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 Intervención docente.

El docente será un mediador entre los niños y las producciones literarias. Al


ubicarse en ese rol podrá reconocer dos grandes ejes de trabajo:

◗ Transmitir textos literarios: Selección adecuada de textos literarios (Imágenes


llamativas, leguaje acorde) y su transmisión (Cambio de tonos de voces,
gesticulación), buscando la apreciación y el disfrute de las manifestaciones
literarias.

◗ provocar-coordinar la producción de textos de los niños: Propiciar la exploración


y el trabajo de producción de textos brindando el espacio y las herramientas que lo
hagan posible, para que los niños logren construir nuevos saberes respecto del uso
del lenguaje y pongan en juego su creatividad.

Ambas posibilidades están vinculadas, y se enriquecen entre sí. Aún así el peso no
es el mismo se debe poner el énfasis en la primera, dado que es una de las tareas
fundamentales de la escuela la formación de un lector estético y sólo un intenso
trabajo de interacción con auténticos textos literarios podrá garantizarlo. El espacio
de producción que proponga el docente dependerá de los conocimientos que se
construyan a partir de esta interacción con los textos. No se pretende con ello
formar escritores de literatura, sino ampliar el campo de oportunidades de los
niños para expresarse, afianzar la construcción de conocimientos y el desarrollo de
la creatividad.

 Sugerencias en cuanto al argumento:


Acciones y acontecimientos: Claros y comprensibles, de modo que permitan
seguir el desarrollo del relato.

Personajes: Reconocibles para los niños por la caracterización que se haga de


ellos a través de los rasgos de su apariencia física o de su carácter, mencionados
directamente o deducidos por su accionar.: Se puede definir a los personajes por
un conjunto de rasgos, de cualidades… Lo cual significa que puedan entender,
identificar a los personajes por cómo son y actúan en la narración. Los personajes
son reconocibles como tales dentro de los relatos en los que están. Los niños los
pueden imaginar y acompañar sus aventuras en función de lo que se cuenta de
ellos.

Personajes protagonistas: Los niños deben poder identificarse con ellos desde
cómo accionan, la manera en que resuelven los problemas que se les presentan,
los valores que sustentan, la forma en que se relacionan con los otros personajes.
Entre otros muchos, podemos citar como ejemplos al conejo de ¿Quién se sentó
sobre mi dedo?, de Laura Devetach o la niña de Irulana y el ogronte, de Graciela
Montes.

Personajes animales: Lo más frecuente es que aparezcan personificados:


hablando, razonando y actuando en forma similar a los seres humanos.
Progresivamente se agrega el interés por la aparición de personajes "animales
propiamente dichos", según denomina el especialista francés Marc Soriano. Se
refiere a los personajes animales que son descriptos y actúan dentro del relato de
manera similar a los animales del mundo real.

Escenarios: Deberán ser funcionales para el relato, serán fundamentales las


descripciones, que no deben detener demasiado el desarrollo de la acción.

Los más grandes suelen tener un atractivo por los escenarios que refieren a otras
realidades: otros países, lugares diferentes, lejanos, exóticos que invitan a grandes
descubrimientos del ambiente y de los animales de zonas de nuestro país, que
muchas veces los niños de la Ciudad desconocen. En todo relato se muestra un
pequeño mundo, en mayor o menor grado cercanos a los niños.

Es importante la apertura de horizontes, que es propicia para la exploración, el


descubrimiento, la incorporación de nuevos conocimientos del mundo exterior, y
también con el conocimiento de sí mismo, al relacionar el accionar de los
personajes con sus emociones, opiniones, ideas (acordar con lo que éstos hacen o
disentir, asombrarse por sus reacciones, admirar su decisión o valentía, etcétera).

Sugerencias en cuanto a la trama:


Predominio de la acción por sobre las descripciones: Esto da más dinamismo
y ritmo al relato, lo cual mantiene la atención de los niños.

Linealidad en la secuencia de sucesos: El orden de aparición de acciones y


acontecimientos debe seguir una lógica de causas y consecuencias para facilitar la
comprensión de lo narrado, permitiendo así distintas interpretaciones. Esto en
modo alguno excluye los relatos disparatados o absurdos, donde el quiebre con la
realidad o su exageración provoca humor, pero mantiene una coherencia interna
que posibilita seguir la trama.

Si el trabajo de interacción con textos es constante, progresivamente los niños


podrán seguir perfectamente un relato en donde se presente cierta complejidad.
Por ejemplo, un cuento o novela en donde haya dos o tres líneas, cadenas de
sucesos, independientes entre sí, que puedan entrecruzarse o unirse en distintos
momentos de la narración.
Final abierto o justo: Para los más pequeños se sugieren narraciones con final
feliz, en cambio con los mayores es factible, y también interesante acercar
narraciones con finales abiertos o finales justos, donde no todos los personajes
terminan bien, sino que hay justicia en relación con las acciones que cada uno ha
desarrollado, como en Lobo rojo y Caperucita feroz, de Elsa Bornemann.

Es importante que los textos presenten un lenguaje sugerente, que posibilite la


creación de imágenes propias en los niños. Su relación con la literatura debe
permitir una vinculación con formas lexicales y expresivas variadas que
enriquezcan su propia competencia lingüística. Los juegos de palabras, los vocablos
que en sí mismos son sonoros o rítmicos, la adjetivación, el armado de las frases,
toda la "artesanía" que implica un texto literario, deberá posibilitar esa
plurisignificación de la que se ha hablado anteriormente.

Temáticas de especial interés para los niños:


En las narraciones pueden aparecer diversos temas así como tratamiento de temas
(humor, maravilla), que es posible señalar como de especial interés para los niños
de cuatro y cinco años:

Maravilla:

Oscilación realidad/imaginación:

Humor y disparate:

Aventuras:

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