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FICHA DE ANÁLISIS DOCUMENTAL

Título del Corrientes fundamentales en psicoterapia


documento
Autor (es/as) Jürgen Kriz
Referencia Kriz, J. (2001). Corrientes fundamentales en psicoterapia. Buenos Aires:
Bibliográfica según Amorrortu editores.
norma APA
Palabras Clave Corrientes en psicoterapia – abordajes de psicología profunda – abordajes
de terapia de la conducta – abordajes humanistas – abordajes sistémicos.
Síntesis o resumen El objetivo del texto es presentar un panorama de las principales corrientes
del texto en psicoterapia:
(descripción 1. Abordajes de psicología profunda
argumentada del 2. Abordajes de terapia de la conducta
aporte del texto al 3. Abordajes humanistas
problema de 4. Abordajes sistémicos
investigación) El texto contribuye al problema de investigación en tanto entrega una
mirada sobre los diversos enfoques, considerando los aspectos generales
transversales de la psicoterapia, pero reconociendo también las
particularidades de cada enfoque para el abordaje de esta.
Análisis del El texto aborda las 4 corrientes principales en psicoterapia:
contenido y 1. Abordajes de psicología profunda
aspectos relevantes 2. Abordajes de terapia de la conducta
del texto 3. Abordajes humanistas
4. Abordajes sistémicos
Para dar cuenta de la conformación de estas corrientes, el autor reconoce
que todas están insertas en un marco de producción marcado por imagen
del mundo y del hombre. Así, el quehacer psicoterapéutico está marcado
por las representaciones, expectativas y sensibilidad respecto de los
estándares de normalidad y, principalmente, a la desviación de ésta, los
cuales se van configurando a su contexto sociocultural.
Estas cuatro perspectivas son imposibles de abordar sin el reconocimiento
de S. Freud y el psicoanálisis, en tanto precursor en el abordaje de
trastornos psíquicos y en la construcción teoría ensamblada y coherente.
Son los postulados del psicoanálisis, y la relevancia desde el s. XIX a
nuestros día, los elementos basales para dar paso a la psicología,
psicoterapia y sus enfoques.
El trabajo de S. Freud y su contexto de producción -segunda mitad del s.
XIX- está marcado por una imagen del mundo centrada en los preceptos de
la modernidad, revolución industrial y científica, los que dieron paso a una
imagen del hombre marcado por el modelo biomédico y, por tanto, toda
perturbación psíquica era explicado por una causa fisiológica.
“…de una época de fe (eclesiástica), ya superada, se había pasado a una
imagen del mundo en extremo determinista, mecanicista, materialista y
somatogenética.” (p.25)
Es en este contexto, es decir, no desvinculado y en ruptura con el modelo
biomédico y en reconocimiento de explicaciones psicogenéticas de
afecciones mentales, es que los estudios sobre el psiquismo adquieren
relevancia y dan soporte a los inicios del psicoanálisis.
Del psicoanálisis, Freud reconoce cuatro campos definidos:
1. Una teoría general de la vivencia y acción humana, en la que se
adscriben los postulados respecto a las pulsiones (teoría de la
libido, perspectiva energética desarrollada durante las dos primeras
décadas del s. XX), la teoría de la personalidad (modelo estructural
del aparato psíquico), la psicología del desarrollo (modelo de
etapas del desarrollo, fases infantiles de la libido, el complejo de
Edipo), los postulados sobre la neurosis.
2. Un método de investigación de procesos psíquicos, vinculado al
‘encuadre’ psicoanalítico, en el que se adscribe la asociación libre
e interpretación de sueños.
3. Un procedimiento para tratar perturbaciones psíquicas, el que
relacionado con el ‘encuadre’ también, se sitúan los fenómenos de
transferencia y contratransferencia, el análisis de la resistencia y
técnicas de interpretación.
4. Escritos asociados a las ciencias sociales y el impacto del medio
sociocultural, tal como ‘Psicología de las masas y análisis del yo’
(1921) y ‘El malestar en la cultura’ (1930). Cabe destacar que este
último punto no es considerado por el autor - Jürgen Kriz- como un
campo especifico relevante para ser analizado.

Respecto al constructo teórico, de los postulados más relevantes, destaca la


teoría de las pulsiones, entendiendo por este último “a las fuerzas
supuestas tras las tensiones de necesidad del ello; en última instancia,
extraen su energía de fuentes de naturaleza fisiológicas.” (p. 58) Respecto
a las pulsiones, dos son fundamentales: el Eros (pulsión de vida), la que
corresponde con el principio del placer y tiene en la base energética la
libido y en funcional a la reproducción, y Tánatos (pulsión de muerte), la
que tiene como meta disolver y destruir conexiones. En el caso de la libido,
esta puede ser colocada en objetos (proceso de ‘investidura’) y tiene la
posibilidad de transmutar, desde una meta sexual a una no sexual, su
orientación positiva se denomina ‘sublimación’ y desfavorable
‘conversión’. En la primera, se orienta la pulsión a una actividad
desexualizada, tal como tareas creativas o de prestigio social (arte, religión,
ciencia, política, tecnología). En el caso desfavorable, los impulsos
instintivos reprimidos se manifestarán en síntomas somáticos, en forma de
neurosis.
En este marco de la teoría general, destaca la emergencia de la primera y
segunda tópica. En la primera se establece la diferenciación del aparato
psíquico en sistemas parciales: consciente, preconsciente e inconsciente.
De este marco emerge el concepto de ‘resistencia’, ‘transferencia’ y
‘contratransferencia’. En la segunda, señala que el aparato psíquico consta
de tres instancias: el ello, el yo y el superyó. Desde este modelo, el ‘yo’ se
sitúa en el centro de las consideraciones psicoanalíticas. Es el ‘yo’ el que
debe mediar entre los deseos pulsionales –el ello- y las exigencias de la
conciencia moral, ética, normativa –el superyó-, permitiendo una
adaptación a la realidad. Esta síntesis impulsada como tarea yoica
corresponde a la dimensión de la conciencia. Por otro lado, el inconsciente
aloja al ello y sus pulsiones. Por último, el preconsciente como contenidos
implícitos en la actividad mental que sin ser conscientes ni objetos actuales
de la conciencia pueden llegar a serlo, por tanto, es material ‘susceptible de
conciencia’ y ‘retraído de la conciencia’ (p. 58)
Respecto a la teoría psicoanalítica de la neurosis, el conflicto toma un lugar
central, el que puede formado en principio por dos demandas originarias
del individuo. Frente al conflicto, el síntoma es concebido como un proceso
especifico de autocuración, pues restablece el equilibrio de las fuerzas, un
compromiso entre el conflicto y organización de la defensa. Cada fase
psicosexual (fase oral, fase anal, fase fálica, fase de latencia y fase genital.)
tiene maneras específicas de enfrentar las crisis.
Relevantes son los estudios respecto de la histeria, impulsados por Jean M.
Charcot, S. Freud y Pierre Janet, en donde se abordan las nociones de
trauma psíquico (lesión psíquica), especialmente como génesis de los
síntomas histéricos. Son los trabajos respecto de la histeria, continuados S.
Freud en alianza con Josef Breuer, especialmente el caso de Anna O. los
que darán paso al abordaje del trauma, noción de ‘pulsión’. Posteriormente,
S. Freud, distanciado de J. Breuer, aborda la técnica de ‘asociación libre’,
en remplazo de la hipnosis, para luego dar paso al fenómeno de la
‘resistencia’. Después introduce la interpretación de los sueños, como
camino al inconsciente y elabora el concepto de ‘transferencia’.
Respecto a la situación terapéutica, un aspecto esencial del análisis es que
el terapeuta se alíe con el yo del paciente, debilitado por el ello o por el
superyó, con el fin de liberar lo reprimido. Esta liberación de lo reprimido
requiere del yo, de encontrarse lo suficientemente intacto al menos para la
exteriorización, ‘asociación libre’. Este ‘pacto’ es para de la llamada ‘regla
fundamental’. En este marco terapéutico original, el psicoanalista debe
prescindir de todo actuar y valoración respecto del paciente, siendo
receptivo a todos los aspectos por igual. En este encuadre, el paciente yace
en un diván con el analista detrás, facilitando las tendencias regresivas,
asociación libre, el desarrollo de la transferencia. Respecto a la resistencia,
transferencia y contratransferencia, la resistencia en la terapia refiere a
evitar que el conflicto reprimido se haga consciente. La transferencia, fue
calificada inicialmente por Freud como una resistencia intensa, sin
embargo, refiere a una función psíquica en la que el sujeto transfiere revive
y transfiere en el analista, sus antiguos sentimientos, afectos, deseos
reprimidos. Es, por tanto, la herramienta fundamental del analista, pues
permite ‘tomas noticia de lo reprimido’ (p. 71). De forma complementaria,
la contratransferencia corresponde a una reacción no neurótica, una
respuesta, del analista a la transferencia del paciente. Este modelo
terapéutico es exclusivo del enfoque psicoanalítico, sin embargo, y a pesar
de sus variaciones, es relevante reconocer el impacto que ha tenido en otros
enfoques, como aquellos centrados en el yo, escuelas de psicología
profunda o de orientación dinámica y analítica.
Sobre el sueño, el autor señala que el dormir posibilita el cumplimiento del
deseo: “…en el estado del dormir conocen gracias al sueño el
cumplimiento de deseo en forma desfigurada y, por eso, relativamente
inocente; así el yo consigue preservar el dormir” (p. 69).
Indudable es el impacto de S. Freud generó en sus discípulos que luego
adquirieron gran relevancia, tal como Alfred Adler, Carl Gustav Jung.
Otros discípulos relevantes de Freud fueron Wilheim Stekel, Otto Fenichel,
Karl Abraham, Sandor Ferenczi, Anna Freud, Karen Horney, Erich
Fromm, entre otros.
Wilheim Stekel rechazó la teoría de la libido, las innovaciones en la técnica
de análisis e interpretación de los sueños, derivando en una variedad de
psicoanálisis breve, el llamado ‘método activo’. Estas variantes fueron
motivo de su alejamiento de la Sociedad Psicoanalítica de Viena). Otto
Fenichel, quien respaldo la mantención de la teoría psicoanalista, si abogo
por la adecuación del este a los contextos del saber y de vida, rechazo las
modificaciones biologizantes, como las de Melanie Klein, y ambientalista
(como la de Karen Horney). Karl Abraham se destacó en la ampliación de
la teoría de la libido y la división de esta en 6 estadios, así como por sus
aportes a la teoría del desarrollo del carácter, la psicopatología psicótica y
la terapia psicoanalítica. Al igual que K. Abraham, Sandor Ferenczi
desplegó una teoría respecto a las fases de desarrollo del ‘sentido de
realidad’, desde la omnipotencia absoluta de la experiencia ultrauterina al
pensamiento y acción al mundo objetivo. Anna Freud, hija de S. Freud, fue
reconocida por sus trabajos sobre los mecanismos de defensa y el análisis
de niños. Por último, Karen Horney y Erich Fromm que, junto a Harry
Stack Sullivan, fundaron la escuela de psicoterapia neo-analítica, quienes
relativizaron en particular la significación de la teoría de la libido y el rol
de la sexualidad, atribuyendo mayor relevancia de los influjos del
ambiente.
A pesar que el autor sitúa desde el psicoanálisis como parte de los
abordajes de la psicología profunda, cabe señalar que el psicoanálisis
corresponde a una corriente teórica particular que han influido en otros
enfoques psicológicos y no necesariamente psicoanalíticas.
Respecto a A. Adler, se sitúa en un contexto en que se estaba discutiendo la
ampliación de la teoría de las pulsiones de Freud para incorporar aspectos
sociopsicológicos del desarrollo y la variabilidad de las perturbaciones
psíquicas, conformando así la llamada “psicología individual”: “El
desarrollo de la personalidad, que en Freud aparece dominado por
pulsiones y conflictos interiores (es cierto que en cotejo con el ambiente),
se consuma según Adler en medida mucho mayor dentro del campo de
tensión que opone las dotes individuales y las exigencias sociales.” (p. 72).
De los conceptos centrales de la psicología individual, destacan; los
‘sentimientos de inferioridad’ (núcleo del desarrollo humano), ‘estilo de
vida’ y ‘plan de vida’, en los que se expresan las estrategias inconscientes
del individuo en su vínculo con el ambiente. Este ‘sentimiento de
comunidad’ es alcanzado como parte del desarrollo psicosocial o luego de
un proceso psicoterapéutico. La principios terapéuticos el enfoque de la
psicología individual está centrado en promover confianza en las personas,
orientadas a la comunidad y tiene como horizonte descubrir el plan de vida
‘erróneo’ (desde el punto de vista normativo y orientado a la comunidad
ideal) y tomar conciencia de él, en términos cognitivos. Este develamiento
desemboca en la carencia del sentimiento comunitario, por tanto, se
exhorta al paciente a incluirse e implicarse en la comunidad como miembro
activo.
Por otro lado, C.G. Jung, abordando el concepto de ‘libido’ que -a
diferencia de Freud que lo consideraba estrictamente como energía sexual-
remite a la energía anímica. Para C.G. Jung, el inconsciente es el suelo
desde donde brota la conciencia y está compuesto por una dimensión
personal proveniente de la ontogénesis y una colectiva provenientes de la
filogénesis: el inconsciente personal y el inconsciente colectivo,
respectivamente. La perspectiva de Jung fue bautizada como “psicología
analítica” y posteriormente como “psicología de los complejos”.
C.G. Jung desplegó sus trabajos respecto a la asociación; suministrando al
paciente una larga lista de palabras a los que debía reaccionar lo más rápido
posible. A partir del análisis de los tiempos de reacción, es que Jung
descubrió grupos típicos de palabras asociados a afectos, lo que llamo
‘complejos’: “en el caso de los hombres, temas como ‘dinero’, ‘ambición’;
en el de las mujeres, ‘familia’, ‘embarazo’, etcétera.”. (p. 89) A diferencia
de Freud, Jung reconoce que el concepto de inconsciente está configurado
tanto por contenidos reprimidos de vivencias personales como aspectos
esenciales semejantes en los individuos, indistintos de su experiencia
particular, lo que denominó ‘inconsciente colectivo’, compuesto por los
llamados ‘arquetipos’.
Con el objetivo de definir su los arquetipos constituyen una realidad
general universal, independiente de su contexto sociocultural, es que C.G.
Jung emprende largos viajes. En estos años es que elaboró su perspectiva
centrada en la ‘individuación’, en la que aborda el desarrollo psíquico. Los
principios terapéuticos de la perspectiva junguiana están centrados
especialmente en el sueño y su análisis, orientado al proceso de
individuación y la elucidación y realización total del individuo, no de la
curación de síntomas.
De los discípulos de C.G. Jung destacan Hans Trüb, quien reconoce la
relevancia de la relación del hombre con el mundo (‘la relación con el tú’)
y Erich Neumann, quien elaboro postulados respecto de lo femenino y la
creación, entre otros destacados referentes de la psicología profunda.
1. De los abordajes de psicología profunda destacan también la
Vegetoterapia, Bioenergética y Análisis transaccional.
La perspectiva de la Vegetoterapia de Willhelm Reich se centra en la
biofísica del ‘orgón’, una forma de energía que llena el universo entero y
que era liberada durante el orgasmo. El controvertido enfoque terapéutico,
rompía con la neutralidad entre el psicoterapeuta y el paciente, pues
consistía en masajes a pacientes desnudos para disolver lo que llamo
‘armadura’ muscular o de carácter y liberar energía sexual reprimida.
La perspectiva Bioenergética o Análisis bioenergética de Alexander
Lowen, centrado teóricamente en la vegetoterapia; la economía energética
del cuerpo, la necesidad de un fluir desbloqueado y espontaneo de esa
energía, la descarga por medio de contracciones musculares y la
equivalencia funcional de cuerpo y psique. Junto a lo anterior, Lowen
amplió las fases de desarrollo en dos nuevas: la esquizoide y la oral. Sin
embargo, su principal relevancia se encuentra en la propuesta terapéutica,
en indicadores y centrada en una serie de ejercicio.
Por último, aborda el análisis transaccional de Eric Berne, el que toma los
postulados de la energía, la libido y modelo estructural de Freud y las
pautas de expectativas sociales, constelación familiar y plan de vida de
Adler, integrándolas con otras perspectivas psicológicas. De hecho, a pesar
de la influencia del psicoanálisis y la psicología individual, su imagen de
hombre se corresponde con los de la psicología humanista, donde se
reconoce desde su singularidad y totalidad, orientado a su
autodeterminación y responsabilidad personal, metas que se abordan en la
terapia.
2. Desde el abordaje de la terapia de la conducta se reconoce 4 perspectivas
centrales: de orientación clásica, basado en las teorías del aprendizaje,
basado en la terapia de la conducta (los que ampliaron de forma importante
la perspectiva) y terapia racional-emotiva.
Desde una perspectiva tradicional, las terapias de la conducta comparten
los postulados de la teoría del aprendizaje y el tratamiento de
perturbaciones, impulsados por tres grupos de investigaciones: Burrhus F.
Skinner y sus discípulos de Harvard, Joseph Wolpe y sus alumnos de
Johannesburgo, y Hans-Jürgen Eysenck en el Hospital de Londres.
Respecto a la terapia cognitiva, la meta es sensibilizar al paciente respecto
a sus pensamientos automáticos, y sus valoraciones y falacias destructivas.
Según Aaron T. Beck, cuatro son las fases del proceso terapéutico:
observación, donde el paciente aprende a observarse a sí mismo y
reconocer los pensamientos automáticos que emergen de manera
automática; identificación, se analizan los diálogos internos y la tendencia
autodestructiva; revisión de hipótesis, el paciente aprende a diferenciar en
los pensamientos automáticos las hipótesis sobre su pensamientos
automáticos y de su ambiente, reconociendo que sus valoraciones y
conclusiones son cuestionables; y entrenamiento en explicaciones
alternativas distintos a los pensamientos automáticos, las que se elaboran –
estructuras cognitivas- en alianza con el terapeuta.
Los enfoques de la terapia cognitivos conductuales han utilizado diversos
procedimientos para su despliegue. De ellos destaca la terapia multimodal
BASIC ID, en los que se considera: conducta, sentimiento, sensación
representación, pensamiento, relaciones sociales y relación conflictiva con
drogas. Por otro lado, la terapia racional-emotiva de Albert Ellis las que
aborda cogniciones disfuncionales de los pacientes y su importancia en el
deterioro del bienestar, por tanto, se aborda el sistema de creencia y su
disfunción de valores e ideas.
3. Los enfoques humanistas, definidos como la tercera fuerza de la
psicología, se caracterizan por su heterogeneidad teórica, pero por su
relativa homogeneidad respecto a la imagen del hombre y los principios
terapéuticos (homogeneidad paradigmática). De hecho, emerge en
contraposición al encuadre psicoanalítico freudiano (el terapeuta sentado
detrás del paciente acostado en el diván), desplegando una psicoterapia de
grupos, de hecho, para Iacov Levy Moreno, los que los conflictos psíquicos
e interhumanos se representaban y actuaban en escenas creadoras
colectivas.
Cuatro son las ideas básicas del humanismo que dan cuenta de su visión de
hombre, de sus supuestos teóricos y su despliegue psicoterapéutico:
1. Autonomía e interdependencia y responsabilidad social.
2. Autorrealización
3. Orientación por la meta y el sentido (“representaciones
axiológicas humanas como libertad, justicia y dignidad del hombre
plasman la vida y la acción.” (p. 227)
4. Totalidad
Los procesos de autorrealización dependen, sin embargo, de la satisfacción
de necesidades básicas, lo que Maslow grafico posteriormente en una
jerarquía de 5 estadios (del estadio inferior al superior: necesidades
fisiológicas, las de seguridad, contacto social, confirmación y estima, y
crecimiento y autorrealización. Las cuatro primeras corresponden a
necesidades de carencia).
Las terapias gestálticas, en ellas los conceptos centrales corresponder a la
ley de cierre (Wertheimer), al efecto Zeigarnik (en las que se señala que las
acciones inconclusa se alojan preferentemente en la memoria), teoría de la
estructuración figura – fondo, autoactualización y complejo activo con el
mundo exterior (Kurt Goldstein). Estos supuestos, rescatados de los
postulados cognitivos y de la percepción, fueron aplicados, especialmente
por Perls, de forma generalizada, hasta metafórica. (p. 229).
Respecto al abordaje terapéutico, es relevante reconocer el cómo –por parte
de Perls- se integraron diversos abordajes y corrientes. Incluso, según el
autor, es posible reconocer la asimilación del patrimonio psicoanalítico,
pues Perls participó de los estudios didácticos con Karen Horney, Clara
Happel, Wilhelm Reich, entre otros analistas. Sin embargo, ya en la década
del ’60, se forman diversas corrientes gestálticas en Estados Unidos,
orientada al despliegue de la personalidad individual en la costa oeste y
como abordaje psicoterapéutico en la costa este. En Europa Occidental, se
reelaboro teóricamente, recogiendo sus elementos originales, como la
psicoterapia de la Gestalt, el psicodrama y el existencialismo.
Una de las líneas psicoterapéuticas centrales de los abordajes humanistas
corresponde a la psicoterapia del dialogo (centrada en el cliente o no
directiva) impulsada por Carl R. Rogers, la que –según el autor- junto a la
terapia de enfoque psicoanalítica y la terapia de la conducta son las tres
formas consolidadas de psicoterapia. (p. 245) Este enfoque se asienta en
una imagen del hombre que pone al centro su integridad y libertad, su
capacidad de centrarse en si-mismo, de organizar y estructurar su
experiencia, de crecimiento personal o tendencia a la actualización,
confianza en las tendencias a la autocuración, la incongruencia entre la
vivencia orgánica (necesidades de carencia) y su autoimagen. Junto con ser
pionero en los registros grabados de la interacción terapéutica, analizó,
mediante procedimientos estadísticos empíricos, las pautas básicas de
interacción terapeuta – cliente. El desarrollo de la psicoterapia del dialogo
atravesó una fase no directiva (década de 1940), de verbalización d
sentimientos (década de 1950 a mediados de la década de 1960), de
centramiento en la vivencia (desde mediados de los 60’s) y de ampliación e
integración (desde la década de los 70’s).
La actitud del terapeuta está basado en tres aspectos centrales: la relación
de compañerismo entre terapeuta y cliente, aunque con demandas distintas;
estimación positiva y calidez emocional (aceptación y respeto),
autenticidad (genuinidad) y comprensión empática (evitación de juicios,
empatía y entendimiento). A partir de este dispositivo, se espera impulsar
la autonomía del cliente, el reconocimiento de su vivenciar, orientación a la
flexibilidad y creatividad. Por tanto, los deterioros psíquicos (asociados a la
insatisfacción, rigidez) y el proceso terapéutico están orientados a develar
la meta de autorrealización, desde la desorganización a la reorganización
del cliente. (p. 262-264).
De este mismo abordaje, el autor reconoce también la Logoterapia
impulsada por Viktor Frankl y el Psicodrama de Iacov Moreno. Respecto a
la logoterapia, esta se centra en el sentido de la existencia humana, lo que
sentará las bases para el análisis existencial. Respecto al psicodrama y su
despliegue terapéutico, consiste en la puesta en escena –representación
escénica- espontanea de conflictos interpersonales e intrapsíquicos, con el
objetivo de hacerlos visibles, revivirlos y modificarlos a través de la
catarsis, principalmente en el trabajo grupal. Esta aplicación terapéutica
tiene, desde la perspectiva de Petzold, contraindicaciones en cuadros
prepsicóticos o psicóticos agudos, afecciones psicosomáticas en etapa
aguda, riesgo de suicidio, etc.
Respecto a los abordajes sistémicos, estos alcanzaron mayor desarrollo y
relevancia en la década de los 70’s (la primera mitad del s. XX estuvo
dominada por el psicoanálisis y la psicología profunda, en los 50’s por la
terapia de la conducta y los 60’s por los enfoques humanistas), centrado
principalmente en los conceptos de ‘comunicación’, ‘circularidad’,
‘estructura’, ‘ecología’ y ‘evolución’ (en el caso de la psicología profunda,
los conceptos claves remiten a ‘inconsciente’, ‘conflicto’ y ‘energía’; en las
terapias de la conducta son ‘aprendizaje’, ‘estimulo-reacción’ y
‘cognición’; en las terapias humanistas son ‘encuentro’, ‘crecimiento’ y
‘autonomía’). De estos conceptos, uno de los esenciales es el de la
comunicación y paradoja, impulsado por Watzlawich y el grupo de Palo
Alto. De la imagen del hombre en los abordajes sistémicos, destaca su
conciencia reflexiva, una persona se comunica con otros/as y consigo
misma, establece relaciones. En ese marco, es que las paradojas
pragmáticas, tienen acción en el ‘diálogo interior’ y en la comunicación
con otros/as.
Respecto a su perspectiva terapéutica, se aborda desde un doble vínculo
terapéutico (‘intervención paradójica’), en los que se supone una relación
estrecha, una exhortación de cueras conductas, sustracción de la paradoja
por medio del dialogo y comentario, reconociendo soluciones de segundo
orden sobre las de primer orden. En el caso de la psicoterapia familiar, el
proceso terapéutico consta de tres pasos: el terapeuta entre en participación
con la familia y asume la conducción, tiene que develar la estructura básica
familiar y debe crear las condiciones que posibiliten la transformación de la
estructura familiar. De las estrategias, se destaca el cuestionamiento del
síntoma, de la estructura familiar y de la realidad familiar. Desde la
perspectiva de Selvini Palazzoli, tres son las perspectivas centrales y
métodos de abordaje de la intervención: formulación de hipótesis
sistémicas; la circularidad, como la capacidad de dejarse guiar por la
información proveniente de la conducta de la familia, sobre sus diferencias
y cambios (técnica: hacer preguntas circulares en busca de diferencias); y
neutralidad, desempeñándose de forma imparcial para comprender el juego
comunicativo y de relaciones y poder conducirse de manera acorde.
Fundamentos El texto, aun cuando no se centra en una estructura teórica, deja entrever
teóricos del texto que, al reconocer sólo estos 4 enfoques, deja marginado otros, tal como las
perspectivas psicodinámicas y enfoques postracionalistas.
Relevante resulta reconocer que el autor es un psicoterapeuta y pensador
prominente en teoría de sistemas.
Principales Las conclusiones principales radican en como los enfoques terapéuticos,
conclusiones del comenzando desde los postulados de Freud, tienen una continuidad,
texto dialogan con los postulados de su tiempo, tomando elementos de corrientes
que le anteceden o respondiendo de forma crítico y postulando nuevos
principios articuladores y fundamentales de nuevas corrientes.
Análisis De los aportes relevantes del texto destacan el reconocimiento del contexto
a la base para la emergencia de la perspectiva, reconociendo como la
imagen del mundo y del sujeto configuran la emergencia del enfoque, y
desde ahí como se marca, tanto las nociones de normalidad, como
desviación a ese estándar de normalidad.
Por otro lado, por más que los dispositivos terapéuticos compartan
elementos comunes transversales, estos enfoques teóricos lo atraviesan,
tanto en el rol del paciente/cliente (dependiendo del enfoque), rol del
psicólogo y persona del psicólogo, alianza terapéutica y setting,
consideraciones respecto al malestar/psicopatología/dolencia/etc. (concepto
depende del enfoque y remite a significado especifico), así como su forma
de abordaje.
Por último, la propuesta del autor –estructura de los enfoques y su
planteamiento- deja marginado a perspectivas de gran relevancia en el
campo de la psicoterapia actual, tal como las perspectivas psicodinámicas y
enfoques postracionalistas.

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