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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD JOSÉ ANTONIO PÁEZ


FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
ESCUELA DE EDUCACIÓN PREESCOLAR

Dossier diversidad funcional intelectual

Profesor: Autoría:
Leyda Vásquez Wilmary Mendoza
CI: 25.960.044

San Diego/Abril-2020
Índice.
1. Retrospectiva.
2. Definición.
3. Etiología.
3.1. Causas genéticas.
3.2. Deficiencias intelectuales adquiridas.
3.3. Factores ambientales.
4. Características.
5. Clasificación.
5.1. Discapacidad intelectual leve.
5.2. Discapacidad intelectual moderado.
5.3. Discapacidad intelectual grave.
5.4. Discapacidad intelectual profundo.
6. Aula inclusiva.
7.
Retrospectiva.
El retardo mental ha existido desde el comienzo de la humanidad. En la Edad Antigua y
Media las sociedades han tratado a las personas con retardo mental o con cualquier otra
limitación en función de cómo han sido percibidos. En donde se pensaba que eran capaces
de recibir revelaciones divinas se les trataba de manera especial, en algunas cortes fueron
tratados como bufones, donde fueron considerados como el producto de influencias
sobrenaturales o posesiones demoníacas fueron sometidos al escarnio público, al
aislamiento, al abandono y en casos extremos a la condena a muerte.
En Europa antes de 1.700 se brindaba básicamente en los monasterios servicios de
hospedaje y alimentación. En América la sociedad colonial se hizo cargo de las personas
excepcionales. Siendo la unidad familiar una unidad fundamental de esta sociedad se le
otorgó la responsabilidad principal del cuidado del miembro con necesidades especiales y
para aquellos que no podían cuidarse por sí mismo se crearon casas de caridad y hospicios.
La Revolución Francesa con sus principios de libertad, igualdad y fraternidad impulsó una
transformación en el pensamiento humano que llevó a un trato más humanitario y
compasivo hacia las personas que se diferenciaban de lo considerado como "normal" y
condujo a que se realizaran esfuerzos para que fuesen asistidos. El creciente respeto por los
derechos y las necesidades de los individuos, el reconocimiento de la heterogeneidad de las
personas marcó un cambio gradual de la orientación científica relativa al hombre.
Surgió la necesidad de diferenciar dentro de la nosología psiquiátrica la diversas
condiciones que afectaban a los individuos, entre las cuales, se encontraba el retardo
mental. Uno de los criterios se basó en la razón, es decir, se diferenciaba a las personas
entre aquellas que tenía y no tenían razón, llamados "enfermos mentales" a quienes se les
recluía en instituciones de sanación mental. A partir de estudios en el campo de la Medicina
se logró diferenciar al "enfermo mental" del "deficiente psíquico" (retardado mental), lo
que permitió que estos últimos salieran de los "manicomios" surgiendo la necesidad de
brindarles otro tipo de atención.
En 1.910 la Asociación Americana de Deficiencia Mental o también conocida como la
AAMD modificó el sistema clasificatorio incluyendo a un grupo de sujetos con retardo leve
que hasta ese momento no habían sido detectados ya que socialmente se adaptaban a las
demandas de su ambiente, pero en el ámbito escolar tenían relativa inhabilidad para
adquirir los contenidos. Resalta la importancia de considerar el contexto al momento de
evaluar a esta población.
En estos años destaca el pensamiento pedagógico de Montessori (1912) cuyos principales
fundamentos son: respeto a la espontaneidad del niño; respeto al patrón de desarrollo
individual; libertad para desarrollar la actividad que el niño desee, cuyo límite es el interés
colectivo; autoactividad según sus intereses y disposición adecuada al ambiente;
destacándose el uso de materiales concretos dimensionales y tridimensionales para el
desarrollo del pensamiento lógico del niño preescolar y con retardo mental. Su método
estaba totalmente centrado en el niño. Concluyó que el problema de la deficiencia mental
era esencialmente educativo y no médico Robinson y Robinson, 1976, considerando que los
niños tienen la capacidad de comprender y de hacer real su potencial y la tarea de la
educación es proporcionarle las condiciones más favorables para lograrlo. Todavía bajo la
influencia de su maestro Seguin presentó una concepción asociacionista donde la vida
psíquica se constituye por una serie de sensaciones que son necesarias cultivar y
desarrollar.
En 1.915 los test fueron aceptados como método de identificación del retardo mental aun
cuando ya se alertaba sobre la pérdida de la ejecución única cuando la ejecución de un
individuo se reducía a un sólo puntaje, la restricción en el rango, el uso del puntaje, la
posible mala influencia sobre la enseñanza y el hecho de que los test indudablemente
penalizaban a los niños con problemas emocionales y sensoriales (MacMillan, 1977).
Terman (1916) redefinió las escalas mentales y Stern introduce el término de Coeficiente
Intelectual (C.I.) que reflejó la "brillantez" relativa de un individuo con respecto al otro, a
diferencia de la Edad Mental que se refería al nivel en el cual el individuo estaba
funcionando.
En las escuelas se comenzaron a dar cuenta de que las personas mentalmente "lentas" no
eran capaces de realizar adecuados progresos en las clases regulares. Esto promovió el
establecimiento de clases especiales para satisfacer las necesidades de estos educandos a
través de la modificación curricular, el entrenamiento especializado de los maestros y el uso
de materiales de enseñanza diferentes.
En Venezuela, a principios del siglo XX en 1.912, se vislumbra la preocupación del Estado
por la Educación Especial, incluyéndose en el Código de la Instrucción Pública términos
como ciegos, mudos, sordos y anormales; y en 1.915 se plantea la necesidad de que esta
población asista a escuelas especiales.
La Primera Guerra Mundial trajo un cambio de actitud más positivo en la sociedad hacia las
personas con necesidades especiales que trajo como consecuencia que se crearan servicios
cada vez más apropiados para las mismas.
A partir de los años setenta se observa un énfasis en los enfoques derivados de la Teoría
Conductual donde se concibe el retardo mental como una condición susceptible de ser
modificada a través de la aplicación de una serie de técnicas basadas en las leyes generales
del aprendizaje ya que los individuos con retardo mental generalmente siguen los mismos
principios del aprendizaje que son aplicables a las personas sin retardo.
Definición.

El retraso mental es una discapacidad intelectual, una discapacidad es una limitación el


funcionamiento individual en un contexto social y representa una desventaja para
individuo, estas limitaciones pueden ser funcionales, intelectuales o restricciones en la
participación. Se diagnostica en los primeros años de vida, ocasionalmente cuando
comience la escolaridad. Estos niños suelen mostrar retrasos en adquisición de las
habilidades motoras, y los conocimientos típicos para su edad cronológica, además, en la
vida adulta tiene dificultades para lograr una vida independiente.
Esta definición va acompañada de unas premisas que clarifican el concepto:
1. Las limitaciones en el funcionamiento presente deben considerarse en el contexto de
ambientes comunitarios típicos de los iguales en edad y cultura.
2. Una evaluación válida ha de tener en cuenta la diversidad cultural y lingüística, así
como las diferencias en comunicación y en aspectos sensoriales, motores y
conductuales.
3. En una persona, las limitaciones coexisten habitualmente con capacidades.
4. Un propósito importante de la descripción de limitaciones es el desarrollo de un
perfil de necesidades de apoyo.
5. Si se mantienen apoyos personalizados apropiados durante un largo periodo, el
funcionamiento en la vida de la persona con discapacidad intelectual, generalmente
mejorará.
Etiología.
La discapacidad intelectual puede tener muchas causas, y esta puede darse durante el
embarazo, en el nacimiento o posteriormente. Puede haber causas genéticas, metabólicas,
congénita o ambientales, accidente, abuso psicológico y desvaloración de los padres y
familiares, enfermedad que provoque daño, malnutrición, efectos de drogas u otros tóxicos,
problemas en el desarrollo o educación.
Las causas de discapacidad intelectual pueden dividirse en genéticas y ambientales o no
genéticas.
Causas genéticas
A su vez las causas genéticas pueden dividirse en sindrómicas y no sindrómicas, en cuanto
se presenten o no otras alteraciones clínicas aparte de la discapacidad propiamente tal.
Las causas genéticas representan entre un 30 a un 50% de las causas, e incluyen
anormalidades cromosómicas como el síndrome de Down, características genéticas
heredadas como el síndrome X frágil y alteraciones genéticas simples como el síndrome de
Prader-Willi.
Gracias a la medicina y a las novedosas pruebas genéticas prácticamente cada día se
conocen nuevos genes implicados en la discapacidad intelectual, estas pruebas ya en el
2011 están al alcance de todos.
Deficiencias intelectuales adquiridas
Hay un número considerable de apariciones de deficiencias mentales en personas (incluida
la infancia principalmente), que no habían nacido con ellas.
Al existir una vulnerabilidad mayor en la infancia, es muy importante el entorno en el que
se cría el bebé, los estímulos que le rodean, el vínculo con personas de apego esto puede
afectar a su desarrollo intelectual y a sus funciones cognitivas.
También pueden aparecer deficiencias en la persona, tras sufrir un accidente debido a que
la colisión, golpe, etc. le ha causado daños cerebrales irreparables, esto sucede en la gran
mayoría de los casos cuando sucede en la vida adulta.
Factores ambientales
Infecciones: Tanto en la madre durante el embarazo como en el niño. Aún hoy una de las
principales causas de discapacidad intelectual en el tercer mundo es la malaria.
Daños cerebrales el cerebro ante impactos: puede verse dañado y según el lugar del daño
puede provocar discapacidad cognitiva, existen muchos motivos por los que el cerebro
puede tener un daño cerebral, entre otros: accidentes de tráfico, daños provocados en el
parto (falta de oxígeno, fórceps, etc.). Infartos cerebrales, derrame cerebral, etc.
Tóxicos: la exposición del feto a drogas aumenta las posibilidades de problemas
posteriores, es conocido el efecto del alcohol y el efecto que muchas otras drogas pueden
tener en el desarrollo posterior del bebé. Igualmente, en personas sanas existen muchas
drogas que pueden provocar lesiones cerebrales y discapacidad cognitiva, el alcoholismo
por ejemplo puede llevar a distintos tipos de síndromes, por ejemplo, el Síndrome de
Korsakov.
características.
Área. Función. Características.
Cognitiva.  Conocer.  Déficits en el desarrollo.
 Percibir.  Afectación del aprendizaje.
 Ordenar el mundo.  Operaciones incompletas y concretas.

Psicomotora.  Independencia y  Inmadurez.


conocimiento del  Problemas asociados a la percepción y
mundo. relaciones sociales.
 Conocimiento. Propio
del cuerpo.
Lenguaje.  Comunicación.  Retraso en la adquisición.
 Problemas de articulación y
pronunciación.
 Dificultades en la conceptualización y
la estructura lingüística.

Afectiva.  Conocimiento.  Dificultades del auto conocimiento.


 Comunicación.  Dificultad para adaptarse a las
 Autonomía. exigencias del ambiente.
 Adaptación al
ambiente.

Adaptativa.  Autonomía,  Retraso en la adquisición de la


 Adaptación del autonomía.
ambiente.  Retraso en habilidades sociales.
Clasificación.
El DSM-5 (2015) propone una clasificación del trastorno del desarrollo intelectual en
función de la gravedad medida según el funcionamiento adaptativo ya que éste es el que
determina el nivel de apoyos requerido. Distingue entre: Leve, moderado, grave y
profundo.
Discapacidad intelectual leve:
Se incluye en la misma al alumnado cuya puntuación en CI, sin llegar a 55 – 50, se sitúa
por debajo de 75 – 70 (unas 2 desviaciones típicas por debajo de la media, con un error de
medida de aproximadamente 5 puntos).
Acerca de ese tramo límite por arriba, en el DSM-5 se indica que se podría diagnosticar
discapacidad leve con un cociente intelectual entre 70 y 75 si existe déficit significativo en
conducta adaptativa, pero no cuando no exista.
El alumnado con discapacidad intelectual leve supone, aproximadamente, un 85% de los
casos de discapacidad intelectual. Por lo general, suelen presentar ligeros déficits
sensoriales y/o motores, adquieren habilidades sociales y comunicativas en la etapa de
educación infantil y adquieren los aprendizajes instrumentales básicos en la etapa de
educación primaria.
Discapacidad intelectual moderada:
Se incluye en la misma al alumnado cuya puntuación en CI se sitúa en el intervalo de CI
entre 55 – 50 y 40 – 35. La conducta adaptativa de este alumnado suele verse afectada en
todas las áreas del desarrollo. Suponen alrededor del 10% de toda la población con
discapacidad intelectual. El alumnado con este tipo de discapacidad suele desarrollar
habilidades comunicativas durante los primeros años de la infancia y, durante la
escolarización, puede llegar a adquirir parcialmente los aprendizajes instrumentales
básicos. Suelen aprender a trasladarse de forma autónoma por lugares que les resulten
familiares, atender a su cuidado personal con cierta supervisión y beneficiarse del
entrenamiento en habilidades sociales.
Discapacidad intelectual grave:
Se incluye en la misma al alumnado cuya medida en CI se sitúa en el intervalo entre 35 –
40 y 20 – 25 y supone el 3-4% del total de la discapacidad intelectual. Las adquisiciones de
lenguaje en los primeros años suelen ser escasas y a lo largo de la escolarización pueden
aprender a hablar o a emplear algún signo de comunicación alternativo. La conducta
adaptativa está muy afectada en todas las áreas del desarrollo, pero es posible el aprendizaje
de habilidades elementales de cuidado personal.
Discapacidad intelectual profunda:
La mayoría de este alumnado presenta una alteración neurológica identificada que explica
esta discapacidad, la confluencia con otras y la gran diversidad que se da dentro del grupo.
Por este motivo, uno de los ámbitos de atención prioritaria es el de la salud física. La
medida del CI de este alumnado queda por debajo de 20–25 y supone el 1–2 % del total de
la discapacidad intelectual. Suelen presentar limitado nivel de conciencia y desarrollo
emocional, nula o escasa intencionalidad comunicativa, ausencia de habla y graves
dificultades motrices. El nivel de autonomía, si existe, es muy reducido. La casuística
supone un continuo que abarca desde alumnado “encamado”, con ausencia de control
corporal, hasta alumnado que adquiere muy tardíamente algunos patrones básicos del
desarrollo motor.
Aula inclusiva.
Normalizar esta diversidad funcional es la herramienta fundamental para lograr dos
objetivos: fomentar la igualdad y proporcionar una atención efectiva.
Fomentando la igualdad en un aula facilitará al equipo interdisciplinar intervenir de manera
directa y adecuada en las necesidades individuales de cada niño sin la necesidad de tener
que sortear diariamente el bache que supone el prejuicio social. Por ello, debemos fomentar
la igualdad integrando en el aula, en la medida de lo posible, al alumnado con diversidad
funcional, haciendo de esta convivencia algo normativo, sano y proactivo. Una vez
normalizado e integrado se podrá proceder a intervenir abarcando todas las áreas y
necesidades posibles de manera llevadera, apoyándonos en la retroalimentación que surge
de la interacción entre la diversidad funcional existente en el aula.
Es de reconocer que hoy en día esa inclusión completa está bastante alejada de la realidad
debido a la falta de recursos y formación completa de muchos profesionales. Es importante
tener en cuenta que no todos los niños con diversidad funcional están preparados para ser
plenamente incluidos en un contexto educativo concreto y que ello requiere de un trabajo
previo y de una completa adaptación de los recursos físicos, estructurales y metodológicos
el entorno. Un ejemplo de ello es tratar de incluir a un niño que se encuentra en el espectro
del autismo dentro de un aula con 30 niños más sin haber trabajado previamente una serie
de habilidades y capacidades y haberlas generalizado.
Aún a pesar de las dificultades que encontramos en el día a día para hacer una inclusión
real, creo que una piedra tras otra piedra puede hacer un castillo. Y que, si poco a poco
vamos fomentando esta inclusión, si vamos interesándonos por su funcionamiento y
estructura, finalmente encontraremos la manera de incluir en la medida de lo posible y de
manera efectiva a todos los niños con diversidad funcional, fomentando la igualdad y la
retroalimentación social.

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