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10/06/2022
Vincular lo que aprendemos con lo que hacemos.
Estos últimos son los permiten que la persona reciba y procese información,
con lo cual, el desarrollo psicológico es siempre activo. Propuso a partir de esto una
serie de etapas, cada una cualitativamente distinta de las demás, y que le permiten
al niño transitar hacia una forma más compleja de comprensión y de organización
del conocimiento.
Durante esta etapa puede clasificar y dar cuenta, por ejemplo, de las
transformaciones de los estados de la materia. Ocurre así una serie de
comparaciones lógicas que le permiten responder al estímulo de una manera que
ya no está condicionada en la apariencia, como en la etapa anterior, y empieza a
estar determinada por la realidad concreta.
“El conocimiento sin acción es como entrenar para una maratón y luego no
participar en la carrera final. Estás físicamente preparado en teoría, pero en la
práctica nunca lo sabrás” ¿Cómo podemos lograrlo?
Son muchos los factores contribuyen a esta disminución, pero entre ellos
encontramos la influencia de las experiencias.
Por lo que las experiencias del niño son la que van a desempeñar un papel
esencial en el modelado y la afinación de los principales caminos cerebrales y redes
corticales. Siendo las que van a determinar qué sistemas se estabilizarán y cuáles
dejan de ser importantes desde el punto de vista funcional. De ahí que un entorno
creativo donde el niño esté expuestos a una variedad de nuevas ideas, objetos y
experiencias le ayuda a desarrollar su cerebro, resultando especialmente
importante que él bebe tenga la oportunidad de moverse desde una edad temprana.
Es distinto repetir en nuestra mente para recordar algo, que hacerlo a través de la
acción. Cuando se da una práctica repetida o entrenamiento, el aprendizaje es más
duradero y consistente (montar en bici o aprender a conducir). El “feedback” nos
corrige y ayuda a consolidar los procedimientos.
Lo que ocurre a nivel neurológico es la creación de múltiples conexiones neuronales
que conforman circuitos que solo pueden fijarse de forma duradera con la práctica.
En este sentido, los investigadores, dirigidos por José León-Carrión, profesor de
Psicología Básica de la Universidad de Sevilla comentan en un artículo (1) lo
siguiente: “El aprendizaje es un cambio en la fortaleza de ciertos circuitos
neuronales en función de procedimientos de práctica. Estos cambios neuronales
son diferentes de los producidos por el entrenamiento no motivado”.
La crianza que permite que un niño crezca de manera integral (física, mental y
socialmente) incluye la alimentación, el cuidado de la salud, la protección, el
estímulo cognitivo y emocional, el cariño y la seguridad del ambiente. El desarrollo
del cerebro depende no sólo de la nutrición adecuada sino también de las
experiencias, oportunidades y estímulos a los que esté expuesto.
Como sabemos, las experiencias que vive un niño tanto en el ámbito familiar y en
otros entornos como la escuela son fundamentales. En este sentido, la educación
inicial tiene un rol importante en la construcción de ciertas habilidades cognitivas y
sociales. Su impacto se observa en el bienestar físico y motriz, en las habilidades
lingüísticas, la comprensión de conceptos matemáticos, la capacidad de sostener la
atención y autorregular el propio proceso de aprendizaje y las emociones, entre
otros.