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Buenos Aires fue designada capital del virreinato del Río de la Plata en 1776. De esta forma se
convertía en un importante puerto vinculado a las acciones comerciales e intermediaria con el
Alto Perú.
Guerras napoleónicas:
La derrota de las tropas francoespañolas en Trafalgar (1805) por los ingleses fortalecieron los
intereses británicos en las colonias españolas. Ante una Europa devastada por la guerra y los
bloqueos que interrumpían el comercio, las colonias se convirtieron en botín de estas disputas.
Mientras, Napoleón se consolidó en el continente con la anexión de Viena y la posterior
organización de la Confederación del Rhin (1806-1813) que incluía 16 Estados alemanes bajo
su poder.
En Buenos Aires, el virrey del Río de la Plata, Sobremonte, desconfiaba de los rumores del
ataque británico, pensando que sólo atacarían Montevideo. Por lo tanto, ante la presencia de
las tropas inglesas intervino de forma improvisada.
Cerca del mediodía del 27 de junio de 1806, Beresford se dirigió al fuerte y asumió el gobierno
en nombre del rey Jorge de Inglaterra. Durante 46 días, la bandera británica flameó en Buenos
Aires. A pesar de esto, decide mantener en funciones el Cabildo, la protección del obispo, las
pertenecías de la iglesia y las garantías civiles.
Entre las principales medidas que tomó, reglamentó el libre comercio y la dependencia inglesa.
El Reglamento de Comercio establecía la abolición de los impuestos internos de exportación
pero también garantizaba lo mismo para la importación (predominantemente británica). Esta
medida afectó a los sectores monopolistas españoles, por esto, Martín de Álzaga será uno de
los principales comerciantes españoles que organiza la resistencia.
Otro decreto se refiere a que los esclavos mantendrían su carácter reafirmando su condición
de potencia esclavista: “permanecen en el mismo estado en que estaban, sin variación alguna,
que deben estar sujetos a sus amos, obedecerlos en un todo con absolutista subordinación, y
no andar ociosos por las calles, bajo las más rigurosas penas”
“Fue sólo cuando Beresford indicó claramente que lo único que podía otorgar era el status de
colonia inglesa en cambio del de colonia española, cuando el celo patriota consideró oportuno
expulsar al intruso británico” (M. Peña, 1973)
La cita de Peña explica que el problema de fondo no fue que la clase dominante criolla
estuviera en contra del protectorado inglés (aunque manteniendo su autonomía), sino que no
estaba dispuesta a mantener la situación colonial.
La defensa de Buenos Aires contó con tres principales actores: el mencionado Martín de
Álzaga, Santiago de Liniers y Martín de Pueyrredón. Liniers fue el comandante de la resistencia
reclutando tropas en Buenos Aires y Montevideo. Si bien este aspecto es el más destacado en
el relato histórico de impronta militarista; hay una combinación de distintas acciones: la
organización de la recluta de gauchos y paisanos de la campaña y la formación de guerrillas
populares urbanas (3 mil hombres y mujeres, entre las que destacó Manuela Pedraza).
Para la derrota de las tropas británicas se produjeron distintas acciones: luchas en la campaña
y la ciudad, la entrada de las tropas de Liniers por el norte de la ciudad, las de Pueyrredón en
las costas (donde participó Güemes), con importantes movilizaciones populares y la
organización de los vecinos desde sus viviendas.
Durante tres días se festejó la reconquista. Sobremonte pretendió arrogarse el triunfo a pesar
de no haber participado, hecho que generó un amplio repudio entre los sectores que habían
enfrentado a las tropas británicas quienes pidieron su destitución. El 14 de agosto se celebró
un Cabildo abierto, afuera una multitud de 4.000 pobladores pedía la renuncia del virrey. A
pesar de esto, los cabildantes optaron por una forma mediada: Sobremonte continuó con el
cargo de virrey, pero fue despojado del poder militar (otorgado a Liniers) y el político que
recayó en la Audiencia.
La destitución del virrey hubiese significado la pronta organización de una nueva forma de
gobierno y el predominio de los grupos burgueses que estaban adquiriendo más peso no solo
económico sino militar. Es la elite criolla dominante (expresada en el Cabildo) la que otorgó a
Liniers un rol protagónico (al menos por un corto tiempo). En sus facultades, convocó a todos
los hombres de entre 16 y 50 años para sumarse a los distintos batallones que cuidarían a la
ciudad frente ante posibles ataques de las potencias extranjeras. Se conformaron 10
batallones (5 de criollos y 5 de españoles). Además de los Cuerpos de Marina, Artillería,
Caballería, Blandengues, Dragones entre otros. Otro agrupamiento como la Legión Patricia al
mando de Cornelio Saavedra, es considerado como los antecedentes directos del Ejército
Nacional.
El 7 de noviembre de 1806 los jefes de los cuerpos pidieron al Cabildo que ordenara que todos
los que no se habían alistado lo hicieran en un plazo de 4 días sin excepción, sino serían
sospechosos para la patria. De esta forma se efectúo un empadronamiento forzoso de los
sectores populares que habían defendido a Buenos Aires de la invasión inglesa, para ponerlos
al servicio de los intereses de los grupos dominantes.