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Grupo 4
Integrantes:
Griselda
Salas
La Neuroplasticidad refiere a la “capacidad que tiene el cerebro para formar nuevas
conexiones nerviosas, a lo largo de toda la vida; en respuesta a la información nueva, a
la estimulación sensorial, al desarrollo, a la disfunción o al daño. También es conocida
como la renovación del cableado cerebral.
Los bebés nacen con casi la totalidad de células en su cerebro, pero con pocas
interconexiones. Más o menos los 6 años, se produce una importante formación de
redes neuronales con toda la información nueva que el niño va adquiriendo. En esta
fase, el cerebro es como una “esponja”, lo absorbe todo, sobre todo a través de la
imitación.
Estas conexiones se organizan imitando la conducta, la actitud, los gestos, el tono, las
palabras del adulto que lo rodea y de todo lo que percibe a través de sus sentidos.
Esto es algo que puede aprovecharse dejando de lado rutinas como los gritos en casa y
apostando por el diálogo, por ejemplo.
El cerebro de los niños es como una “esponja”, lo absorbe todo, sobre todo a través de
la imitación.
En estos casos se debe apostar por crear una red neuronal nueva que se traduzca en
una conducta adecuada, y que sustituya a la anterior. Para ello, el primer paso es
potenciar la exposición al estímulo que favorece la formación de esa nueva red.
Por ejemplo, un niño que tiene el hábito adquirido de pegar cada vez que se enfada,
tiene a nivel cerebral una conexión que asocia ‘enfado con violencia’. Para ayudarle a
“desaprender” esa conducta automática, no se debe no incentivar más ese circuito.
Por el contrario, se debe crear una nueva red que sustituya la antigua. Por ejemplo, en
casa el niño debe comprobar que resolver conflictos a través del diálogo es posible.
También es recomendable darle al niño otras opciones para afrontar el enfado,
logrando así que aprenda a canalizar esta emoción.