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BOLILLA 8

DEMANDAS CONTRA LA NACIÓN ARGENTINA

1.- LA NACIÓN ARGENTINA ANTE EL PODER JUDICIAL. EL DOGMA DE LA INDEMANDABILIDAD.


EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

En 1853 se establece en la CN el sistema judicialista en los arts. 95 y 100 (hoy 109 y 116). El art. 95
prohíbe la función judicial a la administración. El poder judicial no puede ejercer funciones
judiciales y en el art 100 se fija la competencia de la Corte.

Etapa 1 Indemandabilidad del Estado 1853 a 1860


Para que la demandabilidad de la Nación sea posible previamente debió reconocerse como sujeto
de derecho. Tal reconocimiento surge de la CN donde se otorga a la CSJN y a los tribunales
inferiores el conocimiento de todos los asuntos en que la Nación sea parte. Indemandabilidad del
estado por cuanto solo podía ser parte actora en un proceso judicial por ser soberano. No le
correspondía responsabilidad como demandado.

Etapa 2 Venia Legislativa 1860-1900


La primera oportunidad en que se plantea un caso para resolver es el fallo “Vicente Sesto y
Antonio Seguich”. Los actores pretendían el pago de una indemnización por el mayor tiempo que
habían servido durante la guerra entre la Pcia de Bs. As. Y Entre Ríos lo que derivó en la batalla de
Pavón.
La CSJN sostuvo que el PEN es soberano en su esfera, y uno de sus atributos de esa soberanía hace
que no pueda ser arrastrado ante los tribunales por particulares sin su consentimiento, a
responder por sus actos y ningún tribunal nacional puede someter al jefe de la Nación a la
obediencia de los mandatos. Como consecuencia planteo que el art 100 de la CN no puede ser
interpretado sino como que la nación solo puede litigar como demandante y para que pudiera
serlo como demandado necesitaba autorización expresa. ¿De quién?
Fallo “Gómez c/ Estado Nacional” La autorización la debe dar el Congreso y es otorgada por ley.
Se autoriza a un particular para demandar a la Nación ante la justicia con previo consentimiento
del congreso, quien se instituye como órgano competente para otorgarlo. El propio estado acepto
su demandabilidad, dejando de ser forzada y pasando a ser consentida por el congreso que tenía
la facultad de otorgar conformidad.
El primer fallo sobre esta cuestión fue dado en el caso “Seste y Seguich c/ Gob. Nacional”.
A partir de este caso los jueces federales exigían como requisito imprescindible la previa venia
legislativa para demandar a la nación: la Corte Suprema aceptaba que el estado no podía ser
demandado sin su propio consentimiento, y que el congreso estaba facultado para decidir en los
reclamos de los particulares, ya que la CN la facultaba para regular el pago de la deuda publica.

1. La venia legislativa
El llamado “contencioso administrativo”, en la primera etapa de su evolución histórica,
recepcionó, a través de la jurisprudencia de nuestro Alto Tribunal (basado en la teoría de la
inmunidad soberana, que estaba vigente en los Estados Unidos) el sistema de la venia legislativa,
para impugnar o reclamar contra los actos en que el Estado actuaba como poder público.
Este sistema, al no articular plazos para resolver las reclamaciones ni reglar los procedimientos
garantísticos necesarios para la tutela de los derechos de los administrados, operó como una
fórmula que, en los hechos, al bloquear o impedir el acceso a la justicia, generó continuos
supuestos de denegación de esta última, puesto que los ciudadanos o empresas lesionadas no
estaban habilitados (al faltarles la autorización del Congreso) para promover las respectivas
acciones judiciales.
Mediante la ley 675 de 1874, el Congreso nacional estableció que las reclamaciones contra el
Estado requerían previa autorización legislativa en la medida en que se había entendido hasta
ese momento; a pesar del claro texto constitucional, que si bien el Estado podía ser actor no podía
ser demandado.

Etapa 3 Ley 3952 (1900)


En principio se creyó que se había producido un avance para los particulares damnificados por los
actos del PEN, sin embargo, al no articular plazos para resolver las reclamaciones, en los hechos no
hizo más que impedir o bloquear el acceso a la justicia.
La ley 3952 conocida como Ley de Demandas contra la Nación, suprimió para los casos en que el
Estado actuaba como persona jurídica del derecho privado el sistema de venia legislativa y creo el
sistema de reclamación administrativa. La reclamación previa era una condición de procedibilidad
para los juicios contra la Nación.
Quedando fuera del ámbito jurisdiccional aquellas causas donde el Estado actuaba como persona
del derecho público.

En síntesis, el sistema condujo a la indemandabilidad del Estado, ya fuera que actuara en ejercicio
del poder público o como persona jurídica en el ámbito del derecho privado.
Ante esa situación, el Congreso sancionó la Ley n° 3.952, conocida como Ley de Demandas contra
la Nación, admitiéndose parcialmente la demandabilidad del Estado cuando se tratare de
“acciones civiles que se deduzcan contra la Nación en su carácter de persona jurídica”.

Etapa 4 Ley 11634 (1934)


Elimina definitivamente la venia legislativa e incorpora la reclamación administrativa previa para
demandar al estado en causa que actuase como persona de derecho público.

Finalmente, años más tarde (en 1932), el requisito de la venia legislativa se eliminó en su totalidad
en la ley 11.634.

La reclamación administrativa previa y la exigencia de una denegatoria


A su vez, tanto la ley 3.952 como la ley 11.63410 prescribieron, en el orden nacional, el requisito
de la reclamación administrativa previa y su denegatoria por parte de la Administración para
poder acceder a la justicia.
El último requisito para acceder a la justicia estaba determinado por la necesidad de que se
configurase la denegatoria expresa de la reclamación administrativa previa, o bien, la denegatoria
tácita por el transcurso de un plazo de 6 meses y un procedimiento para instar la resolución
(denominado pronto despacho) al que se adicionaba un plazo adicional de 3 meses, a favor de la
Administración, antes de dar por habilitada la instancia judicial.

Ley 11.634 (B.O. 28-IX-32)


Esta ley modifica el art. 1º de la ley 3952, que queda redactado de la siguiente manera: “Los
tribunales federales y los jueces letrados de los territorios nacionales, conocerán de las acciones
civiles que se deduzcan contra la Nación, sea en su carácter de persona jurídica o de persona de
derecho público, sin necesidad de autorización previa legislativa; pero no podrán darles curso sin
que se acredite haber producido la reclamación del derecho controvertido ante el poder
ejecutivo y su delegación por parte de éste.”
Mediante esta reforma se aclara que el Estado nacional puede ser demandado tanto por sus
relaciones de derecho privado como por sus relaciones regidas por el derecho público; propias del
contencioso administrativo, sin perjuicio de lo cual exige agotar la instancia administrativa previa,
hablándose aquí de reclamación sin que se especifique técnicamente si se trata de una vía
recursiva o de una vía reclamativa como consagrará oportunamente la ley
19.549.

Actualmente, se pasó de la exigencia de la ley 11.634 (agotamiento de la vía en los casos de


acciones civiles), a una generalizada exigencia en todos los caso de agotamiento de la instancia
administrativa para acceder a la vía judicial propiamente dicha. Así lo establece actualmente la ley
19.549.

2.-NORMAS PROCESALES DEL DECRETO LEY 19549/72

Impugnación judicial de actos administrativos.


ARTICULO 23.- Podrá ser impugnado por vía judicial un acto de alcance particular:
a) cuando revista calidad de definitivo y se hubieren agotado a su respecto las instancias
administrativas.
b) cuando pese a no decidir sobre el fondo de la cuestión, impida totalmente la tramitación del
reclamo interpuesto.
c) cuando se diere el caso de silencio o de ambigüedad a que se alude en el artículo 10.
d) cuando la Administración violare lo dispuesto en el artículo 9 (vías de hecho adm).

ARTICULO 24.- El acto de alcance general será impugnable por vía judicial:
a) cuando un interesado a quien el acto afecte o pueda afectar en forma cierta e inminente en sus
derechos subjetivos, haya formulado reclamo ante la autoridad que lo dictó y el resultado fuere
adverso o se diere alguno de los supuestos previstos en el artículo 10.
b) cuando la autoridad de ejecución del acto de alcance general le haya dado aplicación mediante
actos definitivos y contra tales actos se hubieren agotado sin éxito las instancias administrativas

Plazos dentro de los cuales debe deducirse la impugnación (por vía de acción o recurso)
Artículo 25.- La acción contra el Estado o sus entes autárquicos deberá deducirse dentro del plazo
perentorio de noventa (90) días hábiles judiciales, computados de la siguiente manera:
a) Si se tratare de actos de alcance particular, desde su notificación al interesado;
b) Si se tratare de actos de contenido general contra los que se hubiere formulado reclamo
resuelto negativamente por resolución expresa, desde que se notifique al interesado la
denegatoria;
c) Si se tratare de actos de alcance general impugnables a través de actos individuales de
aplicación, desde que se notifique al interesado el acto expreso que agote la instancia
administrativa;
d) Si se tratare de vías de hecho o de hechos administrativos, desde que ellos fueren conocidos
por el afectado.-
Cuando en virtud de norma expresa la impugnación del acto administrativo deba hacerse por vía
de recurso, el plazo para deducirlo será de treinta (30) días desde la notificación de la resolución
definitiva que agote las instancias administrativas.
ARTICULO 26.- La demanda podrá iniciarse en cualquier momento cuando el acto adquiera
carácter definitivo por haber transcurrido los plazos previstos en el artículo 10 y sin perjuicio de lo
que corresponda en materia de prescripción.

Impugnación de actos por el Estado o sus entes autárquicos; plazos.


ARTICULO 27.- No habrá plazo para accionar en los casos en que el Estado o sus entes autárquicos
fueren actores, sin perjuicio de lo que corresponda en materia de prescripción.

Amparo por mora de la Administración.


Artículo 28.- El que fuere parte en un expediente administrativo podrá solicitar judicialmente se
libre orden de pronto despacho. Dicha orden será procedente cuando la autoridad administrativa
hubiere dejado vencer los plazos fijados y en caso de no existir éstos, si hubiere transcurrido un
plazo que excediere de lo razonable sin emitir el dictamen o la resolución de mero trámite o de
fondo que requiera el interesado. Presentado el petitorio, el juez se expedirá sobre su
procedencia, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, y si lo estimare pertinente requerirá a
la autoridad administrativa interviniente que, en el plazo que le fije, informe sobre las causas de la
demora aducida. La decisión del juez será inapelable. Contestado el requerimiento o vencido el
plazo sin que se lo hubiere evacuado, se resolverá lo pertinente acerca de la mora, librando la
orden si correspondiere para que la autoridad administrativa responsable despache las
actuaciones en el plazo prudencial que se establezca según la naturaleza y complejidad del
dictamen o trámites pendientes.

ARTICULO 29.- La desobediencia a la orden de pronto despacho tornará aplicable lo dispuesto por
el artículo 17 del decreto-ley 1.285/58.

Reclamo administrativo previo a la demanda judicial.


ARTICULO 30.- El Estado nacional o sus entidades autárquicas no podrán ser demandados
judicialmente sin previo reclamo administrativo dirigido al Ministerio o Secretaría de la Presidencia
o autoridad superior de la entidad autárquica, salvo cuando se trate de los supuestos de los
artículos 23 y 24.
El reclamo versará sobre los mismos hechos y derechos que se invocarán en la eventual demanda
judicial y será resuelto por las autoridades citadas.

ARTICULO 31.- El pronunciamiento acerca del reclamo deberá efectuarse dentro de los noventa
(90) días de formulado. Vencido ese plazo, el interesado requerirá pronto despacho y si
transcurrieren otros cuarenta y cinco (45) días, podrá aquél iniciar la demanda, la que deberá ser
interpuesta en los plazos perentorios y bajos los efectos previstos en el artículo 25, sin perjuicio de
lo que fuere pertinente en materia de prescripción. El Poder Ejecutivo, a requerimiento del
organismo interviniente, por razones de complejidad o emergencia pública, podrá ampliar
fundadamente los plazos indicados, se encuentren o no en curso, hasta un máximo de ciento
veinte (120) y sesenta (60) días respectivamente.
La denegatoria expresa del reclamo no podrá ser recurrida en sede administrativa.
Los jueces no podrán dar curso a las demandas mencionadas en los artículos 23, 24 y 30 sin
comprobar de oficio en forma previa el cumplimiento de los recaudos establecidos en esos
artículos y los plazos previstos en el artículo 25 y en el presente.

ARTICULO 32.- El reclamo administrativo previo a que se refieren los artículos anteriores no será
necesario si mediare una norma expresa que así lo establezca y cuando:
a) Se tratare de repetir lo pagado al Estado en virtud de una ejecución o de repetir un gravamen
pagado indebidamente;
b) Se reclamare daños y perjuicios contra el Estado por responsabilidad extracontractual.

El reclamo administrativo previo se asimila a un recurso pero en realidad es más un remedio


previo a la vía judicial.
La ley 3952 rige para las acciones civiles contra el Estado (hechos, actos o contratos civiles).
Por ej. acción reivindicatoria, usucapión, la meramente declarativa (art.322 CPCCom.).
Acciones y Recursos judiciales y adm., sin perjuicio de las leyes especiales.
Con la ley 19549 Esta ley nos dá 2 vías adm. distintas:
 La recursiva (título VIIIdto.1759/72 y regímenes especiales; ley 19549 art. 23 y 24).
 Reclamo adm. previo (ley 19549 art. 30 y 31).
Estas vías no son alternativas ni sucesivas.
Sirven para impugnar conductas distintas.

Analisis del art.30


En todos los casos no debe haber un acto adm. con resultado adverso, si es así solo procede la vía
recursiva, salvo excepción expresa. Ejemplo, una deuda del estado en la que éste no paga. Ese no
es un acto administrativo, sino un hecho en sí mismo, que requiere de un reclamo administrativo
previo a la vía judicial.
El reclamo no es procedente en el caso de que exista un acto adm. (salvo las excepciones acá
mencionadas), y en los casos donde la ley dice que no es necesario (art.32).
Que no sea necesario no significa que no pueda hacerlo, solo sig. que es un dcho. procesal
renunciable, si lo desea el part.
En este supuesto si el part. lo plantéa, la adm. no puede oponerse al mismo.
Pero no cabe en los supuestos que no es procedente.
 
a. ACTOS:
En gral. el reclamo no procede contra actos.
El art.30 parr.3, dice que recurrido un acto en todas las instancias adm., las cuestiones planteadas
(en el recurso) y resueltas expresamente en esa última vía, no puede plantearse por vía de
reclamo.
 
Excepción:  Se puede reclamar las cuestiones no planteadas y resueltas.
 Y las cuestiones planteadas y no resueltas.
Hutchinson critica esto, pero admite que aquí se plantea la facultad de hacer un reclamo contra
un acto, y es posible en este único caso, la vía del reclamo como SUCESIVA y ALTERNATIVA de la
RECURSIVA.
 
 
¿Cuándo no es necesario plantearlo?
El art.32 inc.. a y b, dice que es innecesario el reclamo contra actos dictados de oficio, en los casos
que pueda ser ejecutado antes del vto. del plazo del art.31, o si antes de que la adm. dícte el acto,
el administrado presentó un escrito con una petición en contrario.
 
 
a. HECHOS:
Hutchinson coincide con Pearson en que se los puede impugnar desde que ocurrieron, aunque la
ley diga que es desde que el part. tuvo conocimiento.
Es decir que contra ella no hace falta ningún procedimiento.
 
¿Contra que hechos procede?
I. En el caso de la expropiación si se le dio un destino diferente a lo que dice la ley, se puede
pedir la retrocesión, y deberá formularse un reclamo adm. previo (art.39 ley 21.499).
II. En el caso de la ocupación temporánea anormal cuando no se devuelva el bien (arg.art.60
ley 21.499), si el part. la pretende y no requiere la expropiación irregular (art.51 inc.c ley
21.499).
El reclamo en este caso se puede utilizar como medio de intimación fehaciente para la devolución
del bien en la ocupación temporánea anormal (art.64 ley 21.499).

ACLARACIÓN:
En el orden nacional no existe un régimen de proceso administrativo, como sucede en provincia de
Buenos Aires, sino que este surge de la ley de PROCEDIMIENTOS administrativos de Nación, por
tanto se aplica supletoriamente el CPCCN.

3.- SENTENCIA DE CONDENA.

1. El carácter declarativo de las sentencias condenatorias


En el año 1900, con el dictado de la ley 3952, el Estado Federal, al mismo tiempo que abandonó la
exigencia de la venia legislativa previa para poder ser demandado, incorporando en su reemplazo
el reclamo administrativo previo, incluyó una cláusula mediante la cual las sentencias
condenatorias contra el Estado tendrían efecto meramente declaratorio.

c) Posteriormente la C.S.J.N. establecerá un nuevo fundamento: "Su propósito no es otro que


evitar que la Administración Pública pueda verse colocada, por efecto de un mandato judicial
perentorio, en situación de no poder satisfacer el requerimiento por no tener fondos previstos en el
presupuesto para tal fin o en la de perturbar la marcha normal de la Administración Pública.
Desde este punto de vista la norma aludida es razonable. Pero en modo alguno significa una suerte
de autorización al Estado para no cumplir las sentencias judiciales. Ello importaría tanto como
colocarlo fuera del orden jurídico cuando es precisamente quien debe velar con más ahínco por su
respeto. Por ello ha dicho este tribunal que el artículo 7º de la ley 3952 no descarta la pertinencia
de una intervención judicial tendiente al adecuado acatamiento del fallo, en el supuesto de una
irrazonable dilación en su cumplimiento por la administración pública"

2. Evolución de la jurisprudencia de la C.S.J.N.


La doctrina de la Corte Suprema de justicia de la Nación reconoce una evolución, desde un inicio
en que se advierte la validación del sistema sin fisuras, pasando por una etapa en la que
comienzan a reconocerse excepciones (morigeración), hasta llegar a una postura según la cual se
rechaza, de plano, toda interpretación que signifique una suerte de autorización al Estado para no
cumplir las sentencias judiciales (leading case "Pietranera").

a) Validación del sistema


Como quedara de manifiesto, en una primera etapa, la Corte Federal sostuvo que las sentencias
contra el Estado no eran susceptibles de ejecución. Para ello adujo, en prieta síntesis, que siendo
las provincias personas jurídicas de existencia necesaria no podían ser privadas de los elementos
indispensables de que dependía su vida y su desarrollo político y económico y que ningún poder
que no fuera el legislativo podía disponer sobre la forma, tiempo y orden en que deben ser
pagadas las deudas del Estado o del municipio.

b) Su morigeración
Sin embargo, tal doctrina no fue sostenida monolíticamente por el Alto Tribunal de la Nación, sino
que comenzó a reconocer quiebres o excepciones.
Así, en primer lugar, encontró un límite ante las indemnizaciones expropiatorias; extendiéndose
ulteriormente a supuestos de restitución de inmuebles y desalojos.

c) El artículo 7° de la ley 3952 no significa una suerte de autorización al Estado para no cumplir las
sentencias judiciales.
Tal como anticipáramos, puede señalarse que la morigeración señalada en el acápite anterior
asumió carácter de principio a partir del leading case "Pietranera", en el que la Corte Federal se
permitió afirmar, categóricamente, que el artículo 7° de la ley 395212 no significaba una suerte de
autorización al Estado para no cumplir las sentencias judiciales, por lo que no cabía descartar la
pertinencia de una intervención judicial tendiente al adecuado acatamiento del fallo, en el
supuesto de una irrazonable dilación en su cumplimiento por la administración pública.
"Que la regla del artículo 7º de la ley 3952 ha de entenderse en su significado cabal. Su propósito
no es otro que evitar que la Administración Pública pueda verse colocada, por efecto de un
mandato judicial perentorio, en situación de no poder satisfacer el requerimiento por no tener
fondos previstos en el presupuesto para tal fin o en la de perturbar la marcha normal de la
Administración Pública. Desde este punto de vista la norma aludida es razonable. Pero en modo
alguno significa una suerte de autorización al Estado para no cumplir las sentencias judiciales.
Ello importaría tanto como colocarlo fuera del orden jurídico cuando es precisamente quien debe
velar con más ahínco por su respeto. Por ello ha dicho este tribunal que el artículo 7º de la ley
3952 no descarta la pertinencia de una intervención judicial tendiente al adecuado acatamiento
del fallo, en el supuesto de una irrazonable dilación en su cumplimiento por la administración
pública (Fallos 253:312). Que en tales circunstancias, resulta prudente la sentencia apelada que no
fija plazo de cumplimiento, sino que requiere del gobierno nacional manifieste en qué fecha va a
desalojar el inmueble, con lo que el intimado queda en condiciones para tomarse el plazo
razonable que corresponda; la advertencia final de que en caso de silencio, el plazo de desalojo
será fijado judicialmente, no es sino el corolario lógico de la potestad de los jueces de hacer cumplir
sus decisiones en defensa del imperio del Derecho""En el caso de autos la legitimidad de arbitrar
una prudente medida destinada a hacer cumplir la sentencia aparece palmaria, ya que otra
interpretación del artículo 7º de la ley 3952, conduciría a ponerlo en colisión con la aludida
garantía constitucional de la propiedad. Se ha dispuesto por sentencia firme el desalojo del
inmueble ocupado por el Estado; la prolongación sine die de esta ocupación sin derecho vendría a
ser una suerte de expropiación sin indemnización, o cuanto menos, una traba esencial al ejercicio
del derecho de propiedad".
Tal criterio fue aplicado, con posterioridad, a supuestos disímiles tales como cobro de alquileres, de
diferencias de haberes previsionales, o de honorarios.

d) Procedimiento emergente de la doctrina de tales pronunciamientos

Una síntesis de los precedentes antes detallados, permite describir el procedimiento


pretorianamente modelado para la ejecución de sentencias condenatorias contra el Estado
Federal:
a) en la sentencia, el juez declara el derecho del actor y el correspondiente deber de la
Administración;

b) encontrándose firme la sentencia, se solicita al Estado nacional informe, dentro del plazo fijado
por el juez, el término dentro del cual cumpliría la sentencia;

c) el plazo fijado por el juez para que el Estado se manifestase lleva la advertencia que, en caso de
silencio, el término de cumplimiento sería fijado por el juzgador;

d) vencidos los plazos (ya sea el previsto por la propia Administración o por el juez ante su silencio)
se encuentra expedita la vía de ejecución de sentencia, conforme las pautas del C.P.C.C.

No resultaba óbice a tal esquema la falta de previsión presupuestaria al efecto, dado que el
Decreto Ley de Contabilidad, 23.354 (B.O.N. 8-I-1957), en su artículo 1713, habilitaba al Poder
Ejecutivo a autorizar la apertura de créditos a efectos de cumplir los mandatos judiciales.

Una prueba más del avance existente en la materia fue la previsión del artículo 12 de la ley de
amparo, respecto del contenido de la sentencia judicial14.
Tal estado de situación llevó a la doctrina a afirmar que, a diferencia de lo que ocurría en España,
la ejecución de sentencias contra el Estado en nuestro país era una realidad.

3) El retroceso

a) El Decreto 679 — Reglamentación art. 7º ley 3952 respecto de sentencias de condena al pago
de sumas de dinero (7-VI-1988) Mediante el Decreto de cita se pretendió modificar
sustancialmente el procedimiento pretorianamente establecido, con fundamento en que "el
cumplimiento concreto de las obligaciones resultantes de las sentencias judiciales debía ordenarse
a través de la ley de presupuesto, por derivación del principio constitucional —de honda
raigambre democrática— según el cual lo atinente a los recursos y gastos del Estado debe ser
materia de decisión por los representantes del pueblo".
Según la norma en comentario (que por haber sido observada por el Tribunal de Cuentas de la
Nación sin que el Poder Ejecutivo insistiese, nunca tuvo vigencia), el Procurador del Tesoro
tomaría razón de la comunicación aludida en el artículo anterior en el Registro de Sentencias
Judiciales que llevaría al efecto. Cumplido ello, requeriría a la Secretaría de Hacienda que incluya
en el próximo o próximos proyecto de presupuesto general los fondos necesarios para afrontar el
pago con sus acrecidos, excepto que se tratare de los casos previstos en el art. 7°. Dicho pago
podría concretarse en uno o más ejercicios fiscales, según la determinación que al respecto adopte
la Secretaría de Hacienda y de acuerdo con lo que finalmente se previera en el presupuesto
general de la Nación. Asimismo, el deudor podría extinguir la obligación por cualquiera de las
formas previstas en el libro Segundo, sección Primera, título XVI del Código
Civil.
El Procurador del Tesoro adoptaría las medidas necesarias para hacer efectiva la transferencia de
los fondos previstos en la ley de presupuesto a las cuentas correspondientes a cada causa.
Si dichas transferencias no se hicieren efectivas dentro de los noventa [90] días de la publicación
de la ley de presupuesto, los interesados, una vez firme la liquidación que al efecto practicarían,
podrían solicitar al juez que intime al procurador del Tesoro, dentro del plazo que le fije, el
inmediato cumplimiento de la sentencia judicial. De no cumplirse con dicha intimación, se seguiría
adelante con el proceso de ejecución de sentencia, pudiendo el interesado gestionar las medidas
que estime correspondan.

SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN DE SENTENCIA


b) La Ley 23.696 — Reforma del estado (BON 23-VIII-1989):
En primer término y como medida de emergencia, esta ley suspendió por dos años la ejecución
de las sentencias judiciales y laudos arbitrales que condenaban al Estado nacional o sus entes
descentralizados a pagar sumas de dinero (arts. 50 y 51) (18).
En segundo lugar, el legislador estableció que: "Vencido el plazo de suspensión el juez de la causa
fijará el término de cumplimiento de la sentencia o laudo arbitral, previa vista al organismo
demandado, para que indique el plazo de cumplimiento. En ningún caso ese organismo podrá fijar
un plazo mayor al de seis [ 6 ] meses. Si dicho organismo no contestare la vista o indicare un plazo
irrazonable, conforme con las circunstancias de la causa el término para el cumplimiento lo fijará
el juez (art. 52).
El régimen contemplaba diversas excepciones: a) El cobro de créditos laborales o nacidos con
motivo de la relación de empleo público; b) El cobro de indemnizaciones por expropiación; c) La
repetición de tributos; d) Los créditos por daños en la vida, en el cuerpo o en la salud de personas
físicas o por privación o amenaza de la libertad, o daños en cosas que constituyan elementos de
trabajo o vivienda del damnificado; e) Toda prestación de naturaleza alimentaria; f)
Los créditos originados en incumplimientos de aportes y contribuciones previsionales y para obras
sociales. Aportes de sindicales no depositados en término; g) Los créditos generados en la
actividad mercantil de los Bancos oficiales y de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro; h) Las
jubilaciones y pensiones, las que se regirán por su régimen específico; i) Las acciones de amparo; j)
Las acciones por recuperación patrimonial de bienes ilegítimamente desposeídos.

c) El Decreto 34 (B.O.N. 8-I-1991). Los Decretos 53/91 y 383/91


Antes de que venciera la suspensión dispuesta por la ley 23.696 el Poder Ejecutivo dictó el
Decreto 34 por el cual suspendió por 120 días la ejecución de sentencias y laudos arbitrales que
condenaban al Estado y sus organismos descentralizados a pagar sumas de dinero y la tramitación
de los juicios y la presentación y sustanciación de reclamos administrativos que tengan por objeto
el cobro de sumas de dinero contra la Administración centralizada o descentralizada. Comprendió
todos los supuestos.
A posteriori, los Decretos 53 y 383 prorrogarían la suspensión.

d) Ley 23.982 (B.O.N. 26-VIII-1991):


Más allá de establecer un régimen de consolidación de deudas, cuyas principales líneas quedarán
bosquejadas más adelante, respecto de las condenas al pago de sumas de dinero no consolidadas
(esto es, las de causa o título posterior al 31-III-1991), estableció un nuevo régimen de ejecución
de sentencias condenatorias a pagar sumas de dinero.
Según el artículo 22 de la ley, el Poder Ejecutivo debía comunicar al Congreso todos los
reconocimientos administrativos o judiciales firmes que carezcan de créditos presupuestarios para
su cancelación en la ley de presupuesto del año siguiente al del reconocimiento. A partir de la
clausura del período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación en que debería haberse
tratado la ley de presupuesto que contuviese el crédito presupuestario respectivo, el acreedor
quedaba facultado para solicitar la ejecución judicial de la sentencia.

e) La Ley Complementaria Permanente de Presupuesto nº 11.672 (texto según leyes 24.624


(BON 29-XII-1995) y 25.565 (BON 21-III-2002).
Las modificaciones introducidas por estas normas, desmejoraron aún más la situación del acreedor
estatal.
Así, según la ley, los pronunciamientos judiciales que condenen al Estado nacional o a alguno de
los entes y organismos enumerados en el artículo anterior al pago de una suma de dinero o,
cuando sin hacerlo, su cumplimiento se resuelva en el pago de una suma de dinero, serán
satisfechos dentro de las autorizaciones para efectuar gastos contenidas en el presupuesto
general de la Administración nacional, sin perjuicio del mantenimiento del régimen establecido en
la ley 23.982.
Como vemos, con el dictado del artículo 22 de la ley 23.982 quedó descartada la apertura de un
crédito presupuestario automático para dar respuesta a la sentencia condenatoria al pago de una
suma de dinero; en su lugar se estableció una postergación de su exigibilidad.
Esta ley complementaria establece un diferimiento de la exigibilidad del crédito hasta tanto se
haya producido la clausura del período ordinario de sesiones en el que debería haberse tratado la
ley de presupuesto que contuviese el crédito presupuestario respectivo.

Las leyes 24.624 y 25.565 fueron más allá, estableciendo que el pago de estas acreencias se
realizará dentro de las autorizaciones para efectuar gastos contenidas en el Presupuesto,
contemplando —para el caso que el presupuesto correspondiente al ejercicio financiero en que la
condena deba ser atendida carezca de crédito presupuestario suficiente para satisfacerla—, que el
Poder Ejecutivo deberá efectuar las previsiones necesarias a fin de su inclusión en el del ejercicio
siguiente, para lo cual la Secretaría de Hacienda deberá tomar conocimiento fehaciente de la
condena antes del día 31 de agosto del año correspondiente al envío del proyecto.
De tal modo pareciera que se ha ampliado el plazo de diferimiento de pago, prorrogando la
posibilidad de no cumplirlo hasta el siguiente ejercicio financiero.

f) La inembargabilidad de bienes: ley 24.624. Su extensión a las Provincias y Municipios: ley


25.973

g) Su morigeración jurisprudencial
Como anteriormente aconteciera con la interpretación del artículo 7° de la ley 3952, la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, en diversos precedentes, ha expuesto una hermenéutica de
estos dispositivos a efectos de darles su exacto significado, el que, en ningún caso puede traer
aparejado que el Estado quede habilitado a incumplir las sentencias condenatorias o que el
acreedor se vea, en todo momento, imposibilitado de perseguir su concreción.

--En la causa Giovagnoli, César A. c/ Caja Nacional de Ahorro y seguros s/ Cobro de Seguro la Corte
señaló que el artículo 19 de la ley 24.624 fue sancionado para imponer pautas racionales en el
cumplimiento de las obligaciones a cargo del Estado y evitar que la Administración pueda verse
situada, por imperio de un mandato judicial perentorio, en el trance de no poder satisfacer el
requerimiento por no tener los fondos previstos en el presupuesto para tal fin o en la de perturbar
la marcha normal de la Administración, de lo cual no se sigue que el Estado se encuentre fuera del
orden jurídico que está obligado a tutelar ni que esté exento de acatar los fallos judiciales.
Según el Alto Tribunal el acreedor puede ejecutar la sentencia que condena a pagar una suma de
dinero cuando el Poder Ejecutivo, no obstante haber sido notificado de la liquidación firme, no la
comunicó al Congreso de la Nación para que la incluya en el próximo ejercicio presupuestario y se
clausuró el período ordinario de sesiones en el cual se debía tratar la ley de presupuesto que
contuviese el crédito respectivo, o cuando el gasto está incluido en el presupuesto general de la
Administración Nacional. Sostuvo además, que la falta de partida presupuestaria para atender el
pago del crédito reconocido en sede judicial debe ser probado por quien invoque la aplicación del
art. 19 de la ley 24.624.

5.- FUERO FEDERAL, JUSTICIAL NACIONAL Y JUSTICIA DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BS. AS.

Artículo 108. CN- El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y
por los demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación.

El poder judicial de la nación, está encabezado por la CSJ –creada por la CN- y los demás tribunales
inferiores –creados por el Congreso a través de una ley-.
Los tribunales inferiores pueden ser de 2 clases:
1) Juzgados federales de primera instancia
2) Cámaras federales de apelación: son tribunales colegiados que revisan las sentencias
definitivas dictadas por los juzgados de primera instancia, cuando se pide su apelación.

La CSJ se encuentra dentro de la capital federal, en el palacio de justicia.


Mientras que los demás tribunales inferiores están distribuidos por todo el país.
A la Corte se la llama suprema porque es intérprete final de la constitución y sus decisiones son
irrecurribles.
Cada provincia tiene su propio poder judicial provincial, y en ellas coexisten tribunales federales
(que son de excepción, con competencia en causa de jurisdicción federal. Ley 48), y provinciales.

En capital federal todos los tribunales son de carácter nacional, ergo federal, sus jueces son
elegidos por el presidente con acuerdo del senado.

CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES

Desde octubre de 1996 la Ciudad de Buenos Aires cuenta con su propia Constitución, que organiza
tres poderes locales independientes:

-Poder Legislativo: Legislatura de la Ciudad. Tiene a su cargo la creación y sanción de las leyes


locales.
-Poder Ejecutivo: Jefe de Gobierno. Tiene a su cargo la ejecución de las normas dictadas por la
Legislatura y la administración de la Ciudad mediante el desarrollo de políticas públicas.
-Poder Judicial: Juzgados, Cámaras y Ministerio Público. Tienen a su cargo la administración de
justicia en la Ciudad.

Sin embargo, en lo que hace a la organización judicial, en el territorio de la Ciudad de Buenos Aires
coexisten tres tipos de ordenamientos:

*Tribunales Federales: Tienen competencia excepcional, en aquellos casos en los que existe un


interés nacional en juego.
*Tribunales Nacionales: Tienen competencia en materias ordinarias -criminal, civil, comercial,
laboral- que tienen lugar en el territorio de la Ciudad.
*Tribunales de la Ciudad Autónoma: Tienen competencia limitada. Podrán intervenir en materia
Contencioso Administrativa y Tributaria, Contravencional (Ley1472), de Faltas (Ley 451), y en los
Delitos que han sido transferidos a la órbita de la Ciudad.

6.- ARBITRAJE Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.

Arbitraje administrativo: configurado como vía extrajudicial de resolución de controversias o


conflictos de Derecho administrativo, entre una Administración Pública y un particular, mediante
un laudo con fuerza de cosa juzgada emitido por un órgano arbitral y por consiguiente, como un
mecanismo alternativo a los recursos administrativos y/o contencioso-administrativos.
La propuesta de arbitraje administrativo no supone una exclusión del control judicial de
determinados actos administrativos -sino, antes al contrario, el ejercicio de otro medio de control
de la legalidad, sometido en todo caso a un posterior control judicial limitado-, ni tampoco
conlleva una renuncia por parte de la Administración al ejercicio de sus potestades, pues consiste
en el cumplimiento de un deber u obligación que le es impuesta legalmente.
En todo el mundo y también entre nosotros se declama acerca de la necesidad de promover
medios alternativos de resolución de conflictos, el principal de los cuales es el arbitraje: pero
cuando llega el momento de utilizarlo, alguna parte reacciona con inusitada prevención o timidez,
y subsisten impertérritos los mecanismos tradicionales con sus conocidos defectos.

El contexto de nuestra legislación clásica

Algunos ejemplos:
a) El art. 3390 CC equipara el arbitraje a la disposición de derechos, como una hipoteca o un
usufructo: “No puede constituir hipotecas y otros derechos reales sobre los bienes hereditarios, ni
hacer transacciones sobre ellos, ni someter en árbitros los negocios de la testamentaría, sin ser
autorizado para estos actos por el juez de la sucesión.”
b) Hay casos en que el Estado celebra tratados en que se admite el arbitraje, “si las partes así lo
acordaren,” o “Si los dos primeros árbitros no se ponen de acuerdo sobre el tercer árbitro, éste
será designado en la forma que convengan las partes en la controversia,” o sea que sin acuerdo no
hay arbitraje.
Si bien hay muchos mas ejemplos, lo cierto es que la tradición jurídica argentina no es
internamente proclive al arbitraje, como forma de resolución de conflictos.
Gordillo:
El Estado como árbitro o como parte en un arbitraje: El Estado no tiene objeciones cuando él es el
árbitro, sea esto para usuarios y consumidores, en materia tributaria, laboral, etc.

El Estado como parte en un arbitraje interno: El Estado admite el arbitraje, siendo él parte y no
juez, en cuestiones de hecho o técnicas, no de derecho: hidrocarburos, u otros temas conexos.
No son demasiados, como se advierte, ya que siempre el arbitraje se ha considerado, explicable o
inexplicablemente, como de excepción y de interpretación restrictiva.
La interpretación restrictiva a cuestiones técnicas: Algunos precedentes limitaban el arbitraje a
cuestiones técnicas, p. Ej. en materia de hidrocarburos.
Es como decir que un árbitro no puede decir el derecho. Como si la jurisdictio fuera una potestad
sólo de los jueces, nunca una atribución de los árbitros.
Es cierto que la administración carece de jurisdicción y allí hay que respetar el derecho y la
obligación de los jueces de controlar su actividad; pero el juicio arbitral es uno de los modos
previstos para resolver con fuerza de verdad legal un conflicto entre partes.
Arbitraje internacional: a partir de la reforma del art.75, inc.22 y del inc. 24 que autoriza la
delegación de “competencias y jurisdicciones a organizaciones supra estatales,” si bien los
tribunales arbitrales no constituyen organizaciones supra estatales, es evidente que es
constitucionalmente válida dicha prórroga de jurisdicción.

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