Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA EDAD MODERNA
Los Reyes Católicos contrajeron matrimonio en 1469. Isabel se proclamó reina de Castilla
a la muerte de su hermano Enrique IV en 1474. Tras el fin de la Guerra Civil Castellana,
entre el bando de Isabel y el de Juana la Beltraneja, definitivamente se la reconoció como
reina de Castilla. Posteriormente, en 1479 Fernando sucedió a su padre Juan II en el trono
de Aragón. En ese momento se produjo lo que denominamos unión dinástica. Esto fue
posible por dos documentos: la Concordia de Segovia (1475) y el Decreto de 1481. Esa
unión no fue una fusión de las dos coronas, sino una unión personal. Cada reino mantendría
sus leyes, instituciones, fronteras, impuestos, etc.
Los Reyes Católicos establecieron una monarquía moderna y autoritaria, donde
desarrollaron una serie de instituciones. En Castilla, en la administración central, estaban
los consejos de Castilla, el de la Santa Inquisición, el de las Órdenes Militares y el de
Aragón (inician el sistema consiliar); las Cortes; dos Chancillerías (Valladolid y Granada)
y dos Audiencias (Santiago de Compostela y Sevilla). En la administración local destacaban
los corregidores y la Liga de la Santa Hermandad. En Aragón se crearon nuevas
instituciones como Consejo de Aragón y el cargo de virrey. También se impuso el Tribunal
de la Inquisición, institución común en Castilla y Aragón.
Acabar con la presencia del islam en la Península fue un objetivo principal de los Reyes
Católicos. La Guerra de Granada se desarrolló entre 1482 y 1492. La conquista fue
posible gracias una fuerte movilización militar, innovaciones técnicas y tácticas, y a las
luchas políticas por el poder en el reino de Granada. Se utilizó, sobre todo, la técnica del
asedio y la posterior capitulación. La ciudad de Granada se rindió en 25 de noviembre de
1491 y fue entregada por Boabdil a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492.
3.2. Exploración, conquista y colonización de América (desde 1492 y durante
el siglo XVI)
La búsqueda de otra ruta para comerciar con las Indias y el convencimiento de la redondez
de la Tierra llevó a Cristóbal Colón a idear el proyecto de atravesar el Atlántico hacia el
oeste. Colón propuso su idea a los Reyes Católicos, que finalmente accedieron en 1492 a
firmar con él las Capitulaciones de Santa Fe.
La expedición, compuesta por tres embarcaciones, Pinta, Niña y Santa María, salió del
puerto de Palos a principios de agosto de 1492, y se divisó tierra el 12 de octubre, la isla
de Guanahaní (Islas Bahamas). Después Colón descubrió la isla de Cuba y la de Santo
Domingo, a la que llamaron “La Española”. Tras el descubrimiento de América por Colón, se
realizaron diversos viajes de exploración y establecimiento de pequeñas colonias, primero
en el archipiélago de las Antillas, después en Tierra Firme. Pronto se llegó a la convicción
de que esas tierras no eran las esperadas Indias, sino un nuevo continente (Américo
Vespuccio).
La conquista efectiva comenzó a partir de 1519, destacando la invasión del imperio azteca,
en el actual México, por Hernán Cortes entre 1519 y 1521, y el posterior control de un
extenso territorio desde California a Panamá (virreinato de Nueva España); y la del
imperio inca del Perú por Francisco Pizarro entre 1531 y 1533, que sirvió de base para
después incorporar las tierras de Chile y Río de la Plata (virreinato del Perú).
El sistema de colonización utilizado en los primeros momentos del Imperio español fue la
encomienda. Consistía en la entrega de un grupo de indios al colono para su evangelización,
mantenimiento y protección. Sin embargo, se produjeron múltiples abusos y trabajo
forzoso, y no sólo en las explotaciones agrarias, sino también en las minas con el sistema
de la mita. En la actividad comercial, se estableció un monopolio y el sistema de flotas
y galeones.
Tras la muerte de Felipe II, se sucedieron tres reinados con Felipe III (1598-1621),
Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700). Estos monarcas renunciaron a ejercer
personalmente las tareas de gobierno, que pasaron a manos de los llamados validos.
Durante el reinado de Felipe III (valido el duque de Lerma), en política interior destacó
la expulsión de los moriscos (1609), que perjudico especialmente al sector de la
agricultura de Valencia y Aragón. Con respecto a Europa, fue un reinado pacífico al firmar
la Paz de Londres (1604) con Inglaterra, y con las Provincias Unidad acordó la Tregua de
los Doce Años (1609). Sin embargo, el pacifismo se rompió en 1618 con el estallido de la
Guerra de los Treinta Años, en la que España participó apoyando a los Austrias del
Imperio.
Felipe IV tuvo como valido al conde-duque de Olivares, quien quiso reforzar el poder
monárquico e integrar a todos los reinos en un mismo Estado más centralizado siguiendo
el modelo castellano. Para ello, intentó realizar un conjunto de reformas económicas y
fiscales, destacando la creación de la “Unión de Armas”, un ejército permanente al
servicio de la Corona, integrado y sufragado por todos los reinos. La oposición a esta
medida ocasionó la crisis de 1640, una serie de conflictos en distintas zonas de la
Monarquía, destacando la revuelta catalana y la independencia de Portugal. En política
exterior, continuó con la Guerra de los 30 Años y se reinició el conflicto con las
Provincias Unidas.
Con Carlos II se desarrollaron varios enfrentamientos con la Francia de Luis XIV,
haciendo más profunda la decadencia de la Monarquía Hispánica. Además, su falta de
descendencia se convirtió en un problema internacional, que culminó con la corona española
en manos de la dinastía de los Borbones.
3.5. Sociedad, economía y cultura de los siglos XVI y XVII.
La Monarquía Hispánica de estos siglos continuaba siendo una sociedad estamental. Pero
era también una sociedad donde se daban cambios lentos, pero constantes, que hacían
posible cierta movilidad social. Por ejemplo, en ocasiones ricos burgueses conseguían
privilegios del rey para obtener un título nobiliario o cargos destacados en la
administración. A nivel demográfico, la población española se encontraba en un régimen
demográfico antiguo, con alta natalidad y mortalidad, y crecimiento natural bajo. A pesar
de ello, en el s. XVI hubo un aumento demográfico notorio, más destacado en la Corona
de Castilla causado por el cierto desarrollo económico. En cambio, el s. XVII fue un
periodo de estancamiento y regresión por la crisis económica, las guerras, la peste o la
expulsión de los moriscos (±300.000). Este descenso afectó más a la Corona de Castilla.
En el plano económico, en el s. XVI se produjo un importante desarrollo debido al
aumento de la demanda y al comercio con las colonias americanas. También hay que
destacar la subida de precios continua y sostenida (“Revolución de los precios”) por la
llegada masiva de metales preciosos de América. En cambio, el s. XVII hubo un
descenso de la producción agrícola y de la producción lanar; la artesanía acusó los
efectos de la crisis por el descenso de la demanda; en el comercio interior predominaba
el autoconsumo, y el comercio exterior también se resintió por las guerras, la constante
manipulación de la moneda, etc.
A nivel cultural, en el s. XVI entra en España las tendencias literarias y artísticas del
Renacimiento. En literatura destacan obras y autores como Garcilaso, “La Celestina” de
Fernando de Rojas, “El Lazarillo de Tormes” o la literatura mística con Juan de la Cruz y
Teresa de Jesús. En el arte se inicia el siglo con el gótico isabelino y culmina con el
clasicismo del estilo renacentista (Pedro Machuca, Diego de Siloé, Juan Herrera, Alonso
y Pedro Berruguete, Juan de Juni, El Greco, …). El s. XVII fue el “Siglo de Oro” de la
literatura española con autores como Miguel de Cervantes, Luis de Góngora, Lope de Vega,
Francisco de Quevedo o Pedro Calderón de la Barca. El Barroco fue el estilo artístico
predominante con artistas tan importantes como Alonso Cano, Pedro de Ribera, Gregorio
Fernández, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo o Diego Velázquez,
Ante los problemas económicos que atravesaba España, desde mediados del siglo XVIII la
monarquía borbónica decidió implementar una serie de reformas en América con el
objetivo de mejorar la administración colonial, fortalecer la economía y consolidar el poder
de la corona, en definitiva, hacer el sistema más eficiente y rentable. La economía colonial,
basada hasta este momento en la producción agraria y la minería de metales preciosos, se
dinamiza con una fuerte actividad comercial. Para ello se adoptaron diversas medidas
como la creación de compañías de comercio; se abolió el sistema de flotas y galeones y se
introdujo el de navíos de registro; nuevos métodos y técnicas de explotación en la
minería; incremento de impuestos, y, en 1778, se permitió el libre comercio para la mayor
parte de los puertos de la Península con las Indias, rompiendo el monopolio del puerto
gaditano.
Además, el gobierno de Carlos III incrementó el control administrativo y se comenzó a
excluir a los criollos de la administración. Se crearon dos nuevos virreinatos (el de
Nueva Granada y el del Río de la Plata) y capitanías generales (Cuba, Venezuela y Chile), y
se introdujo la figura de los intendentes para aumentar ese control.
En otros ámbitos, se expulsó a la Compañía de Jesús, se crearon escuelas de Artes y
Oficios y se organizaron expediciones científicas.
A pesar de estas reformas, el balance económico al final de siglo fue negativo para España.
Las colonias americanas cada vez se hicieron más autosuficiente y el contrabando se
practicaba abiertamente. A nivel social, las protestas de criollos y trabajadores cada vez
fueron más frecuentes.