro que tú has escrito».
necesidad contiene el anhelo no sabido de construir un interior para
aquello que está abierto al viento de la llanura. Porque los locos están
externados en su encierro afuera, nosotros los internamos; es nuestra
única form a de reconocer, en el loco, al extranjero o al excluido que es
el otro para cada uno de nosotros, en el relámpago de una libertad
que le enviamos porque nos deslumbra.
La preclusión 4 (forclusion) es el nombre de la fractura que los ha
encerrado fuera de toda inscripción, fuera de las huellas de la ruta de
nuestros sueños, del cielo de nuestros pensamientos, de la casa de
nuestro dolor o de nuestra alegría: lejos de nuestro heimlich. El centro
«éxtimo »5 de esta ausencia no cesa de exilados de sí m ism os; es a la
vez la alteridad de algo desconocido y lo dem asiado familiar de un
real marcado por el rasgo del Ver freudiano. El Ver de la preclusión, tal
como Lacan lo ha extraído de Freud, tiene todavía más fuerza; sella el
término lejano de ese afuera con el de un no-retorno; nadie volverá.
El exilio fractura la memoria; las fotografías de familia han desa
parecido, los objetos del hogar han quedado dispersos, ya no hay
huellas. M ás radical aún que el borramiento de las huellas, la ausencia
de patearas para decir el borramiento abóle un paso que deje huella6.
Sólo sobrevive la familiaridad de una ausencia desconocida, la del
exilio.
Así el afuera de la preclusión se junta con lo no hum ano de un real
del adentro. Fuera del grupo que el Padre cierra, el loco interroga la
existencia de ese padre. Subvirtiendo la partición freudiana del afuera
8 J. Lacan, seminario Les psychoses, Le Seuil, 1981, pág. 362. En castellano Las psicosis,
en Ediciones Paidós.
com pañeros de entonces; muchos analistas insistían a Lacan para que
utilizara exclusivamente el término freudiano de Verleugnung. Veremos
cómo la contigüidad de esos dos térm inos plantea efectivamente
cuestiones teóricas y clínicas.
Tanto en alemán como en francés, Verwerfung y forclusion son
términos del vocabulario jurídico. La connotación jurídica, que en
francés más adelante redoblará y superará el alcance gramatical de la
negación, está muy presente en alemán. Freud utilizó muchas veces el
vocabulario jurídico: así(el término juicio ( Urteil) poco a poco fue
separando la represión de otros términos que la rodeaban y permitió
hacer de la represión el concepto que presidía la formación de lo
inconsciente^ Aquí, en las zonas de la lengua donde se deslizan las
palabras de desmentido, repudio, rechazo, olvido, la función de la
confesión adquiere todo su peso. ¿Se procesa al sujeto en justicia o se
confiesa la existencia de lo inconsciente en la negación? Poco a poco
aparece una unión entre lo jurídico y la negación gramatical. Así, Lacan
considera equivalentes una identidad de relación entre Verneinung
(forma invertida de la represión), y Verdrangung por una parte, y entre
Verurteilung (juicio que rechaza y condena: reemplazante intelectual
de la represión) y Verwerfung* por otra parte. Éí Ver freudiano abre
vías en los confines de la lengua, pues «auschliessen» al igual qu eforclore
(en francés), han tenido siempre significaciones fuertes; forclore, antes
de envejecer y de quedar reservado al vocabulario jurídico, significa,
como auschliessen, «excluir, privar, perseguir, impedir, exilar, omitir,
quitar, impedir». La significación última de estos dos verbos «encerrar
afuera», «cerrar al exterior» de m odo que se clausure un camino, no
les da sólo el sentido de algo irreductible, sino que abre un campo
desconocido que el gesto de «arrojar», «rechazar», es el único que puede
designar. Asi forcluir en francés consiste en arrojar a alguien o a algo
fuera deiQS limites de un reino, de un individuo o de un principio
10 Ba'if, Antigone IV, 1, citado en Huguet, Dictionnaire de la langue frangaise du xvi siécle,
tom o IV («desde el día en que sea para siem pre excluida quiero que totalmente viva
sea enterrada viva en una profunda cueva»).
11 Amyot, Lucullus 3, ibid. («La gloria de esa gran hazaña será común para ellos dos,
para uno porque lo habría expulsado [a Mitrídates] de la tierra, y del otro porque lo
hafcrrfa'precluido del m ar»).
12 « Or maüiereux en mille choses Dont ses prunelles sont forcloses, Bavin est heureux en un
point C ’est que safem m e il ne voitpoint». ID.; Passatems, L. III (IV, 343), ibid. («Aunque
desdichado en mil cosas De las que sus pupilas están precluidas, Bavin es dichoso en
« n punto, y es qi»e a su ím ije ?*)»
13 E. Pasquier, Recherches, II, 18, ibid.
14 Dictionnaire de Furetiére, artículo «forclusion»
del lenguaje, todo participa en conjunto del marco de la ley que ordena
este encierro; sin embargo, la palabra forclore (precluir) designará al
m ism o tiempo lo que viene a superar los límites del marco de la ley
que lo incluía y el marco de la ley. Pues los límites de la ley son los del
tiempo en que rige esa ley; rigen el tiempo en que rige la ley, pero
también rigen el tiempo en que la ley ya no regirá. Es decir que la
forclusion fen castellano preclusión) define el marco de la ley por
aquello que, en otro m omento, la volverá obsoleta. Un procedimiento
de justicia «por el cual se manda dar orden a una parte de producir,
escribir, contradecir, hacer una investigación u otros actos parecidos»,
es decir obedecer a las leyes del habla, al decir, en el interior de cierto
tiempo fijado por adelantado, establece con el m ism o gesto que más
allá de ese tiempo, ya nada podrá decirse; el proceso será entonces
juzgado por «preclusión» ( forclusion ). Si la regla ju ríd ica de la
prescripción da a posteriori un límite a la condena de un crimen ya
cometido, límite más allá del cual el crimen ya n o será condenado, la
preclusión impone por adelantado un límite de tiempo a lo que se
trata de decir o de contradecir. La prescripción se som ete a la
uniformidad de una continuidad temporal cronológica, pero el «por
adelátitado» dictado por la preclusión indica una posterioridad lógica
de lo que habrá sucedido primero. El pasado no será pasado sino una
vez que el plazo se haya cum plido; el presente habrá fabricado el
pasado. Así como las huellas que muestran el paso que las ha dejado,
de igual m odo lo precluido funda a posteriori el agujero en el decir
que él mismo sella. Porque el futuro anterior trata al pasado como a
un futuro, sólo él puede connotar gramaticalmente el «por adelantado»
de un límite preclusivo más allá del cual será imposible volver; la
temporalidad aportada por la utilización jurídica de la preclusión se
negociará en la gramática vinculándose con los sentidos medievales
del término. Así lo fuera de tiempo moderno definido por el m ás allá
de los límites prescritos por la ley se añade al afuera abierto por los
gesto» antiguos de destierro. Esas cualidades de una no-realidad, el
fuera de espacio y el fuera de tiempo, «¿no definen lo real en tanto
e x c lu id o de lo simbólico? En efecto, una vez dotada de la connotación
oxamatical que adquiere en francés, la forclusion (preclusión) se
convertirá en una negación potente que no se aplicará ya solamente a
hechos particulares sino también a hechos que el locutor ni siquiera
considera como formando parte de la realidad. Realidad o no, esos
hechos de algún m odo quedarán «precluidos» (fordos).
La negación gramatical tiene en francés dos elementos: ne... pas.
Al segundo término de la negación, el que sigue al «ne» discordante,
siendo sin embargo ese ne suficientemente negador en sí m ism o como
para no necesitar un relevo, Damourette y Pichón le dan el nombre
de preclusivb (fbrclusif): «No (ne discordante) haber jam ás (jamás
forclusif) tenido... hecho, vivido, existido, e tc.»)15. La fuerza de
semejante negación que recae sobre el momento ulterior destruye el
momento anterior del cual dependía estrechamente. Si nombrar una
cosa la hace existir, el m odo de negación «forclusifi> que releva a la
prim era negación frástica, la discordante, destruye la cosa en el
momento mismo en que la hace existir; pero la destruye a la vez en el
futuro y en el pasado. No sólo excluye las posibilidades por venir y
hiere el futuro, sino que expresa un deseo que lesiona el pasado; dice
el deseo de algo pasado que jam ás ha existido^En verdad es la huella
de una no-existencia^jHuella de una no-existencia, fractura la memoria
y amputa gravemente el futuro. «Se percibe fácilmente que las ideas
alcanzadas por ese jam ás o ese nada son como expulsadas del campo
de posibilidades percibidas por el locutor»16; son expulsadas del futuro.
La traducción de Verwerfung por forclusion ya había sido propuesta
por P ich ó n 17 p a ra reem p lazar un a p rim e ra trad u cció n com o
«escotomización» con la aue Freud no había estado de acuerdo18. En
Freud e » » » artículo sobre el fetichismo;. pero Freud prefería reservar ese término
para la psicosis porque le parecía que despertaba la idea de que la percepción había
sido barrida como cuando una im presión visual golpea la m ancha ciega de la retina.
f^Se ve que Verleugnung y Verwerfung hasta Lacan habían perm anecido indistintas^.
19 Elisabeth Roudinesco, Histoire de la psychanalyse en France, tom o 1, Le Seuil, 1986,
pág. 316. E a cagtellano en Editorial Fundam entos, M adrid, 1988.
Q ialquier significante del cuerpo simbólico incorporado primero por
la operación de la Bejahung-Ausstossung puede ser suprim ido y
arrojado a las tinieblas exteriores: lo precluido será para siempre in-
inscribible, para siem pre ilegible, para siem pre im pronunciable.
Quedará para siempre excluido de la historia del sujeto, donde él no
se reencontrará jamás. La huella misma de lo que habrá sido suprimido,
excluido, tampoco se encontrará nunca; lo que ocupará el lugar de la
huella pertenecerá a lo extraño, a lo heterogéneo. La forclusion, que
Lacan extrae como concepto a la vez que algunas indicaciones de Freud
en los textos de 1894, de una frase más precisa encontrada en «El
hombre délos,, lobos», y por último de la lectura de Die Verneinung
por Jean Hyppolite, no define solamente un mecanismo de defensa
del sujeto, localizable en el aparato psíquico jun to a otros mecanismos
de defensa; no defin e solam ente la operación de una negación
constitutiva del sujeto, smo que instaura un lugar exterior al sujeto y
distinto del retorno de lo reprimido: el «afuera». Lo que yo llamo más
adelante «el asunto» Bejahung-Ausstossung permite plantear las
relaciones del adentro y del afuera en términos de real y de simbólico;
la cuestión del retorno de lo precluido y de su localización permitirá
volver a interrogar esta nueva tópica. La fórmula de Lacan «lo que es
rechazado de lo simbólico reaparece en lo real»,/que él utiliza por
primer vez en 1956^;y hasta el final de su enseñanza) retoma la de
Freud a propósito de Schreber «lo que ha sido abolido en el interior
reaparece en el exterior». Entre estas dos formulaciones se abre el
espacio de una reelaboración, incluso de una subversión de la
diferenciación freudiana interior-exterior por la topología utilizada
por Lacan, primero la moebiana y luego, sobre todo, la borromea. No
sólo la noción de R S I viene a subvertir la noción de límite interior-
exterior, sino que se deduce de ella una transformación todavía más
radical, la de las relaciones recíprocas entre R, S e I. Cada uno de los
tres registros R, S, I, que penetra en uno de los otros dos, se hace
equivalente a la dimensión real, simbólica o imaginaria que penetra o
^ atf^ ie sa. Así, R, S o I no sólo localizan el elemento real, simbólico o
imaginario sino que se constituyen cada uno como real, simbólico o
imaginario. Nada se imagina o se representa sino desde I, nada ex-
siste sino como R, nada se escribe sino por S; S distingue, I liga y R 20es
lo indistinto y disperso como tal21. Veremos m ás adelante cómo un
elemento precluido de lo simbólico que reaparece en lo real, según la
fórmula lacaniana, se convierte él m ism o en real.
2(J iN o es el m ism o real del que habla Lacan en la época de los nudos borrom eos este real
del que habla cuando extrae la forclusion de la Verwerfung.
21 Cf. Jean-Claude Milner, Les noms indistincts, Le Seuil, 1983.
2. E l a s u n t o B e j a h u n g - A u s s t o s s u n g
-22 S. Freud, «La negación», en Obras completas tom o VIIÍ, Biblioteca Nueva, 1974.
23/ Freud retom a las distinciones que elabora Brentano entre representación y juicio. C f
F. Brentano, Psycologie du point du vue empirique, livre II, ch. VII, ed. Aubier.
hallazgo freudiano consiste en pensar el juicio de atribución como
anterior al juicio de existencia; Freud distingue la Bejáhung, que es
para él el antepasado del juicio de atribución, de algún modo su origen
pulsional (comer lo que es bueno, escupir lo m alo), del juicio de
existencia que confiere una existencia (una realidad) a aquello a lo
que ha sido atribuida la propiedad de «bueno» o «m alo» (el pecho es
bueno, por lo tanto existe); en cuanto a la Verneinung en el sentido de
negación, no es más que un tipo particular del juicio de existencia
que, aislado a partir de la cura, permite a lo reprimido acceder a lo
consciente bajo una form a negativada. Ahora bien ¿no se podría
suponer una forma primitiva de ese juicio de existencia en tanto que
constitutivo de la realidad, un ancestro de algún m odo que, como la
Bejáhung, no comportara el símbolo de la negación? En ese caso, ¿cuál
seríala r a c i ó n de anterioridad de este Verneinung primordial con la
Verwerfung y con la Ausstossung? ¿Y no sería en el nivel de una
suposición de semejante forma primitiva de la Verneinung donde Freud
situaría el Lust-Ich, el yo-placer original no todavía sometido al prin
cipio de realidad? Pero quedémonos por ahora más acá de estas antici
paciones;, el juicio de existencia ( Verneinung) no puede aplicarse sino
a lo que ya está incluido en el Ich24por la Bejáhung; por lo tanto viene
en segundo lugar
Si la afirmación prim ordial, la Bejáhung, no comporta símbolo de
negación no va, sin embargo, sin negación. Desde que algo es intro
ducido en el Ich, no está en el no- Ich; si lo que está en el no-Ich era
idéntico en el inicio a lo malo y lo extraño al Ich, lo que es introducido
en el Ich es lo bueno y lo idéntico al Ich. Ese tiempo primario (en el
sentido origin ario) y no forzosam ente prim ero (en el sentido
24 Utilizo el término alemán Ich sin traducirlo, pues según el contexto freudiano en que
aparece, nunca recubre completamente ni la noción de «yo», ni la noción de «sujeto».
Sin embargo utilizo igualmente el término «sujeto» en el sentido lacaniano de sujeto
del significante, inexistente en Freud; se ve así cuán grande es la dificultad de leer
Freud con nuestra lectura de Lacan sin hacer de Freud un lacaniano ni privarse de los
avances de Lacan. Se trata no sólo de mantener la separación entre Freud y Lacan,
sino de sacar algunas consecuencias.
cronológico) de la afirmación es la condición para que una represen -
tación exista para el sujeto. En un segundo tiempo, lo que es represen
tado adentro será o no representado afuera; si lo es, eso confiere una
existencia a la representación del adentro. Así, el juicio de existencia
constituye la realidad que se sitúa, en el afuera —para el sujeto sólo será
realidad lo que allí se encuentre—sino en tanto que ésta ya está repre
sentada en el interior por el hecho del prim er juicio, el de atribución.
Esta definición de la realidad aclara la cuestión, abordada en La pérdida
de la realidad en la neurosis y en la psicosis, de la separación del Ich
respecto del mundo exterior. Si la realidad está hecha de lo que el Ich
puede encontrar allí de idéntico a un ya-representado en su interior,
dicho de otra forma, si la realidad es ese m undo imaginario ordenado
por los recortes significantes del suj eto,) esa realidad, no es más que
una «sombra de objeto» en la psicosis, donde no hay ni representado
adentro que se encuentre en el afuera, ni pliegues significantes para
orientar un im aginario informe. De ese m odo la realidad, puro
representado, acuerdo entre lo imaginario y lo simbólico, se diferencia
absolutamente de lo real que es lo irrepresentable por excelencia.
La línea de división freudiana entre afuera y adentro que define el
juicio de atribución se convertirá en Lacan en una intersección de lo
real y de lo simbólico25- Freud, desde el Proyectó^ ftá^ instalado una
división de la realidad entre un afuera primero ( das Ding) y un adentro
donde reproducir o bien encontrarlas «cualidades» (Qualitatszeichen)
del objeto perdido; luego opuso y apareó Bejahung (en térm inos
lacanian os: in corporación del prim er cuerpo de significantes,
instauración del lugar del Otro) y Ausstossung que es su cara negativa
(constitución del afuera como real exterior, imposible pues perdido
para siem pre, y p ara siem pre inencontrable) cuyo sucesor es la
Verneinung. Que la afirm ación prim ordial no vaya sin negación,
implica que existe una negación previa a la Verneinung. Entonces se
----------------- i----------------- L,---- =----- -------------------------------------------------------- — ------------------------------------
25 Intersección que debe entenderse com o una arista común k dos planos diferentes
(referida a la geometría en el espacio).
abre una serie de interrogantes, que podem os leer en el debate que
mantiene Lacan entre 1954 y 1956 en tres textos entrelazados; su
«Respuesta al comentario de Jean Hyppolite »26 es la redacción en 1956
de una sesión del seminario Los escritos técnicos de Freud en respuesta
a Jean Hyppolite27; en el sem inario sobre Las psicosis se retoman
fragmentos y también aparecen pasajes posteriores a la publicación
de la «Respuesta».
¿Es la negación prim aria contem poránea de la afirm ación o
anterior a eUa?}Esta es una primera pregunta. Se produce una segunda
pregunta por la utilización por Freud de dos términos diferentes para
definir esta negación; introducir ( einführen ) algo en el Ich implica
excluir ( ausschliessen28) otra cosa del Ich, arrojarla fuera de él ( werfen).
¿Cóm o distinguir entonces los registros sobre los que recaen la
Ausstossung o la Verwerfung. Y por último, tercera pregunta, ¿cual es
la n egació n que se ap area con la Bejáhung ? E stas preguntas
desembocan sobre dos hipótesis diferentes; si la Ausstossung es anterior
a la Bejáhung, habría anterioridad de lo real sobre lo simbólico; pero
si la Ausstossung es contemporánea de la Bejáhung en un movimiento
único, habría entonces anterioridad de lo simbólico sobre lo real,
incluso anterioridad de lo simbólico sobre la Bejáhung. Por cierto,
nom brando Bejahung-Ausstossung la operación o rigin aria que
constituye al sujeto, se nombran las dos caras de la operación. Pero en
ese momento se plantea la cuestión de saber si Verwerfungy Ausstossung
son o no identificables la una a la otra; si lo son, ¿cómo definir entonces
lo real? ¿Está ya ahí, real irreductible expulsado por la Ausstossung o es
26 Lacan había encargado a J. Hyppolite que hiciera un comentario sobre Die Verneinung
durante el año 1953-54 cuando estaba dando su sem inario sobre los Escritos técnicos.
Ese comentario apareció en los Escritos.
27 Primero apareció en el n° 1 de La psychanalyse durante el prim er trimestre de 1956
antes de aparecer en los Escritos. Esta aparición sucede en el curso del año del seminario
Lespsychoses (pág. 94-99 y 170-77).
28 Ausschliessen (empleado por Freud en «D ie Verneinung» {La negación) es traducido
por «forclore» en el LangenscheicLt, mientras que verwerfen es traducido por «rechazar,
arrojar, denegar».
r d u c id o por lo sim b ó lic o , es decir rechazado por la Verwerfung?
VereñiosTal seguir de cerca el debate introducido.por Lacan que aquí
está en juego la constitución m ism a del sujeto; si el sujeto está
c o n stitu id o por la elisión del significante (por su preclusión), ¿no es
^¡ncaotra cosa que respuesta de lo real?,Pero, más acá de esta cuestión,
¿e plantea la de la constitución de un sujeto resultante de una
id e n tifica ció n entre Verwerfung y Ausstossung, esta constitución ¿no
s e r í ade entrada psicótica? E n efecto la identidad de la Verwerfung y
Ja~Ausstossung no podría ser sino un hecho de estructura que
implicaría una posición psicótica del sujeto. Por el contrario la
secundarieéád„ de la Verwerfung respecto de la Ausstossung, hacia lo
cual se orientaría Lacan, implica que la intervención de la Verwerfung
se hace sobre un significante ya introducido por la Bejahung, por lo
Tanto no todo sujeto es psicótico.
30 Recordemos aquí el esquem a del aparato psíquico disenado por Freud en la «Carta
52» a Fliess: W... WZ... Ubw... Vb... Bw.
W ( Wahrnehmung., percepción), WZ ( Wahrnehmungszeichen, signos de percepción),
Ubw ( Unbew usstsein, in co n scien te), Vb ( Vorbewusstsein, p re co n scie n te ), Bw
(Bewusstsein, consciente).
de esa sustracción en lo representado del sujeto31? ¿O bien lo que ha
sido suprimido no tendrá existencia en el sujeto más que con su retorno
alucinatorio? En ese caso, el hecho de que la alucinación sea el retorno
de un significante en lo real haría inclinar la balanza por la hipótesis
de una Verwerfung que actúa sobre un simbólico preexistente y por lo
tanto distinta de la Ausstossung, incluso posterior a ésta.
Las dificultades de este debate se deben a que, en la cuestión de la
Bejahung-Ausstossung se trata de un mito de origen que supone
preexistente lo que se trata de constituir. Así la cuestión de la anterio
ridad de lo simbólico nos vuelve a llevar a la cuestión de la constitución
de lo real. ¿Bstá ya allí como un lugar preexistente, donde lo que es
rechazado de lo'simbólico encontrará acogida, o bien está hecho de lo
que es suprimido de lo simbólico siendo producido de algún modo
por lo simbólico mismo? ¿Es un real frío o es un real tejido de simbólico
en el sentido en que lo simbólico produce lo imposible? Si lo real es
producido por la expulsión primaria, es lo que resiste a toda simboli
zación; si es recortado a partir de una simbolización primordial,
entonces ex-siste en el sujeto como la marca de la supresión primera
cuya presencia hace sombra sobre la realidad del objeto que la repetición
reencuentra o reproduce. Lacan en su «Respuesta» no zanja la cuestión
y se contenta con hablar de «una intersección de lo real y de lo
simbólico»; pero en el seminario Las psicosis adelanta, a partir de la
alucinación, que la Verwerfung recae sobre un simbólico pre-existenté!
e incluso sobre una presencia primitiva del significante en lo real.
¿Equivaldría entonces la Verwerfung a una Verneinung primordial (de
la que estaría ausente el símbolo de la negación) en el nivel de los
Wahrnehmungszeichen ? Si hay preexistencia de lo simbólico, esto
implica que el sujeto escoge la parte del texto que retendrá; la Bejahung
recae pues sobre un significante «aislado en tanto término de una
percepción original bajo dhnamb’re de signo, Zeichen »32; pero no basta
35 Se trata de una Verneinung prim ordial en el sem inario Las psicosis, pág. 177, que se
situaría en el nivel de los WZ; en La ética Lacan pone la Verwerfung en ese lugar.
negación, que Lacan considera como un concepto específico de la
psicosis, recae sobre lo que hace posibles a la vez la introducción del
lenguaje en el sujeto 7 la introducción del sujeto en el lenguaje, a saber
el significante del Nombre del Padre; porque la Verwerfung alcanza a
este significante, preside la estructura m ism a de este sujeto. Jamás
llegado al lugar del Otro, en lo que consiste el inconsciente, el Nombre-
del-Padre precluido destroza la tram a significante que impide que se
instale la falta de las inscripciones simbólicas primeras en el nivel de
los signos de percepciones, los Wahrnehmungszeichen (WZ). Producida
p o r la ausencia de ese N om bre-del-Padre, esa falta indica una
definición posible del mismo, la del significante que inicia y soporta
la organización significante en su totalidad para un sujeto. La pre-
clusión en la psicosis golpea el punto m ism o en que una huella, Spur ,
debería borrarse para pasar al significante; sin embargo, es importante
saber que un significante cualquiera, es decir distinto que el del
Nombre-del-Padre36, puede igualmente ser alcanzado por la preclusión
sin acarrear sin embargo modificaciones en la estructura del sujeto;
ese significante ya habrá sido sostenido por una inscripción en WZ,
pues el significante del Nombre del Padre, que está en el principio de
las inscripciones en WZ, en tal caso no habrá sido abolido.
Por cierto, cuando el lenguaje no ha podido ser ordenado por el
significante del Nombre-del-Padre, eso no impide hablar; pues se ha
entrado en el lenguaje, aunque el lenguaje no haya sido introducido
como se debe en el sujeto. Por el contrario, si no se ha entrado en el
lenguaje desde el inicio, como es sin duda el caso del autismo, será
extremadamente problemático servirse del m ism o para hablar.
* * *
de asim ilac ió n ) en la p sico sis. ¿Las su p len cias d eliran tes son efectivam ente
«form aciones yoicas» en el sentido de form aciones im aginarias? Estas formaciones
supletorias ¿tienen una relación con el cuerpo en tanto que I es el cuerpo en conti
nuidad con R (cf. el sem inario inédito L’unebévué) y esa relación I-R no es justamente
lo que permite que se mantenga S? ¿Y que por últim o el interlocutor del psicótico sea
esencialm ente un sem ejante y que el O tro no pueda ser sino real, no tiene eso
consecuencias en la conducción de la cura? En el seminario inédito Le sinthome (16.
3.1976), Lacan introduce, a propósito de Joyce, el término de ego, «lo que los alemanes
llaman el Ich», añade. El ego cumple una función muy precisa en Joyce; repara el nudo
borrom eo (donde S y R están enlazados por la fuga de I) en tanto que el ego es una
idea de sí como su cuerpo. En Joyce esta idea de sí se fabrica por su escritura que
repara el error del nudo.
44 S. Freud, Tótem y tabú, en Obras completas tom o V, pág. 1745.
1895, Freud elabora, a partir del abandono de sus primeras técnicas
de la cura —la hipnosis y la sugestión—la teoría de ese real-sexual
causado por el Padre y el Edipo.
Porque Freud percibe «una fuerza psíquica que se opone a la toma
de consciencia, a la rememoración de las representaciones patógenas»45,
hipnosis y sugestión son abandonadas. Esta fuerza es la de la defensa
que dice no a lo real sexual; descubierta en la cura, permite a Freud a la
vez leer el síntom a que ella contribuye a form ar y la m anera de
combatirlo por m edio de la transferencia, ese «trabajo psíquico»
necesario para vencer las fuerzas de oposición. La aparición de la noción
de defensajestá pues ligada a una transform ación de la práctica
psicoanalítica basada desde entonces en la transferencia. El objetivo de
la defensa es «arrojar fuera de la consciencia la representación
inconciliable cuando se encuentran en el sujeto en cuestión escenas
sexuales infantiles en estado de recuerdos inconscientes»46. Lo incon
ciliable es lo sexual; la defensa actúa pues sobre (contra) la rememora
ción; pone trabas al pasado mnémico por el sólo hecho de que ella es
actual. Volvemos a encontrar aquí la discontin uidad tem poral
enmascarada' en Freud por su pasión de! m*igen; sí el presente no es
más que la fuerza del pasado que fabrica, lo actual es un presente des-
temporalizadó, un presente puramente real. En efecto, el yo que se
defiende «se propone tratar como «non arrivée» [en francés en el texto
freudiano] la representación inconciliable47; esta tarea es difícil pues
representación y afecto no pueden ser borradas -salvo en el caso de la
psicosis en que se trata más bien de abolición que de honramiento. Se
ve que los escritos freudianos de 1895 trazan ya la línea de demarcación
que será llam ada más tarde preclusión, separando el afecto de la
representación y desuniendo memoria y decir* Arrancado el afecto de
la representación que investía, ésta resulta menos peligrosa para el yo y
entonces el afecto se une a otras representaciones que, no siendo
49 Paul Bercherie, Genése des concepts freudiens, Ed. Navarin, pág. 282.
50 S. Freud, Inhibición, síntoma y angustia, en Obras completas tom o VIII, pág. 2834.
51 Presente en el «M anuscrito K»; el Ich se altera tratando de asimilar el delirio.
defensa primaria. Y a propósito de esas modificaciones del yo (el
término alemán varía entre Ichveranderungy Ichumarbeitung, es decir
entre alteración patológica y transformación casi alquímica obtenida
por la cura), Freud redefine los mecanismos de defensa como intentos
de dominar el peligro interior antes de que se convierta en peligro
exterior52. La represión no es m ás que uno de los procedimientos
utilizables por el yo, que aquí Freud compara con un texto que no
sólo está tachado por la censura y la omisión, sino que ha sido alterado
por diversas deformaciones ( Entstellung ) y falsificaciones ( Verfais-
chung) para que resulte inofensivo. En 1937, en Análisis terminable e
interminable, ya no sólo es el escrito inconsciente ( Schrift) lo que la
defensa normal somete a la discontinuidad de una textura de frontera
en frontera, ya no sólo es este escrito donde la defensa patológica «que
logra la represión »53 deja «supervivencias», huellas inalterables de las
equivocaciones, de las faltas de transcripción que producen tal o cual
tipo de psiconeurosis; sino que de ahora en adelante el Ich m ism o es
alterado por los mecanismos de defensa que se asientan en él^y es
deform ado por su propia falsificación interior y
modificado por el conocimiento deficiente que da del ello.
Se ve que el yo no puede reducirse a ser causa de esos mecanismos
de defensa y de las perturbaciones que fomentan; es también su centro,
su lugar. De allí el término de corrección54utilizado a propósito de un
yo que contiene tales resistencias, como cuando se corrige un texto
con faltas. La tópica freudiana instala el Ich en el centro de esas defensas
que aquí consideramos equivalentes a los m odos de negación. Pero
ese centro queda abierto en Freud, lo que permitirá a Lacan invertir la
relación del sujeto con las defensas; si las defensas son constitutivas
de lo inconsciente, se puede decir que las negaciones son constitu
tivas de ese saber sin sujeto que sujeta al sujeto por venir. En ese texto
52 S. Freud, Análisis terminable e interminable, en Obras completas t. IX, pág. 3360 y ss.
53 S. Freud, «C arta 52», op. cit.
54 S. Freud, Análisis terminable e interminable, op. cit. pag. 3361.
primordial que ha sido admitido, introducido en el sujeto, ese texto
que lo instaura, no todo coincide; una parte será rechazada fuera,
verworfen; luego sobre el texto restante donde lo percibido se ordena
en signos según un m odo sincrónico, por azar y contigüidad, los
elementos serán desplazados^ deformados antes —prim era frontera-
de convertirse en Vorstellungsreprasentanz organizados en relaciones
causales; lo que subsistirá del texto primordial, una vez reinscrito, estará
en parte sometido a la represión, antes —segunda frontera—de poder
reescribirse como Wortvorstellugen, como palabras, y así acceder a la
consciencia. La topología lacaniana permitirá desplazar la inamovil-
idad de esas fronteras y la fijeza de un afuera y un adentro establecida
por la teoría de la representación en vigor en tiempos de Freud; con la
metáfora moebiana de una banda cuyo derecho y cuyo revés son una
sola y m ism a cara, esta topología propone una salida a la cuestión de
la doble inscripción 55 entre Sachvorstellungen en el inconsciente y
Wortvorstellungen en el preconsciente. Las dos caras de la banda de
Moebius sólo se separan en un punto. En ese punto lo que se inscribe
sobre el revés se inscribe también sobre el derecho; de manera equi
valente quedan disjuntas las dos localidades psíquicas, la consciente
(yo hablo) y la inconsciente (la cosa se escribe), consideradas como
necesarias por Freud 56 para inscribir una m ism a representación de
palabra. La topología separará estas inscripciones una de la otra: «La
inscripción no muerde del m ism o lado del pergamino, según venga
de la plancha de impresión de la verdad © d e ia del saber»57. Pero la
tópica freudiana com portaba ya la posibilidad de una distinción; si el
preconsciente contiene, como es el caso, palabras por las que el sujeto
accede a sus propios pensamientos, la conciencia es por tanto «la
superficie por donde ese algo que está en el centro del sujeto recibe
64 «M anuscrito H », 24 de enero de 1895, en Origen del psicoanálisis, op. cit., tom o IX,
pág. 3508.
65 «M anuscrito K», 1 de enero de 1896, op. cit. pág. 3533.
no es otra cosa que lo que vuelve para colmarla. Las alucinaciones
reaparecen en lo real de su irrepresentabilidad. La laguna entonces es
efecto de la Verwerfung.
Verwerfung y Lücke
Sin embargo Freud relaciona la laguna esencialmente con la represión
—con la represión en tanto recae sobre el saber de la sexualidad, es
decir a la vez sobre el saber y sobre la sexualidad. En 1895 Freud habla
de la laguna como de una fenomenología de la represión: «A veces en
un neurótico [...] las cadenas asociativas dan la impresión de estar
dislocadas [...]. Conocemos la razón de esa apariencia, es la existencia
de motivos ocultos, inconscientes. Nos vemos llevados a sospechar la
presencia de motivos secretos semejantes siempre que descubrimos
unas lagunas como esas en las asociaciones»66.\Producidas por la
rep resión que im p ide la trad u cció n de determ ífiactas h uellas
mnémicas67, esas lagunas, una de cuyas manifestaciones es el terror,
no son irreversibles; si la cura llega a colmar esas lagunas de la memoria,
la neurosis no podrá continuar ni habrá recidivaseis laguna es a J a
vez el efecto de la represión y el objeto del gesto del analista. ¿Debe
por tanto el analista tomar los caminos de la prehistoria mítica para
llenar esas lagunas como lo sostiene Freud? «En mi opinión es posible
que todo lo que nos es narrado en análisis bajo la form a de fantasías,
a saber la seducción de los niños, la excitación sexual ante las relaciones
sexuales entre los padres, [...] la castración [...] hayan sido antaño, en
las fases primitivas de la familia humana, realidades, y que dando libre
curso a su imaginación*-el *iñ o colme solamente, con la ayuda de la
verdad prehistórica, las lagunas de la verdad individual»68. Lo sexual y
Verwerfung y Verdrangung
Definir la Verwerfung exige incluir en su definición el efecto que
produce sobre el tejido psíquico: agujero, desgarro, obstáculo, laguna.
E » efecto, en la psicosis la Lücke no es identificable con el hiato
fem poraldel a posterf6^’^lárepr^i^TB¿t3fiK>-M caitidad de la Lücke
en la Verdrangung y en la Verwerfungm>% pfflfmite leer desde 1894 una
diferencia entre Verdrangung y Verwerfung que Freud no determinará
hasta 1918 en El hombre de los lobos: «Eine Verdrangung ist etwas anderes
ais eine Verwerfung»74 («una represión es algo distinto de un juicio
que rechaza y que elige»). Hasta Jt9 18, ,Verdrangung y Verwerfu ngson
utilizadas ifídifefentem de otra en. las .psicosis., Pero la
indiferenciación sólo es aparente, pues Freud está dedicado al m ism o
tiempo a la tarea de elaboración del concepto de represión, elaboración
que se apoya «contra» el término de Verwerfung esta palabra, que
jamás se convertirá en un concepto, le sirve de término de comparación
72 S. Freud, «M anuscrito K», en Los orígenes del psicoanálisis, en Obras completas, tom o
IX, pág. 3533.
73 Cf. J. Lacan, seminario inédito Le Sinthome, sesión del 11 de mayo de 1976.
74 S. Freud, El hombre de los lobos. Historia de una neurosis infantil, en op. cit. tom o VI,
pág. 1941.
pará elaborar los conceptos de represión y de renegación. La
elaboración de esos conceptos es precisada en dos momentos (1894 y
1918) por una definición de la Verwerfung; el primer momento es
aquel en que se comienza a trabajar la represión; el segundo aquél en
el cual, una vez separada la represión del elemento de contraste, se
comienza otro trabajo con la renegación.
En el transcurso del trabajo de Freud, aparece un término que,
contrariamente a la palabra para todo uso que es Lücke, es un término
en esencia partitivo: Urteil. Urteil aparece en el centro de la indistinción
entre represión y lo que hoy se denomina preclusión: la paciente
«habría teni^) que aceptar el juicio ( Urteil) formulado internamente»;
pero como viene del exterior, ella puede rechazarlo: «De tal m odo el
juicio, el reproche, quedaba apartado del «yo»75. En la lengua alemana
el juicio tiene un pie en la represión y un pie en la preclusión. El Urteil
es lo que decide que una representación insoportable ( unertraglich)
sea —jpor una letra!—inconciliable ( unvertraglich). y debe por lo tanto
ser reprimida. Pero el Urteil también puede consistir en un trabajo de
elaboración. Se decide «olvidar el asunto, al no sentirse con fuerzas
para resolver por medio del trabajo del pensamiento la contradicción
entre esta representación insoportable y su yo»76. Por lo tanto, tenemos
(por un lado el juicio que rechaza y por otro el juicio que reemplaza a
la represión.¡Así, Verwerfungsurteil aparece en La interpretación de los
sueños com o resistencia a la interpretación: «M e o pon go a la
interpretación» en el sueño del tío José; o bien «la manzana es amarga...
mi paciente no acepta la interpretación»77. El juicio que rechaza y
condena com bate aquí la interpretación analítica; suplanta a la
represión. Pues «la represión puede ser considerada como intermedia
entre el reflejo de defensa y la condena»78.
Y*
74s S. Freud, «M anuscrito H», en El origen del psicoanálisis, en op. cit. tom o IX, pág. 3510.
75) S. Freud, L as psiconeurosis de defensa, en op. cit. tom o I, pág. 169.
76' S. Freud, L a interpretación de los sueños, en op. cit. tom o II, pág. 549.
A caballo entre la represión y la preclusión, el juicio se introduce
poco a poco en el campo de la represión como suplencia. Es la ineptitud
de la represión lo que hace necesaria la suplencia por medio del juicio.
¿Qué es lo que produce esta ineptitud? En 1909, en el Análisis de la
fobia de un niño., Freud no sólo evoca en el epílogo la amnesia ligada al
análisis. Añade que «el psicoanálisis no anula el resultado de la
represión: las pulsiones y sus tiem pos reprim idos perm anecerán
reprim idos. Pero el análisis obtiene sus éxitos po r otro m edio:
reemplaza la represión, que es un proceso automático y excesivo, por
un dominio atemperado y apropiado de las pulsiones, ejercido con
ayuda de las más altas instancias psíquicas; en una palabra, reemplaza
la represión p o r un ju icio con den ato rio ( Verurteilung ) » 79. La
Verurteilung viene aquí a su plan tar a la represión, a la que el
psicoanálisis ha vuelto en cierto sentido inapta. Pero al mismo tiempo
esta suplencia evoea la preclusión; cuando la condena no funciona,
sobreviene la represión; ésta precede a la condena que puede
reem plazarla cuando constituye « n a soluciÓB ,goirtcdefectí 2í. Esta
alternancia entre represión y juicio condenatorio, o bien entre
preclusión y juicio condenatorio, recuerda esa identidad de relación
de la que ya he hablado antes entre Verdrüngu ng y Verneinung, que es
su forma invertida (confesión de que hay inconsciente) por una parte,
y entre Verwerfung y Verurteilung por otra parte, y la Verurteilung se
articula plenam ente en el nivel inconsciente com o equivalente
intelectual de la preclusión, sin símbolo de negación80. El juicio que
condena y rechaza, por esta condena m ism a, reconoce lo que es
imposible reconocer: lo rechazado. Y en cierto m odo es la confesión
de su existencia.
En el progreso de la partición entre represión y preclusión, el
término Urteil se precisa antes de volverse inútil, una vez operada dicha
partición. El Verwerfungsurteil (juicio que rechaza y condena) que es
79S. Freud, Análisis de la fobia de un nino de cinco años, en op. cit. tom o IV, pág. 1438.
80 J. Laeffift, seminario L’Ethique de la psychanalyse, diciembre de 1959, pág. 80.
uiía prolongación de los juicios de existencia ( Verneinung ) y de
atribución ( Bejahung ), hace evolucionar el término de Verwerfung al
m ism o tiem po que colabora en la fabricación del concepto de
Verdmngung. Un juicio que rechaza no deja de evocar la paradoja
gramatical de lo preclusivo. Para que rechace, le es necesario reconocer
la existencia de aquello que rechaza, y por lo tanto contradecir ese
rechazo.
Acto del sujeto, el juicio que sucede a la represión y la reemplaza
como su sustituto intelectual, se diferencia a la vez de la represión y de
la p reclu sió n cuya sep aración o pera: Verneinung de un lado,
Verurteilungkiejotro. El juicio interviene entonces cuando la represión
desfallece, pero interviene igualmente como huella ínfima, consciente,
incluso a espaldas del sujeto, de una preclusión previa. Lejos de
sobrevenir en todo m om ento, como lo hacen los retornos de lo
reprimido o de lo precluido, el juicio es una reapropiación no renovable
por el sujeto: «Puede, por último reconocerse totalmente justificada
su reprobación [la del deseo], pero sustituyendo el mecanismo —
automático y por tanto insuficiente—de la represión, por una condena
ejecutada con ayuda de las más altas funciones espirituales humanas,
esto es, conseguir su dominio consciente»81. Más lejos, Freud responde
de las ambiciones éticas del psicoanálisis declarando que éste «entra
como un ventajoso sustitutivo de la fracasada represión»82. Aquí el
juicio se convierte en corrección de deseos inconscientes liberados
por el psicoanálisis; la represión es reemplazada por una especie de
crítica o de condena. La noción de corrección al principio de la cura
separa represión y preclusión, articulando la represión- con un juicio
que deriva de la condena preclusiva: «El psicoanálisis [...] da al proceso
que ha sometido a uno de los grupos a tal destino [aislamiento e
inconsciencia] el nombre de «represión» y reconoce en él algo análogo
a la condenación por un juicio en el terreno lógico ( Urteilsver-
81 S. Freud, Psicoanálisis, cinco conferencias. Segunda conferencia, en op. cit. tom o V, pág.
1545.
82 Quinta conferencia, en op. cit., pág. 1562.
werfung)83. Si un impulso dotado de una tendencia a transformarse
en acto puede ser apartado, rechazado, condenado, se vuelve entonces
im potente para realizarse y sólo puede persistir en calidad de
recuerdo84. Los textos precisan cada vez más la articulación entre el
juicio y la represión: «La represión es el estadio preliminar de la
condenación de una pulsión. Más tarde, el rechazo por medio del juicio
(co n d en ació n ) resu lta ser un buen m ed io co n tra la m o ció n
pulsional»85. ¿Qué pasa con esta m oción pulsional condenada y
reducida al estado de recuerdo (y que por lo tanto sobrevive en lo
inconsciente)? ¿Y qué le sucede al sujeto si la condena, extendida al
conjunto de las pulsiones, se convierte en condena moral del yo (Ich)86?
Verwerfung y Verneinung
Del Urteil, del juicio que compromete la decisión del sujeto, deriva la
Verurteilung que define lo que condena y que Lacan coloca en una
m ism a relación con la Verwerfung que la que existe entre Verneinung
y Verdrangung. Si la Verurteilung aparece durante todo un tiempo de
la elaboración freudiana com o m ed iad ora entre Verwerfung y
Verdrangung, es porque está dividida por una parte entre Urteil y
Verdrangung, y por otra entre Verwerfungsurteil y Verwerfung. Es así
como entre las dos definiciones que da Freud en 1894 y 1918, la
Verwerfung propiamente dicha sólo es mencionada bajo la form a
derivada del Verwerfungsurteil en el límite Cíltre la represión, y 6Í-
•rechazo. Este juicio deviene progresivamente, en el tiem po de la
elaboración de la Verneinung, un proceso que no consiste ni en aceptar
Verdrangung y Verleugnung
La segunda definición que Freud da en 1918 de la Verwerfung separa
finalmente Verwerfungy Verdrangung: «ha rechazó ( verwirft) [se trata
de la castración] y permaneció en el punto de vista del comercio por
el ano. Al decir que la rechazó nos referimos a que no quiso saber
nada de ella en el sentido de la represión. Tal actitud no suponía juicio
( Urteil) alguno sobre su existencia sino que equivalía a hacerla
inexistente»88. Lacan traduce así: «Así no puede decirse que estableció
propiamente un juicio sobre su existencia, sino que fue como si ella
no hubiera existido jam ás»89. No sólo la definición de la Verwerfung
. «como si ella jam ás hubiera existido» separa definitivamente represión
y preclusión, sino que también produce la diferenciación del Urteil
que ha permitido esta partición. Ya diferenciado como lo habíamos
visto de la represión, el juicio se diferencia ahora de la preclusión. En
efectQvpara condenar algo es necesario reconocer su existencia; por lo
tanto esnecesario que la Verwerfungno haya tocado jam ás la existencia
en el pasado. La Verwerfung es por lo tanto anterior al Urteil.
Una vez producida esta partición, la que ahora se utiliza a propósito
de la psicosis, es la Verleugnung, en la m ism a indiferenciación con la
Verwerfung cora^anteriórríiente con la represión: «En algunos casos
de psicosis alucinatoria, en los cuales debe ser desmentido el suceso
que provocó la de’ñieftcia, ños presentarán el tipo extremo de este
apartamiento de la realidad»90. La analogía entre el sueño y la psicosis
88 S. Freud, Historia de una neurosis infantil, tom o VI, pág. 1987, op. cit.
89 J. Lacan, Ecrits, pág. 387. « Par la on nepeut dire que futproprem entporté un jugement
sur son existence, mais il en fu t aussi bien que si elle n avait jam ais existé». Hay varias
ediciones de Escritos ea¡.C2istel±ano en-Ediciones Siglo XXI.
90 S. Freud, Los dos principios del funcionamiento mental, en op. cit. tom o V, pág. 1638.
supone igualmente la noción de renegación de la realidad implicada
por el estado de sueño. Pero el término de Verleugnungviene también
a designar una fuerza de la sublimación; Leonardo da Vinci «reniega»
de la imitación, «rechaza» sus emociones infantiles, «desmiente» la
desdicha de su vida am orosa y la supera en pelarte91. Aplicaciones tan
diversas muestran que la Verleugnung no es todavía para Freud m ás
que un término de la lengua, como lo fue al comienzo el término de
represión, con el que luchaba. En 1924, Verleugnung—que sin embargo
está a punto de convertirse en el concepto que dará cuenta del
fetichismo—es utilizado en el m ism o sentido banal de recusación o_
incluso en el sentido, más fuerte, de rechazo, apartamiento, desgarro..
Si en los textos cíe 1924 sobre la psicosis, el delirio «surge precisamente
en aquellos puntos en los que se ha producido una solución de
continuidad en la relación del yo con el mundo exterior»92, es porque
«niega la realidad»93, la rehuye, la evita, y que trata de reemplazarla y
reconstruirla.
Después de haber utilizado de la misma manera Verleugnung y
Verwerfung, a propósito de las psicosis, Freud va a producir nueva
mente (como entre Verdrangungy Verwerfung) una separación entre
estos dos términos. La insistencia de los analistas para que Lacan
utilizara el término de Verleugnung en la psicosis tiene efectivamente
su origen en una prim era confusión en Freud entre renegación y
preclusión^ pero la obstinación de Lacan en reservar el término de
Verleugnung para los psicoanalistas mism os y traducirlo desde 1968
por «renegación», incluso por «rechazo sospechoso», proviene de la
elaboración final de Freud que separa en 1938 Verleugnung y
Verwerfung. Siguiendo a Freud, que hace recaer lia renegación sobre la
castración materna (lo real de la castración, dirá Lacan), castración a
la vez negada y reconocida por medio de un fetiche que permite «salvar
91 S. Freud, Un recuerdo infantil de Leonardo de Vinci, en op. cit. tom o V, pág. 1616-1618.
92 S. Freud, Neurosis y psicosis, en op. cit. tom o VII, pág. 2743.
93 S. Freud, La pérdida de la realidad en las neurosis y las psicosis, en op. cit. tomo VII, pág.
2745.
su pene», Lacan hace recaer la Verleugnung sobre lo real, y parti-
cularmente sobrelo real del acto; los efectos de un sujeto transformado
por su acto son los de la Verleugnung, que funciona como el repre-
sentante de este acto. La renegación pone en juego ya no la decisión
del sujeto, como lo hace el Urteil, sino su división radical; el acto recae
sobre algo que él m ism o va a desmentir, y que este térm ino de
Verleugnung, que Lacan les ha reservado, es llevado en los psico
analistas a su punto más alto de patetismo94. Así Lacan radicaliza la
distinción freudiana entre Verwerfung y Verleugnung precisando la
dim ensión en la que opera cada una de ellas. La prim era en lo
simbólico, la segunda en lo real.
Pero ya en Freud, la distinción se hace igualmente en el m odo del
retorno de un contenido renegado o precluido. Ciertamente, dice, en
la psicosis uno se aparta de la realidad; sin embargo hay una diferencia
con el fetic h ism o : «E l n iñ o no c o n tra d ijo sim p lem en te sus
percepciones y creó la alucinación de un pene donde no lo había;
transfirió la im portancia del pene a otra parte del cuerpo»95. La
Verleugnung es relacionada con el desplazamiento, con la Entstellung,
y no con la alucinación. La vía por la cual un contenido renegado
retorna no es la m ism a que aquella por la cual un contenido reprimido
retorna, ni aquella por la que retorna un contenido precluido. En
cuanto al destino de un contenido simplemente negado, es la negación
m ism a la que ofrece una vía no de retorno sino de acceso a la
consciencia.
Así como en 1918 la elaboración de la represión permite a Freud
diferenciar represión y Verwerfung (que, bajo las especies del juicio,
ha nutrido su elaboración), la elaboración de la renegación en 1938
permitirá a Freud diferenciar Verleugnung y Verwerfung. En los dos
casos, la Verwerfung- nunca m ejor definida que en 1894 como el
rechazo de la representación y de su afecto, o bien otra vez en 1924
* * *
98 ‘ÜBésito utiliza este térm ino en L a ética, neologism o que se opone a intimidad.
i La nada en la psicosis es el psiquism o vaciado de las representa
ciones de cosa inconscientes; del afuera solamente volverá algo. La
pérdida de la realidad de_la que habla..Freud .viene _a jio m b rar la
ausencia, en el aparato psíquico, de la zona de lo inconsciente; en esta
ausencia, el objeto perdido no puede ser alcanzado por el proceso
secundario, sólo puede ser alucinado por el proceso primario. La nada,
en la psicosis, vacía de inscripciones el lugar del Otro donde se inscribe
y luego se escribe y por fin, en la cura se reescribe la historia del sujeto
con la Erinnerung, la rem em oración; si el saber rechazado del
neurótico, donde está su verdad, reaparece en el nudo real del síntoma,
es porque páede ser sabido, en tanto ha sido reconocido por el Otro.
Sólo es en el nivel del Otro, es decir, m ás allá del espejismo narcisista,
donde lo que determina al sujeto se articula como saber. Pero si es un
exceso de goce lo que vacía el lugar del Otro de todo saber, ¿cómo
podría articularse lo que determina al sujeto con algo que no fuera
ese lugar de goce loco, el Otro del cuerpo? Los dos afuera del encerrado
se suman y se confunden en un silencio ensordecedor. ¿Qué puede
decirse para el sujeto cuando nada del deseo de la madre ha podido
ser simbolizado para permitir que se efectúe la operación del padre
que dice no? ¿Qué puede inscribirse para el sujeto cuando esa nada ha
abolido lo que hubiera hecho posible la inscripción de un significante
que amarre esta función de excepción del padre? ¿Qué puede escribirse
para el sujeto cuando han sido raptadas, en un tiempo primordial y
de m anera definitiva, las Spuren en el lugar m ism o en que su
inscripción en W Z hubiera permitido convertirlas en significantes?
Ahora bien, de ese rechazo sin retorno del significante Uamado Nombre
del Padre, sin embargo retorna un real. Con ese real, la cura podrá
reproducir, en un exterior al sujeto, lo que ese retorno nos informa
sobre el mismo.
La tesis que sostengo aquí es que el retorno de lo precluido viene a
lo calizar la n ada de lo inconsciente y el vacío del O tro, y en
consecuencia la ausencia de rem em oración y de la escritura; ese
retorno materializa la exterioridad del Otro y del lenguaje; el sujetó
no piensa, es pensado; y esos pensamientos le son hablados. Él sabe
que es pensado y hablado, él sabe pues que el lenguaje lo lleva y lo
parasita. Lo sabe porque lo percibe. A falta de una primera inscripción
que amarre la función de excepción del padre, a falta del pasaje
primordial del deseo al significante que posibilitaría un amarre, las
huellas mnémicas de lo percibido prehistórico (visto, oído, sentido)
se quedan en el estado de percibido real, de Wahrnéhmung indife-
renciada, no pasada al estado de representado; quedan indefinida
mente en el sistema percepción-consciencia, donde todo se experi-
menta a condición de no inscribirse. Percepción y consciencia son los
elementos restantes, los «m uros que quedaron en pie» del aparato
psíquico arruinado por el vaciamiento de la zona de lo inconsciente;
ese vacío las agujerea". Agujerea el continuum indiferenciado de una
superficie corporal alterada por los retornos alücinátorios_de lo
percibido; lo agujerea con la mirada, con la voz, o con lo experi
mentado, que vehiculizan harapos de significación fantasmática.
D ispersando la superficie perceptiva, agujereando la continuidad
imaginaria-real del cuerpo, la invasión de lo real percibido localiza,
por el simple hecho de su pura aparición, la zona psíquica ausente,
lugar de lo inconsciente.
Este retorno de lo percibido —leído, oído, experimentado—intere
sando y concerniendo a cada una de las partes del cuerpo del psicótico,
diferencia lo que la ausencia de inscripciones mnémicas ha dejado
indiferenciado. AHI las voces se hacen oír, las miradas se hacen ver, y
allí se experimentan olores, gustos y dolores .(Contrariamente al objeto
pulsional que se deduce de su fuente corporal, la alucinación hace del
cuerpo no aquel que emite una voz, sino el que la oye; la alucinación
queda definida por el fragm ento del cuerpo que la percibe) Lo
¿Qué lazo existe entre lo que retorna y lo que ha sido raptado del
psiquismo? ¿^u é es lo que transportan esos trozos, esos muñones de
real, qué es lo que transportan que jam ás haya podido escribirse para
crear historia en un psicótico? Aparecen allí donde faltan las repre
sentaciones inconscientes entre percepción y consciencia, allí donde
el tejido de representaciones de cosa que une percepción y consciencia
está alterado, despedazado; aparecen como retorno de lo que ha sido
raptado y que retorna vehiculizado por otra cosa, por las repre
sentaciones de palabras conscientes y preconscientes. En un lugar
vaciado de lo inconsciente, el lazo que tenemos es el de lo preconsciente
y sus representaciones de palabra—un lazo fabricado, inventado, actual;
el soporte de las palabras, restos de cosas oídas, contenidos en un
preconsciente a la vez interno y externo al aparato psíquico100, hace
posibles el retorno y la localización de lo precluido en el vacío p síquico
dejado por lo inconsciente. La aparición en ese vacío de palabras
errantes pegadas a trozos de real, no puede ni hacer historia, ni mucho
menos ocupar el lugar de la historia. El surgimiento de lo real en un
vacío significante atestigua una disyunción radical entre las palabras
y la voz.
Allí donde eso se calla porque lo que no ha podido decirse más
que en desorden, deja huellas caóticas, sólo de la irrupción del mundo
100 En la sesión del 10 de enero de 1962 del seminario de L’identification, Lacan habla de
lo preconsciente como de un afuera que une nuestros pensamientos m ás íntimos con
el lenguaje que corre fuera; añade que lo preconsciente está ahora en lo real.
exterior puede provenir nn decir, el decir de las voces y de los
pensamientos que invaden lo psíquico. Lo que del decir es abolido en
el interior vuelve en el afuera y este afuera se convierte entonces en un
adentro excluido —o en un afuera incluido; no es precisam ente del
internamiento de lo que_se _quej an los locos, sino de un externamiento.
Sufren por estar encerrados afuera. La cuestión del límite afuera-
adentro que podía leerse como el límite corporal de un cuerpo-saco,
de un cuerpo-burbuja, debe ser reconsiderado com o dirección
( adresse). Esta dirección podrá dividir al sujeto entre la certeza de lo
percibido que recibe, el de las voces y pensamientos impuestos, y una
signifi€«Má(6«iaiffié8.via~éi3gmática. La nada del lugas psíquico se
convierte, porque también es lo real del cuerpo que lo percibe, en
lugar donde se dirige lo que dice el psicótico. Dirección real, adonde
el Otro del lenguaje no viene como en Ja neurosis a hacerderelevo.
Dirección real de un lugar psíquico vaciado de cosas ( Sachen) y jju e
llama a las voces de afuera: el goce. Cuando ese afuera, donde divagan
pensamientos, voces y dolores errantes, es encarnado por los inter
locutores del psicótico, constituye entonces la «nada» psíquica como
dirección humana que deja de ser enigmática. Al analista (aquí simple
otro) le corresponde pues el deber de deslizarse entre las letras dé lo
real que capturan el objeto que es el cuerpo para el Otro.
Si el lugar psíquico no es aquí, en primer lugar, más que pura
dirección de lo percibido, dirección real que es el psicótico en tanto
cuerpo, esta dirección será reproducida cada vez que el psicótico la
elabore con lo que dice a otro. Solamente entonces la significación
enigm ática de lo percibido encontrará su causa delirante. Esta
d iH cH o rT ra^iie se ha convertido el lugar psíquico, cuyas voces
sonorizan el vacío, será el fermento de la elaboración delirante
fabricada por el sujeto para suplantar ese vacío. El psicótico no
reconoce las voces y los pensamientos como suyos; él es pura dirección,
anónima, desconocida; cuando la significación delirante se construye
gracias a la certeza de que esas voces se dirigen exclusivamente a él,
solamente entonces las voces y los pensamientos le ffiar-gceráffsuyos.
No! es la emisión de las voces lo que le pertenece, es su dirección; ella
se le vuelve propia porque la estofa material de lo real sonoro de lo
oído vehiculiza los enunciados intencionadamente.
* X- ><-
* * *
Ese otro tiempo (lo actual) y ese otro lugar (la dirección) donde retorna
lo precluido eofÉstífüyeri'áTsujeto en la psicosis; presente en lo actual
y hecho por la dirección, el sujeto es efecto de ese retorno. Cuando al
cuerpo que atraviesa la cadena significante se añaden lo actual y la
dirección, queda constituido un sujeto. Un sujeto al que alteran los
retornos definidos por el tiempo de lo actual y el lugar de la dirección;
Lacan habla de percipiens desviado, Freud de Ich alterado. ¿Cómo se
escribe esta alteración? Estas preguntas requieren interrogar previa
mente el registro del retorno de lo precluido; por cierto este registro
es el de lo real, pero lo real es una dimensión dispar y plural. ¿Cuál es
entonces el «trozo» de real106en cuestión en el retorno de lo precluido?
108 Ib id, pág. 2708. Es un juego de palabras de Freud entre Wahrnehmen (percibir) y fü r
Wahrgehalten (tener por verdadero).
109 Lacan dice: «Es imposible concebir la alucinación verbal si no comprendemos lo que
quiere decir el término mismo -fevoz; Es éíi
lugar desde donde se emitiría ni donde ella se escucharía (la oreja,
recordemos, es el orificio pulsional que no puede cerrarse), sino porque
el lugar a donde retom a y que puede ser un lugar cualquiera del
cuerpo110 no existe si no preso en el lenguaje, por tanto én la voz.
¿Cuál es lo real de la voz? Lo real del primer exterior constituido por
das Ding está dividido en dos partes: una parte constante que es el
objeto perdido de la percepción original tocada por la Urverdrangung
y que nunca puede reencontrarse, y una parte variable form ada por
los atributos de la cosa admitidos en el interior del sujeto y convertidos
en representaciones, que tejen la tram a de la realidad donde reencon
trar un objeté' cercano a aquel representado. Lo real de das Ding que
no se manifiesta, no es el mism o que el de la voz que se manifiesta, ya
sea que se oiga o que se calle; lo real es, recordémoslo, disperso y
pluralizable. Ahora bien, lo que es expulsado por la Ausstossung con
das Ding es la materialidad sonora de la voz que constituye lo real del
Otro del Goce en tanto que definitivamente separada de la atribución
significante (y representada en el inconsciente) del grito. Es esta mate
rialidad sonora la que fuerza al percipiens a escuchar las voces; es ella
la que constituye el retorno en lo real de lo precluido, retorno cuya
condición es que el Ich tocado en su núcleo responda presente.
La voz, material sonoro de lo oído, lado real de la huella, circula
afuera en el mundo; lo real de la voz dispersa la realidad del mundo
rep resen tad o h asta hacerlo irrepresen table, indefiniblem en te
disociado. Para que un sujeto se vuelva psicótico, es necesario que la
voz atrape una representación de palabra cualquiera (con preferencia
una de esas que crean lazo entre los hombres, lazo político). ¿No se
podría proponer otra fórmula de la preclusión: lo que se rehusó al
tanto que el objeto de la voz está allí presente que está también presente el percipiens.
La alucinación verbal no es un falso perceptum, es un percipiens desviado. El sujeto es
inm anente a su alucinación verbal [...] Fundam os la seguridad del sujeto en su
encuentro con la porquería que puede soportarlo, con el objeto a del cual no es
ilegítimo decir que su presencia es necesaria». Séminaire XI, pág. 232.
110 Lacan dice que el sensorium es indiferente en la producción de una cadena significante
s e itnpQ’tlE pox si üiism a al sujeto en su dimensión de voz, Ecrits, pág. 533.
decir se transforma en voz? Pues la preclusión tiene como consecuencia
que cierto número de cosas ( Sachvorstellungen) sean rehusadas al decir;
pasando a lo real, esas cosas se transform an en voces que las palabras
que ellas transportan nos hacen oír.
* x- sí-
112 «Es cierto que la preclusión tiene algo de m ás radical, puesto que el Nombre-del-
Padre es a fin de cuentas, algo ligero; pero es cierto tam bién que es allí que algo puede
servir, en cambio en la preclusión del sentido por la orientación de lo real, ¡todavía no
estamos allí!». J. Lacan, Le Sinthome, sesión del 16 de marzo de 1976, seminario inédito—
I f i Cfi J. Lacan, «D ’un dessein», en Écrits, pág. 363: «Al progreso de esta tarea, añadam os
las dificultades personales que pueden obstaculizar el acceso de un sujeto a una noción
como la Verwerfung, a m edida incluso que está más interesado en ella. Dram a cotidiano
donde se recuerda que esta enseñanza que abre a todos su teoría, tiene como apuesta
práctica la form ación del psicoanalista». Cf. tam bién J. Lacan, seminario La logique
dufantasm e, sesión del 15 de febrero de 1967 (inédito): «La única vía por donde lo
que yo enseño se transm ite en lo real no es otra que la Verwerfung».
114 Lacan habla del sujeto com o Verwerfung en tanto que se identifica con el corte y que
se aprehéiíde y se percibe p or ello como real {Le désir etson interprétation, sesión del
24 de junio de 1959 [inédita]).
115 J. Lacan, «L’Etourdit», en Scilicet 4, pág. 15: «lo que el discurso analítico atañe, es el
sujeto, que, como efecto de significación, es respuesta de lo real».
omitido en la cadena que instaura el Nombre-del-Padre, la preclusión
del sujeto resultaría imposible? Por eso he propuesto antes la hipótesis
de que en la psicosis no se trata de un sujeto que representa un
significante para otro significante, sino de un cuerpo; llevando más
lejos esta hipótesis, ¿se podría decir que se trata de un sujeto petrificado
como cuerpo por el significante (Sx) que lo representaría para algo
abolido en S2?
La preclusión recae sobre esto: que algo pueda ser dicho o no; en
ese sentido no existe otra preclusión que la del decir. El ejemplo más
clásico de una preclusión parcial es el de la alucinación del dedo
cortado del El hombre de los lobos, retorno en lo real del rechazo de la
castración. En su comentario, Lacan evoca «la especie de embudo
temporal donde [el sujeto] vuelve sin haber podido contar los giros
de su descenso y su subida, y sin que su retorno a la superficie del
tiempo común haya respondido en nada a su esfuerzo»116; esos efectos
temporales indican la exterioridad absoluta de la preclusión y su
atemporalidad, atemporalidad conexa a la sincronía de los significantes
reunidos en W Z donde ha golpeado la preclusión. El resultado es que
el acceso a la castración aquí rechazado remite su significante al
exterior, pero no sin que el sujeto quede atado allí por una «fijación
erótica»117; la suerte de los significantes alcanzados por la preclusión
deja presente el apego del sujeto a esos significantes. Que la preclusión
de la castración no acarrea la perturbación del conjunto del lenguaje
para un sujeto da cuenta del mantenimiento de un fundamento edípico
en las histerias graves (las locuras histéricas). A la inversa, el significante
del Nombre-del-Padre, cuya preclusión perturba profundamente la
organización del lenguaje para un sujeto, arrastra a las tinieblas no
sólo la posibilidad de una escritura inconsciente, sino el conjunto £¡Le
su bagaje de afecto que es la voz del padre y de la cual nada queda
conservado en lo psíquico.
X- * X-
* * *
124 J. L aca», seminario RSI, sesión del 15 de abril de 1974 (inédito): «el Nombre-del-
Padre, lo que no quiere decir otra cosa que el Padre como nom bre [...] no sólo el
padre como nombre sino el Padre como nom brante [...]. El agujero del «yo soy el que
soy» es un agujero... un agujero, eso remolinea, eso m ás bien traga. Y después hay
m om entos en que eso reescupe, ¿escupe qué? El nombre; es el Padre como nombre».
125 J. Lacan, seminario Le Sinthome, sesión del 18 de noviembre de 12975 (inédito). «Es
en tanto que el Nombre-del-Padre es también el Padre del nombre que todo se sostiene,
lo que no hace menos necesario el síntom a».
126 J. Lacan, seminario RSI, sesión del 11 de marzo de 1975 (inédito). Igualmente las
sesiones del 18 de marzo, 15 de abril y 13 de mayo de 1975. Igualmente en el seminario
Les Non-dupes errent, sesiones del 11 de diciembre de 1973 y del 19 de marzo de 1974
(también inédito).
127 J. Lacan, Ecrits, pág. 557. «Esto se aplica a la m etáfora del Nombre-del-Padre, o sea la
m etáfora que pone este N om bre en el lugar prim itivam ente sim bolizado por la
operación, de la ausencia de la madre».
N om bre^del-Padre ^ Deseo de la m adre_ N om bre_del_Padre f _A _ )
D eseo de la madre Significado al sujeto \ Falo /
metáfora opere y se ve a ese Deseo-de-la-Madre elidirse en dos lugares
diferentes, primero el del significante por encima de la barra, luegolá
del significado bajo la barra. ¿No se podría situar ya la preclusión como
lo que impide la segunda elisión, que no es segunda sino por la escritura
del aprés-coup, elisión que permite que el deseo de la madre sea deseo
de otra cosa? La preclusión fijaría entonces a la madre en la primera
elisión, la que, por no ser elidida, no habría dejado funcionar el
operador del Nombre-del-Padre para la madre, ni a fortiori para su
hijo. El hijo, pegado al deseo de la madre, no tendría a su disposición
ningún lugar donde pudiera ser representado por un significante para
otro significante; es decir que la preclusión intervendría sobre el
significante segundo, rechazado del lugar del Otro por el desencadena
miento de goce, significante para el cual el significante primero habría
representado al sujeto; el hijo no tiene acceso a ningún lugar que haga
fu n cio n ar p a ra él la cadena significante de m o d o que pu ed a
descontarse de ella o, en términos freudianos, ningún lugar donde
podrían reunirse las representaciones de cosa y las representaciones
de palabra. Pegado al deseo de la madre, no tendría otro acceso al
Padre que la parte real nombrante de un nombrar-a128 una función —
avatar del padre en el deseo de la madre» Nada que sea del orden del
saber (S2) por el cual ser representado por una idejatificación con el
padre; pero la vertiente pulsional del saber, o en otros términos el
Otro como goce del padre real es aquello por lo cual trata en vano de
representarlo una identificación imposible con el Padre (en Sj); esta
identificación sólo es posible con un rasgo real del padre (letra de su
nombre o rasgo de su cuerpo). La preclusión ha quebrado el S2 y no
ha dejado en pie más que el goce del padre como depósito de un saber
excluido. Por eso frecuentemente parece que la única posición sexuada
accesible a un psicótico es la de La madre —ni hombre, ni mujer: La
madre. Pues la mujer no entra en la relación sexual m ás que quoad
mattem 129>única figura real, es decir imposible, de La mujer. Incluido,
enviscado en la cadena significante de donde no puede desaparecer
como efecto—sujeto, el psicótico sólo tiene que ver con La madre,
relevada por el padre real. Que lo peor esté en el padre, que el gozar
del padre sea éxtimo a su función simbólica es ciertamente el caso
trivial; pero si falta la función simbólica, sólo queda lo peor. Si no hay
lugar simbólico que sea sostenido por el padre, queda lo peor de su
goce imposible, por tanto real, el del padre nombrante.
por encima
Umschrift: reescritura, transcripción
Unbewusst ( Ubw): Inconsciente
Unerkannt, erkannt: imposible de reconocer, reconocido
Unertraglich: insoportable
Unvertraglich: inconciliable, incompatible
Urteil: juicio, partición originaria
Urteilsverwerfung: juicio de condenación
Untat: mala acción, el acto por excelencia, el acto asesino
Urverdrangung , Urverdrangt: represión originaria, lo reprim ido
originario
Ver: en alemán partícula verbal, que implica la idea general de alejar:
entra en la formación de verbos expresando:
—a través, falso: verfalschen (falsificar), sich versprechen (hacer un
lapsus), sich verschlucken (atragantarse), verwechseln (confundirse,
equivocarse), verraten (traicionar)
—a lo lejos, en otra parte: verreisen (partir de viaje), verschicken (enviar
lejos), vertreiben (expulsar, desalojar)
—hasta obtener un resultado* un cambio de estado, llevar hasta el fin:
verneinen (negar, responder no, rechazar), verwandeln (metamor-
fosear), verwerfen (arrojar un objeto tan bien que no se lo pueda
volver a encontrar, rechazar o declarar que algo no está bien, no
utilizable, inaceptable)
—cerrar a fondo: versiegeln (sellar), verriegeln (oxidar)
—leugnen (negar la verdad de..., declarar falso, no verdadero
—verleugnen: no reconocer, confesar lo que es la verdad ( sich verleugnen:
hacer como si no se estuviera en casa, no abrir cuando llaman) o
(sich selbst verleugnen: actuar diferentemente de lo que convendría
a su ser); renegar de su fe, de sus creencias; no puede verleugnen
u » rasgo de carácter, un afecto, no puede ocultarlo
Véranderung: modificación, alteración
Verdrangung: represión
Vetfalschung: falsificación
Verleugnung: renegación, desmentida, rechazo poco claro
Verneinung: negación
Verurteilung: condenación
Verwerfung: preclusión, en francés forclusion
Verwerfungsurteil: juicio que condena y rechaza
Vorbewusstsein (Vb): preconsciente
Vorstéllung: representación
Vorstellungsrepresantanz: representante de la representación, Sj en el
sentido de Lacan
Wa hrnehm uágsze ich en (WZ): signos de percepción
Werfen, verwerfen: arrojar, precluir
Wort: palabra
Wortvorstellung: representación de palabra
Zeichen: signos
O bras c it a d a s