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Alejandro Farnesio, el Rayo de la Guerra

Por Cesáreo Jarabo Jordán

www.cesareojarabo.es

En you tube: pensamiento hispánico

Alejandro Farnesio, III duque de Parma, Plasencia y de Castro hijo de Octavio Farnesio
y Margarita de Parma, hija natural de Carlos I de España y V del Sacro Imperio
Romano Germánico, sobrino de Felipe II y de Juan de Austria y bisnieto del papa Paulo
III nació en Roma el  27 de agosto de 1545  y murió en Arrás el 3 de diciembre de 1592

Fue compañero de estudios de D. Juan de Austria y de Carlos, hijo de Felipe II, quién
tenía a estos dos compañeros de su hijo, más como hijos que como medio hermano y
sobrino, y así lo expresaba. Y en cuanto a cáracter, se habla que era gallardo, patriota y
fiel. Y hombre de una gran formación, amante de la ingeniería y el arte de la guerra.

En marzo de 1557, Felipe II fue Inglaterra con motivo de su matrimonio con María


Tudor, y entre su séquito se encontraba su sobrino Alejandro Farnesio, de once años.

Contando 21 años, el 7 de octubre de 1571 participó como lugarteniente de don Juan de


Austria en la batalla de Lepanto, al mando de tres naves genovesas en las que demostró
su arrojo asaltando a las naves contrarias en un acto en el que acabó haciéndose con el dinero
destinado a pagar a los jenízaros, y con el que ganó el respeto de sus soldados. Acababa de
nacer una leyenda.

Ese mismo año, junto a los archiduques Rodolfo y Ernesto, continuó su lucha contra los
otomanos hasta 1573, donde en 1572 mostró nuevamente valor y sangre fría para eludir
una emboscada que habían tendido los turcos. Y disuelta la Liga, permaneció en Parma
hasta 1577 cuando, siendo don Juan gobernador de los Países Bajos, y en ayuda de Luis
de Requesens fue nombrado comandante de los tercios.

Sus hazañas le crearon una aureola que hacía crecer en los soldados la voluntad de
servir a sus órdenes, ya que en él veían jefe ejemplar al que trataba con afabilidad a sus
hombres y que conocía a muchos de ellos por su nombre.

Un soldado anónimo relata:

Tuve la oportunidad de aprender de un hombre que se había formado en las más altas
esferas y que no combatía con el egocentrismo típico de cualquier noble, que solían
luchar tan sólo por ellos mismos, sino que mostró interés por mi lucha con un turco y,
cuando hizo falta, se prestó a socorrerme…/… No temía por su vida sino que combatía
como un soldado más al servicio del rey.

Seis meses después de haberse ejecutado un crimen de estado en Madrid sobre la


persona de Juan de Escobedo, su secretario personal, el 1 de octubre de 1578, y en
extrañas circunstancias, falleció D. Juan de Austria, y su cargo fue ocupado por
Alejandro Farnesio, que como D. Juan, tenía 33 años.

Como nuevo Gobernador, en 1579 y con 17.000 soldados derrotó a 25.000 soldados de
Guillermo de Orange en Gembloux y recuperó las provincias católicas, en cuyas
victorias se ganó no pocas adhesiones de soldados del enemigo, que le puso el apodo de
“El rayo de la guerra”.

Ocupada Maastricht firmó el tratado de Arras confirmando el Edicto Perpetuo firmado


dos años antes y que reconocía a Felipe II como rey y el mantenimiento de la religión
católica los estados generales.

Pero este acuerdo exigía la retirada de las tropas españolas en Hainault y Artois, aspecto
al que Farnesio era reticente. Finalmente consiguió convencer a los miembros de la
Unión de Arrás y para 1582 tenía bajo su mando casi sesenta mil hombres, de los que
ocho mil eran españoles e italianos.

Pero a la dura situación de Flandes, el nuevo gobernador, como anteriormente D. Juan


de Austria, contaba con un problema si cabe mayor: no tenía la confianza de ninguno de
los consejeros importantes de Madrid, y si Antonio Pérez y la princesa de Éboli, los
principales intrigantes, eran perseguidos por Felipe II, los otros consejeros, Juan de
Idiáquez, o Cristóbal de Moura, laboraban en los entresijos del gobierno contra el nuevo
Gobernador General. Su prestigio dependería, exclusivamente, de sus victorias,
quedando su destitución como una premisa que inexorablemente acabaría
produciéndose.

En 1584 moría el duque de Anjou y era asesinado el príncipe de Orange, ante cuyos
hechos se procedió a reorganizar una nueva Liga Católica que evitara que Enrique de
Navarra pudiera optar al trono.

En febrero de 1585 se construye el puente de Farnesio sobre el río Escalda, fundamental


para la toma de Amberes y para unir Brabante y Flandes. Sus conocimientos de
ingeniería hacían que los soldados llegasen a comentar que trabajaban más con la pala
que con la pica, pero la genialidad del puente sobre el Escalda demostró que la
combinación de la pica y la pala daba excelentes resultados. El 17 de Agosto era tomada
la ciudad de Amberes, lo que provocó que tres días después, Isabel de Inglaterra,
asustada por el avance español, firmase con los rebeldes el tratado de Nonsuch por el
que acordaba suministrarles ayuda militar bajo mando inglés. Pero el duque de Leicester
no pudo impedir que Farnesio se apoderara ese mismo mes de Sluys (La Esclusa), en las
bocas del Escalda. El éxito militar de Alejandro volvió a poner en manos de Felipe II
todas las provincias del sur de los Países Bajos.

El 8 de Diciembre de ese mismo año se produjo el que es conocido como milagro de


Empel. El milagro consistió en que estando sitiadas las tropas españolas en un islote del
río Mosa, se encontró una tabla flamenca con una pintura de la Virgen. Tras haber
colocado la imagen en un altar se desató un viento helado y el río Mosa se congeló
permitiendo el avance de las tropas españolas. Holak, el general enemigo, dijo que Dios
debía ser español.

En 1587 Isabel I de Inglaterra ordenó la ejecución de su prima, católica y reina de


Escocia, lo que determinó a Felipe II atacar al sempiterno enemigo. Farnesio se
encargaría de suministrar la infantería, tras la toma de Ostende y La Esclusa.
Pero el embarque nunca llegaría a tener lugar, pues el error táctico de Medina Sidonia,
que, haciendo caso omiso a sus consejeros, no atacó a la armada pirática surta en puerto,
derivó en un acoso constante de ésta, ante cuya situación Alejandro Farnesio se negó a
embarcar los 45.000 soldados que debía trasladar en barcos de menor calado.
Una negativa que significaría el comienzo del ocaso de este gran capitán. Los amigos
del duque de Medina Sidonia cargaron todas las culpas sobre el gobernador de los
Países Bajos, y las circunstancias se aliaron con aquellos, lo que ocasionó nuevas
fricciones con Madrid.
Contra su voluntad, ya que le obligaba a desatender los conflictos internos, combatió
contra Enrique IV por el trono de Francia, donde obtuvo una victoria aplastante.
En 1592, su ejército liberó Ruán, cercada por el ejército francés de Enrique IV, al que
venció de nuevo en la batalla de Aumale, con lo que aseguró el abastecimiento de París.
Poco después regresó a Francia, donde el 25 de abril de 1592 fue gravemente herido en
un brazo en el combate de Caudebec. La marcha de la guerra, impidió la debida
recuperación de la herida, que empeoró y le obligó a retirarse a los Países Bajos, donde
Murió siete meses después, el 3 de diciembre de 1592. Sus restos reposan en la iglesia
de Santa María de Steccata en Parma (Italia).

BIBLIOGRAFÍA:

Los tercios españoles y Alejandro Farnesio.


https://ejercito.defensa.gob.es/Galerias/Descarga_pdf/EjercitoTierra/tropa_menuda/
Los_Tercios_Espanoles_y_Alejandro_Farnesio.pdf

ELOY HORTAL MUÑOZ, JOSÉ. EL MANEJO DE LOS ASUNTOS DE FLANDES,


1585-1598
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/2511/1256_hortal_munoz_jose_eloy.
pdf?sequence=1

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