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TEAB Taller de Estudios y Análisis Bioenergético

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VULNERABILIDAD SOCIAL Y PRECARIEDAD PROFESIONAL*

Ficha 7.5

En el año 2002 nuestro país vivió una crisis económica y social quizás sin
precedentes para varias generaciones de uruguayos.

Parte de lo singular de esta crisis es que sucede en el marco de nuevas políticas


de subjetivación en donde los valores dominantes requeridos para la adaptación
van a estar diagramados por:
-nuevos sentidos de iniciativa para vivir en crisis vertiginosas y
-nuevas capacidades de asumir riesgos calculados en situaciones de
permanente incertidumbre e inestabilidad.

La flexibilidad, la rapidez, la multiplicidad, la exactitud, la visibilidad y la levedad1


pasan a ser valores esenciales de esta nueva sociedad de control, desplazando
considerablemente a los altos niveles de acorazamiento y de rigidez defensivas,
que fueron necesarios para sobrevivir en las sociedades disciplinarias2.

LA DIMENSIÓN TEMPORAL Y LOS PROCESOS

Ahora bien:

¿Cómo afecta esta crisis y esta nueva subjetivación a los procesos psicológicos de
atención y de formación, y a las metodologías psicoterapéuticas que requieren de
un tiempo para su despliegue?

¿Cómo ciertos desequilibrios e incertidumbres derivados de factores ideológicos


y de condicionamientos económicos afectan la dimensión temporal en la clínica y
en la pedagogía, en especial a los proyectos clínicos y pedagógicos de largo y
mediano plazo?


*
Presentado en la Jornada Académico-Científica “Teoría y práctica de las psicoterapias”
organizada por el curso de Introducción a las Técnicas Psicoterapéuticas en la Facultad
de Psicología de la Universidad de la República (2 y 3 de setiembre del 2005).
1
Italo Calvino, “Seis propuestas para el próximo milenio”, Ed. Siruela, Madrid, 2001.
2
Luis Gonçalvez, “Cartografías de la clínica social contemporánea: entre la consistencia
y el vacío”, Fichas de la Clínica Social del TEAB, Montevideo, 2002.

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La formación y la asistencia en Análisis Bioenergético y en Análisis Reichiano son


procesos pedagógicos y psicoterapéuticos a largo plazo. Su duración debe
estimarse en años, aun siendo inferior a la de un proceso psicoanalítico.

En el momento de explosión de la crisis en nuestro país (agosto del 20023) nos


encontramos en la práctica con una dificultad puntual: por un lado, la necesidad
de darle continuidad a procesos y a metodologías de trabajo que requieren una
extensión en el tiempo. Por otro, la situación económica y socio-profesional
precaria (tanto en los pacientes, como en los profesionales, especialmente
aquellos colegas que están dando sus primeros pasos en la profesión), que no
permite saber lo que ocurrirá a mediano o largo plazo.

A modo de ejemplo, en las entrevistas previas a la conformación de un nuevo


grupo de formación en el TEAB (especialización en Psicoterapia Corporal
Bioenergética de 400 hrs. didácticas), recibimos demandas fundamentalmente de
egresados de la Licenciatura de Psicología que aun no tenían trabajo como tales,
y que dependían económicamente de un soporte externo. En esos momentos, en
ese dispositivo pedagógico, nos surgió una pregunta que luego la hicimos
extensiva a la dimensión clínica:

¿Es pertinente aceptar (en formación o) en psicoterapia a una persona que desde
el principio presenta una situación socio-profesional tal que le es imposible saber
si a mediano plazo podrá o no continuar con dicho proceso?

Esta pregunta permite desplegarla, desplazándola a una situación clínica, en


varios niveles:

Desde el punto de vista ético:


¿El terapeuta tiene el deber de afrontar ese proceso?
¿Se tiene el derecho de hacer una omisión de asistencia y dejar sufriendo a una
persona, aun cuando el proceso y el método de trabajo podrían resultar válidos?4.

Desde el punto de vista de la táctica y de la estrategia terapéutica:


¿Cómo adaptar y eventualmente modificar la metodología y el proceso, de manera
tal que se pueda tomar en cuenta el contexto propio de la persona que se
considera?
¿Qué consecuencias metodológicas acarrearía esta situación?

Desde el punto de vista de la dinámica psicoterapéutica:


3
Corrida bancaria y posterior “corralito” de los ahorros bancarios, devaluación
monetaria, aumento descontrolado e imprevisible de la inflación, anuncio de eventual
default estatal, etc.
4
Jorge Larroca y Joaquín Rodríguez, “Lista de espera: del sujeto al objeto”, VI Jornadas
de Psicología Universitaria, Ed. Facultad de Psicología, Montevideo, 2003.

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¿La dinámica transferencial/contratransferencial quedará modificada (facilitada,


inhibida, intensificada) por la incertidumbre que preside a la duración del trabajo?
¿La alianza terapéutica será de la misma naturaleza, o más circunstancial, más
básica, más fácil, más leve, más rápida, etc.?
¿Las resistencias serán avivadas por el posible miedo de una duración reducida
por las circunstancias exteriores (v.g.: “miedo de ser abandonado por el camino”)
o, por el contrario, doblemente trabajadas?5

Y no por ello menos importante, desde el punto de vista del deseo del terapeuta:
¿Se tiene el suficiente deseo de aventurarse en ese camino, en esa situación
específica, con esa persona en concreto?

LA CONTRATRANSFERENCIA DEL DINERO

¿Atendemos demandas o necesidades?


La primera constatación que hicimos a la hora de pensar colectivamente estas
preguntas6 es que la psicología clínica en gran parte está orientada más hacia un
trabajo con la demanda que hacia un trabajo con las necesidades poblacionales.

El priorizar más las demandas que las necesidades genera un efecto psico-social
en donde la clínica psicológica diagrama una relación de oferta-demanda, en que
los principales padecimientos y sufrimientos no son atendidos, por falta de
proyectos sociales, por carencia de tecnologías y dispositivos móviles de
intervención, por ausencia de equipos de profesionales especializados y por
déficit en las ya viejas estrategias psicoterapéuticas, que van perdiendo
progresivamente su eficacia y sus posibilidades de inserción en la dimensión
social-comunitaria.

En este contexto la formación de pre-grado de la Licenciatura, a través de la fuerza


de un registro simbólico -pretendidamente técnico y hegemónicamente
psicoanalítico-, se orienta como habitus a un tipo de clínica que se imagina
individual, de consultorio, diagramada a partir de una oferta técnica específica -la
del profesional o del equipo de profesionales-, y requerida desde una demanda de
atención psicológica atravesada por los conflictos intra-psíquicos y por las
dificultades de adaptación en la vida socio-institucional (ya sea la escuela, la
familia, el matrimonio, el trabajo, etc.).

La escena del bachiller recién egresado de la Licenciatura colgando la chapa en el


consultorio, poniendo un aviso en las páginas profesionales de la guía telefónica,
para esperar sentado a que “la neurosis” le sea derivada, golpee en su puerta o lo
llame por teléfono, es una imagen poco esperanzadora que podemos darles a los
estudiantes de grado de la Licenciatura.


5
Pierre Pecout, “Precariedad profesional y vegetoterapia”, Energía, Carácter y Socidad,
Vol. 11 (1 y 2), 1993.
6
Reuniones del equipo profesional del TEAB y de los integrantes de la especialización
en Psicoterapia Corporal Bioenergética -agosto 2002 y julio 2003-.

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La imagen de la contratransferencia monetaria del psicoterapeuta que cae en un


punto ciego clínico en donde tiende a extender indefinidamente en el tiempo los
procesos psicoterapéuticos para no quedarse sin su(s) único(s) paciente(s), puede
ser un analizador de cualquier psicoterapia auto-dirigida que pueda implicar, en el
secreto de las paredes del consultorio, la explotación y la manipulación de los
pacientes.

En actividades clínicas en donde la dimensión ética falte como pilar del vínculo, el
ganar dinero puede ser un equivalente de obtener prestigio-poder y el paciente
puede tornarse fácilmente en un fetiche, en la medida en que es quien sustenta
económicamente al clínico.

EL ANALIZADOR DINERO

Para el socioanalista libertario R. Lourau, en la relación de dinero entre pagador y


cobrador, en un contexto clínico, se encuentra subyacente una ligazón erótica. El
agenciamiento dinero-sexo subyace al vínculo profesional. El clima sexual y las
cuestiones económicas cubren el encuentro de dos personas en un cuarto con
mínima distancia. La importancia del dinero es permanente, aun cuando no sea
analizada sistemáticamente y aunque se intente ocultar por medio de aranceles
institucionales regulados corporativamente. Probablemente en una “sociedad
liberada” quizás fuera otro el tipo de encuentro, y el dinero no fuera usado como
vínculo que sobrecodificara todos los vínculos7.

Por otra parte, el sentido común de la clínica “psi” indicaría que ni el más
encumbrado de los psicoterapeutas logra acumular capital con el paso de los
años, aun cuando su cobro fuese exorbitante u ofreciese sus servicios
exclusivamente a las élites privilegiadas. Probablemente un buen psicoterapeuta
viva de su trabajo, sus utilidades puedan cubrir un nivel de vida digna y razonable,
y pueda asegurar un ingreso regular para atender sus propios compromisos
familiares, académicos, asistenciales y científicos.
Dejada de lado la ilusión de enriquecerse con la profesión, ¿porqué no focalizar
entonces el trabajo en el despliegue de la máxima producción deseante creativa,
que pudiera intensificar líneas de vida, tanto en los clínicos como en los
consultantes?

En la mayoría de los casos el contrato entre paciente y psicoterapeuta se


fundamenta en las mutuas responsabilidades compartidas, con relación a la
alianza y al encuadre psicoterapéutico, y en función de sus respectivas
necesidades de recibir un servicio y de recibir un pago por el mismo,
respectivamente.
En este contexto, S. Freud (1913) opina que “es más digno y está sujeto a menos
reparos éticos confesarse uno mismo sus pretensiones y necesidades reales, y no
hacer el papel de filántropo desinteresado, papel para el cual uno no posee los


7
R. Lourau, “El psicoanálisis en la división del trabajo”. En R. García (comp.) “La
institución del análisis”; Barcelona, Anagrama (1969).

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medios ... luego afligirse en su fuero íntimo por la falta de miramientos y el afán
explotador de los pacientes, o quejarse de ello en voz alta” 8.

Los primeros psicoanalistas que establecieron clínicas en Viena, Berlín, Budapest


y Londres en los años 1920 sacaron como conclusión sistemática que, en los
tratamientos en donde no se sacrificaba económicamente a los pacientes surgían,
múltiples significados inconscientes9.

Algunos de los efectos y significados psicológicos que el costo reducido, o un


tratamiento que exonerara el pago, tendría en el paciente podrían ser:

-que no le de en su vida un lugar privilegiado al análisis;


-que no tome en serio el análisis, por ejemplo, boicoteándolo o
abandonándolo frente a las primeras resistencias;
-obstaculizar el análisis de los conflictos en torno al dar, al recibir y a la
posesión;
-aumentar la dependencia infantil del paciente;
-dificultar la comprensión y la instalación de la neurosis de transferencia,
por ejemplo, sintiendo una gratitud defensiva hacia el psicoterapeuta
provocándole sentimientos de culpa e ideas de injusticia.
-distorsionar las reacciones transferenciales, por ejemplo, generando una
sensación de triunfo sobre el psicoterapeuta.

Los efectos y significados psicológicos que los ingresos reducidos, o un


tratamiento gratuito, tendrían en el psicoterapeuta podrían ser:

-distorsionar las reacciones y fantasías contratransferenciales, por


ejemplo, no tolerando las reacciones de transferencia negativa porque cree
que el paciente debe estar agradecido, y por ello, debe apreciar el proceso
en el marco de una eterna transferencia positiva;
-revelar sentimientos de culpa por recibir honorarios, o quizás un deseo
narcisístico de dar y de ser complaciente (para agradar y gustar);
-experimentar sentimientos de fatiga en detrimento del tiempo libre que
podría destinar al ocio o a su propia familia, y sentimientos de resentimiento,


8
S. Freud, “Sobre la iniciación del tratamiento”, Obras completas, tomo 12, Amorrortu,
Buenos Aires, 1976,
9
Podríamos citar como excepción dentro del Psicoanálisis a uno de los primeros
didactas del Seminario de Técnica Psicoanalítica, Wilhelm Reich, quien a través de su
pasión libertaria y lucha anti-fascista intentó politizar al psicoanálisis y sexualizar la
política, desarrollando los pilares de la Revolución Sexual en el manifiesto “La lucha
sexual de los jóvenes” (1932), creando la Asociación alemana para una política sexual
proletaria -SEXPOL- con el objetivo de que los obreros y jóvenes -potenciales pacientes
sin dinero- lograran ser admitidos en dispositivos terapéuticos y de prevención,
pudiendo realizar sus pagos de manera nominal o simbólica. Práctica social que, junto a
sus innovaciones técnicas y diferencias conceptuales, lo llevaron de hecho a ser
expulsado de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

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que puede manifestarse en desinterés, aburrimiento y/o alivio cuando el


paciente no asiste a la sesión.

Siguiendo esta misma línea de razonamiento podrían deducirse también los


efectos y significados psicológicos que los ingresos elevados tendrían en el
psicoterapeuta y en el paciente.

En el paciente:

-generar expectativas mágicas de curación;


-considerarse el paciente favorito;
-utilizar la situación como un acto de agresión contra sus familiares al
forzarlos a un sacrificio;
-incrementar los sentimientos de culpa hacia los familiares de quienes
depende;
-comprometer sus recursos financieros, por ejemplo, quedando “en rojo”
en parte del proceso (generalmente no al comienzo), pasando a constituir
su subjetividad ya no como paciente sino como cliente-deudor.

En el psicoterapeuta:

-considerar con cierta preferencia al paciente;


-experimentar la sensación de verse presionado a “hacer más” por ese
paciente (como forma de compensación del costo elevado);
-si la terapia fracasa, desencadenarse sentimientos conscientes de culpa
más allá de su responsabilidad técnico-profesional10.

En muchos casos el problema del dinero no aparece obligatoriamente en la


primera entrevista o en el comienzo de la terapia. Aun cuando el paciente acepte
el setting y el encuadre psicoterapéutico propuesto por el psicoterapeuta (tiempo,
frecuencia, honorarios, etc.), puede suceder que el paciente falte a algunas
sesiones, que solicite espaciarlas, pagarlas después u ofrecer algún tipo de
trueque por el servicio psicológico.

Creo conveniente e importante analizar singularmente cada situación, en el marco


del análisis del carácter del paciente, y en el marco del contexto social, laboral y
familiar del vínculo psicoterapéutico.

A modo de ejemplo, es importante que el psicoterapeuta tenga la habilidad para


sacar al paciente de un lugar caracterial del “no puedo”, incentivando los cambios
necesarios para que pueda sustentar su propio proceso psicoterapéutico, en
función de los ingresos que pueda ir logrando a partir de sus movimientos
existenciales; pero también plantearse la posibilidad, en una situación de crisis
(desocupación, por ejemplo), de que el paciente pueda potencializarse pagando
las sesiones a través de algún tipo de trueque. De la misma manera es importante

10
G. Delahanty, “El dinero y el psicoanálisis”, Imagen Psicoanalítica, nro. 2, México,
1993.

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que el espacio psicoterapéutico no se convierta en el lugar de una nueva


postergación (dejar psicoterapia) o, por el contrario, del desplazamiento de una
dependencia (con la familia) a otra (con el psicoterapeuta).

La combinación entre flexibilidad y solidaridad en el vínculo puede ser una buena


herramienta para analizar cada caso singularmente, sin necesidad de estar
sobrecodificado por el dinero como valor único en cuestión.

Como señalaba anteriormente es muy importante que el psicoterapeuta también


pueda analizar los propios puntos ciegos que pueda tener en relación con el
dinero. De la misma manera que es clave hacer visibles los hilos rojos caracteriales
y los puntos de fijación libidinales que pueden aparecer en el paciente en un
proceso psicoterapéutico, la citada contratransferencia monetaria en donde el
psicoterapeuta impone su ley (que el paciente tenga que tomarse vacaciones al
mismo tiempo que él, por ejemplo) merece también toda la atención en un proceso
psicoterapéutico.

Al respecto, el trainer internacional de Análisis Bioenergético, Jean Marc


Guillerme, desarrolla una serie de hipótesis (fundamentadas en casos clínicos) de
que el dinero cristaliza algunas resistencias (fundamentalmente de tipo anal) tanto
en el paciente como en el psicoterapeuta. Para J. M. Guillerme finalizar un proceso
psicoterapéutico implica también la posibilidad de regularizar los problemas de
dinero, de deuda, y establecer una nueva relación con la realidad. De esta manera,
resolver los conflictos en relación con el dinero en un vínculo psicoterapéutico
tornaría posible una sexualidad más franca y libre. En términos energéticos, se
produciría un dislocamiento de la tensión anal en dirección a la genitalidad, dando
la posibilidad de vivir una sexualidad más satisfactoria11.

FLEXIBILIDAD Y APOYO MUTUO: LA NECESIDAD DE CREACIÓN DE NUEVOS


DISPOSITIVOS DE SOLIDARIDAD OPERANTES

¿No convendría esperar el comienzo de un análisis en espera de una eventual


clarificación de las condiciones de vida? Si bien esta pregunta contiene un sentido
extremadamente centrado y prudente, quizás no sea fácilmente contestable en un
país dependiente como el nuestro, en donde los núcleos de incertidumbre e
inestabilidad predominan tanto en las coordenadas económicas como en las
dimensiones grupales, institucionales, familiares, etc.

En el campo de la clínica la realidad indica que en las últimas dos décadas la


dimensión psico-corporal ha irrumpido con una intensidad irreversible. Los
trastornos psicosomáticos, los trastornos por estrés postraumático, la anorexia
y la bulimia, las adicciones, las depresiones severas, la agorafobia, el síndrome
de pánico, de inmunodeficiencias, de fatiga crónica, el burn out profesional, los
trastornos basales en el sueño y en la sexualidad, llegan casi sin palabras a


11
J.M. Guilherme, “El dinero en el proceso terapéutico y la sexualidad”,
www.libertas.com.br

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nuestra consulta, con niveles de urgencia cada vez más vertiginosos y con
niveles de padecimiento cada vez más alarmantes.

Una pregunta no menos importante es:

¿Qué acontece con el cuerpo del psicólogo que se pone a asistir a estas
patologías que parecen multiplicarse a diario?
¿Cómo prevenir la delegación del trauma vicario, la transferencia del trauma
vicarizante en nuestros cuerpos y en nuestras vidas personales?
¿Cómo disminuir el desgaste por empatía que se produce en la clínica,
aumentando a la vez los niveles de resiliencia?

Si estamos trabajando en clínica con altos niveles de trauma (shock y disestrés),


tenemos que estar preparados para lidiar con sus efectos en nosotros mismos. Los
relatos clínicos de colegas que trabajan psicoterapéuticamente con pacientes que
han sobrevivido a situaciones traumáticas de gran magnitud, han hecho necesario
conceptualizar la delegación del trauma en sí mismos (“trauma vicario o
vicarizante”, “contratransferencia del trauma”, “trastorno por estrés traumático
secundario”) 12.

La urgencia por generar estrategias de trabajo más conectadas a las necesidades


sociales, y que las mismas se pudieran instrumentar en dispositivos de solidaridad
operantes (con los pacientes y entre los profesionales), nos obliga a echar una
mirada a los procesos analíticos bioenergéticos y reichianos, tal cual se vienen
desarrollando en nuestro Colectivo.
En mi opinión se hace necesario hacer algunas puntualizaciones para poder
adaptar y mejorar nuestras tecnologías acordes a las nuevas urgencias
contemporáneas:

1. Las alianzas terapéuticas y de trabajo necesitan establecerse, cada vez


más, en base a criterios flexibles. Flexibilidad que permita, por ejemplo,
acelerar los procesos psicoterapéuticos, facilitando los ritmos de trabajo,
pero sin violentar dinámicas evolutivas, ni re-traumatizar a través de
maniobras bruscas o precipitaciones técnicas. De esta forma los pacientes
tendrán los medios de ir tan lejos como les sea posible en su camino,
durante el lapso concertado para esta etapa (a veces desconocido para
paciente y psicoterapeuta). El establecimiento de una alianza terapéutica
real y consistente es mucho más importante en cuanto el tiempo disponible
es limitado o incierto.

2. La calidad del comienzo del trabajo psicoterapéutico es todavía más


decisiva, ya que es lo inmediato quien actúa aquí y ahora, y no el después.
Ese inmediato precisa de una actitud terapéutica de una mayor apertura,
movimiento, tranquilidad y modestia, y de una menor precipitación,
impaciencia, rigidez y dogmatismo. La confianza en las potencialidades de

12
Barbara Davis, “Vicarious traumatization: prevention and care”, The Clinical Journal
of the International Institute for Bioenergetic Analysis, volumen nro. 9, nro. 1 (1998).

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auto-regulación organísmica, tanto en el dispositivo terapéutico elegido


como en el vínculo entre paciente y psicoterapeuta, son esenciales para el
buen desarrollo del trabajo. Por ejemplo, el establecimiento de la confianza
suficiente para que el tiempo disponible de la terapia (desconocido en esas
condiciones tanto para el paciente como para el terapeuta) pueda ser
utilizado al máximo y plenamente, es primordial en momentos de crisis.

3. Es esencial interrogarse en la entrevista preliminar cuáles son los


dispositivos más apropiados para trabajar con cada paciente. Ante un
paciente que tenemos delante, tal como se presenta y tal como lo
percibimos, con la demanda que realiza, y con las necesidades que
podamos cartografiar, debemos preguntarnos cuales pueden ser los
alcances y los límites de nuestra intervención. Por ejemplo, si el paciente
puede hacer frente con suficientes recursos propios a la emergencia
corporal, sensorial, y emocional de las primeras liberaciones energéticas
resultantes del trabajo vegetoterapéutico y bioenergético sobre la coraza
caracterial y somática13. El riesgo de que los primeros desbloqueos sean
canalizados de forma autodestructiva no es despreciable en situaciones de
crisis intensas. Debemos, por lo tanto, extremar la prudencia en la
construcción de los soportes internos y externos previos a la movilización.
Por ejemplo, trabajando exhaustivamente en la familiarización y en la
focalización de los primeros actings del Análisis Bioenergético y del Análisis
Reichiano con los segmentos pre-genitales de la coraza somática,
jerarquizando especialmente el trabajo con el primer segmento (función de
contacto), combinándolo con trabajos de enraizamiento horizontal
(columna), enraizamiento vertical (piernas), centramiento (respiración) y
facing (contacto con el principio de realidad somática y existencial).

4. Por último, se hace indispensable crear dispositivos de solidaridad


operantes entre los profesionales que trabajan con situaciones traumáticas colabo entre
con la finalidad de evitar la retraumatización secundaria. profesionales.

TRAUMA Y CAMPO SOCIAL

La precariedad profesional y la vulnerabilidad social junto a la debilidad emocional


de los actores pueden entrelazarse en una peligrosa conexión. Si a ello le
agregamos la dimensión política y los efectos de violencia que derivan de la misma,
completamos un cuadro de crisis y trauma social que probablemente requieran de
nuevas estrategias de abordaje clínico.
En este contexto social histórico, invertir las energías en el desarrollo de nuevas
estrategias clínicas de intervención y en la creación de dispositivos de solidaridad
operantes, debería ser una prioridad de todo colectivo psicológico que tenga como
objetivos intentar desarrollar acciones más efectivas en el campo social. Por
ejemplo, ante la prepotencia absoluta del mercado, ante la precariedad del trabajo
en donde resurge la vieja obsesión popular de vivir al día, se hace necesario el

13
Pierre Pecout, “Precariedad profesional y vegetoterapia”, Energía, Carácter y
Sociedad, Vol. 11 (1 y 2), 1993.

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poder desplegar una Clínica Laboral que permita pensar y revertir los efectos de
dichos procesos de subjetivación alienantes.
Una de nuestras preocupaciones actuales consiste en desarrollar una clínica
social y una pedagogía bioenergética, que permita prevenir la transmisión de los
procesos de acorazamiento de generación en generación. Sabemos que padres
traumatizados crean hijos traumatizados, que a su vez, tenderán a herir a sus
congéneres e hijos, retroalimentando una cadena de situaciones violentas y
traumáticas que generan un círculo vicioso sin fin.
Desde el punto de vista reichiano sabemos además que nuestro organismo tiene
una capacidad innata para auto-regularse, aun en situaciones adversas. Esta es
una de las causas que nos lleva a tomar contacto con los últimos
descubrimientos realizados por las neurociencias y los procedimientos
terapéuticos que posibilitan activar los mecanismos naturales de cura que se
encuentran en nuestro cuerpo, para ello creamos los dispositivos Clínica
Bioenergética Breve y Focal, y Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma.
De ahí que como analistas bioenergéticos y reichianos sintamos una gran
familiaridad con las técnicas de estimulación bilateral que utilizan la capacidad
innata de nuestro cerebro para el procesamiento y la desensibilización de las
situaciones traumáticas. De hecho, el Análisis Bioenergético y el Análisis
Reichiano han utilizado estas técnicas de estimulación bilateral 14 desde el
comienzo de su práctica clínica, apoyándose además en el concepto reichiano
de auto-regulación organísmica.
Lo novedoso de estas nuevas prácticas clínicas de la psicotraumatología es que
han logrado investigar y enunciar algo que “estaba allí”, sistematizándolo en
estrategias y tecnologías que subvierten viejos principios de la clínica. De aquí
en más lo breve y focal puede ser a la vez profundo y altamente efectivo, aun
desde la primera sesión, siendo además un método de sencilla transmisión,
económico, y fácilmente incorporable a todas las culturas, idiomas y niveles
intelectuales.

NUEVAS ESTRATEGIAS CLÍNICAS PARA EL ABORDAJE DE LOS SÍNTOMAS


CONTEMPORÁNEOS

Si la histeria fue el analizador de los comienzos del siglo pasado, el pánico (y


todos los trastornos y biopatías derivados del miedo como emoción básica) se
han transformado en los analizadores naturales de la clínica contemporánea.
Asimismo, la práctica clínica cotidiana nos pone en contacto, diariamente, con el
reconocimiento de nuestros propios límites y nuestras imposibilidades en el
ejercicio de tratamientos establecidos como válidos en otras épocas, creando la
necesidad inmanente de desarrollar nuevas estrategias clínicas de intervención
en los síntomas contemporáneos. Es cada vez mayor el número de personas
interesados en ampliar sus posibilidades de experiencia, en desarrollar nuevos
sentidos para sus vidas, en aumentar su capacidad de contacto consigo mismas,
con los otros y con los acontecimientos sociales. Desde hace ya bastante tiempo

14
A través de movimientos oculares con o sin estimulación luminosa, a través del toque
terapéutico y a través de la realización de actings neurovegetativos reichianos y de
ejercicios estándar de la bioenergética loweniana.

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que los pacientes comenzaron a querer ser, entre otras cosas, escuchados de otro
modo. Estas nuevas demandas fueron surgiendo de la mano de las frustraciones
impuestas por las limitaciones del trabajo científico tradicional. La ortodoxia de la
atención psicológica (tradicional y hegemónicamente psicoanalítica), se ha visto
desbordada por nuevos dispositivos. Es así que, en los últimos 20 años de nuestro
país, la comunidad psicoterapéutica se ha visto constantemente bombardeada
con una gran cantidad de ofertas de técnicas y corrientes psicológicas. Una
hipótesis que manejamos en la investigación sobre “Genealogía de las
psicoterapias corporales en Montevideo/Uruguay en los años 90”15 , fue que las
“terapias alternativas” se iban a ir decantando a corto plazo, dando lugar sólo a
aquellas que se afirmaran en su madurez conceptual y técnica, en su potencia
instituyente discursiva, en su producción académico-científica, en su inserción
institucional, en resultados positivos clínicamente comprobables, y
fundamentalmente en la consistencia ética entre pensamiento y práctica.
Capacidad que les posibilitaría continuar su desarrollo, a pesar de las
adversidades circunstanciales o estructurales que debiesen enfrentar.

En resumen, en estos momentos hemos considerado de central importancia en


nuestro Colectivo TEAB redefinir la clínica, profundizando en la integración de
nuevos abordajes terapéuticos y en la creación de dispositivos creativos de
intervención que permitan trabajar con la población traumatizada para
intensificar las líneas de vida16. Redefinición de la clínica que implica un ida y
vuelta permanente entre lo social y lo individual, entre lo singular y lo colectivo.


15
Seminario "El cuerpo y los quehaceres del psicólogo" (1994-2001); curso de
profundización de Psicología Grupal e Institucional del Área de Psicología Social;
Facultad de Psicología de la Universidad de la República.
16
Para ello hemos creado en nuestro Colectivo desde 1999 los siguientes dispositivos:
Clínica Bioenergética Breve y Focal, Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma,
Clínica Laboral y se ha desarrollado la investigación y el curso de actualización y
formación permanente “El campo del Trauma. Nuevas estrategias clínicas para el
abordaje de los síntomas contemporáneos”.

11

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