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En caso contrario, se incurrirá en un delito tipificado en los Artículos 270, 271 y 272 del Código Penal
(Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal -Última modificación del 28 de abril de
2015) sobre los Delitos relativos a la Propiedad Intelectual e Industrial, al Mercado y a los Consumidores
y podrá por tanto ser perseguido por ello.
ÍNDICE DE CONTENIDOS
2.1. Introducción.......................................................................................................................................................................................................................... 7
2.10.4. Cómo actúan las compañías ante el fraude: “La detección del fraude” ................................................................................................ 150
El contrato de seguro es el corazón de la actividad aseguradora, por lo que todo el funcionamiento de esa actividad dirigida a las
personas depende de la claridad del redactado y de lo justo de las reglas de este contrato.
Por este motivo, la regulación específica del contrato de seguro ha sido materia especial y de gran interés y atención en todos los
países. Hace ya años que en Europa se cuenta con leyes específicamente dedicadas a esta materia.
En España vivimos durante decenios con la parquedad normativa de los Códigos Civil y de Comercio en lo relativo al contrato de
seguro, a pesar de las numerosas disposiciones que intentaban complementar estos dos cuerpos legales.
Ante la insuficiencia y poca claridad de las normas que regulaban el contrato de seguro en España, se consiguió en 1.980 la
promulgación de la actual Ley de Contrato de Seguro de 8 de octubre, actualmente en proceso de reforma que aún sigue en vigor.
El contrato de seguro en España es objeto de regulación por la Ley 50/1980 de 8 de octubre de 1980 de Contrato de Seguro
publicada en el BOE nº 250 de 17 de octubre de 1980. (Boletín 80/22501).
- Establece un control por parte de la Administración de las condiciones generales de las pólizas
- No es legislación especial, sino común (art. 2 "las distintas modalidades de seguro, en defecto de Ley que les sea aplicable,
se regirán por la presente Ley..." quedando, por tanto, fuera de su ámbito de aplicación los seguros que ya cuenten con una
regulación propia (ej. Seguro obligatorio de automóviles).
a) Contenido de la LCS
Actualmente, la LCS consta de 109 artículos distribuidos en 4 títulos, de tres disposiciones adicionales (Soporte duradero, Contratación a
distancia y Contratación Electrónica), una disposición transitoria y una final.
- Título I: Disposiciones generales aplicables a toda clase de seguros, tanto de personas como contra daños, recogidos en cuatro
secciones (art.1-24).
- Título III: Dedicado a los seguros de personas; consta de cuatro secciones. (Art. 80-106).
- Título IV (Ley 21/90): Comprende las Normas de Derecho Internacional Privado a las que dedica tres artículos (Art.107 a 109).
Asimismo, la LCS tiene tres Disposiciones Adicionales, una Disposición Transitoria y una Disposición Final.
Se define por lo expuesto en la Disposición final de la propia ley y en el artículo 2 que otorga a los preceptos de la Ley carácter imperativo,
a no ser que en ellos se disponga otra cosa. No obstante, se entenderán válidas las cláusulas contractuales que sean más beneficiosas
para el asegurado.
Se trata en definitiva de proteger los derechos del asegurado, excepto en el caso de seguros para “grandes riesgos” (buques, aeronaves,
vehículos ferroviarios, etc.) donde no se aplica el mandato imperativo pues se supone que el asegurado no necesita protección y por tanto
quedan fuera del ámbito regulador de la LCS.
¿Por qué en los seguros de "grandes riesgos" el asegurado no necesita protección y no se aplica el hecho de la
obligatoriedad de la LCS?
b) Los de crédito y de caución cuando el tomador y el asegurado ejerzan a título profesional una actividad industrial, comercial o
liberal y el riesgo se refiera a dicha actividad.
c) Los de vehículos terrestres (no ferroviarios), incendio y elementos naturales, otros daños a los bienes, responsabilidad civil en
vehículos terrestres automóviles (comprendida la responsabilidad del transportista), responsabilidad civil en general y pérdidas
pecuniarias diversas, siempre que el tomador supere los límites de, al menos, dos de los tres criterios siguientes:
Si el tomador del seguro formara parte de un grupo de sociedades cuyas cuentas consolidadas se establezcan con arreglo a lo
dispuesto en los artículos 42 a 49 del Código de Comercio, los criterios mencionados anteriormente se aplicarán sobre la base de las
cuentas consolidadas.
Los riesgos de masa son todos los demás casos en que se estima necesario garantizar al consumidor un nivel mínimo de protección.
Los seguros de grandes riesgos serán controlados en el país de establecimiento en lo que respecta a los servicios destinados a las
empresas (todo el procedimiento de control financiero tiene lugar en el país de establecimiento). Sin embargo, el asegurador deberá
procurarse en el Estado miembro donde tenga su sede social un certificado que acredite su solvencia, y enviarlo al Estado miembro
de prestación de servicios, precisando la actividad que tenga previsto realizar.
Los seguros de grandes riesgos se formalizan en contratos de seguros pactados entre las partes y no de masa o de adhesión en los
que el contratante se subordina a las condiciones generales de contratación contenidas en el mismo. Por otro lado, los grandes riesgos
están siempre reasegurados y, en definitiva, se presupone que los tomadores de estas pólizas de grandes riesgos tienen más medios
para estar asesorados técnicamente que un individuo particular que sí necesita un máximo de protección.
El contrato de seguro es un contrato de contenido heterogéneo, imposible de reconducir a un concepto válido para todos los posibles
tipos de seguro. Las peculiaridades de cada tipo son tan acusadas que no se puede hablar de un contrato único, sino de un semillero
de contratos diversos, sometidos a normas jurídicas radicalmente distintas. No basta decir que asegurar a alguien contra un
acontecimiento significa comprometerse a una prestación para el caso de realizarse el acontecimiento previsto como futuro e incierto,
porque semejante contenido abarca desde la obligación condicional (*) hasta la fianza, pasando por el seguro estricto. La naturaleza
(*) Lo que se quiere decir con el término “obligación condicional” es que el seguro es un instrumento sobre una
expectativa o hipótesis de ocurrir un acontecimiento, de ahí la “condicionalidad”.
El término “fianza” en esta afirmación está haciendo referencia a la familia de seguros con estructura del tipo de Responsabilidad Civil
o de Caución, por ejemplo, que entran en vigor si se produce un incumplimiento, es decir, hay un condicionante, y por otro lado “el
seguro estricto” se refiere al estrictamente definido en el art- de la LCS.
"El contrato de seguro es aquel por el que el asegurador se obliga, mediante el cobro de una prima y para el caso de que se
produzca el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura, a indemnizar, dentro de los límites pactados, el daño producido al
asegurado, o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones convenidas".
La doctrina que centra el seguro sobre la traslación del riesgo desde el asegurado al asegurador es aceptable, siempre que se aclare
bien su sentido. El asegurador no asume el mismo riesgo que pesa sobre el asegurado, sino que asume las consecuencias
económicamente perjudiciales de tales hechos para el asegurado. Esta asunción del riesgo de tener que subvenir a una futura
necesidad económica, concreta o abstracta, del asegurado, constituye la prestación esencial del asegurador.
Todo seguro tiende a satisfacer una futura necesidad económica. La diferencia está en que en el seguro sobre la vida, esta pretensión
o deseo no asciende a causa del contrato, sino sólo a motivo económico, mientras que en el seguro contra daños la completa
2.4. Características
− Formal, pues es necesaria su plasmación escrita para que sea válido. (Art. 5 L.C.S.).
− Aleatorio, porque la realización del hecho previsto y en algunos casos la cantidad que pueda resultar debida por el asegurador,
dependen de causas fortuitas, ajenas a la voluntad de los contratantes.
− Bilateral, porque intervienen dos voluntades distintas, creando obligaciones mutuas entre las partes que manifestaron su
voluntad. Para el tomador del seguro las obligaciones son inmediatas y constantes -pago de la prima-, para el asegurador son
potenciales, pues la indemnización se pagará cuando se produzca el siniestro previsto en la póliza.
− Oneroso, porque da lugar a deberes de orden económico para cada uno de los contratantes (pago de la prima o aportación en
el seguro mutuo y obligación asumida del pago de la indemnización o el capital convenidos).
− De buena fe, pues las partes deben cumplir el contrato de seguro, e incluso interpretarlo con arreglo a la buena fe más exquisita
(declaraciones exactas, beneficios a terceros no contratantes, anulación de cláusulas lesivas, etc.).
− De adhesión, ya que el asegurado a la hora de contratar acepta o se adhiere a las condiciones que regirán la existencia del
contrato y que han sido fijadas unilateralmente por el asegurador, salvo en los puntos de detalle de cada caso concreto.
− Único, pues el hecho de que con cierta periodicidad, en cada caso determinada, se paguen las primas, no afecta a la continuidad
de la existencia única e insoluble del contrato.
a) Atendiendo a la naturaleza de las garantías otorgadas y de los riesgos previstos, podemos hacer una primera división en
tres grandes grupos:
− Seguros de daños, de cosas o reales: cubren las consecuencias económicas adversas que pueden derivarse de
determinados acontecimientos fortuitos relativos a los bienes muebles o inmuebles.
− Seguros personales o de personas: garantizan el pago de un determinado capital o renta, o la prestación de una asistencia
de producirse un hecho relativo a la vida o integridad física del asegurado.
− Seguros patrimoniales o abstractos: garantizan la entrega de una cantidad cuando se produzca una situación determinada
prevista en el contrato, que origine una necesidad dineraria al asegurado. Por ejemplo: seguro de Responsabilidad Civil frente
a terceros, seguro de Crédito, etc.
− Por el modo de fijar la prestación del asegurador (a priori, mediante la fijación de una suma o a posteriori por el daño real
sufrido).
1. Seguro de vida:
Comprenderá:
− El seguro sobre la vida, tanto para caso de muerte como de supervivencia, o ambos conjuntamente, incluido en el de
supervivencia el seguro de renta
− El seguro de «nupcialidad»
− El seguro de «natalidad».
− El seguro de dependencia.
− Operaciones de capitalización.
1. Accidentes.
Las prestaciones en este ramo pueden ser: a tanto alzado, de indemnización, mixta de ambos y de cobertura de ocupantes de
vehículos.
Las prestaciones en este ramo pueden ser a tanto alzado, de reparación y mixta de ambos.
Incluye todo daño sufrido por vehículos terrestres, sean o no automóviles, salvo los ferroviarios.
4. Vehículos ferroviarios.
5. Vehículos aéreos.
Incluye todo daño sufrido por los bienes (distinto de los comprendidos en los ramos 3, 4, 5, 6 y 7) causado por el granizo o la helada,
así como por robo u otros sucesos distintos de los incluidos en el ramo 8.
10. Responsabilidad civil en vehículos terrestres automóviles (comprendida la responsabilidad del transportista).
12. Responsabilidad civil en vehículos marítimos, lacustres y fluviales (comprendida la responsabilidad civil del transportista).
Comprende toda responsabilidad distinta de las mencionadas en los ramos 10, 11 y 12.
14. Crédito.
Comprende insolvencia general, venta a plazos, crédito a la exportación, crédito hipotecario y crédito agrícola.
18. Asistencia
Asistencia a las personas que se encuentren en dificultades durante desplazamientos o ausencias de su domicilio o de su lugar de
residencia permanente. Comprenderá también la asistencia a las personas que se encuentren en dificultades en circunstancias
distintas, determinadas reglamentariamente, siempre que no sean objeto de cobertura en otros ramos de seguro.
19. Decesos
Incluye operaciones de seguro que garanticen únicamente prestaciones en caso de muerte, cuando estas prestaciones se satisfagan
en especie o cuando su importe no exceda del valor medio de los gastos funerarios por un fallecimiento.
Hay algunas modalidades de seguros que han ido apareciendo posteriormente algunas surgen como simples coberturas y hoy son
objeto de seguro único; otros por la simple combinación de coberturas (Multirriesgos) y otras por la aprobación de nuevas
disposiciones legales. Tal es el caso de algunos seguros como:
- Seguro de Dependencia.
NOTA: Ley 20/2015, de 14 de julio, de ordenación, supervisión y solvencia de las entidades aseguradoras y reaseguradoras, conocida como LOSSEAR y que
analizaremos más en detalle más adelante, regula por vez primera los seguros de decesos y de dependencia y se refuerza la libre elección del prestador de
servicios en los seguros de decesos, asistencia sanitaria y dependencia.
El elemento causal hace referencia a la causa del contrato: es el fin esencial o más próximo que los contratantes se proponen al
celebrar el contrato.
El artículo 1.274 del Código Civil señala que "en los contratos onerosos se entiende por causa, por cada parte contratante, la prestación
o promesa de una cosa o servicio por la otra parte".
El artículo 1.261 C.C. establece que la causa es uno de los requisitos esenciales de todo contrato, por lo que, si no existiera, dicho
contrato sería nulo.
Se puede definir riesgo como "la posibilidad de que, por azar, ocurra un hecho que produzca una necesidad patrimonial".
El riesgo como causa del contrato de seguro lleva a una transferencia que el asegurado hace a la Entidad Aseguradora, de un daño
eventual que amenaza su patrimonio, mediante el pago de la correspondiente prima; es, en definitiva, un desplazamiento del riesgo.
Del amplio concepto de riesgo y de sus diferentes definiciones podemos hacer una doble consideración, desde el punto de vista
técnico y jurídico:
1) Desde un punto de vista técnico, el riesgo es la posibilidad de que ocurra un suceso futuro, incierto, posible, ajeno a la
voluntad de las partes, con consecuencias económicamente desfavorables.
2) Desde el punto de vista jurídico, el riesgo es un requisito esencial para la validez del contrato de seguro, tal y como se
recoge en el artículo 4 de la L.C.S.:
"El contrato de seguro será nulo, si en el momento de su conclusión no existía el riesgo o había ocurrido el siniestro".
La solución a esta situación se ha resuelto desplazando al tomador la obligación de facilitar la información adecuada sobre el riesgo,
según se recoge en el artículo 10 de la L.C.S.:
"El tomador del seguro tiene el deber, antes de la conclusión del contrato, de declarar al asegurador, de acuerdo con el cuestionario que
éste te someta, todas las circunstancias por él conocidas que puedan influir en la valoración del riesgo..."
En la práctica, esta declaración del tomador se hace a través de la solicitud de seguro, documento que adquiere gran importancia
ya que puede afectar al pleno disfrute de los derechos adquiridos por el asegurado, si el siniestro demuestra que se produjeron
anomalías importantes en esta declaración.
Con este sistema de declaración por parte del tomador, el asegurador se encuentra a la entera merced de la buena fe del tomador del
seguro, de forma que sí éste lo hace de forma incompleta o dolosa puede estar perjudicando a la entidad aseguradora.
La obligación comentada anteriormente no se limita a las actuaciones preliminares al contrato. Una vez suscrita la póliza y transcurrido
algún tiempo de la vigencia de la cobertura, pueden producirse cambios en las condiciones del riesgo que alteren su naturaleza,
quedando roto el equilibrio de obligaciones entre las partes que el asegurador pretendió establecer al emitir el contrato.
Artículo 11 LCS:
"El tomador del seguro o el asegurado deberán, durante el curso del contrato, comunicar al asegurador, tan pronto como le sea
posible, todas las circunstancias que agraven el riesgo y sean de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el
momento de la perfección del contrato, no lo habría celebrado o lo habría concluido en condiciones más gravosas".
El asegurador igualmente podrá rescindir el contrato comunicándolo por escrito al asegurado dentro de un mes, a partir del día en que
tuvo conocimiento de la agravación del riesgo.
En el caso de que el tomador del seguro o el asegurado no haya efectuado su declaración y sobreviniere un siniestro, el asegurador
queda liberado de su prestación si el tomador o el asegurado han actuado con mala fe. En otro caso, la prestación del asegurador se
reducirá proporcionalmente a la diferencia entre la prima convenida y la que se hubiera aplicado de haberse conocido la verdadera
entidad del riesgo.
En el caso de que se produzca una disminución del riesgo, el artículo 13 LCS indica:
"El tomador del seguro o el asegurado podrán, durante el curso del contrato, poner en conocimiento del asegurador todas las
circunstancias que disminuyan el riesgo y sean de tal naturaleza que si hubieran sido conocidas por éste en el momento de la
perfección del contrato, lo habría concluido en condiciones más favorables".
Puede ocurrir que el tomador o asegurado no esté preparado para saber cuándo hay cambios que son importantes en el riesgo, en el
sentido de afectar a la opinión que de él se formó el asegurador. En estos casos la presencia del mediador puede aclarar cualquier
duda del asegurado y aconsejarle sobre lo que debe hacer.
Aparentemente, cualquier acontecimiento desfavorable o adverso que pueda afectarnos, puede cubrirse por el seguro. Bastará con el
mutuo acuerdo de las partes.
Sin embargo, esto no es así; no es suficiente con la voluntad de las partes. Hay hechos o exigencias que están por encima de ella,
que imponen unas condiciones para que el riesgo pueda ser asumido por una entidad de seguros.
− Se conoce la probabilidad de ocurrencia del siniestro y se puede fijar por tanto una prima justa.
− Existe una masa de asegurados que experimenten la necesidad del seguro que les ampare de determinada clase de riesgo.
6. Ha de tratarse de un hecho lícito, ya que los hechos ilícitos no pueden ser objeto de contrato, del cual es causa lícita el
riesgo.
B. Clases de riesgos
A continuación, analizaremos algunas de las posibles clasificaciones que se suelen manejar sobre el riesgo.
b.1.) En primer lugar, veremos las diferencias entre los conceptos de Riesgo Objetivo y de Riesgo Subjetivo.
Este tipo de riesgo permite una valoración ajustada del precio a aplicar (prima), facilitando las decisiones sobre su aceptación
o rechazo.
Los datos sobre este tipo de riesgos se suelen solicitar a través del correspondiente cuestionario que figura en la solicitud,
debido a la facilidad en la obtención de respuestas.
− Riesgo Subjetivo: implica un conjunto de circunstancias relativas al asegurado, difícilmente objetivables, y que
normalmente sólo conoce él; pudiendo ignorarlas si no ha tomado conciencia de ellas. Estas circunstancias tienen
importancia para el asegurador en el sentido de poder medir la calidad del riesgo.
Son aspectos que se refieren a la moralidad del asegurado, seriedad en el cumplimiento de compromisos adquiridos, a sus
costumbres, a su estado de salud, a su situación financiera, etc.
Al tratarse de hechos que sólo conoce y detecta el asegurado, son especialmente peligrosos a la hora de valorar el riesgo por
parte de la entidad aseguradora, al ser igualmente problemáticos de evaluar por la diversidad de situaciones que pueden darse.
Los datos de carácter subjetivo tienen incidencia sobre los resultados de la compañía en caso de siniestros de carácter irregular,
que no se habrían indemnizado de haberse conocido la exacta realidad de los hechos.
− Riesgos Ordinarios: son los que responden en su planteamiento y efectos previsibles a las pautas habituales de
contratación en el mercado. Si en este tipo de riesgos concurriera alguna circunstancia que los convierte en atípicos, como
puede ser un riesgo agravado, pueden ser asumidos por el seguro privado mediante la aplicación de sobreprimas, recargos
u otras medidas correctoras.
Son riesgos que no entrañan por tanto una peligrosidad en sus consecuencias que esté por encima del marco de
posibilidades de las empresas de seguros para la aceptación por su parte, aun tratándose de riesgos inhabituales.
Como resulta lógico pensar, este tipo de riesgos constituyen la inmensa mayoría de los que se contratan diariamente en
nuestro país.
− Riesgos Extraordinarios: pueden entenderse como tales, aquéllos que por la magnitud y naturaleza de sus causas y
efectos, escapan a la posibilidad de cobertura del seguro normal, siendo preciso arbitrar fórmulas especiales para su
aseguramiento.
b.3.) Por último, hay una serie de clasificaciones de los riesgos atendiendo a diversas consideraciones:
o Monógrados son aquéllos que, en caso de ocurrir el siniestro, éste tendrá una misma intensidad (seguro para caso de
muerte).
o Heterógrados son aquéllos en los que el suceso previsto en la póliza, en caso de ocurrir, puede revestir diversos grados
en su realización (seguro de incendio).
− Riesgo extraprofesional y riesgo profesional: se aplica esta diferenciación, sobre todo en el seguro de accidentes.
Ejemplos:
− Ejemplo de Riesgo Objetivo: Una casa. (Es la que es: Metros cuadrados, habitaciones, situación, muebles, objetos de arte...)
− Ejemplo de Riesgo Subjetivo: En un seguro de Vida, cuando el asegurado practica deportes de riesgo como alpinismo,
paracaidismo...; en un seguro de Enfermedad el tener una patología crónica preexistente, por ejemplo una alergia.
− Ejemplo de Riesgo Monógrado: La muerte en el seguro de Vida (No hay grados de muerte, es la que es)
− Ejemplo de Riesgo Heterógrado: Un accidente (las consecuencias pueden ser de diferentes grados)
Esta aceptación de riesgos de forma paulatina afecta a la calidad de la cartera, ya que según sea el criterio que se utilice para aceptar
o rechazar las garantías solicitadas, la valoración de la referida cartera variará notablemente.
A la entidad aseguradora le interesa que la valoración de la cartera al final de cada ejercicio se ajuste a las previsiones que se
formularon con ocasión del cálculo de las tarifas, debido a la gran importancia que tiene la siniestralidad sobre los resultados del
ejercicio.
Por tales motivos la entidad aseguradora está obligada a realizar, de manera permanente, una selección de los riesgos que admite
en su cartera. De este modo puede detectar los que resulten sospechosos o francamente peligrosos o en cualquier caso inadmisibles,
y decidir, de acuerdo con el cuadro de valores que por su parte haya establecido, si los acepta, o en qué condiciones especiales está
dispuesta a hacerlo.
Por tanto, en esta actividad que llevan a cabo las aseguradoras, se pueden diferenciar dos fases: Una inicial: la Selección de Riesgos,
y una posterior: la Vigilancia de los Riesgos aceptados.
Selección de Riesgos
Al hablar de selección de riesgos en una entidad de seguros nos estamos refiriendo a dos conceptos distintos y paralelos de una
misma cosa:
Los métodos de selección varían para cada ramo de seguro. En el ramo de vida, la selección consiste en el reconocimiento médico
previo al asegurado o en el cuestionario de salud. En los demás ramos del seguro se basa no sólo en criterios objetivos, sino en los
criterios propios de cada entidad aseguradora.
La vigilancia es muy similar a la selección, pero mientras la selección se hace previamente a la aceptación del riesgo, la vigilancia se
practica en el transcurso del contrato, a fin de modificar las condiciones del seguro, o bien rescindirlo, en caso extremo.
− Vigilancia colectiva: mediante el análisis de la estadística de aquellos riesgos cuya siniestralidad sea anormal y regularmente
superior a lo que cabría esperar de su clasificación previa. Esta vigilancia colectiva permite una acción preventiva de cara a
la seguridad colectiva, para lo cual se hace necesaria la colaboración de la institución aseguradora o del Estado.
2. Incierto, pues debe existir la posibilidad de que ocurra un hecho dañoso o surja una necesidad patrimonial. En la incertidumbre
hay diversos grados según que afecte a todos los datos que definen la realización de un hecho: - el sí, - el cuándo y - el cómo
(incertidumbre absoluta, propia de los seguros contra daños, por ejemplo: el incendio no se sabe si ocurrirá, ni cuando, ni como
ocurrirá en caso de que suceda); o afecte sólo a alguno de esos datos (incertidumbre relativa, bastando que sea incierto el
momento cuando ocurrirá el hecho previsto en el contrato).
4. Independiente de la voluntad de las partes, pues el contrato de seguro es aleatorio, por lo que, la realización del hecho temido
ha de ser fortuita, debida al azar. En el contrato de seguro hay que entender por fortuito todo lo que no depende de la voluntad
o de la intención de la persona amenazada por el hecho previsto como posible (azar relativo); no cabe entender por fortuito
aquello que no tiene causa o cuya causa última se ignora (azar absoluto); si así fuera solamente serían asegurables los
acontecimientos producidos por las fuerzas de la naturaleza. Según esto no son indemnizables aquellos hechos que se realizan
directamente por voluntad del asegurado.
Un caso especial es el tema del Suicidio respecto al Seguro de Vida: Por puridad aseguradora no es indemnizable.
Ahora bien, hay casos excepcionales (Seguros de Vida de un capital muy alto) que, pasando un periodo de carencia
(normalmente 12-15 meses) se cubren en los seguros de vida. No es tan extraño que tras dicho periodo de carencia,
el asegurado hay materializado el suicidio y la compañía ha tenido que pagar. Normalmente estos casos de altos
capitales y condiciones tan especiales están reasegurados.
6. Lesión económica (consecuencia patrimonial), la necesidad pecuniaria, en el contrato de seguro, surge por consecuencia de
un acontecimiento futuro e incierto, llamado siniestro. En este caso la reparación de esa lesión económica producida por el
siniestro, el daño, se eleva a causa del contrato. Sin embargo, en los seguros sobre vida, a diferencia de los seguros contra
daños, la cobertura de una necesidad pecuniaria no asciende a causa del contrato, sino que se queda en simple motivo
económico. El perjuicio o lesión económica o patrimonial puede derivarse a uno de los siguientes tres supuestos:
a) Pérdida patrimonial directa. Derivada directamente de haberse producido el siniestro, como por ejemplo el incendio de
la casa, el robo del cuadro, etc.
b) Pérdida patrimonial indirecta. Como resultado de haberse producido un acontecimiento que obliga a realizar un gasto
imprevisto, como la responsabilidad asumida derivada de un accidente de automóvil en el que hemos participado.
c) Pérdida de adquisición. Tiene lugar cuando se produce una pérdida transitoria o permanente de la capacidad de trabajo,
y por tanto, de ganancia, derivada de enfermedad o de accidente.
− Ser lícito.
2.6.2. El Siniestro.
La diferencia entre riesgo y siniestro se ve clara cuando se piensa que lo que provoca la prestación del asegurador no es el primero,
sino el segundo.
El Siniestro es la realización del riesgo que se ha previsto en el contrato de seguro y que desencadena por tanto la obligación de
indemnizar por parte del asegurador.
Todo siniestro implica la realización del evento dañoso que se asegura y debe reunir los siguientes requisitos:
3. Que como consecuencia de la ocurrencia del evento se genere para el asegurado una necesidad económica, es decir, que el
siniestro produzca un daño o perjuicio económico al asegurado.
En caso de producirse el siniestro, aparecen las obligaciones y deberes para todas las partes.
2. El tomador del seguro o el asegurado o el beneficiario deberán comunicar al asegurador el acaecimiento del siniestro dentro
del plazo máximo de 7 días de haberlo conocido, salvo que se haya fijado en la póliza un plazo más amplio.
3. Deberá facilitar toda clase de informaciones sobre las circunstancias y consecuencias del siniestro.
4. Una vez producido el siniestro, y en el plazo de 5 días a partir de la notificación anteriormente referida, el asegurado o el tomador
deberán comunicar por escrito al asegurador la relación de los objetos existentes al tiempo del siniestro, la de los salvados y la
estimación de los daños.
4. Si no se lograse el acuerdo dentro del plazo de los 40 días, cada parte podrá designar un perito.
El asegurador por su parte debe satisfacer la indemnización al término de las investigaciones y peritaciones necesarias, y en cualquier
caso el art. 18 de la LCS le obliga a pagar el importe mínimo de lo que pueda deber según las circunstancias que conozca dentro de
los cuarenta días siguientes a la recepción de la declaración del siniestro.
La indemnización se incrementará en un 20 % anual si en el plazo de 3 meses desde la producción del siniestro no hubiera realizado
la prestación por causa injustificada.
El asegurador solo se liberará del pago de la prestación si el siniestro ha sido causado por mala fe del asegurado.
Siniestro Total
Es cuando lo ocurrido produce la destrucción o desaparición completa del bien asegurado. Es propio de los seguros de daños a cosas
en los que el objeto del seguro es normalmente una cosa o bien material.
El término "siniestro total" es comúnmente utilizado en los siniestros de los seguros de autos y viene a determinar que el importe de
la reparación del daño es igual o superior al valor venal del vehículo, por tanto, se opta por pagar la mayor indemnización pactada
porque aun así, éste importe es inferior al de la reparación.
Es propio de los seguros de automóviles: sus consecuencias afectan a la totalidad del vehículo asegurado estimando que ha quedado
éste totalmente destruido e inutilizado sin posibilidad (ni necesidad) de reparación o de reconstrucción. Ahora bien, en la práctica, no
es necesario que el vehículo quede inutilizado totalmente para dotar al siniestro de la condición de "total", sino que basta con que el
importe de la reparación que se deba llevar a cabo sea superior al propio valor del vehículo.
Importante: En caso de siniestro total la indemnización solamente se satisface en dinero, no en especie (reparación). El Siniestro Total
es determinante del pago de la indemnización más elevada por parte del asegurador, cuyo importe se establece, normalmente, por
vía pericial, con el límite máximo del capital estipulado en el contrato.
En este caso, la deducción del valor de los restos del vehículo siniestrado implica que éstos quedan bajo propiedad del asegurado,
que es libre de reconstruirlo o desguazarlo.
Uno de los conceptos más importantes que aparece en las Condiciones Generales de la póliza de seguro es el de "PERDIDA TOTAL".
Este concepto se corresponde con el de Siniestro Total, que es como se le conoce habitualmente.
Ya hemos visto antes que un vehículo es declarado como siniestro total cuando el importe de su reparación, después de un siniestro,
es MÁS alta que el valor en sí del propio coche, o bien es robado.
Para el primer supuesto no existe ningún tipo de interpretación, ya que el coche ha desaparecido por completo, es decir, lo han robado
y no queda nada de él en manos de su dueño legítimo, por lo tanto, es siniestro total de pleno derecho.
El problema viene cuando roban el coche y luego aparece dañado, o se incendia o bien ha sufrido un accidente; estos daños pueden
ser de mayor o menor cuantía, es decir, en unas ocasiones pueden ser reparados y en otras no; en tal caso, la pregunta clave es:
Cuando se asegura el coche lo que en realidad se asegura es el valor de dicho coche, es decir, una cantidad de dinero, por lo tanto,
a lo sumo lo que la aseguradora va a pagar será dicha cantidad de dinero asegurada como máximo.
Por eso, lo normal en muchas compañías es que el coche se considere siniestro total cuando el valor de reparación del vehículo sea
superior a la suma asegurada. Es decir, cuando el valor de reparación sea superior al 100% del valor asegurado. Ahora bien, también
hay aseguradoras que pueden considerar que existe siniestro total cuando el valor de reparación supera el 75% del valor del coche.
(Algunas compañías consideran siniestro total cuando el valor de reparación es del 75-80-90% del valor asegurado) y este aspecto
que parece no tener importancia, puede tenerla, y mucho.
Depende de los dos factores que indican la cantidad a indemnizar en caso de siniestro total, y son:
Es decir, la relación entre las palabras "siniestro total", "antigüedad del vehículo" y "valor a nuevo, valor venal, valor mercado" es muy
estrecha, y van unidas inseparablemente, puesto que definen la cantidad que se pagará finalmente.
A continuación, se van a detallar todos los casos posibles, para que cada usuario pueda valorar cada uno de ellos.
Si en la póliza indica que en caso de siniestro total la indemnización es del Valor a Nuevo, entonces no cabe interpretación alguna:
SIEMPRE interesará que el coche sea declarado siniestro total, ya que ello implica recibir la cantidad de dinero que costó el coche
nuevo. En este caso, la indemnización es la MÁXIMA, la cantidad que costó el coche al comprarlo nuevo.
Por ello, en esta situación, cuanto más BAJA sea la barrera para considerar un coche siniestro total, será mejor para el usuario, pues
conseguirá más fácilmente el abono de un coche nuevo; es decir, que siempre será mejor el 70 al 80%, que el 80 al 100%.
Ejemplo: Partimos de un accidente con un coche nuevo cuyo valor es de 18.000 euros. El golpe es suficientemente grande para que
la reparación del coche cueste 15.000 euros.
En tal caso, y sin duda alguna, lo más interesante es que el coche sea declarado siniestro total, pues siempre es mejor un coche
nuevo que uno reparado. No es deseable que se repare un coche con daños muy grandes, ya que una reparación de tal calibre supone
meterlo en bancada, rectificar el chasis, sustituir múltiples piezas, etc. Esto significa más probabilidades de sufrir luego problemas de
dirección, desajustes o ruidos y, lo que es más grave, en otro accidente el coche no protegerá como si fuera uno nuevo, porque los
coches reparados (en especial en el chasis) no se comportan igual en caso de accidente.
Siguiendo con el ejemplo, si en la póliza pone las palabras "Siniestro total... cuando el valor de reparación supere el 100% del valor
asegurado", esto significará que el coche no sería declarado siniestro total, por lo que las opciones quedarán reducidas a reparar el
coche, o quedarse con la indemnización (los 15.000 euros que cuesta la reparación) y comprar otro coche nuevo, perdiendo 3.000
euros de por medio. En ambos casos es perjuicio para el usuario, pues se queda con un coche reparado (con todo lo que eso significa),
o pierde dinero.
Hay un caso en el que no suele ser interesante conseguir que el coche sea declarado siniestro total. Cuando el vehículo tiene ya una
cierta edad, y se encuentra en buen estado, la indemnización que pagaría la aseguradora puede ser más baja que el precio de un
coche similar en el mercado de segunda mano. Como inconveniente añadido, el usuario se queda sin un coche que era perfectamente
válido, y le resultará muy difícil encontrar otro por otro precio similar y que esté en tan buenas condiciones. En este caso podría ser
preferible reparar el coche.
Volvemos a recordar que todo vehículo reparado de un golpe ya no es tan bueno como originalmente, y se deprecia por el golpe en
sí. Se puede comprobar fácilmente intentando vender un vehículo con un siniestro para ver que es muy difícil encontrar comprador.
Aún con todo, siempre es mejor conseguir la declaración de siniestro total, y por ello, es esta situación, será mejor cuanto más BAJO
sea el porcentaje para considerar un coche siniestro total.
Ejemplo: Se parte de un coche que tiene tantos años que su valor ya solo es de 1.800 euros. A partir de un golpe de mediana
intensidad, el valor de la reparación va a superar esos 1.800 euros, y aún más si se considera (por ejemplo) el 75%, es decir, 1.350€.
La ventaja reside en tener más opciones donde elegir, ya que también podría darse el caso que solo exista la opción de reparar el
vehículo y que no interese.
Particularidades del Siniestro Total en lo que afecta a la situación legal en la que queda el vehículo
Es verdad que este aspecto no queda del todo claro. Como premisa general, cando la Aseguradora indemniza el SINIESTRO TOTAL
sin descontar LOS RESTOS, se queda como dueña del vehículo. En este caso no se puede reparar ni circular con el mismo.
Otro caso es el de una indemnización descontando LOS RESTOS, en esta situación el Asegurado es dueño del vehículo y tiene
libertad de arreglarlo y circular, SIEMPRE Y CUANDO RESPETE LAS NORMAS DE ITV y comunique lo que pretende hacer además
de pagar la diferencia si la hay en la reparación del vehículo con respecto a la indemnización recibida.
En relación a este tema, UNESPA puso en marcha un fichero para luchar contra el fraude en el seguro de Autos, en el que ya participan
un buen número de compañías. El fichero se nutre de la información que remitan las compañías adheridas. El objetivo de esta iniciativa
es recoger y procesar datos sobre los coches que han quedado fuera de uso por haber sufrido lo que se conoce como siniestro total
que las aseguradoras han tramitado e indemnizado. Cuando se produce una de estas situaciones, los vehículos deben seguir unos
trámites para darles de baja en la circulación. Pero en ocasiones, los vehículos terminan en el chatarrero sin haber seguido los trámites
legales fijados. Las entidades han constatado que, al menos en una parte de estos casos, los vehículos vuelven a circular después
Las aseguradoras, cuando se produce un siniestro total, proceden a la indemnización del valor fijado en la póliza.
Ahora bien, como el coche aún existe, y aún tiene algún valor, con carácter general descuentan de la indemnización que pueda tener
los restos del coche.
Como mínimo, esos restos pueden tener el valor que pueda tener ''la chatarra''.
De ahí, es muy habitual que en la mayoría de las pólizas se indique que: por un lado, los restos quedarán en poder del asegurado y
por otro, que se descontará el precio que pueda tener los restos de la indemnización que pueda deberse.
De cara al Tomador del Seguro, este aspecto no le afecta, puesto que de una manera, o de otra, va a recibir toda la indemnización
que le deban. Pero para las compañías es mucho más sencillo no hacerse cargo de los restos, para no tenerlos que llevar al desguace,
no tener que dar de baja el vehículo, etc. Es decir, se ahorran los costes de la gestión de dar de baja el vehículo.
Un aspecto que incide también en todo este asunto y que hay que tener bien presente cuando se produzca un siniestro total es el IVA.
La respuesta es SIN IVA, es decir, si el usuario NO va a reparar el vehículo, NO se genera el impuesto, y por tanto, la compañía NO
tiene porqué pagarlo.
Si finalmente el usuario a posteriori quiere arreglar el vehículo por su cuenta, tendrá que pagar el IVA.
A la hora de abonar indemnizaciones por un siniestro total, la cantidad que corresponda por el coche de diez años será muy inferior a
la que correspondería si el coche tuviera un año. El motivo de ello es porque los coches con más antigüedad están subvencionando,
de alguna manera, a los coches nuevos. Otro motivo más para que cuando el coche ya tiene cierta edad, no asegurarlo a todo riesgo.
Ejemplo: Se toma el caso de dos coches idénticos, de la misma marca y modelo, pero uno nuevo y otro con cinco años. En el seguro
se incluye la cobertura de robo. Esta cobertura en ambos casos nos costará casi lo mismo, y sin embargo, si el coche es robado y no
aparece (es decir, siniestro total), la indemnización a recibir en un caso (el coche viejo) será muchísimo menor que en el otro (el coche
nuevo). A igual pago de primas, no corresponden iguales indemnizaciones.
También hay otro factor a considerar, y es en el supuesto de una reparación, las piezas que le pondrán al coche serán nuevas, ya
tenga el coche unos meses como si tiene diez años.
El “Siniestro Parcial” es prácticamente de uso generalizado en los seguros de daños. En los seguros de cosas o daños, el siniestro
parcial es aquél en virtud del cual solo se destruye o pierde una parte del bien asegurado.
En los seguros de personas su aplicación se concreta para aquellos riesgos que pueden presentar distinta intensidad, tales como
invalidez parcial, incapacidad temporal por accidente o enfermedad, seguros de prestación de servicios y/o reembolso de gastos, etc.
Queda, por tanto, una parte no afectada o dañada, respecto de la cual el asegurado no sufre ningún perjuicio económico, por lo que
no percibirá reparación económica.
El siniestro parcial en automóviles es el supuesto habitual de indemnización en especie, siendo así que, además, la reparación se
efectúa a valor de nuevo, es decir, que el vehículo se repara y se deja como nuevo.
Es el medio formal a través del cual el asegurado comunica a la entidad aseguradora la ocurrencia del siniestro. Puede ser oral
(normalmente por teléfono) o escrita. Este trámite es fundamental y sirve para que la entidad conozca las exigencias económicas del
asegurado y será también un factor importante para la futura valoración.
Como hemos visto, el asegurado debe, en el plazo indicado, entregar a la entidad su reclamación de daños indicando los objetos
dañados, su valor estimado y los objetos salvados.
El Siniestro en los Seguros de Automóvil: La Declaración amistosa de accidente o "Parte Europeo de Accidentes"
Tiene como objetivo conseguir una tramitación más rápida y eficaz de los siniestros, que dé satisfacción a los automovilistas y preserve
la buena imagen de las entidades de seguros.
Esta Declaración es válida y común en toda Europa y por eso se le conoce también como "Parte Europeo de Accidente". Es una
"declaración amistosa de siniestro", y es llamado comúnmente como "parte amistoso". Es un modelo único e igual para toda la Unión
Europea, igual y único para todas las compañías, con lo cual, da igual quien facilite el parte.
Es de uso para casos de siniestros entre DOS VEHÍCULOS. Fácil de cumplimentar y muy completa pues detalla hasta 17 supuestos
para cada vehículo, debiendo únicamente señalar con un aspa, aquella descripción que coincida con el suceso.
Seguidamente unos gráficos permiten señalar el punto de choque inicial de cada automóvil y después los daños apreciados y las
observaciones que cada conductor considere oportuno consignar. Un croquis del lugar del accidente completa los elementos para
poder enjuiciar el siniestro.
Si el siniestro sobreviene antes de que el asegurador haga la declaración de rescisión del contrato por inexactitud o inexistencia del
cuestionario de salud, la prestación de éste se reducirá proporcionalmente a la diferencia entre la prima convenida y la que se hubiese
aplicado de haberse conocido la verdadera entidad del riesgo.
Si medió dolo o culpa grave del tomador del seguro quedará el asegurador liberado del pago de la prestación".
Particularidades del siniestro en el seguro de accidentes
En cuanto a la gestión del siniestro, si el asegurado provoca intencionadamente el accidente, el asegurador se libera del cumplimiento
de su obligación.
En el supuesto de que el beneficiario cause dolosamente el siniestro resultará nula la designación hecha a su favor. En ese caso, la
indemnización corresponderá al tomador o, en su caso, a los herederos de éste.
La destrucción o deterioro de los objetos asegurados fuera del lugar descrito en la póliza excluirá la indemnización del asegurador, a
menos que su traslado o cambio de ubicación le hubiera sido previamente comunicado por escrito y éste no hubiera manifestado su
disconformidad en el plazo de quince días (art. 47 LCS).
El asegurador indemnizará no sólo todos los daños y pérdidas materiales causados por la acción directa del fuego, sino también los
que ocasionen las medidas necesarias adoptadas por la autoridad o el asegurado para impedir, evitar o extinguir el incendio (art. 49
LCS).
En el Terremoto de Lorca de mayo de 2011, el Consorcio de Compensación de Seguros, una de las primeras medidas que adoptó fue la de no
exigir el cumplimiento del plazo de 7 días para aceptar las declaraciones de siniestros, entendiendo que en estos casos de extrema dificultad este
plazo va en contra del asegurado por tener gran dificultad en conseguir los documentos necesarios (como la póliza, el recibo…)
En cuanto al “Parte Europeo de Accidentes” (O Declaración amistosa), está previsto que si se tiene un siniestro con un vehículo extranjero que
pertenezca a un país dentro del Convenio Multilateral de Garantía, da igual rellenar uno u otro parte, ya que aunque no comprenda el idioma,
fijándose en su parte, sabrá qué quiere decir y qué se pide en cada casilla.
Importante: En esta “Declaración Amistosa”, el factor que da verdadera validez al parte es la firma de los dos conductores.
Ello constituye una aportación importantísima al trámite del siniestro, puesto que la firma conjunta en una sola declaración da lugar a una versión
única, descartando el grave problema de los partes de accidente clásicos en que las versiones no coinciden en muchos casos. Las partes
implicadas tienen que firmar obligatoriamente el parte. Esto no implica reconocimiento de responsabilidad, pero facilita la tramitación del siniestro.
2.6.3.1. La buena fe
La conclusión más importante que se deriva de los artículos comentados anteriormente es que el obligado a informar, el tomador
o asegurado, ha de tener una conducta activa y de buena fe. La iniciativa debe partir de él durante la vida del contrato.
Normalmente, salvo en los grandes riesgos, el seguro es un contrato celebrado en masa o de adhesión, en el que el contratante se
subordina a las condiciones generales de contratación contenidas en el mismo. Ello implica para el asegurador un exquisito cuidado
con la observancia de la buena fe, incompatible con cláusulas oscuras o lesivas para el asegurado.
La buena fe funciona en el contrato de seguro, como en el resto de los contratos mercantiles, de acuerdo con lo establecido en el
artículo 57 del Código de Comercio:
"Los contratos de comercio se ejecutarán y cumplirán de buena fe, según los términos en que fueren hechos y redactados,
sin tergiversar con interpretaciones arbitrarias el sentido recto, propio y usual de las palabras dichas y escritas, ni restringir
los efectos que naturalmente se deriven del modo con que los contratantes hubieren explicado su voluntad y contraído
sus obligaciones" (véanse en este sentido los artículos 1.281 y 1.289 del Código civil).
* Durante la ejecución del contrato. Por ejemplo, el artículo 19 de la LCS establece que el asegurador está obligado al pago
de la prestación, salvo en el supuesto de que el siniestro haya sido causado por mala fe del asegurado.
* Después del siniestro. Por ejemplo, el artículo 76 de la LCS prevé la posibilidad de que el asegurador repita contra el
asegurado en caso de que sea debido a conducta dolosa de éste, el daño o perjuicio causado a tercero.
Este es un concepto que implica una conducta en desacuerdo con el imperativo ético de obrar ética y lealmente. Cualquier clase de
mala fe probada anula el contrato de seguro; mientras que para que lo anule el dolo es necesario que sea grave (art. 1.270 del Código
Civil) y causante (art. 1.269 del Código Civil), es decir, determinante del consentimiento del contratante.
- Nulidad.
- Rescisión.
- Paralización de los derechos contractuales.
Cuando el causante del daño a tercero es a su vez el propio asegurado, el asegurador no puede ejercitar la acción subrogatoria contra
su asegurado. En este caso la única vía que tiene el asegurador de recobrar las cantidades satisfechas al perjudicado es la señalada
en el artículo 76 de la LCS, que consagra el derecho del asegurador a repetir contra el asegurado, en el caso de que el daño o perjuicio
sea debido a conducta dolosa del asegurado.
En este supuesto al asegurador le quedan muy pocas posibilidades de recobrar la indemnización previamente satisfecha, ya que la
necesidad de la concurrencia de dolo (intencionalidad) del asegurado es muy difícil que se de en la práctica, aunque, ciertamente, no
imposible.
Pongamos, por ejemplo, el caso de aseguramiento de médicos: la mala práctica médica, normalmente, implica la concurrencia de
culpa o negligencia profesional, pero no de dolo, dado que el comportamiento doloso conlleva siempre la intencionalidad maligna del
causante del daño y es excepcional encontrar casos de dolo en la actuación médica. Dicho de otra manera, cuando un cirujano se
deja por olvido involuntario una gasa en el interior del cuerpo del paciente, está incurriendo en culpa o negligencia profesional, pues,
en suma, no tenía intención de producir ningún hecho dañoso; ahora bien, si el cirujano, consciente y deliberadamente dejó alojada
la gasa en el cuerpo del paciente, en este caso, está incurriendo en dolo, porque intencionadamente ha querido causar un daño
perfectamente previsible.
La Ley de Contrato de Seguro emplea varios calificativos, siendo todos ellos el reverso de la buena fe:
- "...EI asegurador podrá rescindir el contrato mediante declaración dirigida al tomador del seguro en el plazo de un mes, a contar
del conocimiento de la reserva o inexactitud del tomador del seguro. Corresponderán al asegurador, salvo que concurra dolo o
culpa grave por su parte, las primas relativas al periodo en curso en el momento que haga esta declaración".
- "Si el siniestro sobreviene antes de que el asegurador haga (a declaración a la que se refiere el párrafo anterior, la prestación de
éste se reducirá proporcionalmente a la diferencia entre la prima convenida y la que se hubiese aplicado de haberse conocido la
verdadera entidad del riesgo. Si medió dolo o culpa grave del tomador del seguro quedará el asegurador liberado del pago de la
prestación".
- El artículo 12 trata de la agravación del riesgo, que rescinde el contrato cuando el asegurado ha incurrido en mala fe al no
haberla notificado:
“El asegurador puede, en un plazo de dos meses, a contar del día en que la grabación le ha sido declarada, proponer una
modificación del contrato. En tal caso, el tomador dispone de quince días a contar desde la recepción de esta proposición para
aceptarla o rechazarla. En caso de rechazo o de silencio por parte del tomador, el asegurador puede, transcurrido dicho plazo,
rescindir el contrato previa advertencia al tomador, dándole para que conteste un nuevo plazo de quince días, transcurridos los
cuales y dentro de los ocho siguientes comunicará al tomador la rescisión definitiva".
- El artículo 16 se refiere a la pérdida del derecho a indemnización cuando el asegurado, al comunicar con el asegurador,
omite por dolo o culpa grave la información sobre las circunstancias y consecuencias del siniestro.
- El concepto doloso aparece en el artículo 93, al referirse al suicidio, es decir, a la muerte causada dolosamente por el
beneficiario.
- El artículo 100, relativo al seguro de accidentes, se habla de causa ajena a la intencionalidad del asegurado, y también en
el artículo 102, cuando el asegurado provoca intencionadamente el accidente.
La LCS no da una definición de dolo, pero además del 93 hace innumerables referencias al término como “causa grave”.
Veamos un ejemplo:
El dolo es un término eminentemente jurídico que implica “voluntariedad” en una acción negativa. Lo que quiere decir es que esa
conducta negativa sea determinante para conseguir la aceptación de la otra a llevar a delante el contrato.
Un ejemplo de esto en una declaración de salud en un seguro de enfermedad, ocultar que no se tiene una patología cardiaca congénita
conociendo perfectamente que sí se padece.
Se entiende por interés asegurado la relación que debe mediar entre el asegurado y la cosa expuesta al riesgo, según cuya relación,
de tener lugar el siniestro, se le producirá una lesión económica.
El interés se estudia al tratar del seguro contra daños, donde el objeto del contrato no es propiamente la cosa asegurada, sino el
interés que en ella tenga el contratante del seguro; dado que el interés es un concepto inseparable del daño patrimonial.
El interés para que sea asegurable ha de ser legítimo, que no vaya en contra de lo dispuesto en la Ley, y además que sea susceptible
de ser estimado y cuantificado en dinero.
A este respecto el art. 25 L.C.S. establece la nulidad del contrato de seguro contra daños si en el momento de su conclusión no existe
un interés del asegurado a la indemnización del daño.
El concepto técnico de interés se relaciona estrechamente con el de riesgo, ya que sólo implican para nosotros un riesgo aquellas
cosas en las que tenemos un interés, es decir, aseguramos las cosas cuando tenemos un interés en su conservación.
Conocido el concepto del interés, que es fundamentalmente de carácter económico, no hallamos en las leyes una definición del interés
en el seguro. Se limitan éstas a mencionar el interés como elemento económico con relevancia jurídica en el seguro contra daños o a
indicar las consecuencias de la falta de interés. (Art. 25 L.C.S.).
El criterio para la clasificación del interés puede basarse, o bien en la diversa naturaleza del riesgo que se asegura, o bien en la diversa
relación jurídica que vincula al interesado con la cosa expuesta al riesgo, o bien en la extensión del interés:
1. Según la diversa naturaleza del riesgo pueden darse tres supuestos de interés asegurado:
a) El riesgo, y por tanto, el interés asegurado puede referirse al daño de una cosa o un derecho determinado, que engendrará
una disminución patrimonial (por ejemplo, seguro de incendio, de transporte, de robo, de crédito), o puede referirse a un
conjunto de cosas (una biblioteca, un almacén de mercancías, el mobiliario de una casa, etc.).
b) El riesgo puede referirse también a un aumento del pasivo, a causa del nacimiento de una deuda que lo grave (seguro de
responsabilidad civil y reaseguro).
c) El riesgo, por último, puede referirse a una posible y futura falta de aumento patrimonial previsto (seguro de lucro cesante
o de pérdida de beneficios)
2. Según la relación jurídica entre el interesado y la cosa expuesta al riesgo se hace visible el interés concreto (derecho de
garantía, propiedad, etc.).
Pueden ser asegurados otros intereses sobre la misma cosa, independientemente de los del propietario, pero de clase diversa.
En este caso los intereses pueden ser coincidentes (cuando el hecho dañoso supone pérdida directa para unos y necesidad de
2.6.5. La prima.
Es la prestación que corresponde al tomador a cambio de la obligación de cobertura del riesgo que corresponde al asegurador.
Desde un punto de vista económico, la prima es "el precio de esa cobertura de riesgo", y su importe se determina partiendo de la base
de que con el conjunto de primas pagadas por todos los tomadores de seguro en concepto de precio de las distintas coberturas de riesgos
asumidas por el asegurador ha de formar el fondo necesario y suficiente para que éste pueda hacer frente al pago de todos los siniestros
que se produzcan en el colectivo asegurado.
Prima de Riesgo
De este modo, cuando el asegurador no obtiene ni pérdida ni ganancia por este concepto, -puesto que la prima percibida de cada tomador
es el precio que corresponde exactamente a la cobertura de los riesgos asumido- , la prima así definida es la denominada prima de
riesgo, que recibe este nombre porque su importe corresponde, únicamente, al precio de la cobertura de aquél.
También se le denomina “Prima Pura” ya que representa la unidad más simple y básica del concepto de prima, por cuanto significa el
coste real del riesgo asumido por el asegurador, sin tener en cuenta sus gastos de gestión.
Prima Comercial
Pero, como ya hemos indicado, la obligación del asegurador, o mejor dicho, la prestación que constituye su objeto, no consiste sólo
en el pago de una indemnización en caso de siniestro, sino que se extiende a un ámbito más genérico y abstracto, cual es el de la
cobertura del riesgo.
Esa cobertura supone el mantenimiento de una estructura administrativa y comercial, así como de unas garantías financieras en
interés de sus asegurados.
Para hacer eso posible, tiene que cobrar a aquéllos una prima que, además del precio de la estricta cobertura del riesgo, debe incluir
ciertos recargos para hacer frente a los gastos de esas estructuras cuyo mantenimiento es lo que hace posible que esa cobertura sea
efectiva.
A esa prima, que incluye la de riesgo, incrementada por el efecto de ciertos recargos, se le denomina prima comercial o de tarifa; y el
papel de esa prima comercial es lo que constituye la prestación fundamental a cargo del tomador del seguro.
También se la denomina prima bruta o de tarifa. Está formada por la prima pura más los recargos para gastos de gestión y
administración, gastos comerciales o de adquisición, gastos de liquidación de siniestros más, en su caso, coeficiente de seguridad y
beneficio o margen.
1. Prima de Inventario:
2. Recibo de prima
Prima que realmente paga el asegurado. Está formada por la prima comercial más otros posibles gravámenes complementarios
como impuestos, recargos por fraccionamiento, recargos a favor del CCS, etc.
3. Prima Fraccionada
Es aquélla que, aunque calculada en períodos anuales, es liquidada por el asegurado mediante pagos periódicos más reducidos
(meses, trimestres, etc.).
En cualquier caso, hay que tener presente que el fraccionamiento en el pago de la prima no supone el fraccionamiento del
seguro, de forma que en una póliza concertada por anualidades prorrogables, aunque la liquidación de la prima se haga
por semestres o trimestres, no puede ser rescindida libremente por el asegurado al finalizar uno de tales períodos, sino
al vencimiento de cada anualidad, por lo que la obligación de pagar las primas pendientes persiste hasta que venza la
anualidad completa.
La principal finalidad del fraccionamiento de la prima debida por el tomador, es la mayor comodidad de abono.
Es aquélla que está calculada estrictamente para un período de tiempo, menor de un año, durante el cual tiene vigencia el
seguro.
5. Prima Fija
La prima fija corresponde a la que se satisface en contratos de seguros celebrados con sociedades mercantiles. Cualquiera que
sea el resultado obtenido por el asegurador, la prima pagada por el tomador es fija e inalterable.
6. Prima única
Es la que representa el valor que, en el momento de emitirse la póliza, tiene el conjunto de las obligaciones futuras de la entidad
aseguradora, de acuerdo con los términos de probabilidad de riesgos existentes. Con el pago de la prima única por parte del
tomador, éste se libera totalmente de la obligación de satisfacer nuevas cantidades por este concepto durante toda la duración
del seguro. Es una situación que suele darse en los seguros de vida.
7. Prima Periódica.
Es la que satisface periódicamente, normalmente por anualidades, el tomador del seguro durante la duración de éste. En seguros
de vida-ahorro, es muy común la prima periódica mensual (Un Plan de Previsión del Asegurado –PPA-, por ejemplo, o un Plan
de Pensiones).
Ejemplo:
Un Unit linked que se aportan 3.000 euros al inicio y 100 euros todos los meses. Los 3.000 € son prima única y los 1.200 € (100 € x
12) son prima periódica.
Mientras en los demás contratos hay siempre dos partes contratantes, sea en nombre propio, sea como representantes de otro, y
esas partes contratantes, o sus representados, son las que adquieren los derechos y obligaciones derivados del contrato, la
peculiaridad del contrato de seguro consiste en que el círculo personal del contrato se extiende a personas que no son contratantes
ni representados por los contratantes.
Como todo contrato es el acuerdo de dos o más voluntades dirigido a producir unos efectos jurídicos, como mínimo ha de haber dos
personas intervinientes.
En el contrato de seguro, una de esas personas será la que quiere traspasar el riesgo a la entidad aseguradora, la otra será el
asegurador.
Pero, como hemos dicho, además de estas dos personas fundamentales para el contrato de seguro, pueden aparecer otras personas
influidas por el ámbito del contrato.
Es la persona natural o jurídica que pacta y suscribe el contrato de seguro con el asegurador, asumiendo las obligaciones que del
contrato se derivan; en definitiva, es quien firma la póliza. Según la L.C.S., en su artículo 7:
"El tomador del seguro puede contratar el seguro por cuenta propia o ajena. En caso de duda se presumirá que el tomador ha
contratado por cuenta propia".
El Tomador del Seguro es el Contratante; por tanto, debe tener capacidad legal para contratar. Por capacidad para contratar se
entiende la facultad (aptitud) del individuo para celebrar contratos que generen derechos u obligaciones, de igual modo que
modificados o extinguirlos válidamente.
La incapacidad restringe el ejercicio del derecho a contratar, y según el artículo 1.263 del Código Civil no pueden prestar
consentimiento, careciendo, por tanto, de capacidad para obligarse contractualmente:
Según el artículo 1.261 C. Civil no hay contrato sino cuando concurren los siguientes requisitos:
A tenor del artículo 1.262 C. Civil, el consentimiento es el concurso de la oferta y la aceptación sobre la cosa y causa que han de
constituir el contrato.
Para prestar consentimiento es necesario tener capacidad para contratar, en los términos antes comentados.
Será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo, según artículo 1.265 del mismo Código.
Hay que añadir algunos casos de nulidad del Contrato de Seguro por disposición de la L.C.S.; así, por ejemplo y de acuerdo con el
artículo 4: será nulo si en el momento de su conclusión no existía el riesgo o había ocurrido el siniestro.
También se produce la nulidad, si en el momento de la conclusión del contrato no existe un interés del asegurado a la indemnización
del daño (art. 25 L.C.S.).
Las causas de nulidad del contrato en cuanto a vicios del consentimiento son:
1. Error
Es el conocimiento falso de una cosa o de un hecho y puede afectar tanto a la declaración de la voluntad como a su formación
o contenido. Para que el error sea determinante de la nulidad del contrato deberá recaer sobre la sustancia de la cosa objeto del
contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que hubiesen dado motivo a la celebración del contrato. El error sobre la
persona sólo anula o invalida el contrato cuando la consideración a ella hubiera sido la causa principal del mismo.
2. Violencia
Cuando para arrancar el consentimiento para obligarse por contrato se emplea una fuerza irresistible.
3. Intimidación
Cuando se inspira a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en su persona o
bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes o ascendientes (art. 1.267 C. Civil).
4. Dolo
Cuando mediante palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno de los contratantes, es inducido el otro a celebrar el
contrato que, sin ellas, no lo hubiera hecho (art. 1.268 C. Civil).
Es aquel seguro que se contrata por una persona que actúa en favor de otra tercera, siendo ésta la que realmente tiene interés en la
conservación del bien expuesto al riesgo. La L.C.S. tan sólo menciona esta forma de seguro en su artículo 7.
Esta operación (contratar por cuenta ajena) puede hacerse bien como mandatario o apoderado de una tercera persona concreta,
conocida; o bien que el tomador del seguro (contratante) desconozca la identidad de aquella persona que se va a beneficiar de la
garantía del seguro, por ejemplo, en el seguro de transportes, una mercancía ha de pasar a veces por distintas manos antes de llegar
a su destinatario, y los sucesivos transportistas afrontarán el precio del seguro para cubrirse de los posibles riesgos; quedando,
habitualmente, la póliza abierta y por cuenta de quien corresponda.
2.6.6.2. El Asegurado
Se entiende por asegurado a la persona que se halla expuesta al riesgo en su persona o bienes, que se cubren mediante la póliza.
El asegurado, además de las obligaciones del contrato, asume siempre los derechos, el tomador asume las obligaciones, aunque
puede que no asuma los derechos. Los derechos se adquieren, lógicamente, por quien está interesado en que el siniestro no se
produzca, y esta persona puede ser el mismo contratante (tomador) o un tercero, que sería el verdadero portador del interés, siendo
el contratante (tomador) un mediador de ese interés ajeno perteneciente al asegurado.
En este punto hay que diferenciar entre el seguro de cosas y el seguro de personas.
− En el seguro de personas, si se trata de un seguro sobre la propia vida, es inevitable que aparezca una tercera persona
para reclamar el pago del capital, ya que no puede hacerlo el tomador (contratante) sobre cuya vida se pacta el seguro.
Esta otra persona será la beneficiaria del seguro, es decir, la persona que haya sido designada por el contratante (tomador)
en el seguro sobre su propia vida.
Pero, además, es muy habitual que las empresas (Tomador) realicen seguros de vida y/o accidentes sobre sus empleados
(asegurados); incluso, en muchos casos, dependiendo del tipo de sector o actividad que realice la empresa, esto es
obligatorio hacerlo y se les impone por su Convenio.
La L.C.S., en su artículo 7 dice que "los derechos que derivan del contrato corresponderán al asegurado, o, en su caso, al beneficiario,
salvo los especiales derechos del tomador en los seguros de vida".
Del punto anterior se puede deducir que beneficiario es la persona designada para percibir la utilidad del seguro contratado, que
normalmente se referirá a riesgos personales (seguro de vida e individual de accidentes) y que señala el tomador-contratante del
seguro en el contrato, pudiendo modificarla tantas veces como estime oportuno (art. 84 L.C.S.), sin necesidad de consentimiento del
asegurador y comunicándolo por escrito a éste o en testamento.
La L.C.S. regula en varios artículos los distintos casos o supuestos que pueden darse en relación al beneficiario. Estos supuestos son:
Si en el momento del fallecimiento del asegurado no hubiera beneficiario concretamente designado, ni reglas para su determinación,
el capital formará parte del patrimonio del tomador. (Art. 84, párrafo 3°)
Se analizan los distintos casos en que se pueda dar una voluntad presunta del tomador del seguro, en orden a quienes debe
entenderse como beneficiarios: (Art. 85)
a) En caso de designación genérica de los hijos de una persona como beneficiarios, se entenderán hijos todos sus
descendientes con derecho a herencia.
b) Si la designación se hace en favor de los herederos del tomador, del asegurado o de otra persona, se considerarán como
tales los que tengan dicha condición en el momento del fallecimiento del asegurado.
c) Si la designación se hace en favor de los herederos sin mayor especificación, se considerarán como tales los del tomador
del seguro que tengan dicha condición en el momento del fallecimiento del asegurado.
e) Los beneficiarios que sean herederos conservarán dicha condición, aunque renuncien a la herencia.
Si la designación se hace a favor de varios beneficiarios, la prestación convenida se distribuirá, salvo estipulación en contrario, por
partes iguales. Cuando se haga a favor de los herederos, la distribución tendrá lugar en proporción a la cuota hereditaria, salvo pacto
en contrario. La parte no adquirida por un beneficiario acrecerá a los demás. (Art. 86)
El tomador del seguro puede revocar la designación del beneficiario en cualquier momento, mientras no haya renunciado
expresamente y por escrito a tal facultad (comunicándolo al asegurador por escrito o en testamento). (Art. 87).El tomador perderá los
derechos de rescate, anticipo, reducción y pignoración de la póliza si renuncia a la facultad de revocación.
Llegado el momento en que el asegurador debe cumplir con la prestación convenida, ésta será entregada al beneficiario, aún contra
las reclamaciones de los herederos legítimos y acreedores de cualquier clase del tomador del seguro; aunque éstos pueden exigir al
beneficiario el reembolso del importe de las primas abonadas por el contratante en fraude de sus derechos (art. 88 L.C.S.).
Sabemos que el Beneficiario es la persona designada en el contrato de seguro para percibir el capital del Seguro en caso de ocurrir
el siniestro, sin embargo, es muy importante conocer en detalle las peculiaridades de la designación del beneficiario en las pólizas de
seguros.
Además, el tomador del seguro podrá designar beneficiario o modificar la designación anteriormente realizada libremente, es decir,
sin necesidad de contar con el consentimiento del asegurador para ello.
Por lo habitual, el beneficiario suele ser la misma persona del tomador, salvo en los seguros de vida, donde en la mayoría de los
casos “el fallecimiento” es la principal cobertura y por ello el Beneficiario suele ser distinto del Tomador.
Designación Individualizada:
Ejemplo: “Se designa Beneficiaria a Dª Manuela López Terrón, con DNI nº…
En la práctica, lo más habitual es designar en la póliza expresamente la frase "cónyuge e hijos por partes iguales" o bien
"cónyuge y herederos legales" de una manera genérica -sin especificar sus nombres-.
• Cuando se refleja expresamente en la póliza como beneficiarios usando el término "herederos", se deberá considerar que
lo integran aquéllas personas que tengan dicha condición en el momento del fallecimiento del asegurado.
• Además, cuando se haga en favor de los herederos, la distribución tendrá lugar en proporción a la cuota hereditaria, salvo
pacto en contrario. La parte no adquirida por un beneficiario acrecerá a los demás.
La principal particularidad respecto al “cónyuge” es que cuando se designa como beneficiario usando el término “al cónyuge", sin
especificar su nombre, se entenderá que es quién lo sea en el momento del fallecimiento del asegurado.
El beneficiario puede ser designado al momento de contratar la póliza, sin embargo, también puede hacerse posteriormente
mediante una comunicación por escrito que deberá entregar el tomador/asegurado a la empresa aseguradora. También, se puede
designar al beneficiario en el testamento.
Si en el momento del fallecimiento del asegurado no hubiera beneficiario concretamente designado, ni reglas para su determinación,
el capital formará parte del caudal hereditario del Tomador.
El tomador del seguro puede revocar la designación del beneficiario en cualquier momento, mientras no haya renunciado
expresamente y por escrito a tal facultad.
Hay que tener en cuenta que el tomador perderá los derechos de rescate, anticipo, reducción y pignoración de la póliza si renuncia a
la facultad de revocación.
Por ejemplo, cuando firmamos una hipoteca, es normal que pensemos que hemos establecido al banco como “Beneficiario”, pero no
es así. Lo que se ha hecho es establecer una “Cesión de Derechos” a favor del Banco.
La “Cesión de Derechos” es la estipulación que puede insertarse en una póliza de seguro de daños, mediante la cual el asegurado
cede a un tercero los derechos que le corresponderían en caso de siniestro que afectase al objeto asegurado.
Lo normal es que la cesión se base en que el objeto asegurado constituye la garantía real de un crédito concedido por un tercero a
favor del tomador del seguro.
Ejemplo:
El automóvil adquirido mediante crédito concedido por una financiera o la vivienda comprada a través de un préstamo bancario.
En tanto el crédito no haya sido totalmente amortizado, el asegurado cede a la entidad financiera o bancaria el derecho a percibir las
indemnizaciones por siniestros que afecten al vehículo o a la vivienda, por un máximo del importe de los pagos pendientes en ese momento.
Ojo, uno de los aspectos que normalmente no se tiene en cuenta cuando se realiza una “Cesión de Derechos” a un tercero es que
éste NO es el sujeto obligado al impuesto sobre la indemnización, sino que lo será el propio asegurado y por ende, los herederos.
Ejemplo:
Cuando al fallecer el asegurado, la aseguradora ejecuta la cláusula de “cesión de derechos” a favor de la entidad bancaria y le entrega a ésta la
indemnización del
seguro para cancelar el préstamo, serán los herederos del fallecido quiénes deban declarar el importe del seguro como si lo hubieran recibido
ellos ya que en realidad SÍ se considera que lo han recibido “para cancelar el préstamo”.
“Las distintas modalidades del contrato de seguro, en defecto de Ley que les sea aplicable, se regirán por la presente Ley, cuyos
preceptos tienen carácter imperativo, a no ser que en ellos se disponga otra cosa. No obstante, se entenderán válidas las cláusulas
contractuales que sean más beneficiosas para el asegurado.”
Con esa misma finalidad dicho artículo establece que las cláusulas limitativas de los derechos del asegurado deben destacar de modo
especial, de tal forma que no se confundan fácilmente con el resto de disposiciones del contrato, y que, además, el tomador acepte
específicamente por escrito.
Por último, anuncia el art. 3 la vigilancia de las condiciones generales del contrato por parte de la Administración Pública.
En el seguro, como en todo contrato, la perfección supone el encuentro de dos declaraciones de voluntad: la del tomador y la del
asegurador (art. 1.258 y 1.262 C. Civil). Se entiende por perfección el momento en que el contrato comienza a obligar a cumplir lo
pactado.
La perfección del contrato de seguro (comienzo formal) se produce cuando se ha dado cumplimiento a todos los requisitos de forma
necesarios, que hagan considerar que han quedado válidamente plasmadas las voluntades de obligarse del tomador y del asegurador,
mediante la emisión, firma y entrega de la póliza. (Art. 5 L.C.S.).
Este documento de cobertura provisional anticipa los efectos del seguro a una fecha anterior a la de la póliza, obligando a ambas
partes a cumplir lo pactado y cumplirlo efectivamente una vez pagada la prima correspondiente.
El contrato de seguro comienza a surtir efectos (comienzo material) en el momento en que se paga la prima, surgiendo para el
asegurador la obligación concreta de cubrir el riesgo y de indemnizar el posible siniestro.
El momento en que se da inicio a la garantía otorgada por el asegurador (toma de efecto) puede ser igual o distinto al instante en que
el contrato se ha perfeccionado. Así, por ejemplo, puede firmarse el contrato de seguro, entregarse la póliza y pagarse la prima,
aunque los efectos de la garantía van a comenzar más tarde, como sucede en un seguro de transportes, a partir del momento en que
la mercancía inicie el viaje.
Puede también darse el supuesto de que una vez perfeccionado el contrato, no se abone la prima; en este caso, según el artículo 15
L.C.S., el asegurador no estará obligado a nada, y tiene derecho a resolver el contrato, o a exigir el pago de la prima debida en vía
ejecutiva con base en la póliza. Si el asegurador no hubiera resuelto el contrato y el tomador pagó su prima, la cobertura comienza a
tener efecto a las veinticuatro horas del día en que se abonó la prima.
Cuando el seguro es distinto al de Vida, el tomador que lo haya contratado a distancia dispone del plazo de 14 días para resolverlo
unilateralmente sin necesidad de justificar los motivos y sin penalización siempre que no haya acontecido el evento dañoso objeto del
contrato. Esto no se aplicará a los seguros de viaje o equipaje de duración inferior a un mes.
La Disposición Adicional segunda sobre Contratación a distancia de la LCS y el artículo 6 bis de la LCS quedaron derogadas por las
letras d) y a) respectivamente de la disposición derogatoria de la Ley 22/2007, de 11 de julio, sobre comercialización a distancia de
servicios financieros destinados a los consumidores («B.O.E.» 12 julio de 2007).
Esta Ley 22/2007, de 11 de julio, sobre comercialización a distancia de servicios financieros destinados a los consumidores establece
el régimen aplicable a la contratación y oferta de servicios bancarios, de inversión, seguros privados y mediación, y planes de
pensiones por medio de Internet, fax o teléfono, y los derechos de los consumidores.
Es importante señalar que estos derechos son irrenunciables, aplicándose al margen de la ley elegida entre las partes siempre que la
operación tenga un vínculo estrecho con el Espacio Económico Europeo.
Las cuestiones más básicas de la Ley 22/2007, de 11 de julio son las siguientes:
Los prestadores de servicios deben identificarse debidamente con su dirección física, inscripción en los registros correspondientes…
También deben describirse las características del servicio, indicando el precio completo, forma de pago y demás circunstancias, la
forma de ejercer los derechos (en concreto, el de desistimiento), celebración del contrato, condiciones de éste o los sistemas
alternativos de solución de conflictos.
• Derecho de desistimiento.
Facultad del consumidor de rescindir el contrato dentro de los 14 días naturales desde la fecha de su celebración, sin motivo ni causa
alguna. En seguros de vida el plazo será de 30 días y se contarán desde que se haya informado al consumidor de dicha celebración.
Hay excepciones en algunos servicios financieros y seguros (de viaje o equipaje inferior a un mes, por ejemplo).
1. El consumidor dispondrá de un plazo de catorce días naturales para desistir del contrato a distancia, sin indicación de los motivos
y sin penalización alguna. El mencionado plazo será de treinta días naturales en el caso de contratos relacionados con seguros de
vida. El plazo para ejercer el derecho de desistimiento empezará a correr desde el día de la celebración del contrato, salvo en
relación con los seguros de vida, en cuyo caso el plazo comenzará cuando se informe al consumidor de que el contrato ha sido
celebrado. No obstante, si el consumidor no hubiera recibido las condiciones contractuales y la información contractual indicada en
el artículo 7.1, el plazo para ejercer el derecho de desistimiento comenzará a contar el día en que reciba la citada información.
9. Contratos vinculados, en los que, al menos, uno de los negocios jurídicos suponga una transacción de las
mencionadas en los guiones anteriores.
3. Aquéllos cuyos efectos terminen antes del plazo al que se refiere el apartado 1,
4. Los que den cumplimiento a una obligación de aseguramiento del tomador,
5. Los planes de previsión asegurados; contratos que se hayan ejecutado en su totalidad por ambas partes a petición
expresa del consumidor antes de que éste ejerza su derecho de desistimiento, como las órdenes de transferencia y las
operaciones de gestión de cobro;
c) Los contratos que se hayan ejecutado en su totalidad por ambas partes a petición expresa del consumidor antes de que éste
ejerza su derecho de desistimiento, como las órdenes de transferencia y las operaciones de gestión de cobro;
d) Los créditos destinados principalmente a la adquisición o conservación de derechos de propiedad en terrenos o en inmuebles
existentes o por construir, o destinados a renovar o mejorar inmuebles;
e) Los créditos garantizados ya sea por una hipoteca sobre un bien inmueble o por un derecho sobre un inmueble;
3. El consumidor que ejerza el derecho de desistimiento lo habrá de comunicar al proveedor en los términos previstos por el contrato,
antes de que finalice el plazo correspondiente, por un procedimiento que permita dejar constancia de la notificación de cualquier
modo admitido en Derecho. Se considerará que la notificación ha sido hecha dentro de plazo si se hace en un soporte de papel o
sobre otro soporte duradero, disponible y accesible al destinatario, y se envía antes de expirar el plazo.
4. En el caso de que al contrato a distancia sobre el que se haya ejercido el derecho de desistimiento, se le haya vinculado otro
contrato a distancia de servicios financieros prestados por el mismo proveedor o por un tercero, previo acuerdo con el proveedor,
dicho contrato adicional también quedará resuelto, sin penalización alguna.
5. Las previsiones contenidas en la presente Ley en relación con el derecho de desistimiento no serán de aplicación a los contratos
resueltos como consecuencia del ejercicio del derecho de desistimiento reconocido en otra norma.
Se prevén otras cuestiones como el derecho a exigir la anulación del cargo en caso de uso fraudulento o indebido de tarjetas de pago
o que la prueba del cumplimiento de las obligaciones corresponde al proveedor, aunque no son una novedad.
Aunque tampoco es definida por la Ley, la solicitud de seguro consiste en una declaración formal de la voluntad de contratar, que el
presunto tomador del seguro dirige al asegurador, especificando simultáneamente las circunstancias del riesgo que pretende asegurar
y sobre el que habrá de recaer en su día el contrato.
Destacamos de la definición: La solicitud de seguro consiste en una declaración formal de la voluntad de contratar.
Es el documento cumplimentado por el potencial asegurado o contratante, en el que describe las características del riesgo que se
desea asegurar, a fin de que la entidad aseguradora, tras su estudio, decida su rehúse o aceptación y, en este último caso, aplique la
prima adecuada
Suele presentarse la solicitud en un impreso conteniendo un cuestionario, facilitado por el asegurador y que el solicitante deberá
cumplimentar y firmar.
La solicitud de seguro NO vincula al solicitante, por lo que su función es la de facilitar todos los elementos de juicio necesarios para
que el asegurador pueda evaluar los riesgos
Este planteamiento de no vinculación de la solicitud de seguro hecha por el posible tomador supone una protección hacia la que se
considera la parte más débil del contrato de seguro, que tiene sus orígenes en los movimientos de protección y defensa del consumidor
imperantes en toda Europa.
La L.C.S. no define la proposición de seguro, pero puede entenderse que es la oferta escrita de una determinada garantía, que el
asegurador realiza al posible tomador del seguro, precisando la cobertura que se ofrece y el precio de la misma.
En el artículo 6 de la L.C.S. se establece que "la proposición de seguro por el asegurador vinculará al proponente durante un plazo
de 15 días".
Mientras que la solicitud de seguro es la que dirige el futuro tomador a la aseguradora solicitando el seguro, la proposición de seguro,
por el contrario, es la oferta escrita de una determinada garantía, que el asegurador realiza al posible tomador del seguro, precisando
la cobertura que se ofrece y el precio de la misma.
La proposición de seguro por el asegurador proponente SÍ vinculará a éste durante un plazo de quince días.
Generalmente, este documento, por su propio contenido, forma parte de contrato o póliza de seguro.
Para distinguirla de la solicitud de seguro, se da este nombre a la que efectúa el propio asegurador, que propone las condiciones y
términos en que llevaría a cabo la cobertura del riesgo.
1. Mientras que la solicitud la presenta el futuro tomador, la proposición u oferta de seguro la realiza el asegurador.
2. Mientras que la solicitud no obliga al solicitante, la proposición u oferta de seguro realizada por un asegurador sí vincula a
este durante un plazo de quince días.
La LCS, en su artículo 5, hace referencia al "documento de cobertura provisional" que, aunque no lo define, es un anticipo de la
futura póliza que, existiendo ya una concurrencia entre una oferta y una aceptación sobre todas las cuestiones fundamentales del
contrato de seguro entre el tomador y la aseguradora, tiene el valor de ser un avance de la póliza no emitida todavía por razones
materiales o de tiempo.
Es importante tener en cuenta que este documento de cobertura provisional anticipa los efectos del seguro a una fecha anterior a la
de la póliza, obligando a ambas partes a cumplir lo pactado y cumplirlo efectivamente una vez pagada la prima correspondiente.
Se emite normalmente cuando hay urgencia en presentarlo ante algún organismo como por ejemplo en los casos de incluirlo en los
pliegos al concurrir en concursos públicos.
Este documento de cobertura provisional coincide con el comienzo formal del contrato, pero no con el comienzo material del mismo,
pues se emite antes del pago de la prima.
Es muy importante tener claros estos conceptos: “Cuando empieza y cuando termina el Contrato de Seguro” Y ello porque respecto a
la determinación del inicio y del final del contrato de seguro siempre surgen un buen número de cuestiones: ¿Cuándo comienzan
exactamente los efectos de un seguro?, ¿Comienza cuándo se solicita o cuando se propone?, ¿Es necesario haber pagado la prima
para que empiece el seguro?, ¿Y si ocurre el siniestro antes de que se haya pagado la prima?
Para determinar cuándo comienza un contrato de seguro, y por tanto, poder establecer el momento en que comienza a surtir efectos
es necesario distinguir entre el comienzo formal y el comienzo material.
Es el momento en que el contrato comienza a obligar a las partes a cumplir lo pactado. En el seguro, la perfección supone el encuentro
de dos declaraciones de voluntad: la del tomador y la del asegurador.
Según la LCS, este momento de la perfección del contrato de seguro se produce cuando se ha dado cumplimiento a todos los requisitos
de forma necesarios que hagan considerar que han quedado válidamente plasmadas las voluntades de obligarse del tomador y del
asegurador, mediante tres acciones:
− La emisión,
− La firma y
De ahí viene el término de "formalización de la póliza", cuando ésta está debidamente firmada por ambas partes, independientemente
de que se haya pagado la prima o no.
Es cuando el contrato de seguro comienza a surtir efectos y éste coincide con el momento en que se paga la prima, surgiendo para
el asegurador la obligación concreta de cubrir el riesgo y de indemnizar el posible siniestro.
El momento en que se da inicio a la garantía otorgada por el asegurador (toma de efecto) puede ser igual o distinto al instante en que
el contrato se ha perfeccionado.
Así, por ejemplo, puede firmarse el contrato de seguro, entregarse la póliza y pagarse la prima, aunque los efectos de la garantía
van a comenzar más tarde, como sucede en un seguro de transportes, a partir del momento en que la mercancía inicie el viaje.
Nota: Por regla general la cobertura del seguro comenzará a las 24 horas del día en que se pague la primera prima. No
obstante, las partes, de común acuerdo pueden retrotraer los efectos del contrato al momento en que se presentó la solicitud o se
formuló la proposición (art. 6° párrafo 2° LCS).
Aunque no es lo habitual, también puede darse el caso de que la fecha a partir de la cual comienzan los efectos del contrato venga
expresamente determinada o ser determinable en virtud de algún acontecimiento externo.
Puede darse el supuesto de que, una vez perfeccionado el contrato, no se abone la prima; en este caso, el asegurador no estará
obligado a nada, y tiene derecho a resolver el contrato, o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base en la póliza.
Salvo que las partes hayan pactado lo contrario, si ocurre el siniestro antes de que haya sido pagada la prima, el asegurador quedará
liberado de su obligación.
No obstante, el “impago de la prima” y sus consecuencias serán objeto de estudio más adelante.
Este tema del impago de la prima lo analizaremos detenidamente más adelante en un capítulo propio.
2.7.1.6. La póliza
“El contrato de seguro y sus modificaciones o adiciones deberán ser formalizadas por escrito. El asegurador está obligado a entregar
al tomador del seguro la póliza o, al menos, el documento de cobertura provisional”
Tiene un indudable valor probatorio de la existencia del contrato, ya que en él, se consignan de forma clara y precisa los derechos y
obligaciones de ambas partes.
En nuestro Derecho, y según el artículo 1.278 del Código Civil, "los contratos serán obligatorios, cualquiera que sea la forma en que
se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las condiciones esenciales para su validez".
Este es el llamado principio de libertad de forma contractual; pero para ciertos contratos, se exigen por la Ley determinadas formas
especiales o formalidades, para hacer efectivas las obligaciones propias del contrato; y éste es el caso del contrato de seguro, que
está dotado de un carácter formalista, en el sentido de que en la realidad de la práctica aseguradora no se concibe un contrato de
seguro que no se formule por escrito en una póliza firmada por ambos contratantes.
"En las modalidades de seguro en que, por disposiciones especiales no se exija la emisión de la póliza, el asegurador estará obligado a
entregar el documento que en ellas se establezca".
a) Contenido de la Póliza
El art. 8 de la L.C.S. establece el contenido mínimo de la póliza que integra las llamadas condiciones particulares:
− Duración del contrato, con expresión del día y la hora en que comienzan y terminan sus efectos.
En caso de póliza flotante, se especificará, además, la forma en que debe hacerse la declaración de abono.
Si el contenido de la póliza difiere de la proposición de seguro o de las cláusulas acordadas, el tomador del seguro podrá reclamar
a la entidad aseguradora en el plazo de un mes, a contar desde la entrega de la póliza para que subsanen la divergencia existente.
Transcurrido dicho plazo sin efectuar la reclamación se estará a lo dispuesto en la póliza. Lo establecido en este párrafo se insertará
en toda póliza de contrato de seguro.
Por la designación del titular: El art. 9 de la L.C.S. dispone: "La póliza de seguro puede ser nominativa, a la orden o al portador".
Hace referencia a la clasificación de las pólizas atendiendo a la designación del titular:
• Póliza nominativa:
Es el tipo de póliza habitual por excelencia. Es la que garantiza o cubre a la persona en ella designada a tal efecto y se emiten a
favor de determinada persona. Pueden ser transferidas mediante endoso con la aprobación del asegurador.
Las pólizas nominativas se emiten a favor de determinada persona. Pueden ser transferidas mediante endoso, pero siempre con la
aprobación del asegurador. Los seguros sobre las personas, al analizarse los riesgos concretos de cada uno son siempre
nominativos.
• Póliza al portador
Este tipo de póliza no se utiliza prácticamente salvo para casos muy especiales. Es la que garantiza o cubre a la persona que
legítimamente la posee y se transfieren por entrega, ejerciendo el derecho a cobrar la indemnización quien tenga la posesión al
momento del siniestro. En las pólizas al portador, la entidad aseguradora pagará la indemnización a la persona que presente la
póliza, sin obligación por parte de aquella de comprobar la identidad del portador.
Las pólizas al portador son las que cubren a quién las posea.
• Póliza a la orden:
Las pólizas a la orden de determinada persona son las que pueden transferirse por simple endoso del tomador sin necesidad de
contar con la aprobación del asegurador. Lo más normal es que sean nominativas.
Un factor importante es que en las nominativas no hay ánimo de transmitir el contenido de la póliza a un tercero mientra s que en
las pólizas “A la orden”, el tomador o beneficiario pueden transmitir el beneficio derivado del contrato a otra persona, por endoso
(salvo en el caso de seguros de Vida).
En el caso de las pólizas del seguro de coche, por ejemplo, éstas pueden ser "nominativas a la orden" o "al portador". Esto
quiere decir que mientras la primera cubre a una tercera persona beneficiaria, la segunda garantiza cobertura al titular legítimo
de la misma.
− Flotante o de abono: es aquélla en la que, dentro de ciertos límites, la garantía es abierta y se determinará con
precisión en caso de ocurrir el siniestro. Por ejemplo, en los casos de almacenes donde la cantidad de la mercancía
en ellos depositada varía de forma continua, lo que hace inviable las constantes notificaciones del asegurador.
Son aquellas cláusulas contractuales, redactadas por el asegurador, que regulan un determinado ramo de seguro, siendo en principio,
iguales para todas las pólizas contratadas con una determinada compañía y en un determinado ramo. Por ello, suelen estar
previamente impresas en los modelos de pólizas de las entidades.
Estos modelos de pólizas no precisan autorización administrativa previa, ni deberán ser objeto de remisión sistemática a la Dirección
General de Seguros, pero deberán estar a disposición de la D.G.S.F.P. los modelos de pólizas de seguros de suscripción obligatoria.
"Las Condiciones Generales, que en ningún caso podrán tener carácter lesivo para los asegurados, habrán de incluirse por el
asegurador en la proposición de seguro, si la hubiere, y necesariamente en la póliza de contrato o en un documento complementario
que se suscribirá por el asegurado y al que se entregará copia del mismo.
Las Condiciones Generales y Particulares se redactarán de forma clara y precisa. Se destacarán, de modo especial, las cláusulas
limitativas de los derechos de los asegurados, que deberán ser específicamente aceptadas por escrito".
Cuando el Tribunal Supremo declara la nulidad de alguna de las cláusulas de las Condiciones Generales de los contratos de seguros,
la Administración Pública competente obliga a los aseguradores a modificar las cláusulas idénticas contenidas en sus pólizas.
Son aquéllas que individualizan el contrato de seguro en concreto, y por ello difieren uno de otro. Ej. La suma asegurada, el alcance
y los límites de la cobertura, pueden modificar lo establecido en las Condiciones Generales.
"La póliza del contrato deberá redactarse, a elección del tomador del seguro, en cualquiera de las lenguas españolas oficiales en
el lugar donde aquélla se formalice. Si el tomador lo solicita, deberá redactarse en otra lengua distinta, de conformidad con la
Directiva 92/96, del Consejo de la Unión Europea, de 10 de noviembre de 1992."
Los apéndices o suplementos son documentos que modifican de alguna manera lo pactado en la póliza, bien aumentado la cobertura,
disminuyéndola, o haciendo constar cualquier otra circunstancia que incida sobre el riesgo asegurado.
Deberán igualmente ser formalizados por escrito y firmados por las mismas personas que suscribieron la póliza o por sus
representantes.
Como supuestos más frecuentes que dan lugar a la emisión de apéndices se pueden citar:
− Por modificación en la naturaleza de los riesgos, intrínseca o extrínsecamente considerados, desde el punto de vista objetivo
y subjetivo.
La carta de garantía, también denominada nota o resguardo provisional de garantía, es un documento, que el asegurador entrega al
asegurado y tiene los mismos efectos que la póliza, pero con carácter provisional, en tanto no se expida ésta.
La carta de garantía, suple provisionalmente la existencia de la póliza en aquellos casos en que se necesita urgentemente la cobertura,
y el asegurador no pueda expedir la póliza por razones materiales de tiempo.
La emisión de este documento tiene que ir precedida del pago de la correspondiente prima, o del compromiso escrito por parte del
tomador de pagarla.
Básicamente sus efectos son los mismos. Lo que ocurre que hay casos en los que se pide acreditar que esta cobertura está hecha,
por ejemplo en los Concursos públicos y se debe aportar un documento que lo acredite, este documento se llama “Carta de garantía”.
Realmente la principal diferencia es que la CARTA DE GARANTÍA es el documento que se pide en otros trámites para acreditar que
la cobertura está en vigor, como, por ejemplo, concursos, exportación de productos (en los trámites portuarios...). La carta de garantía
es, a todos los efectos, una póliza, mientras que el documento de cobertura provisional no, sino un documento distinto que da cobertura
de manera provisional y anticipada hasta la emisión definitiva de la póliza.
Otro aspecto importante es el comprendido en el art. 10, que contiene el deber de declaración del riesgo del tomador de todas las
circunstancias por él conocidas que puedan influir en la valoración del riesgo.
Este deber se caracteriza por ser precontractual, tal y como señala la Ley al decir que debe hacerse antes de la conclusión del contrato.
Además, esta declaración se producirá a instancias del asegurador, cuando éste le presente el cuestionario al tomador, de tal forma que
si no lo hace el tomador quedará exonerado de tal deber.
La Regla de la Equidad:
El artículo 10 de la LCS regula el caso de que ocurra el siniestro antes de que el asegurado haga la citada declaración. En tal situación,
se aplica la llamada regla de equidad y la prestación del asegurador se reducirá proporcionalmente a la relación entre la prima convenida
y la que habría correspondido de haberse producido una exacta declaración del riesgo. Si se demuestra que hubo dolo o culpa grave del
tomador quedará liberado el asegurador del pago de la prestación.
1. Capital asegurado 1 MM de euros, se le aplicó en su día una tasa de 0,35 por mil, por lo que la prima emitida fue de 350
€. Ocurre un siniestro y en la valoración del mismo se descubre que la tasa real es la del 0,50 por mil.
En ese caso, el siniestro de indemnizaría aplicando la Regla Proporcional a un capital de 700.000 euros
Explicación
Si tenemos en cuenta que al aplicar la Regla de equidad (artículo 10 de la LCS) la prestación del asegurador se reducirá
proporcionalmente a la relación entre la prima convenida y la que habría correspondido de haberse producido una exacta
declaración del riesgo, la aplicación al ejemplo sería averiguar “qué capital le corresponde a la tasa realmente aplicada (0,35)
si sabemos que de aplicar una tasa de 0,5 por mil corresponde un capital de 1.000.000 euros”
2. Una persona joven que tiene un recargo del 50% sobre lo que paga su padre por el seguro del coche, debería pagar
una prima, por ejemplo de 150 euros, pero la realidad es que está pagando sólo 100 euros, es decir, está pagando tan
solo un 66% de la prima correcta que le corresponde por lo que un 33% del riesgo queda sin cubrir.
Si este joven tiene un accidente por 10 millones de euros, por ejemplo, la aseguradora sólo indemnizará sobre la parte que está
cubierta (66%) de manera que 3,3 MM de euros deberán ser cubiertos por el asegurado.
Hay quién confunde ambas Reglas pues son parecidas, pero en su aplicabilidad son bien distintas.
Las dos se aplican cuando ocurre un siniestro, pero cuando ocurra el siniestro en el periodo en el que el asegurador debe enviar al tomador la
declaración de rescisión del
contrato de seguro por falta o inexactitud de la declaración las circunstancias por él conocidas que puedan influir en la valoración del riesgo.
En tal situación, se aplica la llamada regla de equidad y la prestación del asegurador se reducirá proporcionalmente a la relación entre la prima
convenida y la que habría correspondido de haberse producido una exacta declaración del riesgo. Si se demuestra que hubo dolo o culpa grave
del tomador quedará liberado el asegurador del pago de la prestación.
En este sentido, si la suma asegurada es inferior al valor del interés, el asegurador indemnizará el daño causado en la misma proporción en la
que aquella cubre el interés asegurado.
ES DECIR, LA RELACIÓN ESTÁ ENTRE LAS VALORACIONES DEL OBJETO O BIEN ASEGURADO.
Los artículos 11, 12 y 13 de la LCS, ya comentados anteriormente, versan sobre el deber de declaración de la agravación del riesgo.
Al ser el contrato de seguro, como vimos, un contrato de tracto sucesivo necesita el asegurador conocer las circunstancias relativas al
riesgo cuya cobertura asume no sólo en el momento de la conclusión, sino en cualquier momento posterior, pues solo así podrá
comprobar la equivalencia entre la prima que ha percibido del tomador y la cobertura que él ofrece frente al mencionado riesgo.
Si la declaración del riesgo corresponde al tomador, la declaración de su agravación corresponde tanto al tomador como al asegurado,
según señala el art. 11, pues el asegurado al ser el titular del interés protegido está en mejores condiciones incluso que el tomador para
conocer la evolución del riesgo.
El problema surge de nuevo cuando el siniestro se produce antes de que se haya efectuado la declaración de la agravación. En tal caso,
si la falta de declaración se debe a mala fe, el asegurador queda liberado de su prestación. Si se debe a otra causa, la prestación se
reducirá proporcionalmente a la relación que exista entre la prima pagada y la que habría correspondido al riesgo agravado.
La Ley, por último, permite también al tomador o al asegurado la facultad (que no deber) de comunicar al asegurador las circunstancias
modificativas que disminuyan el riesgo a fin de reducir en la proporción correspondiente el importe de las primas futuras, como indica el
art. 13.
Otra obligación que aparece en las disposiciones generales del contrato de seguro es el pago de la prima por parte del tomador en las
condiciones estipuladas en la póliza.
Desde un punto de vista jurídico la prima es la cantidad que se obliga a pagar el tomador en cumplimiento del contrato de seguro. Las
consecuencias de la falta de pago de la prima varían según corresponda a la primera prima o a las siguientes. Todo ello viene recogido
en los arts. 14 y 15 de la LCS.
"El tomador del seguro está obligado al pago de la prima en las condiciones estipuladas en la póliza. Si se han pactado primas periódicas, la
primera de ellas será exigible una vez firmado el contrato. Si en la póliza no se determina ningún lugar para el pago de la prima, se entenderá
que éste ha de hacerse en el domicilio del tomador del seguro".
Art. 15 LCS:
“Si por culpa del tomador la primera prima no ha sido pagada, o la prima única no lo ha sido a su vencimiento, el asegurador tiene derecho a
resolver el contrato o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base en la póliza. Salvo pacto en contrario, si la prima no ha sido
pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación.
En caso de falta de pago de unas de las primas siguientes, la cobertura del asegurador queda suspendida un mes después del día de su
vencimiento. Si el asegurador no reclama el pago dentro de los seis meses siguientes al vencimiento de la prima se entenderá que el contrato
queda extinguido. En cualquier caso, el asegurador, cuando el contrato este suspenso, sólo podrá exigir el pago de la prima del período en curso.
Si el contrato no hubiere sido resuelto o extinguido conforme a los párrafos anteriores, la cobertura vuelve a tener efecto a las veinticuatro horas
del día en que el tomador pagó su prima.”
La prima reviste la forma de una cantidad de dinero que el tomador debe abonar según las circunstancias convenidas en la póliza.
Puede tratarse de una sola prestación (prima única) o de varias prestaciones realizadas a lo largo del tiempo (primas periódicas).
N° de siniestros
Probabilidad =
N° de objetos expuestos al riesgo
Podemos hablar de tres características de la prima que hacen referencia al tiempo, forma y lugar de pago:
a) Tiempo de pago:
Tal y como vimos al comentar el artículo 14 de la L.C.S. la prima debe pagarse por anticipado al período objeto de cobertura. En
concreto la primera prima debe pagarse una vez firmado el contrato, las primas siguientes deben pagarse a su vencimiento.
La razón del cobro anticipado de la prima se deriva de sus características técnicas, es decir, no se trata de cubrir con posterioridad
los costes reales del asegurador, por siniestralidad y gastos incurridos, sino que es el producto de una estimación "a priori" de dichos
costes, en base a la cual se fijan las primas de los diferentes riesgos.
Por tanto, nos encontramos con dos factores que aconsejan el cobro anticipado de la prima:
2) El segundo, es un factor de carácter psicológico que aconseja efectuar el pago cuando el riesgo todavía existe.
Efectivamente, una vez transcurrido el período cubierto por el seguro, sin que haya ocurrido el siniestro, resultaría difícil
hacer efectivo el cobro de la prima debida.
b) Forma de pago:
Actualmente el método de pago habitual es la domiciliación bancaria. Incluso, la mayoría de entidades aseguradoras es éste ya el
único medio de pago que admiten. También está siendo cada día más habitual el pago de la prima mediante pasarela de pago
principalmente con tarjeta de crédito. Esto es sobre todo en algunos tipos de seguros principalmente de los que se le puede entregar
al tomador el recibo de la prima en el mismo momento del pago, como por ejemplo los seguros de asistencia en viaje o los vinculados
al alquiler de vehículos.
En ningún caso está permitido el abono de la prima en especie, objetos o prestación de servicio.
En cuanto a la duración del seguro la prima puede ser única o periódica. La prima periódica puede fraccionarse a su vez en pagos
mensuales, trimestrales o semestrales.
Aun cuando la prima pueda fraccionarse, jurídicamente es indivisible, es decir, el tomador del seguro está obligado al pago de la
prima correspondiente a todo el período, desde el momento en el que se inicia su cobertura. La razón que justifica la indivisibilidad de
la prima es que su cálculo se basa en la probabilidad de ocurrencia del riesgo para todo el período del contrato, no pudiéndose reducir
su importe aun cuando cese la cobertura del riesgo.
c) Lugar de pago:
El artículo 14 de la LCS señala que, si no se especifica ningún lugar para el pago de la prima, se entenderá que éste ha de hacerse
en el domicilio del tomador del seguro.
En este punto debemos recordar que el impago de la prima, pasados los períodos de gracia, conlleva la suspensión de las garantías
de la póliza (art. 15. de la LCS).
Los últimos artículos del Título I de la LCS están dedicados brevemente a la duración del contrato, prescripción y jurisdicción.
Será determinada en la póliza y no podrá ser superior a 10 años (*) (salvo lo establecido para el seguro de vida), aunque podrá prorrogarse
una o más veces por un período no superior al año. Lo normal es que el contrato sea de duración anual y prorrogable tácitamente, a
(*) Los contratos de seguros, en general, tienen una duración anual. Incluso, lo que viene a decir también es que, en una de sus
prórrogas, pueden tener una duración inferior al año.
Una vez finalizado el primer año, el resto de años son RENOVACIONES (o como dice la ley prórrogas) y se pueden renovar todos los
años que ambas partes sigan estando de acuerdo en los términos (cada año varían y por tanto, se deben adaptar las condiciones y,
los riesgos y la tarifa)
El caso de Vida es distinto, porque un Seguro de Ahorro, Unit Linked o una amortización de préstamos, pueden durar de origen más
de 10 años.
Por imperativo legal, estas prórrogas no podrán ser superiores a un año, aunque sí inferiores, pero no es frecuente que se prorrogue
el contrato por una duración inferior a un año.
− Tácita: Es la más usual. Normalmente se inserta en la póliza una cláusula de prórroga tácita, de tal modo que, si no hay
oposición o denuncia de las partes, automáticamente se entiende que el contrato tiene validez durante un año más. Parece
que a este tipo de prórroga es al que se refiere el art. 22 párr. 2° de la L.C.S., cuando dispone que:
(*) Plazo modificado por la disposición final primera de la Ley 20/2015, de 14 de julio, de ordenación, supervisión y solvencia de las entidades
aseguradoras y reaseguradoras («B.O.E.» 15 julio). Véase la disposición transitoria decimotercera de la citada Ley.
"La duración del contrato con expresión del día y la hora en que comienzan y terminan sus efectos".
Por regla general se indicará, que la cobertura comenzará a las 24 horas del día en que se pague la primera prima. No obstante, las
partes, de común acuerdo pueden retrotraer los efectos del contrato al momento en que se presentó la solicitud o se formuló la
proposición (art. 6° párr. 2° L.C.S.).
La fecha a partir de la cual comienzan los efectos del contrato, puede venir expresamente determinada o ser determinable en virtud
de algún acontecimiento externo. Por ejemplo; en los seguros de transportes, la cobertura comenzará en el momento en que se inicie
el viaje, aunque cuando se firme la póliza no se conozca con exactitud el día y la hora en que dicho evento ocurrirá.
b) Prescripción:
Cuando se trate de seguros contra daños las acciones que se deriven del contrato prescribirán en 2 años y si el seguro es de personas
el término será de 5.
El juez competente para conocer las acciones derivadas del contrato de seguro será el del domicilio del asegurado, siendo nulo cualquier
pacto en contrario.
Los primeros artículos del Título II de la L.C.S. están dedicados al interés y a la suma asegurada en relación con los seguros contra
daños.
Como vimos, en este tipo de seguros la prestación del asegurador en caso de siniestro consiste en la reparación del daño sufrido por el
asegurado, entendiendo por daño "la lesión que sufre el interés de aquél en que el siniestro no se produzca".
Así pues, el interés que tiene el titular del bien en que el siniestro no llegue a producirse constituye el objeto del contrato de seguro. La
Ley sanciona la ausencia de interés del asegurado a la indemnización del daño con la nulidad del contrato tal y como dispone el art. 25.
“El contrato de seguro contra daños es nulo si en el momento de su conclusión no existe un interés del asegurado a la indemnización
del daño.”
“Para la determinación del daño, se atenderá al valor del interés asegurado en el momento inmediatamente anterior al siniestro".
El valor del interés evoluciona a lo largo de la vida de un contrato de seguro de forma paralela a la evolución del valor de la cosa
asegurada y, por lo tanto, se suelen distinguir cuatro tipos de valores del interés que se corresponden a cuatro momentos sucesivos:
Por lo tanto, en principio el daño real será producto de restar al valor del interés final el valor de residuo o valor residual.
2.7.4.2. Equivalencia entre el Valor del Interés y la Suma Asegurada: Sobreseguro e Infraseguro.
En el establecimiento de los capitales a asegurar, el tomador actúa bajo su responsabilidad, utilizando su propia documentación y
contabilidad, conociendo todas las circunstancias que influyen en el valor asegurable.
La regla proporcional debe ser evitada mediante la adecuada valoración del interés a asegurar y la fijación de la correcta suma
asegurada. En la praxis aseguradora habitual existe la regla de no aplicar la regla proporcional en el caso de existir un siniestro total.
La LCS dedica varios artículos a la equivalencia o no entre el valor del interés (valor asegurable) y la suma asegurada (valor
efectivamente asegurado) dando lugar a varias figuras, entre las más destacadas están el Infraseguro y el Sobreseguro.
En los seguros de daños, como los Multirriesgo principalmente, tiene especial relevancia el cálculo lo más exacto posible del valor de
la suma asegurada. De no hacerlo así, podemos incurrir en un mal aseguramiento, y por tanto, la indemnización a cobrar no
corresponderá a lo que el cliente ha pagado por ello, bien por defecto, o por exceso.
Además, ello implicará que se pague una prima menor a la que correspondería –en caso de haber valorado el bien por debajo de su
valor real-, o que se esté pagando desde hace tiempo una prima superior a la que de verdad le corresponde –en caso de haber
asignado un valor por encima del real-
Pero, lo más importante de no hacer bien la valoración del bien asegurado es en el momento de la indemnización, es decir, de la
valoración del daño, pues en esos casos, se puede cobrar una indemnización inferior al valor del bien o inferior al daño realmente
causado.
Las consecuencias de valorar el bien por encima o por debajo de su valor real.
No valorar correctamente el bien asegurado no supone simplemente que se esté pagando una prima mayor o menor a la que de
verdad corresponde, sino que la consecuencia más importante es a la hora de determinar la indemnización en caso de ocurrir un
siniestro.
La LCS dedica los artículos 29 a 32 a la equivalencia o no entre el valor del interés (valor asegurable) y la suma asegurada (valor
efectivamente asegurado) dando lugar a dos posibles casos especiales en función de la valoración dada:
1. Que se determine erróneamente una valoración por debajo del valor real del bien y por tanto se asegure por un capital inferior
al que le corresponde. (INFRASEGURO)
2. Que se determine erróneamente una valoración por encima del valor real del bien y por tanto se asegure por un capital superior
al que le corresponde. (SOBRESEGURO)
A. EL INFRASEGURO
Existe infraseguro cuando el capital garantizado en la póliza es inferior al valor real del objeto asegurado.
Una consecuencia propia del Infraseguro es que se ha establecido una prima inferior a la que realmente le correspondería a dicho
seguro de manera que se está pagando una prima más baja a la que realmente le corresponde a ese seguro.
Veamos un ejemplo:
Una persona asegura su fábrica valorándola en la mitad de lo que vale realmente y por tanto, pagando solo la mitad de la prima
que hubiera pagado de haberla asegurado correctamente. Realmente, lo que está haciendo en este caso es asegurar sólo la mitad
de su fábrica.
Si toda la fábrica se quema, el asegurador pagará todo lo que ha asegurado, es decir, la mitad de la fábrica (suma asegurada =
límite de indemnización). El asegurado tendrá que pagar de su bolsillo la otra mitad, que “autoaseguraba” (queriendo o sin querer,
ésa es otra cuestión).
Ahora bien, si se incendiase tan sólo la sólo la mitad de la fábrica, ¿Qué mitad se considera que es la que se ha incendiado?, ¿la
mitad que cubre la valoración dada para el seguro o la que autoasegura el asegurado al no haberla incluido en la valoración del
seguro?
Como la póliza asegura –teóricamente- toda la fábrica, sin distinción, hemos de llegar a la conclusión de que a cada uno se le ha
quemado la mitad de su mitad, es decir, el asegurador pagará por tanto el 50% de los daños y el asegurado deberá asumir de su
bolsillo el otro 50%, como en el caso del siniestro total.
Para dar solución a estos casos, el artículo 30 de la LCS determina la conocida como "Regla Proporcional" que establece que: "Si en
el momento de la producción del siniestro la suma asegurada es inferior al valor del interés, el asegurador indemnizará el daño causado
en la misma proporción en la que aquélla cubre el interés asegurado”
Únicamente se podrá no aplicar la “Regla Proporcional” cuando las partes, de común acuerdo, hayan excluido su aplicación
expresamente en la póliza.
Al aplicar la "regla proporcional" en caso de infraseguro, la indemnización será el resultado de multiplicar el capital asegurado por el
importe de los daños derivados del siniestro y dividir el resultado por el valor del conjunto de los bienes existentes en el riesgo en el
momento del siniestro.
La parte restante quedará a cargo del asegurado, que se considera “propio asegurador” de la fracción no amparada por la póliza, y
como tal debe contribuir a la liquidación del siniestro.
Los casos prácticos de Infraseguro se solucionan con una simple regla de tres:
Imaginemos un apartamento cuyo valor real es de 200.000 euros y sin embargo está asegurado erróneamente contra el riesgo de
incendio por sólo 150.000 euros (Es decir, un 25% por debajo del valor real). En caso de siniestro que destruya sólo la mitad del
apartamento, la indemnización de la aseguradora, en virtud de la regla proporcional, sólo será de 75.000 euros (Es decir, el 50% de
150.000 euros) y NO el 50% de 200.000 de euros.
De haber estado bien asegurado el apartamento, la indemnización habría sido de 100.000 euros. La interpretación para este caso es
que el asegurado era quién estaba asegurando él personalmente la parte que no estaba incluido en la póliza y por eso debe asumir
él los 25.000 euros de diferencia.
Es decir, podemos concluir afirmando que, en el Infraseguro, la indemnización se basa en el importe asegurado y no en el daño
sufrido
A diferencia del Infraseguro, en el Sobreseguro la consecuencia básica es que se ha establecido una prima superior a la que realmente
le correspondería a dicho seguro.
"Si la suma asegurada supera notablemente el valor del interés asegurado, cualquiera de las partes del contrato podrá exigir la
reducción de la suma y de la prima, debiendo restituir el asegurador el exceso de las primas percibidas”
El exceso de seguro, superando el valor del interés, no tiene efectividad, de manera que de producirse el siniestro, el asegurador
indemnizará solamente el daño efectivamente causado.
IMPORTANTE: El sobreseguro se considera además una situación peligrosa por cuanto podría incitar al tomador a causar el siniestro
de manera intencionada (mala fe) para enriquecerse injustamente.
En este caso, el contrato será ineficaz, pudiendo la aseguradora retener para sí las primas pagadas y las del período en curso (LCS)
En los seguros contra daños, no es frecuente que los asegurados señalen valores a cubrir por encima del valor real de su interés. No
obstante, en el supuesto de producirse, la Ley de Contrato de Seguro contempla los preceptos de los contratos de indemnización,
estableciendo:
- Que, si hay varios aseguradores, éstos contribuirán al abono de la indemnización en proporción a la propia suma asegurada,
sin que pueda superar la cuantía del daño.
- Que el exceso de seguro, superando el valor del interés, no tiene efectividad. Cuando se produzca el sobreseguro por mala fe
del asegurado, el contrato será ineficaz, si bien el asegurador de buena fe podrá retener para sí las primas vencidas y las del
período en curso.
- Si la suma asegurada fuese notablemente superior al valor del interés asegurado, cualquiera de las partes podrá exigir la
reducción de la suma y de la prima, con restitución por parte del asegurador del exceso de primas percibidas.
Ejemplo
Felisa V.G. hace un contrato de seguro sobre un piso de su propiedad valorado en 300.000 euros. Felisa lo asegura contra incendio
por 420.000 euros. Hay un incendio y se origina un daño de 240.000 euros. Cuando reclama a la compañía, ésta le dice que es una
situación de sobreseguro y que por lo tanto no le paga.
Solución:
El problema de la mala fe no se refiere al hecho causante del siniestro (es decir, Felisa no ha quemado la casa). El sobreseguro es
del 40%. Siendo consciente de que hay sobreseguro, ¿contrató Felisa el seguro para lograr un enriquecimiento? Si se demuestra que
no hubo mala fe en ningún momento ni interés en un enriquecimiento injusto, la compañía tiene que pagar el siniestro.
Pólizas Estimadas
Para evitar los problemas derivados de discrepancias entre las partes por situaciones de infraseguro o sobreseguro, en la práctica, se
utilizan las denominadas pólizas estimadas o valoradas.
“Son aquéllas en las que el asegurador y el asegurado aceptan expresamente en el Contrato de Seguro como cierto un determinado
valor del interés limitándose sus posibles causas de impugnación a dicho valor”
Art. 28 LCS:
“No obstante lo dispuesto en el artículo 26, las partes, de común acuerdo, podrán fijar en la póliza o con posterioridad a la celebración
del contrato el valor del interés asegurado que habrá de tenerse en cuenta para el cálculo de la indemnización.
Se entenderá que la póliza es estimada cuando el asegurador y el asegurado hayan aceptado expresamente en ella el valor asignado
al interés asegurado.
El asegurador únicamente podrá impugnar el valor estimado cuando su aceptación haya sido prestada por violencia, intimidación o
dolo, o cuando por error la estimación sea notablemente superior al valor real, correspondiente al momento del acaecimiento del
siniestro, fijado pericialmente.”
A las pólizas estimadas también se las llama de “valor convenido”. Es la que la valoración se fija de manera estimada entre ambas
partes principalmente por la imposibilidad a poder determinarlo con exactitud (por ejemplo, las que cubre las existencias).
Seguro Pleno
Con gran semejanza a las pólizas estimadas, la LCS en su artículo 29 contempla que puedan pactar que el valor del interés se cubrirá
en su totalidad en el denominado seguro pleno.
"Si por pacto expreso asegurador y tomador convienen que la suma asegurada cubra plenamente el valor del interés durante la
vigencia del contrato, la póliza deberá contener necesariamente los criterios y el procedimiento para adecuar la suma asegurada y las
primas a las oscilaciones del valor de interés".
Para evitar los problemas derivados de discrepancias entre las partes por situaciones de infraseguro o sobreseguro, en la práctica, se
utilizan las denominadas pólizas estimadas o valoradas, en las que el asegurador acepta como cierto un determinado valor del
interés limitándose sus posibles causas de impugnación de dicho valor al error o a la violencia, intimidación.
Art. 29 LCS:“Si por pacto expreso las partes convienen que la suma asegurada cubra plenamente el valor del interés durante la vigencia
del contrato, la póliza deberá contener necesariamente los criterios y el procedimiento para adecuar la suma asegurada y las primas a las
oscilaciones del valor de interés.”
Seguro a primer riesgo que “es aquél por el que el asegurador renuncia de antemano a aplicar la regla proporcional y se compromete
a pagar en caso de siniestro el importe total de los daños, hasta donde alcance el capital garantizado”
En los casos de seguro a primer riesgo las aseguradoras se cubren las espaldas por si hubiese posibles fraudes, diferenciando entre
los objetos y bienes que están cubiertos a primer riesgo y los que no lo están, aplicando sólo a éstos últimos la regla de
proporcionalidad por infraseguro.
Es habitual que los objetos que tienen un mayor valor como por ejemplo joyas, obras de arte u otros, se aseguran a primer riesgo y
de esta forma se limita la posible indemnización que pagaría la aseguradora en caso de robo o incendio.
Veamos un ejemplo:
Si le roban un ordenador cuyo valor es de 1.000 euros, y está asegurado hasta 600 euros, esta última será la cantidad que perciba en
caso de robo, y no la parte proporcional, aunque se haya asegurado por menos (siempre habrá infraseguro)
EL SEGURO MÚLTIPLE
“Cuando en dos o más contratos estipulados por el mismo tomador con distintos aseguradores se cubran los efectos que un mismo
riesgo puede producir sobre el mismo interés y durante idéntico período de tiempo el tomador del seguro o el asegurado deberán,
salvo pacto en contrario, comunicar a cada asegurador los demás seguros que estipule. Si por dolo se omitiera esta comunicación,
y en caso de sobreseguro se produjera el siniestro, los aseguradores, no están obligados a pagar la indemnización.
"los aseguradores, en caso de seguro múltiple, contribuirán al abono de la indemnización en proporción a la propia suma asegurada,
sin que, entre el total de lo pagado por todos ellos, pueda superarse la cuantía del daño realmente sufrido por el asegurado”, lo cual
es, una vez más, consecuencia del principio indemnizatorio.
Dentro de ese límite, añade el precepto citado, el asegurado puede pedir a cada asegurador la indemnización debida, según el respectivo
contrato; pero el asegurador que haya pagado una indemnización superior a la que le correspondía, en proporción al riesgo cubierto,
podrá repetir de los demás aseguradores en cuanto al exceso, lo cual requiere, como es lógico, el conocimiento de la existencia de una
situación de seguro cumulativo; y esto se hace posible merced a la comunicación del tomador o del asegurado.
La Ley sanciona la falta de comunicación, cuando media dolo por parte del obligado a hacerla, con la liberación del asegurador de su
obligación de pagar la indemnización; si bien esta consecuencia tan rigurosa para el tomador o asegurado que ha incumplido su deber de
comunicación sólo se produce en caso de que haya sobreseguro.
Dispone el artículo 34 de la Ley de Contrato que, en caso de transmisión del objeto asegurado, el adquiriente se subrogue, en el
momento de la enajenación, en los derechos u obligaciones que correspondan en el contrato de seguro al anterior titular. Lo que la Ley
Exceptúa la Ley de esta transmisibilidad ex lege los supuestos de pólizas nominativas para riesgos no obligatorios, cuando en las
condiciones generales existe pacto en contrario.
Para hacer efectiva esa subrogación del adquiriente en la posición jurídica del antiguo titular, la Ley exige que el asegurado comunique
la existencia del contrato al adquiriente, así como la transmisión del objeto asegurado al asegurador. En ambos casos, la comunicación
deberá hacerse por escrito, y, además, en cuanto a la comunicación al asegurador, dispone que ésta se haga en el plazo de quince
días a contar desde la transmisión.
Conocido este hecho por el asegurador el artículo 35 le confiere la facultad de rescindir el contrato dentro de los quince días a aquél
en que tenga conocimiento de la transmisión, siempre que los comunique por escrito al nuevo asegurado. Ejercitada esta facultad, se
produce la extinción de la relación contractual un mes después de efectuada la notificación, lo que quiere decir que, durante este tiempo,
el asegurador continúa obligado, con el fin de no privar bruscamente de protección al adquiriente y permitir buscar otro asegurador.
También el adquiriente de la cosa asegurada puede rescindir el contrato, si así lo comunica al asegurador en el plazo de quince días
contados a partir de aquél en que conoció su existencia, en cuyo caso el asegurador no se halla obligado a devolver la porción de prima
no consumida.
Por último, de conformidad con el artículo 36, las pólizas a la orden o al portador no se pueden rescindir por transmisión del objeto
asegurado.
2.7.5.1. Concepto
La peritación es la actividad o función por la que unos profesionales, que llaman Peritos y que cuentan con la cualificación necesaria
para ello, realizan la tasación o determinación de las consecuencias económicas derivadas de un siniestro.
Los peritos emiten un informe con su valoración que envían a la aseguradora, a fin de que ésta determine el importe de la
indemnización que corresponde al asegurado en cada caso.
Se puede definir peritación como "...función desarrollada por quienes, con carácter profesional, se dedican a la tasación o
determinación de las consecuencias económicas derivadas de un siniestro, a fin de que la entidad aseguradora, en base a su informe,
determine el importe de la indemnización correspondiente".
El aviso de peritación:
Se trata de un documento con el que se pretende suministrar al perito una serie de datos que le puedan facilitar el conocimiento de
los daños, realizar una mejor tasación de los mismos y detectar posibles malas interpretaciones en la descripción de los hechos
relativos al siniestro.
Este aviso ha de recoger toda la información que pueda aportar alguna luz al perito a la hora de evaluar los daños. El sistema más
práctico suele ser la preparación de un impreso que a través de papel copiativo reproduzca los datos que figuran en la declaración de
siniestro, ya que de este modo queda recogida una versión íntegra de los hechos.
El acto de peritación correrá a cargo de un experto (o de varios, según la importancia del hecho) que en base a sus conocimientos y
al análisis exhaustivo del siniestro y de sus circunstancias dictaminará sobre el importe a abonar por el siniestro. Estos expertos son
los peritos.
Los peritos de seguros deberán estar en posesión de titulación en la materia a que pertenezca el punto sobre el que han de dar su
dictamen y deben contar con el conocimiento suficiente de la técnica de la pericia aseguradora y de la legislación sobre contrato de
seguro.
Cada parte puede nombra su Perito: Aunque lo habitual es que solamente actúe el perito del asegurador, es importante saber que
cada parte –asegurado y asegurador- puede nombrar su perito. El asegurado es libre de nombrar un perito de seguros que le
represente. A este perito de seguros se le conoce como "perito del asegurado" en contraste con el "perito del asegurador".
IMPORTANTE:
Si el asegurador ha hecho el nombramiento de su perito y en los OCHO DÍAS siguientes a la recepción de la notificación del
nombramiento el asegurado no ha el nombramiento del suyo, quedará ya vinculado al dictamen del perito del asegurador que ya sólo
podrá impugnar por vía judicial.
Los peritos pueden ser clasificados de varias formas, siendo quizás la más primaria la que los agrupa por especialidades.
Normalmente estas especialidades suelen ser coincidentes con los ramos existentes en el sector. Dentro de esta primera tipología, el
tipo más conocido es el "perito tasador de siniestros de automóviles".
Otra clasificación se puede realizar atendiendo a la relación de los peritos con la entidad aseguradora, por la que se pueden
establecer dos tipos básicos:
− Dedicación intensiva a la entidad (o exclusiva). Son aquellos peritos que, situados en zonas donde existen sucursales
importantes de la entidad en las cuales no hay un volumen suficiente para tener peritos propios, realizan labores casi
diarias de peritación para la entidad.
− Dedicación esporádica a la entidad. Suelen ser peritos altamente cualificados en temas concretos y a los cuales
solamente se acude en caso de siniestro de ramos muy específicos.
− Gabinetes periciales: son empresas privadas que agrupan a una plantilla de peritos, que suelen abarcar todas las áreas de
peritación. Funcionan de modo similar a cualquier otra empresa de servicios. Este sistema se suele utilizar en aquellos casos
en que se necesita un perito especializado en un ramo poco común.
− Organizaciones periciales aseguradoras: son empresas periciales creadas para funcionar exclusivamente a nivel del sector
asegurador. En algunos casos funcionan a nivel de grupos cerrados de empresas.
Dentro del campo asegurador, los peritos tienen diversas funciones, pero entre todas ellas merece la pena resaltar:
1.- La investigación:
Con la investigación, el perito va a tratar de conocer todas las posibles circunstancias que rodean al siniestro.
− Detectar posibles circunstancias que sitúen al siniestro entre las exclusiones de la póliza
Aquí, en la Tasación, el perito va a evaluar los costes del siniestro. Esta función es básica y es la más conocida entre el público.
Esto implica las necesarias tasaciones del valor del bien objeto del seguro y de los daños producidos en el mismo en el caso de
seguros de daños a los objetos, y la evaluación de los daños físicos y psíquicos a las personas en caso de los seguros a las personas.
El Perito de Seguros realiza dicha valoración teniendo en cuenta también si la cobertura habrá de aplicarse en su totalidad o si en
su caso habrá de aplicarse la “regla proporcional” o una “regla de equidad”.
El Perito de Seguros manifiesta la que a su leal saber y entender debe ser la indemnización de un siniestro concreto cubierto por
una póliza concreta.
El Informe Preliminar
Dado que este informe Pericial no se enviará a la entidad hasta que no concluya la peritación, es conveniente, cuando las
circunstancias o la importancia del siniestro así lo aconsejen, que el perito recoja sus primeras impresiones sobre el siniestro en un
informe preliminar que esté a disposición del tramitador a los pocos días de ocurrido el hecho.
El Informe Pericial
Se denomina informe pericial al conjunto de conclusiones emitidas por un perito o grupo de peritos, en las cuales se analizan las
circunstancias que rodean al siniestro sobre el cual se informa. En dicho informe se ha de incluir además una tasación de los daños
que dicho siniestro haya ocasionado.
Todo Informe Pericial debe ser claro, conciso, concreto y completo. Además, debe ser entendible, debe incluir todas las circunstancias
necesarias para que refleje una idea clara del siniestro y debe huir de textos y terminología innecesaria que complique su
entendimiento.
El contenido del Informe Pericial: El Informe pericial debe reflejar al menos lo siguiente:
− Las características del riesgo. Descripción detallada del mismo, medios de protección, especial referencia a cualquier
anomalía respecto a la póliza.
− El valor de la preexistencia.
También quedarán reflejados en el documento tanto los aspectos sobre los que existe acuerdo como sobre aquellos otros en los que
no se ha logrado el mismo.
En ocasiones, el asegurado puede no estar de acuerdo con la tasación de los daños que haya efectuado el perito de la entidad
aseguradora. Para estos casos, y en lo referente a seguros de daños, la Ley de Contrato de Seguro es bastante explícita
¿Qué ocurre cuando las partes no se ponen de acuerdo con la peritación?: “El Tercer Perito”
En caso de que no haya acuerdo entre los peritos, ambas partes designarán un TERCER PERITO de común acuerdo, y de no existir
éste, la designación se hará por el juez de 1ª Instancia del lugar en que radiquen los bienes.
En este caso, el dictamen pericial se emitirá en el plazo señalado por las partes o, en su defecto, en el de 30 DÍAS, a partir de la
aceptación de su nombramiento por el TERCER PERITO. El dictamen de los tres peritos, -perito del asegurador, perito del asegurado
y tercer perito-, se emite por unanimidad o por mayoría y es vinculante para las partes.
Si no fuera impugnado abonará el importe de la indemnización señalado por los peritos en un plazo de CINCO DÍAS.
"Si las partes se pusiesen de acuerdo en cualquier momento sobre el importe y la forma de indemnización, el asegurador
deberá pagar la suma convenida o realizar las operaciones necesarias para reemplazar el objeto asegurado, si su
naturaleza así lo permitiera".
"Si no se lograse el acuerdo en el plazo previsto en el artículo dieciocho, cada parte designará un Perito, debiendo constar
por escrito la aceptación de éstos. Si una de las partes no hubiera hecho la designación, estará obligada a realizada en los
ocho días siguientes a la fecha en que sea requerida por la que hubiese designado el suyo, y de no hacerlo en este último
plazo se entenderá que acepta el dictamen que emita el Perito de la otra parte, quedando vinculado por el mismo".
"En caso de que los Peritos lleguen a un acuerdo, se reflejará en un acta conjunta, en la que harán constar las causas del
siniestro, la valoración de los daños, las demás circunstancias que influyan en la determinación de la indemnización, según
la naturaleza del seguro de que se trate y la propuesta del importe líquido de la indemnización".
"Cuando no haya acuerdo entre los Peritos, ambas partes designarán un tercer Perito de conformidad, y de no existir ésta,
la designación se hará por el Juez de Primera Instancia del lugar en el que se hallaren los bienes, en acto de jurisdicción
APCAS
La Asociación de Peritos de Seguros y Comisarios de Averías -APCAS- (www.apcas.es), es la organización independiente y sin ánimo de lucro,
que agrupa a los Peritos en España. APCAS aconseja tomar de forma activa las medidas que sean necesarias para aminorar los daños, siempre
que sea posible. En todo caso APCAS recomienda la intervención de un perito de seguros de inmediato una vez acaecido el siniestro, es decir,
la contratación de un perito de parte que profesionalmente les asesore en la tramitación del siniestro ante la Compañía aseguradora o en caso
ante el causante responsable del siniestro.
Este profesional les facilitará la reclamación ante la compañía aseguradora o en su caso, por ejemplo, la empresa suministradora, así como la
forma de realizar los trámites para ejercer sus derechos como asegurado o perjudicado.
En este caso, será el Gobierno quién, a propuesta de los Ministerios de Agricultura y de Hacienda, establecerá las normas que han de regir los
sistemas de peritación, así como las condiciones que han de reunir los peritos tasadores que intervengan en la valoración.
Las valoraciones que realizan los peritos no solo son sobre bienes o daños en las personas, incluso pueden darse situaciones de valoración del
daño producido a derechos, o a bienes intangibles o que implican un elevado grado de subjetividad, como pueda ser por ejemplo, la imagen.
En cuanto a los honorarios de los Peritos, cada parte –asegurado y asegurador- paga los de su perito. Los del TERCER PERITO y demás
gastos que ocasione la tasación pericial serán a partes iguales. Ahora bien, si cualquiera de las partes hubiera hecho necesaria la peritación
por haber mantenido una valoración del daño manifiestamente desproporcionada, será ella la única responsable de dichos gastos.
Un desacuerdo entre ambas partes (asegurador y asegurado), aun después de la intervención del tercer perito, terminará
generalmente en una impugnación judicial por la parte disconforme, ya que el proceso amistoso reglamentado termina aquí.
Si el dictamen de los peritos fuera impugnado, el asegurador deberá abonar el importe mínimo a que se refiere el artículo 18, y si no
lo fuera abonará el importe de la indemnización señalado por los peritos en un plazo de cinco días.
En el supuesto de que por demora del asegurador en el pago del importe de la indemnización devenida inatacable al asegurado se
viera obligado a reclamarlo judicialmente, la indemnización correspondiente se verá incrementada con el interés previsto en el artículo
20, que, en este caso, empezará a devengarse desde que la valoración devino inatacable para el asegurador y, en todo caso, con el
importe de los gastos originados al asegurado por el proceso, a cuya indemnización hará expresa condena la sentencia, cualquiera
que fuera el procedimiento judicial aplicable.
El artículo 40 de la Ley muestra su preocupación por que los derechos que determinados acreedores puedan ostentar sobre los bienes
asegurados, en cuanto tienen un contenido de naturaleza económica, no se vean perjudicados por el acaecimiento del siniestro; a cuyo
fin extiende el derecho de esos acreedores a las indemnizaciones que, por razón de tales bienes, correspondan a su propietario. A estos
efectos, declara el citado artículo que "el derecho de los acreedores hipotecarios, pignoraticios o privilegiados sobre bienes
En todo caso, se requiere que el siniestro se produzca después de la constitución de la prenda, de la hipoteca o del privilegio; y, a
efectos de conferir virtualidad a este precepto, dispone la Ley que "el tomador del seguro o el asegurado deben comunicar al asegurador
la constitución de la hipoteca, de la prenda o del privilegio, cuando tuvieran conocimiento de su existencia", advirtiendo que, "una vez
notificada la existencia de estos derechos, el asegurador no podrá pagar la indemnización debida sin consentimiento del titular del
derecho real o del privilegio”.
Para que los acreedores puedan ejercitar su facultad de oposición al pago de la indemnización, es necesario que aquéllos tengan
conocimiento del siniestro, sin que la Ley precise a quién corresponde efectuarles esa notificación, si al asegurador o al asegurado.
Lo único que la Ley establece con claridad es que "si a partir de tres meses desde la notificación del siniestro a los acreedores, éstos no
se hubiesen presentado, el asegurador quedará liberado de su obligación”, debiendo entenderse como liberación de su obligación, que
podrá efectuar el pago de la indemnización al asegurado sin contar con los acreedores y sin que de esa conducta derive responsabilidad
alguna frente a ellos.
El art. 40 es el típico caso de constituir una hipoteca sobre nuestra vivienda. Si ya tenemos seguro, debemos informar a la aseguradora
de ello. De esta manera, en caso de siniestro total (incendio, por ejemplo) la aseguradora no podrá pagar al asegurado la
indemnización sin conocerlo previamente el banco.
(*) Este término "oponible" confunde en cierta medida. El artículo 41 prevé las consecuencias para el acreedor hipotecario de la extinción
del contrato de seguro. El término derecho oponible descrito es una situación jurídica que debe verse sus efectos reconocidos por
terceros. El tercero en este caso es acreedor, pero no puede hacer uso de la situación creada por el derecho.
Por ejemplo, la cesión de un bien entre dos personas sólo compromete a estas personas, pero debe ser reconocida por todos. La
naturaleza de un derecho es pues ser oponible a todos.
En el art. 41 de la LCS se refiere a cuando se podrá hacer valer el derecho inscrito frente a terceros de manera que no se podrá hacer
valer hasta que trascurra un mes desde que se le comunico el hecho que motivo la extinción.
En conclusión, significa un tercero (acreedor) podrá "reclamarnos" por ese acto que le ha traído consecuencias a su persona (por ejemplo
en los contratos su incumplimiento y que produce un daño o una sanción resarcitoria).
El acreedor hipotecario no tiene la condición de un "beneficiario" con derecho propio a cobrar la indemnización correspondiente al
siniestro del bien inmueble. Lo que le reconoce la Ley es el derecho a que la garantía real que pesa sobre el inmueble se extienda a la
indemnización, pero dicha indemnización únicamente debe ser entregada al titular del bien asegurado, es decir, a su propietario.
Como medio para evitar los efectos de ésta, extinción, el mismo artículo 41 añade, en su párrafo segundo, que "los acreedores podrán
pagar la prima impagada por el tomador del seguro o el asegurado, aun cuando éstos se opusieran".
“En el caso de que la indemnización haya de emplearse en la reconstrucción de las cosas siniestradas, el asegurador no pagará la
indemnización si el asegurado y los acreedores a que se refieren los artículos anteriores no se ponen de acuerdo sobre las garantías
con las que aquéllas han de quedar afectadas a la reconstrucción. En caso de que no se llegue a un acuerdo se depositará la
indemnización conforme a lo dispuesto en el artículo 40.”
El art. 42. Hay que tener en cuenta que el término acreedor en la LCS hace referencia al tercero que tiene un derecho sobre el bien
asegurado. En este sentido, si la aseguradora va a pagar para reconstruirlo por siniestro, es necesario que exista un acuerdo previo
entre el acreedor y el asegurado. El asegurador no se expondrá a pagar la indemnización para que posteriormente se utilice este dinero
en otro fin distinto a la reconstrucción. Esto supone una garantía para el acreedor.
“El asegurador, una vez pagada la indemnización, podrá ejercitar los derechos y las acciones que por razón del siniestro
correspondieran al asegurado frente a las personas responsables del mismo, hasta el límite de la indemnización.
El asegurador no podrá ejercitar en perjuicio del asegurado los derechos en que se haya subrogado. El asegurado será responsable
de los perjuicios que, con sus actos u omisiones, pueda causar al asegurador en su derecho a subrogarse.
En caso de concurrencia de asegurador y asegurado frente a tercero responsable, el recobro obtenido se repartirá entre ambos en
proporción a su respectivo interés.”
El art. 43 viene a otorgar un derecho a las aseguradoras para poder reclamar al causante del siniestro en ligar del asegurado para
intentar recuperar el importe que ha pagado por el siniestro. (No podrá hacerlo, si el causante son parientes del asegurado)
La subrogación consiste en la transferencia hecha en favor de la entidad aseguradora, por parte del asegurado, de los derechos que
le corresponden de reclamar al tercero responsable de los daños indemnizados por el seguro. Aplicada normalmente en los seguros
de daños, tiene por objeto salvaguardar el principio indemnizatorio que rige en este tipo de seguros, evitando el enriquecimiento injusto
que se producirá si el asegurado, además de cobrar la indemnización, pudiese ejercitar la acción legal correspondiente contra quien
causó los daños, al objeto de que los repare.
La Ley niega el derecho a subrogarse contra ninguna de las personas cuyos actos u omisiones den origen a responsabilidades del
asegurado según los términos legales. Tampoco se acepta contra el causante del siniestro que sea, respecto del asegurado, pariente
en línea directa o colateral dentro del tercer grado civil de consanguinidad, padre adoptante o hijo adoptivo que conviva con el
asegurado.
Una de las principales funciones del seguro es la función indemnizatoria pues garantiza el resarcimiento de un capital para reparar o
cubrir la pérdida o daño que pueda ocurrir en cualquier momento tanto al asegurado como a sus bienes o a su patrimonio.
Los derechos básicos de los consumidores y usuarios están recogidos en el artículo 8 del Texto Refundido de la Ley General de
Consumidores y Usuarios (TRLGDCU), y en apartado “c” señala como tal: c) La indemnización o reparación de los daños y perjuicios
sufridos.
Como ya sabemos, se considerarán “cláusulas abusivas” las que modifiquen, en perjuicio del consumidor y usuario, las normas legales
sobre conformidad con el contrato de los bienes o servicios puestos a su disposición o limiten el derecho del consumidor y usuario a
la indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por dicha falta de conformidad. Ahora bien, el asegurador quedará liberado
de la obligación del pago de la indemnización en el supuesto de que el siniestro haya sido causado por mala fe del asegurado.
Si bien el artículo 7 de la LCS, establece que "si el tomador del seguro y el asegurado son personas distintas, las obligaciones y los
deberes que derivan del contrato corresponden al tomador”, en dicho artículo se reconoce al final al ASEGURADO el derecho esencial
al cobro de la indemnización en los seguros de daños, ya que es el asegurado y no el tomador el titular del interés asegurado.
La indemnización deberá ser entregada siempre al beneficiario, en cumplimiento del contrato, aun contra las reclamaciones de los
herederos legítimos y acreedores de cualquier clase del tomador del seguro. Éstos podrán, sin embargo, exigirle al beneficiario el
reembolso del importe de las primas abonadas por el contratante en fraude de sus derechos.
De acuerdo con el art. 8.80 del R.D. 1/2002 de 29 de noviembre que regula las pensiones, los derechos consolidados son
inembargables: “no pueden ser objeto de embargo, traba judicial o administrativa hasta el momento en que se reciba la prestación
(por jubilación, fallecimiento, invalidez o gran dependencia) o rija algún supuesto de liquidez anticipada desempleo de larga duración
o enfermedad grave”.
Otro aspecto importante del principio indemnizatorio de los seguros contra daños es que se deben reparan las consecuencias
económicas del siniestro, pero sin colocar nunca al asegurado en una situación mejor que antes del siniestro.
TIPOS DE INDEMNIZACIÓN
En este caso, la indemnización será la cantidad de dinero que desembolsa la compañía de seguros a favor del asegurado, al producirse
un hecho que pueda dañar a la persona asegurada o a su patrimonio.
Cuando la naturaleza del seguro lo permita y el asegurado lo consienta, el asegurador podrá sustituir el pago de la indemnización por
la reparación o la reposición del objeto siniestrado. Por ejemplo, una avería de maquinaria que está asegurada, o un golpe de chapa
en un vehículo, o una gotera en el techo de nuestra vivienda.
En estos casos, la aseguradora lleva a cabo una reparación del bien u objeto asegurado dejándolo exactamente igual que estaba
antes de ocurrir el siniestro, es decir, en los ejemplos dados, arregla la máquina, arregla y pinta la chapa del coche o arregla la
humedad y pinta la pared de nuestra casa.
Hay un tercer tipo de indemnización que no consiste ni en recibir una cantidad en efectivo ni en reparar un daño, sino en recibir por
parte de la entidad aseguradora o por parte de un tercero –con cargo a la entidad aseguradora- un determinado servicio.
Por ejemplo, el seguro de enfermedad, el tratamiento en hospitales, la asistencia a dependientes, la recogida del coche o moto con
una grúa, la apertura de la puerta de casa por un cerrajero, la gestión del recurso de una multa…
Se entenderá que el asegurador incurre en mora cuando no hubiere cumplido su prestación en el plazo de tres meses desde la
producción del siniestro o no hubiere procedido al pago del importe mínimo de lo que pueda deber dentro de los cuarenta días a partir
de la recepción de la declaración del siniestro.
El valor del interés evoluciona a lo largo de la vida de un contrato de seguro de forma paralela a la evolución del valor de la cosa
asegurada y, por lo tanto, a la hora de la indemnización se suelen distinguir cuatro tipos de valores del interés que se corresponden a
cuatro momentos sucesivos:
a) El “VALOR INICIAL”, que es valor el que tiene el bien en el momento de formalizar el contrato de seguro
c) El “VALOR FINAL”, que es valor que tenía el bien en el momento inmediatamente anterior al siniestro. Cuando se trata de
vehículos, el término se conoce como “Valor Venal”.
d) El “VALOR DE RESIDUO” o “VALOR RESIDUAL”, que es el valor que tiene el bien posteriormente a haber ocurrido el
siniestro.
El perjudicado o sus herederos tendrán acción directa para exigir a la aseguradora la satisfacción del importe de los daños sufridos
por aquél en su persona y en sus bienes, derecho que prescribe por el transcurso de un año.
Desde la recepción de la reclamación del perjudicado, el asegurador tendrá un plazo de tres meses para presentar una oferta motivada
de indemnización al asegurado o a sus herederos que deberá contener una propuesta de indemnización.
En caso de que concurran daños a las personas y en los bienes, deberán figurar en la oferta motivada de forma separada la valoración
y la indemnización ofertada para unos y otros.
En caso de que la aseguradora determine no pagar la indemnización, dará una respuesta motivada que indicará el motivo y
justificaciones que impiden a la aseguradora efectuar la oferta de indemnización.
Los daños y perjuicios causados a las personas se calcularán según los criterios e importes que recojan expresamente las tablas o
baremos vigentes en cada momento.
Todos los años, la DGSFP dicta una Resolución que determina las cuantías de las indemnizaciones por muerte, lesiones permanentes
e incapacidad temporal que resultarán de aplicar durante ese año y el sistema para valoración de los daños y perjuicios causados a
las personas en accidentes de circulación.
Esta tabla se conoce coloquialmente como “Baremo de Tráfico” y es el instrumento que permite que las lesiones de los accidentados
se valoren de una forma justa y acorde a los intereses del propio lesionado.
En el caso de que la DGSFP no publique un año el Baremo de indemnizaciones por accidentes de tráfico, quedarán automáticamente
actualizadas las del año anterior en el porcentaje del índice general de precios al consumo (IPC) correspondiente al año natural
inmediatamente anterior.
El baremo para el cálculo de indemnización por accidentes de tráfico recoge los siguientes daños y lesiones:
En septiembre de 2015 se aprobó finalmente la Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de los
daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación.
Habían transcurrido ya más de veinte años desde la entrada en vigor en 1995 del «Primer Baremo». Durante este tiempo, el conjunto
de reformas que en el ámbito comunitario se han emprendido en relación con el seguro del automóvil, tendentes todas ellas a
incrementar la protección a las víctimas mediante la garantía de una indemnización suficiente, justificaban la conveniencia de revisar
el sistema con el fin de introducir las modificaciones necesarias.
En España, una vez transpuestas las sucesivas directivas comunitarias que pretenden armonizar la responsabilidad civil derivada de
los accidentes de tráfico y que establecen los límites cuantitativos que debe cubrir el seguro obligatorio, nos seguimos encontrando
con una enorme disparidad en las cuantías indemnizatorias al compararlas con otros países miembros de la Unión Europea, siendo
evidente que nuestro país se sitúa detrás de los países europeos más avanzados en esta materia.
Así que no cabe duda de que era necesario reformar el Baremo para que cumpla su función de una forma efectiva, buscando un justo
resarcimiento de los perjuicios sufridos por las víctimas y sus familias como consecuencia de un siniestro de tráfico.
El principio de reparación íntegra de los daños y perjuicios causados no es efectivo en toda su dimensión, provocando situaciones
injustas y en ocasiones dramáticas, con una pérdida añadida de calidad de vida, cuando además, ya se ha sufrido un daño físico,
psíquico y moral, y que impone el deber al legislador de encontrar las formas idóneas que garanticen el cumplimiento de tan importante
principio.
Por su frecuencia, se trata de un riesgo que tiene un enorme impacto en la realidad social y económica de un país.
De ahí la trascendencia de una interpretación uniforme de las reglas del sistema, que dote de certidumbre al perjudicado y a las
entidades aseguradoras respecto de la viabilidad de sus respectivas pretensiones, garantizando una respuesta igualitaria ante
situaciones idénticas, y que contribuya decisivamente a la rápida solución extrajudicial de los conflictos y, en suma, al equilibrio de
recursos y a la dinamización de la actividad económica.
Caso especial: En los seguros de Responsabilidad Civil, el perjudicado es el que recibirá la indemnización por los daños que le haya ocasionado el
asegurado. En los seguros de hogar, cuando se produce un robo y esta garantía está cubierta, no se puede reparar el daño, sino que se abona una
cantidad de dinero en concepto de indemnización cuyo destino se presupone que el asegurado dará a comprar nuevamente un objeto similar.
En las indemnizaciones de los seguros de automóvil podrá consignarse para pago la cantidad ofrecida tanto en dinero efectivo, mediante un aval solidario
de duración indefinida y pagadero a primer requerimiento emitido por entidad de crédito o sociedad de garantía recíproca o por cualquier otro medio que,
a juicio del órgano jurisdiccional correspondiente, garantice la inmediata disponibilidad, de la cantidad consignada.
Para que el Consorcio efectúe la indemnización por riesgos extraordinarios, el asegurado debe encontrarse al corriente del pago del recibo de prima de
la póliza de seguros, donde se incluye el recargo a favor del Consorcio, el cual deberá aparecer significado en tal recibo de forma expresa. Al fijar la suma
asegurada en el contrato de seguro se tendrá en cuenta que ésta representará el límite máximo de la indemnización a pagar por el asegurador en cada
siniestro de manera que la aseguradora contribuirán al abono de la indemnización en proporción a la propia suma asegurada, sin que pueda superarse la
cuantía del daño.
La destrucción o deterioro de los objetos asegurados fuera del lugar descrito en la póliza excluirá la indemnización del asegurador, a menos que su
traslado o cambio le hubiere sido previamente comunicado por escrito y éste no hubiese manifestado en el plazo de quince días su disconformidad.
Si el objeto asegurado es recuperado transcurrido el plazo pactado, y una vez pagada la indemnización, el asegurado podrá retener la indemnización
percibida abandonando al asegurador la propiedad del objeto asegurado, o readquirirlo, restituyendo, en este caso, la indemnización percibida por la cosa
o cosas restituidas.
La Ley 50/1980, de 8 octubre de Contrato de Seguro, regula en su artículo 14 la obligación del pago de las primas:
“El tomador del seguro está obligado al pago de la prima en las condiciones estipuladas en la póliza. Si se han pactado
primas periódicas, la primera de ellas será exigible una vez firmado el contrato”.
Asimismo, en el artículo 15 se regulan las consecuencias del impago de la prima estableciendo unas reglas distintas según se trate
de la primera prima o de las primas siguientes.
“Si por culpa del tomador la primera prima no ha sido pagada, o la prima única no lo ha sido a su vencimiento, el asegurador tiene
derecho a resolver el contrato o a exigir el pago de la prima debida en vía ejecutiva con base en la póliza”
En este caso, se considera que no se ha iniciado aún la cobertura del asegurador. Por eso, salvo pacto en contrario, si la prima no ha
sido pagada antes de que se produzca el siniestro, el asegurador quedará liberado de su obligación.
En resumen, si se impaga la 1ª prima del seguro o la prima única, el asegurador tiene derecho a optar por una de estas dos opciones:
1. Resolver el contrato
Esto es muy importante porque si la aseguradora opta por resolver el contrato por impago, podrá hacerlo sin necesidad de ir a
los tribunales.
Ahora bien, deberá hacerlo mediante escrito dirigido al tomador por correo certificado con acuse de recibo o por cualquier otro
medio admitido en derecho que permita tener constancia de la recepción.
Asimismo, cabe reclamar la prima por el procedimiento declarativo que corresponda según cuantía y por el procedimiento
monitorio como establece el art. 812.1 Ley de Enjuiciamiento Civil para poder acudir a este procedimiento.
A la vista de lo estipulado en el artículo 15 de la LCS se desprende que se requiere de forma expresa que para que el impago implique
las consecuencias reguladas y por tanto otorgue a la aseguradora el derecho a optar por una de las dos opciones (resolver el contrato
o reclamar el pago) debe haberse producido el impago por culpa del tomador.
La culpa del tomador debe ser probada por el asegurador que quiera verse librado de su obligación.
El hecho de que hoy en día la casi totalidad de los recibos de primas se paguen a través de domiciliación bancaria hace que la
determinación de la culpa o no del impago se haga más difícil.
Se considerará culpable o no un impago en la medida en que la aseguradora haya cumplido debidamente en su gestión de cobro los
requisitos básicos de haber enviado el recibo al banco a su vencimiento y por el contrario no se podrá considerar culpable el impago
de prima en los casos de errores administrativos imputables al asegurador o a la entidad bancaria.
En caso de falta de pago de una de las primas siguientes, la cobertura del asegurador quedará suspendida un mes después del día
de su vencimiento.
Es decir, se concede el plazo de “un mes de gracia” durante el cual, aunque la prima esté impagada la cobertura del seguro está en
vigor.
Ejemplo: Si el pago debía realizarse el 1 de septiembre. pero no se realiza, la cobertura se mantendrá en vigor durante el mes entero
y, de seguir impagada la prima, se suspendería el 1 de octubre.
Ante el impago de la prima siguiente el asegurador puede –igual que para el caso del impago de la primera prima- reclamarla, aunque
no lo indique expresamente el legislador, o resolver el contrato transcurrido este “mes de gracia”. Sólo en el caso de que no utilice
ninguna de estas alternativas el contrato quedará extinguido tras el transcurso de seis meses desde el vencimiento.
En cualquier caso, el asegurador, cuando el contrato esté en suspenso, sólo podrá exigir el pago de la prima del período en curso.
Pasado el “mes de gracia” sin haber pagado la prima, la cobertura del seguro queda suspendida durante cinco meses más si la
compañía no reclama el pago de la prima, o no comunica que el seguro queda extinguido.
Ahora bien, si no se paga la prima y trascurren esos seis meses (el “mes de gracia” más los cinco meses siguientes) el seguro se
anulará automáticamente.
El contrato de seguro se establece por un período determinado. Si la prima correspondiente a dicho período y calculada respecto del
mismo con criterios actuariales se permite abonar en fracciones nos encontramos ante un fraccionamiento de la prima.
Si se ha pactado el pago fraccionado de la prima, la primera fracción será exigible a la perfección del contrato y las demás, a sus
respectivos vencimientos, de manera que se establece la suspensión de la cobertura por falta de pago de una de las primas siguientes,
al mes siguiente del día del vencimiento de ésta (es decir, también se aplica el “mes de gracia”) y la extinción del contrato si no se
reclama el pago dentro de los seis meses siguientes al vencimiento de dicha prima.
Para algunos seguros de vida, la ley prevé un régimen excepcional en caso de impago de prima.
Es el derecho de reducción, de manera que en los seguros de vida en los que exista este derecho de reducción, el impago de la prima
no lleva a la cancelación del contrato, sino a que el contrato siga vigente pero con una suma asegurada menor y sin necesidad de
seguir pagando primas en el futuro.
Importante:
Hay numerosa Jurisprudencia de Sentencias que han determinado que en caso de impago de la prima, la aseguradora, mientras
no ejercite la facultad de resolución del contrato o no transcurra el plazo de seis meses desde el impago de la prima, el contrato
subsiste, de manera que el asegurador quedaría obligado a indemnizar al posible tercero perjudicado, a quien no se podrá
oponer la excepción personal de falta de pago de la prima.
Artículo 100 de LOSSEAR introduce la obligación de las Entidades Aseguradoras para adoptar medidas efectivas para, prevenir,
impedir, identificar, detectar, informar y remediar conductas fraudulentas relativas a seguros, ya se adopten de forma individual o
mediante su participación en ficheros comunes.
Las entidades aseguradoras también podrán suscribir convenios de colaboración con el Ministerio del Interior y los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado, así como con las consejerías y policías de las Comunidades Autónomas que tengan funciones análogas,
con objeto de colaborar, cada uno en el ámbito de sus competencias, en la prevención e investigación del fraude en el seguro.
“Fraude” significa un engaño ilícito realizado con malicia, cuya intención es causar perjuicio a tercero o a la colectividad sustrayéndose
a los deberes y obligaciones para obtener una ventaja o beneficio económico.
Así, la consecuencia directa del fraude llevado a cabo es que implica un perjuicio o pérdida económica a la aseguradora.
En realidad, es una “estafa” en toda regla, pero cuando se refiere a seguros se le asigna un término mucho más suave (“fraude”), con
lo que se reduce las fuertes connotaciones del vocablo “estafa”.
1. Que exista un engaño o intento de engaño por parte de los intervinientes en la contratación de un seguro o declaración de
siniestro.
2. Que se efectúe una investigación por parte del asegurador más allá de la simple comprobación necesaria y elemental en la
tramitación de cualquier siniestro y que se obtengan las pruebas suficientemente demostrativas de la existencia de un fraude.
Este es el fraude “de goteo”, que suele ser propio de personas de clase media y baja que no conoce el sistema de los seguros con
profundidad. Sus actividades son más de corte picaresco, con pequeñas reclamaciones y cambios de compañías constantes. Son los
siguientes casos:
1. El que defrauda cuando tiene que hacer frente a un problema económico creado por un siniestro auténtico.
Ejemplo 1: tras un accidente con vehículos, el conductor que no poseía “cobertura de conductor”, pasa a reclamar sus daños
corporales como “ocupante”.
Ejemplo 2: un choque entre coches, teniendo uno el seguro a terceros y el otro a todo riesgo. Este último conductor se declara
culpable, cuando realmente había sido el otro, para que su seguro se haga cargo de la reparación del coche a terceros y del
suyo propio.
2. El que defrauda, simulando daños, sin tener que hacer frente a un problema económico tras un siniestro auténtico.
Ejemplo 2: El que pone en su casa un mueble u objeto ya siniestrado (por ejemplo, una mesa con el cristal roto) para solicitar
la cobertura de rotura del seguro y la sustitución del mismo por la póliza de Hogar.
B. Defraudador habitual
En el fraude de tipo ‘medio', el delincuente ya tiene un nivel básico de conocimientos del sector y suele magnificar el daño causado
por un siniestro o bien lo provoca directamente.
Mientras que en el nivel más ‘organizado' de fraude la preparación es de alto nivel, llegando incluso al montaje de empresas,
presentación de documentación legal y transferencias bancarias comprobables. Se trata de verdaderos profesionales que pueden
llegar a contar en algún caso con el apoyo de mediadores, peritos e, incluso, abogados.
IMPORTANTE: No obstante, lo que más preocupa en estos momentos a las compañías de seguros es el «fraude organizado» por
bandas que, en algunos casos, se realizan en «connivencia con algunos proveedores, como talleres de reparación, peritos, médicos
o abogados». Pese a ser menor el número de estafas, sin embargo, son las de mayor cuantía económica.
Ejemplo: el defraudador que cambia piezas en buen estado del coche, por piezas del desguace, simulando un siniestro.
2. El que utiliza el seguro como un medio para obtener ingresos ilícitos en cuantía y en frecuencia. Es precisamente la necesidad
de garantizar los ingresos lo que hace que el defraudador perfeccione su método.
No tiene inconveniente en formular cuantas denuncias policiales sean precisas para dar apoyo y apariencia de oficialidad al hecho. El
defraudador habitual actúa atando todos los cabos posibles: pruebas, testigos, documentos y una notificación de siniestro perfecta y
adecuadamente cumplimentada, pretende evitar posteriores aclaraciones o investigaciones por parte del asegurador.
Por una parte, la predisposición a colaborar o ampliar posteriormente datos, junto con un aparente desinterés por cobrar rápidamente
la indemnización, configura un ambiente de absoluta normalidad y armonía.
Si bien el ramo de los seguros de automóviles es el que registra la mayor tasa de intentos de fraude (casi el 80% del total), el fraude
alcanza todos los tipos de seguro: Incendios en viviendas o empresas, fingimiento de robos… El fraude se puede producir en el
instante de contratación de la póliza o en el momento de la declaración del siniestro. Veamos una casuística del seguro de automóvil:
Otro ramo en el que son habituales los intentos de fraude es el de las pólizas de vida o seguros médicos, siendo el de asistencia
sanitaria es el que más riesgo de fraude tiene, puesto que a la hora de contratarlo el asegurador debe informar de si padece alguna
enfermedad, siendo frecuente que se omitan datos sobre dolencias que ya se tienen con anterioridad. Estos casos son sin embargo
los más sencillos a la hora de detectar fraudes.
2.10.4. Cómo actúan las compañías ante el fraude: “La detección del fraude”
En cuanto a la detección del fraude las aseguradoras cuentan con diversas fórmulas para investigar un posible fraude. Además de
comprobar los daños en los bienes y vehículos implicados, realizar llamadas cruzadas y verificar los restos extraños visitan el lugar
del accidente y entrevistan a familiares y vecinos.
Las aseguradoras llevan a cabo una importante inversión en “la detección del fraude”, a través de una ardua y dura labor de
“investigación y detección de pruebas”.
El uso de “investigadores privados” cada vez está más extendido y la creación de “Unidades anti-fraude” dentro de algunas compañías
con dimensión suficiente para financiarlo, les lleva a pagar menos del 30% de lo inicialmente reclamado.
Estos siniestros pueden terminar: bien rechazando el pago conforme a la “vía mercantil”, bien firmando un acuerdo con el beneficiario
por un importe más bajo del reclamado o bien pagando el siniestro en aquellos casos en que no hayan podido demostrar el fraude
con una prueba.
1. Según el Código Penal (la vía penal), la pena varía entre 6 meses y 4 años de cárcel, para las estafas de tipo básico (a las
compañías de seguros) que superen los 300€. Por tanto, el fraude en seguros se trata de algo muy serio.
2. Por otra parte, la Ley de Contrato de Seguro contiene varios preceptos (la vía mercantil) por los que el asegurador queda
exonerado de su obligación de pago de la indemnización (art. 10, 12, 16, 17, 19, 26, 31, 32, 43…)
Actualmente, el importe de todos los siniestros fraudulentos reclamados ante las compañías de seguros es muy muy alto. Se sabe que el 1,70%
de los siniestros reclamados, son por importes fraudulentos, es decir, casi dos de cada 100 siniestros declarados son una «estafa».
Entre el 1,3% y el 3% de los casos de fraude a las aseguradoras que llegan a los tribunales culmina con una sentencia favorable para las
compañías, un porcentaje que llega al 14% en modalidades como la Responsabilidad Civil por daños personales en automóviles. El fraude en los
seguros del coche le ha supuesto en 2011 al sector asegurador 780 millones de euros, con un incremento del 30% respecto al año anterior.
Alrededor del 95% de los «engaños» se localiza en los seguros de coches, frente al 5% de las motos. Y los más comunes son siniestros que no
son reales, daños materiales y hasta corporales fingidos. No obstante, es el fraude material el que acapara el 96,1% de los partes fraudulentos.
Como ejemplos, el engaño más generalizado es declarar en un parte de accidente daños ajenos al siniestro, (esto ocurre en el 62,6% de los
casos), o la simulación de una lesión o agravación de síntomas.
Por CCAA, Cataluña, Andalucía, Madrid y Valenciana son en las que se produce un mayor número de fraudes. Por provincias, según el mapa de
fraude, Granada (3,09%), Ciudad Real (2,86%) y Málaga es donde más fraude se comete; en Ávila (0,19%), La Rioja (1,46%) y Albacete (1,49%)
donde menos.
La principal consecuencia del fraude en el seguro es que los asegurados honestos pagan más en virtud de la alta siniestralidad o dejan de contratar
el seguro por los altos valores de las primas, perjudicándose así a las personas, la sociedad y la economía.
CONCLUSIONES:
1. Prevención en cuanto a que las compañías deben tomar todas aquellas medidas que resulten apropiadas en el diseño del producto y en el
momento de la contratación.
2. Detección, para tratar los posibles fraudes de manera estructurada y sistematizada, teniendo previamente definidos los procedimientos a seguir.