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TEMA 2. ¿ACTIVIDAD TÉCNICA O VOCACIÓN PROFESIONAL?

Concepto claves: Trabajo, profesión, vocación, sentido objetivo, sentido subjetivo

1. El trabajo y sus características

La clase pasada estudiamos la importancia de la ética en la vida laboral, así como en qué
consiste la formación del carácter en un profesional. En esta sesión estudiaremos
cuestiones relevantes sobre la vocación profesional, descubriremos el sentido profundo
del trabajo y en qué consisten las competencias profesionales. Con ello queremos ampliar
la mirada sobre el mundo laboral, evitando así una visión materialista de esta actividad.

El trabajo como actividad es parte esencial de la vida de la persona y de una sociedad; es


parte de la realidad humana y parte importante para nuestra realización personal y
contribución del bien común. El trabajo es una actividad consciente, libre, voluntaria y
necesaria; y cuyos resultados repercuten en el desarrollo humano de quién realiza la
actividad y en el bienestar de la sociedad. La persona, en el trabajo desarrolla todos sus
talentos, creatividad, imaginación, y con ello va configurando su modo de ser, es decir, su
identidad. Por ello, puede considerarse como trabajo toda actividad personal que se
realiza buscando algún beneficio económico ya sea produciendo bienes materiales,
culturales o de esparcimiento, o procurando fines educativos o asistenciales, o prestando
cualquier otro servicio1. Para mayor comprensión de la importancia del trabajo sería
bueno señalar algunas características:

a) El trabajo es una actividad humana. Si el trabajo es una actividad humana, eso


implica que tal actividad la realiza solo la persona humana y como tal, esta
contribuye a la perfección de la persona. Cabe señalar que todo trabajo es una

1
D. Melé, Ética en la Organización del Trabajo: Trabajo Decente y Trabajo con Sentido, IESE, 2010.
actividad humana, esto quiere decir que es libre, pues podemos desarrollar
nuestros talentos y capacidades y poner un sello propio; sin embargo, no toda
actividad humana es trabajo, por ejemplo la persona que hace un voluntariado en
alguna institución benéfica. Ahora bien, el centro y la finalidad del trabajo es
dignificar a la persona humana y con ello contribuir a una sociedad más humana y
justa (por eso, por ejemplo, la esclavitud no es considerada trabajo, como tampoco
la prostitución, el narcotráfico, el robo, etc.). En algún sentido, el trabajo es una de
las tantas formas en cual la persona se expresa y manifiesta lo que es. Asimismo,
tiene implicaciones éticas, y por lo tanto, es algo dotado de dignidad y con
capacidad para mejorar a quien lo realiza. Por ello, ha de contribuir a la realización
y desarrollo personal del trabajador2.
Por otro lado, si es una actividad libre, la persona tiene responsabilidad al
respecto, es decir, tiene que responder por el trabajo que realizó o dejó realizar.
En este sentido, no está demás señalar que por estas razones ni los animales ni las
máquinas trabajan. Dicho lo anterior, se comprende que el trabajo tenga una
dimensión ética, ya que es realizado por personas. Además podemos decir que el
trabajo es una actividad que implica el esfuerzo (intencional) ya sea físico o
intelectual. Así por ejemplo, un ingeniero en construcción hará un esfuerzo
intelectual para presupuestar los recursos de los materiales de un proyecto; un
técnico en turismo aventura además del esfuerzo intelectual de planificar la ruta,
tomar decisiones, orientarse en el lugar, también pondrá el esfuerzo físico cuando
tenga que guiar caminatas; etc.

b) El trabajo permite desarrollar la vocación profesional. En el trabajo podemos


desarrollar una serie de talentos y poner a disposición todas nuestras capacidades.
No obstante, bien sabemos que una parte importante del trabajo es la

2
Cfr. D. Melé, Ética en la organización del trabajo: trabajo decente y trabajo con sentido, IESE Business
School, 2010.
remuneración, y, su importancia radica en que simboliza un acto de justicia en
donde se paga lo que corresponde por el trabajo realizado. En efecto, no sería
justo que por un trabajo no se remunere lo que corresponde. Sin embargo, esto no
quiere decir que se esté reduciendo el trabajo al tema monetario. Pues, cualquier
intento de reducir el trabajo a un mero instrumento de producción o una simple
fuerza, acabaría por desnaturalizar la esencia del trabajo, privándolo de su
finalidad más noble: la persona humana y su dignidad. Por otro lado, es justo
señalar que el trabajo debería manifestar la vocación de cada persona. El término
vocación3, significa llamado y en este contexto es el llamado de la inteligencia para
ejercer tal o cual actividad o bien "impulso vital a lo que quiero dedicar mi vida,
porque me gusta y tengo ciertas habilidades para ello y porque lograré percibir
algún bien monetario a cambio”. Pero no es cualquier vocación, sino una
profesional. Esto quiere decir que hay una especialización sobre un quehacer
específico, pero por otro lado y lo más importante es que hay una profesionalidad:
cualidad del buen profesional es decir, trabajar bien, esto es virtuosamente y con
sentido de responsabilidad del servicio que se está prestando.

c) El trabajo y la excelencia profesional. En la primera clase, hemos visto que la ética


es sinónimo de excelencia y que la manera de llevar a cabo esto es mediante las
virtudes. Así también, dijimos que el trabajo está estrictamente relacionado con la
ética, pues esta actividad está relacionada con la persona y la perfecciona como
tal. Así, por ejemplo, si un técnico agrícola realiza bien su trabajo y produce buenos
resultados para las demás personas y la sociedad, es porque ante todo es una
persona virtuosa, con cualidades humanas, y esto se manifiesta también en su trabajo,
que realiza con excelencia. En este mismo sentido, esforzarse por la excelencia
profesional por medio de la práctica de las virtudes no solo nos ayuda a realizar el
trabajo bien hecho, sino que nos va haciendo crecer como personas; en

3
Utilizaremos el término en un contexto más amplio de tal manera de no vincularlo con un aspecto
religioso.
caso contrario, si las acciones son malas, es decir, viciosas, irán degradando al
profesional y junto a ello a la persona. En definitiva, la excelencia profesional es
fruto de un trabajo que se realiza de manera virtuosa.

d) El trabajo permite contribuir de manera efectiva a la sociedad: por medio del


trabajo, la persona es capaz de desarrollar sus talentos, así también crecer
personal y profesionalmente. Además, como seres sociales toda acción que
realizamos también tiene repercusiones en la vida social, es decir, en otras
personas. Que el trabajo tenga una dimensión social, está lejos de ser un slogan o
un simple sentimiento, más bien apunta a una realidad que es evidente: el trabajo
aporta de manera efectiva a conformar el bien común, de tal manera de contribuir
a la felicidad y perfección de las personas. Por ejemplo, si el ingeniero en
administración realiza bien su trabajo tendrá repercusión en su familia, pues su
trabajo le permite la subsistencia familiar, pero también influirá en la fuente
laboral de todos los de la empresa; o si el técnico en prevención de riesgos realiza
un mal trabajo puede poner en peligro la vida de los demás trabajadores; etc.
Vemos entonces la responsabilidad que conlleva realizar un buen trabajo.

e) El trabajo va de la mano con los avances tecnológicos. Una de las particularidades


del trabajo es que va tomando características propias de una determinada época.
Así por ejemplo, el cultivo de la tierra era en tiempos antiguos se desarrollaba con
la colaboración entre los seres humanos y los animales, sin embargo, el día de hoy,
las máquinas tienen una relevancia en el campo de la agricultura inimaginable; la
ciencias de la salud han avanzado de la mano con la tecnología; y la construcción
se ha tenido que modernizar a propósito de los nuevos estándares y exigencias de
calidad de vida. Da la impresión entonces, que es inseparable el trabajo de los
avances tecnológicos. Pero lejos de ser una amenaza, la tecnología ha sido un
verdadero aporte al trabajo, permitiendo el desarrollo que sin ella hubiese sido
imposible de lograr: las bases de datos digitales para llevar los registros, la
telemedicina, las clases por videoconferencia, etc.

Todos los elementos anteriormente señalados, y otros que puedes contribuir con tu
experiencia, hacen que el trabajo cobre un real sentido.
El trabajo puede ser percibido de muy diversos modos. Uno de ellos es que es algo arduo,
pesado, pero útil. Sin embargo, ver el trabajo únicamente como pura fatiga necesaria para
producir valor económico es una concepción muy pobre del trabajo. Como personas,
podemos buscar un sentido más profundo a la actividad laboral. Más allá del deber y la
obligación que tenemos para trabajar, podemos buscar motivos valiosos (y que superen la
mera recompensa monetaria) para ejercer la actividad laboral. El profesional de la
ilustración podrá tener como motivo comunicar con creatividad mensajes a través de
imágenes; el técnico agrícola poner de sí para sacar lo mejor de la naturaleza; el técnico en
enfermería el cuidado de la salud y de la dignidad humana del enfermo; el restaurador
patrimonial el deseo de resguardar la historia del país; etc. Al trabajar, el ser humano no
sólo cambia su entorno, sino que, en alguna medida, se cambia también a sí mismo, ya sea
experimentando satisfacciones o insatisfacciones o, de un modo más permanente,
adquiriendo aprendizajes técnicos o desarrollando cualidades que generan cierto
desarrollo humano (positivo o negativo). Respecto a esto último, el trabajo puede
desarrollar sentido de servicio, justicia e integridad o, por el contrario, puede deteriorar al
trabajador si trabaja sin ética.
Así, conscientemente, podemos hacer de nuestro trabajo un lugar de excelencia
profesional y vocacional; cuestión que solo se puede lograr mediante el ejercicio
constante de las virtudes.
2. La dimensión objetiva y subjetiva del trabajo

Tal como lo hemos visto, el trabajo es más que un simple esfuerzo y recibir una
recompensa monetaria. En este sentido, vamos a ver que el trabajo tiene dos dimensiones
que se distinguen, pero son complementarios, sin embargo, una estará por sobre la otra.

La dimensión objetiva del trabajo “hace referencia al producto final, las técnicas y
procesos requeridos para la producción de un bien o servicio”4. De alguna manera,
podríamos decir que son los resultados externos cuantificables y medibles. Por ejemplo, la
cantidad de edificios que ayudó construir el Ingeniero o lo efectivo que fue en su trabajo el
administrador de la empresa. Pero también, podría ser los instrumentos o tecnología que
se va inventando para hacer más eficiente el trabajo. No obstante, pese a la
industrialización del trabajo, los sucesivos cambios industriales y postindustriales,
demuestran de manera elocuente que, también en la época del «trabajo» cada vez más
mecanizado, el sujeto propio del trabajo sigue siendo la persona 5. Por lo mismo, la
dimensión objetiva no puede ser el criterio para saber qué es un trabajo y si esta actividad
está respetando la dignidad humana. Si asumiéramos este criterio, cualquier actividad que
solo produzca bienes o servicios podría ser considerada trabajo, por ejemplo, la trata de
personas, el robo, el narcotráfico, la tala ilegal de algún árbol protegido, etc.

Por lo mismo, se hace necesaria otra dimensión que le dé realmente el valor que
tiene el trabajo. A esta dimensión se le denomina subjetiva. La palabra se relaciona con el
sujeto y se refiere a que esta actividad solo la puede realizar la persona. Como persona, el
hombre es el sujeto del trabajo; como persona él trabaja, realiza varias acciones
pertenecientes al proceso del trabajo; éstas, independientemente de su contenido
objetivo (es decir, cuantitativo), han de servir todas ellas a la realización de su humanidad,
al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma

4 Juan Pablo II, encíclica «Laborem exercens», 14 septiembre de 1981, n. 6.


5 Cfr. Juan Pablo II, encíclica «Laborem exercens», 14 septiembre de 1981, n. 5.
humanidad6. Lo anterior permite no tratar el trabajo como una simple mercancía, un bien
de consumo o un elemento impersonal, más bien es un acto personal. En este sentido, el
trabajo permite manifestar en cierta medida lo que somos y se perfeccionan nuestras
capacidades para alcanzar nuestra excelencia profesional. El trabajo tiene una dimensión
superior, pues por medio de él la persona puede realizarse, pone en práctica no solo los
conocimientos propios de la “técnica”, sino también sus virtudes, sus talentos, su
creatividad, su imaginación en servicio para los demás; es ahí donde cada trabajador pone
un sello distintivo que lo diferencia del otro, que es su identidad derivada por el mismo
hecho que es persona al ser única e irrepetible 7. Este mismo carácter personal del trabajo
implica atender una visión global de las relaciones de la persona, es decir, al conjunto de
circunstancias vitales, entre las cuales, la familia ocupa un lugar especial. Así pues, el
trabajo es condición y posibilidad de la vida familiar y de su proyección en el tiempo, pues
posibilita obtener los medios de subsistencia que ésta exige. Así también, que los
integrantes de la familia vean que hay un espíritu de trabajo en el hogar, contribuye a
educar a los hijos en la laboriosidad e ir reconociendo la dignidad del trabajo; de algún
modo podríamos decir que es la primera escuela de trabajo doméstico8.

En suma, atendiendo a la complejidad y riqueza que el trabajo esconde y en especial


su carácter personal y familiar es que la dimensión subjetiva tiene preeminencia sobre la
dimensión objetiva.

3. Las competencias técnicas y el carácter moral

La complejidad del mundo laboral está a la vista y tendrás que hacer frente a una serie
de desafíos. Pero para eso es necesario que siempre te estés preparando. Si vamos a
visitar

6 Cfr. Juan Pablo II, encíclica «Laborem exercens», 14 septiembre de 1981, n. 5.


7 Cfr. Documento de Creación y Actualización de Programas de Estudio (CAPE), Duoc.
8 Cfr. Juan Pablo II, encíclica «Laborem exercens», 14 septiembre de 1981, n. 10.
a un enfermo a una clínica u hospital y vemos que un técnico de enfermería realiza de
manera impecable el procedimiento, pero maltrata a sus pacientes ¿le confiarías a tu
madre o a un hijo pequeño tuyo? Y de igual manera, si te toca con un técnico muy amable,
pero que no sabe realizar los procedimientos, y los pacientes salen todo adoloridos, ¿te
daría confianza? Igual nos puede suceder al contratar a un maestro para una reparación
en la casa. Naturalmente confiamos en los profesionales integrales, que son competentes
técnicamente y también éticamente. Sin embargo, vemos a menudo que la calidad ética y
formación humana es lo que más cotizan los empleadores cuando andan en busca de
trabajadores, pues las competencias técnicas las podrían reforzar con capacitaciones o
cursos, mientras que las éticas implican un cambio de modo de vida de la persona, pues
están arraigadas en el carácter y por tanto, no se improvisan, sino que requiere un hábito
estable en el tiempo.

Resumamos esta clase. El trabajo es una actividad humana que denota parte esencial
de la persona, es decir, permite manifestar en cierta medida lo que somos y se
perfeccionan nuestras capacidades para alcanzar nuestra excelencia profesional. Pero por
otro lado, el trabajo contribuye en varios aspectos: en acrecentar la realización personal,
desarrollar los talentos, el logro de la excelencia profesional, la subsistencia de la familia,
aportar de manera efectiva a la sociedad, etc. Por ende, prevalece el sentido subjetivo del
trabajo por sobre el objetivo.

Preguntas de apoyo:

1. Explica con tus palabras qué es el trabajo


2. ¿Consideras que tu trabajo (pensado o deseado) es actividad técnica o vocación
profesional?
3. ¿Por qué es importante el trabajo para ti?
4. ¿Qué harías como profesional para que la dimensión subjetiva del trabajo tenga
una real prevalencia?
5. Haz un listado de las cualidades humanas que debe tener un profesional para
realizar bien su trabajo.

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