Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
púnica en necrópolis
contestanas. Estudios de
caso
Grado en Historia
Curso académico 2020-2021
2
Resumen
Palabras clave
Ajuar, ofrendas, fenicio-púnico, necrópolis, Les Casetes, Cabezo Lucero, l’Albufereta,
arqueología de la muerte.
Abstract
In this work we try to answer some unknowns and questions about the
Phoenician influence, and especially Punic, in the Contestania region. For them we will
focus on the study of exogenous materials that appear in the grave goods / offerings of
the necropolis of La Vila Joiosa (Les Casetes), Guardamar del Segura (Cabezo Lucero),
and Alicante (Albufereta), which will be read from a archaeological perspective.
Key words
3
1. Estado de la cuestión y marco teórico
Tal y como el título indica, en este trabajo se buscará una pequeña lectura de los
materiales hallados en el contexto de necrópolis costeras de la provincia de Alicante,
que lejos de solucionar alguna incógnita pueda esclarecer la presencia de la cultura
fenicio-púnica en la Contestania, así como la asimilación de sus creencias religiosas por
parte de la población autóctona materializadas en los ajuares/ofrendas.
4
La colonización de la isla de Chipre puede arrojar luz sobre cómo se llevó a cabo
en la Península Ibérica. En dicha isla se produjeron dos fases: la primera careció de
establecimiento permanente. Los fenicios, en un primer momento, fundaban simples
puntos de apoyo y factorías carentes de población estable (Tsirkim, 1995: 82); durante
la segunda, las empresas comerciales se encontraban bien organizadas en manos de la
aristocracia y se llevó a cabo la creación de centros permanentes como la colonia de
Kistión anteriormente mencionada (Blázquez, 2002: 45).
5
únicamente en ello, hay evidencia de actividad metalúrgica como del hierro, lo cual
sería complementado con la función agrícola (González, 1923: 25-26).
Cabe destacar y explicar que junto a las actividades comerciales por parte de los
fenicios-púnicos se importaba a la Península Ibérica una gran cantidad de productos,
entre los cuales se encontraran objetos exóticos y de lujo, entre los que se hallaban los
amuletos, innovaciones tecnológicas, sociales e ideológicas, así como nuevos ritos
funerarios (González, 1983: 11; Blázquez, 2002: 53; Tsirkim, 1995: 81-82).
Por otro lado, existió una corriente migratoria de poblaciones de la costa sirio-
palestina, hacia esta parte del Mediterráneo (González, 1983: 38; Tsirkim, 1995: 79-80).
Esta oleada se extendió tanto a través de nuevas fundaciones y ocupaciones de
territorios poco poblados, como también a través de una influencia directa sobre
territorios de gran tradición cultural en los cuales mantenían establecimientos antiguos
(Prados Martínez, 2001: 66). Estos movimientos no tuvieron nada que ver con intereses
comerciales, sino de necesidad ante la presión ejercida por Asiria en la zona de los
regímenes agrícolas del interior, por lo que se produjo una explotación agrícola de la
Península Ibérica manifestada con la creación de factorías, sin negar también el uso
comercial de las mismas (González, 1983: 40-41; Blázquez, 2002: 42, 44).
Junto a esta emigración, se produjo otra desde Cartago ya que ante la llegada de
parte de ésta a la misma ciudad, se produjo un aumento significativo de las personas que
habitaban el lugar, por lo que muchas otras, cartagineses, fenicios, mestizos, libio-
cartagineses, libios… se dirigieron a Iberia (García-Gelabert Pérez, 2005: 15).
Con la caída de Tiro a mediados del siglo VI a.C. Cartago gozó de un auténtico
despliegue económico y político como gran polis de carácter comercial. Ésta fue
adquiriendo gran importancia a través de una política exterior agresiva, la cual se
encaminó a obtener el control de las rutas y los territorios que más interesaron para su
empresa económico-social (Prados Martínez, 2001: 63). De esta manera, como afirma
este mismo autor, Cartago se posicionó como ciudad en la vanguardia del nuevo sistema
económico del Mediterráneo.
Así pues, como apunta González (1983), parece evidente que en el desarrollo de
su comercio se encontraría reducido a un círculo limitado que iría ampliándose con el
tiempo; la ocupación de Ibiza tuvo un gran efecto para mantener comunicaciones e
6
intercambio con las comunidades locales de la Península Ibérica, y en concreto con la
Contestania.
Por otro lado, los cartagineses tenían intereses en la población autóctona del
lugar como mercenarios para sus ejércitos y poder llevar a cabo su política
expansionista, es conocido por todos la importancia de los honderos baleares dentro de
las filas cartaginesas. Almagro-Gorbea y Millán Martínez (2013) nos hablan de indicios
de la existencia de relaciones de mercenarios de Hispania en el ejército púnico;
González (1983) nos afirma el empleo de mercenarios en los ejércitos púnicos desde el
480 a.C. y García-Gelabert Pérez (2005) nos expone que uno de los intereses de
Hamilcar Barca en Iberia fue emplear mercenarios autóctonos para la preparación de las
campañas militares.
Por otra parte, según González (1983) el control sobre la Península Ibérica por
parte de los cartagineses se produjo de una forma indirecta, hasta la llegada de los
intereses bárquidas en la zona, lo que produjo un control estatal directo. En ocasiones se
ha exagerado la imagen imperialista de Cartago y su dominio hegemónico, el cual se
produjo mediante un control político y militar efectivo y directo, aunque en ausencia de
un imperio territorial; los Barca iniciaron un periodo de gran trascendencia en la
Península Ibérica que se puede contrastar con la fundación de Qart hdasht o Akra leuke
(Prados Martínez et al., 2011: 204-206).
7
región (Verdú, 2014: 1561-1563). Estos objetos no siempre fueron fabricados en el
mismo Egipto, sino que se llevarían a cabo imitaciones en talleres fenicios-púnicos
(Verdú, 2014: 1561). Todo ello explicaría la asociación de estos elementos en
necrópolis fenicio-púnicas, en tumbas de éstos, o en cementerios de la cultura ibérica.
Amuletos y piezas de adorno personal, definidos en muchos casos como de pacotilla,
pueden aportarnos una gran información; estos amuletos, procedentes de talleres
fenicio-púnicos y realizados en materiales semipreciosos y en pasta vítrea o cerámica
vidriada, se remiten a una tradición egipcia asumida y reinterpretada por la cultura
fenicio-púnica (Jiménez Flores, 2004: 140, 145).
Esto último tiene varias explicaciones: como apunta Jiménez Flores (2004), al
encontrarse la población en un momento de crisis y conflictos bélicos provoca en ella
una necesidad de “magia”, lo que se relacionaría con los amuletos. El apoyo en
propuestas mágicas dadas por religiones “exóticas” ofrece una posible vía de solución,
cuando parece que sus propios dioses han abandonado a sus fieles o son incapaces de
satisfacer sus necesidades. Así pues, la población busca superar este momento con el
recurso de los amuletos o elementos de tradición egipcia, pero no está al alcance de
todos y probablemente no estuviera toda la población en su conjunto interesada en
profundizar por esta vía; por otro lado, como afirma Prados Martínez (2000) la cultura
fenicia es totalmente ecléctica, es decir, responde a una suma de influencias de
diferentes culturas.
8
uno de estos llevaba a parar a un campo diferente, por lo que el estudio de estos se debía
llevar a cabo por una metodología especializada en cada caso. Así pues la Arqueología
de la Muerte sería la disciplina encargada de interpretar los restos del mundo fúnebre,
aportando una gran revolución sobre el estudio de las tumbas y necrópolis (Chapa,
2006: 26-27).
9
Figura 1: Situación de las necrópolis de Les Casetes, l’Albufereta y Cabezo Lucero en la provincia
de Alicante [Imagen] (Elaboración propia, imagen obtenida de GeoNet)
10
2. Objetivos y metodología
Para llevar a cabo este TFG se han elegido como muestra de estudio la
necrópolis de la Vila Joiosa (Les Casetes), Guardamar del Segura (Cabezo Lucero), y
Alicante (Albufereta). Éstas van a aportar una gran información sobre la influencia
fenicio-púnica sobre las comunidades indígenas en diferentes periodos.
11
La necrópolis de Les Casetes, la cual data del siglo VI a.C., nos ofrece claves de
la hibridación entre la población local y pobladores orientales entre los cuales se
encuentran los fenicio-púnicos. La necrópolis ibérica de Cabezo Lucero (siglo V a.C.)
nos trasmite información sobre la asimilación del culto fenicio por parte de la
comunidad local tras la creación de la colonia fenicia de La Fonteta, la cual es
desocupada momentos antes de la creación del cementerio íbero del primero. Por otro
lado, l’Albufereta aportará una información del siglo III a.C. relacionándose con el
período Bárquida y la influencia púnica en el Tossal de Manises.
12
La metodología seguida para la elaboración del trabajo y poder completar los
objetivos expuestos anteriormente ha sido el empleo y contraste de información
obtenida de bibliografía de los siglos XX y XXI, la cual se encontraba en español y
francés, y perteneciente a diferentes autores especialistas en las necrópolis ya
mencionadas. Entre ellos se encuentran: José Ramón García por su libro de la
necrópolis de Les Casetes y Aránzazu Vaquero por su estudio de los objetos egipcios de
ésta; Pierre Rouillard, el cual hizo un buen estudio de la necrópolis de Cabezo Lucero
junto a otros autores como J. Uroz, C. Aranegui, E. Llobregat, Gilles Grévin y A. Jodin
en la década de los 80 y se materializó posteriormente en La nécropole ibérique de
Cabezo Lucero y en posteriores artículos sobre ajuares/ofrendas allí hallados; Enric
Verdú Parra, quién elaboró una fantástica tesis doctoral sobre la necrópolis de
l’Albufereta y artículos sobre los elementos hallados en las tumbas de la misma.
Por otro lado, cabe mencionar la bibliografía obtenida en temas como los objetos
egipcios en necrópolis púnicas, donde cabe destacar a Ana María Jiménez Flores,
Martín Almagro-Gorbea, Juan Manuel Millán Martínez, Josep Padró, María José López
Grande y Francisca Velázquez Brieva; en religión púnica: Antonio Pedro Marín
Martínez, Eduardo Ferrer Albelda y Jorge García Cardiel; en huevos de avestruz:
Hèlené Le Meaux, Carlos Román Ferrer con la bibliografía de la excavación de la
necrópolis del Puig Des Molins, María del Pilar San Nicolás Pedraz, Gigliola Savio y
Luis Alberto Ruiz Cabrero; por otra parte, y no menos importantes, en la cultura púnica:
Fernando Prados Martínez, Helena Jiménez Vialás, Antonio García Menárguez, Vicente
Castañeda Fernández, Iván García Jiménez, Juan Blázquez Pérez y Carlos González
Wagner entre otros.
13
Figura 4: necrópolis de Les Casetes y su situación en cuanto a otros yacimientos en el municipio de la Vila
Joiosa y cercanías [Imagen] (Elaboración propia, imagen obtenida de GeoNet)
14
3. Les Casetes
Figura 5: localización de la necrópolis de Les Casetes en el término municipal de la Vila Joiosa (Alicante).
(Vaquero González, 2012, Figura 2 y Museo Municipal de la Vila Joiosa)
15
El hecho de situar las necrópolis en zonas cercanas a caminos que den acceso al
núcleo poblacional tiene cierta relación con la intención de señalar que el territorio está
ocupado por un grupo concreto, justificándolo con la presencia de sus antepasados
(García Gandía, 2009: 146). La proximidad a los cursos de agua es algo de gran
importancia que hace una función purificadora (Prados Martínez, 2002-2003: 9); como
he mencionado anteriormente, la necrópolis se encuentra situada cerca del río
Amadorio, pero además de este se relaciona con la proximidad de una antigua rambla
que puede ser definida como un paleocanal.
El espacio interior se encuentra dividido en tres zonas, de las cuales dos de ellas
cuentan con sepulturas. Que se localicen dos lugares donde se encuentre una
concentración de sepulturas nos habla de una distribución por linajes o familias, en las
cuales la persona sepultada, en lo denominado como estructura compleja, sería el que
ostentaba el status más elevado; las estructuras simples que se encuentran junto a las
complejas representarían a una parte secundaria de la población. Por otro lado, las
estructuras de hoyo, las cuales generalmente no presentan ningún tipo de ajuar y ocupan
las zonas perimetrales, hacen pensar que se tratan de las personas que ocupaban un
status social más bajo. (García Gandía, 2009: 147-148).
16
3.2 Aspectos antropológicos y rituales
Los restos óseos hallados en las sepulturas explican que han sido recogidos de
una forma deficiente, ya que no aportan una gran cantidad de estos ni de la mayoría de
las partes del cuerpo del difunto. Éstos han sido recogidos junto a cenizas y carbones,
por lo que no han sido lavados y se junta todo en una mezcla un tanto heterogénea. Por
otro lado, se puede observar que la temperatura alcanzada por los huesos generalmente
ha sido buena, ello se localiza en el color blanco que presentan (García Gandía,
2009:163).
17
La colocación de los restos en hoyos, como apunta García Gandía (2009), se han
producido sin alguna intencionalidad, los cuales se sitúan sobre el mismo suelo
geológico, aunque originalmente se encontraban en un recipiente tipo urna. Sin
embargo, se piensa que en los huesos hallados en fosas si hubo cierta intencionalidad en
la colocación de los mismos, comprobándose en la disposición del ajuar y de los restos.
Tenía el objetivo de dotar tanto al ajuar, como al difunto de fuerza para poder
tener una nueva vida y añadir a ambos propiedades y virtudes que les hicieran
inmortales (García Gandía, 2009:168). El pigmento provenía al ambiente funerario de
una imagen de “sangre vital”, con el fin de sustituir al cuerpo del difunto, el cual ha
dejado de existir.
18
3.3 Estructuras funerarias
11%
18% Fosas
56% Hoyos
15% Estructuras simples
Estructuras complejas
Figura 6: distribución de estructuras en Les Casetes [Gráfico] (García Gandía,, 2009, Figura 164)
Las tumbas,
umbas, en sus paredes, fondo y cubrición no presentan ningún tratamiento,
a la vez que la cubrición de éstas generalmente está formada por tierra endurecida. Las
19
dimensiones de éstas son reducidas, llegando a una profundidad de 45 cm y contando
con un diámetro de 30-40 cm de ancho.
Las fosas tienen una forma rectangular, con las esquinas redondeadas. A
diferencia de las tumbas en hoyo, muestran cierto tratamiento en sus paredes y cubierta,
cuentan con un enlucido de barro de color amarillo. Las dimensiones de la fosa son
variables y van estrechamente relacionadas con la cantidad de ajuar que guardan junto
al difunto, las medidas oscilan desde 40 por 20 cm hasta 180 por 60 cm.
García Gandía (2009) ha agrupado como estructuras simples las tumbas que
presentan cubierta formada por una roca plana, cista de adobes, y pseudocista formada
por piedras para señalar el enterramiento.
Por otro lado, las tumbas consideradas como complejas se encuentran: el túmulo
regular, el cual se elaboraba con piedras; la tumba de cámara; cista con ornamentación
de cantos rodados de diferentes colores; y las que se denominan como “encanchados
tumulares”. Estas últimas, como recoge García Gandía (2009:104) de Espinosa, Ruiz y
Marcos (2005:185), son estructuras que en ocasiones cubren las fosas de cremación
secundaria.
20
3.3.1 Orientación de las sepulturas
En el Próximo Oriente, tanto los fenicios como los sirios recogieron los
conceptos astronómicos de los caldeos, lo cual se evidencia en la orientación de las
sepulturas de las necrópolis para establecer una relación con el mundo de ultratumba y
el cosmos (García Gandía, 2009: 164). En Les Casetes todas las tumbas tienen una
orientación este-oeste, salvo las sepulturas de fosa redondeada en las cuales es
imposible conocerla.
21
3.4 Ajuar funerario/ofrendas
3.4.1 Aegyptiaca
Las relaciones que mantuvieron fenicios y egipcios viene desde incluso antes de
la formación del pueblo fenicio. Durante el Segundo Milenio a.C., en el período
cananeo, ya se tienen algunos datos de relaciones comerciales entre ambos pueblos. La
ciudad de Biblos mantuvo un contacto cercano con Egipto, lo cual se puede comprobar
debido al registro arqueológico de numerosas excavaciones en el qué apareció una rica
cultura material procedente de Egipto (Prados Martínez, 2000: 168).
A partir del siglo VI a.C. y buena parte del siglo V a.C. comeenzó a
incrementarse la presencia de amuletos y figuritas apotropaicas egiptizantes, la única
explicación a esta expresión religiosa se debe al campo de la producción artesanal
(Vercoutter 1945: 1-15; Scandones 1975: 65, citado por Jiménez Flores, 2004).
Las piezas elaboradas con esta técnica se hicieron populares y muchos objetos
relacionados en esta técnica fueron comercializados por comerciantes fenicios (Aston,
1994, citado por García Gandía y Padró Parcerisa 2002).
Figura 7: cantimplora de fayenza de la necrópolis de Les Casetes [Foto] (Archivo Gráfico MARQ)
22
La cantimplora aparecida en Les Casetes es de un color amarillento con reflejos
verde turquesa. Presenta un pequeño orificio en la parte inferior, concretamente en un
ángulo de su parte izquierda. Tiene 16.1 cm de altura y 12.9 cm de anchura.
Actualmente la pieza se encuentra restaurada ya que el cuello de la cantimplora, al igual
que una de las figuras de sus asas se había desprendido.
En las dos caras del objeto se encuentra una decoración incisa, la cual tiene la
intención de representar un collar. Esto en realidad no ocupa mucho espacio de la pieza,
dejando la mayoría de las caras carente de decoración. Por otro lado cabe mencionar
que a sus laterales se encuentra presente dos inscripciones en jeroglífico, junto a un friso
decorativo de liliáceas.
El difunto podía desarrollar en la tumba una vida material y tenía las mismas
necesidades y gustos que los seres vivos. Así pues, se encontraban expuestos a peligros
de los que debían protegerse a través de amuletos o pasta vítrea, de figuritas y máscaras
apotropaicas (Prados Martínez et al., 2009: 447).
23
El primer amuleto al que haré referencia es la
representación del dios Ptah-pateco (Figura 8), éste se
elaboró mediante la talla en esteatita. Sus medidas son 1.58
cm de alto, 0.98 de ancho y 0.68 de grosor. La divinidad se
encuentra desnuda en posición frontal, manteniendo un
rostro humano y la cabeza totalmente afeitada donde se
encuentra inciso un escarabajo.
Figura 9: amuleto con representación El cuarto amuleto es un halcón cinocéfalo con alas
de una esfinge alada, posible dios
reticuladas (Figura 11). Mide 1.29 cm de alto, 0.91 cm de
Tutu [Foto] (Archivo Gráfico MARQ)
ancho y 0.43 de grosor. Se trata de una posible hibridación
entre Hapy y su padre Horus, representados como un mono
babuino y un halcón respectivamente.
24
Finalmente, debo hacer especial mención a un último
objeto egipcio. Éste, apareció también en la tumba
mencionada en líneas atrás, la número 5. Es un amuleto de
pasta vítrea que representa una máscara demoníaca (Figura
12), la cual se elaboró con la tecnología de “núcleo de arena”,
dotándola de 2.7 cm de alto, 2.1 cm de ancho y 0.5 cm de
grosor. Se fabricó con una pasta de color azul marino, las
cejas y la barbilla se crearon aplicando de pasta de color
amarillo, al igual que los orificios nasales; sobre las cejas Figura 10: amuleto con representación
del udyat [Foto] (Archivo Gráfico
sobresalen dos cuernos blancos, los extremos de los mismos MARQ)
de color azul. Se mantiene la oreja izquierda, la cual es de
color blanco; este mismo color sirve para los ojos, los cuales
mantienen el iris de un tono negro.
Figura 11: amuleto con representación de Figura 12: amuleto con representación
un halcón cinocéfalo con alas reticuladas de una máscara demoníaca [Foto]
[Foto] (Archivo Gráfico MARQ) (Vaquero González, 2012, Figura 16)
25
3.4.2 Orfebrería
Los objetos de oro han aparecido en una mayor cantidad que los de plata. Es
cierto que los dos tipos de orfebrerías han aparecido en seis tumbas, pero en ningún
caso han aparecido ambos objetos en un mismo ajuar funerario.
Las cuentas de collar son las más numerosas, representando las de oro un 34.7%
de la orfebrería, y las de plata un 8.4%. Las rescatadas de la necrópolis de Les Casetes
son conocidas como “tonelete”, siendo muy simples. Estas mismas, como apunta García
Gandía (2009), son muy frecuentes en Cartago y en necrópolis como la de Cádiz o Ibiza
(Figura 13).
Figura 13: a la izquierda, cuenta de collar hallada en la necrópolis de Les Casetes; a la derecha, colla
de cuentas de la necrópolis de Puis des Molins (Ibiza) [Foto] (González, 2012, Figura 18, y Museo
Arqueológico Nacional)
En las sepulturas, han aparecido pendientes de oro y plata. Los de últimos son de
forma de arete o arete doble. Por otro lado, los de oro son de tipo Nazem y han
aparecido dos, ambos en la misma sepultura. Ambos ejemplares se relacionan con el
tipo clásico que parte de un grueso hilo cerrado en círculo, cuyos extremos, se enrollan
para cerrar con permansión (Perea Caveda y García Gandía, 2010:169). Este tipo de
26
pendientes son de origen semita y son frecuentes en todos los centros de producción del
Mediterráneo, lo que podría vincular a los pobladores indígenas con una relación con el
mundo fenicio-púnico. Aunque fueron hallados en la misma tumba y son el mismo tipo
de pendiente, mantienen un tamaño distinto.
En Les Casetes han aparecido también 4 amuletos de oro, de los cuales 3 se han
recuperado totalmente completos y uno de ellos se encuentra agrietado. Entre ellos
destacan dos que fueron hallados en la tumba 16: uno tiene forma de sol y de luna
creciente. Se fabricó a molde y unió dos piezas de oro cerrando el amuleto y dejándolo
hueco por dentro. Como afirma García Gandía (2009: 135), se trata de piezas con
elementos distintivos de la iconografía fenicia. Es un elemento muy conocido en el
Próximo Oriente; el otro es un colgante fabricado en una pieza maciza, el cual mantiene
la forma de un semicírculo alargado y cerrado en su base (Figura 14). En la parte
superior se encuentra un disco solar alado, bajo éste, aparece una luna creciente o cual
es como un “sello” de identificación fenicia La decoración de este amuleto representa
completamente la iconografía adoptada por los fenicios, la cual tiene una clara
procedencia egipcia. Los amuletos hallados en la necrópolis tienen como sistema de
suspensión el carrete estriado, el cual es característico del mundo fenicio-púnico.
Figura 14: amuleto áureo en forma de semicírculo alargado [Foto] (Archivo Gráfico MARQ)
27
3.4.3 Huevos de avestruz
28
Junto a lo mencionado en el párrafo anterior, la cáscara de huevo de avestruz,
además de ser entendida como un elemento simbólico, podría tener diversas utilidades:
copa para beber, amuleto, vasija con la función de contener alguna sustancia… en este
sentido cabe destacar que ya en el Egipto predinástico se aprovechaban para la
fabricación de elementos como las cuentas de collar (Verdú, 2014: 1677). Esto mismo
es defendido por autores como Lancel (1968, citado por Savio 2004), San Nicolás
(1975) y contrastado en obras como le ouva di struzzo dipinte nella cultura púnica
(2004) de Gigliola Savio.
Por otro lado, a parte de la clasificación según sus tipos, se puede establecer otra
dependiendo de la clase de recorte que mantenga en sus bordes (San Nicolás, 1975: 81-
82). Así pues, se pueden establecer trece tipos:
29
Tipo 1. Bordes lisos, biselados, cortados sin gran regularidad por
pequeñas entalladuras en forma de «V» cada 4 ó 5 cm.
Tipo 2. Bordes lisos, biselados, cortados por pequeñas entalladuras en
forma de «V» cada 3 ó 4 cm.
Tipo 3. Bordes lisos, cortados por pequeñas entalladuras en forma de
«V» cada 5 ó 6 cm.
Tipo 4. Bordes lisos, cortados en forma de dientes de sierra poco
regulares.
Tipo 5. Bordes lisos, cortados por grandes entalladuras de 2 ó 3
centímetros sin gran regularidad.
Tipo 6a. Bordes lisos rectos.
Tipo 6b. Bordes lisos, rectos, biselados hacia el exterior.
Tipo 6c. Bordes lisos, rectos, biselados hacia el interior.
Tipo 7. Bordes lisos irregulares.
Tipo 8. Bordes formando como un estrecho festón.
Tipo 9. Bordes lisos biselados, cortados por entalladuras cortas, pero
prolongadas por una raya que sólo toca la superficie de la cascara.
Tipo 10. Bordes lisos, cortados por pequeñas almenas separadas unos 2
cm. aproximadamente.
Tipo 11. Bordes lisos, biselados, con pequeñas incisiones de unos 15
mm. de longitud y separadas un centímetro de otra, sólo cubren una parte
del grueso de la cascara.
Por otro lado, se han de reservar algunas líneas a la decoración que presentan los
huevos de avestruz. Generalmente todas las cáscaras están decoradas excepto la forma
1; existen dos técnicas para ello: grabada y pintada. Para la última se suele emplear ocre
y pinturas de color negro y azul. La ornamentación nos ofrece motivos de índole muy
diversa: por medio de bandas horizontales con la plasmación de fitoformas, y por medio
de bandas horizontales y verticales, formando metopas y empleando decoraciones
lineales, geométricas, florales y zoomorfas (San Nicolás, 1975: 84-96).
30
necrópolis de Les Casetes en 2015, concretamente las de las tumbas denominadas como
GU 466, GU 445 y GU 503.
Figuras 16 y 17: vaso de cáscara de huevo decorado y vaso de cáscara de huevo fragmentado y quemado
[Foto] (Ruiz et al., 2020, Figuras 2 y 3)
31
La ornamentación que presentan los ejemplares hallados en Les Casetes es
difícil de distinguir hoy en día. El vaso que sería más legible es el hallado en la tumba
GU 445, éste mantiene una decoración pintada con motivos de palmetas y de formas
ovoides de color rojo (Ruiz Alcalde et al., 2020: 3112) así como la presencia de cuatro
metopas separadas por una banda vertical de color blanco; dos de estas metopas están
decoradas con motivos vegetales (Le Meaux et al., 2017: 13).
Figura 18: parte cóncava y convexa del casquete hallado en la tumba GU 503 [Foto] (Ruiz et al., 2020,
Figuras 4 y 5)
Para estos objetos hallados en la necrópolis de Les Casetes, al igual que en otras
como Puig des Molins (1992) y Villaricos (1996) entre otras, Hèlené Le Meaux (2013)
tiene una hipótesis; ésta parte de la afirmación de una realización in situ, dentro de los
talleres peninsulares. En estos se emplearían técnicas de origen oriental o no y se
desarrollarían en un contexto indígena, esta hipótesis se ve reafirmada por la
sistematización y la homogeneidad de las formas y la decoración, lo cual llevaría a cabo
la creación de una tradición y coherencia artística (Le Meaux, 2013: 101).
32
4. Cabezo Lucero
Figura 19: localización de Cabezo Lucero y su entorno [Imagen] (Elaboración propia, imagen obtenida
del PNOA-IGN)
33
dirección. Junto a ello, cabe mencionar el encuentro de las desembocaduras de los ríos
Segura y Vinalopó en la zona, lo que creaba una laguna costera que focalizaba una gran
densidad de población en la zona (Uroz, 2010: 92).
34
La organización de la necrópolis parece que se establece mediante unas
construcciones tumulares de piedra, las cuales mantienen una planta rectangular o
cuadrada. Éstas estructuras son el primer elemento organizador del área sacra, las cuales
siguen una orientación norte-sur, este-oeste (Roulliard, 1990: 540).
4.2 Sepulturas
En otros casos, como se ha indicado en el párrafo anterior, los restos óseos del
difunto no fueron depositados en un recipiente cerámico. Se colocaron directamente
sobre el suelo en cavidades naturales poco profundas sin ningún tipo de preparación o
planificación, o como ocurre eventualmente, se construyó un loculus de piedra o de
tierra sobre el suelo.
35
Los primeros mantienen una planta cuadrada o rectangular, en ocasiones
circular/ovalada, la cual contaba con un pequeño orificio de 0.3 m de diámetro donde se
colocarían los restos. Los segundos son más difíciles de detectar, se componían de
arcilla con una planta rectangular, el mejor ejemplo que puedo mencionar es el conocido
como punto 25, el cual estaba orientado E/O y se encontraba cubierto por dos grandes
losas de piedra (Aranegui et al., 1993: 37).
4.2.2 Señalización
Una de las supuestas estelas se trata una losa de arenisca con una forma de
trapecio regular y cuenta con unos 30 cm de altura. Por otro lado, se encontró un
vestigio de piedra rugosa en posición vertical que descansaba sobre la roca natural, ésta
se alzaba únicamente 10 cm del suelo. La última albergaba dos urnas carentes de restos
óseos, lo que posiblemente se identificaría como unos recipientes de ofrendas (Aranegui
et al., 1993: 38).
36
4.3 El ritual
Del primer grupo encontramos que a su vez se divide en otros dos, de manera
que se establece una distinción entre las fosas producidas en la roca natural y las
revestidas de arcilla. Las primeras se excavaron en la roca natural, dotándoles de una
planta rectangular y con paredes inclinadas. Los segundos son menos numerosos que los
primeros, mantienen una planta rectangular con las esquinas redondeadas y las paredes
verticales. El mortero de arcilla que recurre las paredes es de un espesor de entre 1-2 cm
(Aranegui et al., 1993: 32-33). En el interior de los pozos de ambos tipos se encontraron
restos óseos incinerados y otro tipo de restos residuales, esto apoyaría la afirmación de
que se están produciendo incineraciones in situ.
Los pavimentos de piedra están expuestos por todas partes. Se encuentra en ellos
una clara evidencia de combustión, donde los troncos se consumirían directamente en el
suelo. Por otro lado, las zonas de arcilla muestran una composición apisonada de limo
arcilloso del Segura y de arena fina. A lo largo de la necrópolis se han encontrado
lugares con este tipo de arcilla, que se ha endurecido debido a la acción del fuego de las
piras (Aranegui et al., 1993:34).
37
Muchos autores antiguos y modernos han escrito relatos e informes sobre la
preparación del cadáver y de la pira funeraria, así como del tratamiento que se les da a
los restos óseos de los difuntos una vez se ha producido la incineración. El método por
el cual se construyan las piras podía ser desde una simple acumulación de troncos hasta
la composición de una estructura más compleja (Aranegui et al., 1993:34). Como
afirman Jodin (1993) y Uroz (2010) parece que los cuerpos, en general, fueron
colocados en posición supina sobre la pira. Esta posición durante la incineración
acabaría doblando los brazos y piernas hacia arriba debido a una tracción de los
músculos y ligamentos; esto produciría una desigual combustión de los huesos que se
refleja en los huesos rescatados.
38
4.4 Cerámica orientalizante
Este tipo de cerámica, como explican Aranegui et al., (1993) son los vasos que
contienen una pasta con un desgrasante copioso y triturado, el cual mantiene unos
puntos negros deslumbrantes que son visibles a simple vista. Esta cerámica se cocía a
una temperatura insuficiente para darle dureza a la pieza, lo que provocaba que fuera
relativamente consistente y fácil de separar. Por otro lado, Verdú (2014) afirma que el
desgrasante que contenían este tipo de cerámica era visible con pequeños puntos negros,
en el caso de Sicilia serían minerales de origen volcánico mientras que las procedentes
del norte de África son consideradas más arenosas. Resulta problemático y difícil
establecer un centro de producción específico para estas piezas, aunque se han realizado
algunos avances al respecto (Verdú, 2014: 641).
39
arqueológico fenicio: La Fonteta. Como indican Lorrio et al., (2018/2019) es uno de los
conjuntos arqueológicos más importantes para el estudios de la Protohistoria Antigua en
el Levante, así como la localización de éste permitió ampliar los conocimientos de la
colonización fenicia, del periodo orientalizante y la interacción entre las poblaciones
indígenas y fenicias.
Este tipo de cerámica hallada en Cabezo Lucero, aunque sea minoría, son
conocidas como de tradición fenicio-púnica. Por otra parte, la cerámica de orejetas se
relaciona con el íbero arcaico, sintetizando un contacto con las poblaciones púnicas de
producción alfarera como es el caso de Ibiza (Aranegui et al., 1993:96).
Una vez expuestas estas ideas cabe hacer una pequeña contestación a diferentes
preguntas que podrían surgir. Así pues, el descubrimiento de este tipo de cerámica en
contextos funerarios ibéricos puede estar muy relacionado con la anterior presencia
fenicia en la localidad. Es cierto que el yacimiento de La Fonteta no se encuentra anexo
al anterior, pero no es de extrañar que se llevara a cabo un contacto intensivo entre
ambas poblaciones donde se produciría un intercambio. Como afirma González (1983),
el interés económico radica en los minerales que carecían en la zona de población
semita; por lo que, no es nuevo ese contacto entre comunidades y fruto de ese comercio
se podría tratar de explicar la aparición de esta cerámica en una necrópolis plenamente
ibérica.
La Fonteta estuvo en uso entre la segunda mitad del siglo VIII y finales del siglo
VI a.C. Relacionando la cronología de La Fonteta con la de la necrópolis de Cabezo
Lucero (siglo V a.C.) y la presencia de cerámica fenicia puede establecerse una
conexión cultural de los habitantes del poblado ibérico y el fenicio. Así pues, el uso
prolongado de este tipo de cerámica durante el periodo inicial de la necrópolis, posterior
a la desocupación de la colonia oriental, puede entenderse como una intención de
enlazarse con la cultura fenicia. A la vez que realiza una intención de establecer una
conexión con unos ancestros que ocuparon la zona y trajeron consigo una cultura
diferente que como afirma Uroz (2010) el pasado oriental de las huellas de culto
dinástico en el entorno de Guardamar, explican diferentes fenómenos registrados en la
necrópolis ibérica de Cabezo Lucero.
Por otro lado, el empleo de esta cerámica en contextos ibéricos puede explicarse
por otras dos argumentaciones: la primera, tras el abandono del hábitat fenicio es
40
posible que parte de esa población fuera aceptada por las comunidades locales de
Cabezo Lucero. Ello produce que los extranjeros traigan consigo sus cultos relacionados
con el mundo fúnebre, siendo introducidos en el momento de su paso a la otra vida en la
necrópolis en la que serían inhumados. Ante esto se estaría hablando de una cuestión de
identidad, donde los fenicio-púnicos querrían ser enterrados como sus antepasados y
como su tradición marcaba; la segunda, con el contacto con estas comunidades foráneas
a la Contesania se observaría una nueva práctica ritual para la cual se emplearía este
tipo de cerámica. Es posible que hubiera una transferencia de cultos que fueran
emulados por las élites para relacionarse con estas nuevas poblaciones, lo cual podría
ser también imitado por los que se encuentran en una posición social inferior con el fin
de parecerse a ellos.
Figura 20: Urna globular y Cruz del Negro [Foto] (Aranegui et al., 1993, figura 78)
41
4.5 Ajuar funerario/ofrendas
4.5.1 Numismática
42
Figura 21: Monedas púnico-ebusitanas de Cabezo Lucero [Foto] (Aranegui et al., 1993: láms: 169-171)
4.5.2 Aegyptiaca
43
Amuletos como el encontrado en esta necrópolis son introducidos desde las Islas
Baleares, concretamente desde Ibiza. Como afirman Aranegui et al., (1993) citando a
Gamer-Wallert (1978) Ibiza es el único lugar de España que proporciona amuletos
semejantes.
Por otro lado, se debe reservar unas líneas a las dos pirámides de piedra halladas
en la misma sepultura que el amuleto (Figura 23). Éstas, como he mencionado
anteriormente, son de piedra y de unas dimensiones escasas, concretamente una de ellas
es de 1.2 cm x 1.2cm y la otra de 1.2 cm x 1.1 cm. Ambas mantienen consigo en la base
unos signos definidos como letras púnicas ya que se puede observar la presencia de una
alef.
Figura 23: pirámides halladas en Cabezo Lucero [Foto] (Aranegui et al., 1993, lámina 174)
En un primer momento se podría llegar a pensar que las sepulturas que llevan
consigo los amuletos egipcios deberían ser de la élite local ibera o la clase alta fenicio-
púnica, pero debido a la elaboración de amuletos en los talleres púnicos y su creciente
aumento debido a una mayor demanda y la reducción del coste de las piezas, al dejar de
ser importaciones egipcias, fomenta su expansión a un mayor porcentaje de población y
su populación (Jiménez Flores, 2004: 150).
44
El objeto ha sido definido por Aranegui et al.,
(1933) como un anforisco de pasta de vidrio
policromado (Figura 24). Se encontró quemado y
parcialmente roto, ya que no cuenta con un fragmento
del labio. Los colores que presenta son el amarillo,
blanco y azul y para la elaboración de los mismos se
recurrió al óxido de cobre para el azul, óxido de hierro
para el amarillo y el blanco es el color natural del
vidrio. La decoración que presenta es la alternancia de
los colores ya mencionados en bandas paralelas en el Figura 24: anforisco de pasta vítrea hallado en la
hombro y en el tercio inferior del cuerpo, así como un necrópolis de Cabezo Lucero [Foto] (Archivo
Gráfico MARQ)
zigzag en la zona que tiene el diámetro más grande.
45
5. Necrópolis de l’Albufereta
46
La delimitación del área funeraria de l’Albufereta vendría dada por las mismas
sepulturas, pero realmente estos límites son muy difíciles de precisar a ciencia cierta. A
esto se ha de sumar la construcción de una carretera conocida como “carretera nueva”,
ésta destruyó parcialmente parte del yacimiento, haciendo aún más difícil las labores de
delimitación de la necrópolis. Realmente, esto fue objeto de estudio por historiadores
como Figueras, quién determinó tres de sus cuatro lados: el límite sur se encontraría en
lo que hoy conocemos como “carretera nueva”, ya que en la antigüedad la línea de costa
estaba situada más hacia el interior que en la actualidad; el límite norte se encontraría en
la carretera que va en dirección hacia El Campello; el extremos oeste se encontraría
cerca de la orilla izquierda de una antigua laguna, la cual fue desecada en 1928. Estas
delimitaciones, como hemos mencionado anteriormente, no son a ciencia cierta ya que
como apunta Lafuente (1932: 13, citado por Verdú, 2015), el mal estado de los niveles
superficiales pudo impedir apreciar posibles elementos delimitadores para el cementerio
en caso de hacer existido.
Figura 25: Croquis a lápiz de las excavaciones en l’Albufereta [Foto] (Verdú, 2015, Figura 3.441 y foto
Archivo Gráfico MARQ)
47
5.2 Ritual funerario
Las deposiciones primarias (busta) son cuando en los restos óseos del difunto no
se observa ninguna manipulación post mortem que altere estructura y disposición del
mismo, y cuando el espacio ocupado por la hoguera sería el mismo del enterramiento
(Verdú, 2015: 84). Por otro lado, las deposiciones secundarias son en las que tras
consumirse el cadáver en la pira funeraria (ustrinum), sus restos son trasladados y
depositados en su tumba definitiva (loculus) (Verdú, 2015: 84).
48
En l’Albufereta se practicaron incineraciones in situ y deposiciones secundarias.
Como apunta Verdú (2015), lo más habitual fue practicar las cremaciones en lugares
específicamente acondicionados y posteriormente trasladar los restos a un hoyo o fosa
previamente excavado para servir de sepultura. Por desgrac
desgracia
ia no es posible establecer
conclusiones determinadas a partir de los datos proporcionados por sus excavadores en
cuanto a la cantidad de cremaciones primarias y secundarias, puesto que hay un elevado
porcentaje de casos indeterminados (Verdú, 2015: 93), aaún
ún así, se distingue que un 49%
de deposiciones fueron secundarias en loculi (Figura 26).
2%
6% 5%
Esféricas
9%
44% Agallonadas
Anulares
15%
En Anforita
En Barrilete
19%
Bicónicas
Fusiformes
49
5.3 Tipología de las estructuras y señalización
50
Fosas grandes (15 casos). Pueden superar los 2 m de longitud, se relacionan con
busta o ustrina.
Fosas de tamaño estándar (77 casos). Miden desde 1’36 m hasta 1’76 m.
Corresponden a enterramientos primarios.
Hoyos pequeños (51 casos). Entre 0’8m y 1 m como máximo. Mantienen una
capacidad para el cuerpo de un infante o los restos recogidos del cadáver.
Hoyos muy pequeños (7 casos). Cubre un intervalo entre 0’34 m y 0’7 m, en
ningún momento alcanza una extensión de 0’8 m.
51
cuales se relacionan con el tipo de señalización mencionada anteriormente. Realmente
se encontraron en una posición diferente a la original, sin indicación alguna sobre su
contexto arqueológico (Verdú, 2015:70), los restos encontrados en l’Albufereta parecen
indicar que existieron dos monumentos funerarios
Por encima de lo anterior, debemos destacar los que se denomina como “gran
sepultura” (Figura 27). Como explica Verdú (2015), debió ser una estructura tipo
tumular, probablemente cubierta por una capa de arcilla, elevándose entre 1 y 2 m sobre
el nivel del mar. Se desconoce su tamaño y la disposición de las fosas, podría tratarse de
un recinto familiar.
52
5.3.1 Orientación
53
5.4 Ajuar funerario/ofrendas
5.4.1 Coroplastia
Entre finales del siglo IV y el siglo III a.C. destacan las piezas de terracota por
todo el mundo púnico, la influencia de la coropastia púnico-ebusitana será fundamental
en la configuración de la ibérica. Las terracotas púnicas se interpretan como objetos
votivos, por lo que se valoran en ambientes funerarios, como es el caso de la necrópolis
de l’Albufereta, donde adquieren un papel de protectoras del difunto en la otra vida. A
consecuencia de las relaciones establecidas con los púnicos de Ebusus y Qart Hadasht
arranca la llegada de terracotas foráneas. Éstas, como explicarían Ferrer y Prados
(2007), mantienen un contenido religioso y apotropaico, sumándose en el ámbito de la
Contestania a la costumbre de ofrendar exvotos de terracota (citado por Verdú 2015).
A partir de los estudios que se han llevado a cabo sobre la terracota hallada en la
necrópolis de l’Albufereta, se ha llegado a la conclusión que mantiene un cuño púnico.
Las técnicas empleadas en la elaboración de estos objetos muestra que se llevaron a
cabo en talleres bajo influencia cartaginesa, o por lo contrario se realizaron mediante el
uso de moldes semitas obtenidos mediante el comercio.
54
Entre las terracotas halladas en l’Albufereta haré referencia a dos tipos: tanagra
y pebeteros, aunque existe otro grupo agrupado en “otras terracotas”.
Estos pebeteros han sido objeto de debate que hoy en día sigue en vigor, aunque
historiadores como F. Figueras, “sugieren que estos eran clave para adscribir la
necrópolis de l’Albufereta a la cultura cartaginesa” (Verdú, 2015: 249)
55
19%
Esféricas
57%
24% Agallonadas
Anulares
Figura 30:: Distribución porcentual de las piezas de terracota en la necrópolis de l’Albufereta. [Gráfico].
(Verdú, 2015, Gráfico 3.16)
5.4.2 Numismática
56
Las monedas, en ambientes funerarios, son un gran elemento cronológico al
facilitar una fecha post quem para los ajuares ahí encontrados. Aún así, se deben tener
en cuenta otros factores sobre éstas, como: si se tratan de elementos de circulación o no,
recurrir a indicadores cronológicos de la cerámica… las fechas obtenidas por el estudio
numismático puede ser varías décadas más antiguas que las sepulturas (Verdú, 2014:
1460).
Figura 31: Moneda púnico-ebusitana de bronce de la necrópolis de l’Albufereta [Foto] (fotos Archivo
Gráfico MARQ)
En ningún caso estas monedas, al igual que las halladas en Cabezo Lucero, se
utilizaron para pagos estatales o comerciales de gran tamaño, puesto que solo se
acuñaban en bronce. Es cierto que durante época Bárquida hay una excepción (237-206
a.C.), como afirma Marín Martínez (2011) inician una acuñación intensiva de oro y
plata, principalmente para pagar las guerras contra los romanos. En las monedas se
57
puede comprobar cómo presenta una fuerte iconografía religiosa representada por la
triada púnica: Baal Hamón, Tanit y Melwart (Marín Martínez, 2011: 582; 591).
5.4.3 Orfebrería
58
La mayoría de joyas de oro siempre coinciden con un ajuar funerario rico o
medio, aunque en el caso de la plata, necesariamente no se ha de dar esto. Las joyas de
plata aparecen también en sepulturas donde el ajuar funerario es escaso o prácticamente
inexistente.
El tercer y último tipo son los pequeños aretes simples, de estos se plantea la
hipótesis de que realmente sean tipo Nazem. Estos, se introducían en la nariz y son de
origen semita. Es un tipo muy frecuente en Eubusus. Como indica Verdú (2015) están
formados por un fino alambre de hendidura plana doblada en forma de anillo con los
extremos sin cerrar.
Figura 32: Pendiente de oro en creciente (izquierda), arracada en creciente (centro), arete (derecha)
[Foto]. (Verdú, 2014, Figura 3.964, 3.966 y 3.968 y fotos Archivo Gráfico MARQ)
59
El repertorio de objetos de orfebrería que encontramos en l’Albufereta es
variado, además de los pendientes ya citados debemos mencionar otro tipo de joyas
halladas en contextos funerarios. En ocasiones la clasificación de estas joyas es un tanto
problemática como es el caso de La plaquita de oro. Ésta adquiere la forma de una cinta
alargada con un extremo recto y redondeado el opuesto. Este objeto se puede considerar
como un amuleto para la protección del difunto, así pues, cabe despuntar la aparición de
piezas similares incorporadas en collares púnicos-ebusitanos (Verdú, 2015: 369)
5.4.4 Aegyptiaca
Verdú (2015) considera que todos los objetos egipcios son portadores de
imágenes que se relacionan con divinidades orientales. La presencia de éstos siempre es
puntual y restringida a sepulturas muy concretas, rara vez se evidencian en otros
contextos, incidiendo así en la exclusividad de este tipo de mercancías.
60
horizontal. Se intuye un nemes que desciende sobre los hombros en la parte trasera de la
cabeza. La espalda se encuentra apoyada en una especie de pilar liso, el cual está
perforado por el lateral. Horus viste un faldellín corto plisado, la pierna izquierda está
adelantada; cuenta con el brazo derecho extendido y pegado al cuerpo, mientas que el
izquierdo se encuentra doblado sobre el vientre.
Figuras 33 y 34: Objetos egiptilizantes de la necrópolis de l’Albufereta [Foto]. (Verdú, 2014, Figura
3.1037 y 3.1406 y fotos Archivo Gráfico MARQ)
61
Como se ha mencionado en os objetos egipcios hallados en Cabezo Lucero, en
un primer momento estos objetos se relacionaban con tumbas de la élite íbera y oriental,
pero con la recreación de estos en talleres púnicos y su bajada de precio hacia que la
población tuviera un acceso más fácil a ellos. Esto no se remite únicamente a los objetos
de una necrópolis en concreto, sino que se refiera a todas en general. Por otro lado, cabe
destacar que, como afirma Jiménez Flores (2004), aunque la calidad de los productos
bajara debido a su elaboración en serie, esto no repercutía en el empleo de los mismos,
el cual se generaliza y llega a los estratos más humildes de la sociedad. Las piezas de
mayor calidad se encontraban en las tumbas ricas, por otro lado las de menor son
denominadas como pseudoegipcios o púnicos de baja calidad.
62
2%
6% 5% Esféricas
9% Agallonadas
44%
Anulares
15%
En Anforita
En Barrilete
19%
Bicónicas
Fusiformes
Figura 35:: Distribución porcentual de los diferentes tipos de cuentas de pasta vítrea de la necrópolis de
l’Albufereta [Gráfico]. (Verdú, 2015, Gráfico 3.24)
En l’Albufereta, como indica Verdú (2015) las cuentas suelen ser de un tono
azul oscuro, aunque se cuenta con la presencia de pastas verdosas, amarillentas o
blanquecinas. En cuanto a sus formas y tamaños, son más abundantes las esféricas, con
variaciones en sus tamaños y decoraciones; éstas son segu
seguidas
idas por las agallonadas,
pequeñas y de color azul verdoso, y estas últimas por las anulares. Entre estos tres
grupos suponen el 78% de las cuentas halladas en l’Albufereta. Por otro lado, se
encuentran grupos de cantidades más reducidas: fusiformes, bicón
bicónicas,
icas, con forma de
ánfora pequeña (anforita), y las de “barrilete” o cilíndricas.
Estas pastas irían conectadas en hilos metálicos o de fibra vegetal, creando así
collares en los que se combinarían piezas de diferentes materiales, o con diversos tip
tipos
de amuletos,, monedas perforadas, eetc.. (Ruano, 1994a: 71 y 74; 1995a: 193, citado por
Verdú 2015). Únicamente se han encontrado en 17 de todas las sepulturas de la
necrópolis, esto explica la exclusividad de este tipo de piezas en los enterramientos,
aunque por otro lado, no debemos olvidar los problemas de conservación junto a las
deficiencias de los sistemas de registro de las campañas anteriores.
Unas de las piezas que más destaca es una cabeza de pasta gris azulada (Figura
36).. Tiene una longitud de 5.5 cm y una altura máxima de 3.6 cm. El rostro es
prácticamente irreconocible debido a su deformidad, aunque se pueden llegar a
diferenciar algunos rasgos típicos de estos objetos. La frente es de color amarillo, sobre
esta se coloca una pasta blanca perforada pa
para
ra simular el cabello. Las cejas se dibujan
con 2 trazos negros, y debajo de estas se colocan los ojos en un tono verdoso. La nariz
63
se encuentra definida por una mancha amarilla, como la frente, terminando en una
forma puntiaguda. Con la misma técnica empleada para la elaboración del cabello se
define la barba. La pieza puede clasificarse dentro del modelo de cabezas barbudas de
pasta vítrea, constatadas por todo el mundo púnico debido a una moda generalizada. Al
observarla detenidamente, se puede comparar con una pequeña cabeza barbada
custodiada en el museo Nacional de Cartago (Figura 37).
Figuras 36 y 37: Pequeña cabeza barbada de pasta vítrea de la necrópolis de l’Albufereta y pequeña
cabeza barbada de pasta vítrea del museo de Cartago [Foto] (Verdú, 2015, Figura 3.441 y foto Archivo
Gráfico MARQ, Museo Nacional de Cartago)
64
6. Discusiones y nuevas perspectivas
65
Por otro lado en el primer apartado del TFG expliqué, en líneas generales, que
era y en qué consistía la Arqueología de la Muerte. Así pues, a modo de recapitulación,
ésta tiene como objetivo restaurar la conducta de las sociedades del pasado ante la
pérdida de vidas humanas y lo referente a la cultura material (Abad Mira, 2006: 22).
Pero serán los objetos propios del ajuar y las ofrendas, la forma y selección de estos, así
como su emplazamiento dentro del depósito y la relación entre ellos y el difunto los que
completarán la información acerca del comportamiento de las sociedades ante el mundo
funerario (Prados y Jiménez, 2016: 275).
Como apuntan Prados y Jiménez (2016), los objetos pueden tener varios
significados: cómo se emplearon, la información que nos transmiten sobre las
particularidades sociales, personales y religiosas, morfología y características técnicas.
Por otro lado, la cultura material en contextos funerarios permite establecer dos
categorías principales: ajuares, siendo los objetos que se encuentran en una relación
directa con el difunto, ofrendas y otros componentes que lo acompañan (Prados y
Jiménez, 2016: 276). Lamentablemente, al tratarse de necrópolis excavadas durante el
siglo XX y principios del XXI, no se ha podido establecer una diferenciación entre
ambas categorías.
Por otro lado, Ferrer Albelda (2000) dice que los objetos hallados no deben
porqué ser siempre un ajuar, en otras ocasiones pueden ser ofrendas en sí mismo o
recipiente y contenedores de la ofrenda, clasificándose en varios grupos: objetos
personales del que las deposita (joyas, fíbulas…), objetos de la vida cotidiana que
podrían llegar a tener un significado religioso (monedas y gemas alguna iconografía) y
objetos con un valor religioso estipulado (amuletos, estatuillas, escarabeos,
prótomos…).
66
local no tiene una explicación tan sencilla como relacionarlo exclusivamente en la
dirección del comercio.
Al observar las tres necrópolis escogidas para la realización del trabajo, se puede
contemplar como contienen elementos comunes como los ajuares/ofrendas y el
tratamiento del cadáver. En cada una de ellas se observa como el ritual de la cremación
está muy presente, en ellas se aprecian incineraciones primarias y secundarias, siendo
esta última la más extendida. Como afirma Verdú (2014), el ritual funerario ibérico
alcanza su punto más álgido en el momento de la cremación del difunto, entorno a esto
se articula en la zona cultural ibérica todas las creencias sobre la vida del más allá, así
como de la muerte.
67
por una mayor población, está estrechamente relacionado con el difunto dejando a un
lado su extracción social y a sus creencias personales; la calidad de los amuletos era
baja (Jiménez Flores, 2004: 140). Atendiendo a esto y recogiendo la información
obtenida por Vaquero González (2012) y Prados Martínez et al., (2009) permite afirmar
que los amuletos eran obtenidos por el significado mágico que transmitían y que tenían
la finalidad de proteger al difunto (Prados Martínez, 2008: 85).
68
ésta. Por otro lado, la población semita podría haber sido acogida por las comunidades
autóctonas, lo que provocaría que trajeran consigo sus creencias religiosas y serían
imitadas con el fin de emparentarse con ellos, lo cual afirmaría una influencia en todos
los sectores de la sociedad, ya sea directa o indirecta.
Todo apunta a que los fenicios y los cartagineses sentían pavor y un gran respeto
hacia todo lo que se encuentra relacionado con la muerte (Prados Martínez et al., 2011:
262). Como apunta Prados Martínez (2001), para el caso del mundo romano tenemos
una gran historiografía y avances científicos e interpretativos que fueron surgiendo
durante el Renacimiento, pero para el caso púnico, está todo aún por definir. Esto viene
a probar que la arqueología púnica es una especialidad joven y en proceso de formación.
Así pues, ¿Se podría afirmar, como aporta García Gandía (2009), que se
encontraba una sociedad mixta con una dualidad cultural? Por un lado Blázquez (2002)
afirma que la población fenicio-púnica se encontraba en simbiosis con la población
local, por otro lado, Prados Martínez (2011) nos afirma que los habitantes de la ciudad
de Baelo Claudia reflejan ceremonias de un grupo abierto a influencias de distinta
intensidad, así como datos de un hibridismo de la población; si esto se dio en dicha
ciudad, ¿Se podría haber dado en las necrópolis de la Contestania?
69
¿Atendemos a una aculturación o estamos ante una “moda”? Si se decidió
acoger a foráneos en las comunidades locales ¿En qué se basaron para aceptarlos y ser
bienvenidos? ¿Se sentirían los pobladores íberos inferiores a los fenicio-púnicos a los
cuales tratan de imitar en algunos sectores?
70
7. Bibliografía
Historiae, 1–24.
Carrasco, M. E. S., Romero, R. L., Díaz-Tendero, A. C., García, J. C. C., & Seminario
https://www.researchgate.net/publication/50222311
Celestino Perez, S.; Rodriguez Gonzalez, E. (Eds.) 2020: Un viaje entre el Oriente y el
71
Domínguez Monedero, A. J. (2006). Fenicios y griegos en el sur de la Península Ibérica
425. https://doi.org/10.5209/geri.59917
García Gandia, J. R., & Padró I Parcerisa, J. (2002–2003). Una cantimplora de fayenza
Pyrenae, 347–364.
https://www.researchgate.net/publication/317790106
Graells & Fabregat, R. (2007). La tumba del orfebre de Cabezo Lucero a debate.
72
Gómez Peña, A., & Carranza Peco, L. M. (2021). El ritual de la apertura de la boca en
González de Canales, F., Serrano, L., Llompart, J. (2006). Las evidencias más antiguas
Jodin, A., Llobregat, E., Rouillard, P., & Uroz, J. (1981). Fouilles du site ibérique de
https://doi.org/10.3406/casa.1981.2822
Jodin, A., Rouillard, P., Aranegui, C., Llobregat, E., & Uroz, J. (1982). Fouilles du site
https://doi.org/10.3406/casa.1982.2375
Jodin, A., Rouillard, P., Uroz, J., Aranegui, C., & Llobregat, E. (1983). Fouilles du site
73
1982. Mélanges de la Casa de Velázquez, 19(1), 487–496.
https://doi.org/10.3406/casa.1983.2404
Jodin, A., Rouillard, P., Uroz, J., Aranegui, C., & Llobregat, E. (1985). Fouilles du site
https://doi.org/10.3406/casa.1985.2452
Jodin, A., Rouillard, P., Aranegui, C., & Llobregat Conesa, E. A. (1986). Fouilles du
https://doi.org/10.3406/casa.1986.2480
López-Bertran, M. (2016). Exploring past ontologies: bodies, jugs and figurines from
428.
CuPAUAM, 509-523.
Lorrio, A. J., Torres Ortiz, M., & López Rosendo, E. (2018–2019). La Fonteta
74
Llobregat, E. A., Jodin, A., & Universitat de València. Departament de Prehistòria i
Valladolid.
Olcina, M., García, A., Guilabert, A., Ramón, J., Pérez, R., Tendero, E., & Verdú, E.
Alicante.
Padró Parcerisa, J. (1975) Los objetos de tipo egipcio de la necrópolis de “El Molar”
175.
75
Perea Caveda, A., & García Gandía, J. M. (2010). Análisis MEB e interpretación de la
arqueometría, 167-182.
Pierre, M., Muñoz, A., García, I., Callegarin, L., & Prados, F. (2008). El oppidum de la
Silla del Papa (Tarifa, Cádiz) y los orígenes de Baelo Claudia. Aljaranda, 68, 2-8.
226.
Velázquez.
76
Prados Martínez, F., García Jiménez, I. & Castañeda Fernández, V. (2009). Arqueología
443-456.
Prados Martínez, F., García Jiménez, I. & Castañeda Fernández, V. (2010). El mundo
arqueológicas del uso social del espacio (pp. 111-126). Publicaciones Universidad
de Alicante.
Ibérica: el Cabezo Pequeño del Estaño (Guardamar del Segura, Alicante). Trabajos
de Prehistoria, 113-133.
Rodero, A., Perea, A., Chapa, T., Pereira, J., Madrigal, A., & Pérez-Die, Mª del
77
Rouillard, P., Llobregat, E., Aranegui, C., Grévin, G., Jodin, A., & Uroz, J. (1990). Du
Sala Sellés, F. (2001-2002). Para una revisión de las relaciones púnicas con la costa
San Nicolás, Mª del Pilar. (1975). Las cascaras de huevo de avestruz fenicio-púnico en
Arqueología 2, 75-100.
Savio, G. (2004). Le ouva di struzzo dipinte nella cultura punica. Real academis de la
historia. Madrid.
5275-0.
https://doi.org/10.14198/lvcentvm2012.31.05
78
Verdú Parra, E. (2010). Sobre la presencia de monedas púnicas en sepulturas de la
Alicante.
Alicante.
79