Está en la página 1de 8

Universidad Adventista Dominicana (UNAD)

Extensión Santo Domingo


Facultad ciencias de la salud (FACISA)

Psicología Diferencial

Inteligencia y deficiencia mental

Presentado por:
Marlin Mancebo Moreta 2020-0159

A:
Somalia Peña

Fecha:
29 de noviembre 2022
Introducción

Durante mucho tiempo se han venido estudiando aspectos significativos en la

vida del ser humano, rasgos que van desde sus similitudes, hasta lo que nos hace más

diferentes. Es de esperarse que dichos estudios abarquen aquellos aspectos o habilidades

que en algunos casos varían de manera muy considerable, es decir, que están por debajo

o muy por encima de lo que es considerado normal.

En el caso de la deficiencia mental, observar un niño con deficiencia mental

despierta preguntas acerca de las razones que lo convierten en una excepción a la norma

y esta excepción lo hace muy destacable del resto de los niños de su edad. O por otro

lado tenemos el caso un niño que con muy poca edad ya sabe realizar complejas

operaciones matemáticas.

Tal es la anormalidad de estas dos situaciones, la deficiencia mental y la

excepcionalidad mental, que aún hoy es materia de estudio más propio de psiquiatras

que de otros profesionales. En este informe nos pondremos un poco al tanto de todo lo

que se ha estudiado hasta el día de hoy sobre la deficiencia mental.


Conceptos y clasificación de la deficiencia mental

El estudio de la diferencia mental, en el contexto de la psicología, es muy

antiguo. En 1896 Lightner Witmer, primer psicólogo clínico de la historia, se interesó

desde el principio por la deficiencia y el trastorno mental, especialmente en su

tratamiento. Asimismo, los primeros trabajos de Binet para el desarrollo de los test de

inteligencia, iban dirigidos en gran medida a este tipo de sujetos.

Antes de hablar del concepto de la «deficiencia mental», cabe considerar el

desarrollo histórico de este fenómeno. Dividiremos esta historia, siguiendo a Detterman

(1987), en tres etapas. La primera ocupa un período que va desde la mitad del siglo XIX

hasta los primeros años del siglo xx. Este periodo está marcado por la necesidad de

identificar, clasificar y crear condiciones adecuadas de vida y tratamiento de los

deficientes mentales. Hasta este momento el deficiente mental era un enfermo mental

«más». La distinción del deficiente mental del loco» se dio gracias a la aportación de los

test de inteligencia y su medición. A principios de XIX, se hizo famoso el caso de Itard

y el niño salvaje de Aveyron. Este niño descubierto a la edad de 11-12 años en un

bosque de Francia se había criado como un animal sin influencias humanas. Itard

decidió enseñarle, desistiendo al final y llegando a la conclusión de que el niño salvaje

era probablemente un débil mental. El método empleado por Itard fue perfeccionado y

sistematizado por Seguin, en 1837, quien fundo la primera escuela dedicada a la

educación de los débiles mentales. Seguin llamo a su método fisiológico y estaba

dirigido al desarrollo de las facultades mentales más que a proporcionar conocimiento e

información.

La segunda etapa se alarga hasta la II Guerra Mundial. En este periodo se

desarrolló un gran trabajo para catalogar las capacidades y habilidades de las personas
deficientes. Es interesante considerar que en este periodo se realizaron descubrimientos

tales como que los deficientes mentales podían aprender a memorizar informaciones

más o menos complejas. Una conclusión de esta etapa es la idea de que el deficiente

mental representa un punto del continuum intelectual donde también se sitúa, en otro

nivel, los individuos normales y que, por tanto, su comportamiento no es tan diferente

del promedio.

La tercera etapa, ocupa un periodo que va desde la II Guerra mundial hasta hoy.

En esta etapa se ha iniciado una aplicación sistemática de modelos de procesamiento de

información estudiados en sujetos normales a deficientes mentales, para observar las

diferencias entre el rendimiento en estas tareas. También los cambios en las

concepciones de la deficiencia mental de los últimos cuarenta años, han estado en gran

parte motivados por los descubrimientos biomédicos, como el de la trisomía del

cromosoma 21 en el Síndrome de Down, o la introducción de la dieta de restricción de

fenilalanina en la Fenilcetonuria (primera vez en que la deficiencia mental se demostró

que no era incurable.)

Los cambios en la concepción de la deficiencia mental, en gran parte motivados

por el desarrollo y avance sociales, ha sido muy notorio (y aún lo es) en los últimos 50

años. A estos cambios no ha sido ajena la Psicología de la deficiencia mental que lo

refleja en el cambio de términos para identificar a ciertos sujetos deficientes mentales.

Así, los términos «idiota» e «imbécil» o «débil-mental», que se utilizaron como

términos descriptivos para clasificar distintos grados de deficiencia mental, se han

eliminado del lenguaje técnico y psicológico. Otro ejemplo de estos cambios es la

sustitución del término «mongólico» por el de «síndrome de Down». El desarrollo de

las sociedades occidentales se ha dirigido, en una parte sustancial de sus políticas, hacia

la mejora de las condiciones de vida y salud de sus ciudadanos. Esta tendencia ha


queda- do claramente manifestada en lo que hace referencia a la atención de las

personas afectadas de enfermedades crónicas, incapacitantes, minusválidas etcétera.

Este movimiento ha provocado grandes cambios en las ideas acerca de los deficientes

mentales. De considerarlos individuos «degenerados» o muestra de la «naturaleza

bestial del ser huma-no» y otras justificaciones propias de la eugenesia de finales del

siglo XIX, se ha pasado a la consideración de individuos con plenos derechos sociales y

susceptibles de recibir atención comunitaria para lograr su máxima adaptación y

autonomía personal, en una sociedad que contempla la diversidad como una realidad

positiva y no como algo a eliminar. La existencia de corrientes igualitaristas y de

asociaciones defensoras de la igualdad de derechos sociales de estos individuos ha

ayudado mucho a su comprensión y junto con el diseño de políticas educativas y

asistenciales específicos que pretenden lograr el máximo de integración de estas

personas en la sociedad.

El concepto de Deficiencia Mental está estrechamente ligado a la definición de

inteligencia, y de ahí nuestro interés. Los progresos educativos, la adaptación

Vocasional y la ejecución de los test de inteligencia tradicionales han sido muy

importantes en las definiciones de deficiencia. Además de aquellos, el conocimiento del

desarrollo del lenguaje y la compresión verbal, han estado presentes en la consolidación

de este concepto. De hecho, Esquirol, en 1838, concluía que l uso del lenguaje que

muestra un individuo proporcionaba uno de los más seguros del nivel intelectual del

mismo. Basándose en ello, distinguió varios grados de deficiencia mental, que se

extendía desde aquellos que usan prontamente las palabras, a las emisiones simples de

silabas y sonidos. Binet escribió: «un idiota es una persona que no puede comunicarse

con sus semejantes por medio del lenguaje. No habla en absoluto y no comprende».
Deficiencia vs. discapacidad vs. minusvalía

Deficiencia: «toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica,

fisiológica o anatómica.

•Discapacidad: «toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad

de realizar una actividad en la forma o dentro del mar- gen que se considera normal para

un ser humano.

• Minusvalía: «situación desventajosa para un in- dividuo determinado, consecuencia de

una defi- ciencia o de una discapacidad que limita o impide el desempeño de un rol que

es normal en su caso (en función de su edad, sexo y factores sociales y culturales).

Deficiencias intelectuales. Clasificación de la OMS

• Retraso mental profundo: CI por debajo de 20. Sujetos que pueden responder a un

adiestra- miento de habilidades en la utilización de piernas, manos y mandíbulas.

• Retraso mental grave: Cl entre 20 y 40. Sujetos que pueden beneficiarse de un

adiestramiento sistemático de hábitos.

•Retraso mental moderado: Cl entre 35 y 49. Sujetos que pueden aprender pautas

simples de comunicación, hábitos elementales de salud y seguridad y habilidades

manuales sencillas, pero que no pueden progresar en la lectura ni aritmética sencillas.

• Retraso mental ligero: CI entre 50 y 70. Sujetos que pueden adquirir habilidades

prácticas y aptitudes aritméticas y de lectura funcionales si reciben educación especial y

se les puede orientar a la integración social.


Diagnóstico del retraso mental (AAMR 1992)

Según to propuesta de la AAMR la consideración clínica del retraso mental


implica el diagnóstico, la descripción de los aspectos del desarrollo e in- suficientes del
individuo y la identificación de los apoyos sociales necesarios.
Paso 1. Diagnóstico de retraso mental

El funcionamiento intelectual del individuo se puede situar aproximadamente entre 70 o

75 pun- tos de CI o inferior.

Paso 2. Clasificación y descripción

Descripción de los puntos «fuertes» y «débiles» de los recursos y procesos psicológicos

cognitivo/emocionales.

Descripción completa de la salud física y consideraciones etiológicas de la enfermedad

del individuo.

Descripción del entorno social habitual del sujeto haciendo especial referencia a las

posibilidades de que faciliten el crecimiento y desarrollo individual del sujeto.

Paso 3. Perfil e intensidad de los sistemas de apoyo

Identificar el tipo e intensidad de los apoyos sociales que necesita el sujeto en cada una

de las cuatro dimensiones siguientes:

I. Funcionamiento intelectual y habilidades adaptativas.

II. Consideraciones emocionales/psicológicas.

III. Consideraciones etiológicas/salud/físicas.

IV. Consideraciones ambientales/entorno.


Conclusión

Luego de diferentes hipótesis y estudios pudimos ver que la deficiencia mental

paso a considerarse más un retraso en el desarrollo que un déficit en la capacidad

cognitiva básica; y por otro lado la excepcionalidad paso a interpretarse en términos de

factores o componentes de personalidad.

De igual manera, podemos decir que la deficiencia mental no puede ser definida por un

elemento único, es decir, esta comprende un conjunto de condiciones que la van

conformando hasta expresarse en un individuo.

También podría gustarte