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Es interesante la manera en la cual se abarca el tema de la contaminación del

agua y el aire en el documental mencionado. Al parecer no soy el único que está


de acuerdo en que la razón de todo el desorden actual, no es más que la egoísta
lucha de milenios en la búsqueda de poder protagonizada por el Hombre.

El planeta de por sí, ha desarrollado, perfeccionado y mantenido un


equilibrio perfecto; equilibrio este que le demoró al menos 4.000 millones de años
llevar a cabo. Sin embargo, desde la aparición del hombre en el escenario, cada
revolución generada desde entonces por él mismo ha tenido su repercusión en el
medio que lo rodea, multiplicándose tal afección de manera exorbitante durante
los últimos 70 años hasta alcanzar un ámbito global.

El hombre, como la mayoría de los seres vivos, necesita agua para


subsistir. Así que en su intento de “conquistar la tierra” estableció sus ciudades
cercanas al curso de los ríos, alrededor de lago y mares; manantiales u aguas
subterráneas. La tierra le confió lo más preciado de sus recursos, para que
creciera y fuera grande, le enseñó a dominar los suelos para cultivarlos y saciar
sus necesidades de nutrientes; no obstante, el hombre primitivo entendía de
límites y los guardaba, respetaba venerablemente todo lo que por gracia le fue
entregado.

Pero algo ocurrió, de alguna manera el mal se implantó en la mente de


aquel hombre; se vio en la posibilidad de llegar mucho más allá, la ambición lo
consumió y pasó de este estado de latencia a una nueva era de crecimiento
exponencial. Ya no era la simple subsistencia la fuente de su inspiración, sino un
acelerado afán de poder, el mismo poder que hoy sigue llevando al mundo a la
destrucción.

Tal crecimiento se traduciría en un mayor requerimiento de alimentos; por


tanto, tomamos espacio que no nos pertenecía para sembrar, criar, procesar,
empacar… aunado a esto descubrimos el potencial existente en restos
hidrocarbonados reservados debajo de la tierra y utilizamos dicha energía para
mover nuestros automóviles y el acelerado estilo de vida del hombre actual. Al
oxidar combustibles fósiles liberamos enormes cantidades de CO2 a la atmosfera,
cantidades que nunca el hombre había experimentado en su historia. En
consecuencia, hoy somos más susceptibles a enfermedades de las vías
respiratorias; muchos ecosistemas, en especial los marinos, se ven afectados; el
planeta cada vez está más caliente a causa del efecto de invernadero; los polos se
derriten por el aumento de la temperatura; aumenta el nivel del mar afectando la
estadía que una inmensa población que habita a sus orillas.

Ahora bien, nunca supimos cuando detenernos. Tal vez la solución hubiese
sido tan sencilla como paralizar nuestro comportamiento irrespetuoso, pero no fue
así, seguimos ciegamente sin la intención de detenernos.

No obstante vemos el ejemplo de países que demostraron que si se puede


hacer la diferencia, que en realidad “aún quedan soluciones”. A mi parecer todo
radicaría en seguir su ejemplo si queremos un cambio en nuestro entorno, tan solo
bastaría con un cambio de mentalidad, la implantación de cultura ambiental; con
esto último me refiero a “impartir una educación que sensibilice el alma del niño
joven y adulto por la conservación del planeta” Gustavo Salcedo.

Es cierto, nuestra realidad se ve opacada por un corrupto entorno político;


tal vez esté en los niños la solución, los futuros abogados, ingenieros, presidentes,
médicos. O quizás, quien podría suponer que alguno de nosotros se levante con
fundamento y sea ese cambio que necesita por lo menos mi ciudad; o Por qué no,
mi estado.

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