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I. LOS HECHOS.
El 18 de octubre del 2019 inicia a lo largo del país una serie de manifestaciones por
parte de la ciudadanía, de modo que el 19 de octubre cerré las puertas del local que arriendo
para no exponer a los trabajadores ni al local a posibles daños, instalando láminas de latas en
las paredes exteriores para reforzar la seguridad. Vivimos desde aquel día un escenario a
nivel nacional de total incertidumbre y angustia, ya que, hace décadas que no sucedía algo
similar.
Al enterarme del saqueo e incendio del local acudí inmediatamente a revisar los daños,
interponiendo el mismo día una denuncia ante Carabineros de Chile de la Comisaría N°1
de Valdivia, para que se investiguen los hechos, constatando que la magnitud de estos daños
eran considerables, resultando imposible reacondicionar el local para retomar las ventas,
tanto por la sustracción de las herramientas y pinturas que vendía en el lugar, como por el
incendio que destruyó el local.
Inmediatamente, me contacté con doña Carolina Rojas Pérez para buscar una
solución, quien me indicó que sólo tenía dos opciones, siendo la primera esperar a que ella
costeara la reparación del inmueble, el cual demoraría al menos un año, o compartir los
costos de las reparaciones, las cuales ascienden a $200.000.000 (doscientos millones de
pesos) y que durarían dos semanas. Sin embargo, ambas proposiciones efectuadas a mi juicio
son inconvenientes, toda vez que el contrato me resultaría excesivamente oneroso y además
nada me asegura que esta situación pueda volver a repetirse en vista de que las
manifestaciones sociales no han cesado.
Con todo lo sucedido, a pesar de haber sido responsable y puntual durante todos estos
meses y años con el pago de la renta, ya no me veo en la capacidad económica de costear un
local que no puedo utilizar, pues se financiaba gracias a las ganancias generadas por este
mismo. Esta circunstancia hace que a su vez desestime la opción de compartir el valor de las
reparaciones con la arrendadora.
II. EL DERECHO.
a. Definición de contrato
En relación con lo expuesto, puedo afirmar que estamos ante una falta de objeto del
contrato, requisito de existencia esencial del mismo, de conformidad con el artículo 1460
del Código Civil, que nos dice que toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o
más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer. El mero uso de la cosa o su tenencia puede
ser objeto de la declaración, desprendiéndose de su tenor literal, de acuerdo con Víctor Vial,
que “el objeto del acto jurídico es la cosa que debe darse o entregarse o el hecho que debe
ejecutarse o no ejecutarse, siendo consecuente con la representación de una necesidad que
impulsa al sujeto a su celebración, que entendida en términos amplios, se satisface con una
cosa que debe darse o entregarse o con un hecho que debe o no ejecutarse1”.
c. Contrato de arrendamiento.
1
Vial, Víctor, Teoría general del acto jurídico, quinta edición actualizada, (2006), pág.156.
e. Debido cuidado y diligencia
f. Caso fortuito
Según el artículo 45 del Código Civil, el caso fortuito o fuerza mayor es el imprevisto
a que no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, el apresamiento de enemigos,
los actos de autoridad ejercidos por un funcionario público, etc., y, desde el punto de vista
jurídico, reconoce la máxima de que “nadie está obligado a lo imposible”, es decir, a lo que el
poder humano no puede vencer ni superar.
El caso fortuito para producir efectos liberatorios debe reunir copulativamente los
requisitos de tratarse de un inconveniente imprevisto que, además, sea imposible de resistir,
constituyendo un impedimento insuperable e invencible. Es decir, para determinar la
concurrencia del caso fortuito es pertinente atender a la definición que nos brinda el artículo
45 del Código Civil, a partir de la cual se desprenden los siguientes requisitos que exige la
ley y que ha construido la doctrina nacional: (i) un imprevisto imposible de resistir; (ii)
inimputabilidad del deudor; e (iii) irresistibilidad.
En cuanto al requisito (i), entendemos por imprevisto aquello que dentro de los
cálculos ordinarios de un hombre normal, no sea dable esperar su ocurrencia, es decir, que no
haya ninguna razón esencial para creer en su realización. Lorenzo de la Maza define los
acontecimientos imprevistos como aquellos poco frecuentes, que por excepción suelen
sobrevenir, y que no han sido tomados en cuenta por las partes al momento de contratar2. Por
otro lado, la Corte Suprema ha dicho que “el caso fortuito es imprevisto cuando no hay
ninguna razón esencial para creer en su realización”3. Efectivamente, en la situación que me
encuentro, se me hizo impensable creer que sería víctima de un incendio, ya que la autoridad
gobernante decretó un Estado de Excepción Constitucional de Emergencia en gran parte del
país, siendo el 20 de octubre la fecha en que se dictó para Valdivia. De este modo, con todos
los cuidados que tomé, al no abrir el local y revestir con una capa de láminas de latas las
paredes externas, junto a la orden de autoridad que limitaba las garantías antes dichas, que
resguardaba la seguridad del sector y el orden público, me era imposible pensar en la
realización de este actuar.
2
De la Maza, Lorenzo “La Teoría de la Imprevisión”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 30, 1° parte,
págs. 73 y ss.
3
Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 46, sección 1°, pág. 533.
4
Ramos Pazos, René “De las Obligaciones”, Editorial Jurídica de Chile, 1° Edición, 1999, pág. 126.
En consideración al requisito (iii), entendemos por irresistible o inevitable aquello
que impide al deudor, bajo todo respecto o circunstancia poder cumplir. De acuerdo con
Francisco Soto, entran en la categoría de inevitables aquellos sucesos que, a merced de la
puesta en práctica de una diligencia cuidadosísima, extraordinaria, excedente de la que
normalmente exige la obligación, pudieron ser eludidos; se tratarían, entonces, de
precauciones exageradas de evidente desproporción, que agotarían la contratación5. En mérito
de ello, es evidente la irresistibilidad del siniestro presente en mi caso, pues las medidas
requeridas para haber podido evitarlo, cuando ni la policía uniformada, armada y capacitada
presente fue capaz de hacerlo, entran claramente en la clasificación de precauciones
exageradas, significando diligencias extraordinarias a las normalmente exigidas para un
hombre medio. En el mismo sentido, la Corte Suprema ha dicho que hay irresistibilidad
cuando no es posible evitar sus consecuencias, en términos que ni el agente ni ninguna otra
persona colocada en las mismas circunstancias habría podido preverlo ni evitarlo; supuesto
que está presente, repitiendo los argumentos expuestos anteriormente.
Al respecto, también debo aclarar que, si bien de acuerdo a Ramos Pazos el aumento de
dificultad u onerosidad en el cumplimiento de la obligación no constituye caso fortuito6, en
este caso no nos encontramos frente a esa situación, pues para ello es necesario claramente,
primero, que la parte que se ve impedida de cumplir su obligación determinada, salvo un
aumento de dificultad u onerosidad, sea la que debe sufrir ese perjuicio para poder cumplirla.
Así, no entraría en este caso el hecho de que de forma compartida el gasto sea de
$200.000.000 (doscientos millones de pesos), pues mi obligación no es aportar dinero para
mejorar el inmueble que arriendo, sino que es pagar por el arriendo de ese inmueble, y en este
momento no me veo impedido de cumplirlo por un aumento de onerosidad o dificultad de esa
obligación, pues el precio de ésta sigue siendo el mismo (100 UF), sino que me veo impedido
de cumplirla por la destrucción del local. En consecuencia, me encuentro imposibilitado de
realizar mis ventas y con ello, costear el lugar, que por lo demás está inutilizable, razón por la
cual expiró el arrendamiento y mi obligación no ha de persistir. En efecto, la obligación que
para cumplirse se ha hecho más onerosa podría ser la de doña Carolina Rojas, mas no la mía;
sin embargo, esto aún no es así, pues, en segundo lugar, también es necesario que esta
dificultad u onerosidad sobreviniente permita efectivamente dar cumplimiento a la
obligación, lo que precisamente no sucede, pues aunque eventualmente el inmueble pueda
5
Soto, Francisco, El caso fortuito y la fuerza mayor, Ediciones Nauta, 1965, Barcelona, pág.31.
6
Ramos Pazos, René “De las Obligaciones”, Editorial Jurídica de Chile, 1° Edición, 1999, pág. 126.
reincorporarse, el tiempo destinado a las reparaciones necesarias hacen imposible el
cumplimiento de la obligación de doña Carolina Rojas de conceder el inmueble para su uso y
goce, razón por la cual se confirma que, efectivamente, nos encontramos en un caso fortuito.
Lo anterior, recalcando el acaecimiento de que no es que se haga más difícil u oneroso
cumplir, sino que simplemente no podrá haber un cumplimiento por parte de Carolina Rojas
y, como ya aclaré, no es mi obligación la que se ve aumentada en dificultad u onerosidad,
pues mi obligación es la misma, sólo que debido a las circunstancias particulares, ésta carece
de sentido toda vez que el objeto del contrato ha sido destruido, y que esa es una causal de
expiración del arrendamiento, debido a que la otra parte no puede cumplir su
contraprestación, produciendo que el pago de ello significaría un mero enriquecimiento sin
causa.
Por lo expuesto, es que también, en virtud del artículo 1552 del Código Civil, que
indica que en los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora dejando de
cumplir lo pactado, mientras el otro no lo cumple por su parte, o no se allana a cumplirlo en
la forma y tiempo debidos, debo solicitar, en subsidio a la acción principal impetrada de
término del contrato de arrendamiento, el cese del cobro del equivalente al 10% de la renta
pactada por cada día de atraso en el pago de la renta; petición que iniciaría por el tiempo
inmediatamente posterior a la presentación y notificación de esta demanda, en vista de que,
primero, en caso de que la demandada exija el pago de la renta, en virtud de los hechos
descritos, no es coherente que se cobre por día de atraso, pues mi contraparte al igual que yo
nos encontraríamos en mora toda vez que ella ha dejado de cumplir lo estipulado-conceder el
goce de la cosa- principalmente durante el tiempo que comprende la tramitación del juicio.
Otro argumento que sostiene esta solicitud es impedir un enriquecimiento sin causa en favor
de la demandada de acuerdo con el tenor del precepto invocado, viéndose perjudicado mi
patrimonio y eventualmente aquel que pertenece a mi codeudor solidario sin justificación
jurídica alguna.
POR TANTO,
En mérito de lo expuesto, de las disposiciones legales invocadas y de lo que
establecen los artículos 1438, 1460, 1547 inciso 2°, 1552, 1915 y 1950 N°1, todos del Código
Civil,
PRIMER OTROSÍ: Solicito a U.S, se sirva tener por acompañados en la forma que se
indica los siguientes instrumentos públicos y privados que fundamentan los hechos:
1. Copia Simple del contrato de arriendo con fecha de 4 de abril del 2010, con
conocimiento y bajo apercibimiento señalado por el artículo 346 N°3 del Código de
Procedimiento Civil.
2. Copia Simple del set fotográfico del inmueble arrendado antes del incendio, con
conocimiento y bajo apercibimiento indicado por el artículo 346 N°3 del Código de
Procedimiento Civil.
3. Copia Simple del certificado de dominio vigente del inmueble arrendado conferido
por el Oficial del Registro Civil de Santiago, Don Felipe Escobar Donoso, con fecha 2
de abril del 2010, con citación conforme al artículo 342 del Código de Procedimiento
Civil.
4. Copia Simple del presupuesto de reparación elaborado por la consultora Reparaciones
Total Spa, con citación en virtud del artículo 342 del Código de Procedimiento Civil.
5. Copia Simple de los correos electrónicos intercambiados con Carolina Rojas Pérez en
que constan las propuestas efectuadas, con conocimiento y bajo apercibimiento de
conformidad con el artículo 346 N°3 del Código de Procedimiento Civil.
6. Copia Simple del inventario de bienes existentes al momento del incendio, con
conocimiento y bajo apercibimiento en virtud del artículo 346 N°3 del Código de
Procedimiento Civil.
7. Copia Simple de las facturas emitidas por Inversiones Rojas Pérez Ltda, por concepto
de cobro de arriendo, con citación expresado por el artículo 342 del Código de
Procedimiento Civil.
8. Copia Simple de las impresiones del sitio web del portal de “Noticias Valdivia”,
respecto al incendio del inmueble, con citación señalado en el artículo 342 del Código
de Procedimiento Civil.
9. Copia Simple de las fotografías del inmueble arrendado luego de ocurrido el incendio,
con conocimiento y bajo apercibimiento en virtud del artículo 346 N°3 del Código de
Procedimiento Civil.
10. Copia Simple de la denuncia realizada el día 3 de noviembre de 2020 en la Comisaría
N°1 de Valdivia sobre el incendio y saqueo cometidos en el inmueble, con citación
según el artículo 342 del Código de Procedimiento Civil.
SEGUNDO OTROSÍ: Solicito a U.S, tener por acompañado en parte de prueba y con
citación, documento electrónico (en formato CD) que contiene grabación y video realizado
por el canal de televisión Valdivia TV y el registro de las cámaras del local ubicado frente al
inmueble arrendado al que nos hemos referido en lo principal de esta presentación.
Solicitando conforme a los previsto en el artículo 348 bis del Código de Procedimiento Civil,
se cite a las partes a audiencia de percepción documental, haciéndose presente que esta parte
proveerá los medios técnicos electrónicos para su adecuada percepción.
POR TANTO, ruego a U.S tener por acompañado el referido documento electrónico en la
forma solicitada y ordenar se cite a audiencia de percepción documental, fijando día y hora al
efecto.
TERCER OTROSÍ: Solicito a U.S, tener presente que designo como abogadas
patrocinantes y confiero poder a doña Natalia Ana Ignacia Torres Bravo, Pilar Catalina
Mamani Castillo y Gigliola Ornella Fuenzalida Iglesias, a quienes se les entienden
concedidas todas las facultades señaladas en el artículo 7 inciso primero y segundo del
Código de Procedimiento Civil, expresamente la de desistir en primera instancia, transigir,
cobrar y percibir, todas domiciliadas en Agustinas N°1376, Oficina 31, Comuna de Santiago,
quienes firman en señal de aceptación.