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La perestroika fue una reorma basada en la reestructuración del sistema económico soviético

realizada en la década de 1980. Cuando en marzo de 1985 el reformista Mijaíl Gorbachov fue
elegido secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y se convirtió en
el máximo dirigente soviético, en la reunión del Comité Central del PCUS de abril de 1985 se
decidió poner en práctica dicha reforma. El programa consistía en convertir a la Unión
Soviética en quinientos días en una economía de mercado, mediante a aperturas económicas y
el estrechamiento de relaciones con Occidente. Se aceptó la propiedad privada en artículos
personales básicos. Desde la época de Lenin hubo muchos conflictos y controversias sobre la
forma de economía que debía fungir como transitoria hacia el comunismo real. De hecho, uno
de los conflictos más intrincados fue la existencia o no de un sistema de mercado basado en
oferta y demanda en una economía marxista.

Para algunos autores como Serguéi Kara-Murzá, este proceso constituyó una revolución
«desde arriba», llevada a cabo por la nomenklatura (dirigentes del partido y el Estado) que en
realidad querían justificar su estilo de vida burgués, puesto que gozaba de privilegios a los que
no podía acceder el ciudadano común. Para este autor, el sistema colectivista se había
transformado en un obstáculo, pues no les permitía fungir como una nueva clase social de
forma abierta. En el plano productivo, fue un severo proceso de desindustrialización y
privatización a base de la venta de las propiedades estatales pasando a manos privadas. Un
proceso que fue llamado «terapia de choque» por Borís Yeltsin (primer presidente de la Rusia
postsoviética), al pasar de un Estado socialista cimentado en un sistema económico colectivista
a un estilo capitalista liberal de tipo occidental, donde en 1994 el 70% de activos provenían del
sector privado.2

Según el mismo Kara-Murzá, para el momento de implementada la perestroika, la Unión


Soviética no se encontraba en crisis económica. El cálculo económico de un Estado socialista es
diametralmente diferente al de los Estados capitalistas (con medidas como el PIB o el PPC),
pues el experimento soviético se basaba en un estado empleador monopolista y no se rige por
las utilidades generadas por el trabajo. Básicamente el estado redistribuye todo lo producido
en su conjunto por el pueblo, el dinero se transforma en un mecanismo de canje. [cita requerida]

Desde abril de 1985, Gorbachov y sus ministros introdujeron las reformas anunciadas. El
objetivo principal era pasar de un sistema de economía centralmente planificada a un sistema
de economía de mercado (ley de oferta y demanda), para lo cual se permitió una cierta
autonomía local y se procedió a la liberalización de precios. También se pretendía luchar
contra la corrupción, el alcoholismo y el absentismo laboral. Según la nueva teoría, el pleno
empleo se obtendría al propugnar la liberalización económica, permitiendo a las empresas
tomar decisiones sin consultar a las autoridades y fomentando la empresa privada y las
sociedades conjuntas con un número limitado de compañías extranjeras, lo que impulsaría la
inversión. Así mismo, se implantó una cierta democratización de la vida política.
El neoliberalismo ha recibido críticas desde todos los sectores ideológicos y académicos.63 64
Especialmente ha sido criticado por sus componentes especulativos y su incapacidad para
proveer respuestas satisfactorias a problemas como la inequidad en materia de salud, el
estancamiento de los salarios, la deslocalización económica debido a la globalización, la
pérdida de empleos y la inseguridad económica debido a la tecnología y la automatización,
desde escuelas sustentadas en la cultura y valorización del trabajo y la producción. 65 64 66 67 68

Fundamentalismo de mercado[editar]
El economista Joseph Stiglitz denomina al neoliberalismo "fundamentalismo del mercado", ya
que, como ideología económica, sirve a los intereses de una minoría saltándose los controles y
el funcionamiento de las democracias.69

El término, a veces, es usado para referirse a cualquier posición que se oponga a limitar los
mercados o reducir la intervención del Estado en la economía. En ocasiones el término se ha
usado como término peyorativo o descalificatorio para personas que arguyen en favor de una
economía de mercado, usando la palabra como sinónimo de corporativismo.

Según algunos autores, el neoliberalismo es un liberalismo heterodoxo, desgajado del tronco


principal de la ideología burguesa del que procede.70 Considera al neoliberalismo propio del
Estado de bienestar implantado en los países capitalistas más desarrollados después de 1945,
del que sería uno de los tres pilares básicos, junto a la democracia cristiana y la
socialdemocracia, con los que considera que hubo una convergencia ideológica tras 1945 en
torno al Estado social.71 Sectores sindicales lo usan asimismo como epíteto frente a los intentos
de recortar derechos laborales, conseguidos tras largos años de lucha.

Sus críticos sostienen que el neoliberalismo multiplica dramáticamente el impacto de las crisis
de confianza, culpabilizándolo del alcance de diversas crisis financieras a escala más o menos
global, ocurridas entre 1990 y 2008 (ponen de ejemplo el Efecto Tequila de 1994 o la Crisis
asiática de 1997). También consideran que las políticas de control del gasto público generan
problemas crecientes de tensión, exclusión y violencia social en determinados países.72 En
América Latina por ejemplo es común identificar el término «neoliberal» con las
recomendaciones del Consenso de Washington.73

Algunos economistas institucionalistas consideran que las políticas neoliberales minusvaloran


la influencia que el gasto público ha tenido históricamente en muchos casos tanto en el
crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos de países
industrializados); para la protección de nuevos sectores vulnerables de la economía y la
población; y para la estabilidad social y económica en general. También se ha señalado que las
políticas neoliberales minusvaloran los efectos negativos de la desigualdad económica74 y el
hecho de que los impuestos sobre el consumo son regresivos e impactan más sobre los
contribuyentes de menos ingresos.75

Neoliberalismo como proyecto de clase[editar]


La mano invisible del mercado y el puño de hierro del Estado se combinan y complementan entre sí para
hacer que las clases más bajas acepten trabajos asalariados desocializadores y la inestabilidad social que
ello trae en su estela. Después de un largo eclipse, la prisión vuelve a estar de este modo en la primera línea
de las instituciones encargadas de mantener el orden social.
—Loïc Wacquant
David Harvey describió al neoliberalismo como un proyecto de clase diseñado para imponer
un determinado sistema de clases en la sociedad a través del liberalismo. El economista David
M. Kotz sostiene que el neoliberalismo se basa «en la dominación completa del trabajo por el
capital».76 La aparición del llamado «precariado», una nueva clase fruto de la inseguridad
socioeconómica aguda y la alienación, se ha atribuido a la globalización del neoliberalismo. 77

El sociólogo Thomas Volscho, afirmó que la imposición del neoliberalismo en los Estados
Unidos surgió de una movilización política premeditada por parte de las élites capitalistas en la
década de 1970 ante la necesidad de abordar dos crisis: la legitimidad del capitalismo y la
rápida reducción de la rentabilidad en la industria. 78 Diversas líneas de pensamiento
neoliberales, como el monetarismo o la economía de la oferta, habrían ganado influencia
gracias a su impulso por parte de las élites en las políticas de la Administración Reagan, y que
en última instancia habría conducido a una menor regulación gubernamental y un cambio en el
modelo de financiación del Estado, que habría pasado de depender de los impuestos a
depender de la deuda.78 Mientras que la rentabilidad de la industria y la tasa de crecimiento
económico alcanzados en el ciclo alcista de la década de 1960 nunca se volverían a ver, el
poder político y económico de las grandes corporaciones (Wall Street) y del capital financiero
se habría incrementado enormemente debido a la necesidad del Estado de financiar su deuda

Se conoce como glásnost (en ruso гласность, «apertura», «transparencia» o «franqueza») a la


política que se llevó a cabo a la par que la perestroika en la Unión Soviética por Mijaíl
Gorbachov, desde 1985 hasta 1991.1 En comparación con la perestroika, que se ocupaba de la
reestructuración económica de la Unión Soviética, la glásnost se concentraba en liberalizar el
sistema político. En esta se estipulaban libertades para que los medios de comunicación
tuvieran mayor confianza para criticar al Gobierno.

Gorbachov también autorizó la liberación de presos —políticos para la oposición interna y


externa— y la emigración de algunos refúseniks. El objetivo más expreso de la glásnost era
crear un debate interno entre los ciudadanos soviéticos y alentar una actitud positiva y
entusiasmo hacia las reformas que se encaraban. Sin embargo, esta política de apertura se
volvió en contra de Gorbachov al incrementarse los problemas económicos y sociales por
efecto de las mismas reformas y al incrementarse la crítica de la población soviética contra la
dirección política del PCUS. Durante la glásnost se dieron a conocer al público, entre otras
cosas, detalles sobre la violenta represión política de la época estalinista que hasta entonces
permanecían reservados por cuestiones de Estado.

La meta de Gorbachov con la glásnost era en parte ejercer presión sobre los conservadores del
Partido Comunista que se oponían a la perestroika. En agosto de 1991 la «línea dura» del
Partido realizó un fallido golpe de Estado contra Gorbachov buscando revertir su plan de
reformas, que consideraban una simple maniobra para volver al capitalismo y destruir al
Estado socialista. Al fracasar dicha revuelta aumentó considerablemente la impopularidad de
los líderes conservadores que habían apoyado el golpe contra Gorbachov, siendo que como
reacción los elementos más derechistas del PCUS asumieron el mando en medio de la acelerada
descomposición del aparato político soviético. Las Repúblicas de la URSS empezaron a
proclamarse como independientes en forma sucesiva, sin que desde Moscú se pudiera impedir
dicho proceso. El 24 de diciembre de ese mismo año Gorbachov abandonó el poder y disolvió
oficialmente a la Unión Soviética en un sencillo acto de unos 60 minutos de duración. Borís
Yeltsin, opositor por derecha de Gorbachov y uno de los artífices del contragolpe, se convirtió
entonces en presidente de la Federación Rusa

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