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§ LA COMPRAVENTA MERCANTIL
2. La compraventa mercantil. Estas diferencias en el régimen jurídico aplicable son las que
justifican la clasificación de la compraventa en civil y mercantil. Y, es en razón de ello
que conviene especialmente identificar el supuesto de hecho que permite identificar si
estamos ante una u otra figura específica, sin perjuicio de la comprensión de que la
regulación de la compraventa civil asumirá siempre un papel subsidiario de regulación en
todo aquello que no contravenga las disposiciones específicas de la compraventa mercantil
[arts. 4º y 13 CC y 2º CCO]. Siendo de este modo, la regla general está dada por la
aplicación de la normativa del CC, debido a la fuerza expansiva y fundamental de sus
disposiciones, por lo que el deslinde entre ambas figuras debe encontrarse precisamente
en la norma que, para estos efectos, se plantea como excepcional en el CCO. Con todo,
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Se utiliza como modelo paradigmático de los títulos traslaticios de dominio [art. 703 CC], de las obligaciones
de dar [art. 1548], a efectos de integrar los remedios en caso de incumplimiento de la obligación (por ejemplo,
arts. 1873 y ss. CC), y como matriz expresa de otras figuras contractuales, especialmente en lo que se refiere a
la permuta [art. 1900 CC].
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Sin perjuicio de otras reglas internacionales que entran a regir en ciertos contextos específicos, como la
Convención de Viena sobre compraventa internacional de mercaderías, sancionada en Chile mediante el Dº Nº
544, de 3 de octubre de 1990.
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SANDOVAL expresa que “esta doble reglamentación es un factor que complica y a veces
hace litigiosa la compraventa comercial”.
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De ahí que PUGA entiende la teoría del acto de comercio bajo la comprensión de que el concepto “acto” no
puede ser reconducido a la idea de “acto jurídico”, la que sería la doctrina tradicional, sino a la de “actividad”.
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celebrada por quien no es comerciante, pero únicamente en razón de sus efectos, esto
es, en relación con los derechos y obligaciones que de ella nacen, y no a las normas
que se refieren a su fase genética, tales como aquellas referidas a su perfeccionamiento.
b) En cuanto a la venta, la mercantilidad se sitúa en un único requisito, cual es que ésta
recaiga sobre un bien que haya sido objeto de una compra o permuta mercantil.
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§ EL CONTRATO DE SEGURO
El art. 512 del CCO -modificado por la Ley Nº 20.667- define el contrato de seguro. La
norma para de una definición tradicional del seguro-escrituración y solemnidad- a una
descripción funcional:“Por el contrato de seguro se transfieren al asegurador uno o más
riesgos a cambio del pago de una prima, quedando éste obligado a indemnizar el daño que
sufriere el asegurado, a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones pactadas.”
3. Es Bilateral. Puesto que en virtud del mismo, los contratantes –y el asegurado si fuese
distinto- asumen obligaciones recíprocas desde el inicio de la convención. En esencia,
uno se obliga a asumir el riesgo y el otro a pagar la suma respectiva
- Otras obligaciones del asegurador: obligaciones de información y transparencia;
constituir y mantener provisiones en relación a los riesgos asumidos.
- Otras obligaciones del contratante y/o asegurado: deberes de sinceridad, cuidado y no
modificación del riesgo, junto a otros establecidos en los arts. 524, 525 y 526 del CCO.
Una particularidad del seguro es que una persona que no ha suscrito el contrato –o que
incluso no tiene conocimiento del mismo– puede adquirir derechos y obligaciones a su
respecto y constituirse en asegurado. De igual modo, un tercero puede ser indicado como
beneficiario sin necesidad de aceptación (habitual en seguros de vida o en los suscritos
sobre bienes constituidos en garantía hipotecaria o prendaria)
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6. Por regla general son contratos por adhesión. Toda vez que en su mayoría son
extendidos por las compañías a base de formularios previamente incorporados en el
depósito de pólizas de la SVS, en cuyo caso los asegurados se limitan a aceptar las
condiciones generales, que son comunes para riesgos de un mismo ramo.
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Esta modalidad contractual surge en Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial,
principalmente por la necesidad de las empresas de crecer, reducir costos operativos,
aumentar la inversión, intercambiar información y ayuda técnica, mejorar el servicio de
atención a los clientes y otros aspectos existentes entre distribuidores y clientes.
Las primeras ramas industriales que lo utilizaron exitosamente fueron la automotriz y la
petrolera. A ellas les siguieron las alimenticia, hotelera y de arrendamiento de automóviles.
La doctrina española ha definido al contrato de franquicia como aquel por el que el llamado
franquiciador (o concedente) transmite al franquiciado (o concesionario) determinados
conocimientos técnicos o comerciales, con frecuencia de carácter secreto, para que los
aplique a su negocio consintiendo también que el franquiciado use el rótulo y otros signos
distintivos (en particular, las marcas de los productos) en el ejercicio de su actividad, que ha
de realizar bajo el control del franquiciador, el cual percibirá un canon que ha de pagar el
franquiciado.
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Su cuantificación dependerá del prestigio comercial. Su modalidad más usual es un porcentaje sobre las ventas
brutas mensuales.
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b) De sus obligaciones.
- Pagar la retribución convenida y en la forma convenida. Respecto a esto último,
normalmente se estipula como un porcentaje sobre las ventas, pero no significa que
no sea posible considerar otras posibilidades de estipularlo.
- Acatar los lineamientos entregados por el franquiciante y evitar que la marca o
emblema no sea empleado en forma inadecuada, entendiendo que lo es, si su empleo
no condice con las características de producto y en definitiva queda traducido en un
perjuicio para su imagen y la del franquiciante.
- Resguardo en el nivel de calidad de la operación y de los productos que debe colocar
en el mercado, sean bienes o servicios, dado que ello repercute bien o mal en la
imagen que al franquiciante le interesa introducir y mantener en el mercado local.
§ EL CONTRATO DE LEASING
El “leasing” constituye un derivado del verbo inglés “to lease” que significa “arrendar”, de
manera que la conjugación “leasing” no implica otra cosa, literalmente traducido a nuestro
idioma castellano, que la conjugación “arrendando”.
No obstante lo anterior, el contrato de “leasing” no es un mero contrato de arrendamiento,
sino surge por la fusión de formas contractuales, el arrendamiento por un lado y el contrato
de opción.
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La reprocha porque en Chile las empresas no cuentan con personalidad jurídica, por consiguiente, conforme
una grave impropiedad de lenguaje asumir su actuación en la vida del derecho. Tampoco sería una operación
financiera, sino más bien un contrato.
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Derechos y obligaciones
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§ EL CONTRATO DE FACTORING
Según SÁNCHEZ CALERO, el factoring es un contrato complejo, por el que una sociedad,
denominada “sociedad de factoring” se obliga frente a un empresario a gestionar el cobro del
conjunto de los créditos que éste tiene frente a sus clientes, garantizando en unos casos el
cobro de una parte o de la totalidad de los mismos, en el supuesto de insolvencia de éstos, o
bien anticipando el importe de los créditos, o ambas cosas a la vez6.
En opinión de KNAAK DONOSO, el factoring corresponde a un contrato atípico y de tracto
sucesivo, en el que los actos jurídicos unidos no son sino la forma de dar cumplimiento a las
obligaciones originadas por las partes del contrato.
En fin, CORRALES y BARBÓN definen este contrato aquel en cuya virtud el Cliente cederá
todos sus créditos a la sociedad de factoring a cambio de una remuneración porcentual sobre
el importe de los créditos, y éste prestará los servicios de investigación, control y cobro de
los créditos cedidos, asumiendo, en determinadas condiciones, el riesgo de la insolvencia de
los Deudores, pudiendo a petición del cliente, efectuar un anticipo sobre el importe de los
créditos cedidos a cambio de un interés.
Naturaleza jurídica. Por la complejidad del contrato, del que surgen diversas relaciones
jurídicas, se torna difusa la tarea de determinar la naturaleza jurídica del factoring.
1. Así, se ha postulado por algunos autores que se trataría de una comisión mercantil, en
cuanto el factor asume la obligación de gestionar el cobro de determinados créditos. Se
refuta esta hipótesis, ya que sus prestaciones exceden el mero encargo de un cobro de
créditos determinados, pues la sociedad de factoring tiene la calidad de cesionario de los
mismos, independientemente del hecho de que garantice la solvencia de los deudores o no
lo haga.
2. SANDOVAL estima que se trataría de una modalidad o tipo de operación que los bancos
han sido expresamente autorizados para realizar a través de sociedades filiales en el país,
quedando así adscrito dentro de los actos de comercio, en el art. 3º Nº 11 [v. art. 70 LGB].
Con todo, es importante recarlcar que no sólo los bancos pueden llevar a cabo estas
operaciones, sino también otras sociedades que no participan de esa naturaleza. En
resumen, se trata de una operación bancaria, ese sólo hecho le atribuye la calidad de acto
de comercio, aun cuando en el hecho, ella no sea asumida en su realización por un Banco,
en razón a que la aborado una sociedad filial u otro tipo de compañía.
3. KNAAK es de opinión que el factoring constituye un título traslaticio de dominio, dado
que no comparte la idea de que sería un mutuo garantizado con los créditos.
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Además de estas prestaciones principales, la sociedad de factoring puede obligarse a efectuar algunas
prestaciones complementarias, como informaciones comerciales, selección de la clientela, administración de la
contabilidad, etc.
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Efectos del contrato. Las dos partes que concurren a la celebración de este contrato son: el
principal, mandante, factoreado o cliente, por un lado y, por el otro, el mandatario, factor o
sociedad de factoring.
Según BAEZA, los derechos y obligaciones que derivan para cada uno de los contratantes
son exactamente los mismos que aquellos asumidos por comitente y comisionista, pues
según dicho autor, el factoring sería una modalidad de la comisión para ejecutar operaciones
de banco.
Las demás obligaciones del comitente y comisionistas variarán en sus aspectos de detalle o
circunstancias.
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En caso que el recibo no haya sido efectuado en el plazo señalado y tampoco haya existido reclamo en contra
de su contenido o de la falta total o parcial de entrega de las mercaderías o de la prestación del servicio, se
presumirá que las mercaderías han sido entregadas o el servicio ha sido prestado. En este último caso, la factura
quedará apta para su cesión, sin necesidad de que el recibo conste en la misma.
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La ley prohíbe todo acuerdo, convenio, estipulación o actuación de cualquier naturaleza que
limite, restrinja o prohíba la libre circulación de un crédito que conste en una factura.
Asimismo, queda prohibida la retención, destrucción, inutilización u ocultamiento de la copia
cedible de la factura [art. 4º inc. 8º].
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