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Adultos en crisis

2. Adultos del siglo XX. La crisis.

Hombres y mujeres de hoy

Durante las dos gerras mundiales se pude ver la muerte del hombre del siglo XIX. Un hombre que
volvió destruido no solo físicamente, sino que sobre todo destruido de sus ideales, quien camino
sobre las ruinas de una sociedad que lo había endiosado y que él mismo había contribuido a
destruir.

Fue una gerra con amplia participación de las mujeres, la cual fue una ocupación para sentir que
existían.

En la segunda guerra donde las mujeres tuvieron que protegerse solas y salir a cubrir lugares de
trabajo cuando no había hombres para hacerlo. Y como en EE.UU. demostraron que la producción
aumento y al finalizar la guerra estas mujeres no volvieron a encerrarse en sus hogares. Y el
hombre en buena medida dio un paso al costado al sentirse responsable de tanta muerte,
destrucción y pérdidas económicas. Dejo una enorme sensación de libertad por un lado y de
orfandad por otro. El hombre pierde poder, sobre todo pierde autoridad. Deja de ser el referente
de toda experiencia y sabiduría, osea un modelo a seguir. Las mujeres de los 50 pelean por un
lugar en el espacio público, pero arrastraban un enorme lastre de tradiciones y prejuicios. Los
jóvenes, hombres y mujeres, que iban creciendo sin una autoridad estaban mejor preparados que
sus madres para llenar el espacio. Así mismo el feminismo, la cultura adolescente y el movimiento
gay crecieron con gran fuerza en la última parte del siglo XX.

En oposición a la cultura adulta, fue surgiendo una cultura adolescente, donde los jóvenes pasaron
a ser los dioses, los modelos de sí mismo y de la sociedad en conjunto. Si antes habían sido
educados como varones o niñas, ahoras avansarian hacia un estilo “unisex”, si habían crecido en
un sistema verticalista, proponían la horizontalidad que teñiría todo: el modo de relacionarse, el
lenguaje, el conocimiento y la pareja entendiéndose por la ultima que hombres y mujeres se
relacionan de igual a igual, que intercambien roles. Significa plantear las bases de una
democratización de la familia.

Ser adulto ya no era lo ideal. Adulto paso a ser sinónimo de viejo. El cuerpo debía mantener la
juventud eterna. Ahora los jóvenes estaban en la mejor época de la vida y debían conservarla el
mayor tiempo posible, al salir de ella seria desvalorizados viejos.

El matrimonio era visto como la formalidad innecesaria de un sistema hipócrita. La mujer debía
“realizarse”, lograr las libertades, aspirar a todas las formaciones y todos los trabajos; beber y
fumar. El hombre podía acompañarla en ese proceso, no inferir en él. Los hombres jóvenes
comenzaron a no sentirse no varoniles por aceptar estos cambios.

La educación se vio influida por estos cambios. Si hasta en tonces los niños y jóvenes eran
educados por los padres, los docentes y la religión, ahora se sumaba la cultura adolescente, con
sus ídolos y con la fuerza creciente de los medios masivos. La escuela trato de adaptarse
incorporando técnicas grupales, medios audiovisuales, dejar crecer la creatividad, aumentar la
horizontalidad de los vínculos, pero el formar para la vida adulta se va desacreditando. También se
arrastro a las religiones tradicionales y se pusieron de moda religiones que mostraban sus mesías
de carne y hueso.

En los años 60 y 70 la revolución sexual cambia al mundo occidental y se ve liberada de viejas


represiones. Los gay pasan a vivir abiertamente en pareja, crean un circulo de bares, restaurantes
y lugares para bailar.

L0os niños tmb fueron objetos de la des represión. Los limites, las normas, fueron vistas como la
expresión misma de esa coerción y debían ser evitadas. Si los mecanismos clásicos de poder
familiar del siglo XIX incluían la fuerza física, el manejo del dinero, la desestima y el medio a perder
el amor de los padres, no se puede decir que algo haya cambiado en el siglo XXI.

Lo que la psicología ha aportado positivamente a este tema han sido tres factores fundamentales:

1. Dejar evidencia el daño psíquico que se comete con su abuso.


2. Insistir en la importancia de afecto como marco a todo ejercicio de poder, de manera que
el chico comprenda que no se lo deja de querer en su conjunto, que solo se le esta
criticando o se lo esta limitando en un punto.
3. La necesidad de dar una explicación de porque se ejerce ese poder sobre él para que vaya
desarrollando la capacidad critica sobre su conducta y tamb sobre la nuestra.

Los aportes que ofrecieron los psicólogos surgieron en los sectores medios urbanos, en los
sectores altos y populares mantenían mucho mas tiempo la pautas tradicionales. Pero tuvieron
tanto impacto y fueron tan fundidos a medida que avanzaba el siglo XX, nadie quedo sin influir por
ellos. La crisis del adulto clásico no produjo un paulatino avance a un modelo mas democrático y
maduro de adulto ni a una crianza mas equilibrada de los niños. Lo que sucedió fue que
aparecieron nuevos tipos adultos, con virtudes y defectos, que tomaban lo que querían o podían
de lo que se ofrecía como novedoso y lo que quedaba como viejo para criar a sus hijos. Se creía
tener un mismo código y se tenían varios, se suponía que se compartían los mismos valores y
transmitir algo a los hijos se hacia cada ves mas difícil. Se podía optar por no transmitirles nada por
transmitirles lo mismo que las generaciones anteriores o por angustiarse y paralizarse, yendo y
viniendo con propuestas contradicciones, generando mas confusión en los hijos.

Entre la nueva libertad y la sensación de orfandad que producía la falta de modelos en los cuales
apoyarse, los jóvenes que se iban convirtiendo en adultos Vivian la novedosa experiencia de ir
creando su propia forma de serlo.

Nuestra generación es muy heterogenia, ya que al quedarnos sin nadie que nos digiera que hacer
ni como ser, comenzamos a disfrutar de la libertad de crearnos a nosotros mismos.

Los hijos del siglo XIX. Adultos tradicionales


Son aquellos que no innovan o lo hacen lo menos posible, son conservadores que saben que hacer
con sus vidas, lo mismo que hicieron sus padres. El único inconveniente es que la sociedad no los
acompaña. Este grupo se reconoce con características obsesivas en el culto a la formalidad y la
rutina. No desarrollan su creatividad sino que apuestan a su capacidad de esfuerzo y
responsabilidad. Pueden disimular las conductas que no consideran visibles socialmente, como la
homosexsualidad, las adicciones, la violencia, etc.

Sostienen los roles tradicionales para hombres y mujeres. Los hombres trabajan afuera y manejan
el dinero; las mujeres pueden trabajar en una actividad que no compite con el rendimiento
económico del marido. En los niveles económicos mas bajos la mujeres trabajan a la per del
hombre, pero siguen sosteniendo un vinculo tradicional se sometimiento en las desiciones y el
manejo del dinero. En los sectores medios adopta formas mas elásticas incorporando las
novedades de la época, por lo menos en lo relativo de los hijos. A menudo estos se manejan con
una fachada formal y verticalista, pero con fuertes contradicciones internas que producen
conflictos en sus hijos. La violencia por lo general es generada por fuertes desacuerdos.

Estos padre y madres manifiestan claramente, en el modo de relacionarse con sus hijos la brecha
generacional de la que hablaba Erikson. En sus familia se van adquiriendo algunos derechos en
edades rígidamente marcadas.

Con lo que respecta con las adicciones, los padres tradicionales suelen mantener las que vienen
del pasado como el alcohol o los fármacos.

Los hijos eternos. Adultos-adolescentes

Gestado en la ultima mitad de nuestro siglo. Son adultos por edad y por experiencia, pero no
aceptan ubicarse en un lugar deferente respecto de los jóvenes. Han declarado su juventud eterna
y la sostienen como sea: con el esfuerzo de gimnasia y dietas, copiando la jerga adolescente en su
comunicación.

El rechazo de ocupar el rol del adulto puede variar, hay quienes aceptan en alguna medida ese
papel y se hacen cargo de su responsabilidad económica y establecen alguna organización familiar
mientras mantiene un vinculo de complicidad y una comunicación fluida con la generaciones
siguientes. Solo mantiene una vida adulta en el trabajo; pero lo que no han dejado de ser
adolescentes pueden sufrir crisis de identidad, vocacionales, laborales y afectivas mas alla de los
40 años y son incapaces de hacerse cargo de si mismos y de otros.

Estos adultos renuncian al poder y a la autoridad y se niegan a poner limites por comodidad. No
suelen llegar a la violencia, su maltrato con los pequeños aparece en el abandono. Ellos fueron lo
que dieron por destruida la brecha generacional y esto significa fundirse con los jóvenes, ser
eternos adolescentes.

En el grupo familiar o sin hijos, estos hombres y mujeres crean vínculos horizontales entre si, en
sus parejas ambos esperan que trabajen dentro y fuera de la casa. Los hijos adolescentes quedan
ubicados en el lugar vacante de adultos y pierden vivir su propia adolescencia. Sienten claramente
que están solos.

La virtud de este grupo reside en la posibilidad de mantener una buena comunicación y


comprender a los hijos. Y reconocen la creatividad y los derechos del niño. Si esto se logra sin
apropiarse del lugar del joven es positivo.

Los hijos de la duda. Adultos inseguros

Son aquellos que constantemente se preguntan que es ser adulto, si es necesario serlo, si no es
malo serlo, si no es peor no serlo. La mayoría de los adultos actuales pertenecen a este grupo, no
quieren imitar a sus padres y sin renegar de su lugar como adulto, consumen consejos de
profesionales y libros de auto ayuda en continua búsqueda de su rol. Con los jóvenes presentan
fuertes contradicciones.

Tienen fuertes conflictos con su poder y con su autoridad, no quieren usa la fuerza física, pero
caen en la violencia cuando las cosas se les van de las manos, temen enojarse por el temor de
perder el amor de sus hijos. La inseguridad y la confusión, la incapacidad para llenas su lugar con
autoridad, los lleva a situaciones en las que se generan violencia en sus hijos, pequeños y
adolescentes. Estos adultos son los que reciben el maltrato y dudan en frenarlos.

El grupo familiar que crean se basan en un dudar permanente sobre que hacer. Las
responsabilidades de hombres y mujeres con estas características han tendido a igualarse,
compartiendo las tareas del hogar y los cuidados de los hijos.

Como virtud este grupo tiene la de dudar, pensar y repensar sus acciones, lo que les permiten
adaptarse a situaciones diferentes. Intentan generar diálogos con los hijos sin ponerse en lugar de
compinches. El impacto negativos es el de caer en la confusión y la parálisis ente la toma de
decisiones.

Señorita maestra

En la segunda mitad del siglo XX, la escuela será muy criticada y deberá adaptarse a los cambios
sociales y culturales, incorporando mujeres como docentes. La escuela tiende progresivamente a
considerarse una sucursal del hogar en el cual los niños deben ser retenidos a todo costo. Se le ira
pidiendo que ocupe lugares que la familia delega en ella. Al comienzo se le pide que haga de
madre pera compesar la frialdad y el autoritarismo y luego que haga de padre para compensar la
falta de limites. Ese vuelco promueve la regresión ubicando a los estudiantes no en lugar de
adultitos, sino de bebes eternos. Es una consecuencia de convertir a la maestra en “segunda
mama”.

Niños de bolsillo.

Los cambios en el lugar social del hombre y de la mujer durante el siglo XX influyeron sobre el
modo en que ambos encararían el cuidado de sus hijos.
En la argentina, el modo de comprender y criar al niño estuvo guiado durante años por dos figuras
feministas, Reca y Aberastury. Reca partió de la pediatría e intento sintetizar aportes de la
medicina, del psicoanálisis freudiano. Su objetivo era que los pediatras salieran de la formación
organicista hacia la comprensión del hombre como totalidad. Consideraba necesario estudiar la
maduración del niño en relación con sus vínculos familiares y comprenderla en ese contexto, sobre
todo desde el clima afectivo que se creaba a su alrededor. Se enfrentaba con Aberastury, quien
abría paso a los aportes de Melanie Klein en la carrera de Psicologia.

5. Ser adultos

La gran orfandad del siglo XX

En la segunda mitad del siglo XX, los adultos perdidos donde las figuras parentales dejaron de ser
el modelo a imitar. Las grandes religiones fueron cuestionadas, las ideologías condenadas a
muerte. Las mujeres ya no pudimos apoyarnos e n los hombres, suya imagen se había deteriorado,
y los hombres perdieron cohesión para apoyarse entre si. Algunos intentan congelar el tiempo y
seguir imitando modelos, no se adaptaban a la realidad. Algunos adultos parecen haber optado
por “a divertirse que se acaba el mundo” y se suben al carro del consumo. Otro grupo se aferre a
profesionales y libros de autoayuda para encontrar apoyo.

No se trata de encontrar a que aferrarse, sino de aceptar que no hay de que aferrarse. La ausencia
de modelos rígidamente impuestos es la oportunidad para vivir con libertas. Sin embargo, esto
resulta ser, para muchos, fuente de enorme angustia

En la segunda mitad del siglo XX, llevamos a la adolescencia al centro de la escena y nos
quedamos, en mayor o menos grado, a vivir para siempre en ella. Con las mismas alegrías y
conflictos que los jóvenes, la facinacion de la libertad y la angustia de sentirnos desprotegidos. Con
capacidad para hacernos cargo de nosotros mismos, a veces.

El conflicto que provoca la posibilidad de ser libre fue descripto por Fromm: la estructura de la
sociedad moderna afecta simultáneamente al hombre de dos maneras: por un lado la hace mas
independiente y mas critico, otorgándole una mayor confianza en si mismo y por otro mas solo,
ailado y atemorizado.

Si no se atrevía a optar por la libertad, el hombre tenia tres posibilidades: el autoritarismo, la


destructividad y la conformidad. Fromm anticipa asi el crecimiento de sectas, caminos de las
drogas y la violencia. Ese miedo a la libertad se alojaba la evasión del rol adulto, elegir renunciar a
la responsabilidad sobre otros.

En el comienzo del XXI cabria plantea ser otra con características mas maduras, asumir esa
orfandad y emprender la creación de nuevos modelos adultos que sean libres y permitan convivir
democráticamente.

Si una parte de la cultura ha abolido el rol del adulto, cabe preguntarse si tiene buenas razones
para hacerlo. Aprender de la experiencia debería ser una característica adulta. Durante hemos
comprobado lso efectos aplastantes del autoritarismo sobre la personalidad. En las ultimas
décadas hemos comprobado los efectos negativos de otras posturas. Hemos visto y vemos a dierio
que pasa cuando un chico crece “libre de adulto”.

Tolerar chicos que nos saben convivir, que no respetan a otros, que creen estar solos en el mundo,
que sienten que se les debe todo y solo exigen. En la escuela estos chicos no aprenden porque no
saben ni pueden hacer esfuerzos y tampoco dejan aprender porque crean un ambiente imposible
de controlar para desarrollar una clase.

Hemos hecho la experiencia de criar a una ser humano casi vacio de cultura. El problema es serio
di de lo piensa desde los conceptos del psicoanálisis. La crianza de los niños sin ciertos limites no
permite que salgan del narcisismo dentro del cual nacieron. Crecerán sin limitar su omnipotencia,
sin poder postergar la satisfacion de sus deseos, sin reconocer a los otros para desarrollar amor
hacia ellos y sin capacidad para amarse lo suficiente a si mismos como para cuidarse.

La incapacidad de aceptar y elaborar los propios errores les impide aprender cualquier cosa, lo que
proponga la escuela o lo que deseen ellos.

Educar a una chico supone permitirle caminar por la ancha banda que le permite el conocimiento
de sus limites, sin mutilar su personalidad. Esto obliga el adulto a mantenerse dentro de ciertos
limites y exige que haya adulto.

Los adultos posibles

La crisis del modelo clasico del adulto permitió la aparición de nuevas variantes, todas posibles,
todas con aspectos positivos y negativos. ¿Qué define al adulto? Quizás todo se reduzca solo a dos
cuestiones sencillas de enunciar y muy complicadas de lograr admitir la orfandad y superar el
narcisismos infantil.

Puede decirse que los adolescentes viven cierta orfandad en la medida en que, para ellos, han
desaparecido los padres idealizados de la infancia. La adultez debería ser la aceptación de esa
situación. Esto supone hacerse cargo de la propia vida y hacerse cargo de otros, sean niños, viejos
o ambos. Resulta angustioso y tiende a protegerse, en una época que no hay modelos sobre los
cuales apoyarse. La orfandad significa saber que tenemos a disposision todo lo pensado y vivido
por otros adultos antes que nosotros para elegir nuestro propio modelo para armar, es ocupar el
lugar de adulto, no dar un paso al costado. Nos obliga a dejar de lado las recetas y asumir el
trabajo de pensar en cada familia, con cada hijo, que queremos hacer. Dichas recetas solo sirven
para superar una ocacion.

El camino de superar el narcisismo hay muchas frustración de tolerar. Poder postergar placer en
ciertas ocaciones. No es algo que se adquiera en la adultez, deba comenzar en la infancia. Entre las
frustraciones a tpolerar se encuentra los errores. El adulto tiene que poder aceptar que no nació
sabiendo, que tiene que aprender y cometer errores. Ser adulto no significa ocultar esas
limitaciones sino aceotarlas. Ser adulto no significa olvidarse de haber sido niño, sino poner los
aspectos infantiles el servicio del placer, de la ternura, de la capacidad de juego.
Superar el narcisismo supone revalorizar el rol de adulto, asumir que tenemos una cierta
autoridad para ejercerlo. Esto no es nada sencillo, ya que implica ir contra el sentido de toda la
cultura.

El uso de los conocimientos adquiridos y de la propia experiencia es necesariamente diferencia al


adulto del joven.

Asumir la orfandad y superar el narcisismo infaltil suponen dejar a un lado el pensamiento mágico
en sus infinitas formas que ofrece conseguir seguridad y amparo sin esfuerzo, solo con piedritas de
colores y fuerza inexplicable. Debe crecer un pensamiento critico que mucho mas protector y
palcentero en la medida en que se produce logros reales, pero implica esperar, algo que la
intolerancia a la frustración hace a menudo imposible.

Una red para la escuela

Como resultado de crisis del lugar adulto, la escuela esta sobrecargada. Sele pide que haga de
adulto, olvidando que sus miembros son los mismos adultos. La escuela debe cumplir un papel
adulto solo en el sentido de reconocer sus limitaciones y no pretender hacer mas de los que sabe y
puede. Para esto hay una única solución posible es conformar una red alrededor de ella. Se
entiende por esto dos cosas: una multiplicidad de relaciones entre diversos elementos que la
conformen y un lugar que la proteja de caídas cuando se camina sobre la cuerda floja. Padres y
docentes autoritarios aportan la cuota de violencia, padres y docentes demagógicos aportan la
cuota del abandono de sus funciones, y los padres y docentes paralizados aportan angustia y
confusión. La escuela de la modernidad tuvo una imagen de institución fuerte y segura, casi
omnipotente. Actualmente, esa imagen omnipotente esta quebrada, y hemos pasado a una
escuela en crisis, conformada por adultos que depositan poca autoridad en ella. Tmb debe tener
una red compuesta por instituciones que sean sus pares y aportes como hospitales (pediatras,
psicólogos), juez o asesor de menores, organizaciones comunitarias que actúan cuando ya la esc
esta en una seria emergencia, para esto deben tener una comunicación y estar preparados los
docentes ante esta instituciones. Si se rodea a la escuela de una red eficiente, se podrá contener a
los adultos que forman parte de ella y dedicarse a enseñar. Por lo tanto los niños y jóvenes se
sentirán contenidos.

Final que solo es un comienzo

Reconocer una crisis, no significa tener la solución en la mano. La única salida de la crisis del rol del
adulto es ocupar el lugar de tal con equilibrio. Los adultos actuales hemos quedado presionados
entre dos generaciones: nuestros padres que siguen esperando el respeto y el lugar que la
sociedad les otorgaba y la de nuestros hijos que esperan la dedicación y los derechos que la
sociedad les otorga.

Lo que queda por decir no son recetas ni concejos, solo un llamamiento. Esto es una apelación a
comenzar la tarea: recrear el rol adulto.

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