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I. Introducción [arriba]
A ningún jurista se le escapa que el patrimonio es una de las figuras jurídicas de más
difícil comprensión. Parece un concepto etéreo y, al mismo tiempo, nadie duda de su
materialidad. Casi todos los grandes juristas de nuestra época se han intentado adentrar
en su concepción y análisis. El desafío de escribir sobre el mismo es, por lo tanto,
ciertamente importante. Acometo a través de este artículo esta ardua tarea. Lo que
ocurre es que lo voy a hacer, por primera vez, desde una perspectiva filosófica. Mis
recientes investigaciones en el campo de la inteligencia artificial me han permitido
concebir una estructura filosófico-matemática para toda el área de Humanidades y creo
firmemente que la misma va a poder dar más luz a esta oscurecida institución. Espero
que lo disfruten.
Para entender qué es un patrimonio, se hace necesario recordar, tal y como acabo de
decir, algunos conceptos filosóficos básicos con carácter previo. Seguramente esto
producirá estupor en más de un lector ¿Qué tiene que ver el patrimonio con la Filosofía?
Quizás cuando sus ojos alcancen el final de este apartado, lo vea con más claridad.
Para empezar, la Filosofía, cuya denominación tiene un origen anecdótico[2], nada tiene
que ver con el análisis de las corrientes de pensamientos humanos. La Filosofía es un
lenguaje, exactamente igual que la Matemática lo es para las ciencias experimentales y
que estructura, dimensiona e integra toda el área de Humanidades y, como no podía ser
de otro modo, la ciencia del Derecho.
Estos seres se conjugan en las dimensiones finitas, dando lugar al sum, es, est…y a sus
formas pretéritas y futuras de todos sabidas.
El relativo del ser (vgr. el Hombre) es el enus, enor y ene . Si estos enus (onus en griego)
actúan en sociedad, pasan a ser personus (del etrusco phersu: máscara) y bonus. Y si,
como veremos después, se unían entre sí a través de unas unitas (grafiadas con recuadros
en la imagen de debajo) formaban lo que los romanos denominaban un enitas que, en el
caso de personas, se denominaba personitas (ya sea de gente bajo un mismo yugo o
conyugitas o de gente que se seguía o societas) y bonitas en el caso de bienes.
Si el número de enes que integraba la unitas era definido, se forma una corporitas o
cuerpo, que requería de un acto formal por cada ingreso individual de un bien en el
interior de su unitas. Esta figura también ha sido muy deficientemente entendida por la
doctrina y jurisprudencia.
Un corpium nunca es una única cosa o res sino un conjunto de cosas o miembros. Por eso
se habla del Cuerpo Nacional de Policía, de acrecimiento ex. art. 983 cuando hay
designado un cuerpo cierto de bienes en plural, en el art. 1.085 en sede de pago de
deudas hereditarias o en el art. 1.151 en sede prestaciones (que no obligaciones)
divisibles.
En modo alguno puede hablarse de cuerpo cierto cuando se compra un único bien
inmueble por el mero hecho de que se haga a tanto alzado ex art.1.471 CC[4].
Si, por el contrario, el número de bienes, en vez de ser definido como en el corpium, era
indefinido, el Derecho Romano hablaba de munitas, del latín munium (carga[5]), que en
el caso de corresponder al padre se denominaba patrimonium y si era a la madre
¡matrimonium! No en vano en la Roma clásica la unión de dos cónyuges no se denominaba
matrimonium sino coniugium (cum-yugo). Al patrimonio lo vamos a grafiar, a plartir de
este momento, como si fuera un embudo (porque por el van entrando cosas por su parte
superior pero también van perdiéndose por su inferior. Pero recuérdese, no deja de ser
también un recuadro o unitas.
Por último, se permitía una figura híbrida como la funditas, que se componía
inicialmente por un número de bienes definido (lo que hoy se denomina impropiamente
como dotación fundacional), sometida a la formalización individual de cada entrada de
un nuevo bien y la posibilidad de dotarse posteriormente de un patrimonio en el que la
entrada y salida de bienes no estuviese sometido a tal rigor.
Obsérvese que hablo de societas, corporitas, funditas y munitas porque ese es el
verdadero nombre que tenían en Derecho los seres que actuaban, a diferencia de la
asociación, corporación, fundación y munición que son las acciones que hacen aquellos.
Es precisamente porque el patrimonio se trata de un ser (aunque sea relativo), por lo que
puede ser sujeto de acuerdos y de legitimidades (entre ellas, como veremos, ser
beneficiario de un seguro).
Ese ser (patrimonio) es distinto de cada uno los bienes reales que lo integran e, incluso,
al margen de ellos. Por eso el patrimonio sigue existiendo aunque el mismo esté vacío.
Sin embargo, es menos que la herencia, como veremos, pues la misma puede comprender
uno o varios patrimonios.
Ya hemos visto qué pasa cuando las personas por un lado se unen y las cosas lo hacen
también. Pero ¿pueden unirse personas y bienes bajo una misma unitas? Pues
evidentemente que sí.
Cuando esos ene individuales son de diferente naturaleza jurídica (persona y cosa), se
puede formar entre los mismos una entitas.
De su visualización podemos extraer, algunas importantes conclusiones.
a) Que una entidad (en latín entitas) es una ficción resultante de la utilización de un
instrumento jurídico, la unidad (unitas) -que no unión[6]- para englobar a seres de
naturaleza distinta: por ejemplo, una persona y un bien.
b) Que esa entidad es la que permite, precisamente, afirmar que la primera (la persona)
es titular de la segunda (el bien). Es en el seno de la entitas en donde se crean los tres
elementos básicos de lo que, desde aproximadamente el siglo I d.C se mal denomina
“derecho subjetivo”. Me refiero a las legitimidades, facultades y potestades, que son
distintas realidades dentro de la herentitas (la hache inicial es la que se conjuga “yo he,
tu has…).
Estas tres figuras (legitimidad, facultad y potestad) no son mezclables entre sí pues las
primeras se refieren a las posibles titularidades (dominio, usufructo, uso, habitación,
etc), las segundas a los faceres que los contienen (gaudium como género y uso y disfrute
como especies) y las terceras a los poderes que pueden utilizarse (retener, reivindicar,
administrar o disponer, entre otros).
Las primeras (las legitimidades), además, son ejercidas de dos formas: o en pro-
privacitas (propietas) o en proindivisitas lo que demuestra que únicamente la dominitas
es la legitimidad y que la propiedad no es más que una de sus especies, en cuanto que es
sólo una forma de ejercerla en exclusiva, en contraposición a la proindivisitas. Las
facultades y potestades se ejercen, por el contrario, en unidad o comunidad (común-
unidad), debiendo hablarse de proindivisitas y no de comunidad de bienes pues este
término se refiere a la forma de usar y disfrutar de los mismos. En tal caso, se forma
antes de entrar en la entitas una personitas que, a continuación entra dentro de la
entitas para ejercer las tres formas de herentitas antes citadas sobre un único bien. Se
habla, por lo tanto, impropiamente de comunidad de bienes no sólo por lo antes citado
sino porque sólo puede formarse (como bien dice el art. 392 CC) sobre un solo bien. Sin
perjuicio de lo cual, si los elementos comunes son muy numerosos, existirán tantos
proindivisos y comunidades de facultades y potestades como bienes haya.
La figura inversa (no hay personitas sino una sola persona) y una enitas de bienes o
bonitas (p.ej una patrimonitas) daría lugar a un patrimonio privativo. No la grafío por no
hacer mucho más largo el artículo.
Avancemos un poco más con la siguiente gráfica, ahora que nos vamos dando cuenta del
maravilloso instrumento que es la Filosofía para la adecuada comprensión del Derecho.
Arriba hemos visto un modelo en el que hay una entitas formada por una sola persona con
un solo bien o con unitas en el lado de las personas o de las cosas. Pero ¿Pueden
formarse, a su vez, todo el fenómeno simultáneamente? Y la respuesta es, nuevamente,
afirmativa.
Si hay un grupo de personas que han formado una enitas antes de incorporarse a la misma
(societas o coniugitas), pasarán a integrarla e, incluso, como forma de evitar los
inconvenientes de la proindivisitas, con personalitas (que significa personitas tipo, que es
lo que indica el sufijo -al) cuando concurren los requisitos del art. 1.669 CC.
Si, por el contrario, esa personitas es de gente que simplemente se junta bajo un mismo
yugo, en el derecho romano antiguo se hablaba de coniugitas, que es a lo que hoy en día
se le denomina impropiamente matrimonio, que no es más que el monio o munitas en de
la mater, en contraposición al patrimonio o patrimunitas del pater.
d) Con los bienes o bonii puede ocurrir lo mismo, pudiendo formarse a través de otra
unitas una bonitas que, si se integra con un número definido de bienes se denomina
corporitas y si el número es indefinido, munitas.
Una societas, por lo tanto, no es una entidad sino una enidad o enitas. Y una entitas
puede ser formada no sólo por una societas sino por una coniugitas.
B) Finalista (BRINZ, BEKKER). Sin negar la existencia del patrimonio personal, esta
doctrina pone énfasis en el interés en que cada masa de bienes sirve, afirmándose así la
existencia de patrimonios, que no pertenecen a alguien sino a algo (petinere ad aliquid),
que están destinados a un fin, lo que lleva a explicar la importancia de la responsabilidad
patrimonial.
C) Realista o atomista (COVIELLO, FERRARA). Para ella, el patrimonio no es algo distinto
de los bienes y derechos que lo componen, sino la suma de todos ellos y, por ello, no
puede ser considerado apto para ser objeto de un derecho subjetivo.
D) Existen, por último, autores como COSSÍO que rechazan las anteriores doctrinas por
considerar que conducen sólo a abstracciones inútiles y concluyen que el patrimonio
ofrece una configuración variable, por lo que debe ser estudiada por separado cada una
de las diversas modalidades en que puede presentarse, que son esencialmente tres:
personal, de destino y especial o separado. Desde posiciones intermedias, CASTÁN define
el patrimonio como «el conjunto de relaciones jurídicas activas y pasivas que pertenecen
a una persona y son estimables económicamente», y DE CASTRO, como una «masa de
bienes de valor económico afectada y caracterizada por su atribución y el modo de
atribuirse a quien sea su titular, y a la que el Derecho atribuye caracteres y funciones
especiales».
El patrimonio no es una mera garantía (ni siquiera universal), como ocurre cuando se
habla impropiamente de responsabilidad hipotecaria, sino aquello con lo que responde
todo deudor (que no prestatario), como presupuesto base del ordenamiento ex art.
1.911.
B) LEGAL: Las partes no pueden crearlo ni extinguirlo pues opera ex lege. Toda persona,
por el simple hecho de serlo, ya tiene un patrimonio, incluso el nasciturus (no así el
concepturus).
Indeterminado es aquello que carece de términos y determinado el que los tiene (por
ejemplo, entre 4 y 8 bienes). La determinación del ser se hace externamente. A se
encuentra entre B y C. Es diferente de lo indefinido porque los fines, a diferencia de los
términos, se precisan dentro del propio ser (por ejemplo, 5 bienes).
A no entender que el ordenamiento jurídico es estereotípico. Esto significa que vgr. Juan
(persona) puede ser, al mismo, heredero y legatario (art. 890.II CC) pero un personaje
(heredero) no puede ser otro personaje (legatario). Lo mismo ocurre con los deudores,
que son los que consienten responder con su patrimonio de unas prestaciones asentidas
por otros personajes (un prestador -que si es de cantidad cierta se denomina certum
dator o creditor). Obviamente, sin perjuicio de que, en la mayoría de los casos, unos y
otros son asumidos por las mismas personas.
Los deudores NUNCA tienen un heredero (herenterus) pues el heredero sólo se empareja,
por estereotipicidad, con su herentus (mal llamado causante o de cuius). El heredero
corresponde, pues, con aquél personaje que jamás ha pedido un servicio y que jamás se
ha comprometido con su patrimonio a cubrir su realización por el prestatario.
3.- Permite el acrecimiento art. 983 CC de acuerdo con el aforismo: Concursu partes
fiunt (Celso, D. 32.80, libro 35) Las partes se hacen por el concurso.
4.- Afecta unos bienes a un fin que el ordenamiento considera digno de protección:
- Las que llama «fundaciones dependientes», es decir, aquellas cuyos bienes y fines se
confían a una institución pública o al patronato de otra fundación.
1.- Comprende toda clase de bienes, materiales o inmateriales con exclusión, respecto
de estos últimos, de los que integren el personius o personitas de las personas.
2.- No comprende:
a) Su pasivo, pues las deudas meras cargas del patrimonio. En idéntico sentido ya se han
pronunciado, desde hace bastante tiempo, autores como ENNECERUS, PÉREZ GONZÁLEZ y
ALGUER, a mi juicio, con buen criterio. Los arts. 659 y 661 confunden patrimonio y
herencia (vid aptado b siguiente)
Es inadvertido para la mayoría de los juristas que la herencia es algo que acompaña a una
persona no sólo de cara a su muerte (como dicen los nefastos arts. 659 y 661 CC) sino a lo
largo y ancho de toda su vida. Lo que ocurre es que, con ocasión de dicha muerte,
IDENTIDAD: El dinero no es ni un bien (herencia), ni una cosa (fencia), razón por la que es
irreivindicable, sino un valor (el valor dinerario). No da frutos sino precio. Si está en
curso legal, es un valor exponencial porque se "pone" o coloca fuera del ser billete
(aunque se incorpore físicamente y circule conjuntamente con él) y si el billete deja de
circular, pasa a tener un valor dinerario imponencial (el billete ya vale por sí mismo,
como pieza de colección).
Desembolso: su desembolso puede hacerse con una intención de resultado (por ejemplo,
atender a un gasto familiar) y una proposición de consecución (sostener sus cargas), pero
no significa una renuncia a la legitimación sobre ese valor
únicamente a su temporal uso y/o tención y, en principio, también a su precio (el mal
llamado interés), en la medida en que no se haya realizado con animus (que no
intención) prestandi. La reciente sentencia del Tribunal Supremo, Sentencia 657/2019,
de 11 de diciembre, SP/SENT/1028363 llega a una solución parecida sólo que con una
argumentación, a mi juicio, lamentable.
No puede ser objeto de tentio o tención -a diferencia del billete que le sirve de soporte
físico- al ser un valor y, por tanto, algo inmaterial. Me remito, en este sentido, al
artículo referenciado a pie de página, en el que explico que la posesión es una falsa
institución (la acción no es poseer sino tener -la tentio- y possidendi es sólo uno de sus
animus) y la imposibilidad de la figura de la quasi-possesio[10].
VII. La indisponibilidad patrimonial: Especial referencia a la herencia yacente [arriba]
2º Se produce su muerte (fuera de la entia) y esto provoca que en el lugar que dicha
persona ocupaba en la enia-personia de la izquierda se ubiquen uno o varios herederos
(herenterus), que todavía no son los herederos aceptantes o heredanterus (por eso el
tono azul de sus cabezas es todavía clarito), pero sí herederos testamentarios o
abintestados (lo que van a ser siempre, acepten luego o no). Estos herederos, como
puede verse, tienen a su vez su propia entia.
La personia (el recuadro) sigue siendo la del herentus (en la que siguen ubicados sus
bienes inmateriales personales: su honor, su prestigio, etc, grafiados con una nube). Los
bienes siguen, por su parte, siguen incorporados a la enia-patrimonia de la derecha (por
eso no son res nullius y no son ocupables sino usucapibles ex art. 1934 CC. La legitimia
sobre esos bienes pasa de pro privatia a pro indivisia (vid recuadro rojo dentro de la
entia) si bien ésta no recae sobre un único bien (art. 392 y ss CC)
3º La herencia es aceptada por los herederos aceptantes que, al ser definitivos, cambian
de color claro a oscuro. La personia de esta entia (quedan al margen las entia de cada
uno de los herederos aceptantes) sigue formada por los bienes inmateriales del herentus
y por los nuevos herederos. La enia-patrimonia sigue intacta y llena de bienes. En ningún
momento se produce ninguna confusión entre el patrimonio del herentus y el de cada uno
de los herederos, ni siquiera si la herencia es aceptada pura y simplemente. Aunque es
evidente que lege lata es esta la solución actual prevista en el art. 1003, la misma
carece, como ya dije anteriormente, de cualquier tipo de lógica y arranca ya de la
confusión de la figura del deudor (el que pide la cosa y servicio) y el heredero, así como
la estereotipicidad que hace que una y otra figura no puedan nunca mezclarse en la ley
sin perjuicio de que puedan acumularse en la misma persona.
Como puede verse en la gráfica inferior, el patrimonio, de ser visible, sería parecido a un
embudo, con orificios de entrada y salida permanente. Ese patrimonio existe con
independencia de su nivel de “llenado” e incluso, como dije anteriormente, aunque esté
totalmente vacío.
Eso hace que el patrimonio quede “tapado” por arriba, a la espera de ser vaciado por
debajo.
Identia: La responsabilidad es la habilidad (sin hache, como en inglés, pues con h sólo es
cuando integra el her*) de responder de todo daño o incumplimiento.
El patrimonio responsable pasa a ser respondiente si, a la fecha de fallecimiento del
herentus existen prestaciones ya vencidas. En ese caso no se procede -como
impropiamente dice el Código Civil en sus arts. 1.082 y ss- al pago de las deudas
hereditarias sino a la responsio de las mismas. La solutio solo se produce dentro del
período de pendencia.
c. Caracteres: La responsabilidad
- Es bonial, ni patrimonial ni, menos aún, personal. Y sólo es predicable de los bienes del
deudor, no del prestador o prestatario.
El artículo 1.911 está redactado así: “Del cumplimiento de las obligaciones responde el
deudor con todos sus bienes presentes y futuros”.
- Es universal (ni "hipotecaria” ni “real" 118 y 140 LH –pues eso no es más que una
garantía sobre un bien real).
Hablar, por lo tanto, de responsabilidad con o sin culpa resulta hasta chocante. La
posibilidad de un reproche sin culpa, aunque tampoco tiene sentido, por lo menos, sería
planteable.
- Con todos los bienes del patrimonio y, por consiguiente, con aplicación del principio de
sustitución real en caso de desaparición y cambio por otro en su lugar
- Tanto el presente como el futuro si, por ejemplo, viene a mejor fortuna (antiguo 1.920
CC) (c) y no personalmente.
X. Bibliografía [arriba]
AUBRY, Charles y RAU, Charles-Frédéric: Cours de droit civil français d'après la méthode
de Zachariae
BEKKER Ernst I.: “System des heutigen Pandektenrechts”, vol. I, Weimar, 1886, 141 ss.
Das Recht des Besitzes bei den Römern, 1880, etc.
BRENES CÓRDOBA, Alberto (2001). Tratado de los Bienes (Séptima edición). Editorial
Juricentro. pp. 27-28. ISBN 9977-31-101-3.
RAYMOND GUILLIEN, Jean Vincent, GUINCHARD Serge, MONTAGNIER Gabriel, Lexique des
termes juridiques, Dalloz-Sirey, coll. «Lexiques», 15ª edición. 23 de junio de 2005. París
(ISBN 2-247-06071-4)
SMITH, Lionel: Trust and Patrimony - Ver también: Jane Ball: The Boundaries of Property
Rights in English Law
VON BRINZ Alois: Lehrbuch der Pandekten, 2 vpls,(Erlangen, 1873-1895, 2. Aufl.). 1857-
1871
Notas [arriba]