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La Generación del 37’ y su importancia en la consolidación del Estado nacional en 1880.

¿Quiénes eran? / Características.


 Sus miembros pertenecían a una nueva generación de intelectuales, que comenzaba a aparecer hacia
fines de la década del 30’. Los conocimientos y virtudes que los volvían “especiales” tenían que ver
con la fuerte influencia que la Ilustración tuvo en ellos. Entre sus miembros se encontraban Juan
Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Mariano Echeverría, Félix Frías, Mariano Fragueiro,
Domingo Faustino Sarmiento y, más tardíamente, Bartolomé Mitre. En un principio, el círculo
grupal de la generación era muy reducido, y la mayoría de ellos provenían de la Universidad de
Buenos Aires.
 Estos jóvenes ideólogos eran provenientes de las elites letradas de Buenos Aires y el Interior, y se
autoproclamaron destinados a tomar el control de una clase política que, desde la independencia, solo
demostró su pobreza ideológica a la hora de gobernar.
 Hacían su aparición con el objetivo de encontrar una unidad y una paz interna que les permitiera a
todos, a partir de sus ideas, emprender un camino constructivo de una nación. Creían que la
culpabilidad de esta situación de inestabilidad residía en la elite revolucionaria, dado que rompieron
con esa hegemonía de la que gozaban, dejando al opulento federalismo en el poder, y que la
preeminencia de ellos, los letrados, representaría el elemento básico del orden político, justificado
por su posesión de ideas y soluciones innovadoras que serán claves en la orientación de una
población pasiva, siendo ellos quienes debían gobernar y guiar a la nación.
 La generación del “Salón Literario” se distinguía de su predecesora por sus profundas diferencias en
inspiración ideológica, por lo cual era posible que no cometieran los mismos errores. Los unitarios,
por ej., por su parte, habían estado inspirados en las ideas ya atrasadas del Iluminismo.
Contrariamente, la Nueva Generación se caracterizaba por la influencia proveniente de la época del
Romanticismo.
 En 1837, la Nueva Generación se veía a sí misma, por su intelecto, como la única agrupación capaz
de tomar las riendas de un país sumido en el caos constante. En 1850, aceptarán que existe otro
sector directivo en la elite económico – social, cuya importancia y consolidación serán
indispensables para encarar, en conjunto, el proceso de institucionalización de la Confederación
Argentina, teniendo en cuenta que las clases populares tendrían, ahora, mucha más fuerza, a lo cual
debían hacer frente tanto la elite letrada como la económica.

Inicios durante el rosismo.


 La generación del 37’ surge en clara oposición hacia el gobernador de la provincia de Buenos Aires
entre 1835 y 1952, Juan Manuel de Rosas. Contemporáneos y, al mismo tiempo, contrarios al líder
federal, reconocieron la labor fundamental de este y su importancia en la construcción de Buenos
Aires como potencia hegemónica por sobre el resto de la Confederación, venciendo al resto de las
provincias, que se resistían a someterse al poder porteño, y restableciendo la autoridad del Estado y
la disciplina social en su interior.
 Esta generación de ilustrados comenzó haciendo análisis sobre el régimen, intentando, primero,
reformarlo desde adentro; desgraciadamente, su oposición a Rosas los llevó al exilio. Desde allí,
llevarían a cabo escritos e iniciativas para derrocarlo. Sus principales exponentes, entre ellos,
Sarmiento o Alberdi, denunciaron el terror en que se emplazaba el líder federal, así como su aparato
de coerción y adhesión, a partir del cual obtenía el apoyo de diversas capas sociales, como las elites
terratenientes, los sectores populares del campo e, incluso, los indios de la frontera provincial.
 Sarmiento encabezó una operación intelectual con exitosos resultados. La imagen, en plena etapa
rosista, era totalmente divergente: elites urbanas ilustradas vs. caudillos de base rural y militar;
proyectos de institucionalización del poder a partir del modelo liberal vs. adaptación de estrategias
políticas a un medio atrasado en el que prevalecía el uso de la fuerza; elites modernizadoras vs.
caudillos tradicionales, etc. El segundo polo representaba, por supuesto, al régimen de Juan Manuel
de Rosas. El primer intento, fallido, de las elites por tomar protagonismo en el plano nacional,
desembocó en la ausencia de una institucionalización del poder y del permanente estado de terror en
que sucumbió la población.
 La crisis del 38’ pareció abrir una ventana a la oportunidad de tomar el dominio político e ideológico
del país, algo que no se había presentado hasta entonces, cuando el bloqueo francés del puerto de
Buenos Aires provocó un clima de caos generalizado en la sociedad, sumado a sucesivos
levantamientos en contra del segundo gobierno de Rosas. Alberdi influiría en el levantamiento desde
la Montevideo antirrosista, mientras que otros miembros como Vicente F. López o Marco
Avellaneda contribuyeron en los alzamientos en el norte de la Confederación. Esta causa en contra
del gobernador de Bs. As solo obtuvo como resultado su exilio.
 Según palabras de Alberdi en 1847, en el exilio, Rosas ya había conseguido un buen avance en
cuanto a la estabilidad política y progreso económico, lo cual, para él, resultaba indispensable para la
institucionalización del orden político que aspiraba. Coincidiendo con él, Sarmiento, en 1845, en la
tercera parte de Facundo, sostenía que la Argentina surgida de la victoria rosista de 1838-42 era
totalmente distinta de la existente a principios de los 30’. Los cambios ocurridos en ella eran ya
imposibles de borrar, pero esto no debía ser lamentado, sino que debía ser aprovechado.
 Sarmiento y Alberdi también tendrían diferencias: este último consideraba que las bases del régimen
rosista resultarían de vital importancia para la institucionalización del poder, y que la obediencia de
la población que Rosas había obtenido en base a años de terror eran el legado más valioso que este
dejaba; para el primero, además de continuar teniendo una imagen negativa del tirano, la herencia del
rosismo debía dejar más que la posibilidad de institucionalización del poder, ya que era capaz de
impulsar progresos, pero no tan rápidos como él deseaba, los cuales debían verse acelerados, y lo
más valioso del rosismo no eran, en su opinión, los hábitos de obediencia formados, sino la red de
intereses consolidados por la prosperidad que se generó durante la paz de Rosas. Tras tantos años en
donde sólo se derramó sangre y chocaron los intereses de las diferentes provincias, la era posterior a
Rosas tenía en su interior la posibilidad de, finalmente, vivir en paz y progresar como nación. Rosas
era el último obstáculo

Proyectos de la Generación para la nueva nación.


 Mariano Fragueiro, próspero caballero cordobés, antiguamente unitario, propuso en Organización
del crédito una mirada sobre las ventajas con las que contarían para cualquier orden futuro, a partir
de lo hecho por Rosas (similar a lo expuesto por Alberdi). Planteaba que el Estado debía
monopolizar el crédito público, distinguiendo los medios de producción (provenientes del sector
privado) de la moneda (sector público), ya que la estatización del crédito debía hacer posible al
Estado la realización de empresas y trabajos públicos, casas de seguro, y cualquier área que
produjera una renta pagada, como los puertos, muelles, ferrocarriles, caminos, canales, etc., todos
ellos de propiedad pública.
 Juan Bautista Alberdi, por su parte, seguía sosteniendo el mismo ideal acerca del rosismo que en
1847, solo que ahora, influenciado por lo ocurrido en la Francia de Napoleón III, marcará con mayor
entusiasmo:
- La importancia en el uso del autoritarismo (regulado por normas), como instrumento para mantener a
las elites en disciplina, evitando así que estas provoquen nuevas fuentes de inestabilidad política
como habían acostumbrado, y permaneciendo bajo su subordinación aquellos que no pertenezcan a
las elites.
- La creación de una nueva economía, dirigida por una elite política y económica (representada en J.J.
Urquiza) heredera de los medios coercitivos forjados por Rosas, que terminaría en la formación de
una sociedad más compleja, para Alberdi. Esta elite estaría guiada, a su vez, por la elite letrada, que
aseguraría el dominio permanente de los primeros y un rápido crecimiento económico para el país, el
cual no será, para la Argentina, el punto de llegada definitivo.
- Un crecimiento económico sin elementos redistributivos, con un mercado para la producción
nacional encontrado en el extranjero. El trabajo y el capital extranjero representaban, para él, los
principales factores para el cambio acelerado en la Argentina.
- La difusión no debe ser excesiva en el territorio nacional, en su opinión, ya que provocaría nuevas
aspiraciones en los sectores más pobres del país, como el goce de mayores bienes y derechos, lo cual
no resultaría conveniente para una elite que planea constituirse como la única capaz de llevar
adelante el poder por su acceso al mundo de las ideas.
 Domingo Faustino Sarmiento, otro de los más ilustres miembros del Salón Literario, pondría los
intereses en otros asuntos, como el progreso sociocultural, influenciado por su recuerdo nostálgico
del periodo colonial y posindependencia. Rechazaba el ejemplo de una Francia convulsionada por la
revolución, y se fijaba, mejor, en el modelo estadounidense.
Señaló, entonces, la importancia de la palabra escrita (alfabetización) en una sociedad organizada en
torno a un mercado nacional. Estos mercados solo se organizarían mediante la comunicación escrita
con un público basto y disperso. La educación popular volvió a parecerle, entonces, un factor
necesario. Con difundir el alfabeto no alcanzaba, ya que debían difundirse, también, la importancia
del bienestar y las aspiraciones a la mejora económica en todos los polos de la sociedad. Sarmiento
afirmaba que esto no sería una amenaza, como creía Alberdi, sino que podían, incluso, mantener la
vigencia del orden reinante deseado por este último.
Una vez vuelto a Chile, Sarmiento confirmó la importancia de la alfabetización en el conjunto de la
sociedad, para así evitar graves errores producto de la ignorancia en que vivía la población como
sucedió en el país trasandino. Igualmente, lo construido por Rosas en Buenos Aires provoca que esta
ciudad y, por consiguiente, el territorio argentino, estén mucho más cerca de construir esa nación que
planea la Nueva Generación, que los chilenos. Eso se conseguirá una vez que se concilien las partes
que están, una vez más, enfrentadas tras la caída de Rosas.

Las Bases de Alberdi y la construcción del Estado a partir de la constitución de 1853.


 Las intenciones de unión nacional de los miembros generacionales quedaron estancadas cuando la
legislatura porteña rechazó el Acuerdo de San Nicolás, y Buenos Aires terminaría separándose del
resto de la Confederación Federal, cuyo primer presidente constitucional sería Urquiza. Esto fue algo
inesperado y no previsto por los letrados. Tal como suponía Sarmiento, el legado de Rosas fue un
peso demasiado grande para este. De nuevo, solo surgirían bandos rivales y violencia armada. En
1861, tras su victoria en la Batalla de Pavón, Buenos Aires se reincorporó y se formó la República
Argentina liberal, con Mitre como presidente.
 Argentina debió resolver tres problemas, a mediados de siglo:
a) La creación de un nuevo Estado, o sea, unificar el territorio bajo la autoridad de un gobierno
central eficaz;
b) el poblamiento de un amplio territorio casi despoblado, a través de la incentivación a la
migración desde el exterior;
c) la consolidación del control de la esfera política por parte de la oligarquía terrateniente.
La unificación territorial estaba ligada al éxito que tuviera la cuestión del poblamiento, y el Estado
liberal no se consolidaría sin el empuje económico que produciría la inmigración. Al mismo tiempo,
el proceso migratorio no podía llevarse adelante sin, primero, constituir el sistema político. El “punto
de partida” según Mitre sería garantizar las libertades e incentivos para que se produjera dicho
proceso de poblamiento, integrando a los inmigrantes en la sociedad existente.
 En el caso argentino, “liberalismo” significaba constituir un Estado nacional y un régimen capaz de
subordinar a las provincias dentro de un orden donde se las contuviera y controlara. El régimen
liberal instaurado en la República se vio afectado por la herencia del antiguo régimen predominante
en el territorio durante el periodo posindependencia, la cual tenía que ver con los mecanismos de
selección en la participación política.
 Para Juan Bautista Alberdi, la entrada en un sistema liberal empezaba con la introducción de un
sistema político y, dentro de este, de un sistema electoral, el cual consolidaría la idea de una
modernización controlada, al tiempo en que se restringían las libertades políticas. Los permanentes
choques entre unitarios y federales se vieron resueltos mediante la creación del sistema mixto
bicameral del poder legislativo.
 El senado y el poder Ejecutivo eran elegidos por un lado y, la Cámara de diputados, por otro, lo cual
representaba continuidad y cambio, tradicionalismo y modernización, respectivamente, en la
transición desde el antiguo régimen hacia el Estado liberal.
 Los liberales se dieron cuenta que, para encaminar el proceso de desarrollo del Estado moderno
impugnado por Alberdi, debían, primero, establecer la paz interna y recomponer un acuerdo donde
incluyera, al menos, a la mayor parte de la oligarquía. La transición al liberalismo finalizó en 1880; a
partir de allí, desaparecieron los ejércitos particulares de las provincias y la capacidad de algunas
regiones y ciudades de disputar el monopolio de fuerza al gobierno federal.

¿Por qué sus ideas fueron vitales en la consolidación final del Estado? Conclusiones…
 La industria, casi inexistente en 1869, contaba con 23000 establecimientos en 1895; entre 1888 y
1913, la red ferroviaria se extendió desde 2000 km a 35.000; el área cultivada, de menos de 2
millones de hectáreas en 1880, llego a 5 millones en 1895.
 Incrementó la riqueza en la sociedad, al tiempo en que creció la población urbana, se desarrolló la
clase media allí mismo y se fortalecieron económicamente tanto la oligarquía como los sectores
políticamente marginados.
 Un nuevo proyecto educativo se desplegó en territorio argentino, donde se intentaba integrar a
absolutamente todos los habitantes del país (ya fueran nativos, extranjeros, hijos de extranjeros, etc.).
El analfabetismo se redujo en un 4% en 30 años, pero, al mismo tiempo, fue mucho menor el
porcentaje de la sociedad que logró acceder a la alfabetización. El proyecto tenía demasiadas
limitaciones, y respondía a una clara intención de modernizar.
 Al surgir nuevos medios de comunicación, como el periódico, se sumaron una gran cantidad de
lectores y la información comenzó a desplegarse a lo largo del territorio. La prensa periódica creció,
pero, a su vez, un numeroso sector comenzó a ser lector de la creciente cultura literaria que
comenzaba a gestarse allí. La imagen del “gaucho” criollo se estableció como tradicional y simbólica
de la cultura popular argentina y la literatura se centró en ellos.
 La Ley de Inmigración promulgada por Avellaneda continuaba el camino decretado por las líneas
constitucionales de 1853 (aunque el inicio del proceso migratorio databa de la década del 30’). En un
principio, se decidió dirigir a parte de estos inmigrantes hacia la ocupación del desierto interior, pero,
finalmente, se asentaron en la capital y en algunos pueblos y ciudades del Litoral. Los inmigrantes
eran, en un 80%, italianos y españoles, todos empobrecidos. El censo de 1895 evidenciaba que, de
4.000.000 de habitantes en toda la república, un 34% eran extranjeros.
 Todos estos desplazamientos ocurridos en el contexto de masivas oleadas migratorias y nativos
despojados conllevaron a la desarticulación de la red de asentamientos rurales, cuyos habitantes se
dispersaron en el creciente ámbito urbano, de cada vez mayor concentración. Buenos Aires fue el
lugar de mayor diseminación. La extensión de las líneas ferroviarias contribuyó, a partir de los 70’, a
la fundación de nuevos núcleos urbanos y al renacer de otros más antiguos en la periferia de la
capital.
 En el desarrollo del capitalismo en Argentina, la existencia de grandes productores y terratenientes
fue un empuje fundamental, dado que actuaban como verdaderos capitalistas agrarios. Al mismo
tiempo, se difundieron valores que promovían el intercambio, posesión y consumo de bienes, y se
formaron instituciones para organizar este funcionamiento. La economía de mercado en Argentina
terminó de formarse en el último cuarto del siglo XIX, y una oportunidad perfecta para expandirlo
fueron los millones de hectáreas conquistadas en el desierto, las cuales serían destinadas a la
ganadería con resultados extraordinarios.
 Igualmente, la doctrina de restricciones políticas de Alberdi comenzó, más tarde, a volverse
inadecuada y atrasada, por lo cual fue objeto de controversias, así como el predominio del latifundio
en manos de la clase elitista terrateniente y la no superación de la fase notabiliar durante este proceso
de transición.

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