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Resúmenes
Bilbao
2020
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Fernandez Hermida, J. R.(2017) Cambiar para avanzar. Un análisis del debate sobre el
itinerario formativo de la Psicología Clínica en España, Papeles del Psicólogo, (2), 81-93.
En este artículo se defiende la secuenciación de la formación en Psicología Clínica, Grado- Master-
Especialidad, como el itinerario más lógico para pasar de una formación más general a una más
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específica. Aunque reconoce que actualmente el MPGS no tiene una preparación diferente a la del
PEPC, solamente se diferencian por el ámbito de intervención, privado o público respectivamente. La
escasa inversión pública en Salud Mental, la legalidad vigente y la preferencia del propio sistema por
formar a sus profesionales dentro de las instituciones públicas, hacen que las perspectivas de cambio
sean escasas.
El autor critica que la formación PIR está pobremente controlada, y que sus contenidos son muy
generalistas, eso sí tienen un tiempo de formación práctica superior al MPGS. Cuestiona la excesiva
rotación de los PEPC, convirtiéndolos en profesionales aún más generalistas, al no poder
especializarse realmente en un área de intervención concreta.
Compara la situación española con el resto de Europa donde no existe la denominación de PGS, el
planteamiento de 9 años y medio de formación para llegar a la especialidad no resulta excesivo, más
teniendo en cuenta que los 4 últimos años son remunerados, y añade que debería tenerse en cuenta los
30 créditos de práctica supervisada que reivindica el Europsy. Enfrenta el argumento de defensa del
actual itinerario formativo sobre la larga duración del itinerario Master- Especialización, según el cual
disminuiría la oferta de titulados, cuando la tasa de paro entre profesionales de la Psicología asciende
a un 26%, y los presupuestos son cada vez más restrictivos en este campo.
Resulta poco convincente que los psicólogos del sistema público de salud se encuentren
presionados por una excesiva demanda asistencial y en cambio no tengan ninguna exigencia en el
campo de la investigación y la innovación. En resumen, no se trata tanto de debatir sobre el
enfrentamiento de dos posturas sino de pensar en las mejoras que necesita el sistema para formar
profesionales con competencias tanto clínicas como de investigación, y que establezcan conexiones
útiles entre ellos, y no enfrentadas por la competitividad.
también con el respaldo de estudios empíricos en los que se evidencia la reducción de síntomas de
dolor y la mejora de la calidad de vida y a adherencia a los tratamientos médicos incluso en población
pediátrica. La ciencia actual reconoce por fin que la mente tiene un papel fundamental en la etiología,
la prevención y el tratamiento de las enfermedades, de este modo, la psicología clínica de la salud se
ha hecho un hueco irremplazable en el ámbito de la salud física.
Moix, J. y Carmona, V. (2018). Los siete secretos mágicos de la efectividad terapéutica” Papeles
del Psicólogo, 39(1), 22-30.
Asumiendo la igualdad en la efectividad de los diversos modelos de intervención psicoterapéuticos,
se cuestiona cuales son los factores comunes que las hacen a todas eficaces por igual. A continuación,
detalla o categoriza siete conceptos comunes implicados en la efectividad de las mismas: La escucha y
la presencia: ofrecer una atención flotante, un silencio que acoge al paciente, sin querer entender
demasiado rápido. Y una presencia cuidadosa, no-manipuladora. La creatividad: el terapeuta debe
tener las herramientas necesarias para aunar la parte científica que unifica y la parte creativa que
individualiza los tratamientos. La intención: desear la mejoría del paciente, es un elemento común de
todas las corrientes. El placebo: las expectativas que el paciente proyecta en la psicoterapia son un
principio activo que favorece su efectividad. La poesía: de manera espontánea utilizamos las palabras
de manera poética, lo que de alguna manera permite al paciente conectarse con ellas y darles el
sentido que necesitan, en el momento adecuado. La humanidad: debemos tener en cuenta que nuestro
propio bienestar es tan importante como el de nuestros pacientes, tratando así de crecer en la misma
medida que ellos. El misterio: todos los psicólogos nos encontramos en cierta medida con fenómenos
que no podemos explicar, debemos aceptar una parte de misterio.
Piña, J. y Rivera, B. (2006). Psicología de la salud: Algunas reflexiones críticas sobre su qué y su
para qué. Universitas Psychologica, 5(3), 669-679.
Delimitar con precisión la definición de la Psicología de la Salud resulta esencial para su correcta
interpretación, y en base a ello procurar su evaluación sistemática, y la correcta comunicación entre
las disciplinas y profesionales involucrados. La Psicología de la Salud debe entenderse como un
campo de actuación profesional en el que los psicólogos tienen las herramientas, los conocimientos y
las competencias indispensables para investigar, prevenir, y rehabilitar una enfermedad y promover la
salud. El modelo teórico y metodológico en el que se enmarca esta disciplina corresponde a la
intersección del modelo psicológico de la salud biológica con los problemas de la investigación
biomédica y su aplicabilidad en el campo de la salud.
Pero ¿Cuál sería la definición más precisa de lo psicológico y su interacción con lo biológico y lo
social? Es importante tener en cuenta que los antecedentes no son otros que las mismas teorías
comportamentales y de la personalidad con los que la psicología cuenta es su intervención e
investigación. Partiendo de este marco, se concibe el continuo salud-enfermedad como a una
dimensión individualizada, donde los factores biológicos del organismo, y aquellos que constituyen la
acción funcional de las relaciones socioculturales están en interacción.
En definitiva, el psicólogo de la salud debe asumir el rol de “educador” capaz de identificar la
dimensión individual de los problemas psicosociales y su evaluación, capaz también de enseñar
procedimientos y técnicas para generar cambios en los comportamientos que afectan potencialmente a
la salud y su recuperación.
La atención primaria es la que regula con mayor incidencia la carga asistencial de los servicios
especializados, la falta de profesionales preparados para atender adecuadamente estas dolencias puede
provocar un deterioro mayor de las mismas, y en consecuencia incrementar la demanda de atención
especializada, ocasionando un enorme impacto social y económico. El tratamiento farmacológico no
demuestra mayor eficacia que el terapéutico, siendo a largo plazo éste ultimo más económico por
diversas razones, entre ellas, una mejor identificación de las necesidades de atención psicológica, o la
posibilidad de resolver correctamente estas dificultades, cuando son leves, con tratamientos de baja
intensidad, evitando así que estos pacientes se agraven.
Por tanto las alternativas que se ofrecen para la reducción de costes y la optimización de los
recursos, se refieren a modelos de colaboración donde el médico conserva la responsabilidad sobre el
tratamiento, y la figura de psicólogo ejerce un rol de consulta, formación en habilidades al equipo
asistencial, y de atención directa en intervenciones psicológicas breves. Éste es un modelo muy
estudiado, que ofrece así mismo una atención escalonada o por niveles, asumiendo que no todos los
usuarios necesitan un tratamiento de igual intensidad. Por último, un programa de derivación de casos
a psicólogos del ámbito privado con contratos de prestación de servicios por parte del sistema público
de salud. Todas estas propuestas inciden en la utilización óptima de los recursos, desde una
perspectiva integradora y de eficiencia económica.
sobre los mecanismos psicológicos y neurológicos subyacentes a los problemas de salud mental es
esencial para seguir avanzando.