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Metodología de la intervención comunitaria en terapia ocupacional

Capítulo 5, en Zango Martín, Inmaculada. Terapia Ocupacional Comunitaria. Editorial Síntesis.


Barcelona, pp. 125-143.

5. Identificación y planificación de programas comunitarios

En 1980, el desarrollo de programas surge como un aspecto central en el ámbito de la


educación y de la promoción de la salud. Para que los profesionales de terapia ocupacional
lleven a cabo un óptimo desarrollo de programas comunitarios –centrados en la promoción y
en la prevención de la salud–, es fundamental desarrollar o incorporar habilidades de
identificación, planificación, implementación y evaluación de programas. De acuerdo con
Fernández Ballesteros (1995), un programa es un conjunto específico de acciones humanas y
recursos materiales diseñado e implantado organizadamente en una determinada realidad
social, con el propósito de resolver algún problema que atañe a un conjunto de personas. Así,
un programa comunitario es el conjunto de esfuerzos sistemáticos cuya finalidad es conseguir
objetivos que han sido planificados con el fin de mejorar la salud, el conocimiento, las
actitudes y la práctica de una comunidad. Teniendo esto como punto de partida, este capítulo
está centrado en señalar los aspectos generales necesarios para la identificación y la
planificación de programas de terapia ocupacional comunitaria. Para ello, en primer lugar se
hará referencia a la relevancia del análisis exploratorio de la comunidad. En segundo lugar se
plantean las necesidades de la comunidad y su evaluación. En tercer lugar, se expone el modo
de realizar el diseño de un programa de terapia ocupacional comunitaria señalando aspectos
clave de la justificación, el planteamiento de objetivos y metas, los recursos y el plan de acción
para desarrollarlo. Por último, se plantean algunas pautas relevantes para la presentación de
un programa de terapia ocupacional comunitaria.

5.1. Exploración de la comunidad

La identificación de las necesidades de la comunidad –lo que algunos autores denominan el


diagnóstico o la exploración de la comunidad– no se realiza exclusivamente para conocer qué
pasa, sino con dos propósitos bien definidos. Por un lado, para tener una información básica
que sirve para programar acciones concretas; como por ejemplo proyectos, prestación de
servicios u otros. Por otro lado, con la finalidad de ofrecer una visión global de la situación que
determina qué estrategias de actuación son las más adecuadas para la comunidad.

Es importante tener en cuenta que esta identificación o exploración de los rasgos generales de
la comunidad no deberá centrarse en identificar las necesidades de un individuo, grupo o
institución específico, sino en conocer aquellas necesidades de toda la comunidad en su
conjunto y realizar una planificación considerando determinadas estrategias de actuación con
el objetivo de dar solución a las situaciones identificadas. De este modo, el análisis
exploratorio permite identificar las principales características y evaluar las necesidades de la
comunidad. Según sostiene Mori (2008), las principales etapas para el análisis preliminar o
exploratorio de una comunidad son:

1. Revisar la información existente sobre la comunidad consultando diferentes fuentes


documentales como pueden ser los registros, los archivos o las crónicas con respecto a
la comunidad en cuestión. Es importante señalar que la información debe centrarse en
1
indicadores sociales como son la edad, la escolarización, el sexo, el estado civil, la
organización social, las costumbres e indicadores de salud entre otros.
2. Realizar un mapeo de la comunidad con el objetivo de identificar los recursos, su
ubicación y el estado en el que se encuentran. Esto será de gran utilidad para
establecer los primeros contactos con diferentes miembros de la comunidad
favoreciendo el establecimiento de vínculos entre los interventores y los miembros de
la comunidad.
3. Elaborar un instrumento que permita acceder a los datos de la comunidad como
pueden ser la entrevista estructurada o semiestructurada. La utilización de estas
técnicas para recopilar los datos se considera adecuada ya que asegura que todos los
entrevistados darán respuesta a las mismas preguntas y en el mismo orden. Esto
facilita que una vez concluidas las entrevistas se pueda elaborar un informe que
detalle qué aspectos son considerados con una mayor relevancia para la comunidad en
cuestión. Las variables e indicadores que se tendrán en cuenta dependerán del
objetivo planteado. A continuación, se muestran algunas variables e indicadores,
propuestas por Mori (2008), que pueden tenerse en cuenta en el proceso del análisis
preliminar de la comunidad propuesta (cuadro 5.1).

Cuadro 5.1. Variables e indicadores para realizar el análisis preliminar de una comunidad
Variables Indicadores
Límites, estructura en sectores/
Ubicación geográfica asentamientos/urbanizaciones/ asociaciones de vivienda/
cooperativas/ instalaciones.
Edad y sexo, composición del hogar y de la familia; estado civil,
grupo étnico predominante, ingresos económicos, ocupación,
Datos sociodemográficos
desempleo, religión, migración, tipos de vivienda, condiciones
de hacinamiento, situación de pobreza.
Historia de la comunidad, organización de la comunidad,
Características
actividades que realizan las organizaciones, valores y creencias
socioculturales
de la comunidad, actitudes y conductas sociales, costumbres.
Nivel educacional, características de las instituciones
Educación
educativas, acceso a la educación, población estudiantil.
Enfermedades frecuentes, centros de salud, acceso al centro
Salud
de salud, nutrición infantil.
Organizaciones de base interna y externa, personajes,
instituciones, grupo de apoyo, flora, fauna, medios disponibles
Recursos
para resolver los problemas y atender las necesidades
detectadas.
Los problemas se reconocen comparando la situación actual
con la que podría o debería ser. Los problemas vienen a ser la
Problemas
diferencia entre lo que la comunidad tiene y lo que quisiera
tener; no son las carencias ni falta de algo.
Son las carencias que tiene la comunidad, suelen estar
Necesidades
asociadas a los problemas.
Fuente: a partir de Mori, 2008.

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4. Aplicar el protocolo realizado para identificar las necesidades de la comunidad. Para
ello, se utilizarán técnicas cualitativas como pueden ser la entrevista estructurada o
semiestructurada. Esto puede realizarse a través de cuestionarios escritos, entrevistas
cara a cara, entrevistas telefónicas o considerando a aquellas personas de la
comunidad que pueden aportar más información –estas personas se denominan
informantes clave–.
5. Por último, analizar los datos obtenidos a través del análisis de contenido y el análisis
crítico. Se sugiere realizar un informe con los datos obtenidos de modo que se pueda
tener un panorama global de la comunidad que se ha explorado. Este informe deberá
ser presentado a los miembros de la comunidad con la finalidad de que estos puedan
aportar sus opiniones y sugerencias con respecto al análisis planteado, además de
aportar datos relevantes y proponer alternativas para ofrecer una solución para los
problemas identificados.

Una vez realizado este primer proceso del análisis preliminar o exploratorio de la comunidad
se plantea una segunda etapa en la que los miembros de la comunidad participan en el
diagnóstico. Para ello, es preciso como punto de partida realizar una sensibilización de los
actores principales que serán convocados a través de diferentes reuniones e invitaciones para
discutir de forma conjunta sobre la identificación de cuestiones relevantes que conciernen a la
comunidad en cuestión. Además, se puede realizar una capacitación dirigida a los actores
principales de la comunidad para que sean ellos los que utilicen las principales herramientas y
realicen la exploración de la comunidad. Algunas herramientas para que los actores principales
de la comunidad identifiquen aquellos aspectos que requieren intervención en una comunidad
particular pueden ser:

1. Árbol de problemas: esta herramienta consiste en plasmar de forma gráfica, tal y como
si fuera un árbol con sus principales elementos –raíces, tronco y ramas– los problemas
identificados planteando las causas y los efectos de los problemas identificados. Este
proceso –identificación de problemas, alternativas de solución y recursos de la
comunidad para la solución– deben ser planteados por los actores principales de la
comunidad.
2. Análisis de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades (DAFO): es otra de las
herramientas que puede utilizarse para realizar un análisis preliminar participativo –
también denominado diagnóstico participativo–. Esto ha sido desarrollado en el
Capítulo 1, página 31.
3. Además, se plantean otras técnicas que pueden ser de utilidad para realizar este
análisis participativo como pueden ser grupos de discusión, encuentros comunitarios y
técnica de grupo nominal.

De acuerdo con lo que plantea Mori (2008), al finalizar este proceso es fundamental realizar
una matriz de identificación del problema. Esta matriz (cuadro 5.2) puede presentarse por
problemas identificados o bien presentar los problemas divididos por grupos poblacionales de
la comunidad.

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Cuadro 5.2. Matriz de identificación en función de los problemas identificados
Importancia
Problema Soluciones
Magnitud Gravedad para los
identificado planteadas
beneficiarios
Problema 1
Problema 2
Problema 3
Problema 4

En la matriz de identificación del problema se plantearán los siguientes aspectos relevantes:

• La magnitud del problema que se refiere al porcentaje de la población afectada por


dicho problema.
• La gravedad del problema que señala el daño que este ocasiona.
• La importancia que los beneficiarios atribuyen al problema.
• Las alternativas de solución que los beneficiarios de la comunidad plantean.

5.1.1. Principales características de la comunidad

La segunda fase del desarrollo de un programa comunitario o de una intervención comunitaria


se centra en identificar a los principales actores sociales de la comunidad. Estos actores
sociales conformarán los diversos grupos de trabajo para los programas que surjan a propósito
del diagnóstico de la comunidad (Mori, 2008). En este sentido, es fundamental describir las
principales características de la comunidad y establecer las semejanzas y las diferencias entre
los diferentes grupos identificados en el análisis preliminar. Los actores sociales pueden ser
personas, grupos u organizaciones interesadas en conformar el grupo de trabajo y que
comparten intereses y formas de reaccionar frente a determinadas propuestas. Estos estarán
afectados directamente por las acciones del programa comunitario. En relación con esto, es
fundamental tener en cuenta que las comunidades no son homogéneas y, por lo tanto, el
desarrollo de un programa o una intervención comunitaria implica considerar las
particularidades de los diferentes actores sociales. Estos se caracterizarán por su modo de
reaccionar e involucrarse en el programa de intervención comunitaria. Por lo tanto, los actores
sociales no reaccionarán de forma uniforme frente al programa por lo que es importante
realizar un análisis de las relaciones, las características de los grupos de actores sociales y los
intereses y exigencias de los diferentes actores sociales con relación al programa. Esto tiene
como finalidad adaptar la intervención o el programa comunitario a las características de los
principales actores sociales identificados para que la intervención pueda llegar a buen término
evitando los problemas relacionados con las discrepancias entre los actores sociales y el
programa de intervención en sí. Por lo tanto, considerar esta viabilidad política, social y
cultural es un aspecto clave en la identificación de las necesidades y la planificación de la
intervención comunitaria. Para determinar las principales características de la comunidad en la
que se pretende llevar a cabo la intervención es preciso recopilar datos demográficos y
sociales. Los datos demográficos se refieren a aquellos que definen a las personas que viven en
una comunidad determinada como pueden ser la edad, el sexo, la etnia, la educación, la
religión y la fuente de ingresos, entre otros. Los datos sociales están vinculados con los

4
problemas sociales y de salud de la población y los recursos que existen en la comunidad
(Scaffa y Brownson, 2014). Otros datos de interés que pueden recopilarse en esta fase pueden
ser si los actores sociales han tenido experiencias previas en programas comunitarios
anteriores, qué tipo de acciones tienen en la comunidad, los problemas priorizados por la
comunidad y la percepción de los actores sociales sobre el protagonista o los protagonistas
encargados de llevar a cabo la identificación de las necesidades de la comunidad. Por
consiguiente, es fundamental que en esta fase se identifiquen los atributos positivos de la
comunidad. Esto se denomina evaluación de las capacidades de la comunidad ya que trata de
identificar las capacidades, las habilidades y las fortalezas de los miembros individuales de la
comunidad, de la organización de la comunidad y de la comunidad como un todo (Scaffa y
Brownson, 2014). Los datos obtenidos en esta fase son de gran utilidad para establecer la
fundamentación para el desarrollo del programa comunitario permitiendo así justificar el tipo
de programa, las técnicas y las estrategias seleccionadas como más adecuadas para su
implementación (Mori, 2008).

5.2. Análisis y evaluación de las necesidades de la comunidad

El análisis y la evaluación de las necesidades de la comunidad pueden ser planteados por


cualquiera de los tres protagonistas –administración, ciudadanía y recursos técnicos– del
proceso comunitario. Teniendo en cuenta que los recursos siempre son escasos para satisfacer
las necesidades existentes en una comunidad, es de suma importancia realizar un adecuado
análisis de necesidades –como condición sine qua non– previo a la elaboración de un
programa comunitario. Por este motivo, en primer lugar hay que hacer referencia a qué es una
necesidad, los tipos de necesidades y cómo estas se analizan y evalúan. Las necesidades
pueden definirse como cualquier cosa que se requiere para el bienestar de la persona o grupo
de personas de modo que existe una discrepancia entre el estado actual y el estado deseado.
Si bien es cierto que los estándares con relación a qué es una necesidad son vagos, evasivos y
cambiantes es importante no obviar que estos están vinculados a un entorno sociopolítico
concreto y a la viabilidad de los recursos. Por lo tanto, es fundamental ubicar las necesidades
dentro de un contexto sociocultural particular. Así, lo que se plantea como una necesidad en
Burkina Faso no es considerado una necesidad en otros contextos como España o Suecia. No
obstante, toda comunidad es responsable de que sus miembros tengan cubiertas las
necesidades básicas de supervivencia, incluyendo aspectos biológicos, sociales, emocionales y
espirituales teniendo en cuenta que estos cambiarán con el tiempo. De modo, que cualquier
programa o intervención comunitaria tiene como punto de partida la existencia de un
determinado problema que se concreta a través de una serie de necesidades. Por
consiguiente, el primer paso para el desarrollo de un programa o intervención comunitaria
implica una evaluación de las necesidades. Esta evaluación de necesidades se plantea
previamente al desarrollo del programa como una herramienta imprescindible para identificar
los problemas en una comunidad y justificar las intervenciones propuestas en el programa
comunitario. De acuerdo con lo que plantea Mori (2008), la evaluación de necesidades se
puede realizar en dos etapas. En una primera etapa, este análisis debe ser realizado por el
protagonista que haya impulsado o propuesto la intervención comunitaria. En una segunda
etapa, se plantea un análisis de forma conjunta con los otros dos protagonistas.

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5.2.1. Tipos de necesidades

De acuerdo con el planteamiento de Anguera, Chacón y Blanco (2008), las necesidades pueden
clasificarse en cuatro tipos:

1. Necesidad normativa. Es aquella necesidad procedente de estándares o normas


establecidos por un experto o profesional. Así, el especialista indica un nivel deseable
de provisión o acceso a un determinado servicio o recurso y se establece una
comparativa con el nivel que existe. De este modo, si no se alcanza un nivel deseable
de provisión o acceso a un determinado servicio o recurso, se considera que la persona
o la comunidad sufre una necesidad.
2. Necesidad experimentada (también denominada necesidad sentida o percibida). Son
aquellas necesidades subjetivas manifestadas por los ciudadanos a través de
diferentes técnicas de recogida de información.
3. Necesidad expresada o demanda. Son aquellas necesidades propias de las personas
que solicitan o demandan un servicio. Es importante tener en cuenta que no se pide
algo si no se tiene la necesidad, pero es posible que se tenga la necesidad y no se
exprese la demanda. Este tipo de necesidad es común en los servicios sanitarios,
donde las listas de espera se utilizan para indicar las necesidades no satisfechas. Así,
esta necesidad expresada puede inferirse a través de los registros de utilización de
servicios, de los datos epidemiológicos o sociodemográficos existentes en una
colectividad.
4. Necesidad comparativa o relativa. Son aquellas necesidades que hacen referencia a
principios de comparación entre lugares, grupos de personas y problemas. Así, se
establece a partir de la diferencia entre los servicios que existen en un área y los
servicios de otra con la intención de estandarizar la provisión de los servicios. Sin
embargo, esto no tiene por qué estar vinculado a una necesidad ni puede asegurar
que el área que se toma de punto de referencia tenga todas sus necesidades
satisfechas.

5.2.2 Evaluación de las necesidades en el ámbito de la salud

La mayoría de los profesionales sociosanitarios evalúan las necesidades de las personas que
atienden en los diferentes servicios de atención. Esta evaluación es un proceso sistemático que
se realiza previamente al desarrollo de la intervención terapéutica. Según plantea Wright
(2011), las necesidades de salud de las personas que asisten a los recursos sociosanitarios no
son un reflejo de las necesidades de la comunidad. Esto es importante tenerlo en cuenta en la
planificación y en el desarrollo de intervenciones comunitarias. De este modo, es fundamental
considerar las desigualdades en el acceso a los recursos sociosanitarios así como la limitación
de los mismos. Por ello, es tan relevante identificar aquellas necesidades de salud prioritarias
para la comunidad. Además, otro aspecto fundamental que tener en cuenta en relación con la
terapia ocupacional comunitaria es el hecho de considerar que la intervención comunitaria se
puede desarrollar en cualquier realidad y que no solo está vinculada a realidades marginales o
caracterizadas por graves necesidades sociales y económicas (Marchioni, Mori Ramírez y
Álamo Candelaria, 2013). Antes de abordar con mayor detalle la evaluación de las necesidades
de la salud, como parte fundamental del inicio de la intervención de terapia ocupacional
comunitaria, es relevante clarificar el concepto de necesidad. A pesar de las múltiples
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definiciones sobre el concepto necesidad, es relevante tener en cuenta algunos aspectos
fundamentales en relación con este término (Mori, 2008):

1. Identificar una necesidad está vinculado con un juicio de valor particular. Por
consiguiente, teniendo en cuenta que cada persona tiene valores diferentes,
identificará distintas necesidades.
2. La necesidad es percibida por un grupo particular inmerso en unas circunstancias
particulares, de modo que si las circunstancias varían pueden también cambiar las
percepciones de las necesidades identificadas.
3. El hecho de reconocer una necesidad implica reconocer una solución. Además, para un
mismo problema pueden identificarse múltiples soluciones.

Una vez que se han especificado algunos aspectos en relación con el término necesidad, nos
centraremos en las necesidades de salud. Según sostiene Wright (2011), las necesidades de
salud son aquellas que se pueden beneficiar de la atención sanitaria como por ejemplo la
educación para la salud, la prevención, el diagnóstico, el tratamiento, la rehabilitación y los
cuidados paliativos. Sin embargo, las necesidades de salud implican considerar también los
determinantes sociales de salud considerando los aspectos genéticos, el entorno, el
comportamiento y los servicios de salud como aspectos relevantes que se deben tener en
cuenta. La evaluación de las necesidades es un proceso sistemático de recolección y análisis de
la información sobre la salud de una comunidad con la finalidad de establecer prioridades y
facilitar el desarrollo de intervenciones comunitarias (Scaffa y Brownson, 2014). Para evaluar
las necesidades de salud de la comunidad es fundamental considerar las explicaciones de la
población local en relación con los problemas de salud identificados valorando las creencias
tradicionales sobre la enfermedad y los métodos de tratamiento tradicional utilizados en una
comunidad. Para ello, este autor plantea unas preguntas que pueden servir de orientación en
la evaluación de las necesidades de salud de una comunidad (Wright, 2011, p. 36).

La evaluación de las necesidades de salud son una oportunidad para:

1. Describir los patrones de las enfermedades en un grupo de población y las


diferencias entre distritos y regiones.
2. Aprender más sobre las necesidades y las prioridades de la población local.
3. Identificar las necesidades y definir los objetivos para satisfacer esas necesidades.
4. Decidir cuáles son los mejores recursos para mejorar la salud de la población de
forma más efectiva y eficiente.

Para realizar una adecuada evaluación de las necesidades de salud no es posible plantear un
formato estándar de modo que la evaluación de diferentes temas implica utilizar diversos
métodos para recoger la información o adaptar y considerar la información conocida que esté
disponible.

No obstante, Anguera y Chacón (2008) plantea que la evaluación de necesidades consta de


tres fases:

1. Preevaluación. En esta primera fase, que se realiza con carácter exploratorio, la


finalidad es organizar la información disponible, identificar las áreas de mayor

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incidencia de la necesidad, fijar límites y establecer las fuentes de recogida de
información.
2. Evaluación principal. En esta segunda fase se recoge información de los archivos,
procesos de comunicación y analíticos a través diferentes técnicas. Algunas de las
principales técnicas de recogida de información se detallan en el apartado 5.2.3.
3. Evaluación ex post. En esta última fase se establece una conexión entre los datos
recogidos y la propuesta de acción considerada más adecuada. Asimismo, se
establecerán prioridades y criterios para adoptar soluciones valorando los aspectos
positivos y negativos de cada una de las propuestas de acción planteadas. Además,
se indicarán los recursos necesarios y disponibles para llevar a cabo las acciones
identificadas como más adecuadas de acuerdo con las necesidades evaluadas.

5.2.3. Recolección de los datos

Se pueden emplear diferentes métodos de recolección y análisis de los datos entre las que
destacan la recopilación de los datos de archivo, los métodos de encuesta y los procesos
grupales. Siguiendo la propuesta de Scaffa y Browson (2014, pp. 68- 70), a continuación se
detallan algunos de los métodos considerados de mayor utilidad para recopilar los datos
indicando una breve descripción, el tipo de datos obtenidos, las ventajas y las desventajas de
cada uno de ellos (cuadro 5.3). Es importante tener en cuenta que no existe el mejor método o
un único método para la recolección de los datos en la evaluación de las necesidades de una
comunidad ya que estos dependerán de las características del grupo diana, del tipo de
información que se quiere obtener, de los recursos disponibles, así como del grado de
interacción con los miembros de la comunidad.

5.2.4. Análisis de los datos e interpretación

El análisis de los datos, derivados del proceso de recopilación, llevado a cabo a través de
diferentes métodos de recolección se llevará a cabo teniendo en cuenta su utilidad para el
diseño y la planificación del programa de terapia ocupacional comunitaria. De este modo, el
análisis de los datos es un proceso que requiere una determinada planificación de modo que
los datos analizados deberán presentarse a los diferentes protagonistas del programa
comunitario. Para ello, es fundamental que los datos se presenten de un modo que sea
comprensible y accesible para todos ellos. Así, una vez que los datos han sido analizados estos
pueden presentarse a través de tablas, gráficos u otras técnicas que sean útiles para este fin.

La interpretación de los datos es el último paso para llevar a cabo el análisis y la evaluación de
las necesidades de la comunidad. A través de la interpretación de los datos obtenidos se
pretende identificar los aspectos prioritarios de las necesidades de la comunidad y los
diferentes modos de hacer frente a las necesidades planteadas de modo que se pueda
establecer un criterio para la implementación de la toma de decisiones que se expondrán con
mayor claridad en el diseño del programa de terapia ocupacional comunitaria. De modo que
tanto el análisis de los datos como la interpretación de los mismos son dos aspectos necesarios
para la evaluación de las necesidades de la comunidad y, por lo tanto, para desarrollar un
programa que responda a las demandas que plantea la comunidad.

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Cuadro 5.3. Métodos para recopilar datos
Método Descripción Tipo de información Ventajas Desventajas
No hay contacto con las
Datos cualitativos y Es un método de bajo coste;
Datos disponibles en las personas; no es
cuantitativos que ayudan a disponible; requiere mínima
organizaciones y en las representativo para una
determinar el estatus de un inversión de tiempo y de
Datos de archivo oficinas gubernamentales audiencia particular; quizá
grupo poblacional con personal; imparcial;
sobre la ciudad, el Estado y se requiera asistencia
relación a una necesidad o a complementario para otras
la nación. técnica para la
diferentes factores. fuentes de datos.
interpretación estadística.
Principalmente información
Métodos de encuestas y Técnicas para recopilar
cualitativa relacionada con Se conocen las opiniones de Generalmente, más tiempo
entrevistas (cuestionarios información de forma
los valores, las los clientes; los datos y mayor trabajo que la
escritos, entrevistas cara a directa de los individuos
percepciones, las opiniones, cuantitativos son utilización de los datos de
cara, entrevistas telefónicas utilizando formatos
los juicios y las complementarios. archivo.
e informante clave) estructurados o protocolos.
observaciones.
Principalmente cualitativa
relacionada con las
opiniones y los juicios de
expertos, las percepciones Es una oportunidad para
del grupo y las perspectivas favorecer conversaciones
Procesos grupales (reunión
Técnicas que implican a sobre los valores, la fluidas y naturales en torno La disponibilidad de tiempo
o encuentro comunitario,
grupos pequeños o extensos importancia de una a un tema; se puede y recursos.
grupos de discusión,
de participantes. necesidad específica; complementar con otros
proceso de grupo nominal)
información de las datos.
causas/barreras; se
identifican las prioridades;
consenso en los objetivos o
en las acciones planteadas.
Fuente: traducción libre de la autora a partir de Scaffa y Browson, 2014, pp. 68-70.

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5.3. Diseño de un programa de terapia ocupacional comunitaria

El diseño de un programa de terapia ocupacional comunitaria es un paso fundamental para


garantizar su efectividad en el contexto en el que este se pretende aplicar. En este sentido, es
fundamental que en el diseño del programa se tenga en cuenta su justificación y, por lo tanto,
la identificación de las necesidades que plantea la comunidad; que las metas y los objetivos del
programa estén bien definidos; que se tengan en cuenta los recursos comunitarios disponibles,
así como que se plantee un adecuado y ajustado plan de acción y cronograma en el que se
programen las actividades propuestas para solucionar los problemas identificados.

5.3.1. Justificación

Si bien la evaluación de necesidades se centra en la finalidad o logro que se pretende alcanzar,


el desarrollo del programa tiene como principal interés plantear las soluciones que se
proponen para solventar las necesidades identificadas. De este modo, es fundamental realizar
una justificación del programa que dé respuesta al problema identificado y señalar de qué
modo se pretende dar una solución a este. Para ello, la justificación del programa constará
principalmente de tres aspectos, que son: los resultados de la evaluación de necesidades, un
análisis de la teoría existente referida a la temática de interés del programa y, por último, los
recursos disponibles que aporten información sobre los problemas que pretende resolver el
programa comunitario. Según sostienen Scaffa y Brownson (2014), cada vez que se realiza la
planificación de un programa, este se plantea de acuerdo con unos presupuestos o creencias
relacionados principalmente con las causas de los problemas identificados y el modo
considerado más adecuado para producir un cambio. No obstante, es fundamental que los
presupuestos o las creencias de un programa de terapia ocupacional comunitaria estén
basados en un marco teórico explícito. Así, este marco teórico es crucial para ofrecer una
explicación sobre la elección de la intervención para dar respuesta a los problemas planteados
en el programa. De modo que si no hay un marco teórico que respalde la elección de la
intervención, entonces no se podrá establecer un vínculo entre la intervención propuesta y el
resultado esperado tras la puesta en marcha del programa. La teoría es una explicación de por
qué ocurre un fenómeno particular y el modo en el que este se desarrolla. Así, la teoría tiene
como finalidad ofrecer respuestas a los actores que lideran la puesta en marcha de los
programas sobre qué actores están implicadas o no en un comportamiento específico de salud
y cómo vincular a las personas y comunidades para cambiar y mantener determinados
comportamientos (Scaffa y Brownson, 2014). De este modo, en la justificación de los
programas de terapia ocupacional comunitaria hay que considerar la teoría o teorías relativas
al tema abordado con la finalidad de determinar en qué factores hay que centrarse en la
evaluación del programa.

Además, es importante tener en cuenta que no existe una única teoría explicativa de un
problema identificado, sino varias teorías que desde múltiples perspectivas lanzan una mirada
complementaria que nos puede ayudar a abordar de forma global un tema particular. Con
respecto a esto, es también fundamental considerar teorías que estén centradas tanto a nivel
individual, grupal y comunitario como puede ser la teoría del aprendizaje social o también
denominada teoría cognitiva social.

De modo que en la justificación de un programa de terapia ocupacional comunitaria no solo es


relevante aludir a la teoría o teóricas que den una explicación sobre los problemas que dicho
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programa pretende abordar, sino también aprender a analizar la teoría para que sus
planteamientos ofrezcan un nuevo enfoque con los asuntos o problemas identificados.

Así, siguiendo los planteamientos de Scaffa y Brownson (2014), las principales características
de una teoría útil se centran en aquellas creencias o presupuestos sobre el comportamiento,
los problemas de salud de un grupo de población concreto y el entorno en el que se ubican.
Para el desarrollo de teorías es crucial fomentar la investigación.

5.3.2. Planteamiento de las metas y los objetivos

Teniendo en cuenta que las necesidades planteadas por una comunidad suelen ser muchas y
los recursos para atender esas necesidades son limitados, es fundamental establecer una
prioridad con respecto a los problemas identificados. Una vez que se han priorizado los
problemas de la comunidad –relacionados con las necesidades que de ellos se derivan–, es
importante establecer un listado de objetivos y metas indicando los recursos necesarios para
que estos puedan conseguirse.

Los objetivos y las metas conforman los elementos centrales de un programa de terapia
ocupacional comunitaria ya que expresan los logros que se pretenden alcanzar con el
desarrollo de dicho programa. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los objetivos y
las metas son aspectos diferentes pero complementarios. Ambos indican las prioridades del
programa comunitario, los resultados esperados, las prioridades de la comunidad y el plan de
evaluación. Además, otro aspecto relevante es que las metas y los objetivos de un programa
deben ser coherentes y estar conectados.

En el ámbito de la planificación de los servicios sociosanitarios, ámbito en el que podemos


ubicar los programas de terapia ocupacional comunitaria, la meta es un estado cuantificable
en relación con un estado deseado en relación con una necesidad de salud que ha sido
identificada previamente.

Así, la meta plantea una finalidad del programa a largo plazo con una visión global de modo
que no es directamente medible. Sin embargo, es fundamental que la meta de un programa
sea realista. Los programas suelen tener más de una meta ya que son el fundamento del
programa. Esto implica que la meta establece determinados pronunciamientos y valores de
modo que da cuenta de lo que finalmente se pretende conseguir a través de la puesta en
marcha del programa.

Por ejemplo, las posibles metas de un programa de terapia ocupacional comunitaria dirigido a
promover la participación de personas afectadas por la esquizofrenia se podrían resumir en las
siguientes:

• Empoderar a las personas afectadas por la esquizofrenia para llevar a cabo


actividades de participación social en la comunidad.
• Promover la participación de las personas afectadas por la esquizofrenia en la
toma de decisiones de las intervenciones terapéuticas.
• Prevenir el aislamiento social de las personas afectadas por la esquizofrenia a
través de ocupaciones que favorezcan la creación de vínculos de apoyo mutuo.

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Así, las metas de un programa comunitario son ambiciosas y frecuentemente ideales de lo que
se pretende conseguir con la puesta en marcha de un programa. Además, en las metas no se
plantean periodos para desarrollarlas pero permiten fundamentar un programa a partir de
determinados pronunciamientos y valores (Anguera, Chacón y Blanco, 2008, p. 55).

No obstante, el objetivo es algo que se desea conseguir con la puesta en marcha del programa
y, por lo tanto, es un resultado esperado. Por consiguiente, la consecución de un objetivo es la
muestra de que se ha dado solución a un problema. De este modo, según plantea Fernández-
Ballesteros (1995, p. 54), se entiende por objetivo la descripción específica de un determinado
resultado que se pretende conseguir. El objetivo pone de manifiesto que se ha mejorado un
estado de necesidad de un individuo o un grupo de individuos. A pesar de que existe confusión
entre los términos objetivo y meta, es importante aclarar su diferenciación.

Los objetivos se utilizan para lograr las metas. A diferencia de las metas, los objetivos indican
comportamientos específicos, están vinculados a una referencia temporal y a criterios de
medida. Por este motivo, los objetivos deberán ser claros, específicos, medibles, limitados
temporalmente y realistas. De modo, que los objetivos especifican las tareas y las actividades
necesarias para que puedan llevarse a cabo las metas planteadas en el programa. De ahí, que
una meta esté vinculada con diferentes objetivos para que cada uno de ellos hace referencia a
un aspecto necesario para que puedan conseguirse las metas propuestas en un programa.

Según indican Anguera, Chacón y Blanco (2008), los objetivos se pueden plantear en función
de tres criterios. Estos criterios son el resultado, el proceso y las actividades. Los objetivos
planteados en función del resultado indican que lo que se pretende es el fin en sí mismo. Los
objetivos cuyo criterio es el proceso centran su interés en cómo se articulan los distintos
medios para llegar al fin. Y por último, los objetivos cuyo criterio son las actividades tienen un
especial interés en el desglose de actividades del programa para analizar su desarrollo y
cumplimiento.

Teniendo en cuenta estos criterios, es fundamental considerar que los objetivos pueden
plantearse directamente en relación con los cambios que tienen que darse en los participantes
–referidos a su conocimiento, comportamiento o estado de salud– o en relación con los
cambios en los recursos o servicios. A continuación se muestran algunos ejemplos de objetivos
y su clasificación (cuadro 5.4).

Cuadro 5.4. Diferentes tipos de objetivos relacionados con una meta


Clasificación de los objetivos
Tipos de objetivos Explicación Ejemplo
Objetivo centrado en el Lo que se pretende conseguir Reducir el número de ingresos en
resultado es el fin en sí mismo. los recursos de salud mental.
Se centra en cómo se articulan
Objetivo centrado en el Reducir la incidencia de
los distintos medios para llegar
proceso esquizofrenia.
al fin.
Aumentar el acceso a los recursos
de salud mental. Reducir las
Su interés es desglosar las
situaciones de riesgo.
Objetivo centrado en las acciones del programa para
Favorecer la participación en
actividades analizar su desarrollo y
ocupaciones significativas.
cumplimiento.
Fomentar la autonomía en la vida
diaria.
Fuente: a partir de Anguera, Chacón y Blanco, 2008, p. 55.
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Otro modo de plantear los objetivos de un programa es estableciendo una diferencia entre los
objetivos generales (que es a lo que anteriormente se aludía con el término meta) y los
objetivos específicos. El objetivo general indica el propósito central del programa. Los
objetivos específicos son necesarios para alcanzar o consolidar el objetivo general planteado.

Cada uno de los objetivos específicos determina las diferentes acciones del programa
comunitario. De este modo, es importante considerar que una buena formulación de los
objetivos garantiza la elaboración de un buen programa comunitario, ya que en torno a los
objetivos se establece la coherencia de las actividades que componen el programa. La
redacción adecuada de los objetivos requiere contestar a las siguientes preguntas (Scaffa y
Brownson, 2014, p. 72):

• ¿Quiénes son los participantes?


• ¿Qué acciones realizarán?
• ¿En qué periodo de tiempo?
• ¿En qué medida se lleva a cabo o se completa esta acción? ¿Qué porcentaje de
participantes lograrán cumplir este objetivo?

Teniendo en cuenta estas preguntas, el objetivo de un programa de terapia ocupacional


comunitaria puede ser: En cinco meses, tras la realización del programa de promoción de las
habilidades sociales, el 85% de los participantes podrá llevar a cabo actividades de
participación social en contextos naturales.

5.3.3. Recursos comunitarios

En relación con los recursos que se han de tener en cuenta en la planificación de un programa
de terapia ocupacional comunitaria, es fundamental considerar, por un lado, aquellos
elementos disponibles para resolver un problema o llevar a cabo una acción propios de la
comunidad (Buades y Giménez, 2013). De modo que estos recursos comunitarios, producidos
por la propia población objeto del programa, son la muestra de la participación de la población
en algo que no es personal ni familiar, sino más bien comunitario.

Por consiguiente, todo grupo o asociación es un recurso potencial para su comunidad y hay
que considerarlo y valorarlo en la planificación del programa comunitario. Así, en la fase de
planificación del programa es importante, tal y como plantea Marchioni (2006), partir de lo
existente. Esto plantea considerar las condiciones sociales de la comunidad como los recursos
con los que dicha comunidad cuenta.

En este sentido, hay que evitar sobreponer nuevos recursos a los ya existentes en la
comunidad ya que esto plantearía una profunda contradicción y conflictos potenciales de
modo que influiría en los objetivos del programa comunitario.

Además, partir de lo existente también implica integrar los diferentes elementos –como son
las prestaciones o programas– de la acción social ya existente. Estos son los elementos
asistenciales y los centrados en la promoción y la prevención centrados en acciones para, en y
con la comunidad (Marchioni, 2006).

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5.3.4. Los tres protagonistas

De acuerdo con lo que plantean Marchioni, Mori y Álamo (2013) los tres protagonistas
principales de la intervención comunitaria son las administraciones, la ciudadanía y los
profesionales/técnicos (figura 5.1).

En primer lugar, se entiende por las administraciones tanto las administraciones públicas como
otras entidades y organizaciones, fundamentalmente del tercer sector, que intervienen en los
territorios y que administran recursos materiales, humanos y técnicos, entre otros. El segundo
protagonista es la ciudadanía, término seleccionado en detrimento del concepto población, ya
que está vinculado a los derechos necesarios para que se pueda desarrollar una intervención
comunitaria. Y por último, el tercer protagonista son los recursos profesionales/técnicos que
son aquellas personas que se relacionan directa y diariamente con la población gestionando
servicios, programas y prestaciones.

Cada uno de estos protagonistas tiene un papel fundamental en el proceso comunitario. Las
administraciones se encargan del gobierno de los asuntos públicos, la ciudadanía tiene como
papel ejercer el derecho de participación y, por último, los recursos técnicos tienen como
finalidad aportar conocimientos y elementos científicos a los otros protagonistas (Marchioni,
Mori y Álamo, 2013, p. 60).

Así, es fundamental que estos tres protagonistas se impliquen en el proceso comunitario de


acuerdo con la función específica que cada uno de ellos tiene que desempeñar. No obstante,
es importante considerar que cada uno de estos protagonistas puede promover e impulsar los
procesos comunitarios incluyendo a los demás protagonistas en este proceso.

Teniendo en cuenta que cada uno de estos protagonistas puede favorecer o dificultar el
proceso, es importante que el método utilizado tanto en la identificación como en la
planificación de la intervención comunitaria sea flexible y adaptable a las diferentes
situaciones y dificultades que puedan ir surgiendo durante el proceso.

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5.3.5. Plan de acción

La identificación, la planificación y la puesta en marcha de programas de intervención


comunitaria pueden ser impulsadas por diferentes protagonistas –como pueden ser las
administraciones, la ciudadanía y los profesionales/técnicos–.

De este modo, el protagonista del proceso que haya tomado la iniciativa deberá realizar una
planificación adecuada de los recursos para que el programa comunitario pueda desarrollarse
adecuadamente. No obstante, si bien la iniciativa para establecer el plan de acción de un
programa comunitario es liderada por uno de los protagonistas, es determinante que durante
este proceso se realicen aportaciones provenientes de los demás protagonistas, cada uno de
acuerdo con su papel.

5.4. Pautas para la presentación de un programa comunitario

A modo de conclusión de este capítulo, y teniendo en cuenta que no es posible establecer


unas directrices generales estándares en el ámbito de elaboración de programas comunitarios,
se recomiendan algunas pautas que pueden ser consideradas como orientación para la
presentación de programas.

Para ello, se recomienda de forma general estructurar la presentación del programa –escrita u
oral– en tres apartados (figura 5.2).

No obstante, es fundamental tener en cuenta las características específicas de cada programa


comunitario. Estos apartados son:

1. La descripción del programa que indica la identificación del programa. Este apartado
debe contener al menos:
• El nombre del programa.
• Los objetivos (generales y específicos o bien objetivos en función del resultado,
proceso y actividades).
• Fundamentación o justificación.
• Cobertura espacial o geográfica.
• Usuarios o potenciales usuarios del programa.
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2. El desarrollo del programa indicando el plan de intervención y:
• Las acciones que hay que llevar a cabo y quién es el responsable de hacerlo.
Además, es importante detallar el modo en el que se van a desarrollar estas
acciones y señalar el tiempo, los recursos y otros aspectos considerados de
interés.
• Fijar anticipadamente las fechas e indicar las sincronías y diacronías que deben
respetarse entre las acciones. Para ello, puede utilizarse el diagrama de barras
de Gantt o el método PERT.
3. Presupuesto y recursos del programa. En este apartado se debe especificar:
• Un presupuesto completo y detallado del programa en el que se indiquen los
costes por partidas y se señale quién asumiría esos costes.
• Los recursos humanos, instrumentales y económicos, así como los equipos,
instalaciones y locales que requiere el desarrollo del programa comunitario.
• Los recursos ya existentes y recursos polivalentes.
• El planteamiento financiero indicando si la financiación será interna, externa o
mixta.

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