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Luis Gonçalvez Boggio

EL CUERPO EN LA pSICOTERAPIA

Nuevas estrategias clínicas


para el abordaje de los síntomas
contemporáneos
© Psicolibros Universitario - ConyTriun

Tristán Narvaja 1671


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E-mail: psicolibros@adinet.com.uy
Montevideo - Uruguay

Foto de tapa: Marcel Gautherot


Fotos interiores: Lea Kaufman, Paula Gonzalez, Rosalba Plada, Soledad
Novoa (TEAB, Montevideo); workshop en Vitória ES/Brasil; V Jornadas de
Psicoterapia Corporal TEAB 1997-2007.

Diseño y diagramación: Patricia Carretto


Cel: 099 509 483 / 309 7417
E-mail: paticarretto@adinet.com.uy

Se terminó de imprimir en el mes de abril de 2008.

ISBN 978-9974-8109-0-7

Hecho el depósito que marca la ley.


Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o total
de cualquier medio gráfico o informático sin previa autorización del editor.
A Marcio y Juvenal Gonçalvez
Índice

Prólogo.........................................................................................................9

Capítulo 1.
El cuerpo en la clínica:
Principios psicocorporales de la bioenergética
1.1 Introducción a las psicoterapias corporales........................................13
1.2 Funciones emocionales y bioenergéticas
de la respiración / usos de la hiperventilación
en la clínica bioenergética..................................................................39
1.3 La mirada en el Análisis Bioenergético Reichiano..............................53
1.4 El toque bioenergético y el masaje psicoterapéutico
en el setting reichiano.........................................................................87
1.5 El enraizamiento en el Análisis Bioenergético Reichiano................. 117
1.6 Usos del taburete bioenergético (stool)
en la clínica bioenergética................................................................137

Capítulo 2.
Escenas y analizadores de la clínica contemporánea
2.1 Panic attack: ese extraño invisible que nos habita...........................151
2.2 Estrés postraumático: las marcas en el cuerpo................................173
2.3 Cuando el abuso sexual infantil queda escrito en el cuerpo............237
2.4 Trauma y campo social.....................................................................259
2.5 Clínica Laboral del burnt out,
del trauma vicario y del desgaste por empatía.................................269

Anexos.
Anexo 1 Holdings: sistemas energéticos desde la perspectiva del Análisis
Bioenergético Loweniano .......................................................281
Anexo 2 Diferencias metodológicas entre el Análisis Reichiano y el Análisis
Bioenergético..........................................................................283
Anexo 3 Consideraciones generales sobre la formación en psicoterapia cor-
poral y sobre el trabajo con el dispositivo de supervisión en vivo.287

Bibliografía utilizada ................................................................................299

–7–
PRÓLOGO

La Psicoterapia y el Cuerpo.
Desde los Tiempos de W. Reich, pionero de las investigaciones del
involucramiento del cuerpo en la Psicoterapia y la producción de subjetividad;
ha pasado mucha agua bajo el puente.
Este libro de Luis Gonçalvez nos marca y estabiliza un estado del arte,
que no es para menos; de la clínica Individual, pasamos a través del derrotero
del autor a una clínica del devenir de los conjuntos subjetivos implicados.
Es una clínica del “entre” y sus agenciamientos de trabajo y dispositivos en
acción. Es una clínica de la acción del devenir y de la producción de acon-
tecimientos, de las novedosas construcciones del sufrimiento y del malestar
de la cultura.
El texto que nos propone tiene, a mi modesto entender, tres niveles
posibles de lectura.
El primer nivel es un racconto histórico desde los pioneros a la actuali-
dad; es un viaje en donde se establecen las nociones fundantes del campo
bioenergético y social. Con el hito histórico fundamental: el cuerpo como
máquina de significaciones y significantes del sufrimiento y la constitución
de la subjetividad.
El segundo nivel establece los lineamientos básicos de las técnicas
implementadas y sus innovaciones, una verdadera caja de herramientas,
así como también el trabajo ético del terapeuta con el paciente. Con un
profundo sentido didáctico, el texto explica cada una de las técnicas imple-
mentadas y cuales son los objetivos, los principios y sentido de las mismas.
Pero lo realiza resaltando el contexto histórico de las emergencias de las
herramientas, dando un sentido epistémico al desarrollo de toda la Tecné
implementada.
El tercer nivel, es, a mi entender, el mas interesante, y allí nos encon-
tramos con el sentido básico del libro: es toda un investigación tendiendo
puentes entre el sentido del cuerpo inconsciente, como un constructo
subjetivo, a la concepción del cuerpo social como un constructo histórico.
Las investigaciones presentadas pasan de las psicosis al panic-atack; del
síndrome de Burn Out al estrés post-traumático, etc.
Conozco a Luis Gonçalvez hace mas de veinte años y hemos traba-
jado juntos en la Facultad de Psicología de la Udelar. Como colega tiene
dos aspectos de su formación que los vincula y los amalgama, tejiendo una
urdidumbre nocional poderosa que ilumina el campo clínico. Su transmisión y
experiencia clínica están al servicio de su formación en la Psicología Social,
desde un enfoque amplio, que va desde las concepciones pichonianas a las

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foucoultianas. Lo caracteriza una soltura nocional sin abanderamientos ni
consignas fáciles. En buen romance no le hace el guiño a nadie.
El libro, es el resultado de una extensa recolección de artículos y
ponencias, los mismos han sido re-compaginados dando cuenta de un
derrotero, de un viaje singular, con una capacidad expositiva y didáctica
en el abordaje de temas tan complejos. Es una demostración de una serie
de micro-investigaciones, con un juego polisémico, en un devenir, que de-
construyendo y co-construyendo espacios e ideas novedosas, da cuenta de
un proceso de alta transversalización e implicación, y que, en su conjunto,
ofrece una investigación en constante movimiento .
El libro abre con una puesta en escena. Un grupo de pescadores están
jalando una red. Es un trabajo solidario y pone a prueba las pericias y el
esfuerzo de todos, para obtener el logro tan deseado: sentir la producción
del momento y la man-comunión de la fuerza.
Metáfora viva de lo que es el devenir de la clínica: los agentes somos
todos, pero precisamos del esfuerzo de aquellos que por la experiencia, la
solidaridad, y la reflexión nos aportan, en el día a día de nuestro quehacer,
y nos entregan su pasión.
Esa pasión que la ignorancia nos reclama en la aventura y exploración,
y pone a prueba nuestra paciencia y no saber.
El texto se transforma en instrumento nuestro gracias al riesgo y a la
generosidad de su autor, por eso, con todo el cariño y el respeto que nos
merece esta apuesta le decimos: Gracias Chino!!

Joaquín Rodríguez Nebot

­– 10 –
Capítulo 1

El cuerpo en la clínica:
Principios psicocorporales
de la bioenergética

– 11 –
­– 12 –
1.1
Introducción
a las psicoterapias corporales1

Para hacer una introducción a las Psicoterapias Corporales tenemos


que comenzar hablando de lo que han sido los trabajos y aportes de Wilhelm
Reich (creador de la Vegetoterapia Caracteroanalítica y de la Orgonomía)
y de Alexander Lowen (creador del Análisis Bioenergético).
La clínica bioenergética en la actualidad engloba distintas corrien-
tes neo y post reichianas, y entre sus principales profesionales podríamos
nombrar a David Boadella (creador de la Biosíntesis), John Pierrakos
(creador de Core Energetics), Gerda Boyesen (creadora del Análisis
Biodinámico) y Stanley Keleman (creador de la Psicología Formativa).
La clínica bioenergética está muy difundida en Europa, en los EEUU y en
parte de América Latina, sobre todo en Brasil y en México, en donde las
instituciones bioenergéticas y reichianas son muy fuertes. En el Uruguay
la Clínica Bioenergética la hemos desarrollado con el nombre de Análisis
Bioenergético Reichiano, y la organización científica en la que estamos
nucleados los psicólogos especializados en Análisis Bioenergético y en Aná-
lisis Reichiano es el TEAB —Taller de Estudios y Análisis Bioenergético—,
institución fundada en Montevideo en el año del centenario del nacimiento
de Wilhelm Reich (1997) de la que tengo el honor de ser Miembro Didacta
junto a las colegas brasileras Reolina Cardoso (ex presidenta de la Socie-
dade Wilhelm Reich de Brasil, Psicóloga y Doctora en Psicología Social) y
Zeneide Monteiro (Psicóloga, actual presidenta de la Sociedade Brasileira
de Análise Bioenergética de Brasil).

SURGIMIENTO, ORÍGENES
Haciendo un poco de historia: en 1924 Wilhelm Reich (1897-1957),
médico psiquiatra y psicoanalista, fue nombrado por Sigmund Freud director
del Seminario de Técnica Psicoanalítica, (en esos momentos el novel instituto
de formación de los jóvenes psicoanalistas en Viena).
En 1927 escribe Die funktion des orgasmus, “La función del orgas-
mo”, en donde expone una de las piedras angulares de la teoría reichiana:
todo bloqueo de la función orgástica impide el desarrollo natural y la auto-
regulación del organismo.

1 Desgrabación de la clase sobre “W. Reich y la Clínica Bioenergética”, curso Intro-


ducción a las Técnicas Psicopsicoterapéuticas, Facultad de Psicología de la UDELAR,
3 de abril del 2003.

– 13 –
En sus intensas investigaciones sobre el sistema neurovegetativo Reich
descubre que la “fórmula del orgasmo”
TENSIÓN CARGA DESCARGA RELAJACIÓN
es una de las principales formas naturales de auto-regulación del
organismo, fundamentalmente de los desarreglos producidos a partir de
situaciones estresantes y traumáticas entre el sistema nervioso autónomo
simpático y el parasimpático.
En esa investigación Reich comienza a criticar el origen endógeno de
las neurosis, haciendo hincapié en la influencia social en la patogénesis de
toda enfermedad mental.
En ese mismo año publica el ensayo “El Análisis Caracterial”, que
diera origen a la primera obra de técnica psicoanalítica propiamente dicha
“Análisis del Carácter” (1933). En este texto Reich reivindica el rol activo del
psicoterapeuta, a fin de intervenir directamente en el proceso psicoterapéu-
tico. Introduce en esos momentos, en la teoría psicoanalítica, la necesidad
de analizar el carácter a través de sus diversas manifestaciones psíquicas y
corporales, de lo que se desprenden la noción de coraza caracterial y coraza
muscular que veremos a continuación.
La obra de Reich recupera así para el psicoanálisis su radicalidad
primordial, al hacer de la sexualidad (y más concretamente el orgasmo),
la fuerza motriz del inconciente. En 1927 le dedica su primer estudio sobre
la función del orgasmo a su maestro Freud. Para Reich la metapsicología
de Freud tiene una dimensión física, biológica, tangible, y es la función del
orgasmo: el factor fundamental en el equilibrio físico-energético-emocional
del “animal-humano”. Tal radicalidad, entre otras audaces críticas técnico-
conceptuales al incipiente psicoanálisis vienés, le valió la exclusión del
círculo freudiano en 1934.
Reich decide entonces abandonar la conservadora Viena y se dirige
hacia la politizada Berlin. Al grupo psicoanalítico de Berlín pertenecían, en-
tre otros, Melanie Klein, Otto Fenichel, Erich Fromm, Karl Abraham y Karen
Horney; en aquella época simpáticos a los ideales socialistas y libertarios.
Allí Reich funda la SexPol, asociación de sexología clínica y de psicología
política, destinada a promover, sobretodo entre la juventud obrera, debates
sobre sexualidad y política a partir de una perspectiva freudo-marxista. Su
objetivo de politizar al psicoanálisis y sexualizar a la política, como forma de
oponerse a la insurgente carrera hacia el poder del nacional-socialismo en
Alemania, lo lleva a nuclear en sus talleres abiertos a más de 40 mil jóve-
nes obreros y desocupados, interesados en sus ideas. Pero el trabajo en la
SexPol, le costó la expulsión del PC alemán y la persecución por parte del
partido nacional-socialista nazi alemán.
Personalmente conocí la obra de Reich, como lectura clandestina,
en el clima todavía densamente lúgubre y restrictivo de la dictadura. Sus
primeras aproximaciones biográficas nos mostraban a un autor “maldito” (un
“drop-out”), cuyo discurso y práctica apuntaban, con alegría militante y con

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un poder explosivo, para nuestros cuerpos tan afectados por el disciplina-
miento militar fascista. “La Función del Orgasmo”, “La Revolución Sexual”,
“Psicología de Masas del Fascismo” y “Análisis del Carácter” funcionaban,
en los primeros años de los 80, como un depósito de armas clandestinas y,
rápidamente, pasaron a formar parte de nuestros manuales de “técnicas de
guerrilla”: el cuerpo contra el poder.

DIFERENCIAS TÉCNICAS CON EL PSICOANÁLISIS


¿Qué es lo que diferencia la actividad clínica de Reich a la de los psi-
coanalistas más ortodoxos?
En su extensa actividad clínica que desarrollaba en Viena y Berlín,
Reich comienza a observar que los disturbios de los pacientes tenían algunos
patrones psicocorporales comunes.
En esos momentos el análisis que desarrollaban la generalidad de los
psicoanalistas, quedaba centrado en el plano verbal. En dicho Seminario,
Reich comienza a pesquisar que había determinados momentos dentro del
proceso psicoterapéutico, donde la técnica no lograba atravesar las resis-
tencias de los pacientes y sus transferencias negativas.
Es decir, aun cuando los materiales inconcientes reprimidos fueran
puestos en evidencia e interpretados con brío, aun cuando las experiencias
traumáticas del paciente fueran desentrañadas y bien percibidas, aun cuando
los síntomas neuróticos fueran claramente explicitados y bien resueltos, y
que los pacientes fueran corteses, “dóciles”, estuvieran disciplinadamente
aplicados a la regla primordial y fueran altamente cooperadores con la alianza
psicoterapéutica, los análisis no avanzaban.

IDENTIDAD FUNCIONAL ENTRE CORAZA CARACTERIAL Y


CORAZA SOMÁTICA2
Reich va a definir la coraza muscular como la suma total de las ac-
tividades musculares que la persona desarrolla como defensa frente a la
irrupción de afectos y sensaciones vegetativas, y su represión desde el
mundo exterior.
Esta coraza muscular es funcionalmente idéntica a la coraza caracte-
rial. La coraza caracterial, Reich la define como la suma total de actitudes
caracteriales que la persona desarrolla como defensa contra la irrupción de
afectos y sensaciones y las limitaciones que le impone el mundo exterior, cuyo
resultado es la falta de contacto, la insensibilidad, y la rigidez de carácter.

2 Ver en ANEXO 1 un esquema de la relación entre bloqueos energéticos (holdings),


los cinco biotipos caracteriales principales desde la perspectiva loweniana (esquizoi-
de, oral, narcisista, masoquista y rígido) y las zonas y segmentos del acorazamiento
somático.

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¿Qué quiere decir que la coraza caracterial es funcionalmente idéntica
a la coraza muscular?
Para Reich la suma de experiencias pasadas de un sujeto subsisten,
se acumulan, y se van depositando en lo que llama capas estratificadas
del cuerpo y sus equivalentes funcionales a nivel psicológico: los trazos
caracteriales.
Es en esos momentos que Reich comienza a investigar clínicamente
cómo a determinado tipo de carácter le corresponde un determinado tipo de
organización corporal, y viceversa.
La primera conclusión clínica que llega Reich es, como decía, que la
coraza caracterial es funcionalmente idéntica a la coraza muscular. Reich
llega a esta conclusión al ver que la totalidad de sus pacientes tenían un
patrón de respiración alterado.
Es decir que los pacientes para sentir menos (angustia, miedo, bronca,
placer, etc.) respiraban menos. La respiración limitada reduce la posibilidad
de movimiento y el movimiento determina nuestros sentimientos.

VEGETOTERAPIA
Por lo tanto Reich comienza a introducir una técnica que él denomina
Vegetoterapia que consistía simplemente en pedirle al paciente que respirara
profundamente y se dejara abandonar a su impulso interior; que siguiera su
impulso y su ritmo interno, a partir de una respiración profunda.
En este dispositivo la regla máxima ahora no era sólo que el paciente
verbalizara lo primero que se le viniera a la cabeza, que se entregara libre-
mente a la asociación de ideas, sino que además siguiera el impulso interior
a partir de una respiración más profunda. Al profundizar la respiración se
alteraba el patrón de respiración inhibida y esto posibilitaba la emergencia
de afectos inhibidos y el desbloqueo de recuerdos reprimidos.

EL INCONCIENTE ESTÁ GRABADO EN EL CUERPO


La segunda comprobación clínica que llega Reich es que al disminuir
una tensión muscular (por medio de movimientos neuro-musculares, por
medio de toques y presiones controladas que comienza a introducir en el
dispositivo técnico) se posibilita la emergencia de afectos bloqueados y
viceversa, al posibilitar una abreacción emocional se está disminuyendo la
coraza muscular.
La gran contribución de Reich es retomar lo que Freud había dejado
de lado, el cuerpo de los pacientes, específicamente.
Cuando comienza a trabajar desde el Psicoanálisis, desde la técnica
de análisis del carácter, Reich vio que más allá de la palabra, o mejor dicho,
junto a ella, el cuerpo guardaba la sensación descrita verbalmente, y que era
una dimensión que podía ser incluida también en el trabajo psicoterapéutico.

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Observar el cuerpo, percibir el lenguaje corporal... seguramente ustedes ya se
van haciendo una idea de cómo cambia el dispositivo psicoanalítico al tener el
psicoterapeuta una intervención más activa, al pedirle al paciente que respire
profundamente, al intentar disminuir una tensión muscular crónica...
Al observar estas tensiones musculares Reich percibió clínicamente
que las mismas se establecían en forma de anillos.

RESISTENCIA Y CARÁCTER (HISTORIA CONGELADA)


Como les decía anteriormente, Reich llega a estos conceptos no a partir
de consideraciones teóricas sino básicamente como un problema práctico
de la técnica analítica.
Reich comienza a ver que las principales resistencias que se encuentran
en el proceso psicoterapéutico estaban en el carácter de los pacientes.
El carácter representa la dimensión del comportamiento habitual, el
patrón típico de comportamiento, el modo de ser peculiar, de responder que
está establecido, congelado, estructurado en el cuerpo de los pacientes.
En este sentido el carácter no es otra cosa que historia congelada.
¿Qué quiere decir historia congelada?
Que la estructura del paciente, la estructura caracterial, condensa la
suma de experiencias pasadas, que subsisten, se acumulan, se depositan
en capas estratificadas del cuerpo, en capas estratificadas de la coraza.

ARQUEOLOGÍA DEL CUERPO


Esta estratificación del acorazamiento, como lo desarrollo en “Arqueo-
logía del cuerpo” (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999) es comparable con las
estratificaciones arqueológicas y geológicas.
Es decir, la historia congelada del carácter es historia solidificada en
el cuerpo. Para la arqueología del cuerpo, como metodología bioenergética
y social, las experiencias infantiles, los conflictos y traumas más importantes,
las frustraciones, las represiones y las cargas forman depósitos, dejan huellas
corporales precisas, se fijan al organismo.
La originalidad del planteo de Reich, sin apartarse de los lineamientos
de los análisis de la transferencia y de la producción del inconciente for-
mulados originariamente por Freud, fue tratar de darle un lugar topológico
al inconciente. Que Reich ¿dónde lo encuentra? En los músculos. Reich
define la coraza fundamentalmente como coraza muscular. Para Reich el
inconciente está en los músculos.

Pongamos un ejemplo bien simple. Ustedes pueden ver que cuando un


niño llora, generalmente es reprimido por hacerlo. El miedo a ser castigado
por llorar lo lleva a reprimir la sensación del llanto, y para ello comienza a
activar su estructura defensiva. Endurece las mandíbulas, cierra la garganta,

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aprieta fuertemente los labios, etc. Finalmente la emoción que contenía dicho
llanto queda presa en una estructura muscular hipertónica. Si la amenaza de
castigo por llorar es permanente, la actitud defensiva se hace crónica y así,
sin pensarlo, un buen día el niño no debe realizar ningún esfuerzo por parar
el llanto, pues este ya no tiende a salir más. Ha quedado definitivamente
enterrado. En lugar del impulso, el niño adquiere un grado de insensibilidad
en la zona. Esa contracción que aumenta su posibilidad de sufrir menos a
corto plazo, a largo plazo está disminuyendo su capacidad de vida.
Con este ejemplo probablemente puedan empatizar mucho más los
hombres que las mujeres, en la medida de que hay una represión cultural
mucho mayor hacia el llanto del niño que al de la niña (“los hombres no
lloran”, “los varones tienen que ser valientes”). El llanto para las mujeres
muchas veces es la trampa de su propio carácter, es decir pueden llorar
pero solamente como expresión de debilidad o de sumisión. Por el contrario
la trampa del carácter para los hombres es ir construyendo distintos ras-
gos de insensibilidad, de invulnerabilidad, de inaccesibilidad, etc. Cuando
éramos bebés no había una distinción entre el niño o la niña a la hora de
llorar, porque en ese momento las lágrimas eran el “lenguaje del amor”. Las
lágrimas eran una de las primeras comunicaciones del bebé para que la
persona que cumpliera la función materna eliminara su malestar. Luego las
tensiones musculares crónicas (los procesos de acorazamiento) comienzan
a ahogar y aprisionar el espíritu de la niñez, por la necesidad de controlar la
expresión de las emociones intensas. El llanto es una poderosa expresión
de sentimientos, por eso hay distintas formas de llorar. Llorar es uno de los
principales actos humanos que tenemos para compartir. El llanto en un adulto
no cambia el mundo exterior pero alivia una tensión interior. Lowen atribuye
la mayor longevidad de la mujer a su blandura (coraza más flexible) y cree
que un hombre que puede llorar puede vivir más, ya que el llanto protege al
corazón. Lloramos porque estamos tristes (por ejemplo, por una pérdida),
lloramos de alegría (por ejemplo, porque recuperamos algo que habíamos
perdido), lloramos de miedo, de bronca, etc. En muchas ocasiones el primer
paso del proceso psicoterapéutico consiste en percibir y expresar la tristeza
a través del llanto. Llorar es aceptar la realidad presente y pasada. Al llorar
sentimos nuestra tristeza y nos damos cuenta de lo heridos que estamos,
de cuánto hemos sido heridos.

FUNCIÓN Y ORIGEN DE LA CORAZA


Etiológicamente el origen de la coraza lo podemos encontrar en la frus-
tración de las necesidades básicas y primarias del organismo. Esta frustración
la encontramos muchas veces antes del nacimiento, en lo que en la clínica
bioenergética llamamos el primer ecosistema (el útero), por ejemplo en un
útero “frío”, poco pulsante, con un déficit en la carga bioenergética (oxige-
nación), que puede haber sufrido agresiones varias (un intento de aborto

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frustrado, por ejemplo). Si la frustración es continua causa una retracción del
campo energético, desencadenando como emoción primaria una reacción de
miedo. En términos energéticos encontramos una contracción en la periferia
del organismo, una alteración de la pulsación en función de una sobresti-
mulación del sistema simpático para defender al organismo de la situación
desconfortable originada por la no satisfacción de las necesidades.
¿Cuál es la función de la coraza?
La coraza es básicamente una defensa. Es una defensa al mismo
tiempo contra y entre el mundo exterior y las pulsiones internas. Una de las
tareas del psicoterapeuta corporal bioenergético es cómo hacer pasar esa
función defensiva y controladora en el paciente, a una función coordinadora
y expresiva.
Desde el punto de vista somático la coraza es una armadura biológico-
energética. Es una defensa contra los peligros del mundo externo y del mundo
interno. Se construye biológicamente para equilibrar un sistema energético
desequilibrado. Ya que cuando falla la auto-regulación bioenergética la ten-
dencia del organismo es la de fabricar medios para equilibrar la falta o eliminar
el exceso de energía, formando corazas que van a inhibir la pulsación plena
y la vibración del cuerpo.

ACORAZAMIENTO Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO


Es necesario aclarar, por lo tanto, que el acorazamiento es un meca-
nismo necesario a nuestra sobrevivencia, está presente en todos nosotros.
En las estructuras neuróticas la coraza pasa a funcionar permanentemente,
aun cuando no existe una necesidad real de protección. En estos casos el
trabajo clínico es básicamente de flexibilización de la coraza, de desacora-
zamiento.
Pero también tenemos que formar coraza en aquellas estructuras que
no consiguieron, por su historia, desarrollar un mecanismo protector de ma-
nera eficiente (básicamente en las estructuras psicóticas y borderlines que
pueden tener superficialmente una cobertura caracterial neurótica y debajo
de ésta un núcleo psicótico disociativo o depresivo, respectivamente). Estas
dos últimas son las estructuras predominantes en la clínica actual. En estos
casos hablamos de déficit de acorazamiento, es decir, aquellas estructuras
energéticas psicocorporales deficitarias (psicosis) o mal distribuidas (bor-
ders), en donde encontramos debilidad en la identidad biológica y caracterial
del yo, una cobertura caracterial neurótica (falsa coraza) pero que esconde
núcleos psicóticos (generalmente disociativos y/o depresivos).
Esquemáticamente podríamos decir que la coraza puede ser móvil
(flexible y leve), crónica o biopática. La coraza móvil es aquella que no
impide nuestros movimientos básicos en lo que Reich llama de esencia en
nuestras vidas adultas: el amor, el trabajo y el conocimiento. Es la coraza, a
la vez flexible y leve, que sirve de protección biológica y energética para las

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amenazas y peligros externos. La coraza crónica es la expresión mecánica y
estereotipada de la defensa narcisista (para no sentir, por ejemplo angustia),
enraizada en la estructura psíquica (caracterial) y en la estructura somática
(rigidez). La coraza biopática (déficit de acorazamiento, peste emocional) se
genera a partir de situaciones de violencia, odio y destructividad, producidas
por factores externos como las crisis económicas, los represiones políticas,
los desórdenes familiares, las fragmentaciones sociales, etc. La coraza
crónica tiene una función defensiva. Es una especie de cascarón, de corset,
que inmoviliza zonas específicas de nuestro cuerpo. No cualquier zona, sino
zonas específicas de nuestro cuerpo. Estas zonas bloqueadas, tensionadas
crónicamente, retienen importantes acumulaciones libidinales, que Reich lla-
ma estasis energética. Es decir: estancamientos, contenciones, bloqueos
de la energía libidinal, sexual, en el organismo que van a ser la fuente de
energía de las patologías o biopatías (como Reich define a los trastornos
de pulsación).
Un concepto clave en la obra reichiana es el de pulsación: el fenómeno
energético que se expresa a través de los movimientos de contracción y
expansión. La libre pulsación energética entre estos dos polos se expresa en
todos los aspectos de la vida. La función sexual, en particular, tiene un papel
básico como mecanismo regulador de la pulsación y de la economía libidinal del
organismo. Como metodología el Análisis Bioenergético Reichiano se propone
que el paciente no sólo recuerde, sino que también experimente con afecto los
recuerdos conflictivos hasta entonces bloqueados, liberando así la emoción allí
fijada (energía ligada). El aumento progresivo de la energía libre posibilita el
restablecimiento de la pulsación y, por lo tanto, de la salud física y emocional.
La coraza reduce la pulsación en todos los aspectos de la existencia:
en la respiración, en la expresividad, en el movimiento, en la sexualidad. La
persona fuertemente acorazada teme a la expansión, y el placer le provoca
ansiedad. Pero, por otra parte, una persona sin coraza vive en el terror.

DISPOSICIÓN SEGMENTADA DE LA CORAZA


Reich descubre clínicamente que la coraza tiene una disposición seg-
mentada. La forma de la coraza va a ser de anillos de retención perpendicula-
res al eje longitudinal del cuerpo. Los bloqueos están organizados por medio
de anillos o segmentos, que van a estar funcionalmente determinados.
Estos anillos o segmentos de la coraza van a comprender todos los
músculos, todos los órganos, todos los tejidos, los cuales mantienen una
relación funcional entre ellos, capaz de hacer participar los movimientos
expresivos emocionales (expresión de tristeza, de placer, de miedo, de
bronca, etc.).
Estos segmentos van a estar unidos los unos con los otros como un
sistema unitario, es decir que el desbloqueo de un segmento conlleva la
movilización de los segmentos colindantes.

­– 20 –
CORAZA Y DESARROLLO EVOLUTIVO
¿Cómo se da el proceso de acorazamiento?.
Esta pregunta nos permite pensar dinámicamente la función de esa
coraza, cuándo se establece, cómo se cronifica y cómo puede ser trabajada
psicoterapéuticamente.
El acorazamiento se da siguiendo una lógica céfalo caudal, de la cabeza
hacia los pies. Los segmentos de la coraza van a ser bandas de tensión
que envuelven al cuerpo en sentido horizontal, limitando el movimiento, la
expresión emocional y la pulsación energética, que sigue el eje pendular de
la cabeza a los pies, fundamentalmente.

¿Cómo opera el acorazamiento en la práctica?


Reich describe siete segmentos:
1. ocular,
2. oral,
3. cervical,
4. torácico,
5. diafragmático,
6. abdominal y
7. pélvico.

Cada segmento está correlacionado a un tiempo histórico, y a una


situación psicodinámica básica:
1. Segmento ocular: percepción, contacto, interpretación. Su disfun-
ción produce: núcleos disociativos, afecciones de la piel, alergias,
estructuras psicóticas.
2. Segmento oral: oralidad, impulsos orales (morder, chupar). Su disfun-
ción produce: núcleos depresivos, trastornos del humor, voracidad,
trastornos de la alimentación, estructuras border-line.
3. Segmento cervical: entrega, control, sonorización, narcisismo pri-
mario. Su disfunción produce: trastornos narcisistas.
4. Segmento torácico: identidad biológica, auto-afirmación, ambivalencia.
Su disfunción produce: rigidez, trastornos cardíacos.
5. Segmento diafragmático: respiración, regulación del metabolismo
energético. Su disfunción produce: masoquismo, trastornos de
ansiedad.
6. Segmento abdominal: visceralidad, psicoperistastilmo. Su disfunción
produce: trastornos psicosomáticos viscerales.
7. Segmento pélvico: genitalidad, enraizamiento. Su disfunción produce:
trastornos de la sexualidad, histeria, fálico-narcisismo.

Lo primero que acoraza una persona frente a situaciones de estrés es


el segmento ocular que comprende los telereceptores (ojos, oído, nariz),

– 21 –
el cerebro y la piel en general. El segmento ocular es lo primero que contrae
un recién nacido porque es el segmento más cargado, y es donde se alojan
los traumas producidos durante la vida intrauterina, durante el parto y en el
correr de los primeros días de vida.
El acorazamiento del segmento ocular puede manifestarse a un nivel
superficial, afectando los ojos, los oídos, el sistema olfativo y la musculatura
del cráneo, o a nivel más profundo afectando al propio cerebro. La emoción
básica contenida en este segmento, la emoción más profunda, desde la
arqueología del cuerpo, es el miedo.
Todo trastorno disociativo, de la percepción y del contacto tendrá
su etiopatogénesis en un bloqueo primario en el segmento ocular. Es el
segmento clave de acorazamiento en las estructuras psicóticas. Y es el
acorazamiento que genera las biopatías de los ojos (miopía, hipermetropía,
astigmatismo, presbicia, estrabismo, etc.), de la piel, de la atención, etc.

El segundo acorazamiento pregenital de importancia es el del segmen-


to oral, que se da también en los primeros meses de vida y está relacionado
fundamentalmente al período de amamantamiento. Incluye la boca, los labios,
la lengua, los órganos de fonación, la base occipital, y está vinculado a la
fase oral. Se tensiona y estructura en los dos primeros años de vida.
Todo núcleo depresivo tiene un correlato histórico con el segmento oral.
Es un segmento en donde quedan sensorialmente registradas las primeras
improntas vegetativas de frustración o de gratificación. En este anillo es
donde tenemos que indagar (somática y caracterialmente) la inhibición o la
exacerbación de los dos impulsos orales básicos, el impulso de chupar y el
impulso de morder, que pueden dar origen al surgimiento de sentimientos
orales ambivalentes, por ejemplo: demandas afectivas de dependencia,
rabias reactivas y trastornos del humor.

El tercer acorazamiento, el segmento cervical, va a estar ligado a las


problemáticas narcisísticas, a la entrega y al control. Tiene su origen en la
etapa anal. Es la principal sede de las defensas narcisísticas que disminuyen
la sensibilidad en el organismo acorazado. Es un segmento clave en lo que
hace a la represión de la rabia y del llanto, al sofocamiento y al bloqueo de
la expresión sonora de las emociones, ya que es un puente entre la boca
y el tórax. Está muy asociado a las auto-prohibiciones y al auto-control,
constituyéndose en el primer censor (el primer “superyo corporal”). En este
segmento está alojado además el instinto de auto-conservación.
Es un segmento que trabajamos con mucha intensidad en pacientes
que sufren de TEPT (trastorno por estrés postraumático), ya que es donde en-
contramos arqueológicamente las principales vivencias, recuerdos, sensaciones
y emociones asociadas al miedo al castigo.

­– 22 –
El segmento torácico (cuarto anillo) es un segmento fundamental ya
que se localizan órganos vitales como el corazón y los pulmones. Desde el
punto de vista estructural va a estar relacionado con la identidad biológica
de la persona ya que es el segmento donde se encuentra alojado el timo,
nuestra glándula encargada de todo el sistema inmunológico defensivo.
Desde el punto de vista caracterial va a estar relacionado con los trazos
de ambivalencia, en donde vamos a encontrar emociones claves en lo que
hace al amor/odio, a la alegría/tristeza, a las posibilidades de unión/sepa-
ración, de discriminación/indiscriminación. De este segmento forman parte
también los brazos y las manos, por lo tanto va a estar relacionado a la
represión de la agresividad y los impulsos de hacer contacto (anhelo, reach
out). Debido a la estrecha relación entre los sentimientos y las funciones
cardíacas y respiratorias, el segmento torácico es considerado el centro de
nuestra afectividad, de la estructuración del yo corporal, siendo además la
zona central de la coraza. Generalmente el desbloqueo de este segmento
va acompañado de un mayor deseo de vivir.
En el plano biofísico el bloqueo de este segmento produce alteraciones
en la respiración, como la inspiración crónica de los cardíacos o la retracción
pectoral de los asmáticos. Es un segmento muy cargado en nuestros días y
provoca la muerte de muchas personas, por el exceso de contracción, por
la inspiración crónica, como tentativas somáticas de contener y/o bloquear
la expresión emocional. Por ello es un anillo que trabajamos mucho en la
prevención de enfermedades cardiovasculares (principal causa de muerte
en nuestro país).

El segmento diafragmático (quinto segmento) está conectado a todos


los segmentos, es nuestra bomba de energía y el que regula la función emo-
cional y energética de la respiración. Desde el punto de vista bioenergético
es el núcleo vital más importante, el canalizador de la pulsación vital y de
la circulación energética. El bloqueo diafragmático está en la etiopatogéne-
sis de todos los trastornos de ansiedad. Un diafragma contraído debilita el
funcionamiento parasimpático y por lo tanto disminuye las posibilidades de
placer en el organismo. Es un bloqueo que aparece mucho en los trastornos
caracteriales masoquistas.
En el trabajo de arqueología del cuerpo de esta zona encontramos dos
tipos de bloqueos. El más profundo está relacionado al miedo primitivo de ori-
gen neonatal (bloqueo primitivo), asociado a hostilidades reactivas, angustias
de fragmentación y miedo a la pérdida y al abandono. Este bloqueo debe ser
trabajado con mucha prudencia, cuidado y suavidad ya que generalmente
está acoplado al bloqueo de los segmentos pre-genitales, esencialmente el
del segmento ocular. El segundo bloqueo que encontramos está ligado al
miedo al castigo y a la angustia de castración, asociado históricamente a la
hostilidad dirigida a las figuras represoras de la sexualidad. El origen de este

– 23 –
bloqueo lo encontramos en el período edípico (3 a 5 años), reestructurándose
nuevamente en la adolescencia.

El sexto anillo, el segmento abdominal (coraza visceral) se inicia


aproximadamente tres dedos por encima del ombligo y termina cuatro de-
dos por debajo de éste, incluyendo los músculos abdominales, lumbares y
el intestino. Es un segmento clave en el psicoperistaltismo: la capacidad de
los intestinos de digerir el estrés y la tensión nerviosa. Al trabajar arqueoló-
gicamente con este anillo encontramos:
- miedos neonatales, es un segmento ligado a sentimientos muy
primitivos en donde guarda memorias celulares ligadas al período
intrauterino, y
- miedo a las sensaciones pélvicas, ya que como puente entre el
diafragma y el anillo pélvico funciona como reductor de las sensa-
ciones pélvico-genitales.
Podemos encontrar la musculatura abdominal hipertónica o flácida; la
barriga puede estar insensible o hipersensible, distendida o contraída. Es un
segmento que encontramos muy bloqueado, por ejemplo, en la anorgasmia
femenina y sirve de reservorio para la negatividad (emociones reprimidas)
en las personas con estructura genoide.

El segmento pélvico incluye la pelvis y las piernas y está relacionado


al grado de enraizamiento (asentamiento, arraigo, seguridad, equilibrio,
contacto con el suelo –como equivalente del principio de realidad–), a la
identidad sexual, a las funciones genitales sexuales (potencia/impotencia
orgástica) y a la posibilidad/imposibilidad de efectuación de la genitalidad (la
realización placentera en el amor, en el trabajo y en el conocimiento). Es un
segmento que comienza a acorazarse generalmente en el momento edípi-
co, en la represión de la masturbación y de los juegos sexuales infantiles, y
que termina de estructurarse en la adolescencia en función de la represión
sexual que se vive social, familiar y culturalmente en este período. Todos los
trastornos de la sexualidad adulta (eyaculación precoz, eyaculación retarda-
da, priapismo, disfunciones eréctiles en el hombre, vaginismo, anorgasmia
parcial, dispareunia en la mujer, etc.) están relacionados a este anillo.
En el trabajo de la arqueología del cuerpo es frecuente encontrar en este
segmento fuertes tensiones musculares crónicas que afectan a la pelvis y a
los miembros inferiores (pies y piernas). Los principales contenidos emocio-
nales están relacionados a angustia y miedo de castración, sado-masoquismo
anal y fálico, ansiedad de caída, ansiedad pre-orgástica, angustia genital
(intolerancia a las sensaciones de excitación en los genitales), siendo el blo-
queo de la rabia y la inhibición del placer de una intensidad proporcional.
La descarga orgástica (capacidad de entrega a los sentimientos sexua-
les –tiernos y agresivos–) está bloqueada en grados variables en este anillo,
esta condición (en la terminología reichiana la llamamos de impotencia or-

­– 24 –
gástica) genera una estasis bioenergética crónica (estasis libidinal), que se
constituye en la base de todos los procesos neuróticos y biopáticos.

MÚSCULOS: MEMORIA EMOCIONAL


Entonces ¿qué son los músculos para el psicoterapeuta corporal
bioenergético? Son memoria emocional. La coraza muscular es memoria
emocional. (En la actualidad este concepto reichiano de coraza muscular se
ha ampliado a los de coraza somática que incluye además discriminadamente
la coraza tisular, la coraza cerebral y la coraza visceral).
Como vimos cada segmento va a estar relacionado a una función
particular: percepción y contacto, oralidad, narcisismo primario, identidad
biológica, psicoperistaltismo, genitalidad, etc., y su disfunción a un preciso
significado psicológico: disociación, depresión, narcisismo secundario,
ansiedad, masoquismo, trastornos psicosomáticos viscerales, impotencia
orgástica, etc.
Uniendo estos conceptos podemos afirmar que: los músculos son
memoria emocional ya que retienen el impacto emocional de las situaciones
traumáticas, y según el momento histórico del impacto emocional, el mismo
se fijará en el segmento cuya funcionalidad prevalezca.

Pongamos como ejemplo el amamantamiento para entender qué pasa


en el segmento ocular con una de sus funciones claves: la mirada.
R. Spitz en “El primer año de vida del niño” nos va a hablar de tres
organizadores psíquicos:
1) el establecimiento de la respuesta sonriente;
2) la “angustia del octavo mes”;
3) el dominio del “no” en gesto y palabra.
Desde el punto de vista bioenergético los principales organizadores
del psiquismo en relación al segmento ocular van a ser:
1) la acción de mirar un punto fijo;
2) la acción de la acomodación y de la convergencia ocular;
3) la acción de la lateralización de los ojos;
4) la acción de la rotación de los ojos.
Estos cuatro organizadores van a utilizarse como instrumentos psi-
coterapéuticos para la recuperación del funcionalismo ocular. Para lo cual
le vamos a proponer al paciente, siguiendo la metodología del Análisis
Bioenergético Reichiano, la realización de cuatro acciones analógicas a las
funciones de los organizadores oculares anteriormente descritos.
¿Qué es lo que se comprueba clínicamente en el amamantamiento en
relación al segmento ocular? Que el bebé cuando es amamantado, en deter-
minados momentos, mira alternativamente el pezón y el rostro de la madre
en lo que llamamos función de acomodación y convergencia. Esta acción de
focalizar la mirada en un punto (el pezón) y converger hacia otro (el rostro de

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la madre) es decisiva en la estructuración del psiquismo y en la adquisición
de la funcionalidad del segmento ocular en el período de amamantamiento.
Desde el punto de vista dinámico consiste en la exploración focalizada del
objeto en el proceso de diferenciación del objeto parcial al objeto total. O
sea, en esta exploración focalizada de la formación de la convergencia, se
gesta la posibilidad de pasar del objeto parcial al objeto total, del no-yo al
yo, de lo finito al infinito. Este movimiento que realiza el bebé cuando mama,
de mirar el pezón y el rostro de la madre alternativamente, junto a la acción
de chupar, le calma la ansiedad, le ayuda a concretizar el sueño. Y por otro
lado, funciona como segundo organizador, al participar activamente en la
coordinación de los músculos oculares, permitiendo y desarrollando además
la función de la discriminación. Un bebé que es amamantado por una mamá
que está mirando la televisión, sin contacto íntimo, y que no establece un
contacto ocular significativo con el niño, va a dificultar esta función organi-
zadora de la acomodación y de la convergencia.

EL TRABAJO CON EL CUERPO


¿Cómo trabajamos en la Clínica Bioenergética? A diferencia de otras
corrientes psicopsicoterapéuticas trabajamos efectivamente con el cuerpo
de nuestros pacientes. Para Alexander Lowen el Análisis Bioenergético es
la manera de comprender a la persona y sus problemas emocionales en
términos de la dinámica energética de su cuerpo. Para Lowen el cuerpo
nunca miente ya que contiene grabada la historia de la persona.

¿Cómo podemos reparar una función muscular, psicodinámica, bio-


energética que quedó bloqueada?
En el trabajo clínico les sugerimos a los pacientes la realización de
determinados movimientos expresivos, neuromusculares. No son cualquier
movimiento, sino que son movimientos ligados a funciones organizativas,
a la funcionalidad del segmento. Estos movimientos son los que nos van a
proporcionar la posibilidad de recuperar las emociones bloqueadas o inhibi-
das en la coraza y propiciar la irrupción de recuerdos asociados.
En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos determinadas técnicas
bioenergéticas (que les llamamos actings neuromusculares, o movimientos
expresivo-emocionales) que nos permiten trabajar con el cuerpo del paciente,
segmento por segmento, respetando su ritmo biológico y su dinámica his-
tórica y natural evolutiva. En la medida en que los movimientos propuestos
siguen la dirección céfalo-caudal (ocular-pélvica) nos permiten no violentar
la dinámica natural evolutiva, además de poder recuperar y reconstruir, en
un marco psicoterapéutico, la historia del paciente. Este proceso de des-
acorazamiento Reich lo llamaba unfolding process, es decir aquel proceso
de desacorazamiento capa por capa, desde las capas más superficiales

­– 26 –
de la interacción social hasta las capas más profundas del funcionamiento
biopsíquico.

¿ACORAZAR O DESACORAZAR?
Las técnicas pueden tener dos direcciones: una desbloquear la coraza
(descargar los segmentos), y otra cargar los segmentos que tienen un déficit
de acorazamiento.
Las técnicas que aplicamos si bien tienen un orden riguroso (no rígido),
se introducen diferencialmente en función de cada estructura de carácter,
y según las particularidades históricas de cada persona. Asimismo se van
introduciendo a partir de la comprensión del momento, y de la situación emo-
cional y social, en que el paciente está en el proceso psicoterapéutico.
Es decir que, para la realización de cada técnica, tomamos en cuenta el
significado psicológico de la misma, dándole al paciente un tiempo personal
(ritmo interno/ritmo biológico) para ser vivenciado de acuerdo con sus límites
(biofísicos y emocionales), su momento psicoterapéutico y su contexto e
intertexto (vínculos, límites sociales, etc.).

OBJETIVO CLÍNICO, METODOLOGÍA


¿Cuál es el objetivo de las técnicas?
Las técnicas reichianas se realizan con el objetivo psicoterapéutico de
recuperación de la funcionalidad de cada segmento de la coraza muscular
y con el objetivo psicoterapéutico de desbloquear la circulación energética
corporal.
Metodológicamente las vamos aplicando en la dirección céfalo caudal
(de la cabeza a los pies), siguiendo los anillos musculares indicados en los
siete niveles de la coraza definida por Wilhelm Reich.
Las técnicas reichianas son acciones analógicas, son movimientos
neuro-musculares, energético-emocionales, sugeridos por el psicoterapeuta
al paciente, con la finalidad de la recuperación funcional y fisiológica de los
segmentos de la coraza muscular y el desbloqueo de los mismos.
Por ejemplo, siguiendo con el acting de acomodación y convergencia,
le proponemos al paciente en posición de decúbito supina (acostado boca
arriba y con las rodillas flexionadas) que mire alternativamente un punto (en
el techo, o el rostro del psicoterapeuta, o la estimulación de los ojos con una
pequeña linterna de bolsillo) y luego que mire la punta de su nariz, durante
un período que dura entre 15 y 20 minutos.
De esta manera a través de la repetición de movimientos simples pero
puntuales, se permite el despertar, desde la memoria emocional alojada en
los músculos, de acontecimientos antiguos y emociones ancladas profun-
damente.

– 27 –
Es decir, durante la realización de los movimientos neuromusculares
el paciente puede recibir informaciones tanto a nivel somático (sensaciones,
movimientos involuntarios), a nivel emocional (abreacciones) y a nivel mental
(imágenes, pensamientos, recuerdos).
El análisis de estas informaciones permite, con la ayuda del psicotera-
peuta, la integración y la unificación de los diversos niveles de la experiencia.
Y al trabajar dinámicamente en un nivel somato-psíquico-emocional simultá-
neo se impide el restablecimiento de la situación traumática original.
En el ejemplo anterior, el rostro del psicoterapeuta representa trans-
ferencialmente al rostro de la madre y la punta de la nariz del paciente re-
presenta simbólicamente el pezón de la mamá. Es decir que, por medio de
estos movimientos neurovegetativos, estamos propiciando una investigación
metodológica que permite conseguir la maduración de las funciones.

DIAGNÓSTICO
Entonces, primera decisión: acorazar o desacorazar. Esta es la primera
decisión que toma un psicoterapeuta corporal bioenergético. Si me permiten
la expresión, sacamos lo que sobró, o generamos los soportes necesarios
para que la persona pueda nutrirse de lo que le falta.
Para ello trabajamos con una modalidad de diagnóstico que, en la
escuela europea de psicoterapia reichiana, le llaman D.I.D.E. (Diagnóstico
Inicial, Diferencial y Estructural) y fue sistematizada por Xavier Serrano.
Esta modalidad de diagnóstico, como su nombre lo indica, nos permite
diagnosticar inicial y diferencialmente la estructura del paciente (psicótica,
borderline o neurótica), permitiendo planificar las primeras hipótesis de
trabajo estratégicas, y desarrollar un proyecto psicoterapéutico que será
breve y focal (3 a 12 meses aproximadamente) o de análisis (150 a 350
sesiones aproximadamente). Nos interesa diagnosticar la estructura desde
el inicio del análisis, ya que nos permite situarnos, sistemática y funcional-
mente, ante la persona que nos solicita ayuda. Este diagnóstico estructural lo
combinaremos dinámicamente con la lectura de la organización energética,
expresivo-emocional, somática y sintomática que integraremos al DIDE en
el correr de las entrevistas y sesiones.
Para el diagnóstico estructural y dinámico, utilizamos como referen-
tes:
- Los motivos de consulta, motivos desencadenantes, sintomatolo-
gía.
- La predisposición constitucional (los antecedentes biológicos y
familiares directos).
- El metabolismo bioenergético (mayor o menor capacidad de pulsa-
ción del organismo).
- Las relaciones objetales (tipos de vínculos).

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- Los principales mecanismos defensivos (represión, proyección,
escisión, racionalización, etc.).
- El tipo de transferencia y de resistencia predominantes (positiva,
negativa, defensiva, creativa, orgánica, erótica, rizomática, lateral,
etc.).
- Tipos de contratransferencia desarrollados. Niveles de resonancia
y empatía alcanzados en los primeros encuentros.
- Relevamiento de psicoterapias anteriores: principales problemáticas
trabajadas, posible derivación, tipo de psicoterapia y psicoterapeuta,
grado de implicación con el proceso, etc.
- Evaluación actual: laboral, familiar, afectiva, sexual, social.
- Enfermedades, hospitalizaciones, otras psicoterapéuticas, existen-
cia de tratamientos químicos.
- Familia: padres, abuelos, hermanos (orden de nacimientos, edades,
géneros). Principales rasgos caracteriales (fundamentalmente de
padre y madre). Antecedentes biopáticos.
- Evaluación afectivo sexual: miedos básicos. Traumas. Fijaciones
libidinales. Relaciones objetales. Forma de vivir la sexualidad. Ni-
vel de implicancia afectiva. Potencia sexual, posibles disfunciones
sexuales.
- Particularidades oníricas.
- Así como también otros aspectos dinámicos como su motivación
para iniciar psicoterapia corporal bioenergética en este momento,
su capacidad de realizar insights, cuál es el espacio humano que
habita, qué elección ha hecho dentro de las posibilidades que le
fueron ofrecidas, sus tendencias a la repetición, etc.

Separo intencionalmente dos herramientas propias de la clínica bio-


energética que utilizamos para el DIDE y para el trabajo psicoterapéutico,
que son:

-El Análisis del carácter: metodología técnica para el análisis y la dis-


minución de los aspectos defensivos del carácter. Consiste en la búsqueda e
identificación de los principales rasgos de carácter del paciente (esquizoide,
oral, narcisista, psicopático, masoquista, pasivo-femenino, obsesivo-compul-
sivo, fálico-narcisista, histérico, etc.), focalizando posteriormente en el hilo
rojo caracterial para una posterior desidentificación de éste. Es un recurso
para percibir la forma del comportamiento habitual del analizando, concien-
tizándolo de los aspectos defensivos que más le causan sufrimiento.

-La Lectura corporal a través del análisis de la anatomía emocional, de


la gramática expresiva y del masaje diagnóstico: es una evaluación somática
y energética de la organización psicocorporal actual que permite analizar
cómo la historia del paciente se inscribió en su cuerpo. A partir de esta tec-

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nología óptica y sensorial discriminamos bloqueos (primitivos, principales y
secundarios), tensiones musculares (actuales y crónicas), el funcionamiento
neurovegetativo del sistema simpático y parasimpático (simpaticotonía o
parasimpaticotonía crónicas o reactivas), la funcionalidad y disfuncionalidad
en los siete segmentos de la coraza muscular, la conexión entre los mismos,
así como el tono muscular (hipotono o hipertono), los niveles energéticos
(subcarga, sobrecarga), los emplazamientos de la energía, los sistemas de
defensa energética, la contextura física, la circulación corporal, la capacidad
perceptiva (subfocalizada o sobrefocalizada) y el grado de enraizamiento
(subenraizado o sobrenraizado).

A partir del DIDE realizamos un proyecto psicoterapéutico estratégico
que se basa en una modalidad de intervención metodológica pero flexible a
las necesidades del paciente. Uno de los principales aspectos metodológicos
a definir es si trabajamos estratégicamente con la resistencia (desbloqueo) o
trabajamos con impulsos (contención). Si hay predominancia de resistencia
es un indicador más de que tenemos que trabajar en un proyecto psicotera-
péutico de desacorazamiento. Si hay predominancia de impulsos tenemos
que trabajar en la línea del acorazamiento porque seguramente confrontamos
un déficit de acorazamiento, característico de las estructuras psicóticas, o
una mala distribución energética característica de las estructuras borders
(núcleos psicóticos con coberturas neuróticas).
Comprender la organización dinámica y determinar la eventual es-
tructura del paciente, como les decía, nos permite establecer y desarrollar
hipótesis de trabajo y un proyecto psicoterapéutico clínico. Pero tenemos
que tomar en cuenta que tanto el cuerpo como el carácter son organizacio-
nes energéticas dinámicas, por eso nos interesa la forma de la estructura
caracterial, la integridad del yo, las condiciones sintomáticas, biopáticas y
circundantes de la vida del paciente. Es decir, nos interesa la infinita com-
plejidad de cómo la persona ha sabido adaptarse y defenderse para ser lo
que es en el momento en el que lo encontramos.

¿Cómo se desarrolla una sesión? ¿Cuando viene un paciente, qué es


lo primero que hacemos?
Aquí tenemos que introducir una noción ética: cuando llega a mi con-
sultorio alguien a quien podríamos llamar paciente, el principal objetivo de
mi vida, en la próxima hora, es estar enteramente junto a esa persona.
En términos esquemáticos (y sólo con una finalidad didáctica) podría-
mos decir que con pacientes con estructura psicótica trabajamos dos se-
siones semanales de hora y media cada una. Con pacientes con estructura
de carácter border-line trabajamos una sesión semanal de hora y media de
duración. Y con pacientes de estructura neurótica trabajamos una sesión
semanal de una hora o una sesión de hora y media cada quince días. Por lo
general, con los pacientes con estructura psicótica nos ponemos a disposición

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del paciente y/o de la familia y desarrollamos básicamente un dispositivo
móvil, esto quiere decir que además del trabajo en nuestro consultorio, si es
necesario trabajamos con la familia, vamos a su casa, trabajamos multidis-
ciplinariamente en colaboración con otros profesionales, etc.
En sesiones de hora y media distribuimos el tiempo de la sesión de la
siguiente manera: media hora de verbalización inicial, cuarenta minutos de
trabajo corporal (biofísico), y luego veinte minutos de verbalización final.
En sesiones de una hora trabajamos 20’ (verbalización inicial), 30’
(trabajo biofísico) y 10’ (verbalización final).

¿Cómo se trabaja la integración dinámica entre lo somático y lo psí-
quico?
Luego del trabajo biofísico se produce una pausa dinámica para realizar
la verbalización final.
En la misma nos centramos en preguntarle al paciente:
a) cómo se siente;
b) qué sensaciones tiene en su cuerpo;
c) qué pensamientos, imágenes y/o recuerdos vinieron a su mente;
d) cómo vivió la realización de los movimientos propuestos, es decir,
qué significado tiene para el paciente hacerlo de esa forma, y con
qué asocia ese movimiento;

Para el paciente es importante vivir el momento de verbalización no


como una racionalización o una intelectualización defensiva, sino como un
complemento dinámico de la movilización neuromuscular y emocional. En
este sentido, las técnicas reichianas son una metodología que nos permiten
darle la posibilidad al paciente de que sienta para luego entender. Esta es
nuestra manera de aproximarnos a la salud, en el entendido de que com-
prender sin sentir es una forma patológica de vida.
En el momento de la verbalización el psicoterapeuta trata de entender,
a través de la interpretación analógica, qué conexión encuentra entre el
carácter del paciente, su historia y la forma de realización de la técnica pro-
puesta (por ejemplo, el mirar alternativamente el rostro del psicoterapeuta y
la punta de la nariz del paciente). Y le damos un sentido analógico a lo que
pudo sentir y observar.
Metodológicamente, luego de la ejecución de cada técnica se invita
siempre al paciente a verbalizar cómo se siente, cuáles fueron sus sensa-
ciones corporales, cuáles fueron las imágenes, recuerdos, ideas y/o pensa-
mientos que pasaron por su mente.
En el caso de producirse una abreacción emocional durante la reali-
zación de una técnica, se trabaja con esa emoción. Posteriormente no se
propone otro movimiento. La aparición espontánea y conciente de una emo-
ción reprimida o inhibida, puede venir o no acompañada de un recuerdo de
la causa de dicha represión. La emoción es vivida con la misma intensidad

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que en su momento histórico, pero en una situación distinta puesto que en el
espacio psicoterapéutico se puede hacer frente a la causa represora, como
adulto, con una persona que no le castra, sino que le apoya, y le permite
vivir sin miedo y en libertad el sentimiento que sea (rabia, miedo, tristeza,
placer).
De no producirse una abreacción emocional puede proponerse integrati-
vamente otra técnica. O puede que en la verbalización se produzca una nueva
abreacción emocional, la cual viene a complementar el efecto energético de
la acción muscular. En este intercambio verbal, el analista comunica lo que
él ha observado, pudiendo integrar un registro de interpretación analógica
con las actitudes caracteriales, históricas y de la vida cotidiana del paciente.
En estos momentos la interpretación analógica amplifica el trabajo analítico
(análisis del carácter) y las posibilidades de integración (insights).

En términos generales podemos decir que las técnicas propuestas se


van repitiendo durante las sesiones hasta que se obtiene el efecto psicote-
rapéutico deseado: la flexibilización de la coraza muscular y la recuperación
del funcionalismo del segmento en cuestión.
Podemos deducir la flexibilización de la coraza y la recuperación del
funcionalismo para cada segmento, cuando la realización de cada técnica pasa
a ser agradable para el paciente, sustituyendo las abreacciones emocionales
traumáticas por sentimientos de satisfacción y de placer.
Las diversas técnicas de desacorazamiento se proponen varias veces
durante el proceso psicoterapéutico. Algunas, por su importancia, son utili-
zadas con mucha frecuencia, otras las usamos más esporádicamente. En
algunos casos es necesario repetir la misma técnica durante varias sesiones
para obtener el efecto psicoterapéutico deseado. Tanto la frecuencia como
la secuencia de la aplicación técnica varía de un paciente a otro, depen-
diendo de su estructura biopsíquica, y de la evolución y de las reacciones
al trabajo.

TRANSFERENCIA Y RESONANCIA
Al mismo tiempo que realizamos el trabajo corporal, biofísico se va
haciendo el análisis del carácter, de la transferencia y de las resistencias.
Es importante remarcar que si bien en la clínica bioenergética tra-
bajamos con análisis de la transferencia, es decir, desde la transferencia,
buscamos salir de ella para entrar en un padrón de resonancia.
¿Cómo lo hacemos desde el punto de vista clínico?
Ampliando la capacidad de percepción lo más posible, y apoyándonos
en la contratransferencia sintónica y en la transferencia orgánica. Buscando
que la transferencia no sea sólo defensiva sino también creativa.
En la contratransferencia sintónica el psicoterapeuta utiliza su respira-
ción, su tono muscular y eventualmente todos sus sentidos, para tratar de

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sentir qué es lo que está pasando en el cuerpo del paciente. O sea, amplia-
mos la capacidad de percepción de forma tal que no sólo escuchamos el
discurso del paciente, y miramos su postura expresiva, sino que tratamos
de sentir qué es lo que está pasando en su cuerpo. De forma tal que nuestro
cuerpo, sintónicamente, pueda resonar con las cosas que le están pasan-
do al paciente. Es decir, dejamos que la expresión del paciente haga una
impresión en nosotros.
No sólo tenemos un discurso para escuchar, sino también un cuerpo
para ver, afectar y ser afectados.
Prestamos atención a nuestras asociaciones de ideas, pero también
a nuestras propias emociones, a nuestra forma de respirar, a nuestro tono
muscular, etc.

SETTING CLÍNICO, ECOSISTEMAS ENERGÉTICOS


El setting psicoterapéutico es esencial en el trabajo clínico. Debe ser
seguro, confiable, confortable y tener los límites bien definidos, más allá de
que trabajemos con un encuadre fijo o con un dispositivo móvil.
Si tomamos los cuatro ecosistemas básicos de un desarrollo evolutivo,
a saber, el útero, la madre, la familia y las instituciones, una de las funciones
del psicoterapeuta (su postura psicoterapéutica) tiene que ser la de intentar
reparar las fallas en dichos ecosistemas. Por ejemplo, en el primer ecosis-
tema (el primer campo energético), oficiando de útero caliente, acogedor y
protector, al mismo tiempo que estamos trabajando con los dos primeros
segmentos de la coraza (ocular y oral) con técnicas de maternaje.

DIMENSIÓN TEMPORAL
En lo que hace a la dimensión temporal, las técnicas se trabajan como
un tiempo que le facilitamos al paciente para tomar contacto con su dinámica
interna. Este tiempo tiene una impronta vegetativa.
¿Cómo funcionan biofísicamente las técnicas reichianas?
En la realización de las técnicas el paciente actúa implicando su neu-
romuscularidad, en la medida en que los movimientos propuestos tienen un
efecto en el movimiento central diencefálico hipotalámico hipofisiario, que
repercute en la formación reticular. A través del movimiento de integración
entre los dos hemisferios cerebrales y la estimulación del hipotálamo y de
la hipófisis, se incide directamente sobre la respiración, produciéndose
una respuesta vagotónica que facilita y produce la abreacción emocional y
eventualmente la invasión de recuerdos.
Como analistas bioenergéticos buscamos integrar el flujo energético
libidinal de la cabeza, del corazón y de la pelvis hasta los pies, en el marco
del principio de realidad.

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Desde el punto de vista psicológico las técnicas nos van a permitir ar-
monizar saludablemente la dinámica psico-afectiva del paciente, en función
de una reorganización histórica céfalo-caudal, que va desde la constitución
del sujeto como organismo intra-uterino, hasta el desarrollo de su subjetivi-
dad en su adolescencia, trabajando analíticamente los cuatro ecosistemas
anteriormente nombrados.

En los procesos psicoterapéuticos bien realizados con la realización


gradual y progresiva de las técnicas de desacorazamiento, se va respetando
el ritmo interno del paciente, y se nos va haciendo evidente la recuperación
funcional de cada uno de los segmentos y del organismo en general.

Si bien el trabajo lo vamos realizando segmento por segmento, los


movimientos de un segmento, como acciones musculares en la coraza total,
generan una reacción en el resto del organismo, al permitir mover la energía
bloqueada en los haces musculares. El psicoterapeuta debe siempre foca-
lizar su atención en la totalidad del cuerpo del paciente, aun cuando esté
trabajando específicamente sobre un segmento de la coraza.
En el trabajo con los actings nos encontramos con distintas respues-
tas emocionales, sensaciones vegetativas y abreacciones emocionales.
Al mismo tiempo que se pueden producir en el paciente distintos tipos de
resistencias.
Por ejemplo, a nivel de sensaciones nos encontramos con frecuencia
con cambios en las sensaciones térmicas en distintas partes del cuerpo,
sensaciones de corrientes, hormigueos y carga energética en todo, o en
alguna parte del cuerpo; podemos encontrarnos con sensaciones genitales
en respuesta a algún ejercicio realizado con la boca. A veces los pacientes
pueden adoptar posturas y actitudes regresivas (como las del recién nacido
o fetales).
Federico Navarro describe cerca de treinta reacciones corporales
generales (y/o particulares de cada segmento de la coraza), que se pueden
producir con la realización de los actings neurovegetativos: calor, frío, sudo-
ración caliente o fría, enrojecimiento, palidez, estornudo, desperezamiento,
tos, náusea o vómito, miedo o temor, somnolencia, llanto o lacrimación, exci-
tación sexual, vibraciones musculares o temblores, movimientos peristálticos,
dolores musculares, excitación o perplejidad, ganas de orinar, cansancio,
ansiedad y angustia, tristeza, parestesia, sensaciones en los talones, sensa-
ciones en los lóbulos de las orejas, sensación de levitar, sensación de unidad
corporal, sensación de placer o abandono o sensación de caída, sensación
de ridículo, sensaciones de contraste entre la mitad superior y la inferior del
cuerpo, sensaciones propias del nivel o de la zona trabajada.

Es conveniente señalar que las reacciones al trabajo corporal, al trabajo


biofísico pueden ser inmediatas o retardadas. Las primeras se manifiestan

­– 34 –
en el contexto de la sesión y las segundas pueden manifestarse horas o días
después. En este sentido es importante que el psicoterapeuta indague, al
comienzo de cada encuentro, si hubo efectos retardados durante el período
entre sesión y sesión.
Las reacciones inmediatas pueden ser expresiones emocionales, re-
cuerdos o reacciones somáticas.
Las reacciones retardadas las podemos agrupar en psíquicas (sueños,
recuerdos, insights, etc.), emocionales (por ejemplo: rabia, tristeza, deseo
sexual, ansiedad, miedo), energéticas (por ejemplo: sueño, hambre, sed,
cansancio, vitalidad, relajación, tensión), somáticas (por ejemplo: frío, calor,
parestesias, tetanias, cosquilleos, náuseas, dolor, aparición, desaparición
o recrudecimiento de determinados síntomas corporales) y comportamen-
tales (cambios en la socialización, en las relaciones interpersonales, en la
impulsividad, etc.).
Como principales resistencias nos encontramos con ejecuciones me-
cánicas de los actings, ansiedad y somnoliencia.
La ejecución mecánica de los actings se produce como mecanismo
disociativo que impide que la emoción llegue a través de la activación de la
sensorialidad; puede producirse además como una búsqueda transferencial
de perfección como forma de agradar al psicoterapeuta; o de ejecución obe-
diente de la sugerencia del psicoterapeuta para cumplir con su deseo.
La ansiedad se puede dar en función de la incapacidad del paciente
de entrar en contacto con su ritmo biológico, conexión que le permitiría en-
tregarse a su organismo y experimentar profundamente su cuerpo; puede
tener que ver con la condición moderna de vivir permanentemente excitados,
corriendo, sin poder terminar una acción que implique un contacto significativo
con el propio cuerpo y con el ritmo interno.
La somnoliencia, cuando viene en forma rápida y no progresivamente, y
cuando el paciente no tiene realmente sueño previo a la realización del acting,
es una defensa inconciente de miedo y una negación que funciona como
sabotaje inconciente a la psicoterapia. Es importante distinguir la somnolien-
cia como resistencia, de la reacción parasimpática de sueño profundo, que
progresivamente va acompañando la realización de determinados actings,
produciendo un bienestar funcional, placentero y relajante.
Podemos encontrar otras resistencias que están relacionadas, a su vez,
a la estructura y los trazos caracteriales de cada paciente. Por ejemplo, el
cerrar los ojos durante la realización de un acting; o la reactivación de una
transferencia erótica en un acting que no tiene relación con la misma (por
ejemplo, en el acting “concha de mar”).

En resumen, en el Análisis Bioenergético Reichiano se combina un


trabajo que integra dinámicamente lo somático y lo psíquico desde un abor-
daje del movimiento energético-emocional. La asociación y la verbalización
del paciente, y los señalamientos e interpretaciones del psicoterapeuta se

– 35 –
van realizando analógicamente, a partir del análisis del lenguaje corporal
expresado en la sesión y del análisis del carácter, de la transferencia y de
las resistencias.
A través de la repetición de movimientos simples pero puntuales, se
permite el despertar, desde la memoria emocional alojada en los músculos,
de acontecimientos antiguos y emociones ancladas profundamente. Es decir,
durante la realización de los movimientos neuromusculares el paciente pue-
de recibir informaciones tanto a nivel somático (sensaciones, movimientos
involuntarios), a nivel emocional (abreacciones) y a nivel mental (imágenes,
pensamientos, recuerdos). El análisis de estas informaciones permite, con
la ayuda del psicoterapeuta, la integración y la unificación de los diversos
niveles de la experiencia. Y al trabajar dinámicamente en un nivel somato-
psíquico-emocional simultáneo se impide el restablecimiento de la situación
traumática original.
De esta manera establecemos metodológicamente una diferencia con el
Psicoanálisis, por un lado, y con las técnicas corporales, por el otro. A pesar
de ser eficaces en la toma de conciencia de la actitud emocional predominante
en el paciente, y en el análisis profundo del bloqueo inicial, las técnicas de
orden psicoanalítico no son capaces de restablecer la funcionalidad de los
segmentos de la coraza. Inversamente, las técnicas exclusivamente somá-
ticas pueden facilitar al individuo el recobrar la plenitud de sus capacidades
corporales, pero son insuficientes para favorecer una toma de conciencia
clara del bloqueo emocional inicial. Y si éste permanece inconciente, existe
una mayor posibilidad de que se restablezcan las tensiones musculares
correspondientes.
Es importante recalcar que el psicoterapeuta corporal bioenergético,
el analista bioenergético reichiano, como le decimos en nuestro país, utiliza
técnicas de intervención psicoterapéuticas verbales y corporales, pero las
mismas no se realizan ni mecánica ni rígidamente.
Dentro del setting psicoterapéutico le damos una gran importancia a
los aspectos vivenciales que permean el vínculo psicoterapeuta/paciente.
Es decir, se hace un énfasis grande en el manejo clínico de la transferencia,
pero además en el contacto y en la resonancia, sin las cuales el trabajo de
intervención dinámico puede mecanizarse y rigidizarse.
Las intervenciones corporales van siempre acompañadas de un tra-
bajo complementario de análisis e interpretación. Y los mismos se realizan
siempre en contacto, tratando de traspasar la transferencia (como patrón
de interferencia y proyección) para entrar en padrones de resonancia:
el lugar de la empatía emocional, de la confianza existencial y de la re-
sonancia vibratoria que nos permite reparar las situaciones traumáticas
desde lo que podríamos llamar el amor psicoterapéutico.

Con respecto al Dr. Wilhelm Reich, cabe reconocerle que cincuenta


años después de su muerte haya afectado tan profundamente la teoría y

­– 36 –
la práctica de las psicoterapias, influyendo en una multiplicidad de líneas, y
generando una prolífica descendencia intelectual en todos los continentes.
Es intrigante también que muchas de sus teorías y tecnologías, denunciadas
como falsas y fraudulentas en su época, hoy estén difundidas, legalizadas y
legitimadas en dispositivos y prácticas hoy libremente aceptadas (como los
acumuladores de energía que fueron patentados por laboratorios americanos
y se venden públicamente por Internet).
Reich, como creador intelectual, como investigador, como técnico y
como militante, anduvo por varios campos (biología, medicina, psiquiatría,
psicología, sexología, astronomía, física, etc). Sus concepciones (fórmula
del orgasmo, análisis del carácter, vegetoterapia, orgonomía, etc.) también
cambiaron mucho a lo largo de su vida. En este sentido, creo imposible tanto
una aceptación como un rechazo global de su obra.
Corresponde por lo tanto debitarle a Reich varias contribuciones de
enorme importancia para la psicología y las psicoterapias:
a) La apertura para la integración de la dimensión corporal en la psi-
coterapia, cuerpo negado y olvidado por las psicoterapias tradicionales de
la época (en este sentido podemos identificar claramente a Wilhelm Reich
como el primer psicoterapeuta corporal).
b) Su rol activo como uno de los pilares teóricos y prácticos de la lla-
mada Revolución Sexual (constituyéndose así en el primer sexólogo clínico
occidental).
c) Su coraje intelectual, existencial y profesional para enfrentar los
poderes de su época, sufriendo así las persecuciones del nazismo, del ofi-
cialismo psicoanalítico, del partido comunista alemán, del FBI y de la FDA
norteamericanos (instituyéndose claramente a partir de “Psicología de masas
del fascismo” en el primer psicólogo social freudo-marxista).

– 37 –
­– 38 –
1.2
Funciones emocionales
y bioenergéticas
de la respiración /
usos de la hiperventilación
en la clínica bioenergética1

FUNCIONES EMOCIONALES Y BIOENERGÉTICAS DE LA


RESPIRACIÓN
En su extensa actividad clínica Wilhelm Reich descubrió que todo
carácter neurótico tenía una respiración inhibida. Allí donde había pautas
crónicas de respiración perturbada se generaban además ciertos tipos de
síntomas comunes: ansiedad, trastornos sexuales, etc.
A partir de la investigación clínica de W. Reich la respiración pasa a
tener una función clínica central en la psicoterapia corporal. El mecanismo
común y central a todas las formas de acorazamiento es la perturbación
respiratoria.
De allí en más todas las psicoterapias corporales han tomado en
cuenta, en sus diversos dispositivos psicoterapéuticos, el carácter central
de la respiración:
1) porque es un indicador esencial, es un analizador natural de lo que
le ocurre a los pacientes, es un termómetro que mide su estado
emocional;
2) porque es una expresión del grado de centramiento del paciente;
3) porque desde su función bioenergética es una expresión de la
regulación de la economía energética del organismo.

A partir de estas premisas podemos establecer tres axiomas bioener-


géticos para el trabajo clínico con la respiración:

1) Una respiración limitada genera un movimiento pulsatorio redu-


cido e implica una disminución de la capacidad de sentir y de expresar
las emociones.

1 Desgrabación del módulo sobre Respiración dictado en el curso “Teoría y práctica de


la Clínica Bioenergética” de la Unidad de Formación Permanente para Graduados
de la Facultad de Psicología de la UDELAR (Montevideo/Uruguay; 1999-2001).

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Existe una relación bioenergética entre la respiración, el movimiento y
la sensibilidad (emociones).
Una respiración sana unifica al cuerpo. El cuerpo todo está implicado
en la respiración. Si la respiración está inhibida se reduce la posibilidad
de movimiento en el organismo. Y como sabemos bioenergéticamente, el
movimiento determina la capacidad de sentir. Es decir, para restablecer la
sensibilidad es necesario restablecer la movilidad y ésta depende directa-
mente de cómo respiremos. Inversamente, una de las maneras más eficaces
de disminuir la emergencia de una emoción es debilitando la respiración. Una
emoción requiere energía. Cualquier actividad psíquica (estar furioso, excitado,
con miedo) requiere una gran cantidad de energía (y el aire es energía).
Por ejemplo, desde el sentido común y desde la experiencia cotidiana
sabemos que la respiración es estimulada por la excitación sexual, pero no
nos damos cuenta cómo una respiración restringida impide la expansión
del organismo y puede llevar a la inhibición sexual. La respiración está re-
lacionada a las sensaciones de placer y a la descarga sexual. La fuerza de
la pulsión sexual está asociada a la capacidad de proveer energía desde el
metabolismo respiratorio. En una persona que respira profundamente sus
ojos brillan, su piel está coloreada, su cuerpo caliente y su tono muscular
será el adecuado, al igual que las sensaciones corporales que sentimos en
un encuentro orgástico.
La respiración profunda es una acción corporal total, en donde todos
los músculos del cuerpo se hayan comprometidos. Es un índice de salud,
de estar plenamente vivo. La persona que respira profundamente tiene más
oxígeno disponible para la acción, aumenta la energía del organismo, se
mueve libremente y siente la plenitud de su cuerpo. Una respiración profunda
hace nacer sentimientos en el cuerpo.
Por el contrario una respiración disminuida reduce la motilidad del
cuerpo. Las restricciones en la respiración generan una tendencia a la de-
presión, la persona puede sentirse poco vital, fastidiosa, con una tendencia
a ver disminuidos los placeres sexuales.
Se ha encontrado además una relación entre respiración y aprendizaje.
Una respiración inhibida puede generar un cuerpo tenso con trastornos motores,
con ansiedad, con dificultades de concentración, etc.
La respiración es, por lo tanto, un indicador esencial, un analizador
natural del estado emocional de la persona. Puede ser expresión de su
espontaneidad y vitalidad o puede ser reflejo del condicionamiento de su
coraza caracterial y somática. El modo como una persona respira transmi-
te, por un lado, el sentido del ritmo interno y del bienestar interior, o por el
contrario, comunica el estrés, el malestar, la presión y la incomodidad que
puede estar sufriendo.

­– 40 –
Cuando trabajamos clínicamente con un paciente es muy importante
conocer los mecanismos que bloquean la respiración. Es necesario chequear
el ritmo y el volumen de la respiración. Ya que la cantidad de aire determi-
nará la cantidad de energía disponible. A partir de este diagnóstico en el
Análisis Bioenergético Reichiano trabajamos intensamente para levantar
esos bloqueos.
Otro axioma clínico del trabajo bioenergético es que la represión emo-
cional de los sentimientos no puede eliminarse hasta tanto no esté totalmente
restablecida la respiración profunda en el cuerpo del paciente.
En el Análisis Bioenergético Reichiano consideramos importante
aumentar la longitud de la respiración y no su amplitud. Desbloqueando la
longitud de la respiración probablemente se aumentará también la amplitud
de la misma, pero dentro del ritmo interno del paciente2. Nos concentramos,
como veremos más adelante, en desbloquear la onda respiratoria adquiriendo
la misma un carácter total que involucre la base de la pelvis, comprometiendo
el abdomen y luego abrazando a todo el cuerpo.

2) La respiración es un indicador inequívoco del grado de cen-


tramiento.

Cuenta el pedagogo anarquista A. S. Neill (fundador de la escuela


Summerhill y amigo personal de Wilhelm Reich), que éste no tenía un es-
pecial interés por la nutrición. La opinión de Reich era de que no tenía gran
importancia lo que se comiese, siempre que se tuviese una vida sexual
orgástica autoregulada y se respirase adecuadamente. Para Reich la comi-
da tenía un valor secundario: “Un hombre puede alimentarse con una dieta
ideal de frutas y verduras pero, al mismo tiempo, ser una persona antivida
y un hipócrita moralista”.
Desde la perspectiva reichiana podemos entender a la función respira-
toria como la base biofísica de los sentimientos, siendo la actividad central
y centralizadora del organismo. Es decir, el cuerpo a través de los órganos
implicados en la respiración (y también en la alimentación) realiza las fun-
ciones necesarias para mantenerse vivo.
Una de las funciones psicoterapéuticas de la respiración es la de cen-
tramiento. Si queremos abordar el centro pulsatorio del cuerpo, si queremos
desarrollar la función de centramiento, tenemos que trabajar con los ritmos
respiratorios y con los ritmos emocionales.
La pulsación respiratoria relajada da una sensación de centro. Es decir,
una persona está centrada cuando está conectada con el ritmo de la respi-
ración. Por el contrario la angustia quiebra el ritmo de la respiración. Genera

2 Para profundizar en la noción teórico-técnica de ritmo interno ver el capítulo “Ritmo


Interno y Soportes en el Proceso Psicoterapéutico” del libro “Arqueología del Cuerpo”
(1999) de quien suscribe.

– 41 –
un exceso de contracción y la persona pierde su conexión con el centro. Un
individuo ansioso es claramente una persona descentrada.

Si ubicamos al corazón como el centro emocional y al hara como el


centro energético podemos pensar al primero como centro del amor y al
segundo como centro de la potencia. Si el diafragma está relajado los dos
centros están conectados y se sienten unificados. Si el diafragma está tenso
la conexión se interrumpe. El amor no tiene soporte en la mitad inferior del
cuerpo, o se puede sentir vitalidad y poder en el hara mientras que el centro
del corazón está contraído, vacío y frío. Es decir, tenemos amor sin potencia
o potencia sin amor. Por el contrario, si el diafragma está relajado la persona
puede centrarse en el poder del amor.
Por ejemplo, en la lectura corporal muchas veces observamos un
bloqueo en el diafragma y en la cintura que genera dos grandes tipos
de respiración emocional. Cuando se respira de la cintura para arriba se
pueden aceptar con mayor facilidad los sentimientos del corazón, pero los
sentimientos no fluyen hacia la pelvis con la misma intensidad. Cuando la
respiración es sólo abdominal las sensaciones en la pelvis están vivas, pero
la vida afectiva y la entrega amorosa se hace más difícil.

Si queremos desarrollar en un paciente la función de centramiento,


le pedimos que se acueste y que entre en contacto más profundo con su
respiración y con los movimientos peristálticos de su abdomen, poniendo
sus manos en el hara.

3) El restablecimiento del equilibrio de la economía emocional


es funcionalmente idéntico al restablecimiento del equilibrio de la
respiración.
El equilibrio entre la inhalación y la exhalación es funcionalmen-
te idéntico al equilibrio entre la contención emocional y la descarga
emocional.

Para entender estos conceptos claves de la clínica bioenergética tene-


mos que observar que la pulsación de la respiración tiene un ritmo de cuatro
fases: inhalación, exhalación y una pausa entre ambas que llamaremos
retención de aire y retención en vacío.
La fase inhalatoria tiene que ver con llenarse y contener. Es una prepa-
ración para la acción. Desde el punto de vista energético es una contracción
y su función es la carga. Cuando inhalo se va desde la periferia al centro del
organismo. Se atrae el aire, el mundo, todo lo que me rodea. Recibimos el
exterior en nuestro interior. Cuando inhalo ese aire que comparto con otros
viene hacia mí y me individualizo. Me transformo en un ser con límites.

­– 42 –
La fase de retención de aire reafirma este punto, marca límites y bor-
des con el mundo exterior. Cumple una función energética de separación e
individualización del self.
La fase exhalatoria tiene que ver con rendirse y soltarse, con ceder y
liberar. Desde el punto de vista energético es una expansión y su función
es la descarga. Cuando exhalo se va del centro a la periferia del organismo.
Emocionalmente la espiración está relacionada con las pulsiones agresivas
y sexuales. Cuando exhalo saco el aire de mi organismo y lo comparto con
los demás. Psicológicamente está relacionado a la pérdida de límites. Cuan-
do la espiración es completa es equivalente a una rendición del cuerpo. El
hecho de permitir salir el aire de los pulmones puede ser vivido como un
abandono del autocontrol.
La fase de retención en vacío es la pausa respiratoria que realizamos
luego de la espiración profunda hasta que el organismo necesita nuevamente
oxígeno. Al quedarnos relajados y sin aire, esta fase puede producir psicoló-
gicamente pérdida de límites, y a nivel somático movimientos involuntarios
y/o convulsivos.

Cuando trabajamos clínicamente una de las primeras lecturas corpo-


rales que realizamos es la de la respiración del paciente.
La onda respiratoria de un paciente nos dice mucho sobre su capaci-
dad yoica, sobre su capacidad de contacto (consigo mismo y con los otros).
Hay muchos estilos respiratorios, distintas amplitudes y longitudes de ondas
respiratorios, que darán lugar a distintas cantidades y calidades energéticas
y emocionales.

Si la onda respiratoria está retenida en la inspiración observaremos una


tendencia oral, o esquizo-oral. Son personas que toman poco aire, tienen
tendencia a deprimirse y/o engordar. Se sienten débiles (con poca energía)
y vacías (con sensaciones emocionales de desnutrición). Su calidad de
vida es pobre ya que respiran muy superficialmente. Tienen poco para dar
o intercambiar, no toman contacto con sus necesidades y no reconocen sus
deseos. Caracterialmente las podemos pensar como personas carenciadas
y dependientes. Viven negativamente (siempre les falta algo, se quejan
permanentemente). Biofísicamente observamos desgano al inspirar aire,
inhibición en la función de chupar y en el reach out (ir a buscar, alcanzar).
Dan la impresión de tener miedo de acercarse activamente al mundo y de
que su deseo implícito fuera pasar inadvertidos, no ser observados. Mantie-
nen un estado metabólico bajo, el volumen de aire que inspiran es ínfimo,
como si no estuvieran interesados en alimentarse. Desde el punto de vista
bioenergético podemos pensar que bajan al máximo su energía para no
sentir (las cosas que los hacen sufrir). La etiología de este comportamiento
lo podemos relacionar con el período de amamantamiento. No se alimentan
del mundo porque en el momento en que necesitaron alimento hubo una falla

– 43 –
en el primer ecosistema (madre), una falta de soporte (deprivación, rechazo,
mala alimentación, ansiedad en el vínculo, destete prematuro y/o brusco,
etc.) que generó la frustración oral. El no tener satisfacción en el período
oral es una de las causas claves, si no hubo una compensación posterior,
de la etiopatogénesis de la depresión. La persona depresiva desarrolla una
defensa frente a las necesidades. Respira poco para no entrar en contacto
con ellas y para sentir menos.
El bloqueo somático principal relacionado al holding en la fase rítmica
inspiratoria lo encontramos en la garganta.

Si la onda respiratoria está retenida en la espiración observaremos


fundamentalmente tendencias masoquistas o rígidas. Son personas que
descargan poco, que guardan más aire tóxico del que necesitan. Están acos-
tumbrados a tragarse sus emociones “negativas” (rabia, tristeza, miedo).
Generalmente son personas que cargan excesivamente con la conflictiva
de los demás y les cuesta recibir gratificaciones. Están tan llenos de dichas
emociones no expresadas que no les queda espacio físico y emocional
para nuevos contactos y nuevas formas de recibir al mundo. Dentro de este
padrón respiratorio encontramos, a su vez, distintos sub-tipos de holding.
Por ejemplo, los pacientes que han desarrollado defensas rígidas del tipo
fálico-narcisista guardan el aire en el pecho como una manera de sentirse
superiores a los demás, probablemente compensando lo poco que pueden
sentir. Tienen esa cosa del hombre falso, agresivo, que se llevan a todo el
mundo por delante. Es una defensa contra el sentimiento de pánico. Con-
servan aire como medida de seguridad y tienen miedo de abandonar esa
seguridad ilusoria. En la lectura corporal de la mayoría de las estructuras
neuróticas observamos que el pecho está en posición de expansión. En la
medida en que experimentan dificultad para espirar completamente el aire,
sus pulmones contienen una cantidad considerable de aire de reserva. Te-
merosos de soltarse, de expresar lo que sienten, se contraen para asegurar
esa cantidad de aire de reserva, manteniendo “algo” fuertemente contenido
dentro de sí mismos. Esta actitud los hace proclives a la hipertensión san-
guínea y a un eventual ataque cardíaco. Una actitud similar de retención del
aire lo encontramos en los pacientes asmáticos. El asmático atrapa el aire
en sus alvéolos pulmonares y no exhala correctamente. El asmático es un
retenedor crónico. La base de esta actitud caracterial es una inseguridad
muy grande, que hizo que se quedara ahí reteniendo. La sensación que dan
clínicamente es que sienten en sus pulmones que puede perder algo (su
madre), por lo tanto se aseguran reteniendo el aire.
El bloqueo somático principal relacionado al holding de la fase rítmica
espiratoria lo encontramos en el segmento torácico.

Wilhelm Reich se concentró en la tendencia inhalatoria de los pacientes,
en aquellos momentos predominantemente masoquistas y rígidos, tendencia

­– 44 –
que provocaba su ansiedad, su angustia sexual, etc. Psicoterapéuticamente
vio la necesidad de profundizar la exhalación, como vía principal de descarga
para la liberación emocional. En la actualidad hemos comprobado clínicamen-
te una variación considerable en los cuerpos de los pacientes, a los años en
que Reich creaba su metodología de Vegetoterapia Caracteroanalítica. De las
personas que llegan a nuestros consultorios, porcentualmente encontramos
un aumento creciente y significativo de pacientes con corazas débiles, con
déficit de acorazamiento, con coberturas caracteriales, utilizando mecanis-
mos de defensas primitivos, y en algunos casos careciendo de algún tipo
de control y de coraza. Por lo tanto, tenemos que tener mucho cuidado con
alentar un tipo de respuestas clínicas (desacorazamiento, profundización de
la espiración, hiperventilación, etc.) cuando un paciente está necesitando
un tipo opuesto de ayuda (profundizar su inspiración, crear límites seguros,
etc.).
En mis dos décadas de actividad profesional, tanto en el trabajo in-
dividual como en el trabajo con grupos, he podido comprobar que más de
la mitad de los pacientes necesita profundizar la fase rítmica inspiratoria,
mientras que menos de la mitad restante necesita trabajar con la fase rítmica
espiratoria.

Cuando trabajamos clínicamente la función inspiratoria le damos apoyo


al paciente en su proceso de inhalación. Verbalmente tendemos a explicarle
la dinámica del proceso. Esto le da al paciente la posibilidad de manejar sus
ataques de angustia con alguna esperanza de éxito. A partir de allí comen-
zamos con el trabajo biofísico.
Por ejemplo, en posición supina, podemos darle apoyo en la curva lum-
bar y en la curva cervical, realizando un suave impulso hacia arriba cuando
el paciente inhala y relajando la presión cuando el paciente exhala. Pode-
mos subir lentamente los brazos del paciente cuando inhala, estimulando la
expansión del segmento torácico, y relajarlos con la exhalación. Podemos
hacer una presión sobre los hombros del paciente, ejerciendo una suave
resistencia durante la inhalación y disminuyendo la resistencia durante la
exhalación. Podemos apoyar nuestros dedos en la zona cráneo-occipital y
tirar hacia nosotros con la inhalación, al mismo tiempo que el paciente pre-
siona suavemente los pies contra el diván, relajando la presión de nuestros
dedos y de los pies del paciente en la espiración.
Con estas técnicas que favorecen la fase rítmica inspiratoria estamos
enfatizando la función contenedora de la respiración. El uso psicoterapéutico
de la inhalación contrarresta la hiperventilación.
Buscamos favorecer la fase de inhalación y de retención de aire en los
pacientes con organismos subcargados (orales, esquizo-orales, depresivos,
etc.), con límites débiles (esquizoides, borders, psicóticos, etc.) y con una
disposición excesiva a caer en la descarga emocional (impulsivos, histéri-
cos, etc.).

– 45 –
Por ejemplo, favorecemos el trabajo con la fase inspiratoria en aquellos
histéricos con falta de contacto con la inhalación, que se identifican con su
exhalación, perdiendo fácilmente su sentido de centro. Por lo general, son
personas hiper-expresivas, con tendencia a la catarsis histeriforme, funcionan
con mucha energía superficial y con poco contacto con su yo (su defensa
principal es el acting, estar siempre “afuera”). Los ayudamos a tomar contac-
to con la inhalación en el abdomen (centramiento) para establecer un sentido
de centro y de contención. Lo opuesto lo hacemos con aquellos pacientes
masoquistas que tienen una sobre-contención en el abdomen. Son personas
que aprendieron a tragar y refrenar lo que sienten, creando una fuerte presión
abdominal para impedir el estallido de las corrientes afectivas negativas.
Con los pacientes rígidos que retienen la espiración, la psicoterapéutica
consiste en relajar el pecho y la respiración para despresionar el segmen-
to torácico del cuerpo, ayudando a profundizar la fase rítmica espiratoria
usando movimientos expansivos, presionando el torso en el stool (taburete
bioenergético), etc.

USOS DE LA HIPERVENTILACIÓN EN LA CLÍNICA


BIOENERGÉTICA
A diferencia de otros métodos psicoterapéuticos que influyen en el
SNA de forma indirecta (visualizaciones, liberación de tensiones musculares,
etc.) la respiración nos lleva directamente al SNA. Por lo tanto aumenta su
potencial como método, como herramienta psicoterapéutica para influir en la
estimulación fisiológica, afectiva y energética. Trabajando intensamente con
la respiración se pueden producir modificaciones somáticas, emocionales
y energéticas.
Desarrollaremos un fenómeno, la hiperventilación, que ocurre con
cierta frecuencia en los trabajos psicocorporales, y que muchas veces puede
aterrorizar al coordinador de taller inexperiente o al psicoterapeuta de un
laboratorio clínico que no sabe lo que hacer cuando esto ocurre con uno de
sus integrantes o pacientes.
Llamaremos hiperventilación a aquel modo de respirar que se carac-
teriza por ser excesivamente rápido y que produce un aporte de oxígeno
y una eliminación de dióxido de carbono por encima de las necesidades del
momento. La misma puede ser involuntaria o inducida.
Provocada deliberadamente puede ser utilizada psicoterapéuticamente
como una técnica de gran poder. En mi opinión debe ser utilizada en si-
tuaciones adecuadas, tomando ciertas precauciones diagnósticas previas,
sólo por terapeutas entrenados en su uso. Puede ocurrir también que en los
trabajos corporales algún paciente o participante espontáneamente entre
en hiperventilación.
Analizaremos cómo trabajar clínicamente en ambas situaciones.

­– 46 –
Desde el punto de vista energético una respiración intensa carga el
cuerpo, siendo una puerta de entrada a una mayor potencia y sensibilidad.
Este aumento energético (función de carga) puede ser vivido de tres ma-
neras distintas:
a) En un cuerpo relajado, suelto, con una coraza flexible la experiencia
puede ser potentizadora, placentera e incluso llevar al éxtasis.
b) En un cuerpo acorazado, con tensiones musculares crónicas
significativas, cuando la nueva energía choca contra los bloqueos mus-
culares pueden aparecer sensaciones y sentimientos alarmantes difíciles
de manejar, convirtiéndose en una vía directa de abordaje de la coraza
muscular.
c) En un cuerpo con déficit de acorazamiento puede producir un
estado alterado de conciencia, en el cual pueden ocurrir desbloqueos emo-
cionales abruptos y explosivos, que deben ser cuidados. En la medida en
que el control cerebral disminuye se pierden los filtros de la percepción y
la persona puede perder momentáneamente el control, ya que su campo
energético se expande y puede comenzar a percibir sensaciones, emociones
e imágenes que anteriormente no percibía.

Por esta razón para algunas personas la hiperventilación puede


ser buena y para otras no. Clínicamente hay que saber usarla (con quien
sí, con quien no, en qué momento del proceso psicoterapéutico), sabiendo
además actuar cuando se produce espontáneamente.
En términos generales no recomiendo utilizarla con pacientes de estruc-
tura psicótica o border, con pacientes con enfermedades coronarias o respi-
ratorias, con embarazadas, con pacientes epilépticos y tampoco recomiendo
su uso en grupos si no hay un diagnóstico previo de los integrantes y si no
contamos con posibilidades de contención posterior.
Fuera del encuadre clínico la hiperventilación se puede dar en situa-
ciones de estrés, miedo, angustia, ansiedad o furia. La persona parece que
está ahogada y cada vez se ahoga más. Parece que estuviera asfixiada
cuando en realidad la hiperventilación sería, en estos casos, una reacción
frente a una percepción emocional no bien digerida.
Dentro del encuadre bioenergético la hiperventilación se produce general-
mente como consecuencia del trabajo con los actings neuro-musculares (mo-
vimientos expresivo-emocionales sugeridos por el psicoterapeuta al paciente)
que producen un movimiento diencefálico hipotalámico, estimulando el vago
y la hipófisis, llevando a un resblandecimiento de las tensiones musculares
involuntarias, favoreciendo el proceso de abreacción neuromuscular.
En “Funciones emocionales y bioenergéticas de la respiración” vimos
cómo trabajar con los cuatro fases del ritmo respiratorio, haciendo un análisis
discriminatorio para su uso con las distintas estructuras de carácter.
¿Cómo nos damos cuenta cuando una persona se está hiperventilando
antes de que aparezcan los síntomas característicos?

– 47 –
En la respiración normal los hombres tienen aproximadamente entre
14 y 15 ciclos por minuto y las mujeres entre 13 y 14. Si observamos más
de 16 ciclos por minuto ya podemos considerar que una persona está
hiperventilándose, aunque en realidad una persona hiperventilada puede
tener más de 30 ciclos por minuto. En general las personas que trabajan
con bioenergética adquieren naturalmente un ritmo más profundo, junto con
un crecimiento de la onda respiratoria, y en algunos trabajos se llega a 7-9
ciclos por minuto, o incluso aun menos.
Si una persona se está hiperventilando, además de una respiración
rápida, puede mostrar otras irregularidades como suspiros, bostezos, ha-
cer demasiado ruido por la nariz, interrupciones de su ciclo respiratorio,
movimientos acusados en las regiones superiores del pecho, dificultades
de recuperar el aliento.
¿Qué es lo que pasa biológicamente en la hiperventilación?
Biológicamente la eliminación de dióxido de carbono altera el equilibrio
ácido-básico de la sangre, llevando a una alcalosis (exceso de alcalinidad).
Por lo general lo vemos en organismos estresados que aumentan su ven-
tilación y de esta manera alteran los sistemas corporales. Un organismo
estresado toma más oxígeno y libera más dióxido de carbono. El nivel re-
ducido de dióxido de carbono (que es ácido) en las arterias y en los tejidos
corporales disminuye la presión parcial de dióxido de carbono, elevando el
PH de la sangre produciendo la alcalosis3.
Este exceso de alcalinidad altera la conducción de los estímulos ner-
viosos, generando un estado que crea sus propios síntomas.
Se produce una irritabilidad neuronal, una amplia alteración química
corporal con vasoconstricción cerebral que puede producir vértigo, desma-
yos, dolor de cabeza, trastornos visuales. Otros síntomas comunes son
las parestesias (hormigueos producidos por la alcalosis, insensibilidad de
dedos, labios y lengua, dificultad para hablar), vasoconstricción coronaria
(dolor en el pecho), disritmia paroxística (palpitaciones), tetania (calambres,
contracciones musculares involuntarias, retorcimiento de extremidades,
clonismos, caretas, etc.).
Estos síntomas son similares a los de la actividad nerviosa simpática.
La aprensión que crean puede liberar catecolaminas que refuerzan los sín-
tomas iniciales, estableciendo un círculo vicioso.

3 La alcalosis respiratoria (disminución de la PCO2 y aumento del PH) se ve en los tras-


tornos de ansiedad, en la sobredosis por aspirinas, etc. La hiperventilación favorece el
PH alcalino. La acidosis respiratoria (aumento de la PCO2 y disminución del PH) se ve
en casos de hipoventilación por enfisema, en edemas pulmonares, en traumatismos
con centro coronario, en obstrucciones y alteraciones de los músculos respiratorios, etc.
El PH es el símbolo que designa una medida de la concentración de iones hidrógeno
(hidrogeniones) en una solución. La escala del PH va de 0 a 14 (7 = neutralidad, <7
acidez cada vez mayor, >7 alcalinidad creciente). La PCO2 normal está entre 35 y 45
mmHg y en la hiperventilación es de 26.

­– 48 –
No siempre el exceso de respiración conlleva a una mayor disponibilidad
de oxígeno4. Las personas que presentan hiperventilación son aquellas que
respiran mucho y se mueven poco. Por eso es importante si se produce la
hiperventilación descargar el exceso de oxígeno a través del movimiento.
Aquí es cuando la hiperventilación puede ser utilizada como un proceso
curativo natural, al aprovechar el exceso de oxígeno en el cuerpo.

Desde el punto de vista bioenergético podemos observar que las emo-


ciones contenidas en la coraza somática usan la energía de la respiración
para abrirse camino hacia la expresión. Al mismo tiempo, tenemos que tomar
en cuenta, que los propios bloqueos emplean parte de la nueva energía para
cerrarles el paso a las emociones reprimidas, inhibidas y ligadas. Por lo tanto,
pueden aumentar el grado de rigidez muscular, de acorazamiento entre la
ex-presión y la re-presión, acrecentando el malestar biofísico-emocional.
En este momento es fundamental el apoyo del psicoterapeuta al pa-
ciente. El paciente necesita saber que el psicoterapeuta está ahí, y necesita
saber que lo que en esencia le está pasando es positivo.

Con pacientes que vemos favorable el trabajo de hiperventilación le


alentamos a que deje fluir el movimiento allí donde siente la energía estan-
cada.
Alentamos al paciente a dejar fluir la vida a través de las zonas blo-
queadas de su cuerpo.
Por ejemplo: expresando el aumento de carga, estirándose, contorneán-
dose, golpeando el diván con manos y pies, moviendo la pelvis, haciendo
muecas, abriendo los ojos para establecer contacto con el psicoterapeuta,
etc.
Podemos alentar al paciente a que siga respirando profundamente y,
al mismo tiempo, le sugerimos que comience a emitir sonidos o a verbalizar
alguna palabra o pequeña frase que le de sentido al movimiento de descarga
(“no”, “fuera”, “dejáme”, etc.).
La integración de la voz, en esos momentos, permite el pasaje de lo
conciente a lo inconciente y viceversa, conectando la camada mesodérmica con
la endodérmica en la liberación de la tensión contenida.
Podemos alentar al paciente a que siga respirando y al espirar verbalice
un “a” abierto. Ese “aaa” va adquiriendo en la hiperventilación una coloración
emocional, pudiendo devenir en grito de ira, de temor, de dolor, de angustia,
de placer, de afirmación personal (“estoy aquí”, “siento”, “existo”, etc.).
Al igual que la voz va adquiriendo una coloración emocional, los sín-
tomas van adquiriendo un sentido analógico.

4 La hipocapnia (disminución del dióxido de carbono y de la acidez de la sangre) produce


cambios vasculares que desembocan en una menor transferencia de oxígeno a los
tejidos.

– 49 –
La tetania, por ejemplo, se comienza a percibir como una resistencia
muscular para no sentir. En el músculo tetánico no hay circulación energé-
tica, no hay sensación (la rigidez es similar a la del rigor mortis). A lo largo
del proceso psicoterapéutico pueden entrar en tetania distintos grupos de
músculos. Conforme el análisis va avanzando el paciente se va capacitan-
do para admitir el aumento de carga energética y luego la tetania deja de
aparecer.
Las manos con parestesia necesitan del reach out y del contacto. Ne-
cesitan saber que si “van a buscar”, va a haber alguien allí para establecer
contacto. La manos con tetania necesitan aferrar, hacer salir el poder encerrada
en ellas, golpear o tomar con fuerza. Sino lo hacen se transforman en garras
acalambradas, retorcidas e impotentes.

En la hiperventilación los músculos se sobrecargan para que la carga


se vierta en expresión. Pero si en algunas estructuras de carácter la pérdida
de control puede significar una entrega al libre fluir de la vida (neurosis), en
otras estructuras de personalidad (psicosis o border) la pérdida de control
puede devenir en pánico causado por la ruptura de la cobertura caracterial
y por la invasión de sensaciones, de movimientos descontrolados y de emo-
ciones que no se pueden contener y necesita disociar.
Con estas personas lo más apropiado es “traerlos de vuelta” sin demora,
tratar de que no pierdan el contacto con el psicoterapeuta, con el setting,
con el encuadre y con la emoción subyacente. Podemos estimular la abre-
acción emocional, pero no la catarsis histeriforme. En caso de producirse
un desbloqueo emocional abrupto y explosivo se debe actuar con firmeza,
con calma y con mucha seguridad, para transmitir confianza a la persona,
establecer un canal de comunicación, soporte y contacto (un verdadero
cable a tierra).
En orden de conseguir que el CO2 aumente, podemos sugerirle al
paciente: “Pare de respirar por un momento, disminuya su ritmo de respi-
ración. Agarre mi brazo con fuerza. Tenga calma que está todo bien. Ahora
comience a respirar bien lento y bien profundo, retenga momentáneamente
el aire y sienta sus límites corporales, tome contacto con los bordes de su
cuerpo. Lo está haciendo muy bien”, etc.
Con pacientes que contraindicamos la hiperventilación pero que es-
pontáneamente entran en la misma podemos sugerirle además:
– Contener la respiración durante segundos. Esta respiración corrige
la condición momentáneamente, pero si se practica repetidamente tiende a
favorecer la tensión y un modelo de respiración irregular. Es decir, compensa
los efectos que produce una situación de hiperventilación, pero no lo hace
naturalmente.
– Alterar el ritmo y la profundidad de la respiración, respirando más
lento y más superficial. Podemos sugerir una respiración abdominal con ritmo
lento, suave y uniforme. El paciente debe tener el control bajo supervisión

­– 50 –
del psicoterapeuta. Esta respiración controlada puede crear ansia de aire.
Si esto ocurre hay que tranquilizar al paciente y “felicitarlo”, explicándole
que el cerebro está reconociendo el cambio antes de poder adaptarse a las
“nuevas condiciones”.
– Volver a respirar el aire espirado, cambiando así la composición del
aire inspirado. Si una persona está en estado de hiperventilación aguda y
vuelve a respirar su propio aire la condición se corregirá temporalmente5.
Se puede utilizar las propias manos o una bolsa pequeña de papel, cuatro
o cinco veces, descansar y luego repetir el proceso, si es necesario.

Los ritmos de respiración varían de un individuo a otro, por lo tanto los


trabajos planteados deben contemplar que los participantes puedan decidir
individualmente sobre la fase rítmica que les conviene incentivar (inspiración,
retención de aire, espiración y/o retención en vacío), la forma (rápida y pro-
funda, lenta y profunda, rápida y superficial), y la técnicas a utilizar (“ritmo
interno”, “gato” en posición supina, “gato” en posición vertical, “vivation”,
“holotrópica”, “ciclotrón”, etc.).
Cuando trabajamos con grupos es siempre conveniente tener un diag-
nóstico previo de los participantes. En caso de producirse espontáneamente
situaciones de hiperventilación en cualquiera de los trabajos propuestos,
el psicoterapeuta debe percibirlo con anterioridad y seguir alguna de las
indicaciones descritas líneas arriba.
Cuando trabajamos a nivel individual, los profesionales del TEAB con
formación en Análisis Bioenergético Reichiano, seguimos una metodología
céfalo-caudal usando las técnicas de hiperventilación al llegar al segmento
diafragmático, luego de haber trabajado sostenidamente con los segmentos
pre-genitales (fundamentalmente los segmentos ocular, oral y cervical) y no
antes.
A nivel grupal no recomendamos el uso de técnicas de hiperventilación.
Desde la clínica bioenergética sabemos que la sensibilidad está determinada
por el movimiento y por la respiración. Así como las emociones fuertes esti-
mulan y profundizan la respiración, la estimulación y la profundización de la
respiración pueden causar emociones fuertes. Esto implica necesariamente
un profundo conocimiento y una gran cautela por parte de los coordinadores
grupales y/o terapeutas psicocorporales, a la hora de trabajar con la respi-
ración y sus funciones emocionales.

El equilibrio entre la contención emocional y la descarga emocional es


también el equilibrio entre la inhalación y la exhalación. En este sentido W.
Reich conocía los peligros potenciales de liberar demasiado rápidamente

5 El aire que entra tiene una proporción de oxígeno del 21% y de dióxido de carbono de
0, 04%. El aire que sale tiene una menor proporción de oxígeno y una mayor proporción
de dióxido de carbono (4%).

– 51 –
una respiración inhibida, inundando el organismo con más sensaciones
que las que pudiera manejar, sin cerrarles de algún modo el paso a las
reacciones psicóticas que la práctica respiratoria pudiera precipitar. De lo
cual podemos inferir que la práctica psicoterapéutica psicocorporal exige un
trabajo de mucha prudencia, mientras se construye, edifica y/o fortalece el
yo de los pacientes.

Si bien en los principios de la psicoterapia reichiana se ayudó a los


pacientes a trabajar con su respiración, profundizando en la espiración (en
el trabajo con pacientes que desarrollaban básicamente defensas maso-
quistas o rígidas), los cuerpos de los pacientes actuales no son los mismos
cuerpos acorazados que trabajó W. Reich. Actualmente observamos en la
consulta una gran proporción de pacientes con déficit en el acorazamiento
y que no han desarrollado los mecanismos de control necesarios para su
vida. Estos pacientes necesitan aprender a profundizar su respiración en
su fase inspiratoria (depresivos, orales, impulsivos, personas con una dis-
posición excesiva a caer en la descarga emocional, hiperventilados, etc.), o
profundizar la fase de retención de aire en la pausa entre la inspiración y la
espiración respiratoria (borders, esquizoides, etc.).
Muchos terapeutas han generalizado el uso de las técnicas de res-
piración en situaciones grupales. Algunos de ellos (¿mal entrenados?)
incluyen dinámicas de hiperventilación en grupo, sin un diagnóstico previo
de los participantes, y en workshops masivos de fin de semana (con uno
o dos coordinadores para 20 o 30 participantes), incitando expresiones
emocionales en personas que requerirían y necesitarían precisamente el
tipo inverso de ayuda.

­– 52 –
1.3
La mirada en el Análisis
Bioenergético Reichiano1

La mayoría de las escuelas de psicología no consideran explícitamen-


te a la mirada dentro de su encuadre, de su dispositivo, de sus técnicas y
de sus tecnologías. En el presente capítulo intentaré, por un lado, criticar
las consecuencias teóricas y conceptuales de esa ausencia, y por el otro,
desarrollar la función emocional y energética de los ojos, y algunas de las
técnicas, dispositivos y tecnologías psicoterapéuticas utilizadas en el Análisis
Bioenergético Reichiano para trabajar con la mirada.

LA MIRADA EN EL DISPOSITIVO BIOENERGÉTICO


La forma en que miramos en el dispositivo bioenergético se discrimina
radicalmente de la mirada en el dispositivo psicoanalítico. Creo que en el
psicoanálisis se produce una profunda fragmentación, tanto del paciente
como del psicoterapeuta, en función del dualismo mente/cuerpo que teorizan
y practican.
En el setting psicoanalítico clásico el psicoterapeuta no mira, escucha.
En la medida que el inconciente está estructurado como un lenguaje, a los
ojos del psicoanalista, el paciente es lo que habla. Al cuerpo del paciente sólo
le resta acostarse en el diván y dejar a su psiquis manifestarse a través del
habla. No se lo mira, en la medida en que se prioriza la escucha a cualquier
otra expresión corporal. El paciente y el psicoterapeuta se encuentran, por lo
tanto, en un juego de espejos (transferencia/contratransferencia) viabilizados
por el habla y por la escucha. Espejos en que para ver muchas veces es
preciso que no miren.
A diferencia de Sigmund Freud, que sólo valorizaba la escucha del
habla, Wilhelm Reich comienza a valorizar, dentro del psicoanálisis, la mirada
del cuerpo. A través de la técnica del análisis del carácter Reich comienza
a poner atención no sólo en lo que dice el paciente (el contenido) sino en
cómo lo dice (la forma).
La mirada de Reich se centró en el cuerpo como un todo, como un
organismo pulsante, lo que le permitió discriminar los pequeños gestos de
las grandes expresiones, las formas naturales y funcionales de moverse y
de expresarse, de las formas estereotipadas y fijas, las zonas de circulación
energética, de las zonas de bloqueo, etc.

1 Versión ampliada del texto publicado en la Revista Reichiana nro. 12 del Departamento
Reichiano del Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo/Brasil, 2003).

– 53 –
Si en los principios de la investigación del psicoanálisis Freud se centró
en la importancia de las bases biológicas del inconciente, con la “escucha
freudiana” la mente y el cuerpo se separan. Fue con la “mirada reichiana”
que mente y cuerpo se reencuentran, integrándose dinámicamente y produ-
ciendo la mirada analítica-energético-corporal que derivará en el dispositivo
bioenergético.
Pasemos a analizar cómo se despliega la mirada como tecnología en
el dispositivo y en el encuadre bioenergético.

LA MIRADA Y LA EXPRESIÓN: LOS OJOS Y LOS


SENTIMIENTOS
En la psicoterapia corporal bioenergética nos concentramos en tres
campos principales de la auto-expresión: la mirada, la voz y el movimiento.
Tenemos la capacidad de expresar simultáneamente nuestros afectos y
sentimientos por estas tres vías de expresión. Por ejemplo, si estamos tristes
nuestros ojos están apagados o lloran, nuestra voz solloza y nuestro cuerpo
entero siente energéticamente una inhibición psicomotriz, manifestándose
expresivamente a través de la tristeza. Cualquier afecto primario (ira, placer,
tristeza, nostalgia, dolor, etc.) se expresa simultáneamente por estos tres
canales. Bloqueando o interrumpiendo cualquiera de estas vías de expre-
sión podemos debilitar, e incluso desvanecer, la emoción. Paralelamente,
el bloqueo de cualquier sentimiento afecta, al mismo tiempo, la capacidad
expresiva de la persona2.
En el trabajo psicoterapéutico bioenergético la disminución de una
tensión muscular crónica posibilita la expresión de un sentimiento reprimido,
e inversamente, la expresión de un sentimiento reprimido produce la rela-
jación o la disolución de los espasmos musculares. Para lo cual, el trabajo
dinámico-expresivo con la voz, la mirada y el movimiento se complementa
permanentemente con el trabajo biofísico por un lado (actings neuromuscu-
lares, ejercicios respiratorios, toques, etc.), y con el trabajo analítico sobre
la capa emocional y defensiva (análisis de la transferencia, análisis de las
resistencias, etc.) por el otro.

Un analista bioenergético reichiano está capacitado profesional-mente


para discernir la historia emocional de un paciente al observar su estructura
corporal, al ver la calidad de la relación entre el paciente y la tierra (grado de
enraizamiento), como veíamos en los capítulos precedentes. Por su parte,
la forma en que el paciente mira, la expresión de sus ojos y de su rostro, va
a darle al psicoterapeuta un indicador importante de qué es lo que muestra

2 Alexander Lowen, “The eyes and feeling” en “Self-expression. New developments in


bioenergetic therapy” (monografías del IIBA).

­– 54 –
esta persona y cómo se relaciona con el mundo. La lectura corporal a través
de la mirada le revela al psicoterapeuta, una situación psicológica interna
del paciente. Puede hablarnos de la historia emocional de la persona. En
una persona con una estructura psicótica, por ejemplo, la expresión de su
mirada puede dar cuenta de las disociaciones cruciales en sus relaciones
del pasado.
Reflejo del carácter de una persona, la mirada es así un “espejo del
cuerpo” y expresa mucho más que miles de palabras.

La mirada, al igual que la voz y el movimiento, tiene una estrecha vincu-


lación con nuestros afectos y con nuestra naturaleza expresiva.
En un proceso psicoterapéutico debemos tomar contacto con esta
naturaleza y esta función expresiva en nuestra mirada: la capacidad de
expresar o de bloquear nuestros sentimientos.
Los ojos como ventanas del cuerpo, como “espejos del alma”, revelan
sentimientos interiores, pero al igual que las ventanas, pueden estar abiertos
o cerrados: llenos de dulzura, cargados de excitación y de amor, “invitando”,
“permitiendo” y “acariciando”, alegres y brillosos o, por el contrario, tristes,
deprimidos y apagados. No sólo recogen impresiones del exterior sino que
también dejan pasar algo de dentro afuera: en ellos se ven los sentimientos
y estados de ánimo de la persona, a través de ellos deja pasar o no las lá-
grimas, etc. Todos los ojos expresan sentimientos dinámicamente: los ojos
se iluminan cuando están excitados o se apagan cuando se extingue esta
animación interior.

LA FUNCIONES DE LA MIRADA: PERCEPCIÓN Y


CONTACTO
Los ojos son la parte más móvil del cuerpo humano. Son dos esferas,
prácticamente sin peso, movidas por seis músculos notablemente podero-
sos, que le dan rapidez y precisión a la mirada. La dirección de la mirada
es determinada a cada instante por estos seis músculos. Nuestro campo
visual, por ejemplo, es prácticamente igual a media esfera. Basta dar media
vuelta o girar la cabeza y vemos la totalidad de lo que nos rodea. Aunque
tenemos la ilusión de que nuestros ojos ven nítidamente todo de una vez,
a una distancia mayor de 6 metros, cuando el músculo cristalino se relaja y
no hay más acomodación y focalización, la visión nítida tiene el tamaño de
una pelota de tenis. La rapidez y la precisión del movimiento de los ojos tiene
que ver justamente con esta capacidad de concentrase instantáneamente
en un punto específico3.

3 José Angelo Gaiarsa, “O olhar”; Ed. Gente (San Pablo, 2000).

– 55 –
Nuestros ojos son uno de los aspectos más importantes de nuestro
cuerpo. Como órganos sensoriales proveen el eslabón más importante
entre nuestro mundo interior y el mundo exterior, facilitando la percepción
y el contacto, y posibilitando la creación de la identidad y de la separación,
desde la función de discriminación.
Nuestros ojos tienen una doble función: órganos de visión tele-senso-
riales, posibles de ser estimulados a distancia, cumplen a su vez la función
de contacto y de percepción4.

El ver está asociado al sentir, al pensar y al actuar por medio de múl-


tiples vías:
* visión-imaginación-intuición;
* visión-percepción-concientización;
* visión-crítica-auto-crítica;
* visión-atención-constatación;
* visión-fantasías-sueños;
* visión-contacto-distancias afectivas.
En los laboratorios clínicos de bioenergética sobre la mirada nos pre-
guntamos:
¿Qué expresamos a través de nuestra mirada? ¿Qué tipo de miradas
nos ayudan a expandirnos? ¿Qué miradas nos contraen? ¿Cómo evitamos
o nos abrimos al contacto visual? ¿Cuál es el grado de proximidad o de
distancia que establecemos en los encuentros a través de la mirada?

El sentido de la mirada está relacionado a la experimentación intensiva


de la visión y del contacto.
Los ojos son instrumentos ópticos pero más que nada son órganos de
contacto emocional con el mundo y con el otro.
La mirada juega un rol importantísimo en la integración y en la diferen-
ciación de la experiencia humana, cumpliendo por lo tanto con la función de
discriminación y de síntesis. Es con nuestros ojos que comenzamos a explorar
la grieta que separa nuestros mundos internos del mundo externo, la diferencia
entre yo y otro, entre mamá y yo5.
La mirada es una de las formas más íntimas que pueden establecerse
en el encuentro entre dos personas.
El contacto ocular es una forma de tocar y representa así, la posibilidad
de comunicar afectos a un nivel más profundo que el propio intercambio
verbal. El “amor a primera vista”, por ejemplo, es una emoción que recorre

4 Aunque quizás sea mejor hablar de visión que de percepción. La última divide al mundo
en sujeto (perceptor) y objeto (percibido), la primera incluye tanto la unidad como la
dualidad de la experiencia y admite ser vivenciada desde la corporeidad misma.
5 John Bellis, “The armoring of our eyes”; Jornal Clínico del IIBA; vol. 5, nro. 1 (New York,
1992).

­– 56 –
intensivamente todo nuestro cuerpo, es una mirada que proyecta una onda
de placentera excitación a través del cuerpo y puede involucrar al vientre y
a los genitales.
En un proceso psicoterapéutico desde un abordaje bioenergético, se
aprende a mirar, a ser mirado y a mirarse.
Aprender a mirar, a mirarse y a ser mirado, implica un saber corporal.
David Boadella describe esta función con el nombre de facing6. Función que
implica la posibilidad de mirarse a sí mismo, al otro y al mundo, de enfrentar
los problemas, de diferenciar entre mundo interno y mundo externo, etc.
El facing tiene que ver con el auto-conocimiento, con el reconocimiento
y con el modo de contactarse cara a cara con el otro. En términos generales
podríamos hacer una equivalencia entre el facing y la modalidad de hacer
contacto que tiene una persona7.

La activación permanente de esta fuente inagotable de energía que


son los ojos, es estimulada por el contacto, de quien depende nuestro modo
de mirar la vida.

MIRADA Y PREVENCIÓN
El contacto ocular es uno de los factores más importantes en la relación
entre padres e hijos. Nada determinará tanto la relación entre una madre y
su hijo como la calidad del contacto visual entre ambos.
Este contacto es particularmente importante entre la madre y su bebé.
En el amamantamiento puede observarse cómo el niño busca el contacto
de los ojos de la madre. Si ella reacciona con amor, se comparte el placer
de la proximidad física y emocional, que vigoriza el sentido de seguridad y
de fe en el bebé. Por el contrario, cuando no hay contacto visual o el mismo
se realiza mecánicamente y desprovisto de afecto, el bebé lo toma como
un rechazo, produciendo en él un sentimiento de aislamiento o abandono.
Cuando un niño ve placer y amor en los ojos de su madre, se distiende y se
llena de alegría. Una madre deprimida y con una mirada triste, probablemente
se convertirá en una sombra gris sobre el hijo.
No son únicamente las miradas depresivas las que lesionan la perso-
nalidad de un niño; la mayor parte de las relaciones incestuosas, por ejemplo,
se basan más en las miradas que en las acciones. Las miradas seductoras
o eróticas de los mayores, justificadas como señal de cariño, pueden ser
muy difíciles de interpretar por un pequeño.

6 David Boadella, “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”; Ed. Paidós


(Buenos Aires, 1993).
7 David Boadella, “¿Qué es Biosíntesis?”; Ed. Publicaciones Fundación Centro de Bio-
síntesis, Serie Estudios (Buenos Aires, 1993).

– 57 –
Si una madre le dice a su hijo cuánto lo quiere, pero su mirada, por el
contrario, expresa distancia, indiferencia y frialdad, el niño experimentará
un sentimiento de no ser amado realmente, produciéndose afectivamente
un estado de ambivalencia y confusión. Lo mismo sucede con una mirada
de odio. Hay miradas devastadoras que hacen sufrir: furiosas, altaneras,
despectivas, etc.

Los niños, en la medida en que aun están distantes al verbalismo y al


palabrerío que rodea las comunicaciones de nuestro mundo adulto, tienen
una particular sensibilidad a la hora de traducir o descifrar el lenguaje de
los ojos. Desde el punto de vista bioenergético podríamos hipotetizar que
existe una relación muy estrecha entre mirada y memoria: nuestra memoria
afectiva retiene, a lo largo de los años, miradas que guardamos y registramos
en nuestros cuerpos.
Cualquiera sea la expresión de los ojos de los padres cuando miran a
su hijo, afecta el cuerpo emocional de éste, pudiendo influir notablemente
sobre su conducta y su estructura corporal.

Tal como lo desarrollaron W. Reich, E. Baker, F. Navarro y A. Lowen


existe una relación directa entre la primera emoción negativa (el miedo) y los
ojos. Frente a una situación medrosa el niño se contrae bioenergéticamente,
especialmente en el primer y en el quinto segmento de la coraza (ojos y dia-
fragma), en la medida en que el miedo es experimentado momentáneamente
como un shock en el organismo. Si el niño puede llorar, gritar, o expresar
el enojo subyacente al miedo, libera al cuerpo del estado de shock. Pero si
los incidentes negativos continúan invariablemente, la zona de la nuca (el
punto opuesto a los centros visuales) comienza a contraerse crónicamente
y los ojos permanecen muy abiertos y atemorizados. Esta posición forzada
no puede ser mantenida indefinidamente. En algún momento los músculos
oculares se cansan y el niño abandona el esfuerzo por ver. En ese instante
es que se instala una biopatía ocular (miopía, hipermetropía, estrabismo,
astigmatismo, etc.)8.

MIRADA Y CORAZA
El bloqueo energético del primer nivel de la disposición segmentada
de la coraza muscular (el segmento ocular) se produce generalmente como
reacción del recién nacido, contra la atmósfera de recesión, rechazo y des-
tructividad que encuentra al nacer.
Todos rehuimos al dolor físico o psíquico, no queremos percibir y tomar
contacto con experiencias o expresiones dolorosas o desagradables. Por

8 Leslie Case, “The eyes and sexuality: a personal tale”; Jornal Clínico del IIBA, vol. 5,
nro. 1 (New York, 1992).

­– 58 –
ejemplo, si una madre tiene tendencia a la insanía, la mirada de sus ojos
probablemente no transmitirá seguridad al bebé e influirá negativamente
sobre el desarrollo del sentido de realidad del niño, lo que determinará ade-
más que el niño se intente nutrir de falsos contactos, como forma de evitar
la realidad estresante y frustrante.
Capaz de ligar la energía y la materia de nuestro cuerpo, con la energía
y los estímulos que vienen de afuera, toda distorsión de la percepción estará
enraizada en este segmento, que es la zona mayormente influenciable por
el medio.
Los ojos como órganos tele-receptores son los primeros, junto a las
orejas y la nariz, en entrar en funcionamiento en nuestra vida. De desarro-
llarse un bloqueo ocular, desde el punto de vista bioenergético, lo debemos
considerar como un mecanismo de defensa frente al ambiente, que se ins-
taura muy precozmente en la vida intrauterina o en los primeros momentos
después del nacimiento.
Desde el Análisis Bioenergético Reichiano entendemos las tensiones
musculares crónicas en el segmento ocular debidas a un déficit o a un exceso
de energía en este nivel que impiden su desarrollo e integración funcional
con los otros segmentos. Las causas de dicha disfunción (etiopatogénesis)
deben investigarse psicoterapéuticamente en las situaciones de disestrés
acaecidas durante los primeros 15 meses de vida.

A la hora de trabajar estructuralmente la personalidad de los pacientes,


este segmento adquiere una relevancia trascendental.
El segmento ocular está comprendido entre el labio superior y la nuca,
formando parte del mismo la frente, los ojos, los párpados, las glándulas
lacrimales, los oídos, la nariz, la región de los huesos malares, el cerebro y
los tejidos adjuntos9.
Siendo el segmento tele-sensorial y cumpliendo funciones de percep-
ción y de contacto, que incluyen la visión, el olfato y la audición, su bloqueo
puede poner en juego funciones opuestas. Por ejemplo, disociación del
contacto, proyecciones masivas, perturbaciones del estado de conciencia,
escisión entre la sensación y la percepción, confusión, falta de orientación,
interpretación errónea de la realidad, pánico, incoherencia, etc. Esto lleva a
las personas que sufren estos bloqueos a vivir en un mundo distinto, a veces
gratificante pero artificial, otras veces completamente frustrante.
El psicótico, por ejemplo, es una persona bloqueada en el estadio ocular
por un reflujo de la energía en el primer segmento en dirección a la base
del cerebro (hipotálamo). Desde el punto de vista biofísico se produce una
hipertonia crónica en las paredes musculares de las arterias vasilares del

9 W. Reich, “Análisis del Carácter”; Ed. Paidós (Barcelona, 1986).

– 59 –
cerebro, en particular del polígono de Willis10. Si el bloqueo energético de los
ojos es total, implica una psicosis disociativa (v.g.: bloqueos anorgonóticos
de un estado catatónico), si el bloqueo es parcial implica un núcleo psicótico
con cobertura caracterial11.

Tal como lo describió Wilhelm Reich, un bloqueo importante en este


segmento determinará una deficiencia grave en la identidad, estará dando
cuenta de un fenómeno de escisión entre los procesos de excitación corporal
y la percepción psíquica de los mismos. La persona que enloquece no puede
soportar ni contener sus procesos energéticos y emocionales de excitación.
El psicótico se escinde y se disocia de su propia excitación corporal. Percibe
fuera de su organismo su propio campo de energía. La escisión esquizofré-
nica básica está en la disociación de los impulsos naturales. Esa disociación
está configurada por un bloqueo en el camino de los impulsos agresivos e
implica una escisión entre el impulso y la percepción de la misma. La obser-
vación clínica sitúa ese bloqueo en los músculos más profundos de la base
del cráneo, bloqueo que explica el fenómeno de la proyección. Por ejemplo,
en la génesis de las alucinaciones la condición neuromuscular es determi-
nante. En la medida en que el psicótico tiene una condición hiperorgonótica
en el primer segmento (exceso de energía bloqueada y estancada), busca
descargar ese excedente por medio del síntoma alucinatorio. El pasaje al
delirio, por su parte, es determinado por la angustia psicótica, que es con-
secuencia del miedo aterrorizante de aniquilamiento, de despersonalización,
de fragmentación. Desde el punto de vista energético, se produce una con-
tracción contra la dispersión (no contra la expansión)12.

Como correspondencia al bloqueo en la base de la cabeza, se encuentra


en las personas que desarrollaron una escisión esquizofrénica otro bloqueo
severo que alcanza a la unión de la pelvis y de la espina dorsal. El primer
y el séptimo segmento son, a su vez, los puntos homólogos en la línea del
flujo de la corriente bioenergética. Dado que el flujo de la corriente bioener-
gética es pendular y de naturaleza pulsátil, la perturbación de la misma se
desarrolla en ambas extremidades de la trayectoria.
En los individuos psicóticos el impulso agresivo no está al servicio
de la sexualidad, por lo que no tienen la habilidad de alcanzar la descarga
sexual, siendo sus sensaciones, difusas, vagas e inespecíficas. El impulso
necesario para focalizar la energía en el aparato genital fue proyectado al
exterior, ocurriendo así la proyección a partir de un bloqueo pélvico, del
mismo modo que en la nuca. El esquizofrénico percibe así los movimientos

10 Federico Navarro, “Somatopsicodinámica”; Eds. Orgón, ESTER; (Valencia, 1993).


11 Ibid anterior.
12 Federico Navarro, “Somatopsicopatología”; Summus Ed. (San Pablo, 1996).

­– 60 –
fuera de él mismo, al tiempo que su percepción de la movilidad interna está
bloqueada13.

Desde el punto de vista expresivo la actitud caracterial dominante es


de inmovilidad y falta de expresión: frente inexpresiva, mirada fija o vacía,
ausencia de llanto, etc. Su mirada no refleja exactamente falta de senti-
mientos, sino más bien la imposibilidad de expresarlos. Esta imposibilidad
de expresión se da a partir de la disfuncionalidad para focalizar la sensación
sobre otra persona. La falta de coordinación motora se manifiesta así en la
dificultad de la expresión emocional.
En el Análisis Bioenergético Reichiano decimos que el esquizofré-nico
“ve, pero no mira”, al no tener disponible en el segmento cefálico el impulso
motor necesario para dirigir su mirada. La energía bloqueada en la parte
posterior de la cabeza, no viene hasta la frente del encéfalo, manifestándose
así esa sensación de vacío en la frente y esa expresión fría y dura en su
mirada.

El trabajo con los actings reichianos funciona como organizador en la


recuperación del funcionalismo ocular, lo que le permite al paciente psicó-
tico sentirse en contacto con el mundo (1er. acting, del punto fijo), con el
otro (2do. acting, de acomodación y convergencia), con la realidad que lo
circunda (4to. acting de rotación), y no solamente ver sino también mirar.
Para reforzar la visión, la autoconfianza y la fuerza del yo utilizamos el 3er.
acting (de lateralización), incitando al paciente psicótico a expresar enojo a
través de sus ojos. En este caso hacia alguien (el psicoterapeuta) que pueda
reconocer y acomodar el impacto que seguramente sentirá14.

No es una tarea fácil hacer fluir la energía y mantenerla en los ojos.


Sin embargo en los casos en los que he trabajado se han desarrollado pro-

13 Alexander Lowen, “El lenguaje del cuerpo”; Ed. Herder (Barcelona, 1995).
14 Con aquellos pacientes con estructura psicótica, no siempre podemos trabajar los
actings neurovegetativos en la posición supina. En la medida en que su organización
corporal está difuminada, su cuerpo es muy permeable y no llega a tener límites claros
y bien definidos, para algunos pacientes, la posición supina en el diván les genera una
situación angustiante. Por ejemplo, en el acting de punto fijo con boca abierta, muchos
psicóticos reaccionan con miedo y terror, en la medida en que esa posición regresiva
les genera la sensación de estar completamente abiertos, sin ninguna protección
posible, y sin ninguna clase de cerrazón ni de cobertura. En esos momentos es muy
importante reasegurar al paciente, dándole los soportes necesarios para que pueda
aliviar su profunda escisión entre cuerpo y espíritu.

– 61 –
cesos psicoterapéuticos muy favorables15. Para conseguir que esto ocurra
es necesario, progresiva y gradualmente, aumentar también la carga en la
región genital y mantenerla, buscando fortalecer el movimiento bioenergético
pendular y anclarlo en las funciones de realidad, de manera que pueda tolerar
las presiones y alternativas de los acontecimientos de la vida en sociedad.
Como sabemos, en los estados esquizofrénicos la persona se siente fácil-
mente agobiada por los estímulos que provienen del medio, por lo que se
hace necesario reforzar sus límites corporales (piel, esquema corporal, masa
muscular), de manera que permitan tamizar y discriminar los estímulos.

MIRADA Y CARÁCTER
La forma en que miramos en un proceso psicoterapéutico determinará
no sólo cómo entendemos a quien tenemos delante, sino también cómo
reaccionará frente a nosotros.
Si en el ejercicio clínico, nuestra mirada se ciñe estrictamente a las
tipologías psicopatológicas, tendrá una voluntad objetivadora con efectos
disciplinarios. La mirada unidireccional de la psicopatología se convierte en
una forma de clausura de todo encuentro. Las tipologías pueden ser, por el
contrario, suposiciones que guardamos hasta que el propio proceso las vuelva
relevantes, sugiriendo un camino a tomar, de modo que uno puede empezar
a andar por ese camino pero manteniendo abiertos los ojos, principio clínico
fundamental en el trabajo psicoterapéutico psicocorporal16.

Las estructuras caracteriales estudiadas por la bioenergética, desarro-


lladas básicamente por Alexander Lowen, no son rejas ni cuadros meticulo-
samente trazados, provistas de rasgos diferenciales. El análisis bioenergético
reichiano, y su sistematización caracteriológica, trabaja con formaciones
dinámicas que el psicoterapeuta tiene a mano, no para que funcionen a
la perfección sino como una guía en el abordaje estratégico del analista.
Las estructuras caracteriales permiten desplegar las configuraciones y los
entrelazamientos de los factores psíquicos, somáticos y sociales. Puesto
que el analista bioenergético reichiano concibe al carácter como resistencia
y coraza, forma y función, historia y estructura, la tarea analítica se fija en

15 En la medida en que la vasoconstricción cerebral sea importante, y que el neocórtex y


el cerebro reptiliano estén desconectados del límbico, se hace necesario recurrir al uso
de psicofármacos que interrumpan la dispersión energética, y que permitan al paciente
un mínimo de contacto y de comunicación que le posibilite “entrar” en psicoterapia.
Siempre es conveniente, además, que la medicación sea complementada con recur-
sos energéticos convergentes (vitaminas, oligo-elementos, dieta, homeopatía, uso de
mantas orgonóticas, etc.).
16 Cuando en una sesión de candomblé en Salvador (Bahía, Brasil) pregunté qué impli-
caba mantener los ojos bien abiertos, se me respondió: con ganas de vivir y de
ver vivir.

­– 62 –
el estudio de las organizaciones pulsionales, los mecanismos de defensa,
los circuitos de distribución libidinal, los modos de fijación del placer y de la
angustia, etc.

Cuando realizamos la lectura corporal del paciente nos concentramos


en varios aspectos (dinámica estructural del cuerpo, tono muscular, color
de la piel, temperatura corporal, expresión sexual de la persona, etc.); uno
de los puntos en los que nos focalizamos es en la mirada.
Existe una correspondencia entre los ojos y los diversos tipos de ca-
rácter. Cada estructura caracteriológica tiene una expresión típica, que se
dibuja más allá de lo ocasional, sirviendo muchas veces como criterio para
el diagnóstico y para orientar estrategias de trabajo.
Tenemos que tomar en cuenta que en toda lectura (caracterial, corporal,
etc.) toda mirada visibiliza una parte e invisibiliza otra17. Tanto la visibilización
como la invisibilización van a ser producto del dispositivo planteado así como
del grado de apertura o de clausura de la percepción del psicoterapeuta y
de su propio carácter (su forma de mirar y de ser visto, y su forma de no ver
y de no ser visto –como mecanismo defensivo–)18.
Solamente con un criterio pedagógico, y tomando en cuenta lo ante-
riormente dicho, les planteo algunas tendencias que vemos en la mirada de
personas que tienen trazos caracteriales cristalizados, siguiendo la modalidad
del desarrollo evolutivo de las relaciones objetales descrita por Lowen19:

Esquizofrenia: tienen una mirada extraviada o vacía, como si viesen más


allá de donde está uno. Mientras una parte de ellos nos ve y nos escucha,
otra parte está remotamente en otro lugar, careciendo su mirada de un perfil
agresivo, motor y material.
Esquizoides: sus ojos no están cargados de energía, sentimientos ni
expresión. Cuando se mira a sus ojos se siente inmediatamente una falta
de contacto. La misma da cuenta no sólo de un conflicto en el área ocular,
sino también de un nivel energético bajo y en descenso, una respiración
restringida y una motilidad general disminuida. Su mirada puede ser difusa
y en muchos momentos su expresión congelada es de miedo.
Orales: sus ojos serán tibios, amables y blandos, y probablemente
expresarán atracción y un pedido de amor y apoyo, alternando con una
actitud de falsa independencia. Tienen una tendencia a la desfocalización
y a la subcarga.

17 David Szyniak, “Discursos del cuerpo. Intervenciones en la clínica”; Lugar Editorial


(Buenos Aires, 1999).
18 Para pensar la relación entre visibilidad, invisibilidad y carácter recomiendo el
ensayo de Martin H. Astor: “Invisibility and character” publicado en el Clinical Journal
del IIBA (vol. 5, nro. 1; New York, 1992).
19 Alexander Lowen, “Bioenergética”; Ed. Diana (México, 1977).

– 63 –
Narcisistas: a pesar de que pueden reflejar cierto brillo, no expresan
mayor sentimiento, unido a una fachada que se caracteriza por su falta de
vida y por una expresión fija (por ejemplo la de una máscara de sonrisa per-
manente). La mirada de una persona que desarrolló defensas psicopáticas
puede ser penetrante e imperiosa, y expresar una necesidad de control y de
dominio, alternando con una mirada sugestiva, seductora e intrigante con la
finalidad de atraer a la persona a quien se dirige, en una moción posesiva
más o menos latente.
Masoquistas: encontramos en su mirada una expresión típica de dolor
o de sufrimiento, alternada con una mirada que expresa confusión. Es una
mirada “compacta” y focalizada (por ejemplo, en la queja). El patrón de
comportamiento de esfuerzos y de derrotas, de intentos y de fracasos de la
persona que desarrolló defensas masoquistas, lo pone en contacto con esa
sensación de estar atrapado y empantanado, manifestándose en la mirada
por medio de una expresión triste, medrosa, carente de autoafirmación e
incluso dolorida y confundida.
Rígidos: si bien sus ojos pueden ser intensos y brillantes, expresan du-
reza y agresividad que utilizan como defensa frente a la tristeza, por ejemplo.
Por lo general, encontramos en su mirada un alto grado de focalización (por
ejemplo, en el caso de los hombres fálico-narcisistas, en los obsesivos y en
los compulsivos, al igual que en los paranoides). En el caso de las mujeres
histéricas pueden evitar el contacto ocular, en la medida en que a través del
contacto profundo que produce la mirada comienzan a sentir emociones.

En la medida en que toda lectura corporal es una construcción que


visualiza algunos elementos invisibilizando otros, si vemos sólo un tipo de
carácter no estaremos observando a la persona de una manera completa.
Es decir, podemos usar las tipologías caracteriales como tendencias estruc-
turales y como rasgos dominantes para acceder a un mejor entendimiento
de la persona, pero no es posible realizar un proceso psicoterapéutico en
esos términos, por lo cual se hace necesario ver a la persona en su singu-
laridad20.

FUNCIÓN, BLOQUEO Y DISFUNCIONALIDAD DEL


SEGMENTO OCULAR
Sus principales funciones son la visión, la audición, el olfato, la percep-
ción, el pensamiento, la representación y el contacto.

20 Para profundizar en esta modalidad singular de lectura corporal recomiendo la con-


ferencia de Alexander Lowen, “Opening address on narcissism, sexuality and culture
and back to basics” (Selected presentations from the ninth international conference,
Montebello, Quebec, mayo 1988, Jornal Clínico vol. 3, nro. 2, IIBA).

­– 64 –
Una función energética muy importante de este segmento es además,
ligar la energía con la materia: corporeizar la energía21.
El segmento ocular es una zona energética de carga. Es un segmento
que recibe esencialmente información. El 75% de los estímulos sensoriales
que recibe este segmento, y que llegan al cerebro, entra por los ojos. El
segmento ocular contiene dos de las principales ventanas con que nos abri-
mos al mundo: nuestros órganos de visión y nuestros órganos de audición.
Los ojos y oídos son un canal funcional esencial para la información y para
el contacto, pero además pueden ser una zona importante de entrada de
fuentes de peligro, amenaza, terror, violencia y destructividad.
Los ojos y oídos pueden ser invadidos desde nuestros primeros días de
vida extrauterina por la energía de un medio ambiente familiar destructivo,
de un ecosistema violento, que le causa al organismo extra-uterino espanto,
amenaza, insensibilidad.
Por ejemplo, a través de la frialdad o el desentendimiento de la mirada
de los adultos hacia el bebé o la ira presente en las voces adultas.
En la clínica vemos, muy a menudo, que los ojos y oídos se encuentran
funcionalmente en un estado de bloqueo y tensión permanente, como si estu-
viesen expresando emocionalmente un “no quiero mirar”, “no quiero escuchar”,
a lo que se agrega muchas veces un estado confusional consecuencia de un
“no quiero” o “no puedo entender”.
Es así que en el proceso de acorazamiento de este segmento, los
músculos que se encuentran dentro y alrededor de la cavidad ocular y en
la base del cráneo, permanecen en tensión constante, impidiendo, al mis-
mo tiempo, enfocarnos en el mundo que nos rodea y abrirnos a la realidad
(funciones de focalización y facing).
El núcleo del acorazamiento muscular de este segmento está, en
rigor, en el interior de la cabeza, en los pequeños pero potentes músculos
que mueven los ojos, los que están detrás de las orejas y en la base del
cráneo. Estos músculos se coordinan funcionalmente y vía reflejo con su-
tiles movimientos oculares, haciendo que el bloqueo en esta zona genere
un efecto en la mirada en donde los ojos adquieren una expresión ausente,
superficial, vacía, dura, de inmovilidad, que enmascara, por lo general, un
temor profundo.
Siguiendo las hipótesis de Federico Navarro desarrolladas en “Bio-
patías” vamos a constatar que toda clase de visión deficiente es producto
(además del componente genético que marca el territorio) de las modalidades

21 Para Reich la vida significa pulsación. Desde la perspectiva bioenergética-orgonómica,


vida significa pulsación conjunta de materia y energía que para que pulsen juntas nece-
sitan estar ligadas. Esta función en la cual la energía se liga a la masa le corresponde
al segmento ocular y la llamamos corporización de la energía. En términos reichianos
podríamos decir que el cuerpo comienza a ocurrir en el segmento ocular.

– 65 –
de estrés y miedo con que la persona interactuó en su medio ambiente en
los primeros años de su desarrollo.
El estrés y el miedo se acumulan en el cuerpo de distintas maneras.
Una de ellas es tensionando crónicamente determinados grupos de mús-
culos. Siguiendo los principios reichianos, esta tensión muscular crónica
va a quedar alojada en el cuerpo y va a tener, generalmente, un correlato
emocional, cognitivo y caracterial. Para W. Reich la zona en que está aloja-
da una tensión va a estar relacionada a una función. Porqué se produjo un
bloqueo en esa zona y no en otra, es lo que tiene que hipotetizar el analista
bioenergético reichiano.
Los desórdenes visuales están relacionados a una tensión excesiva
en determinados grupos de músculos extra-oculares (recto superior, obli-
cuo superior, rectos medios, recto inferior y oblicuo inferior). Usamos estos
músculos para mover nuestros globos oculares en diferentes direcciones.
Originariamente se pensaba que esta era su única función. Pero estos mús-
culos son cien veces más poderosos de lo que precisa esta función. Poste-
riormente se vio que estos seis músculos sirven como parte del mecanismo
de focalización (foco variable), que a su vez está directamente relacionado
con lo que miramos, sentimos o pensamos.
Cuando los músculos oblicuos que circundan al ojo como a un cintu-
rón se aprietan, comprimen al globo ocular y éste se alarga produciendo
miopía.
Los músculos rectos efectúan sobre cada globo ocular una atracción
directa hacia atrás dentro de la cuenca, acortándolo. La tensión excesiva
sobre los músculos rectos crea un estado de presbicia.
Las tensiones desiguales sobre los diferentes músculos puede crear
un estado de astigmatismo, comprimiendo disparejamente al globo ocular
en diferentes direcciones, quitando redondez al globo ocular.

El estado natural de nuestra visión debería ser la claridad. Cuando nos


libramos de las tensiones excesivas existentes en nuestra conciencia y en
nuestro inconciente, la tensión también desaparece en los músculos ocula-
res. Y viceversa, al disminuir la tensión muscular en el segmento ocular, los
conflictos y bloqueos mentales tienden a resolverse. En la medida en que el
globo ocular vuelve a su forma natural, la visión clara retorna.
La visión disminuida se produce en una etapa vivida en donde se expe-
rimenta un alto estrés en relación a su medio ambiente. Por lo tanto, no se
puede ver con claridad. Si esto se prolonga en el tiempo, o si adquiere una
intensidad importante, los músculos de los ojos que soportan las tensiones
tienden a congelarse, manteniendo al globo ocular en un estado fuera de
foco. Los problemas visuales serían equivalentes entonces a grados de
ceguera (deseante, emocional, intelectual, etc.). La persona se abstiene así
de ver lo que quiere, lo que siente, lo que piensa en un nivel profundo, y el
bloqueo ocular aísla, aleja, confunde, empobrece. Muchos pacientes ven, en

­– 66 –
el trabajo profundo del Análisis Bioenergético Reichiano, que los trastornos
oculares comenzaron en períodos de estrés, de shock, de conmoción, y ese
proceso se produce muchas veces imprevistamente22. En otros, ese proceso
se desarrolla con lentitud (generando una biopatía como el glaucoma, por
ejemplo).

Los ojos además de “ventanas del alma” son así, las “puertas” por
donde circula la expresión emocional. Es decir, que todos los sentimientos
de tristeza, temor, bronca, placer y alegría, para liberarse plenamente tie-
nen que “salir” por los ojos, para que estos permanezcan abiertos y pulsen
saludablemente.
Si bien este segmento de la coraza participa a lo largo de toda la vida
de la supresión de la expresión de todas las emociones, los principales
bloqueos energéticos, emocionales y funcionales refieren a experiencias
infantiles asociadas a las primeras interacciones con el mundo, incluyendo
momentos como el parto y la gestación.
Un contacto visual cariñoso, sustentador, con holding, es para un ser
humano su primer enraizamiento: un ancla esencial que lo conecta al mun-
do. Así como los sonidos y los olores conocidos también contribuyen a dar
un marco seguro en un bebé, cuando los canales energéticos permanecen
abiertos, el corazón habla con y por los ojos. En el lenguaje corporal de una
madre y un recién nacido, en el intenso momento del amamantamiento esto
funciona como un “yo te miro y te veo; tu existes”. Es decir, que si falla el
contacto ocular en la temprana infancia falla la convalidación, y por lo tanto,
la capacidad del sujeto de establecer con el mundo un contacto apropiado
mediante el segmento ocular.
Los bloqueos de los segmentos de la coraza pueden dar lugar enton-
ces a:
a) expresiones acorazadas del segmento,
b) disfunciones (disociación, esquizofrenia, etc.),
c) biopatías (astigmatismo, miopía, hipermetropía, estrabismo, pres-
bicia, epilepsia, etc.).

EL ABORDAJE TÉCNICO DE LA MIRADA


Y DE LOS OJOS
Los ojos reflejan profundamente la experiencia emocional pasada y el
funcionamiento energético presente.

22 En cuatro casos clínicos en los que he trabajado y en donde se habían producido


desprendimientos de retina (seccionamiento del nervio óptico), sobrevinieron todos
en la época en que los pacientes experimentaron un importante shock: el desprendi-
miento de retina coincidía con separaciones importantes en un período menor a los
seis meses.

– 67 –
El trabajo con la mirada permite ejercitarnos en la lectura expresiva;
por ejemplo, saber con pocas palabras y con una mirada, donde está lo
esencial en un encuentro.
La habilidad del psicoterapeuta corporal bioenergético está en distinguir
en qué forma están siendo usados los ojos; por ejemplo, con un exceso de
focalización (materialismo, obsesiones, etc.) o con un exceso de desfocali-
zación (misticismo, splits esquizoides, etc.).
Tenemos que tener presente que a través de la función de contacto,
este segmento está al comando de las configuraciones vinculares, por lo que
el proceso de desacorazamiento debe ser trabajado transferencialmente con
mucha pericia. Al ser un proceso a través del cual el paciente recupera el
contacto podemos monitorear, en el trabajo con este segmento, los cambios
que se producen a nivel vincular, transferencial, relacional, cognitivo, etc.
Al comenzar a movilizar este segmento hemos visto como efectos
inmediatos que el paciente:
- comienza a ver con más claridad: señal de que el contacto limitado o
ausente, y/o la falta de aceptación de la realidad empiezan a revertirse
en función de un mayor nivel de pulsación23.
- ve borroso, se marea y ve las cosas como si se moviesen: puede
ser una señal de “abandono” de la coraza o también una parálisis
defensiva que les impide focalizar más claramente en una proble-
mática conflictiva o en una situación traumática.
- siente dolor de cabeza: aparece como resultado de la actividad del
cerebro al tratar de integrar material traumático con la experiencia
presente o al intentar resolverlo emocional y cognitivamente a través
de la integración. También puede indicar la inminencia de un insight

23 En la percepción visual (al igual que en los otros cuatro órganos de los sentidos) hay
pulsación bioenergética. La expansión actúa en la visión periférica. Su sustrato neuro-
lógico son los bastones. Desde las situaciones expansivas de la percepción se pueden
percibir fenómenos energéticos sin masa, como los fenómenos energéticos que se
encuentran en la atmósfera o los campos energéticos que se manifiestan alrededor
de los seres vivos y no vivos. La contracción permite la focalización y selección de las
imágenes del entorno (materia). Sirve de filtro a la visión para que en el campo visual
no ingresen los fenómenos energéticos menos densos (funciones energéticas libres
de masa). Su sustrato neurológico está representado por los conos. Una tendencia
visual hacia la contracción aumenta las funciones psicológicas de focalización y de
discriminación. Una tendencia visual hacia la expansión aumenta la desfocalización
y disminuye la discriminación, acercando así la percepción visual a la unidad (“todos
somos uno”).

­– 68 –
o de que los movimientos de contracción y de expansión se unifican
en una pulsación simultánea24.

El psicoterapeuta corporal bioenergético trabaja con las cualidades del


contacto de los ojos, buscando producir la salida de las diferentes expresiones
que pueden estar retenidas en la coraza ocular.
El abordaje bioenergético de la mirada, al igual que ocurre con los
trastornos expresivos de la movilidad y la voz, se realiza elevando el nivel
energético de la persona en virtud de una respiración más plena, honda y
profunda. El trabajo respiratorio se complementa con ejercicios de toma
de tierra (para enraizarse pendularmente en la base) y con masajes en los
segmentos pre-genitales. El objetivo del masaje es el de reducir la tensión
en la región de la nuca y en los ojos; por ejemplo, ejerciendo una presión
controlada y selectiva sobre los músculos cráneo-occipitales, mientras la
persona concentra los ojos en un punto fijo en el techo.
Al aumentar la sensación y el sentimiento en función del trabajo res-
piratorio, se cargan los puntos periféricos de contacto con el exterior (ojos,
boca, brazos, manos, piernas, pies y genitales) a partir de los aportes extras
de energía.
Por medio de cuatro actings específicos, combinados con el trabajo
en otros segmentos y con distintas intervenciones del psicoterapeuta, se
busca flexibilizar las tensiones del primer segmento, para que pueda circular
hasta los ojos una nueva y mayor corriente de energía y excitación. Dichos
movimientos neurovegetativos y expresivos permiten, al mismo tiempo, ir
recuperando sensibilidad y funcionalidad en el segmento ocular.

Como uno de los objetivos generales de la psicoterapéutica del pri-


mer anillo es devolverle la sensibilidad a los ojos, se hace necesario, como
tarea principal, liberarlos del temor bloqueado en ellos. Muchas veces, en
el trabajo con este primer segmento, es importante sacar afuera el miedo
interno, para que pueda ser experimentado concientemente y posteriormente
desvanecido.
El segmento ocular, por causa de su función tele-receptora, se consti-
tuye en la puerta de entrada del miedo, pudiendo transformarse el mismo en
ansiedad, pánico, terror, angustia y/o fobias crónicas y crecientes, dando lugar
en el plano conductual, en las estructuras neuróticas, a formaciones secundarias
reactivas (xenofobia, racismo, machismo en lo social, miedo a la intimidad y al
contacto en lo sexual, etc.).

24 Excepcionalmente puede producirse un fenómeno de lipotimia o pérdida de concien-


cia debido a la intolerancia energética del organismo de enfrentarse con contenidos
fuertemente reprimidos en el inconciente o disociados con muchísima intensidad, o en
pacientes con trastornos disociativos o con una clara tendencia caracterial a la catarsis
histeriforme.

– 69 –
Como lo señala y desarrolla A. Lowen en el tratamiento específico de
los trastornos oculares, es necesario conocer las vías por donde fluye la
energía a los ojos25.
La primera de ellas, corre por la parte delantera del cuerpo, sale del
corazón, pasando por la garganta y el rostro hasta llegar a los ojos. El afecto
asociado a esta corriente bioenergética es el anhelo, el deseo de contacto,
el deseo de comunicación, de sentir y de tocar al otro a través de los ojos.
Expresivamente llena la mirada de amor y ternura.
La segunda corriente sube por la espalda, dando la vuelta en la parte
superior de la cabeza, pasando por la frente hasta llegar a los ojos. Esta
vía aporta el elemento agresivo a la mirada y está relacionada a la moción
escópica de posesión.
Para establecer un buen contacto ocular se necesita un buen equili-
brio entre estos dos elementos (afectivo y agresivo). Cuando en el trabajo
bioenergético se posibilita la apertura de dichas vías y se consigue el equi-
librio entre las mismas, posibilitamos que se haga un buen contacto con el
otro. Si el elemento agresivo pierde poder, la mirada es tierna pero al tener
poca intensidad el contacto no es importante. Por el contrario, una mirada
excesivamente agresiva sin ternura, resulta dura y hostil.

Cuando logramos que la carga fluya libre y plenamente hacia los


ojos, los mismos se relajan y la persona queda en un estado placentero de
relajación. El mismo se puede manifestar, por ejemplo, en la expresión de
un rostro con una frente sin arrugas, con las cejas bajas, con las pupilas
contraídas y con una visión concentrada. En este sentido, no hay nada más
bello que mirar a un niño a los ojos y gozar de su apertura visual, de su brillo
y de su ganas de mirar la vida.
A diferencia de este estado, el miedo crónico atrapa las corrientes bio-
energéticas en el anillo de tensión que rodea la base de la cabeza (tensión
muscular crónica occipital), retirándose la energía de los ojos y producién-
dose la expresión típica de temor. Se produce, por un lado, un retroceso de
las corrientes agresivas por su vía, levantándose las cejas, abriéndose los
ojos desmesuradamente y tensionándose la parte posterior del cuello; por el
otro, una retirada del movimiento afectuoso en donde la mandíbula cae y la
boca se abre. Si la tensión se hace crónica la persona necesita realizar un
esfuerzo conciente para concentrar los ojos, con la consiguiente tensión en
los globos y en los músculos oculares, paralelamente requiere de un esfuerzo
complementario que consiste en apretar las mandíbulas en un intento de
dominar la sensación de asustarse (como si estuviera expresando “no tengo
miedo”, “no voy a asustarme”).

25 Alexander Lowen, “Bioenergética”; Ed. Diana (México, 1977).

­– 70 –
Tal como lo señala A. Lowen, este esfuerzo provoca un conflicto interno
entre el sentimiento y la actitud, intensificando así la tensión muscular26.
Por ejemplo, un niño puede descargar su exceso de tensión natural-
mente a través del llanto; mientras pueda llorar abiertamente, su cuerpo se
mantendrá flexible. Cuando un bebé sufre una frustración o dolor su pequeño
cuerpo se pondrá tenso y rígido, pero muy pronto el mentón le comienza a
temblar y el niño se pone a llorar; dichas oleadas de llanto y sollozo recorren
el cuerpo del bebé y la rigidez desaparece. Luego llega un momento en que
al niño se le reprende por llorar (“los hombres no lloran”) y debe refrenar los
sollozos y tragarse las lágrimas, para lo cual deberá apretar la mandíbula,
endurecer los ojos y contener la respiración, inmovilizando los movimientos
naturales y espontáneos del diafragma.
Al reprimir a un niño el llanto, suprimimos su capacidad de amar27. Por
ejemplo, la tensión en la mandíbula, anteriormente descrita, puede contribuir
a debilitar sus dientes e impedir además que las sensaciones fluyan hasta los
labios, pudiendo convertir el futuro acto de besar en un gesto vacío, carente
de energía y de conexión emocional con el resto del cuerpo.
La represión o inhibición del llanto incide también, directamente, sobre
los músculos situados en la boca, la garganta, el pecho y el abdomen. Por
ejemplo, el llanto profundo protege al corazón en la medida en que es el
modo que tiene nuestro organismo de liberar el desconsuelo que provoca
la pérdida del amor28.
Si bien desde el punto de vista psíquico el llanto del bebé tiene que ver
con un llamado a la madre, en un nivel bioenergético es un analizador natural
del estado de contracción del cuerpo del niño, constituyéndose en una forma
espontánea y natural de liberar la tensión y de disminuir el dolor interno.

Como adultos solemos reprimir nuestra tristeza e inhibir el llanto. Los


hombres sentimos que llorar implica una expresión de debilidad y feminei-
dad; las mujeres una señal de infantilismo, de dramatización emocional que
las hace estar siendo “gobernadas” por los sentimientos.
Bloqueando nuestro llanto también bloqueamos nuestro placer. Al no
poder entregarnos a la tristeza, tampoco podemos entregarnos a la alegría.
Es así que nos volvemos ansiosos en situaciones de placer, generándose la
ansiedad en el conflicto entre entregarnos afectivamente y el temor a hacerlo,
surgiendo, de esta manera, cada vez que el placer es suficientemente fuerte
y “peligroso” de amenazar nuestro control más o menos conciente.
Cada episodio de llanto implica una ruptura de la rigidez y de los blo-
queos y diques que nos aprisionan. Integrar el lado trágico de nuestra vida

26 Ibid anterior.
27 Alexander Lowen, “La espiritualidad del cuerpo”; Ed. Paidós (Buenos Aires, 1994).
28 Alexander Lowen, “El amor, el sexo y la salud del corazón; Ed. Herder (Barcelona,
1990).

– 71 –
también nos permite experimentar la capacidad de vivir placenteramente,
libres de miedo29.

LOS ACTINGS DEL SEGMENTO OCULAR30


El trabajo con el segmento ocular lo vamos a encarar como uno de
los más importantes del proceso psicoterapéutico. De ahí que en el Análisis
Bioenergético Reichiano le dediquemos mucha importancia tanto cuanti-
tativamente (el tiempo que nos instalamos a trabajar en este segmento, la
cantidad de energía que nos proponemos movilizar en este primer anillo en
el trabajo psicoterapéutico), como cualitativamente (como zona erógena
de relevancia en el vehículo de la excitación y del placer, y como animales
ópticos que somos)31.

Muchos pacientes sienten una gran dificultad al realizar los actings del
segmento ocular. En esos momentos es muy importante ayudar al pacien-
te, reasegurando nuestro contacto para disminuir el miedo y la ansiedad
subyacentes, e invitándolo a colaborar en la ejecución gradual y sucesiva
de los actings.
Como regla general, los actings neurovegetativos en el segmento
ocular tienen un tiempo que debe respetarse32. La experiencia práctica nos
ha enseñado que, a menudo es durante el último minuto de ejecución del
acting, que se produce una abreacción emocional.

29 Alexander Lowen, “El gozo”; Ed. Era Naciente (Buenos Aires, 1996).
30 En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos el término acting para definir aquellas
tecnologías de intervención (movimientos neuromusculares emocionales) que nos
permiten trabajar con el cuerpo del paciente, segmento por segmento, respetando su
ritmo biológico y su dinámica histórica y natural evolutiva. En la medida en que los
actings propuestos siguen la dirección céfalo-caudal (ocular-pélvica) nos permiten no
violentar la dinámica natural evolutiva, además de poder recuperar y reconstruir, en un
marco psicoterapéutico, la historia del paciente. La traducción conceptual que hacemos
del término acting es de acción analógica. Es decir, aquellas acciones que funcionan,
en determinado momento del desarrollo evolutivo, como organizadores y aquellos mo-
vimientos naturales y espontáneos que favorecen el streaming (el flujo o corriente
libre de las energías del cuerpo).
31 El tercio de las fibras nerviosas del cuerpo humano forman parte de sus ojos. Elsworth
Baker le da a los ojos el estatuto de zona erógena principal (junto a la boca, al ano y
a los genitales), a partir del cual se va a dar el desarrollo céfalo caudal en función de
un ritmo descendente que desemboca en la zona genital (estadios fálico y genital),
pasando evolutivamente en forma previa, por los estadios pregenitales (ocular, oral y
anal). Ver de E. Baker, “O labirinto Humano. Causas do bloqueio da energia sexual”;
Summus Ed. (San Pablo, 1980).
32 En un encuadre de psicoterapia breve el tiempo es de 5 a 10 minutos, en un encuadre
analítico es de 15 a 20 minutos, y en un trabajo de experimentación grupal el tiempo
puede ir de 10 a 25 minutos, aproximadamente.

­– 72 –
La recuperación del funcionalismo ocular, por medio de los actings
neurovegetativos, permite al sujeto sentirse en contacto con el mundo, con
la realidad que lo rodea.
Al comienzo del trabajo con el segmento ocular vamos a reactivar el
momento del nacimiento, es decir el contacto que tuvo el paciente con sus
ojos en el momento del nacimiento. Por lo tanto, desde el principio podemos
realizar los actings del segmento ocular junto a actings del segmento oral,
en la medida en que estos dos segmentos entran en contacto desde el mo-
mento mismo del nacimiento. Esta coordinación entre ojos y boca, se basa
metodológicamente en cuatro movimientos expresivos combinados:
1) el acting del punto fijo junto al acting de la boca abierta;
2) el acting de acomodación y convergencia junto al acting del “pez”
o de reach out;
3) el acting de lateralización junto al acting de morder una toalla de
mano;
4) el acting de rotación junto al acting de mostrar los dientes o de reach
out.

Pasemos a desarrollar cada uno de ellos:

Acting del punto fijo: se le propone al paciente abrir los ojos y fijarlos
en un punto en el techo, no perdiéndolo nunca de vista. Se consigna una
respiración profunda dirigiendo sensiblemente la atención sobre la totalidad
del organismo.
Lo combinamos con el acting de la “boca abierta”.
A través de los ojos buscamos las primeras imágenes para decodificar
e introyectar nuestro primer punto de contacto.
En los primeros momentos este primer punto de contacto está confuso
y desenfocado. En parte por la confusión de estímulos (ruidos, luces, etc.) y
por el cambio de ambientes tan radical, más que por una incapacidad fisioló-
gica real de ver. Hasta que buscamos esa figura de referencia que nos da la
seguridad de no estar solos, de no sentirnos abandonados. Y enfrentando el
primer miedo a la pérdida y al abandono abrimos la boca con la esperanza
de poder reforzar ese primer momento de vida extrauterina. Es que antes de
tener necesidad de comer tenemos necesidad de reencontrar aquel mismo
cuerpo que habíamos experimentado, primero, en la vida intrauterina.
El neonato se queda fijamente mirando a la madre y a través de ella
progresivamente va entrando en contacto con su propio yo (distinguiendo
su yo de su no yo). En este sentido, este acting se convierte en el primer
organizador.
Cuando realizamos este acting en la psicoterapia invitamos a la persona
a no perder el punto.
Mirar fijamente un punto (en el techo, o la punta de la nariz, o el rostro del
psicoterapeuta, o una estimulación luminosa) puede reactivar temporalmente

– 73 –
angustias antiguas. A nivel emocional, junto a las lágrimas y al llanto puede
haber tanto reacciones de miedo, perplejidad, asombro y terror, como reac-
ciones parasimpáticas positivas (risa, sueño, coloración del rostro). A nivel
de imágenes, pueden aparecer distintas visiones, por ejemplo, de colores.
El acting de abrir la boca, lo más abierta que se pueda, tiene que ver con
el momento evolutivo en donde el bebé está en una situación de demanda y
de búsqueda. En este acting tenemos que prestar especial atención a las sen-
saciones que se producen en la boca del paciente. Por ejemplo, la respuesta
simpaticotónica de sequedad, que por lo general está relacionada a miedo
o ansiedad (ansia de espera). O, por ejemplo, la sensación de abundante
salivación, que puede estar relacionada a una oralidad insatisfecha.
Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo el acting de fijar un
punto con los ojos y la boca abierta, posibilita expresar la situación emocional
de miedo (a nacer) o deslumbramiento (perplejidad de encontrar un mundo
nuevo), que ocurre después del nacimiento en partos frustrantes
Si el paciente no puede realizar este acting puede estar relacionado a
no poder tener un punto de referencia fuera de sí mismo.
Es recomendable hacer hincapié en este acting con aquellos pacien-
tes que sufren de astigmatismo. Mirar un punto fijo les da la posibilidad de
estigmatizar lo real, hacer concreto un punto, salir de la nebulosidad, de la
confusión (característica emocional del astigmático) que no puede acomo-
darse en un punto. Una vez que el paciente consiguió mirar y observar una
realidad fuera de sí (no sólo ver), el segundo acting que le proponemos al
paciente es poner en relación el punto fuera de sí (el no-yo) con un punto
en su propio cuerpo (el yo).

Acting de acomodación y convergencia: se consigna al paciente


concentrar su atención en un punto del techo y posteriormente mirar la
punta de su nariz. Luego de unos minutos pasa a mirar alternativamente el
punto de la nariz y el punto del techo, respirando en todo momento en forma
rítmica y continuada.
Se combina con el acting del “pez” (empujar los labios hacia delante
en la inspiración y luego cerrarlos en la espiración, o permanecer con los
labios en la posición de “reach out”).
Este acting de acomodación y convergencia permite una acción que
en el período pos-natal fue decisiva: la exploración focalizada del objeto en
el proceso de diferenciación del objeto parcial al objeto total. Y por lo tanto,
del pasaje del no-yo al yo.
Mirar un punto en el techo y la punta de la nariz es sinónimo del pasaje
del infinito a lo finito, de lo abstracto a lo concreto, del no-yo al yo.
Este acting es sinónimo del movimiento que realiza el bebé cuando
mama, al mirar el rostro y el pezón de su madre alternativamente. Junto
con el acting del pez, simulando el mamar, este acting de acomodación y
convergencia puede provocar en el paciente una abreacción de emociones

­– 74 –
ligadas con el amamantamiento. Por lo tanto nos sitúa en el período oral y nos
remite a los conflictos propios de ese período. Cuando el paciente vivió mal
su amamantamiento este acting puede reactivar abreacciones emocionales
de depresión, de insatisfacción y frustración, funcionando idénticamente a
la imposibilidad de mover placenteramente los labios.
El acting de acomodación y convergencia realizado junto con el acting
de chupar calma la ansiedad y ayuda a concretizar el sueño, pudiendo ser
muy útil con pacientes con bloqueo en su oralidad, particularmente en los
momentos depresivos. Analógicamente, el niño después de haber mamado
se duerme, viniendo después de la realización de este acting, la relajación
y la tranquilidad.
Este acting de convergencia y acomodación visual funciona como un
segundo organizador, al participar activamente en la focalización con los
músculos oculares, permitiendo y desarrollando la función de la discrimina-
ción. Posibilita al paciente verse a sí mismo y al otro. Al objeto de su deseo
y al vínculo entre ambos.
Permite recuperar la capacidad de desear (“reach out” con los labios),
pero no la capacidad de concretizar en actos los deseos, en la medida en
que reactiva una forma oral de funcionamiento.
El paciente mira, desea y busca con los labios, lo que le permite recu-
perar la potencia oral con el objetivo de alcanzar la madurez oral, que derive
posteriormente en madurez y potencia genital.
Desde el punto de vista fisiológico trabaja la convergencia binocular.
A nivel psíquico permite explorar la desfusión con el primer objeto libidinal,
reactivando (junto con el acting del “pez”), vivencias relacionadas a la lac-
tancia.
Si vemos en el paciente dificultad de realizar la convergencia ocular y
de coordinar los movimientos oculares con los labios puede ser una señal
manifiesta de una lactancia inadecuada o con disturbios.
Si vemos dificultad de acomodación y convergencia ocular puede estar
reflejando que mira con ambigüedad el punto que está fuera de sí (el no
yo, que puede simbolizar a la madre) y la propia punta de la nariz (el yo, lo
concreto de sí mismo).
Una buena acomodación y convergencia permite poder identificarse
y desidentificarse. Y esta acción es fundamental para los que tengan la
intención de ser psicoterapeutas.
Se recomienda además realizar este acting con pacientes que tienen
miopía, pudiendo suscitar una mejora sensible e importante, inclusive su
desaparición.

Acting de lateralización: se consigna al paciente la movilización de


los ojos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sin mover la ca-
beza, realizando este movimiento ocular hasta el límite pendular en ambos
extremos.

– 75 –
Se combina con el acting de morder una toalla de mano.
Un buen funcionalismo ocular tiene desarrollada la necesidad y la capa-
cidad de lateralización de la mirada. Esta función nos permite al mismo tiempo
“controlar” lo que vemos y “cuidarnos de” lo que miramos.
La visualización alternada de los focos laterales (derecho e izquierdo)
permite trabajar la ambivalencia, la desconfianza, los celos, el miedo al
abandono y el miedo al castigo, entre otras emociones primitivas.
Al trabajar este acting estamos reactivando el nivel de emociones arcai-
cas de la época pre-verbal. Por ejemplo, la situación de desconfianza y de
miedo que el bebé tuvo (hacia los 8-10 meses), cuando perdía de vista a su
madre. A nivel de la boca, estimula los sentimientos de celos, de bronca y de
miedo. Por ejemplo, el miedo de perder el objeto amado (la madre, la teta).
En términos históricos permite la reactivación del momento del destete33.

El acting de morder la toalla permite desbloquear la rabia contenida a


nivel de los maseteros, de los músculos de la masticación y de la mandíbula
en general. Muchos pacientes lloran de rabia; otros descargan esa rabia mor-
diendo pero teniendo impotencia de llorar, concentrándose en el impulso de
descarga y de destrucción; otros viven sentimientos de angustia, que puede
estar ligada al miedo de ser castigados si llegan a manifestar plenamente la
rabia que sienten; otros pacientes pueden tener reflejo de vómito o llegar a
vomitar34. El vómito permite la exteriorización de algo que fue reprimido.
Este acting se convierte en el tercer organizador del segmento ocular.
Coincide con el hecho de que, a esa edad, el niño comienza a gatear. Al
poder el niño sostener la cabeza, al desarrollar el enraizamiento de brazos
e ir adquiriendo la postura erecta y dar los primeros pasos se comienzan a
producir nuevas formas de vínculo: las primeras desconfianzas, el primer
miedo a los extraños, el rechazo a la llegada del otro al propio campo ener-
gético, el descubrimiento de lo externo, del espacio y del tiempo, la pérdida
del contacto privilegiado en el vínculo dual.
Para R. Spitz este momento se transforma en un organizador, en la
medida en que señala una nueva etapa del desarrollo infantil, en el curso de
la cual, tanto la personalidad del niño como su conducta, sufrirán un cambio
radical. Ahora, tanto la forma en que se expresa el desagrado, como la per-
cepción y el reconocimiento del estímulo, se hacen aun más específicos.

“Entre el sexto y el octavo mes se produce un cambio deci-


sivo en la conducta del niño hacia los otros. Ya no responderá el
bebé con una sonrisa cuando un visitante casual se detenga junto
a su camita y le sonría moviendo su cabeza. Para esa edad la ca-

33 Si el destete fue brusco y/o violento se instala la oralidad reprimida.


34 Por lo que siempre es necesario, al realizar este acting, tener a disposición al lado del
diván, bolsas de plástico o un recipiente para vomitar.

­– 76 –
pacidad para la diferenciación diacrítica está ya bien desarrollada.
Ahora el infante distingue claramente entre el amigo y el extraño.
Si uno de éstos se acerca a él, hará que entre en funciones una
conducta típica, característica e inconfundible del infante; dará
muestras de diversas intensidades de recelo y de angustia y re-
chazará al desconocido. Sin embargo, la conducta individual del
niño varía en una escala bastante amplia. Puede bajar los ojos
tímidamente, puede cubrírselos con las manos, alzar sus vestidos
para ocultarse el rostro, arrojarse bocabajo y esconder la cara
entre las mantas o puede llorar o chillar. El denominador común
consiste en una negativa a entrar en contacto con el desconocido,
un volverle la espalda, con matiz más o menos pronunciado de
angustia”... “Denominé a este patrón de conducta la angustia del
octavo mes y considero que es la primera manifestación de la
angustia propiamente dicha” 35.

Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo este acting pone al


paciente en una situación de regresión psicoterapéutica en el octavo-décimo
mes de vida, cuando nos encontramos con el miedo al extraño, descrito por
Spitz. En este desarrollo evolutivo el niño consigue mirar a los lados, aprende
a desconfiar, a no ser ingenuo y a proteger lo que es de él encarando de
frente las realidades adversas.
Desde el punto de vista transferencial, permite trabajar analíticamente
la desconfianza hacia el psicoterapeuta, incluso el temor a ser atacado por
él. Facilitando, de esta manera, el análisis de la transferencia negativa en
el marco de la dinámica psicoterapéutica.

Se recomienda hacer hincapié en este acting con aquellos pacientes


que sufren de hipermetropía.

Acting de rotación: se consigna la rotación completa de los ojos dando


un giro lo más amplio posible (360°). Hacemos un barrido completo de la
cavidad del ojo, sin mover la cabeza tratando de mirar los objetos que hay
a nuestro alrededor36.

35 R. Spitz, “El primer año de vida del niño”; Fondo de Cultura Económica (Buenos Aires,
1996); pág 118.
36 En los hombres podemos proponer este giro en el sentido de las agujas del reloj
(hacia la derecha) y en la mujer en el sentido contrario de las agujas del reloj (hacia
la izquierda). Con los zurdos el movimiento es al contrario. El objetivo y el sentido de
la rotación en estas direcciones es integrar funcionalmente los dos hemisferios cere-
brales que necesitan equilibrarse para evitar los excesos de femineidad en la mujer y
de masculinidad en el hombre.

– 77 –
Se combina con el acting de mostrar los dientes o de extender los labios
en posición de reach out.
Este acting es el cuarto organizador del segmento ocular. Comienza a
tener una funcionalidad histórica cuando el bebé adquiere la capacidad de
sostener el cuello (aproximadamente a los 4 meses) y se consolida en los
momentos de gateo y en el aprendizaje al caminar, dando un nuevo sentido
a la orientación espacio-temporal.
Nos permite ver:
1) El grado de funcionalidad global de la mirada. Los globos
oculares son las partes más móviles del cuerpo humano. Sólo los
mamíferos humanos son capaces de girar intencionalmente los ojos.
El acting de rotación trabaja la coordinación de los movimientos
oculares y la ampliación del campo visual. Esta ampliación visual
está a su vez relacionada con la ampliación del campo relacional y
de la orientación espacio-temporal.
2) La vinculación con los parámetros espacio-temporales. Los
ojos no existen sólo para ver, contemplar. Existen además para
organizar la acción y la locomoción en el contexto del momento. El
más fundamental de nuestros instintos (raramente mencionado) es
el de orientación: ¿dónde estoy? ¿para donde voy? En este mismo
sentido sólo la persona tiene el sentimiento de hacer historia: ¿de don-
de vengo? ¿quién soy? Y con el giro de los ojos podríamos imaginar
que el primer bípedo contempló la inmensidad del universo y realizó
–ontológicamente– estas preguntas. Al estar el niño en condiciones
de apropiarse del espacio, implica que ha llegado a un grado de
maduración, en el cual se encuentra preparado para ponerse de
pie, o sea, en condición de encontrar su equilibrio. La apropiación
del espacio, posibilita en el niño la condición de apropiarse tam-
bién del tiempo. Y la capacidad de integrar el tiempo lleva implícita
la integración de la historia. Por lo tanto, este acting es un rasgo
fundamental de la condición humana ya que el hombre es el único
animal que posee el sentimiento de historia37. Al reapropiarse en el
tiempo, este acting le genera al paciente la posibilidad de historizar
su estructura de carácter, es decir, situar las cosas que le pasan y
que provocaron la cristalización de sus rasgos y trazos caracteriales
actuales.
3) La conexión con la realidad externa e interna en el aquí y ahora.
Al igual que en el acting de lateralización (tercer organizador) este
movimiento organizador permite la percepción de nuevas imágenes

37 La historia es el tiempo. Podemos decir ayer, hoy o mañana, ahora o después, y ha-
blando en estos términos estamos en una dimensión histórica.

­– 78 –
y de nuevas formas que se comienzan a interponer en la primera
relación preferencial (bebé-madre).
En el momento actual de la psicoterapia este acting permite salir del
primer y del segundo organizador. Por ejemplo, en vez de quedarse
llorando por lo que perdió y quedarse en el lamento de aquello que
no tiene, este acting permite descubrir que el mundo es grande y da
la posibilidad de partir para la aventura de los espacios nuevos.
A diferencia del acting del punto fijo –que permite condensar el
campo energético y producir fenómenos energéticos de marcaje
de límites, de focalización en un objeto y de construcción de límites
entre el objeto y el sujeto–, en el acting de rotación favorecemos
la función de desfocalización. Al girar los ojos no tenemos ningún
foco, los objetos tienden a desdibujarse, y en este sentido, no hay
objeto, ni límites.
Si vemos resistencia, disfuncionalidad o displacer al realizar este
acting probablemente tenga que ver con la dificultad de mirar al
mundo que lo rodea; con el temor y la resistencia a tomar contacto
conciente con su historia, con sus límites, con sus perspectivas, con
el estar actual en el mundo. No es un acting que realicemos con
personas con déficit de acorazamiento (esquizofrenias), problemas
de identidad graves o trazos de carácter blandos (esquizoides) que
ya tienen una mirada difusa y desfocalizada.
En la lectura corporal es importante prestar atención a la tendencia
a escotomizar, a hacer el giro a saltos, a girar sin ver, etc.38.
Se recomienda hacer hincapié en este acting con aquellos pacientes
que tienen presbicia, personas con caracteres rígidos y caracteres
anales.

ALGUNAS TÉCNICAS COMPLEMENTARIAS


Respiración: antes de la realización de un acting podemos proponer
al paciente que respire libremente, seguidamente que lo haga en forma
profunda, y según las circunstancias, podemos proponer cambiar el ritmo
de la respiración en los momentos en que sea necesario (acting del “gato”,
respiración “vivation”, respiración del “ritmo interno”, hiperventilación, etc.). La
estimulación respiratoria, previa a la realización del acting, tiene como obje-
tivo aumentar la carga en el organismo; facilitando el aumento de energía la
posterior movilización emocional.

38 Un defecto que encontramos comúnmente en la realización de este acting es que, al


girar los ojos, los pacientes saltan de un punto a otro no pudiendo generar un movi-
miento fluido de rotación.

– 79 –
Masajes: cuando trabajamos con los actings neuromusculares la mani-
pulación corporal sobre el cuerpo del paciente es mínima. Podemos realizarla
como complemento a la realización del acting, aunque es preferible que sólo
nos limitemos a tocar al paciente, por ejemplo, en aquellos momentos en
que se hace necesario restablecer el contacto, o por ejemplo, para ayudar
a la expresión de una emoción ya en proceso de manifestación.
En la medida en que el paciente protegió sus zonas más frágiles del
cuerpo acorazándolas (bloqueo energético), no se le hace ningún favor in-
tentando “romper” estas defensas por medio de un masaje profundo sobre
el cuerpo. El trabajo de desbloqueo debe realizarse siempre progresiva y
gradualmente, posibilitando que la apertura y la circulación de nuevos flujos
se realice desde el interior del organismo hacia el exterior, siguiendo así la
dirección de la expansión.

Muecas: luego de finalizar cada uno de los actings del segmento ocu-
lar, y antes de la verbalización o la realización de otro acting, se propone
generalmente al paciente cerrar los ojos y la boca y luego abrirlos lo más que
pueda, haciendo muecas durante un par de minutos. Esta acción permite
incidir energéticamente sobre los músculos mímicos del rostro, redistribu-
yendo la energía y produciendo un efecto de integración y de armonización
entre los dos primeros segmentos (ocular y oral). Por otro lado disminuye
el grado de rostridad (Deleuze, Guattari) al modificar temporalmente la faz
expresiva habitual, pudiendo favorecer el surgimiento de otras manifesta-
ciones expresivas del rostro. Este acting complementario puede provocar
el resurgimiento de emociones y sensaciones relacionadas con el proceso
de educación en el vínculo niño-adulto (angustia, vergüenza, sentimiento de
provocación, etc.). Las muecas son un juego familiar entre los niños que los
adultos comienzan a reprimir en función de la “buena educación”.

Estimulación luminosa (“linternita”): la técnica de la visualización


de una luz fija o en movimiento fue introducida por la orgonoterapeuta Bar-
bara Goldenberg Koopman para el desacorazamiento del segmento ocular,
constituyéndose en una de las contribuciones importantes para la tecnología
psicoterapéutica bioenergética. Koopman ideó el trabajo de estimulación
luminosa de los ojos para poder acceder a la coraza cerebral (nivel profundo
del segmento ocular), que sólo era alcanzado indirectamente con la movili-
zación muscular de los ojos.
El procedimiento psicoterapéutico consiste en proponer al paciente
que siga con los ojos la luz de una linterna, que el analista va a mover a una
distancia aproximada de 20-30 cms., durante varios minutos. El paciente va
a estar siempre acostado en posición supina y con las rodillas flexionadas,
sin mover la cabeza. El consultorio va a estar con la luz baja. Las linternas
que utilizamos son linternas de bolsillo, pudiéndose trabajar directamente

­– 80 –
con la luz blanca, o con luces azul, verde o roja, para lo cual pegamos sobre
la cápsula una o dos capas de papel celofán de color.
En el Análisis Bioenergético Reichiano usamos la linterna para esta-
blecer un mayor contacto con el paciente. Es sumamente importante tener
presente en forma permanente este objetivo; por ejemplo, no permitiendo
que el paciente entre en un estado hipnótico por la estimulación luminosa,
pero sin contacto real; o por ejemplo, no aplicando esta técnica en forma
mecánica.
Es necesario tomar en cuenta que, durante el trabajo con el segmento
ocular, es el momento en que el psicoterapeuta está más próximo corporal-
mente del paciente. En la medida en que la estimulación luminosa oficia de
herramienta para establecer un mayor contacto con el psicoterapeuta (vínculo),
esta técnica es muy importante para realizar con pacientes en donde el contacto
materno estuvo ausente o fue deficitario.
Metodológicamente comenzamos trabajando con la estimulación
luminosa, en forma diagnóstica. Luego se pasa a trabajar, en las primeras
sesiones, con un tiempo de 15 a 25 minutos para cada acting. Posteriormente,
como forma de ir posibilitando un proceso de autonomía con respecto a la
figura del psicoterapeuta, pasamos a realizar los actings del segmento ocular
(anteriormente descritos) sin la exposición de la luz.
Los psicoterapeutas reichianos que trabajan sistemáticamente con la
estimulación luminosa sobre el segmento ocular, afirman que el uso psico-
terapéutico de la luz (desbloqueo del segmento ocular) es consecuencia de
varios factores, entre otros: el estímulo luminoso tiene un efecto vitalizador
sobre las funciones oculares, alivia las contenciones de la musculatura lisa y
esquelética del segmento ocular, estimula el parénquima cerebral, aumenta
la irrigación sanguínea y el drenaje líquido ganando los ojos en vitalidad,
vivacidad, movilidad y reflejo pupilar, permite ejercitar y restaurar la capacidad
de coordinación de los movimientos conjugados de los ojos, favoreciendo la
recuperación de la orientación espacio-temporal y la reorganización de las
funciones psíquicas asociadas39.
Clínicamente se ha observado también la regularización de las funcio-
nes endócrinas de la glándula hipofisiaria y la regulación de la producción
de melatonina por la glándula pineal. Se ha sugerido además que la acción
de la luz posibilita la producción de endorfinas, actuando de esta manera
indirectamente sobre las funciones inmunológicas40.
Con el uso de la “linternita” podemos explorar diferentes puntos del
campo visual, particularmente aquellos que están asociados a las marcas

39 Ernani Trotta, “Bases neurofisiológicas de los procedimientos clínicos de estimulación


ocular con luces de colores”. Revista da Sociedade Wilhelm Reich/RS nro. 2 (Porto
Alegre, 1998).
40 Ibidem.

– 81 –
de la memoria y a los contenidos ideativos de mayor importancia psico-
emocional.
Por ejemplo, el impacto luminoso puede evocar la experiencia del
nacimiento, cuando el bebé es expuesto por primera vez a la luz en su con-
dición de organismo extra-uterino. La reacción del paciente a la estimulación
luminosa puede dar señales de cómo fue su experiencia en el proceso de
nacimiento. Por ejemplo, si la exposición a la luz no resulta estresante,
podemos deducir que el nacimiento ocurrió en condiciones favorables. Por
el contrario, si la reacción fuera de miedo o de contracción, sería un indicador
de frustración, estrés y violencia en el momento del nacimiento41.
Como efecto inmediato de su utilización se ha observado una dismi-
nución de las defensas de la coraza (por ejemplo, relajación profunda de
la camada mesodérmica y ectodérmica), y una facilitación al acceso y a la
manifestación de los contenidos del inconciente (por ejemplo, estados de
somnoliencia o de sueño REM de corta duración, en los cuales emergen
contenidos inconcientes similares al de los sueños).
Como efecto retardado el trabajo con la luz produce, en las noches
siguientes a la sesión, un aumento en la cantidad y en la calidad de los
sueños.
El trabajo con esta técnica sólo debe realizarse por un psicoterapeuta
corporal bioenergético bien entrenado. Un uso excesivo, mecánico y/o des-
cuidado puede ser perjudicial y producir efectos iatrogénicos. Por ejemplo,
aumentando las resistencias, repercutiendo energéticamente y aumentando
fuertemente el acorazamiento en otros segmentos; o produciendo un rechazo
organísmico que puede derivar en una ruptura de la alianza psicoterapéutica
y en un posterior abandono del proceso psicoterapéutico.
Esta tecnología es particularmente eficaz con aquellos pacientes con
bloqueo ocular hipo-orgonótico (con mirada sub-cargada y con ojos opacos,
vacíos y sin vida), con pacientes con estructura psicótica y borders, y con
pacientes que sufren trastornos por estrés postraumático. En este último
caso, por ejemplo, podemos sugerirle al paciente que durante el trabajo con
la luz procure relatar verbalmente las memorias e imágenes relacionadas
a los eventos traumáticos sufridos (abuso sexual, violencia doméstica, epi-
sodios de tortura, vivencias de guerra, etc.) como veremos en los capítulos
2.2 y 2.442.

41 Es esperable que, en el paciente, se observen reacciones corporales vegetativas y


energéticas, así como sensaciones y sueños que puedan hacer referencia a situaciones
perinatales o prenatales, pero no recuerdos o imágenes intrauterinas o perinatales.
42 F. Shapiro & M.F. Forrest, “Eye Movement Desensitization and Reprocessing”, New
York, Basic Books, 1997.

­– 82 –
EL TRABAJO CON LA MIRADA EN LOS GRUPOS
El trabajo bioenergético con la mirada en dinámicas grupales, nos permite
desbloquear la coraza del segmento ocular con una profundidad que comple-
menta el trabajo de la psicoterapia corporal bioenergética individual. Por otro
lado, permite afrontar en una instancia colectiva, las experiencias placenteras/
dramáticas/traumáticas de la socialización a través de la mirada de otros.
Cuando trabajamos la mirada en los grupos (psicoterapéuticos, de
formación, etc.) sabemos que estamos generando encuentros en donde se
puede poner en juego un alto grado de expresividad o, por el contrario, un
alto grado de resistencias.
Por lo general pueden aparecer, transferencialmente y con mucha
intensidad, represiones, censuras, culpas, vergüenzas y miedos asociados
al actor de mirar, que se fueron estructurando en el segmento ocular desde
la primera infancia.
Dichos mecanismos de censura, de culpabilización y de represión, son
los que nos impiden, en la actualidad, amar y odiar con los ojos abiertos.
Preferimos no ver e ignorar a las personas hacia las que sentimos nuestras
emociones.
Para empezar a remover el segmento ocular de la coraza y poder
abordar los bloqueos de la socialización, es necesario trabajar grupalmente
la incomunicación y el déficit de contacto que encontramos en la mirada.
Por lo general, comenzamos los laboratorios clínicos sobre mirada
realizando una lectura de expresión entre los integrantes del grupo, y luego
pasamos a trabajar en pareja.
Es muy difícil mentir con los ojos.
En el trabajo con los ojos, debemos tratar de darle un sentido a lo que
observamos en nuestros pacientes, relacionando la expresión de la mirada
con su estructura corporal y caracterial.
En dicha lectura expresiva de la mirada, es más conveniente hacer
hincapié en lo que que sentimos, que en lo que pensamos y vemos. Por
ejemplo, si veo dolor en una mirada y pienso que es por una pérdida amorosa
importante, sería más apropiado y simple decirle a esa persona: “cuando
te miro a los ojos me dan ganas de sostenerte, siento como si tuvieras un
gran dolor, o el corazón roto”.
Cuanto menor sea el grado de disociación entre lo que pensamos y lo
que sentimos, más efecto tendrá nuestra verbalización. En el mismo sentido,
cuanto menor sea el grado de disociación entre el habla y la expresión no
verbal, más integrados estaremos como psicoterapeutas. Al mismo tiempo,
más entera y más fuerte va a ser nuestra presencia. Cada conversación (cada
interpretación, cada señalamiento) que sea capaz de disminuir la distancia
entre lo verbal y lo no verbal es psicoterapéutica.

– 83 –
En la lectura expresiva es muy importante dejarse fluir, ablandar el
cuerpo, tener fe y creer en él, y en especial ablandar la mirada, despejando
de nuestros ojos el miedo y la violencia.
Hay un momento en el trabajo en que comenzamos a entregarnos a
la respiración y al contacto con el otro. Ahí el cuerpo comienza a sentir con
los ojos abiertos. En ese preciso momento el llenar de sentimientos nuestros
ojos puede llevar a sentirnos llenos de vida.
Muchas personas evitan el contacto porque tienen miedo de lo que
sus ojos pueden expresar y revelar. Para evitar el contacto con sus propios
sentimientos pueden desviar la mirada, fijarla con dureza, o bloquear los
flujos respiratorios para desvanecer la emoción.
El trabajo de este momento representa una comunicación de senti-
mientos a un nivel más profundo que el verbal, por lo que pueden ponerse en
juego fuertes resistencias. Por ejemplo, en forma de pensamientos del tipo: “si
me expongo a la mirada del grupo y muestro mis emociones, me voy a sentir
desnudo y sin máscaras que me protejan”.
Hemos percibido que algunos de los trabajos que son realizados en
las sesiones individuales de psicoterapia corporal bioenergética con relativa
facilidad, en grupo son experimentados con extrema dificultad.
Si podemos mirar en profundidad a los ojos de la persona observaremos
sus temores, su dolor, su tristeza, su bronca, su armonía, su placer; cada uno
de sus sentimientos. Pero algunos de ellos son afectos que no se quieren
mostrar o exponer en grupo. En ese pacto tácito, ocultar nuestras debilida-
des a los demás y a nosotros mismos, nos aseguramos cortésmente de no
traspasar las máscaras de los demás y así nuestra mirada se mecaniza y se
vacía de expresión y sentimiento. Probablemente tengamos miedo a que si
tomamos en cuenta nuestro cuerpo se expondrán nuestras debilidades, se
revelarán nuestras tristezas y se ventilará nuestra ira. Esto quizás sea ver-
dad, pero al mismo tiempo que logramos que una emoción profunda pueda
llegar a la superficie, destruimos también una máscara.
Por ejemplo, si constantemente nos han enseñado que tenemos que
ser “buenos muchachos”, obedientes y siempre disponibles a la voluntad
de las autoridades, nos resultará muy difícil decirle “no” a un compañero,
expresando agresividad con nuestra mirada. Si fuimos excesivamente frus-
trados y/o rigurosamente culpabilizados en relación a nuestras demandas
afectivo-sexuales, nos resultará muy difícil mirar con los ojos abiertos a un
compañero, por miedo a que se expresen nuestras necesidades y nuestra
disponibilidad afectiva.
Tanto el trabajo con un psicoterapeuta como el trabajo en grupo, ayuda
a confrontar esos temores desconocidos (miedo al desamparo, al rechazo,
a la imperfección, al abandono, a la tristeza, a la rabia y al pánico reprimi-
dos, a nuestra sexualidad y a la del otro), aprendiendo que ellos no son tan
amenazadores como parecen.

­– 84 –
El trabajo con la mirada en grupos nos permite abordar, emocional y
energéticamente, el miedo a entrar en la esfera emotiva y energética del
otro.
Una de las técnicas que hemos creado para trabajar combinadamente
el segmento ocular con otros segmentos es la siguiente: le proponemos al
grupo un trabajo en parejas durante aproximadamente 20 minutos, en donde
un compañero permanece parado mirando hacia abajo al otro compañero
que, a su vez, estará sentado en el piso mirando hacia arriba, haciendo
contacto ocular con su pareja.

Esta postura arquetípica pone en juego la mirada disciplinaria (el


examen, la vigilancia jerárquica, el control sobre los demás y sobre uno
mismo), y la experiencia de mirar desde una perspectiva de poder y de do-
minio o de subordinación jerárquica. Reconstruye analógicamente los años
de nuestra vida durante los cuales hemos mirado hacia arriba (en nuestra
niñez) y los vínculos en los cuales miramos en la actualidad hacia abajo y
hacia arriba (en forma real, simbólica e imaginaria). Nos permite trabajar
analítica y corporalmente cómo se inscribieron las relaciones de autoridad
en nuestro cuerpo, pudiendo experimentar en forma sensible el proceso de
acorazamiento de los tres primeros anillos de la coraza muscular (ocular, oral
y cervical). Pudiendo además tomar contacto y desbloquear las emociones
secuestradas en relación a los puntos fijos de jerarquía, de dominación y/o
subordinación, referidas a nuestra relación con la autoridad (las parentales y
las transferidas posteriormente a todas las autoridades).
Si bien los afectos que se resignifican con este ejercicio pueden ser
muy fuertes, los mismos no necesariamente pueden estar ligados a una
transferencia personológica y familiarista: las formas de mirarse entre pa-
dres e hijos, entre hermanos mayores y hermanos menores. Pueden ser

– 85 –
además, reflejo de trazos caracteriales emergentes de situaciones con un
claro contenido político-social, pudiendo estar dando cuenta, por ejemplo, de
un problema de distancias: ¿cómo soportar la ambivalencia entre el dominio
jerárquico y la subordinación?
Luego de este trabajo, en donde alternativamente miramos durante
10 minutos hacia arriba y hacia abajo, y buscamos flexibilizar las matrices
perceptivas fijas que funcionan directa o indirectamente, profunda o super-
ficialmente, conteniendo, controlando y perpetuando las emociones de la
situación original de conflicto con la autoridad, buscamos crear otra forma
singular de mirar, desterritorializando a la mirada de las lógicas jerárquicas
y autoritarias.
Clínicamente hemos encontrado una fuerte conexión entre el primer y
el cuarto anillo de la coraza (segmentos ocular y torácico).
En un plano más superficial, más que para ver y percibir, los ojos
sirven para orientarnos, para seleccionar, decidir y organizar los movimien-
tos del cuerpo en el espacio próximo (por ejemplo, de las manos cuando
trabajan).
En un plano más profundo, los ojos son órganos de contacto emo-
cional, y están conectados sensiblemente en forma muy intensa a nuestro
corazón.
Desde la perspectiva bioenergética hemos visto muy importante integrar
el trabajo con los ojos con el trabajo con las manos. En ellos se condensan
represiones y censuras que son expresiones de nuestro miedo profundo a
hacer contacto con otros: el miedo a mirar y a tocar, el miedo a ser mirados
y a ser tocados. Estos miedos se van produciendo como expresión de la
socialización y se van inscribiendo en estos dos segmentos de la coraza.
Por ejemplo, el miedo a mirar al otro a los ojos y a hablarle desde nuestro
corazón, el miedo a transmitir al otro la emoción del momento a través de
un abrazo o de una caricia.

Los laboratorios clínicos sobre mirada son los primeros que incluimos
en la psicoterapia grupal y en la formación. Dichos laboratorios permiten

­– 86 –
trabajar en grupo la prohibición social inconciente de mirar y de tocar a otros,
y en un nivel profundo, la dificultad de establecer contacto con uno mismo
y con los otros.
Como decía anteriormente, sabemos que en el comienzo del trabajo
grupal, probablemente nos vamos a encontrar con estructuras cerradas,
acorazadas por el miedo de ver el propio cuerpo y el de los otros, por la
incapacidad de establecer contacto con las emociones y de expresarlas; en
definitiva cuerpos acorazados con miedo de transmitir y de recibir.
En el Análisis Bioenergético Reichiano creemos conveniente que los
pacientes y los formandos pasen por la experiencia de trabajo en grupos y
puedan trabajar intensamente su forma de mirar. Como lo afirma el psicote-
rapeuta reichiano Dr. Piero Borrelli:

“Sólo cuando el sujeto haya unificado realmente los momen-


tos de crecimiento en el grupo y en la vida cotidiana, sólo entonces,
podemos estar suficientemente seguros de que para el sujeto se
ha iniciado la fase final de la psicoterapia: cuando él sepa mirar
y esté dispuesto a ser mirado; sólo cuando sepa acariciar y sea
capaz de abandonarse a la caricia; sólo cuando sepa aceptar y
comprender las emociones de los otros y esté dispuesto a aban-
donarse a las propias, sólo entonces el proceso de “curación”
habrá llegado a su fase final; en otras palabras, sólo cuando haya
aprendido a tener la disponibilidad al contacto, podemos sostener
que el sujeto, humanizado, podrá reinsertarse en el mundo que
rechazaba y del cual se sentía rechazado” 43.

43 Piero Borrelli, “Apuntes sobre la vegetoterapia de grupo”; Revista “Energía, Carácter


y Sociedad”, vol. 1, nro. 1 (Valencia, 1983).

– 87 –
­– 88 –
1.4
El toque bioenergético
y el masaje psicoterapéutico
en el setting reichiano1

Toucher ou ne pas toucher?


Una de las primeras preguntas que podemos hacernos al trabajar en
clínica es, si en una situación analítica se puede tocar o no al paciente.
Las escuelas que pretenden permanecer fieles a S. Freud responden
a esta interrogante negativamente.
Tanto W. Reich, S. Ferenczi como D. Winnicott, dentro del psicoaná-
lisis, han marcado direcciones contrarias al principio técnico de no tocar al
paciente.
En su práctica pre-psicoanalítica, como muchos de los neuropsiquia-
tras de su época, Freud utilizaba terapias físicas, entre ellas sistemas de
faradización, de hidroterapia, etc. En Estudios sobre la Histeria en el caso de
Emmy Von N., Freud describe la prescripción a su paciente de baños tibios
y masaje en el cuerpo dos veces por día, siendo él mismo quien realizaba
los masajes, trabajando además con sesiones diarias de hipnosis.
La cura por la palabra (talking cure) siguió históricamente el desplaza-
miento de la hipnosis (siendo 1896 el año en que Freud deja de practicarla),
aunque aun no abandonaría definitivamente ni la sugestión ni el toque, ya
que poniendo la mano sobre la frente de sus pacientes, les anunciaba que
cuando él las retirara, las imágenes olvidadas resurgirían.
Luego de sus debates con Ferenczi, a propósito de los métodos activos
del psicoanalista húngaro, Freud va a presentar la regla de no tocar, teniendo
como objetivo central evitar la erotización de la relación psicoterapéutica, su
posible “pasaje al acto”, su “descarga pulsional” o su eventual “tentativa
de seducción”. La renuncia al toque se volverá así una regla, que luego se
transformará en prohibición y posteriormente en tabú: una prohibición ritual
absoluta.
Desde hace tiempo que los psicoterapeutas corporales, y en particular
los reichianos, se han liberado del tabú que sobrecodificaba a los psicoa-
nalistas, de establecer cualquier contacto físico cálido, inclusive la mirada,

1 Desgrabación y ficha complementaria del módulo de masaje del curso de Clínica


Bioenergética y Clínica Reichiana –especialización en Análisis Bioenergético
Reichiano– (TEAB, 2003).

– 89 –
con las personas que trataban de ayudar. Tal como lo señala el analista
reichiano Gerard Guasch las leyes del psicoanálisis, al igual que las de la
iglesia, deberían ser válidas sólo para sí mismo a disgusto de las apetencias
hegemónicas del uno o de la otra2.

Nuestra Didacta la Dra. Reolina Cardoso recibió su formación reichiana


en el Instituto Wilhelm Reich de México formándose con los Dres. Gerard
Guasch y Blanca Rosa Arnove. Blanca fue quien primero desarrolló una
técnica que se llamó masaje reichiano en los inicios de los años 70. Fue por
esa época que el fundador y director del Instituto Wilhelm Reich de México, el
psiquiatra, orgonoterapeuta y militante libertario Rafael Estrada Villa, observa-
ba que algunos pacientes, a pesar de todo esfuerzo clínico, no presentaban
mejoras en sus procesos analíticos. Lo que le llamaba la atención a Rafael
era el grado de rigidez muscular de estos pacientes que imposibilitaba la
recuperación de la motilidad vegetativa en sus cuerpos3. Decidió, entonces,
investigar lo que sucedería con los procesos psicoterapéuticos de estos pa-
cientes si ellos fuesen sometidos a un procedimiento sistemático de masaje
para intentar aflojar los haces musculares de la coraza. Combinó con Blanca
Arnove para realizar un trabajo conjunto, en donde él continuaría siendo el
orgonoterapeuta trabajando la dinámica procesual de los pacientes y ella
haría un trabajo de desbloqueo muscular sin intervención en la dinámica
transferencial. Las intervenciones eran hechas siguiendo la dirección céfalo-
caudal en los siete segmentos de la coraza muscular, tomando en cuenta
además la estructura caracterial del paciente y partiendo de la resistencia
más superficial. Lo que pasó a observarse es que una cantidad significativa
de recuerdos, cargados de afectos y sensaciones, muchos de ellos rela-
cionados a los conflictos infantiles se movilizaban con el masaje realizado por
Blanca, llevando material de trabajo al proceso psicoterapéutico con Rafael,
antes estancado. Durante bastante tiempo el trabajo fue realizado de esta
manera complementaria. Aunque con el correr del tiempo un nuevo problema
surgió: la transferencia con el “psicoterapeuta principal” se fue diluyendo,
pasando a cargarse la transferencia con la co-psicoterapeuta, sin que el
trabajo en esa dinámica pudiera ser realizado, ya que no estaba establecido
en el contrato psicoterapéutico preliminar. La corrección de ese problema
se dio posteriormente introduciendo el masaje dentro de la clínica reichiana.
De esta manera, el masaje junto a las demás técnicas neo y post reichianas
pasó a ser un instrumento más de la psicoterapia bioenergética4.

2 Gerard Guasch: “Quand le corps parle... Introduction á l’analyse reichienne”; (Sully


Editions, Francia, 1998).
3 En esa época los pacientes eran predominantemente más rígidos (compulsivos, fálicos
e histéricos).
4 Denise Dessaune de Almeida: “Guia de terapias corporais”; (Summus, Brasil, 1997).

­– 90 –
EL USO DEL TOQUE DESDE UNA PERSPECTIVA
BIOENERGÉTICA
En la clínica bioenergética no dejamos a los pacientes con su miedo al
cuerpo y al contacto (cuerpo no habitado). A diferencia de los psicoanalistas
que sólo trabajan el cuerpo como representación o contenido ideacional
(cuerpo imaginario y/o simbólico), en psicoterapia corporal trabajamos con
el “cuerpo real” de los pacientes como vía de acceso al inconciente, abor-
dando desde el sistema nervioso neurovegetativo los principales bloqueos
afectivos-musculares (cuerpo habitado).
En términos generales podríamos decir que a través del toque bio-
energético y del masaje psicoterapéutico en el setting reichiano se busca
diagnosticar y restaurar la pérdida o la disminución de la capacidad de auto-
regulación vegetativa del organismo a través de la liberación de la energía
vital y del potencial creativo.
Particularmente tengo necesidad de usar mis manos en el trabajo
psicoterapéutico. El trabajo con las manos me parece hasta hoy el remedio
más natural en cualquier forma de psicoterapia. El tocar implica un tipo de
relación y de vínculo. Por un lado, una forma de conocer al otro, escuchar
sus tensiones y bloqueos, sus pulsaciones y vibraciones, sensibilizar su
cuerpo y estimularlo. Por otro lado, una forma de poner mi cuerpo (pulsional,
amorosa, transferencialmente).
Una mano puede devenir diversas cualidades: ser testigo, intermedia-
ria, puede producir dolor, puede descargarlo, puede ser atravesada por el
dolor, puede aliviarlo.
Al tocar soy tocado.
Pero antes de tocar a un paciente tenemos que tener claro una premisa
ética: tocar a un paciente en psicoterapia no es una panacea.
¿Por qué? Porque el paciente “carga” y trae su historia en su encuentro
con el psicoterapeuta. Cuando tocamos a un paciente estamos reactualizando
su historia, por lo tanto pueden revivirse sentimientos reprimidos. Al igual que
puede desinhibirse placer y deseo, puede también desbloquearse rabia, dolor
y desesperación. Estos sentimientos pueden venir a la conciencia, con sen-
saciones e imágenes marcadas por un tipo de contacto anterior deprivador,
abusivo, descuidado, manipulativo, y/o seductor. A través de un vínculo de
confianza estamos dándole un reconocimiento y un espacio al sufrimiento
del paciente, de manera que pueda así tomar contacto con su dolor, con sus
miedos y fragilidades, en el reconocimiento de su propia existencia.
Cuando se toca a un paciente se está trayendo una carga adicional en
el sistema energético de la persona, estimulándose una particular respuesta
en su cuerpo, que por otra parte, puede estar altamente defendido y no
queriendo reabrirse para no volver a sentir el dolor original de una traición
a su amor, por ejemplo.

– 91 –
Esas defensas que el paciente creó durante tantos años implican un
delicado equilibrio que desarrolló para sobrevivir, por lo cual tanto el paciente
como el psicoterapeuta necesitan preguntarse si están prontos para lo que
pueda emerger del toque.
El toque adiciona calor a un área contracturada, pero al mismo tiempo
que puede ayudar a devolver vitalidad en una zona congelada, puede revivir
mucho dolor emocional. Al cambiar el equilibrio energético en el cuerpo se lo
devuelve a la rabia, la pena, el amor y el miedo que habían sido acorazados
y anudados.
La expresión de estos u otros sentimientos reprimidos adquiere una
cualidad regresiva. Es que no estamos haciendo otra cosa que pedirle al niño
interno del paciente que se ajuste al mundo adulto5. Pero en ese movimiento
muchas veces se reviven esperanzas que no pueden ser satisfechas. Por
lo tanto es muy importante saber cuándo y cómo tocar (y, eventualmente,
no tocar)6.

INTENCIÓN Y TOQUE
Uno de los peligros que se corre en un contexto transferencial, es
que el paciente puede interpretar de una manera completamente distinta al
psicoterapeuta el toque realizado por éste.
Este es otro problema que puede surgir en el setting psicoterapéutico:
la intención del toque tiende a ser conciente en el psicoterapeuta pero un
porcentaje se escapa y carga también su inconciente, afectando el cuerpo
del paciente. Por otra parte el paciente también emite señales inconcientes
que resuenan emocional, orgánica y energéticamente en el cuerpo del
psicoterapeuta.
Ninguna de las partes es neutra en un proceso psicoterapéutico, el
inconciente siempre “salpica” los cuerpos. Este “diálogo de inconcientes”
puede ser una fuente de riqueza inmensa o una fuente de acorazamiento,
en gran medida en función de la capacidad de análisis de la implicación y de
la transferencia, y del discernimiento de la contratransferencia por parte del
psicoterapeuta. Es importante además en el proceso de formación y entrena-
miento de los futuros analistas bioenergéticos reichianos que los formandos
puedan pensar las cristalizaciones de su forma de tocar en relación a sus
principales rasgos caracteriales.

5 Si en algún nivel se vuelve hacia el pasado este movimiento se realiza para avanzar
hacia el futuro. Sabemos que no se puede cambiar el pasado, pero se puede cambiar
la percepción de la experiencia del pasado, trayendo a la conciencia una mirada desde
otro lugar (nuevo sentido), para poder hacer desde el presente otra opción distinta a la
repetición.
6 Luis Gonçalvez: “Arqueología del cuerpo”, Cap. “La ética del toque en el trabajo psi-
coterapéutico: resonancia e interferencia”; (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999).

­– 92 –
Por ejemplo: en la formación de la primera generación del TEAB mu-
chas veces hemos quedado impresionados al ver cuan difícil es hacer a
un psicoterapeuta cambiar su forma de tocar, al quedar fijado en un mismo
tipo de toque (la mayoría de las veces en conexión con uno de los trazos
caracteriales predominantes del psicoterapeuta). Hay veces que el gesto y la
acción permanecen mecánicas, como si la intención fuese independiente de
la necesidad profunda del paciente, realizándose un toque vitalizante que pa-
reciera querer transmitir un mensaje del tipo “sea fuerte, permanezca de pie”,
con personas que necesitarían un tipo opuesto de toque. O por el contrario
el psicoterapeuta no puede salir de un toque sensitivo, lento que sumerge al
paciente y a él mismo en una regresión energética de tipo fusional.
Por eso a la hora de tocar a un paciente debemos haber ejercitado
otra herramienta de la clínica bioenergética que es la lectura corporal. Es
necesario que al momento del toque podamos leer la gramática expresiva,
la anatomía emocional del paciente (S. Keleman).
En cada interacción psicoterapéutica las señales del contacto del pa-
ciente van a ser el modo principal de indicar si lo que está sucediendo está
aumentando su pulsación, su expansión y su auto-regulación organísmica
o, por el contrario, su bloqueo, su contracción y su sistema de defensa.
Por ejemplo: debemos prestar especial atención a las afirmaciones
verbales de alivio (placer) o incomodidad (displacer), al contacto ocular, a
los cambios en la respiración, a los cambios de temperatura en los puntos
de contacto (rostro, manos y pies), a los cambios en el tono muscular, a los
sonidos del psicoperistaltismo (G. Boyesen), etc.
No está de más explicitar que cuando un psicoterapeuta siente que
sus sentimientos personales pueden interferir en la relación transferencial,
es preferible no tocar al analizando.
Por ejemplo: cualquier insinuación sexual es una traición a la confianza
depositada en la relación psicoterapéutica y puede someter al analizando
a un trauma similar al que pueda haber experimentado en su niñez. Por lo
tanto todo toque debe ser un apoyo psicoterapéutico, estar libre de todo
interés personal y no tener ninguna connotación sexual.

TOQUE Y TRANSFERENCIA
Axioma clínico 1: el toque como herramienta a utilizar en la clínica
bioenergética siempre tiene que ser pensado y entendido en el contexto
de la transferencia.
Con el tacto podemos estar reproduciendo la matriz de la primera
relación transferencial. Al reactualizar los contactos pre-verbales (con la
figura materna) ponemos en juego la primera identificación vegetativa que
realizamos desde infantes: la transferencia orgánica.
Por ello creo que el psicoterapeuta debe conocer exhaustivamente la
historia del paciente, de manera de poder conectarse responsablemente con

– 93 –
los afectos emergentes del toque, desarrollando además una congruencia
entre el tipo de toque y el sentimiento que se está transmitiendo a través
de él.

TOQUE Y RESONANCIA
Axioma clínico 2: si bien el toque en el proceso psicoterapéutico
tiene que ser pensado y entendido en el contexto transferencial, la efec-
tuación y la realización del toque tiene que poder trascender el sentido
de la transferencia personológica y poder generar un nuevo padrón
resonante, en oposición a los padrones de disonancia traumáticos
que pueden haber quedado registrados en las células del organismo
(coraza tisular).
En la clínica bioenergética nos movemos desde la transferencia, pero
buscando salir de ella. El psicoterapeuta corporal bioenergético puede ser
ante todo un padre, una madre, un maestro o un amigo sustituto que ayude
al paciente a completar satisfactoriamente las etapas importantes de su de-
sarrollo: en el útero, en la infancia, en la adolescencia y en la edad madura.
En este restablecimiento de vínculos esperanzadores y amorosos (bonding),
el psicoterapeuta no refuerza los traumas del paciente con reacciones pa-
recidas a las mismas de sus padres sino que, por el contrario, trata de darle
lo que ellos no le dieron.
Transponer la transferencia lleva así a otro padrón: la resonancia. Y la
resonancia implica la recuperación del cuerpo y del presente.
Es necesario considerar además, que la transferencia más importante
que manejamos en el trabajo psicocorporal está relacionada a la identifica-
ción vegetativa (W. Reich). La misma no es otra cosa que la transferencia
orgánica que se da en los primeros meses de vida, que es esencialmente
energética, vibratoria, emocional, somática y preverbal. Y que marca prima-
riamente nuestra estructura caracterial, nuestra forma de acorazamiento y
nuestra potencia orgástica (W. Reich). Más allá de la intervención verbal entre
el psicoterapeuta y el paciente, el contacto biofísico y emocional que se da
en el vínculo psicocorporal entre los mismos, nos remueve directamente a
la transferencia orgánica.
¿Cómo utilizar el cuerpo, psicoterapéuticamente, para generar
nuevos patrones de resonancia?
En el ejercicio psicoterapéutico nuestro cuerpo va a ser una herramienta
en dos sentidos. Por un lado, es el lugar primordial para compartir profundas
emociones de un modo cálido y humano. Y por otro, su extensión en el entre
medio vincular permite desarrollar una dinámica y una interacción cuerpo a
cuerpo, que posibilita al paciente aprender nuevos patrones de desarrollo y
explorar nuevos senderos de movimiento.
En un toque desde un patrón de resonancia la totalidad de nuestros
sentidos está en juego. La mirada es de contacto, el psicoterapeuta es sensi-

­– 94 –
ble a su propio tono muscular y al tono muscular del paciente, la respiración
está centrada y cumple con su función emocional natural. El contacto con
su ritmo interno es fundamental para desarrollar una experiencia de soporte
y de sostén, y para respetar el ritmo interno del paciente.
A través de un toque con resonancia (cálido y lleno de afecto), el niño en
nosotros aprende a integrar y a confiar en sus sentimientos. Probablemente
fue la ausencia de un toque sensible o el abuso en el toque (mecánico, frío,
sofocante, sobreestimulante) lo que creó nuestro dolor y nos forzó a desa-
rrollar nuestras estructuras defensivas. Es con la esperanza de liberarnos
del dolor, descongelar nuestros corazones y recuperar nuestra vitalidad que
nos hemos arriesgado (como terapeutas, como pacientes) a tocar y a ser
tocados nuevamente. Porque sabemos que vivir sin un contacto profundo
es como vivir en el desierto o en el infierno.
En este sentido la clínica bioenergética posee una capacidad psico-
terapéutica para recuperar el cuerpo, su capacidad natural de amar, y su
deseo de tocar y de ser tocado.
La resonancia, aquella identificación vegetativa, que permite sentir en
el propio cuerpo del psicoterapeuta la sensación de lucha del paciente, sus
tensiones sutiles, sus estados emocionales, su ritmo y su calidad de pulsa-
ción, es la principal herramienta que debemos aprender a desarrollar como
psicoterapeutas. Para ello es necesario estar en contacto con nuestro ritmo
interno, porque tocar a un paciente supone más que una técnica, ya que a
veces la técnica invalida el espíritu que se quiere transmitir7.

TOQUE Y MASAJE
En un proceso psicoterapéutico bioenergético distinguimos el toque del
masaje como dos herramientas nocionales e instrumentales distintas.
El masaje es aquella técnica esquematizada, por lo general fácilmente
reproducible, centrada en el cuerpo físico. El toque está siempre presente
en el masaje, aunque es más difícil de ser captado objetivamente, y toma
en cuenta los aspectos psicológicos del paciente en su relación con el psi-
coterapeuta.

OBJETIVOS Psicoterapéuticos DEL TOQUE Y DEL


MASAJE EN LA CLÍNICA BIOENERGÉTICA
Tocar, más que una modalidad física de sensación, significa emocionar,
poner en movimiento. Tocamos con nuestra mirada, tocamos con nuestra voz
y tocamos con nuestras manos y nuestro cuerpo. El toque es un elemento
muy potente que remite a una de las primeras memorias somáticas del ser

7 Luis Gonçalvez: “Arqueología del cuerpo”, Cap. “La ética del toque en el trabajo psi-
coterapéutico: resonancia e interferencia”; (Edcs. TEAB, Montevideo, 1999).

– 95 –
humano, ya que en la vida intrauterina y en los primeros momentos de vida,
el bebé trae gran sensibilidad a través de la piel. A partir del contacto táctil en
el origen de la vida (lenguaje no verbal) es que se establece la comunicación
entre la madre y el bebé. De esta forma, al tocar el cuerpo de una persona
estamos tocando su historia de vida, como unidad psicosomática.

En nuestro proceso de formación en clínica bioenergética la ética del


toque adquiere un lugar central en la medida en que se comienzan a tomar
en cuenta las sutilezas, las dificultades, los riesgos y los beneficios del arte
psicoterapéutico de tocar.
¿Cómo desarrollar el lenguaje expresivo y emocional de nuestras
manos considerando, a su vez, toda la delicadeza que necesita el res-
peto del otro y de uno mismo?
Así como existen distintos grados de sensibilidad existen diferentes
formas de poner el cuerpo y diferentes formas de tocar.
En la clínica bioenergética podemos utilizar el toque y el masaje con
varios objetivos psicoterapéuticos. Es importante saber que la mano que
“intuitivamente colocamos en el lugar adecuado” instala un discurso. La
intensidad del toque, la velocidad del ritmo, no es casual. Responde a una
sistematización del pensamiento psicocorporal.
Actualmente en el trabajo bioenergético y reichiano utilizamos oportu-
namente el toque como elemento de auto-conocimiento, como herramienta
diagnóstica, como recurso técnico de manipulación para ablandar rigideces
corporales en estructuras duras, como recurso estructurante en el proceso
de construcción de bordes y de localización de límites en estructuras blandas
y débiles, y como forma de reparación en estructuras carenciadas.

AUTO-CONOCIMIENTO:
Parafraseando a Reolina Cardoso podríamos decir que el masaje psico-
terapéutico es uno de los principales caminos al auto-conocimiento y una de
las principales vías de (auto) contacto. A través del masaje psicoterapéutico
se puede llevar al paciente a un contacto más directo consigo mismo, profun-
dizando su flujo bioenergético y su bienestar psicofísico.
En la naturaleza, el contacto entre los distintos seres existe desde un
comienzo. Ya sea en la relación entre el bebé y su madre o entre los animales,
el contacto táctil es algo privilegiado sin lo que no se puede vivir. Fuentes
de placer, de alivio del dolor, del estrés, de la angustia y de la ansiedad, los
toques de los primeros momentos de vida nos abren a diversas sensaciones
que estimulan las funciones corporales sensitivas, respiratorias, digestivas,
siendo fundamentales y vitalmente necesarios para la sobrevivencia física
del organismo. Una estimulación táctil adecuada durante la infancia es de
importancia fundamental para el posterior desarrollo saludable del compor-

­– 96 –
tamiento de la persona8. Nuestra propia sensibilidad se desarrolla a través
del toque y del contacto que nuestra madre (o su sustituto) nos brinda en los
primeros momentos de nuestro desarrollo evolutivo. Sabemos lo que produ-
ce la falta de un buen contacto en la infancia: estados de hipersensibilidad,
ansiedad, fobias, aislamiento, disociaciones.
La dolorosa privación de experiencias sensoriales significativas que
vivimos en una sociedad hiper-tecnologizada no hace otra cosa que produ-
cir cuerpos anestesiados. La capacidad del hombre moderno occidental de
relacionarse con sus semejantes a través del contacto está muchas veces
atrasada en relación a la capacidad que se tiene de relacionarse con los
bienes de consumo.
A nivel reichiano sabemos que las pequeñas o mayores frustraciones
de la vida cotidiana se terminan expresando a través de tensiones muscu-
lares más o menos crónicas. El masaje es una de las vías de las técnicas
corporales para avivarnos de la anestesia, para despertar las sensaciones
dormidas y estimular aquellas zonas del cuerpo que registramos adormecidas
o doloridas. El dolor desde el punto de vista bioenergético es un indicador
de estasis, de bloqueo energético, es un aviso sobre puntos con exceso
de tensión, o de órganos que no están funcionando adecuadamente (con
disturbios en la pulsación organísmica), puede ser un analizador de la falta
de descanso, de un aumento de estrés, o de la pérdida de nuestro ritmo
natural. Ante cualquier tipo de sensación de displacer o de dolor corporal
nos surge como algo natural el masajear la zona afectada para producirnos
alivio. El masaje es ese espacio donde podemos permitirnos un diálogo de
auto-conocimiento, detenernos a escuchar nuestro propio cuerpo, entrar en
un contacto más profundo, registrar lo que necesitamos. A veces el proceso
comienza por atender zonas doloridas, atravesando momentos de molestia
y dolor, que permiten a los músculos tensionados crónicamente, abrirse y
aflojarse en la medida de sus posibilidades, para posteriormente alcanzar
mayores estados de relajación y placer. Otras veces el dolor está anestesiado
en la coraza, adormecido en las tensiones musculares crónicas, limitando la
conciencia sobre el propio cuerpo. El comienzo del descongelamiento hay
veces que despierta considerables instancias dolorosas, tal cual si un dedo
congelado comenzara a descongelarse. En la medida en que la persona
vaya despertando corporalmente y saliendo de esa situación de anestesia,
se irá estableciendo un proceso de mayor apertura hacia el placer. En algu-
nos momentos del proceso, junto al descongelamiento energético pueden
aparecer sensaciones dolorosas. El Analista Bioenergético Reichiano siempre
alienta al paciente a que exprese su dolor a través de la emisión de algún
sonido. Detrás del dolor siempre podemos encontrar posteriormente placer.

8 Ashley Montagu: “Tocar. O significado humano da pele”; (Ed. Summus, San Pablo,
1988).

– 97 –
Al desbloquear la energía ligada (instituida en la coraza), la misma deja de
estar al servicio del acorazamiento y se transforma en energía libre (con
una fuerza instituyente y creativa potencial), pudiendo adquirirse así nuevas
pautas de movimiento y de expresión.

DIAGNÓSTICO:
En el setting reichiano se invita al paciente a que se ponga en posición
supina, y extendiéndose sobre la manta orgonótica o directamente sobre el
diván, se le consigna que respire profundamente por la boca, entregándose
al impulso interior. Se disminuye la iluminación y se le pide al paciente que
deje llegar libremente las imágenes. Profundizando con cuidado la respiración
se le sugiere que se concentre sobre su propio cuerpo y que siga sensitiva
y mentalmente las alternancias de tensión y de relajación, invitándolo a la
libre asociación de imágenes, ideas y de pensamientos.
Por medio del contacto físico (esencialmente toques en forma de
presiones controladas) se puede realizar un diagnóstico estructural de los
segmentos acorazados o del déficit de acorazamiento en los cuerpos de los
pacientes. En términos estructurales, el masaje como herramienta diagnósti-
ca, nos sirve para discriminar los bloqueos (primitivos, primarios y secunda-
rios) y las tensiones (actuales y crónicas), para realizar una lectura del tono
muscular (hipertono, hipotono), de la vitalidad de la piel y de los tejidos, de
la presencia o ausencia de generación de calor, del tipo de energía, etc9.
En cada uno de los siete segmentos de la coraza existen zonas, que
la experiencia clínica ha demostrado que son puntos de acumulación de
tensiones, de fijación libidinal y de estasis energética. Pongamos algunos
ejemplos:

Segmento ocular: frecuentemente encontramos tensiones o bloqueos


en la musculatura de la base del cráneo y del cráneo en general, en los mús-
culos frontales y temporales, en los músculos alrededor de los ojos, de la
nariz y de los oídos y en los músculos oculo-motores. La región occipital es
una zona de mucha contracción e incluye los músculos sub-occipitales y las
inserciones superiores a algunos músculos cervicales como el semiespinal
y el esplenio de la cabeza. El alivio de estas tensiones de los músculos pos-
teriores del primer segmento promueve un flujo de sensaciones en dirección
al globo ocular y al rostro. En pacientes con trastorno de pánico, trastornos
conversivos, trastornos disociativos la zona detrás de la nuca es un lugar

9 Para una aproximación metodológica al toque y al masaje reichiano como diagnóstico


en las primeras entrevistas, sugiero se vean los videos “La Psicoterapia Breve Carac-
teroanalítica (P.B.C.). Una aportación a la clínica post-reichiana” y “La Vegetoterapia
Caracteroanalítica Postreichiana” de Xavier Serrano Hortelano (Publicaciones Orgón
de la Escuela Española de Psicoterapia Reichiana; Valencia, 1996).

­– 98 –
de mucha tensión (asociada generalmente al miedo a perder el control, des-
mayarse, enloquecer, etc.). En la región frontal encontramos tensiones en
grupos de músculos (corrugador, frontal, oblicuo superior, orbicular, elevador,
etc.) que pueden estar asociados a expresiones congeladas de esfuerzos
de concentración, a sentimientos de aversión y desagrado, al esfuerzo por
manterner controlados sentimientos de tristeza, de confusión, inseguridad,
etc. Por lo general estos puntos son muy sensibles al toque. También encon-
tramos puntos de tensión y dificultades de movimiento ocular, la mayoría de
las veces asociados a ansiedades generadas por el contacto ocular (miedo
al contacto), con contenidos edípicos subyacentes, con contenidos asocia-
dos a carencias afectivas, ambivalencia y miedo a la pérdida y al abandono
pre-edípicas, con contenidos conflictivos entre deseo sexual y miedo a la
punición, entre rabia reprimida y sentimientos de culpa, etc.
Segmento oral: tenemos la musculatura alrededor de la región
témporo-mandibular, los músculos maseteros, la mandíbula, la lengua, los
labios. En esta zona encontramos gran tensión relacionada a contenidos de
rabia oral reprimida y a una creciente tendencia al bruxismo.
Segmento cervical: incluye los músculos del cuello y de la garganta.
En esta zona es muy visible el acorazamiento del trapecio y del esterno-
cleidomastoideo. En una zona donde se concentra mucho estrés muscular,
dando lugar a rigideces dolorosas y limitaciones del movimiento (por ejemplo
tortícolis). En esta zona encontramos contenidos emocionales asociados a
la represión del grito y del llanto, al miedo a ser atacado (por ejemplo es-
trangulado o ahogado). La movilización muscular en este segmento puede
producir reflejo de vómito, tos, alteraciones en el tono de la voz, etc.
Segmento torácico: encontramos tensiones en los músculos pectora-
les, en la cintura escapular, en los músculos alrededor de los omóplatos, en
los espacios intercostales, deltoides, en los brazos (en el impulso de ir hacia
lo que necesitamos y apartarnos de lo que rechazamos) y en las manos.
Generalmente el desbloqueo muscular de este segmento va acompañado de
un mayor deseo de vivir, pero asimismo puede traer contenidos emocionales
de nostalgia, culpa, tristeza, angustia, agresividad, bronca y anhelo.
Segmento diafragmático: el propio diafragma se acoraza en sus
inserciones en la 10ª, 11ª y 12ª vértebras torácicas. Es un músculo de difí-
cil acceso e intervención directa. Divide al cuerpo en dos regiones (supra
e infra diafragmática). La expresión emocional básica contenida en este
anillo es la de rabia violenta, generalmente expresada secundariamente en
forma de odio y es el centro de la ansiedad en el organismo acorazado. En
el trabajo de arqueología del cuerpo de esta zona encontramos dos tipos
de bloqueos. El más profundo está relacionado al miedo primitivo de origen
neonatal (bloqueo primitivo), asociado a hostilidades reactivas, angustias de
fragmentación y miedo a la pérdida y al abandono. Este bloqueo debe ser
trabajado con mucha prudencia, cuidado y suavidad ya que generalmente
está acoplado al bloqueo de los segmentos pre-genitales, esencialmente el

– 99 –
del segmento ocular. El segundo bloqueo que encontramos está ligado al
miedo al castigo y a la angustia de castración, asociado históricamente a la
hostilidad dirigida a las figuras represoras de la sexualidad. El origen de este
bloqueo lo encontramos en el período edípico (3 a 5 años), reestructurándose
nuevamente en la adolescencia.
Segmento abdominal: los músculos que envuelven la cavidad ab-
dominal, lumbar y las propias visceras. Es un segmento clave en el psico-
peristaltismo: la capacidad de los intestinos de digerir el estrés y la tensión
nerviosa. Al trabajar arqueológicamente con este anillo encontramos:
- miedos neonatales, es un segmento ligado a sentimientos muy
primitivos en donde guarda memorias celulares ligadas al período
intrauterino, y
- miedo a las sensaciones pélvicas, ya que como puente entre el
diafragma y el anillo pélvico funciona como reductor de las sensa-
ciones pélvico-genitales.
Podemos encontrar la musculatura abdominal hipertónica o flácida; la
barriga puede estar insensible o hipersensible, distendida o contraída. Es un
segmento que encontramos muy bloqueado, por ejemplo, en la anorgasmia
femenina y sirve de reservorio para la negatividad (emociones reprimidas)
en las personas con estructura genoide.
Segmento pélvico: la tensión y los bloqueos se concentran aquí pre-
dominantemente en la musculatura sacrolumbar, alrededor de la cinta ilíaca y
en los músculos aductores de los muslos. En el trabajo de la arqueología del
cuerpo es frecuente encontrar en este segmento fuertes tensiones muscula-
res crónicas que afectan a la pelvis y a los miembros inferiores (pies y pier-
nas). Los principales contenidos emocionales están relacionados a angustia
y miedo de castración, sado-masoquismo anal y fálico, ansiedad de caída,
ansiedad pre-orgástica, angustia genital (intolerancia a las sensaciones de
excitación en los genitales), siendo el bloqueo de la rabia y la inhibición del
placer de una intensidad proporcional, aunque también podemos encontrar
“miedo pélvico”, “culpa pélvica” y “desprecio pélvico”.

Estos son algunos de los puntos donde generalmente encontramos


mucha tensión pero no son los únicos. Vamos a ver que, como tendencia,
la mayor tensión se localiza cerca de las inserciones musculares en los
huesos, por eso es muy importante saber regular la intensidad del toque
para poder explorar los puntos de tensión en forma de diálogo con el cuerpo
del paciente.
En el masaje diagnóstico es importante conocer las variaciones mor-
fológicas del cuerpo, para poder apreciar las diferencias de temperatura,
de tono en calidad, en cantidad, en intensidad y para no generar ningún
efecto iatrogénico.

­– 100 –
DESACORAZAMIENTO:
Hay pacientes crónicamente acorazados que literalmente no pueden
sentir lo que pasa internamente en sus cuerpos.
A través de la estimulación cutánea, circulatoria y energética el ma-
saje psicoterapéutico actúa por vía refleja sobre el SNC y sobre el SNA,
sobre la circulación sanguínea y linfática, lo cual permite descontraer los
músculos, descongestionar órganos, irrigar el organismo, drenar y eliminar
toxinas, modificar tejidos y posturas. Como contrapartida de los ejercicios
activos (actings neurovegetativos, posturas de tensión, etc.) en los que se
requiere un nivel de estrés muscular, el masaje psicoterapéutico satisface
la necesidad adulta de ser tocados de un modo placentero sin sobretonos
o connotaciones sexuales, satisfaciendo además profundas necesidades
orales de maternaje, y relajando, al mismo tiempo, tensiones musculares
crónicas. A través de la disolución progresiva de las tensiones musculares
crónicas se puede gradualmente ir abriendo camino para que las experien-
cias, sensaciones, emociones y recuerdos bloqueados puedan emerger de
la profundidad de la coraza somática.
Al realizar intervenciones técnicas en la coraza con toques de des-
acorazamiento hay que saber cuando y cómo utilizarlas, no pueden estar
dejadas al azar, ni estar sometidas al impulso. Debemos ser concientes
que cada persona responde de manera diferente a los toques, y como se
dijo anteriormente, las intervenciones deben estar conectadas a la situación
transferencial del momento psicoterapéutico.
Algunas de las características de los toques de desacorazamiento es
que pueden ser superficiales, intermedios (de pasaje) o profundos. Pueden
ser leves o sostenidos, lentos o rápidos, tiernos o fuertes pero deben ser
movilizadores ya que tienen como objetivo el desbloqueo de la coraza mus-
cular. Entre los toques más usados para el desacorazamiento está el ama-
samiento (por ejemplo, de los trapecios), la presión controlada (por ejemplo,
en el punto opuesto a los centros visuales en los orificios cráneo-occipitales)
y los pellizcos o cosquillas. Estas, por ejemplo, pueden ser utilizadas para
desorganizar un patrón de funcionamiento fálico o compulsivo, o para des-
organizar una estructura de funcionamiento aristocrática de un paciente
pasivo-femenino. En estos casos las intervenciones son cortas, rápidas y
superficiales, y las respuestas emocionales generalmente varían de risas
leves a eclosiones agresivas de desesperación y rabia. Para ablandar la
rigidez torácica de un paciente fálico narcisista (o del tipo “A” cardíaco) el
trabajo tiene que ser más largo, combinando entre una intervención y otra,
toques más o menos profundos. También se puede usar las cosquillas o
los pellizcos en estructuras pre-genitales como un juego leve que aumenta
la capacidad respiratoria, pudiendo generar además un campo caluroso y
un mayor flujo de sensaciones en la piel, lo que resulta también útil en la
construcción del vínculo entre paciente y psicoterapeuta.

– 101 –
Pongamos como ejemplo uno de los masajes que utilizamos para la
intervención en los anillos pre-genitales (segmentos ocular, oral y cervical) de
la coraza muscular, con el paciente en posición de enraizamiento horizontal
(decúbito supino):
ROSTRO: comenzamos trabajando sobre la cara. Dividimos la frente
en tres franjas horizontales. Comenzamos por presionar la primera de ellas,
junto al pelo, trabajando con la yema de los dedos de cada mano. Presio-
namos, levantamos, y corremos los dedos 1 cm. Volvemos a repetir hasta
llegar a la sien con cada mano y terminamos haciendo un círculo sobre ella.
Lo repetimos desde el centro, comenzando en la segunda franja y así en la
tercera, siempre terminando con un pequeño círculo sobre las sienes.
Presionamos con las yemas de los índices el borde óseo de las cuen-
cas de los ojos, desde la nariz a la sien, levantando, deslizando y volviendo a
apretar. Repetimos lo mismo con la parte inferior de la cuenca, comenzando
siempre desde la nariz. Tres veces cada presión.
Presionamos con los pulgares juntos en el triángulo formado por el
comienzo de las cejas y la nariz y los deslizamos alternativamente hasta la
zona de la “corona”. Repetimos la acción durante un minuto.
Presionando fuertemente con la yema de todos los dedos de las manos,
friccionamos vigorosamente el CUERO CABELLUDO, sin deslizar las yemas.
Levantamos y volvemos a presionar a 1 cm. de distancia.
Pasamos ligeramente las yemas de los pulgares sobre los párpados
cerrados (el paciente no puede tener lentes de contacto), comenzando
desde la nariz, deslizándolos hacia los lados. Movimientos lentos, mínimo
de presión.
Presionamos firmemente el borde interior de los pómulos, cruzando
las mejillas hacia las sienes para realizar el círculo final (tres veces). Nos
detenemos sobre los pómulos y giramos la yema de los dedos sobre los
músculos con un movimiento circular.
Presionamos debajo de la nariz, deslizando los dedos por debajo de
las mejillas hacia las sienes y terminamos con el círculo acostumbrado.
Repetimos lo mismo con el espacio ubicado entre la boca y el mentón,
comenzando desde el centro (varias veces). Pellizcamos ligeramente el men-
tón y seguimos hacia arriba pasando frente a las orejas haciendo el círculo
en las sienes. Repetimos lo mismo con el espacio ubicado en la barbilla.
Masajeamos circularmente los maseteros.
OREJAS: Deslizamos las puntas de los dedos en una y otra direc-
ción sobre la parte posterior de las orejas, junto a la cabeza. Pellizcamos
ligeramente entre pulgar e índice, el borde exterior de la oreja y el lóbulo,
comenzando desde el lóbulo hacia arriba. Recorremos con el índice, suave-
mente, las cavidades naturales del interior de la oreja, comenzando desde
la periferia hacia el centro, deteniéndonos al llegar al conducto. Finalmente
le pedimos a quien recibe el masaje que escuche los sonidos del interior de

­– 102 –
su cuerpo, y con mucha lentitud y delicadeza, cerramos los conductos de
sus oídos apoyando las palmas de las manos en forma cóncava sobre sus
orejas, presionando luego firmemente. Al mismo tiempo tapamos sus ojos
con una almohadilla relajante.
CUELLO Y PARTE SUPERIOR DE LA ESPALDA: Antes de comenzar
con el cuello, levantamos la cabeza, pidiéndole a quien recibe que la deje
caer, palpamos la tensión en la base del cráneo, en la región occipital, y
presionamos con los dos dedos medios los “huecos occipitales”, al tiempo
que le pedimos que abra los ojos y los fije en un punto en el techo10. Comple-
mentamos esta acción despejando la frente con la palma de la mano. Luego
colocamos con una mano la cabeza de costado y con la otra masajeamos
toda la superficie del cuello, rotamos la cabeza y repetimos con la otra mano.
Apoyamos la cabeza en el suelo y presionamos con fuerza a ambos lados de
la espina dorsal, hasta donde lleguen nuestras manos; comenzamos desde
la nuca hacia abajo, hasta el borde superior de los omóplatos, deslizándonos
sobre dicho borde hacia los hombros. Para finalizar, pellizcamos ligeramente
los músculos del trapecio superior11.
De la misma manera podemos trabajar con toques y masajes de
desacorazamiento con el resto de los segmentos de la coraza, siguiendo la
lógica céfalo-caudal12.
El masaje reichiano pretende sobrepasar las insuficiencias del masaje
clásico combinando los toques con el uso de la respiración profunda y del
movimiento, haciendo tomar contacto a los pacientes con las emociones
subyacentes a las tensiones musculares crónicas y animándolos a expre-
sarlas por medio de la sonorización (gemir, gruñir, suspirar). Al comienzo de
trata de obtener un feed-back claro de quien recibe el masaje: ¿cuáles son
sus zonas más bloqueadas? ¿En cuáles siente más dolor? ¿Qué zonas no
soporta que le toquen? ¿Se siente libre para sonorizar o sufre en silencio?
¿Respira profundamente o bloquea la respiración?

CONSTRUCCIÓN Y REFORZAMIENTO DE LÍMITES:


Aquí el rol del toque y del masaje pasa a ser un rol estructurante que
tiene como objetivos permitir la localización de límites corporales, tomar

10 La presión controlada sostenida ejercida sobre la zona occipital en el punto opuesto


a los centros visuales en el cerebro (la cual hay que saber regular en el ejercicio psi-
coterapéutico), ejerce un efecto importante en la liberación de los bloqueos visuales.
Puede estimular un flujo de sensibilidad en el cuerpo de la persona, así como producir
una fuerte reacción emocional.
11 Luis Gonçalvez: “Análisis Bioenergético. Devenires corporales de la clínica y de la
pedagogía”; (Edcs. Depto. de Publicaciones CEUP, Montevideo, 1997).
12 Ver “Técnicas reichianas” (páginas: 6-7, 10, 31, 43, 52-53, 95-96, 109-110, 115-116);
Cuaderno de sistematización de técnicas de psicoterapia reichiana de la formación de
la Sociedade Wilhelm Reich RS/BR (Porto Alegre, 1996).

– 103 –
contacto con las sensaciones de campo energético, hacer conciente las fron-
teras cutáneas, tranquilizar la angustia y la ansiedad reforzando la sensación
continente, en las estructuras débiles o blandas, y oficiando de reparación
de los primeros ecosistemas dañados en las estructuras carenciadas.
El toque estructurante (de construcción y de reforzamiento de límites)
debe transmitir confianza, ser respetuoso, discreto y seguro. Por lo tanto,
no debe ser insinuante, insistente o invasivo. Un masaje envolvente, apo-
yando las manos en todos los bordes del cuerpo, puede ayudar a reforzar
o restablecer la sensación de unidad y de continente corporal. Un masaje
suave y afectuoso de la parte alta del tórax, del hueco del estómago o del
abdomen puede inducir a la relajación, dando una sensación de tranquili-
dad y alcanzando un tono de reposo. Un toque suave sobre la zona de la
tiroides ayuda a centrar al organismo en casos de angustia, reforzando la
sensación de self.
En términos generales un trabajo psicoterapéutico a través de un
masaje reparador, puede ser una de las vías para el restablecimiento de la
comunicación táctil primaria insuficiente, permitiendo reconectar en el sujeto
la confianza en sí mismo y en los otros.
Es necesario igualmente cotejar en forma permanente el permiso del
paciente a ser tocado por el psicoterapeuta y la resonancia energética que
el toque produce en su cuerpo13. En algunos casos, el ser tocado en una
zona históricamente bloqueada y congelada puede inducir al paciente a
instalarse en una situación arcaica, regresiva y fusional no deseada en ese
momento del proceso psicoterapéutico, o puede invadirlo y provocar acti-
tudes defensivas (contracción), o puede impedir al paciente elaborar por sí
mismo sus propios límites.
Por ejemplo, en el trabajo con pacientes que han desarrollado defensas
esquizoides el toque se puede centrar en el enraizamiento de la cabeza como
un miembro y centro de expresión, y en el trabajo con la musculatura profun-
da del cuello y la cintura escapular. El psicoterapeuta usa su propio cuerpo
como contenedor auxiliar, sensibilizando al paciente esquizoide para el uso
de sus músculos y sus huesos como recurso de arraigo (enraizamiento en
la columna), buscando balancear la carga a lo largo del cuerpo, edificando
límites y posibilitando el espacio para la expresión del miedo.

Además del rol estructurante, una de las mayores cualidades del masaje
psicoterapéutico y del contacto físico en la relación psicoterapéutica es su
acción reparadora. La misma consiste en que nuestra intervención corporal
ocurre justamente en el lugar en donde la experiencia anterior traumática

13 En Análisis Bioenergético Reichiano el psicoterapeuta siempre solicita el consenti-


miento del paciente para tocar su cuerpo. El permiso se pide en cada momento y en
cada sesión, solicitando explícitamente la autorización para tocar las zonas que van
a ser trabajadas psicoterapéuticamente.

­– 104 –
del paciente puede ser modificada con una intervención psicoterapéutica
“buena”, con una figura psicoterapéutica y un setting reparador. El analista
bioenergético reichiano repara la historia del paciente con su presencia psico-
somática. Algunas veces ésta se expresa verbalmente, otras corporalmente
a través de la resonancia, de la intervención corporal, de la utilización del
toque y del masaje.
El toque puede despejar el camino para la constitución de una relación
psicoterapéutica menos defendida, abriendo un abanico de posibilidades que
la palabra por sí sola no puede desplegar (por ejemplo, el acceso directo
a la transferencia orgánica). El masaje psicoterapéutico trae la posibilidad
de transmitir un mensaje de afecto reparador en los primeros ecosistemas
dañados, pudiendo promover una reparación bastante eficiente, ya que
repite la comunicación que predomina en el primer año de vida: el toque y
el contacto de la piel.
El trabajo corporal y el toque psicoterapéutico ayudan al paciente a
aumentar la capacidad de sentir más su cuerpo (la intensidad de sus senti-
mientos y emociones), pudiendo traer sensaciones desconocidas hasta en-
tonces, regresiones intensas, vivencias de placer y de bienestar innovadoras
que ayudan a fortalecer, integrar y estructurar el yo del paciente.
El contacto físico entre paciente y psicoterapeuta introduce en el setting
psicoterapéutico la posibilidad de la reparación como un eje central de la
clínica bioenergética. Es decir, desde el setting psicoterapéutico reichiano
se le da al paciente la posibilidad de re-experimentar momentos claves de
su desarrollo evolutivo (otrora dañado y herido), para que pueda tener un
nuevo registro (pulsátil, tisular, psicosomático) y pueda desarrollar un nuevo
modo de interactuar consigo mismo y con el mundo externo.
La reparación comienza a ocurrir cuando el psicoterapeuta tiene una
estructura energética consistente: pulsación vigorosa, campo energético
denso, fluido, fuerte y que puede irradiar esas cualidades para acompañar el
proceso del paciente. En esos momentos la psicoterapia corporal se vivencia
llena de vida y de energía, transformando tanto el cuerpo del paciente como
el del psicoterapeuta. Uno de los momentos más interesantes, placenteros y
gratificantes, desde el punto de vista profesional en la clínica bioenergética,
es cuando la apertura de un cuerpo (el del paciente) provoca la apertura del
otro (el del psicoterapeuta, o viceversa), y a partir de allí, la relación psicote-
rapéutica se torna más vital, rica y atrayente. Puede ocurrir un intercambio
(según F. Capra14 una danza de energía) en donde los dinamismos que se
desarrollan a nivel sutil son imprevisibles, abriendo las estructuras para recibir
contenidos inconcientes reparadores sin amenaza estructural.

14 Fritjof Capra: “La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos”;
Anagrama (Barcelona, 1998).

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MASAJES NEO-REICHIANOS
BIODINÁMICA:
El masaje biodinámico fue creado por la Psicóloga y Fisioterapeuta
noruega Gerda Boyesen al ampliar el concepto de coraza muscular de
Wilhelm Reich con el de:
- coraza visceral: se genera cuando los músculos del intestino pierden
su capacidad de respuesta a las presiones externas y la función del
psicoperistaltismo (capacidad natural de los intestinos de digerir,
metabolizar y eliminar el estrés del organismo) pierde su capacidad
de auto-regulación;
- coraza de los tejidos (tisular o epidérmica): inadecuada circulación
de los líquidos del cuerpo que hace que los tejidos no estén total-
mente limpios, la bioenergía no circule libremente vitalizando cada
célula y la función celular está damnificada.
Gerda Boyesen en su intensa actividad clínica en los años 50 le dirige
gran atención a las reacciones intestinales de los pacientes y descubre el
psicoperistaltismo (segunda función de la actividad intestinal) que consiste
en la capacidad de regular y de disolver los productos de la presión y de la
tensión emocional a través de la descarga metabólica. La restauración fun-
cional de la psicoperistalsis desintoxica los tejidos y promueve la liberación
de la tensión muscular y respiratoria. Para ello se coloca un estetoscopio en
la región del ombligo del paciente para que el psicoterapeuta pueda auscultar
las reacciones psicoperistálticas. Al mismo tiempo que realiza un masaje y
da estímulos táctiles afectando directamente al sistema nervioso periférico,
a la piel y a las membranas musculares, se estimula indirectamente los
órganos internos del paciente.
El masaje biodinámico no sigue un curso predeterminado, varía de
acuerdo con las necesidades individuales de cada paciente, pero esencial-
mente trabaja con toques y técnicas especiales de masaje para disolver
las corazas corporales de los músculos, de las vísceras y de los tejidos,
favoreciendo el relajamiento parasimpático del ciclo bioenergético. Usando
el estetoscopio apoyado en el abdomen del paciente, el psicoterapeuta
biodinámico sigue en detalle los ruidos peristálticos durante la realización
del masaje. Esos sonidos de una variedad sorprendente, responden a los
diversos toques del psicoterapeuta y se constituyen en un completo lenguaje
en sí mismos. Le indican al psicoterapeuta donde la energía de una emoción
pasada quedó reprimida y bloqueada, consiguiendo movilizar esa energía
para una descarga fisiológica a través de los movimientos y de los sonidos
psicoperistálticos. A través de la producción de los mismos el psicoterapeuta
limpia progresivamente el tejido del cuerpo de los remanentes de tensión,
de estrés y de incompletos ciclos emocionales no descargados.
Al trabajar camada por camada (muscular, visceral, epidérmica), una
vez que la coraza comienza a disolverse, la bioenergía comienza a fluir

­– 106 –
nuevamente con mayor libertad, produciéndose un aumento biodinámico
de la pulsación. En este momento el psicoterapeuta puede discontinuar el
trabajo de masaje concentrándose en un trabajo de expresión emocional,
de expansión respiratoria, de clarificación psicológica, etc., para volver luego
al trabajo de “purificación biológica” del masaje biodinámico.
El masaje biodinámico de la IFBP (International Foundation for Biodi-
namic Psychology) sigue alguno de los siguientes principios éticos, técnicos
y conceptuales:
- “Cuanto más pueda descargar y liberar por sí mismo, mayor será
la capacidad de autoregulación de cada organismo.
- Cuanto más espontánea sea su auto-regulación mejor podrá usted
como psicoterapeuta ayudar a otra persona.
- Su técnica puede fallar con un paciente, pero un paciente nunca
puede hacer fallar su técnica.
- Seguir el principio del placer. Si Ud. se siente bien trabajando con
algún paciente, entonces Ud. seguramente esté trabajando bien.
Si Ud. se siente mal probablemente el trabajo esté entonces mal.
- Haga amistad con la resistencia. Explore la resistencia, ella está
allí por razones valiosas, ya que fue creada inconcientemente para
proteger al paciente del dolor. Por lo tanto, respete la resistencia en
su paciente, respete sus manifestaciones contra la entrega. Si Ud.
busca penetrar en ella impetuosamente ella aumentará. Si Ud. tra-
baja gentilmente la resistencia podrá disolverse bajo sus manos.
- Su trabajo se basa en quien es Ud. Como alguien que ayuda,
no analice a su paciente; deje que él dirija su procedimiento. Ud.
mire, escuche, sienta, respire y piense, y luego deje a sus manos
hablar”.
Al igual que las demás corrientes reichianas la Biodinámica se apoya
en la existencia de la personalidad primaria (rica, viva y libre) dentro de
cada ser humano. El Análisis Biodinámico desarrolla en el espacio psicote-
rapéutico un tiempo de relajación y de descarga metabólica que posibilita
buscar, encontrar y nutrir el núcleo del organismo (la personalidad primaria).
A través del estímulo del psicoperistaltismo y de la autoregulación vegetativa
se fomenta la “digestión” del estrés, regulando y disolviendo los productos
de la presión y de la tensión emocional15.

BIOSÍNTESIS:
La Biosíntesis fue fundada por David Boadella en la década del 70.
Luego de estudiar análisis de carácter y vegetoterapia con el Dr. Ola Raknes
(de quien Gerda Boyesen fue también paciente), Análisis Bioenergético con

15 Gerda Boyesen: “Entre psiqué e soma”; Summus (San Pablo, 1992)/ Cadernos de
Psicología Biodinámica 1, 2 y 3; Summus (San Pablo, 1983).

– 107 –
el Dr. Alexander Lowen, y después de profundizar sus estudios en neuropsi-
cología, embriología y psicología humanística en la Universidad de Londres,
Boadella desarrolla esta corriente neoreichiana que se discrimina de otras
terapias psicocorporales, a partir de algunos principios diferenciales (histó-
ricos, contextuales, metodológicos y conceptuales):
- En primer lugar ciertas psicoterapias corporales derivadas de Wil-
helm Reich se tornaron excesivamente mecanicistas y reduccionis-
tas, identificándose con manipulaciones musculares y técnicas de
intervención exageradamente estresantes que contrastan con el
énfasis que Reich ponía en la función de contacto y en la relación.
La Biosíntesis, por el contrario, busca trabajar con tendencias de
movimientos integrativos (corrientes de vida –lifestreams–), vincu-
ladas a las formas ondulatorias de la respiración rítmica, creando
una forma que libera nuevos flujos y crea “nuevas posturas para el
alma”.
- En segundo lugar el legado psicodinámico del Análisis del Carácter
quedó superlimitado a los problemas y a la resolución del área de
la transferencia, derivada de los traumas pasados. La Biosíntesis,
enfatiza el trabajo con el trauma desde la función energética de la
resonancia interpersonal, que se produce al traspasar la transfe-
rencia (como padrón de interferencia) y al establecer una presencia
orgánica, vibratoria y pulsátil de transmisión y de contacto en el
encuentro psicoterapéutico.
- En tercer lugar, ciertas aproximaciones espirituales de los movi-
mientos de desarrollo del potencial humano, se confundieron con
excesos de tipo “guruístico”, frecuentemente asociados a formas de
funcionamiento cerradas (de tipo culto o sectas) o excesivamente
mercantilistas y comerciales. En contraste la Biosíntesis desarrolla
un polo bio-espiritual que unifica el pensamiento, el sentimiento y
la acción de la realidad diaria de cada persona, a partir de la cen-
tralidad en la empatía y compasión por los otros, enraizadas en un
contacto claro desde las cualidades esenciales (self verdadero).
El concepto central de la Biosíntesis es la existencia de tres corrientes
bioenergéticas asociadas con las tres camadas de las células germinativas
en el embrión (ectodermo, mesodermo y endodermo) a partir de las cuales
se forman los diferentes órganos. Estas corrientes energéticas se expre-
san como flujos de movimientos a través de los músculos, como flujos de
percepciones, pensamientos e imágenes a través del sistema nervioso y
como flujos de vida emocional, en el centro del cuerpo, a través del sistema
vegetativo.
Las tensiones y los traumas vividos en la vida intra y extra uterina im-
piden la integración de estas tres corrientes y de su libre flujo, provocando
la emergencia de los disturbios.

­– 108 –
La Biosíntesis estimula la función de la resonancia, de la presencia
orgánica y del encuentro psicoterapéutico a través del trabajo con movi-
mientos ondulantes, estimulando la respiración rítmica y promoviendo la
estimulación de nuevas corporizaciones de la psique, a la cual denominan
posturas del alma.
En Biosíntesis se ha encontrado beneficioso considerar al toque relacio-
nado a los cuatro elementos tradicionales: tierra, agua, aire y fuego (Tierra-
Solidez, Agua-Fluidez, Aire-Respiración, Fuego-Sexualidad/Vitalidad)16:

-TOQUE DE TIERRA: para establecer el enraizamiento del cuerpo o


de alguna de sus partes. Aquí las manos son usadas, como otras partes del
cuerpo como estructuras de apoyo y soporte. Se trata de comunicar una
experiencia de solidez, de que el suelo, y el cuerpo de otra persona pue-
den ser confiables. Es esencialmente un toque de apoyo, de soporte que
transmite seguridad, firmeza y permite confiar en el sostén y en la persona
que lo está dando.
Para personas que son independientes de más se usa el toque de
tierra para ayudarlos a confiar más en los otros y aceptar esa ayuda. Para
personas que son dependientes de más se usa para ayudarlos a que tomen
más confianza en el suelo y en las propias estructuras de apoyo de su cuerpo
(piernas, brazos, espalda). El toque de tierra es particularmente beneficioso,
en este segundo sentido, con pacientes con déficit de enraizamiento, ansio-
sos o con límites débiles.

-TOQUE DE AGUA: para canalizar, suavizar y facilitar la expresión y el


contenido de las emociones. Aquí se busca dar una experiencia de fluidez.
Las manos se convierten en distribuidoras e inductoras de las corrientes de
energía (streamings), aumentando el fluir de la vida desde el centro del cuerpo
hacia la superficie. Se puede seguir el libre flujo del movimiento energético
en las corrientes, movimientos involuntarios, temblores del cuerpo y en el
psicoperistaltismo. A medida que las vibraciones, que los sonidos dejan salir
el excedente de tensión muscular, visceral y tisular, se comienza a equilibrar
el tono muscular y la carga bioenergética. Los movimientos natatorios de
brazos y piernas también se inducen cuando se trabaja con el principio de
este elemento.

-TOQUE DE AIRE: para tornar los músculos y las emociones más


leves y fluidas y posibilitar otros padrones de movimiento. Aquí las manos
son usadas como bombas suaves para masajear el ritmo de respiración de
la persona, para ayudarlo en el ritmo de llenado y vaciado (fases rítmicas

16 Liliana Acero: “Los sentidos: una apertura a la percepción sutil (Biosíntesis, Análisis
Bioenergético y cura)”; Revista Reichiana nro. 5 del Departamento Reichiano del
Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo, 1996).

– 109 –
de inspiración y de espiración), extensión y flexión, abducción y aducción,
elongación y acortamiento en toda la musculatura.
La idea es la de poder abrir muchos diafragmas en el cuerpo (en la
corona de la cabeza, en la zona cráneo-occipital, en la zona cráneo-espinal,
en el piso pélvico, en las manos y en los pies, así como en el diafragma
mismo), siendo el toque diafragmático un portón de acceso privilegiado al
inconciente.

-TOQUE DE FUEGO: para energizar zonas y contactar con sentimien-


tos enterrados o polares. Aquí las manos son usadas como radiadores para
hacer salir el calor interno y llevarlo hacia la superficie. El principio central
es la termo-regulación del cuerpo. La misma puede ser hecha directamente
al calentar áreas subcargadas (frías) del organismo (si ambas manos son
usadas para crear un campo energético, el efecto se intensifica), o indirecta-
mente trabajando con el campo energético en el espacio que está por encima
de un área bloqueada. Las áreas calientes del cuerpo son indicadores de
sobrecarga y necesitan también trabajo para disipar el exceso de energía
bloqueada en ellas, convirtiendo así el exceso de calor en movimiento17.

BIOENERGÉTICA SUAVE:
La Bioenergética Suave (Gently Bioenergetics) fue desarrollada por la
Dra. Eva Reich (la primer hija de Wilhelm Reich) a partir de su convicción
de que es posible, desde la pedagogía bioenergética y desde un trabajo de
vegetoterapia suave (sin exceso de tensión o estrés, ni de estímulos bruscos,
invasivos, provocativos o dolorosos), prevenir la formación de acorazamien-
tos rígidos en la transmisión inter-generacional. Es decir, partiendo de las
indagaciones reichianas sobre cómo los bebés se acorazan y cómo surgen
las corazas corporales en los inicios de la vida, la bioenergética suave bus-
ca evitar pasar a las generaciones siguientes las heridas que ellas mismas
sufrieron.
Para Eva Reich todo psicólogo debería especializarse en prevención y
trabajar por ella, teniendo poco sentido querer restringirse a curar “enferme-
dades de adultos”, pudiendo conocer cómo esas enfermedades aparecen y
así evitarlas. Su regla de oro, en este sentido, es: no imponga a sus niños
los males que le fueron a Ud. impuestos. No los transmita, conciente o in-
concientemente, a las próximas generaciones. Por el contrario, Ud. puede
quebrar esa corriente de mil años de herencia, aun estando implicado en
ella y sufriendo por eso.
Estudiando al igual que su padre, los procesos de acorazamiento
en recién nacidos y los bloqueos de sus flujos de energía vital, Eva Reich

17 David Boadella: “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”; Paidós (Buenos


Aires, 1993) / Revista “Energía e Carater”; Summus (San Pablo, 1997).

­– 110 –
llega a la conclusión metodológica de que más que destruir y atacar a los
segmentos de la coraza, con los peligros de desintegración psicótica o de
acorazamiento secundario implícitos, es necesario hacerla derretir paso a
paso (unfolding process) con principios psicoterapéuticos de estímulo mínimo
y de flow-glow18.

Trabajando con bebés y con mujeres embarazadas aprendió que lo
suave y lo no forzado era también lo más efectivo clínicamente.
Una de las herramientas claves del trabajo en bioenergética suave es
el masaje de la mariposa (butterfly massage).
El mismo fue desarrollado por Eva Reich como una forma específica
de vegetoterapia.
Fue experimentado inicialmente con bebés prematuros, aunque en la
actualidad se utiliza con bebés de hasta 3 meses, como vehículo integrador
familiar (entre padres e hijos, entre cónyuges, etc.), en la psicoterapia, en
el trabajo con embarazadas, y en situaciones o trabajos psicoterapéuticos
referidos a estrés y trauma (infantil y/o adulto).
El origen de su nombre remite a la suavidad del toque usado (como
el de una mariposa).
Todos los movimientos van de los segmentos superiores a los infe-
riores y del medio del cuerpo hacia afuera, utilizando el psicoterapeuta sus
dedos o la totalidad de sus manos. Se aplica preferencialmente de manera
simétrica (derecha e izquierda) dos o tres veces seguidas realizando primero
movimientos de deslizamiento (en la piel) y circulares, para luego combinar-
los sacudiendo (los músculos) y realizando simultáneamente movimientos
circulares, terminando con movimientos deslizantes cortos o largos19.
Al igual que en los demás masajes neo-reichianos, realizar este trabajo
requiere una gran sensibilidad energética y ninguna imitación mecánica,
desarrollándose los toques libremente y de manera intuitiva, conectándose
y estableciendo un diálogo resonante con las señales verbales, energéticas
y somáticas de cada paciente.
En masajes con bebés se indica con recién nacidos y en infantes de
hasta tres meses. El masaje se comienza realizando en forma breve (5
minutos), y si el bebé se siente bien puede prolongarse progresiva y gra-
dualmente a 20 minutos (máximo 30). Se realiza sólo una vez por día. Es
muy importante estar atento a las señales del bebé. Por ejemplo: si se nota
al bebé inquieto se abrevia el masaje o directamente se discontinúa; si co-
mienza a llorar se interrumpe inmediatamente. A diferencia del método hindú

18 Flow: los movimientos energéticos fluyen como una onda del 1er. segmento al 7°.
Glow: capacidad de expansión del campo energético.
19 Eva Reich, Eszter Zornánszky: “Energia vital pela bioenergética suave”; Summus (San
Pablo, 1998) / Videos: “Gentle bio-energetics: prevention of neurosis from birth on”;
“Teaching gentle baby massage” de Eva Reich.

– 111 –
Shantala descrito por Leboyer20, al que Eva Reich considera excesivamente
manipulativo, el masaje de la mariposa es mucho más suave y próximo al
momento del nacimiento.
Cuando se trabaja con adultos, los pacientes son alentados a expresar
sus sentimientos y los movimientos corporales que surjan espontáneamente
durante el masaje. Una parte esencial de su trabajo consiste en colocar
nuevamente en circulación los sentimientos congelados para conseguir el
equilibrio energético entre la zona izquierda y derecha del cuerpo, y entre
los segmentos superiores e inferiores. Para ello Eva Reich trabaja con otros
métodos de masaje integrados a la bioenergética suave, como la polaridad
pasiva desarrollada por Randolph Stone21.

TOQUE MATERNAL Y TOQUE PATERNAL


En la clínica bioenergética reichiana hemos encontrado beneficioso ade-
más, discriminar dos tipos de toques que utilizamos tanto en prevención como
en el abordaje psicoterapéutico: el toque maternal y el toque paternal22.

-TOQUE MATERNAL: centra a la persona sobre sí mismo en un


movimiento energético centrípeto que, en cierta medida, anula el contacto
con el mundo exterior; es un toque que hace sumergir a la persona en su
profundidad.
Evolutivamente el toque maternal es el primero que el bebé recibe en
el útero, donde el bebé es cargado, envuelto, contenido y masajeado. El
embrión en la primera fase de la vida intrauterina experimenta un continuo y
suave hidromasaje del líquido amniótico, que no se interrumpe ni en la noche
cuando la madre, durmiendo, lo envuelve tiernamente con su respiración
rítmica y suave. Alrededor del octavo mes de vida intrauterina el hidromasaje
se transforma en un profundo masaje rítmico y envolvente de las paredes
musculares del útero. Hasta que en el correr del noveno mes los brazos del
útero que envuelven al bebé comienzan a experimentar los movimientos de
las contracciones, que estimulan la piel del bebé y los sistemas del cuerpo,
que precisará luego del nacimiento. Aunque no recordemos nuestro último
mes de vida intrauterina, nuestra piel (“la madre de todos los sentidos”,

20 Frédérick Leboyer, “Shantala, un art traditionnel - le massage des enfants”: Ed. du


Seuil, París, 1976.
21 Eva Reich describe y recomienda esta técnica para ser usada como una especie de
primeros socorros luego de accidentes, operaciones, partos difíciles, anestesias, cho-
ques, inconciencia, disturbios de conciencia, coma, así como también en asimetrías
corporales -Eva Reich, Eszter Zornánszky: “Energia vital pela bioenergética suave”;
Summus (San Pablo, 1998)-.
22 “Toque maternal, toque paternal”, Jacqueline Besson, Revista ADIRE nro. 6 de la Aso-
ciación de Análisis Psico-Orgánico, “El ser tocado. Psicoterapia y toque” (abril 1991).
Traducción Silvana Sacharny.

­– 112 –
según Montagu) se acuerda. Después del nacimiento es necesario que el
bebé sea masajeado, que hablemos con su piel, que sea cargado, mimado,
acariciado y nutrido con nuestro suave masaje.
En el amamantamiento hay diferentes momentos de enraizamiento,
contacto y maternaje a través del toque maternal. El bebé tendido sobre
el abdomen de la madre se enraiza sobre la superficie del cuerpo de ella,
percibiendo los mismos ritmos y latidos que antes experimentaba en el útero.
Es sostenido y se aferra; toma una parte de la madre en la mano, o bien algo
de su propio cuerpo, y es envuelto por el contacto con ella. Es sostenido
en su columna (la calidad de este toque es esencial para la construcción
de su yo corporal), lo envuelve en sus brazos y lo lleva al encuentro con su
seno. Cuando mama, en un movimiento de reflejo de succión sin sentirse
aun discriminado de su madre, se puede decir que está enraizando su boca.
Cuando mira al rostro a la madre, está enraizando sus ojos (posterior acting
de acomodación y convergencia del Análisis Bioenergético Reichiano)23.
El toque maternal es muy respetuoso, extremadamente sensible, per-
mitiendo al bebé o a la persona masajeada percibir su esquema corporal,
sus sensaciones cenestésicas, sus afectos y las imágenes inconcientes que
las acompañan. Lleva a persona a experimentar, tomar contacto y sentir lo
más profundo de sí mismo. La experiencia de este toque por lo general es
muy fuerte y con frecuencia es un momento “llave” de la psicoterapia, en la
medida en que se pueden vivir desde sensaciones traumáticas relacionadas
a la vida intrauterina y al momento del parto hasta sensaciones de “super-
posición cósmica” (al decir de Reich) con una fuerte fusión entre las manos
del psicoterapeuta y las zonas masajeadas del paciente.

-TOQUE PATERNAL: proyecta a la persona para el mundo en un mo-


vimiento energético centrífugo para lo social.
A diferencia del toque centrípeto (toque maternal) que busca centrar a
la persona en el interior de sí misma, este toque centrífugo (toque paternal)
busca reactivar la fuerza para que pueda mantenerse erecto y afrontar el
mundo social.
Evolutivamente este toque es recibido cuando el padre coloca las es-
paldas del niño contra su pecho, por ejemplo en la posición de la “sillita” o
cuando sube al niño en sus hombros en la posición del “caballito”, o cuando
lo tira hacia arriba en forma de “avioncito”. A diferencia del amamantamiento
en donde el bebé queda volcado hacia el seno de la madre, el niño aquí
puede mirar hacia afuera, es virado para el exterior. Más tarde el padre lo

23 Así, sucesivamente, a través de este contacto el niño va construyendo distintos enrai-


zamientos (horizontal, vertical y simbólico). Los mismos, en la propuesta del Análisis
Bioenergético Reichiano, coinciden respectivamente con las tres capas embrionarias
(endodérmica, mesodérmica y ectodérmica) del desarrollo morfológico del cuerpo.
Para ampliar estos conceptos ver el capítulo siguiente.

– 113 –
hace saltar sobre sus rodillas, lo tira para lo alto, le hace dar vueltas como
un avión o una calesita, constituyendo un placer muy intenso bien diferente
de aquel de mamar. Con su padre el niño grita, un poco asustado con este
nuevo placer todavía desconocido. El mensaje de inconciente a inconciente en
este toque centrífugo sería algo así como: “crecé, no tengas miedo que yo estoy
aquí. Te doy mi fuerza. Vos también sos fuerte. Andá y explorá el mundo”.

Cada uno de estos toques es indispensable para que se forje la iden-


tidad del niño.
En una fase de acumulación energética, primeramente el bebé es con-
tenido por el útero, y posteriormente por los brazos de su madre. Durante
nueve meses el organismo intra-uterino vivió en fusión con la madre, y si el
parto cambia fundamentalmente esta relación, cuando se encuentran fuera
del vientre, el bebé (como organismo extra-uterino) percibe a la madre como
alguien que ya conoce bioenergéticamente, pudiendo decir que se reencuen-
tran. Con el padre este encuentro es completamente nuevo. El bebé descubre
a su padre, por primera vez, y aprende a conocer a alguien completamente
diferente de sí mismo. Con el padre su cuerpo se moviliza para sentir orgá-
nicamente la identidad discriminada del cuerpo de su mamá.
Por este mismo motivo consideramos estos dos toques como comple-
mentarios. No hablamos de un polo pasivo y de un polo activo. Al trabajar
psicoterapéuticamente con estos toques es muy importante que el paciente
tenga una apropiación activa y receptiva de aquello que está experimentando
en el masaje. Incluso el mismo masaje, en momentos diferentes del proceso
psicoterapéutico puede tener efectos variados. Por ejemplo, hay veces que
un masaje tiene efectos esencialmente regresivos y fusionales; otras veces
puede llevar al reconocimiento de material inconciente o puede conducir a
una proyección hacia lo social. Es importante señalar que puede pasar que
un paciente permanezca fijado marcadamente en una de esas maneras de
tocar, por ejemplo, en la corriente maternal, y esto no ocurre sin peligro. En
estos casos, cuando percibimos que pudiera desencadenarse un proceso
iatrogénico para el paciente, el psicoterapeuta debe entonces modificar su
técnica de masaje y su manera de tocar.

MASAJE O ACTING “CONCHA DE MAR”


El toque maternal que llamamos en psicoterapia reichiana de “concha
de mar” es la primera acción analógica, asociada al período intra-uterino, que
realizamos para la reactivación emocional y la dinamización neuro-muscular.
Para ello el setting psicoterapéutico “se transforma” en el primer ecosistema:
aproximadamente en una temperatura de 24 grados, bajamos la luz del
consultorio para facilitar la regresión del paciente, intentando colocarlo en
una condición relativamente similar a la fetal.

­– 114 –
Con el paciente acostado en posición de decúbito supino, el psicote-
rapeuta coloca sus manos en forma cóncava sobre los oídos del paciente,
reduciendo los sonidos externos por un tiempo aproximado de 10 a 15 mi-
nutos, produciendo un sonido similar al rumor del mar.
Con el paciente acostado en posición de decúbito dorsal el psicotera-
peuta coloca una de sus manos en forma cóncava sobre la oreja del paciente,
pudiendo apoyar la otra mano sobre la zona umbilical del paciente.
En ambas ocasiones los ojos del paciente permanecen cerrados. Luego
de finalizado el tiempo de realización del acting, el psicoterapeuta retirará
las manos suavemente y sentado al lado del paciente le preguntará acerca
de las sensaciones que ha tenido durante el acting, si le ha pasado alguna
imagen o pensamiento por la mente, así como si en general el acting fue
agradable o desagradable.
Este toque, considerado uno de los actings claves de los trabajos
de maternaje, remite al paciente a su mundo interno, pudiendo reactivar
vivencias intra-uterinas placenteras o displacenteras, en donde los sonidos
estaban filtrados por el líquido amniótico.
Si una persona tuvo traumas en este período (Eva Reich considera que
1/3 de las personas ha sufrido de algún trauma primal24), este acting puede
remitir a sensaciones desagradables (por ejemplo, de inquietud) asociadas
a dicha situación estresante. Según el orgonomista Ernani Trotta si una
persona tiene miedo a la pérdida y al abandono, asociado a relaciones de
dependencia y contenidos depresivos, este toque puede remitir a los oríge-
nes de estos miedos25.
Utilizada sistemáticamente como recurso psicoterapéutico en el prin-
cipio de los procesos, esta técnica puede ser un indicador diagnóstico, por
ejemplo de núcleos psicóticos encubiertos. Si efectivamente hubo severas
perturbaciones en ese período, en la realización de este acting o en el
momento de la verbalización posterior, pueden aparecer abreacciones emo-
cionales muy intensas que pueden remitir a un miedo celular (contracción a
nivel celular que alcanza a todo el organismo) o a un miedo fetal (contracción
a nivel del primer segmento –ojos, oído y nariz–)26.
Estas abreacciones vienen cargadas esencialmente de sensaciones
pero no de recuerdos, contra lo que puedan opinar la mayoría de los psicólo-
gos transpersonales. La región frontal del cerebro encargada de la memoria
de largo plazo no empieza a desarrollarse hasta después del primer año y
sólo madura a lo largo del segundo. Según investigaciones realizadas por
los Dres. Conor Liston y Jerome Keegan en la Universidad de Harvard, a

24 Eva Reich: “Prevención de la neurosis: auto-regulación a partir del nacimiento”; Ca-


dernos de Psicologia Biodinamica, nro. 1, Summus (San Pablo, 1983).
25 “Técnicas reichianas”; Cuaderno de sistematización de técnicas de psicoterapia rei-
chiana de la formación de la Sociedade Wilhelm Reich RS/BR (Porto Alegre, 1996).
26 Federico Navarro: “Somatopsicodinámica de las Biopatías”. Orgón (Valencia, 1997).

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los 6 meses los recién nacidos sólo recuerdan sucesos vividos ocurridos en
las 24 horas anteriores. El lapso de evocación crece a 30 días en el noveno
mes de vida y a 4 meses antes de los 2 años.

El acting de “concha de mar” puede ser utilizado no sólo al principio sino


a lo largo del proceso psicoterapéutico, cuando sea necesario proporcionar
al paciente una sensación de amparo o un mayor contacto con su mundo
interno (por ejemplo volcando la atención para el sí mismo), con sus sensa-
ciones más primitivas (primeros contactos epiteliales), con la percepción de
sus funciones vitales (profundizando la respiración, por ejemplo).
Es conveniente utilizarla en situaciones de duelo, de miedo, de fragi-
lidad, de enfermedad, de déficit de auto-acogimiento, en la medida en que
este acting permite crear un campo energético adecuado que posibilita no
sólo revivir sensaciones y emociones ocurridas en el período intra-uterino
y reparar situaciones primitivas, sino que también posibilita reestructurar o
reequilibrar las funciones perjudicadas por las frustraciones de ese momento.
En este sentido no sólo usamos este acting para diagnosticar condiciones
intra-uterinas, sino también como herramienta psicoterapéutica que, utilizada
sistemáticamente, permite generar una condición bioenergética saludable
para reparar las condiciones frustrantes de dicho período.

En un nivel profundo este toque maternal permite ofrecer en el espacio


psicoterapéutico un nuevo útero, una matriz energética capaz de modificar la
condición bioenergética del paciente. Por lo tanto puede combinarse además
con algunas de los toques descritos anteriormente o con actings neurovege-
tativos complementarios, especialmente del segmento ocular.
Tal como lo sugiere la analista reichiana María de Melo Azevedo27 este
acting se puede utilizar también durante un tiempo mayor (20 minutos durante
varias sesiones) adecuando el tipo de toque (la fuerza y la forma de tocar)
a la necesidad específica de cada paciente. Por ejemplo, en el caso de un
paciente cuyo nacimiento haya sido inducido por fórceps, una presión más
fuerte de las manos, puede evocar un fuerte estado de angustia o de miedo.
En esas circunstancias y al igual que con todos los actings neurovegetati-
vos, el psicoterapeuta repite metodológicamente las técnicas, hasta que las
sensaciones displacenteras se transformen en agradables.
En mi práctica profesional este toque ha sido de mucha utilidad para
estimular energéticamente el organismo de las mujeres embarazadas, pro-
porcionando, por un lado, un mayor contacto con el organismo intra-uterino, y

27 Maria de Melo Azevedo: “Nacer de nuevo. Psicoterapia de uma condición intra-uterina”;


Revista Reichiana n° 8 del Instituto Sedes Sapientiae (San Pablo, 1999).

­– 116 –
por otro lado, contribuyendo energéticamente a reparar la relación imaginaria
entre la mujer embarazada y su propia madre28.
En este mismo sentido este acting posibilita reparar la “transferencia
intergeneracional” (por ejemplo, los patrones de apego o desapego) ya que,
de todas las personas de su matriz personal, ninguna le influirá con más
fuerza emocional a la mujer embarazada que su propia madre.
Es importante tomar en cuenta que el trabajo con la “condición intra-
uterina” es esencialmente un trabajo energético. En dicho trabajo ofrecemos
energéticamente un nuevo útero, una matriz energética saludable capaz de
ayudar a modificar la condición energética anterior. Lo más importante es
la calidad del toque y el tipo de clima que se consiga lograr a lo largo de la
sesión. En los casos en que estemos trabajando con estructuras con núcleos
psicóticos tenemos que tomar en cuenta que la etiología del mismo se genera,
desde el punto de vista bioenergético, en un primer ecosistema deficiente,
con un campo energético debilitado, hipo-orgonótico, con exceso de D.OR.
Esa frustración fetal, en donde el organismo intra-uterino fue recibido por un
útero frío, poco acogedor y con baja pulsación, es necesario revertirla por una
situación psicoterapéutica (setting psicoterapéutico, contacto, resonancia)
que pueda ofrecer, antes que nada, un campo energético amoroso, caluroso,
denso en energía Or. y con el mínimo posible de energía D.Or., diferente al
campo energético de origen (hostil, con baja pulsación, subcargado, y con
pobre oxigenación)29.

28 Es muy importante tomar en cuenta, tal como lo sugiere Daniel Stern, que el “triángulo”
hija-madre-padre en el que la ahora futura madre fue la hija, es reemplazado (en el
momento del embarazo y del parto) por un nuevo triángulo en el que ahora ella es la
madre. Este nuevo triángulo bebé-madre-abuela se convierte en el centro de la vida
emocional durante un tiempo, y de estar “oculto” drena gran parte de la energía de la
mujer embarazada.
29 A modo de ejemplo, una embarazada fumadora tiene más posibilidades de complica-
ciones en el embarazo (nacimientos prematuros, anomalías congénitas y problemas
de bajo peso). La nicotina disminuye la sangre en la placenta y puede provocar en
el feto una hipoxia grave. El monóxido de carbono entorpece la oxigenación y otras
sustancias producen un envejecimiento prematuro de la placenta.

– 117 –
­– 118 –
1.5
El enraizamiento en el
Análisis Bioenergético Reichiano1

En el dispositivo de Análisis Bioenergético Reichiano2 desarrollado en


el TEAB trabajamos con los pacientes a partir de tres posturas básicas. La
posición de toma de tierra (paciente y psicoterapeuta parados), la posición
supina (paciente acostado y psicoterapeuta sentado) y ambos sentados.
Para entender técnicamente el significado de estas tres posturas bási-
cas, es necesario pensarlas funcionalmente en relación a aspectos evolutivos,
emocionales y bioenergéticos.
El concepto que utilizamos para definir estas tres posturas básicas
en la clínica bioenergética es el concepto de grounding (arraigo, enraiza-
miento) creado por Wilhelm Reich y desarrollado por Alexander Lowen y
John Pierrakos.

EL DISPOSITIVO REICHIANO Y EL DISPOSITIVO


LOWENIANO EN LA CLÍNICA BIOENERGÉTICA
En el desarrollo de la propia clínica bioenergética, Alexander Lowen
se discriminó de Wilhelm Reich a la hora de aplicación de este concepto
(grounding). Debido a su influencia psicoanalítica Reich trabajaba con sus
pacientes en la posición de decúbito supino (acostados boca arriba), para
luego desarrollar la técnica de Vegetoterapia Caracteroanalítica. Lowen,

1 Ampliación del trabajo presentado en las V Jornadas de Psicología Universitaria


organizadas por la Facultad de Psicología de la UDELAR (setiembre, 2000). Publicado
en la Revista da Sociedade Wilhelm Reich/RS vol. 5, nro. 5, octubre 2002.
2 Especialización desarrollada en el TEAB que busca potencializar el dispositivo clínico
reichiano (Orgonoterapia), el dispositivo clínico loweniano (Análisis Bioenergético) y
el de otras corrientes neo-reichianas, a partir del encuentro con el esquizoanálisis de
G. Deleuze y F. Guattari, el socioanálisis de R. Lourau y G. Lapassade, y el análisis
genealógico de M. Foucault.

– 119 –
por su parte, a su regreso de Europa, comenzó a desarrollar la técnica de
Análisis Bioenergético integrando el concepto de enraizamiento3.
En su primer libro “Physical dynamics of character structure” (traducido
al español con el título más popular de “El lenguaje del cuerpo”), Lowen
relaciona la fortaleza del yo con la agresión y el arraigo4. La agresividad
está directamente relacionada a las características somáticas y energéticas
del cuerpo tales como el tono muscular, la fuerza, la coordinación, la resis-
tencia, la flexibilidad, la gracia, etc., y representa la capacidad energética
de moverse hacia los objetos y ser capaz de tomar lo que uno necesita del
mundo (reach out).5 El arraigo implica el grado de conexión de la persona
con la tierra (ground) y con su propio cuerpo, siendo el suelo, nuestra base
invariable, un equivalente simbólico de la realidad. El concepto de arraigo que
desarrolla Lowen relaciona la seguridad emocional con la seguridad corporal,
cuando los pies y las piernas hacen un buen contacto con el suelo. De esta
manera arraigarse implica además, renunciar a las ilusiones (típicas en cada
estructura de carácter). Y en la medida en que la persona se arraiga en la
realidad de su propio cuerpo y toma contacto con sus sentimientos, puede
relacionarse de manera más plena con los demás6.
Al relacionar la fortaleza del yo con la agresividad y el arraigo, Lowen
plantea que la inhibición de la agresividad (característica sociocultural
importante de nuestra época), se hace difícil de trabajar si el paciente se
encuentra acostado en un diván. Por lo que propone iniciar el trabajo ha-
ciendo un análisis de los pies y de las piernas del paciente, para observar
de qué manera éste se para sobre sí mismo. Es decir, de qué manera se
encuentra parado sobre su vida. En la medida en que los pies y las piernas
son la estructura de sostén del sujeto adulto, la manera en que esté parado

3 Para profundizar en las diferencias entre el trabajo de Lowen y de Reich, desde la


perspectiva del primero, recomiendo consultar los video-tapes del IIBA: “The Energetics
of Bioenergetics” de Alexander Lowen (1997), “The International Institute for Bioener-
getic Analysis apresenta Dr. Alexander Lowen em Análise Bioenergética e 100 anos
de Wilhelm Reich”, entrevista realizada al Dr. Alexander Lowen por la Psic. Myriam de
Campos (1997). Asimismo los textos: “Keynote adress: a conversation with Al. Lowen
exploring his experiences and understanding of Bioenergetic Analysis over the forty
years”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis,
vol. 7/1 (1996), y “Opening adress on narcissism, sexuality and culture and back to
basics”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis vol,
3/2 (1988).
4 Alexander Lowen, “El lenguaje del cuerpo”: Ed. Herder, Barcelona, 1995.
5 Para Lowen la agresión implica la capacidad para perseguir lo que uno desea. Es
lo contrario de la pasividad, que significa esperar a que alguien le satisfaga a uno el
deseo. La agresión es consecuencia de la excitación en el interior del sistema muscu-
lar. Se caracteriza por el movimiento de excitación a lo largo de la parte posterior del
cuerpo, involucrando a los grandes músculos de la espalda, las piernas y los brazos,
que entran en juego al ponerse uno de pie y al moverse.
6 Alexander Lowen, “La depresión y el cuerpo”: Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1993.

­– 120 –
es equivalente a cómo se sostiene en su vida, en la medida en que el modo
con que lidiamos con la realidad se expresa en el contacto que nuestros
pies tienen con el suelo7.

LOS PIES Y LAS PIERNAS COMO SOPORTES


ENERGÉTICOS EN EL PROCESO Psicoterapéutico
Fue Alexander Lowen quien priorizó el trabajo con los pies y las piernas
como función de soporte energético en el setting psicoterapéutico. Lowen
agrega al trabajo reichiano en posición supina, la necesidad de incluir un
trabajo en la posición vertical, partiendo de los pies y las piernas. Es decir,
si bien para equilibrar la economía de la energía sexual hay que liberar la
pelvis (principio de placer) como último segmento de la coraza muscular, es
necesario previamente poder sentir los pies sobre un terreno firme (principio
de realidad)8.
En “Arqueología del Cuerpo” describí con mayor precisión esta diver-
gencia conceptual y metodológica:

“A diferencia de lo que piensan los analistas reichianos más


ortodoxos (de la línea de Federico Navarro9), Alexander Lowen y
John Pierrakos comienzan usualmente su trabajo psicoterapéu-
tico por las piernas y los pies. Esto ayuda a abrir un reservorio
energético en la pelvis para los impulsos que más tarde fluirán
hacia abajo desde la cabeza. Tanto Alexander Lowen (Análisis
Bioenergético) como John Pierrakos (Core Energetics) aconsejan
que, al estar bloqueadas las partes inferiores del cuerpo, el trabajo
corporal en psicoterapia se empiece de los pies hacia la cabeza
para evitar que se acumule tanta energía en la cabeza, al no tener
salida por los pies. El contacto de los pies con el suelo representa,
desde el punto de vista bioenergético, un contacto con la realidad,
por lo tanto nunca produce efectos iatrogénicos” 10.

Coincido con Ernani Trotta11 que el concepto de enraizamiento fue


formulado originariamente por Reich y no por Lowen, dándole éste y sus
seguidores más ortodoxos un exagerado énfasis a su aplicación clínica y a

7 Este concepto de arraigo se corresponde con lo que más adelante definiremos como
enraizamiento vertical.
8 Luis Gonçalvez, “Los cuerpos invisibles”: Edcs. Multiplicidades-CEUP, Montevideo,
1996.
9 Ver, por ejemplo, Federico Navarro, “¿Porqué la bioenergética no es una psicoterapia
reichiana?”, Revista “Energía, Carácter y Sociedad”: vol. 9 (2) nro. 16; 1991.
10 Luis Gonçalvez, “Arqueología del Cuerpo”: Edcs. TEAB, Montevideo, 1999, pp. 184.
11 Comunicación personal.

– 121 –
sus efectos psicoterapéuticos. Coincido además que esta opción metodo-
lógica descuida el trabajo en profundidad con el segmento ocular y con el
segmento oral, siendo ésta quizás una de las principales diferencias actua-
les entre el Análisis Bioenergético (Bioenergética) y el Análisis Reichiano
(Orgonoterapia).
A diferencia de otros analistas bioenergéticos y de otros terapeutas
reichianos, en el Análisis Bioenergético Reichiano desarrollado en el TEAB,
en la primera etapa de los procesos psicoterapéuticos individuales y grupa-
les, focalizamos el trabajo clínico de intervención en la coraza combinando
metodológicamente técnicas de enraizamiento vertical con técnicas de desaco-
razamiento de los segmentos ocular y oral. Un buen trabajo de enraizamiento
combinado con un desacorazamiento ordenado, progresivo y gradual de los
segmentos ocular y oral, nos ha permitido conseguir resultados favorables
y avances significativos en los procesos psicoterapéuticos más difíciles, no
habiendo registrado hasta el momento efectos iatrogénicos.
En líneas generales, podría afirmar que las técnicas bioenergéticas
de enraizamiento son de mucha utilidad en todas las fases de los procesos
psicoterapéuticos.
Por ejemplo: al trabajar sistemáticamente con ejercicios de enraiza-
miento vertical recuperamos un soporte energético en nuestra base. Este
cambio posibilita que no precisemos aferrarnos al mundo con nuestros ojos;
de esta manera trabajando “abajo” (pies y piernas) estamos flexibilizando
“arriba” (la coraza ocular).

Desde el punto de vista energético, el enraizamiento vertical es un pro-


ceso bioenergético en donde la excitación fluye a lo largo de todo el cuerpo,
de la cabeza a los pies y de los pies a la cabeza. Este flujo de excitación
es pulsátil.
La carga en el enraizamiento se produce en la posibilidad de aumentar
la tensión en el organismo, utilizando de soportes a las piernas y a los pies
para contener las emociones y aumentar la respiración.
La descarga se produce en la posibilidad de sostener la pelvis y la
función genital, en la expresión emocional y en la posibilidad de que se
produzca la vibración bioenergética.

Por ejemplo: en la posición de arco invertido nos paramos en los pies


(y no sobre los pies) viendo qué lugar nos facilita para que nuestra energía
fluya mejor, aflojamos las rodillas (disminuyendo la tensión sacro lumbar),
soltamos la cabeza (descargando la parte superior del cuerpo) y nos soste-
nemos en nuestros pies (cargando la parte inferior del cuerpo), hasta que se
produce la descarga por medio de los movimientos involuntarios en la zona
de las piernas. Con este ejercicio buscamos darnos soportes, profundizar la
respiración para poder luego “soltar la cabeza”, al mismo tiempo que carga-
mos al organismo para darle una mayor tolerancia al estrés. Este proceso

­– 122 –
implica tener los pies sobre la tierra de un modo vivo y significativo (opuesto
al contacto puramente mecánico).

Al trabajar sistemáticamente desde el enraizamiento vertical se logra


una mayor sensibilidad en los pies y en las piernas, se produce una apertura
de la respiración y un cambio en el sistema de auto percepción habitual.
El objetivo del trabajo de enraizamiento vertical con pies y piernas es
sensibilizar las piernas hasta que se sientan como “raíces móviles”, abrir
la respiración del paciente sensibilizando el vientre, y permitir un cambio en el
sistema de autopercepción habitual, a través de la experimentación de formas
diferentes a las habituales. La intención bioenergética es la de enraizarse en su
propio cuerpo (sentirse parado de otra manera en su propio cuerpo) y tolerar
un mayor grado de tensión.
El trabajo de enraizamiento vertical implica una entrega al cuerpo, en
la medida en que se produce un descenso a la tierra y a la realidad. Si bien
la literalidad entre suelo y realidad psíquica puede ser criticada conceptual-
mente12, mi propio trabajo personal, y mi práctica como psicólogo clínico y
formador de colegas, me han demostrado la potencia del trabajo con esta
propuesta.

Siguiendo los principios de la identidad funcional podríamos hacer


una equivalencia entre sentir el propio cuerpo, sentir la sexualidad y sentir
la tierra donde uno está parado. Es decir, si el individuo está desenraizado,
también lo estará su comportamiento sexual. En una persona sub-enraizada
o sobre-enraizada podremos comprobar un bloqueo en la pelvis, al igual que
en las piernas y en los pies.
Para sentir la tierra, las piernas y los pies tienen que estar cargados de
energía. En los ejercicios de enraizamiento vertical se producen movimientos
espontáneos e involuntarios (vibraciones), y este fenómeno vibratorio intensi-
fica las sensaciones en las piernas y en los pies.
Tal como lo plantea el creador de la Bioenergética:

“La vibración del cuerpo tiene una función importante


además de aliviar la tensión. Permite al individuo experimentar
movimientos involuntarios placenteros del cuerpo, que son expre-
sión de su vida y fuerza vibrante. Si el individuo tiene miedo de
experimentarlos, porque cree que debe estar en control pleno de
sí mismo en todo momento, perderá su espontaneidad y terminará
en estado de rigidez automática.... Los movimientos involuntarios
del cuerpo son la esencia de su vida”13.

12 David Szyniak, “Discursos del cuerpo. Intervenciones en la clínica”: Lugar Editorial,


Buenos Aires, 1999.
13 Alexander Lowen, “Bioenergética”: Ed. Diana, México, 1987, pp. 232.

– 123 –
El enraizamiento vertical da una sensación de fuerza y seguridad por el
uso del sistema motor y de los grandes músculos del esqueleto. Para Lowen
una persona con buen grado de enraizamiento es una persona identificada
con su cuerpo, conciente de su sexualidad y orientado al placer14.

Desde el punto de vista del desarrollo evolutivo el enraizamiento verti-


cal coincide con la postura de estar de pie, que el niño comienza a adoptar
cerca del año.
Desde la perspectiva evolutiva funcional los pies y las piernas se co-
rresponden con la función de soporte y con la estructura de sostén del adulto.
Cuando una persona se pone de pie adopta una posición adulta. Correlato
de la responsabilidad, “pararse sobre los propios pies”, implica un estado
de independencia y de madurez. Saber donde uno se planta es equivalente
a saber quien es.

Por otro lado, sostenerse sobre sus propios pies significa (en un nivel
profundo) quedarse solo. Es el comienzo de una lucha permanente contra
la gravedad, e implica un importante grado de separación con la madre y la
resolución del vínculo simbiótico. Esta separación del enraizamiento horizon-
tal con la madre (la imagen más clara de este enraizamiento es el contacto
que se produce entre los brazos de la madre y la columna del bebé en el
acunamiento), desde el punto de vista existencial es diferente de la soledad
del abandono. Implica el pasaje de un estado mayoritariamente sedentario
a una movilidad mayor. Y es la confirmación de ser diferente de cualquier
otra persona, y poseer una historia de vida única (alteridad).

Desde el punto de vista analítico dejar al otro ser Otro es algo que
parece simple pero que requiere una gran capacidad de enraizamiento.
Significa, entre otras cosas, que debemos renunciar a la ilusión de que
podemos cambiar al otro y que podemos adaptarlo a nuestras categorías
mentales. Significa además que debemos buscar nuestro propio autosostén,
no quedar pendientes y reclamando lo que no hubo o buscando en otros
lo que no nos dieron en el pasado. En este sentido, el psicoterapeuta debe
acompañar y ayudar a desarrollar la función que falta.

Desde el punto de vista psicológico podríamos decir que el enraiza-


miento físico es funcionalmente idéntico al enraizamiento emocional.
Nuestras piernas cumplen funciones muy importantes: locomoción
(desarrollo motor en el espacio, correr, acercamiento-alejamiento), cimiento

14 Alexander Lowen y Leslie Lowen, “Ejercicios de Bioenergética”: Ed. Sirio, Málaga,


1998.

­– 124 –
(sostén del yo adulto), soporte (estar parado, estar erguido), equilibrio, etc.
Como extensión del último segmento de la coraza (el segmento pélvico),
cumplen además con las funciones de agresividad (protesta, ir hacia, movi-
miento, desplazarse, golpear) y sexualidad (descarga, creatividad, placer).
Estar enraizado, implica un alto grado de auto-conocimiento (saber
y aceptar quien soy); desarrollar el enraizamiento, significa estar de pie y
defender lo que es importante para nosotros (“esto es nuestro y lo voy a
cuidar”). Por otro lado, es estar más sensible. Y al estar nuestras piernas
más sensibles podemos ceder, tornarnos más humildes y admitir nuestra
fragilidad.

Una manera de evitar el enraizamiento es negarnos a pararnos sobre


nuestros propios pies. En vez de esto nos apoyamos sobre los otros y los
volvemos responsables de lo que sentimos. Si esta actitud defensiva falla
nos desmoralizamos, nos abatimos, nos desalentamos, nos resignamos,
nos desmoronamos y colapsamos. Cuando esto se convierte en un padrón
más o menos conciente, se transforma en una modalidad regresiva, que
busca escaparse de la realidad adulta y que además subestima el potencial
de la propia persona. Puede surgir además un sentimiento de odio hacia sí
(consecuencia de los juicios y las exigencias negativas introyectadas).

Para Lowen el enraizamiento es conseguir que una persona entre


más en contacto con el suelo (la realidad), es decir lo opuesto a tener una
“obsesión”, o “estar en el aire viviendo de ilusiones”. El peligro de la ilusión
(cada estructura de carácter tiene una ilusión en particular) es que deforma
la percepción, atrapando a la persona en una visión irreal. Esta forma de
acorazamiento de la percepción y del contacto, Lowen la señala como el
“estar colgado”, es decir cuando una persona ha quedado aprisionada en
un conflicto emocional que la inmoviliza y le impide realizar cualquier acción
eficiente para cambiar la situación15. Lowen construye de esta manera la
oposición entre “ilusión” y “realidad” que tiene un peligro conceptual, en la
medida en que la realidad puede quedar limitada a lo socialmente adaptativo
y a las normas, tal cual lo planteaban las corrientes psicoanalíticas ame-
ricanas dominantes en la primera mitad del siglo pasado. Lo ilusorio sería
simplemente su opuesto (la inadaptación cultural).

15 Alexander Lowen, “Bioenergética”, op. cit.

– 125 –
ENRAIZAMIENTO Y VERTIGINOSIDAD:
la desterritorialización permanente como nueva
subjetividad
En la actualidad las estructuras sociales y familiares son radicalmente
diferentes a las que Reich y Lowen observaron en sus principales teoriza-
ciones, y que dieron origen a los principios bioenergéticos básicos.
Los procesos de subjetivación actuales son diferentes al disciplinamien-
to autoritario de la antigua familia patriarcal represiva. Las nuevas genera-
ciones ya no se crían restringidas a las influencias del círculo familiar. La
personalidad básica que Freud ligó al capitalismo pre-industrial en su carácter
anal, obsesivo, ligado a la disciplina del trabajo, al ahorro y a la postergación
de satisfacciones, estalla por el nuevo diagrama institucional de las socieda-
des de consumo. Estimulado a consumir y a cambiar permanentemente de
objeto, el individuo ya no posterga la satisfacción. Los vínculos libidinales
se viven como mercancías, descargando libido en forma primitiva, pero en
objetos impersonalizados, reproduciéndose constantemente sus vacíos e
integrándose fácilmente a lo social.
La densidad del orden gravitacional se transforma en velocidad de
los fluidos. Al mismo tiempo que decrecen los espacios públicos y los en-
cuentros, aumenta la superficie, la desconfianza y el miedo, quedándonos
adentro con grandes vacíos16. La lógica del poder control-represión de las
sociedades disciplinarias se ha transformado en nuevas series de control-
estimulación. V.g.: las fuentes de estimulación y producción del sexo se
encuentran en la superexposición del erotismo planificado a través de los
media y la multiplicación discursiva sobre la sexualidad desde los saberes
médicos y psicológicos17.
La pequeña empresa familiar (anteriormente unidad de producción y
de consumo) deja lugar a la organización corporativa. El rol del padre pierde
la infraestructura de su poder. Su importancia en el desarrollo psico-afectivo
del niño pierde consistencia. La autoridad, ahora impersonal e ilimitada, apa-
rece difuminada y dispersa por todas partes. Nuestro yo, más débil, arcaico
y narcisista, aparece cada vez más, ligado al consumo; el marketing como
instrumento de control social “forma la raza impúdica de nuestros amos” 18. En
una sociedad donde impera el individualismo, la libido se vuelca mayoritaria
y compulsivamente hacia el consumo de bienes.

16 Ver la entrevista a Paul Virilio, “Cibermundo, ¿una política suicida?”: Ed. Dolmen,
Santiago de Chile, 1997.
17 Michel Foucault, “Historia de la sexualidad: La voluntad de saber”: Ed. Siglo XXI, Madrid,
1987.
18 Gilles Deleuze, “Posdata sobre las sociedades de control”, en “El lenguaje libertario
2. Filosofía de la protesa humana”: Ed. Nordan, Montevideo, 1991.

­– 126 –
En este contexto social y cultural, el adulto estresa a los niños mucho
más que en el pasado.

El fin de siglo se caracterizó por una desterritorialización permanente


donde el ritmo lento de la evolución natural se vio violentado por la velocidad
vertiginosa de las transformaciones culturales y de los cambios socio-econó-
micos. En esa desterritorialización permanente de los registros identitarios
(tanto personológicos, como grupales y comunitarios) los mecanismos de
defensa que funcionaban universalmente con una tarea evolutiva, y daban
las cualidades posibles para enfrentar la lucha por vivir, también se vieron
desmontados.
Los organismos están cada vez más estresados por la violencia que se
les impone desde fuera para dentro. En este contexto las defensas también
cambiaron de lugar y se han vuelto más primitivas. En un excelente y muy
claro ensayo Odila Weingand se pregunta si esto es negativo, concluyendo
que parece inevitable que las personas hoy en día operen más con el campo
energético19. Desde el punto de vista reichiano sabemos que las personas
al sentirse inseguras, se defiendan con el campo energético, es decir con
las defensas primitivas del segmento ocular. El aumento de la problemática
borderline puede ser considerada entonces, como una consecuencia de la
necesidad de convivir con la inconstancia de nuestros objetos y la desterri-
torialización de nuestros territorios existenciales. En la medida en que diluir
nuestros límites nos facilita el poder cambiar de forma, ¿no necesitaremos
de las defensas borderline para poder absorver los cambios que están ocu-
rriendo vertiginosa e irreversiblemente a nuestro alrededor?
Cuanto mayor sea la pérdida de referencias éticas internas y externas
que organizan nuestro sentido de subjetividad (nuestra singularidad, nuestra
identidad, etc.), mayor va a ser la disolución de los límites de nuestra terri-
torialidad existencial, y viceversa.
Desde el punto de vista bioenergético cuanto mayor se lidia con ener-
gías sutiles (en vez de negar que ellas existan), más vamos a precisar de
enraizamiento20.
Cuando nuestra base es frágil (sub-enraizamiento) cualquier cambio
crea desorientación, confusión y miedo. Cuando una persona está sub-
enraizada (es decir, cuando el contacto con el suelo es excesivamente
incierto), cualquier aumento de energía amenaza destrozar y fragmentar su
precaria unidad psicosomática. Cuando una persona está sobre-enraizada,

19 Odila Weingand, “Bioenergética: um panorama atual”, Revista Reichiana nro. 8, Sedes


Sapientiae: San Pablo, 1999.
20 Estos cambios implican la necesidad de que como profesionales de la salud reco-
nozcamos y nos abramos al estudio de las energías sutiles (no ya vistas como una
patología esquizoide), dándole a su vez grounding y cuerpo a nuestra práctica y a
nuestros conceptos bioenergéticos.

– 127 –
la tensión y la rigidez en la parte inferior del cuerpo (sobretodo en las piernas
y en los pies), reduce enormemente la sensibilidad en esa área.

ENRAIZAMIENTO Y CONTACTO
La propuesta de este capítulo, además de definir las tres posiciones
básicas con las que trabajamos en el Análisis Bioenergético Reichiano, es
la de pensar al enraizamiento como una noción compleja y no sólo como un
ejercicio bioenergético básico.
En este sentido usaré el término enraizamiento para explicar el conjunto
de fuerzas viscerales, psicológicas y musculares subyacentes a las posturas
de nuestro cuerpo21. Por lo tanto el enraizamiento va a ser un proceso mucho
más complejo que estar de pie, acostado o sentado. En la medida en que
los músculos implicados en cada una de estas posiciones van a ser distin-
tos, la percepción que nuestro cuerpo tiene de estas posturas y del estado
psicológico que las acompaña también va a ser diferente.

David Boadella contribuyó a desarrollar el concepto de enraizamiento


al pensarlo en otros niveles que nos permiten salir de una mirada corpórea
mecanisista. En una bella descripción nos muestra cómo el bebé descubre
muchos enraizamientos:

“Está tendido sobre el abdomen de la madre y se enraiza


sobre la superficie del cuerpo de ella, percibiendo los mismos
ritmos y latidos que antes experimentaba en el útero. Es soste-
nido y se aferra; toma una parte de la madre en la mano, o bien
algo de su propio cuerpo, y es envuelto por el contacto con ella.
Cuando mama, se puede decir que está enraizando su boca.
Cuando mira al rostro a la madre, está enraizando sus ojos. En
el flujo del lenguaje en desarrollo empieza a enraizar sus ideas.
En sus progresivos movimientos (desde el decúbito prono hasta
que levanta la cabeza, se arrastra, gatea, se pone en cuclillas y
de pie), aprende un buen o un pobre contacto con una base física.
Todo esto tiene lugar en un ambiente emocional que constituye el
trasfondo de la organización de la actividad del niño.” 22

21 Rita Fiumara, Silvana Lepre, Maira Pellizzoni, “Del sufrimiento a la emoción”, Ficha de
psicoterapia biosistémica, “Un approccio originale al trattamento psico-corporeo della
sofferenza emotiva”: Milán, Italia, 1994.
22 David Boadella, “Corrientes de vida. Una introducción a la Biosíntesis”: Paidós, Buenos
Aires, 1993, pp. 133.

­– 128 –
Boadella concluye que el enraizamiento está relacionado a lo que
sucede cuando la energía fluye hacia la superficie del cuerpo, y con el tipo
de contacto que encuentra allí.
Para el Análisis Bioenergético Reichiano, enraizamiento y contacto
son dos conceptos que van a estar indisolublemente ligados, y van a tener
un significado especial en el desarrollo evolutivo. El embrión en la primera
fase de la vida intrauterina experimenta un continuo y suave hidromasaje
del líquido amniótico, que no se interrumpe ni en la noche cuando la madre,
durmiendo, lo envuelve tiernamente con su respiración rítmica y suave. Alre-
dedor del octavo mes de vida intrauterina el hidromasaje se transforma en un
profundo masaje rítmico y envolvente de las paredes musculares del útero.
Hasta que en el correr del noveno mes los brazos del útero que envuelven
al bebé comienzan a experimentar los movimientos de las contracciones,
que estimulan la piel del bebé y los sistemas del cuerpo, que precisará luego
del nacimiento.
Aunque no recordemos nuestro último mes de vida intrauterina, nuestra
piel se acuerda. Después del nacimiento es necesario que el bebé sea ma-
sajeado, que hablemos con su piel, que sea cargado, mimado, acariciado y
nutrido con nuestro masaje23. Así, sucesivamente, el niño va construyendo
distintos enraizamientos que podríamos resumir en enraizamiento horizon-
tal, enraizamiento vertical y enraizamiento simbólico. Los mismos, en la
propuesta del Análisis Bioenergético Reichiano, coinciden respectivamente
con las tres capas embrionarias (endodérmica, mesodérmica y ectodérmica)
del desarrollo morfológico del cuerpo.

LA HISTORIA EVOLUTIVA DEL CUERPO:


morfología dinámica y camadas embrionarias
Estas tres capas o folículos embrionarios, procediendo de la parte ex-
terna a la interna del embrión (ectodermo, mesodermo y endodermo), son
el conjunto de células de igual estructura que cooperan en la formación de
determinados órganos y sistemas. A partir del ectodermo se desarrolla el
SNC, el SNA y la piel. A partir del mesodermo, el esqueleto, los músculos y el
sistema cardiocirculatorio. Y a partir del endodermo (la camada más interna
del embrión) se originan los sistemas gastrointestinal, respiratorio y renal.

En su plan de organización estas camadas no sólo determinan el desa-


rrollo regional anatómico del cuerpo sino también actividades funcionales.
En este sentido podemos asociar a las camadas embrionarias tres
actividades psicológicas distintas: el desarrollo cognitivo-perceptivo a la

23 Frédérick Leboyer, “Shantala, un art traditionnel - le massage des enfants”: Ed. du


Seuil, París, 1976.

– 129 –
capa ectodérmica, el desarrollo motor a la capa mesodérmica, y el desarrollo
emotivo y pulsional a la capa endodérmica.
Podemos asociar además tres tipos de sensaciones a dichas camadas
celulares: sensaciones que ocurren en la superficie de la piel –a las que F.
Mott denominó sensaciones fetales superficiales– (ectodermo), sensaciones
cinestésicas ligadas al movimiento muscular (mesodermo) y sensaciones que
se originan en el centro de nuestro cuerpo –a las que D. Boadella denominó
umbilicales– (endodermo).

LAS TRES DIRECCIONES DEL ENRAIZAMIENTO


Nuestro cuerpo pasó por fases específicas de desarrollo psicomotor a
las cuales se corresponden posiciones y movimientos particulares.
En el enraizamiento estamos realizando un trabajo psicoterapéutico
que se relaciona con la postura, por lo tanto estamos hablando de uno de
los momentos más importantes de la psicoterapia.
Como lo definía más arriba, el enraizamiento es una fuerza interna, un
conjunto de elementos, de herramientas, al mismo tiempo físicas y menta-
les, ligadas a momentos fundamentales de la vida de una persona. Cuando
es utilizado como técnica psicoterapéutica permite desarrollar un trabajo
clínico que tiene como objetivo incluir experiencias de recontacto básico,
que permitan al paciente llegar a sentir su ritmo interno y su propio impulso
interior, analizando el modo como se construyó a sí mismo en el pasado, y
construyendo nuevos enraizamientos para cambiar la situación existencial
y social actual.

En el Análisis Bioenergético Reichiano trabajamos desde las tres pos-


turas básicas (de pie, acostado, sentado), desde donde ligeros ajustes cor-
porales (posturales) permiten introducir alteraciones profundas en los ritmos
vegetativos, en el tono muscular, en la auto-imagen y en las sensaciones
corporales. A partir de experiencias de contacto y de resonancia (tomando
en cuenta siempre las reacciones transferenciales y contra-transferenciales)
vamos realizando operaciones de “microingeniería estructural”, buscando
descongelar las experiencias vitales.

Pasemos a definir y desarrollar las tres posturas básicas para trabajar


en el setting psicoterapéutico desde el Análisis Bioenergético Reichiano.
Las mismas se corresponden con una forma de enraizamiento y con una
camada germinativa del embrión, con sus respectivos órganos, funciones
y sensaciones24:

24 Rita Fiumara, Silvana Lepre, Maira Pellizzoni, “Del sufrimiento a la emoción”, op. cit.

­– 130 –
Diferentes posiciones y funciones del grounding desde la
Arqueología del Cuerpo en el Análisis Bioenergético Reichiano

Capa Sistema
Enraizamiento Posición Funciones
embrional anatómico
Simbólico Ectodermo SNC. SNA. Piel. Sentado Logos.
Lenguaje. Memoria.
Simbolización. Lógica.
Relación con el mundo
exterior (reglas socia-
les).
Vertical Mesodermo Muscular. Oseo. De pie Lucha. Fuga. Acción.
Cardiocircula- Fuerza. Conflicto.
torio. Agresividad.
Horizontal Endodermo Gastrointestinal. Acosta- Apartamiento de la
(interno) Endócrino. Res- do boca realidad inmediata.
piratorio. arriba Flujo emocional pro-
(supina). fundo. Contacto con la
tierra.
Acosta- Concentración en sí
do boca mismo. Autoprotección.
abajo.
De costa- Recuperación
do (fetal). energética.
Fantasías orimitivas.

Enraizamiento horizontal (endodermo):


* Está relacionado principalmente al “yo siento”.
* D. Boadella lo llama también enraizamiento interno, y lo indica (al igual que
G. Boyesen) como la fuente desde donde surge la energía curativa.
* Comprende las posiciones acostado de espalda, boca abajo o de
costado (fetal).
Desde el punto de vista anatómico-funcional se verifica en estas pos-
turas la participación de varios segmentos musculares.
* En la posición boca arriba se instensifican las sensaciones corporales
y se agudiza la percepción.
Desde el punto de vista perceptivo-sensorial, la experiencia corporal de
estar acostado de espaldas es profundamente diferente de la de estar en la
posición erecta, sentado o de lado. Cuando se está acostado de espaldas
de ojos abiertos se estimula la percepción por el gran campo visual que se
abre. Es la posición ideal para el análisis de los propios sentimientos y de
las vivencias emotivas. Se corresponde con la capacidad imaginativa (ej.:
proyectar sueños, observar el cielo y las estrellas). Simbólicamente repre-
senta el límite entre la vida y la muerte. Con los ojos cerrados favorece la
ensoñación y tienden a desdibujarse los límites del yo.

– 131 –
Desde el punto de vista energético es una posición básica, en la me-
dida en que nos permite ver con precisión dónde la onda de respiración es
bloqueada y el flujo de energía vital interrumpido. Nos permite ver con mayor
facilidad dónde se sitúan las corazas (los grupos de músculos que se resis-
ten al movimiento natural), y los movimientos involuntarios, los movimientos
contradictorios y los movimientos espontáneos, que se desarrollan a partir
y/o a pesar de la coraza.
En la medida en que es una posición más “abierta” (ya que nuestra
parte frontal del cuerpo es más vulnerable) posibilita una posición de entre-
ga al cuerpo como antítesis del acorazamiento, pero a su vez muestra muy
claramente los padrones reactivos. Es decir, permite reconocer de inmediato
dónde el cuerpo pulsa, dónde está el streaming y dónde están las corazas,
por lo cual es muy importante en la fase diagnóstica.
* En la posición boca abajo (que exige del empleo de los músculos de
los brazos y del cuello para sostener el cuello sobre los antebrazos), el niño
aprende a dirigir su mirada para una distancia próxima y a focalizarla en una
parte del mundo. Este es el punto de partida para el movimiento de gateo
y también una fase del desarrollo psicomotor en el pasaje de la posición
sentada para la erecta. En el plano psíquico esta posición coincide con la
conciencia de sí mismo, que es la capacidad de sentirse. En esta posición
se intensifica la sensación de ceder a la gravedad (de entregarse a la tierra),
lo que permite recobrar el sentido de centramiento.
* La posición de costado o fetal permite apartarse del contacto con el
mundo exterior y desenvuelve una función de “nutrición” interna, entendida
como de recarga energética (generación de nuevas energías, por ejemplo,
cuando dormimos).

Enraizamiento vertical (mesodermo):


* Está relacionado principalmente al “yo hago”.
* Se corresponde con la posición de toma de tierra (parado, arco in-
vertido, etc.), aunque comprende además otras posiciones (“enraiza-miento
aéreo”, cuclillas, etc.).
* Psicoterapéuticamente la postura de pie permite que el paciente se
desplace y se focalice en el presente (que es donde tiene sus problemas).
* En este enraizamiento asistimos a un aumento del tono y de la activi-
dad muscular, controlado por los neuronios del córtex motor. A este estado
neurofisiológico le acompañan en el plano psicológico el comportamiento de
exploración del ambiente, de aproximación o apartamiento, de los compor-
tamientos agresivos y de la activación psicomotriz generalizada.
* Consiste en proveer al cuerpo de arraigo por medio del trabajo postural
(en general posiciones dináminas que facilitan el flujo de la energía hacia
la parte inferior del cuerpo y de los pies). En el Análisis Bioenergético lowe-
niano son comunmente llamadas “posiciones de estrés” y tienen el objetivo

­– 132 –
de liberar catárticamente las emociones bloqueadas y dar la posibilidad al
organismo de contener mayor cantidad de energía.

Enraizamiento simbólico (ectodermo):


* Está relacionado principalmente al “yo pienso”.
* Se traduce en la postura de estar sentado.
* Desde el punto de vista psicológico refiere a las funciones simbólicas
del lenguaje, de la lógica y de las reglas sociales, que a nivel de la postura
de estar sentado, se traducen como la conquista del papel adulto, menos
instintivo y más atento a las exigencias del ambiente social
* Como se corresponde analógicamente con el estrato celular ecto-
dérmico del embrión, se encuentra en el límite entre el cuerpo y el mundo
exterior.
* Implica el camino piel/cerebro en el cual la experiencia mental emerge
de la corporal. Cumple una función de mediador, en la medida en que perci-
be los datos del mundo exterior y los transmite en un lenguaje neurológico
para el cerebro, siendo luego elaborados por medio de un proceso mental
complejo y delicado, que se origina en la experiencia del cuerpo.

TRABAJANDO CON ENRAIZAMIENTO DESDE LA


ARQUEOLOGÍA DEL CUERPO25
En la arqueología del cuerpo se trabajan ordenadamente las capas
estratificadas de la coraza.
Tal como lo describe Manoel Brandao:

“Las estructuras corporales del carácter se presentan como


estratos geológicos, como capas que superponen estratos histó-
ricos: biográficos, perinatales y filogenéticos. Estos se organizan
como matrices que modelan patrones de conducta, planos de
vida. “Arqueología del cuerpo”, usando diversos instrumentos psi-
coterapéuticos, busca excavar, revolver e identificar esos planos
de formación de las estructuras corporales del carácter. De este
modo posibilita la modificación de los planos de vida” 26.

25 La arqueología del cuerpo es un concepto y una metodología funcional creado


por Manoel Brandao y desarrollada desde los soportes conceptuales de la Clínica
Bioenergética y de la Psicología Social por quien suscribe. Para profundizar en este
dispositivo psicoterapéutico tal cual se desarrolla en el Taller de Estudios y Análisis
Bioenergético, ver el libro “Arqueología del Cuerpo”, op. cit.
26 Manoel Brandao, volante de Lotus - Centro de Psicoterapia y Meditación, Montevideo,
1992.

– 133 –
En los trabajos de enraizamiento que se realizan a lo largo de todo el
proceso psicoterapéutico, se puede leer en las formas corporales, un diag-
nóstico pulsátil y expresivo, de cómo el poder y la cultura se inscribieron en
los cuerpos, en las tensiones musculares crónicas.

En las posiciones de enraizamiento vertical se mira al paciente desde


los pies a la cara y desde el rostro hacia los pies.
Pongamos un ejemplo. En la lectura corporal en la posición del arco
invertido dirigimos sensiblemente la atención a observar:
* cómo se sostiene en los pies: ¿tiene los pies planos? ¿los pies están
girados hacia adentro? ¿los pies están girados hacia fuera? ¿dónde está el
peso en los pies? ¿puede sentir que sus pies se hallan en mayor contacto
con el suelo?;
* cómo son sus piernas y qué sienten: ¿son subdesarrolladas? ¿son
rígidas e insensibles? ¿los tobillos son débiles? ¿siente en las piernas alguna
vibración? ¿cómo las siente? ¿finas y suaves? ¿gruesas y espasmódicas?
¿pudo mantener las rodillas flexionadas y sueltas o las enderezó rígidamen-
te? ¿pudo contener el flujo de excitación en las piernas? ¿puede sentir la
capacidad de sus piernas para sostenerlo o, por el contrario, sintió que no
lo sostendrían?;
* cómo respira: ¿respira con facilidad o contiene el aliento? ¿la
respiración es abdominal? ¿afloja la mandíbula? ¿se permite sonorizar la
respiración? ¿siente que el aire llega a la zona genital?;
* cómo se encuentra la pelvis: ¿siente espasticidad en los músculos
de los glúteos? ¿siente tirantez en la parte inferior de la espalda?, ¿siente
los movimientos respiratorios en la pelvis?, etc.

Al comienzo de los trabajos de enraizamiento vertical se puede con-


frontar una resistencia corporal al pasaje del flujo energético, representada
en forma de dolor. Es importante mostrar desde la identidad funcional, que
ese dolor físico quizás implique además un dolor emocional. A modo de
ejemplo, el dolor en las piernas es equivalente a un dolor en la vida. Es decir,
cuanto mayor es el grado de rigidez en las piernas de una persona, menor
es su alegría de vivir.
Si una persona tiene buen grado de enraizamiento puede tolerar su
propio dolor y pasar a trabajar una camada más profunda27. Es importante
no resistirse emocionalmente, pero también tomar en cuenta que las po-
siciones del enraizamiento vertical no son ejercicios de resistencia física.
La primer camada de dolor se corresponde con la rigidez de las piernas
y representa simbólicamente un “no”. Dicha rigidez cumple con la función

27 Para un entendimiento bioenergético del dolor ver la conferencia de John Pierrakos


“Dor: a dor que criamos nos outros e a dor que criamos para nós mesmos”, Cadernos
de Psicología Biodinamica nro. 3: Summus Ed., San Pablo, 1983.

­– 134 –
antigravitatoria de no dejarnos caer (equivalente a no fallar, no humillarnos,
no desmoralizarnos, etc.).
En la medida en que la resistencia y la rigidez van cediendo al trabajo
progresivo, sostenido y gradual, la segunda camada que generalmente apa-
rece es la de un fuerte sentimiento de “estar pesado”, de “estar para abajo”.
Cuando los pacientes empiezan el trabajo bioenergético de enraizamiento
vertical aparece el cansancio de años28. En ese momento es importante
intentar seguir el movimiento pulsatorio de contener, expresar y descargar
los sentimientos. Si uno para en el cansancio no se completa el movimiento
pulsatorio auto-regulador.
La tercera camada que aparece, más profunda y más dolorosa, tiene
que ver con las defensas contra la depresión de abandono (tristeza y bronca).
Se tiene la sensación de que nuestras piernas parecen incapaces de conti-
nuarnos cargando. Si se logra tomar un contacto profundo con la respiración,
el movimiento involuntario y la vibración, el cuerpo comienza a abrirse a la
tristeza (sepultada fundamentalmente, en la garganta, en el tórax y en el
abdomen), y a la rabia (sepultada en las piernas y en la pelvis).
La camada más profunda a trabajar es la del miedo. Miedo de soltarse
y de sostenerse sobre sus pies, miedo a quedar solo. En la transición, en el
intervalo entre soltarse y sentir que los pies se asientan firmemente sobre
la tierra, se experimenta la sensación de caer, con la ansiedad consiguien-
te29.
En su último libro autobiográfico “Una vida para el cuerpo” Lowen
(2007) enfatiza que conectarse a otras personas, mantenerse sexualmente
vivo y con un buen grado de enraizamiento no es un proceso que pueda
alcanzarse rápida o fácilmente en la psicoterapia. En la medida en que en
la mayoría de las personas los flujos de excitación están restringidos y blo-
queados por contracciones musculares crónicas, su capacidad de sentir y
de afectarse por las sensaciones están severamente limitadas. Agregando
que nadie limita o restringe su propia vida a menos que sea imperativo para
su sobrevivencia (función del proceso de acorazamiento). De ahí, el miedo

28 Tal como lo plantea Hernán Kesselman, en el caso de los profesionales de la salud, en


particular, este cansancio está asociado a las urgencias institucionales, asistenciales
y/o formativas en las que terapeutas y pacientes, docentes y estudiantes, formadores
y formandos, deshumanizan la relación consigo mismos. Esta situación (derivada de la
crisis económica-social) se produce imponiéndose un automaltrato por sobreexigencia,
sobrepasando los límites de la propia fatiga y desoyendo los síntomas del estrés. El
temor implícito en esta “escena institucional” es que si dejamos de “pedalear”, nos
caemos. Y a diferencia de lo que nos sucedía cuando éramos niños, cuando somos
adultos si nos caemos nadie nos levanta.
29 Junto a estas camadas de dolor, cansancio, tristeza, bronca y miedo, puede además
desinhibirse placer a partir de la profundización de la respiración, de las sutiles y/o
intensas vibraciones, y de los movimientos involuntarios en las piernas y en el resto del
cuerpo.

– 135 –
a tornar a un sistema más vivo, y por lo tanto, más sensible a las emociones
de miedo, amor, rabia, tristeza y/o angustia, desistiendo a usar las defensas
del carácter. En toda su obra Lowen remarca que el miedo a entregarse a
las sensaciones, a la vida y al cuerpo es endémico en nuestra cultura nar-
cisista que privilegia los procesos mentales al cuerpo y sus sensaciones, y
que tiene una “dirección ascendente” hacia el poder y la riqueza, más que
una “dirección descendente” hacia el placer y al amor.

El proceso de enraizarse verticalmente en la arqueología del cuerpo


implica, por lo tanto, ayudar a integrar la genitalidad con la pre-genitalidadad
(proceso que ayuda a completar la madurez en una dirección claramente
“descendente”), aunque este proceso no puede desarrollarse si no se con-
templa e integra al enraizamiento horizontal y al enraizamiento simbólico.

En el Análisis Bioenergético Reichiano30 creemos que el objetivo psi-


coterapéutico en los trabajos de enraizamiento no hay que limitarlo al nivel
mesodérmico (las posturas de estrés, la liberación de energía a través de
los músculos), tal cual está particularmente orientado en el Análisis Bioener-
gético loweniano. Es necesario que podamos implicar al cuerpo entero. La
obtención de los movimientos involuntarios, los temblores bioenergéticos, las
sutiles vibraciones en todo el sistema muscular es una parte importante del
trabajo de flexibilización de la coraza muscular. Pero es necesario integrar el
trabajo con el enraizamiento horizontal y simbólico para poder acceder a la
coraza visceral (endodérmica) y a la coraza cerebral (ectodérmica cerebral
y ectodérmica cutánea)31.
Para la arqueología del cuerpo, al igual que lo plantea Gerda Boyesen,
el movimiento expresivo de la abreacción emocional parte de las profundida-
des del cuerpo (en el nivel endodérmico), pasa por los canales expresivos
mesodérmicos y se conecta con la memoria (en forma de imágenes, de
recuerdos) a nivel ectodérmico32.
El paciente en una psicoterapia corporal bioenergética y reichiana
desarrolla un proceso donde tiende a recuperar sensibilidad y redescubrir
su vitalidad profunda. Los trabajos de enraizamiento vertical permiten que la
energía liberada en las profundidades pase a todo el sistema muscular y a
todo el nivel mesodérmico. Pero para redescubrir y recuperar su nivel vital es
también muy importante que nada atemorice al paciente. Es decir, un paciente

30 Al igual que otras corrientes neo-reichianas como la Biosíntesis, la Biodinámica y la


Biosistémica.
31 Esther Frankel, “Diagnóstico pulsátil”, http://www.biossintese.psc.br/DiagnosticoPulsatil.
htm.
32 Gerda Boyesen, “Entre Psique e Soma”: Summus Ed., San Pablo, 1986.

­– 136 –
estará mucho más fuerte en sus situaciones exteriores cuando no tenga nada
que temer de su mundo interior33.
Cuando un paciente redescubre su vitalidad, su bienestar en la inde-
pendencia y en la seguridad interior de su ritmo interno, ningún peligro podrá
sobreponerse a los estímulos interiores. Por lo tanto, es muy importante
en las primeras sesiones del proceso psicoterapéutico, y luego de haber
realizado un diagnóstico bioenergético estructural, combinar el trabajo de
desacorazamiento del enraizamiento vertical (v.g.: posiciones de estrés),
con el trabajo de soporte del enraizamiento horizontal (v.g.: trabajo de ritmo
interno y de bioenergética suave)34.
En el Análisis Bioenergético Reichiano seguimos el axioma clínico de
que toda catarsis o abreacción emocional debe ser seguida de una armo-
nización.
Esto no implica que los trabajos de enraizamiento vertical no sirvan para
dar soporte y contención en el proceso psicoterapéutico. Por el contrario,
cuando un paciente está bloqueado en un proceso primal permanente de
descarga, en niveles tan profundos de descarga que le es imposible inte-
grarlos, conviene utilizar los ejercicios de enraizamiento.
Tal como lo plantean los analistas reichianos Xavier Serrano y Reolina
Cardoso, es conveniente tener cuidado con los pacientes que colocan mucha
energía voluntaria en los ejercicios forzando la descarga, por ejemplo, por
medio de catarsis histeriformes. Por lo general son personas que tienden a
forzar los procesos, con muy poco contacto sensible, con poca o nula ca-
pacidad de relajamiento y de abandono, muy preocupados concientemente
en el hacer, o en descargar rápida e impulsivamente la carga.
Es importante que el psicoterapeuta tome en cuenta permanentemente
las variables del ritmo interno y de la dimensión temporal del paciente, para
no forzar la descarga, desde su propia coraza y su propia distorsión tem-
poral35. Es necesario que en la sesión se de el tiempo para que el estímulo
que parte de la profundidad endodérmica llegue a la conciencia (ectodermo),
alcanzando previamente al yo motor y al nivel expresivo (mesodermo).
Si se toman en cuenta estas variables, las corrientes vegetativas –las
emociones– siempre van a decir la verdad.

33 David Boadella discrimina, en este sentido, el enraizamiento interno del enraizamiento


externo. El primero consiste en nuestro cuerpo físico (hecho de carne y de huesos,
vasos sanguíneos y células nerviosas; es también equivalente al ego jungiano). El
segundo consiste en la esencia del cuerpo sutil (la memoria arquetípica, la fuente
desde donde surge la energía curativa; equivalente al self jungiano).
34 Eva Reich y Eszter Zornanszky, “Energia vital pela bioenergética suave”: Summus Ed.,
San Pablo, 1998.
35 Ver los capítulos “Ritmo interno y soportes en el proceso psicoterapéutico” y “La di-
mensión temporal en el trabajo clínico”, del libro “Arqueología del Cuerpo” de quien
suscribe, op. cit.

– 137 –
En este proceso el cuerpo del paciente aprende a tornarse conciente
de sí mismo y descubre que el psicoterapeuta lo apoya y lo sostiene para
que pueda funcionar con su propia auto-regulación. Siempre que se busca
el contacto en el Análisis Bioenergético Reichiano es para que el paciente
recupere una parte propia olvidada, bloqueada, perdida o congelada36.
La psicoterapia se transforma entonces en una manera de ayudar al
organismo a ayudarse a sí mismo, y de enraizarse profundamente en su
cuerpo.

36 Ejemplo: en el trabajo de enraizamiento vertical, en la posición del arco invertido (bend


over), el objetivo está dirigido a la búsqueda del auto-sostén. Recuperar las piernas
para pararse en el mundo como un adulto libre y para sostener sus sentimientos como
un adulto vibrante.

­– 138 –
1.6
Usos del taburete bioenergético
(stool)
en la clínica bioenergética1

Desde el momento en que Alexander Lowen comenzó a utilizar un


banco de cocina o taburete con dos mantas tensamente enrolladas para
ayudar a sus pacientes a respirar más profundamente, el trabajo en lo que
ahora se conoce como taburete bioenergético (TB) o stool se ha ido desa-
rrollando en los consultorios de todos los psicoterapeutas bioenergéticos y
en los programas de entrenamiento del IIBA. Hay incluso psicoterapeutas
bioenergéticos que raramente tienen una sesión en donde el TB no sea
usado. El TB constituye así una de las herramientas técnicas importantes del
movimiento que Al. Lowen ha denominado en llamar “return to the basics”.
Y si bien es muy utilizado como herramienta clínica, por el contrario, poco
se ha escrito sobre sus posibilidades técnicas2.
Como sabemos, ninguna escuela o corriente psicoterapéutica tiene
una varita mágica, pero en términos de desacorazamiento el TB es lo más
cercano a la varita mágica que podemos encontrar en el setting bioenergé-
tico loweniano.
Los motivos de esta ficha es que para nosotros, en la formación del
TEAB, es importante poder optimizar sus posibilidades de uso, disminuyendo
sus posibles efectos iatrogénicos a través de un uso precavido, asegurando
una aplicación segura de los distintos movimientos y posturas, aumentando
su potencial a través de los nuevos diseños desarrollados en nuestro Co-
lectivo y garantizando la eficacia de su inserción en distintos momentos del
tratamiento.
Desde aquellos momentos en que Lowen crea el TB, se ha avanzado
en su diseño, así como en las diversas posibilidades de uso en la clínica
bioenergética.

1 Ficha interna de la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano –Formación


de Psicoterapeutas Corporales del TEAB– (2004).
2 Uno de los artículos más completos es el de Ellen Green (1995): “The bioenergetic
stool: its use as an integral part of the process in bioenergetics”, The Clinical Journal
of the International Institute for Bioenergetic Analysis, volume 6, number 1.

– 139 –
fig. 1

En esta primera figura, a la izquierda vemos dos taburetes antiguos. En


el centro tenemos dos taburetes con dos diseños que se diferencian por el
mayor o menor soporte en la base. A la derecha tenemos un taburete dise-
ñado con formas más redondas y con menor altura que puede ser utilizado
en un setting bioenergético para el trabajo con niños.
El último diseño de TB que se utiliza en los consultorios del TEAB fue
realizado por la Lic. en Psic. Nancy Pereyra y por el Arq. Livio Incatasciato
para las I Jornadas de Intercambio en Psicoterapia Corporal (Montevideo, 7,
8 y 9 de setiembre del 2001). Para el desarrollo del mismo Nancy y Livio han
investigado en el desarrollo de un TB con un diseño funcional y ergonómico.
Este nuevo modelo, más compacto, ha reemplazado mediante un juego de
barras móviles de madera, la silla que Lowen indicaba colocar detrás del
paciente para dar apoyo a los brazos cuando los estiramos para profundizar
la respiración. En este caso se colocan las barras en posición oblicua (ver
figura 2). Colocando las barras horizontalmente (figura 3) permite, además
de distintas formas de enraizar manos y pies, adaptarle un cabezal suple-
mentario para apoyar la cabeza cuando trabajamos sobre la zona lumbar con
estiramiento pélvico. De esta forma se reemplaza el diván y los almohadones
que indica Lowen para el apoyo de la cabeza.
El modelo ha sido modificado para ofrecer suficiente estabilidad en las
distintas posiciones de movimiento corporal.
Consta de patas antideslizables.
Se ha reemplazado la manta arrollada por un tapizado anatómico
mullido.
Se han incorporado dos barras adaptables para las distintas posturas
requeridas.
Se ha agregado un accesorio que cumple la función de cabezal o
posapies según lo requiera el trabajo a realizar3.

3 Nancy Pereyra - Livio Incatasciato (2001), “Breve reseña histórica del taburete bioener-
gético”, I Jornadas de Intercambio en Psicoterapia Corporal, Montevideo-Uruguay.

­– 140 –
fig. 2 fig. 3

Al trabajar con el TB es importante que tengamos en cuenta que en


la clínica bioenergética toda técnica que utilicemos va a estar condicionada
por la persona específica con quien estamos trabajando.
A la hora de trabajar en el TB el psicoterapeuta corporal bioenergético
tiene que tener un buen diagnóstico inicial, diferencial y estructural (DIDE)
en el que, por ejemplo, no deben faltar elementos anatómico-fisiológicos del
paciente. Es decir, el psicoterapeuta debe estar seguro si las condiciones
psicofísicas del paciente permiten realizar las posturas del TB, y cuales
serían las que mejor lo podrían ayudar en el proceso de desacorazamiento
o de construcción de límites.
Los movimientos realizados en el TB movilizan principalmente las
zonas del tronco, involucrando sensiblemente además de los principales
músculos anteriores y posteriores del tronco, a la columna vertebral, a los
discos intervertebrales y a la médula espinal, por ejemplo.
El experimentado didacta internacional del IIBA D.P. Heiner Steckel
hace hincapié más que en contra-indicaciones o usos no recomendables del
TB, en modulaciones en el mismo4. H. Steckel recomienda mayor prudencia
en “estructuras blandas” (psicóticas o borders), regulando tanto el cómo así
como también la cantidad (de tiempo y de energía) que se moviliza en el
TB.
Los jóvenes terapeutas psicocorporales Aurelio Alfieri Netto y Juliana
Navarro del Centro Reichiano de Curitiba recomiendan una evaluación mé-
dica en casos de dolor en el TB, ya que argumentan que el mismo puede
estar relacionado a inflamaciones musculares, microfracturas vertebrales,
distensiones musculares, osteofitosis, lesiones articulares, lesiones en los
ligamentos, protrusión nuclear de disco (hernia de disco), artritis, artrosis,

4 Heiner Steckel (2003), “El stool, mi diván bioenergético”, XVII Congreso Internacional
de Análisis Bioenergético, Bahía-Brasil.

– 141 –
escoliosis, lordosis, cifosis, bursitis, e incluso otras lesiones físicas, que sería
bueno descartar antes del uso del TB5.
En mi experiencia personal (luego de haberlo usado, en mí diariamente,
y en sesiones con casi todos los pacientes que he atendido en dos décadas
de ejercicio clínico) el uso del TB casi siempre comienza con un leve dolor.
Algunos pacientes, cuando lo ven por primera vez, hacen referencia al TB
como el “instrumento de tortura”. Otros imaginan un plinto de gimnasia
olímpica.
Cuando uso el TB por primera vez suelo usualmente presentarlo de la
siguiente manera: “el taburete ahora puede ser tu ‘enemigo’ pero, progre-
siva y gradualmente, se va a ir transformando en tu mejor amigo”. Si bien
algún paciente puede odiarlo en sus primeros usos (especialmente aquellos
pacientes con biotipos claramente rígidos), a lo largo del proceso psicote-
rapéutico se verá un progreso sostenido, hasta el punto en que los mismos
pacientes pedirán frecuentemente para trabajar con el TB, aun antes que
tuviésemos que sugerírselo.
En términos generales, después de un breve período de uso (el cual
es variable en cada paciente) las personas que utilizan el TB comienzan a
sentirse mejor. Incluso en las primeras 2 o 3 primeras sesiones en donde
el trabajo comienza siendo doloroso, el mismo resulta relajante y estimu-
lante, generando un grado de apertura sensible en la respiración, en los
movimientos expresivos y vibratorios del cuerpo, en el flujo energético y en
el estiramiento muscular. Tanto los dolores abdominales, torácicos o de la
espalda, comienzan a desaparecer a medida que los músculos aprenden y
comienzan a relajarse con la respiración profunda en el TB.
Como axioma clínico, creo que es muy importante que el psicoterapeuta
corporal bioenergético experimente, en su formación y en su propio proceso
psicoterapéutico, las técnicas que utilizará antes de emplearlas en el setting.
Este entrenamiento le dará un plus de seguridad importante a la hora de
experimentar las técnicas con cada paciente. Por el contrario, un psicotera-
peuta inseguro puede transmitir esa inseguridad a los pacientes. El trabajo
sobre-sí es uno de los principales cuidados que podemos desarrollar para
trabajar con otros, y en este mismo sentido, todo cuidado es poco al trabajar
en clínica bioenergética.

Al trabajar con el TB, las posiciones y movimientos propuestos al pa-


ciente deben contar siempre con un breve período de caldeamiento y ser
lentos y graduales.
Uno de los peligros que corremos al trabajar en el TB es que, en algu-
nos pacientes (con poco trabajo biofísico, obesos, mayores, excesivamente

5 A. Alfieri Neto - J. Souza (2004), “Análisis biomecánico de los movimientos en el stool”,


1ra. Convención Brasil/Latino-Americana de Psicoterapias Corporales, Foz de Iguaçú-
Brasil.

­– 142 –
rígidos, por ejemplo) se produzca o se agrave una miotonía, es decir un
espasmo continuo de un grupo específico de músculos, aumentando su
irritabilidad y su tendencia a la contracción, con la consiguiente pérdida de
su facultad de relajarse.
Cuando los pacientes van a utilizar el TB por primera vez es muy im-
portante un caldeamiento que permita ir acomodando y adaptando al cuerpo
a esta nueva exigencia física, energética y emocional (ver figuras 4 y 5, por
ejemplo).
Los movimientos rápidos y bruscos (“tirarse” sobre el TB sin caldea-
miento previo) pueden activar los usos neuromusculares, es decir, aquellos
sensores localizados en los músculos que informan sobre las tensiones y las
compresiones en las fibras musculares, cuando el estiramiento de las fibras
es realizado en forma rápida y brusca. Estos movimientos violentos pueden
desencadenar un reflejo miotático, es decir, una contracción involuntaria de
la musculatura, aumentando la tensión muscular.

El TB también puede ser utilizado como herramienta diagnóstica, com-


binándose con otras técnicas lowenianas con este mismo fin.
Las técnicas de arco bioenergético y de arco invertido (bend over)
siempre nos dan una idea de lo que posteriormente puede suceder en el TB.
Y así como el TB puede ser una muy buena herramienta de diagnóstico, el
arco y el arco invertido también nos dan elementos diagnósticos diferenciales,
útiles antes de sugerir al paciente una postura o un movimiento en el TB.
Por ejemplo, un cuerpo coordinado e integrado, puede asumir senci-
llamente la postura de arco bioenergético: las rodillas estarán fácilmente
flexionadas; los pies estarán bien apoyados en el suelo; podremos trazar
una línea del cuerpo partiendo desde los talones, pasando por la espalda y
llegando a la cabeza, formando un arco perfecto; la cabeza y el tronco estarán
alineados y centrados; la respiración será abdominal y relajada, y la persona
se sentirá cómoda. Por el contrario, en un cuerpo excesivamente contraído y
emocionalmente alterado, en la posición de arco veremos claramente signos
que indican la naturaleza y la ubicación de las tensiones.
En un cuerpo rígido, la persona no podrá arquearse adecuadamente,
ni flexionar del todo las rodillas. Al intentar flexionarlas, generalmente la
pelvis se echará hacia atrás y la parte superior del cuerpo se inclinará hacia
adelante, pudiendo encontrarse además severas tensiones en la espalda,
al adoptar esta postura.
En un cuerpo carente de tono, se puede producir un quiebre exagerado
de la espalda. Veremos una respiración abdominal restringida, con poca
inhalación. Pudiendo encontrarse además (en cuerpos con tendencias esqui-
zoides) tensiones desiguales a ambos lados del cuerpo, la cabeza inclinada
hacia un costado y el tronco hacia otro, pérdidas de equilibrio, etc.
Por eso es conveniente, antes de ir al TB, poner al paciente en posición
de arco y posteriormente de arco invertido. Y a continuación podemos aplicar

– 143 –
un trabajo de caldeamiento en el mismo TB. Por ejemplo, podemos sugerir un
movimiento de báscula de pelvis, inspirando atrás y espirando adelante (figura
4) y luego pasar a la postura intermedia que llamamos postura anti-estrés o
de descanso (figura 5), en donde puede realizarse el mismo movimiento de
pelvis con los pies bien apoyados o con los talones levantados.

fig. 4 fig. 5

En estas dos posturas el psicoterapeuta puede hacer un diagnóstico


del campo energético del paciente poniéndose a una distancia prudencial
frente a frente (facing), dirigiendo sensiblemente la atención a percibir cuánta
y qué tipo de energía percibe en el cuerpo del paciente (por ejemplo, cuanta
masculinidad o cuanta femineidad, qué tipo de transferencia y contratrans-
ferencia se genera entre ambos, etc).
Aquí, más que buscar un objetivo psicoterapéutico, estaríamos fomen-
tando el poder de observación con la mirada clínica bioenergética de lectura
corporal como herramienta de diagnóstico.

Otro axioma clínico que podemos utilizar en el trabajo con TB es que


mucho trabajo saludable puede ser hecho sin que se obtengan inmediata-
mente resultados físicos y emocionales “dramáticos”. El TB es esencialmente
una herramienta acumulativa que puede incluso utilizarse periódicamente
fuera del setting de consultorio. Cuanto más se la practique, progresiva y
gradualmente, más beneficios traerá. Aunque este mensaje no es dado a
los pacientes. Como regla general en el Análisis Bioenergético Reichiano
los clínicos no prometemos sobre el futuro del trabajo. Si así lo hiciésemos
el camino que tenemos por delante podría estar lleno de desilusiones, y el
paciente o el propio psicoterapeuta podrían orientarse más a la búsqueda
de resultados que a la dedicación, a la construcción y al desarrollo de un

­– 144 –
proceso. De esta manera, si no son obtenidos resultados maravillosos de
una sola vez (como puede prometer un impulsivo practicante entusiasta), el
paciente puede desilusionarse y sentir que la psicoterapia es una pérdida,
más que un proceso.

Las principales posturas que utilizamos en el TB son6:

Decúbito dorsal torácico: vientre para encima, apoyo en el TB en la región


torácica, rodillas flexionadas y pies apoyados en el piso (figs. 2 y 5).
Decúbito dorsal lumbar: vientre para encima, apoyo en el TB en la región
lumbar, rodillas flexionadas y pies apoyados en el piso (fig. 6).
Decúbito ventral torácico: el vientre para abajo apoyando la región
torácica frontal en el TB, los brazos cuelgan hacia abajo y los pies apoyados
en los metatarsos con los talones levantados (fig. 7).

6 A. Alfieri Neto - J. Souza (2004), “Análisis biomecánico de los movimientos en el stool”,


1ra. Convención Brasil/Latino-Americana de Psicoterapias Corporales, Foz de Iguaçú-
Brasil.

– 145 –
fig. 67 fig. 7

Decúbito dorsal glúteo: vientre para encima, apoyo en el TB en la


región glútea con las manos sostenidas en las agarraderas del TB, los pies
quedan suspendidos en el aire en la posición de “enraizamiento aéreo”, en
movimientos de flexión de rodillas y rotación de talones (fig. 8), de autopo-
sesión de piernas (figs. 3 y 9), de descarga –kicking aéreo– (fig. 10), o de
autoposesión del segmento pélvico (fig. 11).

7 En el dispositivo de Análisis Bioenergético Reichiano hacemos mucho hincapié en la


lectura corporal (gramática expresiva, anatomía emocional) intentando comprender el
lenguaje del cuerpo que está expresando emociones con sus gestos o bloqueándolas
con sus posturas y formas cristalizadas. Para lo cual le sugerimos a los pacientes
trabajar una o mas sesiones de lectura corporal en ropa interior o en malla de baño.
La invitación implícita no es «diga lo que le venga a la mente» sino «póngase de pie
o recuéstese en el diván y permítame mirar su cuerpo». En estas sesiones de lectu-
ra corporal intentamos comprender cómo la historia de una persona se corporeizó,
identificando y haciendo concientes los patrones de tensión muscular, para que pos-
teriormente, el paciente pueda reidentificarse con los afectos bloqueados. Siguiendo
el principio reichiano de que el inconciente está en los músculos, intentamos visualizar
cómo las tensiones musculares crónicas marcadas por los traumas de desarrollo, es-
tán reflejadas en zonas, formas y en padrones de holding del cuerpo. Al comienzo de
la sesión es importante confrontar con el paciente cómo se siente si le pedimos que
se saque la ropa para poder observarlo. Es decir, qué clase de sentimientos pueden
aparecer al dejar observar a otra persona su cuerpo: vergüenza, miedo, inhibición,
censura, bronca, rechazo, represión, auto-crítica, exhibicionismo, etc. Al final de la
sesión de lectura corporal podemos cotejar con el paciente lo observado, planteándole
por ejemplo: «voy a contarte lo que puedo ver al observar tu cuerpo. Quizás no sea la
«verdad de tu cuerpo», ni «la verdad de tu historia», pero es lo que puedo entender
de tí al mirarte detenidamente. Quiero que tu lo cotejes conmigo», y le damos una
mínima devolución.

­– 146 –
fig. 8 fig. 9 fig. 10

fig. 11

Esta técnica de decúbito dorsal glúteo puede ser muy potente para
desbloquear el segmento pélvico. Particularmente la he utilizado con mu-
cha eficacia en casos que van desde situaciones simples de dismenorrea,
eyaculación precoz, hasta abordajes postraumáticos de abuso sexual infantil
o violación.
Siguiendo el principio reichiano de carga-tensión-sustentación-des-
carga-relajación, las posturas y movimientos descritos (figs. 8 a 11) pueden
movilizar la negatividad bloqueada de años (culpa, vergüenza, bronca y
miedos pélvicos, así como también placer inhibido en casos de represión
sexual). Podemos jerarquizar la fase de carga y sustentación (figs. 3, 8, y 9)
o la fase de descarga (fig. 10) la que conviene complementar con actings de
kicking (hacia abajo, hacia arriba, o hacia adelante) en la posición de decúbito
supino en diván. En la fase de descarga el psicoterapeuta puede además
sostener una gimnasticball frente al paciente o un colchón de alta densidad,
con el objetivo de que la descarga sea con mayor contacto. En la postura de
la figura 11, luego de la auto-posesión del segmento pélvico, jerarquizamos
la fase de relajación, pudiendo apoyar los pies sobre las dos barandas uti-
lizadas como soportes, o de estar el paciente incómodo, el psicoterapeuta

– 147 –
puede pararse frente al TB y ofrecer su abdomen como soporte para que el
paciente apoye sus pies, mientras respira profundamente.

Como técnica acumulativa el TB permite:

– Reducir tensiones musculares crónicas y profundizar la respiración


por medio de estiramientos musculares pasivos.
Ganando amplitud y espacio utilizando la fuerza gravitacional del
peso del propio cuerpo, el paciente no tiene que hacer nada volitivamente
para profundizar la respiración. Por ello esta técnica es ideal (en pacientes
depresivos, por ejemplo) para desbloquear el 4to. y el 5to. segmento de la
coraza muscular llenando el cuerpo de una mayor energía.
En la postura indicada en la figura 5 el paciente se encuentra recosta-
do al nivel del extremo inferior de las paletillas, en el mismo nivel que el de
una línea imaginaria que une ambos pezones. Este nivel se halla próximo
al lugar en el que el bronquio principal (conducto de aire) se divide en dos
ramas, cada una de las cuales va a un pulmón distinto, siendo un área de
mucha tensión en la mayoría de las personas8.

– Estirar los músculos del frente y de la espalda.


En la postura de decúbito dorsal podemos estirar los músculos ante-
riores del tronco: esternocleido-mastoideo, pectorales, intercostales, recto
abdominal, oblicuo abdominal, recto femoral, psoas ilíaco.
Esta postura es aconsejada para la cifosis (anormalidad en la curva-
tura de la columna vertebral con curvatura torácica exagerada, común en
pacientes con biotipo esquizo-oral o con mujeres mayores con osteoporosis,
por ejemplo).
En la postura de decúbito ventral los principales músculos estirados son
los músculos posteriores del tronco: erectores de la espina, paravertebrales,
trapecio, gran dorsal y lumbares.
Esta postura es aconsejada para la lordosis (exageración en la curva-
tura lumbar, asociada a tensión en los erectores de la espina o a músculos
abdominales debilitados, que es común en pacientes con biotipo histérico,
por ejemplo)9.

– Profundizar la respiración, el enraizamiento y estimular el flujo de


energía en el cuerpo.

8 Alexander y Leslie Lowen (1989). “Ejercicios de Bioenergética”. Edcs. Sirio. Barcelo-


na.
9 Blandine Calais Germain (1994). “Anatomía para el movimiento. Introducción al análisis
de las técnicas corporales”. Libros de la Liebre de Marzo. Barcelona.

­– 148 –
Generalmente como efecto inmediato vemos en el trabajo con TB una
sensación de mayor espacio interno para los órganos, una sensación de
expansión del campo energético y una sensación de unidad.
La profundización del enraizamiento y una mayor estimulación del flujo
energético se da a partir del arraigo que genera estar anclado en los dos
extremos del cuerpo (pies bien plantados y brazos extendidos hacia arriba
y hacia atrás). A diferencia de las gimnasticball, por ejemplo, que sí son
recomendadas para el trabajo bioenergético con embarazadas, el propio
TB se transforma en una herramienta de trabajo sólida que se percibe como
extensión del suelo. El TB no tiene que ser excesivamente sólido (duro) ya
que sino puede presionar excesivamente las vértebras y los discos (su anillo
fibroso y su núcleo pulposo).
El TB ayuda a respirar más profundamente sin hacer necesariamente
un esfuerzo volitivo y conciente.
La profundización de la respiración se produce al estimular al paciente
a respirar en forma suave y profunda, y a sonorizar un sonido abierto. Hay
terapeutas bioenergéticos que incluso proponen a los pacientes cantar una
canción en el TB10.
Si el paciente bloquea la respiración está impidiendo una libre sono-
rización, y viceversa. Cuando el paciente está en el TB se alienta a que su
cuerpo haga los sonidos que quiera o que necesite hacer. Estos pueden ser
de dolor, gruñidos de bronca (que a veces se manifiesta por una intensa tos),
lamentos de frustración y de tristeza, gemidos de satisfacción y de placer.
Cuanto más desafiamos la estructura defensiva del paciente que está
en el TB más podemos observar los bloqueos en zonas específicas de su
cuerpo (en la boca, en la garganta, en el tórax, en el diafragma, en la pelvis,
en las piernas, en la espalda, en el cuello). Por ejemplo, el trabajo en el TB
va a ser un indicador del grado de apertura o de bloqueo de la garganta (3er.
segmento). Una mandíbula y una garganta contraídas impiden una respira-
ción profunda, impiden sentir tristeza y llorar. Una caja torácica bloqueada
(4to. segmento) inhibe la expresión de sentimientos tiernos y amorosos.
Si bien en el TB ayudamos al paciente más a soltarse (letting go) que
a sostenerse (holding), también puede ser utilizado como construcción de
límites en pacientes con déficit de acorazamiento.
Una técnica que frecuentemente utilizo en la posición de decúbito dorsal
torácico (figura 2) o de decúbito dorsal lumbar (figura 6), es colocarme detrás
del TB y pedirle al paciente que presione la palma de sus manos contra las
mías con sus brazos flexiblemente extendidos. Esta postura y este movi-
miento proporcionan al paciente un enraizamiento adicional en las manos

10 Denis Royer (1996). “Making a place for the adolescent body in adult bioenergetic
therapy”, The Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis,
vol. 7, number 1. “Abriendo el corazón con músicas de la adolescencia en el stool”,
XVII Congreso Internacional de Análisis Bioenergético, Bahía-Brasil (2003).

– 149 –
del psicoterapeuta. Hay pacientes que necesitan especialmente traer energía
hacia la periferia y mover la agresividad para construir límites saludables,
especialmente en sus muñecas y en sus manos. Este trabajo descubrí que
es muy importante con pacientes con trastorno por estrés postraumático,
especialmente aquellos que han recibido abusos en ecosistemas cargados
de violencia y de destructividad, ya que retraen automáticamente la energía
de la periferia de su cuerpo y tienen la tendencia de sentirse fácilmente
invadidos, al “no estar ahí” en sus puntos de contacto.
Otra técnica de enraizamiento y relajación profunda consiste en sen-
tarse en una silla detrás del TB y apoyar la cabeza del paciente sobre las
rodillas del psicoterapeuta, al mismo tiempo que el paciente extiende sus
brazos hacia atrás y agarra los hombros del psicoterapeuta. El psicoterapeuta
puede luego movilizar el cuello del paciente con sus manos buscando la
relajación de los músculos profundos del segmento cervical, la mayoría de
las veces fuertemente contraído.
Otra posición que podemos usar, en forma previa o posterior a las
citadas anteriormente, y que produce un efecto profundo de relajación, es
la de decúbito dorsal lumbar pero apoyando los pies en las barras horizon-
tales (figura 12).

fig. 12

En la posición de decúbito ventral podemos dar un masaje en los


músculos de la espalda.
En la posición de decúbito dorsal podemos trabajar en los segmentos
torácico (con la palma de la mano) y diafragmático (con el puño presionando
suavemente hacia abajo) para profundizar tanto la fase rítmica inspiratoria
como la fase rítmica espiratoria. En estos segmentos tenemos que trabajar
con mucha empatía y comprensión ya que al movilizar la zona torácico-
diafragmática por medio de la respiración profunda pueden aparecer sen-
saciones relacionadas con la emoción básica del miedo.

­– 150 –
Capítulo 2

Escenas y analizadores
de la clínica contemporánea

– 151 –
­– 152 –
2.1
Panic attack: ese extraño
invisible que nos habita1

DEFINICIÓN y SÍNTOMAS
Aunque la reacción de pánico no es nueva2 es nueva su clasificación
científica como síndrome de pánico (panic disorder) o como ataque de pánico
(panic attack), así como son nuevas sus actuales tentativas sistemáticas de
comprensión y tratamiento.
En la década del 60 varios investigadores científicos comenzaron a
diferenciar inesperados ataques de ansiedad de otras manifestaciones de
ansiedad.
La clasificación diagnóstica oficial de síndrome de pánico ocurrió en
1980 con la publicación del DSM III, Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (Diagnostic and Statistical of Mental Disorders) de la
Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association).
Según esta clasificación el síndrome de pánico pertenece a los trastor-
nos de ansiedad, junto con las fobias, el trastorno por estrés postraumático, el
trastorno por estrés agudo, los trastornos obsesivo-compulsivos, el trastorno
de ansiedad generalizada, etc.

El síndrome de pánico se caracteriza por la aparición de ataques de
pánico inesperados y recurrentes.
Los ataques de pánico o crisis consisten en períodos de intensa
ansiedad acompañados de algunos síntomas específicos, por lo general
relacionados a desequilibrios del sistema nervioso vegetativo.
Los más comunes son:
• Palpitaciones, dolor en el pecho, opresión torácica, taquicardia,
alteraciones vasculares, alteraciones cardiorrespiratorias,
• sensación de falta de aire, de ahogo, dificultad de respirar, falta de
aliento,
• hormigueos, parestesias,
• sudoración, escalofríos, ondas de calor, sofocaciones,
• temblores o sacudidas,

1 Desgrabación del Ateneo Clínico presentado el 6/11/02 en el curso de Introducción a las


Técnicas Psicopsicoterapéuticas (5° ciclo - Facultad de Psicología de la UDELAR).
2 Sigmund Freud en 1895 denominaba neurosis de angustia a un cuadro similar (“La
neurastenia y la neurosis de angustia”).

– 153 –
• hipersensibilidad,
• vértigo, dificultades de orientación espacio-temporal, atontamien-
to,
• boca seca,
• náuseas o molestias abdominales,
• pérdida del foco visual, alteraciones visuales,
• despersonalización (sensación de estar separado de uno mismo),
desrealización (sensación de irrealidad)
• miedo de desmayarse, de perder el control, de enloquecer, de
morir.

No todos estos síntomas parecen estar presentes en las crisis pero


algunos siempre van a estar.
Los síntomas comienzan súbitamente y se acentúan rápidamente.
Muchas veces acompañados de una sensación de catástrofe o de muerte
inminente o por un ansia de escapar de la situación.
Según el DSM IV, los estudios epidemiológicos elaborados internacio-
nalmente indican de forma consistente que la prevalencia del síndrome de
pánico se sitúa entre el 1, 5 y el 3, 5 %. Entre 1/3 y la mitad de las personas
diagnosticadas de síndrome de pánico en la población general presentan
además este trastorno con agorafobia.

La intensidad de los síntomas puede llevar al desarrollo de un cuadro


hipocondríaco. Es decir, a diferencia de un trastorno obsesivo-compulsivo
donde el sujeto siente rechazo y le teme a determinados pensamientos o
compulsiones, a diferencia de una fobia donde la persona teme a una si-
tuación o a un objeto específico fuera de ella, en el pánico la persona teme
a lo que ocurre en su propio cuerpo (“estoy teniendo un ataque cardíaco”,
“voy a enloquecer”, “me voy a morir”).
Desde el punto de vista bioenergético podríamos decir que el síndrome
de pánico es una fobia en la cual el sujeto tiene miedo de las reacciones de
su propio cuerpo.
Las personas con pánico viven su cuerpo como si fuera una amenaza
constante.
La percepción se vuelca para las manifestaciones somáticas que pa-
recen caóticas y que producen un miedo intenso, llevando a la persona a
una experiencia de intensa ansiedad.

Si la histeria fue la psicopatología más destacada a comienzos del


siglo pasado, si la depresión fue la enfermedad predominante en la segunda
mitad del siglo pasado, si en los ochenta y los noventa se despliega el auge
de los trastornos narcisistas, este nuevo siglo parece despuntar con nuevos
escenarios atravesados por patologías, biopatías y trastornos derivadas de
una emoción predominante: el miedo.

­– 154 –
La crisis de pánico es una experiencia de un pico máximo de ansiedad
llevada al extremo. El pánico es el último grado del continuum creciente del
miedo. Para Stanley Keleman el continuum del miedo (atención-ansiedad-
pánico) es una secuencia de formas emergentes en el proceso de lidiar con lo
nuevo y con lo estresante. Inicialmente respondemos con más atención a lo
que está ocurriendo (hay una reacción de alarma inicial, el organismo tiende
a endurecerse, disminuye su respiración, activa los telerreceptores y dirige
su atención). Si esta movilización es suficiente para dar cuenta de lo que
ocurre, con un reconocimiento adecuado de la situación y de sus efectos, la
reacción de alerta se deshace. Pero si el grado de afectación y de amenaza
fuera más intenso podemos reaccionar con aislamiento, fuga o con rabia
y enfrentamiento. En el caso de que la situación nos amenazara aun más
intensamente y comenzáramos a sentirnos sin capacidad de dar cuenta de lo
que ocurre, el miedo y la ansiedad pueden aumentar encaminándose hacia
el pánico (en donde la situación se vuelve en extremo excesiva e insopor-
table). Encontramos por lo tanto distintas direcciones de respuestas. En las
reacciones de lucha y enfrentamiento hay un aumento de la organización
de las formas somáticas. En las respuestas de fuga, retroceso y aislamiento
hay una pérdida de la organización de las formas somáticas. Si no podemos
ni avanzar, ni retroceder, no consiguiendo lidiar con la situación, nuestro
organismo puede desarrollar una reacción de ansiedad y de pánico, que
posteriormente puede derivar en tristeza, abatimiento, desánimo, colapso y/o
depresión. En conclusión, si bien la experiencia emocional de pánico puede
ser una experiencia normal que muchos podemos sentir en una situación
muy intensa, la reacción de pánico que ocurre en los estados de síndrome
de pánico es excesiva. Es decir, la persona percibe que lo que lo afecta
(el peligro invisible que viene de dentro de ella) es excesivo, no pudiendo
organizar sus recursos internos3. Es decir, el sujeto alcanza un punto en su
continuum del miedo en el cual lo que le afecta es excesivo y no consigue
organizar sus recursos internos.

Desde el punto de vista bioenergético el pánico es una de las respuestas


biológicas más viejas y antiguas que podemos desarrollar frente al peligro.
Cuando se ve amenazado, el cuerpo entra en un estado de alerta o simpati-
cotonía. El ritmo cardíaco aumenta, la sangre fluye a las extremidades para
prepararnos para correr o pelear.
Un ataque de pánico provoca la reacción más rápida y compleja que
se conozca dentro del cuerpo humano. Altera inmediatamente el funciona-
miento de los ojos, muchas de las glándulas importantes, cerebro, corazón,

3 Para profundizar en esta corriente neo-reichiana (Psicología Formativa), se recomien-


dan los textos de Stanley Keleman “Anatomía emocional” (1985; Edcs. Deesclée De
Brouwer) y “La experiencia somática” (1987; Edcs. Deesclée De Brouwer).

– 155 –
pulmones, estómago, intestinos, páncreas, riñones y vejiga, y los grupos
musculares más importantes. Dentro del sistema cardiovascular el corazón
aumenta su grado de contracción, y la presión se eleva al bombear la sangre
hacia las arterias. Los vasos que canalizan la sangre hacia los órganos vita-
les y músculos esqueléticos se expanden, aumentando el flujo sanguíneo,
mientras que los vasos de los brazos, piernas y otras partes menos vitales
del cuerpo comienzan a constreñirse, reduciendo el flujo en esas áreas.
Cuando un animal capta una amenaza, el cerebro reptiliano, primitivo,
construido para la supervivencia, toma la posta. La supervivencia en la na-
turaleza demanda que los cuerpos respondan como si el peligro fuese real
y presente, preparándose para luchar o huir. Las respuestas fisiológicas
de las personas modernas al peligro, se mueven dentro del mismo estado
energético, altamente cargado. Cuando las respuestas de ataque o huida
son exitosas y la persona puede escapar o enfrentar a su atacante, el cuerpo
vuelve a su homeostasis. La energía es descargada, al defenderse contra el
peligro activa y efectivamente, y el sistema nervioso vuelve al nivel normal
de funcionamiento.
Pero en el pánico la auto-regulación no está funcionando. Uno de los
factores que contribuye a sentirse sobrepasado durante un ataque de pánico
es la imposibilidad de identificar el evento desencadenante. El cuerpo está
en un estado de activación alto, listo para atacar o huir, pero el peligro no es
identificable. La persona no puede encontrar el estímulo al que su cuerpo está
reaccionando y los síntomas (el estado de alerta) se vuelven atemorizantes.
Ellos mismos se convierten en fuente de ansiedad. El estado de alerta corporal
parece desproporcionado a la situación. Y si la situación es psicológicamente
amenazante para la persona, puede haber importantes fuerzas intrapsíquicas
que le impidan buscar el escape o el soporte que necesita.

Si pensamos desde la perspectiva esquizoanalítica, en el pánico el


peligro es invisible. Es un extraño que habita el cuerpo del sujeto. Ese ex-
traño no tiene nombre, es un desconocido que habita y domina la vida de la
persona. Son sentimientos, sensaciones, (micro partículas de experiencia,
dirían Deleuze y Guattari), que están marginalizadas de un territorio exis-
tencial dominante (Deleuze y Guattari; 1980)4.
La persona se descubre activada en sus respuestas y padrones de
lucha, de fuga, etc., frente a algo desconocido (el extraño) dentro de sí. Lo
visible es apenas la taquicardia, la falta de aire, etc.

4 Deleuze, Gilles y Guattari, Félix: “Las Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia”; Pre-
Textos.

­– 156 –
Podemos comenzar a adelantar una hipótesis: hay una reacción de
miedo frente a una excitación interna (invisible, sin forma) que no encuentra
un modo de expresión.
Siguiendo esta primera hipótesis podemos enunciar una segunda,
que nos permitiría entender lo singular del síndrome de pánico: hay una
desconexión entre la experiencia somática y la cognitiva. La persona vive
un enorme extrañamiento en relación a su propio cuerpo, en relación a las
sensaciones orgánicas vividas dentro de su piel5.
La persona reacciona con pánico frente a un peligro que viene de su
interior.
¿Pero pánico frente a qué, frente a qué peligro?
Esta es una de las preguntas más importantes a ser respondida por
todo sujeto que presenta síndrome de pánico, ya que apunta a las causas
que lo llevaron al estado de pánico.
La respuesta a esa pregunta siempre es singular. Cada persona tiene
sus propios motivos, y todas tienen, al menos, un motivo.
¿Por qué comienza el pánico en ese momento particular?

PREDISPOSICÓN AL PÁNICO
Clínicamente podemos encontrar distintos modos de respuesta a lo
excesivo, que pueden llevar a diferentes estados psicopatológicos: shock
traumático o estrés postraumático, depresión, manía, desconexión, disocia-
ción, pánico, etc. Estas respuestas singulares dependen de la historia de
agresiones vividas por la persona, de su modo característico de lidiar con
las experiencias estresantes, de su repertorio de formas somáticas, de sus
herencias constitucionales, etc.
La hipótesis que adelantamos anteriormente es que encontramos una
mayor predisposición al pánico en aquellas personas que tienen mayor faci-
lidad de desconectar la experiencia cognitiva de la experiencia somática.
El origen de esa desconexión está relacionado a experiencias emocio-
nales muy intensas, tanto presentes como pasadas.

Clínicamente encontramos una mayor tendencia a la desconexión en


personas que tuvieron experiencias traumáticas en forma muy precoz (en
los primeros días o meses de vida). En esos momentos el mecanismo de
desconexión es uno de los pocos recursos de protección disponibles frente
a las experiencias excesivas.

5 Estas hipótesis y su desarrollo en este ateneo clínico están tomadas del artículo “A
Síndrome de Pánico numa perspectiva formativa” de Arthur Tiago Scarpato. Revista
del Departamento Reichiano del Instituto Sedes Sapientiae nro. 10 (2001, SP/BR).

– 157 –
Estas personas parecen tener más chances de desarrollar pánico en
algún momento de la vida, ya que mantienen organizado un patrón de des-
conexión a lo largo de los años.

Caracterialmente, podemos observar que las personas con dislocamien-


to superior de la energía, especialmente las personas con trazos caracteriales
visuales (E. Baker; 1967), están más propensas a desarrollar el pánico6.
Emocionalmente, vemos la predisposición al pánico, en personas con
dificultades de integración de la vivencia corporal, con tendencias vincula-
res simbióticas y con dificultades de lidiar con emociones y con contenidos
subjetivos interiores.
La segunda hipótesis que manejaremos es que detrás de la desco-
nexión cognición-soma hay siempre una excitación que no encuentra un
modo de expresión.
Por lo general, en la mayoría de los pacientes con pánico podemos
encontrar en la anamnesis importantes sentimientos infantiles de indefensión,
desprotección, desamparo y soledad, en donde la creencia en el mundo y
en los propios recursos fueron severamente dañados y quebrados.

COMPRENSIÓN BIOENERGÉTICA
Y FENOMENOLOGÍA CORPORAL
Desde la perspectiva del Análisis Bioenergético Reichiano podemos
ordenar la comprensión sintomática de los disturbios de pánico en tres
niveles:
• La desorganización del segmento ocular.
• El poco contacto emocional con la parte inferior del cuerpo.
• La contracción crónica del segmento diafragmático y del segmento
torácico.

La desorganización del segmento ocular produce un perjuicio directo


de la visión binocular focal.
En las personas con pánico encontramos un flujo intenso de energía y
de emoción hacia la cabeza que desorganiza su auto-percepción.
En las crisis de pánico el movimiento energético es ascendente. La
energía sube, saliendo de las piernas en dirección a la cabeza, produciendo
movimientos involuntarios (temblores, sacudidas), inseguridad y miedo a
caerse.

6 Como veremos más adelante, el dislocamiento superior se caracteriza por el poco


contacto con la base (pies, piernas y pelvis) y por un predominio energético de la zona
supra-diafragmática. Para profundizar en los trazos de carácter visuales ver “O labirinto
humano: As causas do bloqueio da energia sexual”; Summus Ed. del Dr. Elsworth
Baker.

­– 158 –
El corazón “se dispara” (taquicardia), hay un estrechamiento de la gar-
ganta (sofocamiento) y una inundación energética de la cabeza, que puede
derivar en confusión, rubor en el rostro, desorganización de la percepción,
despersonalización, etc.
La persona con pánico vive una inundación de la cabeza por emociones
y estímulos más allá de su capacidad de integración de la conciencia.
El segmento ocular se encuentra siempre sobrecargado, en un estado
de inundación energética, lo cual produce la desorganización perceptiva y
las alteraciones del sistema nervioso vegetativo.
Esta desorganización perceptiva activa las ideas de morir o de enlo-
quecer, consecuencia de la desorganización del sistema energético que
sustenta la identidad yoica.

Desde el punto de vista bioenergético podemos observar una contrac-


ción en el núcleo del segmento ocular y una expansión en su superficie.
La contracción profunda genera la confusión mental, la sensación de
atontamiento, el vértigo y las alteraciones bioquímicas. Externamente la
contracción profunda es perceptible en las pupilas dilatadas.
La expansión superficial deja a la cabeza caliente, expande el campo
de energía y mantiene a la persona en estado de vigilancia. Los órganos
de los sentidos (especialmente los ojos) se vuelcan para la percepción del
campo, inundando la conciencia con una gran cantidad de estímulos sin
selectividad. En consecuencia, vamos a encontrar en estas personas gran
dificultad de permanecer en ambientes gregarios, con estímulos fuertes,
etc. Por lo cual la persona con pánico va a buscar estar aislado para evitar
esta sobrecarga.
Esta desorganización perceptiva contribuye a que las personas con
pánico hagan constantemente interpretaciones equivocadas y catastróficas
de sus sensaciones corporales, intensificando la vigilancia sobre su propio
cuerpo.
Por ejemplo, cada sensación diferente o más intensa del cuerpo (alte-
ración del ritmo cardíaco, sensación de pérdida de equilibrio, falta de aire,
etc.) puede ser percibida como una señal de que “aquello está viniendo de
nuevo”, lo que lleva a una vigilancia permanente y constante de que algo
pueda salirse fuera de control.
La vigilancia intensifica la difusión y la expansión del campo energético,
generando la sensación de estar “yéndose” (muriendo, desmayándose o
volviéndose loco), de ahí el miedo de las propias sensaciones corporales.
Esta expansión del campo energético puede llevar, a su vez, a la pérdida
de la sensación de corporeidad (déficit de enraizamiento).

La persona con síndrome de pánico parece no estar bien enraizada


en su cuerpo. El poco contacto emocional con la parte inferior del cuerpo

– 159 –
(abdomen, pelvis, piernas y pies) genera un sub-enraizamiento (falta de
grounding).
Así como encontramos un déficit de enraizamiento también ocurre lo
mismo con el centramiento. Hay dificultad de centrar la energía en su cuerpo.
Como vimos anteriormente, su cuerpo es vivido como una fuente de ame-
nazas. Esa falta de confianza en su propio cuerpo, se ve traducida en una
profunda suspicacia hacia las sensaciones orgánicas y hacia el funcionamien-
to natural del organismo. Los peligros vienen de adentro, vienen del propio
cuerpo. Y en esa experiencia de peligro interno, el sujeto con predisposición
al pánico reacciona con ansiedad, con angustia y con miedo, lo que lo lleva
a los síntomas físicos, emocionales y cognitivos anteriormente descritos.

Estos estados de ansiedad son acompañados por alteraciones respi-


ratorias, que por lo general producen situaciones de hiperventilación.
La contracción crónica del segmento diafragmático, y del segmento
torácico producen varios efectos somato-psíquicos.
La intensa contracción del anillo diafragmático genera una sobrecarga
energética en la parte superior del cuerpo (que se intensifica hacia arriba en
el segmento ocular), disminuyendo el flujo de energía para la parte inferior
del cuerpo (segmentos abdominal y pélvico).
La contracción diafragmática puede generar alteraciones digestivas
(mala digestión, náuseas, vómito, malestar estomacal, mal aliento), alteracio-
nes intestinales (diarrea, constipación) y alteraciones sexuales (disminución
del deseo sexual, falta de placer, inseguridad en el segmento pélvico, falta
de firmeza en las piernas).
El pecho se presenta en una actitud inspiratoria crónica, no pudiendo
ceder a la espiración. Esta actitud, independientemente del estado de pá-
nico, puede producir dolor torácico, angustia, ansiedad, sofocamiento, falta
de aire, taquicardia y arritmia cardiaca. Como el pecho no puede ceder no
hay contacto con las emociones profundas, aunque hay veces que la so-
brecarga puede llevar a llantos inmotivados que funcionan con un efecto de
vaciamiento energético, aliviando de esta manera la tensión interna.

La contracción crónica de los segmentos torácico y diafragmático in-


tensifican a nivel del SNA la simpaticotonía, mientras que la sobrecarga del
segmento ocular genera en éste una parasimpaticotonía superficial y una
simpaticotonía del núcleo.
La contracción crónica del segmento diafragmático junto con la desco-
nexión y desorganización de la auto percepción (contracción del segmento
ocular) son bloqueos energéticos que mantienen a la persona en estado
de alerta frente a la posibilidad de entrar nuevamente en crisis (estado de
pre-crisis).

­– 160 –
Además de la desconexión psique-soma y de la desorganización de
los patrones somáticos, otro recurso utilizado por personas con pánico para
lidiar con la excitación interna es la depresión.
La depresión puede ser un modo de protegerse frente al pánico. Limitan-
do y disminuyendo la vitalidad y la pulsación emocional, se puede utilizar un
recurso de protección para evitar el pánico. Es decir, una persona con pánico
que se deprime está limitando su motilidad y su movilidad, disminuyendo su
sensibilidad, hasta que esté en condiciones de lidiar con un mayor nivel de
excitación, con forma y sentido.

POSTURA Psicoterapéutica FACILITADORA


Es muy común que el paciente ya haya consultado al médico general,
al cardiólogo, al neurólogo, y que los exámenes clínicos y de laboratorio
realizados no presenten anormalidades que justifiquen tantas alteraciones
vegetativas.
Muchas veces estos pacientes llegan a nuestra consulta con una gran
desconfianza en el diagnóstico médico (“cómo que no estoy enfermo si casi
me muero”). En estos casos es conveniente dar una serie de informaciones
acerca del síndrome de pánico, para que pueda confiar en el diagnóstico
médico de que no hay una enfermedad cardiaca o neurológica. Esta in-
formación predispondrá al paciente a aceptar los trabajos corporales que
sugeriremos más adelante.
Otros pacientes (esta tendencia la hemos constatado en los últimos
cinco años) ya llegan diagnosticados o auto-diagnosticados: “tengo síndrome
de pánico”. Por lo general, ya fueron atendidos en las guardias de los hos-
pitales o en las puertas de las emergencias móviles, habiendo sido incluso
medicados con ansiolíticos y antidepresivos.
Otros han estado años en psicoterapia de corte psicoanalítico sin lograr
buenos resultados, ya que no se abordaba en profundidad la vía que eligió
el paciente para la simbolización y expresión de sus conflictos: su propio
cuerpo.

En la recepción del paciente el trabajo en el área cognitiva es im-


portante, en la medida que le permite al consultante recibir información
acerca de los mecanismos que desencadenan y mantienen los ataques
de pánico. Esta psico-educación le va a dar la posibilidad de reinterpretar
sus síntomas físicos a la luz de la nueva información, de forma tal que el
significado atribuido originariamente a los síntomas (“me estoy muriendo”),
puedan transformarse en una interpretación no catastrófica (“estoy teniendo
un ataque de pánico, pero no me voy a morir”), reduciendo por lo tanto la
ansiedad concomitante.
No siempre el relato de los pacientes se corresponde con lo realmente
vivido. Por ejemplo, son muy comunes las alteraciones en la percepción del

– 161 –
tiempo. Las crisis (que pueden tener una duración de 10 a 20 minutos) son
percibidas teniendo una duración mayor (“pasé toda la tarde llorando”). El
esclarecimiento de este hecho ayuda a los pacientes a disminuir las crisis.
Podemos consignar al paciente a que utilice registros de los pensa-
mientos, sentimientos o hechos que anteceden en el tiempo al ataque de
pánico. Estas cartografías nos van a permitir recabar datos de cuales pue-
den ser los disparadores del ataque, y reestructurar en su mapa vital una
reformulación positiva del síntoma (por ejemplo: “cada vez que Ud. tiene un
ataque de pánico, su cuerpo le está indicando que está sobrecargado de
estrés y que tiene que parar”).

Otro aspecto central es el tema de la confianza: en su propio cuerpo,


en la alianza psicoterapéutica, etc.
La confianza es un factor determinante para el tratamiento y para ayu-
dar a los pacientes a dejar progesivamente la medicación. Frecuentemente
la medicación pasa a ser una “seguridad ortopédica”, impidiendo, de esta
manera, focalizar el tratamiento psicoterapéutico en la capacidad de auto-
regulación del organismo, y en la creencia positiva del funcionamiento natural
y saludable del propio cuerpo.
Aun cuando el médico pueda recomendar el abandono de la medica-
ción, los pacientes temen abandonarla. En estos casos sugerimos conversar
con su médico el retiro paulatino de la medicación, esclareciendo al mismo
tiempo la importancia de retomar su vida sin su uso. Por lo general, sugeri-
mos retirar la medicación en el fin de semana, para poder experimentar sin
ella. En el caso de que no se consiga en la primera tentativa, continuamos
insistiendo en esta medida progresiva y gradualmente.
El objetivo clínico es ayudar al paciente a confiar en su cuerpo y en su
capacidad de mantener el equilibrio de su flujo energético. Y en este sentido,
la paciencia y la firmeza del psicoterapeuta son herramientas decisivas en
todo el proceso.

Es muy importante que el psicoterapeuta esté calmado y con confianza


(sensaciones que debe además transmitir al paciente permanentemente), que
puede entender las dinámicas energético-emocionales y además acompañar
la progresiva liberación de las emociones más profundas.
La persona con pánico tiene la necesidad urgente de expresar con
detalle sus peores miedos y fantasías y sus sensaciones corporales, que
pueden haber estado reprimidas durante mucho tiempo.
Para exponerlo en términos bien sencillos, en el trabajo con pacientes
con síndrome de pánico, creemos que el psicoterapeuta debe tener una
postura facilitadora que acoja la demanda del paciente de la misma manera que
acogería y tranquilizaría a un niño pequeño que se despierta en el medio de la
noche, después de haber tenido una pesadilla.

­– 162 –
Obviamente, el paciente necesita que el psicoterapeuta no esté shoc-
keado, ni aterrorizado, ni juzgándolo, y necesita percibir que se siente relajado
y con calma en la situación contratransferencial.
Normalmente les relatamos a los pacientes el resultado obtenido en
situaciones semejantes a la suya, aunque sin prometerle nada en su caso
particular. Esta información elimina la creencia de que su situación es única,
favoreciendo la dirección de la cura sintomática.
Hemos visto conveniente además, al reconocer la existencia del síndro-
me de pánico en el paciente, adelantarnos haciendo preguntas en relación
a los síntomas esperados. Esta actitud favorece la relación de confianza,
permite que el paciente se sienta comprendido en sus síntomas y ayuda a
develarle el “misterio” en el que vive en relación a su propio cuerpo.

Otro aspecto importante es mostrar un apoyo inmediato y permanente.
La persona con pánico se siente totalmente perdida y sin recursos para librar-
se de una situación irresistiblemente amenazadora. Cuando los pacientes
están en este estado pueden hacer cualquier cosa para intentar revertir
la intolerable ansiedad7. Por lo general, sienten una necesidad inmediata
de atención. En principio, es conveniente con estos pacientes estar a su
disposición ya que la persona en pánico querrá ver al psicoterapeuta tan
a menudo como lo necesite (sea diariamente o sólo una o dos veces por
semana)8. ¿Hasta cuando? Hasta que los síntomas extremos disminuyan
a niveles tolerables. A menudo, el punto crítico del pánico disminuye tan
pronto como los pacientes saben que el psicoterapeuta los verá muy pronto.
Algunos pueden esperar hasta la noche. Otros se calman escuchando la voz
del psicoterapeuta en el contestador telefónico9.
La presencia disponible del psicoterapeuta (junto a su destreza, su
comprensión y su cuidado) es una contribución sustancial para ayudar al

7 Un paciente me relataba subjetivamente de esta manera los ataques de pánico: “ima-


ginate un grito muy fuerte que viene de afuera; bueno, el pánico no es un grito que
viene de afuera, es un grito muy intenso que viene de adentro”. Ese grito “que viene
de adentro” quizás sea una manera singular de proponer un cambio, y quizás sea un
grito lanzado a un Otro, para que lo pueda leer y decodificar.
8 A esta actitud psicoterapéutica le llamamos Simbiosis Constructiva, ya que le permitimos
al paciente la “regresión simbiótica” por un tiempo, estando atentos de no privarlo en
su demanda de atención pero tampoco “dando de más”, lo que socavaría sus posibi-
lidades de auto-regulación.
9 Para muchos pacientes escuchar la voz de su psicoterapeuta, incluso por teléfono,
los apacigua. Por eso es conveniente, en esta fase de “simbiosis constructiva”, darle
libertad al paciente para que llame al psicoterapeuta cuando así lo necesite (general-
mente en los momentos previos a la aparición de una crisis). Una paciente me contaba,
luego de atravesada esta fase, que llamarme y escuchar mi contestadota le producía
un alivio similar al de un infante que está jugando al cuarto oscuro y, en el medio de
la oscuridad, le responden afirmativamente, a su pregunta: “¿estás ahí?”.

– 163 –
paciente a revertir su sentimiento de dispersión, disolución y de abandono que
puede sentir en los momentos previos a las crisis y ataques de pánico.
En orden de no favorecer una relación clínica de dependencia, ya en
las primeras sesiones vamos introduciendo pedagógicamente información
tranquilizadora para que el paciente pueda entender cómo se producen sus
síntomas, cómo se intensifican y cómo puede comenzar a controlarlos. Por
ejemplo, dándole información clara sobre la producción y el uso de energía
desde la respiración, y cómo se van produciendo determinados síntomas a
partir de situaciones de hiperventilación.

Psicoterapéutica
Hay que discriminar en los pacientes con pánico:
a) La persona que viene a psicoterapia en estado de colapso ansioso
con poca o falta total de integración yoica (generalmente pacientes
con déficit de acorazamiento: estructuras psicóticas, borders, trastor-
nos disociativos, con trazos de carácter esquizoides, esquizo-orales,
etc.).
b) La persona que comienza psicoterapia con ataques de pánico pero
que tiene algún grado de estructura yoica, así como también un trabajo
y un funcionamiento social (generalmente estructuras neuróticas, con
trazos de carácter masoquistas, rígidos, etc.).

Es muy importante para la persona que está paralizada por el miedo y el


terror tratar de entender el proceso general de lo que le está sucediendo.
En el trabajo analítico y en la verbalización, el psicoterapeuta debe
ayudar al sujeto a realizar sus asociaciones con preguntas e indagaciones
contactantes, siempre evadiendo la intelectualización.
Es mucho más importante que el paciente llegue a sus propias com-
prensiones, a sus propios insights, a que el psicoterapeuta se los señale
racionalmente.
Si el paciente comienza a asociar libremente y se dispersa en una
verbalización extensa y sin contacto, es importante que el psicoterapeuta lo
pueda ayudar a comenzar a organizar el material discordante. Otras veces
el psicoterapeuta debe parar el monólogo frenético y focalizar en lo que
paciente teme en el momento.
Por ejemplo, podemos pedirle que pase a posición supina, que se re-
cueste, que pare de hablar, que respire profundamente, al mismo tiempo que
tocamos suavemente su cabeza, su pecho, su diafragma, o su abdomen. El
contacto físico suave es a menudo, en las situaciones de pánico, mucho más
tranquilizador que cualquier respuesta verbal.

Como veíamos anteriormente, aunque las sensaciones corporales


sean reales, intensas y asustadoras, el paciente con pánico hace interpre-

­– 164 –
taciones erróneas sobre ellas, aumentando considerablemente la ansiedad
y generando así un círculo vicioso. Se comporta como un detective en re-
lación a sus sensaciones corporales. Si bien sus percepciones son reales,
su interpretación es exagerada, generando una disociación entre el nivel
corporal y el psicológico.
El trabajo verbal se concentra, en primera instancia, en las interpretacio-
nes que el paciente hace de sus sensaciones, procurando el esclarecimiento
y la reinterpretación psicoterapéutica basados en la vivencia psicorporal de
la psicoterapia.
Buscamos, de esta manera, ampliar la comprensión de los procesos
afectivos, reviendo los acontecimientos y los modos de lidiar con el páni-
co.

Analíticamente cartografiamos:
a) La historia de traumas del paciente.
b) Las transiciones, los cambios, las presiones presentes en los mo-
mentos en que el pánico comenzó.
c) Las formas de las estrategias de vida que no alcanzaron para en-
frentar los acontecimientos.
d) Las formas actuales y los procesos emergentes, buscando conectar
a la persona con su proceso formativo, con su realidad y con su
organización somática (Stanley Keleman; 1987).

Esquizoanalíticamente buscamos:
a) La creación continua de nuevas formas existenciales en el proceso
de formación y de construcción de territorios existenciales.
b) Abrir los territorios existenciales a nuevos sentidos y afectos.
c) Reconocer las formas singulares y los regímenes afectivos que surgen
de los encuentros, tomando contacto con los nuevos sentidos de vida
que puedan derivar de dichas afectaciones.

La psicoterapéutica se encamina para la reorganización de la persona-


lidad. El paciente inundado por emociones que exceden su capacidad de in-
tegración yoica, necesita recursos para lidiar con esa situación traumática.
El paciente aprende técnicas para poder influir en sus crisis.
La psicoterapia corporal bioenergética con estos pacientes nos va a
permitir colocar la mente y el cuerpo juntos, y ayudar a la persona a que
esté en control de su cuerpo.
El paciente aprende técnicas para disminuir la intensidad de las cri-
sis: acentuando la identificación con el cuerpo, focalizando y centrando la
atención en el funcionamiento espontáneo y en las respuestas naturales del
organismo, afinando la discriminación yo-mundo, ampliando los recursos
internos para adquirir una comprensión coherente de las reacciones de su
cuerpo frente al estrés.

– 165 –
Lo primero que le vamos a enseñar al paciente es enraizamiento
bioenergético bien simple, complementando los trabajos de grounding con
ejercicios de centramiento, respiración y relajación muscular. Estas técnicas
están orientadas a interrumpir la retroalimentación entre el componente fisio-
lógico de la ansiedad (por ejemplo la hiperventilación o la tensión muscular
aguda o crónica) con el aspecto emocional subyacente (rabia, miedo).

Una técnica que utilizamos para enseñarle al paciente a tranquilizar-


se y disminuir los niveles de ansiedad es respirar en forma suave, lenta y
profunda, utilizando las cuatro fases rítmicas de la respiración (inspiración,
retención de aire, espiración y retención en vacío). Se le consigna al pacien-
te sentarse cómodamente con su mano derecha en el corazón y su mano
izquierda en la barriga, presionando suavemente los pies contra el suelo
en la espiración, de una forma bien leve, haciendo conciente el segmento
torácico y abdominal. Si queremos establecer un contacto de soporte,
una mano del psicoterapeuta puede colocarse en la nuca del paciente y la
otra sobre la mano izquierda del paciente que está haciendo conciente la
respiración abdominal.
Otra técnica respiratoria consiste en sentarse con la espalda recta y
los hombros hacia atrás de modo tal que la cabeza sea sostenida por la
columna como si fuese estirada hacia arriba por un hilo en la nuca. Los pies
deben tener buen contacto con el suelo, los brazos se apoyan en los muslos
o cuelgan a los costados, los músculos están lo más relajados posibles. Se
le pide al paciente que respire lentamente como por un tubito –como por una
“pajita”– hasta el vientre. Cuando los pulmones están llenos, se le pide que
pare, que retenga la respiración por poco tiempo y que comience a espirar
lentamente, otra vez como si soplara por un sorbito. Al final de la espiración,
se le consigna que largue todo el aire y que espere, haga una pequeña
pausa, hasta que sienta la necesidad de inspirar nuevamente. Luego se le
pide que permita a su cuerpo respirar más lento y profundo, con la ayuda
de un conteo que va realizando el psicoterapeuta en voz alta. Primero en
las espiraciones “5, 4, 3, 2, 1, pausa”, luego durante las inspiraciones “1, 2,
3, 4, 5, pausa”. Siempre respirando como por una pajita10.

En segunda instancia le enseñamos al paciente a limitar las crisis y a


evitarlas, hasta alcanzar un punto en el desarrollo de la psicoterapia en que
ya las mismas no suceden más.
Cuanto más sabe el paciente acerca de cómo se desarrolla el pánico
en su cuerpo más va a disminuir el miedo subyacente. En este sentido es

10 Los ejercicios respiratorios se deben practicar dos veces por día, todos los días, durante
10 minutos. Después de dos semanas tanto la hiperexcitación como la predisposición al
pánico se verán claramente reducidos ya que el nivel de estrés acumulado va bajando
lentamente día a día.

­– 166 –
muy importante que la persona pueda administrar lo que le acontece en un
ataque de pánico.
Si ayudamos al paciente a confiar en su cuerpo, luego de pocas sesio-
nes podremos hacer posible trabajar dinámicamente otros puntos, dejar la
medicación prescripta, mejorar su calidad de vida; por ejemplo disminuyendo
las pesadillas (los sueños van cambiando las pautas corporales y de movi-
miento hacia otra organización). El paciente que se soñaba atemorizado y
congelado en una respuesta de contracción, comienza a luchar, a escaparse,
a calmarse y encontrar lugares seguros, aproximándose poco a poco a otra
realidad psico-somática).
Para ello le damos seguridad a través del señalamiento de nuevas
pautas de pequeños movimientos que quizás, en un principio el paciente
los viva como “placenteramente peligrosos o peligrosamente placenteros”
(como me decía la primer paciente que atendí con pánico en el año 92). Por
ejemplo, a diferencia de un trabajo clásico con masoquistas en donde la
expresión biofísica y emocional es de mucha descarga, rabia y vibraciones,
al trabajar con un paciente con pánico o en shock los niveles de soporte,
contención, centramiento y enraizamiento son claves.

Tenemos que tomar en cuenta además, que cuando trabajamos con


personas diagnosticadas con síndrome de pánico, estos pacientes gene-
ralmente tienen otros problemas además del pánico. El pánico no es un
trazo de carácter. Muchas veces debajo del pánico comienzan a aparecer
situaciones traumáticas. Y como sabemos desde la Clínica Bioenergética, el
trabajar con trauma lleva tiempo. Una de las claves del trabajo con trauma es
darle al paciente el tiempo que necesite para que pueda desarrollar niveles
importantes de seguridad interna y externa, que le permitan luego integrarse
y expresarse sin sufrir ninguna retraumatización iatrogénica.
Al llegar a este momento comenzamos a trabajar con los contenidos
más profundos, buscando desbloquear las emociones, los momentos de
transición, los acontecimientos traumáticos que causaron la desorganización.
Este puede ser un momento de contacto con las angustias, con los dolores,
con los cambios profundos de la personalidad.
Es aquí cuando comenzamos a incluir el análisis caracterial, no an-
tes.
En caso de persistir el pánico la cuestión más importante será la reor-
ganización energética y el reequilibrio vegetativo.
Creemos que es aconsejable y prudente no iniciar el trabajo con el
carácter si el mismo se encuentra encubierto por los disturbios energéticos
y vegetativos.
Por ejemplo, antes del pánico un paciente podría ser caracterial-mente
activo, productivo, participativo, expansivo, valiente, amoroso, mientras que
luego de instalado el síndrome de pánico ese mismo paciente puede perder
su empleo, tener crisis conyugales, desarrollar una incapacidad de manejar,

– 167 –
de salir de la casa, de viajar, de quedarse solo, tornándose dependiente,
agresivo, evitando las situaciones sociales tales como reuniones, fiestas,
etc. En estos momentos es cuando puede comenzar a recibir críticas de su
entorno del tipo de “no tenés fuerza de voluntad”, “no querés asumir respon-
sabilidades”, “no querés madurar”, “no te comportás como un adulto”, etc.
Al momento de entrar a trabajar con el carácter no debemos descuidar
ni las conductas, ni las configuraciones vinculares o sistemas de relaciones
que puedan estar manteniendo los síntomas. Por ejemplo, ayudando a la
familia a aprender a reconocer cómo determinadas conductas del núcleo
familiar alimentan el espiral de ansiedad del paciente en lugar de frenarla.
O connotando positivamente ciertos comentarios familiares que podrían
aumentar la ansiedad del paciente, por ejemplo: “cuando su compañero
le dice que no le pasa nada, en realidad está expresando sus deseos de
verla bien, y no minimizando lo que Ud. siente. Claro que esto a Ud. no la
ayuda, pero quizás pueda escuchar la preocupación implícita que hay en
las palabras de su compañero”.

A medida que va saliendo de las fases de crisis buscamos que el


paciente pueda identificar y asimilar los sentimientos y sensaciones que lo
habían llevado al pánico. Esto implica reconocer las transiciones, los cambios
en la vida que no estaban siendo elaborados, buscando modos más vitales
y menos defensivos de lidiar con los encuentros y las afectaciones.
En todos los momentos de transición de la vida pueden ocurrir acon-
tecimientos críticos, experiencias excesivas que traspasan las posibilidades
de asimilación de algunas personas, produciendo un sufrimiento emocional
que derive en pánico.
Por ejemplo, transiciones difíciles pueden ocurrir en los cambios de las
fases de la vida como las primeras socializaciones, la entrada en la puber-
tad, la salida de la adolescencia, el pasaje para la vida adulta, la jubilación,
el crecimiento de los hijos. Otros momentos críticos de transición puede
ser la pérdida de un trabajo, una mudanza, un cambio de país, el fin de un
relacionamiento afectivo, la muerte de un ser querido, el nacimiento de un
hijo, un aborto, etc.
Muchas personas no se dan cuenta de estos pasajes, de estas crisis,
y apenas sienten sus efectos posteriores y sus síntomas. Estos momentos
críticos pueden derivar en un proceso de desequilibrio interno, de margina-
lización de partes de sí, que puede llevar, a algunas personas, a desarrollar
el síndrome de pánico.
Siguiendo la hipótesis central de este ateneo: especialmente en aque-
llas personas que presentan una acentuada tendencia a la desconexión
psique-soma.

El origen del síndrome de pánico puede ser buscado en la historia de


vida de la persona. Nos concentramos en la época en la que comenzaron

­– 168 –
las crisis. Por lo general, encontramos aspectos importantes de su vivencia
que fueron dejados de lado, retornando posteriormente como elementos
extraños a la propia persona, llevándola a la respuesta de pánico.

El trabajo biofísico lo realizamos desde el inicio del proceso psicotera-


péutico. Lo consideramos fundamental ya que:
a) permite un abordaje profundo sobre la dinámica basal del páni-
co;
b) actúa sobre la cuestión central de la integración cognición-soma;
c) desarrolla la funciones de enraizamiento corporal y de centramiento
emocional, contribuyendo a solucionar el problema de la desorga-
nización energética;
d) posibilita un manejo de los estados de ansiedad, de angustia y de
pánico con resultados favorables significativos, sin desplazamientos
sintomáticos posteriores.

La técnica más efectiva que hemos integrado al Análisis Bioenergé-


tico Reichiano para el tratamiento de los trastornos de ansiedad es la del
EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing / Movimientos
Oculares, Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos
Oculares), lo que ha fortalecido considerablemente nuestra metodología de
trabajo. Esta nueva técnica, desarrollada por Francine Shapiro a partir de
1987, nos permite realizar un trabajo de estimulación bilateral a través de
movimientos oculares, del tapping y de la sonorización bilateral, junto a las
técnicas reichianas tradicionales (actings neuromusculares, ejercicios de res-
piración y movimiento, posturas de enraizamiento, etc.), unidas a protocolos
específicos para el trabajo verbal que facilitan su aplicación. Al igual que las
técnicas reichianas que fomentan la auto-regulación organísmica, EMDR es
una metodología que utiliza la capacidad innata de nuestro cerebro para el
procesamiento de las situaciones traumáticas.

También hemos visto que los síntomas emocionales son eficazmente


abordados combinando el Análisis Bioenergético Reichiano con TFT (Thought
Field Therapy / Psicoterapia del campo del pensamiento), logrando al igual

– 169 –
que con EMDR o TIR (Traumatic Incident Reduction / Reducción del incidente
traumático), desensibilizar los recuerdos traumáticos de los ataques de pá-
nico, así como neutralizar la ansiedad anticipatoria frente a las situaciones
en que probablemente pueda desencadenarse los mismos.

Los tres pilares del trabajo corporal bioenergético para el tratamiento
del pánico son:
• La movilización del segmento ocular.
• La flexibilización y el desbloqueo de los segmentos torácico y
diafragmático.
• El trabajo con la base (pelvis, pies y piernas).

Algunos de los objetivos buscados con el trabajo con los ojos son:
- Desarrollar la integración psique-soma a través del pasaje del estado
de contracción crónica del núcleo del segmento ocular a un estado
pulsátil y funcional.
- Aumentar la cohesión del campo energético.
- Ayudar a expandir el núcleo energético contraído.
- Desarrollar la visión binocular, convergente y focal, y la capacidad
de estar en contacto con las sensaciones del mirar.
- Acentuar las sensaciones corporales y la posibilidad de contenerlas
sin necesidad de desconectarse de ellas, disociarlas o escindir-
las.
- Contribuir a una mayor identificación con el cuerpo.
- Permitir tomar contacto con los registros psíquicos precoces rela-
cionados a las vivencias traumáticas, para realizar posteriormente
un reprocesamiento y una desensibilización de los mismos.
- Traer a la persona para el aquí y el ahora disminuyendo su ansiedad
y las emociones o sensaciones negativas.

Una de las técnicas más importantes que utilizamos para el desbloqueo


del segmento ocular es la movilización ocular con estimulación luminosa.
Se le sugiere al paciente la realización de cuatro actings neuromuscula-
res (punto fijo, acomodación y convergencia, lateralización, y rotación), junto
a una foto-estimulación que realizamos con la luz de una linterna de bolsillo.
Este trabajo se puede combinar con toques, masajes y digito presiones con-
troladas en el segmento ocular, desde el rostro hasta la nuca, que favorecen
el desbloqueo del anillo ocular y el descenso energético en la dirección
céfalo-caudal.
Los actings expresivo-emocionales activan la expansión del núcleo, la
percepción objetiva y el proceso de focalización de la atención, disminuyendo la
expansión superficial del campo visual (la percepción periférica) y la expansión
del campo energético (los sistemas de vigilancia).

­– 170 –
Preferentemente trabajamos estas técnicas con el paciente en posi-
ción supina. Esta posición (que llamamos enraizamiento horizontal) es más
regresiva y facilitadora del contacto con el nivel corporal visceral, alivia los
temores frente a sensaciones más profundas y trae la vivencia de estar
siendo cuidado y de no estar desamparado.

El objetivo del trabajo con el segmento torácico y con el segmento dia-


fragmático es el de restablecer la pulsación bioenergética y corporal a través
del trabajo respiratorio, permitiendo un mejor contacto con las emociones.
Algunas de las técnicas utilizadas para el desbloqueo del tórax y del
diafragma son:
- Toques torácicos, diafragmáticos y abdominales para liberar el
descenso de la energía.
- Trabajo en el taburete bioenergético (stool) para flexibilizar la coraza.
Por ejemplo, podemos trabajar en el taburete con la fase espiratoria,
ampliando la espiración sin esfuerzo y emitiendo un largo suspiro,
permaneciendo un tiempo sin espirar. La ampliación de la capacidad
espiratoria abre otros caminos para la descarga energética, trayendo
la posibilidad de relajación y de alivio de la sobrecarga emocional
ascendente.
- Actings para el 5to. y 6to. segmentos (respiración profunda, “gato”,
“remador”, “medusa”) para liberar el diafragma y el abdomen, ali-
viando de esta manera la sobrecarga de los segmentos superiores
del cuerpo. Estas técnicas de respiración activan las funciones di-
gestivas, intestinales (psicoperistaltismo) y las funciones sexuales,
intensificando el flujo energético para la base.
- Una vez que se estableció una relación de confianza y hay un buen
rapport con el trabajo biofísico, se puede proponer al paciente un tra-
bajo de hipernea. La finalidad del mismo es producir una experiencia
similar a la que se genera en el ataque de pánico, pero esta vez en
un contexto seguro, confiable y tranquilizador, haciendo participar
al paciente en la producción de los síntomas y en su alivio. Se debe
alertar al paciente que este trabajo promoverá sensaciones seme-
jantes a las que vive en los momentos de crisis. Siendo conveniente
anticipar las sensaciones que puede sentir (hormigueos en las
manos, en la boca, mareo, sensación de desmayo, etc.), pidiéndole
al paciente que comunique las mismas antes de que traspase su
límite de tolerancia. Luego se pasa a respirar profundamente pero
sin ningún esfuerzo, para activar la función parasimpática, que ayuda
al reequilibrio del sistema vegetativo.

En el trabajo con la base utilizamos varias formas de enraizamiento ver-


tical con el objetivo de concientizar al paciente de la sensibilidad, de la fuerza
y de la seguridad de sus piernas, junto a su función de soporte y equilibrio.

– 171 –
Para el trabajo con la base proponemos:
- Posturas de enraizamiento vertical (toma de tierra, arco, arco in-
vertido, etc.) para obtener más firmeza, más confianza en la base,
lo que se logra con un mejor y mayor contacto con la tierra (para el
Análisis Bioenergético la tierra representa la realidad).
- Trabajos expresivos con las piernas (kicking, enraizamiento aéreo,
taburete bioenergético) para fortalecer los músculos subcargados,
para desarrollar la sensibilidad de la base, generando una mayor
movilización energética hacia los segmentos inferiores, para facilitar
la integración de las sensaciones y emociones sexuales y agresi-
vas.
- Cambios de postura (de forma) y estiramientos para mejorar la
organización del eje corporal.

ACTITUDES DIARIAS FACILITADORAS


Usualmente, sesión tras sesión, vamos desarrollando actitudes diarias
facilitadoras para disminuir los síntomas y espacializar la reincidencia de las
crisis, indicándole al paciente la realización de tareas directivas domiciliarias
puntuales.
Buscamos darle confianza al paciente para que pueda comenzar a ha-
cer cosas solo: salir, venir a la sesión sin compañía, volver a manejar, etc.
La recuperación de la confianza básica es muy importante y, como decía
anteriormente, se logra con la psicoeducación y con una actitud psicotera-
péutica facilitadora que dé soporte y contención11, hasta que el paciente logre
revertir el desarreglo vegetativo y se reencuentre nuevamente con niveles
importantes de auto-regulación organísmica.
Cuando el nivel de angustia y de ansiedad lo permite, le sugerimos al
paciente:
- La realización de caminatas diarias que facilitan el descenso de la
energía para la parte inferior del cuerpo, aliviando la sobrecarga
superior y fortaleciendo la seguridad de las piernas.
- Acciones musculares para traer energía al cuerpo intensificando
la vivencia de corporeidad: danza, meditaciones dinámicas, movi-
mientos rítmicos de piernas y pelvis, saltar la cuerda, etc.
- Búsqueda de placer en la relación sexual (o en su defecto en la
masturbación).

Le sugerimos además:
- Tomar baños ligeramente fríos que descarguen la expansión su-
perficial y faciliten la contracción de la superficie hacia el centro.

11 Esta actitud contenedora implica el dar soporte hasta en los más pequeños gestos.
Por ejemplo, si vemos que el paciente tiene frío, lo tapamos.

­– 172 –
Normalmente el paciente con pánico evita los baños pues el contacto
con el agua caliente y el vapor intensifican la expansión del campo
energético y las perturbaciones de la percepción.
- Beber mucha agua, que alivia la sobrecarga energética y elimina
las toxinas resultantes de la paralización energética (estasis).
- Atención focal en cualquier actividad lúdica como tirar dardos, por
ejemplo, o en cualquier actividad rutinaria como dibujar, hacer tricot,
crochet, etc. Con el mismo objetivo se le puede pedir al paciente
que realice durante 10 minutos diarios un ejercicio de focalización
y convergencia. Por ejemplo, estirando lentamente desde la nariz
hacia adelante en forma horizontal, una cuerda, cinta o cordón de
aproximadamente un metro de largo.

PRONÓSTICO
Uno de los criterios importantes para evaluar los tratamientos para el
síndrome de pánico es su eficacia en la prevención de nuevas crisis y de
futuras recaídas.
La repetición de las crisis y la disminución del tiempo entre las mismas
favorecen el desarrollo de fobias y cuadros hipocondríacos, además de
aumentar la inseguridad, disminuir la autoestima y la confianza en el propio
cuerpo.
Las investigaciones actuales demostraron que la posibilidad de recaí-
das es menor cuando hay intervención psicológica, y es mayor cuando el
tratamiento es utilizado sólo por medio de medicamentos.
De todos los casos tratados, desde 1992 en adelante, no hemos visto
(en las sesiones de control periódicas que realizamos con los pacientes
luego de finalizados sus tratamientos) que hubiese ni recidivas, ni despla-
zamientos sintomáticos, constituyéndose así esta metodología en una de
las más eficaces para el abordaje y el tratamiento del síndrome de pánico
en procesos breves e intervenciones focalizadas.

– 173 –
­– 174 –
2.2
Estrés postraumático:
las marcas en el cuerpo1

CICATRICES DE LA VIDA COTIDIANA


Desde hace algunos años, académica y científicamente, hay un nuevo
reconocimiento del papel que juega el trauma en la vida de las personas y
de los colectivos.
Los enfoques de diversas teorías y disciplinas, como así también de los
distintos métodos de tratamiento, han reconocido el impacto del trauma en
las diversas funciones, manifestándose en alteraciones afectivas, cognitivas,
motrices, de la memoria, en las relaciones sociales, como así también en
el desarrollo evolutivo.

El trauma psicológico forma parte de nuestra vida cotidiana.


Desde el momento mismo de nuestro nacimiento los seres humanos
estamos sometidos a una serie de situaciones que, de una manera u otra,
dejan huella en nosotros.
La variedad de situaciones traumáticas que debemos atravesar a lo
largo de nuestras vidas es prácticamente inconmensurable:
- desde aquellas puntuales o únicas, a aquellas repetidas o prolon-
gadas a lo largo de años;
- desde las naturales a las provocadas por otros seres humanos;
- desde las accidentales a las intencionales;
- individuales, colectivas o masivas;
- sufridas en carne propia o por nuestros semejantes, el microtrauma
cotidiano se acumula día a día.
Quizás esta misma omnipresencia haya hecho que la figura del trau-
ma se convierta en fondo, y durante mucho tiempo se consideró al trauma,
por parte de los profesionales, como algo que no requería una especial
atención.
Esta tendencia se ha ido revirtiendo en los últimos veinte años. Mo-
vimientos sociales de apoyo a víctimas de la violencia fundamentalmente,
han motorizado el conocimiento de la naturaleza de la respuesta traumática
y avanzado considerablemente en los tratamientos aplicados.

1 Desgrabación de las sesiones temáticas del módulo “Clínica Bioenergética del Estrés
y del Trauma” desarrollados en la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano
(TEAB, abril/mayo 2004).

– 175 –
Charles Figley (una de las autoridades mundiales en el tratamiento del
trauma) fue uno de los pioneros en este sentido.
En los denominados países centrales (principalmente en EEUU, Gran
Bretaña, Holanda, Australia, etc.) se ha invertido enormes cantidades de
energía y dinero en la investigación del trauma y sus efectos.
Esta no ha sido la realidad en países de habla hispana. La explicación
que podríamos darle a este hecho es que en los países latinoamericanos,
durante las peores décadas de las dictaduras cívico-militares, por ejemplo,
la atención estuvo centrada más en la supervivencia que en el estudio
de las situaciones vividas.

Por otra parte desde el punto de vista científico, el trauma psicológico


estuvo sesgado durante mucho tiempo al concepto freudiano de trauma
y recién en 1980, en ámbitos académicos, se llegó a considerar al actual
concepto de trauma, a partir de la inclusión en el DSM III del diagnóstico de
TEPT. Es decir que el concepto moderno de trauma es reciente, comienza
en el año 1980 en que se estableció el diagnóstico del Trastorno por Estrés
Pos Traumático (TEPT) en el sistema del DSM (Diagnostic and Statistical
Manual de la American Psychiatric Association) que establece el diagnósti-
co de estrés postraumático como las reacciones psicológicas que tiene un
individuo expuesto a situaciones que están fuera del rango de lo normal,
de lo cotidiano, aunque esta definición ya ha variado con el DSM IV, como
veremos a continuación.
De esta manera podemos afirmar que el concepto de trauma, su diag-
nóstico, los mecanismos de acción y tratamiento está en plena evolución. La
aplicación de estudios complementarios de alta tecnología, tales como las
tomografías por emisión de positrones permitieron ir conociendo con mayor
precisión los mecanismos fisiológicos implicados. El estudio del trauma com-
plejo aun promete ser uno de los campos de desarrollo más importantes en
los próximos años. El avance de los tratamientos tradicionales y el desarrollo
de nuevos abordajes es permanente.
En el año 80 se formuló el diagnóstico de TEPT para su inclusión en el DSM
III al capturar nosológica y fenomenológicamente la psicopatología asociada
con la traumatización en adultos. Numerosos estudios han demostrado que
la construcción diagnóstica de TEPT es clínicamente relevante para los indi-
viduos que han sufrido incidentes traumáticos únicos, tales como violación,
ataques físicos, tortura y accidentes automovilísticos, por ejemplo.

Psicobiología del Estrés Traumático


En 1934, Hans Selye enunció por primera vez el concepto de Estrés.
Desde aquel momento hasta la fecha, la concepción acerca del mismo ha
ido evolucionando. Hoy, podemos definir el estrés como los procesos fisio-
lógicos y psicológicos que se desarrollan cuando existe un exceso percibido
de demandas ambientales sobre las capacidades percibidas del sujeto para

­– 176 –
poder satisfacerlas; y cuando el fracaso en lograrla tiene consecuencias im-
portantes percibidas por el sujeto. El concepto moderno de estrés, entonces,
refleja la interacción entre 3 factores:
• El entorno
• La manera como la persona percibe el entorno (función de la per-
sonalidad, experiencias previas, etc.)
• La percepción de los propios recursos de la persona para enfrentar
las demandas del entorno (o Autoeficacia Percibida).

De acuerdo con Selye, esto provoca en el individuo dos tipos de res-


puesta: de afrontamiento o de huida (fight or flight). Consecuentemente, el
organismo se prepara para luchar o huir. Es así que se produce un aumento
del ritmo cardíaco, del ritmo respiratorio, de la presión sanguínea, se dila-
tan las pupilas, se tensan los músculos, se produce una vasoconstricción
periférica, aumenta la glucemia, se libera adrenalina, noradrenalina, gluco-
corticoides, etc.
Cuando uno está expuesto a estímulos de esta naturaleza, el organismo
reacciona con una respuesta biológica-fisiológica al estrés, con una liberación
de hormonas y neurohormonas, (corticoides, adrenalina, noradrenalina, oxi-
tocina, catecolaminas, vasopresina, opioides endógenos, cortisol2, etc). que
provoca en algunos casos la alteración en la memoria (en el almacenamiento
en la memoria de ese hecho traumático), modificaciones en la arquitectura
del cerebro (a nivel del volumen del hipocampo, incremento de la actividad
de la amígdala, desequilibrio del funcionamiento de ambos hemisferios) y
síntomas específicos (re-experimentación, evitación, hiperactivación).
Cuando el individuo ha experimentado, ha presenciado o se ha ente-
rado de acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su
integridad física o la de los demás, y la persona ha respondido con un temor,
una desesperanza o un horror intensos (DSM-IV, 1994), y como resultado
de ello experimenta además tres clases de síntomas (de re-experimentación
del hecho traumático, de evitación y de hiper-activación, como veremos más
adelante), se dice que sufre de un TEPT.

En el TEPT, eventos menores o el recuerdo del trauma pueden precipitar


una exagerada reacción neuroendócrina: esto altera permanentemente la
forma en que un organismo se maneja con su medio cotidianamente e inter-
fiere en cómo dicho organismo hace frente al estrés agudo subsecuente.

2 Las funciones básicas del cortisol son las de hormona “antiestrés”, interceptando las
reacciones biológicas que se inician por la respuesta al estrés. La activación simultánea
de catecolaminas y glucocorticoides estimulan las conductas activas de confrontación,
mientras que el incremento de la alerta en presencia de niveles menores de glucocor-
ticoides provocaría reacciones indiferenciadas de lucha o de huida.

– 177 –
Las investigaciones más recientes (Rauch y col., 1996; Gurvits y col.,
1998; Bremner y col., 1995, 1999; Stein y col., 1996, 1997; Liberson, 1999;
Shin y col. 1999; Rauch y col., 1996; van der Kolk & Mc. Farlane, 1996, etc.)
muestran hallazgos de que en el TEPT la natural habilidad del cerebro de
integrar las experiencias se descompuso, por lo que podemos encontrar,
entre otros efectos:

Alteraciones de la memoria: en el TEPT se producen dificultades en el


almacenamiento en la memoria del hecho traumático. El trauma está siempre
“en presente”. A su vez, los recuerdos traumáticos tienen pocos elementos
narrativos: cuando los pacientes con TEPT tienen sus flashbacks, el trauma
es revivido como una sensación aislada, como huellas motoras y emocionales
del trauma, sin una línea narrativa. Los elementos sensoriales de la expe-
riencia son registrados separadamente, y son frecuentemente recuperados
sin la apreciación de contexto al cual esta sensación o emoción refiere.

Modificaciones en la arquitectura del cerebro:


-A nivel del volumen del hipocampo. Se piensa que el hipocampo
tiene la función de crear un mapa cognitivo que permite la categorización
de la experiencia, y su conexión con otras informaciones autobiográficas.
En pacientes con TEPT el hipocampo disminuye el volumen del 8% al 26%.
El tamaño disminuido juega un rol activo en la disociación y en la mala
interpretación de la información en dirección a la amenaza. Lo que haría
a las personas con TEPT vulnerables a reaccionar a nuevos estímulos de
alerta como si fueran una amenaza (reaccionando con agresión o retirada
–dependiendo de su personalidad pre-mórbida–).

-Incremento de la actividad de la amígdala que cumple un rol


central en la interpretación de la valencia emocional de la información
entrante.
La amígdala asigna un significado emocional a la información entrante
y transforma el estímulo sensorial en señales hormonales y emocionales
(iniciando o controlando las respuestas emocionales –el miedo, por ejem-
plo–).
A su vez, altos niveles de estimulación de la amígdala pueden interferir
en el funcionamiento hipocampal, impidiendo una apropiada evaluación y
categorización de la experiencia. El hipocampo no puede cumplir su función
integrativa: aparecen imágenes aisladas, olores, sonidos, palabras, sensa-
ciones corporales que se sienten ajenos y separadas de otras experiencias
vitales, causando la fragmentación continuada de la experiencia, al no poder
integrar la información entrante en tiempo y espacio.

-A nivel de la lateralización hemisférica. El cuerpo calloso permite


transferir la información por ambos hemisferios, integrando los aspectos

­– 178 –
cognitivos y emocionales de la experiencia. Las investigaciones de tomo-
grafías, realizadas en personas con TEPT, dieron como hallazgos que los
sujetos expuestos a relatos de su propio trauma mostraban diferencias en
el involucramiento de cada hemisferio en el procesamiento de los recuerdos
traumáticos.
El hemisferio derecho, que evolutivamente entra “on line” antes que el
izquierdo, está involucrado en la expresión y comprensión de la comunica-
ción emocional global no verbal (tono de voz, expresión facial, comunicación
visual/espacial), y permite una integración dinámica y holística a través de las
modalidades sensoriales. Este hemisferio está particularmente integrado a la
amígdala, que asigna significado emocional a los estímulos entrantes y ayuda
a regular las respuestas hormonales y autonómicas a esa información.
En contraste el hemisferio izquierdo mediatiza la comunicación verbal,
organiza la resolución de problemas (analíticamente, razonando, empleando
sintaxis) en un conjunto bien ordenado de operaciones y procesos de infor-
mación en un modo secuencial.
Este hemisferio parece ser menos activo en los pacientes con TEPT.
Es en el área de categorización y clasificación de los estados internos
que los pacientes con TEPT parecen tener particulares problemas, lo que
explica que la falla de la función del hemisferio izquierdo durante los estados
de alerta extrema, sea la responsables de la desrealización y despersona-
lización reportada en el TEPT agudo.

– 179 –
Los primeros estudios de neuroimágenes3 en TEPT mostraron que,
durante la exposición al relato traumático hubo una disminución del funciona-
miento del área de Broca y se incrementó la activación del hemisferio derecho.
Esto implicaría una dificultad de los individuos traumatizados para verbalizar
en forma precisa qué es lo que están experimentando, particularmente cuan-
do los sujetos se tornan emocionalmente alertas. Una relativa disminución en
la representación hemisférica izquierda provee una explicación de por qué
los recuerdos traumáticos son experimentados como atemporales y ajenos a
sí mismos: la parte del cerebro necesaria para generar secuencias y para el
análisis cognitivo de la experiencia no está funcionando adecuadamente.

TEPT: ¿trastorno de ansiedad, trastorno de memoria


y/o mecanismo de sobrevivencia?
El TEPT ha sido clasificado como un trastorno de ansiedad, junto a las
fobias, al síndrome de pánico, al trastorno obsesivo compulsivo, a la ansiedad
generalizada, etc. Sin duda que comparte con todos ellos el denominador
común de la ansiedad como síntoma predominante. Por otro lado, también
es conceptualizado como un trastorno de la memoria.
Las investigaciones sobre la naturaleza de los recuerdos traumáticos,
indican que el trauma interfiere en los procesos involucrados en la memoria
explícita. Durante la exposición al hecho traumático, el área de Wernicke y

3 Resonancia magnética nuclear (MRI) para medir el volumen hipocampal en pacien-


tes con TEPT, y tomografía de emisión de positrones (PET scan) para mensurar la
activación diferencial del SNC en respuesta a los relatos traumáticos y no traumáticos
en los pacientes con TEPT. “La tomografía de emisión de positrones es una técnica
basada en el uso de la antimateria. Se usa el fenómeno de aniquilación del par
positrón-negatrón (o el electrón positivo-negativo) para generar fotones que pueden
ser detectados por cristales rotando alrededor del cuerpo humano y cuyas señales se
traducen con la ayuda de computadoras complejas que generan imágenes tridimen-
sionales del cuerpo. Mediante un acelerado de partículas (ciclotrón) pueden crearse
isótopos de carbono, oxígeno, flúor, etc., en prácticamente cualquier sustancia que
contenga estos átomos. De este modo la sustancia queda marcada radiactivamente.
Luego esa sustancia emite positrones para recuperar su estado previo, puede inyec-
tarse en seres humanos y ser seguida para estudiar su comportamiento en el cuerpo.
Al chocar con electrones, los positrones se aniquilan generando fotones, cosa que
ocurre apenas el positrón ha dejado el núcleo del átomo porque los electrones están
envolviendo toda forma de materia. La computadora localiza el lugar donde se pro-
dujo la aniquilación y comienza a generar el mapa de esas colisiones. La cámara de
PET se parece exteriormente a una tomografía computarizada (TAC). La TAC si bien
produce excelentes imágenes anatómicas que muestran la estructura anatómica de
los órganos, no obtiene información sobre el funcionamiento de los órganos. La PET,
en cambio, permite visualizar la función de los órganos, de los tumores, etc. Con esta
técnica es posible ver si las neuronas están funcionando adecuadamente siguiendo su
consumo de azúcar. Por ejemplo, se puede ver si un tumor es más o menos maligno,
podemos además localizar en el cerebro en qué parte se siente miedo, qué parte se
activa al hablar, al recordar o al mirar” (Entrevista calificada con el Dr. Henry Engler).

­– 180 –
Broca (aquella relacionada con la codificación de la experiencia en palabras)
prácticamente colapsan, reduciendo su actividad notablemente, según lo re-
velan los estudios de diagnóstico por imágenes. Simultáneamente, aumenta
la actividad en la amígdala, relacionada con la memoria emocional. Por lo
tanto, el hecho traumático queda archivado en la memoria Implícita, y sólo
deficientemente en la memoria Explícita o Narrativa.
Un conocido estudio de 200 estudiantes de Harvard que participaron
en la Segunda Guerra mundial muestra el papel que juega la memoria en
las persona con TEPT, y cómo lo hace en las personas que no desarrollaron
el Trastorno. Cuarenta y cinco años después, al ser entrevistados estos
hombres que tenían un TEPT, las memorias de los eventos pasados en la
guerra estaban intactas, en tanto que en los que no desarrollaron el trastor-
no, sus memorias estaban muy alteradas y todas las escenas de terror se
habían esfumado.
Por esto mismo el trauma es llamado también el terror sin palabras.

Todos los síntomas enumerados, hasta cierto punto, parecen contra-


dictorios: quien sufre de un trastorno de estrés postraumático parece haber
quedado congelado en el tiempo, fijado al hecho traumático y parece con-
denado a la dialéctica de:
- por un lado, revivirlo permanentemente en un aparente intento de
procesarlo o archivarlo,
- por otro, evitarlo, olvidarlo, y/o anestesiar sus sentimientos y reac-
ciones para evitar el sufrimiento.
Estos síntomas parecen tener una función adaptativa:
- por un lado, proteger al individuo de la exposición al hecho traumá-
tico,
- por otro lado, un intento frustrado de integrar la memoria emocional
con la memoria verbal. La memoria explícita no recuerda, sino que
revive, fallando en reconocer que el hecho pertenece al pasado.

La integración de los recuerdos en la memoria narrativa, permite la


desaparición de los síntomas.
Parte de la eficacia de este trabajo clínico de integración, lo hemos cons-
tatado en el abordaje psicoterapéutico de ex presos políticos de la dictadura
cívico-militar de nuestro país. Es necesario destacar que, reconstruyendo
genealógicamente sus historias en los años más severos de la represión
(1971-1980), los síntomas que se describen por la medicina tradicional y por
la psicopatología como mecanismos de defensa patológicos (disociación,
anestesia, aun la alucinación y el delirio) sirvieron en muchísimos casos,
a las víctimas del terrorismo de Estado, como estrategia inconciente para
sobrevivir en situaciones de extrema adversidad, vulnerabilidad y violencia.
Es muy importante, en estos casos, en donde la dimensión política y socio-
histórica es relevante, no retraumatizar a las víctimas del terrorismo de

– 181 –
Estado sobrecodificándolas con categorías psicopatológicas. En las
condiciones políticas de extrema adversidad, los mecanismos de defensa
utilizados (insisto, aun el delirio) probablemente fueron la única estrategia
posible de sobrevivencia que pudieron utilizar como resistencia a un poder
despótico y dictatorial.
Henry Engler es un claro ejemplo de cómo se puede sobrevivir a
situaciones de extrema adversidad utilizando incluso la locura como meca-
nismo de defensa. Engler fue uno de los mandos militares más relevantes
del MLN-T. Capturado por el ejército en 1972 fue uno de los nueve rehenes
de la dictadura uruguaya, deambuló por pozos y cuarteles durante 13 años
en las peores condiciones de reclusión, recibiendo sistemáticamente las
peores torturas, entre las cuales estuvo dos años en completo aislamiento
en condiciones infrahumanas. Al salir amnistiado en el año 1985 lo acusaron
de loco, propios y ajenos, y decidió partir hacia Suecia. Reinició desde cero
sus estudios de medicina, se graduó de doctor en medicina y actualmente
es director médico del Centro PET de la Universidad de Uppsala en Suecia,
y tiene grandes posibilidades de obtener un premio Nobel por su trabajo
científico contra el mal de Alzheimer.

Diagnóstico del TEPT4


Uno de los problemas que se constata clínicamente en la actualidad
es que, por ser un campo específico, el tratamiento de estos trastornos
postraumáticos no es bien diagnosticado y los pacientes son tratados por
otras cosas con antidepresivos, ansiolíticos y/o antipsicóticos. Aunque el
pánico, la ansiedad y la depresión puedan ser etapas de este cuadro, para
alguien especializado puede ser obvia la presencia de los síntomas por estrés
postraumático, pero un no especialista puede confundirlo fácilmente. Si se
sospecha que el paciente atravesó alguna situación traumática es importante
considerar el diagnóstico de TEPT y consultar especialistas en el tema.
Tal cual lo señala la didacta internacional en EMDR Graciela Rodrí-
guez, el caso de los ex combatientes de Malvinas es un claro ejemplo en
la Argentina: antes del desarrollo de la psicotraumatología, no fueron bien
atendidos y los malos tratamientos sólo lograron retraumatizarlos, por los
efectos de la iatrogenia psiquiátrica (medicalización inadecuada) o por el
hecho de exponerse una y otra vez al hecho traumático sin poder salir de
allí, (por ejemplo en tratamientos excesivamente largos sin posibilidad de
focalización o resolución sintomática a breve plazo).

¿Todas las personas que atraviesan una situación no habitual traumá-


tica, sufren posteriormente de TEPT?

4 Eduardo Cazabat, “Trastorno por estrés postraumático. Criterios diagnósticos”, trabajo


presentado en el II Congreso Virtual de Psiquiatría, febrero 2001.

­– 182 –
No. Una proporción después de sufrir una situación traumática puede
volver a su vida normal sin tener consecuencias, aunque lo que sí sucede
es que puede haber una peor predisposición frente a otro hecho traumático.
No todas las personas desarrollan síntomas ni TEPT.

¿Qué condiciones se tienen que dar para que sea así?

Los predictores más importantes son: primero, la historia de traumas


previos. Quien estuvo expuesto a traumas previos es más probable que desa-
rrolle un TEPT. Luego es importante la reacción en los momentos posteriores
al hecho. Aquellos que tienen reacciones predominantemente disociativas
tienen peor pronóstico, es decir todos aquellos que se sienten “anestesiados”,
que no pueden sentir la intensidad de la situación traumática, que se sienten
como en una nube o que se disocian y se ven como desde afuera, tienen un
peor pronóstico. Por supuesto que se debe tomar en cuenta además, la edad
en que el trauma ocurrió, la relación con el agente responsable del trauma,
el apoyo social recibido y la duración de la experiencia traumática.

¿El trauma siempre se refiere a la persona misma o puede vivirse como


traumático algo que le sucede a otra persona?

Ser testigo de un hecho traumático puede ser traumatizante. Uno


puede no ser el protagonista del hecho traumático. Por ejemplo, presenciar
una situación de tortura, o si una madre ve a su hijo ser atropellado en un
accidente, etc.

¿Qué significa decir que una persona está traumatizada?

Hay tres tipos de síntomas que desarrolla una persona que tiene estrés
postraumático.
a) Uno son los síntomas de re-experimentación del hecho traumático,
es decir se revive el hecho de diferentes maneras. Estas re-experimentacio-
nes tienden a involucrar memorias visuales y sensoriales intensas del evento,
que generalmente son acompañadas de distress fisiológico y psicológico
extremos, y a veces por un sentimiento de embotamiento emocional. Estos
recuerdos intrusivos (que pueden ser en pensamientos, en pesadillas, en
flashbacks, episodios disociativos, alucinaciones), reaparecen en imágenes
o con la sensación de estar reviviendo el hecho traumático, provocando una
intensa reacción fisiológica o emocional. Pueden ocurrir espontáneamente o
pueden estar disparados por una serie de estímulos reales y/o simbólicos.
b) Otro tipo de síntomas son los de evitación: la persona evita estar
expuesta a situaciones que le recuerden el hecho traumático. Por ejemplo,
no pensando, no pasando por el lugar del accidente, no viendo películas

– 183 –
que contengan hechos similares. O lo puede evitar a través del embota-
miento emocional y del desapego, anestesiándose, reduciendo el interés o
la participacipión en actividades que le resultaban significativas, aislándose
de los compromisos cotidianos, evitando la expresión de sentimientos (por
ejemplo, a través de la incapacidad para sentir alegría y placer). A lo largo
del tiempo estas características pueden convertirse en los síntomas domi-
nantes del TEPT.
c) El otro grupo de síntomas es la hiperactivación. Es decir, se desa-
rrolla un patrón de activación incrementado expresado por respuestas de
sobresalto exageradas, hipervigilancia, irritabilidad, problemas de memoria
y de concentración, trastornos del sueño. La persona está como exaltada,
irritable, cualquier ruido lo pone nervioso. En las formas más crónicas del
TEPT este patrón de hiperactivación y la evitación pueden ser la característica
clínica dominante. La hiperactivación hace que las personas traumatizadas
sufran fácilmente de disestrés por estímulos inesperados. Sus percepcio-
nes tienden a focalizarse excesivamente en una búsqueda involuntaria de
similitudes entre el presente y el pasado traumático. Y como consecuencia,
muchas experiencias neutrales son reinterpretadas como asociadas con
dicho pasado.
Muchos de estos síntomas son a veces confundidos con otros tras-
tornos, como el trastorno depresivo, de somatización, simulación, déficit de
atención, personalidad antisocial, e incluso hasta con algún tipo de trastorno
psicótico.

¿Cómo se hace el diagnóstico de TEPT?

Para un diagnóstico positivo se tienen que dar los tres tipos de síntomas:
reexperimentación, evitación, hiperactivación. Es decir, los tres tipos de sínto-
mas tienen que estar presentes. El diagnóstico es fundamentalmente clínico.
Un psicólogo o psiquiatra puede ir chequeando los síntomas, siguiendo los
criterios diagnósticos especificados en el DSM IV. Hay algunas escalas en
las que el paciente responde y el puntaje obtenido puede darnos una idea
de si esa persona está sufriendo un trastorno por estrés postraumático. De
todas maneras el último diagnóstico siempre es clínico.

1. Síntomas de re-experimentación. Éstos pueden producirse de va-


riadas maneras:
• por la irrupción recurrente de pensamientos, sentimientos o imáge-
nes relacionados con el hecho traumático,
• sueños y pesadillas recurrentes que producen malestar,
• la sensación de estar viviendo nuevamente el hecho traumático,
que puede darse bajo la forma de flashbacks intrusivos, episodios
disociativos, ilusiones o alucinaciones,

­– 184 –
• reacciones fisiológicas o psicológicas intensas de malestar al ex-
ponerse a estímulos que recuerdan o simbolizan el hecho traumá-
tico.

Es de destacar que cada nueva re-experimentación del hecho traumáti-


co provoca en el individuo una réplica de la reacción de estrés original frente
al trauma, provocando así una re-traumatización. De esta manera, el trauma
se auto-perpetúa. El individuo queda fijado en el tiempo y es continuamente
reexpuesto al hecho traumático.

2. Síntomas de evitación. Bajo esta categorización se han agrupado


dos tipos de síntomas:
• los de evitación en sentido estricto, que incluyen el esfuerzo por
evitar pensamientos, sensaciones, personas, lugares, actividades,
hechos que recuerden el hecho traumático
• los de carácter disociativo o de embotamiento psíquico, tales
como:
- incapacidad para recordar aspectos significativos del hecho
traumático,
- reducción del interés o de la participación en actividades
que le resultaban significativas,
- sensación de desapego, enajenación o extrañamiento,
- reducción significativa de la vida afectiva, con incapacidad
de experimentar sentimientos positivos,
- sensación de futuro desolador y desesperanza.

El individuo desarrolla esta serie de síntomas en un aparente intento de


resguardarse de las emociones intolerables, o bien evitando directamente los
recordatorios del trauma, o bien anestesiándose emocionalmente, ya sea por
medio de mecanismos disociativos o síntomas de amnesia, ya sea por medio
de consumo de sustancias, trastornos alimenticios, adicción al trabajo, etc.

3 Síntomas de hiperactivación, también denominados de Hypera-


rousal:
• trastornos del sueño,
• trastornos en la concentración,
• irritación,
• hipervigilancia,
• respuesta de sobresalto exagerada.

El paciente está siempre en guardia en otro intento de permanecer a


salvo de la reexposición al hecho traumático.

– 185 –
Curso5
El TEPT es de aparición brusca, pudiendo producirse dicha aparición
hasta años después de producido el hecho traumático.
El TEPT es un diagnóstico relativamente fácil de hacer cuando el
paciente refiere la existencia del hecho traumático. En cambio, cuando los
síntomas son de aparición tardía, en muchas oportunidades no es evidente
para el paciente la vinculación entre la experiencia traumática y sus sínto-
mas, por lo que el clínico debería investigar siempre la existencia de tales
experiencias.
La historia de traumas del paciente es un elemento importante en el
diagnóstico diferencial y nunca debería ser omitida. A menudo, otro de los
obstáculos que encuentra el clínico, es que frecuentemente el paciente evita
hacer referencia al hecho traumático para evitar el sufrimiento.
Aproximadamente la mitad de los casos que presentan esta sintomato-
logía, suele resolverse espontáneamente en el lapso de los tres primeros me-
ses. El resto, requieren de atención psicoterapéutica para su resolución.
Cuanto más temprana se realiza la intervención, más rápida resulta
su resolución. Si la intervención se demora mucho tiempo, el paciente es-
tructura su vida en torno de los síntomas, dañando las actividades sociales,
interpersonales, laborales, etc. por lo que la recuperación es más lenta y
dificultosa.

Predictores6
Uno de los principales esfuerzos de investigación ha sido puesto en
poder determinar qué factores predicen mejor la posibilidad de que alguien
expuesto a un hecho traumático desarrolle TEPT. Se ha hallado que dos son
los predictores más precisos:
1. La historia previa de traumas del individuo: es así que quien ha
sufrido otros traumas a lo largo de su vida, está más expuesto a
desarrollar un TEPT.
2. Las reacciones disociativas durante e inmediatamente después
del hecho traumático. Son aquellos individuos que reaccionan
predominantemente con embotamiento emocional, o experimen-
tando el hecho traumático como si le estuviera ocurriendo a otro,
no sintiendo dolor, o percibiéndose a sí mismo como desde fuera
de su cuerpo.

Los síntomas de disociación pueden manifestarse en diversa profundi-


dad o intensidad: sentirse o estar en el aire, perdido, confundido, separado
de las sensaciones, “sin cuerpo”. La disociación sirve para mantenerse

5 Ibidem anterior.
6 Ibidem anterior.

­– 186 –
alejado de las sensaciones del cuerpo, y está dirigida entonces, a aguantar
la hiperexcitación en marcha, a tolerar y dejar pasar el tiempo mientras llega
alguna posibilidad de escapar. Dentro de los mecanismos de disociación
podemos incluir además la negación: la desconexión de los sentimientos
y/o las memorias del evento traumático.

En el DSM-IV se introdujo un nuevo diagnóstico, el de Trastorno por


Estrés Agudo, en que con criterios similares al del diagnóstico de TEPT, se
pone el acento en los síntomas disociativos (amnesia disociativa, desperso-
nalización, desrealización, etc.)., de tal manera que, quien inmediatamente
después de la exposición al hecho traumático desarrolla los síntomas de un
Trastorno por Estrés Agudo, está en mayor riesgo de que esos síntomas se
perpetúen bajo la forma de un TEPT.
Con respecto a las características del hecho traumático tienen más
posibilidades de desarrollar un TEPT quienes estén expuestos a hechos
traumáticos
1. infringidos por la mano del ser humano,
2. por familiares directos o personas en las que se debía confiar,
3. los que son repetidos y reiterativos,
4. sufridos más tempranamente,
5. por los que se ha recibido presión al silencio,

en contraposición a
1. los de carácter natural,
2. no intencionales,
3. hechos únicos,
4. sufridos a edad más avanzada,
5. de los que se ha podido hablar libremente,

que tienden a resolverse más benignamente.

EXPERIENCIA SOMÁTICA Y SÍNTOMAS DE ESTRÉS


POSTRAUMÁTICO
¿Quienes ante un evento traumático quedan traumatizados y perviven
con los síntomas del shock?
Peter Levine (1999), desde el desarrollo de una nueva corriente (So-
matic Experience) describe el proceso traumático desde una perspectiva
somática y energética.
Para Levine los síntomas traumáticos no están causados por el mismo
suceso que los “desencadena”. Son consecuencia del residuo de energía
congelado que permanece atrapado en el sistema nervioso y que no ha sido
resuelto ni descargado. Los síntomas del TEPT se desarrollan cuando no se
es capaz de completar el proceso de entrar, atravesar y salir del estado de

– 187 –
inmovilización o congelación o descargar la energía residual generada en
situaciones amenazantes o destructivas. Levine, por lo tanto, no considera
al TEPT como una patología que deba ser tratada, sino como un malestar,
que es resultado de un proceso natural de descarga, que ha sido sesgado
frente a heridas que debieron ser curadas naturalmente a través de la auto-
regulación.
Desde una perspectiva del Análisis Bioenergético Reichiano y de la
Experiencia Somática las claves para hacer facing con el trauma van a estar
en la “capacidad para responder”, en los “recursos internos”, en la “capacidad
de pulsación” de la persona, y en cómo estas capacidades están presentes en
momentos en que se desarrolla la situación traumatizante. La capacidad de
auto-regulación (self-regulation) fue la palabra que usó Reich para describir
la habilidad para enfrentar el estrés y luego recobrar la homeostasis. Y ya
sea en clave reichiana o desde la perspectiva levineana resulta siempre
más fácil prevenir el trauma que curarlo.

Como veíamos anteriormente una de las puntos importantes a com-


prender acerca de la naturaleza del trauma, es que no es el evento lo que
lo produce sino la reacción no resuelta al mismo. Lo que determina que una
persona sea traumatizada no es el haber sido abusada, o tener un accidente,
sino la capacidad o no de responder al evento, la capacidad o no de usar su
potencial para recobrarse.
Según Levine la clave para evitar ser traumatizado es usar toda la
energía que se activó frente al peligro, ya sea durante o después de ocu-
rrida la amenaza. Si la energía no fue metabolizada, descargada o usada,
permanece en el organismo, quedando el cuerpo sobreexcitado, lo que
posteriormente producirá los síntomas del estrés postraumático.

Dice Levine:
“Cuando el sistema nervioso nos prepara para enfrentarnos
al peligro, se produce una desviación hacia un estado altamente
energetizado. Si somos capaces de descargar esta energía
mientras nos defendemos activa y efectivamente de la amenaza
(o poco después del incidente amenazador), el sistema nervioso
volverá a recuperar su nivel normal de funcionamiento... Si la
amenaza no ha sido manejada con éxito, la energía permanecerá
en el cuerpo. Habremos dado lugar a un dilema que se perpetúa
a sí mismo. A nivel psicológico, el cuerpo y la mente trabajan con-
juntamente como un sistema integrado. Sabemos que estamos
en peligro cuando percibimos una amenaza externa y nuestro
sistema nervioso se excita en grado sumo”... Por ejemplo... “La
persona amenazadora que se acerca a ti indica peligro, pero
también lo hace el hecho de que tu cuerpo responda con un

­– 188 –
aumento de los latidos del corazón, una tensión de la muscu-
latura del estómago, una conciencia intensificada y constrictiva
del entorno inmediato y un tono muscular (en general) alterado.
Cuando la energía de este estado activado en grado sumo no
se descarga, el organismo concluye que todavía está en peligro.
El efecto que esta percepción produce en el organismo es una
continua estimulación del sistema nervioso para que mantenga
y aumente ese nivel de alerta y de excitación. Cuando esto ocu-
rre, se originan los síntomas debilitantes del trauma. El sistema
nervioso activa todos los mecanismos fisiológicos y bioquímicos
para enfrentarse a la amenaza; sin embargo, sin la oportunidad
o los medios para responder efectivamente, no es capaz de sos-
tener este intenso nivel de excitación. El sistema nervioso, por sí
solo, es incapaz de descargar la energía. Esto crea un ciclo de
activación que se perpetúa a sí mismo y que, si continúa inde-
finidamente, sobrecargará el sistema. El organismo para poder
recuperar el equilibrio, debe encontrar una salida al ciclo creado
por la percepción del peligro y la excitación que lo acompaña. Si
fracasa y no lo consigue, a medida que el organismo compense
este estado de excitación, provocará la patología y la debilitación
mediante las manifestaciones que ahora reconocemos como
los síntomas del trauma”... Los síntomas... “El sistema nervioso
compensa este estado de excitación que se perpetúa a sí mismo
poniendo en funcionamiento una cadena de adaptaciones que,
a la larga, constreñirán y organizarán la energía en forma de
“síntomas”. Estas adaptaciones funcionan como si fueran una
válvula de seguridad del sistema nervioso. Los primeros síntomas
del trauma pueden aparecer poco tiempo después del incidente
que los ha engendrado. Otros se desarrollarán con el tiempo...
Los síntomas del trauma son un fenómeno energético que sirve
al organismo proporcionando una forma organizada de manejo
y constricción de la enorme energía contenida, tanto en la res-
puesta original frente a la amenaza como en la respuesta que se
perpetúa a sí misma”7.

Según Levine, empero la singularidad de la experiencia de cada


individuo y a pesar de la vasta diversidad de posibilidades que tiene a su
disposición, el sistema nervioso parece favorecer unos síntomas por
encima de otros. El propósito de la siguiente lista desarrollada por Peter
Levine y por Ann Frederick no es el diagnóstico, pero puede funcionar como
guía para entender cómo se despliegan los síntomas del trauma.

7 Levine, Peter (1999). “Curar el trauma”. Edcs. Urano, Barcelona. (1997); págs. 151-153.

– 189 –
En el núcleo de la reacción traumática (aquellos síntomas que además
son susceptibles de aparecer antes que otros) tenemos:
- hiperexcitación;
- constricción;
- disociación (incluida la negación);
- sentimientos de impotencia.
Otros síntomas que aparecen en el mismo momento del incidente o
poco después, además de los ya mencionados son:
- hipervigiliancia (estado de “alerta” permanente);
- intrusión de imágenes retrospectivas;
- sensibilidad extrema a la luz y al sonido;
- respuestas emocionales y de sobresalto exageradas;
- pesadillas y terror nocturno;
- cambios de temperamento bruscos, por ejemplo, reacciones de
furia o rabietas, vergüenza;
- capacidad reducida para manejar el estrés (se sufre estrés con
facilidad y mucha frecuencia);
- dificultad para dormir.
Algunos de estos síntomas pueden aparecer en la siguiente fase del
desarrollo o incluso en la última. Los síntomas que suelen ocurrir en la si-
guiente fase de desarrollo incluyen:
- ataques de pánico, fobia y ansiedad;
- mente “en blanco” o “espaciosidad”;
- respuestas de sobresalto exageradas;
- sensibilidad extrema a la luz y el sonido;
- hiperactividad;
- respuestas emocionales exageradas;
- pesadillas y terror nocturnos;
- comportamientos de evitación (evita ciertas circunstancias);
- atracción hacia las situaciones peligrosas;
- llanto frecuente;
- cambios de temperamento bruscos;
- actividad sexual exagerada o disminuida;
- amnesia y mala memoria;
- incapacidad de amar, de fomentar o establecer vínculos con otras
personas;
- miedo a la muerte, a enloquecer o a tener una vida corta;
- capacidad reducida para manejar el estrés (se sufre estrés fácil-
mente y con mucha frecuencia);
- dificultad para dormir.
El último grupo de síntomas lo forman aquellos que, por lo general,
tardan más tiempo en desarrollarse. Aunque no existe una regla fija que de-
termine qué síntoma escogerá el organismo ni cuando lo hará, los síntomas
que generalmente se desarrollan en último lugar incluyen:

­– 190 –
- timidez excesiva;
- respuestas emocionales disminuidas o mudas;
- incapacidad de comprometerse;
- fatiga crónica o escaso nivel de energía;
- problemas en el sistema inmunitario y algunos trastornos endocrinos
como la disfunción tiroidal;
- enfermedades psicosomáticas, en particular dolores de cabeza,
problemas en el cuello y la espalda, asma, problemas del aparato
digestivo, espasmos de colon y síndrome pre-menstrual agudo;
- depresión, sensación de fatalidad inminente;
- sentimiento de separación, desavenencia y soledad: “muerto en
vida”;
- pérdida de interés por la vida;
- comportamiento y sentimiento de impotencia;
- miedo a morir, enloquecer o tener una vida corta;
- llanto frecuente;
- cambios de temperamento brusco;
- actividad sexual exagerada o disminuida;
- amnesia y mala memoria;
- incapacidad de amar, de fomentar o establecer vínculos con otras
personas;
- dificultad para dormir;
- capacidad reducida para manejar el estrés y para formular pla-
nes.
Como se señaló anteriormente, las personas manifestarán los síntomas
traumáticos de un modo diferente según la naturaleza y la gravedad del trau-
ma, la situación en que sucedió, y los recursos personales y de desarrollo
que el individuo tenía a su disposición en el momento del trauma.

En la versión original de “Curar el trauma” (“Healing trauma”), el subtítulo


no es “Descubriendo nuestra capacidad innata para superar experiencias
negativas” como en la edición española, sino “Waking the tiger”, expresión
que hace referencia directa a cómo los animales salvajes podrían ser nuestros
maestros al ejemplificar el equilibrio de la naturaleza. Es decir, los animales
salvajes además de aportarnos una mayor comprensión sobre el proceso
biológico de curación, nos proporcionan un modelo de salud y vigor, ofrecien-
do una valiosa visión de cómo podríamos funcionar si nuestras respuestas
fueran puramente instintivas. Para Levine deberíamos prestar atención a
nuestra naturaleza animal a fin de descubrir las estrategias instintivas que
se requieren para liberarnos de los efectos debilitantes del trauma.
Una de las dificultades que se presenta al trabajar con personas trau-
matizadas es la concentración desmedida sobre el contenido del incidente que
ha engendrado el trauma. Los que padecen un trauma tienden a identificarse
como sobrevivientes (estrategias de victimización o de auto-culpabilización),

– 191 –
más que como animales con un poder instintivo para curarse. En este sentido,
como los desarrollamos en los laboratorios clínicos del TEAB, una de las
estrategias claves en el trabajo con TEPT es el entrenamiento en el uso
de auto-defensas.
Siguiendo a Levine, la capacidad de los animales para reaccionar
frente a la amenaza puede servirnos de modelo a los seres humanos. En
respuesta a la amenaza, el organismo puede luchar, huir o inmovilizarse.
Estas respuestas forman parten de un sistema defensivo unificado. Cuan-
do las respuestas de lucha y de huida se ven desbaratadas, el organismo,
instintivamente, se encoge a medida que se acerca a su última opción, la
respuesta de inmovilización. Cuando se encoge, la energía que habría sido
descargada al ejecutar las respuestas de lucha o de huida se ve amplificada
o confinada en el sistema nervioso. En este estado emocional de ansiedad, la
ahora frustrada respuesta de huida se convierte en ira; la respuesta de huida
frustrada da paso a la impotencia. El individuo que ha caído en el estado
caracterizado por la ira o la impotencia, todavía tiene la capacidad de volver
abruptamente a una frenética respuesta de huida o a un feroz contraataque.
Si el organismo es capaz de descargar la energía mediante la huida o la
defensa propia y, de este modo, resolver la amenaza, no se producirá ningún
trauma. Por el contrario, si el encogimiento continúa hasta que la furia, el
terror y la impotencia se hayan acumulado y alcancen el nivel de activación
que abrume el sistema nervioso, aparecerá la inmovilización o la persona
colapsará. Ya que en lugar de descargarse, la intensa cantidad de energía
inmovilizada se ve confinada junto a estados emocionales agobiantes y
altamente activados de terror, ira e impotencia.
En forma muy simple podríamos decir que ante una situación de peligro
o amenaza la mejor estrategia sería atacar o correr. Si uno se inmoviliza
porque no queda otra salida, volver a activarse prontamente, sería la mejor
fórmula.
Cuando este proceso ocurre naturalmente la mayor parte de las veces
no habrá efectos traumáticos. Por el contrario para que una persona sea
traumatizada se cumplirán los siguientes pasos:
a) el organismo percibe la situación como potencialmente amenazan-
te;
b) la persona pierde la capacidad para enfrentar positiva y efectiva-
mente el peligro;
c) el organismo no es capaz de descargar la energía que el cuerpo
movilizó para la ocasión quedando su sistema nervioso en estado
de shock.

­– 192 –
DISCRIMINANDO algunas definiciones a utilizar...
Siguiendo los lineamientos desarrollados por el orgonomista J. A.
Carballo8, en primer lugar discriminaremos los Traumas normales del De-
sarrollo que generan Conflicto o Déficit y terminan conformando el Carácter,
del Trauma o Shock Emocional que puede provocar un Desorden o TEPT.
Discriminaremos además el shock traumático de la anorgonia (concepto
desarrollado por W. Reich).

* Evento traumático: se caracteriza por ser un suceso a veces repen-


tino, a veces no esperado, que es percibido como una amenaza a la vida.
Por ejemplo: accidentes, desastres naturales, violencia, guerras, violación,
abuso y pérdidas significativas de seres queridos.

*Shock o trauma emocional: es la reacción a un evento traumático. Está


caracterizado por la activación del sistema simpático (simpaticotonía), acom-
pañada o no por una parasimpaticotonía reactiva.

* Estrés traumático: es la reacción física a un evento traumático que


involucra la activación del Sistema Nervioso Simpático y los reflejos de lucha,
huida, parálisis y/o disociación.

* Trastorno de Estrés Postraumático: Estrés traumático que resulta de


un evento traumático que no ha sido mitigado a través de la elaboración del
trauma y es de suficiente severidad como para disminuir la capacidad de
la persona en su funcionamiento en la vida. Caracterizado por síntomas de
activación del sistema simpático y una continua activación de los reflejos de
huida, lucha, parálisis y/o disociación.

* Trastorno de Estrés Postraumático Secundario: ocurre cuando una


persona es expuesta (vivencial, visual o auditivamente) a situaciones extre-
mas experimentadas directamente por otra persona (o al relato de las mis-
mas), y resulta desbordado a causa de la exposición secundaria al trauma.
Este término, que contribuye también a describir los efectos deletéreos que
padecen los profesionales asistenciales al trabajar con sobrevivientes de
trauma, se conecta notoriamente con la delegación del trauma de pacientes
a terapeutas, que podemos definir como traumatización vicaria –vicarious
traumatization– (McCann y Pearlman, 1990), con el estrés por empatía o
desgaste por empatía –compassion fatigue– (Figley, 1995), y con el síndrome
de burn out, potenciándose unos con otros.

8 Carballo, Jorge Alberto (1999); “Teoría y clínica orgonómica del trauma”, manuscrito
Xerox.

– 193 –
*TEPT Complejo o trastorno por estrés extremo: Algunos autores (van
der Kolk, Herman) postulan un nuevo diagnóstico, conocido como TEPT
Complejo (Complex PTSD) o Trastorno por Estrés Extremo (DESNOS; Di-
sorder of Extreme Stress Not Otherwise Specified) para los casos de abuso
interpersonales prolongados y severos, en que la situación traumática se
haya producido repetidamente y a lo largo de mucho tiempo, de tal mane-
ra que la exposición prolongada al trauma condiciona el desarrollo de la
personalidad del individuo. Este es el caso de situaciones de abuso sexual
prolongado, cautiverio, control totalitario, rehenes, prisioneros de campos
de concentración, prisioneros de guerra, víctimas de la tortura, violencia
doméstica, abuso físico y emocional en la niñez, explotación sexual, etc. Las
situaciones descriptas van mucho más allá de las consecuencias que puede
tener un simple hecho traumático, ya que la degradación de la identidad
y de su vida relacional provocan alteraciones profundas a nivel cognitivo,
perceptivo, en la regulación afectiva, en la conciencia, en la auto-percepción,
en la personalidad, en la identidad, etc.
En el TEPT complejo o trastorno por estrés extremo van der Kolk delinea
un complejo de síntomas asociados con el trauma interpersonal temprano:
1) alteraciones en la regulación de los recursos afectivos, incluyendo
dificultad en la modulación de la ira y auto-destructividad;
2) alteraciones de la atención y de la conciencia que lleva a amnesias,
episodios disociativos y despersonalizaciones;
3) alteraciones en la auto-percepción, tales como un sentido crónico
de culpa y responsabilidad, sentimientos crónicos de vergüenza,
etc.;
4) alteraciones en la relación con los otros, tales como no ser capaz de
creer, no ser capaz de establecer relaciones de cercanía emocional
con la gente;
5) somatizaciones para las cuales no se encuentra ninguna explicación
médica;
6) alteraciones de los sistemas de creencias.
Cuanto más temprano el trauma y más larga su duración, mayor la
probabilidad de que la persona afectada sufriera todos estos síntomas en
alto grado (síntomas que constituyen el diagnóstico de DESNOS). Recientes
estudios (van der Kolk y col., 1996;) mostraron que el trauma interpersonal,
especialmente en el abuso sexual infantil, predice un alto riesgo de desarrollar
un trastorno por estrés extremo.

*Estrés Crónico: condición física y psicológica que se asemeja al TEPT,


y que resulta de condiciones de vida o de situaciones crónicas que son
extremadamente estresantes. Por ejemplo: enfermedades serias de larga
duración, familias disfuncionales, estrictez o negligencia en la educación
infantil, etc. (P. Rothschild, 1995).

­– 194 –
*Trauma del Desarrollo: Da lugar al carácter. La posición psicoanalítica
clásica explicaba la patología humana como producto del conflicto entre dis-
tintas partes de la personalidad como así también con el medio ambiente. El
modelo basado en el conflicto presuponía un mismo nivel de desarrollo del
yo para lidiar con esos problemas. Se sabe ahora desde la psicología del yo
que los traumas detienen el desarrollo en diferentes puntos de la evolución
del individuo. Esas detenciones son llamadas déficit en el funcionamiento
del yo, y devienen de una perspectiva que incluye el modelo del déficit.
Tanto el modelo del conflicto como el modelo del déficit, conciben eventos
traumáticos cuya resolución requiere distintos abordajes, en el primer caso
el trabajo sobre las resistencias y en el segundo la reparación. Estas difi-
cultades en el desarrollo que han generado conflicto o déficit, hacen que el
individuo logre algún modo de adaptación creando su estilo defensivo, su
propio carácter.
A estas situaciones difíciles por las que han atravesado los pacientes
las denominamos traumas del desarrollo, y están caracterizados por un
moderado nivel de activación del sistema nervioso, sin haber perdido su
capacidad de readaptarse luego de pasar por situaciones estresantes. En
tanto que los pacientes que han pasado por experiencias traumáticas y no
han podido resolverlas, presentan un alto grado de activación del sistema
nervioso, en especial del sistema nervioso simpático. Como así también de
los reflejos de huida, ataque y de inmovilidad tónica o energética (anorgonia).
Los mecanismos defensivos que ponen en marcha los traumas del desarrollo
están más relacionados con el Sistema Nervioso Central, con alta mediación
del yo. En tanto que el shock traumático moviliza defensas puestas en marcha
por el Sistema Nervioso Autónomo, con una falta de mediación yoica. Los
reflejos del shock y los sistemas fisiológicos asociados que han sido activados
no regresan a su estado anterior de homeostasis.

*Anorgonia (estados anorgonóticos o reacciones anorgonóticas):


W.Reich en 1948 creó el término anorgonia con el cual involucra todos los
estados biopáticos que tienen como común denominador el bloqueo de la
motilidad plasmática. Según Reich (1985) la anorgonia es un trastorno con el
cual todo médico práctico está familiarizado, pero la medicina mecanicista no
lo ha entendido porque no se traduce directamente en cambios estructurales
de los tejidos o en lesiones de los cordones nerviosos, sino en un descenso
de la función energética total o parcial del organismo.
La anorgonia es una reacción del organismo a situaciones emo-
cionales altamente cargadas que están más allá de la tolerancia del
individuo. El cuerpo reacciona a esta fuerte excitación plasmática
con un bloqueo en su motilidad que se manifiesta como debilidad,
colapso, sensación de desmayo, vértigo, ansiedad de caída y frío en
el cuerpo.

– 195 –
Wilhelm Reich se encontró con este fenómeno en los pacientes con
cáncer que estaba tratando. Con la finalidad de describir la anorgonia en
los enfermos de cáncer, comparó la estabilidad de la función plasmática
en los organismos sanos y su opuesto: la angustia biopática de caída, que
podríamos definir como la repentina anorgonia de los órganos de apoyo,
que sirven para mantener el equilibrio.
En el curso de los tratamientos con los enfermos de cáncer, Reich
notó que luego de un período de mejoramiento (en el que se sentían mejor,
los síntomas desaparecían, recobraban el peso y hasta empezaban a tener
sensaciones sexuales), sucedía una etapa de desmejoramiento con angustia
de caída, debilidad y tendencia al colapso. El organismo reaccionaba a una
fuerte excitación con desequilibrio, mareos y debilidad. Parecía que la exci-
tación iba a seguir su curso pero repentinamente se detenía, no era capaz
de seguir su curso de expansión.
La angustia de caída se expresa de diversas formas: vértigo, sensación
de hundirse, sueños de caída, presión o dolor en la región gástrica, náuseas
y vómitos. Estos son a su vez los síntomas que aparecen cuando se debilita
la coraza muscular, ya sea por un trabajo psicoterapéutico o por algún tipo
de shock (cirugías, accidentes, abuso etc.), contracciones musculares in-
voluntarias, escalofríos, oleadas de calor, pinchazos, cosquilleos, comezón,
etc. Si la situación es la de un tratamiento orgonómico se deben agregar las
sensaciones genitales. A estas manifestaciones biológicas le acompaña una
sensación psíquica de angustia y de inseguridad.
Reich se preguntaba si el proceso de anorgonia consistía en una dis-
minución del contenido de energía en los tejidos, o en la inmovilidad de esa
energía en esos tejidos.
Finalmente se arribó a la conclusión de que el mecanismo que funciona
en la anorgonia aguda es la reducción de la pulsación orgonótica, mientras
que el mecanismo primario en la anorgonia crónica es el retiro de energía,
la pérdida de orgón. Es decir, la reducción repentina de la pulsación orgo-
nótica produce la anorgonia aguda, y la pérdida permanente y progresiva
de energía orgón produce la anorgonia crónica.
En síntesis, el estado anorgonótico es una reacción del organismo a
situaciones con alta carga emocional que están mas allá de la tolerancia del
individuo, en donde el organismo reacciona a tan fuerte y no familiar excita-
ción plasmática con un bloqueo que se manifiesta como: debilidad, colapso,
sensación de desmayo, vértigo, angustia de caída y frío en el cuerpo.

A esta altura podemos explicitar someramente tres definiciones básicas


de trauma:
a) Los traumas por conflicto o déficit en el desarrollo que dan lugar a
las formaciones del carácter.

­– 196 –
b) El shock o trauma emocional que puede dar lugar al Trastorno por
Estrés Postraumático y sus variaciones intensivas.
c) Los estados anorgonóticos productos del shock emocional9.

INSCRIPCIONES EN EL CUERPO:
CORAZA Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO
Desde el punto de vista reichiano las funciones corporales defensivas
son de dos tipos y pueden agruparse en lo que se conoce como:
- coraza corporal y
- anorgonia o déficit de acorazamiento.
Siguiendo la terminología clásica de acorazamiento o déficit del
mismo, la parálisis en los músculos esqueléticos se produce de dos
maneras:
- por oposición de fuerzas (coraza muscular) y
- por retiro o inmovilización de la carga (anorgonia).
En esos dos mecanismos tenemos resumida la totalidad de las fun-
ciones defensivas corporales que se manifiestan en los músculos como
hipertonía muscular y de tejidos (coraza) e hipotonía muscular y de
tejidos (anorgonia).

Desde una perspectiva reichiana podríamos afirmar que cuanto menor


sea la capacidad muscular y los recursos que posea la persona, menor va a
ser su capacidad de descarga. Es por eso que ciertas estructuras de carác-
ter, fundamentalmente aquellas que poseen menos límites y menos coraza
muscular, son más proclives a sufrir los efectos del trauma, en la medida en
que no hay una buena coraza funcional. Por lo tanto es mayor su potencial
para la traumatización.

Como veíamos anteriormente, en las respuestas al trauma el organismo


escapa o lucha (coraza), la tercera opción de sobrevivencia es la parálisis
(hipotonía).
Reich distinguió la anorgonia aguda y la anorgonia crónica.
En la anorgonia aguda el mecanismo que opera es una repentina
parálisis de la pulsación energética en la periferia del cuerpo.
En la anorgonia crónica hay un retiro o pérdida permanente de ener-
gía. Ambos procesos pueden alternarse, a veces la anorgonia aguda se
transforma en crónica y viceversa.
La génesis funcional del proceso anorgonótico se encuentra en la
incapacidad de los músculos de contener el flujo de energía hacia la
periferia del cuerpo, pues esto produce fuertes sensaciones difíciles de

9 Ibidem anterior.

– 197 –
tolerar, lo que ocasiona una violenta contracción en el sistema vegetativo,
que se asemeja a un estado de shock.
De esta manera el esfuerzo psicoterapéutico para manejar la an-
orgonia se dirigirá a “despertar” y usar los músculos de una forma
que toleren las emociones de expansión (por ejemplo, placer o bronca)
a fin de canalizar la energía en los músculos y que sea así pueda ser
metabolizada.
Volver la energía a los músculos y “contenerla”, es una de los
objetivos clínicos claves en el tratamiento de los procesos anorgonó-
ticos. Esos músculos pueden estar bien desenvueltos de acuerdo al nivel o
estadio del desarrollo o subdesenvueltos, débiles, con poca masa. Aunque,
en realidad siempre vamos a encontrar en la lectura corporal de cada paciente
una combinación de músculos correctamente desarrollados, con músculos
subdesarrollados e hiperdesarrollados.
Es importante resaltar que la anorgonia no está limitada necesaria-
mente a una determinada estructura de carácter10. Pero sí es cierto que
hay ciertos biotipos más propensos a presentar ataques anorgonóticos. La
anorgonia defensiva se puede presentar en todos los tipos de carácter
ya sea de manera aguda, crónica o localizada.
Suele aparecer enmascarado como hipotonia muscular, como fatiga
crónica, como un estado disociativo, como parálisis funcionales o como
trastornos somatomorfos indiferenciados.
Para W. Reich, el mareo y la náusea podían ser signos de la angustia
de caída. Y la apariencia de debilidad y angustia de caída sugieren el co-
mienzo de un ataque anorgonótico. Algunos síntomas son manifestaciones
localizadas del disturbio del metabolismo bioenergético: pies o manos frías,
frente inmóvil, falta de sensaciones en la pelvis, ausencia de sensaciones
en los pechos etc., estas son muestras de anorgonia localizada.
La presencia de un proceso anorgonótico es prueba de un meta-
bolismo energético severamente alterado, al menos momentáneamente
en el caso de ser un proceso agudo. Y la capacidad para la descarga está
muy empobrecida, pues los músculos no pueden ligar la energía.
A través de la descripción precisa de algunos pacientes, Reich infirió
que el mecanismo primario en el ataque anorgonótico agudo es una severa y
repentina inmovilización de la energía periférica. Esta inmovilización deviene
de la parálisis de la pulsación en el sistema nervioso autónomo e indica la
acumulación de energía periférica (deadly orgone o DOR).

10 Debemos tener cuidado con las lecturas excesivamente rígidas de este fenómeno,
que asocian casi exclusivamente la anorgonia a la estructura psicótica. Esta lectura
la encontramos, por ejemplo, en todos los textos del orgonoterapeuta Federico Na-
varro y su escuela. Aunque, por otra parte, es necesario reconocer que el fenómeno
anorgonótico es muy poco reconocido en las corrientes neo-reicheanas, sino mas bien
ignorado.

­– 198 –
El proceso Anorgonótico Agudo en un tratamiento bioenergético se
puede detectar previamente por ciertos trazos:
1. Fácil excitabilidad. Usualmente, un breve período de respiración
profunda produce corrientes intensas de energía que, al no poder
ser ligadas muscularmente, derivan en síntomas similares a los
de la hiperventilación. Ocurre generalmente en los caracteres con
biopatías (por ejemplo, diabetes), donde no hay suficiente masa
muscular o la misma está debilitada.
2. Intolerancia a la excitación. Se manifiesta en dos etapas. Inicial-
mente la excitación es sentida como placentera, pero muy pronto
cambia de signo y pasa a ser vivenciada como displacentera. Se
expresa además en una pobre capacidad para la descarga bio-
energética lo que le genera a la persona un sentimiento de falta de
disfrute y un sentido generalizado de insatisfacción.
W. Reich encontró que en los pacientes con cáncer, en lugar de fácil
excitabilidad, había una falta de excitabilidad como resultado del enco-
gimiento biopático y la consecuente reducción en el funcionamiento del
núcleo energético. En estos pacientes se presentaba a su vez un proceso
Anorgonótico Crónico de pérdida de energía.
Los ataques anorgonóticos agudos son desencadenados por situa-
ciones emocionalmente cargadas, y aquí tenemos una igualdad funcional
con las reacciones traumáticas que se desencadenan frente a un impacto
emocional fuerte o percibido como peligroso.
Otro aspecto que podemos ver en la clínica bioenergética es que, en
la estructura defensiva de los procesos anorgonóticos (estructuras bordeline
y psicótica, caracteres psicopáticos e impulsivos), se encuentra una tenden-
cia a desarrollarse un “conflicto” entre la fácil excitabilidad y la intolerancia
a la excitación, lo que produce una estructura energética muy inestable en
constante tensión.
Para estos biotipos, cuando la excitación crece demasiado resulta
intolerable, ya que la coraza muscular es débil y no resulta suficiente para
contener la excitación a un nivel que se haga tolerable.
Cada uno de estos cuadros disfuncionales puede además hacer uso
de distintos mecanismos defensivos a fin de enmascarar la descarga. Por
ejemplo: a través de somatizaciones, actos impulsivos, dispersiones deliran-
tes, a través de la desorganización o el caos defensivo, previamente o en
sintonía con el uso de un proceso anorgonótico defensivo. Con el proceso
anorgonótico el organismo se entrega al proceso de inmovilización de la

– 199 –
energía periférica a fin de reducir la excitación (numbing). Hecho que conduce
a reducir la capacidad de la descarga orgonótica y aumentar la estasis11.
Desde un enfoque no bioenergético, uno de los investigadores más
reconocidos dentro de la psicotraumatología contemporánea, B. van der
Kolk, afirma que la hiperexcitación del TEPT deprime por igual los recursos
biológicos y psicológicos, necesarios para experimentar una variedad de
emociones. A su vez, la falla en el procesamiento de los eventos emocio-
nales conduce a la hiperexcitación fisiológica y al desarrollo de eventuales
problemas psicosomáticos o biopatías.
Los problemas psicosomáticos, las biopatías y el entumecimiento
o anorgonia en el TEPT están muy relacionados. Pennebaker (1993) y
Spiegel (1992) han mostrado que bajos niveles de expresión emocional
conducen a un deterioro del sistema inmunológico y a un aumento de
las enfermedades físicas. Esta línea de investigación ha sido corroborada
por todas las pesquisas clínicas desarrolladas en Análisis Bioenergético12.
Si la auto-regulación emocional (regulada por el sistema nervioso central)
es un monitor de nuestra salud, por el contrario la inhibición emocional
denota una situación de riesgo, sea neurológica, social o cognitiva,
particularmente cuando ocurre una implosión emocional después de
un trauma.
En Orgonomía, a su vez, la tendencia clínica de los investigadores
posreichianos es la de definir a los estados anorgonóticos como reacciones
más patológicas comparada con los procesos de acorazamiento muscular. Es
decir, reacciones “menos graduadas”, más debilitantes, en donde el metabolismo
orgonómico está más deteriorado.
En este sentido podemos pensar la anorgonia como una “segunda línea
de defensa”, que sólo es usada si la capacidad de la armadura muscular es
insuficiente para reducir las emociones a un nivel tolerable de intensidad.
Esto es lo que justamente sucede en el trauma, cuando la víctima
ya no es capaz de usar sus recursos (coraza muscular) para enfrentar la
amenaza y tiene que pasar a la segunda línea de defensas: la inmovilidad
o el colapso (anorgonia).
A su vez, debemos distinguir dentro de la anorgonia aquellas anor-
gonias localizadas que suceden en sesiones psicopsicoterapéuticas de
bioenergética (o en laboratorios clínicos de formación) donde solemos ver

11 Esta misma experiencia la pueden desarrollar en algunos momentos de pretarea, y


aunque con una menor duración claro está, los formandos o los pacientes en tratamiento
bioenergético, cuando se enfrentan a un nivel energético que no es tolerable. De esta
forma evitan sentir cualquier sensación o emoción intensa (agradable o desagradable)
y prefieren, a ello, no sentir nada o sentir muy poco.
12 Traue, Harald C (2003). “El ajuste psicobiológico de la emoción: riesgos a la salud
causados por la inhibición de la emoción”. XVII Congreso Internacional de Análisis
Bioenergético (7 al 12 de octubre de 2003, Salvador, Bahía, Brasil).

­– 200 –
que algunos pacientes o formandos, cuando aparecen sensaciones de
corrientes bioenergéticas (streamings), comienzan a retorcerse, arquear el
cuerpo, tensar la pelvis, los glúteos, el rostro o los pies, etc. Esta reacción
es una forma de crear una “coraza temporaria”, a fin de evitar las sensa-
ciones crecientes.

Los estados de shock, de anorgonia aguda, podemos encontrarlos


tanto en las personas con traumas “normales” del desarrollo o en las per-
sonas con estrés postraumático. Como caso muy particular lo encontramos
de manera sistemática en las personas en proceso de desacorazamiento,
quienes pueden presentar en su historia ambas posibilidades a la vez (trau-
mas “normales” y estrés postraumático).
No es fácil distinguir la anorgonia como resultado de un proceso pau-
latino de encogimiento y la anorgonia como fenómeno agudo.
Biofísicamente la anorgonia (en el desacorazamiento o en el
trauma) se debe a un brusco retiro de la energía desde la periferia ha-
cia el centro vegetativo. Una contracción en medio de un proceso de
expansión también puede crear anorgonia (por ejemplo, en un desmayo
histérico o en una lipotimia en la playa).

A grandes rasgos, en su libro técnico por excelencia, Análisis del Ca-


rácter, W. Reich describe el proceso psicoterapéutico de la siguiente manera:
“las etapas esenciales del proceso psicoterapéutico son: debilitamiento de la
coraza, sensaciones orgonóticas resquebrajamiento de la coraza, clonismos,
angustia de caída, intensificación de la excitación plasmática y, finalmente
sensaciones orgásticas en el aparato genital”. Posteriormente, en el mismo
texto, agrega casi en tono de advertencia: “Si se procede a disolver la cora-
za correctamente, las sensaciones orgánicas desagradables van cediendo
paulatinamente el lugar a experiencias placenteras del cuerpo. Con frecuen-
cia oímos decir a los pacientes que acaban de experimentar convulsiones
clónicas, que se sienten “mucho mejor de lo que jamás se habían sentido”.
Pero si no se procede a disolver la coraza, capa por capa, correctamente,
si subsisten bloqueos rígidos como restos de la coraza, si se permite que
las corrientes orgonóticas emerjan en forma demasiado abrupta y choquen
así contra las capas no disueltas de la coraza, el paciente puede reaccionar
replegándose por completo en la antigua coraza. Su rigidez biopática se inten-
sifica por temor a las excitaciones plasmáticas (“miedo al placer”). Se siente
abrumado por un sentimiento de desorientación que puede llegar al pánico
(como consecuencia del aumento de energía biológica móvil). Este estado
puede agudizarse hasta producir impulsos suicidas”.
Es a partir de este texto, tan importante para la psicoterapia corporal,
que podríamos establecer diferencias significativas a la hora de discriminar
el terror y la reacción de un colapso defensivo producto de un tratamiento

– 201 –
orientado al desacorazamiento, de las mismas reacciones producto del
padecimiento de un trastorno de estrés postraumático.
Es decir, como terapeutas psicocorporales tenemos que aprender
a diferenciar y diagnosticar cuando estamos en presencia de reacciones
traumáticas y cuando estamos delante de reacciones propias al proceso
de desacorazamiento. Muchos terapeutas orientados energéticamente han
confundido muy a menudo estas dos realidades, cuyo único factor común
es que hay un nivel biológico y energético que está siendo activado: el nivel
del sistema nervioso autónomo y el del metabolismo energético.
Por ejemplo, en el tratamiento bioenergético la inmovilidad plasmática
energética puede presentarse cuando existe una lucha entre impulsos ge-
nitales naturales muy vigorosos e interrupciones igualmente vigorosas en el
curso del reflejo de orgasmo. Estos puntos los desarrollaremos en el capítulo
de Psicoterapéutica del TEPT. Veamos ahora alguno de los adelantos de la
investigación en Análisis Bioenergético Reichiano en relación al trauma.

Coraza cerebral
Una característica central de las personas que desarrollan un TEPT,
es que sus vidas comienzan a girar alrededor del trauma. Están fijadas a
ese pasado y las cosas se ordenan a su alrededor. Otra característica en el
trauma es la dificultad de funcionar con criterios de “realidad”. La “verdad”
de la experiencia traumática condiciona, de ahí en más, en su historia, los
criterios de realidad compartida. Lo que hace que un evento traumático se
convierta en trauma es la evaluación subjetiva del mismo por las personas
expuestas y la manera en que se sintieron amenazadas.
Desde el Análisis Reichiano sabemos que el segmento ocular juega un
papel fundamental en la interpretación del evento. El bloqueo de este anillo
hace que el trauma siga desarrollándose después de acontecido.
Desde la perspectiva del análisis del carácter reichiano podríamos
deducir que cuando las personas son traumatizadas, presentan un conjunto
de reacciones típicas propias de las reacciones traumáticas, por ejemplo:
hiperexcitación, disociación, inmovilidad analgésica, etc., pero además
“eligen” otro conjunto de defensas que tienen que ver con el carácter y el
nivel de desarrollo alcanzado. Estos últimos factores determinarán también
cómo la persona interpreta las memorias del trauma. Ya sea las memorias
cognitivas o los síntomas somáticos.

Un trauma se transforma en postraumático porque los elementos natu-


rales del organismo para defendernos y curar la sobre-excitación energética,
no entraron en acción suficientemente.
La memoria del trauma, sus conductas, sus emociones y la sobre-
activación energética permanecen intactas (tienen una “vida independiente”)
y no es posible integrarlas mientras la persona no las resuelva, quedando
detenidas en el tiempo, en un pasado que no pasa (fijación al trauma).

­– 202 –
¿Qué es lo que hace que las memorias se transformen?
¿Qué hace que las memorias queden fijas produciendo síntomas?
Las personas que desarrollan TEPT reviven con toda intensidad, las
memorias, sensaciones y emociones del evento, una y otra vez. Aquí la
palabra intensidad tiene especial importancia, porque señala el aspecto
energético, sin el cual el trauma no es trauma. Un trauma lo es por la in-
tensidad, por la carga, por la sobre-excitación (arousal), por el metabolismo
energético perturbado en dirección de la expansión primero y luego hacia
la inmovilidad.
Sería de gran importancia establecer la clara conexión entre el bloqueo
del segmento ocular, que alberga las memorias cognitivas del trauma y el
segmento diafragmático que conserva junto al cerebro reptiliano la sobre-
excitación energética (bloqueos primitivos).
Bessel van der Kolk, especialista en estrés traumático e investigador
en la Universidad de Boston, sostiene que la habilidad en transformar las
memorias es una clave de la curación. La inhabilidad en transformar las
memorias es lo que se presenta en las personas que no se recuperaron
del trauma.
Podríamos ya incluir el concepto de coraza cerebral. Desde la Clíni-
ca Bioenergética sabemos que la fijeza de las memorias y su intensidad
están determinadas por los niveles energéticos, que es donde se sostiene
la sobreexcitación.
La interpretación del evento que hace la persona traumatizada es lo
que gatilla la reacción energética, el “arousal”. Si se equilibra el metabolismo
bioenergético a nivel de la coraza cerebral se modificará la intensidad y la
interpretación de las memorias, que podrán ser usadas así como aprendi-
zaje.
Si las memorias no tienen intensidad, no tienen efecto, no tienen afecto,
no tienen emoción.
Ahora bien, ¿cómo trabajar más allá de la coraza muscular del seg-
mento ocular y poder acceder a los disturbios neurofisiológicos del cerebro
y del SNC?
Y aunque la pregunta suene pretenciosa, estamos en un momento en
que ya podemos formularla: ¿cómo desacorazar el cerebro?
Hasta hace pocos años “el cerebro” no era una parte accesible en el
proceso estándar del tratamiento psicoterapéutico. Mientras que la muscula-
tura externa de la cabeza es accesible, el cerebro y los tejidos intracraneales
no están disponibles para una manipulación física directa o indirecta. Por
otra parte, sabemos que las estrategias crecientes de psicofarmacologización
desarrolladas por la psiquiatría contemporánea hacen que la investigación
clínica se incline más hacia los avances de la farmacoterapia (aun en el tra-
tamiento con niños), lo que se transforma en una biopolítica sistematizada
de control medicamentoso de las poblaciones.

– 203 –
A partir de los descubrimientos de las neurociencias y del desarrollo
de técnicas de psicotraumatología se pudo pesquisar que los procesos de
acorazamiento del cerebro ocurren de manera similar de la musculatura
que la rodea.
Ya el orgonomista E. Baker, al profundizar teórica y metodológicamente
acerca del proceso de acorazamiento del anillo ocular, apoyaba la idea de
que el cerebro tiene un proceso de acorazamiento único con su propia estruc-
tura y funcionamiento característico. En su conocido texto “Man in the trap”
(1967) al definir el bloqueo ocular, Baker plantea que dicho acorazamiento
consiste en una contracción e inmovilización de la mayor parte o de todos los
músculos que rodean a los ojos, pestañas, frente y glándulas lacrimales, así
como también de los músculos profundos de la base occipital, envolviendo a
su vez al cerebro en sí mismo. Baker creía que el cerebro muestra, en todas
las estructuras de carácter, contracciones en mayor o menor extensión, y
que si es movilizado adecuadamente permite al resto del organismo tolerar
la expansión y el movimiento.
Para recuperar niveles de funcionamiento perdidos a nivel cerebral
Reich en 1931 trabajaba con sus pacientes mediante técnicas de manipu-
lación física y más específicamente mediante el uso de un lápiz luminoso,
en un setting oscuro. La técnica consistía simplemente en que el paciente
tenía que seguir el estímulo luminoso, a medida que el psicoterapeuta mo-
vía la luz alrededor del campo visual del paciente, incentivándolo a respirar
profundamente y a dejar emerger pensamientos, movimientos, sensaciones
y emociones, como respuesta a la estimulación.
Si bien Francine Shapiro (la creadora del EMDR –Eye Movement
Desensitization and Reprocessing–, Desensibilización y Reprocesamiento
a través de Movimientos Oculares) no lo ha reconocido en sus escritos, en
la clínica bioenergética reichiana está el primer antecedente de desacora-
zamiento funcional de la coraza cerebral. Apoyándose en el concepto de
auto-regulación, tanto la Clínica Bioenergética como EMDR (combinados
en un mismo dispositivo) permiten desarrollar un tratamiento específico del
acorazamiento cerebral de una manera no invasiva, no farmacológica, y en
el marco de un encuadre breve y focal o analítico.
De esta manera, a partir de la convergencia psicoterapéutica entre el
Análisis Bioenergético Reichiano y EMDR, podemos trabajar funcio-nalmente
el acorazamiento muscular y el acorazamiento cerebral en las personas
traumatizadas, ya que el despeje del bloqueo e interferencia neurológica del
cerebro del paciente traumatizado, es funcionalmente idéntico a la disolución
de las tensiones musculares crónicas que comprometen la capacidad de
disfrutar plenamente la vida.

Somatograma. Signos somáticos del shock.


En los estados de shock traumático hay un continuum de signos
somáticos que van desde una extrema rigidez a un estado de inmovilidad

­– 204 –
anestésica. En qué punto de ese continuum está la persona traumatizada va
a depender, entre otras variables, de si lo encontramos al comienzo o al fin
del proceso de traumatización, de si el trauma fue suave o severo, etc.
A grandes rasgos, los efectos de la disociación en la apariencia corporal
los vamos a ver en esa sensación de ausencia y desinterés que presentan
las personas con traumas irresueltos. Encontramos carencia de expresión
emocional o un exceso de la misma (como substituto en la histeria y otros
caracteres impulsivos). En oposición a un estado saludable, en donde existe
una sensación de unidad de todas las partes, en personas altamente trauma-
tizadas encontraremos una fragmentación defensiva que se manifiesta en la
separación de las diferentes partes del cuerpo, junto con un nivel importante
de split de las sensaciones.
A nivel de la gramática expresiva y de la lectura corporal podemos
hacer una cartografía corporal (somatograma, por ejemplo) siguiendo la
lectura reichiana de los siete segmentos de la coraza muscular, en donde
seguramente vamos a encontrar un patrón de pulsación disminuida (a la
vez errática), con bloqueos en todos los segmentos de la coraza (con mayor
tensión en algunas áreas y menor tensión en otras)13.

En el paciente “postraumático” el segmento ocular aparece inexpre-


sivo, los ojos con un mirar casi de persona mareada, ausente, evitando el
contacto. La frente y el escalpelo presentan a su vez gran inmovilidad y no
es posible hacer contacto con los ojos, mientras en todo el rostro hay falta
de tono. La cabeza se va hacia atrás o hacia adelante, sale del eje y la ex-
presión es de desamparo. La pulsación en la cabeza es débil, debido a que
la excitación general ha disminuido.
Puede desarrollar perturbaciones visuales particulares asociadas a la
pobre concentración, y más específicamente, el paciente “postraumático”
es incapaz de leer por largo tiempo o mirar películas en la televisión o en el
cine. Sus ojos lagrimean rápidamente y probablemente siente dolores de
cabeza occipito-frontales, y a veces, incluso nauseas.
En los trabajos que realizamos en el segmento ocular con movi-
mientos neurovegetativos con o sin estimulación luminosa (desarrollados
por la orgonomista Barbara Goldenberg Koopman), encontramos que los
pacientes tienen una extrema dificultad de seguir el dedo o la luz. Los ojos
rápidamente se humedecen y/o enrojecen, pidiendo finalizar el acting a los
dos o tres minutos. Por lo general relatan que sienten los mismos síntomas
que al intentar leer, concentrarse en algo o mirar televisión en casa. Pueden
mostrar un marcado sobresalto si se le acerca inesperadamente el dedo o
la linterna de bolsillo cerca de la nariz.

13 Ibidem anterior.

– 205 –
Como consecuencia de la pérdida de “orientación” la persona pierde el
equilibrio, su sistema vestibular está afectado. Recordemos que el sistema
vestibular tiene un desarrollo muy antiguo desde el ectodermo fetal. Una de
las funciones de ese sistema es de ser un órgano interno que se ocupa de
la kinestesia o propiocepción y que sus terminaciones nerviosas no reciben
estimulación directa del exterior. Las funciones vestíbulo-motoras son aque-
llas funciones de balance y coordinación mediadas por el órgano vestibular
del medio del oído, en coordinación con el cerebelo y los órganos finales
propioceptivos en los músculos y tendones del cuerpo. Desde el punto de
vista reichiano al sistema vestibular lo hacemos corresponder con el seg-
mento ocular. En desórdenes de estrés postraumático el paciente a menudo
se queja de vértigo o de una tendencia a caerse o a “perder el equilibrio”.
Otros signos de su desequilibrio se observarán en la persona como “fuera
de balance”, “estar en el aire”, “sensación de andar en círculos”, “en órbita”,
“acelerado”, “mareado”, “tambaleante”, etc. Estas descripciones pueden
corresponder a sensaciones internas de la víctima y a impresiones exter-
nas del psicoterapeuta. En los exámenes que se realizan al comienzo del
proceso psicoterapéutico el paciente puede mostrar una extrema dificultad
para mirar hacia arriba y hacia abajo sin sentir mareos, teniendo graves
dificultades para mantener el equilibrio en algunos ejercicios de toma de
tierra y arraigo. Se constata además dificultades para exponerse a alturas,
tanto en ascenso como en descenso, y dificultades para mover la cabeza
rápidamente de izquierda a derecha. Si frente a la sospecha de que estos
disturbios vestibulares pudieran sugerir organicidad, y se deriva a estos
pacientes a especialistas de oído, nariz y garganta, raramente se encuentra
patología orgánica alguna.
En la mayoría de los casos el dolor de cabeza que relatan los pacientes
está conectado además a una severa tensión en los músculos cervicales del
cuello, encontrándose en el examen corporal tensión cervical y sub-occipital,
que crece por el esfuerzo del paciente por mantenerse en control frente a
la pérdida de equilibrio, por ejemplo, y que puede extenderse luego a fibro-
mialgias y a patologías musculares en la espalda –patologías de disco, por
ejemplo– (Bellis, 1985).

En el segmento oral las mandíbulas están tensas, pero la impresión


que muestran es de colapso. Los labios a su vez se muestran inexpresivos,
junto a una voz débil (o en los casos en que la misma sea elevada, fluye
maníacamente). Es muy difícil el contacto comunicativo, la persona prefiere
encerrarse en sí misma. Si verbaliza espontáneamente o frente a un reque-
rimiento del psicoterapeuta, por lo general, es siguiendo fines defensivos.
En la cavidad bucal, la lengua está colapsada o retraída hacia atrás. La
garganta está cerrada, tensa y esto se continúa en todo el tubo digestivo,
donde la peristalsis está paralizada.

­– 206 –
El segmento cervical, está particularmente afectado. Puede estar en
una posición que lleva la cabeza vencida hacia adelante o se inclina hacia
atrás. El pasaje energético-emocional se ha estrechado bloqueándose la
respiración y las posibilidades de expresión emocional espontánea. Suele
presentar una rigidez de inmovilidad o una flexibilidad aparente en donde la
cabeza suele inclinarse hacia un costado u otro en forma casi permanente.
En la cintura escapular los hombros están vencidos, como si ya no pudiesen
sostener nada, o fueran incapaz de luchar y/o dar sostén.
Distintos analistas bioenergéticos han visualizado la importancia de este
bloqueo en el TEPT, conceptualizando distintas formas de producirse este
acorazamiento (shock cefálico –cephalic shock– (R. Lewis, 1998); reflejo de
alarma o reflejo de espanto –startle reflex– (D. Berceli, 1999).
Berceli plantea que este reflejo de contracción en la zona del cuello14
es una respuesta natural y humana en la cual el cuerpo se compromete
cuando una experiencia del medio ambiente le resulta abrumadora. Eso
ocurre porque la experiencia consiste en un dolor intenso que la persona
no puede integrar. Al asustarnos, una serie de diferentes movimientos tiene
lugar en ese segundo de split. La cabeza se tira hacia atrás y se congela.
Esta reacción comprime las vértebras a la altura del atlas. Si el atlas no está
libre se reduce considerablemente la posibilidad de sentir esa experiencia
abrumadora. Con nuestra cabeza en una leve inclinación hacia atrás, el
punto gravitacional natural sobre nuestra columna vertebral es interrumpido.
Cuando esta inclinación tiene lugar, los músculos más largos del cuello inter-
vienen y presionan a los músculos más pequeños, ejerciendo una tracción
o extensión hacia atrás sobre el cuello, cambiando los puntos de equilibrio.
La interferencia de estos músculos más largos previene que los más pe-
queños desarrollen su rol de balanceo de la cabeza arriba de la espina.
Adicionalmente la elevación de los hombros le dan una protección extra a
la cabeza y la respiración es mantenida por unos segundos, lo que ayuda
a bloquear o disminuir las sensaciones que pueden estar siendo recibidas
por los receptores del cuerpo.
Una vez que la amenaza ha pasado, sin embargo, deberíamos aflojar
esta posición y la cabeza debería retornar a su estado o posición natural sobre
la columna vertebral, el cuello debería elongarse, los hombros deberían caer
y la respiración continuar rítmicamente. Sin embargo, cuando la amenaza
es una experiencia prolongada y repetida, el cuerpo mantiene esta posición
de miedo como una manera de mantenerse seguro.
Con el paso del tiempo esta posición crónica de miedo lentamente co-
mienza a desorganizar el sistema natural sensorial del cuerpo. En esencia,

14 Principalmente entre las vértebras C3 y 4, en los músculos suboccipitales, en el elevador


de la escápula, el trapecio superior, el serrato posterior superior, los músculos escale-
nos y los esternocleidomastoideos, junto a la compresión del nervio frénico y el plexus
cervical.

– 207 –
contamina la apreciación sensorial del cuerpo. Cuando se está crónicamente
asustado, lentamente se pierde la habilidad de sentir la sutil desorganiza-
ción del cuerpo, al estar congelado en una posición de insensibilidad. Este
“reflejo de alerta” o “reflejo de espanto” puede así mismo ser el comienzo de
numerosas dolencias, las cuales seguramente continuarán si esta respuesta
no es resuelta o cambiada.

El segmento torácico también se ve afectado. El tórax está desinflado,


falto de carga, sin presión interna, el pecho aparece caído y débil. La parte
superior de la caja torácica está inmóvil, fija, la persona ha perdido su “sentido
de identidad” habitual. No se siente digno ni amado. El pecho muestra una
falta de contención, de buenos límites. En algunos casos menores también
puede quedar en una posición de hiper-expansión, inflándose y saliendo
hacia afuera. En ambos casos la respiración es mínima y superficial. Los
brazos suelen estar colgados con movimientos espásticos o inertes. Se nota
falta de recursos para poner límites, y la expresión que permite la distinción
entre yo y no-yo está también muy perjudicada.

El diafragma se encuentra bloqueado en posición de espiración dete-


niendo la excitación en una posición de descarga.

El segmento abdominal colapsa y pierde tensión, está hinchado y


debilitado en una expresión de resignación. Inversamente al tórax que co-
lapsa hacia adentro, el bloqueo diafragmático, la falta de tono abdominal y
la tensión en la zona lumbar, empujan las vísceras hacia fuera.

El último segmento, el segmento pélvico (y sus extensiones: las pier-


nas) muestran una cualidad mecánica en sus movimientos. La pelvis y las
piernas expresan una marcada debilidad (subenraizamiento), parecen no
ofrecer resistencia, estando en posición descargada. Uno tiene la impresión
de encontrarse con la parte inferior del cuerpo atrofiada.
Otra vez como en los otros segmentos se pierde la función de límites
y de contención.

Estas formas corporales expresadas en los segmentos de la coraza,


fijan a su vez un tipo de funcionamiento emocional en la persona traumati-
zada que condensa horror, pánico, desesperación, irritabilidad, apatía, dolor
e inmovilidad, como régimen afectivo.
En términos energéticos existe una marcada anorgonia en la mayoría
de los segmentos, que puede ser verificada, por ejemplo por el tacto. Los
músculos tienen una cualidad inanimada, no reaccionan a la estimulación,
están “ausentes”, están inactivos y “distantes”, aunque a veces también
encontramos –por momentos– reflejos de sobresalto debido a la excesiva hi-
persensibilidad. Este tipo de musculatura incapaz de ligar suficiente cantidad

­– 208 –
de energía, es difícil de activar a través de la respiración o del toque. Ante
la falta de coraza, si hay aumentos circunstanciales de energía la tendencia
es drenarla hacia afuera. Si la energía es poca (subcarga), la misma queda
encapsulada adentro del organismo en remociones centrípetas.

Es importante señalar que una situación de estrés postraumático no


diagnosticada ni tratada, funciona como un gancho (hook) pudiendo detener
todo el tratamiento, porque la mayor parte de la energía movilizada queda
allí estancada o se dirige hacia allí. Por esta razón cuando nos encontramos
con una situación de esta naturaleza el trauma es lo primero de lo que nos
ocuparemos15.

Tratamiento del TEPT


El tratamiento del trastorno de estrés postraumático tiene varias for-
mas.
La gente que sufre de TEPT está estancada en el trauma, reviviéndolo
constantemente. Por lo tanto, la meta del tratamiento del TEPT es ayudar
a la gente a vivir el presente, integrando los recuerdos de los hechos, sin
tener que revivirlos permanentemente.
Un área de trabajo con estos pacientes es integrar las memorias
traumáticas a la vida actual, ya que lo que sucedió en el trauma no es un
hecho imaginario o simbólico, es algo que sucedió en un nivel fundamental
de sus vidas, en donde lo primario fue un impacto real, sobre el cual luego
el individuo construyó una serie de elaboraciones secundarias.

Frecuentemente, la gente que sufrió las consecuencias del trauma


sufre también de enfermedades psicosomáticas, como consecuencia de su
incapacidad de traducir sus sensaciones corporales al lenguaje emocional.
De esta manera, esta gente experimenta sus emociones simplemente como
problemas somáticos.
La gente con TEPT ha sufrido eventos que han cambiado dramática-
mente sus vidas, más allá de lo que pueden integrar, destruyendo su sentido
de seguridad. Viven en un estado de emergencia permanente. Por lo tanto,
es de fundamental importancia comprender qué les está pasando y conocer
qué necesitan.
El paciente traumatizado nunca se siente a salvo, por lo que es impres-
cindible la construcción de una buena alianza psicoterapéutica como para
que el paciente llegue a confiar en el clínico.

Uno de los metamodelos más aceptados en el campo de la Traumato-


logía Psicológica es el Modelo Trifásico de Judith Herman.

15 Ibidem anterior.

– 209 –
La primera necesidad es la de sentirse a salvo. Aun en las situaciones
más difíciles, es posible crear un ámbito de seguridad.
También es más que importante reconocer y respetar los límites de la
persona traumatizada. El trauma, casi por definición, implica la ruptura de
los límites personales, irrumpiendo de manera intrusiva en el espacio vital
de la persona. Esto significa que el psicoterapeuta debe poder seguir el
ritmo del paciente, respetando sus tiempos y requerimientos. El paciente
necesita ser aceptado y no juzgado. Frecuentemente el paciente necesita
hablar y ser escuchado. En este contexto es muy importante discriminar
entre una actitud psicoterapéutica saludable que permita la expresión de
sentimientos, de aquellas que puedan empujar a la catarsis y en el caso de
personas traumatizadas podrían resultar retraumatizadas16.

Inmediatamente después del trauma (hasta 72 hs.) suele implemen-


tarse un modelo conocido como Critical Incident Stress Debriefing (CISD)
(que podría ser traducido como Informe del Estrés sufrido en un Incidente
Crítico) o Critical Incident Stress Management. En la fase aguda, dentro de
las 48 o 72 hrs., se pone a salvo a la víctima. Es muy importante aclarar
este punto ya que, en un principio se trabajaba con el concepto de estrés
postraumático relacionado, por ejemplo, a víctimas de accidentes. Pero
actualmente entran en esta categoría la gente expuesta a raptos, torturas,
abuso infantil, etc., situaciones que pueden tener además un desarrollo en
el tiempo. Por lo tanto, la primera medida es que la víctima esté a salvo.
No se puede hacer ningún tipo de tratamiento si la víctima está o se siente
desprotegida. En esta etapa el paciente debe volver a tener control interno y
externo, es decir, como terapeutas debemos garantizar su seguridad. De la
misma manera debemos aprender a manejar los síntomas que interfieren en
su vida y conllevan el riesgo de retraumatización.
En esta fase aguda se recomienda hacer ejercicios físicos para ayudar
a la metabolización de la adrenalina segregada, la práctica de técnicas de
relajación, meditación, visualizaciones, yoga, etc., así como mantener una
dieta adecuada, por ejemplo evitando el consumo de alcohol o drogas, o
excesivas cantidades de azúcar.
La abreacción emocional como tratamiento parece tener efecto en la
segunda etapa después de las 48 o 72 primeras horas. En una segunda fase
del tratamiento se trabaja con distintas técnicas (la mayoría de las veces
psicocorporales) tratando de permitir que la persona exprese las emociones
que muchas veces quedan contenidas.
Por lo general se trabaja por medio de protocolos específicos que se
administran a la víctima para que pueda recorrer y recuperar todos los he-
chos que hicieron a la situación traumática, y al recordarlos expresar todos

16 Extractado del Trauma Treatment Manual de Ed Schmookler, Ph. D.

­– 210 –
sus sentimientos frente al hecho (lo que vio, escuchó, sintió y vivió), pero
en un ambiente protegido y sin críticas. Es un ambiente de protección en el
cual el paciente puede liberar, descongelar aquella situación que le quedó
como enquistada.
El tratamiento se orienta a que el paciente pueda reconstruir la his-
toria traumática. A causa de su naturaleza, las memorias traumáticas rara
vez se presentan linealmente. Los fragmentos, a veces incoherentes, las
sensaciones físicas y emocionales, deben transformarse en una narración
permitiendo de esta manera la integración bajo la forma de la memoria
explícita o narrativa.
En determinado momento la psicoterapia puede dirigirse a disminuir
la ansiedad junto a la reestructuración cognitiva de la visión del paciente
acerca de sí mismo (sentido de autosuficiencia, capacidad de relacionarse,
etc.) y del mundo (percibido ahora como amenazante).
Finalmente la tercera fase (reconexión) apunta a reconectar al paciente
con la vida, con el presente y el futuro, redefiniéndose a sí mismo en el con-
texto de relaciones y actividades significativas. Quien ha sufrido situaciones
traumáticas está como aislado de la vida, entonces la tercera fase incluye
la reinserción a la vida diaria. En esta tercera fase, más tardía del trastorno,
en que la víctima parece haber organizado su vida en torno de la evitación
de los disparadores del trauma, la psicoterapia debe ir orientada a la esta-
bilización en el plano social.

Psicoterapéutica BIOENERGÉTICA DEL ESTRÉS


POSTRAUMÁTICO
¿Cómo los seres traumatizados pueden salir de los “estados de inmo-
vilidad” postraumática?
¿Cómo desbloquear la contracción aguda o crónica de la energía bio-
lógica que queda atrapada en la profundidad del cuerpo?

Desde la clínica bioenergética podemos incluir el factor energético como


elemento fundamental para clarificar los efectos complejos del trauma y sus
implicaciones psicoterapéuticas. Los analistas bioenergéticos reichianos
somos capaces de reconocer la forma en que las memorias traumáticas
son experimentadas por los pacientes como estados corporales en un nivel
no-verbal.
En la Clínica Bioenergética en cualquiera de las corrientes teórico-
técnicas como Análisis Bioenergético, Análisis Reichiano (Vegetoterapia Ca-
racteroanalítica, Orgonoterapia), Análisis Biodinámico, Biosíntesis, Psicología
Formativa, Core Energetics, etc., se supone que trabajando directamente en
el nivel corporal y energético, se puede lograr reducir, eliminar o estabilizar
la sobre-excitación creada en el trauma, y asimismo elaborar y metabolizar
esas experiencias que pertenecen al pasado.

– 211 –
Pero este trabajo no es tan simple como se acaba de enunciar.

Una de las dificultades centrales en el trabajo con “pacientes trau-


matizados” es la imposibilidad de su musculatura esquelética de ligar
energía.
Otra línea a tener en cuenta en el tratamiento bioenergético de los
trastornos traumáticos es la necesidad de descargar la sobreexcitación
producida en el trauma volviendo la energía a los músculos.
Bioenergéticamente sabemos que cuando se quita el freno de la in-
movilidad traumática, aparecen el terror, la rabia y el dolor amenazantes,
que en un nivel profundo, son los guardianes del pasado que ayudan a
perpetuarlo.
En el abordaje bioenergético del trauma hacemos especial énfasis en
la resolución del aspecto energético. La eliminación de la sobrecarga
es lo que trae aparejado un alivio en el resto de la sintomatología. Los
pacientes deben empezar ganando seguridad en sus propios cuerpos y
esto requiere procedimientos activos y aprendizaje de nuevos recursos,
en especial en lo que hace al contacto con las sensaciones.

La forma de trabajar los Estados Postraumáticos es muy diferente


del trabajo sobre los Traumas Normales del Desarrollo. Requiere un modo
diferente de abordaje para nada similar al enfoque psicoanalítico, y diferen-
te a su vez del modo usual de trabajo sobre la coraza corporal del modelo
reicheano.
Una vez establecido el diagnóstico, el psicoterapeuta deberá explicar
al paciente sobre lo que se va a trabajar (los estados de Shock), y cómo se
va a trabajar. Todo esto tiende a crear un tipo de relación o alianza psicote-
rapéutica diferente que será necesaria en el trabajo.
La alianza psicoterapéutica deberá ser cooperativa y de confianza
mutua, dándole el control del proceso al paciente, permitiendo revertir así,
uno de los factores más importantes presentes en el trauma: la impotencia
y la sensación de desesperanza en los vínculos y en las relaciones.

No es la respuesta de inmovilidad (anorgonia) lo que causa la trau-


matización, sino la incapacidad de descargar la energía biológica que fue
inmovilizada. Energía que fue inmovilizada, por otra parte, cuando ocurrió
la inmovilidad.
En los animales vemos que la inmovilidad muchas veces funciona como
éxito de sobrevivencia. Los animales se congelan para luego descongelar-
se, sin llegar a traumatizarse. Es que, en la evolución, ganar no es lo que
cuenta, sino sobrevivir. A la naturaleza no le importa si lo hacemos huyendo,
atacando o inmovilizándonos.
El organismo será traumatizado sólo si su sistema nervioso no es
capaz de des-inmovilizarse y volver a su anterior funcionamiento. Cuando

­– 212 –
la inmovilidad se cristaliza, y la energía no es posteriormente descargada,
el metabolismo queda interrumpido. La conducta hipervigilante continuará
porque la sobreexcitación interna sigue. Y ésta se convierte ahora en el
principal peligro. Una vez que la amenaza externa no está nos tenemos que
cuidar ahora del adentro. Al igual que en el síndrome de pánico, el adentro
se torna tan peligroso como lo era antes el afuera. Como las respuestas
activadas por el reflejo de alarma son conductas que están fuera del control
volitivo (se originan en el cerebro reptiliano) las lógicas provenientes del
neocortex generalmente no ayudan.
Como veíamos anteriormente, otros signos de la persona traumatizada
los encontramos en la hiperexcitación que se manifiesta por agitación res-
piratoria, aumento de los latidos cardíacos, problemas para dormir, tensión
muscular, pensamientos acelerados, ataques de angustia. Debemos tener
en cuenta que todos los síntomas que venimos enumerando no son siempre
consecuencia del trauma. Pero cuando todos estos síntomas que presenta-
mos se tornan crónicos estamos en presencia de la traumatización, y llegan
a producir una angustia y ansiedad intolerable que termina instalándose en
la vida de estas personas.
Cuando la persona empieza a salir de la inmovilidad anorgonótica,
lo que va aparecer es el terror y la rabia. El terror que lleva a huir y la
rabia que lleva a atacar. Ambas respuestas fueron anteriormente bloquea-
das o no tuvieron éxito. Hacer contacto con estas emociones es a su vez
tremendamente amenazante.
Como la energía no puede ser descargada saludablemente (regula-
damente), al levantarse el freno anorgonótico el organismo puede canalizar
su energía a través de conductas como el comer en exceso, adicciones, no
dormir, promiscuidad, abuso, depresión, ansiedad, violencia familiar, aisla-
miento social, fobia social, desesperanza, temor irracional a equivocarse,
actividad maníaca, etc.
La función primordial de estos síntomas es la de servir de descarga
substituta a la hiperexcitación, al exceso de energía. Estas actividades
no son guiadas por lo que se necesita o desea, sino por el exceso de
energía.
Los individuos usualmente desarrollan más de un síntoma, y a medida
que más energía se va liberando, más síntomas pueden aparecer o inten-
sificarse los ya presentes (más hipervigilancia, más hipotonia, más fobia,
más depresión, etc.).
El ser humano traumatizado está en una trampa. Por un lado no tolera
la experiencia de la inmovilidad analgésica, y por otro no tolera el fin de la
inmovilidad. En el medio está extendida toda la sintomatología traumática.

La metodología tradicional de trabajo bioenergético (unfolding process


o desacorazamiento capa por capa) guarda ciertas diferencias e identidades
con el trabajo de los estados de shock no resueltos.

– 213 –
En el caso del estrés traumático se fortalecerán y se crearán los recur-
sos necesarios para volver a la homeostasis anterior.
En el desacorazamiento se trata de desbloquear la coraza y de pro-
ducir un aumento en la excitación, aumentando además la tolerancia a la
misma.
En el trabajo con estados de shock se busca apaciguar la so-
breexcitación a través de la contención energética en un trabajo de
aprendizaje de tolerancia a las sensaciones. Para ello es importante
relevar con qué recursos internos cuenta el paciente para lidiar con la
sobrecarga y con la hiperexcitación.
A diferencia del trabajo de desacorazamiento clásico, en donde tratamos
de desestabilizar la coraza para llegar a un orden de funcionamiento más
saludable (quizás no alcanzado antes), en el tratamiento del TEPT buscamos
estabilizar y proveer recursos (en especial los somáticos) para alcanzar
la homeostasis anterior al trauma.
Se trabaja con algunos objetivos específicos. Por ejemplo:
- Aprender a tolerar las sensaciones de su cuerpo.
- Apoyarse en el contacto ocular a fin de no perder la orientación
de lo que le sucede.
- Buscar la autorregulación del proceso energético. Autorregula-
ción favorecida por el manejo gradual de sus movimientos y el
restablecimiento de la tensión muscular (por ejemplo, tensando
y aflojando los músculos esqueléticos).
- Trabajar la memoria traumática desbloqueando la coraza cere-
bral.

En el Análisis Bioenergético Reichiano la información sensorial es tan


importante como el conocimiento cognitivo y emocional.
La conciencia sobre las sensaciones del cuerpo son enormemente
útiles cuando trabajamos con temas relacionados con el desarrollo, pero
son aun mas importantes cuando trabajamos con traumas por shock. Las
sensaciones del cuerpo son una vía directa al inconciente y hablan el lenguaje
de las partes más viejas y primitivas de la mente.
En el Análisis Bioenergético Reichiano la reestructura cognitiva es
importante, por supuesto, pero el proceso curativo debe incluir experiencias
corporales.
En la medida en que la memoria traumática consiste sobre todo en
experiencias somatosensoriales: sensaciones, experiencias perceptivas,
respuestas de comportamiento y estados afectivos con poca representación
verbal, el abordaje clínico de la coraza cerebral adquiere una importancia
significativa.
La investigación y la observación clínica indican que los síntomas
sufridos por sobrevivientes de traumas por shock involucran principalmente
las partes más bajas y primitivas del cerebro, por lo que podemos deducir

­– 214 –
que las intervenciones somáticas son muy importantes para facilitar la reor-
ganización del material traumático y desarrollar los recursos biológicos para
salir del patrón traumático.
Existe en general acuerdo entre los profesionales en el campo del
trauma, en que la cura requiere recordar y de alguna forma procesar el
material traumático (van der Kolk, 1996). Lo que resta por dilucidar es
cómo hacerlo. El hablar sobre la experiencia traumática es muy probable
que omita elementos importantes. En la medida en que partes significati-
vas de las experiencias traumáticas pueden estar disociadas, las mismas
serían inaccesibles por métodos verbales. Es así que las terapias verbales
pueden ser muy efectivas a la hora de lograr una reorganización cognitiva,
pero dejan sin analizar las bases fisiológicas, motrices y emocionales de las
experiencias traumáticas.
Debemos tomar en cuenta, por otra parte, que las terapias que favo-
recen la catarsis corren el riesgo de retraumatizar al paciente. Revivir un
evento traumático, parcial o totalmente, no sólo no es necesariamente
curativo, sino que, muy probablemente puede calar profundamente en las
marcas psicocorporales del trauma (por ejemplo en la configuración de la
red neuronal del trauma).
El trabajo de abreacción descontrolado puede ocurrir incluso en tera-
pias verbales cuando el psicoterapeuta no está entrenado para lidiar con
el terror, la rabia o el descongelamiento de los estados de inmovilidad, que
probablemente emerjan al trabajar con los núcleos del TEPT.
Por otra parte, los psicoterapeutas corporales no familiarizados ni en-
trenados en el trabajo con TEPT son particularmente proclives a descubrir
el material traumático de shock, porque las intervenciones somáticas son
particularmente efectivas en estos casos. En la medida en que las experiencias
traumáticas tienen un alto contenido energético, cuando quedan expuestas,
la intensidad de las respuestas fisiológicas y emocionales que involucran,
pueden dejar al paciente nuevamente sintiéndose totalmente impotente y sin
control, generando así probablemente una retraumatización. Por eso mismo
el trabajo catártico, que lleva a que el paciente se desborde con respuestas
emocionales y fisiológicas relacionadas con el trauma, hace que el espacio
psicoterapéutico se vuelva inseguro, minando la confianza en el vínculo y en
el psicoterapeuta, por lo que se lo considera inadecuado. El modelo clásico
de descarga en donde las experiencias traumáticas deben ser “evacuadas”
desde el principio del trabajo clínico no es considerado como el más adecuado
dentro de la psicotraumatología contemporánea.
Por el contrario, hay tres fases del tratamiento en las cuales el acerca-
miento corporal es particularmente importante. La primera es la etapa inicial
del tratamiento a la que denominamos: educación, contención, estabiliza-
ción y establecimiento de la seguridad. La segunda fase del tratamiento
en la cual la orientación somática parece crucial es en la renegociación,
reorganización e integración del material traumático. La tercera fase

– 215 –
el acercamiento corporal ofrece recursos importantes que ayudan a res-
tablecer en el paciente traumatizado la capacidad para el placer y las
experiencias positivas, reconectándolo con la vida cotidiana a través
de la bioenergética.

a) EDUCACIÓN, CONTENCIÓN, ESTABILIZACIÓN


Y ESTABLECIMIENTO DE UN VÍNCULO SEGURO.
Para la mayoría de las corrientes psicológicas la relación psicoterapéuti-
ca es la base para todos los abordajes psicoterapéuticos, siendo fundamental
en el tratamiento de todos los problemas emocionales.
En el tratamiento del trauma por shock el proceso curativo debe darse
en un vínculo seguro entre psicoterapeuta y paciente (bonding). Esta
relación, en donde el paciente deposita la confianza en el psicoterapeuta
y en la construcción de una alianza psicoterapéutica, va a ser la clave que
ayudará al paciente a moderar y regular la estimulación emocional en los
momentos de renegociación de los recuerdos traumáticos.
En el trabajo con TEPT es indispensable una fuerte presencia em-
pática del psicoterapeuta: su habilidad para entender las experiencias
traumáticas, su capacidad para contener el horror y el sufrimiento
expresado por el paciente van a ser esenciales en la 1ra. y en la 2da.
fase del tratamiento.
Es muy importante en las dos primeras sesiones de entrevista que el
paciente no se sienta observado o cosificado como un futuro “caso a ana-
lizar” al que se le está sacando información por medio de un interrogatorio
más o menos abierto y/o dirigido. Por el contrario, es muy importante que el
paciente sienta la resonancia de campos energéticos en donde el psicote-
rapeuta lo está acompañando en su historia al hacerle preguntas sobre su
vida familiar, emocional, social, etc.

En el trabajo con pacientes con TEPT el consultorio (como campo


energético) adquiere una relevancia especial al igual que, por ejemplo, en
el trabajo con psicóticos, por lo que es conveniente tomar algunos aspectos
en consideración.
Particularmente le permito al paciente decidir cómo le gustaría que
nos ubiquemos en el consultorio, monitoreando desde un primer momento
la distancia entre ambos. Algunos de los pacientes con TEPT son muy
sensibles a las distancias, mientras que otros no lo son, debido a que no
sienten sus límites. Para aquellos que lo son, les sugiero que escojan un
lugar en el consultorio en donde se puedan sentir seguros. Pidiéndoles, a su
vez, que me digan en qué parte del consultorio prefieren que me siente, de
modo tal que no se sientan invadidos. Periódicamente les pido que dirijan
sensiblemente la atención a su respiración, a sus tensiones musculares, o
a otro tipo de experiencias corporales, como una forma de chequear si la
distancia es adecuada para ellos. Al mismo tiempo, trato de estar conciente

­– 216 –
de los pequeños movimientos de sus rostros y del resto del cuerpo, y les
devuelvo la información, especialmente a aquellos pacientes que necesitan
desarrollar más auto-conocimiento y conciencia corporal.
Es muy importante tomar en cuenta que el consultorio del psicotera-
peuta no será sentido como un lugar seguro si el paciente se encuentra
reviviendo traumas cargados de emociones intensas y deja la sesión sin-
tiéndose desorganizado, temeroso y vulnerable. El trabajo de centramiento
y de enraizamiento al finalizar las sesiones es muy importante al confrontar
el estrés postraumático.

Al trabajar con pacientes con TEPT podemos ver en sus cuerpos, con
frecuencia, falta de vida. La sensación que dan estos pacientes es que no
están conectados con sus cuerpos. Al preguntarles a estos pacientes como
se sienten generalmente encontramos en sus respuestas referencias a fallas
en diferentes partes de su cuerpo, declaran no sentir nada con respecto a
su cuerpo, o pueden expresarnos literalmente un odio hacia su cuerpo. Es
sorprendente, en ocasiones, escucharlos decir “bueno, veo mis pies y veo mis
piernas, pero en realidad no las siento”. Frecuentemente hay falta de energía
en los brazos, en las muñecas y en los tobillos (lo que junto al shock cefálico
y al bloqueo occipital, explican el funcionamiento del holding together).
Evidentemente estos pacientes necesitan una nueva realidad: la reali-
dad del aquí y ahora. Por lo que un objetivo clave en la psicoterapia va a ser
recuperar o establecer el desarrollo de buenos sentimientos hacia su propio
cuerpo; tomar contacto con las emociones reales (emociones básicas como
la bronca y el miedo); reaprender como llorar, sonorizar, hacer facing, etc.
En la medida en que el principal objetivo de la psicoterapia corporal bio-
energética es sentir el cuerpo con vida y sentir el cuerpo más vivo, podríamos
suponer que los ejercicios estándar de la bioenergética serían metodológica
y sistemáticamente aplicables desde un principio con pacientes con TEPT.
Podríamos suponer, por ejemplo, que el patear (kicking) o el trabajo con la
raqueta ayudaría a sus cuerpos a recuperarse energéticamente, a abrir la
respiración, a desarrollar un “NO” seguro, a protestar libremente y a reco-
nectarse con la fuerza del cuerpo. Del mismo modo podríamos suponer que
el trabajar en el taburete bioenergético (stool) abriría las capacidades para
respirar, llorar, y “dejar salir” los sentimientos. Pero la dificultad del trabajo
con estos pacientes nos ha planteado algunos problemas.
En la medida en que la mayoría de los pacientes con TEPT están tan
asustados o tan separados de sus cuerpos que tienen dificultades, incluso,
en empezar los ejercicios básicos bioenergéticos, como la toma de tierra
o ejercicios de equilibrio, analíticamente tenemos que indagar cuál es el
problema formativo con sus cuerpos y qué contribuyó a esta visión tan pro-
fundamente negativa de sí mismos.
En la mayoría de los casos encontraremos, en estos pacientes, sensa-
ciones infantiles de desamparo y de desprotección. Difícilmente encontrare-

– 217 –
mos en su historia contactos seguros y contenedores. Al no tener soportes
ni emocionales ni físicos, están poco capacitados para sentir sus propios
espacios y sus propios límites. Por lo tanto, si comenzamos trabajando bio-
energéticamente de una forma clásica, aumentando su energía y dándoles
mayor movilidad y motilidad al cuerpo, frecuentemente encontraremos que
las personas con TEPT se vuelven más temerosas y se separan aun más
de los sentimientos.
Entonces ¿cómo trabajar bioenergéticamente con estos pacientes
desde el comienzo del trabajo psicoterapéutico?
En el comienzo de un programa biofísico de abordaje del TEPT privilegio
el trabajo con la espalda, con las muñecas y con ejercicios de límites, como
desarrollaré a continuación.

1) La espalda como parte central de su cuerpo.


Desde el punto de vista anatómico la espalda es la parte de nuestro
cuerpo que nos mantiene erguidos. En un nivel profundo la espalda es la
parte de nuestro cuerpo que nos da sensación de unidad, además de darnos
sentido de self (al unir nuestro cuerpo).
En un plano psicológico la espalda es donde generalmente sentimos
los soportes. Y si tenemos la sensación de soporte y contención presente
en nuestro cuerpo (en nuestra historia corporal), podríamos decir que nos
sentimos “respaldados”, tanto física o emocionalmente.
Con el doble objetivo de lograr ayudar a los pacientes a contactarse mejor
con sus espaldas y sentirse contenidos emocionalmente, comienzo el trabajo
con pacientes con TEPT “espalda con espalda”. Es decir, psicoterapeuta y
paciente parados, le propongo que apoye su espalda junto a la mía. Esta
posición los ayuda a empezar, en un nivel, a darse cuenta de que tienen una
espalda, y en otro nivel, que está bien ser contenidos.
En el momento de la verbalización vamos a encontrar que la mayoría
de estos pacientes nunca han experimentado esta sensación de ser respal-
dados anteriormente.
Algunas veces es necesario complementar esta técnica con la consigna
de que el paciente logre soltar su cabeza. Estas personas tienden a estar
siempre en sus cabezas y el contacto espalda con espalda puede verse
disminuido al intensificarse el bloqueo en el cuello. Relajar el segmento
cervical va a posibilitar que la energía circule por todo el organismo al apoyar
la espalda en el psicoterapeuta.
Adicionalmente podemos pedirle a los pacientes que “sientan sus hue-
sos”. El objetivo de esta técnica (tomada de la Eutonía de Gerda Alexander)
es darle a los pacientes un sentimiento propioceptivo de consistencia. Que
puedan experimentarse desde el contacto sensible con su propia columna
como un self unido, compacto y sólido, y no como un self frágil, temeroso y
fragmentado. “Sientan los huesos de sus dedos, de sus pies, de sus tobillos,
de sus piernas”: se consigna lentamente un recorrido sensible de los pies

­– 218 –
a la cabeza y de la cabeza a los pies, jerarquizando verbalmente la imagen
de consistencia al pasar a lo largo de toda la columna. La mayoría de estos
pacientes, al estar el miedo inscripto en sus cuerpos, se sienten literalmente
muy pequeños. No importa cuan grandes sean. Al estar tan arraigadas las
sensaciones de temor, desamparo y desesperanza, se ven a sí mismos
desproporcionadamente pequeños. Sin embargo al hacer sensiblemente
conciente sus huesos comienzan a sentirse más grandes, con más forma,
más seguros y fuertes. Analíticamente pueden hacer el movimiento de co-
menzar a distinguir entre un pasado infantil, en que en realidad eran efectiva-
mente pequeños y no tenían ayuda, y un presente adulto, en el que pueden
comenzar a construir sus auto-soportes, elegir apoyos no dependientes y
cimentar vínculos saludables.

2) Las muñecas como límites. Ejercicios de límites.


Luego de un breve trabajo de enraizamiento y stretching de pies, ro-
dillas, piernas y cinturas, comenzamos a sensibilizar a través de ejercicios
de aikido un “darse cuenta” de las muñecas.
El primer señalamiento bioenergético que realizo es: “cuando comen-
zás a sentir tus muñecas, podés empezar a construir tus límites”. Así como
“hacemos límite” con nuestras muñecas, posteriormente podremos realizar
lo mismo con la voz, con los pies, con los tobillos, etc. Esta es la manera
biológica de “hacer límite”.
El segundo señalamiento bioenergético se dirige a hacer concientes
los límites: “empezá a marcar tus límites ahora y a sentir tu espacio”. Esto
no es una abstracción. Nuestro espacio es nuestro campo energético. En
este momento es conveniente volver a consignar la sensación de espalda.
Sentir la espalda posibilita tomar contacto con todos los músculos grandes
que están conectados con el diafragma y con la respiración. Si logramos
conectar nuestros movimientos desde la espalda, mientras estamos enrai-
zados en posición de arco o de arco invertido, por ejemplo, no sólo vamos
a sentir la espalda sino también nuestras piernas y brazos.
En este momento, comenzamos a darle importancia a la voz, dándole
confianza al paciente para tomar contacto sensible con ella y expresarla.
Primero sonorizando la respiración; para ello es conveniente dejar que el
sonido salga simplemente. Luego, dirigiendo sensiblemente la atención a
cómo se siente, sonorizando con vocales la expresión emocional. Y, final-
mente, verbalizando palabras que le den sentido al trabajo de límites, por
ejemplo: “no”, “basta”, “hasta ahí”, “no avances”, “salí”, “fuera”, “dejame
tranquila”, etc.
El siguiente paso a dar en enraizamiento vertical es hacer facing con el
paciente, para que “haga límite” en relación al psicoterapeuta y no al vacío.
En casos de abuso sexual infantil puede ocurrir que los pacientes no sólo
miran sino que también hablan al vacío. Es muy importante para ellos saber
que alguien más está allí, para poder hacer contacto con la posibilidad de

– 219 –
recibir un soporte. Necesitan saber que alguien va a estar ahí y que no los
va a invadir ni a violentar. Porque en su pasado, cuando llamaban a alguien
para que los contuviera, o nadie estaba ahí, o cuando había alguien eran
abusados.
Luego de que los pacientes pueden sentir sus espaldas, muñecas y
brazos, y pueden mirar cara a cara al psicoterapeuta y verbalizar una expre-
sión emocional, podemos profundizar el trabajo con los límites.
Para ello me paro con mis brazos extendidos, mis muñecas dobladas
y mis palmas de frente al paciente para que pueda empezar a “hacer lími-
tes” en la transferencia y a tener un contacto conmigo en resonancia. Es
decir que puedan construir un lugar en donde sientan a otra persona ahí,
pero sin la sensación de invasión o de abuso. Al hacer contacto palma con
palma, psicoterapeuta y paciente, se puede comenzar a mover los brazos.
En este ejercicio los pacientes más retraídos que tienden a separarse de
sus sentimientos, cuando comienzan a hacer contacto con sus pies, pier-
nas, espalda, hombros, brazos y muñecas, comienzan a tener noción de sí
mismos en un sentido corporal. Este paso es necesario para pasar de la
sensación de desamparo y de vacío a una sensación de soporte y de self.
Es que si alguien está en un “vacío” y le pedimos que “sienta su cuerpo”,
la sensación va a ser mínima ya que no tienen manera de encontrarse a sí
mismos. Debemos ayudarlo. A veces el ejercicio debe repetirse sesión tras
sesión hasta que logren el sentido físico de límite y de self. Mientras tanto,
verbalmente los incitamos a que usen sus voces para empezar a decir “no”.
Necesitan sentir ese “no” en sus cuerpos, para incorporar efectivamente ese
“no” en sus vidas afuera del consultorio.
En trabajos grupales (psicoterapia, formación, grupos de movimiento,
etc.) realizamos un ejercicio que intensifica el trabajo de límites. Lo podemos
realizar en diversas oportunidades y con todas las estructuras de carácter.
Por un lado, permite la exploración didáctica del fenómeno de los límites, y
por otro, la exploración sensible de la construcción de los mismos.

Ejercicio de límites y distancias:


- El paciente, con los ojos cerrados, se forma una imagen del psico-
terapeuta.
Luego de hacer contacto ocular con el psicoterapeuta, se le pide al
paciente que perciba su ubicación en el espacio, que tome contacto con su
campo energético y que, posteriormente cierre sus ojos. Con los ojos cerrados
el paciente se imagina al psicoterapeuta (donde y como estaba parado, la
forma en que lo miraba, etc.), luego los abre y hace contacto nuevamente
con los ojos del psicoterapeuta. En esos momentos, el psicoterapeuta puede
parecer más alto o más bajo, más lejano o más cercano de lo que el paciente
lo pudo imaginar. Trabajamos la distancia entre la imagen real y la imagen
proyectada (distante, frío, poderoso, amenazante, etc).

­– 220 –
- Avanzando y retrocediedo: acercamientos y alejamientos.
Primero el psicoterapeuta se acerca lentamente al paciente hasta llegar
a su campo energético o hasta donde el paciente se lo permita. El paciente
puede tornarse conciente de diversas sensaciones: tensión, constricción,
disconformidad, ansiedad, sensación de desprotección. Es importante hacer
conciente las distintas contradicciones que pueden aparecer en este trabajo.
Por ejemplo, el paciente puede dejar avanzar al psicoterapeuta aun cuando
su respiración se vea visiblemente agitada y su cuerpo tenso. O puede hacer
gestos de bienvenida pero olvidar decirle al psicoterapeuta que pare.
Luego el psicoterapeuta comienza a alejarse del paciente. Puede con-
signarle al paciente: “voy a retroceder manteniendo contacto ocular contigo.
Tu tarea es observarte a ti mismo/a. Cuando notes algún cambio decíme
que pare”. En ese momento registramos e indagamos las sensaciones de
pérdida, abandono, angustia, duelo, miedo o dolor. Si el paciente no ver-
baliza nada pero muestra señales de incomodidad, podemos darnos media
vuelta, al final del alejamiento, para intensificar la sensación de distancia
física y emocional. Algunos pacientes que temen a la fusión y a la invasión,
pueden sentirse cómodos con el alejamiento (y cuando el psicoterapeuta se
da vuelta), ya que sólo pueden tener sensación de self cuando están solos
y/o distantes17.
El psicoterapeuta repite el acercamiento consignando previamente: “voy
a caminar hacia vos una vez más. Esta vez, sin embargo, no pararé cuando
me lo pidas. En su lugar, caminaré un paso más o varios más. Sólo pararé
cuando sienta que lo estás haciendo enfáticamente e integrativamente. Tu
tarea será asegurarte a vos mismo/a. Enraizarte, apoyando firmemente los
pies. Centrarte, respirando profundamente. Y al mismo tiempo, verbalizar
tus límites, por ejemplo diciendo: “¡no; no podés acercarte más de lo que
yo te permita!”.
En este momento se busca que el paciente experimente su fuerza
(“contra” el psicoterapeuta) y su capacidad para pararse en su espacio
poniendo límites. De hacerlo, probablemente sienta un poder que ante-

17 Margaret Mahler (1975) asocia este trabajo a la fase de rapprochement en donde el


niño experimenta psicológicamente el proceso de separación de la madre. Cuando
el niño y la madre “eran uno”, tenía miedo de perderla. Pero, con el descubrimiento
de la separación y la posibilidad de experimentar el mundo exterior, aparece en su
conciencia el darse cuenta de que puede perder a la persona que tanto necesita para
la sobrevivencia. Por lo que el dilema, en esta fase, comienza a ser: ¿deberíamos dejar
que nuestra madre se vaya y correr el riesgo de ser abandonados? ¿deberíamos irnos
con ella para tener mayor seguridad y correr el riesgo de ser controlados (“devorados”)
por ella? Si bien el trabajo de acercamiento-alejamiento puede ser equivalente a esa
fase de rapprochement en el niño, también puede ser análogo a aquellas parejas que
se vinculan controlándose mutuamente o reclamando más o menos distancias, en
donde la manipulación está atravesada por el miedo a la soledad y al abandono, o por
el miedo a ser controlado y “devorado”.

– 221 –
riormente no sentía, o le sorprenda el sentir una mayor comodidad frente a
una distancia que anteriormente pudo hacerlo sentir incómodo. De no poder
hacerlo, es un momento para analizar defensas que fallan o cristalizaciones
caracteriales. Por ejemplo, pacientes que no ponen el límite “a tiempo” (es
decir, lo ponen cuando el psicoterapeuta ya invadió su campo energético), o
pacientes que verbalizan un “¡no!” pero, por otra parte y contradictoriamente,
expresan pre-verbalmente un “sí” con una sonrisa, con un gesto seductor,
arreglándose el pelo, bromeando.
Este trabajo ayuda al paciente a volverse más conciente y atento del
proceso de transferencia somática y emocional, el cual ocurre cuando el
psicoterapeuta (o cualquier persona fuera del consultorio) invade sus límites
y traspasa su espacio. El objetivo es hacer más concientes cómo y cuando
los límites son invadidos, y que el paciente sienta, en ese mismo momen-
to, cómo los límites pueden ser restituidos, corrigiendo así la experiencia
perturbadora.

- Manos.
Psicoterapeuta y paciente se ubican en los extremos opuestos del
consultorio colocando las palmas de las manos hacia delante al nivel del
pecho con los brazos extendidos. Caminan lentamente hasta el centro del
consultorio, repitiendo el acercamiento, hasta que las palmas de las manos
se encuentran. Con el respeto que les merece su propio cuerpo y el cuerpo
del otro, hacen contacto con las puntas de los dedos y luego con las palmas
de las manos. En este momento se busca un contacto resonante, más allá
de los límites de la transferencia defensiva. En este contacto ninguno es
superior, ni subordinado al otro y se busca despejar de dicho encuentro el
miedo y la agresividad.
¿Puede el paciente tolerar la proximidad sin volverse defensivo?
¿Puede sentirse más cómodo luego de haberse asegurado a sí mismo
estableciendo límites claros y seguros?
¿Puede abrirse y disfrutar de un encuentro resonante?

Siguiendo los biotipos descritos por A. Lowen podemos distinguir cinco


tendencias caracteriales en los ejercicios de distancias y de límites.
El paciente esquizoide puede dejar que el psicoterapeuta se acerque,
pero se desconecta de su cuerpo o de la realidad, yendo en un split para su
cabeza. Por lo general se siente más aliviado y en contacto con su propio
cuerpo si el psicoterapeuta se aleja, aun dándole la espalda. El distancia-
miento y la evitación los hace sentir a salvo. A partir del ejercicio, el paciente
esquizoide descubrirá que puede realizar un contacto con cautela, sintiéndose
a la vez seguro.
El paciente oral puede sentir una acusada sensación de pérdida,
soledad, angustia o ansiedad cuando el psicoterapeuta se aleja. Como
caracterialmente tiende a la dependencia y a la fusión, le resulta muy difícil

­– 222 –
mostrarse fuerte y confiado ante otros o aun sostenerse vitalmente. A partir
del ejercicio, el paciente oral descubrirá que puede ganar una sensación
de vitalidad cuando se enraiza y puede ponerle límites a un psicoterapeuta
distante o invasivo, dejando de lado la desesperanza sentida previamente.
El paciente narcisista le gusta tener al psicoterapeuta cerca. Por lo
general se relaciona desde un falso-self, el cual adapta a las necesidades
de otras personas para ganar poder sobre ellos. A mucha distancia quizás
sienta ansiedad. Necesita a otro para que lo adore y le dé soporte para sen-
tirse a salvo. Una vez enraizado y energetizado puede permitirse sentir sus
verdaderos sentimientos, por lo tanto, puede comenzar a sentirse incómodo
e incluso violentado con tanta cercanía.
El paciente masoquista posee un área muy angosta en la cual puede
sentirse cómodo. Una distancia muy grande lo hace sentirse triste y solo, y
una distancia muy pequeña le da la sensación de pérdida de libertad. Para
el paciente con defensas masoquistas estos puntos se encuentran a una
distancia muy pequeña el uno del otro. A partir del ejercicio, el paciente ma-
soquista descubrirá que puede estar enraizado y ser libre, al perder el miedo
al enojo y a la crítica del psicoterapeuta, permitiéndose mantener contactos
saludables sin sacrificar su libertad.
El paciente rígido se siente cómodo frente a una (gran) distancia del
psicoterapeuta. Al establecer buenos límites y enraizarse descubre que en
la cercanía con una persona igual a sí el peor riesgo es el del rechazo, pero
puede comenzar a tolerarlo y a soportar el dolor sin rigidizarse. El psicote-
rapeuta puede cambiar el ejercicio con estos pacientes invirtiendo los roles,
dejando que sea el paciente quien se acerque, tomando contacto con su
necesidad de aceptación y asegurándose de que no será rechazado.

El trabajar psicocorporalmente desde el comienzo del tratamiento


permite desarrollar la sensibilidad somática del paciente.
Por medio de intervenciones tangibles, y al experimentar el paciente
que el psicoterapeuta es capaz de tratar sus síntomas más angustiantes,
generalmente se genera en el paciente una sensación de confianza y alivio,
reforzando así la idea de que el consultorio es un lugar seguro para
trabajar sus sufrimientos. Dirigiendo sensiblemente la atención al cuerpo,
por medio del trabajo bioenergético se le quita la presión al paciente de
que debe hablar sobre lo sucedido. Trabajando a un nivel corporal desde el
comienzo del proceso psicoterapéutico nos permite desarrollar la seguridad
de que, eventualmente, la historia completa del trauma va a emerger al
propio ritmo del paciente. En mi opinión, acordar esto con el paciente
facilita en gran medida la construcción de la confianza en el vínculo y
las posibilidades de entrega en el proceso. Usualmente convengo con
los pacientes que llegan a mi consulta con TEPT que, en algún momento
del proceso, va a ser importante hablar acerca de los sucesos traumáticos,
pero que ello sucederá en sus propios tiempos y a su ritmo. Inicialmente

– 223 –
a lo que me comprometo es a ayudarlos a sentirse mejor. Para lo que les
propongo la realización progresiva, gradual y sostenida de trabajo
biofísico, de forma tal que puedan disminuir sus síntomas empleando
intervenciones somáticas. Estas intervenciones varían de acuerdo a cómo
se presenta cada paciente en el momento singular del comienzo del proceso
psicoterapéutico, e incluso varían en función de lo que va aconteciendo en
cada sesión en particular.
Por ejemplo, con algunos pacientes es necesario comenzar trabajando
con la respiración: aumentando el flujo respiratorio, haciendo énfasis en
sentir el movimiento de la energía circulando en sus cuerpos, ayudándolos
a relajarse mientras exhalan, facilitando el retorno de esa energía exhalada,
privilegiando por momentos la fase inspiratoria; estimulando la elongación y
la expansión de los tejidos severamente contraídos, y facilitando la actividad
parasimpática de relajación por medio de una respiración lenta y profunda.
Con otros pacientes comenzamos haciendo hincapié en la gramática
expresiva del cuerpo apoyándonos en la lectura corporal, señalándoles
cómo están organizados físicamente, y qué hacen a nivel corporal cuando
se disocian o comienzan a sentirse hiperestimulados. Estos trabajos de
Psicología Formativa (S. Keleman) facilitan, en gran medida, la comprensión
de sus síntomas y les permite experimentar cómo están relacionados con
las secuencias somáticas de los eventos traumáticos: las alarmas y alertas,
los impulsos de huir o luchar, el frenesí desorganizado, la inmovilidad y la
disociación, etc.

Es por ello que la educación sobre los síntomas es un primer paso
importante en el tratamiento de TEPT.
Las personas que sufrieron experiencias extremas, ya sea abuso violen-
to o tortura, frecuentemente se sienten muy confundidos sobre lo que están
experimentando. En algunos casos aparece el temor a enloquecer debido a
la intensidad de sus emociones y a la sobre-estimulación fisiológica. El sólo
hecho de sentirse tan fuera de control los atemoriza persecutoriamente. Por
eso es importante proveerles un marco cognitivo en el cual estos pacientes
puedan volcar y desintensificar sus experiencias negativas, ya que los
ayuda a sentirse menos perseguidos, y a entender que su actual sufrimiento
está relacionado con los eventos traumáticos del pasado. Por lo general,
los pacientes sobrevivientes de sucesos traumáticos extremos se alivian
mucho cuando se les da esta información. Si bien la información no alivia
sus síntomas, genera la capacidad de referirse a ellos de una forma
diferente. Los pacientes comienzan a considerar sus síntomas como
potencialmente manejables, desde que han tenido el suficiente valor para
resistir y sobrevivir en situaciones extremas. El sentido de los síntomas puede
analizarse así en un contexto más amplio, que incluye necesariamente la
inclusión de la dimensión socio-histórica.

­– 224 –
Aun así tenemos que tomar en cuenta que cada paciente es diferente
y que debemos comenzar la renegociación del material traumático prudente-
mente. Muchas veces vamos a tener que encontrar formas creativas y poco
usuales para ayudarles a comprender sus síntomas angustiantes.

En la primera fase de contención y estabilización se requiere el
desarrollo de recursos internos pero también de recursos externos. El
re-establecimiento de soportes externos, necesarios para la estabilización
de la vida del paciente, muchas veces se ve complicado fundamentalmente
por situaciones económicas, familiares y/o político-sociales, que trascienden
las posibilidades del encuadre y del contrato psicoterapéutico. Por ejemplo,
es difícil para nosotros como psicoterapeutas, incidir directamente sobre las
posibilidades de desarrollo económico de los pacientes. Para una persona
con TEPT que está empezando un proceso psicoterapéutico es esencial el
tener un lugar donde vivir, una fuente de ingresos y contactos humanos sig-
nificativos en sus vidas, como para poder hacer facing y comenzar a elaborar
las situaciones traumáticas. No siempre ocurre así. Pacientes que vivieron
el exilio en Francia y en Suecia me relataban, 20 y 30 años después, que al
llegar a Europa luego de haber sufrido sistemáticamente torturas en nuestro
país, se encontraban con profesionales que no estaban aun capacitados para
trabajar con el horror que estaba aconteciendo en las dictaduras de América
Latina de los años 70 y 80.

Si bien como psicoterapeutas muchas veces no podemos cambiar


las situaciones externas, sí podemos influir directamente en el desa-
rrollo de los recursos internos.
Los pacientes con TEPT llegan a las primeras consultas con una orga-
nización somática en shock. Durante la fase de estabilización y contención el
primer objetivo del trabajo biofísico es desintensificar los síntomas que
están interrumpiendo el sentido del equilibrio y de la auto-regulación
organísmica (recuerdos intrusivos, pesadillas, insomnio, ataques de pánico,
sobreestimulación energética, trastornos psicosomáticos, etc.), para poder
pasar luego a una segunda fase de renegociación del material traumático.
En este primer momento, con el objetivo de recuperar el sentido de
equilibrio y de auto-regulación organísmica, es muy importante el trabajo
con el 5to. segmento de la coraza, ya que estos pacientes, por lo general,
presentan una inmovilización del diafragma que dificulta la inhalación pro-
funda e imposibilita una exhalación completa.
Generalmente es necesario trabajar además con la severa constric-
ción que presentan en los anillos de pasaje (especialmente en la base del
cráneo, y en segundo lugar en el sacro), buscando generar un movimiento
centrífugo de la energía desde el centro de estas zonas hacia la periferia del
cuerpo. Al igual que en los pacientes que sufrieron abuso sexual infantil, en
los pacientes que fueron torturados encontramos una remoción centrípeta

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de la energía, que es retirada de las extremidades (piernas, pies, genitales,
brazos y manos) hacia el centro del cuerpo. De ahí que siempre estén con
las extremidades frías. En otros casos, dependiendo del tipo y de la exten-
sión de la situación traumática, podemos encontrar escasez de tono en los
tejidos y un colapso más o menos generalizado en el cuerpo.
Durante la fase inicial de construcción de recursos, las intervenciones
somáticas pueden ser empleadas para facilitar el movimiento funcional del
segmento diafragmático, lo que llevará al paciente a un patrón de respiración
más profunda, desarrollando la habilidad de inhalar profundamente y de
exhalar completamente. Moviendo la energía hacia los pies y piernas, en un
movimiento centrífugo desde el núcleo del organismo hacia la superficie (piel,
extremidades, puntos de contacto) posibilita no sólo una intervención directa
sobre los síntomas que afligen al paciente, sino también relajar las constric-
ciones de los tejidos y las tensiones musculares. Al facilitar el movimiento
energético centrífugo, se posibilita que el paciente se sienta más en la realidad
presente, tomando contacto con la recuperación de su fuerza y la capacidad
para auto-sostenerse. Es decir, se logra que el paciente gane consistencia
al aumentar su grounding y pueda sentirse así más enraizado.
Las intervenciones somáticas que encuentro más útiles a este respecto
(además de las descritas anteriormente), generalmente involucran primaria-
mente un trabajo básico de respiración y de enraizamiento, y provienen de la
tradición de ejercicios bioenergéticos (W. Reich, A. Lowen). Otra intervención
somática provechosa en esta etapa del tratamiento es pedirle al paciente que
profundice en una organización somática en particular exagerándola lentamen-
te, para luego salir de esa exageración hasta cambiar de forma y construir
otra organización somática (S. Keleman). Este trabajo de corporización es
hecho muy lentamente, con el paciente manteniéndose tan conciente
como sea posible de lo que está pasando. El trabajo desde la Psicolo-
gía Formativa permite construir una “co-conciencia” (foco de atención
dual) entre la capacidad de estar “aquí” (en el presente) y “allá” (en el
trauma pasado). Es particularmente útil para ayudar a concientizar al pa-
ciente acerca de cómo se organiza físicamente cuando está muy ansioso, al
comienzo de un ataque de pánico, cuando comienza a disociarse, o cuando
se siente inmovilizado y/o anestesiado. El paciente empieza a desarrollar así
una conciencia de sensación, tan importante para el trabajo de renegociación
de material traumático que se hará mas adelante.
Otro recurso psicoterapéutico que podemos integrar, en esta etapa
inicial de estabilización, es la utilización de imágenes que contengan
recuerdos positivos y/o visualizaciones de “lugares seguros”, que
puedan estimular en la conciencia del paciente sentimientos y sensaciones
corporales positivas y seguras. Este trabajo contribuye a que los pacientes
con TEPT puedan sentir a sus cuerpos como recursos y no sólo como fuentes
de dolor y sufrimiento.

­– 226 –
Durante una de las sesiones con una paciente que había sido bru-
talmente torturada en la dictadura, conecta el material traumático que
estábamos trabajando con una imagen sanadora de un ritual indígena (el
Temascal18) en el que había participado recientemente. Dicha imagen se
asocia con una escena infantil en donde se ve junto a sus padres bailando
a la luz de la luna, alrededor de un fogón, en una playa del este. La asocia-
ción y conexión entre estas dos escenas, producen una salida del material
traumático y le permite construir una imagen sanadora de sí misma, que le
genera un gran alivio. Su experiencia corporal asociada a estas dos imáge-
nes (corporización de los recuerdos positivos) le sirvió, una y otra vez,
para sentirse a sí misma más expansiva, disminuyendo considerablemente
los momentos de alta perturbación, a la hora de renegociación del material
traumático con técnicas de EMDR.

En esta primera fase, al dirigirse directamente a la estructura física y


energética de la organización en shock, se logra una intervención directa
sobre los síntomas que afligen al paciente. El propósito del trabajo somático
de restaurar el equilibrio biofísico y energético, se consigue una vez que los
pacientes comienzan a sentirse, otra vez, en control de sus cuerpos. En este
sentido, como se decía anteriormente, el trabajo somático es esencial antes
de comenzar a renegociar y reorganizar el material traumático.
Una vez establecido un vínculo seguro en donde la psicoeducación, la
contención, la estabilización y la creación de soportes se hayan desarrollado,
la habilidad del psicoterapeuta para ayudar al paciente a renegociar e integrar
el material traumático, pasa a convertirse en la figura del tratamiento, en una
segunda fase de renegociación, reorganización e integración.

b) RENEGOCIACIÓN, REMEMORACIÓN, REORGANIZACIÓN E


INTEGRACIÓN DEL MATERIAL TRAUMÁTICO.

18 El Temascal es una de las ceremonias sagradas y medicinales más primitivas de los


indígenas de América del Norte. También conocida como la Cabaña de los Ancianos
Piedras o Ceremonia del Fuego Sagrado, es un ritual muy simple y muy bello que
busca reactivar la vibración de la vida a través de un proceso de re-nacimiento. En una
choza (tipi) especialmente preparada, que representa el seno de la Madre Tierra, se
van introduciendo piedras previamente calentadas en fuego exterior. En el interior de la
choza, en completa oscuridad, se reza con cantos, música, palabras o se permanece
en silencio, recibiendo a las piedras en cuatro rondas, que representan el nacimiento,
la niñez, la adolescencia y la madurez. En cada ronda se abre la puerta de la choza
y se introducen nuevas piedras sobre las que se coloca agua y plantas aromáticas
que, al ser consumidas por el calor del fuego, nos dan toda su esencia: copal –para
recuperar la memoria–, palo dulce –para tomar contacto con la ternura–, salvia –para
escoger aquello que necesitamos–, cedro –para bendecir todo aquello que tenemos–,
etc.). Esta ceremonia se viene realizando en nuestro país desde el año 1994.

– 227 –
La primera fase de estabilización, contención y construcción de soportes
es importante para que el paciente con TEPT pueda entender que, conocer
los sentimientos y la fisiología relacionados con la situación traumática, no lo
devuelve necesariamente al trauma original y a la violencia, la desesperación
y la impotencia asociadas con el mismo.
En esta fase de renegociación, rememoración, reorganización e
integración es clave evitar la retraumatización.
Por ejemplo, cuando estos pacientes hablan de sus experiencias
traumáticas es importante que dicha verbalización no derive en un “callejón
sin salida”, reviviendo las escenas perturbadoramente, a punto tal que se
sientan fuera de control e impotentes una vez más.
En el corazón de los sucesos traumáticos los pacientes con TEPT han
experimentado la máxima intensidad en cuanto a pérdida de control sobre
sus propias vidas y sus propios cuerpos. Por lo tanto, de allí en más, segu-
ramente buscarán evitar reexperimentar el miedo y el terror, asociado con
la pérdida de control (inherente a las experiencias de shock). Clínicamente
tenemos que tomar en cuenta, por lo tanto, que para estos pacientes el
control lo es todo.
A través de la intervención directa en los niveles biofísicos y energéticos
de la experiencia, así como en los niveles cognitivo y emocional, los pacien-
tes con TEPT pueden experimentar el estar en control de sus respuestas
corporales mientras renegocian e integran los eventos traumáticos.
El centrarse y enraizarse en la experiencia corporal permite en-
lentecer el proceso de confrontación con el material traumático. Este
dispositivo de enlentecimiento permite incluir detalles antes no formulados
y le brinda al paciente cierta distancia con respecto a la experiencia trau-
mática.
Para ello asentamos el relato de la historia del trauma en las sensacio-
nes corporales manteniendo al paciente conectado a la realidad presente y
al contacto con el psicoterapeuta. Podríamos afirmar así que el paciente es
quien guía, establece el ritmo y está en control del proceso. De esta forma el
paciente con TEPT es capaz de reorganizar la experiencia traumática tanto
neurofisiológicamente como emocional y cognitivamente.
Las últimas investigaciones realizadas en psicotraumatología indican
que los eventos traumáticos son recordados en el inconciente primeramente
como experiencia somatosensorial o como recuerdo implícito y que es la
psicofisiología anormal asociada que dirige los síntomas de TEPT (van der
Kolk, 1987, 1989, 1994, 1996; van der Kolk y van der Hart, 1989, 1995; van
der Kolk y Fisler, 1995).
Un acercamiento psicoterapéutico somático ofrece una forma de inter-
vención directa en el nivel biológico de manera de reestructurar el material
traumático, por ejemplo, haciendo de la memoria implícita, memoria
explícita.

­– 228 –
En términos energéticos podríamos decir que el poder focalizarse en
la sensación provee una puerta de entrada a las zonas del inconciente
en donde se encuentra el potencial para la auto-regulación y curación
profundas.
Las intervenciones psicocorporales bioenergéticas tradicionales de
centramiento (respiración), enraizamiento (arraigo, toma de tierra) y focali-
zación (contacto, facing) permiten disminuir considerablemente los síntomas.
El trabajar centrándose-enraizándose-focalizándose en las sensaciones
ayuda a la estabilización del paciente y son conceptos técnicamente útiles
en la fase de renegociación de los eventos traumáticos.
Levine ofrece un método refinado y directo de intervención en el
nivel biológico tendiente a reestructurar el material traumático. Al proceso
de reestructuración cognitiva (hacer de la memoria implícita, explícita) se
superpone la reestructuración organísmica de las respuestas corporales
del tronco cerebral primitivo. Esta forma de trabajo (Somatic Experience)
desestructura, gradual y progresivamente, las reacciones traumáticas,
entendiendo a éstas como patrones neuromusculares mal adaptados que
subyacen a la sintomatología del TEPT. Desde el abordaje del dispositivo
levineano aquellas respuestas al trauma que permanecen incompletas en
el sistema nervioso son “descongeladas” y se les permite completarse. Es
decir, los recursos biológicos innatos, desbordados al momento del trauma,
son restaurados para que el paciente pueda ser capaz de ejercer control
sobre su propio cuerpo y sobre su propia vida.
Levine introduce una serie de principios fundamentales a la hora de
renegociación del material traumático. El primero es la idea de titration que
podríamos traducir como graduación, o mejor aun como dosificación. Tene-
mos que tomar en cuenta que durante un evento traumático un enorme monto
de energía es comprimido en el sistema nervioso. Psicoterapéuticamente
la repentina liberación de esta energía puede derivar en una explosión de
intensas emociones y en una estimulación fisiológica descontrolada. Esta
“liberación explosiva” no es curativa para la persona con TEPT sino que,
por el contrario, puede ser retraumatizante. Titration (un término tomado
de la química) significa que sólo un pequeño monto de energía es liberado
cada vez que se trabaja con el paciente, permitiendo que las sensaciones
corporales y las emociones sean asimiladas, y el sistema nervioso pueda
ajustarse así a cada nuevo nivel de excitación y de descarga. La graduación
o dosificación consistiría entonces en un enlentecimiento o desaceleración
del proceso de renegociación del material traumático. Si el paciente se torna
excesivamente activo desde el punto de vista fisiológico, hasta el punto de
entrar en un estado de mucha ansiedad o temor, entonces el psicoterapeuta
puede enlentecer el proceso. Por ejemplo, volviendo al paciente conciente
de su respiración, o pidiéndole que focalice su atención en una sensación
en particular.

– 229 –
No debemos olvidar que, siguiendo el principio de identidad funcional
reichiano, los recuerdos relatados permanecen asentados en experiencias
corporales. Por lo tanto, la dosificación de las experiencias sensoriales y
perceptivas y de las imágenes asociadas, así como la graduación de las
emociones y pensamientos involucrados, permiten la reasociación de frag-
mentos de la memoria. En mi experiencia integrativa entre clínica bioener-
gética, somatic experience y EMDR, por ejemplo, encuentro una expansión
organísmica cada vez mayor al mantener cada parte de la experiencia
traumática anclada en la experiencia corporal.
Por ejemplo, si un paciente, en el medio de la sesión verbaliza “tengo
miedo”, yo le pregunto: “¿en qué parte del cuerpo siente el miedo?”. El pa-
ciente puede responder: “aquí, en mi pecho”. Entonces le puedo preguntar
“¿cómo se siente ese miedo en su pecho?”; el paciente me dirá quizás
“como un aleteo o como una opresión en mi corazón”, dándome pie para
introducir un trabajo bioenergético para abordar esa sensación medrosa.
Es decir, describiendo en detalle y corporizando la experiencia emocional,
enlentecemos el proceso, dosificando la descarga y brindándole al paciente
la distancia necesaria que le permita reasociar fragmentos de la memoria
traumática.
Señalarle, devolverle, darle feedbacks sobre lo que uno está viendo
en un nivel corporal, es importante para el mantenimiento del contacto con
el paciente: “veo que tus ojos están parpadeando rápidamente moviéndose
hacia un lado y otro”, “ahora tu respiración se vuelve más superficial”, “noto
cierto temblor en tus brazos y en tus piernas”.
Es fundamental para este proceso de dosificación trabajar con la
emoción más profunda (el miedo) desacoplando el temor o el terror y
las respuestas inmovilizantes, de las sensaciones. Para ello es esen-
cial mantener al paciente arraigado en la experiencia sensorial. Por
un lado, para enlentecer el proceso cuando sea necesario, y por otro,
para poder estimular las respuestas orientadoras incompletas y los
impulsos defensivos bloqueados. En muchos casos éstos emergerán
como micro-movimientos. Pero imponer movimientos al paciente no es
a lo que estoy haciendo referencia. “Imponemos” una respuesta cuando le
pedimos al paciente que golpee, patee o empuje cuando se siente inmovi-
lizado. Otra forma de abordarlo sería apoyando al paciente para que dirija
sensiblemente la atención a sus experiencias sensoriales siguiendo los
micro-movimientos de su cuerpo: en este contexto es que las respuestas
frustradas de orientación y las respuestas defensivas de huir y pelear, pueden
emerger, ser completadas y restablecidas gradual y dosificadamente.
Una paciente que fue sistemáticamente torturada por militares du-
rante un mes seguido y fue posteriormente liberada con severos daños
en su columna, en momentos críticos de nuestro trabajo psicoterapéutico
tendía a quedarse casi inmóvil, excepto por movimientos microscópicos de
mecimiento. Le pedí que notara esos micro-movimientos. Al principio se

­– 230 –
quedaba completamente inmóvil y decía que “no podía prestar atención
a eso”. Lentamente con el paso de las sesiones, fue capaz de focalizarse
en los pequeños movimientos, creciendo, hasta llegar a un movimiento
completo de mecimiento. A medida que se mecía apretaba fuertemente
los puños y manifestaba querer gritar y pegar. Analizamos cómo ese im-
pulso de gritar y pegar se generó en ese mes de reclusión en donde tuvo
que aprender a inhibir sus respuestas naturales de ira frente al maltrato y
la humillación sistemática. Es allí que recuerda que luego de los episodios
de tortura frecuentemente adoptaba ese comportamiento de mecerse. Al
principio de las sesiones estos impulsos de gritar y pegar eran reprimidos
cada vez que los sentía. A través de un trabajo de reach out combinado con
facing, empujando sus manos contra las mías durante aproximadamente
5 minutos en posición de enraizamiento vertical, pudo permitirse que los
impulsos llegaran a una descarga, liberando, junto a la bronca bloqueada,
sus gritos inhibidos. Correlativamente al restablecimiento de su capacidad
expresiva de protesta, se manifestó gradualmente en su vida una mayor
capacidad de auto-afirmación en las interacciones interpersonales, y se de-
sarrolló una actitud mucho más asertiva, firme y segura, que se correspondió
con un mayor nivel de auto-valorización, liberando fuerzas hacia una mayor
vitalidad y excitación. Su forma corporal cambió notoriamente. La cabeza
se levantó en una posición más “digna”, la pelvis en protracción (como la de
un perro maltratado) se retrajo ligeramente hasta quedar en una posición de
carga, y los dolores crónicos de espalda que venía sintiendo desde hacía
veinte años comenzaron a desaparecer.

Este proceso curativo en “cámara lenta” (slow motion le llama Le-


vine) permite que las respuestas superpuestas del trauma se desacoplen o
desasocien, que las respuestas defensivas frustradas y de orientación se
completen, y se pueda salir del estado de inmovilidad traumático.
La superposición (overcoupling) es un término utilizado por Levine
para referirse a la sobre-asociación de sensaciones, emociones, pensamien-
tos y comportamientos relacionados con la experiencia traumática. “Todos los
caminos conducen al trauma”: por ejemplo, en un clásico ataque de pánico
una sensación se superpone vertiginosa e intempestivamente con otra, luego
con un pensamiento, después con una emoción, etc., etc. Descomponer
esta cadena de eventos experimentados en una rápida sucesión requiere
enlentecer el proceso; haciendo lo que Levine llama “the taffey pull”: focalizar
durante un largo rato en un sólo aspecto de la superposición (por ejemplo
en una sensación), creando espacio para que ingrese nueva información.
Se le puede pedir al paciente, por ejemplo, que lentamente vaya hacia atrás
y hacia delante entre una sensación y otra, o entre una sensación y una
emoción, o entre una sensación y una imagen.

– 231 –
Una paciente comenzó el proceso psicoterapéutico porque sus ata-
ques de pánico eran sentidos cada vez más fuera de control y se estaban
volviendo inhabilitantes para su trabajo de bailarina. En una semana tenía
que danzar en uno de los desfiles más importantes de nuestra ciudad.
Inicialmente trabajé con ella para que ganara una mayor sensación de
control sobre lo que estaba pasando en su cuerpo, enseñándole por medio
de técnicas bioenergéticas y reichianas cómo calmarse durante el ahogo y
cómo enraizarse, permitiendo fluir el movimiento de energía que quedaba
bloqueado a nivel ocular, torácico y diafragmático hacia sus pies. Al explorar
cuidadosamente la secuencia de sensaciones que experimentaba durante
los ataques de pánico, se sucedió una red compleja de asociaciones. Las
mismas derivaron en hacer concientes fuertes sensaciones de desprotección,
que sufrió sistemáticamente durante su infancia y que estaban severamente
reprimidas. Posteriormente comenzamos a trabajar estas escenas, por medio
de EMDR, EFT y TFT. Las mismas incluían abuso sexual infantil y hubo que
reencuadrar el contrato breve y focal por un contrato de análisis.

En la etapa de renegociación, rememoración, reorganización e inte-


gración del material traumático el paciente debe ser capaz de valerse de
experiencias positivas reconfortantes, y de sus propios recursos internos
vitales.
Levine agrega en su dispositivo dos conceptos adicionales: el vórtice
del trauma (trauma vortex) y el vórtice curativo (healing vortex). El vórtice
del trauma incluye todas las reacciones traumáticas involucradas en el trauma
original. En los pacientes con TEPT inicialmente hay mucha más energía en
el vórtice del trauma que en el vórtice curativo. La sintomatología familiar del
TEPT, descrita anteriormente, deriva en gran medida del vórtice traumático,
que chupa en forma permanente la energía del paciente y lo empuja para
entrar en el pozo de experiencias, no integradas y no digeridas, relacionadas
con el trauma.
En un reciente trabajo con un actor de teatro que sufrió un severo
accidente de tránsito con fractura cervical y que, posteriormente desarrolló
TEPT junto con recurrentes ataques de pánico y agorafobia, se veía en for-
ma clara la potencia del vórtice del trauma. Dicho paciente se encontraba a
sí mismo frecuentemente en el día, pero especialmente durante la noche,
moviéndose lentamente hacia la posición del choque. En la primera sesión
verbaliza: “la atracción de la imagen del accidente y de la hospitalización
es magnética, es tan poderosa”. Apostamos a realizar un trabajo integrativo
combinando sesiones de EMDR con ejercicios bioenergéticos de respira-
ción y de enraizamiento. Fue notable cómo los síntomas de TEPT, pánico
y agorafobia, comienzan a revertir en las primeras tres sesiones, desapa-
reciendo totalmente a la sexta sesión sin recidiva sintomática posterior. En
este paciente se vio claramente cómo su propia fuerza de auto-regulación
tendió a establecer un equilibrio entre la intensidad del evento traumático y los

­– 232 –
recursos curativos que las partes profundas del inconciente proveyeron por
sí mismas (“estoy entero” me decía enfáticamente en la última sesión). Este
efecto pendular de moverse entre el material traumático (vórtice del trauma),
las respuestas parasimpáticas y las imágenes curativas (vórtice curativo) se
logra con más facilidad cuando el evento traumático es un único incidente.
Cuando el trauma es más complejo, por ejemplo en una infancia en donde
se repiten incidentes de abusos, establecer un vórtice curativo requiere de
intervenciones activas por parte del psicoterapeuta. En el ejemplo de la
paciente bailarina, sugiriéndole previo al trabajo de enraizamiento: “traiga a
su mente el recuerdo de lo fuerte y poderosas que se sentían sus piernas
cuando bailaba, antes de desarrollar el pánico”.
Según Levine, hay una tendencia a moverse desde la periferia de uno de
los vórtices a la periferia del otro, o desde el núcleo de uno al núcleo del otro.
En el proceso de renegociación, cuando la experiencia permanece asentada
en la sensación, el paciente con TEPT generalmente comienza trabajando
en la periferia del contenido traumático, trayendo componentes curativos
periféricos. La tendencia será a moverse cada vez más cerca del núcleo
del evento traumático, mientras que comienzan a aparecen las imágenes
curativas asociadas a experiencias corporales (en algunos casos las mismas
tienen claramente contenidos espirituales, arquetípicos y/o artísticos).
Varias veces he quedado felizmente asombrado con la capacidad que el
inconciente de los pacientes provee para equilibrar los eventos y las escenas
traumáticas que se están renegociando en sesiones “difíciles”.
El trabajo con una paciente que sufrió torturas al momento de su deten-
ción, proporciona un sencillo ejemplo de este fenómeno natural de oscilación
entre los dos vórtices. Fue capturada por policías de la Brigada de Asaltos
del Ministerio del Interior y acusada de asalto a bancos. Fue horriblemente
torturada. Luego de su liberación después de 8 años de reclusión, comienza
el proceso psicoterapéutico con el objetivo de restablecer el vínculo con su
hijo mayor, padeciendo a ese momento de un severo trastorno de ansiedad,
que le impedía dormir por las noches, y además tener una pareja estable.
Me cuenta que al ser atendida por el psiquiatra de la prisión, cada vez que
concurría a la consulta rápidamente empalidecía, transpiraba profusamente
y tenía la sensación de entrar en lipotimia. Cuando comencé a trabajar con
ella le aseguré que no tendría que contarme su historia, a pesar de que
en algún momento podría querer hacerlo, y quizás esto fuera importante
para nuestro proceso. Le agregué que, a diferencia del trabajo con el pro-
fesional de la prisión, íbamos a comenzar trabajando de común acuerdo,
para ayudarla a sentirse mejor. Presentaba los clásicos síntomas de TEPT:
insomnio, pesadillas, hipervigilancia, recuerdos súbitos e intrusivos y leves
ataques de pánico en los cuales comenzaba a temblar. Comencé trabajando
con su respiración, con su enraizamiento y con su conciencia sensorial. Se
estabilizó rápidamente y comenzó a sentirse más a cargo de sus respuestas
corporales luego de un mes de trabajo. Trabajando somáticamente comenzó

– 233 –
a contarme espontáneamente su historia, al mismo tiempo que daba cuenta
de su experiencia sensorial en el trabajo biofísico. Gradualmente comenzó
a relatarme fragmentos de su vida (sus años de trabajo “en la aguja”, sus
años de exilio en Milán en donde llegó a prostituirse por un período breve de
tiempo), las extensas horas de interrogatorio en el momento de su detención,
los posteriores desencuentros con su hijo mayor. Eventualmente llegó al
núcleo del vórtice del trauma (los detalles de su experiencia de tortura). En
un par de sesiones hace una conexión con recuerdos positivos de su niñez,
de relaciones de soporte en el pasado y de escenas de ternura en la cárcel
con su hijo menor. Se movió por sí misma, en los momentos críticos de las
sesiones, hacia respuestas parasimpáticas de calor, hormigueos placenteros
y un sentido de “espaciosidad” en el pecho. Luego de renegociar todos los
aspectos de su trauma, incluyendo su extenso proceso de recuperación de
las consecuencias de su experiencia de tortura y la hostilidad que sufrió
su familia por parte de la policía que le establece un continuo seguimiento
con amenazas de muerte a su hijo mayor, su sintomatología virtualmente
desapareció. Durante una sesión, mientras estaba contando parte de su ex-
periencia, me dice con un tono alegremente naif: “¡mírame, mírame, te estoy
contando lo peor que me sucedió y no estoy temblando, no estoy asustada!”.
Esta paciente fue particularmente sencilla de tratar y logramos resultados
positivos en un período relativamente corto. Creo que las razones para que
esto sucediera son varias. Una es que la paciente es una mujer fuerte, física
y emocionalmente; también es muy inteligente y educada, y entendía en
detalle la situación traumática que le tocó vivir. Estaba comprometida política
e ideológicamente con las acciones que la llevaron a prisión. Datos clínicos
de la psicotraumatología contemporánea indican que los sobrevivientes de
torturas superan mejor la situación si están militando políticamente, ya que la
militancia les brinda un contexto que le da sentido político a su maltrato19.

El proceso anteriormente descrito se vuelve más complejo y más difícil


cuando el evento traumático es repetitivo y ocurre a edades más tempranas.
Sin embargo operan los mismos fenómenos y son aplicables los mismos
principios si el trauma fue por un accidente, por una experiencia de tortura,
o se desarrolló en una historia de abuso en la niñez.
De todas formas, en esta etapa de renegociación, rememoración, reor-
ganización e integración es conveniente tomar en cuenta algunos detalles. A
veces un evento que se ve como insignificante (una expresión particular en
el rostro del psicoterapeuta; una sesión que debió ser cancelada por viaje
del psicoterapeuta; un “mal ritmo” con un ejercicio) puede disparar una crisis,
puede provocar tristeza, rabia o pánico, respectivamente. A través de estas

19 Los sobrevivientes de torturas que manifiestan los peores síntomas y tienen mayores
dificultades para recuperarse, son aquellos que fueron capturados en el “fuego cruzado”:
los que estaban simplemente “en el lugar incorrecto en el momento incorrecto”.

­– 234 –
situaciones de crisis, muchas veces la historia traumática del paciente está
siendo recontada.
Si bien el trabajo bioenergético con el trauma es realizado poco a poco
(con contacto, enraizando), al brindar mayor energía a las zonas bloqueadas,
escindidas o disociadas el trabajo de reconexión e integración no siempre
es fácil. Idealmente deberíamos ayudar a los pacientes a tomar contacto
con su memoria traumática de un modo que la experiencia sea manejable
psicoterapéuticamente. No obstante, muchas veces pueden darse situaciones
de emergencia cuando el yo de los pacientes no es lo suficientemente fuerte
como para contener la intensidad de dichas experiencias. En esos casos,
los pacientes pueden verse repentinamente desbordados por memorias y
sentimientos intensos que pueden llevarlos al borde de la desorganización.
En esos momentos es muy importante que el psicoterapeuta vuelva a cen-
trarse en la contención y en el enraizamiento20. Louise Fréchette sugiere
darle la posibilidad al paciente de enraizarse a través del cuerpo del
psicoterapeuta. Cuando un proceso de recordación o de duelo se vuelve
muy atemorizante o invasivo, uno de los tantos modos que le permiten al
paciente enraizarse a través del cuerpo del psicoterapeuta es invitarlo a que
se envuelva en posición fetal sobre la espalda del psicoterapeuta, mientras
que éste, sentado, coloca una mano sobre el cuello del paciente, y otra en
la parte inferior de sus piernas o sus pies.

C) RECONEXIÓN CON LA VIDA COTIDIANA: RESTABLECIMIENTO


DE LA EXPANSIÓN, DE LA CAPACIDAD PARA EL PLACER Y DE LAS
EXPERIENCIAS POSITIVAS.
Esta fase es clave para revertir el axioma clínico postraumático de que
“todos los caminos conducen al trauma”.
La sobre-estimulación del sistema nervioso de los pacientes con TEPT
les dificulta entrar en un estado de relajación parasimpático, necesario para
las actividades placenteras. La superposición descrita anteriormente también
contribuye a una existencia sin placer. Tenemos que tomar en cuenta que
la experiencia de sentimientos extraordinariamente dolorosos y terribles del
pasado traumático (abuso sexual infantil, violencia familiar, tortura, etc.) en
muchos casos bloquea cualquier acceso a recuerdos o experiencias positivas,
determinando una disminución en la capacidad para experimentar placer.
Usando intervenciones bioenergéticas de centramiento (respiración),
enraizamiento (arraigo, toma de tierra) y conciencia sensorial (gimnasia
conciente, eutonía, visualizaciones de recuerdos positivos) frecuentemente

20 La experimentada psicoterapeuta bioenergética Louise Fréchette en un claro texto


(“Complex post-traumatic stress disorder: putting the pieces back together”) señala
al enraizamiento como una base segura, como un “buen padre interior”, que permite
mantener bajo cuidado al “niño interno traumatizado”, una vez que la psicoterapia
termine.

– 235 –
facilitamos a los pacientes la entrada a estados parasimpáticos más relajados,
de manera de que puedan reconectarse con las experiencias de placer.
En esta tercera etapa, habiendo enfrentado y superado el pasado
traumático, el paciente aprende a recuperar su poder cotidiano, su potencia
expansiva y encara la tarea de crear un futuro. En términos de la Psico-
logía del Yo el paciente con TEPT ha hecho un duelo por el viejo yo que
el trauma destruyó, y ahora debe desarrollar un nuevo yo. Al igual que un
exiliado, muchas veces, en esta tercera fase del proceso psicoterapéutico,
los pacientes deben construir una nueva vida en una cultura diferente a la
que dejaron atrás.

Algunos trabajos importantes en esta fase son:

-Reconciliarse con uno mismo y con los otros: la simple frase “yo
sé que me tengo a mí mismo”, puede ser un puente entre la segunda y la
última fase del proceso de recuperación. “Reconciliarse con uno mismo”
requiere reprocesar aquellos aspectos del sí mismo que fueron impuestos
por el trauma (por ejemplo, la identidad de “sobreviviente” –tan usada por
los anglosajones– o la identidad de “víctima” –utilizada aquí en el Río de
la Plata–). Aun reconociendo que cualquier ganancia fue lograda a costa
de un gran precio, el paciente desarrolla, en esta etapa, un nuevo sentido
de auto-valorización, identificando los aspectos positivos del yo que fueron
forjados en la experiencia traumática. “Reconciliarse con otros” involucrará
la capacidad del paciente de sentirse autónomo mientras establece la co-
nexión con otras personas, y entre ellas, con el psicoterapeuta, a través de
la profundidad de la resonancia y de la transferencia creativa.

-Aprender a pelear: el aprender a pelear involucra el entrenamiento


en auto-defensas. Particularmente utilizo en forma lúdica técnicas del Aiki-
do y de la Capoeira Angola para dar al paciente la sensación expansiva de
agresividad, fuerza, equilibrio, soporte y arraigo.
Del Aikido aprendemos a trabajar desde el movimiento circular en
donde dirigimos y unimos el proceso creativo del movimiento y del ritmo con
el universo infinito. En el Aikido la búsqueda de la armonía, en el corazón
del conflicto, se organiza alrededor del movimiento circular, en la medida en
que cada conflicto se resuelve a través del espíritu del círculo. Un círculo
delimita un espacio determinado donde el ki nace de la libertad perfecta del
vacío así creado. El secreto del círculo en el Aikido es crear una técnica que
penetra en el corazón del espacio, y en donde se trabaja desde el equilibrio y
la protección. Recibiendo cada ataque como un don de energía y sacándole
el valor agresivo al llevarlo a un punto neutro, ayuda a recuperar la funcio-
nalidad del cuarto segmento de la coraza (segmento torácico).
De la Capoeira aprendemos a trabajar con el movimiento triangular
de la ginga, desbloqueando fundamentalmente el séptimo segmento de la

­– 236 –
coraza (segmento pélvico) a través de jogos, brincadeiras corporales de
flexibilidad, equilibrio, ataque y defensa.
Ambas artes (el aikido y la capoeria) posibilitan además un desconge-
lamiento y desbloqueo del segmento ocular.

Si la contención fue el objetivo de las primeras etapas de la recu-


peración, la movilidad debe ser el objetivo de la tercera y última fase. En
la segunda etapa, con la renegociación del material traumático, se comienza
a restablecer la movilidad en todo el cuerpo, pero en esta tercera fase es
muy importante focalizarse específicamente en el segmento pélvico, y en
la consiguiente recuperación de la sexualidad de los pacientes. El trabajo
expresivo no está ya centrado en la liberación de las explosivas emociones
reprimidas o disociadas del pasado, sino en profundizar y ampliar el rango
de expresión en la vida presente del paciente, lo que vuelve al trabajo psi-
coterapéutico menos dramático y más placentero.

Si bien en la clínica bioenergética trabajamos con un buen grado de
transversalidad entre la rigurosidad metodológica y la creatividad inventiva,
muchas veces el curso de los tratamientos pueden derivar en resultados
impredecibles. El curso de recuperación en pacientes con TEPT no sigue
siempre una progresión simple. A menudo se detiene y se repliega. Por mo-
mentos sentimos que damos un paso adelante, y a la siguiente sesión estamos
dando dos pasos para atrás, obligándonos a rever puntos que ya creíamos
suficientemente trabajados.
Tenemos que aprender que los pacientes irán pasando por estas
etapas de recuperación siguiendo un movimiento en espiral, en donde, en
cualquier momento, se puede regresar a etapas más tempranas del proce-
so. Al igual que en la vida, el proceso psicoterapéutico no sigue un camino
lineal predeterminado.
¿Cómo saber entonces cuando el paciente va hacia una resolución
del estrés postraumático?
Aunque la resolución no esté completa, uno de los mejores indicios de
resolución consiste en el restablecimiento en los pacientes de la capacidad
para experimentar placer en su vida cotidiana y para restablecer relaciones
con los demás.
Podríamos definir siete criterios que serían buenos indicadores para
la resolución del trauma:

- Los síntomas psicológicos del TEPT han sido trabajados y elabo-


rados dentro de límites manejables.
- Los síntomas vegetativos del TEPT revirtieron completamente.
- La persona tiene autoridad sobre su memoria. Puede elegir recordar
el trauma o poner la memoria traumática a un lado. En el caso de

– 237 –
recordar, la persona puede soportar los sentimientos asociados con
las memorias traumáticas.
- La memoria del evento traumático es una narrativa coherente,
asociada con sentimientos en donde el nivel de perturbación es
mínimo o inexistente.
- Desde el punto de vista cognitivo, el daño en la autoestima de
la persona ha sido revertido, recuperando niveles altos de auto-
valorización.
- La persona ha reconstruido un sistema coherente de significados
y creencias que abarcan la historia del trauma, lo que permite des-
intensificarla y trascender las creencias limitantes derivadas de la
misma.
- Las relaciones y vínculos importantes de la persona han sido res-
tablecidos, generándose la posibilidad de construir además nuevos
territorios existenciales esencialmente pulsátiles y vibratorios (bue-
nos encuentros).

­– 238 –
2.3
Cuando el abuso sexual infantil
queda escrito en el cuerpo1
INTRODUCCIÓN
Durante los años 1992-1993 y en el primer semestre de 1994 trabajé
como encargado del proyecto multidisciplinario “Desarrollo y cambio en
la adolescencia” que se realizó a través de un convenio entre el Colectivo
de Psicología Política y los Círculos de Formación y Difusión Popular en los
barrios de Manga, Lezica y Maroñas.
El proyecto estuvo subvencionado por la Asociación Sueca para el
Desarrollo Internacional (Swedish International Development Agency) y
por la Asociación por la Amistad Suecia-Uruguay (Forslag Fran Vanskops
Foreningen Sverige-Uruguay) y se desarrolló en la Cooperativa Los Palos
(Manga), en el Colectivo El Orejano (Lezica) y en la Policlínica Washington
Pérez (Maroñas).
El objetivo del proyecto estuvo centrado en la construcción de disposi-
tivos clínicos grupales de soporte, apoyo y colaboración, en la elaboración y
desarrollo de proyectos personales y colectivos de los adolescentes; brindan-
do además orientación, informaciones y continentación en problemáticas de
su interés (inserción laboral, drogadicción, situaciones legales, etc.), así como
orientación individual cuando se presentaron situaciones personales impor-
tantes (violencia familiar, desocupación, embarazos, detenciones, etc.).
El dispositivo de trabajo se realizó por medio de reuniones semanales
en donde se desarrollaron talleres vivenciales de experimentación de 4 hrs.
(“El cuerpo adolescente”) y sesiones clínicas individuales de 90 minutos en
forma quincenal.
El dispositivo fue derivando en los tres grupos a laboratorios clínicos
(“Deseo, seducción y sexualidad”) donde la problemática central desarrollada
fue el tema de la sexualidad y el abuso sexual.
En los tres grupos en que trabajamos el 80% de los integrantes sufrieron
en su niñez algún tipo de abuso físico o psíquico.
En las dos décadas que llevo trabajando como psicólogo clínico la 1/3
parte de los pacientes sufrieron algún grado de abuso sexual en su infancia. Esta
proporción se mantiene tanto en hombres como en mujeres.

1 Publicado en el libro “Arqueología del Cuerpo. Ensayo sobre una Clínica de la


Multiplicidad”; (Edcs. TEAB, Montevideo-Uruguay, 1999). Presentado en el 2do.
Congreso de Orgonomía Social (11 y 12 de agosto de 2001, Córdoba/Argentina).

– 239 –
La persistencia permanente del problema del abuso sexual infantil que
observamos en la historia-acontecimiento de los cuerpos de los pacientes
que acuden a nuestra consulta clínica, es un índice real de que aun no hemos
sanado la sexualidad en nuestro cuerpo social.
Una de las razones por las que nos encontramos en nuestra clínica con
tantos pacientes que han sufrido abuso sexual, es que nuestra sociedad aun
tolera y soporta el abuso físico y psicológico hacia los niños2.

DEFINICIÓN DE ABUSO SEXUAL


Definimos por abuso sexual infantil “toda violación de la privacidad del
niño con respecto a su cuerpo y sexualidad” 3. El abuso sexual infantil es un
acto de violencia que se inflige en lo más íntimo y profundo de la realidad
existencial de un niño, siendo sus efectos nefastos y devastadores para el
desarrollo de la personalidad, en la medida en que afectarán la mayor parte
de su vida adulta.

El abuso sexual infantil implica la exposición de un niño a una estimu-


lación sexual inapropiada a su edad, su desarrollo sexual y su rol social. Los
desórdenes traumáticos de abuso sexual van desde situaciones de vergüenza
y humillación (como consecuencia de la exposición corporal de los menores a
situaciones sexualizadas por los adultos), a violaciones donde adolescentes,
niños mayores o adultos utilizan la violencia sexual sobre los menores.

Tal como lo plantea la psicoterapeuta bioenergética Lyn Mayo, las


exploraciones y los escarceos sexuales entre niños para satisfacer su cu-
riosidad infantil, no significan abuso sexual. A pesar de que estos juegos
y exploraciones pueden generar muchos sentimientos, los mismos son
aislados y de mutuo acuerdo. El abuso sexual implica necesariamente una
actitud de explotación4.

Es muy importante definir con precisión el problema del abuso sexual


infantil. Coincido con Al. Lowen que en todos los casos en que un adulto le
pega a un niño hay un elemento sexual implícito. Por ejemplo, el hecho de
que un padre le pegue en las nalgas desnudas a su pequeña hija, es un acto
de abuso sexual además de un maltrato físico.

2 A. Miller, “Thou shalt not be aware: society’s betrayal of the child”; Farrar, Strauss,
Giroux, New York, 1984.
3 A. Lowen, “El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos”; Errepar, Buenos Aires,
1996.
4 L. Mayo, “Sexually abused woman”; The Clinical Journal of the International Institute
for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 1.

­– 240 –
Al. Lowen describe el abuso sexual como una forma muy infame de
traicionar el amor:
“la persona que abusa de otra se acerca a su víctima como
si le estuviera ofreciendo amor pero luego se aprovecha de su
inocencia y/o desamparo para satisfacer su necesidad personal.
El aspecto más dañino de este delito es la traición a la confian-
za, pero la violación física agrega a esta acción destructiva una
dimensión importante de miedo y dolor. Los individuos que su-
frieron abusos o maltratos sexuales de cualquier tipo llevan las
cicatrices de esa experiencia durante toda su vida. Lo más grave
es la supresión de la experiencia por parte de la víctima debido a
la vergüenza y repugnancia por lo sucedido. Sin embargo, cuando
se suprimen estos sentimientos, el individuo se queda con una
profunda sensación de vacío interior y confusión. Las víctimas de
abuso sexual no pueden entregarse a su cuerpo ni al amor, lo cual
implica que no tienen posibilidades de encontrar satisfacción en
su vida. El viaje de auto-descubrimiento les resulta una aventura
aterradora. Cuando tratamos a estas personas debemos ser
especialmente concientes de este problema” 5.

La energía sexual es la corriente energética de la creación, pero también


puede ser sumamente destructiva.
El abuso sexual infantil genera un rango completo de implicacio-nes.
Una de ellas es el quebrantamiento que tiene el espíritu del niño, causando
una profunda escisión entre su alma y su cuerpo.
Dependiendo de cuán traumática haya sido la situación, podremos
ver en la clínica el grado de congelamiento, de escisión y de retirada de su
cuerpo. La defensa habitual como sobreviviente de una situación de abuso
infantil es vivir fuera de su cuerpo o, por el contrario, congelar su energía en
el núcleo, imponiendo una barricada sobre el mundo.
Cuanto más pequeño es el niño más grave será el daño infligido en su
personalidad. Por lo general, cuando un niño es víctima de abuso sexual a
muy temprana edad, reprime todo recuerdo de los hechos. Para ello supri-
me los sentimientos asociados a esos recuerdos negativos. Esto produce
inevitablemente un fenómeno de “retirada” del cuerpo, generándose un
proceso disociativo (splitting) donde la mente conciente no se identifica con
los hechos corporales. Esta supresión implica, en un nivel profundo, “matar”
una parte de su cuerpo.

5 A. Lowen, “El gozo. La entrega al cuerpo y a los sentimientos”; Errepar, Buenos Aires,
1996.

– 241 –
¿Qué es lo que sucede bioenergéticamente en el cuerpo en una situa-
ción de abuso sexual infantil?
El abuso sexual sobreexcita el aparato sexual de las víctimas infantiles
en forma prematura, quedando los mismos sobre-estimulados.
La descarga sexual adulta se produce cuando la excitación recorre el
cuerpo hacia abajo, entrando en el aparato genital para luego salir de él. El
niño no tiene la posibilidad de descargar la excitación genitalmente. Es decir,
antes de que se desarrolle la capacidad para descargar la excitación por
medio del orgasmo, los niños abusados sexualmente cargan sus órganos
genitales con una fuerza sobre la que no tienen control. En otras palabras,
la energía que puede ser sostenida en el organismo en el desarrollo adulto
normal (especialmente la energía del despertar sexual) es mucho mayor que
la que puede ser sostenida por el organismo de un niño.
El abuso sexual de un infante sobreexcita prematuramente un apara-
to sexual aun no desarrollado. Y al mismo tiempo que lo excita, lo asusta.
El miedo que siente el niño por la excitación sexual del contacto, queda
grabado en su cuerpo y en su carácter, pues permanece en el aparato
sexual sin que se lo descargue. Luego de las situaciones de abuso sexual,
la sensación de sobre-estimulación quedará registrada en un nivel celular en
el cuerpo del niño abusado. Las células del cuerpo recordarán y sabrán del
abuso, no el cerebro. En algunos casos el cuerpo de esos niños buscará ese
placer nuevamente, como una forma de demandar el replay de esa sobre-
estimulación. El niño entra de esta manera, momentánea y paulatinamente
al mundo adulto, quebrantando así, irreversiblemente, su inocencia.

REGIMEN AFECTIVO
A nivel afectivo las emociones predominantes en los niños abusados
sexualmente son:

* Miedo: el miedo principal que sienten los niños es a perder el amor que
necesitan para sobrevivir. Junto a ese miedo a perder el amor generalmente
aparece un miedo profundo de las consecuencias de la actividad sexual. El
niño abusado sexualmente tiene un fantasma que está relacionado al miedo
de la revelación del abuso, y de lo que podría suceder si los eventos fueran
descubiertos. Pueden además generarse miedos, fobias o terrores más o
menos inconcientes: pesadillas, miedo a estar solos, miedo a la oscuridad,
miedo al contacto. Y un profundo miedo a la expresión de la ira asesina hacia
aquellos de los que sufrieron la traición.

* Bronca: aunque puedan parecer dóciles y pasivas en la máscara so-


cial, las víctimas de abuso sexual infantil están llenas de ira. Dicha hostilidad
es, en primer lugar, hacia los perpetradores del abuso. Pero también sienten
mucha bronca hacia sus padres y/o parientes que no los protegieron del

­– 242 –
abuso sexual y que, en algunos casos, hasta lo facilitaron. La ira se puede
extender a otras personas dependiendo de la reacción de las mismas ante
una eventual revelación del abuso. A veces la bronca si es reprimida da lugar
a la depresión, en otros casos se somatiza (dolores de cabeza, trastornos
estomacales, flujo vaginal, dispareunia, vaginitis), y otras veces aparece en
forma de fantasía o comportamientos agresivos.

* Culpa: cuando el abuso sexual se descubre en la infancia muchos


menores no experimentan sentimientos de culpa antes del descubrimiento
del abuso sexual. Después de la revelación se hacen muy intensas y en
varios niveles: por responder físicamente y haber estado accesible a los
estímulos que la actividad sexual provocó; por romper una promesa de
secreto al denunciar el abuso; por no haberlo denunciado antes; por la even-
tual alteración de la dinámica familiar (consecuencias legales, económicas,
afectivas, sociales); por el placer vivido en las relaciones.

* Vergüenza: generalmente vergüenza de su propio cuerpo (a sus “partes


sexuales impuras”), acompañada por una sensación y un sentimiento de asco
y repugnancia por lo sucedido. La vergüenza se une en forma devastadora
al miedo, a la humillación y al dolor psico-corporal. Al no tener maneras de
liberar por medio de palabras el agravio del trauma del abuso, la vergüenza
queda inscripta en el cuerpo, no permitiendo el desarrollo funcional integrativo
como expresión del amor.

Estas emociones quedan registradas en la memoria celular.


Aun pasados muchos años desde la situación del abuso sexual infantil,
los sentimientos permanecen intactos, algunas veces fuertemente ligados a
los recuerdos traumáticos, otras veces escindidos de los mismos.
En otros casos, muchos de los pacientes abusados sexualmente vienen
a psicoterapia sin memoria de la situación, muchas veces acompañados de
una amnesia general de los episodios de su niñez. El precio que tuvieron
que pagar para sobrevivir a la situación de abuso fue reprimir todo recuerdo,
disminuyendo la fuerza vital en sus cuerpos.
En ambos casos, cuando en el proceso psicoterapéutico comienza a
salir a superficie la situación existencial del abuso, se activa toda su estruc-
tura defensiva.

CORAZA CARACTERIAL
La experiencia de abuso sexual infantil deja una marca profunda en
los cuerpos de los infantes y en sus personalidades, jugando además un
grave papel en el establecimiento de sus estructuras defensivas.
El impacto del abuso en sus vidas adultas depende de la gravedad
de muchos factores: la edad en que fueron abusados por primera vez, su

– 243 –
relación con el abusador, el período de tiempo en que se extendió el abu-
so, el miedo que generó, etc. De todas maneras, tal como lo plantea Lyn
Mayo en sus dos trabajos sobre abuso sexual, aquellos que comparten la
experiencia del abuso sexual infantil, sufren consecuencias similares y un
proceso común en sus terapias.

Fue S. Freud el primero en señalar nuestra necesidad compulsiva de


repetición. Tendemos a repetir los escenarios de nuestras vidas que han sido
traumáticos porque tenemos la necesidad de reconocer las diferentes piezas
del trauma-puzzle, hasta tener una gestalt completa, en donde nuestras
piezas se junten nuevamente y puedan formar una totalidad.

A nivel caracterial el abuso sexual infantil produce una profunda situa-


ción disociativa que puede generar varios efectos, a saber:

*El sentido de self del niño abusado sexualmente queda seriamente


deteriorado pudiendo generar, de adultos, una compulsión a la repetición.
Por ejemplo, involucrándose con personas que abusen sexualmente de ellos,
que no los traten como personas sexuales, sino como objetos sexuales, en
la medida en que para ellos mismos es difícil vivir en sus cuerpos –ser sus
cuerpos– y defender sus derechos; en este sentido, pueden sentirse atraídos
por personas de personalidad similar a la del abusador, adoptando un rol de
sumisión sexual como un intento inconciente de liberarse de su “obsesión”,
reviviendo la situación e intentando completar la descarga (que en realidad
no se puede producir debido a la disociación corporal en que viven).
Este sentimiento de self frágil, vulnerable y dañado disminuye la
confianza en sí mismo, pudiéndose observar como trazos caracteriales
predominantes la timidez y el retraimiento (por ejemplo: no se sienten dig-
nos de participar en actividades o en ámbitos sociales, pierden interés en
su apariencia personal, etc.) o, por el contrario, trazos impulsivos donde
permanentemente están pulsando hacia el exterior como forma de no tomar
contacto con su núcleo dañado y herido.
La característica de sus relaciones puede oscilar, por lo tanto, en
vínculos simbióticos (al haber tenido una seria dificultad para vivirse como
persona separada y discriminada en su cuerpo y en sus deseos), o por el
contrario, en relaciones pasajeras (para no tener que abandonar tanto de
sí mismas y por su terror a la pérdida de amor y su miedo a la “simbiosis”).

* Tienen dificultades de relacionarse sexualmente y de obtener placer


en su sexualidad, envolviéndose inconcientemente en actividades que es-
tán predestinadas a fallar como forma de auto-castigo por sentirse “malas”
y culpables. Por ejemplo, tienen la idea de que ningún hombre lastimará a
una mujer si ella “cede” ante él (razonamiento falso y paradójico de mujeres
que sufrieron abuso sexual en la infancia).

­– 244 –
Les resulta muy difícil imaginarse en relaciones de pareja donde no
desarrollen un rol de víctima. En sus relaciones sexuales adultas tienen una
tendencia a dejarse usar y encuentran muy difícil parar esa práctica. Por
ejemplo, permiten repetidamente que otros saquen ventaja de sí, asumiendo
frecuentemente la culpa de que algo está mal en sus relaciones.
Les cuesta tomar contacto con sus propias necesidades, viviendo una
vida descentrada de su deseo. Por ejemplo, poniendo asiduamente su centro
fuera de sí mismos.

* Su auto-posesión queda dañada en la medida en que fue privado


del sentido de control sobre lo que ocurre en su cuerpo, desarrollando de
esta manera una conciencia disminuida de que pueden controlar sus pro-
pios cuerpos, sintiendo, por ejemplo, sentimientos de impotencia, angustia
y pasividad como consecuencia de la violación de su privacidad corporal y
del dominio de su vida.
En un nivel profundo las víctimas de abuso sexual sienten que sus
cuerpos no les pertenecen. Al haber sido invadidos y violados en su privaci-
dad corporal contra sus deseos, les cuesta experimentar los límites de sus
propios cuerpos, ya que en su infancia experimentaron vivencias abusivas
con una persona más fuerte físicamente, fuera de control, a la que sabían
que no podían detener, generándose así una experiencia terrorífica sin saber
cuando ésta terminaría.

* Viven sentimientos ambivalentes y conflictivos sobre la sexualidad.


Por un lado viven la sexualidad como expresión de amor, de deseo de
proximidad y de unión a otra persona, pero, por otro lado sienten hostilidad,
miedo, culpa, vergüenza y dolor, a raíz de sus experiencias infantiles. Por lo
tanto la sexualidad se integra difícilmente a su personalidad porque coexis-
ten corporalmente, en forma simultánea, la excitación sexual y el miedo, la
sensación de ser deseables y la vergüenza, el deseo y la culpa, etc. Esta
situación de ambivalencia se ve marcadamente en la compleja relación que
sienten y tienen con sus abusadores.

* En muchos casos el niño abusado sexualmente crece y puede co-


menzar a vivir la sexualidad como una fuerza irresistible y abrumadora, pero
escindida de su personalidad. Algunos casos se sienten poseídos por una
carga sexual como si fuera una fuerza ajena a su personalidad, sobre la que
no tienen ningún control, ni le producen, por otra parte, ninguna satisfacción
amorosa y genital. En otros casos les resulta difícil experimentar y/o expresar
cualquier sentimiento sexual interior, sin atemorizarse y cercenarse. Su estado
general es de falta de contacto, con un cuerpo incapaz de tolerar la carga
energética y una cabeza incapaz de integrar la emoción.

– 245 –
CORAZA SOMÁTICA
Si alguno de nuestros pacientes han sido abusados sexualmente, es
decir si han sufrido por otra persona algún tipo de falta de respeto por sus lí-
mites de una manera sexualmente intrusiva, podemos leerlo en su cuerpo.
Si realizamos una profunda y correcta lectura corporal hay signos
inequívocos que sugieren un abuso anterior. Tal como lo señala la psicote-
rapeuta bioenergética Angela Klopstech: “the body remembers even if the
mind does not”.

La lectura corporal (body reading) funciona idénticamente a una gramáti-


ca expresiva. Es decir, a través de una lectura corporal podemos comprender
el lenguaje del cuerpo de una persona que está expresando emociones con
sus gestos (funcionales o neuróticos), con su voz, con su mirada, con su
forma de moverse, con su forma de respirar, de sostenerse, etc. A través de
la lectura corporal podemos relacionar las tensiones crónicas de diferentes
partes del cuerpo con las actitudes caracteriales de quienes las presentan:
hacia su sexualidad, hacia sus sentimientos, hacia las otras personas, etc.

Algunas señales corporales distintivas de que una persona ha sido


abusada sexualmente en forma prematura son:
• ojos asustados y mirada aterrorizada,
• mandíbula tensionada,
• cuello rígido,
• pelvis bloqueada,
• poco enraizamiento,
• capacidad de expresarse emocionalmente con la voz severamente
disminuida.

Los principales bloqueos físicos y bioenergéticos los encontramos en


los segmentos cervical (occipital y supra-torácico), y torácico (en el chakra
cardíaco), en la zona de la cintura y en la pelvis (en el chakra de la raíz). Si
la parte inferior del cuerpo queda sensiblemente bloqueada, especialmente
la zona del perineo en la base de la pelvis (en el lugar entre la vagina/el pene
y el ano), el corazón sufre aun una herida quizás mayor, tal cual hubiese sido
roto a martillazos, arrancado o asesinado a puñaladas. Poder cicatrizar estas
heridas lleva mucho tiempo y exige del/a psicoterapeuta mucha suavidad,
paciencia y humildad.

En el trabajo con adultos sobrevivientes al abuso sexual infantil, uno


de los primeros pasos para hacer conciente esta zona crónica de tensión es
el de aprender a respirar en ella nuevamente. Esto resulta muy difícil porque
requiere atravesar la pelvis, la cual usualmente es la parte del cuerpo que ha
sido dañada y herida emocional y/o físicamente en los momentos de abuso

­– 246 –
sexual. En la medida en que el paciente comienza a recuperar su cuerpo,
se hace necesario liberar las emociones asociadas con el abuso, las cuales
aun roban mucha energía en el proceso de acorazamiento, y disminuyen
considerablemente la capacidad de sentir placer en la vida. La memoria
celular, cargada en la pelvis, necesita ser abierta para que las corrientes
energéticas puedan empezar a moverse en forma más libre, a través del
segmento pélvico nuevamente.

TRANSFERENCIA, CONTRATRANSFERENCIA Y
RESONANCIA
En mi caso particular la parte esencial del trabajo como psicoterapeuta
con pacientes abusados, es honrar a la persona que siendo pequeña fue las-
timada en un nivel profundo y vulnerable de su existencia, y que ahora como
adulto tiene la valentía y la fe de emprender el camino hacia su sanación.
Así como el setting tiene que ser seguro, confiable y tener los límites
bien definidos, en donde el paciente pueda ser entendido, cuidado y no juz-
gado, lo mismo sucede con la presencia, con el estar del psicoterapeuta. Su
actitud de resonancia con el problema del paciente tiene que poder garantizar
un contexto de aceptación, compasión, confianza, empatía y seguridad. Si no
se dan estas condiciones el mismo psicoterapeuta puede fácilmente repetir
la situación de abuso en su paciente, traicionando nuevamente a la persona
que depositó su confianza.

La resonancia tiene que ser la herramienta que posibilite ir construyendo


un presente y sanando el pasado. Si bien como psicoterapeutas bioenergé-
ticos jugamos nuestras mejores cartas a nuestra capacidad de resonancia,
no debemos desconocer la naturaleza y el poder de la transferencia y de la
contratransferencia, como patrones de distorsión e interferencia, y también
como herramientas psicoterapéuticas.
Los pacientes abusados pueden evocar emociones muy fuertes en el
vínculo transferencial. En la transferencia el psicoterapeuta puede inevita-
blemente ser identificado con el abusador. El cuerpo del paciente nos da
muchas señales al respecto. Por ejemplo, saltando defensivamente cuando
tocamos su cuerpo, aun luego de pedirle permiso y avisarle previamente en
qué zona se iba a hacer el toque e incluso de qué manera.

No nos tiene que asombrar que estos pacientes, en un nivel profundo,


desconfíen de cualquier fuente de ayuda. Ellos cargan en sus cuerpos con
mucha bronca hacia los adultos de su mundo, que no fueron en su ayuda
cuando las experiencias de abuso se produjeron. Así aprendieron solos a
“lamer su propia herida”.
Es importante entender que las personas que sufrieron abuso sexual
infantil fueron literalmente empujados a roles y sentimientos con los cuales

– 247 –
no se podían entender ni manejar a su edad. Sus propios límites corporales
fueron atacados, no respetados, no teniendo seguridad en su propio cuerpo
ni en sus límites.

Es decir que, a nivel transferencial, nos vamos a encontrar con:


• Confusión en los roles. En su historia los roles de hijo/a-esposo/a-
amante, quedaron alterados radicalmente.
• Dificultad y/o incapacidad de establecer una relación de confian-
za. Luego de haber sido victimizados por una persona en la que
confiaban y a quien querían, van a tener dificultad en establecer
relaciones de confianza, posteriormente.
• Profundos sentimientos de ambivalencia (amor-odio, confianza-descon-
fianza, deseo-miedo, etc.) derivados de la compleja relación que tuvieron
con el abusador, y que va a estar presente dinámicamente en la forma
y en el contenido de la transferencia.

Estos sentimientos transferenciales pueden despertar, a su vez, fuertes
sentimientos contratransferenciales. Por ejemplo, emociones negativas que
pueden ir desde un simple enfado hasta impulsos sádicos en el psicoterapeu-
ta. En esos momentos los terapeutas tenemos que prestar mucha atención a
lo que está pasando en nuestro cuerpo y elaborar las emociones en nuestro
propio proceso psicoterapéutico, analizarlas en la inter-visión desde nuestra
estructura caracterial y/o establecer un plan de trabajo corporal para poder
expresarlas.

Cada situación transferencial puede provocar una situación contratrans-


ferencial. Esta dinámica vivencial surge por la identificación del psicoterapeu-
ta con los objetos del paciente (contratransferencia complementaria).
En la medida en que las reacciones contratransferenciales son regi-
das por las leyes del inconciente, no podemos descuidarla, ni negarla sino
queremos caer en un círculo vicioso con el paciente. Por ejemplo, actuando
la ley de talión en el consultorio: cada situación transferencial positiva es
contestada, en un nivel, por una contratransferencia positiva, y a cada trans-
ferencia negativa del paciente, el psicoterapeuta responde vivencialmente
con una contratransferencia negativa6.

A nivel contratransferencial, tenemos que estar permanente en contacto
con nuestro cuerpo, explorando desde la auto-observación las señales que
éste nos da (tono muscular, ritmo respiratorio, afectos y sensaciones, etc.).
Tenemos que tener claro que la transferencia es necesaria para la proyección
afectiva. Actuar la contratransferencia no lo es. En otras palabras, todo lo

6 H. Racker, “Estudios sobre técnica psicoanalítica”; Paidós, México, 1966.

­– 248 –
que un paciente trae es pertinente y apropiado. Nunca puede ser culpado
por activar los “temas” del psicoterapeuta o “movilizarlo” emocionalmente.
Mantener al psicoterapeuta “a salvo” de sus problemas existenciales y
emocionales no es la tarea del paciente. Cuando se produce un acting-out en
este nivel, se corre el peligro de que el paciente asuma inequívocamente la
culpa por tal error en el proceso. Esto sucede muy a menudo con pacientes
que fueron abusados por sus propios familiares. Así como de niños hallaron
la manera de proteger al padre abusador, de adultos protegen al psicotera-
peuta y terminan asumiendo que el psicoterapeuta “lo debe estar haciendo
por mi propio bien”.

En resumen, el paciente abusado nunca tiene que ser culpado por


lo que sucede en el proceso psicoterapéutico, de la misma manera que el
niño no tiene ninguna culpa en relación al abuso. Debemos recordar que la
sexualidad y los sentimientos del paciente están en un nivel etario de 3 a 13
años, aunque estén expresándose desde un cuerpo adulto7.

PSICOTERAPÉUTICA8
La clínica bioenergética (especialmente desde el Análisis Bioenergético)
permite trabajar activamente la problemática del abuso sexual, focalizándose
en dicho problema, sin descuidar el análisis de base de los pacientes, ni la
situación social en que se produce.

La experiencia común de todos los psicoterapeutas que trabajamos


desde la clínica bioenergética la problemática del abuso sexual, es que el
proceso de sanación (healing) se desarrolla muy lentamente y puede pasar
por momentos muy dolorosos y dramáticos (por ejemplo: pensamientos
suicidas, ansiedad de volverse loco, etc.)
Desde la clínica bioenergética sabemos que nuestros cuerpos no
olvidan las experiencias traumáticas. En eso se basa el proceso de cura-
ción bioenergético: restablecer a través de la memoria celular la capacidad
natural de pulsación, mediante la rememoración corporal de experiencias y
de vínculos placenteros y saludables. Este proceso no se produce sin tocar
y atravesar momentos muy dolorosos.

7 V. Hilton, “Working with sexual transference”; The Clinical Journal of the International
Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 1.
8 A partir de este momento voy a hacer referencia al trabajo psicoterapéutico con adultos,
que sufrieron situaciones de abuso sexual en la infancia. Las notas que desarrollaré
a continuación no tienen una finalidad prescriptiva en relación con lo que debe ser
hecho, en la clínica bioenergética, con pacientes que sufrieron abusos. Creo que cada
psicoterapeuta debe desarrollar un estilo personal de trabajo, a partir de su propia esen-
cia y en función de las limitaciones de su estructura de carácter. Espero sí que estas
reflexiones técnicas sean útiles para aquellos que trabajan con personas abusadas.

– 249 –
En la mayoría de los casos el niño que sufre una situación de abuso
sexual no puede parar los hechos, por lo que desarrolla una estrategia
defensiva de sobrevivencia deshabitando su cuerpo y cortando la conexión
con sus sentimientos. Dado que el paciente abandonó su cuerpo a causa
del dolor, dicho dolor regresa cuando la persona toma contacto nuevamente
con su cuerpo.

Dörte Laschinsky discrimina tres grupos diferentes de personas abusa-


das, en función de la manera en que tienen de organizar sus recuerdos9.

Al trabajar con pacientes adultos que saben exactamente lo que les


sucedió pero que, en función de su estrategia defensiva de sobrevivencia, se
escindieron de sus sentimientos dolorosos (dolor profundo, tristeza, miedo,
bronca), el objetivo psicoterapéutico consiste en recuperar la emoción y
desbloquear los sentimientos.

Otro grupo de pacientes sabe corporalmente que han sido abusados


en su infancia pero su memoria es muy poco precisa. Con ellos la estrategia
psicoterapéutica implica el descubrimiento de los hechos, conectando con sus
sentimientos y trabajando desde ellos. Los señalamientos verbales apuntan
a reafirmar la confianza en sí mismo, en el saber corporal y en la capacidad
natural de auto-sanación; “tu cuerpo sabe”... “confía en tu cuerpo”... “permitíte
sentir”... “creé en lo que sentís”.

El último grupo de pacientes abusado es el que consulta por otra varie-


dad de temas y de conflictos, pero que, en determinado momento del proceso
psicoterapéutico, la problemática del abuso sexual irrumpe desde la profun-
didad de su historia y pasa a ocupar un lugar central en las sesiones.

Por más que en las primeras sesiones el psicoterapeuta haya tenido


una fuerte impresión contratransferencial de que la persona puede haber
sido abusada sexualmente (a través de la lectura corporal, a partir de la
entrevista y la elaboración de los datos anamnésicos), recomiendo no llevar
a los pacientes hacia ese problema, hasta que no puedan confrontar por sí
mismos su propia historia.

Para sanar la herida del abuso sexual y el split entre el cuerpo y el


alma de los pacientes se necesita darles un espacio confiable, un marco
seguro y un encuadre con los límites muy claros, que le permitan apropiarse
y exponer las experiencias del abuso, en un ambiente protector y de una

9 D. Lachinsky, “Working with sexually abused people: how to deal with the clients”; The
Clinical Journal of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 nº 1.

­– 250 –
forma integrativa10. Esta comprensión y expresión no tiene que ser impulsada
o incentivada por el psicoterapeuta. Aunque éste debe estar conciente que
hasta que no se produzca una elaboración, por parte del paciente, de sus
diferentes patrones caracteriales y transferenciales en relación a la temática
del abuso, los mismos tenderán a ser adoptados repetitivamente como formas
de confrontar su propia energía sexual.

En la medida en que el abuso sexual infantil es un trauma que inte-


rrumpe el proceso normal del desarrollo psicosexual, gran parte del trabajo
requerido en las sesiones es el de edificación del yo (building up the struc-
ture). Completar el trabajo de edificación del yo corporal permite contener
cantidades de energía sin quedar abrumado por las mismas.
En un nivel corporal, las personas abusadas necesitan encontrar los
modos de rearmar sus cuerpos contra la invasión física del exterior dirigida
a herirlas. Para ello desde el principio realizamos conjuntamente muchos
trabajos sobre el espacio personal (trabajo con las distancias) y la construc-
ción de límites. Particularmente comienzo trabajando mucho con la mirada
(facing), las manos (pushing back) y espaldas (backing) en posición de toma
de tierra de pie (ver capítulo anterior).

En esta primera etapa del proceso psicoterapéutico los señalamientos


se dirigen a que el paciente crea y confíe en su cuerpo. Para ello realizamos
trabajos de enraizamiento, trabajos suaves de respiración en el taburete
bioenergético (stool). Por lo que sugiero combinar el trabajo en el stool con
trabajos de respiración en posición supina, por ejemplo con ejercicios de
“ritmo interno”, pero sin realizar movimientos voluntarios en el segmento pél-
vico. Tal como lo señala la psicoterapeuta bioenergética Dörte Laschinsky, el
trabajo con el stool es especialmente efectivo en desbloquear emociones de
tristeza y de dolor, y en recuperar recuerdos inconcientes. Pero en personas
que sufrieron abusos, se debe realizar con mucha prudencia porque para
algunos de ellos puede ser tan atemorizador como una violación misma.
Especialmente aquellos que fueron abusados oralmente. Generalmente al
ir sobre el stool entran en estado de pánico.

Si el psicoterapeuta establece algún tipo de contacto corporal a través


del tacto se debe necesariamente pedir permiso al paciente para tocar su
cuerpo. Esta regla es aun más importante cuando trabajamos con personas
que sufrieron abuso sexual y que fueron víctimas de una relación incestuosa.
Un toque sin aviso puede ser una experiencia invasiva que congela aun más
la zona bloqueada por el miedo y el terror de la contracción traumática.

10 L. Fréchette, “Complex post-traumatic stress disorder”; The Clinical Journal of the


International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 9 nº 1.

– 251 –
En estos casos es también conveniente permitir al paciente decidir sobre
qué ropa usar en el trabajo biofísico11. No obstante, trabajamos con lo que
podemos observar y si el paciente necesita permanecer vestido, le pedimos
permiso para poner una mano en su pecho o en su vientre para apreciar la
profundidad y calidad de su respiración, y sentir los anillos de tensión que
dividen su cuerpo. El paciente nos puede ayudar en este proceso dándonos
informaciones verbales de sus sensaciones y emociones.

El tipo de contacto que utilizamos en gran parte del proceso (y funda-


mentalmente en esta primera etapa) consiste en toques de soporte y protec-
ción (holding). Por ejemplo: cuando una experiencia se vuelve demasiado
atemorizante e irrumpe desde la segunda camada con una rememoración
violenta, silenciosamente y con mucha firmeza y seguridad afirmamos los
pies del paciente sobre el diván o colchón, o agarramos firme y tiernamente
su mano, o sostenemos su cuello con una mano y su frente con otra, o
sujetamos su cabeza con ambas manos, ayudando al paciente en la auto-
expresión. Verbalmente reafirmamos la experiencia de holding y de grounding
en contacto con la realidad (sobre todo con la zona ósea y muscular de su
propio cuerpo): “sentí tus pies”, “estás aquí conmigo, podés expresar lo que
sentís”, “sentí tu columna”.
Este tipo de contacto (si bien es un toque simple) provee una presencia
humana importante con resonancia vibratoria y empatía emocional, y rea-
segura por lo general, la confianza existencial del paciente con su cuerpo
y sus sentimientos.

En situaciones de rememoración afectiva acompañada de momentos


de abreacción intensa, en donde el paciente se puede ver invadido por co-
rrientes caóticas de sentimientos y recuerdos intensos que le dan temor a la
desorganización psicocorporal, es necesaria una contención psicoterapéutica
desde el exterior, por parte del psicoterapeuta.
Una manera de utilizar el propio cuerpo del psicoterapeuta como con-
tención es sugiriéndole al paciente que adopte una posición fetal (si ya no
la ha adoptado naturalmente en la abreacción emocional), envolviéndose
alrededor de la espalda del psicoterapeuta, mientras éste le coloca una mano
en el cuello y con la otra lo abraza en los pies. Esta es una forma potente de
enraizamiento horizontal a través del cuerpo del psicoterapeuta.

Otra forma de contención que utilizamos cuando el paciente adopta na-


turalmente una posición fetal es colocar suavemente una de nuestras manos
sobre su vientre y la otra en forma de “concha de mar” sobre su oreja. Este

11 Más allá de que estemos en un encuadre psico-corporal analítico profundo que ameri-
taría que el paciente trabajara en ropa interior o malla para favorecer la lectura corporal
y el estado regresivo de la posición supina.

­– 252 –
toque puede producir una sensación similar al sonido filtrado por el líquido
amniótico en el momento de la vida intrauterina12.

Es conveniente comenzar a trabajar con la voz desde el principio, como


forma de conectar los órganos internos dañados, sugiriendo al paciente que
sonorice o verbalice la intensidad y la carga emocional que está sintiendo
adentro de su cuerpo. La voz es uno de los puentes entre lo conciente y lo
inconciente en nuestro cuerpo.
Absolutamente en la totalidad de las personas con las que trabajé que
sufrieron abuso sexual en su infancia, existía un bloqueo profundo para
realizar sonidos y pronunciar palabras en el trabajo corporal (no así para
hablar). Este bloqueo funcionaba idénticamente a la situación de silencio
de sus cuerpos que tempranamente fueron asaltados y ultrajados, pero que
debieron mantenerse en secreto. Este bloqueo (el de no tener voz) es mayor
aun en las víctimas de incesto.

Cuando los pacientes comienzan a creer en sí mismos, en sus sen-


timientos, en su vitalidad (aumentada progresivamente por medio de la
respiración, del enraizamiento y de la vibración), usualmente comienzan a
desarrollarse procesos profundos. En esos momentos el apoyo psicotera-
péutico tiene que ser total y el psicoterapeuta debe estar en permanente
contacto con su núcleo para poder ayudar a sus pacientes.

Los trabajos de enraizamiento (grounding) combinados con toma de


tierra (stamping, rubbing), movimientos lentos de arraigo (treading) y pataleo
(kicking, pushing, hitting) fortalecen el yo corporal de los pacientes e incre-
mentan la capacidad del organismo de lidiar con los recuerdos traumáticos,
que van emergiendo a la superficie durante el proceso psicoterapéutico.
Trabajamos con ellos permanentemente, para aumentar el repertorio cor-
poral de defensa del paciente. Es conveniente realizar estas acciones y
movimientos sugiriéndole al paciente que se exprese emocionalmente con
una voz en registro agudo, para permitir el desbloqueo del miedo, y estirando
las últimas letras (“¡porqueeeee!”, “¡fuera de mi cuerpooooo!”), para facilitar
la expresión emocional.
Aumentando la corriente de energía en las piernas incrementamos la
conexión con el suelo, y cuando esto sucede, estamos ayudando al paciente
a desarrollar una base segura, que los va a sostener (y cuidar de la infancia
traumática) una vez que la psicoterapia finalice.
Estos trabajos se pueden combinar con los actings desarrollados por F.
Navarro para el segmento torácico de la coraza muscular, es decir, golpear

12 F. Navarro, “Psicoterapia Reichiana I. Fundamentos médicos somatopsicodinâmica”;


Summus, San Pablo, 1987.

– 253 –
con los puños en el diván diciendo “yo” (movimiento que reafirma la iden-
tidad biológica y social) y diciendo “no” (movimiento que permite expresar
su no defensivo).
“Estos actings de golpear movilizan la energía torácica, y en
el tórax está el timo, la glándula que facilita la capacidad inmuni-
taria, expresión biológica de la capacidad de ser” 13.

A medida en que el trabajo de respiración aumenta y se incrementa el


potencial bioenergético de sentir placer y alegría en el cuerpo, las tensiones
musculares crónicas de la espalda y de la quijada necesitan ser trabajadas
con el fin de liberar la agresividad necesaria para los impulsos de extensión,
succión, etc. Por ejemplo a través de movimientos de reach out con los labios,
con los brazos y las manos, etc.

Tal como lo señala Al. Lowen para el trabajo con sobrevivientes de abu-
so sexual, es recomendable establecer un programa psicoterapéutico que
proporcione una situación controlada para la expresión de la ira.
Para protegerse de situaciones de abuso los pacientes necesitan ser
más agresivos (lo que implica necesariamente un trabajo con la voz, con sus
piernas y sus brazos, junto a sus ojos, mandíbulas y genitales). El experimen-
tar la situación de enojo permite restablecer la integridad psico-corporal.
Para ello es importante no cometer el error técnico que le he visto
realizar a algunos terapéutas gestálticos y orgonomistas, que le sugieren
al paciente descargar el impulso agresivo golpeando sentados sobre un
almohadón que tienen enfrente. Esta posición corta la corriente energética
agresiva en la zona sacro lumbar, al carecer el paciente de arraigo (grounding)
en las piernas para realizar la descarga. Por lo tanto recomiendo realizar
todos los trabajos de descarga y desbloqueo de ira en posición de pie (toma
de tierra), luego de haber realizado la posición del arco bioenergético con
los brazos en alto. Con las pacientes mujeres es muy conveniente utilizar
la raqueta para la descarga sobre los colchones. Es importante señalar
que el arco funciona bien sólo cuando ambos de sus extremos están bien
asegurados: los pies en contacto con el suelo y la mirada en un punto fijo
perpendicular al torso.

Los trabajos con posiciones pasivas que realizábamos en la primer


parte del proceso psicoterapéutico se comienzan a combinar con movimien-
tos activos. Los primeros producen un efecto bioenergético acumulativo,
permitiendo lograr un mayor contacto con el cuerpo, aumentando las sen-
saciones corporales y liberando tensiones crónicas mediante la vibración

13 F. Navarro, “Metodología de la vegetoterapia caracteroanalítica. A partir de Wilhelm


Reich”; Orgón; Valencia, 1993.

­– 254 –
y los movimientos involuntarios. Los segundos permiten liberar la tensión,
desarrollando la coordinación y el control (auto-posesión)14.

En caso de que el paciente sienta confusión al venir a la superficie dos


emociones al mismo tiempo, es necesario que el psicoterapeuta lo ayude a
discriminar y a expresar una por una. Por ejemplo, si el paciente siente bronca
y tristeza, junto a un profundo dolor en el pecho, el psicoterapeuta le sugiere
liberar el llanto en el stool o en posición de decúbito supino antes que seguir
con movimientos para la descarga de la bronca. Por ejemplo: retorciendo
una toalla de mano, mordiéndola, pataleando, golpeando con la raqueta,
etc. Liberar el llanto posibilita aliviar el dolor interno. No cambia la situación
externa ni el pasado, pero es un movimiento emocional de descarga y ar-
monización que permite recobrar la fluidez corporal. Hay pacientes hombres
que sufrieron abuso sexual temprano y que no pueden llorar profundamente,
porque el quiebre del control les aterroriza y los congela. En estos casos el
trabajo debe ser lento, suave y con mucha paciencia.
Particularmente descarto de mi caja de herramientas toda técnica in-
trusiva de contacto que pueda causar dolor físico al paciente abusado, como
por ejemplo, presiones controladas sobre los maseteros, en la zona occipital
o púbica. Estas técnicas pueden llevar al paciente a un congelamiento brusco
en la zona afectada, produciendo un movimiento regresivo de contracción
que puede tirar por la borda meses de trabajo previo y dañar la confianza
depositada en el proceso psicoterapéutico. En otros casos puede derivar
en un corte abrupto del proceso psicoterapéutico por parte del paciente al
sentirse invadido, usado y aterrado.
La última fase del trabajo biofísico en el proceso psicoterapéutico con
personas abusadas no se basa tanto en la auto-expresión de emociones
dramáticas, sino que envuelve al segmento pélvico y su conexión estraté-
gica con los segmentos diafragmático y abdominal, en un movimiento de
reapropiación de la sexualidad.
Para esta fase son recomendados ejercicios de caída (falling), puente
bioenergético (bridging), trabajos directos sobre el segmento pélvico (empu-
jando la pelvis contra el colchón, lateralización y golpeteo de pelvis, apertura
y cierre de piernas en posición supina)15, junto a los actings del “gato”, del
“remador” y de la “medusa” 16.
Luego de esta fase se tiene que prestar especial atención al trabajo de
armonización y de integración entre el corazón y la pelvis. En esta parte del
proceso psicoterapéutico (al igual que al principio) es recomendable trabajar

14 A. Lowen, “La traición al cuerpo”; Era Naciente, Buenos Aires, 1995.


15 A. Lowen y L. Lowen, “Ejercicios de bioenergética”; Sirio, Barcelona, 1989.
16 F. Navarro, “Metodología de la vegetoterapia caracteroanalítica. A partir de Wilhelm
Reich”; Orgón; Valencia, 1993.

– 255 –
con técnicas “suaves” y en posición de decúbito supina, favoreciendo así la
integración y la entrega a las corrientes energéticas tiernas.
Por ejemplo, respirando suavemente dejando salir un sonido grave sin
ningún esfuerzo (low float). Este tipo de respiración produce un relajamien-
to amplio y global en todo el organismo, ayudando el feedback acústico a
profundizar la respiración.
Otra posibilidad es sugerirle al paciente que imagine en la inspiración
que el oxígeno (la vida) corre por detrás, subiendo por la espina dorsal y
pasando por la cabeza, y que en la espiración el flujo desciende por la frente
hasta llegar a la pelvis. Esta es una técnica muy vitalizante.
Podemos sugerirle al paciente que respire en determinada región del
cuerpo más o menos tensionada. Por ejemplo, dejando entrar el aire por el
pecho y saliendo por el mismo lugar, imaginando que en la fase inspiratoria
está llevando un color hacia la zona del corazón, al tiempo que en la fase
espiratoria deja caer suavemente la cabeza hacia atrás en un gesto de
entrega.
También podemos combinar los trabajos bioenergéticos y reichianos
con técnicas dinámico-expresivas: cantar una canción en el stool, dibujar y
pintar el corazón evolutivamente tal cual lo sintieron en la infancia y en la
adolescencia, tal cual lo sienten en la actualidad y tal cual les gustaría que
estuviera, etc.
A diferencia de lo que vimos en pacientes con pánico en capítulos an-
teriores, a los pacientes abusados no les sugiero ningún trabajo para hacer
en el hogar, entre sesión y sesión. Incluso me resisto a nombrar los trabajos
psicoterapéuticos con el nombre de “ejercicios” bioenergéticos, pues puede
colarse, irreversiblemente en la expresión, un espíritu gimnástico. Creo que
proponer la realización de un trabajo corporal en la casa para tomar con-
ciencia de las tensiones, para aumentar la vitalidad y para recuperar más
cuerpo para sí, puede adquirir fácilmente una cualidad mecánica en los
pacientes abusados. Lejos de producir el encuentro deseado en la relación
transferencial, que es el que permite entrar en contacto con el propio cuerpo
para perder el miedo a sí mismo y al otro, los “deberes domiciliarios” ofician
de resistencia en el proceso de sanación. Algunos pacientes pueden incluso
hasta querer repetir la sesión psicoterapéutica en sus casas, pero el resultado,
obviamente, no se repite. Particularmente doy mucha importancia al hecho
de que las personas puedan transferir las experiencias de las sesiones para
sus vidas cotidianas.

La compleja psicodinámica del abuso sexual se ve reflejada por el


hecho de que usualmente los niños abusados no tienen la posibilidad real
de llegar a nuestros consultorios. La mayoría de ellos no tienen a nadie que
los lleve a consulta. Ellos tienen que crecer con las marcas del abuso en sus
cuerpos, para luego poder llegar a nuestros consultorios, habiendo cargado

­– 256 –
(conciente o inconcientemente) con el trauma y el dolor de la experiencia
durante años17.

Analíticamente el trabajo se centra en la situación de impotencia vivi-


da en el pasado que generó la experiencia traumática del desamparo. Por
ejemplo, en el hecho de haber estado totalmente incapacitados en detener
la violencia que les causó el abuso, generando un daño mental, corporal,
emocional y espiritual.
Estas sensaciones de impotencia y de desamparo tienen que ser
confrontadas con los sentimientos de vergüenza y de culpa inscriptos en
el cuerpo y en el carácter, que generan un círculo vicioso. Por un lado, al
traer a luz la experiencia enterrada se reduce la vergüenza, levantando el
secreto: nombrando lo innombrable, pensando lo impensable, expresando
lo inexpresable, sintiendo lo insensible. Por otro lado, es de fundamental
importancia reafirmar enfáticamente y en forma permanente que el paciente
no tiene ninguna culpa por lo que le sucedió en su pasado. Un niño en su
deseo de contacto con un adulto busca amor y no sexualidad genital. Por lo
tanto no tiene que sentirse en absoluto culpable, porque no lo es en ningún
sentido.

En un primer momento la estrategia analítica se sostiene en desarrollar


el sentimiento de auto-afirmación. Es decir, que los pacientes pueden estar
a cargo de sus vidas y, que por lo tanto, pueden tener el control de sus pro-
pios cuerpos. Esta declaración que suena muy obvia no lo es tal para los
pacientes abusados. En su historia-acontecimiento los pacientes abusados
no desarrollaron la habilidad de decir “No”. Ellos tienen que hacer conciente y
poder apropiarse del derecho de decir “¡No!”18. Esto implica un doble proceso
a través del auto-conocimiento psicológico y del (re)aprendizaje corporal.

Tal como lo exponía anteriormente, en la clínica bioenergética tenemos


muchas maneras de trabajar con el cuerpo para facilitar esta conexión. Ayudar
al paciente a enraizarse, a adquirir un sentido de sus propios límites físicos,
a facilitar el uso de su voz, de sus brazos y de sus piernas para recuperar el
sentido de auto-posesión de su propio cuerpo, son vías privilegiadas para
desarrollar la capacidad de decir “¡No!”. La cual está severamente dañada
en los pacientes abusados. Al. Lowen expresa con mucha claridad este
problema:

17 L. Mayo, “The abused child grows up and walks into our office”; The Clinical Journal
of the International Institute for Bioenergetic Analysis; vol 3 nº 2.
18 En términos del desarrollo evolutivo, este derecho comienza aproximadamente a los
ocho meses de vida y se extiende hasta los dos años y medio, siendo de fundamental
importancia para ir adquiriendo el sentido de singularidad, de discriminación y de
autonomía yoica.

– 257 –
“la incapacidad de decir NO se manifiesta en el comporta-
miento del paciente bajo el estrés de situaciones de la vida. No
puede decirles NO a las figuras con autoridad, no puede rechazar
amablemente exigencias que considera excesivas y no puede
resistirse a las presiones de su medio social... El NO de un niño
puede suprimirse, pero no eliminarse. Se mantiene operativo en
el inconciente y se estructura en tensiones musculares crónicas,
principalmente en la región del cuello y la cabeza. Los músculos
que hacen rotar la cabeza de un lado a otro en el gesto de nega-
ción se vuelven rígidos y espásticos para inhibir este gesto. Se
endurece el gesto de la persona y su NO silencioso se transforma
en obstinación inconciente. Los músculos de la mandíbula se
contraen de manera tal que ésta adquiere una expresión rígida y
desafiante o una actitud de encerrarse en el sí-mismo. Se desa-
rrollan tensiones musculares en la garganta para reprimir el grito
desafiante. Estas tensiones musculares crónicas representan
una negación inconciente. Dado que estas tensiones musculares
reducen la motilidad del individuo, éste está efectivamente dicien-
do no me moveré. Su rigidez corporal constituye una resistencia
inconciente que toma el lugar de la oposición que él no podría
expresar” 19.

Como analistas bioenergéticos reichianos tenemos que estar prepa-


rados para trabajar con la resistencia de estos pacientes, ya que el primer
“¡No!” le será dicho al psicoterapeuta, aunque no nos guste el momento o
el tiempo en que el paciente eligió para decirlo. Un temprano “No” puede
aparecer relacionado al trabajo corporal, y en especial a determinadas técni-
cas donde el paciente pudiera revivir una situación invasiva y atemorizante,
a partir de la cual moviliza toda su estructura defensiva. El psicoterapeuta
puede reaccionar entonces de distintas maneras:
• honrando el “No” del paciente, señalándole que en el consultorio
ellos están a cargo de sus propios cuerpos y no tienen que realizar
nada que realmente no quieran hacer;
• respondiendo a la resistencia, introduciendo una explicación peda-
gógica tranquilizadora del porqué de la sugerencia de ese trabajo
y no otro, en ese momento determinado;
• elegiendo otra técnica que sea menos amenazadora para el pacien-
te, pero que sea igualmente beneficiosa para su situación clínica.

19 A. Lowen, “La experiencia del placer”; Paidós, España, 1994.

­– 258 –
Este trabajo auto-afirmativo posibilita, en una segunda etapa, movilizar
la agresividad del paciente para poder dirigirse expansivamente hacia lo que
desean (reaching out).
La experiencia auto-afirmativa de expresión del “No” deriva en esos
momentos en la búsqueda de las formas de expansión funcional que permitan
la reapertura hacia el “Sí” bioenergético y psico-corporal.
En ese momento el análisis se centra en la (re)identificación con los
sentimientos sexuales y amorosos e implica un trabajo muy sutil de armo-
nización e integración: entre las corrientes energéticas agresivas y tiernas,
entre la pelvis y el corazón, etc.20

En resumen, la complejidad del trabajo clínico con pacientes abusados
sexualmente es múltiple, los desafíos son muy grandes, aunque la gratifi-
cación lo es aun mayor.
En mi opinión la clínica bioenergética quizás sea una de las mejores
formas de psicoterapia para ayudar a estas personas a recuperar sus cuer-
pos, sus sentimientos, su vitalidad afectiva, y poner en orden su sexualidad,
tomando contacto con el derecho a expresar lo que habían negado y ocultado
durante tanto tiempo.
A partir de 1999, para el abordaje clínico del abuso sexual, hemos
potenciado el dispositivo bioenergético con las distintas Técnicas de Integra-
ción Cerebral de la Psicotraumatología contemporánea, también conocidas
como Power Therapies (Terapias Poderosas o de Alto Impacto Energético y
Emocional). Entre las técnicas que reforzamos nuestra caja de herramien-
tas psicocorporal se encuentran: EMDR –Eye Movement Desensitization
and Reprocessing– (Desensibilización y Reprocesamiento a través de
Movimientos Oculares), EFT –Emotional Freedom Techniques– (Técnicas
de Liberación Emocional), TFT –Thought Field Therapy– (Psicoterapia del
Campo del Pensamiento), TIR –Traumatic Incident Reduction– (Reducción
de Incidente Traumático).21

El dispositivo bioenergético nos da la posibilidad y el coraje de co-


nectarnos con nuestra energía sexual en un camino no abusivo, al tiempo
que nos vamos apropiando de nuestra historia, personal y colectiva, y nos
damos la oportunidad de crear nuevas relaciones: saludables, creativas,
esperanzadoras y amorosas.

20 En un momento avanzado del proceso psicoterapéutico se puede “energizar” la resis-


tencia tal como lo desarrolla Bennet Shapiro en su trabajo, “Healing the sexual split
between tenderness and agression” (presentado en las 11as. jornadas del International
Institute for Bioenergetic Analysis, Miami Beach, Florida).
21 Para una mayor descripción estas técnicas ver el próximo capítulo.

– 259 –
El trabajo de prevención desde una perspectiva reichiana es una de las
salidas que tenemos para contribuir a ponerle un freno a la violencia sexual
hacia los niños y hacia las estructuras familiares y sociales autoritarias.

­– 260 –
2.4
Trauma y campo social1

A finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en las sociedades
disciplinarias y patriarcales, los biotipos “duros” y rígidos (estructuras
neurótica y psiconeurótica) predominaban sobre los biotipos “blandos” (es-
tructuras border-line y estructuras psicóticas), influenciando el trabajo de
Charcot, de Freud, y también de Wilhelm Reich, quien desarrolla las técnicas
de análisis de carácter, de vegetoterapia y de desacorazamiento orgonómico
para el trabajo con los pacientes acorazados.

CORAZA Y DÉFICIT DE ACORAZAMIENTO


Por un lado, en los últimos sesenta años, con la creciente incorporación
de las mujeres como fuerza de trabajo fuera del hogar, los niños comienzan
a desarrollarse cada vez más en la ausencia física de sus madres.
Por otro lado, los niveles crecientes de estrés que vivimos en la
contemporaneidad han extendido los miedos básicos (antes asociados al
complejo edípico y al miedo a la castración) a los primeros años de vida
(miedos neo-natales) e incluso a períodos intrauterinos (miedos embriona-
rios y miedos fetales). De esta manera, las situaciones traumáticas de los
primeros años de vida, encuentran a las personas con menor capacidad
defensiva. Se produce así un corrimiento de las defensas más evoluciona-
das (coraza caráctero-muscular) a defensas menos evolucionadas (coraza
visceral, coraza epidérmica, coraza cerebral y coberturas caracteriales) como
forma de compensación del creciente aumento de los núcleos disociativos
y depresivos.
Uno de los analizadores de la clínica contemporánea es que se está
produciendo un movimiento de desestructuración de los cuerpos predo-
minantemente acorazados de las sociedades disciplinarias (masoquistas,
obsesivos, histéricos, rígidos), hacia cuerpos con déficit de acorazamiento
(esquizoides, esquizo-orales, narcisistas, depresivos, impulsivos, psicopatías,
borders, etc.) en donde hay falta de estructura interna, de corporización, de

1 Trabajo presentado en el IV Congreso Mundial de Estrés Postraumático, Buenos


Aires, 21-24 junio 2006.

– 261 –
enraizamiento, de centramiento, de contacto, y en donde predominan las
coberturas caracteriales2 a las estructuras caracteriales.

NUEVAS ESTRATEGIAS CLÍNICAS


PARA EL ABORDAJE DE LOS SÍNTOMAS
CONTEMPORÁNEOS
De los tiempos en que Wilhelm Reich y Alexander Lowen desarrollaron
metodologías precisas para el abordaje de la coraza caráctero-muscular,
discriminándose así creativamente del Psicoanálisis, la psicoterapia corporal
contemporánea ha tenido la necesidad de ampliar su repertorio conceptual y
sus cajas de herramientas técnicas. Se fueron creando así nuevas estrategias
de abordaje clínico, para poder intervenir en patologías que llegan a nuestra
consulta casi sin palabras, con equilibrios emocionales muy precarios y con
un déficit de soportes internos y/o externos.
Los ataques de pánico, el estrés postraumático, la fatiga crónica, el
aumento creciente de las inmunodeficiencias, de las enfermedades auto-
inmunes, de los trastornos basales del sueño, de la alimentación y de la
sexualidad, son algunas de las formas privilegiadas que adquieren los anali-
zadores naturales actuales de nuestra clínica. Así como también el burn out,
la traumatización vicarizante y el desgaste por empatía que comienzan a sufrir
los profesionales que se ponen a asistir dichas patologías y biopatías.

¿Qué herramientas hemos desarrollado en la clínica bioenergética,


en particular, y en la psicoterapia corporal, en general, para trabajar
con los síntomas contemporáneos?

A partir de los 80 las técnicas psicopsicoterapéuticas dentro de la psico-


terapia corporal fueron consecuentemente modificadas hacia intervenciones
no invasivas, en donde lo maternal, lo empático y lo suave comenzaron a
instituirse en estrategias de intervención para la compensación y la reparación
del déficit, predominando sobre las estrategias de análisis de conflictos. De la
misma manera la urgencia y la intensidad de los traumas contemporáneos,
difícilmente metabolizables y dosificables, fueron desplazando del foco psi-
coterapéutico a los traumas de desarrollo.

En el marco de la creación del primer curso de especialización en Clínica


Bioenergética Breve y Focal (módulo anual del curso de especialización en

2 En Clínica Reichiana definimos a la cobertura caracterial como aquella caracterialidad


que se construye dinámicamente para encubrir núcleos disociativos y/o depresivos.
Dichos núcleos, por lo general, se generan en períodos intra-uterinos o neonatales y
pueden emerger, en situaciones de disestrés, violencia o excesivamente perturbadoras,
cuando la cobertura caracterial “detona” y se rompe.

­– 262 –
Análisis Bioenergético Reichiano) comenzamos a analizar epistemológica y
metodológicamente la relación entre trauma y campo social.
Una de las conclusiones que hemos sacado en nuestro colectivo TEAB
(Taller de Estudios y Análisis Bioenergético) es que en este contexto social
histórico invertir las energías en el desarrollo de nuevas estrategias clínicas
de intervención y en la creación de dispositivos de solidaridad operantes
debería ser una prioridad de todo colectivo psicológico que tenga como
objetivos intentar desarrollar acciones más efectivas en el campo social.
Desde el año 97 una de nuestras mayores preocupaciones consistió
en desarrollar una Clínica Social, una Pedagogía Bioenergética, que permita
prevenir la transmisión de los procesos de acorazamiento de generación en
generación. Sabemos que padres traumatizados crean hijos traumatizados,
que a su vez, tenderán a herir a sus congéneres e hijos, retroalimentando
una cadena de situaciones violentas y traumáticas que generan un círculo
vicioso sin fin.
Desde el punto de vista reichiano sabemos además que nuestro orga-
nismo tiene una capacidad innata para auto-regularse, aun en situaciones
adversas. Esta es una de las causas que nos llevó a tomar contacto con los
últimos descubrimientos realizados por las neurociencias y con los procedi-
mientos psicoterapéuticos de la psicotraumatología contemporánea (EMDR,
TFT, TIR, TIC, etc.) que posibilitan activar los mecanismos naturales de cura
que se encuentran en nuestro cuerpo.

Describamos brevemente, cuatro de estas técnicas que hemos incor-


porado a nuestro dispositivo de intervención.

1) EMDR Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibiliza-


ción y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares):

Esta técnica se utiliza aplicando un protocolo altamente sistematizado


en donde se le pide al consultante que mantenga en su mente:
- una imagen visual o auditiva de un recuerdo traumático o una
creencia limitante;
- una evaluación negativa de sí en ese hecho;
- la emoción que emerge en el presente referida al hecho;
- y la respuesta sensorial.
El proceso incluye la medición de las emociones perturbadoras y una
evaluación cognitiva del paciente. La escena traumática es trabajada por
medio de movimientos oculares bilaterales. Los movimientos oculares rítmi-
cos bilaterales son un proceso natural del cuerpo (presentes en la fase REM
del sueño) que permiten restablecer el equilibrio del organismo que quedó
alterado en el incidente traumático.

– 263 –
Los movimientos oculares bilaterales parecen producir un efecto directo
sobre el cerebro, destrabando el sistema nervioso y permitiendo al cerebro
procesar las experiencias traumáticas a través de la desintensificación de
las mismas.

Este dispositivo de desensibilización y reprocesamiento restablece


el procesamiento de las informaciones (el equilibrio bioquímico del sistema
de procesamiento de información), de forma tal que las imágenes, sonidos,
olores, sentimientos y/o sensaciones desagradables, asociados a la situación
traumática ya no serán revividos cuando el evento traumático es traído a la
memoria. Es decir, aun cuando una imagen traumática pueda ser recordada,
su efecto perturbador disminuye sensiblemente o literalmente desaparece.
El reprocesamiento es importante además de la desensibilización ya que
una persona incide radicalmente sobre su estado de salud según el tipo de
imagen que tenga sobre sí. Los movimientos oculares bilaterales funcionan,
en primera instancia, como un buscador de recuerdos, y en segunda instan-
cia, reducen la intensidad de los pensamientos perturbadores procesando
el material inconciente, a través de la reconexión funcional entre diferentes
áreas de los dos hemisferios cerebrales.
Junto a los movimientos oculares, se van alternando otras formas de
intervención corporal (toques, tapping, estimulación auditiva, foto estimula-
ción, etc.), y una intervención verbal sistematizada.

La estimulación bilateral realizada a través de EMDR hace que los


materiales perturbadores pierdan su fuerza dentro del organismo, siendo
sus efectos profundos y de larga duración, sin producirse desplazamientos
sintomáticos. Es actualmente la corriente psicoterapéutica que tiene más
investigación a nivel clínico, siendo sus resultados científicamente objeti-
vables.

2) TIR Traumatic Incident Reduction (Reducción de Incidentes Trau-


máticos).
El presupuesto básico del TIR es que todas las emociones, sentimien-
tos, dolores, actitudes, sensaciones perturbadoras y no deseadas, pueden
tener un evento traumático en su raíz. El TIR está dirigido a alcanzar esa
raíz traumática, y resolverla descargando su carga emocional. Cuando
el episodio traumático es conocido, el procedimiento consiste en que el
consultante recorra mentalmente el episodio traumático repetidamente.
Al final de cada recorrida, cuenta qué pasó. Es de esperar que, a medida
que el consultante recorre una y otra vez el incidente traumático, se vayan
recuperando fragmentos perdidos de la memoria traumática, se produzcan
abreacciones emocionales, y el relato se vaya transformando paulatinamente,
hasta dar paso a una descarga emocional total, aliviando el sufrimiento, y
conduciendo a insights y cambios cognitivos significativos. La intervención

­– 264 –
del psicoterapeuta está altamente pautada. El protocolo consiste en una
serie de preguntas fijas que conducen al paciente a entrar en contacto con
la situación traumática, así como con los sentimientos, sensaciones y cog-
niciones que se producen en dicho contacto. Se le pide al consultante que
vaya al principio del incidente, que lo recorra mentalmente en silencio, y
finalmente que cuente qué pasó. El psicoterapeuta no ofrece intervenciones
ni interpretaciones, las cuales son hechas espontáneamente por el mismo
consultante. Toda la atención del consultante debe estar orientada hacia
adentro, a recuperar esa memoria traumática, entrar en contacto con ella y
ponerla en palabras, descargando en cada pasada el incidente traumático
al modo de un unfolding process, permitiéndole al incidente archivarse allí
adonde pertenece: el pasado.

3) TFT Thought Field Therapy (Psicoterapia del Campo del Pensa-


miento).
Para la Psicoterapia del Campo del Pensamiento la forma en que
pensamos está relacionada directamente al campo bioenergético corpo-
ral. Esta técnica es una alternativa a intentar confrontar los pensamientos
perturbadores o la perturbación emocional por medio de intervenciones
verbales más o menos sistematizadas. Utilizando movimientos oculares,
estimulaciones bilaterales con técnicas de auto-tapping y acupresiones
en puntos específicos, TFT interviene directamente, en un nivel profundo,
en el desequilibrio del sistema bioenergético corporal. Por medio de estos
movimientos oculares, combinados con toques rítmicos y presiones contro-
ladas, interviene en el campo energético corporal generando efectos en el
campo del pensamiento. El procedimiento es muy simple, no requiere de
verbalización y puede ser auto-aplicado.
Se contacta con un problema, dirigiendo sensiblemente la atención a
pensar en una situación traumática, en un recuerdo perturbador o en una
creencia limitante. Se procede a golpearse suavemente con la yema de los
dedos, varias veces y en forma rítmica, siguiendo una secuencia específica
de puntos de acupresión tomados de la medicina china (generalmente loca-
lizados al comienzo o al final de los meridianos energéticos), combinándose
además con otras técnicas de estimulación bilateral.

4) TIC (Técnicas de Integración Cerebral)


En el TEPT (trastorno por estrés postraumático) se produce un bloqueo
en la arquitectura de las conexiones interhemisféricas del cerebro, quedando
las situaciones traumáticas alojadas frecuentemente en el hemisferio no
dominante (generalmente el derecho). Las técnicas de integración cerebral
(creadas entre otros colegas investigadores por Roger Sperry, Patricio Tres-
saldi, Bernard Schiff, Frederic Schiffer, y desarrolladas por Pablo Solvey y
Raquel Ferrazzano de Solvey en el Río de la Plata) permiten establecer un
pasaje entre uno y otro hemisferio en forma rápida y secuencial a través

– 265 –
de una estimulación alternada de cada hemisferio, permitiendo establecer
un gradiente descendente de la perturbación existente, a medida que los
hemisferios se van integrando. La técnicas de integración cerebral se apli-
can pensando en un tema perturbador (traumas, fobias, ideas obsesivas,
creencias negativas, duelos, etc.) tapando y destapando alternadamente
los ojos o utilizando dos pares de anteojos en cada uno de los cuales está
tapado completamente el acceso de estimulación lumínica de un ojo, y 3/5
del lado interno del otro, estimulando en grado preponderante el hemisferio
del lado contralateral al que percibe la luz. Al activar los hemisferios en
forma rápida y secuencial se van produciendo flujos de información (la de
cada hemisferio en particular) a través del cuerpo calloso, permitiendo ligar
así velozmente las creencias negativas con las soluciones o recursos que
el paciente posee. Al integrar ambas “miradas” hemisféricas disminuye rá-
pidamente la perturbación, ya que al integrarse las experiencias de ambos
hemisferios, se modifican las cogniciones y sentimientos bloqueados que
pueden estar fuera del alcance del paciente, al mismo tiempo que se posi-
bilita, integrativamente, tener acceso a nuevos recursos, bloqueados por el
trauma o por las situaciones perturbadoras.

CLÍNICA DE LA MULTIPLICIDAD
(Kesselman, Pavlovsky, Gonçalvez)
Los psicoterapeutas corporales hemos trabajado desde los comienzos
de nuestra práctica clínica con técnicas de estimulación bilateral que utilizan la
capacidad innata de nuestro cerebro para el desbloqueo, la desintensificación
y el procesamiento de las situaciones traumáticas. El Análisis Bioenergético
y el Análisis Reichiano han desarrollado dichas técnicas apoyándose en el
concepto reichiano de auto-regulación organísmica. A través de movimientos
oculares con o sin estimulación luminosa, a través del toque psicoterapéu-
tico y a través de la realización de actings neurovegetativos reichianos y de
ejercicios estándar de la bioenergética loweniana, la clínica Psicocorporal
desarrolló una amplia gama de intervenciones somáticas y verbales que
tienen una gran convergencia con las herramientas de la psicotraumatología
contemporánea.
En el curso semestral del TEAB “Nuevas Estrategias Clínicas para el
Abordaje de los Síntomas Contemporáneos”, hemos logrado la sistemati-
zación de intervenciones psicocorporales de raíz reichiana con las interven-
ciones integrativas de la psicotraumatología contemporánea, produciendo
a partir de allí distintas estrategias y dispositivos: Clínica Laboral, Clínica
Bioenergética Breve y Focal, Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma,
etc.
Dichos dispositivos se desarrollan a partir de una integración dinámica,
móvil y estratégica de lo que denominamos Clínica de la Multiplicidad.

­– 266 –
Llamamos Clínica de la Multiplicidad a aquellos dispositivos clínicos que,
(en nuestro caso, desde el entrecruzamiento entre la Clínica Bioenergética
Reichiana, la Psicología Social Universitaria y la Psicotraumatología Contem-
poránea) generan altos grados de transversalidad entre corrientes (Psicología
Social, Análisis Bioenergético, Análisis Reichiano, Esquizoanálisis, Gestalt-
psicoterapia, Orgonomía, Psicodrama, Socioanálisis, etc.) produciendo
líneas transdisciplinarias como el Análisis Bioenergético Reichiano, la Clínica
Bioenergética Organizacional, la Bioenergética Social, el Esquizodrama,
la Bio-Gestalt, el Trasanálisis, etc., integrando además dinámicamente los
aspectos somato-psíquicos y grupales-institucionales en un abordaje ener-
gético e integrativo.

La Clínica de la Multiplicidad busca crear nuevos dispositivos y/o po-


tenciar los dispositivos clínicos existentes en un encuentro transdisciplinario
que no se limite a una única visión teórica sistemática y exclusiva, ni a una
única regulación técnica, dando lugar a distintas tecnologías de intervención,
esencialmente creativas y productoras de nuevos sentidos.

Psicología Social y Psicoterapias Psicotraumatología:


del Trabajo: corporales:
• Análisis Institucional • Análisis Bioenergético • EMDR / Eye Movement Des-
• Socioanálisis • Análisis Reichiano ensitization and Reprocessing
• Esquizoanálisis • Vegetoterapia (Desensibilización y Reproce-
• Psicología Social Ope- • Orgonomía samiento a través de Movimien-
rativa • Biosíntesis tos Oculares)
• Análisis Organizacional • Análisis Biodinámico • TFT / Thought Field Therapy
• Psicología del Trabajo y • Psicología Formativa (Terapia del Campo del Pensa-
de las Organizaciones • Core Energetics miento)
• Bioenergética Suave • EFT / Emotional Freedom Tec-
• (Gentle Bioenergetics) nique (Técnicas de Liberación
• Psicodrama Emocional)
• Gestalt • TIR / Traumatic Incident Reduc-
tion (Reducción de Incidentes
Traumáticos)
• TIC (Técnicas de Integración
Cerebral)
• Debriefing
• SE / Somatic Experience (Ex-
periencia Somática)
• Clínica Laboral
• Clínica Bioenergética de las Organizaciones
• Bioenergética Social
• Clínica Bioenergética del Estrés y del Trauma
• Clínica Bioenergética Breve y Focal
• Análisis Bioenergético Reichiano

– 267 –
TRAUMA, IDENTIDAD FUNCIONAL
y AUTO-REGULACIÓN ORGANÍSMICA
Desde nuestro abordaje bioenergético y reichiano subrayamos la im-
portancia de ubicar la emoción en el cuerpo sosteniendo la conexión mente/
cuerpo a través de los procesos energéticos. La identidad funcional (entre
procesos energéticos, procesos emocionales y procesos somáticos) es
uno de los conceptos que rige nuestra práctica clínica. Lo que nos permite
trabajar simultánea o alternativamente con las sensaciones, las emociones,
los pensamientos y las cogniciones, sin caer en ningún dualismo sobreco-
dificador.
La estimulación de los mecanismos naturales de auto-regulación (inhe-
rentes a cada sujeto y a la especie en general), pone en marcha el sistema de
procesamiento de información del cerebro, desbloqueando la coraza cerebral
y permitiendo movilizar la energía ligada al trauma. Esta energía queda libre,
fortaleciendo el yo, devolviendo solidez al cuerpo, que pasa a ser un lugar
más confiable y consistente, potencializado por la nueva circulación de flujos
(antes bloqueados), en el marco de una nueva dinámica de funcionamiento
energético.
La duración de los tratamientos varía de acuerdo a cada situación, pero
se ha visto que algunos procesos que han llevado años y se encontraban
estancados, logran dinamizarse de manera sorprendente al usar combina-
damente herramientas de la psicoterapia corporal y de la psicotraumatología
contemporánea.
En los procedimientos breves y focales, el psicoterapeuta trabaja en un
primer momento sobre la identificación del incidente traumático, partiendo de
la base de que en el fondo de toda patología hay una situación traumática
con un miedo básico que le dio origen. Posteriormente utiliza un protocolo
estructurado que ayuda al paciente a seleccionar los aspectos que le generan
mayor monto de angustia. Durante la estimulación bilateral aparecen partes
de la memoria traumática junto con otros recuerdos olvidados, bloqueados
o escindidos. El proceso es guiado por el profesional tomando decisiones
clínicas de intervención que llevan al paciente a procesar la información,
reduciendo la sintomatología (desensibilización), produciendo un cambio
en sus creencias (reprocesamiento) y posibilitando un desaceleramiento y
desintensificación de los incidentes traumáticos, desbloqueando la energía
que permanecía ligada. Los desbloqueos de flujos energéticos se producen
más rápidamente, liberando a los pacientes de prisiones históricas (traumas).
La energía liberada de la fijación traumática se torna así disponible para el
placer de vivir y para la producción deseante, mejorando considerablemente
la calidad de vida, la autoestima y los vínculos, tanto en calidad como en
intensidad.

­– 268 –
El gran aporte de estas nuevas prácticas clínicas es que han logrado
investigar, y enunciar algo que “estaba allí”, sistematizándolo en una estrate-
gia y en una tecnología que subvierte viejos principios de la clínica. De aquí
en más lo breve y focal puede ser a la vez profundo y altamente efectivo,
aun desde la primera sesión, siendo además un método de sencilla trans-
misión, económico y fácilmente incorporable a todas las culturas, idiomas
y niveles intelectuales.
De esta manera podemos romper con el viejo paradigma consumista de
que lo más efectivo es lo más costoso, o de que lo más profundo debe ser
prolongado en el tiempo, y de que sólo desde la medicina de orientación tec-
nológica o psicofarmacológica se pueden obtener resultados confiables.
Desde hace años que la práctica clínica cotidiana nos pone en contacto
con el reconocimiento de nuestros propios límites en el ejercicio de trata-
mientos establecidos como válidos en otras épocas, creando la necesidad
inmanente de desarrollar nuevas estrategias clínicas de intervención para
los síntomas contemporáneos.
Es cada vez mayor el número de personas interesados en ampliar sus
posibilidades de experiencia, en desarrollar nuevos sentidos para sus vidas,
en aumentar su capacidad de contacto consigo mismas, con los otros y con
los acontecimientos sociales. Desde hace ya bastante tiempo que los pacien-
tes comenzaron a querer ser, entre otras cosas, escuchados de otro modo.
Estas nuevas demandas fueron surgiendo de la mano de las frustraciones
impuestas por las limitaciones del trabajo científico tradicional. La ortodoxia
de la atención psicológica (en nuestro medio tradicional y hegemónicamente
psicoanalítica), se ha visto interpelada por nuevos dispositivos. Es así que,
en los últimos 20 años de nuestro país, la comunidad psicoterapéutica se
ha visto constantemente bombardeada con una gran cantidad de ofertas de
técnicas y corrientes psicológicas. Una hipótesis que manejamos en la inves-
tigación sobre “Genealogía de las psicoterapias corporales en Montevideo/
Uruguay en los años 90” 3 es que las terapias “alternativas”, “convergentes”
o “complementarias” se iban a ir decantando a corto plazo, dando lugar sólo
a aquellas que se afirmaran en su madurez conceptual y técnica, en su po-
tencia instituyente discursiva, en su producción académico-científica, en su
inserción institucional, en resultados positivos clínicamente comprobables,
y fundamentalmente en la consistencia ética entre pensamiento y práctica.
Capacidad que les posibilitaría continuar su desarrollo, a pesar de las adver-
sidades circunstanciales o estructurales que debiesen enfrentar.

En la medida en que estas técnicas neotéricas posibilitan desarrollar una


práctica de intervención profunda, no invasiva, autorreguladora, no directiva y

3 Seminario “El cuerpo y los quehaceres del psicólogo” (1994-2001); curso de profun-
dización de Psicología Grupal e Institucional del Área de Psicología Social; Facultad
de Psicología de la Universidad de la República.

– 269 –
centrada en la persona; desde una perspectiva estratégica, podemos pensar
que permiten revertir la mayor enfermedad que padecemos al entregarnos,
dependiente y pasivamente, a un sistema de salud mecanicista: la ignorancia
sobre nuestro propio potencial curativo.
Probablemente las herramientas de la psicotraumatología contemporá-
nea sean, en este sentido, los métodos más importantes desarrollados en la
psicoterapia en los últimos 50 años. Si bien es importante agregar que hemos
constatado una sistematizada tendencia (tanto en su transmisión didáctica como
en la intervención clínica) a que estas técnicas sean utilizadas generalizadamen-
te, en el marco de dispositivos de neo-programación, lingüística y conductual
excesivamente simplistas, que, entre otros efectos, producen una homogenei-
zación desingularizante de los pacientes, eliminando además peligrosamente el
inconciente político y las dimensiones socio-históricas de las demandas.

En resumen, en estos momentos hemos considerado de central im-


portancia en nuestro Colectivo redefinir la clínica desde una perspectiva
de la multiplicidad, profundizando en la integración de nuevos abordajes
psicoterapéuticos y en la creación de dispositivos creativos de intervención
que permitan trabajar con una población cada vez más traumatizada. Rede-
finición de la clínica que implica un ida y vuelta permanente entre lo social
y lo individual, entre lo singular y lo colectivo, para intensificar las líneas de
vida, desde estrategias vitales de solidaridad y apoyo mutuo.

­– 270 –
2.5
Clínica Laboral del burnt out,
del trauma vicario y del desgaste
por empatía1

En el presente capítulo se describirá el dispositivo Clínica Laboral –que


creamos junto a la colega Lic. Silvia Franco–, haciéndose hincapié en las
estrategias para la prevención y el tratamiento del burn out, del trauma vicario
–o traumatización vicarizante– y del desgaste por empatía.
Dicho dispositivo fue desarrollado en nuestro colectivo (el Taller de
Estudios y Análisis Bioenergético, TEAB –Montevideo/Uruguay–) como
dispositivo grupal-institucional y como estrategias de auto-cuidado, para el
abordaje de los trastornos contemporáneos en el mundo laboral derivados
de las situaciones estresantes y traumáticas que se producen en el ejercicio
de los roles laborales, profesionales y docentes, en el campo de la Salud.

El burn out (estar “quemado” en el trabajo) es el nombre que se la ha


dado al síndrome de agotamiento laboral contemporáneo.
El síndrome de burn out es un tipo de estrés laboral prolongado que
consta de un estado progresivo de agotamiento físico y mental, al involu-
crarse el trabajador en situaciones laborales emocionalmente demandantes
por un tiempo prolongado.
Como tipo específico de estrés laboral es padecido fundamentalmente
por los profesionales de la salud y de la enseñanza (pero se ve además en
un creciente número de trabajadores), los cuales, en su voluntad de adap-
tarse y responder eficazmente a un exceso en las demandas y presiones
laborales, se esfuerzan de un modo intenso y sostenido en el tiempo, con
una sobre-exigencia y tensión que originan importantes riesgos de contraer
biopatías somato-psíquicas y afectar negativamente el rendimiento y la
calidad del servicio profesional.
El síndrome de burn out es un proceso de desgaste en donde el idea-
lismo laboral inicial comienza a disminuir por falta de logros, falta de soportes
y de reconocimientos institucionales, agravándose esta situación en función
de la creciente competitividad, inseguridad y desprotección en el mundo
laboral, el aumento de las exigencias institucionales, la falta de expectati-

1 Presentado en la Jornada Científico Académica “El campo psicoterapéutico y sus


diversidades: teorías y prácticas” organizada por el curso de Introducción a las
Técnicas Psicopsicoterapéuticas, Facultad de Psicología de la Universidad de la
República (2 y 3 de setiembre del 2005).

– 271 –
vas de solución y la caída salarial. De ahí que saquemos como conclusión
(a diferencia quizás del trauma vicario o del desgaste por empatía) que la
dimensión institucional es fundamental a la hora de prevenir el burn out o de
corregir las pautas organizacionales que lo producen y reproducen.

El burn out es un proceso que puede pasar por distintas etapas.


-Leve: funciona como alarma. Aparecen dificultades de levantarse
por la mañana, cansancio permanente, desánimo, pérdida de interés, per-
cepción de la tarea como intrascendente, resignación en la capacidad de
perseverar, etc.
-Moderado: aparece una mayor pérdida del idealismo. Se manifiesta
en un aumento creciente de la irritabilidad, distanciamiento emocional, ci-
nismo, fatiga, aburrimiento, frustración, culpa, auto-valorizaciones negativas,
sentimientos de sentirse usado, menoscabado, incompetente. Aparece una
resistencia ya manifiesta a concurrir al trabajo.
-Grave: El ausentismo laboral ya se hace notorio. La repetición y la insta-
lación de factores estresantes genera un cuadro crónico que puede derivar en
trastornos psíquicos (irritabilidad, depresión, ansiedad, fatiga crónica, abuso
de psicofármacos, otras adicciones), enfermedades psicosomáticas (gastro-
intestinales, dolores de cabeza que no remiten con medicación tradicional,
contracturas musculares crónicas, fibromialgias), trastornos basales (de la
alimentación, del sueño y de la sexualidad) y biopatías de difícil reversibilidad
(cardíacas, circulatorias, etc.).

Son muy significativos los índices epidemiológicos que distintas investi-


gaciones señalan acerca de la morbimortalidad o aparición de enfermedades
a edades cada vez más tempranas en los profesionales de la salud.

DIMENSIÓN INSTITUCIONAL DEL BURN OUT


Alguno de los puntos que relevamos como claves en la dimensión
institucional del burn out son:
-Sobrecarga de la demanda laboral (en la clínica, por ejemplo: exce-
sivo número de pacientes con estructuras más blandas y con aumento en
biopatías primarias).
-Carencia de recursos materiales.
-Multi-empleo y presión horaria.
-Caída del valor social de la profesión en nuestro país.
-Merma en las retribuciones, en los estímulos y en los reconocimientos
institucionales.
-Aumento de las exigencias (sobrecarga indiscriminada de tareas,
horarios excesivos, gratificaciones inadecuadas, etc).
-Aumento de la competitividad y de la inseguridad laboral.

­– 272 –
-Aumento de la vulnerabilidad social, de la fragilización laboral y de
la precariedad profesional. Esta situación social-laboral-profesional puede
generar posicionamientos subjetivos y colectivos de impotentización, aisla-
miento y dependencia.
-En momentos de crisis social puede generarse una fuerte dependencia
y demanda hacia el Estado, desplegándose un inconciente estatal (R. Lourau)
que tiende a capturar y anular las capacidades imaginativas, simbólicas,
deseantes y de acción, tanto individuales como colectivas.
-Las lógicas organizacionales autoritarias son muy importantes en la
producción y en la reproducción del estrés laboral.

En el trabajo con instituciones de salud, es importante preguntarse, por


ejemplo: ¿cómo lograr una mayor calidad de vida y un menor desgaste en
una institución de salud cuya función es el cuidado? Para ello es importante,
a la hora de la intervención, crear variables institucionales de protección, re-
conocimiento y apoyo, en donde los trabajadores y los profesionales puedan
aprender a curarse y cuidarse a sí mismos y a sus compañeros, además de
a los usuarios y/o pacientes. Trabajar mejor y no necesariamente más.
Para ello se hace necesario pensar cuál es la lógica de la organización
de la que se está participando.

¿De qué organización del trabajo estamos participando y cómo és-


tas “hacen cuerpo” y se expresan a través de procesos de enfermar?

LÓGICAS ORGANIZACIONALES

ORGANIZACION AUTORITARIA ORGANIZACION LIBERTARIA


Moral autoritaria Etica libertaria
Organización como tecnología coercitiva Organización como un ser vivo, socialmen-
o como máquina de hacer dinero. te responsable. Autopoiesis. Autorrequla-
ción.
Ineficacia en la gestión humana de la Gestión humana basada en la confianza y
organización. en el respeto.
Abuso en el ejercicio del poder, desiqual- Apoyo mutuo, fraternidad.
dad en la división del trabaio.
Monopolización. Sobrecodificación por Autogestión y/o co-gestión. Participación.
órdenes. Predominancia de líneas jerár- Interdependencia. Comunicación ecológi-
quicas. ca. Acción comunicativa.
Ambiente competitivo (malos encuentros): Ambiente cooperativo (buenos encuen-
elevado nivel de estrés, desgaste irrever- tros): expresión y contacto emocional,
sible de energía, cansancio permanente conexión y heterogeneidad, resonancia,
en los cuerpos. Producción de fuerzas de potencia de afectar y ser afectado, inteli-
trabajo despersonalizadas y anónimas. gencia colectiva, buen nivel de resiliencia,
experimentación molecular.

– 273 –
ORGANIZACION AUTORITARIA ORGANIZACION LIBERTARIA
Cultura de guerra =sobrevivencia. Cultura de paz =afirmación de la potencia
de vida de la organización. Trabajo grupal
y de equipo. Salud en la organización
=Salud en los trabajadores.
Lógicas de Poder: individualismo, intran- Lógicas de Potencia: desarrollo de la
sigencia, trauma, terror, estigmatización, capacidad y potencia humana. Solidaridad,
peste emocional, violencia, persecución, auto-regulación, creatividad. Construcción
destructividad, desvalorización, culpa- de agenciamientos colectivos de enuncia-
bilización, infantilización, victimización, ción y de proyectos colectivos. Intensifi-
desestimulación. cación de las diferencias y producción de
singularidades. Búsqueda de analizadores
y de un buen coeficiente de transversali-
dad.
Cuerpos objeto, pasivos, anestesiados, Cuerpos sujeto, cuerpos en movimiento.
desvitalizados, resignados, sufrientes y
sometidos.
Energía ligada: la organización autoritaria Energía libre.
(lugar de almacenamiento de la energía
social) tiene necesidad de flujos de ener-
gía gratuita que agotan sin ser capaces
de reqenerar, entropía.

¿Qué efectos producen en nuestro cuerpo (y eventualmente en


el equipo profesional del que formamos parte) los afectos movilizados
por y en las instituciones de la salud?

A la hora de descomponer cómo las instituciones “habitan nuestros


cuerpos” el análisis de las implicaciones permite pensar y dar visibilidad al
conjunto de relaciones que se producen institucionalmente entre el equipo
profesional y la organización, entre el equipo y los actores –pacientes-, entre
éstos y la institución salud, etc. La sobreimplicación se da en las instituciones,
cuando éstas demandan a sus actores un plus de identificación con la insti-
tución, exigiendo un mayor nivel de compromiso afectivo o de actividad.
El análisis permanente de las implicaciones (junto con la producción
de analizadores y el análisis de los grados de transversalidad) permiten en
la Clínica Laboral, disminuir considerablemente los niveles de burn out y de
desgaste en el ejercicio de los roles laborales y profesionales.
El burn out puede prevenirse así grupal e institucionalmente, y puede,
en función de un diagnóstico precoz, abordarse psicoterapéuti-camente de
una forma integrativa con muy buenos resultados clínicos.

El dispositivo que hemos desarrollado para el abordaje del burn out,


y de otros síntomas y analizadores producidos en el mundo del trabajo, lo
hemos denominado como Clínica Laboral. El mismo se desarrolla a partir

­– 274 –
de una integración dinámica, móvil y estratégica de lo que denominamos
Clínica de la Multiplicidad2 .
La Clínica Laboral es un dispositivo de trabajo individual, grupal y or-
ganizacional que, atendiendo las necesidades de los trabajadores, permite
intervenir activamente en los mecanismos generadores de estrés ocupacional
que comprometen la calidad de vida en el trabajo, generando espacios de
reflexión sobre los quehaceres profesionales y laborales con el objetivo de
producir nuevas subjetividades en el mundo del trabajo, actuando en forma
focal y breve en los espacios naturales donde se produce dicha subjetivi-
dad.
Este dispositivo puede desplegarse a partir de distintas figuras como,
por ejemplo: Grupos de Movimiento, Grupos de Meditación, Talleres Psi-
cocorporales para el Abordaje del Estrés, Talleres Lúdico-Creativos para
la Expresión y el Juego, Sesiones Individuales de Integración Dinámica
Somato-Psíquica para el abordaje del Trauma, Intervenciones Grupales e
Institucionales Socioanalíticas, etc.

¿Qué acontece con la salud de los profesionales que asisten


diariamente a biopatías cada vez más primarias en el marco de una
creciente vulnerabilidad social y precariedad profesional?

Los trastornos más específicos que hemos visto al asistir a colegas que
trabajan desde hace años en el ejercicio psicoterapéutico y/o en actividades
clínicas son:
- Burn out (Maslach, 1982).
- Trauma vicario –vicarious traumatization– (McCann & Pearlman,
1992).
- Desgaste por empatía –compassion fatigue– (Figley, 1995).

Una de las hipótesis que hemos manejado para el desarrollo de la Clí-


nica Laboral en los profesionales de la salud es que, al trabajar diariamente
con personas traumatizadas, pueden experimentar efectos psicológicos
profundos derivados del acto de empatizar y estar en permanente contacto
con el sufrimiento de los pacientes (desgaste por empatía).
Quienes trabajan en profesiones que se encuentran en íntima relación
con el sufrimiento humano, y tienen que empatizar permanentemente con
dicho sufrimiento y con situaciones traumáticas perturbadoras, son espe-
cialmente vulnerables al desgaste por empatía.

2 Como veíamos en el capítulo 2.4, la Clínica de la Multiplicidad “busca crear nuevos


dispositivos y/o potenciar los dispositivos clínicos existentes en un encuentro trans-
disciplinario que no se limite a una única visión teórica sistemática y exclusiva, ni a
una única regulación técnica, dando lugar a distintas tecnologías de intervención,
esencialmente creativas y productoras de nuevos sentidos”.

– 275 –
Este desgaste en el ejercicio del rol profesional puede intensificarse al
producirse una transferencia o delegación traumática de los pacientes hacia el
psicoterapeuta (traumatización vicarizante), lo que unido a lógicas institucio-
nales perversas, autoritarias, burocráticas y/o mercantilistas pueden derivar,
a su vez, en un proceso progresivo, gradual y sostenido de burn out.

Muchos psicoterapeutas, luego de más de 10 años de ejercicio clínico,


comienzan a experimentar síntomas que incluyen una combinación de: tras-
tornos del sueño, mal apetito, modificación del peso, cansancio, desgaste
emocional, desvitalización, pérdida de energía tanto psíquica como física,
aumento de la irritabilidad, de la ira, de la frustración, de la impulsividad,
de la reactividad y de la ansiedad, intolerancia, desmoralización, cinismo,
desconfianza, hipervigilancia, inquietud, insensibilidad, sentimientos de
culpa, respuesta silenciadora (evitar la exposición al material traumático del
paciente), pérdida de la esperanza, pensamientos e imágenes intrusivas
perturbadoras asociadas con las experiencias traumáticas del paciente, per-
cepción del mundo en términos de víctimas y victimarios, sensación de tener
derecho a prerrogativas, incapacidad de hacer a un lado los temas vincula-
dos a la actividad profesional, pérdida de la gratificación en las actividades
extralaborales, aislamiento, cesación de las actividades de auto-cuidado,
automedicación secreta, adicción al alcohol, a drogas, al trabajo, al sexo,
a la comida, a los gastos, disfunción relacional, somatizaciones (cefaleas,
insomnio, hipertensión arterial, trastornos articulares y musculares, trastornos
cardio-circulatorios, accidentes cerebrales entre los más relevantes), pensa-
mientos y sentimientos de falta de idoneidad como profesional asistencial, o
por el contrario, deseo obsesivo y compulsivo de ayudar a ciertos pacientes o
personas, es decir, percepción de cierto target de personas como individuos
frágiles y necesitados de la asistencia de un profesional en donde uno mismo
es representado como “el salvador”,.
Estos síntomas pueden ser de aparición progresiva y gradual pero, en
algunos casos, se pueden dar en forma abrupta, y pueden persistir por meses
o años después de trabajar con personas traumatizadas. Sin ser concientes
de ello, los terapeutas que experimentan estos síntomas es probable que
los lleven dentro y fuera del consultorio. Tales condiciones pueden afectar
significativamente la habilidad del profesional para mantener una postura
psicoterapéutica, y sin la atención y el cuidado apropiado, estas experiencias
pueden derivar en burn out.

­– 276 –
DESINTENSIFICANDO EL ESTRÉS
Y LAS EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS
DEL CONSULTORIO
En el dispositivo de Clínica Laboral se trabajan algunas herramientas
para la prevención de biopatías y para el desarrollo de estrategias de auto-
cuidado en los profesionales de la salud. En lo que respecta a los psicote-
rapeutas hemos visto que es muy importante:

-Estar conciente de los propios límites. Debido al intenso drama y los


problemas relacionados a los dualismos salud/enfermedad, cordura/locura,
vida/muerte comprometidos en el trabajo clínico, es fácil extralimitarse. Por
ejemplo, en frecuentes llamadas telefónicas fuera del encuadre por parte
de los pacientes, en la variación continua de los honorarios, dando consul-
tas extra, etc. Poner límites a cuantos pacientes con “estructuras blandas”
(disociativos, depresivos, psicóticos) uno puede ver, o hasta cuánto bajar
los honorarios, o cada cuánto variar la tarifa, puede entrar en contacto con
algunos problemas del psicoterapeuta, por ejemplo: sentirse egoísta o no lo
suficientemente altruista. Para otros, la ilusión de que pueden hacerlo todo,
puede ser la forma en que se están defendiendo contra los sentimientos
de impotencia a la que nos vemos sometidos en este trabajo. Es necesario
repetir que siendo claros en los propios límites puede ayudar a ser más
considerado con sus pacientes cuando esté con ellos, aumentando así la
disponibilidad al trabajo. Siendo además un buen ejemplo para los pacien-
tes, que podrían beneficiarse al desarrollar sus propias habilidades en fijar
límites y cuidar de sí mismos.

-Mantener el balance entre la vida personal y profesional, al igual
que la clase de casos clínicos que se tomen. Equilibrar nuestra vida impli-
ca que después de 8 hrs. de trabajo al abandonar el consultorio, ¡debemos
dejar el consultorio atrás! Perseverar sobre los pacientes y sus situaciones
no es saludable ni para ellos, ni para el psicoterapeuta, ni para su familia. Si
cuando se va del consultorio recupera energías, resultará más útil para sus
pacientes. Debemos aprender a disfrutar de la vida a pleno (en el consultorio)
y al dejar el consultorio.
Para algunos terapeutas es difícil no sentir un cierto grado de fracaso
al trabajar con víctimas del trauma, que se presentan con síntomas crónicos
y arraigados, y que son difícilmente tratables. Si tenemos varios pacien-
tes con estas características es conveniente distanciarlos en el día, o ver
uno cada día. Dejando tiempo libre y creativo entre ellos para dar tiempo
al proceso de metabolización del DOR (energía estancada). Para ello es
muy importante administrar con cautela los recursos físicos y energéticos
(alimentación saludable, ejercicio físico y descanso reparador y profundo),
al igual que la búsqueda de herramientas para compensar el estrés de la

– 277 –
actividad profesional. Hemos constatado que aquellos psicoterapeutas que
no duermen profundamente las horas necesarias para reponerse están
mucho más expuestos a la traumatización vicarizante.

-Estar alerta y examinarse atentamente a uno mismo. Para el


psicoterapeuta es muy importante estar conciente de las propias áreas
de conflicto o traumas no resueltos, que son reactivados en el proceso de
atender a los pacientes. Estar alerta y examinarse atentamente a uno mis-
mo ayuda a prevenir cualquier patrón de evitación, disociación, negación
o de abandono. La negación o evitación del psicoterapeuta de sus propios
sentimientos afectarán las elecciones hechas por el profesional sobre qué
áreas explorar en las sesiones y cuan íntimamente y profundamente será
procesado el material. La negación del psicoterapeuta (y muchos otros pro-
blemas contratransferenciales) surgen en la clínica como una necesidad del
profesional de evitar la exploración de las experiencias de los pacientes, no
permitiendo al paciente procesar completamente sus propias experiencias
o sentimientos.
En el trabajo con sobrevivientes del trauma, por ejemplo, es muy im-
portante que el psicoterapeuta tenga presente su propio trauma primario y
su conexión con el trauma secundario. A menudo el psicoterapeuta fue él
mismo un sobreviviente del abuso y debe reprocesar sus propias memorias
traumáticas, al mismo tiempo que está procesando las memorias del pa-
ciente. Los recuerdos traumáticos pueden resurgir aun cuando hayan sido
trabajados y resueltos previamente. Si la experiencia del psicoterapeuta
no es reconocida y tratada, posteriormente la relación psicoterapéutica es
probable que se vea afectada por la necesidad del psicoterapeuta de evitar
el dolor (respuesta silenciadora).
Al trabajar con personas traumatizadas, debemos preguntarnos periódi-
camente ¿qué es lo que hace meritorio el trabajo para nosotros?
Al saberse involucrados en un problema social importante, contribu-
yendo a disminuir algo del impacto destructivo de la violencia en las vidas
humanas, puede contribuir a hacer del trabajo algo menos desgastante, más
meritorio y más placentero, enriqueciendo incluso nuestras propias vidas.
Para algunos de nosotros la implicación en el conocimiento directo de las
condiciones políticas y sociales que generan la violencia, ha sido el germen
para el compromiso en la militancia política y/o social. Otros efectos positivos
comprenden: una mayor sensibilidad y una mejor empatía con el sufrimiento
de las víctimas, resultando en un sentido más profundo de conexión con
otros; sentimientos incrementados de autoestima y autovaloración a partir
de ayudar a víctimas de situaciones traumáticas a recuperar un sentido de
integridad y significado en sus vidas; un profundo sentido de esperanza sobre
la capacidad de los seres humanos para soportar, resistir, sobreponerse y
aun transformar sus experiencias traumáticas; una visión más realista del
mundo, a través de la integración de los “lados oscuros” de la historia con

­– 278 –
un compromiso académico y profesional que demanda permanentemente
una actitud implicada y solidaria, y un alejamiento de lo que otras corrientes
denominan como “neutralidad científica”.
La regulación de una buena distancia (entre el hiper-distanciamiento
y el hiper-involucramiento, por ejemplo) es lo que posibilita la creación de
un padrón de resonancia en la clínica. En este sentido, es importante que
seamos concientes de nuestras necesidades y sentimientos y podamos
atenderlos. Nuestra falta de atención para con nosotros mismos deja mayores
oportunidades para actuar erróneamente, perdiendo la visión de los límites
profesionales, y llevando al estancamiento al proceso psicoterapéutico.
Nuestra capacidad para la intimidad y la conexión con nuestros pacien-
tes está conectada directamente a nuestra capacidad para experimentar y
tolerar nuestros propios sentimientos, imágenes y/o pensamientos dolorosos.
Si evitamos los mismos reduciremos nuestra experiencia vincular con el otro.
Enfrentando nuestro propio sentido del terror, del miedo y del dolor puede
mejorar profundamente nuestra habilidad para estar conectados a nuestras
propias emociones, tanto como a las del paciente.
La profesionalidad del psicoterapeuta será mejorada enormemente
al generar un buen grado de resonancia e implicación (en oposición a la
neutralidad o a la sobreimplicación).

-Tratarse bien a uno mismo. Esto que puede sonar a “verdad de


Perogrullo” es un ítem clave del auto-cuidado. Si el profesional trabaja con
individuos, familias y/o comunidades traumatizadas, su vida ya es bastante
difícil. No necesita complicarla aun más, manteniendo diálogos internos hiper-
críticos, sobre-exigentes y coercitivos. Para ser un psicoterapeuta eficaz la
primera responsabilidad es tener la herramienta de trabajo en condiciones
saludables. La herramienta de un psicoterapeuta es su cuerpo y necesita
recibir cuidados. Por ejemplo, realizando terapias de control breves y focales
(que incluyan algunas de las técnicas aceleradas para el procesamiento de
situaciones traumáticas), o desarrollando una actividad artística (tocar un
instrumento, ir a bailar), deportiva o de relajación (piscina, sauna, masaje)
o desarrollando la espiritualidad (desarrollando la capacidad de encontrar
bienestar, apoyo y significado en un poder mayor que uno mismo). Cualquiera
de éstas son actividades integradoras y gratificantes.

-Prestar especial atención al auto-cuidado físico. La actividad física


constituye uno de los ingredientes más importantes para disminuir el estrés
y controlar la ansiedad en forma eficaz, y permite mantener el optimismo y
la energía necesarios mientras se trabaja con la negatividad y perturbación
de los consultantes.

-Encontrar formas saludables de expresar y descargar los sen-


timientos regularmente. La expresión de sentimientos puede permitir al

– 279 –
psicoterapeuta moverse más profundamente en aquellos temas en donde
reprimir los sentimientos termina inmovilizándonos, y puede ayudar a prevenir
el bloqueo de tensiones que pueden derivar en problemas físicos. La expresión
de los sentimientos, al igual que la posibilidad de sustentación y contención de
los mismos, es un factor clave para la auto-regulación organísmica (energética,
biofísica y emocional).

-Ser cuidadoso de no aislarse de los demás. Si el psicoterapeuta


ya es susceptible a tales problemas, el hacer concientes historias particular-
mente traumáticas puede causarle una sensación de incomodidad al estar
luego socialmente con otras personas. Por un problema caracterial muchos
terapeutas tienden a rechazar otro rol que no sea el de dar cuidados y ayudar,
teniendo dificultad para buscar apoyo activo y soportes para ellos mismos.
Es conveniente, en este sentido, enseñar a los colegas, amigos y familiares
a cómo sostenerlo. Por ejemplo, haciéndoles saber qué es lo mejor para
el profesional cuando sufre de estrés o malestar. Además, en un arreglo
recíproco, puede ofrecerse a hacer lo mismo por ellos.

-Crear un sistema de soporte profesional para sí mismo. En situa-


ciones de vulnerabilidad social y de precariedad profesional es necesario
crear dispositivos de solidaridad operantes. Por la confidencialidad del
material, el psicoterapeuta no puede procesar los relatos y memorias del
paciente con amigos y familiares. Los grupos de co-visión e inter-visión
son un refugio para compartir (quincenal o mensualmente, por ejemplo) las
historias traumáticas, y así diluirlas y desintensificarlas recibiendo apoyo,
información y creando soportes. La supervisión profesional con un colega
más experimentado es particularmente eficaz en los momentos más difíciles.
Es especialmente importante contactarse con otros profesionales que traba-
jan con problemáticas similares a las que asistimos en nuestro consultorio.
En las intervenciones psicocorporales realizadas por el TEAB hemos
relevado en nuestro propio equipo, y en otros equipos profesionales, que al
estar tan concentrados en crear soportes para los pacientes, los psicotera-
peutas muchas veces olvidamos sostenernos mutuamente entre nosotros. En
este sentido establecer tal sistema de apoyo profesional sistemáticamente,
creemos que es responsabilidad del propio psicoterapeuta y/o de la institu-
ción de la que forma parte.

­– 280 –
Anexos

– 281 –
­– 282 –
Anexo 1

Holdings: sistemas energéticos


desde la perspectiva del Análisis
Bioenergético Loweniano

HOLDING TOGETHER ON UP IN BACK


Biotipo
Esquizoide Oral Narcisista Masoquista Rígido
energético
Cuello.
Boca, mandí-
Ojos, base del Sobrecar-
bula, debili- Pelvis, múscu-
cráneo, diafrag- ga en la
dad muscular Garganta, estóma- los a lo largo
Área ma, cintura, pel- cabeza,
generalizada, go, piso pélvico, de la columna,
primaria de vis, articulacio- pecho
falta de tensión en los mús- tensión en
holding nes y músculos inflado,
desarrollo culos flexores. los músculos
alrededor de las hombros,
en manos y extensores.
articulaciones. diafragma
piernas.
y cintura.
Carga congela- Carga retenida.
Empla- En la cabeza En la mitad En la periferia,
da en el núcleo. Interior en ebulli-
zamiento (generalmen- superior separada del
Desconectado ción. Periferia poco
energético te agotada). del cuerpo. núcleo.
de la periferia. cargada.
Mantenerse
Estar arri- Mantenerse
Padrón entero, no Sostenerse,
ba, man- para
somático fragmentarse apoyarse so- Retener, mantener
tenerse atrás. No
de acoraza- en pedazos. No bre alguien o dentro.
arriba (v.g.: ceder. No
miento inundarse de alguna cosa.
imagen). rendirse.
emociones.
Alto en Alto. Sobrecarga
Generalmente la parte visceral buscan- Alto en los
débil, carga superior do expresarse y puntos de
Sistema
Congelado. baja que llega del cuerpo, camada muscular contacto,
energético
a la periferia bloqueado externa (músculos energía ele-
sin fuerza. en la parte rígidos) bloquean- vada.
inferior. do la expresión.
Variable, escin-
Movimiento Mínimo,
dido, fragmen- Irregular Estancado. Contenido.
energético superficial.
tado.
Colapsado.
Forma de Deprimi- Manipula
Explosivo. Necesita Muy contro-
descarga Explosivo. do. Busca el ambien-
provocación. lado.
energética agradar en el te.
ambiente.

– 283 –
HOLDING TOGETHER ON UP IN BACK
Hiperactivo
Hiperactivo, des- Hipoactivo, Hipoactivo
seguido de
Nivel ener- conectado del (subcargado, Hiperactivo (ener- (sobrecarga-
hundimien-
gético suelo (déficit de subenraiza- gía interiorizada). do, sobre-
to, suben-
enraizamiento). do). enraizado).
raizado.
Altamente
Sujeción
organizado.
mental.
Extremada- Fuerza de
Manipu-
Intelectual. Misti- mente verbal. Aguantar todo. voluntad.
lación.
cismo. Retirada. Succión oral. Retraimiento Exhibición.
Sistema Seducción
Estar junto a sí Histeria. Dar- silencioso. Dardos Seducción
de defensa e histeria
mismo. Conge- dos verbales verbales (para pro- y explosión
energético (recurre a
larse. Mantener- (para atraer vocar ira). Explo- (histérica).
la sexuali-
se unido. a los demás). sión. Colapso. Agresividad y
dad como
Pasividad. descarga
forma de
intimidatoria
poder).
(fálico).
Egoísta.
Deseos
Usa el sexo Impotencia. Fuerte
narcisistas. Sexualidad
pregenital- interés por la
Usa el sexo para Fantasía negada (histe-
mente para pornografía. Trans-
sentirse, para homo- ria), mecánica,
establecer forma el placer en
sentir fuerza sexual despectiva,
una mayor displacer. Inhibición
vital o para sa- (narcisis- posesiva,
intimidad con- para el abandono
tisfacer necesi- mopara- exhibicionista,
Formar de sigo mismo y el movimien-
dades. Sexuali- noide). acumulativa,
sexualidad y con el otro. to. Alimenta el
dad “reptiliana”, Alimenta el competitiva
Dependiente. dualismo sadismo/
de tipo instintiva. dualismo (fálico). Con-
Homose- masoquismo.
Predominio hostil/frágil funde poder
xualidad Homosexualidad
de fantasías. (narcisis- con potencia.
latente fuerte, latente débil. Culpa
Travestismo. mo psico- Angustia de
pederastia, y vergüenza de sus
pático). orgasmo.
bisexualidad. propios deseos.
Proxene-
tismo.

­– 284 –
– 285 –
­– 286 –
Anexo 2

Diferencias metodológicas entre


el Análisis Reichiano
y el Análisis Bioenergético1

“Os ensinamentos de Reich ocorriam mais na forma de


monólogo que de diálogo. Ele esperava que seus alunos apren-
dessem e ouvissem suas idéias, não que as pusessem em dis-
cussão. Seu pensamento era muito poderoso, mas ele sabia da
necessidade de trabalhar como a respiração e o corpo. O erro de
Reich foi não orientar seu processo terapêutico para o chão; ele
literalmente trabalhava rumo ao cosmos” (Lowen; 2007).

¿La opción metodológica loweniana de trabajar intensamente con las


piernas y su función de grounding descuida el trabajo en profundidad con el
segmento ocular y con el segmento oral?
Quizás esta sea una de las principales diferencias actuales entre el
Análisis Bioenergético (Bioenergética) y el Análisis Reichiano (Vegetoterapia-
Orgonoterapia).
¿Qué otras diferencias y similitudes metodológicas y conceptuales
encontramos entre los dispositivos reichianos y posreichianos, y los neo-
rechianos?

Quizás la mayor similitud que encontremos entre el trabajo de Alexan-


der Lowen y Wilhelm Reich (su maestro, del que decidiera separarse pro-
fesionalmente en los años 50) es que el problema central de un proceso
psicoterapéutico debe estar focalizado en los procesos energéticos del
cuerpo de los pacientes. En este sentido, si un psicoterapeuta no atiende y
no percibe los procesos energéticos difícilmente ocurrirán grandes cambios
en la psicoterapia, en la medida en que, sólo hablando con los pacientes,
pueden producirse exclusivamente cambios concientes y mentales de un
problema, pero difícilmente, cambios corporales profundos.

1 Trabajo presentado y publicado en CD-Rom en los Anais del XIII Encontro Parana-
ense, VIII Congresso Brasileiro, II Convenção Brasil/Latino-América de Psicoterapias
Corporais, Curitiba, 22-24 mayo 2008.

– 287 –
Sin embargo a la hora de pensar los procesos energéticos ocurren
también diferencias significativas entre el pensamiento reichiano y el lowe-
niano.
Para Reich la naturaleza de la energía es Orgónica y se encuentra en
los organismos vivos y en el universo (en la radiación solar, en el agua, en
la arena, en la atmósfera, etc.). Desarrolla una ciencia (la Orgonomía) para
el estudio de la energía Orgonómica (OR / ORGONE = energía vital; DOR
/ Deadly ORgone).
Para Lowen no es importante saber la forma final de la energía básica.
Trabaja con la hipótesis de que hay una energía fundamental en el cuerpo
humano manifestándose en fenómenos psíquicos y somáticos a través del
MOVIMIENTO, llamándole simplemente BIOENERGÍA. Todos los procesos
vivos pueden ser reducidos a manifestaciones de esta bioenergía.
Reich entiende que el ORGÓN existe como energía pura (CORE) que
puede contactarse de núcleo a núcleo entre psicoterapeuta y paciente en
el proceso psicoterapéutico. Su núcleo no estaría en el corazón sino en los
plexos neurales, por debajo del diafragma –centros del SNA: plexo solar,
plexo hipogástrico, plexo lumbosacro, plexo pélvico– (Reich, 1986).
Para Lowen, en cambio, el núcleo en el cual la bioenergética centra su
pulsación es el corazón. En “El lenguaje del cuerpo” su primer libro escrito
en 1958 desarrolla su propio sistema para describir la pulsación en el cuerpo
como un sistema reverberante que opera entre la cabeza y la pelvis, y tiene
como centro al corazón (Lowen; 1990, 1995).
Desde el punto de vista metodológico las principales diferencias entre
el Análisis Reichiano (Vegetoterapia Caracteroanalítica/Orgonoterapia) y
el Análisis Bioenergético loweniano (desarrollado a partir de la expansión
intercontinental del International Institute for Bioenergetic Analysis) estaría
centrada en la dirección del trabajo psicocorporal.
Reich desarrolló su método de abordaje corporal trabajando de la
cabeza a los pies, a diferencia de Lowen que jerarquiza el trabajo con los
pies y las piernas desde el principio del proceso psicoterapéutico.
A Reich y a sus continuadores posreichianos les interesa respetar la
dirección céfalo-caudal (de la cabeza hacia los pies) que toma el desarrollo
embriológico. Dicho orden de trabajo permite un contacto y una tolerancia
gradual de niveles energéticos más altos, evitando así el riesgo de que el
paciente se vea inundado por un exceso de energía que pueda derivar en
ansiedades confusionales, psicóticas o depresivas, para lo cual jerarquizan el
trabajo con los segmentos superiores del cuerpo. Reich crea así un sistema
de trabajo corporal en donde define siete segmentos de la coraza (segmen-
to ocular, oral, cervical, torácico, diafragmático, abdominal y pélvico) y los
aborda metodológicamente siguiendo la dirección céfalo-caudal, para evitar
efectos energéticos “ganchos” (hooks). Es decir, que la energía liberada por
un segmento sea “enganchada” por un segmento anterior que estuviese
mal trabajado, generando una estasis, un bloqueo o una intensificación de

­– 288 –
materiales perturbadores (disociativos, depresivos, etc.) asociados a ese
segmento.
Lowen marca una clara diferencia con esta modalidad reichiana ya que
no sigue un orden determinado en el trabajo corporal, sino que después de
realizar trabajos de enraizameinto (grounding) continúa trabajando intensa-
mente aquellas zonas del cuerpo que parecen más tensas y que pueden
tener relación con los problemas dominantes del paciente (holdings: together,
on, up, in y back). El trabajo corporal en el Análisis Bioenergético loweniano
comienza usualmente el trabajo por las piernas, abriendo además un reser-
vorio energético en la pelvis para los impulsos que más tarde fluirán hacia
abajo desde la cabeza. Lowen aconseja que el trabajo corporal se empiece
de los pies hacia la cabeza para evitar que se acumule tanta energía en la
cabeza que pueda derivar en brotes psicóticos, por no tener una salida por
los pies, si se encuentran bloqueadas las partes inferiores del cuerpo.
Es decir, que aun tomando las mismas precauciones (la explosión de
brotes depresivos y/o disociativos) ambas líneas de trabajo comienzan su
trabajo en sentido inverso.
Podríamos afirmar entonces que un proceso psicoterapéutico reichiano
prioriza el trabajo con los segmentos pre-genitales (fundamentalmente en
las estructuras con déficit de acorazamiento). Para la psicoterapia reichiana
no tiene sentido modificar el “modo de sostenerse” (grounding) si la base
emocional pre-genital que lo perturba continua intacta. La raíz profunda
y primitiva del contacto está en el segmento ocular y en el segmento dia-
fragmático, y no en las piernas. De esta manera se jerarquiza conceptual y
metodológicamente el trabajo con la emoción del miedo.
En un proceso psicoterapéutico bioenergético loweniano, con pacientes
con déficit de acorazamiento, se jerarquiza el trabajo con las piernas y la
columna. En este sentido es indispensable que cualquier carga y descarga
de energía baje al suelo (grounding) y no produzca brotes psicóticos, ni
síntomas neuróticos, por la acumulación de energía (estasis energéticas),
siendo las piernas la principal zona de descarga y vía de salida del cuerpo.
Jerarquizándose así metodológica y empíricamente la descarga de la emo-
ción de rabia.
Otra diferencia importante la encontramos en lo que sería el fin del
proceso psicoterapéutico.
Para Reich el mismo se produciría mediante la adquisición del reflejo de
orgasmo (la más completa expresión de descarga del excedente energético
del organismo), la potencia genital y el carácter genital.
Lowen, si bien experimentó dicho reflejo en su terapia con Reich, al-
canzando la potencia sexual que tanto anhelaba, sintió que dicho reflejo se
fue disipando, y corroboró que algunos ex pacientes de Reich no lograban
mantener el incremento de la potencia sexual experimentada durante la te-
rapia. En opinión de Lowen: una cosa era sentirse fuerte y seguro durante el
proceso psicoterapéutico, al lado de una personalidad poderosa como la de

– 289 –
Reich, y otra, muy diferente, era mantener esa sensación por cuenta propia,
luego de finalizado el proceso (Lowen, 2007).
En la psicoterapia corporal en general se entiende que la función de la
coraza es contener y ligar energía en los músculos y en el carácter. Desde la
perspectiva reichiana, impidiendo el reflejo de orgasmo mediante la armadura
somático-caracterial.
Reich busca, por lo tanto, desacorazar los segmentos de la coraza
muscular mediante un trabajo expresivo y neurovegetativo.
Lowen está más interesado en la pulsación entre los segmentos ma-
yores (cabeza, tórax y pelvis) que en la liberación de los segmentos de la
coraza y en la producción del reflejo de orgasmo. Para ello busca organizar
estos centros de pulsación volviendo al paciente capaz de balancear estos
aspectos energéticos en su personalidad: el centro de la realidad racional,
el centro del amor y el centro del instinto sexual, respectivamente.
Finalmente podríamos decir que en la obra y en la implicación pro-
fesional de Lowen, hay una clara ausencia de una crítica social profunda,
haciendo hincapié fundamentalmente en la importancia del cambio personal,
llevando una vida sana a través de los ejercicios bioenergéticos, como forma
de conseguir una vida más plena y vibrante. Concepción que puede resumirse
en la frase loweniana “la bioenergética es un camino vibrante hacia la salud
y un camino hacia la salud vibrante”.
Por el contrario, su maestro y precursor Wilhelm Reich realizó una crítica
social profunda a las instituciones patriarcales (la familia), a las instituciones
autoritarias (el nazismo, el comunismo) intentando desarrollar una praxis
libertaria de la sexualidad, del trabajo y del conocimiento.
Quizás ésta sea la más importante herencia que nos dejó Wilhelm Reich
a todos los psicoterapeutas corporales: insistir con ahínco en la transfor-
mación social y cultural, a través del cambio macropolítico-ecológico en las
instituciones, y a través del cambio micropolítico-sensible en la prevención
del acorazamiento de generación en generación.

W. REICH A. LOWEN

­– 290 –
Anexo 3

Consideraciones generales sobre


la formación en psicoterapia
corporal y sobre el trabajo con
el dispositivo de supervisión en
vivo

En 2006 comenzamos en el TEAB un nuevo programa de la especia-


lización en Análisis Bioenergético Reichiano que acorta la formación a tres
años, pero que exige al estudiante (en contrapartida) una práctica clínica
supervisada, exámenes parciales (que sustituyen a la monografía final de
la primera generación) y el clásico examen final mediante la modalidad de
supervisión en vivo. Nuestra intención es que el formando egrese luego de
pasar por 400 hrs. aulas (que incluyen los trabajos de campo, así como la
participación en Jornadas organizadas por el colectivo o en intercambios con
otras instituciones reichianas), a lo que hay que agregarle aproximadamente
100 horas de práctica supervisada. Si bien el curso está dirigido a Lics. de
Psicología y a estudiantes avanzados de la Licenciatura, se ha dejado un
pequeño cupo de la matrícula para aquellas personas que, habiendo rea-
lizado psicoterapia bioenergética y reichiana, puedan luego del pasaje por
la formación, insertar la clínica bioenergética y reichiana en áreas aun no
desarrolladas en nuestro Colectivo (por ejemplo: Clínica Bioenergética de
las Organizaciones, Clínica Bioenergética Comunitaria, Pedagogía Bioener-
gética) trabajando en equipos multi o transdisciplinarios.
Uno de los objetivos institucionales del curso de formación en clínica
bioenergética y reichiana es difundir la psicoterapia corporal neoreichiana y
postreichiana en su conexión con el pensamiento y la praxis de la psicología
social.
La Bioenergética se definió originariamente en nuestro Colectivo, en
su fundación en el año 1997, como aquel campo global de investigaciones
(que teniendo su origen en W. Reich) posibilita un pensar (crítico y funcional)
y una pragmática de experimentación e intervención creativa, participativa,
espontánea y responsable, a partir de una visión libertaria del trabajo, de
la sexualidad y de la cultura en general. Dicho campo de abordaje se sos-
tiene en función de una inmanencia ético-estética que tiene como base a
la autorregulación de los procesos energéticos y los ritmos naturales, y a

– 291 –
la autogestión emocional en la creación de los territorios existenciales y la
expresión de las corrientes vitales.
En los programas anteriores al 2006 (1997-2005) el Taller de Estudios
y Análisis Bioenergético ofrecía un programa de entrenamiento dirigido a
Psicólogos, estudiantes avanzados de la Licenciatura y Médicos Psiquiatras
especializados en psicoterapia (fase clínica), y a trabajadores de la Salud,
de la educación, del arte y del deporte (fase pre-clínica).
El objetivo del entrenamiento estaba dirigido a la formación de trabaja-
dores que pudieran aplicar los principios básicos de la bioenergética en sus
respectivas áreas de intervención (fase pre-clínica) y a la formación de psi-
coterapeutas corporales especializados en Análisis Bioenergético Reichiano
(fase clínica), con una sólida línea de integración y aplicación de los procesos
analíticos y bioenergéticos en la práctica profesional y social, para lo cual la
Bioenergética podía estudiarse en un dispositivo con tres niveles:
1) “Principios básicos de la Bioenergética (teoría y práctica)” (150 hrs.
divididas en sesiones temáticas y talleres vivenciales de experimen-
tación).
2) “Clínica Bioenergética” (400 hrs. divididas en laboratorios clíni-
cos: sesiones temáticas, workshops intensivos, supervisiones en
vivo).
3) Seminarios opcionales de introducción y/o profundización con pro-
fesionales invitados y temáticas específicas.
El programa temático desarrollaba los aportes terapéuticos de Wilhelm
Reich y Alexander Lowen en la áreas clínicas de la Psicoterapia Corporal
y la Psicología Política y Social, complementándose con la metodología y
análisis de autores libertarios contemporáneos (M. Foucault, G. Deleuze,
F. Guattari, etc.), así como la actualización en propuestas de investigación
neo y post reichianas (J. Pierrakos, D. Boadella, G. Boyesen, F. Navarro,
S. Keleman, etc.).
Actualmente el programa de formación quedó dividido en 5 semes-
tres:
1) Análisis Reichiano
2) Análisis Bioenergético
-(1) y (2) se trabajan en un módulo anual denominado Clínica Bio-
energética y Reichiana-.
3) Clínica Bioenergética Breve y Focal.
4) Nuevas estrategias clínicas para el abordaje de los síntomas con-
temporáneos.
5) Sexología Clínica Reichiana, Clínica Bioenergética & Esquizoaná-
lisis (u otros seminarios de profundización).

Una de las características del proceso de formación en Análisis Bio-


energético Reichiano es que desarrolla en un plano de inmanencia lo infor-
mativo, lo formativo y lo psicoterapéutico a través de la investigación y la

­– 292 –
experimentación individual y grupal. El programa de formación en Análisis
Bioenergético Reichiano, si bien tiene como objetivo fundamental, aprender el
arte y oficio de la teoría y de la práctica de la clínica bioenergética y reichiana,
no ofrece psicoterapia en grupo ni formación específica en psicoterapia de
grupo. Aunque los formandos sí aprenden técnicas grupales para realizar
Grupos de Movimiento, Talleres de Bioenergética o intervenciones psicop-
sicoterapéuticas en grupo.
El trabajo por medio de sesiones temáticas, seminarios clínicos, talleres
vivenciales de experimentación y laboratorios clínicos, es deseable que se
complemente con un proceso de psicoterapia, en la medida en que, siguiendo
los lineamientos de la investigación reichiana, el trabajo con el cuerpo implica
funcionalmente un trabajo con el carácter.
Si bien el propio trabajo de formación en Análisis Bioenergético Reichia-
no apunta a un proceso de armonización entre el pensar, el sentir y el actuar,
entre las corrientes energéticas individuales, grupales y sociales, creemos
de central importancia que los estudiantes que comienzan la formación se
encuentren en psicoterapia corporal de abordaje bioenergético o prevean
estarlo en el curso de la Formación, aunque aun no sea una exigencia para
el egreso curricular.
Consideramos que es fundamental para el futuro trabajo profesional,
y para asegurar la salud y la integridad del formando, que los contenidos
emocionales olvidados y bloqueados que emergen con intensidad en la
formación, tengan como soporte un proceso de elaboración sistemática de
los mismos.
Cada persona será apoyada y animada a progresar a lo largo del pro-
ceso de formación a su propio ritmo. Pero entendemos que para llegar a ser
psicoterapeuta corporal especializado en Análisis Bioenergético Reichiano es
necesario comprender los problemas del propio carácter y del propio proceso
energético personal, por lo que se sugiere la realización del análisis personal
(individual y grupal) independiente del trabajo en el grupo de formación.
La certificación de egreso del TEAB es deseable que tienda a otorgarse
previa constitución de un comité de egreso que reúna al coordinador gene-
ral de la formación (responsable del programa) y, por lo menos, a otro de
los didactas o docentes invitados (en calidad de miembro titular o miembro
titular activo) que hayan trabajado en el grupo. Este comité evaluará las
competencias de los formandos en tres áreas:
a) desarrollo e integración personal en la psicoterapia bioenergética;
b) supervisión del trabajo clínico;
c) grado de aprovechamiento y cumplimiento del proceso y del pro-
grama de formación.

Los miembros didactas de la formación del TEAB son la Dra. en Psi-


cología Social Psic. Reolina Cardoso (RS/Brasil), la Lic. en Psic. Zeneide
Monteiro (SP/Brasil) y el Psic. Luis Gonçalvez (Mdeo/Uruguay), en calidad

– 293 –
de coordinador general de la especiaización, participando periódicamente
como docente invitada la Lic. en Psic. María Dulce Brando (miembro titular
activo del TEAB).

Durante la formación en clínica bioenergética y reichiana los laborato-


rios clínicos son conducidos por los didactas, que frecuentemente utilizan
ejercicios bioenergéticos y actings reichianos, con el objetivo de que los
formandos aprendan a trabajar con estas técnicas.
El uso posterior de las técnicas por los formandos en el ejercicio profe-
sional, creemos que sólo puede desarrollarse a partir de la propia experiencia
personal que se vivencia en la formación –y eventualmente en la propia
experiencia psicoterapéutica individual y grupal-.
Este trabajo puede realizarse en la formación en forma individual (te-
niendo al grupo siempre como soporte), en parejas o en pequeños grupos,
haciéndose énfasis en el aprendizaje de las dimensiones, de las herramientas
y de los conceptos básicos del Análisis Bioenergético Reichiano a través de
lo vivencial.
Las vivencias se complementan con el trabajo teórico-técnico de las
sesiones temáticas, con el trabajo de campo (intervención con pacientes) y
con las supervisiones (co-visiones, inter-visiones, ateneos clínicos).
A medida que los formandos comienzan a profundizar en el progra-
ma, se les plantea la posibilidad de trabajar mediante la dinámica T-P-O
(terapeuta-pacientes-observadores), mediante el dispositivo de supervisión
en vivo.
En este dispositivo los didactas pasan a jugar un rol de supervisores
del trabajo y de las sesiones vivenciales, que los estudiantes (en roles de
paciente y de terapeuta) realizan frente al resto del grupo.
En este momento el setting grupal y el setting bioenergético pasan
a ser considerados una parte fundamental e integradora del proceso de
aprendizaje.

La formación en clínica bioenergética y reichiana se realiza en grupos


pequeños (>8 y <16 integrantes). Este número le proporciona a los forman-
dos la posibilidad de trabajar en un colectivo que le permita confrontar y
comprender su historia personal de relacionamiento, vivenciando y compren-
diendo –a través del proceso grupal y de los ejercicios de experimentación
en grupo– sus padrones de relacionamiento con el propio self y con las
otras personas.

La supervisión en sus distintas modalidades (co-visión, inter-visión,


supervisión en vivo, etc.) ayuda a los formandos en la evaluación permanente
de su propio proceso personal y profesional, lo que permite desarrollar su
voluntad para aprender sobre él mismo y los otros a través de la participación

­– 294 –
práctica. Por ejemplo, dando explicaciones al grupo de su trabajo y recibiendo
feedbacks por parte de sus compañeros y didactas.
La supervisión tiene así varios objetivos:
- Ayudar al formando a desarrollar y perfeccionar su capacidad y habi-
lidad para tomar contacto con los pacientes e intervenir apropiadamente en
el proceso psicoterapéutico.
- Ayudar al formando a identificar sus padrones contratransferenciales
específicos, de acuerdo con su historia personal y en relación a la proble-
mática específica de cada paciente.
- Ayudar al formando a tener una idea centrada de sus propias fuerzas,
recursos y dificultades, generando una orientación clara para trabajar y superar
sus debilidades en el ejercicio del rol psicoterapéutico.

Durante las sesiones mediante la modalidad de supervisión en vivo
desarrollamos un formato que incluye los siguientes puntos:
1. Establecer el contacto inicial entre psicoterapeuta y paciente.
2. Exploración inicial del problema “del día”, de su historia reciente y
de su relación con el pasado.
3. Buscar una definición nítida del problema a trabajar en la sesión.
4. Traducir el problema en términos energéticos-emocionales y corpora-
les. Observar qué área (zona, segmento) del cuerpo está bloqueada,
dónde la energía precisa fluir y qué la bloquea.
5. Ofrecer una intervención inicial pertinente con 2. 3. y 4.
6. Aplicar una serie de intervenciones (corporales y verbales) que
vayan resolviendo el problema.
7. Trabajar a través y más allá de la resistencia del paciente.
8. Reconocer los cambios cuando ocurren.
9. Cerrar la sesión, despedida y separación.

En las sesiones de supervisión en vivo entre formandos del TEAB le


solicitaremos a quien trabaje como psicoterapeuta que intente organizar
y sistematizar la evaluación de la sesión. Para lo cual, luego de realizada
la sesión, le pediremos que anote algunas informaciones –para facilitar el
registro de las dudas, de las dificultados, de los resultados obtenidos y otras
cuestiones de interés–, así como también le pediremos al compañero que
ofició de paciente un breve resumen de la sesión según guía adjunta.
Cuando se trabaja con intervenciones fuera de la formación, esta guía
puede servir también, como complemento de las fichas de diagnóstico y
supervisión del TEAB, para un seguimiento de los resultados a lo largo de
un proceso psicoterapéutico.

Quien trabaja en el rol de PSICOTERAPEUTA deberá registrar:


A) Dificultades y dudas sobre el trabajo realizado en la sesión.

– 295 –
B) ¿Qué fue lo que percibió en Ud. a lo largo de la sesión (sensaciones,
sentimientos, atención, contacto, energía, etc.)?
C) ¿Cuál fue la estrategia clínica? ¿Qué tipo de intervención fue rea-
lizada? ¿Qué técnicas fueron utilizadas?
D) Observaciones sobre el paciente (lo que usted percibió que fue
sucediendo, reacciones, comentarios, cierre, etc.).
E) ¿Qué tipo de beneficio terapéutico cree que fue obtenido en la
sesión?

Quien trabaja como PACIENTE deberá anotar:


a) ¿Cómo se sintió a lo largo de la sesión?
b) ¿Cómo sintió a quien fue su psicoterapeuta?
c) ¿Ocurrió algo significativo: imágenes, sensaciones, sentimientos,
memorias, insights, cambios?
d) ¿Cuál siente que fue el efecto de la sesión?

Ya en una sesión de certificación, en vísperas del egreso como psi-


coterapeuta corporal especializado en Análisis Bioenergético Reichiano, el
encuadre del examen final incluye:
• trabajar de manera psicocorporal dentro de un setting bioenergético
durante hora y media (máximo);
• mostrar una comprensión de la dinámica del carácter del paciente,
del proceso de acorazamiento histórico, del proceso psicocorporal
y energético de la sesión, de la transferencia y contratransferencia
energética, somática y emocional movilizadas en la sesión;
• revisar junto al grupo el trabajo de la sesión, recibiendo sugerencias,
preguntas, críticas, comentarios sobre sus fortalezas y debilidades,
sobre sus aciertos y errores, sobre sus potencias y limitaciones;
• exponer la justificación de su intervención de un modo realista y auto-
crítico, integrando los feedbacks de didactas y formandos.

Al realizar la sesión final de egreso con la modalidad de supervisión


en vivo se evaluará la habilidad del psicoterapeuta para:
* preguntar sobre la vida del consultante,
* hacer una lectura corporal (estructura corporal, tipo de mirada, tono
de voz, expresión del rostro, forma de respirar, tono muscular, color
de la piel, etc.)
* hacer un diagnóstico bioenergético (grado de acorazamiento, grado
de enraizamiento, emplazamientos de energía, etc.),
* entender la estructura de carácter,
* identificar el principal rasgo de carácter,
* conectarse empática e intuitivamente con el consultante,
* discriminar los patrones de transferencia de los patrones de reso-
nancia que emerjan en la sesión,

­– 296 –
* proponer y conducir un trabajo que comprometa bioenergéticamente
al consultante,
* estructurar la sesión de manera coherente y comprensible dirigiendo
al consultante hacia nuevos patrones de desarrollo y movimiento.

Luego de finalizar la sesión se le pedirá al psicoterapeuta que organi-


ce sus percepciones, sus sensaciones, sentimientos e ideas y describa su
proceso interior:
* qué vio (impresión general, qué cree que hubo entre ambos,
etc.),
* qué sintió (cómo se sintió en ese rol, cómo sintió que se paraba
frente al paciente, cómo sintió que lo escuchaba, etc.)
* su contratransferencia y resonancia (qué le despertó ese consultante
transferencialmente, qué siente que el consultante trató de hacerle
sentir),
* cuáles fueron los temas seleccionados y porqué (y cuáles no y
porqué).

Desde el punto de vista técnico:


* cuáles fueron las técnicas elegidas y porqué,
* cuáles serían sus opciones para otras posibles alternativas de
trabajo y para el desarrollo de un proceso psicoterapéutico.

Con la aplicación del dispositivo de supervisión en vivo, tenemos como


objetivo central que el formando aprenda a estar con otra persona. Es decir,
desarrollar el arte de estar con un paciente, sin interferencias más o menos
elaboradas. Estar con otra persona significa entrar en contacto en un pro-
fundo nivel bioenergético:
-ser testigo del dolor y de los bloqueos del paciente,
-pero además conectarse y ligarse profundamente a la potencia y a lo
que está vivo en el paciente,
-caminando hacia un encuentro resonante que posibilite un desbloqueo
(somático, energético, caracterial y emocional), y una transferencia de fuerza
curativa entre ambas partes.
Tal como se plantea en psicología social, la psicoterapia funciona no
por causa de sus métodos, técnicas o estrategias sino, muchas veces, a
pesar de ellos.
En este sentido, la evaluación precedente de las técnicas utilizadas –o
de los logros o efectos de la sesión– no debe ser pensada desde una visión
mecánica del trabajo corporal, que vincule técnicas a “resultados” específicos.
La movilización energética de una buena sesión es muy potente, y puede
llevar a una amplia gama de reacciones (inmediatas o retardadas). Es impor-
tante que estas reacciones –también llamadas efectos- estén relacionadas

– 297 –
con las necesidades del paciente y no con la planificación apriorística del
psicoterapeuta.
Es muy triste ver a psicoterapeutas que pueden diagnosticar según los
últimos scaners tabuladores de la personalidad, recetarles, practicar técnicas,
pero son incapaces de producir un contacto energético con sus pacientes.
No es lo que queremos para nuestra formación.
El aprendizaje del “saber estar” con el paciente no es, para nada, una
práctica mecánica. Todo lo contrario, tiene que ser un aprendizaje funda-
mentalmente vivo: habitado por sensaciones e intuiciones, por intensidades
y emociones.
En este aprendizaje los formandos confrontarán sus propios límites,
tabúes, represiones y corazas. Desarrollando la capacidad vegetativa, ener-
gética y emocional de contacto, y limitando las posibilidades y el espacio
para los contactos sustitutivos (los contactos de máscara a máscara o desde
la camada secundaria).
Desde el comienzo de la formación se le dará un gran valor al desarrollo
de la percepción y del contacto. Para lo cual una parte central de los objeti-
vos del entrenamiento consistirá en aprender a devenir más sensibles a los
movimientos energéticos (streamings o life streams), y a las sensaciones y
emociones ligados a ellos.
El formando precisa, por lo tanto, entenderse sensiblemente como
campo energético, percibirse como tal, aprendiendo además a percibir a los
otros como campo y entender sus mensajes energéticos. Para ello es muy
importante aprender en el entrenamiento a producir, aumentar y sustentar el
streaming, a abrir canales expresivos y caminos de relajación, corporeizán-
dose desde la vivencia y desde la experimentación, a través del contacto,
del facing, del centramiento y del enraizamiento (grounding) como conceptos
y soportes básicos de la formación.

Es importante que, a lo largo de la formación, el estudiante de clínica


bioenergética y reichiana, pueda desarrollar la habilidad de:

A:
• Estudiar la obra de W. Reich, A. Lowen y otros autores bioenergéticos
y reichianos para aprender las bases de la psicoterapia corporal.
• Aprender los conceptos de flujo de energía y de campo energético,
los padrones de excitación que ocurren en las interacciones relacionales
en los primeros estadios del desarrollo evolutivo, las diversas formas por
las cuales estas conexiones energéticas con los ecosistemas afectan el
desarrollo de la regulación emocional, energética y somática.
• Entender y tornar más explícita, a partir de la experimentación viven-
cial, su propia historia vital y la experiencia de su propio proceso formativo

­– 298 –
de corporización, dentro de un ambiente seguro y confiable, que ofrezca
soportes para su confrontación.
• Encontrar un lenguaje compartido para la expresión de la experien-
cia corporal, para el movimiento emocional en el cuerpo y para las nuevas
producciones de sentido que emergen luego del trabajo biofísico.

B:
• Aprender cómo se forman los padrones básicos de apego con las
personas significativas y cómo los mismos diagraman las formas corporales,
el desarrollo emocional y caracterial de los niños y adultos.
• Comprender las dimensiones somáticas, emocionales, energéticas
y existenciales de los déficits, de los traumas o de los conflictos de la infancia
y cómo los mismos se estructuran en la forma corporal y en las relaciones
vinculares adultas.
• Analizar las defensas psicológicas, los bloqueos energéticos y las
adaptaciones caracteriales.

(Algunos puntos de A y B pueden ser desarrollados a partir del análisis


y de la confrontación que los formandos hagan de su propia experiencia de
vida).

C:
• Entender y desplegar un proceso psicoterapéutico en donde el
paciente salga de padrones de acorazamiento restrictivos (o de déficit de
acorazamiento) para moverse a nuevas formas de habitar y estar en su
cuerpo. Movimiento que incluye necesariamente la posibilidad de:
-comprender las necesidades emocionales, energéticas y corporales
del paciente;
-comprender las adaptaciones del presente (coraza caracterial y so-
mática) en relación a la historia del paciente;
-comprender la orientación y las expresiones de negatividad del pa-
ciente, que ocurrieron cuando las necesidades originales no fueron satis-
fechas;
-ayudar al paciente a tomar contacto con las necesidades originales del
self, tal cual están presentes en su cuerpo –más allá del acorazamiento–;
-ayudar al paciente a sentir y expresar el movimiento espontáneo del
self, a medida que surge –desde adentro hacia fuera y de las camadas más
superficiales a las más profundas–.
• Aprender a escoger las situaciones de intervención y las técnicas
adecuadas que correspondan al tratamiento de déficits, traumas y conflictos,
durante cada período del desarrollo evolutivo.

– 299 –
• Regular las experiencias corporales y emocionales del paciente,
utilizando intervenciones físicas y verbales que permitan al paciente conso-
lidar movimientos de pulsación expansiva, disminuyendo los movimientos de
contracción energéticos y somáticos, las limitaciones en el relacionamiento
vincular, y los padrones de acorazamiento caracterial.
• Enfatizar la necesidad de auto-regulación organísmica como me-
canismo fundamental del desarrollo psicobiológico personal.
• Lidiar con una relación terapéutica profunda que incluye:
-aprender y/o desarrollar formas de conectarse empáticamente, tanto
emocional como físicamente, con los traumas psíquicos y somáticos del
paciente y con los padrones de sobrevivencia vigentes en el momento
actual;
-aprender a dar soporte y apoyo a las respuestas afectivas espontá-
neas del paciente;
-aprender y desarrollar la habilidad para estar en contacto con gran-
des cantidades de energía, tanto emocional como físicamente, que pueden
expresarse en forma de angustia, miedos, terrores, ansiedades, placer,
bronca, ira, culpa, vergüenza, facilitando el procesamiento transferencial y
contratransferencial de las mismas, así como la conexión entre estos pa-
drones emocionales y los traumas originarios y primitivos.

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Material en VHS
“The Energetics of Bioenergetics” de Alexander Lowen (1997, IIBA).
“The International Institute for Bioenergetic Analysis apresenta Dr. Alexander
Lowen em Análise Bioenergética e 100 anos de Wilhelm Reich”, entrevista
realizada a Alexander Lowen por Myriam de Campos (1997, IIBA).
“La Vegetoterapia Caracteroanalítica”, Xavier Serrano Ortelano (Valencia, 1996,
ORGÓN/ES.TE.R.).
“La Psicoterapia Breve Caracteroanalítica (PBC)”. Xavier Serrano Ortelano
(Valencia, 1996, ORGÓN/ES.TE.R.).
“Lebensenergie durch sanfte bioenergetik”. Eva Reich (Munique, 1997).

­– 310 –
Luis Gonçalvez Boggio

• Psicólogo (egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad


de la República).
• Docente Universitario desde el año 1990 en la Facultad de Psi-
cología de la UDELAR:
- Área de Psicología Social, curso “Psicología Grupal e Ins-
titucional”, coordinador del seminario “El cuerpo en la clínica
social”.
- Curso Introducción a las Técnicas Psicopsicoterapéuticas,
coordinador del seminario “Bioenergética”.
- Curso Corrientes Teórico Técnicas, coordinador del semi-
nario “Psicoterapia Corporal Bioenergética”
• Ex docente de la Unidad de Formación Permanente para Gradua-
dos (Facultad de Psicología de la UDELAR, Montevideo/Uruguay),
seminario “Teoría y práctica de la Clínica Bioenergética”.
• Especializado clínicamente en:

PsicoTraumatología contemporánea:
- E.M.D.R. (Eye Movement Desensitization and Reprocessing)
con la Dra. Graciela Rodríguez (Trainer Internacional del EM-
DRIA dirigido por la PH.D. Francine Shapiro).
- E.F.T. (Emotional Freedom Techniques) y en T.F.T. (Thought
Field Therapy) con el Lic. Eduardo Cazabat, M.T. (director del
Centro de Estudios del Trauma Psicológico y el Stress).
- T.I.R. (Traumatic Incident Reduction) con Gerald French, M.A.,
C.T.S (Trainer Internacional del TIRIA, creador del método).
- T.I.C. (Técnicas de Integración Cerebral) con los Dres. Pablo
Solvey y Raquel Ferrazzano de Solvey, creadores del méto-
do).
- Psicoterapias para el trastorno por estrés postraumático con la
Dra. Gisela Perren-Klinger (Trainer Expert in Traumatic Stress
American Association).

Psicoterapias Corporales:
- Análisis Bioenergético y Análisis Reichiano con la Dra. en
Psicología Social Reolina Cardoso (Presidenta de la Sociedade
Wilhelm Reich, RS/BR), con la Lic. Zeneide Monteiro (Presiden-
ta de la Sociedade Brasileira de Análise Bioenergética, SP/BR)
y con la Dra. Liliana Acero, el Dr. Heiner Steckel y la Lic. Myriam
de Campos (SABRA -Sociedad de Análisis Bioenergético de

– 311 –
la República Argentina-, International Institute for Bioenergetic
Analysis dirigido por el Dr. Alexander Lowen).

• Ha realizado talleres de actualización en Psicoterapias Corporales


con:

- Lic. en Psic. Sandra Fagúndes (con formación en Psicoterapia Bio-


energética con Georges Lapassade y Peter Bruce en la Universidad
de Paris VIII, Vincennes).
- Dr. Manoel Brandao (con formación en Psicoterapia Reichiana con
el Dr. Angelo Gaiarsa -SP/BR-, en Psicoterapia Bioenergética con
Ph.D. Laura Dillon -California, EEUU- y en Meditación Dinámica con
Osho -Poona, India-).
- Prof. Ernest Lange (con formación en Bioenergética en Essen, Ale-
mania, en la DVGS).
- PhD Jaqueline Carleton (Didacta del Centro de Core Energetics
dirigido por el Dr. John Pierrakos).
- Psic. Xavier Serrano (Director de la Escuela Española de Psicotera-
pia Reichiana, Presidente de la International Federation of Orgonomic
Colleges).
- Psic. Maite Sánchez Pinuaga (Trainer de Vegetoterapia Caracte-
roanalítica y de profilaxis orgonómica en la Escuela Española de
Psicoterapia Reichiana).
- Dr. en Psic. Luciano Rispoli (Director de la Sociedad Italiana de
Psicoterapia Funcional Corporal).
- MSSW Barbara Davis (National Trainer de Austin Society for Bioener-
getic Analysis, International Trainer del IIBA, International Institute for
Bioenergetic Analysis dirigido por el Dr. Alexander Lowen, C.B.T.).
- Ph.D. Bennet Shapiro (National Trainer del Western Canada Institute
for Bioenergetic Analysis, International Trainer del IIBA, International
Institute for Bioenergetic Analysis dirigido por el Dr. Alexander Lowen,
C.B.T.).
- Ph.D. Helen Resneck-Sannes (National Trainer de la Bioenergetic
Society of Northern California, International Trainer del IIBA, Interna-
tional Institute for Bioenergetic Analysis dirigido por el Dr. Alexander
Lowen, C.B.T.).

• Ha realizado talleres de actualización en Psicología Social con la


P.S. Ana Pampliega de Quiroga, y con los Dres. Gregorio Baremblitt,
Hernán Kesselman, Fidel Moccio, Antonio Lancetti, Eduardo Pavlo-
vsky y Michel Lobrot.

­– 312 –
• Docente invitado del Departamento Reichiano del Instituto Sedes
Sapientiae (SP/Brasil).

• Miembro Didacta del Taller de Estudios y Análisis Bioenergético


(TEAB / Montevideo - Uruguay) en donde es el coordinador general
de la especialización en Análisis Bioenergético Reichiano individual y
grupal y dicta los cursos “Clínica Bioenergética y Clínica Reichiana”,
“Clínica Bioenergética Breve y Focal”, “Clínica Bioenergética del
Estrés y del Trauma”, “Nuevas estrategias clínicas para el abordaje
de los síntomas contemporáneos”, “Clínica Bioenergética & Esqui-
zoanálisis” y “Sexología Clínica Reichiana”.

• Conferencista invitado en Congresos Internacionales en Uru-


guay, Argentina, Chile, Brasil y México.

• Autor de los libros “Los cuerpos invisibles” (Ed. Multiplicidades,


Montevideo,1996), “Análisis Bioenergético. Devenires corporales
de la clínica y de la pedagogía” (Ed. CEUP, Montevideo, 1997), “Ar-
queología del Cuerpo. Ensayo para una Clínica de la Multiplicidad”
(Ed. TEAB, Montevideo, 1999) y de otros textos en co-autoría.

– 313 –

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