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DERECHO COMERCIAL: TEORÍA DE LOS ACTOS DE COMERCIO (PARTE II)

§ ACTOS DE COMERCIO REALIZADOS POR LA “EMPRESA”

El CCO le atribuye a la empresa un papel fundamental al momento de definir los actos


terrestres que se consideran mercantiles, destinándole aquélla seis de los veinte numerales
del art. 3º [Nºs 5 al 9 y Nº 20].
Antes de su estudio particular, es necesario precisar aspectos esenciales en torno a la empresa
como sujeto atributivo de mercantilidad, así como sus diferencias con el establecimiento de
comercio (pese a que el Nº 5º los asimila nuevamente, al referirse a “otros establecimientos
semejantes”) y la sociedad.

1. Concepto de empresa. El CCO no entrega un concepto de empresa1, aunque define al


empresario de transporte en el art. 166. Se han gestado, sin embargo, concepciones
económicas y jurídicas de la empresa:
a) Concepción económica. La empresa es una organización como unidad de elementos
materiales, inmateriales y humanos, cuya finalidad apunta a la producción,
distribución y comercialización de bienes y servicios con miras a obtener un lucro.
Sería, en definitiva, una de las formas que puede asumir la explotación económica,
manifestada a través de la organización de factores productivos con fines lucrativos,
e integrada por lo mismo por la actividad creativa del empresario, el trabajo de sus
dependietes y auxiliares y la combinación de los recursos materiales necesarios para
ello.
b) Concepción jurídica. Según esta concepción, los aspectos esenciales de la empresa,
subjetivo y objetivo o material, deben correr por carriles independientes, por lo cual
debe distinguirse entre la actividad organizada del empresario y los mecanismos o
instrumentos materiales, inmateriales y humanos destinados a desarrollar esa
actividad. En tal sentido, entonces, la noción jurídica de empresa debe estar reservada
sólo a la actividad que realiza el sujeto que organiza los diversos factores que
componen la empresa, mientras los instrumentos destinados a ello corresponde al
concepto de establecimiento comercial. La empresa se considera como una forma o
mecanismo organizado de actividad económica, sin atender a la combinación de los
factores productivos, materiales, inmateriales y humanos. Así, los elementos
fundamentales serían la actividad organizada y profesional realizada por un
empresario tendiente a la producción de bienes y servicios o su intercambio.

1
El art. 3º del Código del Trabajo define a la empresa como “toda organización de medios personales,
materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección, para el logro de fines económicos, sociales, culturales
o benéficos, dotada de una individualidad legal determinada”.
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2. Empresa y sociedad. No deben confundirse los conceptos de empresa y sociedad con


personalidad jurídica.
La sociedad constituye una forma o vehículo creado por el legislador para organizar la
actividad empresarial, pero no es la empresa misma según se la ha conceptualizado. En
otros términos, la sociedad puede constituirse en empresario y sus socios o accionistas
pueden a la vez administrar y manejar la empresa, pero ambas esferas no son asimilables
en modo alguno; máxime si se considera que el ordenamiento jurídico chileno no le
reconoce a la empresa una autonomía o singularidad jurídica propia, a diferencia de lo que
ocurre con la sociedad2.

3. Empresa y establecimiento de comercio. Ya dijimos que empresa y establecimiento de


comercio no son sinónimos. Reiteremos que la empresa constituye una actividad
organizada y profesional, compuesta por la ordenación de factores humanos, materiales e
inmateriales, orientadas racionalmente hacia un fin productivo de bienes o de prestación
de servicios. El establecimiento de comercio, en cambio, constituye un conjunto de bienes
materiales e inmateriales adscritos a un fin de carácter mercantil, de manera que este
último viene a constituir uno de los elementos de la empresa, pero no la empresa misma,
que puede existir incluso sin un establecimiento de comercio.

§ ANÁLISIS DE LOS ACTOS DE COMERCIO DE EMPRESA DEL ART. 3º

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 5. Empresas de fábricas, manufacturas, almacenes, tiendas, bazares, fondas, cafés y
otros establecimientos semejantes”.

A tres grupos distintos de empresas se refiere este numeral, que para su análisis se tratarán
por separado: A) las de fábricas y manufacturas; B) las de almacenes, tiendas y bazares, y;
C) las fondas, cafés y otros similares.

A. Las empresas de fábricas y manufacturas. La ley no define ni fábrica ni manufactura,


por lo que habrá de recurrir a su sentido natural y obvio. Según la RAE, fábrica es el
“establecimiento dotado de la maquinaria, herramienta e instalaciones necesarias para la

2
En el derecho chileno hay múltiples casos en que la ley se refiere explícitamente a la empresa, definiéndola
incluso para fines sectoriales, como ocurre con el art. 3º inc. final del Código del Trabajo; pero lo cierto es que
la empresa como tal no tiene reconocimiento legal como sujeto de derecho. Como ejemplos pueden citarse las
siguientes normas legales que se refieren a la empresa: art. 2003 CC; 2320 CC; art. 13 DL 825; art. 166 CCO;
art. 3º inc. final CT.

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fabricación de ciertos objetos, obtención de determinados productos o transformación


industrial de una fuente de energía”; y por manufactura, a su turno, la “obra hecha a
mano o con auxilio de la máquina”.
El elemento esencial para caracterizar ambos conceptos es el proceso organizado de
transformación de materias primas o bienes de la naturaleza, convirtiéndolos en otros
distintos, corporales e incorporales, orientados a satisfacer una determinada necesidad
de consumo ajeno.
La jurisprudencia ha precisado que lo que constituye el acto de comercio no es la
empresa sino la actividad que ella despliega para llevar a cabo su objeto, y su elemento
básico es la transformación que ellas realizan de las materias primas, sea que ésta la
adquiera el propio empresario, sea incluso que se la proporcione el propio cliente.
Debe excluirse, por ende, la industria extractiva o primaria como la minería, la
agricultura, la pesca y la industria forestal, en donde no existe tal transformación.
PALMA postula que en esta denominación quedan comprendidas todas las empresas
cuyo objeto consista en la transformación de materia prima en un sentido amplio, pues
lo que para un industrial puede ser materia prima (lana, para el que fabrica géneros), para
otro puede ser el producto de una industria (lana de un ganadero).
Sin embargo, no toda y cualquier actividad de transformación de materia prima debe ser
considerada como mercantil, pues bien puede ocurrir que tal proceso de transformación
sea accesorio a una actividad principal no mercantil o que el bien transformado no
provenga de una compra mercantil, como el caso del agricultor que por su cuenta faena
sus propios animales que engorda para hacer cecinas. Distinta sería, en cambio, la
situación de la empresa agroindustrial, que a diferencia de la transformación operada por
el agricultor involucra un proceso o actividad organizada para el logro de un fin
productivo de carácter principal, lo que tiñe de mercantilidad a todos los actos
comprendidos en dicha actividad.

B. Almacenes, tiendas y bazares. Se trata en este caso de empresas intermediarias de bienes


muebles, que se dedican a la compra y venta de los mismos en forma estable y reiterada
en el tiempo.
La diferencia entre este numeral y el Nº 1, que se refiere precisamente a la compra y
venta de bienes muebles, radica en que aquel apunta a la actividad individual que realiza
quien la ejecuta, mientras que el Nº 5 atiende a la actividad de compra y venta realizada
en forma profesional y organizada. La distinción es importante por el principio de lo
accesorio, pues un acto esencialmente civil, como la compra de un vehículo, puede ser
considerado como mercantil si accede al giro de una empresa de almacenes, tiendas o
bazares.

C. Las fondas y cafés. Se trata de actividades que involucran la reventa o intermediación de


bienes muebles en forma profesional y organizada, con el propósito de satisfacer las
necesidades de recreación, alimentación y albergue de sus clientes-consumidores finales.

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D. Otros establecimientos semejantes. Esta referencia del numeral ha dado pie para diversas
interpretaciones.
Para OLAVARRÍA, la expresión se refiere sólo a aquellos establecimientos similares a
las fondas y cafés, mas no a las demás empresas que menciona este numeral. PUGA, en
cambio, sostiene que son establecimientos semejantes todas las demás empresas que, al
igual que las señaladas en este numeral, sin distinción, compran bienes para venderlos,
tal como los adquirieron o transformados3.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 6. Empresas de transporte por tierra, ríos o canales navegables”.

Según el art. 166, “el transporte es un contrato en virtud del cual uno se obliga por cierto
precio a conducir de un lugar a otro, por tierra, canales, lagos o ríos navegales, pasajeros
o mercaderías ajenas, y a entregar éstas a la persona a quien vayan dirigidas”. El que
contrae la obligación de conducir se llama porteador, el que encarga la conducción se llama
cargador y al que van dirigidas se llama consignatario. El precio por el transporte se
denomina porte y el contrato de transporte de pasajeros recibe el nombre de contrato de
pasaje.
La redacción de este numeral, parca en su formulación, hace necesario abordar y aclarar, por
lo mismo, algunos aspectos de interés:
a) Lo que se mercantiliza es la actividad empresarial de transporte, mas no el contrato de
transporte4.
b) Aplicación armónica de los artículos 3 Nº 6 y 171 del CCO.
c) Situación del cargador. Dado que el numeral 6 se refiere sólo al porteador, queda por
resolver la naturaleza que tendrá el acto de transporte para el cargador. La solución pasa
nuevamente por aplicar la teoría de lo accesorio, de manera que el acto será civil o
mercantil para el cargador, dependiendo de la naturaleza del acto principal al que acceda
el señalado transporte.
d) Transporte o navegación en lagos. Si bien el Nº 6 no lo contempla, la doctrina es conteste
en considerar el transporte lacustre dentro de las empresas de transporte a que alude.
e) Tranporte marítimo y aéreo. Regulados en Libro III y en el C. Aeronáutico.

3
Recuérdese además la tesis que postulaba que el art. 3º no era taxativo, teniendo como argumento principal
esta expresión.
4
En el derecho chileno la regulación del contrato de transporte se encuentra contenida únicamente en el CCO,
de manera que no existe legislación civil al respecto. De lo dicho se desprende que las disposiciones del T. V,
del Libro II, del CCO, se aplican a todo tipo de transporte, salvo el marítimo y aéreo que tienen disposiciones
distintas. Con todo, no significa que el contrato de transporte sea necesariamente mercantil, pues, por el
contrario, se trata de un acto esencialmente civil.

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Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 7. Empresas de depósito de mercaderías, provisiones o suministros, las agencias de
negocios y los martillos”.

La norma reúne aquí actividades de comercio del todo disímiles entre sí, sin mayores
vinculaciones objetivas que justifiquen su tratamiento jurídico conjunto. Para efectos
didácticos, se abordarán por separada cada una de las figuras legales que se mencionan:

1. Empresas de depósito de mercaderías. Algunas precisiones:


a) Lo mercantil es la actividad de empresa y no el depósito en sí. El depósito es un acto
civil que adquiere el carácter de mercantil cuando es desarrollaro por una empresa. No
se exige que sea la única actividad de la empresa, pues la ley no exige exclusividad.
b) El depósito debe ser de mercaderías. La RAE define mercadería como la cosa mueble
que se hace objeto de trato o venta.
c) Los Almacenes Generales de Depósito o “Warrant”. Ejemplo preclaro del depósito
mercantil, regulado en el art. 3 Nº 7, lo encontramos en los denominados Almacenes
Generales de Depósito o Warrant, contemplados en la Ley Nº 18.690, que crea un
sistema de depósito o almacenaje de mercaderías que trae aparejado a su turno un
mecanismo facilitador de las transacciones jurídicas en torno a ellas, de propiedad o
garantía, mediante la emisión y entrega al depositante del respectivo “Vale de Prenda”
o “Warrant” y el “Certificado de Depósito”, ambos transferibles por endoso.
d) Ámbito subjetivo de la mercantilidad. El numeral 7 se refiere únicamente al
depositario, esto es, a la empresa que de manera organizada y profesional se dedica a
prestar el servicio de depósito de mercaderías ajenas. Para el depositante, en cambio,
el acto será normalmente civil aunque eventualmente comercial, dependiendo de la
naturaleza del acto a que acceda al depósito en conformidad al principio de lo
accesorio.

2. Empresas de provisiones o suministros. El primer aspecto que debe analizarse en este


punto es la expresión disyuntiva “o” que utiliza la norma, lo que llevaría a concluir que
para el legislador las empresas de provisiones y las de suministros son una misma cosa.
Ni la doctrina ni la jurisprudencia han podido coincidir en esto. Algunos autores estiman
que se trata de conceptos idénticos; mientras otros sostienen lo contrario, por cuanto las
empresas de provisiones serían aquellas que proveen bienes corporales muebles, mientras
que las de su suministros proveen flujos o servicios inmateriales.
a) Empresas de suministros. El contrato de suministro es aquel en que una de las partes,
llamada suministrador, se obliga a proporcionarle de manera continuada o periódica a
otra, llamada suministrado, bienes muebles y/o servicios destinados a su uso o
consumo a cambio de un precio. Así por ejemplo, los suministros de energía eléctrica,
telefonía, gas y agua potable, así como también el arrendamiento de los servicios
necesarios para que esa entrega sea fluida, suficiente y oportuna.

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b) Empresas de provisión o abastecimiento. A diferencia del contrato de suministro, el de


abastecimiento o provisión no lleva aparejada la continuidad y fluidez de entrega que
caracteriza al suministro, ni tampoco la prestación de los servicios que lo permiten.
Asimismo, en el abastecimiento los bienes que se le proporcionan al abastecido,
durante un cierto tiempo y también a cambio de un precio, pueden serlo bajo un título
traslaticio de dominio o sólo para su uso y goce (arrendamiento), mientras que en el
suministro el bien suministrado es necesariamente consumido por su uso.
c) Mercantilidad de las empresas de suministro y provisión. La mercantilidad se refiere
en este caso a la actividad que realiza la empresa que proporciona el suministro o el
aprovechamiento, mas no al contrato propiamente tal. Asimismo, la diferencia que
existe entre este numeral y el art. 3 Nº 1 del CCO, radica en la singularidad de las
operaciones de compra, venta, permuta y arrendamiento a que se refiere este último,
que no llegan a configurar una actividad profesional y organizada de empresa como la
que así se plantea.
En cuanto a la naturaleza del acto de quien contrata con la empresa, habrá que estarse
en cada caso al principio de accesoriedad para determinarla.

3. Agencia de negocios. La ley tampoco define lo que debe entenderse por “agencias de
negocios”, lo que ha motivado diversas interpretaciones doctrinales.
PALMA las describe como una figura que no coincide con ninguna de las categorías de
mandato que reconoce el ordenamiento jurídico chileno5.
Lo que caracteriza a la agencia de negocios es la prestación de servicios de diversa
naturaleza que realiza una persona a favor de varias otras en forma simultánea y de manera
profesional y estable. De esta forma, lo que la ley declara como mercantil es la actividad
de la empresa que se constituye como agencia de negocios y que explota ese giro de
manera organizada, profesional y en forma permanente, pues, aisladamente los actos son
civiles (arrendamiento de servicios o mandatos) pero el CCO habla de agentes de
negocios, lo que presupone un oficio, es decir, algo estable.

4. Martilleros. Los martilleros son personas naturales o jurídicas inscritas en un registro en


conformidad a la ley, para vender públicamente al mejor postor bienes corporales muebles
[L. Nº 18.118]. Los martilleros entonces desarrollan una actividad de intermediación entre
quienes venden muebles y quienes los adquieren por el mecanismo de la pública subasta
o venta al martillo. Al igual que en los casos anteriores, la mercantilidad está dada para la
actividad de martillero realizada como giro empresarial, en forma organizada y asociativa,
mientras que para el cliente dependerá de la aplicación de la teoría de lo accesorio.

5
El autor afirma que el origen de este numeral y la explicación de su tratamiento diferenciado, separado de los
comisionistas y corredores, se encuentra en su antecedente francés y concrectamente en el Code de 1807, que
optó por esta figura con un fin puramente práctico: evitar que aquellas personas que prestaban distintos tipos
de servicios a terceros, y que se catalogaban a sí mismos como agentes de negocios, pudiese burlar la legislación
mercantil al no coincidir exactamente su actividad con la correduría o la comisión.

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Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 8. Las empresas de espectáculos públicos, sin perjuicio de las medidas de policía que
corresponda tomar la autoridad administrativa6”.

Las empresas a que se refiere este numeral desarrollan una actividad orientada esencialmente
a la entretención del público, ya sea mediante espectaculos lícitos en general, artísticas,
culturales o de cualquier otro tipo.
Sin embargo, la norma legal apunta aquí a la actividad de quien organiza el espectáculo y no
a sus protagonistas ni a quienes participan en su ejecución directa, como iluminadores,
sonidistas, tramoyas, etc. Es decir, lo que la ley considera mercantil es la intermediación que
realiza la empresa entre los artistas y/o las personas que llevan a cabo el espectáculo y el
público que asiste a él. Tal intermediación que realiza la empresa entre los artistas y/o las
personas que llevan a cabo el espectáculo y el público que asiste a él. Tal intermediación
involucra en último término la disposición y organización de los medios materiales y
humanos necesarios para ello, tales como el local y el personal artístico y de apoyo, de manera
que no será comercial -por ejemplo- el espectáculo que realizan los artistas directamente, en
ejercicio de sus respectivas profesiones.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 9. Las empresas de seguros terrestres a prima, inclusas aquellas que aseguran
mercaderías transportadas por canales o ríos.

El contrato de seguro está regulado en el Título VII del CCO, artículos 512 y ss., incorporado
por la ley Nº 20.667 (D.O. de 9 de mayo de 2013).

Según el art. 512 del CCO, “Por el contrato de seguro se transfieren al asegurador uno o
más riesgos a cambio del pago de una prima, quedando éste obligado a indemnizar el daño
que sufriere el asegurado, o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones pactadas”.
A su vez, el art. 513 define al asegurado como “aquel a quien afecta al riesgo que se transfiere
al asegurador”, al asegurador como “el que toma de su cuenta el riesgo”, al beneficiario como
“el que, aun sin ser asegurado, tiene derecho a la indemnización en caso de siniestro”; a la
prima como “la retribución o precio del seguro; y al riesgo como la eventualidad de un suceso
que ocasione al asegurado o beneficiario una pérdida o una necesidad susceptible de
estimarse en dinero”.

6
La referencia que hace aquí la ley a las “medidas de policía” tiene su origen en el propósito del legislador de
la época de sustraer de la cometencia de los juzgados de comercio los conflictos de orden policial surgidos en
este ámbito.

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Por su parte, el art. 4º del DFL 251 sobre Compañías de Seguros, fija el marco subjetivo de
quienes pueden realizar la actividad aseguradora a base de primas en Chile y la restringe,
únicamente, a las siguientes entidades:
a) Sociedades anónimas nacionales de seguros y reaseguros, que tengan por objeto exclusivo
el desarrollo de dicho giro y las actividades que sean afines o complementarias a éste, que
autorice la Superintendencia mediante norma de carácter general.
b) Entidades aseguradoras extranjeras establecidas en el exterior, sin agencia en Chile, las
que podrán comercializar los sigueintes seguros:
i. En Chile, seguros de transporte marítimo internacional, aviación comercial
internacional, mercancías en tránsito internacional y de satélites, y la carga que éstos
transportan;
ii. En el extranjero, toda clase de seguros, a excepción de los seguros obligatorios
establecidos por ley y aquellos contemplados en el decreto ley Nº 3.500, de 1980, los
que sólo podrán contratarse con compañías establecidas en el territorio nacional.
c) Sociedades anónimas extranjeras con agencia en Chile, debidamente autorizadas por la
SVS, las que gozarán de los mismos derechos y estarán sujetas a las mismas obligaciones
que las compañías de seguros nacionales de igual grupo, salvo disposición legal en
contrario [art. 4º bis, DFL Nº 251].

Elementos y requisitos que exige el art. 3º Nº 9:


1. Lo mercantil es la actividad aseguradora y no el contrato de seguro. En primer
término, el art. 3 Nº 9 s refiere a las empresas aseguradoras y no al contrato de seguro
propiamente tal, de maneras que es la actividad aseguradora lo que la ley mercantiliza
en este caso. Por lo demás, según el art. 4º del DFL Nº 251 la actividad mencionada sólo
puede realizarse por sociedades anónimas de giro exclusivo y por entidades extranjeras.
2. El seguro debe ser a prima. Atendiendo a la forma en que se asume el riesgo, el seguro
puede ser a prima o seguro mutuo o a cuota. Como ya se indicó, la prima es el precio
que paga el asegurado y en cuya virtud el asegurador se hace responsable del riesgo de
pérdida o deterioro, obligándose a indemnizar su eventual ocurrencia en los términos
pactados.
El seguro mutuo, en cambio, se origina en el sistema de mutualidad y se caracteriza por
ser una reunión de personas sujetas a un riesgo común, quienes pagan una cuota
destinada a subvenir entre todas las indemnización por las pérdidas o daños que pueda
sufrir alguna de sus miembros. Su actividad aseguradora es esencialmente civil, ajena
por lo mismo a aquella que trata el art. 9º Nº 9 del CCO.
En la actualidad, los seguros a cuota se reducen sólo a aquellas entidades mutuales que
se encontraban autorizadas para asegurar la entrada en vigencia de la Ley Nº 18.660 (v.
gr., mutualidades de seguro de las FF.AA. o Carabineros), sin que puedan constituirse
otras nuevas para ese fin [art. 7º L. Nº 18.660).
Según el art. 512 inc. 2º, entonces, las normas del Título VIII del CCO sólo se aplican al
seguro a base de prima y no se extienden “a los seguros sociales, a los contratos de salud

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regulados por el decreto con fuerza de ley Nº 1, de 2006, del Ministerio de Salud, que
fija el texto refundido, coordinado y sistematizado del decreto ley Nº 2.763, de 1979, y
de las leyes Nº 18.933 y Nº 18.469, ni al seguro de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales”.
3. Lo asegurado puede ser el riesgo de vida o el de daños. “Las compañías de seguros
se dividirán en dos grupos. Al primero pertenecerán las que aseguren los riesgos de
pérdidas o deterioro en las cosas o el patrimonio. Al segundo, las que cubran los riesgos
de las personas o que garanticen a éstas, dentro o al término de un plazo, un capital,
una póliza saldada o una renta para el asegurado o sus beneficiarios” [art. 8º DFL 251].
Por su parte, el art. 512 inc. 2º del CCO señala que “Los riesgos pueden referirse a bienes
determinados, al derecho de exigir ciertas prestaciones, al patrimonio como un todo y
a la vida, salud e integridad física o intelectual de un individuo”, agregando que “No
sólo la muerte sino que también la sobrevivencia constituyen riesgos susceptibles de ser
amparados por el seguro”.
Considerando que el art. 3º Nº 9 del CCO no hace distingo alguno en esta parte, ambas
categorías de seguro a prima -de daños y de vida- quedan comprendidas en dicha
disposición.
4. La mercantilidad se refiere al asegurador y no al asegurado. Si bien la ley tampoco
distingue en este sentido, resulta evidente que la mercantilidad que plantea alcanza sólo
al asegurador constituido como empresa. Para el asegurado, sin embargo, el acto podrá
ser comercial por aplicación del principio de accesoriedad, considerando que existen
actividades comerciales cuya realización presupone como requisito la contratación de un
seguro [v. gr. La empresa de transportes terrestres y el seguro obligatorio automotriz de
la ley Nº 18.490].
5. Lo mercantil es la actividad de las empresas de seguros terrestres, inclusas aquellas
que aseguran mercaderías transportadas por canales y ríos. El seguro de transporte
marítimo se contempla, por su parte, en el art. 3º Nº 16 del CCO, que a partir del adagio
“el mar mercantiliza los actos”, considera mercantil “los fletamentos, seguros y demás
contratos concernientes al comercio marítimo”.
Tratándose del transporte aéreo, que el CCO no estuvo en condiciones de contemplar
obviamente en su versión originaria, debe entenderse que la actividad empresarial de
aseguramiento es igualmente mercantil al tenor del art. 3º Nº 9 del CCO, aplicable por
disposición del art. 6º del C. Aeornáutico, ley Nº 18.916. Según esta última norma, en
efecto, en los casos no previstos en el señalado CA y en los tratados internacionales
aprobados por Chile, se aplica supletoriamente el derecho común.

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§ ACTOS FORMALES DE COMERCIO

Son actos formales de comercio aquellos que siempre son considerados como mercantiles
por la ley, para ambas partes y sea quien sea la persona que participe en ellos. Se excluye
aquí, por ende, la figura del acto mixto o de doble carácter, ni puede operar tampoco el
principio de lo accesorio. En consecuencia, y como lo ha señalado también la jurisprudencia,
en estos casos la naturaleza mercantil proviene de la forma, del empleo de títulos de crédito
respecto de los cuales se ejecutan determinadas operaciones (emisión, suscripción, endoso,
aval, etc.), cualquiera sea su causa u objeto y las personas que en ellos intervengan.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 10. Las operaciones sobre letras de cambio, pagarés y cheques sobre documentos a
la orden, cualesquiera que sean su causa y objeto y las personas que en ella intervengan, y
las remesas de dinero de una plaza a otra hechas en virtud de un contrato de cambio”.

La propia norma destaca, además, que lo mercantil en este caso son las “operaciones” que se
realizan sobre los títulos, documentos y remesas que menciona, omitiendo sin embargo
cualquier precisión en tal sentido. Por lo mismo, debe entenderse por tales operaciones el
conjunto de actos jurídicos que pueden celebrarse o ejecutarse en, sobre o en torno a los
títulos y documentos mencionados, sin que ello pueda extrapolarse a la relación fundamental
o subyacente que origina el libramiento, emisión, giro o remesa, según el caso. En otros
términos, lo que la ley mercantiliza en este numeral son las operaciones sobre los títulos y
documentos indicados, mas no las obligaciones cartulares incorporadas a ellos ni las
relaciones jurídicas subyacentes que se realicen con o mediante los mismos, en cuanto
medios de pago o de ejecución de obligaciones. Así, por ejemplo, la suscripción de un pagaré
o el libramiento de una letra de cambio por un menor adulto o por una mujer casada en
régimen de sociedad conyugal serán siempre operaciones mercantiles, ex art. 3º Nº 10 del
CCO, resultando aplicables a tales operaciones las normas de capacidad que contempla el
mismo Código; pero ni la obligación documental incorporada en esos títulos de crédito, ni
las que surgen a su turno de la relación fundamental que los origina, serán necesariamente
mercantiles.

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1. Las operaciones sobre letras de cambio. A modo introductorio y para explicar en


concreto el alcance del art. 3º Nº 10 del CCO en esta primera parte, resulta pertinente
hacer antes algunas precisiones en torno a la letra de cambio como título de crédito, en el
entendido que el estudio de los títulos de crédito será abordado in extenso en otra
oportunidad.

A. Aspectos generales de la letra de cambio. La ley Nº. 18.092, de 14 de enero de 1982,


si bien no define lo que se entiende por letra de cambio, enumera en su art. 1º los
requisitos que un documento debe cumplir para ser considerado como tal. Su anterior
regulación en contenía en el CCO [arts. 623 al 781 bis], cuyo artículo 632 definía a la
letra de cambio como “un mandato escrito, revestido de las formas prescritas por la
ley por el cual el librador ordena al librado para una cantidad de dinero a la persona
designada o a su orden”. Tales normas, sin embargo, fueron derogadas por la ley antes
citada, la que fijó el nuevo estatuto legal aplicable a las letras de cambio y pagarés.
El origen de la letra de cambio como título de crédito debe buscarse en el contrato de
cambio, definido en el art. 620 del CCO como “una convención por la cual una de las
partes se obliga, mediante un valor prometido o entregado, a pagar o hacer pagar a
la otra parte o a su cesionario legal cierta cantidad de dinero en un lugar distinto a
aquel en que se celebra la convención”. La letra, en efecto, surgió en un primer
momento como un documento accesorio al referido contrato, constituyéndose
posteriormente en un medio de ejecución y prueba del mismo. Actualmente, además,
con la introducción de la cláusula a la orden, la figura de la aceptación y, por último,
la posibildiad de que el librador fuese también el beneficiario de la letra7, esta última
dejó de servir únicamente como herramienta funcional y asociada al contrato de
cambio, pasando a constituirse en un eficaz medio de pago y de circulación del crédito
a través del endoso.
Intervienen en la letra de cambio las siguientes personas:
a) El librador, que es aquel que crea el documento, el que lo emite, gira o libra,
asumiendo la obligación de hacer pagar la suma correspondiente.
b) El librado, que es aquel a quien el librador le ordena realizar el pago de una suma
de dinero a una persona, que puede ser el mismo librador u otra distinta.
c) El aceptante, que es librado que admite o “acepta” la orden del librador y que se
obliga, por ende, a pagar la cantidad de dinero de que se trate, al mismo librador o
a otra persona.
d) El beneficiario, que es aquel a quien se debe pagar la suma de dinero indicada en
el documento.

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En el contrato de cambio librador y librado deben ser siempre personas distintas, a lo que se suma el elemento
de la distancia entre el lugar de la convención y el del pago (distancia loci), lo que no ocurre necesariamente
con la letra.

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e) El endosante, que es el beneficiario o portador legítimo de la letra que la transfiere


por endoso, personalmente responsable además frente al endosatario si el
aceptante no paga el documento.
f) El endosatario, que es el que adquiere el documento por medio de endoso.
g) El portador legítimo, esto es, el actual titular del documento, ya sea porque figura
en él como beneficiario o porque lo adquirió por vía de endoso.
h) El aval, que interviene para garantizar el pago del documento y que puede ser aval
de tiempo, aval de persona, aval de caso o ilimitado. Es de tiempo cuando garantiza
la obligación por un tiempo determinado; de persona cuando se avala sólo a alguno
de los obligados; de caso cuando sólo responde para la ocurrencia de algún hecho
determinado, e ilimitado cuando no concurre ninguna de las limitantes anteriores.

B. La ley mercantiliza “las operaciones” sobre letras de cambio. Debe destacartse, con
todo, que lo que la ley declara aquí como comercial no son los documentos a que hace
mención concretamente (la letra de cambio en este caso), sino “las operaciones” sobre
tales documentos y las remesas de dinero hechas en virtud de un contrato de cambio.
Por lo mismo, resulta necesario precisar cuáles son esas operaciones sobre letras de
cambio, que la ley mercantiliza en este numeral.
a) El giro o emisión de la letra. Es el acto por el cual el librador crea la letra, también
llamado libramiento.
b) La aceptación. Consiste en la manifestación de voluntad del librado, admitiendo
o “aceptando” pagar una cantidad de dinero al beneficiario o al portador legítimo
de la letra. Se incluyen aquí la reaceptación de la letra y el retiro de la aceptación
[art. 44 L. 18.092].
c) El endoso. Es el acto en virtud del cual se transfiere el dominio de la letra, se la
entrega en cobranza o se la constituye en prenda.
d) El pago de la letra.
e) El protesto. La ley no lo define. Consiste en un acto solemne por el cual el ministro
de fe competente da cuenta de la falta de pago oportuno de la letra, de la falta de
aceptación o de la falta de fecha de aceptación.
El protesto puede verificarse por falta de pago, por falta de aceptación y por falta
de fecha de aceptación [art. 59 L. 18.092].
f) El aval. Consiste en el acto escrito y firmado en la letra de cambio, en una hoja de
prolongación adherida a ésta, o en un documento separado, por el cual el girador,
un endosante o un tercero garantiza, en todo o parte, el pago de ella [art. 46 L.
18.092].

2. Operaciones sobre pagarés. La ley Nº 18.092 tampoco definió lo que es el pagaré,


precisando en cambio sus elementos distintivos en el art. 102. Se trata de un documento
escrito por el cual una persona, llamada suscriptor, reconoce adeudar en favor de otra,

12
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

llamada beneficiario, una cantidad determinada o determinable de dinero, obligándose a


pagarla en el lugar y época indicados en el título.
A diferencia de los intervinientes de la letra de cambio, dos a lo menos, en el pagaré no
hay librador ni aceptantes, sino sólo suscriptor, beneficiario, portador legítimo, aval y
endosantes. Su ley de circulación admite la forma nominativa, a la orden o al portador.
Al pagaré se le aplican las mismas normas de las letra de cambio en todo lo que no sea
contrario a su naturaleza y que no esté expresamente regulado en el Título II de la ley [art.
107 L. 18.092]. Por lo mismo, las operaciones a que se refiere el art. 3º Nº 10 serán las
mismas que en la letra, reemplazándose las de libramiento y aceptación por la de
suscripción.

3. Operaciones sobre cheques. Según el art. 10 del DFL Nº 707, sobre Cuentas Corrientes
Bancarias y Cheques: “El cheque es una orden escrita y girada contra el banco para que
éste pague, a su presentación, el todo o parte de los fondos que el librador pueda disponer
en cuenta corriente”. Por el cheque entonces, una persona llamada girador le da a un
banco, llamado librado, la orden de pagar a su presentación la suma indicada en el
documento con cargo a los dineros que se encuentran depositados en una cuenta corriente
que el girador tiene contratada con dicho banco, obligándose el primero a pagar él si el
banco no lo hace.
El contrato de cuenta corriente bancaria, a su vez, al que va asociado necesariamente el
cheque y que celebra el girador con un banco, se define en el art. 1º, inc. 1º, del DFL Nº
707 como “(…) un contrato a virtud del cual un Banco se obliga a cumplir las órdenes
de pago de otra persona hasta concurrencia de las cantidades de dinero que hubiere
depositado en ella o del crédito que se haya estipulado”.
En cuanto a los actos u operaciones que la ley declara como comerciales se cuentan aquí
el giro -también llamado libramiento-, que consiste en el llenado de un documento escrito
que contiene las formalidades legales para que sea considerado como cheque, el endoso -
pues el cheque puede girarse nominativo, con cláusula a la orden o al portador-; el pago
del cheque y su protesto.

4. Operaciones sobre otros documentos a la orden. Como la ley no distingue, se trata aquí
de documentos que en general lleven incorporada la cláusula “a la orden”, que circulan
por lo mismo mediante su endoso. Así por ejemplo, serán mercantiles las operaciones
sobre bonos, efectos de comercio, los Pagarés Reajustables de la Tesorería General de la
República, cartas de porte y conocimientos de embarque, los vales vista, certificados de
depósitos a plazo endosables, certificados de depósito y vales de prenda “Warrant”, etc.

5. Remesas en dinero de una plaza a otra en virtud de un contrato de cambio. Ya nos


hemos referido antes al contrato de cambio, a propósito de las operaciones sobre letras de
cambio. Sus elementos distintivos, que lo diferencian precisamente de esta última, radican
en que en el contrato de cambio el librador y el librado deben ser siempre personas

13
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

distintas, a lo que se suma el elemento de la distancia que debe existir siempre entre el
lugar de la convención y el del pago (distancia loci). Ambos aspectos, como ya se explicó,
no necesariamente deben concurrir en la letra.
Lo que la ley considera aquí como mercantil son concretamente las operaciones de remesa
de una plaza a otra de los montos de dinero involucrados en el contrato de cambio,
efectuadas por cualquier vía que no sea la letra de cambio.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 20. Las empresas de construcción de bienes inmuebles por adherencia, como
edificios, caminos, puentes, canales, desagües, instalaciones industriales y de otros
similares de la misma naturaleza”.

La construcción de bienes inmuebles por adherencia, realizada por empresas dedicadas


profesionalmente a dicha actividad, fue introducida como acto de comercio por el art. 14 del
DL Nº 1.953, de 15 de octubre de 1977. Lo que aquí se mercantiliza, nuevamente, no son los
inmuebles que se construyen ni los actos y contratos que se ejecutan o celebran con ocasión
de su construcción, sino la actividad o giro de la empresa que se dedica a ello de manera
organizada8.
A partir de lo dicho, pueden identificarse entonces los requisitos legales para que la actividad
empresarial a que se refiere esta norma sea considerada como mercantil:
a) Que exista una organización empresarial.
b) Que la empresa se dedica a la construcción de bienes inmuebles por adherencia,
definidos en el art. 568 del CC. En consecuencia, no será mercantil la actividad de
aquella empresa que realiza actividades inmobiliarias distintas a la construcción, como
el arrendamiento, la venta de inmuebles realizada por empresas que no se dediquen a la
construcción, la urbanización, el loteo o la administración de inmuebles en general.

8
V. SCS, de 12 de julio de 2012, “Luis Méndez Faúndez con Sociedad de Transportes Poblete y Sáez Ltda. y
Carlos Sáez Alarcón”, Rol Nº 2609-2012.

14
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

§ ACTOS DE COMERCIO EN RAZÓN DE LA INTERMEDIACIÓN

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno de
ellos: 11. Las operaciones de banco, las de cambio y de corretaje”.

1. Operaciones de banco. Estas operaciones son consideradas actos de comercio en


atención a la intermediación entre la oferta y la demanda de recursos monetarios, que
realiza un banco, definido a su vez en el art. 40 de la Ley General de Bancos (DFL Nº 3,
de 19 de diciembre de 1997) como “(…) toda sociedad anónima especial que, autorizada
en la forma prescrita por esta ley y con sujeción a la misma, se dedique a captar o recibir
en forma habitual dinero o fondos del del público, con el objeto de darlos en préstamo,
descontar documentos, realizar inversiones, proceder a la intermediación financiera,
hacer rentar estos dineros y, en general, realizar toda otra operación que la ley le
permita”.
Según esta definición9, en la actualidad los bancos están autorizados para realizar una
variada gama de negocios financieros, pudiendo constituir filiales para (a) intermediar
valores de oferta pública bajo la forma de corredores de bolsa o agentes de valores, (b)
actuar como administradoras de fondos de inversión o de capital extranjero, (c) como
sociedades securitizadoras de títulos e incluso (d) como corredoras de seguros, lo que
antes era del todo ajeno al giro tradicional de simple intermediación del crédito.
Por esta vía, entonces, el art. 3º Nº 11 del CCO ha visto sustancialmente ampliado su
horizonte de aplicación material, considerándose por ende como mercantiles no sólo la
tradicional labor intermediadora recién mencionada, sino cada una de las operaciones que
caen dentro del giro bancario de conformidad a los arts. 69 y 70 de la LGB.
Tratándose de quien contrata con el banco, sin embargo, la situación será distinta
dependiendo del principio de lo accesorio.
Debe aclararse, empero, que lo que la ley mercantiliza en este numeral son las operaciones
de banco consideradas en su conjunto, como parte de una actividad o giro empresarial
organizado orientado a la intermediación de capital, mas no los negocios o actos jurídicos
individualmente considerados que realiza un banco. Así, por ejemplo, el art. 69 de la LGB
se refiere entre otros actos y contratos al depósito (Nº 1), al descuento de letras de cambio.
Pagarés y otros documentos que representen obligaciones de pago (Nº 4), a la compra y
venta de efectos de comercio y/o de productos derivados (Nº 6), al aval de letras de cambio
y pagarés (Nº 11), etc., los que mirados por separado constituyen por sí solos actos de
comercio regulados ya en otros numerales del art. 3º del CCO. El propósito del legislador,

9
Principalmente tras la modificación introducida al art. 70 de la LGB por el art. 3º de la ley Nº 19.934, de 21
de febrero de 2004.

15
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

por ende, no ha sido el repetir o reforzar aquí un predicamento de mercantilidad sobre


tales y cuales actos y contratos, pues ello carece de sentido y utilidad. Por el contrario, la
idea de agrupar estas operaciones en un único numeral, diferenciándolas, por ende, del
tratamiento singularizado de cada uno de los actos o contratos que conforman el giro
bancario, radica en la finalidad esencialmente intermediadora de capital de la actividad
bancaria y en el carácter empresarial y organizado que asumen los bancos para
desarrollarla, siempre de cara a la obtención de un lucro.
Por último, las operaciones bancarias a que se refiere este numeral pueden ser mercantiles
para ambas partes o sólo para el banco, dando forma en este último caso a un acto mixto
o de doble carácter. Para el banco, los actos y contratos que componen su giro serán
siempre mercantiles, pues son éstos los que conforman precisamente el sustrato material
de las operaciones a que se refiere el art. Nº 11. Para el tercero que interviene en ellos, en
cambio, cliente habitual o circunstancial del banco, el carácter civil o mercantil del acto
respectivo dependerá de la aplicación en concreto del principio de lo accesorio.

2. Operaciones de cambio. La ley se refiere en esta parte al trueque nominal de moneda por
moneda y, principalmente, al cambio entre moneda nacional y moneda extranjera que se
realiza en el Mercado Cambiario Formal10. No se refiere, por ende, al contrato de cambio
ni a las remesas de dinero a que nos hemos referido en el numeral precedente.
Su mención separada, además, se justifica por cuanto las referidas operaciones de cambio
no son de exclusividad de los bancos, pudiendo ser realizadas también por otras entidades
como las sociedades financieras y las casas de cambio, previa autorización del Banco
Central.
Se trata nuevamente de la mercantilización de la actividad o giro del cambiasta y al
conjunto de actos que lo conforman, y no de cada acto de cambio individualmente
considerado. Respecto de quien contrata con aquel, por su parte, deberá estarse una vez
más al principio de accesoriedad de cara a cada caso en caso en particular.

3. Operaciones de corretaje. El corretaje es una especie de mandato comercial, regulado


en el Título III, del Libro I del CCO, arts. 48 y siguientes. Así lo señala expresamente el
art. 234 del mismo Código, lo que constituye, sin embargo, una impropiedad si se
considera que la gestión del corredor consiste básicamente en mediar entre las partes y no
en asumir la representación convencional de sus clientes. El corredor, además, no
responde de la ejecución del negocio como hace el mandatario, a lo que se suma que la
definición de corredor que da el art. 48 del CCO no se concilia tampoco con la de un
mandatario.

10
Según el art. 41 de la Ley Nº 18.840, Orgánica Constitucional del Banco Central de Chile, “se entenderá por
Mercado Cambiario Formal el constituido por las empresas bancarias. El Banco podrá autorizar a otras
entidades o personas para formar parte del Mercado Cambiario Formal, las cuales sólo estarán facultadas
para realizar las operaciones de cambios internacionales que aquél determine”.

16
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

Lo que la ley mercantiliza en este caso, nuevamente, es la actividad intermediadora que


realizan los corredores para facilitar los negocios de sus clientes, comerciantes o no, mas
no el contrato de corretaje en sí.
En la actualidad son distintas las formas de correduría que reconoce y regula la legislación
chilena, como ocurre con los intermediarios de valores (corredores de bolsa y agentes de
valores, regulados en el T. VI de la ley Nº 18.045), los corredores de propiedades (cuya
actividad está sujeta a la normativa común y también a ciertas normas especiales, como
las contenidas en el art. 2º, letra f, y artículo 3º de la ley Nº 19.913, en materia de
prevención de lavado o blanqueo de activos), o los corredores de productos agrícolas,
entre otros.
Por último, la naturaleza del acto que realiza la persona que contrata los servicios del
corredor deberá analizarse de manera particular en cada caso, a la luz del principio de lo
accesorio. Por ello, si la operación la realiza el corredor de un comerciante, ella será
mercantil y la correduría quedará sujeta además a las normas del CCO (el art. 48 se refiere
a la intermediación entre comerciantes precisamente). De lo contrario, si para el que
contrata con el corredor el acto accede a uno principal de carácter civil (v. gr. La venta
que encarga el propietario de un inmueble destinado a su habitación y la de su familia), la
operación tendrá ese imsmo carácter para él, aunque mercantil para el corredor en razón
de su giro11.

4. Operaciones de bolsa.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno
de ellos: 12. Las operaciones de bolsa”.

La ley tampoco distingue el tipo de operaciones de bolsa que considera mercantiles, de


manera que deberán incluirse dentro de las mismas a todas las transacciones de valores
que se realicen en una bolsa de valores.
La norma que se analiza no es de sencilla comprensión, por cuanto la actividad
intermediadora de valores en el mercado bursátil no se realiza “por las bolsas” sino “en
las bolsas” y a través de los corredores de bolsa, definidos en el art. 24 de la ley Nº 18.045,
sobre Mercado de Valores -LMV-. A lo anterior debemos añadir, además, la circunstancia
de que las operaciones de corretaje se encuentran incluidas en el art. 3º Nº 11 del CCO,

11
Así lo explica también la CS: “OCTAVO: Que, por otra parte, para el cliente que celebra el contrato de
correduría con el corredor, el contrato reviste el carácter de ser un acto mixto o de doble carácter, de aquellos
a que se refiere el encabezado del citado artículo 3º del CCO. Por consiguiente, será un contrato civil o
mercantil, según si accede o no a una actividad principal de carácter civil o mercantil; sin embargo, como la
compraventa de bienes raíces según el ordenamiento nacional es siempre un contrato civil, lo propio es más
bien concebir de civil el contrato para la persona que le encomienda al corredor la mediación en esta clase de
bienes” (SCS, de 29 de diciembre de 2008, Rol Nº 5304-2007.

17
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

según se dijo en el apartado precedente, de manera que no pueden confundirse con las que
menciona ahora el numeral 12º de la misma disposición.

La doctrina está de acuerdo en considerar como funciones esenciales de una bolsa de


valores, las siguientes:
a) La distribución de recursos escasos y la destinación de los mismos hacia aquellas
actividades o proyectos de mayor productividad (optimización en la asignación). Las
bolsas son en este sentido facilitadores del flujo ahorro-inversión.
b) Creación de un mercado continuo, lo que permite asegurar mayor liquidez a los
inversionistas y, a la vez, controlar la volatilidad en el precio de cotización de los
valores transados (lo que podría producirse por una presión puntual en la oferta o
demanda de un valor determinado).
c) Generación y mantención de un adecuado nivel de información oportuna, veraz y
completa sobre las transacciones que en ellas se realizan, lo que permite, a su vez, la
libre formación de los precios de los valores transados.
d) Facilitar el proceso de inversión y reducir los costos de transacción, al proporcionar
un lugar físico en donde llevar a cabo dicho proceso.
e) Creación de mercados confiables, por la vía de otorgarse una regulación interna
tendente a evitar todo aquello que pudiere entorpecer la libre fijación del precio de
cotización de los valores de oferta pública.

Por lo dicho, y considerando que las bolsas de valores deben constituirse necesariamente
como sociedades anónimas [arts. 126 y 129 de la ley Nº 18.046], lo que el art. 3º Nº 12
del CCO mercantiliza es la actividad organizada que aquéllas realizan para cumplir con
su objeto social y, consecuencialmente además, las transacciones de valores que ello
involucra.

Las bolsas de valores. Según el art. 38 de la LMV, “Las bolsas de valores son entidades
que tienen por objeto proveer a sus miembros la implementación necesaria para que
puedan realizar eficazmente, en el lugar que les proporcione, las transacciones de valores
mediante mecanismos continuos de subasta pública y para que puedan efectuar las demás
actividades de intermediación de valores que procedan en conformidad a la ley”.
En este orden de ideas, no son los actos de corretaje lo que tienen a la vista aquí el
legislador al declarar como actos de comercio las operaciones de bolsa, sino las
transacciones que resultan de esa intermediación y que se verifican en el marco del
desarrollo de este giro u objeto bursátil, regulado internamente por el Reglamento que
cada Bolsa de Valores debe darse [art. 39 LMV].

Por úlimo, y en lo que concierne a las transacciones que realizan quienes acceden a la
bolsa para comprar o vender valores, la naturaleza mercantil o civil del acto respectivo
deberá ser analizada nuevamente a la luz del principio de accesoriedad. Así por ejemplo,

18
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

quien compra acciones de una sociedad anónima con ánimo de revenderlas para obtener
una ganancia realiza sin duda un acto de comercio a la luz del art. 3º Nº 1, lo que no
ocurrirá, sin embargo, si lo que se vende son acciones recibidas por un título gratuito como
donación, herencia o legado.

§ ACTOS DE COMERCIO MARÍTIMOS

Tradicionalmente, el Derecho comercial ha considerado mercantiles todas las operaciones


vinculadas al comercio marítimo y a la navegación, tanto por razones históricas y también
económicas. Fue precisamente el comercio marítimo, por las evidentes ventajas de
conectividad y transporte que presentaban -y presentan- los mares y océanos, lo que sirvió
de origen y semilla del Derecho comercial, catalizador del desarrollo económico de las
denominadas ciudades marítimas.
En síntesis, la ley mercantiliza en términos objetivos toda relación jurídica que surja o derive
del comercio marítimo y de la navegación, ya sea en alta mar o en el comercio de cabotaje
grande o pequeño.

Art. 3º. “Son actos de comercio, ya de parte de ambos contratantes, ya de parte de uno
de ellos:

13. Las empresas de construcción, carena, compra y venta de naves, sus aparejos y
vituallas [art. 612 CCO].

14. Las asociaciones de armadores. El armador es la persona natural o jurídica, sea o no


propietario de la nave, que la explota y expide a su nombre [art. 882 CCO].

15. Las expediciones, transportes, depósitos o consignaciones marítimas.

16. Los fletamentos, seguros y demás contratos concernientes al comercio marítimo12 [art.
927 inc. 2º CCO].

12
La ley no define lo que debe entenderse aquí por contratos “de comercio marítimo”, pese a que el Libro III
del CCO trata precisamente “De la navegación y del comercio marítimo”. Por lo anterior, y tomando como base
lo que señala el art. 823 Nº 2 del CCO, puede concluirse que bajo dicho concepto quedan comprendidos todos
los contratos sobre explotación de buques en sus diversas modalidades, salvo los de guerra; los contratos de
seguro marítimo; los de transporte de carga y pasajeros y; en general, los contratos referidos a la navegación
marítima.

19
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

17. Los hechos que producen obligaciones en los casos de averías, naufragios y
salvamentos. Se entiende por avería “1º. Todo daño que sufra la nave, estando o no
cargada, en puerto o durante la navegación, y los que afecten a la carga desde que es
embarcada en el lugar de expedición, hasta su desembarque en el de consignación, 2º
Todos los gastos extraordinarios e imprevistos incurridos durante la expedición para la
conservación de la nave, de la carga o de ambas a la vez” [art. 1087 CCO]. Por su parte,
el salvamento involucra todo acto o actividad emprendida para ayudar a una nave,
artefacto naval o cualquier bien en peligro, sin importar las aguas donde ocurra el acto o
se realice la actividad [art. 1128 Nº 1].

18. Las convenciones relativas a los salarios del sobrecargo, capitán, oficiales y
tripulación. La ley mercantiliza aquí las convenciones que incidan en las remuneraciones
de los capitales, oficiales y tripulación. Sin embargo, debe tener en cuenta que tales
convenciones, normalmente, darán lugar a un contrato de trabajo sujeto a las normas del
Código del Trabajo [art. 161 CdT].

19. Los contratos de los corredores marítimos, pilotos lemanes y gente de mar para el
servicio de las naves13. V. art. 79 CCO.

§ ACTOS DE COMERCIO NO CONTEMPLADOS EN EL ART. 3º DEL CCO

Si bien la mayoría de la doctrina considera que el art. 3º sería de carácter taxativo, algunos
autores están de acuerdo en que el CCO contempla otros actos que la ley considera también
como mercantiles. Se ha llegado a sostener incluso que el art. 3º sería simplemente
enunciativo.
Corresponde entonces revisar los casos que los autores aceptan como actos de comercio, pese
a que no sean reconocidos por el precepto ya citado.

1. Las sociedades mercantiles. El art. 2059 del CC señala que si el objeto de una sociedad
consiste en el desarrollo o ejecución de uno o más actos de comercio, ella misma entonces
será considerada como sociedad comercial. Tratándose de sociedades anónimas, el art. 1º
de la Ley Nº 18.046 declara mercantil a este tipo societario por el hecho de constituirse
como tal, cualquiera que sea su giro u objeto social.
Autores como SANDOVAL y OLAVARRÍA entienden que no existe ninguna omisión
del art. 3º, por cuanto, tratándose de sociedades mercantiles, no estaríamos ante actos de

13
Los contratos de gente de mar a que se refiere este numeral se encuentra regidos también por la legislación
laboral, en la medida que concurran respecto de los mismos los elementos tipificadores de ese tipo de
contratación.

20
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

comercio propiamente tales sino ante personas jurídicas o sujetos de derecho que los
realizan o no, como parte de su objeto social.
JEQUIER sostiene que cuando el art. 2059 habla de la formación de una sociedad para
desarrollar actos que la ley califica de comerciales, no hace más que asignarle al referido
acto constitutivo -y por ende a la sociedad misma- el carácter mercantil que según la ley
tienen los actos que conforman su objeto. Agrega que si bien el art. 2059 del CC se refiere
únicamente a la formación de la sociedad, lo cierto es que la expresión debe entenderse
dirigida más a la mercantilidad del objeto social en cuanto tal, que al momento en que la
sociedad que lo desarrolla nace a la vida del derecho. Así, una sociedad que nace como
civil bien puede formarse u organizarse luego para desarrollar un giro mercantil, mediante
una modificación estatutaria; y ese acto modificatorio será también mercantil.
Para los autores que defienden el carácter enunciativo del art. 3º, entre ellos BAEZA, el
planteamiento anterior omite considerar que antes del acto fundacional no existe tal
sociedad ni, por ende, personalidad jurídica, de manera que ese acto constitutivo sí que
constituye un acto de comercio, que no estaría contemplado en el art. 3º. Por lo demás,
agregan, la sola circunstancia de estar ante sujetos de derecho no implica que estos no
puedan ser mercantilizados por la ley, como ocurre con las sociedades anónimas.

2. Contrato de cuenta corriente. El contrato de cuenta corriente es definido en el art. 602


como “un contrato bilateral y conmutativo por el cual una de las partes remite a otra o
recibe de ella en propiedad cantidades de dinero u otros valores, sin aplicación a un empleo
determinado ni obligación de tener a la orden una cantidad o un valor equivalente, pero a
cargo de acreditar al remitente por sus remesas, liquidarlas en las épocas convenidas,
compensarlas de una sola vez hasta concurrencia del débito y crédito y pagar el saldo”.
Autores como PALMA mencionan al contrato de cuenta corriente mercantil como uno de
los actos de comercio no contemplados en el art. 3º. Otros, como OLAVARRÍA, sostienen
que este contrato es intrínsicamente civil aunque pueda asumir características mercantiles.
JEQUIER, agrega a esta última postura que no existe razón alguna para entender este
contrato como un acto de comercio, pues el hecho de que se encuentre regulado en el CCO
no implica que se trate de un acto de comercio. Añade que el art. 604 del CCO reconoce
explícitamente que dicho contrato puede celebrarlo tanto comerciantes como no
comerciantes, de manera que la determinación de su mercantilidad estará dada en cada
caso por la aplicación del principio de lo accesorio, al igual que en los contratos recién
mencionados. En otros términos, el contrato en sí no es mercantil ni constituye acto de
comercio; pero podrá serlo en la medida que complemente accesoriamente una actividad
principal que sí lo sea.

3. Mutuo, prenda y fianza. Respecto del mutuo, el CCO contiene normas que son distintas
a las del CC, las que serán aplicables, por ende, en aquellos casos en que el mutuo es
mercantil para ambas partes o para alguna de ellas por aplicación del principio de lo

21
Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

accesorio. Sólo en esos casos el mutuo adquiere un carácter comercial, lo que no quiere
decir que estemos en presencia de un acto de comercio.
En cuanto a la prenda y la fianza, según se desprende del art. 1º, las obligaciones que
tienen por objeto asegurar el cumplimiento de obligaciones comerciales tienen un carácter
mercantil y quedan regidas, por ende, a las normas del CCO. Por lo mismo, tanto la prenda
como la fianza tendrán ese carácter, si las obligaciones que caucionan son comerciales,
aplicándose por lo mismo la regulación que para ellas contempla el CCO.

§ MERCANTILIDAD Y CARGA DE LA PRUEBA

Para terminar nuestro estudio de los actos de comercio, y considerando el carácter restrictivo
con que los regula el CCO en su art. 3º, debemos advertir que la mercantilidad constituye,
por lo mismo, un elemento que deberá ser acreditado en juicio por quien lo invoque. De lo
contratio, y por su carácter común precisamente, deberá entenderse que el acto es civil y no
mercantil, con las consecuencias que ya hemos analizado.

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