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Arqueologia y Antropologia en La Encruci
Arqueologia y Antropologia en La Encruci
ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA
dades necesarias. Entre las primeras deberíamos contabilizar los registros ar-
queológicos y sociales que brinda este libro: dispersos en temáticas, ofrecen un
panorama de lo que buscan y encuentran los científicos en la profundidad del
suelo americano. Entre las segundas, se abre un horizonte de análisis intercultu-
rales que lentamente ponen en contacto y permiten examinar el costado ético de la
obtención de esos registros.
Probablemente sea premonitorio el haberlos reunido en una obra común.
EN LA ENCRUCIJADA
Este libro ofrece un conjunto de perspectivas sobre la arqueología, antropo-
logía e historia argentino-peruanas. Tienen en común el examen minucioso de las desafíos actuales en la investigación social
condiciones de producción de sus registros y de las consecuencias de haberlos
producido. Los autores son distinguidos especialistas en esas disciplinas y ofrecen
un aporte original a sus campos de investigación.
ACTAS
ACTAS DEL
DEL VI
VI COLOQUIO
COLOQUIO BINACIONAL
BINACIONAL ARGENTINO-PERUANO
ARGENTINO-PERUANO
ISBN: 978-987-26855-4-6
ISBN: 978-987-26855-4-6
Directores Académicos
César Gálvez Mora
Dirección Regional de Cultura-La Libertad, Ministerio de Cultura, República del Perú
José Díaz Heredia
Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, Iquitos, República del Perú
Ana María Rocchietti
Centro de Investigaciones Precolombinas, Buenos Aires, República Argentina
Miembros de Honor
Luis Guillermo Lumbreras
Carlos Pérez Zavala
Coordinadores Institucionales
María Victoria Fernández
Centro de Investigaciones Precolombinas
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I. S. P. Dr. “Joaquín V. González”
Secretarias
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Centro de Investigaciones Precolombinas
Graciana Pérez Zavala
Universidad Nacional de Río Cuarto
Tesoreros
Rubén Blanco
Centro de Investigaciones Precolombinas
Sol Aguirre
I. S. P. Dr. “Joaquín V. González”
Relaciones Institucionales
Julio Larroque
Centro de Investigaciones Precolombinas
Odlanyer Hernández de Lara
Cuba Arqueológica
Delegaciones Regionales
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María Laura Gili (Villa María, Argentina)
Graciana Pérez Zavala (Río Cuarto, Argentina)
Comité Científico
Nidia Areces
Universidad Nacional de Rosario
Antonio Austral
Universidad Nacional de La Plata
Liliana Barela
Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico, Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires; I. S. P. Dr. “Joaquín V. González”
Martha Bechis
Universidad de Buenos Aires
Ana Esther Koldorf
Universidad Nacional de Rosario
Mario Consens
Centro de Investigación de Arte Rupestre del Uruguay
Susana Fioretti
I. S. P. Dr. “Joaquín V. González”
Susana Martínez
I. S. P. Dr. “Joaquín V. González”
Luis Millones
Profesor Emérito de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Ruth Poujade
Universidad Nacional de Misiones
María Cecilia Stroppa
Universidad Nacional de Rosario
Alicia Tapia
Universidad de Buenos Aires, I. S. P. Dr. Joaquín V. González
Héctor Vázquez
Universidad Nacional de Rosario
Teresa Vega
Universidad del Comahue
Comisión Organizadora
Marcelo Acosta
Centro de Investigaciones Precolombinas, I. S. P. Dr. Joaquín V. González
Sebastián Cohen
Centro de Investigaciones Precolombinas, Universidad de Buenos Aires
Alejandro Daniele
I. S. P. Dr. Joaquín V. González
Martín Fioretti
I. S. P. Dr. Joaquín V. González
Ana María Gaytán
Centro de Investigaciones Precolombinas
María Concepción Godoy
I. S. P. Dr. Joaquín V. González, Centro de Investigaciones Precolombinas
Ernesto Lemos
Sociedad Luz; Universidad Popular Instituto Alfredo L. Palacios
Mirta Peralta
Centro de Investigaciones Precolombinas
Irene Scaletzky
Centro de Investigaciones Precolombinas
Yanina Aguilar
Universidad Nacional de Río Cuarto
Daniela Castro Cantoro
Universidad Nacional de Río Cuarto
Ernesto Olmedo
Universidad Nacional de Río Cuarto
Graciana Pérez Zabala
Universidad Nacional de Río Cuarto, Centro de Investigaciones Precolombinas
Arabella Ponzio
Universidad Nacional de Río Cuarto
Gustavo Torres
Universidad Nacional de Río Cuarto
Mariano Yedro
Universidad Nacional de Río Cuarto
Auspicios
Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Prof. Mariano Gambier, Facultad
de Filosofía, Humanidades y Artes, Universidad Nacional de San Juan
Centro de Estudios de Arqueología Histórica. Universidad Nacional de Rosario
Departamento de Arqueología. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad
Nacional de Rosario
Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur (TEFROS)
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, Universidad Nacional de San Juan
(Resolución No. 2293/11-FFHA)
EDITORIAL
L
as problemáticas de investigación contemporánea en el
campo de los estudios antropológicos, arqueológicos e
históricos se extienden, en la actualidad, a los intereses
epistemológicos y metodológicos así como a la sistematización
territorial de los bienes culturales que se originan por esta acti-
vidad académica. Se nutren de la acumulación de trabajos sin-
gulares en áreas geográficas que también lo son pero que con el
tiempo definen la potencialidad del conocimiento que desarro-
llan. Es el caso de este volumen, Sexto Coloquio Binacional Ar-
gentino-Peruano, que tuvo como marco la bella Casa del Virrey
Liniers, un nuevo centro cultural en la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, sede de la Dirección General de Patrimonio e
Instituto Histórico de la urbe.
El proceso teórico-práctico de la búsqueda del pasado
precolombino así como la constatación de que en Sudamérica
existen variadas formas históricas de vida social continúa sien-
do un faro atractivo para elaborar verdades posibles y verdades
necesarias. Entre las primeras deberíamos contabilizar los regis-
tros arqueológicos y sociales que brinda este libro: dispersos en
temáticas, ofrecen un panorama de lo que buscan y encuentran
los científicos en la profundidad del suelo americano. Entre las
segundas, se abre un horizonte de análisis interculturales que
lentamente ponen en contacto y permiten examinar el costado
ético de la obtención de esos registros.
Probablemente sea premonitorio el haberlos reunido en
una obra común.
Los Editores
Mariano Ramos
Programa de Arqueología Histórica y Estudios Pluridisciplinarios (PROARHEP)
Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján
Ciafic, Conicet
marianosramos@yahoo.com.ar
RESUMEN
En este trabajo trato los contextos que influyen en la generación del cono-
cimiento y se vinculan con la relación objetividad-subjetividad respecto de la in-
vestigación antropológica. Abordo algunas cuestiones de la Historia de la Ciencia
que se vinculan estrechamente con la Ciencia en general pero con el campo de las
Ciencias sociales en particular; asimismo los cambios en el rol del antropólogo. Por
otra parte, considero algunos aspectos vinculados con la Antropología social y la
Arqueología en particular. Pero también me propongo destacar la importancia de
los contextos que influyen, no sólo en la generación del conocimiento, sino tam-
bién en toda decisión tomada en la vida de una persona como individuo y como
miembro de una sociedad tome respecto de cualquier circunstancia de la llamada
realidad ya que los contextos que influyen en personas y grupos humanos, van mu-
cho más allá de la generación del conocimiento. Este tema incluye aspectos de his-
toria y memoria.
Palabras clave: contextos, conocimiento, Historia de la Ciencia, Antropología, Ar-
queología.
ABSTRACT
In this paper I address the contexts that influence the generation of know-
ledge and are linked to the relationship objectivity-subjectivity on anthropological
research. Board issues of the History of Science that are closely related to Science
in general but with the field of Social Sciences in particular, also the changes in the
role of the anthropologist. On the other hand, consider some aspects related to
Social Anthropology and Archaeology in particular. But I also intend to highlight
the importance of the contexts that influence not only in the generation of know-
ledge, but also in any decision taken in the life of a person as an individual and as a
member of a society take on any fact called reality as the contexts that influence
individuals and groups, go far beyond the generation of knowledge. This theme
includes aspects of history and memory.
Key words: context, knowledge, History of Science, Anthropology, Archaeology.
INTRODUCCIÓN
E
n esta presentación trato los contextos que influyen en la generación del co-
nocimiento que median en la relación objetividad-subjetividad respecto de
la investigación antropológica. Abordo algunas cuestiones de la Historia de
la Ciencia que se vinculan estrechamente con la Ciencia en general pero con el
campo de las Ciencias sociales en particular; asimismo los cambios en el rol del an-
tropólogo. Por otra parte, considero algunos aspectos vinculados con la Antropolo-
gía social y la Arqueología en particular. Pero también me propongo destacar la
importancia de los contextos que influyen, no sólo en la generación del conoci-
miento, sino también en toda decisión tomada en la vida de una persona como
individuo y como miembro de una sociedad respecto de cualquier circunstancia de
la llamada realidad ya que los contextos que influyen en personas y grupos huma-
nos, van mucho más allá de la generación del conocimiento. Este tema incluye
aspectos de historia y memoria.
Recientemente José Pablo Feinmann expresó:
“Sartre se equivocó cuando dijo que la existencia precede a la esencia.
Desde nuestro pensamiento situado se equivocó. Hablaba de un país del Primer
Mundo. Deteriorado por la guerra, pero sin hambre. Aquí la esencia precede a la
existencia. Porque la esencia de un pibe de una escuela rural no es la misma que
la de un pibe de un colegio privado. La esencia es lo que cada uno trae al mundo.
Al nacer ya tengo un pasado. Tengo padres, tengo una casa (si la tengo), tengo un
lugar al que llegué, puede ser Jujuy, Yahvi o la calle Arroyo, tengo comida, mu-
cha, poca o ni una mierda. Eso me condiciona. Condiciona mi vida. Construye mi
destino. Si no me alimento bien de pibe, si no recibo amor de mis padres, no voy a
saber dar amor, no voy a saber querer. En una escuela rural la maestra es una
piba llena de generosidad que hace lo mejor que puede. Pero en una privada de
San Isidro una maestra tiene una formación privilegiada que es la que trasmite a
los pibes que van a ser la derecha de mañana. Casi siempre es así. A veces no. Re-
beldes nunca faltan. Pibes que rompen con su clase social” (Feinmann 2011: 92).
familia, una sociedad, un mundo, una época. También, y en situación, una persona
con cierta sensibilidad social debería conmoverse frente a la desigualdad, la injus-
ticia y el futuro de la humanidad y creo que en esa reflexión de Feinmann eso re-
presenta lo esencial, pero su mención nos alcanza para demostrar la importancia y
la incidencia de los contextos.
El supuesto conocimiento de la realidad presente y pasada es obra de seres
humanos. Ese conocimiento no se genera en situaciones ideales, asépticas, libre de
contaminaciones, no es producto de un ensayo químico en un lugar cerrado. Cuan-
do los seres humanos reflexionan y razonan acerca de los comportamientos de so-
ciedades humanas, lo hacen desde perspectivas que no son similares a las condi-
ciones que se pueden dar en el ámbito de un laboratorio. Los estudios sociales no
son como los estudios de las Ciencias naturales. Si nos ubicamos en el campo de la
Antropología, debemos considerar que las actividades cotidianas de una comunidad
en estudio son irrepetibles, a la vez que incontrastables por otro antropólogo que
quisiera revisar las experiencias de un antropólogo que estudió antes aquella socie-
dad. Existen variaciones, pequeños o grandes cambios. Los hechos, aunque se ma-
nifiesten en forma casi mecánica no se repiten; tampoco son idénticas las interpre-
taciones que de ellos pueden hacer dos personas e incluso, como tampoco las
disquisiciones de una misma persona acerca de dos eventos similares pero conse-
cutivos en el mismo ámbito. Las situaciones varían, aunque sea en forma mínima o
apenas imperceptible y las interpretaciones que hacemos de ellas también.
Respecto de lo arqueológico, ocurre algo similar. A la hora de la interpre-
tación de un registro arqueológico y por más que se cuente con mucha experiencia
en relación con el estudio de una etapa de la humanidad, un período o determina-
dos tipos de sitio, un arqueólogo no puede saber exactamente todo acerca de una
ocupación particular. Aquí podemos recordar lo que hace varios años señaló el ar-
queólogo europeo Pyddoke respecto de la interpretación: “...mientras que los prin-
cipios básicos de la estratificación son universales, cada tipo de yacimiento
requiere una clase diferente de experiencia: muchos años de experiencia en exca-
vaciones de la edad del bronce, siendo útil, no necesariamente dotará a un
arqueólogo de la capacidad de comprender la estratificación de los depósitos de
una ciudad romana o medieval” (Harris 1991: 65). Esto significa que debe cono-
cerse cada estratigrafía particular; los agentes que contribuyeron a la conformación
y los que incidieron en las transformaciones de un sitio arqueológico. Es decir,
deben conocerse los contextos que permitan hacer una mejor interpretación respec-
to de la historia del sitio.
Ciertas expresiones de la población en general, e incluso de algunos inves-
tigadores en particular, contribuyen a consolidar prejuicios que forman parte de los
contextos dentro de los cuales se genera el saber. Existen tres contextos (Pérez
Lindo 1990, 2008), que han sido usados sobre todo por los antropólogos sociales,
que influyen en la generación del conocimiento: el histórico, el social y el personal
o individual. En una síntesis, cada uno de ellos tiene en cuenta:
1. Histórico: las producciones intelectuales responden a contextos históricos de-
terminados. Existe una historicidad de las cosas y del conocimiento; por lo
tanto, las teorías actuales, los paradigmas, las teorías y otros argumentos (in-
cluso los términos teóricos) sufrirán cambios en el futuro a causa de la evolu-
ción histórica (Schuster 1997; Klimovsky 1997). Los filósofos y cientistas so-
ciales que contribuyeron a tener en cuenta este contexto fueron Hegel, Dilthey
y Croce.
2. Social: todo conocimiento es reflejo de las condiciones sociales de existencia.
Aunque existen conocimientos que están más allá de los condicionamientos so-
ciales; por ejemplo, las matemáticas. Pero si consideráramos otro tipo de con-
texto, como el de aplicación, aquellos resultados de las matemáticas, estarían
alcanzados por condicionamientos sociales. Este contexto social ha sido consi-
derado por Marx y luego, por sus seguidores.
3. Personal: existe una influencia del sujeto en relación con el conocimiento por
lo que todo conocimiento supone un sujeto y todo sujeto supone libertad, arbi-
trariedad y posibilidad de engaño. El individuo tiende a deformar sus obser-
vaciones acerca de la realidad, también tiende a razonar conforme a su propia
historia personal y a sus intereses. El contexto personal puede asemejarse a la
imagen de una mochila virtual, invisible, que carga información desde el inicio
de nuestras vidas (y quizás desde algo antes) cuyo contenido nos permite tomar
posición frente a cualquier situación de la vida, una discusión política, un par-
tido de fútbol, un incidente en la calle y muchas cosas más. Este contexto, que
algunos también denominaron individual, ha sido desarrollado principalmente
por Freud, su escuela y luego por los psicólogos, también fue considerado por
Dilthey.
Vergara Anderson dice que “La tesis central de Tiempo y narración es que
tiempo vivido y narración son dos caras de una misma moneda fenomenológica:
no hay experiencia del tiempo sin narración y lo que toda narración narra es una
experiencia temporal” (Vergara Anderson 2011: 1). Al respecto, cualquier expre-
sión narrada es el reflejo de una experiencia temporal, nadie escribe -un investiga-
dor, un escritor o cualquiera- fuera del tiempo, lo hace en contexto. Cada ser hu-
mano no es sólo un individuo, es una persona que durante el transcurso de su vida
va formando sus propios códigos, los que le sirven para vivir como lo va haciendo.
Tenemos una historia que, inclusive, es anterior a nuestro nacimiento. A partir del
inicio de nuestra vida cargamos con aquella “mochila virtual” y en ella vamos
incorporando la información como si fuera un recipiente laxo, flexible, extensible.
sino también los códigos que una persona construyó como referencia para desarro-
llar su vida. Pero se debe considerar que los tres contextos que influyen en la ge-
neración del conocimiento también pueden cambiar con el transcurso de la vida de
cada persona. Esos contextos no quedaron conformados en determinado momento
y congelados para siempre a partir de ese momento. Por otra parte, las cosas y los
comportamientos que hacen al desarrollo de la vida personal se pueden observar,
imitar, copiar de lo que hacen y generan otros seres humanos, lo que también es
factible de ser incorporado. Esos contextos no son estáticos y el individuo continúa
incorporando información durante casi toda su vida.
Se puede tener en cuenta la historicidad de las cosas, como lo sostuvieron
Hegel, Dilthey y Croce (o recientemente Bechis 1999, 2008, 2010); así éstos pusie-
ron de manifiesto que las producciones intelectuales responden a contextos históri-
cos determinados (Monteagudo 1995). Actualmente se reconoce la historicidad del
conocimiento, lo cual es admitir que la mayor parte de las teorías actuales que po-
seemos hoy (y que han brindado material de discusión en eventos académicos y
políticos), sufrirán modificaciones a causa de la evolución histórica 3 (Pérez Lindo
1990). Por otra parte, se deben considerar las condiciones sociales en las que se
producen los conocimientos. Para Marx y sus seguidores todo conocimiento es
reflejo de las condiciones sociales de existencia; sin embargo, ni Marx ni los mar-
xistas -o neomarxistas- niegan que existan conocimientos, como las matemáticas,
que están más allá de los condicionamientos sociales (Pérez Lindo 1990).
También el relativismo puede fundarse en la influencia del sujeto del cono-
cimiento y así todo conocimiento supone un sujeto y todo sujeto supone libertad,
arbitrariedad, posibilidad de engaño, etc. A menudo la opinión de un investigador o
pensador, fundada en su conocimiento, su experiencia y el reconocimiento general
que se le otorga, ha impedido analizar objetivamente sus argumentaciones. En esas
circunstancias se ha creado la figura intelectual de “criterio de autoridad” sobre el
que existen diversos análisis desde distintas perspectivas (Gadamer 1977, 19934).
3
¿Y, también, porqué no pensar que así sucede y sucederá con los campos de la ciencia? Al respecto,
la ciencia y sus campos son una creación humana que presentan ámbitos y límites arbitrarios respecto
de una realidad del presente o del pasado, que pretenden “conocer”. En su interior existen deter-
minados ámbitos pero podría haber otros o, ¿acaso la Ecología, creada a mediados del siglo XX, no es
una disciplina bastante “joven” integrada por aportes de otras formales y fácticas? (Deléage 1993;
Gianella 1995). Esta disciplina derivó originalmente de estudios sobre las adaptaciones de especies a
su entorno (clima, suelo, tipo de hábitat, presión de herbívoros y depredadores) y aunque sus orígenes
difusos se pueden remontar a los siglos XVIII y XIX, se reafirma como Ecología independiente de la
Biología, durante el siglo XX (entre otros, Campbell 1985; Acot 1990; Deléage 1993; Pastor 1993;
Gianella 1995; Malacalza y Momo 2004).
4
Según Gadamer la autoridad puede caracterizarse como: a) un atributo de personas que no tiene su
fundamento en un acto de sumisión y de abdicación de la razón, sino en un acto de conocimiento y de
reconocimiento del otro. Gracias a la autoridad reconocemos que el otro está por encima de uno en
juicio y perspectiva y que, por consiguiente su juicio goza de primacía respecto del nuestro; b) no se
trata de una cualidad que se otorgue, sino de una cualidad que se adquiere. Además tiene que ser
adquirida si se quiere apelar a ella; c) reposa sobre un acto de reconocimiento y, por consiguiente,
sobre una acción de la razón misma que, haciéndose cargo de su carácter limitado e histórico, atribuye
a otro una perspectiva más acertada; d) su fundamento es un acto de libertad y de razón con el que se
reconoce que el otro está mejor preparado, tiene mayor capacidad de juicio, sabe más o está más
dedicado al tema en cuestión; e) los juicios de autoridad no son en su esencia irracionales y arbi-
trarios, dado que pueden ser reconocidos como ciertos; f) la verdad de la autoridad exige pensar de
nuevo la tradición como un problema moral y, sobre todo, como una cuestión vinculada a una teoría
de la libertad y de la razón, más completa que la de la Ilustración. La tradición es un momento de la
libertad y de la historia, necesita ser afirmada, asumida y cultivada. En tanto que conservación, se
trata también de un acto de la razón, aunque caracterizado por el hecho de no atraer la atención sobre
sí (Gadamer 1977, 1993).
Tal es así que en varios lugares del mundo (Estados Unidos, México, Ar-
gentina por ejemplo) las minorías, los afroamericanos o los grupos originarios no
confían dejar su cultura material y/o simbólica, presente y pasada, en manos de los
especialistas reconocidos por el sistema. Así, por ejemplo, durante la década de
1990 se hace conocido el caso del Cementerio africano de Nueva York en el que la
comunidad afroamericana y sus arqueólogos se hicieron cargo del caso cambiando
la dirección y los objetivos de las investigaciones, las que antes se encontraban en
manos de arqueólogos “blancos” (Johnson 2000). También puedo mencionar el ca-
so del Primer Centro de Interpretación Indígena, no llamado museo por muchas de
las connotaciones decimonónicas y evolucionistas unilineales que esa expresión
moderna conlleva, fundado en abril de 2011 en Río Tala, San Pedro, que si bien se
inició con el apoyo de organismos del estado nacional argentino a través del Insti-
tuto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y del
PROARHEP de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), en su organización y
dirección se encuentra directamente la comunidad Qom LMA IACIA QOM con su
cacica Clara Romero. Desde otra perspectiva, están los museos interactivos con
participación de las comunidades originarias; estos tienen vigencia en México, por
ejemplo el Museo de las Culturas de Oaxaca (Gándara 2001).
Así con el tiempo podríamos encontrar una Antropología realizada por los
mismos grupos que antes eran considerados como objeto de análisis; una Antropo-
logía desarrollada por el “otro”, lo que significaría otra fuerte conmoción para una
disciplina que se sacude y cambia continuamente. Incluso esa disciplina podría ver-
se superada y diluida en otra que tratara directamente la historia de la humanidad y
no la perspectiva del nosotros respecto de los otros lo que no haría otra cosa que
confirmar que la Antropología, en todas sus ramas, se encuentra desde hace mucho
tiempo en constante crisis y como consecuencia, en el camino de los cambios.
¿De dónde veníamos? Desde hace varios años a la disciplina se la acusaba
de ser hija del imperialismo por el hecho de que se creó en un contexto de conquis-
ta y colonización y como tal fue una herramienta fundamental para el conocimiento
de los llamados grupos etnográficos (atrasados y clasificables como inferiores). La
Antropología aplicó sobre ellos, a través de los medios políticos y “culturales” di-
recta o indirectamente, las normas y la cultura de los dominadores. Es bien conoci-
do que durante la expansión y conquista del mundo (Moreno García 1985 y Figura
3), las potencias de la Europa occidental, pero sobre todo los ingleses, a partir de
fines del siglo XIX, emplearon antropólogos para un mejor conocimiento y domi-
nación de los pueblos que iban conquistando. Su herencia en este sentido -como
también las perspectivas imperiales- la recoge Estados Unidos, que ya durante la
Primera Guerra Mundial emplea antropólogos, los que son cuestionados por otros
antropólogos (como Franz Boas). Todavía hoy los Estados Unidos siguen apelando
a este recurso, empleando los “Equipos de Reconocimiento Humano” integrados
por antropólogos que coordinan tareas junto con tropas de ocupación en Irak y
Afganistán (http://mqh.blogia.com/2007/101501-usan-a-antropologos-en-la-guerra.
php; http://savageminds.org/2007/10/11/marshall-sahlins-on-anthropologists-in-
iraq), lo que sigue generando intensos cuestionamientos y debates.
En la Argentina del último cuarto del siglo XIX, los territorios que estaban
en manos de los grupos originarios americanos desde hacía cientos o miles de años,
recibieron no sólo a las tropas de ocupación sino a científicos entre los que estaban
algunos antropólogos de la época. Vezub (2002) en su libro Indios y soldados…
menciona que Zeballos se guía por el apotegma “Con las armas, la ciencia”. Vezub
llama la atención acerca de la llegada de un proyecto extranjero relacionado con la
conquista y ocupación del “desierto” pampeano: “Viajeros, exploradores y científi-
cos combinaron saberes y técnicas en la elaboración de un registro gráfico de la
dominación” (Vezub 2002).
5
Ingenios como el de La Esperanza fundado en 1863 en Tucumán; el de Ledesma, Jujuy, que se gestó
durante el siglo XVII y comenzó a trabajar como ingenio hacia 1830; el de San Martín del Tabacal en
Orán, Salta.
impuesto por sus ancianos que se llamaron a silencio (Luis Pincén com. pers.
2003). Esta situación comienza a revertirse y los grupos originarios van cuestio-
nando las normas oficiales, la pretensión de hablar y hacer como si hubiera en el
territorio de la Argentina una sola comunidad de origen europea y una sola cultura
europea-occidental; también cuestionan los procedimientos de los arqueólogos, los
“operadores transitorios” de las cosas del pasado, de sus cosas.
gía de Estados Unidos aquello que englobamos dentro del llamado postmodernis-
mo (Ramos et al. 2006).
La crítica postmoderna discute las posibilidades de construcción de cono-
cimiento objetivo y verdadero respecto del mundo; asimismo produce un cuestio-
namiento general respecto de la Antropología, que se expresa, en particular, en la
reflexión del método etnográfico y el proceso de escritura que llevan a cabo los
antropólogos. El mismo Cliford Geertz da un vuelco en este sentido y cuestiona el
carácter incontrastable de la práctica etnográfica y la densidad del discurso (1988a,
1988b). Se supone que el relato etnográfico es el producto del trabajo de campo de
los antropólogos. Sin embargo, el eje sobre el que se asienta consiste en una expe-
riencia única e irrepetible ya que ningún otro antropólogo podrá repetir la vivencia,
ni tampoco el mismo antropólogo podrá volver a la comunidad y vivenciar exacta-
mente lo mismo. Esto significa que no existe posibilidad de evaluación de los re-
sultados obtenidos por otro antropólogo o, si se quiere, de contrastación o evalua-
ción de la información obtenida. Por otro lado, en la medida en que la experiencia
etnográfica es una vivencia, lo es en términos subjetivos. Es decir que también es
irrepetible como experiencia de vida. Así lo vivido en términos de la subjetividad
de cada antropólogo -como sujeto con historia particular- también es único (Ramos
et al. 2006). Pero esto no ocurre sólo con los hechos que estudian y registran los
antropólogos, sino que ocurre con todos los hechos de la vida de cualquier ser
humano. Y aquí traemos lo que mencionamos de Soubeyroux, que cualquier relato
que se realice debe tener en cuenta tres preguntas cardinales: ¿quién?, ¿dónde?,
¿cuándo? Esto también tiene vigencia para considerar los contextos que influyen en
cualquier acto.
Los antropólogos postmodernos arrancan desde este punto de partida y
conciben al quehacer etnográfico como una práctica más cercana a la producción
literaria que a la producción científica. Es una elaboración que cuenta con eficacia
de redacción, retórica argumentativa cargada de detalles lo que da apariencia de
verdad y, a su vez, remarca la presencia del autor en el campo, quien, en general,
no habla en primera persona. El que hace trabajo de campo parecería decir cons-
tante y continuamente: estas son las pruebas. Entonces la producción teórica no se
constituye como parte de un procedimiento sino que se conforma dentro de una
caja de herramientas conceptuales que va usando y que permiten al antropólogo
reformular la experiencia etnográfica en términos hermenéuticos. Esto lo hace de
manera acotada a una dialéctica entre experiencia e interpretación que se plasma en
un texto final. Así se postula que la escritura etnográfica debe constituirse como un
proceso que refleje el diálogo e interpretación del antropólogo y los sujetos que
interactúan con él (Ramos et al. 2006). No es ni mucho menos que una teatraliza-
ción en donde el antropólogo es también un actor, quizás el primer actor. Ocurre lo
mismo con otros estudiosos de lo social, para el caso los arqueólogos, los que tam-
bién conocen la etnografía porque la han estudiado y porque varios de ellos han he-
cho Etnoarqueología por ejemplo.
De esta manera se analiza y se pone énfasis en el proceso de producción de
la etnografía como experiencia irrepetible y producto del diálogo y de la evocación
ALGUNAS REFLEXIONES
Para este trabajo he tomado los tres contextos que influyen en la genera-
ción del conocimiento (y he mencionado otros), los que se relacionan con la débil y
desdibujada línea que separa la objetividad de la subjetividad. Esos contextos fun-
cionan en relación con el período de vida de una persona, investigador o no, o de
un grupo humano que puede o no investigar. Los contextos transitan por el tiempo
y cambian -tienen historicidad- y se vinculan con la historia y la memoria. Todas
estas cuestiones están atravesadas por los alcances de la ética. El arqueólogo Víctor
Fernández Martínez se ha referido, recientemente, a las relaciones entre ciencia y
ética, que también inciden en nuestra profesión y alcanzan “al ámbito social” esto
es a la política (Fernández Martínez 2006).
nónica o -en general- la del período clásico de las primeras décadas del siglo XX
acompañó los planes y estrategias de los estados nacionales en expansión interna o
externa y sus instituciones y corporaciones de capital y poder. La Argentina y su
esfuerzo por acompañar todo el desarrollo de la modernidad también incluyó las
perspectivas antropológicas de la Europa occidental y los Estados Unidos. Por su-
puesto que esto consideró el estudio del otro y su disciplinamiento bajo la órbita de
los nuevos patrones capitalistas cuando no la destrucción física de aquellas comu-
nidades indígenas que no se sometieron de una u otra maneras.
Durante las últimas décadas se manifestó en forma creciente una tendencia
dentro de la Antropología, que abarcando todas sus ramas, comenzó a cuestionar
no sólo los principios que la rigieron desde sus comienzos como disciplina científi-
ca sino también a analizar y discutir los comportamientos de los mismos antropólo-
gos. Como expresara García Canclini, los puso “bajo la lupa”, los contextualizó en
su época, en su núcleo social y buscó algunas explicaciones personales sobre la
base de información que sólo la Psicología puede dar. En este análisis acerca de la
actividad antropológica -arqueológica e incluso de todos los que hacen trabajo de
campo con sociedades vivas o muertas-, se comenzaron a cuestionar no sólo los
contenidos de los estudios sino también las formas y la confiabilidad de los datos
de quienes estuvieron en donde dijeron que estuvieron. Tanto García Canclini co-
mo otros antropólogos llamaron la atención sobre las cuestiones que intervienen en
la formación del saber antropológico y en la construcción de la singularidad de la
disciplina. El discurso antropológico no sería el resultado directo del trabajo de
campo. Conocer si el investigador estuvo allí es una cuestión éticamente importan-
te pero es insuficiente éticamente hablando (García Canclini 1992). Los escritos,
artículos y los libros de Antropología ocultan las condiciones contextuales del tra-
bajo de campo. Esas cuestiones se consideran triviales, sin importancia, sin peso.
Sin embargo, este descarte no es exclusivo de las personas que investigan. Cual-
quier persona que lleva cotidianamente el registro de un diario de vida descarta
muchas cosas que no considera que sean importantes pero lo hace sin quererlo, por
ejemplo decir en qué forma llegó al trabajo o a la universidad, si lo hizo en colecti-
vo, en tren, en bicicleta o caminando. Pero esto puede o no puede tener importancia
para alguien que luego no deba rendir un cierto examen frente a sus pares en un
congreso o en un escrito. Sí lo tiene para aquellos que trabajan en investigación
porque se encuentran en un campo, que se supone, intenta generar conocimiento
acerca de cuestiones de la realidad del presente como del pasado, si esta fuera
ciertamente cognoscible.
Como dijimos, cuando escribimos o incluso cuando exponemos en un
evento de la especialidad afín nos queremos legitimar y para eso empleamos ciertas
convenciones, fórmulas o mecanismos que se consideran serios para presentar los
datos en un texto o en una comunicación que se pretenden científicos. Estas moda-
lidades de actuar también constituyeron -y constituyen- una teatralización de la
vida cotidiana, de la ciencia y del poder, ya que el mundo se considera como un
escenario sobre el que se espera que múltiples y diversos actores, según cada argu-
mento, actúen. Esto no es nuevo, viene de antaño pero se incrementa durante el
último siglo y medio, sobre todo por la incidencia del positivismo, de las revolucio-
nes industriales y la comercialización y venta de lo producido. Todo este sistema
de presentar, hablar, convocar y arengar, por ejemplo con la mirada (como los di-
bujos o las fotografías de los generales en las convocatorias para las guerras o co-
mo la imagen de cada Cristo que usa la Iglesia católica), formó parte de libros de
venta comercial publicados en Europa y los Estados Unidos a fines del siglo XIX y
que tenían gran vigencia a principios del XX (Rodríguez Vilanova 1999; Ginzburg
2003).
La teatralización se incrementa y la podemos observar actualmente en lo
que se llama el “mercado”. Este mercado se encuentra todavía en gran expansión y
auge con la llegada de la fase capitalista de la globalización. Se manifiesta como
una especie de “Dios mercado”, que regula todo desde la venta de una bebida, una
marca de cigarrillos, un auto o sexo y se filtra hasta en la presentación de nuestros
trabajos en los congresos o las publicaciones. Actualmente las nuevas tecnologías
en informática (TICs) tienen mucha incidencia en esto.
Nuestras profesiones se encuentran cruzadas por todas estas instancias
culturales, simplemente abarcadas por los contextos que inciden en mayor o menor
medida en los temas que seleccionamos y las preguntas que nos hacemos; también
en el resultado de nuestros estudios.
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http://www.siemprehistoria.com.ar/wp-content/uploads/2011/10/conferencia-
berlin-1885.jpg...
RESUMEN
ABSTRACT
L
os nuevos estudios sobre los grupos Angualasto comenzaron a fines de la
década de 1990 dentro de los proyectos de investigación del Instituto de
Investigaciones Arqueológicas y Museo “Prof. Mariano Gambier” (FFHA),
acreditados y financiados por la Universidad Nacional de San Juan, inicialmente
dirigidos por Gambier y, desde 2002, por la autora1.
Estos estudios incluyen numerosas excavaciones y rescates arqueológicos,
relevamientos de obras hidráulicas e instalaciones habitacionales y de producción,
relevamientos de arte rupestre asociado (petroglifos y geoglifos), análisis de im-
portantes piezas textiles e identificación de especies cultivadas, entre otros 2.
Los grupos “Angualasto” toman su nombre de la localidad homónima en el
extremo norte del valle de Iglesia (Dpto. Iglesia, Provincia de San Juan) en cuyas
cercanías se han conservado las más numerosas y claras manifestaciones de este
período3, aunque en realidad sus asentamientos se encuentran en todo este valle y
1
Actualmente se realiza dentro del proyecto “Arqueología: textiles, arte y agricultura en grupos indí-
genas agropecuarios tardíos y de contacto de San Juan” (código 21/F905).
2
Este trabajo se basa en la conferencia pronunciada en la apertura del “VI Coloquio Binacional ar-
gentino-peruano” (Buenos Aires, 2011) y constituye una síntesis del libro en preparación “Arqueo-
logía de Angualasto: historia, ruinas y cóndores” de la misma autora. Por esa razón, la bibliografía se
cita en forma general.
3
Dado que la expoliación del yacimiento de Angualasto por parte de saqueadores y coleccionistas se
remonta a fines del siglo XIX, en todo momento las labores de investigación estuvieron acompañadas
por acciones de gestión de conservación del patrimonio, sobre todo orientadas a la protección del gran
yacimiento de Angualasto y sus ruinas edilicias e hidráulicas. De entre estas acciones, se pueden des-
tacar la tramitación de la Ley Provincial Nº 7.300 declaratoria del yacimiento de Angualasto como
Bien del Patrimonio Cultural de la Provincia de San Juan (sancionada en 2002) y la elaboración de
un proyecto de construcción de un Parque Arqueológico, presentado en primera instancia ante la Ad-
ministración de Parques Nacionales (2004) y reformulado en conjunto con la Dirección de Patrimonio
Cultural dependiente de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de San Juan (2005). Por otra
parte, por Decreto Presidencial Nº 2.154/09 (publicado en Boletín Oficial Nº 31.814 del 5/1/2010) se
declaró Lugar Histórico Nacional al yacimiento arqueológico de Angualasto y Monumento Histórico
en los valles vecinos de Jáchal y Bermejo, lo que abarca todo el norte de la pro-
vincia.
Figura 1: Croquis de la provincia de San Juan con indicación de los valles: 1)- de
Iglesia; 2)- de Jáchal; 3)- del Río Bermejo
4
El término “tambería” se utiliza en la región para designar vulgarmente a los sitios donde se conser-
van evidencias visibles de antiguas poblaciones indígenas. Documentalmente está registrado desde
1751.
5
Por “adobe grande” y no por “tapia o emplenta”.
En el caso de los hastiales, por la altura en la que se debió trabajar, los adobes son
de menor tamaño.
También dentro de la aldea, y coexistiendo con las construcciones en su-
perficie, existen conjuntos de habitaciones semisubterráneas que incluyen recintos
cuadrangulares y circulares con fogones de barro para brasas, siguiendo la tradición
local que se remonta al período agropecuario temprano. Todas tienen escalones de
acceso y fogones y en ocasiones una, dos y hasta tres tumbas excavadas en el piso.
En algunos sectores marginales de la aldea se hallaron grandes depósitos de
estiércol proveniente de la limpieza de los corrales, que indicaría reservorios de
abono para ser usado en la agricultura.
Además de la aldea, y siguiendo las principales líneas fluviales que confor-
man el valle de Iglesia (el río Blanco y el arroyo Iglesia-Colola), existen instala-
ciones menores que siempre están constituidas por uno de estos grandes corrales y
una o dos casas a sus espaldas. Si bien no se han identificado fehacientemente en
los otros valles, existen datos bibliográficos e informes verbales de que podrían
existir en algunas zonas aún no completamente relevadas arqueológicamente. Se
considera a estos asentamientos como las instalaciones de los grupos o familias
vinculados con la actividad de desarrollar el medio de transporte (crianza de la lla-
ma) y la actividad de transporte misma. En cambio el segmento poblacional dedi-
cado a las labores eminentemente agrícolas se instalaba en habitaciones construidas
con materiales perecederos (“quincha”) a lo largo del sistema de riego.
En ambas situaciones las tumbas se ubicaban sin una disposición norma-
lizada ni señalamiento superficial. Estas tumbas son de tres tipos:
a)- Tumbas simples excavadas dentro o fuera de las viviendas para niños o adultos
con los cuerpos extendidos e importante ajuar.
b)- Tumbas de “pozo y cámara” de hasta 1.70 m. de profundidad para niños o
adultos. En general estas tumbas constan de un pozo elíptico en cuya base se abre
una cámara lateral, cerrada con esteras o restos de gramíneas (“pasto”), donde se
ubicaba el cadáver y el ajuar funerario que lo acompañaba. El cadáver se colocaba
de cúbito lateral, con el rostro hacia la parte interna de la cámara, con los brazos
estirados, las manos colocadas sobre el pubis y las piernas flexionadas sobre el pe-
cho; para que el mismo mantuviese esa posición era fuertemente envuelto en una o
más prendas de vestir tejidas y atado con fajas y cinturones de trenzados o madejas
de lana. Solían acompañarlo con un ajuar constituido al menos por una vasija cerá-
mica de mediado o pequeño tamaño y otros efectos como recipientes de calabaza,
cestos en espiral y palos cavadores; eventualmente colocaban también objetos sun-
tuarios (confeccionados con turquesas), piezas de bronce y parafernalia para la con-
sumición de psicoactivos.
c)- Urnas de cerámica colocadas dentro de pozos cercanos a las paredes de las vi-
viendas consistentes en una gran vasija lisa ajustada al pozo con cilindros de barro
amasado, tapada por un recipiente abierto en forma de gran escudilla decorada en
el interior y exterior, colocada en forma invertida. Estas urnas se encontraban total-
mente llenas de arena con restos óseos de neo o nonatos. Posiblemente estos reci-
pientes eran reabiertos cada vez que se producía una pérdida y los restos se depo-
sitaban dentro de la arena que servía de astringente. Las urnas, de cocción deficien-
te y de distinto tamaño, poseen forma de pera invertida, con una base reducida
(levemente cóncava o levemente convexa), gran cuerpo globular y boca estrecha.
sobre todo por ambas márgenes del río Blanco y de los arroyos más importantes
que son subsidiarios al mismo (especialmente el Aº Iglesia-Colola), en el valle de
Jáchal (Barreal de Pachimoco sobre la margen izquierda del río Jáchal) y, posible-
mente, en las orillas del río Bermejo.
Entre las características de los canales 8 de Angualasto se destaca, en primer
lugar, su apertura en las faldas de las lomas de arcilla de las orillas de ríos y arro-
yos. La arcilla casi impermeable del lugar ha permitido su fácil trazado y su uso
continuado (evidenciado por los estratos de limos y arenas que se superponen en el
fondo semicóncavo de los mismos) y los restos de barro seco de su reiterada lim-
pieza o “monda” reforzaron la margen externa. Esto facilitó también su conserva-
ción y visualización hasta la actualidad.
8
Según la RAE, el canal (zanjón o acequia grande) es un cauce artificial por donde se conduce el
agua para darle distintos usos; con ese significado se usa regionalmente.
9
Según la RAE, las hijuelas son acequias que conducen el agua de un canal al campo o predio que se
va a regar. En San Juan se utiliza esta palabra para identificar un predio que se riega con el agua que
se deriva del canal por una acequia menor.
acceden a todos y cada uno de los sectores con superficie plana y arcillosa, factible
de ser irrigada, que se encuentran a lo largo de la rivera, entre el cauce de agua
natural y el canal.
Tanto para la construcción como para la reparación de los canales se utili-
zaron diversos recursos:
a) donde el canal cruzaba una bajada de agua de escorrentía o donde daba una
curva pronunciada (sobre todos en la puntas de las lomas), la pared exterior se
reforzaba con la implantación de piedras de regular tamaño en forma de una o más
hileras superpuestas. En algunos casos para este objetivo se usaron grandes moli-
nos planos fuera de uso.
b) en terrenos planos y extensos donde el canal perdía altura, ésta se mantenía
mediante la construcción de largos taludes de tierra de hasta 4 m. de alto; estos
taludes eran rectos, en amplias curvas o en zigzag, de acuerdo con la velocidad que
debía tener la corriente.
c) donde el canal cruzaba una quebrada estrecha que resultaba difícil de ro-
dear, se realizaba un talud de barro del alto necesario para que el canal mantuviera
su altura.
d) donde el canal cruzaba una bajada de creciente (o avenida de agua, piedras
y lodo) que lo destruía, se realizaban nuevos trazados y correcciones del mismo.
En algunos lugares estos canales cruzan por sitios arqueológicos de épocas anterio-
res superponiéndose su trazado sobre acequias y campos de cultivos más antiguos.
Esto ha sido advertido sobre todo en Punta del Barro de Angualasto y en Angualas-
to mismo. Varios de los tramos de canales y acequias están cubiertos por médanos
y “lamarales”10 que se formaron con posterioridad al abandono del sistema hidráu-
lico.
Las evidencias arqueológicas de los canales se encuentran tanto en zonas
no ocupadas por población o cultivos actuales como entre medio de zonas agríco-
las. En el caso de los tramos de canales arqueológicos que se encuentran fuera de
zonas cultivadas actualmente, éstos siempre están construidos a varios metros por
arriba de la red de riego actual. En algunas pocas ocasiones se ha superpuesto el
nuevo canal sobre el antiguo trazado y, en otras, ha existido la intención de me-
jorarlos, profundizando su cauce y realizando algunas otras obras, que en general
han quedado incompletas.
El canal y las acequias relevados en Pachimoco (valle de Jáchal) están
menos conservados ya que la consistencia del barreal es más arenosa; es posible
que esta característica ocasionara la permanente corrección del trazado de las ace-
quias que, en algunos casos, se presentan en hasta cuatro tramos paralelos.
Según las evidencias conservadas, en Angualasto se cultivaba zapallo, ca-
labaza, poroto, quínoa, maíz y posiblemente otros productos aún no identificados.
El maíz es visiblemente de mejor calidad en cuanto al tamaño de las mazorcas que
las variedades identificadas en la misma zona para etapas anteriores (entre 280 y
10
Conjunto de plantas del género Prosopis de desarrollo subterráneo.
750 d.C.); esto y la diferencia de forma, tamaño y color de los granos permiten
pensar que se trata de nuevas variedades 11.
Junto con estos extraordinarios testimonios también se ha conservado una
importante cantidad y diversidad de objetos de la vida cotidiana así como ajuares
de tumbas. Entre ellos se pueden mencionar la cerámica; los textiles y otras piezas
de vestimenta; los elementos suntuarios (adornos metálicos, mosaicos y cuentas de
turquesa, adornos de pluma); piezas de madera y hueso; recipientes de calabaza
pirograbada; tatuajes faciales, entre otros.
La mayoría de estas manifestaciones poseen decoración con motivos que, a
simple vista, parecen no tener significado explícito ni vinculación entre ellos. Sin
embargo, y a partir del análisis de una gran variedad de piezas de vestimenta utili-
zadas como ajuares fúnebres y de los elementos asociados a las mismas, pudimos
establecer que tales motivos remitían permanentemente a la figura del cóndor
macho adulto (Vultur gryphus).
En 1997 identificamos los atributos del cóndor que más se destacan por su
comparación con las representaciones más figurativas de esta ave y su línea de
abstracción, que son el ojo de círculos concéntricos, la cresta escalonada y el grácil
cuello de líneas oblicuas. Estos tres elementos (ojo transformado en una espiral,
cuello oblicuo y cresta) aparecen en forma ordenada en algunos casos y, en otros,
se desagregan y se mezclan ubicándose en las más diversas formas y transformán-
dose aleatoriamente en diseños curvos o rectilíneos y aun combinándose entre sí.
Su suplantación con espirales dobles encadenadas haría suponer que este
diseño sería una derivación del primero a partir de la duplicación con simetría
refleja del ojo en espiral y el cuello, sin la presencia de la cresta. Así mismo, el di-
seño en damero en negro y blanco (o en dos tonos de fuerte contraste) representaría
un sucedáneo del cóndor, sobre todo teniendo en cuenta que sus alas, plegadas o
desplegadas, presentan un cuadrángulo blanco sobre fondo negro.
En 2000 reconocimos otros atributos de esta ave. Uno importante es el de
las plumas de las alas, especialmente las de sus extremos o “remeras primarias”,
que el cóndor en vuelo mantiene abiertas como grandes dedos formando una suce-
sión de triángulos alargados con punta redondeada. Este atributo está presente en
casi todas las decoraciones de las vasijas cerámicas12, y especialmente en el interior
de aquéllas que forman las tapas de las urnas de neo o nonatos, en una especie de
alegoría del resguardo de los niños bajo las alas.
También en los petroglifos aparecen estos atributos, generalmente forman-
do parte o asociados con figuras de cuerpos estilizados identificables como cóndo-
res que se representan con forma de reloj de arena (o “clepsidra”); esta misma for-
ma se reproduce en escudos suntuarios de madera con mosaico de turquesas y en
torteros de madera.
11
Están en proceso de identificación.
12
A partir de los trabajos de Bennett (1948), quien describió estos diseños como “fern-motif” (motivo
de helecho), la decoración de la cerámica Angualasto se ha calificado erróneamente como “fito-
morfa”.
Figura 4: Motivos decorativos que reproducen los atributos del cóndor en diversos
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RESUMEN
El Tawantinsuyu fue el imperio más extenso de la América indígena. En su
frente meridional oriental su expansión llegó hasta la región cuyana, en el centro
oeste de la Argentina. La anexión de territorios tan alejados del centro político del
estado requirió la implantación de instituciones y formas organizativas ya probadas
en el resto del territorio, pero a la vez impulsó la aplicación de medidas flexibles
que garantizaran el éxito del emprendimiento. De esta manera se dio respuesta a la
diversidad de situaciones planteadas por los distintos grupos étnicos de la región.
La gran variabilidad del registro arqueológico local no sólo da cuenta de la comple-
jidad de este proceso sino también de su nivel de desenvolvimiento en cada sector.
Por lo tanto, su reconstrucción y comprensión demandan la instrumentación de mo-
delos interpretativos tan flexibles y creativos como los propios mecanismos de
dominación desarrollados por el estado incaico.
Palabras clave: Tawantinsuyu, región cuyana, modelos interpretativos.
ABSTRACT
The Tawantinsuyu was the largest native empire in America. At the
southeastern extreme, its expansion reached the Cuyo region, in central western
Argentina. The annexation of territories so far from the political center of the state
required the establishment of institutions and organizational forms already tested in
the rest of the territory, but also promoted the application of flexible measures to
guarantee the success of the enterprise. In this way the State responded to the
diversity of situations raised by the various ethnic groups in the region. The great
variability of the local archaeological record not only shows the complexity of this
process but also its level of development in each sector. Therefore, its reconstru-
ction and understanding require the implementation of interpretive models as
flexible and creative as the very mechanisms of domination developed by the Inca
state.
Key words: Tawantinsuyu, Cuyo region, interpretative models.
L
a expansión incaica fue un proceso muy variado en el que confluyeron me-
canismos reiteradamente utilizados para controlar y organizar los nuevos
territorios y poblaciones, y otros elementos cuyo manejo debía ser más fle-
xible y diverso. Entre los mecanismos tradicionalmente utilizados se cuentan el
traslado individual o grupal de personas en calidad de mitmakuna (Rowe 1982), el
censo y reagrupamiento de poblaciones sobre una base administrativa decimal
(Julien 1982), la instalación de enclaves productivos o administrativos (LaLone y
LaLone 1987), la imposición del idioma quechua, el reparto de tierra y la implan-
tación de un régimen de labores para el Estado (Rowe 1946). Sin embargo, la rigi-
dez de la aplicación de estos medios debió matizarse en algunos casos con una po-
sición y acciones más dúctiles, como las relacionadas con el respeto a cultos o
estilos cerámicos locales o a la incorporación de jefes locales al aparato político
estatal. Esto sucedió sobre todo en aquellas oportunidades en las que estaban invo-
lucradas etnias poderosas o territorios y poblaciones muy alejados del Cuzco.
Como parte de estas últimas, es esperable que la región cuyana haya expe-
rimentado procesos muy variados, cuyas características difieran parcialmente de las
observadas en otras áreas. En los últimos 30 años se ha dedicado una gran cantidad
de tiempo, esfuerzo y recursos al estudio de la dominación incaica de la región cu-
yana. Esto dio como resultado una mejora sustancial en el conocimiento de la dis-
tribución del registro incaico regional. Sin embargo, los mayores avances parecen
haberse dado en relación a la flexibilización de los marcos interpretativos y a la
discusión de algunos postulados tradicionales relacionados con la frontera imperial
y con la forma de dominación de la región. En esta oportunidad les presentaré un
panorama del tema, dirigido a mostrar algunos avances registrados y a enfatizar el
papel primordial que la formulación y discusión de ideas ha tenido es este proceso.
LA SITUACIÓN DE CUYO
que aún no son conocidas ni comprendidas pero que seguramente son de orden fun-
cional y administrativo.
Otro punto a resaltar es la distribución espacial heterogénea del registro,
con una fuerte concentración en la franja occidental hasta los 32º 50` Sur. En efec-
to, la mayor parte de las estructuras arquitectónicas y del sistema vial estatal se ha-
llan en la zona cordillerana y en los valles preandinos aledaños, mientras que su
presencia en los valles precordilleranos y en las Sierras Pampeanas es mucho me-
nor y más dispersa. Esta disposición probablemente guarde alguna relación con la
densidad poblacional e infraestructura de las zonas bajas orientales, uno de los
aspectos que aguarda futuros estudios.
La manera de percibir y tratar las dos características mencionadas guardan
una estrecha vinculación con el entendimiento que los arqueólogos han tenido acer-
ca de la dominación incaica de Cuyo. Precisamente con respecto a los lineamientos
básicos del análisis del tema me interesa marcar algunas conductas esenciales que
han formado parte del andamiaje utilizado por los investigadores regionales.
En primer lugar cabe destacar la dispar y llamativa incidencia que ha teni-
do el escaso registro documental de la región. En algunas ocasiones parece que a
los datos históricos se les ha otorgado una especie de tutela y de rol verificador de
las explicaciones atinentes al tema, lo que ha dado como resultado un muy bajo
grado de generación de propuestas estrictamente arqueológicas. En este sentido, a
veces parece existir una prudencia exacerbada y probablemente inconsciente que
restringe la formulación de ideas que no tengan un correlato documental. Pero en
algunas ocasiones esta postura no es tan impensada: hace poco tiempo, una antro-
póloga mendocina basaba una crítica a una propuesta arqueológica sobre el domi-
nio incaico de Mendoza en el hecho de que los principales elementos de la misma
no aparecían mencionados en la documentación colonial local (lo cual, obviamente,
no tiene por qué suceder). En otros casos se traduce directamente la información
documental como una hipótesis; por ejemplo, de esta manera se ha utilizado una
idea vertida por Olaverría (1594) para explicar los motivos de la presencia incaica
en Cuyo (en este caso, la búsqueda de un paso conveniente para cruzar a Chile).
Lejos de esta confianza extrema en una información singular, otras menciones han
sido de hecho totalmente desestimadas. Por ejemplo, las menciones de que los
huarpes fueron dominados por los incas jamás en la visión tradicional se tradujeron
en un modelo que incluyera los principales lugares de asentamiento huarpe en la
esfera del control político estatal. Tampoco la mención de Bibar (1966 -1558) so-
bre la llegada de los incas hasta el río Diamante, en el centro-sur de Mendoza, ha
sido debidamente considerada, quizás en gran parte por tratarse de una mención
única. De hecho, parecería que uno de los criterios de verificación más importantes
de los datos históricos es su simple reiteración (aun cuando se ha demostrado que
éste es un criterio engañoso -García 2001). En síntesis, se impone la impresión de
que los datos documentales relacionados con el dominio incaico no han sido ade-
cuadamente valorados en relación a los contextos arqueológicos y etnohistóricos
globales, ni han sido relacionados de manera sistemática y crítica con toda la infor-
este y sur del valle de Uspallata, en cuyo sector occidental se observa una serie de
tambos unidos por la vialidad imperial. Pero, ¿es correcto este procedimiento? Y de
ser así, ¿cómo puede explicarse entonces la reiterada aparición de cerámica diagui-
ta chilena en el centro y sur de Mendoza, o el surgimiento de un estilo cerámico
nuevo en esa región (el denominado “Viluco”)? Por otra parte, ¿cómo puede inte-
grarse en este modelo, en el que no hay una dominación efectiva de las zonas bajas,
la información documental que indica un control estatal sobre los huarpes, la pre-
sencia de canales y tierras del inca, la incorporación de palabras quechuas en el
idioma local, etc. (Bibar 1966; Lizárraga 1937; Canals Frau 1946)?
La distinta consideración de algunos componentes del registro arqueológi-
co y las variadas formas de integración de los datos documentales y arqueológicos
han dado como resultado diversos modelos elaborados para dar cuenta de la
anexión regional al Tawantinsuyu. Una rápida revisión de algunos aspectos sustan-
ciales de estas aproximaciones nos dejará una clara idea de sus fundamentos, alcan-
ces y diferencias.
Figura 1: Alcance del dominio incaico según las principales propuestas. Para la
primera, el espacio de dominio efectivo (más oscuro) estaría limitado por la línea
de puntos y fuera de él habría algunos enclaves (puntos en el área clara). Para la
segunda, el dominio efectivo abarca aproximadamente el área comprendida por la
línea continua exterior
Estos y otros conceptos han sido integrados a dos visiones muy diferentes
del domino incaico (Fig. 1). Una de estas perspectivas es la de una dominación di-
ferencial, en la que un sector, constituido esencialmente por las zonas cordillerana
y de los valles preandinos, exhibe muestras de un control efectivo (arquitectura,
cerámica y vialidad adecuada a los patrones estatales), mientras que el sector
aledaño por el este y sur se habría mantenido fuera del control político pero dentro
de la órbita de actividades del Estado (e.g. Bárcena 1992). Una formulación más
detallada especifica que estas actividades habrían tenido características económi-
CONSIDERACIONES FINALES
Algo muy interesante de la breve visión anterior es que nos permite re-
flexionar acerca del camino que vamos trazando para entender cómo y por qué los
incas dominaron nuestra región hace unos 500 años. En realidad aún estamos muy
lejos de brindar una interpretación detallada y convincente del proceso de domina-
ción incaica de Cuyo. Sin embargo, lo importante de las propuestas anteriores no es
si son o no correctas, sino que constituyen instrumentos con los que ya se cuenta, y
que deberían alentar su crítica y discusión, y la producción de nuevas ideas supera-
AGRADECIMIENTOS
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Liliana Barela
I.S.P. Dr. Joaquín V. González
Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires
lilianabarela@yahoo.com.ar
RESUMEN
ABSTRACT
The national state formation processes were intertwined with the collective
memory configuration. The history and the notion of heritage were built and
modified while that states were taking on new roles and the nation acquired new
meanings. To the initial paradigm, monumental and symbolic, it was added the pre-
servationist one and, in the last decades, the wider debate on the notion of heritage
that embraces the concepts of material, immaterial and the democratization of the
actors involved in the process of heritage creation.
In this context, DGPeIH has taken the responsibility for living, re-fun-
ctioning and preserving of two important buildings located in the historic center of
Buenos Aires City (the former Editorial Estrada and the building known as Vice-
roy's House Liniers). At and from this building complex, that is now called the His-
torian House, we face the challenge of converting the theories that we are still de-
bating in everyday decisions.
Key words: collective memory, monumental, preservation, heritage, Historian
House.
D
esde formación del estado nacional argentino las elites gobernantes deci-
dieron qué acontecimientos o personajes merecían ser recordados y home-
najeados y el sentido adjudicado a los mismos. En 1941 con la creación de
la Comisión Nacional de Museos, esta tendencia se consolidó y la tarea quedó en
manos de un grupo de historiadores que eligieron algunos edificios como hitos sim-
bólicos de nuestra historia, entre otros, el Cabildo de Buenos Aires, la Casa de Tu-
cumán y la Casa de Liniers, o la de J. J. Urquiza en Entre Ríos. No importaba la
reconstrucción de la totalidad de las edificaciones, ni los estudios de tipo arqueoló-
gicos porque el criterio imperante era lo simbólico y de ese modo nuestra historia
se materializaba en el museo y el monumento. A esta línea se le sumó (y opuso)
otra que tributa a los objetos como representación testigo del pasado y busca la
conservación del estado original de los mismos a ultranza.
Si bien hoy reconocemos el carácter de invención del monumento que
acompañó la creación y consolidación de la nación, también debemos reconocer
que la pura conservación de testimonios del pasado es un mito al que no podemos
adherir sin pecar, al menos, de ingenuos.
El problema de la memoria, la historia y el patrimonio es más complejo.
Pongamos atención en uno de los ámbitos de nuestra ciudad que primero -y por ra-
zones más obvias- fue considerado con necesidad de preservación: el Casco Histó-
rico que se extiende unas pocas cuadras desde Plaza de Mayo hacia el sur, ocupan-
do parte de los barrios de Monserrat y San Telmo. Si bien se trata de un espacio
fácil de definir en el mapa, resulta mucho más complejo cuando queremos conside-
rarlo como unidad de sentido y, por tanto, cuando decidimos qué es lo que hay que
preservar y cómo hacerlo.
Al igual que las demás ciudades hijas de la colonización española en Amé-
rica, Buenos Aires conoce sus orígenes: su fecha de fundación, el escudo original,
los planos del trazado de la plaza y calles, el emplazamiento de sus instituciones
(Cabildo, iglesia, fuerte, etc.), el primer reparto de solares. Pero tuvo un recorrido
diferente al de otras ciudades de Latinoamérica que crecieron durante la colonia
cargadas de oropeles al compás de la minería de oro y plata o del comercio mono-
Ningún edificio del casco histórico, ni aún los más recientes que datan de
alrededor un siglo, se mantuvieron originales. Entre todos los señalados como pa-
trimoniales (Casa de Gobierno, Cabildo, Manzana de las Luces, Colegio Nacional
Buenos Aires, Casa del Virrey Liniers, entre otros) no existe ninguno que no
sufriera sucesivas modificaciones al calor de los muchos cambios de funciones.
Ahora bien, si no queda nada puro y absolutamente original, ¿significa que
no hay nada histórico en esos sitios que debamos preservar? No es esa la con-
clusión. Lo que significa es que el pasado no es uno, sino muchos. Muchos pasados
vividos como presentes continuos que dejaron sus marcas en cada sitio. Y es ese el
desafío mayor que enfrentamos, descifrar el mensaje de esas “historias” escritas al
ritmo vertiginoso de un graffiti.
Hace poco tiempo que la DGPeHI habita dos edificios históricos emplaza-
dos en el Casco Histórico de la Ciudad. Los hemos denominado Casa del Historia-
dor y se trata de un conjunto formado dos edificios: el que era conocido como Casa
del Virrey Liniers (Venezuela 469), declarada Monumento Histórico Nacional en
1942 y la sede la Editorial Estrada (Bolívar 462). La primera fue propiedad de la
familia Sarratea en la época de la colonia y la independencia, y está cargada de sig-
nificaciones de la historia de esa época. En 1869 se convirtió en parte de las insta-
laciones en las cuales la familia Estrada comenzó su labor editorial en el país.
Albergó oficinas, depósitos y talleres gráficos sufriendo sucesivas refacciones.
El segundo edificio tiene salida a la calle Bolívar 462 y completa el con-
junto que albergó a la Editorial Estrada. Data de fines del siglo XIX y aunque ha
sido refaccionado durante el siglo XX, sus líneas guardan aún mucho de su espíritu
inicial. Esta permanencia de valores arquitectónicos originales permitió su cátalo-
gación con el grado de Protección Cautelar, dentro de la zonificación Área de Pro-
tección Histórica, según el Código de Planeamiento Urbano vigente.
Estos edificios, conectados internamente por un gran patio, se convirtieron
en un lugar de trabajo donde cotidianamente cumplen funciones nuestros profesio-
nales y empleados, pero también debemos de respetar su carácter patrimonial y
abrirlos al público.
La puesta en valor y el funcionamiento de un espacio físico reclama poner
en práctica un concepto de patrimonio integral, de manera tal que se combinen di-
versos saberes, se articulen tareas y se produzca una apertura a la comunidad. Las
distintas funciones no son fáciles de conciliar y requiere tomar decisiones en forma
cotidiana e idear soluciones creativas. Ese es el gran desafío al que nos enfrenta-
mos desde 2011: poner en valor y refuncionalizar, preservar sin congelar ni recor-
tar actores.
En la actualidad estos edificios nos han permitido albergar bajo un mismo
techo las más diversas actividades vinculadas al patrimonio que hasta ahora habían
permanecido dispersas. Funciona allí el Archivo Histórico de la Ciudad, una Bi-
blioteca de más de 4.500 volúmenes, videoteca, hemeroteca, la guarda del material
arqueológico de la Ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de ponerlo a consulta
pública. Allí se lleva a cabo la catalogación, digitalización, preservación, investiga-
ción sobre edificios y obras de arte. También realizamos un trabajo editorial que
permita poner en circulación pública muchas “joyas de la abuela”, materiales valio-
sos para la difusión, la investigación y enseñanza.
Ya se ha comenzado con la primer etapa de excavación arqueológica que
tiene como objetivo la reconstrucción del modo de vida de una casa colonial en su
totalidad que pueda incrementar el conocimiento de estudiosos y ser visitada por el
público.
Eran edificios que permanecieron cerrados al público durante mucho tiem-
po y hoy, la Casa del Historiador abre todos los días sus puertas a la comunidad,
para visitas guiadas, exposiciones, talleres de restauración, de historia oral y de his-
toria de la Ciudad, entre otros temas. Estamos intentando conformar una verdadera
escuela del patrimonio que convoque a vecinos, estudiantes, estudiosos, investiga-
dores, docentes. Y también ser lugar de difusión de la conciencia patrimonial, de
gestación de políticas patrimoniales, de debate sobre los problemas y desafíos y
discutir expresiones históricas.
Nuestro trabajo es investigar, recuperar, preservar, difundir pero con la
mirada puesta en el futuro. Esta casa abre sus puertas para que el pasado y el futuro
se den cita todos los días.
RESUMEN
ABSTRACT
The historical process experienced by our culture has made our territories
to become cities or resorts. The present reality of our organizations and descen-
dants integrated into the urban environment, are a framework of contradiction,
since these spaces were taken traditionally as the “area of the alien”, a Mapuche
avoidable.
This paper then attempts to articulate our ancestral knowledge in conjun-
ction with academic knowledge (we refer to the institutional knowledge) on equal
terms in a search for patterns of development, taking the current paradigm domi-
nant from the standpoint of our culture.
The question itself is then related to the livelihood of our mapuchengen
(being Mapuche) within this environment. The analysis of the relationship of para-
digms -mainstream culture and ancient culture- is necessary because the current so-
cial relations of power, lead to a scenario that requires our city for further perfor-
mance of our identity, we consider relevant task management and resolution, and to
which, the proposed paper, aims to become a contribution to debate.
Is itself a proposed interaction between our ancestral and urbanizing envi-
ronment.
Key words: territory, ancestral knowledge, academic knowledge, dominant cultu-
re, ancient culture.
Caliwun (Saludo)
(Hola a todos las hermanas, a todos los hermanos, a todos los amigos y a
toda la gente.
Soy Amanda Solís Colihueque, ese es mi nombre. Soy mapuche, de origen
Nahuepan (tigre puma), de la familia Colihueque, de la ciudad de Esquel. En estos
momentos soy la guía del Encuentro cerca del Río de la ciudad de Rosario. Mi
Newn, o fuerza vital proviene de las aguas, en particular del río, la lluvia y los hu-
medales de Santa Fe, la famosa Frontera norte del Pueblo Mapuche. Les comenté
quienes son mis abuelos maternos y paternos, haciendo mucho hincapié, sobre todo
en un gran hombre que es a quien debo mi saber, mi tío Vicente Colihueque. Y que
hace mucho tiempo un ancestro mío, el Toki Nahuepan, entregó su vida por nuestra
cultura antes de rendirse al Ejército Argentino, en el año 1879. De todos ellos y su
memoria proviene mi saber y mi lucha.)
INTRODUCCIÓN
L
a presente ponencia, intenta sistematizar una visión desde nuestro kimvn
(saber ancestral), con el objeto de orientar nuestro desempeño cultural en un
marco de relaciones predominante, cuya pertenencia originalmente no era
contemplado por el mismo. En síntesis intentamos esbozar cuales pueden ser las
pautas de desarrollo y adaptación de nuestro saber a un entorno de ciudad en tanto
y en cuanto dicho entorno nos era ajeno a nuestro saber ancestral. Pretendemos en-
tonces comenzar a sentar pautas para lograr articular nuestro desarrollo histórico y
la conformación de nuestra cultura y territorialidad, en el marco devenido desde la
llegada de la presencia occidental hasta el paradigma actual, enmarcando la proble-
mática en la denominada Waj Mapu (traducción aproximada: “la tierra en movi-
miento”, noción política territorial del entorno) en general y al territorio norte en
particular, abordándose la presente investigación desde la óptica de nuestro Pueblo
Nación Mapuche.
Entendiéndonos como una cultura de patrimonio primordialmente oral, no
debemos olvidar que el presente estudio, si bien crea su estructura conceptual des-
de nuestro patrimonio ancestral, adquiere sentido en el marco del paradigma cientí-
fico, en tanto y en cuanto, consiste en una serie de interrogantes que habitualmente
nos toca afrontar en lo cotidiano como Pueblo Nación, pero esta vez concebidos
para un encuentro de ciencias humanísticas, intentando habilitar un debate crítico
en pos de una prosecución del tema.
Se pretende entonces, complementar dicho marco académico con nuestro
patrimonio oral, incluyendo este último en marcos de análisis del paradigma cientí-
fico. La interacción de estos paradigmas -cultura ancestral / paradigma cultural do-
minante- se vuelve necesaria ya que el proceso histórico constituido por los diver-
sos movimientos de desplazamiento, migración e integración, desembocaron en el
desarrollo del actual panorama territorial.
Llevar a un marco teórico lo que uno practica diariamente es todo un desa-
fío. El entorno urbano en que debemos movernos luego de la consolidación del es-
tado nacional imperante, a partir de la tan mentada “Conquista del Desierto”, ha
hecho que muchos de nuestros territorios se convirtieran en urbes o en centros
turísticos.
La realidad actual de aquellos núcleos pertenecientes a nuestra cultura que
se desempeñan en entorno ciudadano, constituyen un marco de contradicción en la
medida en que desde nuestra propia cultura, estos ámbitos son tomados como “es-
pacio no domesticado” y donde un mapuche no debe estar, generándose entonces
coyunturas relativas a como sostener nuestro mapuchengen (ser mapuche) dentro
de las ciudades, debido a lo que acarrea vivir en ella, a saber: atravesamientos polí-
ticos, religiosos, culturales y de todo orden institucional, conjuntamente con una
escala de valores imperante asociada a matrices de pensamiento consumista.
Para poder afrontar esa coyuntura, la de los atravesamientos occidentales,
es que consideramos hoy día vital que se visualice nuestra cultura como una más de
las tantas que han conformado esta supuesta interculturalidad, interculturalidad de-
sarrollada en realidad desde un sistema decisor que impulsa dicha iniciativa desde
su propio lenguaje oficial. Desde allí es que nos planteamos algunas bases para re-
ferenciarnos en los conceptos que desarrollaremos a continuación, perteneciente a
nuestro saber ancestral, intentando solventar esa contradicción.
que se expresa en la utilización del entorno natural en que se vive para desde allí,
desarrollar la cultura, adaptándose y adaptando la misma al hábitat, al punto tal que
se conceptualiza la Ruka como una proyección del mismo, entendiéndola como el
“entorno domesticado”. Es el paradigma de la interacción y la circularidad, en la
que los elementos naturales más relevantes son claves para nuestra definición de
identidad.
De esta manera, existe una organización social identificada con el entorno,
y estratificada, que abarca desde las cuatro tipologías espacialmente distribuidas
(puelce, pikvnce, gujuce, wijice), pasando por un conjunto de tipologías culturales
(pewence, cafice, nagce, wentece, mamvlce, rankvlce, xegelce) originadas en la re-
gionalidad, continuando más íntimamente en una organización de Tuwvn y Kupaj-
me (“Linajes” y “Apellidos”) tales como Gvery, Nahuepam, Filv, Kvra, etc. (Zo-
rro, Felino, Serpiente, Piedra) llegando hasta nuestros indicadores individuales de
quienes somos, sustentados siempre en un elemento del entorno con el cual nos
identificamos mutuamente. Esto implica, y siempre implicó, una capacidad de rela-
ción con el medio de alta adaptabilidad, siendo la nuestra una cultura de inter-
cambio con el entorno, por encima de las características del mismo, de allí nuestras
profundas características territoriales.
en el registro civil con apellidos que no nos corresponden, pasando por la educa-
ción occidental y centralizada, hasta los medios de producción, han hecho de nues-
tro pueblo una cultura muy permeable y adaptable, pero muy rica en su cosmovi-
sión donde no hay grieta alguna si la persona está lo suficientemente formada en
ella. La problemática planteada es entonces, cerrando lo expuesto en la introduc-
ción, como desarrollar una validez cultural en ese nuevo entorno no previsto ances-
tralmente, la waria o ciudad, sin ver minada la identidad.
Es difícil definir nuestro rol en las ciudades, ya que como bien fue men-
cionado antes, desde nuestra cosmovisión es un espacio por donde el mapuche no
debe transitar.
Pero lo real y concreto es que la expansión hacia nuestros territorios ha
sido tan grande que muchos, por necesidad ya sea económica o por estudios hemos
terminado viviendo en ella. ¿Cómo hacemos pues, los integrantes de esta cultura
para decir que somos mapuche, si vivimos en un entorno que no nos pertenece?
Hablábamos antes de adaptabilidad, y allí radica la importancia de nuestro
accionar como cultura. Sostenemos que negar los entornos de ciudad llevan a la
ghetificación, como ocurre con los conocidos asentamientos originarios urbanos,
donde, progresiva, imperceptible e inexorablemente, va generándose un desplaza-
miento del sujeto social. Las diversas acumulaciones de exclusión fueron creando
barrios alimentados por multiplicidad de presencias sociales no organizadas y re-
forzadas por actividades de sincretismo, que acaban dando lugar a dicho desplaza-
miento del sujeto, donde ya podemos relativizar en algunos casos la presencia de
un originario viviendo en la ciudad, y comenzamos a visualizar un excluido social
con un patrimonio cultural originario.
Otro fenómeno común, es el desarrollo de individualidades que detentan un
patrimonio cultural y se desempeñan en la ciudad, cumpliendo roles políticos que a
mediano plazo, acaban atentando contra su propia cultura; casos concretos son los
actores de diversas estructuras y organizaciones políticas, en cuyo accionar a través
de la distribución por ejemplo, de planes sociales, llevan al hermano originario al
plano del subempleo, sin obra social ni beneficio alguno, instituyéndose esta dádi-
va en “los nuevos espejitos de colores”, fenómeno que se origina al constituirse una
ayuda social pensada por fuera del plano originario y aplicada sobre una realidad
de emergencia de vida, lo que imposibilita su negación, condicionamiento o refor-
ma en pos de refuerzos de identidad.
Es allí donde se generan las fricciones con estructuras institucionales de
corte occidental (partidos, ideologías, iglesias, instituciones educativas) como una
contradicción de paradigmas entre lo que nuestra cosmovisión nos brinda de rela-
ción con el entorno y el pensamiento occidental que nos atraviesa.
Desde nuestra cultura estamos proponiendo no excluir el entorno de Waria,
sino interactuar con él, caracterizarlo para domesticarlo, tal como la cosmovisión lo
plantea. Es decir, comenzar a introducir nuestra cosmovisión, no ya como un hecho
Para esto debe mantenerse relación con otros actores sociales, estudiantes,
docentes, cátedras, medios de comunicación, organizaciones del campo popular,
etc. en tanto y en cuanto son parte del entorno de desarrollo, invitándolos incluso a
formar parte activa en la reconstrucción de la cultura; teniendo siempre presente
que todos estos distintos actores, si bien tienen origen en un entorno occidental y
son producto de un proceso histórico mucho más acotado, integran un conjunto de
pensares en el que todos somos sujetos de acción político social, emanados y aten-
tados por las mismas relaciones de poder, relaciones éstas de carácter industrialista,
capitalista, utilitarista y monopólico.
RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCION
E
n tiempos prehispánicos, las características particulares del suelo desértico
de los Andes Centrales permitieron la elaboración de distintos tipos de dice-
ños en las planicies y las pendientes. Estos se distribuyen en varias locali-
dades de la costa (Kosok 1965; Roselló, Huapaya y Mazzoti 1985; Aveni 1986;
Alva y Meneses 1987; Wilson 1988; Rodríguez 1997; Carcelén y Paredes 2004,
entre otros), incluyendo el valle de Chicama, ubicado a unos 500 km. al norte de la
ciudad de Lima.
Este trabajo reportará un conjunto de geoglifos y alineamientos de piedras
ubicados en dos áreas del sector medio de este valle: la margen derecha (norte),
donde se ubica la Quebrada de la Camotera y la margen izquierda (sur), que inclu-
ye a las Quebradas de la Mónica y Tres Cruces (Fig. 1).
Figura 1: Ubicación del área de estudio en ambas márgenes del valle medio del
Chicama
A partir de la revisión de la información disponible y del análisis de foto-
grafías aéreas, fotografías satelitales y cartografía se procuró contextualizar los di-
versos geoglifos en relación con el escenario en el cual se insertan.
Entonces, partiendo de la idea de que las expresiones rupestres constituyen
formas de comunicación visual insertas en un espacio determinado (Briones et al
2005; Muscio 2006; Reindel et al 2006; Pimentel y Montt 2008), buscaremos dis-
cutir la importancia y posible función de los geoglifos en la ocupación y dinámica
del espacio del cual forman parte.
ÁREA DE ESTUDIO
El actual valle cultivado está dividido por el río Chicama que lo separa en
la margen derecha e izquierda. El desierto se extiende en ambas márgenes y com-
Figura 2: Curso inusual de agua generado por las lluvias torrenciales de El Niño,
la Oscilación del Sur
En este escenario dinámico, los geoglifos ocupan la superficie de varias
terrazas aluviales del Cuaternario cuya cobertura pedregosa usualmente presenta
una pátina marrón oscura, bajo la cual subyace el suelo de color ocre a grisáceo, lo
cual hace que estos diseños sean fácilmente diferenciables luego de la eliminación
de la capa superficial. Asimismo, en todos los casos, los geoglifos se localizan en
las márgenes de las quebradas más extensas y cerca de los cerros de mayor ele-
vación.
Figura 3: Manantial en
nacientes de quebrada, en la
margen derecha del Chicama
LOS GEOGLIFOS
Técnicas de elaboración
co, para destacar los contornos. La sola aplicación de la técnica aditiva, utilizando
piedras de mayor dimensión, tiene una secuencia más corta: (1) Elección del espa-
cio; (2) trazado lineal básico del diseño en la superficie y (3) Acumulación de pie-
dras que pueden tener más de 10 cm. de longitud, siguiendo el recorrido del trazado
lineal básico.
bezón. Hacia el oeste la estrecha Quebrada del Oso conduce a un tramo del Canal
Intervalle Chicama-Moche en su punto de contacto con el sitio ceremonial de Que-
brada del Oso (Watson 1979). A partir de ahí es posible acceder al valle bajo de
Chicama, así como llegar al valle de Moche cruzando las terrazas aluviales del
Cuaternario en ambas márgenes de la amplia Quebrada del Río Seco. Finalmente,
la Quebrada Lescano o Huáscar es la ruta natural para alcanzar el río Chicama.
En la Quebrada Tres Cruces existen dos geoglifos elaborados con las técni-
cas extractiva y aditiva.
El primer geoglifo (sitio PV23-515) está ubicado al pie de la ladera nores-
te del Cerro Tres Cruces y en la margen izquierda de la quebrada. Se trata de un
diseño irregular definido por líneas ondulantes que encierran un espacio con protu-
berancias (Fig. 7). El mal estado de conservación del geoglifo, así como sus bordes
definidos por piedras de color similar a la superficie interior, fueron factores que
llevaron a no realizar el levantamiento del mismo y, por consiguiente, no fue posi-
ble percibir la totalidad del diseño. Una asociación importante es el hallazgo de
tiestos de un recipiente Cupisnique que fue roto in situ con un canto rodado. Al
respecto, cabe recordar que tiestos de la misma época fueron hallados en asocia-
ción con el petroglifo de la ardilla de los algarrobales en la Quebrada de la Mónica
(Gálvez et al. 1994).
y Mochica (ca. 200-800 d.C.) y una fila de piedras alineada a lo largo de casi 0.5
km. Además, el geoglifo está al suroeste de una estructura ceremonial Cupisnique
(PV23-511), situada encima de una colina en el extremo norte del Cerro Tres Cru-
ces, que tiene como componentes a una superficie modificada y un camino con es-
calinatas por el cual se asciende a aquella a partir de la llanura colindante (Casta-
ñeda y Vega 1993). La estructura ceremonial está rodeada por una aldea cuyas
unidades habitacionales fueron construidas con materiales perecederos y se distri-
buyen particularmente en las laderas. Por consiguiente, es posible asociar tempo-
ralmente al geoglifo con la estructura ceremonial, la aldea y las estructuras aisladas
Cupisnique (Fig. 8).
Figura 8: Camino que conduce al sitio ceremonial PV23-55 (Cerro Tres Cruces),
de la época Cupisnique
El segundo geoglifo (sitio PV23-535) representa un águila o halcón plomo
(Geranoaetus sp.) (Edith Solano, comunicación personal, octubre de 2006) en acti-
tud de vuelo, con las alas desplegadas en línea recta, que rematan en líneas conve-
xas las cuales definen las típicas plumas de las falcónidas (Figs. 9a y 9b). La cola
Figura 10: Ubicación de geoglifos (●), petroglifos (▲) y camino ceremonial (▬)
en el área desértica de la margen derecha del Chicama
Figura 11: Tramo ascendente del camino ceremonial (visto desde el oeste) que se
dirige al Cerro Cuculicote
Figura 13: Geoglifo de forma rectangular ubicado al sur del camino ceremonial
(en segundo plano, al fondo), Quebrada de la Camotera
COMENTARIO FINAL
cación personal, marzo de 2012). Entonces, siendo la coca un bien apreciado, este
hecho habría permitido a sus productores tener acceso a otros productos del litoral
desde épocas tempranas. De esta manera, las zonas de valle medio han venido
siendo una frontera porosa entre sociedades serranas y costeñas.
En síntesis, todo parece indicar que los geoglifos se integran al lenguaje
visual de los petroglifos, las montañas y otros espacios ceremoniales, para dar un
significado particular a estos escenarios de enlace o conectividad, más aún cuando
sucedieron cambios excepcionales en el paisaje. Aunque la dimensión relativa-
mente discreta de los geoglifos y su localización en superficies horizontales no los
hace evidentes, sin duda fueron importantes por su contenido simbólico en el con-
texto de escenarios excepcionales del desierto. Ellos debieron ser particularmente
significativos para las poblaciones que ocuparon temporalmente estos espacios
transformados en ecosistemas con abundante flora y fauna durante los eventos
ENOS, gracias al manejo de estos símbolos en las actividades ceremoniales. En
este sentido, los geoglifos debieron ser objeto de una dinámica social cuya eviden-
cia son los senderos angostos que cruzan algunos de ellos, los cuales conectaron al
hombre con el símbolo en un momento del tránsito pautado en la secuencia del ri-
tual. Estamos entonces ante espacios activos, tanto en el flujo de personas y bienes,
como en términos de los eventos ceremoniales que, sin duda, les dieron un valor
particular.
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Ana Rocchietti
Centro de Investigaciones Precolombinas
anaau2002@yahoo.com.ar
RESUMEN
ABSTRACT
This paper presents a rock art documentation that comes from the moun-
tains of Comechingones, Province of Córdoba, Argentina, to which we have the
name Cuatro Vientos. Contrary to the characterization of rock art as conceptual
exposure (Robert Bednarik) about reality by their producers, argues that it is a
fantastic and emotional imagination. The paper proceeds to compare the contents
between sites through intertextuality of designs.
Key words: rock art, fantastic imagination, intertextuality.
INTRODUCCIÓN
E
ste trabajo presenta un conjunto de paneles pintados que se encuentran en la
jurisdicción de la Pedanía Achiras, Departamento de Río Cuarto, Provincia
de Córdoba, en el centro mediterráneo de la Argentina. Le damos la deno-
minación sintética de Cuarto Vientos la cual evoca un paraje ubicado junto al Arro-
yo Cipión. Éste baja de la Sierra de Comechingones dando un amplio rodeo y se
une al de La Barranquita formando otro curso que lleva el nombre de Santa Cata-
lina (Fig.1).
PAISAJE
figurativa pueden expresar una sexualidad difusa fundada en tres principios esté-
tico-religiosos: devorar, devenir y delirar.
El desafío nos lo proporcionó una afirmación de Robert Bednarik (2004)
relativa a que en el futuro el estudio del arte rupestre se comprometerá con la in-
vestigación de las concepciones humanas sobre la realidad. Nos sugirió la posibi-
lidad de discutirla porque la noción de realidad como únicamente cosmogónica y
cosmológica es limitada. También lo es reducir la fenomenología rupestre al pensa-
miento y a la epistemología. Probablemente el arte rupestre no consista en esto
absolutamente.
Los rituales, en definitiva, se conectan con una expresión trágica de la vida
humana en el mundo: se compenetran de vida y muerte, de riesgo y manipulación,
de lo transparente y de lo siniestro. De una manera u otra, el oficiante es un con-
ductor -a la manera de los que llevan la electricidad- entre su sociedad y las fuerzas
misteriosas de lo sobrenatural. Por lo tanto no basta con suponer un pensamiento
conceptual cosmogónico sobre lo real porque el mismo movimiento del pensa-
miento se desprende de la clasificación (y sus correlativas, la diferencia y la seme-
janza del estructuralismo o del racionalismo) para romper tanto con su lógica co-
mo con su práctica. El arte es más bien metáfora material de los movimientos de
conciencia en los que ellos no pertenecen a ningún dominio cultural en particular
sino que cruzan transversalmente la extensión completa de la expresión cultural
volviéndose una conciencia erotizada (Bersani 2011: 15).
Si existiera en el caso del arte prehistórico tal erotismo, habría que indagar-
lo con parámetros más amplios que los de la conceptualización buscando sus ele-
mentos secretos.
A B C D
Figura 4: Figuras humanas de los frisos de Casa Pintada, detalle de friso y vista
del alero
Alero de la Coral
Esta pintura está en un alero sobre la ladera norte, realizada en blanco,
sobre un fondo grisáceo que dificulta su visión. Es un humano con vestido de hojas
o de plumas, por detrás hay algunos animales muy absorbidos por la roca y otro
humano dibujado con el mismo modelo (Fig. 6).
Alero de la Máscara
Este es un sitio sumamente complejo, con techo y laterales llenos de dibu-
jos lineales en amarillo y rojo, curvos abiertos y cerrados diseño que sugiere aluci-
nación. Allí existe un rostro humano (único dibujo figurativo) con detalles anató-
micos, pintura facial y adorno cefálico en color rojo (Fig. 7), en la ladera sudeste
del cerro.
El Zaino 1
Esta pintura rupestre exhibe una escena muy parecida a la de la Casa Pin-
tada. Está en los afloramientos meridionales, muy bajos, del cerro, en los que el ba-
tolito se hunde entre sedimentos cuaternarios. Nuevamente los humanos cazan en-
tre animales menos repetidos que en aquélla y otra vez un jaguar (puma) dispersa
as las bestias tratando de comerlas. Todo está pintado en blanco (Fig. 11).
Chorro de Borja
Este sitio está a 20 kilómetros al occidente del Cerro Intihuasi. Es un
bloque masivo y solitario, bien visible en el terreno. En cada una de sus caras tiene
dibujos, todos geométricos menos el de la cara norte que es un hombre con tocado
de plumas y un arma o un bastón en la mano, en color blanco, enmarcado por
diaclasas perpendiculares y horizontales (Fig. 12).
EL LENGUAJE
LP 426 Alero 1 del Abra Chica, Cerro Inti Huasi (carbón vegetal 0,25 a 0,30 m de
profundidad desde superficie).
Edad radiocarbónica convencional: 1750 ± 110 años AP.
Edad calibrada 1 sigma 1418 - 1466 cal AP
1492 - 1497 cal AP
1509 - 1725 cal AP
Edad calibrada 2 sigma 1373 - 1835 cal AP
1840 - 1865 cal AP
LP 366 Inti Huasi Casa Pintada, sondeo 2 (carbón vegetal a 0,40 - 0,50 m de pro-
fundidad desde superficie).
Edad radiocarbónica convencional: 780 ± 100 años AP
Edad calibrada 1 sigma 563 - 602 cal AP
628 - 745 cal AP
Edad calibrada 2 sigma 563 - 818 cal AP
834 - 836 cal AP
865 - 904 cal AP
LP 1615 Chorro de Borja, Pedanía Achiras, Sierra de Comechingones, Córdoba.
(huesos fragmentados).
Edad radiocarbónica convencional: 570 ± 110 años AP.
Edad calibrada 1 sigma 541 - 674 cal AP
2 sigma 505 - 785 cal AP
no era sino una manera de recuperar el contacto íntimo con el mundo y sus fuerzas
inmanentes. No se van a debatir aquí ni las características de estos rituales ni si se
verifica o no en los sitios estudiados por falta de espacio pero sí ese tipo de nexo
vivencial con el cosmos.
Relaciones internas
Se verifican las siguientes relaciones internas:
Los humanos forman el centro de la escena siempre en conexión con pocas
especies animales: camélidos, rheidos, félidos, ofidios. No se dibujaron pá-
jaros voladores y las poligonales son pocas o están ausentes en cada ejem-
plo presentado.
Los humanos fueron dibujados en acción (cazando) o inmóviles encerrados
en trajes rígidos. Los animales siempre están en movimiento o porque se
desplazan o porque huyen.
Un solo humano tiene genitales explícitos, ningún animal tiene genitales.
Ni hombres ni animales tienen ojos, bocas, dientes o pelos. La Máscara
exhibe el único rostro. Los pumas fueron representados atacando, con posi-
ciones corporales de colas extendidas que son las propias de la especie
cuando caza. Casa Pintada, El Zaino 1 y Alero del Abra Chica 2 tienen
víboras (o líneas que pueden ser interpretadas como tales.
Relaciones de intertextualidad
Si se consideran todos los sitios como un único conjunto temporo-estilís-
tico -operación que es posible intentar dado lo homogéneo del tema y de la forma
de consumarlo- se pueden establecer las siguientes referencias que tienen en co-
mún:
Casa Pintada y El Zaino 1 son dos ejecuciones prácticamente idénticas en
escena; varían en el detalle de la disposición de los animales. Se las puede
considerar como el despliegue de un relato de caza (cazan los hombres y
caza el puma) pero también de reproductividad de los vivientes si la aten-
ción se desplaza a la repetición de las bestias. La presencia de víboras, de
acuerdo con las creencias andinas, significa unión de los mundos de “arri-
ba”, de “aquí” y de “abajo” así como es un signo fálico.
Alero de la Coral y Abra Chica 2. Repiten la temática aunque de una ma-
nera más barroca: los humanos están más vestidos y vuelven a estar rodea-
dos de bestias pero en este último sitio los cazadores son los pumas.
Caza y reproducción -o mejor, quizá, reproductibilidad- movimiento y rigi-
dez, dispersión de figuras en el espacio gráfico es un elemento común a to-
dos los casos.
La caza como acción, la repetición de animales y el movimiento confor-
man el principio organizador de las escenas y se puede postular que aluden
a la vida (o la circunstancia feraz de propiciar su continuidad y ella es solo
posible a través de la sexualidad) mientras que la rigidez se puede atribuir
a lo ya muerto. Vida y muerte no tienen porque ser enunciadas de manera
transparente; podrían hacerse metáfora a través de todas a las otras repre-
sentaciones.
La caza como resultado (los vivientes muertos por humanos o por los pu-
mas) evoca la muerte. Los matadores son hombres o pumas porque las
otras especies dibujadas no lo son, se alimentan de hierbas o de granos e
insectos. Poseen, pues, un poder prácticamente cósmico sobre todos los
otros vivientes.
Resta preguntarse si los pumas son animales verdaderos o un principio cós-
mico superior, capaz de producir un desorden amenazador que interrumpa
el fluir de los vivientes.
LA BASE “REAL”
André Leroi Gourhan, cuya obra es necesario volver a releer para obtener
ideas inspiradoras en los estudios rupestres, decía que no se puede pretender sepa-
rar el artista, quien sólo crearía formas, del hombre religioso, quien solamente re-
presentaría dioses. Aún las obras menos figurativas y más desprovistas de sentido
religioso, el artista ejerce a través de las formas una función simbolizadora. Ese
mensaje se refiere a la necesidad al mismo tiempo física y psíquica de asegurar una
apropiación del universo por el individuo o por el grupo social, de realizar la inser-
ción del hombre, a través del aparato simbólico, en el campo movedizo que lo
envuelve. Gestos, danzas, encantamientos desaparecen y queda únicamente un vie-
jito enmascarado en el fondo de una cueva (Leroi-Gourhan 1983: 81-83). Es nece-
sario, entonces, coleccionar las imágenes (para este autor, paleolíticas) y atender a
la sugestión descriptiva de que todas contienen un excedente de significación
coherente y vivaz.
¿Dónde está lo “real” en ese imaginario rupestre? Puede estimarse que lo
real consiste solamente en el presentismo de las imágenes tal como lo contiene la
sugestión descriptiva; su real es material e incompleto por efecto de la desaparición
inevitable de una parte del registro. Otra manera de captar lo “real” sería tomar en
cuenta las imágenes en relación con sus correspondencias mundanas (humanos,
animales). Pero existe un “real” intangible que yace en las correspondencias y
complementos entre todos los sitios que contienen imágenes de una tradición grá-
fica coherente y guardada a lo largo del tiempo. De ese modo, el inventario de
imágenes es el corolario intertextual de una sugestión interpretante que somete la
percepción a una sospecha ya no de correspondencia significante-significado sino
de significación latente. En ese sentido, solamente este nivel de realidad despliega
los contenidos más profundos como la sexualidad.
Si los dibujos manifiestan una conciencia intencionada o un síntoma (reali-
dad reveladora de impulsos profundos) entonces deberíamos admitir con Melman
(2011) que la cultura es un síntoma colectivo y que el tipo de cultura, su régimen
establece el tipo de inconsciente que nos posee. Vale esto para cualquier sociedad y
para cualquier tiempo. La expresión lacaniana “señal es lo que significa algo para
alguien” también vale aquí: el arte rupestre no existiría -en tanto documento rupes-
tre- si no hubiera significado algo para alguien.
Deducir de la intertextualidad y de la sugestión interpretante de los sitios
que estudiamos como constituida en torno a los sentidos de las acciones y estados
que llamamos “devorar”, “devenir” y “delirar” es arbitraria pero heurística: en esa
gráfica hay animales devoradores y animales que no lo son, hay un fluir de seres
que pueden transformarse en unos y otros deviniendo un real cualquiera, hay un
delirio fantasioso que no se infiere directamente de la literalidad de lo que se ve
sino de la potencialidad de expresar muchos seres a la vez. La hegemonía de los
humanos en los paneles de estos sitios arqueológicos es innegable pero esta figura-
ción se encuentra, en definitiva, en un número reducido (siete u ocho sobre treinta
y cinco), salvo uno, todos en una sola localidad. Esa presunta hegemonía se aseme-
ja a la visión occidental de que el hombre preside la Naturaleza. ¿Por qué en el
resto del inventario de sitios rupestres los humanos se encuentran desaparecidos?
¿Lo están ciertamente? ¿Son sitios dedicados al culto de los animales exclusiva-
mente? ¿O lo que sucede es que al pertenecer los humanos al conjunto de lo vivien-
CONCLUSIONES
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RESUMEN
ABSTRACT
1
Dícese Pecio a los restos de un naufragio.
INTRODUCCIÓN
E
l estudio aquí presentado es un informe preliminar del análisis de un
conjunto cerámico hallado en el contexto del Pecio de Zencity. Nos estamos
refiriendo a los restos de un buque mercante de travesía oceánica de tamaño
mediano, de origen español, de aproximadamente la segunda mitad del siglo XVIII
(Valentini et al. 2010). El mismo fue hallado durante la construcción del complejo
Zencity (complejo de edificios, oficinas, viviendas, centro comercial, hotel y co-
cheras subterráneas), situado en la intersección de las calles Rosario Vera Peñaloza
y Juana Manso, Puerto Madero, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Dicho sector,
antiguamente formaba parte del cauce del Río de la Plata (Figs. 1 y 2).
2
Proyecto El Pecio de Zencity, directores: Lic. Mónica P. Valentini y Arq. Javier García Cano, Direc-
ción General de Patrimonio e Instituto Histórico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Más allá del contexto de hallazgo, la cerámica es uno de los elementos más
utilizados dentro de los estudios arqueológicos, ya que es altamente conservable,
siendo así uno de los más encontrados en los sitios (Arnold 1989; Renfrew y Bahn
1998).
Por otra parte podemos dividir la historia de los estudios ceramológicos en
tres grandes fases (Orton et al.1999):
1. Histórico artística: basa sus análisis en las piezas enteras, sus formas y de-
coraciones, su arqueometría y tecnología, siendo esta fase parte de los estu-
dios Histórico Culturales de inicios de la arqueología.
2. Tipológica: realiza sus análisis a nivel de los tiestos, también realiza estu-
dios arqueométricos, de cuantificación y tecnológicos. Podemos situar a
este tipo de estudios dentro de la llamada Nueva Arqueología o Arqueolo-
gía Procesual, de los años 1960.
3. Contextual: se caracteriza por abarcar a su vez diversos tipo de estudios
(tecnológicos, arqueométricos etnoarqueológicos, etnográficos, de cuantifi-
cación, de estilo y de cambio, de distribución e intercambio), encontrán-
dose esta fase dentro de los estudios pertenecientes al Post-Procesualismo.
Estas tres fases nos muestran a gran escala como han variado los estudios
de la cerámica a través de la historia de la arqueología. Con el transcurso del tiem-
po hemos podido observar que un tipo de estudio no invalida a los otros, sino que
la utilización del método de análisis va a variar justamente según el conjunto a ana-
lizar, el contexto de hallazgo y el interés particular del estudio, y en muchos casos
la utilización de varios métodos de análisis no hacen más que ayudarnos a ahondar
más en nuestra investigación, resultando complementarios.
En nuestro caso no contamos con especímenes enteros, sino con fragmen-
tos, en muchas oportunidades muy pequeños y en otras muy rodados, pero tenemos
una variable adicional que es la temporalidad del hallazgo, a partir de mediados del
siglo XVIII, lo que lo ubica dentro de la denominada Arqueología Histórica, por lo
cual los documentos escritos pueden resultar de gran ayuda al momento de los
estudios.
de algún objeto. Sin embargo, aunque solamente se trataran de tiestos, siempre po-
demos obtener información de ellos.
METODOLOGÍA DE TRABAJO
PRIMERA ETAPA
2. Primera clasificación
Se clasificaron los fragmentos según su origen de proveniencia dentro de la
geografía del sitio (trinchera de proveniencia). Esta primera clasificación tiene
como motivo adquirir conocimiento de la zona del sitio en la cual fueron hallados
los objetos; es un primer ordenamiento para así poder iniciar el estudio. A futuro
puede servir para analizar la dinámica de los procesos postdepositacionales.
dante incompleta; las pastas aún no han sido observadas con precisión como para
emitir un juicio (Fig. 12). Las técnicas decorativas abarcan diversos tipos de inci-
sión (líneas incisas, de diferentes espesores y manufactura, paralelas rectas, obli-
cuas, en zigzag), unguiculado, corrugado, presionado, con impronta de cestería, en
algunos casos la presencia de pintura roja en superficie interna y/o externa, como
también algunas incisiones realizadas con instrumentos aún no determinados (Grá-
fico 2, Figs. 13, 14 y 15). El acabado de superficie más frecuente es el alisado. Es
difícil establecer la ubicación de la decoración, debido a lo fragmentado de la
muestra, aunque en algunos casos sí se pudo determinar su presencia cercana a los
bordes o en asas. En cuanto a las posibles evidencias de uso, en algunos casos la
presencia de hollín pareciera estar relacionada con el uso, aunque aún deben ser
observados dichos fragmentos con mayor detenimiento.
Morfología Decoración
Gráfico 1 Gráfico 2
evidencias de utilización que nos brindarán una información más definitoria de esta
colección; se ha realizado la elaboración y digitalización de las planillas de inven-
tario.
Si bien lo esperado, debido al contexto específico de hallazgo que combina
la dinámica fluvial y el arrastre que ella efectúa de las partículas contenidas en los
cursos de aguas con otros diversos procesos tafonómicos, era una gran proporción
de tiestos rodados, la realidad es que la frecuencia de fragmentos rodados fue me-
nor a la presumida.
Aún resta terminar algunos análisis más detallados de esta primera etapa a
fin de poder iniciar una segunda fase, más exhaustiva, de análisis macro y micros-
cópicos de los fragmentos que componen la colección.
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tina. pp. 55-62. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de
La Plata.
Yanina Aguilar1
Universidad Nacional de Río Cuarto, Facultad de Ciencias Humanas, Departamento de
Historia, Laboratorio de Arqueología y Etnohistoria2
feryanin@yahoo.com.ar
RESUMEN
Los paisajes culturales son definidos como bienes culturales que represen-
tan las obras conjuntas del hombre y la naturaleza. Ilustran la evolución de la so-
ciedad y de los asentamientos humanos a lo largo de los años, bajo la influencia de
las limitaciones y/o de las ventajas que presentan el entorno natural y las fuerzas
sociales, económicas y culturales sucesivas, tanto internas como externas. A partir
de este marco conceptual, presentamos la Comarca de Achiras, dentro del área
Sierras del Sur de la provincia de Córdoba, como un paisaje y bien cultural que a
través del tiempo se ha ido construyendo cualitativamente como tal. De esta mane-
ra consideramos la posibilidad de que la Comarca conforme un Itinerario Cultural
para generar conexiones entre puntos geográficos próximos e interrelaciones entre
los pueblos y comunas, ubicados en un tramo específico o en la zona de influencia
de un camino patrimonial.
Palabras clave: comarca, paisaje cultural, ambiente, itinerario cultural, camino pa-
trimonial.
ABSTRACT
Cultural landscapes are defined as cultural property that represents the
combined works of man and nature. They illustrate the evolution of society and
human settlements over the years, under the influence of limitations and/or the
advantages that the natural environment and successive social, economic and
cultural forces, internal and external, present. From this conceptual framework, we
present the Comarca of Achiras, within the southern sierras area at the province of
Córdoba, as a landscape and cultural property which over time it qualitatively has
1
Este texto se ha escrito en colaboración con Luis Alaniz, luisceferinoalaniz@yahoo.com.ar
2
Programa Sociedades indígenas y euroamericanas en la formación del territorio sur-cordobés.
Secretaría de Ciencia y Técnica. Universidad Nacional de Río Cuarto. Córdoba. Argentina.
been building itself as such. In this way we consider the possibility that the Comar-
ca constitute a Cultural Route to generate connections between near geographical
points and interrelationships between the villages and communes, located in a
specific stretch or in the area of influence of a patrimonial path.
Key words: comarca, cultural landscape, environment, cultural route, patrimonial
path.
INTRODUCCIÓN
L
a Comarca como Paisaje Cultural, integrado en un Itinerario y/o camino pa-
trimonial, expondría en cuanto al patrimonio arqueológico tres unidades sis-
temáticas: arqueología indígena, arqueología de la frontera y arqueología
rupestre. A su vez, el arte rupestre se relaciona a las unidades ambientales litológi-
cas denominadas batolito Intihuasi y Formación Cerro Áspero. Todas las unidades
inventariadas y estudiadas tienen gran valor escenográfico en términos de aguas
superficiales, suelos y vegetación (pastizales y bosques del Espinal) (Rocchietti et
al. 2011).
Nuestro objetivo es hacer hincapié puntualmente en la localidad de Achi-
ras, ya que la proponemos como nodo potencial del Itinerario Cultural de toda la
Comarca.
La justificación está en su larga historia, en tanto fue nudo de caminos,
especialmente expresado en su capacidad de conectividad de arreos, pasajeros y
mercancías entre Buenos Aires y Santiago de Chile. Nació como posta colonial en
El Pantanillo, paraje donde existió un establecimiento de alojamiento y correos así
como una capilla, hacia 1774. También fue población y Fuerte de Frontera, frente a
las tribus ranqueles.
Como resultado de ello existen muchos sitios arqueológicos de asentamien-
to doméstico de la época indígena, sitios rupestres y sitios históricos con numero-
sos y significativos vestigios (Rocchietti et al 2011).
Es por ello que el Itinerario Cultural considera a la Comarca como un Pai-
saje que procura delinear los factores de la dinámica ambiental y social de la co-
marca como sistema de tierras que en el pasado y en el presente han favorecido la
instalación humana.
Pensamos que incorporar a la Comarca de Achiras en un Itinerario cultural,
ayudaría a articular dos criterios inherentes a toda política de Ordenamiento territo-
rial, en este caso en el área de las Sierras del sur de la Provincia de Córdoba. Se
podría determinar a partir de ello, sobre la prudencia en el uso social de los regis-
tros arqueológicos, advirtiendo a su vez, a las autoridades políticas locales, sobre
las consecuencias del abuso de la integración del patrimonio integral al turismo.
LA COMARCA DE ACHIRAS
Objetivos
METODOLOGÍA
CONSIDERACIONES FINALES
AGRADECIMIENTOS
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Bello, Colección Pensamiento Latinoamericano. Santa Fe de Bogotá.
RESUMEN
ABSTRCAT
Negro Urko, Yagua Native Community of Urko Miraño and Mai Huna Native
Community of the Quebrada del Sucusari. The record lines followed in our field
observations have been the bilingual intercultural education, their peculiarities in
the Peruvian Amazon, with special emphasis on identifying the problems presented
at the community observed, its implementation, school experiences, the use
teaching materials, the link with the bilingual teacher, etc. We understand that in
the Amazonian context, intercultural bilingual education is a pedagogical practices
but also a politic practice. Pedagogical practice because it aims to the socializing,
in function of an integral development of individuals and social groups. Politics
practice, because it is their intention to develop strategies against acute imbalances
and social inequalities, deepened in recent years. The visit to the communities was
conducted with guidance from the School of Anthropology, Department of Social
Sciences, Faculty of Educational Sciences and Humanities, National University of
the Peruvian Amazon in February 2008 and 2011, under the agreement with Centro
de Investigaciones Precolombinas, Instituto del Profesorado Dr. “Joaquín V. Gon-
zález”, Buenos Aires.
Key words: native communities, Peruvian Amazonia, interculturality.
INTRODUCCIÓN
E
n contexto amazónico, la enseñanza intercultural bilingüe, es una práctica
que procura la socialización, el desarrollo integral de las comunidades y la
generación de estrategias que mitiguen el profundo desequilibrio y desigual-
dad social de la región. El trabajo que presento en esta oportunidad, es producto de
la observación del problema educativo en la Comunidad Nativa Huitoto, de Negro
Urko; la Comunidad Nativa Yagua, de Urko Miraño; y la Comunidad Nativa Mai
Huna, de la Quebrada del Sucusari, en la Región de Loreto, Perú. Los informes rea-
lizados al cabo de cada visita, fueron presentados al Departamento de Ciencias
Sociales, Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades, Universidad Na-
cional de la Amazonía Peruana y al Centro de Investigaciones Precolombinas, Ins-
tituto del Profesorado Dr. “Joaquín V. González”, Buenos Aires, como parte del
convenio interinstitucional entre ambos centros académicos.
En términos metodológicos, se aplicó un enfoque antropológico de tipo
diacrónico con perspectiva sobre el comportamiento en el tiempo de los pobladores
de comunidades nativas, factible de realizar por visitas anteriores a las comunida-
des. El centro de la atención se puso en la vida cotidiana de la gente de la comuni-
dad y sus formas de hacer, pensar y expresar su contexto cultural, social, político,
etc. (Prada Ramírez 2011) en una perspectiva cualitativa. Nuestro tema de interés
fue el problema educativo, procurando identificar cómo se recepta la educación
intercultural bilingüe en la comunidad; cómo se desarrolla el vinculo con el maes-
tro; las condiciones de equipamiento con materiales didácticos.
Ordenamos el trabajo en antecedentes históricos, caracterización de la acti-
vidad económica en las comunidades nativas amazónicas, Comunidad Nativa
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Los huitoto se ubican en la región de Loreto, entre los ríos Ampiyacu, Pu-
tumayo, Napo, Nanay y Yaguasyacu. Son aproximadamente una población de 1880
habitantes distribuidos en veintidós comunidades, entre Perú y Colombia. Con an-
terioridad al caucho, se estima que eran unos 30.000. Para 1940, se habían reducido
a 2000 (Aparicio y Bodmer 2009: 249). En 1901, entre los ríos Caquetá y Putu-
mayo, había una veintena de colonias caucheras de huitoto, con patrones colombia-
nos. En 1903, Julio César Arana, patrón cauchero peruano, se había vuelto dueño
de los fundos del Putumayo. Para 1909 tenía el control total de la mano de obra
indígena.
Los huitoto del Napo Medio pertenecen a la familia bora huitoto; en ella se
reconocen tres lenguas: bora, huitoto o witoto y ocaína. El censo de 2009 registró
la presencia de 1864 personas huitoto, distribuidos en 22 comunidades emplazadas
en los ríos Ampiyacu, Putumayo, Nanay, Yaguasyacu y Napo (Aparicio y Bodmer
2009: 88). La explotación del caucho los afectó particularmente; fueron víctimas
del genocidio que sobre ellos ejercieron los patrones caucheros.
La visita a la comunidad nativa huitoto de Negro Urco, se realizó con la
guía del Sr. Augusto Cardenas Greffa y el Lic. Teodulio Grandez Cardenas, direc-
tor de la Escuela de Antropología y docente del Departamento de Ciencias Socia-
les, Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades, Universidad Nacional
de la Amazonía Peruana, entre los días 16 al 18 de febrero de 2011. Hemos visi-
tado la comunidad con anterioridad en el 2000.
Es un emplazamiento que cuenta con 200 ha aproximadamente. Arribamos
a ella desde Iquitos, por el puerto Bella Vista Nanay, navegando el río Amazonas
hasta Timicurillo, puerto de Mazán. Desde allí, por el Napo hacia su desemboca-
dura al NNW, por donde Francisco de Orellana llegara al Amazonas en 1542 (Re-
gan 1993: 29). Llegamos a la comunidad a las 11:00 hs. del 17 de febrero, en un
bote motor con techo pamacari.
Hicimos noche en el bote dado que, por los bancos de arena que producen
las bajantes del río, encalló a la altura del Paraje Buen Paso. Esto nos permitió ob-
servar como los hombres salen en sus canoas hacia las chacras, iniciando la acti-
vidad en el río sobre las 4:00 hs., de madrugada.
El caserío se muestra con fuertes cambios en su infraestructura en compa-
ración con la visita que hiciéramos en febrero de 2000. Ahora cuentan con tendido
de luz y bomba de agua (alimentados por una bomba de tres caballos de fuerza);
pistas (veredas) de cemento en la línea de ribera de toda la comunidad (no hacia las
casas que se internan en el monte); centro de salud, dos escuelas (Inicial y Prima-
ria); renovada arquitectura, con casas que han modificado sus pisos de palma pona
por maderas y habitaciones de paredes cubiertas, conservando la estructura tradi-
cional; cercados de caña en los patios traseros; jardines; animales vacunos, capri-
nos, equinos. El registro fue realizado en la vivienda familiar de la sub-teniente
gobernadora, Elena Huaytan Sihuene (31) y su padre, Gabriel Sihuene (68), maes-
tro, uno de los pobladores originarios de la comunidad. Me acompañó en el tra-
yecto Teresa Sihuene (16), hija del teniente gobernador Jorge Sihuene. Con él
conversamos sobre los orígenes de la comunidad y su inserción en la historia del
caucho en la región loretana.
Sobre la oferta educativa, la comunidad cuenta con dos centros; una es-
cuela inicial, con 40 niños inscriptos y la escuela primaria. No poseen escuela
secundaria, los jóvenes de Negro Urco asisten al caserío mestizo continuo, Liber-
tad, unido por la pista de cemento y un puente. En materia de educación bilingüe,
las maestras enseñan castellano e inglés. No hablan el huitoto; por lo tanto no se
enseña la lengua nativa en la escuela. Sí lo hacen algunas madres en sus casas. Los
adultos de 25 años y más sí hablan y escriben el huitoto, sin embargo, van perdien-
do la costumbre de enseñárselo a sus hijos.
En las escuelas se realizan actos y festejos con vestimentas tradicionales.
Entre el 10 al 12 de octubre celebran la fiesta del caserío. En 2010 fue el 39º ani-
versario. Se festeja con deportes y mingas.
El equipamiento escolar y los materiales didácticos son escasos. Ante la
carencia de lápices de colores, las maestras trabajan con semillas de monte que les
solicitan cada vez que las necesitan a las madres. Las semillas más usadas son:
huairuru (rojo, negro), dinamillo (negro), lágrima de virgen (blanco, negro, magen-
ta), hucapona (marrón).
No hemos registrado aquí la presencia, en la escuela de la comunidad, del
material didáctico bilingüe Cuadernillo Didáctico Módulo/Módulomiska. Bilingüe
Quechua – Castellano, de 2002, publicado por el Instituto Peruano de Educación
en Derechos Humanos y la Paz. El módulo se organiza en ejes según los siguientes
temas: derechos humanos, democracia, participación ciudadana. Destinado a las
comunidades nativas amazónicas peruanas, presenta detalladas estrategias pedagó-
gicas en formato de clases-taller interactivas que promuevan la activa participación
del alumnado, sobre ejemplos y experiencias de la vida en el monte y los ríos (Gili
2010). Este material lo hemos visto en otras comunidades nativas.
La comunidad se origina a raíz del cierre de la empresa La Chorrera, a
mediados de la década de 1950. Por entonces Alfonso Cárdenas se traslada desde el
Putumayo con un grupo de familias huitoto y se asienta en el Napo medio. En
cuanto a la organización política-administrativa, la comunidad cuenta con Teniente
gobernador, Jorge Sihuene. Una Sub-tenienta gobernadora, Elena Huaytan Sihue-
ne. Y el Presidente de la Comunidad o Apu.
Se dispone en la línea de ribera, todo a lo largo, no cuenta con una plaza, el
área central estaría dada por los edificios escolares y un planchón de cemento usa-
do para deportes (voley, futbol) y el monumento al huitoto denominado Plaza Roja.
Por la Ley Velasco Alvarado (1968-1975) de Comunidades Nativas, la comunidad
obtuvo la titulación de tierras. Fue un proceso de reconocimiento de los derechos
indígenas y liberación de los patrones caucheros con acceso a la propiedad comu-
nal de la tierra.
En relación a la atención sanitaria, cuentan con un centro de salud atendido
por una enfermera que permanece en la comunidad, un bote con motor sirve de
movilidad por el río, para casos de urgencias y traslados a Santa Clotilde. Carecen
de medicamentos y la visita regular de un médico. El principal problema de la
comunidad es el acceso al agua potable. Poseen una bomba de tres (3) caballos de
fuerza a gasoil. Sin embargo, cuando no tienen combustible, elemento costoso en la
región, no tienen agua.
La presencia de las organizaciones no gubernamentales es constante. Entre
ellas, Cruz Roja realizó un estudio sobre el agua potable en el 2010.
En cuanto a la economía productiva, la comunidad cuenta con animales de
granja, gallinas, patos. Ganado vacuno, jersey, búfalos, ovejas y caballos. Las cha-
cras se disponen hacia el monte, a unos 500 m. de la ribera donde se ubica la línea
del caserío. Río arriba cortan chonta, palmito y maderas que venden en Mazán.
Los mai huna u orejones se encuentran entre los ríos Yanayacu, Sucusari,
Algodón y Putmayo. Se estima una población entre 190 y 600 personas. Se agru-
pan en cuatro comunidades emplazadas en el río Sucusari (que aquí presentamos),
en el río Algodón, en Puerto Huamán y en Nueva Vida. Se los conoce con distintas
denominaciones: orejones, coto, payagua, payoguaje y tutapischo (Aparicio y Bod-
mer 2009: 282). Se autodenominan con el vocablo ancestral mai huna. La comuni-
dad fue conocida en el pasado por sus condiciones guerreras.
A lo largo de su historia, y desde los primeros contactos con los europeos
en la región, fueron grupos migrantes entre los ríos Napo, Putumayo y Caquetá.
Víctimas de la explotación cauchera de finales del siglo XIX, hay referencias de la
existencia de unas 300 familias mai huna viviendo en los ríos Yanayacu y Sucusari
por entonces. Luego del caucho trabajaron en la extracción maderera. Bajo la in-
fluencia del Instituto Lingüístico de Verano y el accionar gubernamental, entre
1955 y 1975, fueron fuertemente influenciados por los misioneros evangelistas.
Visitamos la comunidad en febrero de 2008. Anteriormente habíamos
estado allí en el mismo mes de 1998. Llegamos en lancha desde Urco Miraño, por
la quebrada de Sucusari. Esparcidas a lo largo de la quebrada se observan las casas,
muchas de ellas con aparente abandono de sus moradores. En la comunidad había
ganado vacuno muy flaco con indicios de patologías severas a poco de morir. Cin-
co años atrás los recibieron de parte del alcalde de Mazán, centro distrital, para
quedar en custodia de la comunidad. No consumen su carne, los faenan para ven-
derla en casi su totalidad al regatón. No recibieron indicaciones técnicas sobre la
crianza y la alimentación de estos animales de pampa y pradera, que desconocen
por completo; solo una vez los vio un veterinario.
Nos recibieron en reunión en la vivienda de uno de los moradores que nos
ofreció su cocina para preparar nuestros alimentos. Entre ellos, Emerson el maestro
bilingüe de la comunidad, nos sintetizó, con mucha claridad y precisión, los
problemas de la comunidad y de la escuela. En la comunidad viven 127 poblado-
res. Cuentan con escuela primaria de 26 alumnos, dos de los cuales están en con-
diciones de pasar a la secundaria. Han solicitado una escuela secundaria que
asegure la continuidad en el estudio de los niños. Carecen de elementos escolares,
carpetas, libros y utilería como armarios y bancos cómodos, los actuales son para
niños muy chicos. Si bien constantemente realizan gestiones en el gobierno local
de Mazán, lo solicitado nunca llega.
La comunidad no cuenta con un puesto sanitario, se atienden en Tamanco,
a hora y media de distancia en peque peque (embarcación pequeña); carecen de
motor, por lo que en las urgencias por embarazos o hemorragias se complica la
asistencia inmediata necesaria. Usan la medicina tradicional para pequeñas dolen-
cias, ya no tienen chaman.
CONCLUSIÓN
AGRADECIMIENTOS
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RESUMEN
ABSTRACT
The present issue is related with the new pattern of production and
dissemination of knowledge in today's society, “the web”, through the matter of
Bilingual Intercultural Education in the Peruvian Amazon.
Key words: web, electronic document, bilingual intercultural education, Peruvian
Amazon.
INTRODUCCIÓN
E
l tema que presentamos es un avance sobre una primera aproximación ya
presentada al nuevo patrón de producción y difusión de conocimientos de la
sociedad actual como es “la web”, a través de una problemática: la “Educa-
ción Intercultural Bilingüe” (EBI en adelante) en la región amazónica.
Nuestro aporte al VI Coloquio Binacional Argentino Peruano “Arqueología
y Antropología en la encrucijada: desafíos actuales en la investigación social” con-
siste en reseñar algunos trabajos y documentos que se encuentran en internet en
relación con la EBI, ya que éstos hacen hincapié en la educación que deben desa-
rrollar los pueblos originarios.
3
www.elprofesionaldelainformacion.com
como una institución gestionada por las organizaciones indígenas amazónicas que
brinda servicios orientados a la formación de recursos humanos capaces de lide-
rar propuestas educativas innovadoras y de desarrollo sostenible, sustentadas en
el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, enraizadas
en su herencia cultural, recogiendo los aportes de otras culturas y promoviendo la
valoración positiva de la diversidad”4.
Antes de crearse la AIDESEP los pueblos indígenas tenían una organiza-
ción tradicional propia acorde con sus condiciones de desarrollo. La centralización
de dicha organización se inició con la orientación de grupos religiosos tanto católi-
cos como evangélicos. El contexto político de la década de 1970 fue propicio para
que las comunidades nativas se agruparan. Esto estaba en estrecha relación con los
procesos sociales a los que apuntaba la globalización. Es así que, en 1979, se con-
formó la Coordinadora de Comunidades Nativas de la Selva Peruana, que en 1980
se pasó a llamar AIDESEP y es“[...] una organización nacional y estamos presidi-
dos por un Consejo Nacional que se asienta en 6 organismos descentralizados ubi-
cados en el norte, centro y sur del país. Tiene 57 federaciones y organizaciones te-
rritoriales, que representan a las 1,350 comunidades donde viven 350,000 hom-
bres y mujeres indígenas, agrupados en 16 familias lingüísticas”5.
La DINEBI (Dirección Nacional de Educación Bilingüe) es un órgano de
línea del Viceministerio de Gestión Pedagógica que diseña e implementa conjunta-
mente con las organizaciones indígenas y otras instituciones, modelos de Educa-
ción Bilingüe Intercultural. Entre sus objetivos, el más importante es “incorporar
la interculturalidad en el sistema educativo peruano”6.
Entre las características principales de la EBI podemos mencionar: la in-
corporación a la práctica pedagógica de valores sociolingüísticos culturales de los
pueblos nativos; recuperación y valoración de la cultura y la identidad como base
del desarrollo integral de la persona; la consolidación en el uso de las distintas
lenguas autóctonas como canales de expresión, desarrollo cultural y autoafirma-
ción; la vinculación de la cultura ancestral con otras culturas, logrando un proceso
dinámico de interculturalidad; garantizar el aprendizaje de la lengua materna y del
castellano como segunda lengua; la determinación de los docentes de dominar la
lengua originaria como el español; la participación de todos los miembros de las
comunidades nativas en la formulación y ejecución de programas de educación con
el fin de formar equipos de trabajo capaces de llevar a cabo la gestión de aquellos;
la preservación de las lenguas de los pueblos indígenas promoviendo su desarrollo
y práctica; la incorporación de la historia de esos pueblos 7.
Siguiendo a Fidel Tubino, el discurso de los educadores con referencia a la
interculturalidad es entendido como un asunto vinculado con las lenguas y el fol-
klore. Esta noción no se relaciona con aspectos socioeconómicos, de derecho o de
ciudadanía. En él, encontramos una concepción culturalista de la EBI, entonces
4
www.aulaintercultural.org/article
5
www.aidesep.org.pe
6
www.minedu.gob.pe/denebi
7
www.lexnoba.absysnet.com/tema/tema53
“[…] en este sentido se puede decir que la utopía intercultural que manejan los
profesores es una utopía tan descontextualizada y abstracta que, al ser “aterri-
zada” en la escuela es folclorizada y banalizada, perdiendo así su contenido de
ciudadanía y su potencial político. Desde la filosofía, la interculturalidad alude,
más que a una utopía abstracta, a un proyecto societal de democracia radical via-
ble en el tiempo” (Tubino s/r)8.
Tenemos que comprender la interculturalidad dentro del contexto de cons-
trucción de ciudadanías interculturales y de democracias multiculturales. Esto debe
ser así, para que la oferta sea inclusiva y no exclusiva.
POLÍTICAS LINGÜÍSTICAS
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Entre los años 1970 y 1980, en Perú, hubo proyectos de Educación Bilin-
güe que proponían una formación orientada hacia el pluralismo cultural y la cons-
trucción de una sociedad que aceptara la diversidad cultural y lingüística.
Existen programas que asesoraron y capacitaron docentes. Los elaborados
por el CAAP y el PEBIAN produjeron materiales y alfabetos distintos a los del
ILV y adaptaron el currículum oficial de primara. Vale aclarar que el PEBIAN
también trabajó en el nivel secundario12.
Cada una de estas políticas, aspiran a integrar al indio al Estado-Nación, a
través del discurso del desarrollo y la interculturalidad pero no lo logran. Tubino
dice que la educación intercultural no debe ser la misma para todos, debe ser diver-
sificada y abierta a las diferencias y tener en cuenta el contexto; “[…] no debe ser
homogeneizante. Debe ser heterogénea. No se puede ni se debe pretender aplicar
un mismo tipo de educación intercultural bilingüe en todo el sistema, ya que una
cosa es hacer EBI para indígenas y otra cosa es hacer EBI para indígenas. Y den-
tro de los indígenas, una cosa es hacer EBI en la región amazónica y otra cosa es
hacerla en la región andina o en la costa. El pasado histórico y los retos presentes
no son los mismos en los Andes y en la Amazonía” (Tubino s/r)13.
La EBI sólo tendrá legitimidad social en la comunidad educativa si se la
encara de esta forma, teniendo en cuenta la identidad cultural, y no poniendo el
acento en intereses políticos económicos propios del sistema hegemónico.
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CONCLUSIÓN
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http://members.tripod.compe/nilavigil/politicas-ling-am.html
www.minedu.gob.pe/dinebi
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Irma C. Sousa
Departamento de Artes Visuales. Instituto Universitario Nacional del Arte
irmasousa@yahoo.com.ar
RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN
D
esde principios del siglo XIX, la gran expansión de la navegación y el
colonialismo que desarrollaron las grandes potencias europeas (Inglaterra,
Francia, Holanda, Bélgica, Portugal, España y Alemania) propiciaron el
contacto con sociedades de tierras lejanas. En el marco de estos acontecimientos se
fue construyendo la antropología y si bien los comienzos se ubican en un mundo
rebosante de teorías evolucionistas y eurocentristas, que justificaban la coloniza-
ción, la pregunta por el otro y la búsqueda de las lógicas internas de estas socie-
dades que se observaban, va generando, poco a poco, un camino hacia el recono-
cimiento y la valoración de la alteridad.
También fue modificándose el concepto de cultura, concebido en principio
con un carácter descriptivo, para tornarse complejo y orientado hacia el plano de
las significaciones (Margulis 2009: 13-24).
En nuestro país, el reconocimiento de las diversidades culturales ha impli-
cado, en estos últimos años, el crecimiento de investigaciones en el campo de la
antropología y la sociología que contemplan las presencias actuales de los pueblos
indígenas y sectores mestizos que provienen en parte de flujos migratorios internos
y externos, desde otros países latinoamericanos. Con este mismo sentido el Estado
Argentino, ha manifestado su preocupación por el respeto hacia las diversidades
culturales y la recuperación de la identidad, a través de la modalidad de Educación
Intercultural Bilingüe, en el marco de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206,
sancionada en el año 2006.
Sin embargo, desde el campo de las Artes no surgen, inexplicablemente,
formulaciones o trabajos de investigación que indaguen sobre el tema. Los excep-
cionales planteos de Rodolfo Kusch, en los años 60 o los abordajes actuales de
Ticio Escobar, Adolfo Colombres y Juan Acha, constituyen enfoques filosóficos y
antropológicos que ahondan en la estética.
Las modalidades de lenguajes artísticos desarrollados por los sectores po-
pulares y las comunidades indígenas y/o mestizas, así como las articulaciones que
la misma dinámica cultural opera sobre ellas produciendo variantes, no están con-
sideradas dentro de la esfera de las Artes (Sousa 2010) y menos aún, existen refe-
rencias de carácter pedagógico que impliquen su tratamiento en los planes curri-
culares de enseñanza artística.
PROPUESTA DE TRABAJO
ha concebido, a principios del año en curso, un proyecto que intenta atender este
criterio.
El presente trabajo se propone la presentación de una serie de actividades
iniciadas en el marco de un proyecto de investigación y extensión universitaria, ra-
dicado en el Departamento de Artes Visuales del Instituto Universitario Nacional
del Arte que tiene por objeto consignar e incorporar los resultados de la observa-
ción de la diversidad cultural, en prácticas concretas, realizadas en forma de Jorna-
das, para aplicarlos a la enseñanza en el campo de las Artes.
El proyecto se ha iniciado con la hipótesis y los objetivos fundamentales
de crear un espacio propio para el Arte Popular y de los pueblos indígenas contem-
poráneos, dentro del ámbito de la Universidad, pero vinculado estrechamente con
la comunidad, destinado al estudio, comprensión y valoración de la producción
mencionada, apoyando y alentando su desarrollo, así también como la incorpora-
ción de integrantes de los sectores involucrados, para la transmisión de sus saberes.
Para el inicio de las Jornadas, que se han dado en llamar Experiencias de
diversidad e interculturalidad en la enseñanza, se ha considerado como objetivo
específico, dentro de los generales del proyecto, la puesta en valor de las prácticas
de literatura oral de las comunidades indígenas en el ámbito de los niveles prima-
rios y secundarios de enseñanza, articulándolas con las modalidades de expresión
estética de los alumnos, con la finalidad de componer un diálogo de mutuo enrique-
cimiento.
El proyecto ha sido concebido de manera integrada, contando con el aporte
e interés de establecimientos educativos de la comunidad y la colaboración de or-
ganismos y representantes de los pueblos originarios.
Se propicia la transmisión de mitologías, relatos y textos poéticos relativos
a las cosmovisiones y al acervo cultural, expresados por los propios representantes
de estas diversidades, a través de las modalidades que le son propias.
Si la interculturalidad supone un entendimiento, un intercambio, de enri-
quecimiento cultural recíproco, es importante la devolución de los alumnos de las
instituciones educativas, para lo cual se ha estimado el lenguaje visual, en términos
de dibujos y pinturas, como una canalización óptima para la expresión. Los seres
humanos se relacionan entre sí a través de los lenguajes, que son los mayores trans-
misores de los elementos que constituyen la cultura. En este caso se ha considerado
el encuentro e intercambio entre lenguajes artísticos verbales y visuales con sus
distintos matices culturales para la producción de procesos de significación.
La experiencia piloto efectuada en una escuela primaria del conurbano bo-
naerense de la Provincia de Buenos Aires, la EP Nº 28 José Ingenieros de San Fer-
nando (Fig. 1), contó con la participación de alumnos del taller de plástica de la
misma, un artista-artesano representante de la Comunidad wichi, Roberto Díaz,
nacido en la Misión Chaqueña Algarrobal, de Salta y la Coordinadora de la asocia-
ción Kajtus-wichi, Eleonora Roncoroni, ambos becarios en temas de Salud Inter-
cultural y Medicina Indígena.
Para la elección de la entidad educativa para esta primera jornada, se tuvo
en cuenta, a través de datos emergentes del último censo, que la escuela pertenece a
Interesa recordar, al respecto, que son objetivos del proyecto madre, propi-
ciar el reconocimiento de la diversidad y el fortalecimiento de las identidades.
Roberto, hizo un relato de su llegada a Buenos Aires, 15 años atrás y su
percepción de la ciudad, sus inquietudes, sus necesidades, sus modos de relación
(Fig. 2). Luego, hizo referencia a su lugar de nacimiento y con la ayuda de Eleono-
ra, que realizaba gráficos en la pizarra y apuntaba datos y frases en lengua wichí,
fue contextualizando el entorno de la Misión, narrando sobre costumbres, activida-
des de hombres, mujeres y niños, hablando sobe las formas de las casas comunales,
el monte, los animales… y hasta un mito sobre SIWÓK, el pájaro carpintero (Fig.
3). Ya antes había desplegado sus hermosos pájaros de maderas del monte que él,
como todos los hombres de la comunidad wichí, elaboran con una destreza admi-
rable.
Los niños gradualmente fueron interviniendo, haciendo comentarios, pre-
guntas, destacando las cosas que eran de conocimiento común, como algunos ani-
males o algunas actividades y asombrándose ante las diferencias.
Cuando se los invitó a transformar todos estos relatos en pinturas, que tra-
bajaron en grupo, a la manera de murales sobre papel, lo hicieron con entusiasmo.
Y pintaron la comunidad, algunos animales, el río, el monte… devolviéndole a Ro-
berto, otra versión colorida de los relatos (Figs. 4, 5 y 6).
Vale destacar la actitud de una alumna que casi al final de la Jornada mani-
festó sorpresa y alegría al identificar la lengua wichí, nativa del relator, con la ha-
blada por algunos de sus propios familiares.
BIBLIOGRAFÍA
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narios y la cultura popular. Ponencia presentada al V Coloquio Binacional Argen-
tino-Peruano en el año del Bicentenario de la Revolución de Mayo “Intercultu-
ralidad y Ciencias”. Buenos Aires.
Documentos electrónicos
http://www.me.gov.ar/doc_pdf/ley_de_educ_nac.pdf
Liliana Barela…………………………………………………………... 67
Mariano Ramos………………………………………………………… 15
Conferencias Magistrales
Ponencias
ARQUEOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA
dades necesarias. Entre las primeras deberíamos contabilizar los registros ar-
queológicos y sociales que brinda este libro: dispersos en temáticas, ofrecen un
panorama de lo que buscan y encuentran los científicos en la profundidad del
suelo americano. Entre las segundas, se abre un horizonte de análisis intercultu-
rales que lentamente ponen en contacto y permiten examinar el costado ético de la
obtención de esos registros.
Probablemente sea premonitorio el haberlos reunido en una obra común.
EN LA ENCRUCIJADA
Este libro ofrece un conjunto de perspectivas sobre la arqueología, antropo-
logía e historia argentino-peruanas. Tienen en común el examen minucioso de las desafíos actuales en la investigación social
condiciones de producción de sus registros y de las consecuencias de haberlos
producido. Los autores son distinguidos especialistas en esas disciplinas y ofrecen
un aporte original a sus campos de investigación.
ACTAS
ACTAS DEL
DEL VI
VI COLOQUIO
COLOQUIO BINACIONAL
BINACIONAL ARGENTINO-PERUANO
ARGENTINO-PERUANO