Aunque muchos psicólogos sociales se hayan interesado por los grupos pequeños, pocos son los que han estudiado cómo y por qué se forman dichos grupos. Y es que no es fácil determinar el momento a partir del cual las relaciones entre varios individuos cristalizan en lo que consideramos un grupo. Es evidente que esa «formación» o constitución grupal es un proceso continuo que se desarrolla a lo largo de un periodo más o menos dilatado de tiempo, de ahí que hablar de formación grupal no deja de ser, en la mayoría de los casos, una mera convención. Salvo excepciones, por ejemplo, la formación de un equipo de trabajo por los responsables de una organización, la mayoría de los grupos naturales presenta unos límites difusos en sus orígenes, por lo que no es posible identificar la fecha de su fundación. Que las personas se unen voluntariamente en grupos es un hecho cierto, pero ¿por qué lo hacen? ¿Por qué y cómo se forma un grupo? Las explicaciones tradicionales han recurrido bien a criterios instrumentales o funcionalistas o bien a motivos o sentimientos de atracción interpersonal, aunque ambos no siempre resultan claramente diferenciables, por lo que algunos autores prefieren hablar en términos generales en el sentido de que las personas forman grupos porque éstos satisfacen alguna necesidad individual: necesitamos de un grupo para realizar ciertas tareas, por una necesidad personal de afiliación, con el consiguiente refuerzo que ello nos aporta, etc. Para Shaw, las fuentes de satisfacción de necesidades existentes en el grupo abarcan, como mínimo, las siguientes: «1) la atracción hacia los miembros del grupo (atracción interpersonal); 2) la atracción hacia las actividades del grupo; 3) la atracción hacia los objetivos del grupo (es decir, los objetivos del grupo son valiosos para el individuo), y 4) la pertenencia misma a un grupo». Más recientemente, Moreland ha propuesto el concepto de integración social para explicar la formación de grupos. La integración social, según Moreland, es el conjunto de vínculos ambientales, comportamentales, afectivos y cognitivos que unen a los miembros del grupo entre sí, de modo que cuanto más piensen, sientan y actúen los miembros como un grupo, mayor será su nivel de integración social. Estos vínculos ambientales, comportamentales, afectivos y cognitivos no deben ser considerados como causas de la formación de grupos, sino como aspectos o variedades de dicha formación, aunque son lógicamente inherentes a la formación. Siguiendo a Moreland, un grupo se forma en la medida en que tienen lugar los cuatro tipos de integración social. En suma, según Moreland, la integración ambiental, comportamental, afectiva y cognitiva explican por qué la gente se junta. No obstante, hay que hacer algunas matizaciones a este respecto. Por un lado, estos tipos de integración se refieren a la formación de grupos naturales que pueden guardar ciertas diferencias con unirse a un grupo, ser asignado a un grupo o crear un grupo. Por otro lado, se necesita de la intervención de otros procesos, desarrollo y socialización para transformar en «grupo» lo que todavía no es más que un agregado, una masa o una categoría social El desarrollo y la socialización hay que contemplarlos como procesos complementarios. El primero considera al grupo como un todo que atraviesa diferentes fases o estadios, mientras que el segundo se centra en la evolución de las relaciones entre los miembros y el grupo. Veamos estos dos proces