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CONTRATOS TRADICIONALES

§ LA COMPRAVENTA MERCANTIL

1. Regulación de la compraventa en nuestro ordenamiento. Es indudable que en nuestro


sistema el contrato de compraventa ocupa una posición central en la codificación en
materia de obligaciones y contratos1. Mas el centro de gravedad que implica su regulación
no es completamente asible si atendemos a que nuestro ordenamiento jurídico se refiere a
la figura en una multiplicidad de sedes, incluyendo, aun con pretensión general, el CC, el
CCO y la ley Nº 19.496, sobre Protección de los Consumidores2.
Ahora bien, esta dispersión normativa no quita la existencia de una matriz conceptual,
principalmente en razón de su identificación con el art. 1793 del CC. También acogiendo
la forma más tradicional de definición de los contratos, la norma nos ofrece una
descripción basada en los efectos jurídicos esenciales que derivan del perfeccionamiento
del contrato (derechos y obligaciones básicas que asumen las partes), identifica a las partes
intervinientes (comprador y vendedor) y los elementos de su esencia (cosa y precio).
Ninguna de ellas logra desdibujarse en la dispersa regulación, por lo que la diferencia
recaerá en alguna circunstancia adicional que terminará por alterar ciertos aspectos
particulares de su régimen jurídico, sea en materia de formalidades, modulación de sus
efectos, incorporación de obligaciones accesorias, entre otras, sin afectar su esencia.

2. La compraventa mercantil. Estas diferencias en el régimen jurídico aplicable son las que
justifican la clasificación de la compraventa en civil y mercantil. Y, es en razón de ello
que conviene especialmente identificar el supuesto de hecho que permite identificar si
estamos ante una u otra figura específica, sin perjuicio de la comprensión de que la
regulación de la compraventa civil asumirá siempre un papel subsidiario de regulación en
todo aquello que no contravenga las disposiciones específicas de la compraventa mercantil
[arts. 4º y 13 CC y 2º CCO]. Siendo de este modo, la regla general está dada por la
aplicación de la normativa del CC, debido a la fuerza expansiva y fundamental de sus
disposiciones, por lo que el deslinde entre ambas figuras debe encontrarse precisamente
en la norma que, para estos efectos, se plantea como excepcional en el CCO. Con todo,

1
Se utiliza como modelo paradigmático de los títulos traslaticios de dominio [art. 703 CC], de las obligaciones
de dar [art. 1548], a efectos de integrar los remedios en caso de incumplimiento de la obligación (por ejemplo,
arts. 1873 y ss. CC), y como matriz expresa de otras figuras contractuales, especialmente en lo que se refiere a
la permuta [art. 1900 CC].
2
Sin perjuicio de otras reglas internacionales que entran a regir en ciertos contextos específicos, como la
Convención de Viena sobre compraventa internacional de mercaderías, sancionada en Chile mediante el Dº Nº
544, de 3 de octubre de 1990.
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SANDOVAL expresa que “esta doble reglamentación es un factor que complica y a veces
hace litigiosa la compraventa comercial”.

3. Definición de compraventa mercantil. Obsérvese preliminarmente que nuestra


codificación comercial no ofrece una definición de compraventa mercantil. Sin perjuicio
de lo anterior, en los borradores de OCAMPO se anota la posibilidad de incorporar una
definición de esta clase de contrato previo al tratamiento específico de las normas de la
compraventa. La norma propuesta disponía que “la compraventa mercantil es un contrato
en que una de las partes se obliga a entregar i transmitir la propiedad de una cosa a la
otra que la compra para revenderla o arrendarla i se obliga a pagar por ella el precio
convenido”.
La ausencia de definición positiva nos permite concluir que ésta conserva el marco
conceptual del tipo previsto a partir del art. 1793 del CC, de manera que su calificación
dependerá únicamente de las particularidades que ofrece el art. 3º del CCO (bajo un
criterio objetivo), y, en los referente al campo de aplicación de las normas de dicho código,
de su juego con las disposiciones de los arts. 1º y 8º del CCO. De tal suerte, la compra o
venta se tildará como “comercial” en la medida en que se satisfaga el marco propuesto en
la tipología del acto de comercio contemplado en el art. 3º, números 1º (en general,
respecto a bienes muebles) y 2º (respecto a establecimientos de comercio), aun cuando
quepa agregar aquellas compraventas que tengan lugar en relación con las cesiones de
títulos de crédito [art. 3º Nº 10] o las que formen parte de operaciones de bolsa [art. 3º Nº
12]. Pero, con la finalidad de aplicar la normativa comercial en particular, deberá estarse
al carácter de comerciante de quien ha efectuado la correspondiente operación de compra
o venta mercantil, según el caso [art. 1º CCO] o, de tratarse de quien no califica como
comerciante, únicamente en lo que se refiere a las normas que tratan sobre los efectos del
acto en particular [art. 8º CCO].

4. Contrato de compraventa mercantil y el art. 3º Nº 1. Indagando algo más en lo que se


refiere al primer numeral del art. 3º, tampoco encontramos una referencia al contrato de
compraventa propiamente tal, sino a sus dimencinoes de compra, primero, y de venta,
después, para calificar su naturaleza como acto de comercio3, lo que, al decir de la doctrina
nacional, se fundamenta en la aplicación de la teoría de los actos mixtos o de doble
carácter. Esto nos obliga a revisar separadamente los requisitos específicos de uno y otro
extremo de la relación contractual.
a) Respecto a la compra, podría parecer que la aplicación de la normativa comercial no
se sostendría en la calidad de comerciante del comprador, sino que han de tomarse los
criterios objetivos previstos en el art. 3º Nº 1. Según se colige del art. 8º del CCO, la
normativa mercantil será aplicable aun en los casos en que la compraventa sea

3
De ahí que PUGA entiende la teoría del acto de comercio bajo la comprensión de que el concepto “acto” no
puede ser reconducido a la idea de “acto jurídico”, la que sería la doctrina tradicional, sino a la de “actividad”.

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celebrada por quien no es comerciante, pero únicamente en razón de sus efectos, esto
es, en relación con los derechos y obligaciones que de ella nacen, y no a las normas
que se refieren a su fase genética, tales como aquellas referidas a su perfeccionamiento.
b) En cuanto a la venta, la mercantilidad se sitúa en un único requisito, cual es que ésta
recaiga sobre un bien que haya sido objeto de una compra o permuta mercantil.

5. Regulación de la compraventa mercantil. Superados los problemas derivados de la


caracterización civil o mercantil de las operaciones de compra y venta, cabe reseñar la
lógica que ha supuesto un trato diverso en una y otra sede.
El CCO regula en el Título II del Libro II la compraventa mercantil, estableciendo algunas
reglas particulares respecto de la compraventa regulada en el CC, saber:
a) Las arras. En materia civil, se encuentran reguladas precisamente en el Título XXIII
[art. 1805], de la compraventa. En el ámbito mercantil, las arras son reguladas en el T.
I del Libro II [arts. 107 y ss.] , que establece reglas generales para todos los contratos,
por lo que dicha institución no es exclusiva de la compraventa mercantil sino de todos
los contratos que en el CCO se regulan.
b) Plazos. Los arts. 110 y 111 del CCO establecen reglas diversas de cómputo de plazo.
c) Prueba. El art. 128 del CCO permite la prueba de testigos, cualquiera que sea la
cantidad del importe de la obligación que se trate de probar.
Además de estas diferencias, se evidencia una particular: el comprador sólo pretende
integrar el bien comprado en su proceso productivo o de mera reventa, de modo tal que su
paso por su patrimonio se pretende transitorio al enraizarse en su actividad mercantil. En
este sentido se entiende, por ejemplo, que la venta al gusto no se refiera al agrado del
comprador, sino sólo a que se trate de una cosa sana y de regular calidad [art. 132 CCO],
determinando que, en caso de desacuerdo, aquella deba someterse a una prueba pericial
de conformidad al art. 134 CCO. Asimismo, en relación con el precio, la posibilidad de
que su monto sea determinado por el corriente de plaza (o, en su defecto, el precio medio,
siempre que la cosa hubiese sido entregada [art. 139 CCO], incliso en el caso en que el
tercero designado para la fijación no lo hubiese hecho [art. 140 CCO], -dado que, en el
entendido que estamos hablando de mercaderías- permite presumir la mercantilidad de la
venta. Pues, en este caso, ha de suponerse una mayor frecuencia en la transferencia (y, por
tanto, mayores índices de referencia que permiten interpretar la voluntad de las partes),
dado su constante o frecuente tráfico económico.

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§ EL CONTRATO DE SEGURO

El art. 512 del CCO -modificado por la Ley Nº 20.667- define el contrato de seguro. La
norma para de una definición tradicional del seguro-escrituración y solemnidad- a una
descripción funcional:“Por el contrato de seguro se transfieren al asegurador uno o más
riesgos a cambio del pago de una prima, quedando éste obligado a indemnizar el daño que
sufriere el asegurado, a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones pactadas.”

CARACTERÍSTICAS DEL CONTRATO DE SEGURO.

1. Es un contrato aleatorio. Es aleatorio porque en el momento de su celebración las partes


desconocen cuáles podrán ser las consecuencias económicas de la verificación del
siniestro y, además, muy frecuentemente se ignora por completo si éste se verificará.
La aletoriedad del seguro no radica en la simple incertidumbre del resultado económico,
sino en la valoración del riesgo creado en conexión con un riesgo extracontractual.

2. Es Consensual [art. 515 CCO]. En cuanto el tomador o contratante manifiesta su


consentimiento mediante la propuesta o la simple solicitud escrita o verbal además de la
suscripción de la póliza; en tanto que el asegurador debe hacer entrega de la póliza o al
menos de un certificado de cobertura, sea provisorio o definitivo.
La regulación anterior contemplaba su condición de solemne, hoy eliminada.

3. Es Bilateral. Puesto que en virtud del mismo, los contratantes –y el asegurado si fuese
distinto- asumen obligaciones recíprocas desde el inicio de la convención. En esencia,
uno se obliga a asumir el riesgo y el otro a pagar la suma respectiva
- Otras obligaciones del asegurador: obligaciones de información y transparencia;
constituir y mantener provisiones en relación a los riesgos asumidos.
- Otras obligaciones del contratante y/o asegurado: deberes de sinceridad, cuidado y no
modificación del riesgo, junto a otros establecidos en los arts. 524, 525 y 526 del CCO.
Una particularidad del seguro es que una persona que no ha suscrito el contrato –o que
incluso no tiene conocimiento del mismo– puede adquirir derechos y obligaciones a su
respecto y constituirse en asegurado. De igual modo, un tercero puede ser indicado como
beneficiario sin necesidad de aceptación (habitual en seguros de vida o en los suscritos
sobre bienes constituidos en garantía hipotecaria o prendaria)

4. Es Oneroso. Desde el momento en que el tomador se obliga al pago de la prima y el


asegurador a asumir el riesgo transferido, lo que implica el compromiso de pago de la
eventual indemnización.

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5. Es Principal. Ya que no accede ni depende de otro, salvo excepciones (garantía, crédito


o fidelidad).

6. Por regla general son contratos por adhesión. Toda vez que en su mayoría son
extendidos por las compañías a base de formularios previamente incorporados en el
depósito de pólizas de la SVS, en cuyo caso los asegurados se limitan a aceptar las
condiciones generales, que son comunes para riesgos de un mismo ramo.

7. Por regla general, y a consecuencia de lo anterior, son contratos dirigidos. Ya que no


solo los asegurados, sino los aseguradores deben operar con textos previamente
depositados en el registro respectivo, lo que constituye una forma de aceptación de la
autoridad para su comercialización. Sólo respecto de las condiciones generales de
contratación.

8. De duración continuada o tracto sucesivo. Porque la obligación que asume el


asegurador en orden a amparar el riesgo asegurado no se cumple en una actuación, sino
que se prolonga por todo el periodo de vigencia. Además el asegurado también contrate
deberes continuos y permanentes (adicionales al pago de prima), como los de cuidado y
no agravamiento del riesgo.

9. Contrato de máxima buena fe. La buena fe es considerada como un principio de carácter


ético y moral, en que las partes deben proceder con lealtad, honradez, sinceridad y con la
convicción de que al celebrar determinado acto no se lesiona ni defrauda a nadie.

DEFINICIONES GENERALES DEL CONTRATO DE SEGURO

1. El asegurado: aquel a quien afecta el riesgo que se transfiere al asegurador.


2. El asegurador: el que toma de su cuenta el riesgo.
3. Beneficiario: El que, aun sin ser asegurado, tiene derecho a la indemnización en caso de
siniestro.
4. Contratante, contrayente o tomador: el que celebra el seguro con el asegurador y sobre
quien recaen, en general, las obligaciones y cargas del contrato.
5. Póliza: el documento justificativo del seguro. El art. 518 refiere sobre las menciones
que debe contener, mientras que el art. 519 indica que el asegurador deberá entregar la
póliza, o el certificado de cobertura, en su caso, al contratante del seguro o al corredor
que la hubiera intermediado, dentro del plazo de 5 días hábiles contado desde la
perfección del contrato.
6. Prima: la retribución o precio del seguro.
7. Riesgo: la eventualidad de un suceso que ocasione al asegurado o beneficiario una
pérdida o una necesidad susceptible de estimarse en dinero.
8. Siniestro: la ocurrencia del riesgo o evento dañoso contemplado en el contrato.

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CONTRATOS MERCANTILES ATÍPICOS

§ EL CONTRATO DE FRANQUICIA O FRANCHISING

Esta modalidad contractual surge en Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial,
principalmente por la necesidad de las empresas de crecer, reducir costos operativos,
aumentar la inversión, intercambiar información y ayuda técnica, mejorar el servicio de
atención a los clientes y otros aspectos existentes entre distribuidores y clientes.
Las primeras ramas industriales que lo utilizaron exitosamente fueron la automotriz y la
petrolera. A ellas les siguieron las alimenticia, hotelera y de arrendamiento de automóviles.

La doctrina española ha definido al contrato de franquicia como aquel por el que el llamado
franquiciador (o concedente) transmite al franquiciado (o concesionario) determinados
conocimientos técnicos o comerciales, con frecuencia de carácter secreto, para que los
aplique a su negocio consintiendo también que el franquiciado use el rótulo y otros signos
distintivos (en particular, las marcas de los productos) en el ejercicio de su actividad, que ha
de realizar bajo el control del franquiciador, el cual percibirá un canon que ha de pagar el
franquiciado.

Contenido esencial del contrato de franquicia.


1. El franquiciador está obligado a ceder la explotación de la franquicia que se concreta en
otorgar al franquiciado el derecho a comercializar determinados tipos de productos o
servicios, lo que implica, al menos, el uso de la denominación o rótulo común en sus
locales y medios de transporte, la obtención de la técnica precisa para la explotación del
negocio (el particular el know how) y la asistencia comercial o técnica continuada
durante la vigencia de la relación jurídica;
2. El franquiciado, además de asumir la obligación de realizar con la diligencia debida la
actividad precisa para la explotación de la franquicia, dado que en ello va envuelto el
prestigio comercial del franquiciador, también debe pagar la contraprestación convenida.

Principales derechos y obligaciones del contrato de franquicia.


1. Para el franquiciante, franquiciador o franchisor.
a) De sus derechos.
- Retribución. Atendido el carácter oneroso de este contrato y que el franquiciante,
efectivamente está haciendo una entrega patrimonial, jurídicamente corresponde
asumir como un aspecto esencial al contrato la existencia de una retribución4.

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Su cuantificación dependerá del prestigio comercial. Su modalidad más usual es un porcentaje sobre las ventas
brutas mensuales.

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- Protección. El patrimonio más relevante del franquiciante está constituido por la


indicada forma de hacer negocio y la marca eventual, todo lo que supondrá una
imagen comercial que para el franquiciante será de gran relevancia mantener.
De esta forma, el franquiciante tiene derecho a obligar al franquiciado a adoptar las
medidas que estime prudentes para utilizar la marca o nombre comercial de un modo
que concuerde con la imagen de la empresa del franquiciante, como también que el
establecimiento corresponda a la idea descrita y, finalmente, que la marca no fuere
utilizada por otra u otras personas ajenas al control comercial señalado o, todavía
peor, en otros fines que no sean los propios del contrato de franquicia o que resulten
lesivos para la imagen del producto del franquiciante.
- Exclusión. Este derecho podemos encontrarlo ejercido en dos ámbitos: el primero
de ellos y más habitual para los contratos de agencia o representación comercial, por
ejemplo, es la exclusividad territorial; el segundo es la otra cara de la moneda, en la
medida que siendo un derecho para el franquiciado la exclusividad territorial,
garantizando mejores condiciones para la comercialización, adquiere también la
connotación de un derecho para el franquiciante, en la medida que lo une a la carga
impuesta a este último de mantener una dedicación exclusiva y, si se quiere,
excluyente, respecto de los productos del franquiciado, cuestión que debe ser
convenida.
b) De sus obligaciones.
- Uso de la tecnología. Siendo un contrato de transferencia tecnológica, la primera
obligación del franquiciante radica, antes que todo, en permitir al franquiciado
utilizar la tecnología que motivó el contrato, sin perjuicio que además deba incluir
en ello todo lo que natural o habitualmente es entendido que le pertenece y lo que
la buena fe contractual impone que vaya incorporando en el mismo.
- Eventuales. Existen otras obligaciones que dependen del tipo de franquicia, y que
pueden variar considerablemente: la capacitación del personal subordinado; la
entrega del bien o suministros adecuados para hacer posible la operación normal
de la franquicia; respetar el espacio territorial concedido; efectuar movimientos y
campañas publicitarias adecuadas; responder por las garantías del producto, etc.

2. Para el franquiciado, franquiciatario o franchisee.


a) De sus derechos. En conformidad a los principos generales que informan nuestro
sistema jurídico, necesariamente aquello que concebimos como derechos de unos
pasan a ser obligaciones de otros. Por tal razón, en el ámbito docente resulta habitual
postular que los derechos y las obligaciones, como expusimos al inicio, finalmente
constituyen dos caras de una misma moneda. En este sentido, el franquiciado tiene
derecho a acceder a los beneficio de la tecnología gestada por el franquiciante, así
como también el apoyo técnico.

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b) De sus obligaciones.
- Pagar la retribución convenida y en la forma convenida. Respecto a esto último,
normalmente se estipula como un porcentaje sobre las ventas, pero no significa que
no sea posible considerar otras posibilidades de estipularlo.
- Acatar los lineamientos entregados por el franquiciante y evitar que la marca o
emblema no sea empleado en forma inadecuada, entendiendo que lo es, si su empleo
no condice con las características de producto y en definitiva queda traducido en un
perjuicio para su imagen y la del franquiciante.
- Resguardo en el nivel de calidad de la operación y de los productos que debe colocar
en el mercado, sean bienes o servicios, dado que ello repercute bien o mal en la
imagen que al franquiciante le interesa introducir y mantener en el mercado local.

§ EL CONTRATO DE LEASING

El “leasing” constituye un derivado del verbo inglés “to lease” que significa “arrendar”, de
manera que la conjugación “leasing” no implica otra cosa, literalmente traducido a nuestro
idioma castellano, que la conjugación “arrendando”.
No obstante lo anterior, el contrato de “leasing” no es un mero contrato de arrendamiento,
sino surge por la fusión de formas contractuales, el arrendamiento por un lado y el contrato
de opción.

Concepto de leasing. Existen diversos conceptos de esta figura:


1. El art. 1º de la ley Nº 7.132, de 26 de octubre de 1983, expresa: “Considérase
arrendamiento mercantil, para los efectos de esta ley, al negocio jurídico realizado entre
una persona jurídica, en la calidad de arrendadora, y una persona física o jurídica, en
calidad de arrendataria y que tenga por objeto el arrendamiento de bienes adquiridos
por la arrendadora, según especificaciones de la arrendataria y para uso propio de
ésta”.
2. QUEIROZ, jurista portugués, lo define como un acuerdo mediante el cual una empresa,
necesitando utilizar determinado equipamiento, vehículo o inmueble, en vez de comprar,
consigue que una empresa, llamada de leasing, adquiera o arriende a otra empresa
interesada por un plazo determinado, al final del cual podrá la arrendataria optar entre la
devolución del objeto del contrato, la renovación del arrendamiento mercantil o su
adquisición por compraventa, por el valor residual establecido en el instrumento
contractual.
3. La circular Nº 239, de 9 de septiembre de 1988, de la SBIF, lo define como un contrato
en virtud del cual una de las partes, denominada “empresa de leasing”, adquiere a
solicitud de la otra, denominada “arrendatario”, bienes de capital para el uso de este

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último, a cambio de pagos que recibirá por un plazo determinado, pudiendo el


arrendatario ejercer al fin del período una opción de compra.
4. SANDOVAL lo define como una operación financiera mediante la cual la empresa de
leasing adquiere de un fabricante o proveedor de ciertos bienes de capital productivo,
elegidos por un usuario determinado, con la finalidad de ceder su uso por un plazo
convenido, a este último, mediante un pago periódico y facultándolo para optar, al
término de la misma, por la compra de los bienes por un precio determinado, por la
renovación del uso bajo otras condiciones, por la devolución de los bienes u otra opción
que se estipule.
5. En fin, BAEZA, luego de criticar la definición de la circular y calificar la de Sandoval
como “pésima”5, define el leasing como “aquel celebrado entre una persona (pudiendo
serlo un banco o institución financiera autorizada para ello a través de sociedades
anónimas filiales), como arrendadora y otra, que será la arrendataria, en que el objeto
de los derechos y obligaciones son los bienes muebles o inmuebles adquiridos por la
primera siguiendo las indicaciones y especificaciones de la última, para entregárselos
en arrendamiento por un plazo determinado, al final del cual ésta podrá, a su arbitrio,
optar por concluir el contrato de arriendo devolviendo el o los bienes, prorrogarlo o,
celebrar un contrato de compraventa sobre ellos para adquirirlos, por un precio
residual definido en el contrato como tal, usualmente identificado con la última cuota”.

Clasificación. Existen dos tipos de contrato de leasing:


1. Leasing operacional. En esta variante, el fabricante del bien y el usuario acuerdan esta
modalidad con el propósitode que este último, previo a adquirirlo, disponga de él por un
tiempo prolongado de prueba con el propósito de verificar si sirve a la finalidad denida
a la vista. Este tipo de leasing habitualmente es realizado por compañías como IBM o
Xerox. Como puede observarse, quien toma el papel de arrendador es la misma personal
del fabricante del producto o su representante directo, de manera que esta modalidad de
contrato pasa a conformar na forma de comercializar el producto.
2. Leasing financiero. Esta modalidad de contrato es generada toda vez que el arrendador
no haya sido el propietario del bien o bienes que son objeto de los derechos y
obligaciones del contrato, sino que los adquieren, precisamente con el propósito de
celebrar la convención. Operan con el leasing financiero empresas cuyo giro está
constituido por la realización de tales operaciones, pero no existe inconveniente legal
que sea practicado por cualquiera, ya que la ley no reserva el ejercicio del leasing a
determinadas personas.

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La reprocha porque en Chile las empresas no cuentan con personalidad jurídica, por consiguiente, conforme
una grave impropiedad de lenguaje asumir su actuación en la vida del derecho. Tampoco sería una operación
financiera, sino más bien un contrato.

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Derechos y obligaciones

1. Para quien asume como arrendador.


a) Comprar el bien. Por este contrato la persona que asume el carácter de arrendador,
acepta las instrucciones impartidas por quien hará las veces de arrendatario, con el
propósito de comprar uno o más bienes en miras a ser tomado en arrendamiento por
este último con un contrato de opción de compra.
b) Ceder el uso del bien. Si bien el fundamento de la compra efectuada por el futuro
arrendador tiene por propósito entregarlo en arrendamiento con opción de compra al
futuro arrendatario, hace poco sentido asumir que el arrendador no va a entregar el
uso y goce del o de los bienes al arrendatario, en la medida que la rentabilidad de su
negocio, precisamente radica en completar en su totalidad los pasos del contrato.
Empero, es de común ocurrencia que el fabricante o proveedor no cumpla con la
obligación de entregar el bien en tiempo y forma.
En este orden de ideas, BAEZA estima que en dicha hipótesis el arrendatario no queda
obligado a pagar la renta convenida, pues un pago de esa especie carecería de causa.
c) Cumplir el contrato de opción. Se trata de un elemento esencial del leasing, pues su
ausencia degeneraría el contrato en uno de arrendamiento.

2. Para quien asume como arrendatario.


a) Entregar, oportunamente, las especificaciones de los bienes que quedarán
involucrados en el contrato. Este contrato no resulta posible llevarlo a cabo si el
futuro arrendatario no entrega todos los antecedentes necesarios que permitan al
futuro arrendador, adquirir la o las cosas que motivan la contratación.
b) Usar el bien en los términos convenidos. El arrendatario queda obligado a utilizar la
cosa como un buen padre de familia, conforme a su uso natural y obvio, salvo pacto
en contrario.
c) Conservación y custodia.
d) Pagar la renta.
e) Restituir. Si el arrendatario no ejerce la opción de compra, en tiempo y forma, queda
obligado a restituir las cosas arrendadas al arrendador, en las mismas condiciones en
que las recibió.
f) Colocar placas distintivas. Dado que el contrato, por su efecto relativo, no es oponible
a terceros, con el objeto de enterarlos de la existencia de esta situación y evitar, por
ejemplo, que las cosas afectas a contrato de leasing sean embargadas por deudas del
arrendatario, la placa tiene la particularidad de poner en conocimiento de dichos
terceros que ese bien en especial no es de propiedad del arrendatario.
g) Contratar seguros. Constituye una práctica habitual, obligar al arrendatario a costear
un seguro que cubra toda suerte de siniestros, a favor del arrendador.

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§ EL CONTRATO DE FACTORING

Según SÁNCHEZ CALERO, el factoring es un contrato complejo, por el que una sociedad,
denominada “sociedad de factoring” se obliga frente a un empresario a gestionar el cobro del
conjunto de los créditos que éste tiene frente a sus clientes, garantizando en unos casos el
cobro de una parte o de la totalidad de los mismos, en el supuesto de insolvencia de éstos, o
bien anticipando el importe de los créditos, o ambas cosas a la vez6.
En opinión de KNAAK DONOSO, el factoring corresponde a un contrato atípico y de tracto
sucesivo, en el que los actos jurídicos unidos no son sino la forma de dar cumplimiento a las
obligaciones originadas por las partes del contrato.
En fin, CORRALES y BARBÓN definen este contrato aquel en cuya virtud el Cliente cederá
todos sus créditos a la sociedad de factoring a cambio de una remuneración porcentual sobre
el importe de los créditos, y éste prestará los servicios de investigación, control y cobro de
los créditos cedidos, asumiendo, en determinadas condiciones, el riesgo de la insolvencia de
los Deudores, pudiendo a petición del cliente, efectuar un anticipo sobre el importe de los
créditos cedidos a cambio de un interés.

Naturaleza jurídica. Por la complejidad del contrato, del que surgen diversas relaciones
jurídicas, se torna difusa la tarea de determinar la naturaleza jurídica del factoring.
1. Así, se ha postulado por algunos autores que se trataría de una comisión mercantil, en
cuanto el factor asume la obligación de gestionar el cobro de determinados créditos. Se
refuta esta hipótesis, ya que sus prestaciones exceden el mero encargo de un cobro de
créditos determinados, pues la sociedad de factoring tiene la calidad de cesionario de los
mismos, independientemente del hecho de que garantice la solvencia de los deudores o no
lo haga.
2. SANDOVAL estima que se trataría de una modalidad o tipo de operación que los bancos
han sido expresamente autorizados para realizar a través de sociedades filiales en el país,
quedando así adscrito dentro de los actos de comercio, en el art. 3º Nº 11 [v. art. 70 LGB].
Con todo, es importante recarlcar que no sólo los bancos pueden llevar a cabo estas
operaciones, sino también otras sociedades que no participan de esa naturaleza. En
resumen, se trata de una operación bancaria, ese sólo hecho le atribuye la calidad de acto
de comercio, aun cuando en el hecho, ella no sea asumida en su realización por un Banco,
en razón a que la aborado una sociedad filial u otro tipo de compañía.
3. KNAAK es de opinión que el factoring constituye un título traslaticio de dominio, dado
que no comparte la idea de que sería un mutuo garantizado con los créditos.

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Además de estas prestaciones principales, la sociedad de factoring puede obligarse a efectuar algunas
prestaciones complementarias, como informaciones comerciales, selección de la clientela, administración de la
contabilidad, etc.

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Efectos del contrato. Las dos partes que concurren a la celebración de este contrato son: el
principal, mandante, factoreado o cliente, por un lado y, por el otro, el mandatario, factor o
sociedad de factoring.
Según BAEZA, los derechos y obligaciones que derivan para cada uno de los contratantes
son exactamente los mismos que aquellos asumidos por comitente y comisionista, pues
según dicho autor, el factoring sería una modalidad de la comisión para ejecutar operaciones
de banco.
Las demás obligaciones del comitente y comisionistas variarán en sus aspectos de detalle o
circunstancias.

Ejecución del contrato.


1. El procedimiento seguido para llevar a cabo este contrato, siempre que el factor quede
constituido por un banco o una sociedad filial de una entidad bancaria, empieza con una
petición enderezada por el comitente potencial, a través de un formulario confeccionado
para ese propósito por el potencial factor o comisionista.
2. A ese documento deberá anexar sus Estados Financieros, incluyendo el detalle íntegro
de los clientes, además de una nómina de los créditos que eventualmente podrían quedar
afectos al contrato, sin perjuicio de los otros antecedentes que el factor considere
pertinentes o convenientes para estudiar la situación del comitente.
3. Aprobada la idea de llevar adelante el contrato, este redactado por la sociedad de
factoring y firmado por ambas partes. Se trata de un contrato por adhesión.
4. La sociedad de factoring debe materializar las cesiones de crédito gradualmente, esto es,
en la medida que ellos van existiendo.

Cesión de facturas. La ley Nº 19.983 regula la transferencia y otorga mérito ejecutivo a la


copia de la factura.
Según el art. 4º de la ley, la copia de la facultad quedará apta para su cesión al reunir las
siguientes condiciones:
a) Que haya sido emitida de conformidad a las normas que rijan la emisión de la factura
original, incluyendo en su cuerpo en en forma destacada la mención “cedible”, y
b) Que en la misma factura conste el recibo de las mercaderías entregadas o del servicio
prestado, con indicación del recinto y fecha de la entrega o de la prestación del
servicio y del nombre completo, rut y domicilio del comprador o beneficiario del
servicio e identificación de la persona que recibe, más la firma de este último.
Este recibo debe efectuarse dentro de los ocho días corridos siguientes a la recepción
de la factura7.

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En caso que el recibo no haya sido efectuado en el plazo señalado y tampoco haya existido reclamo en contra
de su contenido o de la falta total o parcial de entrega de las mercaderías o de la prestación del servicio, se
presumirá que las mercaderías han sido entregadas o el servicio ha sido prestado. En este último caso, la factura
quedará apta para su cesión, sin necesidad de que el recibo conste en la misma.

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Derecho Comercial Jaime Ramírez C.

La ley prohíbe todo acuerdo, convenio, estipulación o actuación de cualquier naturaleza que
limite, restrinja o prohíba la libre circulación de un crédito que conste en una factura.
Asimismo, queda prohibida la retención, destrucción, inutilización u ocultamiento de la copia
cedible de la factura [art. 4º inc. 8º].

Forma de efectuar la cesión de factura. El cedente debe estampar su firma en el anverso de


la copia cedible, agregar el nombre completo, rol único tributario y domicilio del cesionario
y procedr a su entrega [art. 7º inc. 1º].
Esta cesión debe ser puesta en conocimiento del obligado al pago de la factura, por un notario
público, sea personalmente, con exhibición de copia del respectivo título, o mediante el envío
de carta certificada, por cuenta del cesionario de la factura, adjuntando copias del mismo
certificadas por el ministro de fe. En este último caso, la cesión producirá efectos respecto
del deudor, a contar del sexto día siguiente a la fecha del envío de la carta certificada dirigida
al domicilio del deudor registrado en la factura [2º].

El art. 8º permite expresamente cederla en comisión de cobranza.

Finalmente, el plazo de prescripción de la acción ejecutivo, para el cobro del crédito, es de


un año contado desde su vencimiento [art. 10 inc. 3º].

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