Está en la página 1de 3

Debido al interés suscitado por la cultura griega y latina desde el Renacimiento se estudia

en Europa el griego y el latín. Si bien la estructura de ambas lenguas es muy parecida, este
hecho no llamaba la atención. Recordemos que en la Antigüedad lo romanos ya habían
notado esta semejanza, hecho que no sorprendía debido a que, según la mitología, el
fundador de Roma habría sido Eneas, un griego. Ya en el siglo XVI a diversos
comerciantes y viajeros europeos que se relacionaron con la India manifestaron su asombro
al notar las similitudes entre diversas palabras de este país con las lenguas conocidas por
ellos, sobre todo con el griego y el latín. Pero esas semejanzas no pasaron de verse como
coincidencias. Recién en el siglo XIX debido a la colonización inglesa de la India los
estudiosos tuvieron un contacto más profundo con la cultura de este país y, por
consiguiente, con los textos escritos en sánscrito. Por la misma época comienza a
desarrollarse el Romanticismo y su gran interés por la Antigüedad. Lingüistas ingleses y
germanos comienzan a interiorizarse en la lengua sánscrita y a notar las similitudes con el
griego y el latín. Por ejemplo, en griego el verbo “ser” es esmi y en sánscrito asmi; “pie” en
griego es pous, podos, en latín pes, pedis y en sánscrito padah; “noche” en griego es nux
nuktos, en latín nox noctis y en sánscrito nacta. A partir de estas semejanzas Friedrich
Schlegel plantea que entre el sánscrito, el griego, el latín y otras lenguas como el persa y el
germánico existe una relación de parentesco. En 1786 William Jones, inglés que actuaba
como juez en Calcuta, sostuvo que la relación entre el griego, el latín y el sánscrito era muy
estrecha como para ser azarosa. Pero las de Schlegel y Jones no pasaban de ser, a pesar de
las buenas pruebas que tenían, suposiciones.

El problema preponderante en la reflexión lingüística del siglo XIX era el del origen del
lenguaje. A esto tendían los esfuerzos de importantes figuras como Herder, los hermanos
Grimm, Humboldt y Max Müller, entre otros. Dentro de esos otros estaba Franz Bopp,
quien notó que la semejanza entre griego, latín y sánscrito no sólo se daba en palabras
aisladas o grupos de palabras, sino que dicha semejanza también se daba en la estructura de
las tres lenguas. En 1816 publicó un trabajo en el que comparaba el sistema de la
conjugación del sánscrito con el del griego y el latín. Con ello, sin quererlo, Bopp descubrió
el camino para pasar de las suposiciones a la constatación científica acerca del parentesco
entre las lenguas mencionadas: el método comparativo. Mediante este método se descubrió
que la semejanza estructural no se daba sólo entre el sánscrito, el griego y el latín, sino
también entre ellas y la mayoría de las lenguas habladas en Europa (salvo el vasco y el
finés) y algunas de Asia (sánscrito, persa), semejanza que respondía a una relación de
parentesco entre ellas, lo que, por lo tanto, suponía un origen común. La tradición alemana
denominó a este antepasado común indogermano, mientras que la tradición inglesa lo hizo
con el nombre de indoeuropeo1. Las distintas lenguas, semejantes entre sí, se reunieron en
grupos geográficos, todos los cuales apuntan a ese antepasado común, denominado Urvolk

(en alemán Volk es “pueblo” y ur- da la idea de primigenio, originario) “pueblo originario”.

Del ámbito lingüístico esta idea de un pueblo originario fue trasladándose a otras
disciplinas, como la historia, que comenzó a buscar la patria de ese pueblo originario y
cuándo fue que éste se extendió por toda Europa y parte de Asia. A este respecto fue
fundamental el desarrollo de la arqueología. Muchos fueron los lugares señalados como
ubicación de la patria originaria (Urheimat), pero fue la India, debido a la antigüedad del
sánscrito, la que más adeptos consiguió en un principio. Sin embargo, los estudios de los
últimos años han mostrado como lugares posibles a Europa y al sur de Rusia. Sea cual fuere
el lugar postulado, queda claro que este pueblo originario, por diversas razones, fue
emigrando desde él hacia los diversos territorios. Respecto a cuándo tuvo lugar este
movimiento migratorio, tiene que fijarse antes de todo registro de lenguas diferenciadas, es
decir, de lenguas que forman parte de alguno de los grupos mencionados en el gráfico
anterior, lo que lleva a que se lo sitúe hacia el segundo milenio antes de Cristo. Distintos
datos aportados por la arqueología mostraron que este pueblo originario era un pueblo
belicoso, con una fuerte ética guerrera, del honor, la fuerza y el heroísmo. Por tal motivo,
1
También fue denominado este pueblo originario como “ario” ya que aryas se denominaban a sí mismos
habitantes de la India, Persia, Pakistán y Afganistán, y que en otras lenguas indoeuropeas se encuentran
palabras que poseen la misma raíz (por ejemplo el griego áristos). El nombre fue descartado porque se
demostró la existencia de palabras de la misma raíz en lenguas que no forman parte de la familia
indoeuropea.
una hipótesis fuerte es que este pueblo llegaba a un determinado territorio y dominaba al
pueblo que lo habitaba imponiendo su cultura. Esto es lo que llevó a diversas fusiones
culturales y, por lo tanto, también en lo que respecta a la lengua. En relación a esto último,
dos han sido las hipótesis más difundidas. La primera es la de “árbol genealógico”
(Stammbaumtheorie) propuesta por Schleicher en el siglo XIX, según la cual hay una
lengua originaria, que sería el tronco, que va ramificándose. La segunda hipótesis es
conocida como la “teoría de las ondas” (Wellentheorie), según la cual hay un contacto
central que va extendiéndose hacia el exterior perdiendo intensidad. La mayoría de las
explicaciones acerca de cómo esa lengua originaria fue expandiéndose son variaciones de
estas dos teorías.

Referencias bibliográficas.

A modo introductorio puede consultarse en nuestra lengua Los indoeuropeos y los orígenes
de Europa de Francisco Villar, así como su Lenguas y pueblos indoeuropeos, más sintético
que el primero. Las lenguas indoeuropeas, de P. Ramat, reúne una serie de artículos
referidos a diversos temas sobre historia y lingüística del indoeuropeo. Otro tanto ocurre
con Arqueología y lenguaje. La cuestión de los orígenes indoeuropeos, de C. Renfrew.
Rodríguez Adrados en muchas de sus obras hace referencia y aborda el tema del
indoeuropeo, sobre todo desde el aspecto lingüístico.

También podría gustarte