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La 

Carta Democrática Interamericana,

Aprobada el 11 de septiembre de 2001, en sesión especial de la Asamblea de


la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Lima, Perú, es un
instrumento que proclama como objetivo principal el fortalecimiento y
preservación de la institucionalidad democrática, al establecer que la ruptura
del orden democrático o su alteración, que afecte gravemente el orden
democrático en un Estado (País) miembro, constituye "un obstáculo
insuperable" para la participación de su gobierno en las diversas instancias de
la OEA.

La Carta Interamericana implica en lo político, el compromiso de los


gobernantes de cada país con la democracia teniendo como base el
reconocimiento de la dignidad humana. En lo histórico, recoge los aportes de la
carta de la OEA. En lo sociológico, expresa la demanda de los pueblos de
América por el derecho a la democracia y en lo jurídico, aunque se trate de una
resolución y no de un tratado, es claro que no es una resolución cualquiera,
porque fue expedida como herramienta de actualización e interpretación de la
Carta Fundacional de la OEA, dentro del espíritu del desarrollo progresivo del
derecho internacional.

El documento también establece cuáles son los elementos esenciales de la


democracia representativa, como el respeto a los derechos humanos, la
separación e independencia de los poderes públicos y la libertad de expresión.

CARTA DE LA ORGANIZACION DE LOS ESTADOS AMERICANOS 

EN NOMBRE DE SUS PUEBLOS LOS ESTADOS REPRESENTADOS EN LA


IX CONFERENCIA INTERNACIONAL AMERICANA,
Convencidos de que la misión histórica de América es ofrecer al hombre una
tierra de libertad y un ámbito favorable para el desarrollo de su personalidad y
la realización de sus justas aspiraciones;
Conscientes de que esa misión ha inspirado ya numerosos convenios y
acuerdos cuya virtud esencial radica en el anhelo de convivir en paz y de
propiciar, mediante su mutua comprensión y su respeto por la soberanía de
cada uno, el mejoramiento de todos en la independencia, en la igualdad y en
el derecho;
Ciertos de que la democracia representativa es condición indispensable para
la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región;
Seguros de que el sentido genuino de la solidaridad americana y de la buena
vecindad no puede ser otro que el de consolidar en este Continente, dentro
del marco de las instituciones democráticas, un régimen de libertad individual
y de justicia social, fundado en el respeto de los derechos esenciales del
hombre;
Persuadidos de que el bienestar de todos ellos, así como su contribución al
progreso y la civilización del mundo, habrá de requerir, cada día más, una
intensa cooperación continental;
Determinados a perseverar en la noble empresa que la Humanidad ha
confiado a las Naciones Unidas, cuyos principios y propósitos reafirman
solemnemente;
Convencidos de que la organización jurídica es una condición necesaria para
la seguridad y la paz, fundadas en el orden moral y en la justicia, y
De acuerdo con la Resolución IX de la Conferencia sobre Problemas de la
Guerra y de la Paz, reunida en la Ciudad de México,

Artículo 20
de la carta democrática interamericana:

En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden


constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado

Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del


Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y
adoptar las decisiones que estime conveniente.

El Consejo Permanente, según la situación, podrá disponer la realización de las


gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover
la normalización de la institucionalidad democrática.

Si las gestiones diplomáticas resultaren infructuosas o si la urgencia del caso lo


aconsejare, el Consejo Permanente convocará de inmediato un período
extraordinario de sesiones de la Asamblea General para que ésta adopte las
decisiones que estime apropiadas, incluyendo gestiones diplomáticas,
conforme a la Carta de la Organización, el derecho internacional y las
disposiciones de la presente Carta Democrática.
Durante el proceso se realizarán las gestiones diplomáticas necesarias,
incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la
institucionalidad democrática.

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