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Tres tipos diferente de cultura: postfigurativa (los niños aprenden de sus

mayores), configurativa (tanto los niños como los adultos aprenden de


sus pares) y prefigurativa (los adultos también aprenden de los niños).

Las sociedades primitivas y las pequeñas comunidades son principalmente


postfigurativas.

Las grandes civilizaciones recurren generalmente al aprendizaje


configurativo a partir de los pares.

Actualmente, ingresamos en un periodo en el que los jóvenes asumen un


nuevo rol: la captación prefigurativa del futuro aún desconocido.

Culturas postfigurativas
La cultura postfigurativa es estática y acrítica. Está representda por tres
generaciones sucesivas.

En las culturas postfigurativas, el cambio es lento e imperceptible.

Los abuelos no pueden imaginar para sus nietos un futuro distinto de sus
propias vidas pasadas. El pasado de los adultos es el futuro de cada
generación.

Este tipo de cultura han sido las típicas de las sociedades humanas
durante milenios.

El contacto con otros pueblos reforzaba la conciencia de la propia


identidad, particular e inalterable.

La característia esencial de las culturas postfigurativas es una forma de


vida inmutable, eternamente igual.

Su objetivo es estampar indeleblemente en cada niño la forma cultural.

La continuidad de todas las culturas postfigurativas depende de la


presencia viva de por lo menos tres generaciones (Este tipo de cultura es
peculiarmente generacional).
La cultura postfigurativa depende de que los adultos puedan ver a los
padres que los criaron mientras elos crían a sus hijos en la misma forma
en que ellos (los padres) fueron criados.

¿Quién soy? ¿Cuál es la naturaleza de mi vida como miembro de mi


cultura, cómo hablo y me muevo, cómo duermo, cómo hago el amor,
cómo me gano la vida, cómo me convierto en padre, cómo me encuentro
con la muerte? Las respuestas a estas preguntas están predeterminadas.

Cuando entran en una sociedad extraña, los inmigrantes adultos de una


cultura postfigurativa no experimentan un cambio en su integración
interior (que es muy sólida). Estos individuos aislados pueden vivir durante
años entre extraños, trabajando, comiendo y a veces incluso casándose y
criando hijos, sin cuestionar su identidad ni empeñarse en asumir la nueva
identidad.

La continuidad se conserva mediante la supresión de los recuerdos que


perturban el sentimiento de comunidad e identidad.

Un rasgo esencial de la cultura postfigurativa es que hay muchas cosasque


no ponen en tela de juicio (de modo que el niño las interiorizacomo si
fuera la única forma existente de hacerlas).

Los hábitos que rigen al despertar y al acostarse, la forma en que se


ahorra y gasta, el dinero, las reacciones frente al placer y el dolor… Todos
estos son importantes aspectos de conducta transmitida. Estos aspectos
permanecen por debajo del umbral de conciencia.

Es la falta de rotulación, de verbalización y de forma de conciencia la que


otorga una gran estabilidad a la cultura postfigurativa y sus aspectos.

La falta de impugnación y la falta de toma de conciencia son las


condiciones claves para la conservación de una cultura postfigurativa.

Culturas configurativas
La cultura configurativa es aquella en que el modelo de conducta
prevaleciente para los miembros es la de sus contemporáneos.
Son escasas las sociedades en las que la configuración sea la única forma
de transmisión cultura. No se conoce ninguna donde este modelo se haya
conservado durante generaciones.

Sin embargo, en todas las culturas configurativas los ancianos continúan


predominando: fijan el estilo y los límites dentro de los cuales la
configuración se expresa en el comportamiento de los jóvenes.

Cada individuo se convierte en un modelo para los otros de su generación


en la medida en que corporiza exitosamente un nuevo estilo.

La configuración se origina en una ruptura del sistema postfigurativo.

Esta ruptura puede producirse por muchos motivos, entre ellos: una
catástrofe que diezma a la población (en especial a los ancianos, que son
claves para el sistema postfigurativo); el desarrollo de nuevas tecnologías
(los ancianos quedan afuera); una emigración (los ancianos pasan a ser
catalogados como inmigrantes y extranjeros); una conquista (se obliga a
las poblaciones a aprender el idioma y las costumbres del conquistador);
una conversación religiosa (a partir de la cual los adultos convertidos
criaran hijos con ideales distintos a los que ellos aprendieron en su
infancia o adolescencia); una revolución (introducción de nuevas y
distintas formas de vida para los jóvenes).

Es frecuente que la configuración sólo sobreviva durante un periodo


breve.

La inmigración a EEUU e Israel es un ejemplo del tipo de absorción que


obliga a los jóvenes a adoptar un comportamiento muy distinto al de sus
antepasados.

Descendientes de inmigrantes: estos niños ven a sus abuelos como


individuos cuyas huellas ellos nunca seguirán. Representan a los
individuos en los que ellos se habrían convertido en otro entorno.

La configuración se produce en circunstancias en que la experiencia de la


generación joven es radicalmente distinta a la de sus padres y abuelos. En
una sociedad configurativa, los progenitores no pueden aportar a los
jóvenes modelos vivos y apropiados a su época. Ellos mismos deben
desarrollar nuevos estilos basados en su propia experiencia, y a la vez
deben proporcionar modelos para sus propios pares. En el caso de los
hijos de inmigrantes, a medida que concurren a la escuela o el trabajo,
entran en contacto con pares con los que pueden establecer una
comparación. Estos pares les ofrecen modelos más prácticos que los que
los mayores (cuyo pasado les resulta inaccesible). Los “recién llegados”
descubren que sus pares son los mejores guías.

Los recién llegados pueden importar un estilo de conducta inconciliable


con la conducta de miembros nativos, o también puede ocurrir que este
nuevo estilo de conducta (nueva jerga, puntos de vista, etc) se convierta
en un modelo para sus compañeros nativos.

La conducta configurativa es superficial y está desvinculada de la


experiencia postfigurativa de la infancia.

No existe una imagen clara del pasado ni del futuro; todo está regulado
por el comportamiento del grupo.

La sociedad configurativa suele caracterizarse por la ausencia de los


abuelos. Es habitual que los abuelos estén ausentes en las sociedades
modernas como la norteamericana.

La transición a una nueva forma de vida (en la cual es necesario adquirir


nuevas aptitudes y estilos de comportamiento) parece ser mucho más fácil
cuando se realiza en ausencia de abuelos que recuerdan el pasado.

Cuando los abuelos desaparecen físicamente del mundo donde se cría el


niño, la forma en que el niño experimenta su futra se abrevia en una
generación (la de sus padres), por lo tanto, sus vínculos con el pasado se
debilitan. El pasado, que estaba representado por los abuelos, se
borronea.

La familia nuclear (padres e hijos) de la cual se ha eliminado a los abuelos,


es característica de los inmigrantes.

EEUU: La experiencia de los hijos de los inmigrantes se convirtió en la


experiencia de todos los niños norteamericanos, quienes pasaron a ser los
representantes de una nueva cultura que vivía en una nueva era.
Los efectos de la configuración en EEUU empezaron a hacerse evidentes a
principios del siglo XX.

Culturas prefigurativas
Lo prefigurado es lo desconocido.

La prefiguración es una nueva forma cultural que está surgiendo.

Una nueva etapa en la evolución de las culturas.

Los hijos de hoy enfrentan un futuro acerca del cual la ignorancia de los
mayores es absoluta.

Es necesario reemplazar la imagen de la migración en el espacio


(migración geográfica) por la de migración de tiempo.

Entre 1940 y 1960 sucedieron hechos que modificaron por completo las
relaciones entre los hombres y el mundo natural.

Computadoras, avances científicos, crecimiento demográfico, destrucción


del entorno natural, televisión, satélites energía ilimitada, materias primas
sintéticas, etc.

FACTORES QUE HAN CULMINADO EN LA DIVISIÓN DRÁSTICA E


IRREVERSIBLE ENTRE LAS GENERACIONES.

Esta ruptura entre generaciones es totalmente nueva. Es planetaria y


universal. Abarca todo el mundo.

Los mayores podían decir a los jóvenes “Yo he sido joven y tu nunca has
sido viejo”.

Los jóvenes de hoy pueden responder: “Tu nunca has sido joven en el
mundo en el que yo lo soy, y jamás podrás serlo”.

Hoy todos los pueblos del mundo forman parte de una red de
intercomunicación. Los jóvenes de todos los países comparten un tipo de
experiencia que ninguno de sus mayores tuvo o tendrá jamás.
Existe una inquietud en la juventud moderna. Rebelión juvenil en los
distintos países.

Disconformidad juvenil de dimensiones mundiales. Activismo juvenil.

Esta revuelta juvenil se generó, en parte, por la aparición de una


comunidad mundial: los seres humanos del mundo se han congregado.
Los satélites de televisión nos han transformado en una comunidad única
en la cual los acontecimientos que ocurren en un punto de la tierra están
al alcance de todo el planeta.

Estos cambios se han registrados dentro del ciclo vital de una generación.

Todas las personas nacidas y criadas antes de la Segunda Guerra Mundial


son inmigrante en el tiempo (como sus antepasados lo fueron en el
espacio), que luchan para adaptarse a las condiciones desconocidas de la
nueva era. Estos inmigrantes crecieron bajo cielos por los que jamás había
cruzado un satélite (Mead sería una inmigrante en el tiempo).

“Todos los que nos criamos antes de la Segunda Guerra Mundial somos
pioneros, inmigrantes en el tiempo, que hemos dejado atrás nuestros
mundos familiares para vivir en una nueva era. Nuestro pensamiento nos
ata al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y
nuestra juventud”, dice Mead.

La nueva generación, los jóvenes rebeldes de todo el mundo, están


cómodos en su tiempo (encajan, digamos). Los inmigrantes en el tiempo
no están tan cómodos en la nueva era.

Los jóvenes de la nueva era saben que el control de la natalidad es algo


necesario, que la matanza de un enemigo no es distinta al asesinato de un
vecino, que las distinciones entre “tiempo de paz” y “tiempo de guerra”,
amigo y enemigo, han perdido su significado. Saben que una nación no
puede salvar sólo a sus propios niños y que cada uno es responsable por
los niños de los demás. No sólo lo saben, sino que también lo sienten.

Los jóvenes no saben de lo que se debe haber, pero intuyen que debe de
haber un sistema mejor y que ellos deben encontrarlo.
Antes, era común que los mayores supieran más que los jóvenes (en
términos de la experiencia adquirida).

Actualmente, no hay ningún lugar del mundo en el que haya mayores que
sepan lo que saben los jóvenes.

Los adultos forman una generación aislada. Ninguna otra generación ha


experimentado un cambio tan masivo y rápido. Hoy los adultos saben más
que cualquier generación acerca del cambio.

Los jóvenes nunca experimentarán lo que han experimentado los adultos,


y los adultos tampoco lo que han experimentado los jóvenes.

Una vez que los jóvenes y los adultos acepten que existe un abismo
generacional profundo, será posible reanudar la comunicación. Pero un
adulto que piense que invocando su propia juventud podrá entender a los
jóvenes estará perdido.

Se trata de dos generaciones que todavía deben encontrar una forma de


dialogar acerca del mundo en que ambas viven.

En el mundo actual prevalecen los enfoques innovadores, en


contraposición a las ortodoxias.

Los padres no saben cómo educar a estos hijos que son tan distintos de lo
que ellos mismos fueron en otro tiempo, y la mayoría de los jóvenes es
incapaz de aprender de padres y adultos a los que ellos jamás se
parecerán.

Los jóvenes disconformes comprenden que existe la necesidad crítica de


que el mundo actué inmediatamente para solucionar problemas que
afectan a la totalidad del globo.

Los jóvenes tienen conciencia de la realidad de la crisis.

El estilo prefigurativo es un nuevo tipo de cultura. Será el hijo y no el


padre ni los abuelos quien representará el porvenir. En lugar del adulto
canoso, que en las culturas postfigurativas corporizaba el pasado y al
futuro, es el niño nonato, ya concebido pero alojado en la matriz quien
debe convertirse en el símbolo de lo que será la vida.
HAY QUE RENUNCIAR A LA EDUDACIÓN POSTFIGURATIVA (CON SUS
INGREDIENTES CONFIGURATIVOS) Y SE DEBEN DESCUBRIR MEDIOS
PREFIGURATIVOS DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE QUE MANTENGAN
ABIERTO EL FUTURO.

Las culturas postfigurativas eran sistemas cerrados que copiaban sin cesar
el pasado.

Ahora debemos enfocarnos en la creación de sistemas abiertos que


apunten al futuro.

La imaginación adulta permanece amarrada al pasado. La liberación de


esta imaginación depende del desarrollo de un nuevo tipo de
comunicación con los jóvenes (que son quienes están más hondamente
comprometidos con el futuro; jóvenes que nacieron en el nuevo mundo).

El desarrollo de las culturas prefigurativas depende de que se entable un


dialogo con los jóvenes, a partir del cual ellos puedan actuar libremente
según su propia iniciativa y a la vez puedan conducir a sus mayores en
dirección de lo desconocido.

Los niños y los jóvenes deben formular las preguntas que a los adultos
jamás se les ocurriría enunciar; pero es necesario reconquistar la
confianza (DIALOGO) para que los mayores puedan trabajar junto a ellos
(los jóvenes) en la búsqueda de las respuestas.

Es necesario modificar la ubicación del futuro (es decir, la concepción del


futuro que tienen los mayores)

Los jóvenes dicen “el futuro es ahora”. Mead termina dándole la razón a
esta expresión.

Los adultos deben ubicar el futuro (como si fuera el niño nonato


encerrado en el vientre de su madre) como algo que está aquí y que debe
ser alimentado: el futuro es ahora.

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