Está en la página 1de 4

Estudiante:

Eridania López.

Matricula:
20210300.

Maestro:
Leopoldo carretero.
.

Asignatura:
Psicofisiología

Tema.
Aprendizaje y memoria.
Aprendizaje y memoria.

El término aprendizaje se refiere al proceso mediante el cual las experiencias


modifican nuestro sistema nervioso y, por lo tanto, nuestra conducta. A estos cambios
les llamamos recuerdos. Aunque resulta práctico describir los recuerdos como si
fueran notas guardadas en archivadores, en verdad no es así cómo el cerebro refleja
las experiencias. Las experiencias no se «almacenan»; más bien, cambian el modo en
que percibimos, actuamos, pensamos y planificamos. Hacen esto cambiando la
estructura del sistema nervioso, alterando los circuitos neuralesque participan en
percibir, actuar, pensar y planificar.
La función primordial de la capacidad de aprender es desarrollar conductas que se
adapten a un entorno que cambia constantemente. La capacidad de aprender nos
permite conseguir alimento cuando tenemos hambre, calor cuando tenemos frío y
compañía cuando estamos solos. También nos permite evitar objetos o situaciones
que podrían dañarnos. Sin embargo, el hecho de que el objetivo final del aprendizaje
sea producir un cambio provechoso de la conducta no significa que el aprendizaje
tenga lugar sólo en las regiones cerebrales que controlan el movimiento.
El aprendizaje puede presentar al menos cuatro formas básicas: aprendizaje
perceptivo, aprendizaje estímulo-respuesta, aprendizaje motor y aprendizaje
relacional.
El aprendizaje perceptivo es la capacidad para aprender a reconocer estímulos que
ya se han percibido antes. La función básica de este tipo de aprendizaje es aportar la
capacidad de identificar y catalogar objetos (incluyendo a otros miembros de nuestra
especie) y situaciones. A menos que hayamos aprendido a reconocer algo, no
podemos saber cómo deberíamos actuar ante ello (no nos beneficiaremos de nuestra
experiencia con ello, y beneficiarse de la experiencia es lo que sobre todo caracteriza
al aprendizaje).
El aprendizaje estímulo-respuesta consiste en la capacidad de aprender a ejecutar una
conducta determinada cuando se presenta un estímulo determinado. De modo que
involucra el establecimiento de conexiones entre los circuitos que participan en la
percepción y los que participan en el movimiento. La conducta podría ser una
respuesta automática, como un reflejo de defensa, o una compleja secuencia de
movimientos previamente aprendidos.
El aprendizaje estímulo-respuesta incluye dos categorías principales de aprendizaje
que han sido ampliamente estudiadas por los psicólogos: el condicionamiento clásico y
el condicionamiento instrumental El condicionamiento clásico es una forma de
aprendizaje en la que un estímulo sin importancia adquiere las propiedades de uno
importante. Implica una asociación entre dos estímulos. Un estímulo que previamente
tenía escasa repercusión en la conducta llega a ser capaz de producir una conducta
refleja, típica de especie. Por ejemplo, una respuesta defensiva de parpadeo puede
condicionarse a un tono.
Si administramos un breve soplo de aire en el ojo de un conejo, automáticamente
parpadeará. Dicha respuesta se denomina respuesta incondicionada (RI), porque
ocurre de modo incondicionado, sin ningún entrenamiento especial. El estímulo que la
produce (el soplo de aire) se llama estímulo incondicionado (EI). Iniciamos ahora el
entrenamiento.
Consideremos ahora cómo funciona el circuito. Si presentamos un tono de 1.000 Hz,
vemos que el animal no muestra ninguna reacción debido a que la sinapsis que
conecta la neurona sensible al tono con la neurona del sistema motor es débil. Es
decir, cuando un potencial de acción alcanza el botón terminal de la sinapsis T
(correspondiente al tono), el PEP que provoca en la dendrita de la neurona motora es
demasiado reducido para hacer que la neurona emita un potencial de acción. Sin
embargo, si presentamos un soplo de aire en un ojo, éste parpadea.
Esta reacción ocurre porque la naturaleza ha dotado al animal de una sinapsis fuerte
entre la neurona somatosensorial y la motoneurona que ocasiona el parpadeo
(sinapsis S, de «soplo»). Para establecer un condicionamiento clásico, primero
presentamos el tono de 1.000 Hz y luego, casi inmediatamente después, un soplo de
aire. Después de repetir varias veces este emparejamiento de estímulos, vemos que
se puede prescindir del soplo de aire: el tono de 1.000 Hz produce por sí mismo el
parpadeo.
Hace más de cincuenta años, Hebb propuso un teorema que podría explicar cómo la
experiencia cambia las neuronas de un modo que ocasionaría cambios en la conducta
(Hebb, 1949). El principio de Hebb defiende que si una sinapsis se activa
repetidamente al mismo tiempo que la neurona postsináptica emite potenciales de
acción, tendrán lugar una serie de cambios en la estructura o en la neuroquímica de la
sinapsis que la reforzarán.
El condicionamiento instrumental es una forma más flexible de aprendizaje. Permite
que un organismo modifique su conducta en función de las consecuencias que
acarrea. Esto es, cuando una conducta se sigue de consecuencias favorables, ésta
tiende a darse con mayor frecuencia; cuando se sigue de consecuencias
desfavorables, tiende a realizarse con menos frecuencia.
En conjunto, se alude a las «consecuencias favorables» como estímulos reforzantes y
a las «consecuencias desfavorables» como estímulos punitivos. Por ejemplo, una
respuesta que permite que un organismo hambriento encuentre alimento será
reforzada, y una respuesta que cause dolor será castigada. Analicemos el proceso del
refuerzo. En pocas palabras, el refuerzo produce cambios en el sistema nervioso de
un animal que aumentan la probabilidad de que un determinado estimulo induzca una
determinada respuesta.
Por ejemplo, cuando se coloca por primera vez a una rata hambrienta en una jaula
operante (una «jaula de Skinner»), no es muy probable que apriete la palanca
instalada en uno de sus paneles. Sin embargo, si la aprieta y recibe algo de comida
inmediatamente después, aumenta la probabilidad de que vuelva a dar esa respuesta.
Dicho de otro modo, el refuerzo hace que ver la palanca sirva de estímulo que provoca
la respuesta de apretarla.
La tercera categoría principal de aprendizaje, el aprendizaje motor, es en realidad una
forma especial de aprendizaje estímulo-respuesta. Simplificando, se puede considerar
al aprendizaje perceptivo como el establecimiento de cambios en los sistemas
sensoriales del encéfalo, al aprendizaje estímulo-respuesta como el establecimiento
de conexiones entre sistemas sensoriales y sistemas motores, y al aprendizaje motor
como el establecimiento de cambios en los sistemas motores. Pero, de hecho, el
aprendizaje motor no puede suceder sin la guía sensorial del entorno.
Por ejemplo, la mayoría de los movimientos de precisión implican la
interacción con objetos: bicicletas, máquinas «del millón», agujas de hacer
punto, etc. Incluso los que hacemos sin objetos, como los pasos de baile en
solitario, suponen retroalimentación de las articulaciones, los músculos, el
aparato vestibular, los ojos o el contacto entre los pies y el suelo.
En una circunstancia concreta de aprendizaje pueden intervenir, en diferente
grado, los tres tipos de aprendizaje que se han descrito aquí hasta ahora:
perceptivo, estímulo-respuesta y motor. Por ejemplo, si se enseña a un animal
a dar una nueva respuesta cada vez que se le presente un estímulo que no ha
visto nunca, ha de aprender a reconocer ese estímulo (aprendizaje perceptivo)
y a ejecutar la respuesta (aprendizaje motor); y tiene que establecerse una
conexión entre estos dos nuevos recuerdos (aprendizaje estímulo-respuesta).
Si se le enseña a ejecutar una respuesta que ya ha aprendido cada vez que se
le presente un nuevo estímulo, sólo tendrán lugar un aprendizaje perceptivo y
un aprendizaje estímulo-respuesta.
Las tres formas de aprendizaje descritas hasta aquí consisten básicamente en
cambios que suceden en un sistema sensorial, entre un sistema sensorial y el sistema
motor o en el sistema motor. Pero es evidente que el aprendizaje suele ser una
cuestión más compleja. El cuarto tipo de aprendizaje supone aprender las relaciones
que existen entre estímulos individuales. Por ejemplo, una forma de aprendizaje
perceptivo algo más compleja requiere conexiones entre diferentes áreas de la corteza
asociativa. Cuando oímos el maullido de un gato en la oscuridad podemos imaginar el
aspecto del gato y lo que sentiríamos si le tocáramos la piel.
Así pues, los circuitos neurales de la corteza auditiva de asociación que reconocen el
maullido se conectan de algún modo con los circuitos correspondientes de la corteza
visual de asociación y la corteza somatosensorial de asociación. Estas interconexiones
se logran asimismo como resultado del aprendizaje.
La percepción de la localización espacial —aprendizaje espacial— implica también
aprender las relaciones existentes entre diversos estímulos. Por ejemplo, pensemos
en lo que tenemos que aprender para familiarizarnos con lo que hay en una
habitación. Primero, hemos de aprender a reconocer cada uno de los objetos.
Además, tenemos que aprender cómo se localizan uno respecto a otro. En
consecuencia, cuando nos encontramos en un lugar determinado de la habitación,
percibir esos objetos y su localización con respecto a nosotros nos indica exactamente
dónde estamos.
Depresión a largo plazo

Ya se ha mencionado anteriormente que la estimulación de baja frecuencia de las aferencias


sinápticas a una célula, puede disminuir en lugar de aumentar la fuerza de sus sinapsis. Este
hecho, llamado depresión a largo plazo, también tiene una función en el aprendizaje. Al fin y al
cabo, aunque hay una elevada cantidad de sinapsis en el encéfalo, ésta es limitada, pero los
animales pueden seguir aprendiendo a lo largo de su vida. Por ello, no parece probable que
cuando una sinapsis se ha reforzado permanezca así para siempre. Dudek y Bear (1992)
estimularon los colaterales de Schaffer aferentes a las neuronas de CA1 en secciones
hipocampales con 900 pulsos de corriente eléctrica, con una frecuencia de 1 a 50 Hz.

También podría gustarte