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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

IVAN ESPINO PICHARDO

EL PENSAMIENTO
Y LA LIBERTAD
COMPILACIÓN DE ENSAYOS Y ARTÍCULOS SOBRE
DEMOCRACIA, JUSTICIA Y PAZ

Todos los derechos reservados a Ivan Espino Pichardo, México, 2017 1


El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia,


justicia y paz.
Todos los derechos reservados a Ivan Espino Pichardo, prohibida su reproducción
parcial o total por cualquier medio, sin autorización escrita del titular de los
derechos.
Pachuca de Soto Hidalgo, México, Diciembre 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Índice

Prólogo ............................................................................................................................................ 6
IMPRESIONES SOBRE DEMOCRACIA ........................................................................................ 8
El Estado de derecho y sus enemigos .............................................................................................. 9
La división de poderes en el Estado de Hidalgo: entre la Constitución y la realidad ................... 12
El poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo ...................................................................... 14
La República extraviada: confusión de riqueza con servicio público ........................................... 16
La gobernanza y la ignorancia ...................................................................................................... 18
Democracia con enfoque fraterno ................................................................................................. 20
La discusión somera de la política nacional .................................................................................. 21
El gobierno representativo para las categorías sospechosas en el Estado de Hidalgo del siglo XXI
....................................................................................................................................................... 23
La participación de los silenciados en la República representativa .............................................. 27
Los partidos políticos y las trampas de la democracia nacional .................................................... 29
Lo indispensable de la sociedad civil en el método democrático.................................................. 31
Nociones para la resistencia pacífica ............................................................................................ 33
Sobre su caos, nuestra democracia ................................................................................................ 37
Un sistema de justicia efectivo para una democracia real ............................................................. 40
Los retos de la democracia nacional ............................................................................................. 42
PAZ ................................................................................................................................................... 44
El dialogo como esencia de la existencia social ............................................................................ 45
La eficacia del diálogo en la solución de conflictos ...................................................................... 46
La transformación indulgente de las controversias ....................................................................... 48
Entre la quimera y la posibilidad de la paz ................................................................................... 51
El responsable que habita entre la unidad y la paz ........................................................................ 53
La cooperación en la sociedad mexicana del siglo XXI ............................................................... 55
Una ecuación posible para el logro de una paz duradera .............................................................. 57
Amor y bienestar como fuerza política-social............................................................................... 59
Reconocimiento y ejercicio de derechos por la ruta de la paz ...................................................... 61
El feminismo y la paz .................................................................................................................... 63
Las razones prácticas de la paz como norma e idea ...................................................................... 65
La paz, entre la violencia simbólica y la dominación legal ........................................................... 72

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Mecanismos alternativos de solución de controversias ................................................................. 77


La policía como agente pacífico y garante de derechos humanos................................................. 79
SOBRE CUESTIONES JURÍDICAS Y FRATERNAS .................................................................. 81
El significado puro de la dignidad humana ................................................................................... 82
La dignidad como apotegma y fundamento .................................................................................. 84
Derechos humanos: entre las ideas y los acontecimientos ............................................................ 86
La protección suprema de los derechos humanos ......................................................................... 88
La importancia de la unidad y su persistencia............................................................................... 90
La defensa de los derechos humanos desde la sociedad civil en México, a la luz del deber
humano de fraternidad................................................................................................................... 92
La participación de la sociedad civil para trasformar el sistema jurídico ..................................... 94
Las libertades en el constitucionalismo mexicano ........................................................................ 96
Qué es una familia para nuestro sistema jurídico .......................................................................... 98
Autodeterminación y dignidad en la composición pluricultural ................................................. 100
Sexismo lingüístico ..................................................................................................................... 102
El feminismo ha hecho libre a los hombres ................................................................................ 103
La región jurídica incluyente....................................................................................................... 105
Laicidad y derechos fundamentales ............................................................................................ 107
La libertad de ser humano ........................................................................................................... 109
La idea jurídica de fraternidad .................................................................................................... 111
El camino a la paz existe en el sistema jurídico y en el ser humano ........................................... 113
Servicios profesionales de índole social: El rostro Constitucional de la fraternidad .................. 115
Reforma a la Constitución Política Mexicana, para la instauración del Servicio Social Nacional
..................................................................................................................................................... 117
La violencia y la solidaridad: un dilema Constitucional ............................................................. 119
La solidaridad como valor, como principio y como derecho ...................................................... 121
La fraternidad y la conmiseración ............................................................................................... 123
En busca de la humanidad ........................................................................................................... 124
ECONOMÍA Y HUMANIDAD .................................................................................................... 126
Desarrollo humano en las estructuras de producción .................................................................. 127
Equidad en las relaciones económicas ........................................................................................ 129
Progreso ¿Potencia productiva o desarrollo humano? ................................................................ 131

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Prólogo
La presente obra recoge mis artículos y ensayos sobre democracia, justicia y paz, escritos y
publicados del 2013 al 2017. El pensamiento y la libertad pretende ser una voz que explique,
por momentos de modo somero y por otros profundo, la apariencia desde mi perspectiva, de
la forma y los matices del Estado moderno; busca, ser una herramienta docente para quien se
pregunta ¿Cómo se entiende y cómo se vive la democracia en el siglo XXI? ¿Cómo funciona
el sistema jurídico nacional? ¿Cuáles son las ideas y los acontecimientos que sugieren una
paz posible?; además, de ser una plataforma de conversación libre, critica y humana entre
lector y autor.
Se presentan cuatro apartados, cada uno compila artículos y ensayos relacionados entre sí
por el tema que abordan y no por la fecha de su publicación, he valorado la cualidad nómada
del pensamiento en tiempo y lugar, sobre la rigidez que propone la clasificación cronológica.
El primero de los apartados, Impresiones sobre democracia, incluye figuras como Estado de
derecho, el sistema de representatividad, la República, partidos políticos y perspectivas
personales sobre la salud de la democracia mexicana y los retos que enfrenta, considero que
el periodo de cuatro años, en el que ha sido integrada esta obra, son esas figuras sobre
democracia las que merecen mayor análisis, cuestionamiento, he incluso reconceptualización
para su entendimiento actual y práctica, ya sea porque están en crisis, merecen una
aceleración en su construcción o porque no las hemos terminado de entender.
En el segundo de los apartados, Paz, se vierten propuestas prácticas, proposiciones
teóricas, se construyen ideas al respecto y se exponen acontecimientos históricos que son
testimonio de métodos que aseguran sanas relaciones humanas. La perspectiva que se
presenta de la paz, es preponderantemente como derecho, como factor transformador del
sistema jurídico y como el puente indispensable que debe unir a la ciudadanía y a ésta con el
Estado. Mi intención ha sido, poner en el centro del debate de las ciencias sociales, la idea
de paz integrada por los elementos que propongo, para transformar la calidad de vida del ser
humano.
Sobre cuestiones jurídicas y fraternas, es el tercero de los apartados. Los artículos y
ensayos presentados, pretenden explicar de manera integral, el sistema jurídico mexicano,
con una perspectiva sistemática y real, que sugiere aprendizaje al que vive alejado del análisis
de la norma jurídica; e invita, a la reflexión profunda, con elementos de corte sociológico e

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histórico, a quien es docto en el ramo jurídico. En este apartado se incluyen ideas como
derechos humanos, laicidad, feminismo, dignidad humana, sociedad civil y fraternidad; esta
última, se va construyendo como propuesta a la necesidad de un sistema jurídico más
humano, que ponga a los deberes de las personas para con la humanidad en un lugar
privilegiado dentro de los fundamentos del Estado, del establecimiento de normas y de su
aplicación; así como, para observar a la norma jurídica desde la concepción fraterna que
supone una interpretación de la acción social.
El último de los apartados, Economía y humanidad, sólo consta de tres artículos
publicados en el 2016, razón por la que no se ha incluido la idea de economía en el subtítulo
de la obra, su abordaje es breve para merecer mención; no obstante, el análisis que invito a
realizar sobre las relaciones de producción con enfoque humano, lo considero indispensable
para mejorar la calidad de vida y las libertades de las personas. Un ejemplo de ello, es
Desarrollo humano en las estructuras de producción, artículo publicado por la United
Nations Children's Fund, UNICEF, que plantea una reflexión seria sobre el sistema
económico y la real satisfacción de las necesidades humanas.
Mi intención con El pensamiento y la libertad, compilación de ensayos y artículos sobre
democracia, justicia y paz, ha sido la de reflexionar sobre las lecciones del pasado en materia
social, observar con critica la realidad a la luz del Estado de derecho y, proponer desde las
ideas más prolíficas construidas hasta el siglo XXI, un porvenir que se advierte dotado de
retos e incertidumbres, pero con una familia humana pacífica, posible.

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IMPRESIONES SOBRE
DEMOCRACIA

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El Estado de derecho y sus enemigos1


El Estado de derecho representa la sumisión del Estado al derecho, a una norma suprema que
delimita su actuación. En otras palabras, el Estado de derecho comprende tres dimensiones:
1. La actuación de la estructura gubernamental en el marco de una norma suprema. 2. El
establecimiento en una norma suprema la división de poderes, para el equilibrio de éstos,
imposibilitando que las decisiones de una nación o un Estado recaigan en una sola persona o
en un mismo grupo de personas, y 3. La proclamación de derechos fundamentales que a toda
persona se le debe garantizar por su calidad de ser humano.
En el caso de México, la estructura gubernamental está supeditada a lo que prevé la
Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, norma suprema que controla todo el
sistema jurídico, esto es, toda legislación, acto u omisión por cualquier autoridad, debe
realizarse conforme a la Constitución –entendiendo esta última desde el nuevo paradigma de
derechos humanos: como un bloque de constitucionalidad que trae inserto todas las normas
relativas a derechos humanos de las que México es parte- ello, con la finalidad de asegurar
un control supremo en el que se garanticen el objeto de la Constitución misma.
Ahora bien, el hecho de que sea la Constitución la figura que proteja a las personas de los
abusos de la autoridad o de las omisiones de ésta ¿Podrá ser la propia norma suprema la que
legitime actos u omisiones de autoridad, lacerantes del bienestar de las personas? Este
planteamiento es natural, cuando se revisa el dato que desde la promulgación de la gran
reforma Constitucional de 1917, se ha modificado nuestra máxima ley 699 veces; no obstante
a ello, su espíritu de protección a los derechos fundamentales se ha extendido (reforma en
materia de derechos humanos del 10 de junio del 2011, artículo 1º); ha permitido un mayor
control entre poderes (reforma en materia de amparo del 6 de junio del 2011, que da lugar a
la nueva Ley de Amparo, que entre otras figuras contiene la “declaratoria general de
inconstitucionalidad”), y ha permitido una mayor protección a la soberanía de los estados
frente a la federación y viceversa (reforma en materia de amparo del 6 de junio del 2011,
artículo 103 Constitucional).
Es el propio artículo primero Constitucional, que mandata la aplicación de la norma bajo
una interpretación, que conforme a la propia Constitución y a normas relativas de derechos

1
Artículo publicado en dos partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 21 y 28 de julio del 2017.

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humanos, protejan de la forma más amplia a las personas; esto es, las decisiones desde
cualquier zona de la gran estructura gubernamental, deben tomarse con el objeto de proteger
los derechos humanos que históricamente se han alcanzado, y que por dignidad, cada persona
está revestida por el sólo hecho de ser humano. La universalidad de esos derechos (aplicación
de los derechos humanos y el trato con dignidad a todas las personas que prevé nuestra
Constitución), no implica el menoscabo de los derechos de otra persona, por el contrario, la
noción progresista de una democracia, es la de resolver las legítimas diferencias o la
presencia de conflictos, desde un punto imparcial que garantice el trato digno para todas las
partes, que proteja a quien es inocente, que se repare el daño, y en caso de que haya lugar a
una sanción ésta se dé bajo el principio de reinserción social y no de venganza.
En consecuencia, para que el Estado de derecho no sea atacado y se eviten actos de
autoritarismo, tendría que ser la gran estructura gubernamental y sus integrantes quienes
crean firmemente en su importancia –ello obviando que tienen el conocimiento técnico y fino
de lo qué es y para qué sirve-, de lo contrario, estaríamos frente a un enemigo de los derechos
humanos y de la paz social.
* * *

En un Estado de derecho, donde las decisiones y actos de las autoridades están sometidas a
una norma suprema que privilegia los derechos humanos y la máxima protección a las
personas, exige que los tomadores de decisiones sean hombres y mujeres con un alto
conocimiento sobre lo que debe hacerse y cómo: para que las personas ejerzan (en la vida
diaria y no sólo en el discurso) sus derechos y libertades; además, ese Estado de derecho
requiere que quien tiene la competencia de tomar decisiones desde la gran estructura
gubernamental, sea un ser humano comprometido con la libertad, la justicia y la paz, para
que previo a decidir sobre la resolución de un conflicto político, jurídico, económico o social,
lo haga en base al principio de fraternidad, al reconocimiento de la dignidad e igualdad de
todos los miembros de la gran familia humana.
Ello no representa una dimensión del “deber ser”. El trato con dignidad es una obligación
de todas las autoridades. Se ha terminado la discusión sobre la inexistencia del puente que
une a la norma con la realidad; en ese puente transita la dignidad humana (valorar y tratar a
las personas por lo que son en sí mismas y no como instrumento). La discusión ha terminado,
todas las autoridades en el ámbito de sus competencias están obligadas a proteger, promover,

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respetar y garantizar los derechos humanos (sin excepciones), y en caso de que incumplan
con ello, figuras –por mencionar sólo una- como el “juicio de amparo” hace posible que el
máximo tribunal de la nación ordene a la autoridad responsable del acto violatorio de
derechos humanos o que atentó contra la dignidad y las libertades de una o un grupo de
personas, suspenda la decisión o en su caso repare el daño causado. Pero para que esto sea
una realidad sin cuestionamientos, se debe alcanzar el principio de “legalidad social” esto es,
que las personas conozcan sus derechos y los mecanismos de cómo hacerlos valer, para que
quienes están tomando decisiones desde cualquier parte de la estructura gubernamental,
violatorias de derechos humanos o menoscaben la dignidad humana, sean requeridos y se
repare el daño causado.
El enemigo del Estado de derecho, es aquel que obstruye la edificación de los principios
de la “trilogía fraterna” en su vertiente institucional, que implica: 1. El conocimiento
profundo y técnico, desde el ámbito de sus respectivas competencias, de los derechos
humanos; 2. El concientizar esos derechos, esto es, estar convencidos de que son útiles y que
darán resultados óptimos para la paz social, y 3. Su aplicación irrestricta en la realidad, con
efectos tangibles y prácticos. Igualmente, el enemigo del Estado de derecho obstruye el
principio de “legalidad social”, ataca al progresismo de los derechos y libertades reconocidos
en el sistema normativo, bloqueando los mecanismos para su ejercicio, ya sea, con acciones
que fracturen su prosperidad (represión de manifestaciones, discursos de odio –como
nombrar delincuentes a quienes aún no han sido sentenciados por la autoridad competente-)
o bien, por omisión (edificios públicos sin rampas para personas con discapacidad, espacios
públicos para la expresión de ideas… por decir sólo dos ejemplos).
El enemigo del Estado de derecho, elige atentar con algún factor de estos principios por
dos razones principales: porque es incapaz de proveer mecanismos, medios o instancias para
garantizar la aplicación de los derechos reconocidos en el sistema normativo, o porque no
cree que es en la dignidad humana, en el respeto por la diversidad y en la solución pacífica
de conflictos (con diálogo, sin venganza o formulas estigmatizantes) donde se halla la
oportunidad para lograr un mejor lugar para vivir.

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La división de poderes en el Estado de Hidalgo: entre la


Constitución y la realidad2
“Administrar, legislar y juzgar son tareas que deben corresponder a
instituciones diversas”
Aristóteles

Nuestra Nación está constituida como una República democrática, quizá como consecuencia
del aprendizaje histórico, de las fallidas prácticas políticas intentadas en el “pasado”, por
imitación a otros sistemas gubernamentales, por las ideas de brillantes pensadores como
Polibio, Cicerón, Tomás de Aquino, Marcillo de Padua, Bodin, Locke, Montesquieu, entre
otros; por el impulso de la sociedad civil, o tal vez, por el conjunto de todos estos factores –
con la reserva de omitir otros tantos-, pero es, indefectiblemente, el proyecto colectivo que
determina el rumbo de todo el pueblo mexicano.
Es justamente el pueblo mexicano, quién representa el Supremo Poder de la Nación, que
ha decidido (desde la perspectiva histórico-constitucional) dividirse en instituciones
democráticas para la práctica de este poder que se origina del pueblo y es para beneficio de
éste. Legislativo, Ejecutivo y Judicial, son los tres órganos en los que el pueblo mexicano
hace ejercicio de su Supremo Poder, y lo ha dividido para alcanzar interdependencia en las
decisiones y acciones de cada uno, así como, para lograr un justo equilibrio y no sea en una
sola persona o corporación el depósito de todo este poder, que como se ha dicho, le
corresponde a todo un pueblo.
Es en el artículo 49 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde
se establece esta división, y señaladamente, es el numeral 26 de la Constitución Política del
Estado de Hidalgo, en la que no sólo se traslada este dispositivo fundamental, sino que agrega
una figura de “colaboración” entre los poderes para lograr el eficaz cumplimiento de las
funciones del Estado. La jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo (Poder Judicial), ha
establecido que la intromisión, la dependencia y la subordinación son conductas violatorias
del principio de división de poderes. La intromisión se produce cuando uno de los poderes
interfiere o se inmiscuye en un asunto concerniente a otro, mientras que la subordinación
implica el sometimiento de uno de los poderes a otro.

2
Artículo publicado en el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 14 de abril del 2017.

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En este sentido ¿Cómo se puede reconocer una intromisión o subordinación en la división


de poderes? En la integración de los poderes mismos se halla una primer respuesta, puesto
que cuando determinado partido político tiene mayoría que le permite cubrir con sus
miembros simultáneamente los puestos del Poder Ejecutivo y Legislativo, influye
consecuentemente, en la composición del Poder Judicial, esto hace risible la pretendida
división de poderes, pues sería un partido político (corporación -por no decir en una persona-
en términos del artículo 49 de nuestra Ley Suprema) donde se concentran los tres órganos
del Estado. El Supremo Poder del pueblo reducido a las decisiones de un grupo de personas,
que “colaboran” entre sí para los fines del Estado.
Desde el ingenio de Jean Bodin se planteó la necesidad de un Poder Judicial autónomo,
que tomara decisiones alejadas de las creencias teóricas, imperativos, o políticas del poder
ejecutivo. Porque debe ser el Poder Judicial tan autónomo como libre, para tomar decisiones
conforme a la Ley y a la dignidad de las personas, sin temor de atentar contra los planes o
creencias de otro poder, del que pudiera estar subordinado.

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El poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo3


“Uno de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena
hacer, es lo que hacemos por los demás”
Lewis Carroll

En México han muerto de manera violenta decenas de miles de personas, tan sólo en los
últimos diez años. Asesinadas por el crimen organizado, otras por un estado de bienestar de
discurso (el que se diseña y se presume, pero a decir por tantos, está alejado de muchos que
lo necesitan), y muertes, por desastres naturales.
Esas vidas perdidas le duelen a un pueblo, que históricamente y sin descanso ha trabajado,
luchado, para instaurar un Estado que le proteja, le asista, le administre la riqueza… y ha
diseñado un sistema jurídico que proteja valores como la dignidad, la libertad y la igualdad;
un pueblo que ha resistido fraudes monumentales, crisis devastadoras, engaños públicos
sínicos… huracanes, inundaciones, explosiones, terremotos… Un pueblo que parece
invencible, un país que parece de hierro.
Digo que al pueblo de México le duelen esas muertes, porque las víctimas indirectas,
quienes sobreviven a la criminalidad, a la opresión de un Estado por veces arbitrario (quien
irónicamente está para protegernos) y a la devastación natural; esas víctimas, en México, en
nuestra nación, no se quedan solas. Es el pueblo, organizado legalmente o de manera
espontánea, quien sale a las calles, quien acude a los tribunales; los que marchan, los que
levantan la voz, los que van a las zonas de desastre; ese pueblo que hizo posible el
reconocimiento y ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad, a la no
discriminación, a la presunción de inocencia en su vertiente de trato, a la educación, a la
seguridad social… ese pueblo siempre acompaña a las víctimas. En México hay un pueblo
que ha dado su vida para defender y proteger, a quienes no se conoce el nombre, incluso a
quienes no han nacido; lo que ha importado, a juzgar por la historia, es vivir por la vida del
“otro”, aún del desconocido, aún del que está por nacer.
El pueblo mexicano es plural, se ha reconocido y debe protegerse la diversidad, y
garantizarce la igualdad ante la ley, pero la conformación heterogénea de nuestras sociedades
pareciera tener un mismo sentido cuando el “otro” es vulnerado, ya sea por la criminalidad,
por el Estado o por la naturaleza, se muestra frente al sufrimiento que no es un sistema de

3
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 22 de septiembre del 2017.

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normas jurídicas las que mueven al ser humano, mucho menos un discurso y nunca un “líder”,
es una responsabilidad humanitaria de apariencia intrínseca, un impulso de conmiseración
que lleva a las personas a identificarse en lo individual y en colectivo, con deberes para con
la familia, la comunidad y la humanidad.
Cuando se piensa en el trabajo que ha librado el pueblo mexicano para el ejercicio de
derechos y libertades, para la protección de su vida e integridad personal, por su paz y libre
desarrollo, se alcanza a presumir que la fundación y evolución del Estado y del derecho está
desprendida de un sentimiento de fraternidad, de compromiso desinteresado por el otro, y de
la práctica de la fuerza brutal que demuestra el ser humano unido por la paz, que nos hace
sentir que el poder del pueblo, es por el pueblo y para el pueblo.

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La República extraviada: confusión de riqueza con servicio público4


“La corrupción no es una característica desagradable del sistema
político mexicano, es el sistema”.
Gabriel Zaid
México es una República, y ello es voluntad del pueblo. No lo digo yo, es un precepto del
artículo 40 Constitucional. ¿Es ésta una aseveración positiva -para efectos de progreso
nacional- o un efecto negativo al respecto? Lo primero que tendría que decirse es que la
noción de progreso, implica cuando menos tres factores: cambio, tiempo y mejora, de las
cuales se ha dicho que son ilusorias. Grandes inteligencias afirmaron que el cambio no existe
(Parménides) que el tiempo es relativo (Einstein) y que la mejoría no existe (Nietzsche)
Entonces ¿Por qué México está constituido como una República? y ello ¿De qué sirve?
El primer acercamiento a la idea de República, se halla en su propio origen lingüístico:
“respublica” que significa “cosa pública” o “algo público”. En la Revolución Francesa la
idea de Republica surge como un principio ético de ejercicio del poder, una entrega al
servicio público para ejercerlo con trasparencia; misma noción que tuvo Benito Juárez, al
asegurar que la República es la aspiración que debe tener todo funcionario público para el
ingreso y el ejercicio transparente del poder; un apego a la ley que obligue al servidor público
a la rectitud. Como puede observase –de manera muy genérica- es en el pensamiento de
Juárez donde encontramos respuesta a nuestros cuestionamientos: somos República porque
el poder en México es algo público (del pueblo), que debe basarse en principios éticos como
la transparencia, y por tanto, debe estar apegado a la ley (al orden Constitucional).
Quizá no hay concepto que atente con mayor fuerza a lo que Juárez entendió como
República, que la corrupción: ejercer la propiedad privada de un poder público. Si bien es
cierto que la corrupción es universal, tiene mayor aceptación social entre los pueblos menos
dados a exaltar la organización y al rumbo con claridad –por no decir progreso-; de un
patrimonialismo avanzado, y no tanto por una degeneración de legalidad. Si el poder
pertenece al pueblo, como así lo mandata nuestro orden Constitucional, es potestad de éste
reclamar transparencia y rendición de cuentas, orientadas a personas y actividades concretas,
para que se responda la forma y destino de la distribución de los bienes públicos y sociales.
Si un aprendizaje nos han dejado los errores históricos y los brillantes estudios sobre política

4
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 21 de abril del 2017.

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nacional, como el expuesto por Marc Lilla, es que no se alcanzará una verdadera democracia
sin un real Estado de derecho y una Constitución que se respete, sin burocracias profesionales
que traten a los ciudadanos imparcialmente, sin órganos reguladores para asegurar la
transparencia en las transacciones económicas, sin normas sociales que alienten al
compromiso cívico y el cumplimiento de la ley.
El timón de la nave está en las manos del pueblo, hemos de virarlo con nuestra soberana
y pacifica voluntad, no permitamos que quienes no saben o se niegan a entender que nuestro
país es una República, desarmen el barco que nos llevará a la unidad y a la solidaridad
nacional, no por un progreso relativo, sino por un rumbo claro.

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La gobernanza y la ignorancia5
“El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado,
pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el
paso a los indignos”.
Epicteto
Nos explica Enrique Krauze en su artículo “El test de la democracia”, que el criterio que se
sostuvo en las revistas que dirigió Octavio Paz, fue el de que “la única legitimidad para
acceder al poder, y para ejercerlo, era la democracia. Respetando sus reglas (en particular
la del respeto a las minorías), honrando las leyes, las instituciones y las libertades, la
competencia ideológica podía ser despiadada. Pero la violación de esas reglas era
absolutamente inadmisible. Con la democracia todo, contra la democracia nada”.
Después de dos décadas de poner a México en los rieles de la democracia, las preguntas
se multiplican sobre la efectividad de sus mecanismos que la pudiesen hacer posible, o la
transparencia de los procesos electorales y de participación ciudadana, para que posean la
extensión que implica el significado de la palabra misma de democracia: “el gobierno del
pueblo”. Cuando se discute sobre democracia en México, existe una interrogante común
¿Practicamos una democracia real o se ha disfrazado muy bien de ésta, una oligarquía
capitalista, generadora de desigualdad? tal y como lo afirmó Michael Ignatieff.
Entre todas estas interrogantes, la democracia no ha terminado de explicarnos la idoneidad
de la decisión mayoritaria, porque si la “representación” es un mecanismo para hacer real la
idea de la pluralidad ¿Es acaso la persona elegida por la mayoría, la mejor alternativa para
tomar decisiones que impactaran a todos? La democracia en su vertiente de representación,
conlleva sus riesgos, porque esa persona que será “vocera” de las aspiraciones del pueblo,
puede ser, tal vez, sólo tal vez, no la más capaz de tomar decisiones que beneficien a todas
las personas, aunque electoralmente esté legitimada.
Pero, cómo identificar si nuestros representantes toman las mejores decisiones, el gran
Pablo Boullosa nos explica que para tomar buenas decisiones necesitamos conocer las
diferentes alternativas y tener la creatividad para inventar otras tantas; las mejores ideas solo
se les ocurren a las personas que tienen buenos conocimientos, mucha memoria acumulada
y cultura.

5
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 6 de octubre del 2017.

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El México del siglo del siglo XXI, ya no sólo exige a representantes “con buenas
intenciones” sino con buenas ideas, con capacidades para resolver los grandes problemas
nacionales, con la voluntad de ejecutarlos con miras a beneficiar al poder supremo de la
unión, que es el pueblo. Más que nunca se necesitan gobernantes preparados, creativos y
eficaces. Está demostrado, la sociedad mexicana está preparada para elegir como su
representante, a quien ponga en el centro del debate público las ideas más inteligentes del
cómo resolver los grandes problemas nacionales.

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Democracia con enfoque fraterno6


El servicio por el otro, responsabilizarse para que el otro ejerza sus derechos y libertades,
practicar y hacer propia la fraternidad, dará sentido a la constitución de toda sociedad y
fortalecerá el concepto de seguridad. A diferencia de que la promoción, respeto, protección
y garantía de los derechos humanos es obligación de todas las autoridades en el ámbito de
sus competencias, como lo prevé la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,
a la luz de la Declaración Universal de los Derechos Humanos la fraternidad es un deber
de todas las personas. El logro del ejercicio pleno y universal de los derechos, pertenece a
todos los pueblos del mundo; sin embargo, no está de más considerar el perfil que debieran
proyectar los gobernantes de los pueblos del mundo: afectuosos, sensibles a las necesidades
humanas, preocupados por los demás; así, como sociedad seremos capaces de afrontar
asuntos que parecen inextricables: la corrupción, desidia de las elites, la codicia, el egoísmo
como principio rector de las acciones y la indiferencia de los poderosos hacia los indefensos.
Se requieren gobernantes que formulen planes bajo el deber de fraternidad, esa será la
comunicación más eficaz entre gobernante y gobernado: remarcar que todo poder público
dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. En esta idea, se debe
reconceptualizar en el imaginario social lo que es política, ésta no sólo es un asunto
meramente electoral, es la reflexión y el análisis crítico comunitario, en este sentido, la
fraternidad, es un tema de política. Las teorías sociales y políticas se enfrentan a una
importante responsabilidad: encontrar las soluciones al conflicto.
Vista la fraternidad desde la perspectiva democrática, representa un mínimo esencial para
la convivencia, ya que constituye el reconocimiento del otro como persona, así como de sus
necesidades vitales; además, de ser un principio generador que permite lograr el ejercicio
de los derechos y libertades, ya que es el medio que permite reestablecer la justicia cada vez
que el interés general se ve atacado por intereses individualistas.

6
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 13 de mayo del 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

La discusión somera de la política nacional7


Aunque tensas discusiones lo supongan, noticieros con tendencia, o la desgastada -y por
veces deshonesta- imagen social que de ella se tiene, la política no es sólo partidos políticos,
campañas, proselitismo, “estrategia” o jornadas electorales. La política es un derecho y una
oportunidad para todas las ciudadanas y ciudadanos.
En México, la buena práctica de discutir sobre política, tendría que suponer: pensar en
cómo cubrir aquellas necesidades para alcanzar una sociedad democrática, en la que,
definitivamente se cierren las brechas de desigualdad, y nuestras naturales y legítimas
diferencias sean razón de hermandad y no de discriminación o violencia; que sea, la facilidad
de acceder a funciones públicas con igualdad, para diseñar, desarrollar y hacer realidad
acciones públicas. Porque así está previsto en nuestra Constitución y que así se cumpla: que
se reconozcan las tradiciones para que los pueblos –en uso de su derecho de
autodeterminación- tomen decisiones que les favorezcan en consonancia con sus valores más
loables, y no bajo una estructura homogénea que excluye a quienes en la historia no les ha
tocado el uso de la voz.
Después de haber logrado como pueblo, la instauración de una república democrática, nos
corresponde hacer valer ese legado, de manera pacífica y con legalidad, para que en la vía
institucional, el poder supremo de la Nación, que es el pueblo, haga valer el derecho como
individuos, de votar y ser votado en elecciones periódicas auténticas; de defender el voto
universal e igualitario, en uso de la libre expresión que significa elegir con plena libertad a
quienes nos representan; de conocer sin más complejidades –porque esa es su naturaleza- los
recursos judiciales para proteger íntegramente esos derechos.
La política tendría que representar en el ideario colectivo, una oportunidad para la libertad
de expresión, reunión y asociación, que el debate y el diálogo con los representantes sea una
práctica a la que todas las personas tengan acceso, porque en la política democrática, la
exigencia ciudadana de transparencia y rendición de cuentas, no debería ser vista como una
actitud hostil, sino el camino en donde se encuentra la responsabilidad y la justicia.
Los asuntos públicos, son eso, públicos, corresponde entonces al pueblo hacerse cargo de
ellos, por lo que la idea de que estos “asuntos” se depositan en la secrecía de un grupo de

7
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 10 de marzo del 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

personas, o bajo el control absoluto de “expertos”, es del todo ajena a lo que debe ser la
noción de política en nuestra república democrática. El poder supremo nacional (el pueblo),
puede participar de manera directa en la política, a través de referendos, asambleas populares
facultadas para adoptar decisiones sobre cuestiones locales o sobre los asuntos de una
determinada comunidad, por conducto de órganos creados para representar a grupos de
ciudadanos en las consultas con los poderes públicos.
Hemos logrado el reconocimiento de derechos políticos que nos dan la oportunidad de
ejercer libertades y tomar decisiones que nos favorezcan, asumamos nuestra responsabilidad
y aprovechemos la oportunidad como poder supremo (como pueblo) y hagámoslo de manera
organizada y pacífica, porque como escribió Octavio Paz: “La libertad no necesita alas, lo
que necesita es echar raíces”.

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El gobierno representativo para las categorías sospechosas en el


Estado de Hidalgo del siglo XXI8
Un brevísimo análisis a la luz del derecho humano a la igualdad

SUMARIO: I. Introducción. II. La idea de Estado representativo. III. El Estado


representativo y las categorías sospechosas. IV. Reflexiones finales. V. Bibliografía.
“La democracia se funda en la crítica inagotable de sí misma y en su reinvención
constante como proyecto inacabable e inacabado de la igualdad, la autonomía y
la emancipación”.
Cornelius Castoriadis
I. Introducción
La instauración de un sistema representativo en el Estado de Hidalgo, para ejercer con
plenitud la democracia, está estrictamente hermanado con la positivización de ideas liberales,
y la construcción institucional y jurisdiccional que da protección a la heterogeneidad social.
Analizar el lugar que ocupan las categorías sospechosas, como parte de esa
heterogeneidad social en un sistema representativo como el hidalguense, resulta esencial para
visibilizar la influencia de su participación en el diseño y ejecución de política pública, en la
resolución de controversias sometidas al ámbito jurisdiccional, y en el planteamiento de
adhesión o reforma del quehacer legislativo; así como, para evidenciar los retos a los que se
enfrenta el Estado de Hidalgo en su forma de gobierno republicano, para la inclusión y
participación de todas las personas.
Este análisis parte de una noción igualitarista9, a la luz del nuevo paradigma de los
derechos humanos que generó la reforma Constitucional de junio de 2011, para que desde
esta línea, se aborde el concepto de categorías sospechosas, con enfoque especial y
diferenciado, generando así, la oportunidad de medir la distancia que separa la realidad de
una igualdad sustancial que equilibre la participación de las personas que han sido vulneradas
históricamente.
II. La idea de Estado representativo
El artículo 25 de la Constitución Política del Estado de Hidalgo, plantea que el Estado adopta
para su régimen interior la forma de Gobierno republicano, democrático, laico, representativo

8
Ensayo publicado por el Tribunal Electoral del Estado de Hidalgo a través de su revista Ágora. Consultable
en: http://teeh.org.mx/menu-comunicacion-social/revista/book/6-agora-digital-no-2/2-revista
9
Lo que singulariza a las ideologías igualitarias es, generalmente, el acento puesto en el hombre como ser
“genérico”, es decir, como ser perteneciente a un determinado genus, y por tanto las características comunes
a todos los pertenecientes al genus (Bobbio, 1993).

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

y popular; para Giovanni Sartori, la democracia representativa, trae consigo la receptividad


de los parlamentarios a su electorado y a sus demandas; rendición de cuentas, pues los
parlamentarios responden difusamente de sus actos; y la posibilidad de destitución mediante
el castigo electoral (Sartori, 1999).
Esto supone que la representatividad democrática es una forma de poder controlado por
el pueblo, en la medida en que éste, individual o colectivamente, disfruta de la permanente
posibilidad de disputar o deliberar las decisiones de los órganos del Estado (Gracia, 2004);
dejando así, en manos de la ciudadanía el poder soberano del Estado: cuestionando,
participando y deliberando las decisiones que tomen sus representantes, por lo que entre más
y mejor se practique el cuestionamiento a las decisiones estatales, se fortalece y se legitima
la idea de Estado representativo.
En esta idea, un Estado que funda su forma de gobierno en la representatividad, está
obligado a proveer de mecanismos ágiles, transparentes, eficaces y útiles, que permitan a la
ciudadanía apropiarse de su derecho de participar, cuestionar y deliberar las decisiones de
Estado, de lo contrario -a decir por Michael Ignatieff- los regímenes democráticos, serían en
realidad oligarquías. La ciudadanía necesita creer que su sistema de gobierno los protegerá.
Las democracias no son exitosas si la gente piensa que los políticos han perdido el rumbo.
Los pueblos necesitan sentir que ellos tienen el control de lo que sucede en su propia casa
(Ignatieff, 2013).

III. El Estado representativo y las categorías sospechosas


El gobierno representativo no excluye a ciudadana o ciudadano alguno, es en éste donde
converge la heterogeneidad social de forma pacífica e incluyente, dando a la diferencia
individual el factor primigenio para el ejercicio de la igualdad ante la ley, seguido por el
respeto y la equidad10. Es en la propia Constitución Política del Estado de Hidalgo, en el
párrafo segundo de su artículo 4º, en el que se prohíbe la discriminación motivada por origen
étnico, nacional o regional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición

10
La equidad es un principio de justicia emparentado con la idea de igualdad sustantiva y el reconocimiento
de las diferencias sociales. Ambas dimensiones se conjugan para dar origen a un concepto que define la
“equidad” como una “igualdad en las diferencias”, entrelazando la referencia a los imperativos éticos que
obligan a una sociedad a ocuparse de las circunstancias y los contextos que provocan la desigualdad en el
reconocimiento de la diversidad social, de tal forma que las personas pueden realizarse en sus propósitos de
vida según sus diferencias (Yolanda D' Elia y Thais Maingon, 2004).

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

social o económica, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el
estado civil, el trabajo desempeñado, las costumbres, la raza, o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos; precepto
que vale la pena subrayar, lleva implícito el mandato de inclusión a las personas que
históricamente han sido estigmatizadas por sus legítimas y sanas diferencias individuales (a
la luz de la pluralidad), y lo que las normas internacionales de derechos humanos contemplan
como categorías sospechosas.
En general, puede sostenerse que la nota común es que las categorías sospechosas se
refieren a un grupo vulnerable o desaventajado, en tanto encuentran especiales dificultades
para ejercitar con plenitud los derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico, en razón
de circunstancias sociales, económicas, étnicas o culturales, o bien en razón de su edad,
género, estado físico o mental. En el caso de los motivos de discriminación especialmente
prohibidos en los instrumentos internacionales de derechos humanos, existe una presunción
de que quienes pertenecen a alguna de las categorías así definidas se encuentran en una
situación vulnerable (Treacy, 2011).
A hoy, se ha positivizado el derecho a la igualdad que lleva consigo la prohibición a la no
discriminación; conceptos que van más allá de lo jurídico, para configurarse en el ser y hacer
del Estrado representativo en cada toma de decisiones, no sólo con actitudes sustantivas de
ejercicio ciudadano, sino con acciones objetivas por parte del Estado, que permitan a todas
las personas, y particularmente a las categorías sospechosas, a participar y que su voz se haga
valer para su beneficio, como categoría. Esa positivización, la poseemos -por citar algunos
ordenamientos- en la Declaración Universal de Derechos Humanos (arts. 2° y 7°); en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (arts. 2.1 y 26), en el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (arts. 2° y 3°) y en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (arts. 1.1 y 24).

IV. Reflexiones finales


El Estado de Hidalgo está constituido sobre la idea de representatividad democrática, que
supone la constante participación de la ciudadanía en la vida pública y el cuestionamiento a
las decisiones de sus representantes, por lo que, es el propio Estado quien está obligado a
garantizar mecanismos para hacer real esa participación, tarea que debe ser cumplida a la luz

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del derecho humano a la igualdad, para dar voz a todas las personas, particularmente a
quienes han sido vulneradas históricamente: a las categorías sospechosas.
Consecuentemente a la voz, las acciones que se implementen y la distribución de
oportunidades para estas categorías, debe ser transparente, difusa e igualmente cuestionable,
lo que nos lleva a replantearnos la forma y el sentido de ejercer nuestro derecho a votar y ser
votados (como dimensión de expresión individual de la participación política); y un factor
determinante para la sobrevivencia de la democracia en nuestro Estado: cómo estamos
cuestionando las decisiones de nuestros representantes.
V. Bibliografía
Bobbio, N. (1993). Igualdad y Libertad. Barcelona: Pensamiento Contemporaneo.

Gracia, J. C. (2004). El Modelo Participativo y Deliberativo . Cuestiones Constitucionales, 65.

Ignatieff, M. (09 de Agosto de 2013). Entrevista a Michael Ignatieff. (Á. Jaramillo, Entrevistador)

Sartori, G. (1999). En defensa de la representación política. Madrid.

Treacy, G. F. (2011). Categorías Sospechosas y Control de Constitucionalidad. Lecciones y Ensayos,


199.

Yolanda D' Elia y Thais Maingon. (2004). La equidad en el desarrollo humano: estudio conceptual
desde el enfoque de igualdad y diversidad. Venezuela: Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PENUB).

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La participación de los silenciados en la República representativa11


“Las democracias carecen de sentido si sus ciudadanos no las comprenden”
Giovanni Sartori
El artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Mexicanos (nuestra ley suprema),
establece que es voluntad del pueblo mexicano constituirse como una República
representativa; después de 100 años de que el constituyente de 1917, en el Teatro de la
República redactara nuestro actual texto Constitucional (más las 699 reformas que ha sufrido)
¿Cómo ha progresado la idea de república representativa? E igual de importante: ¿Cómo se
ha ejercido la representatividad?
Pensar en una República representativa, -a decir por Amador Rodríguez Lozano- es
asumir que el que el pueblo mexicano va a nombrar a través de los instrumentos político-
electorales establecidos, a un grupo de personas que serán sus representantes, que tomarán
por él las decisiones estatales, que en su nombre crearán normas jurídicas, que lo
representarán en la gestión pública; es decir, que mediante el fenómeno de la representación
le darán voz y participación a todas las personas.
Sin embargo, los retos que enfrenta un Estado con fiel compromiso republicano y
democrático, son los de establecer mecanismos transparentes y eficientes (que sirvan), para
recibir y resolver las demandas del pueblo, rendir cuentas difusamente, y una ágil y sustancial
capacidad del pueblo de destituir a sus representantes; de lo contrario, el intento por la
institución de la práctica democrática, podría dar la apariencia de una oligarquía de corte
occidental, al no ser deliberativa, transparente y participativa.
Según los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI),
a los Estados de la República parece no impórtales el diseño representativo de nuestra nación,
ya que la “participación ciudadana” ocupa el último lugar (con 0.2 de una escala del 1 al 19)
entre los espacios que el gobierno diseña para organizar su administración y llevar a cabo sus
funciones.
De lo anterior, se puede acuñar la reflexión del investigador del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Jaime Cárdenas Gracia, que “de nada sirve que las
decisiones se tomen con el consentimiento de los representantes o el consentimiento pasivo

11
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 10 de marzo del 2017.

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o débil de los gobernados; lo importante es que las decisiones públicas sean cuestionadas,
mientras más, mejor”. Por lo que un gobierno será democrático, cuando éste sea controlado
por el pueblo, en la medida en que el pueblo, individual o colectivamente, disfrute de la
permanente posibilidad de disputar o deliberar las decisiones de los órganos del Estado.
Aún falta mucho por lograr verdaderamente una república democrática y representativa;
aún tenemos mucho trabajo por hacer (como ciudadanía) para ejercer el principio de que el
poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste; a pesar de que ya hayan
pasado más de 100 años de haberlo logrado Constitucionalmente.

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Los partidos políticos y las trampas de la democracia nacional12


“Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos. "
Octavio Paz

La desconfianza en los partidos políticos se ha multiplicado en los últimos años, Parametría,


la empresa dedicada a la investigación estratégica de la opinión y análisis de resultados,
calculó que el 80% de los mexicanos no confían en los partidos políticos, parece que el
aumento de opciones (9 partidos nacionales), la puesta en marcha de mecanismos para
garantizar la trasparencia de la distribución de sus recursos financieros (p. ej. los acuerdos de
financiamiento del Consejo General del Instituto Nacional Electoral) y la “legitimidad” de
procesos de elección de candidatos internamente; todo ello, no resulta suficiente para dar a
la ciudadanía la certeza de que la figura del partido político es la mejor herramienta para vivir
en democracia, por decir de México.
Una conquista del pueblo mexicano, ha sido la de establecer en su norma fundamental
que: “el poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste” y que ese
Supremo Poder, se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y son, los
partidos políticos, los puentes entre la ciudadanía y ese poder, porque su finalidad –así como
lo prevé nuestra Carta Magna- es la de “promover la participación del pueblo en la vida
democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como
organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder
público”. Los partidos políticos hacen real la democracia, por lo que la eficacia, transparencia
y credibilidad de éstos, es indispensable para pensar apenas en la construcción de los rieles
en donde se ha de encaminar el proyecto de una república representativa, democrática, laica
y federal, compuesta por Estados libres y soberanos.
Para Giovannni Sartori, un partido político es cualquier grupo político que se presenta a
elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos, ello
implica la mecanización del derecho humano de todos los ciudadanos de participar en la
dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes libremente
elegidos. Resulta indispensable, entonces, que sean esos “puentes” que ligan a la ciudadanía

12
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 13 de octubre del 2017.

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con el poder, instituciones poseídas por la libertad, igualdad, civilidad, justicia, participación,
pluralismo, respeto, legitimidad, legalidad y solidaridad.
Braithwaite, aseguró que todo gobierno democrático que tenga la pretensión de la
estabilidad y desarrollo, necesita la confianza de los ciudadanos, pues es la confianza la que
construye el desarrollo social, económico, cultural y político. Ante los legítimos
cuestionamientos que tiene hoy la ciudadanía respecto a la efectividad y transparencia de los
partidos políticos que proliferan en el país, no sería aventurado afirmar que éstos, por decir
de México: no son puentes, sino trampas de una oligarquía occidental, que nos hace pensar
que estamos en el disfrute de una verdadera democracia.

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Lo indispensable de la sociedad civil en el método democrático 13


La democracia, analizada desde sus múltiples formas (participativa, liberal, de élite,
representativa, liquida…) se basa en el poder político ejercido por los ciudadanos; la forma
en la que se adquiere el poder y en la que llegan a tomar las decisiones. El reto del siglo XXI,
ha sido la articulación de un método que resulte eficaz para concentrar la voz de todo un
pueblo (plural: con motivaciones y objetivos diversos, y discrepancias sobre el cómo
alcanzarlos) e instituir un poder orientado al beneficio de éste. En México, se ha optado por
la república democrática participativa, esto es, un grupo de personas -elegidas de manera
periódica, libre, auténtica, competitiva, por sufragio universal e igualitario- toman las
decisiones de todo un pueblo. Este método ha garantizado un largo periodo de paz en México,
respecto a la legitimidad de las personas que representan el supremo poder de la nación, ya
sea desde el ámbito legislativo o ejecutivo.
Si bien es cierto, que en la república representativa se da poder a la voz del pueblo a través
de personas que fungen como sus representantes, si el trabajo de éstos últimos no se hace
bajo una constante vigilancia directa por parte del pueblo, se tiene el riesgo de caer en una
democracia de “élite”, que a decir por el pensamiento de Joseph Schumpeter: los electores
no interfieren en las decisiones de los líderes electos ni le dan instrucciones; según el
destacado profesor de la Universidad de Harvard, el pueblo tiene la oportunidad de elegir -a
la luz de un conjunto nuclear de derechos civiles- a las personas que han de gobernarle, pero
no más. En México, el poder supremo lo tiene el pueblo, se instituye para beneficio de éste,
y tiene en todo momento el derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno (artículo
39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos).
En consecuencia, la participación del pueblo en la toma de decisiones, la vigilancia sobre
sus representantes para que observen y hagan cumplir las leyes que regulan al Estado, y la
posesión de los mecanismos para la toma de decisiones, resulta determinante para la
construcción de una república moderna, progresista y pacífica. Las exigencias del método
democrático, no sólo señalan a la estructura gubernamental o al orden electoral de partidos –
inclúyase candidatas y candidatos independientes-, sino además, a la participación constante
de la sociedad civil para que tome decisiones determinantes en el mejoramiento económico,

13
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 22 de diciembre del 2017.

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social y cultural del pueblo; porque cuando éste se hace cargo, de manera organizada,
responsable y pacífica, de hacer valer derechos y libertades, se inyecta combustible a la
acción social, siendo la ciudadanía la protagonista activa de lo que ocurre en el Estado, justo
como lo pensaron Skinner, Pocock y Philip Petti.
Hoy en día, resulta imposible concebir la evolución del Estado y el reconocimiento de
derechos y libertades inalienables, sin la participación de la sociedad civil organizada, como
es el caso de –sólo por citar a algunas, con la reserva de omitir a otras tantas de alta valía-
Amnistía Internacional, Central American Human Rights Commission, Centre of
Development and Population Activities…; por lo que, distinguir con claridad las acciones de
la sociedad civil, con las del Estado o las motivadas por el sistema económico, resulta
indispensable. Las organizaciones de la sociedad civil no deben aparentar ser parte de la
estructura gubernamental ni tener como fin el lucro; la fraternidad: el compromiso puro a
favor del bienestar del otro, es el factor indispensable que impulsa a las sociedades a dar
pasos firmes a la regeneración de oportunidades incluyentes y equitativas a la humanidad.

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Nociones para la resistencia pacífica 14


“Está en crisis el más viejo y sólido instrumento de opresión que conocen los hombres
desde el fin del neolítico”
Octavio Paz

En su ensayo Democracia y Desesperanza, José Woldenberg reconoció en la vida política de


México, un malestar profundo, identificado no sólo por las múltiples encuestas que recogen
un sentimiento de hartazgo hacia los partidos, los políticos, los congresos…; sino además,
por la notable nube de desazón y fastidio que prolifera en las calles y en las conversaciones
con amigos o conocidos: sobre nuestros recientes logros en el terreno de la política. Hartazgo
que produce opositores a las decisiones del gobierno, o a la forma(s) de éste.
La primera noción que debe tener todo opositor al gobierno, es que el concepto de Estado
está vinculado –por su propia naturaleza- a la idea de coacción, lo que nos permite distinguir,
los casos de intervención de la fuerza “pública” (policías, ejército y marina) para la aplicación
de la norma jurídica. Manuel Atienza reconoció esta prerrogativa del uso de la fuerza por
parte del Estado, como una presunción del derecho moderno, entendiéndola como una forma
de organización política que surge en el Renacimiento, con la característica de la
concentración y monopolización del poder político, lo que implica desde entonces, la
legitimidad de la fuerza física por parte del Estado.
Esa facultad del uso legitimado de la fuerza –desde el sistema jurídico-, parte de la idea
de “poder”, y ésta, desde el lente epistemológico, escapa de lo preceptuado exclusivamente
en la norma jurídica. Al respecto, Norberto Bobbio distinguía entre el “poder de la
naturaleza”, y el “poder social”, y a este último lo dividió en: “poder económico” (el que
detentan quienes tienen la posesión de ciertos recursos escasos), “poder ideológico” (el
ejercido a través de las ideas), y “poder político” (el que se detenta como consecuencia de la
posesión de los instrumentos necesarios para ejercer la fuerza física). Por lo que en principio,
el opositor al gobierno debe cuestionarse si sus ideas o pretensiones son motivadas por el uso
del poder del Estado, y después, si ese poder está legitimado de acuerdo al sistema de normas
jurídicas.

14
Artículo publicado en dos partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 8 y 18 de septiembre del 2017.

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En esta segunda noción, el opositor a de discernir sobre la motivación teleológica de la


norma jurídica, para algunos positivistas del XIX como Ihering y Austin, esas normas
(jurídico-coactivas) son emanadas del poder del Estado, de tal manera que la fuerza se
entiende como un medio para realizar el derecho. Según otros pensadores, como Kelsen,
Olivecroma o Ross, el derecho ya no es sólo un conjunto de normas garantizadas por la
fuerza, sino un conjunto de normas que regulan el uso de la fuerza. Es aquí, donde está la
tercera noción: todo opositor al gobierno debe considerar a la norma, como reguladora del
uso de la fuerza proveniente del Estado.
La cuarta noción que debe valorar el opositor, es que su presencia es indispensable para
las sociedad desde el enfoque formalista del derecho, la acción social que constituye la
oposición o resistencia, históricamente explica la génesis y el contenido de las normas
jurídicas; en este sentido, Manuel Atienza considera que el derecho y el Estado son
fenómenos doblemente históricos: son fenómenos que varían en el espacio y en el tiempo, y
que no han existido siempre, por lo que sin oposición o sin la presencia del conflicto social,
no aparecerían conceptos como el de derecho y Estado, y la evolución de éstos.

* * *

Habiendo dicho que el Estado y el derecho son fenómenos históricos, para el opositor es
indispensable que de estos conceptos, desprenda la quinta noción: la idea y utilidad de los
derechos humanos, porque es ahí donde se constituye el mínimo, o el máximo, de justicia
indiscutible. Fue en el ingenio de Norberto Bobbio, donde apareció la aseveración que la
noción de derechos humanos es muy poco precisa y muchas veces tautológica, pero al igual
que el Estado y la idea general de derecho o norma jurídica, particularmente los derechos
humanos, han cambiado a medida que lo han hecho con las condiciones históricas.
Ahora bien, en México hay un reconocimiento expreso de derechos humanos (artículo 1º
Constitucional) estructurado en la figura jurídica denominada “Bloque de
constitucionalidad”. Para Mónica Arango, el Bloque de Constitucionalidad son: “las normas
y principios que, sin aparecer formalmente en el articulado del texto constitucional, son
parámetros de control de constitucionalidad de las leyes, por cuanto han sido
normativamente integrados a la Constitución, por diversas vías y por mandato de la misma”.
En vista de ello, el opositor es protegido por los derechos humanos reconocidos por la

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Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano es parte,


teniendo todas las autoridades la obligación de promoverlos, respetarlos, protegerlos y
garantizarlos.
Uno de esos derechos humanos, establece que la voluntad del pueblo es la base de la
autoridad del poder público (art. 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos),
pero es el artículo 39 de nuestra Constitución, donde se halla el fundamento de la quinta
noción para el opositor del gobierno de México, al prever que “el pueblo tiene en todo tiempo
el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, esta porción
normativa fundamental sienta las bases reales de una democracia pura, concepto que no sólo
se reduce al sistema electoral (indispensable para expresar la voluntad mediante elecciones
auténticas), sino además, como un acuerdo peculiar que materializa su significado: “el
gobierno del pueblo”. Una democracia que ha de vivirse con el poder del pueblo, y que no
está ligado exclusivamente al poder físico, que no es fuerza, sino consenso.
Es el consenso, en el diálogo aplicado a la democracia, donde se halla la sexta noción de
todo opositor al gobierno de México, porque a decir por Karl Popper: “los sistemas
democráticos están diseñados para lograr dos objetivos fundamentales: la coexistencia y
competencia pacífica de la diversidad política, y posibilitar el cambio de los gobernados sin
el costoso expediente de la sangre”. La forma en la que el opositor debe entender al sistema
jurídico debe ser a la luz de la figura de “Estado de derecho”, que involucra la sumisión del
Estado al derecho, a una norma suprema que delimita su actuación; norma que protege –
como hemos visto- su derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno, por lo que, la
manifestación de pretensiones del opositor, debe estar revestida por los valores humanos
esenciales que nos rigen, mediante el establecimiento de compromisos, compensaciones y
medidas humanizadas para evitar que ocurra lo peor, tal y como lo pensó Isaiah Berlin.
Ser opositor no significa ser violento o ser obstructor de derechos y libertades de terceros:
la oposición en las democracias representan construcción y progreso. Según el pensamiento
de José Woldenberg, “una sociedad organizada potente y activa no solo le crea un contexto
de exigencia al Estado, sino que tiende a construir puentes de comunicación entre ambas
esferas, inyectando densidad a las reflexiones y practicas estatales”.
La oposición debe ser bienvenida, respetada y protegida, cual sea la facción ideológica-
partidista en la que se manifieste (derecha, izquierda, centro…), porque ello hace posible la

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

evolución de las sociedades, del Estado y del derecho. Hagámoslo con consenso, diálogo y
en respeto a los derechos y libertades de todas las personas, porque la historia nos ha dicho
que cuando se impone la forma de pensar de una persona o de un grupo de personas (ya sea
el Estado o la oposición) nace el terror y la carnicería.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Sobre su caos, nuestra democracia15


Un hombre liberal, expuso en la tribuna del Congreso que elaboró la Constitución de 1857,
que es un derecho del pueblo, alterar o modificar la forma de su gobierno. Cuando este liberal,
José María Mata, planteó esta idea demócrata, era con la firme convicción de que debía
ejercerse a través de los poderes legítimos representantes del pueblo: por medio de la reforma
Constitucional, con la voz de los diputados y con el voto del pueblo.
La idea de José María Mata fue fortalecida por otro constituyente liberal, Ponciano
Arriaga, quien sumó a la motivación de este derecho, que la alteración o modificación al
gobierno mexicano, constituye una extensión del derecho de petición, que exige una forma
pacífica y respetuosa para su ejercicio.
Fue de tan elevado valor y tan trascendente el fruto de esta idea, que no sólo quedó
plasmada en la Constitución promulgada por Juárez en 1857, sino que persiste hasta nuestros
días como un derecho inalienable, imprescriptible e irrenunciable para todo el pueblo
mexicano; “El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la
forma de su gobierno”, es como se lee hoy en día el artículo 39 de nuestra Constitución.
El artículo 39 Constitucional -como todos los que integran nuestra norma suprema-
necesita la atención y el ejercicio de su población, porque los derechos viven cuando se hacen
propios y se hacen valer; cuando se cree en su esencia, se retoma su fundamento y se
proyectan sus beneficios para con las generaciones que están por nacer. En nuestra nación,
ha de creerse en la expresión constante del pueblo y en el reconocimiento de su dignidad,
derechos y libertades, para poder ejercerlos plenamente en un marco de legalidad, equidad y
justicia.
Pero, ¿cómo se hace propio y cómo se ejerce un derecho? Responder con plena seguridad
a tan arriesgado cuestionamiento, supondría un desconocimiento a las adversidades que
ahogan a nuestros pueblos, pero si algo nos ha mostrado la historia es el intento múltiple por
encontrar un mecanismo eficaz que dé a la vida de todas las personas dignidad y bienestar.
En esos intentos, se cuentan por millones muertes, desapariciones, opresión de libertades,
menoscabo de derechos y el dolor de generaciones que anuladas totalmente en su dignidad,

15
Artículo publicado en dos partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 20 de enero y el 3 de febrero del
2017.

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nos hacen advertir que el trabajo por la constitución y posesión de nuestros derechos es
posible si se cree fielmente en sus resultados, por veces invisibles y lastimosamente alejados.
Es la democracia. La respuesta está en nuestra democracia. La democracia no es el fin de
las sociedades, ni el paraíso prometido de nación; nuestra democracia es un mecanismo para
construir de manera indeterminable e inacabada, sociedades donde se escuche y se haga valer
la voz de todas las personas, que permita reformular los conceptos de sociedad y de nación
constantemente, sin poner en riesgo la dignidad de nadie, ni el trabajo que para siempre debe
privilegiarse: el bienestar de todas las personas.
¿Hoy nuestra democracia nos sirve para hacer frente, de manera efectiva, a nuestras
adversidades?
* * *

La historia nos ha dicho que conceptualizar la palabra “caos” en las sociedades, es arriesgado,
porque siempre resultará impreciso, ya que mientras para unos puede significar terror, para
otros progreso y libertad. En la revolución francesa, por citar un ejemplo, para el rey
absolutista Luis XVI quizá representó desorden y horror, pero para otros, como Robespierre,
fue un moviendo social de luz, virtud y la semilla para la construcción de una democracia
popular.
Pero es en la misma historia, donde constan capítulos de movimientos sociales, que a pesar
de estar gestados con principios nobles de unidad, libertad y dignidad, en su afán de sostener
sus planteamientos a toda costa, han devenido en violencia, opresión y muerte, para
transformarse de sueños de libertad y justica, en caos para los pueblos.
Sin embargo, hay una forma de organización social, que plantea la idea de que todo
movimiento social encaminado al progreso de derechos y libertades, sea visto como algo
natural en el trabajo por lograr el bienestar de las personas, y no como un “caos” para nadie.
Es la democracia.
De la democracia puede decirse como aspecto general: que es la forma de organización
que da al pueblo el poder supremo en la toma de decisiones en un Estado; así que, todo
movimiento social que trabaje por el respeto y progreso de derechos y libertades, no debe
significar caos o temor para nadie, porque sus gobernantes son sus representantes y no sus
monarcas, resultando natural y lógico en la práctica democrática, que el logro de derechos
sea alcanzado como resultado de la movilización de los pueblos.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

La democracia entiende al Estado como un sistema imperfecto e imperfectible, propio de


constante modificación, crítica y renovación, y observa a las sociedades como estructuras en
constante evolución. La resistencia y la oposición son naturales, las mal llamadas minorías
no existen, porque un Estado democrático, entiende a las sociedades como estructuras
heterogéneas, donde su unidad está constituida por el reconocimiento de la diferencia. La
inclusión de todas las personas y el ejercicio real de la igualdad ante la Ley, representa un
trabajo irrenunciable para todo el pueblo.
Así que, el trabajo por la defensa de los derechos y su progreso, es natural y sano en la
democracia, porque además, en este sistema se plantea la forma de cómo realizarlo, sin que
represente un “caos” para nadie, sin la urgida necesidad de sacrificar vidas, derramar sangre
ni atentar contra la dignidad de nadie. Está demostrado, que la transformación de los Estados,
se puede dar por la vía pacífica, practicando el diálogo, haciendo valer nuestros derechos y
libertades ante nuestros representantes, porque pese a la existencia de quienes aseguran que
los pasos que el pueblo da para el respeto y progreso de sus derechos es un caos, cuando estos
se dan con firmeza en la vía pacífica, vivifican las palabras pronunciadas por el Presidente
de Estados Unidos Abraham Lincoln: “que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo, jamás perezca sobre la tierra”.

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Un sistema de justicia efectivo para una democracia real16


“La democracia es el cambio que genera todos los cambios”
Enrique Krauze
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, establece que es voluntad del
pueblo mexicano constituirse en una República democrática. Pero como pueblo ¿Hemos
logrado reconocer los alcances que implica una verdadera democracia? Si bien es cierto que
un sistema electoral transparente y equitativo forma parte de lo que integra una democracia
–además de ser indispensable- no lo es todo, de hecho, es una pequeña parte de ésta.
A decir por Cornelius Castoriadis, “la democracia se funda en la crítica inagotable de sí
misma y en su reinvención constante como el proyecto inacabable e inacabado de la
igualdad, la autonomía y la emancipación” esto es, la democracia no es una meta, es un
camino por el que transitan las estructuras gubernamentales y el límite en la toma de
decisiones de Estado, que permite su constante cuestionamiento, con la finalidad de generar
condiciones cada vez más factibles de acceso a los derechos humanos de todas las personas.
Practicar la democracia no es un ejercicio exclusivo en un periodo electoral, porque ello
supondría el ejercicio de los derechos civiles y políticos, nada más; sino, la forma en la que
el pueblo decide organizarse y ejecutar sus decisiones que favorezcan los principios de
dignidad, justicia, libertad e igualdad, para erigir instituciones jurídicas progresistas y formas
de organización pacíficas y fraternas.
Sin embargo, las democracias no existen o pierden su valor si la población no reconoce
los alcances que éstas pueden tener, cuando el ideario nacional reduce a la democracia a un
voto y no la concibe como el mecanismo que debe y puede garantizar seguridad pública, que
fomente el crecimiento económico que permita a las personas sentirse seguras y confiadas,
que diseñe y ponga en marcha una educación de calidad que potencialice sociedades con
acceso igualitario de oportunidades; si ello no se garantiza, entonces no tiene ningún sentido
pronunciar en un discurso la palabra democracia.
Es en el sistema de justicia donde puede observarse con lupa, si una república está
preocupada por transitar en el camino democrático o si sólo es una palabra hueca que
funciona en la demagogia partidista, porque a través de la certeza de que las reglas de un

16
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 25 de agosto del 2017.

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proceso judicial se cumplen con legalidad y transparencia realmente, se está en posibilidad


de afirmar que las personas son respetadas en su libertad y en su dignidad humana (baluartes
de la democracia); cuando un Estado respeta la inocencia de las personas en su vertiente de
trato (por no escribir que “sólo de dicho”), es cuando se puede palpar que quienes operan la
gran estructura gubernamental tienen la capacidad y la preparación profesional respectiva
para proteger una República democrática, porque al ser en el pueblo de donde dimana el
poder público, y en donde reside la soberanía nacional, es el pueblo, quien toma todas las
decisiones en una real democracia, para que los individuos sean protegidos de la manera más
amplia. En consecuencia, a la falta de un sistema de justicia eficiente, eficaz, transparente y
basado en el ejercicio pleno de derechos humanos (sin excepción alguna), nadie puede
asegurar que gobierna o es gobernado por una República democrática.

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Los retos de la democracia nacional17


“El vacío no puede escribirse más que por sus contornos”
Fabrizio Mejía Madrid

A 35 años de escribirse el ensayo “Por una democracia sin adjetivos”, con la pluma de uno
de los demócratas y liberales más comprometidos en el país: Enrique Krauze, la pregunta que
exige el siglo XXI es ¿Ha quedado claro que la democracia es la mejor invención probada
como sistema político? Y ¿La forma como se entiende la democracia en el siglo XXI en
México, es acorde a un fin progresista?
Una de las lecciones que nos ha dejado la historia, es que las estructuras autoritarias y las
sociedades más diversas, han optado por la forma más elevada de organización hasta ahora
pensada: la democracia, para confiar en la decisión de las personas, distribuyendo el poder y
legitimándolo racionalmente, como quedó probado en la República francesa en 1871, en el
establecimiento de regímenes libres en Italia, Japón y Alemania al finalizar la Segunda
Guerra Mundial y en España a raíz de la muerte de Franco, sólo por citar algunos de los
ejemplos dados por Krauze.
Si no ha quedado duda, de que el mejor sistema político es aquel donde las decisiones
importantes las toma el pueblo a través de sus representantes, y que los gobernantes son
elegidos de manera libre y transparente por las personas con ciudadanía en un país; donde
además, se garantiza de facto la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), cuya
estructura y toma de decisiones, se basan en un catálogo de derechos fundamentales, nacidos
del reconocimiento y respeto a la dignidad humana; sino ha quedado duda que ese es el mejor
sistema político pensado, entonces, la forma en cómo se vive la democracia en México ¿Es
la adecuada?
A decir para Giovannni Sartori, las democracias carecen de sentido, si sus ciudadanos no
las comprenden. Cuando en un país se implementa un sistema político con diseño de
república democrática, esto es, que las decisiones las toma el pueblo, el primer reto
identificable es asegurar que la ciudadanía conozca y asuma la responsabilidad de
emanciparse: reconocer que el individuo no es el pupilo del Estado, por el contrario, que el
poder supremo de la República es el pueblo. Por ello, como lo afirmó Michel Ignatieff, las

17
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 15 de diciembre del 2017.

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democracias no son exitosas si la gente piensa que los políticos (sus representantes) han
perdido el rumbo, el pueblo necesita sentir que él tiene el control de lo que sucede en su
propia casa.
Cuando Carlos Elizondo Mayer-Serra, escribió que “no necesitamos un Estado que haga
lo que el particular puede hacer, sino de uno que sea responsable de lo que éstos no pueden”
se refería a la importancia de valorar la libertad de las personas para que posean el poder (por
un lado el del libre desarrollo de su personalidad y por el otro, el del poder público) y que la
toma de decisiones sea distribuida, para que en consecuencia, se viva en una sociedad de
consensos, equitativa y justa. En el sistema democrático mexicano, los partidos políticos
juegan un rol privilegiado, porque su finalidad es la promover la participación del pueblo en
la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y
como organizaciones de ciudadanos, deben hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del
poder público. Los partidos políticos en México ¿Dan esa certeza a la ciudadanía? Sea cual
sea la respuesta dada, ha de iluminarse con el pensamiento Antonio Gramsci, quien aseguró
que “un partido político debe ser un intelectual colectivo, con una visión de la sociedad que
es y tiene que ser fruto del estudio y del análisis profundo y pormenorizado de la misma”.

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PAZ

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El dialogo como esencia de la existencia social18


Es tiempo de reflexionar sobre un método que garantice la supervivencia humana,
desarrollar un auténtico sentido de la unidad de la humanidad, para que no exista terreno
propicio para la guerra ni para la violencia. La única manera de resolver los problemas es
dialogar. Este debería ser el siglo del diálogo. El diálogo es el único camino. Pero dialogar
no significa hacer concesiones que comprometan nuestra dignidad, sino defenderla. El
reconocimiento de la dignidad, propia y de todas las personas, es la fuente de la paz y de
la justicia; es la base ética de la defensa de los derechos humanos.
El diálogo debe estar basado en la fe que depositemos en las personas, y reconocerlo
como única vía para el establecimiento de relaciones fructíferas entre todas las personas y
entre todos los pueblos del mundo. Puntualizaré principios básicos, que considero,
proveerán consecuencias al diálogo, justas y duraderas:

A. Creer que hay algo bueno en todas las personas;

B. Todos las personas están dotadas de razón y de conciencia, por consiguiente, el


diálogo es factible, y

C. La fraternidad no busca la destrucción de la persona responsable de la injusticia,


sino su participación en hacer justicia.

La no violencia es más lenta pero sus beneficios son mayores a largo plazo. El recurso
de la fuerza nunca resuelve las causas subyacentes de un conflicto y a menudo las acentúa,
causando dolor, sufrimiento y destrucción innecesarias. La verdadera expresión de la no
violencia es la fraternidad, que no es una actitud pasiva sino un estímulo para la acción.

18
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 19 de mayo del 2016.

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La eficacia del diálogo en la solución de conflictos19


El logro de una paz duradera, justa y equitativa construirá sociedades participativas,
integradas en un modelo de desarrollo humano medible y con resultados concretos;
sociedades dignas en interacción e informadas para hacer valer y respetar los derechos
humanos. Aunque parezca una idea insostenible en la realidad, no lo es. Las sociedades
democráticas y los sistemas jurídicos que han adoptado la igualdad ante la ley, reconociendo
la diferencia, han progresado a una zona donde siempre confluye el respeto y el diálogo.
En una sociedad en la que se escucha y se hace valer la voz de todas las personas -bajo
una perspectiva equitativa y plural- la oposición y la divergencia ideológica, resulta un
acontecimiento natural y saludable, porque ello abona al progreso social en una concepción
democrática, haciendo del proyecto de Estado un trabajo inacabado e inacabable, dando lugar
a que su perfeccionamiento perene, corresponde a su población. Esta es la razón por la que
se requiere instaurar un método eficaz, pacífico y tangible que permita resolver los conflictos
desprendidos de esas divergencias, sin que el temor a la diferencia devenga en exclusión,
desapariciones o muerte.
Ese método es el diálogo, nos permite escucharnos como integrantes de la gran familia
humana y como conciudadanos; nos permite participar, integrarnos, mirarnos como iguales
ante la ley y diferentes como individuos, reconociendo nuestros propios paradigmas y
haciendo frente a nuestros prejuicios, para formular pactos equitativos, justos y legales. Para
alcanzar la paz, como lo escribió Enrique Krauze, se debe intentar una y otra vez el diálogo,
y cuando nos cansemos de intentarlo, intentarlo de nuevo, se debe razonar en todo momento,
y cuando parezca imposible el diálogo, intentarlo una vez más.
Para lograr un diálogo efectivo y alcanzar un pacto con resultados fructíferos y duraderos,
es sustancial tener en cuenta los siguientes factores:

1. Estar en la disponibilidad de escuchar, abiertos al diálogo y desear comprender lo que


nos quieren comunicar;
2. Ser empáticos, ponernos en el lugar de la otra persona, procurando mirar el mundo
desde la perspectiva de nuestro emisor;

19
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 2 de septiembre del año 2016.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

3. Estar libres de prejuicios, tomar una postura neutral, librándonos de estereotipos y


clasificaciones;
4. Responsabilizarnos por la defensa de nuestra dignidad y la del otro, asegurándonos
que en el ejercicio del diálogo la persona sea concebida y tratada como un fin en sí misma
y no como un medio para alcanzar propósitos individuales;
5. Eliminar todo factor de discriminación. Para que se alcance un pacto legítimo se debe
incluir a todas las partes inmiscuidas en el conflicto, evitando toda distinción, exclusión,
restricción o preferencia que tenga por objeto anular o menoscabar derechos y libertades,
y
6. Mirar y participar con equidad, reconociendo las diferencias de todas las personas,
para que en su caso, se integre al diálogo medidas de inclusión y acciones afirmativas
necesarias para garantizar la igualdad real.

La responsabilidad de practicar el diálogo es de cada persona. Cada día, en nuestra toma


de decisiones, se presenta la oportunidad para construir pactos incluyentes que permitan la
convivencia digna, justa, equitativa y pacífica entre los integrantes de la gran familia humana.

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La transformación indulgente de las controversias20


Aunque nos hayan hecho creer que la idea de controversia es adversidad u obstáculo, es
porque la mayor parte de las veces la tomamos con actitud repulsiva; sin embargo, las
controversias pueden resultar positivas la mayoría de las veces, porque éstas al ser la
“discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas” (así definida por el
diccionario de la Real Academia Española) implica la transformación con la que se alcanza
gradualmente, el autoconocimiento y el aprendizaje como individuos; mientras que en las
sociedades, las controversias son émbolos del logro de derechos y libertades, para constituir
Estados democráticos, incluyentes y equitativos.
Sin embargo, tradicionalmente la idea de controversia la ubicamos en un aspecto negativo,
porque se ha pensado históricamente que es con violencia, opresión o con una actitud de
imposición, como se debe responder a ésta para salir con una victoria indefectible; y es esto
último lo que hace que la controversia represente adversidad y no aprendizaje o progreso.
Las controversias son construcción, no obstrucción.
Para que en todo momento las controversias constituyan aprendizaje y beneficios, tanto
personales como sociales, sugiero que se deben tomar en consideración, básicamente, los
siguientes aspectos:

1. Identificar el conflicto: en las relaciones humanas y en las constituidas entre


organizaciones y Estados, no siempre toda la línea de comunicación está rota, así que para
poder resolver una controversia, el primer e indispensable paso, es identificar concretamente,
dónde está el conflicto de intereses, o las circunstancias de hecho que chocan entre sí,
afectando a una o ambas partes, lo que genera una relación adversa o el advenimiento de
consecuencias violentas. Identificar la controversia es el primero e indispensable paso para
resolverla.
2. Proponer la solución: se debe tener la iniciativa de proponer la solución, en todo
momento tener la actitud de resolver las controversias; para ello, de manera clara, congruente,
ordenada, pacífica y respetuosa se deberá dar a conocer a la otra parte, la perspectiva que se
tiene de la controversia, las razones que la están generando y las propuestas que se tienen
para que se solucione de manera justa, equitativa, digna, pronta y pacífica.

20
Artículo publicado en dos partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 23 y 30 de diciembre del 2016.

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Si bien es cierto, que no existe un listado de soluciones a las controversias, porque cada
una tiene sus particularidades, y su absoluta solución está en las formas diseñadas
específicamente para el caso en concreto; éstas pueden consistir en: a) El cese o la no
ejecución de algún acto o actitud, y b) La realización de alguna acción con ciertas
características, o la transformación positiva de una actitud. La propuesta de solución debe ser
totalmente clara y trasparente, asegurando que no sea sólo a beneficio personal, sino que
implique un ganar-ganar, esto es, en la propuesta de solución deberán estar presentes algunos
de intereses propios y también, algunos intereses de la otra parte. Esto implica que en las
controversias se deben dar concesiones, a fin de constituir un ganar-ganar, siempre que éstas
no atenten contra la dignidad humana, sean ilegales, o constituyan un menoscabo o nulidad
a derechos humanos. En la otorgación de estas concesiones –que tienen la finalidad de
resolver el conflicto- se debe tener perfectamente claro qué y cuánto es lo que se está
disponibles a ceder, acudir a una negociación sin identificar previamente qué es lo que se
quiere y qué se está dispuesto a dar es un grave error. Llevar propuestas y reconocer los
intereses propios es fundamental en la solución de conflictos.

* * *

Como se ha dicho, para que en todo momento las controversias constituyan aprendizaje y
beneficios, tanto personales como sociales, he sugerido tomar en consideración, básicamente:
1. Identificar el conflicto, y 2. Proponer soluciones de manera clara, congruente, ordenada,
pacífica y respetuosa; además:

3. Tener la total disponibilidad de escuchar, pues cuando se habla se dice algo que ya
se sabe, pero cuando se escucha se puede aprender algo diferente. En todo momento, se debe
tener una actitud de escucha activa, tratando de entender la perspectiva del conflicto
planteada por la otra parte, y buscar entender las circunstancias en específico que la llevan a
posicionarse en ese lugar del conflicto. La empatía permite formular propuestas de solución
que convenzan a la otra parte, para solucionar el conflicto de manera pacífica y pronta.

4. Tomar la decisión de manera informada: Una vez que ambas partes hayan
expresado sus interés, y propuestas de solución a la controversia, se debe tomar una decisión,
por lo que sugiero considerar: a) Informarse ampliamente sobre la esfera jurídica propia o la
del Estado u organización que se está representando, para que la solución no sea contraria al

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sistema jurídico; b) Cuando la controversia se dé entre Estados u organizaciones, asegurarse


cuáles son los alcances de las competencias para la toma de decisión, ya que en los sistemas
democráticos se debe privilegiar a la voz de la mayoría, sin que ello atente a los derechos
humanos e intereses fundamentales de las mal llamadas “minorías” c) Cuando la controversia
se suscite entre individuos, se debe decidir atendiendo a las convicciones propias, tomando
en cuenta que las personas profesionales en abogacía, psicología, entre otros, (que coadyuvan
para la solución de una controversia “facilitadores”) presentan un panorama amplio de cómo
se puede resolver, pero es la persona en conflicto quién toma una, varias o ninguna de las
alternativas que se le proponen, porque es esta última en la que recaerá las consecuencias de
la decisión; y

5. Tener la actitud de querer resolver la controversia: para poder llegar un acuerdo


que ponga fin total a ésta, que funcione, sea eficaz y represente un puente pacifico de
comunicación entre las partes, se debe de mantener un pleno interés por resolver el conflicto,
que será notable, considero, con el ejercicio de las siguientes actitudes: a) Proponer
alternativas libres de violencia, de estereotipos o acciones estigmatizantes; b) No
culpabilizar, sino asumirse como responsable del conflicto, y en consecuencia, ser parte de
la solución; c) Ser parte de la solución, por lo que en ningún momento las alternativas o
actitudes deberán representar otro problema; d) Cuando se trate de controversias entre
individuos, privilegiar la conservación armoniosa de la relación humana, sobre la imposición
de las emociones; e) Tener en cuenta que las controversias no son de carácter personal, sino
el choque de intereses opuestos sobre circunstancias o ideas, basadas en las experiencias y
expectativas de cada persona.

La concepción de controversia, como un propulsor de la transformación positiva de las


personas y de las sociedades, es darle oportunidad al dialogo, y resolver de manera pacífica,
equitativa y justa nuestras naturales y sanas diferencias.

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Entre la quimera y la posibilidad de la paz21


Fue Erasmo de Roterdan quien aseguró que la paz es la fuente de toda felicidad, la meta más
perseguida por los integrantes de la gran familia humana. El bien supremo y el fin último,
según Aristóteles. Para los teóricos del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad
de Granada, España, la paz nos hace disfrutar de nuestra condición de personas y existe en
todos los ámbitos de actuación de los humanos, aunque a veces esté bastante degradada.
Reflexionar sobre la posibilidad de una paz duradera y justa, y en consecuencia del logro
para un estado de “felicidad” en términos del World Happiness Report, estudio impulsado
por la Organización de las Naciones Unidas, es comprometernos a renunciar y a dejar de
hacer, en mayor proporción de lo que debemos trabajar. Se debe renunciar a la idea de que
existe un plan obligatorio, rígido y mecánico que garantice la paz, para alcanzarla se debe
prescindir de policías y fuerzas armadas. La paz contiene en sí misma una fuerza propia, que
debe promoverse y protegerse.
Para el antropólogo Clyde Klukhohn la guerra no es endémica, sino una perversión de la
naturaleza humana, aseveración que fue reforzada por el reciente estudio realizado por Kaley
Hamlin, psicóloga evolutiva de la Universidad de British Columbia, consistente en mostrar
a bebés una película de dibujos animados con tres personajes: un círculo, un cuadrado y un
triángulo, cada uno de ellos con ojos grandes y simpáticos. El círculo se esfuerza por subir
una colina, el triángulo se acerca y le da un empujón hacia la cima. Mientras el círculo sigue
adelante, llega el cuadrado, quien lo derriba de un golpe haciéndolo rodar cuesta abajo. A
continuación los bebés se les ofrecen juguetes con forma de triángulo bondadoso o cuadrado
malvado. Siempre eligen el bondadoso. Lo mismo ocurre cuando, utilizando marionetas, un
perro se esfuerza por abrir una caja, un conejo lo ayuda y otra marioneta cierra bruscamente
la tapa. Las observaciones se realizan con variaciones adecuadas para bebés de tres, seis o
nueve meses, siempre sentados en el regazo de su madre. La preferencia por el personaje
bondadoso se manifiesta incluso en los bebés de tres meses.
El mencionado estudio no es un caso aislado, el psicólogo de la Universidad de Harvard
Jerome Kegan, aseguró que la humanidad hereda una tendencia biológica fuerte para la
bondad, la compasión, la cooperación, el amor y el cuidado, especialmente hacia quienes más

21
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 30 de junio del 2016.

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lo necesitan. Este impulso de fraternidad y paz, es innata y es una característica biológica de


nuestra especie.
Desde las cruzadas hasta la guerra contra el terrorismo, pasando por la primera y segunda
guerra mundial, la humanidad ha experimentado que la violencia crea más problemas sociales
de los que resuelve, que la imposición unilateral de una idea, aún de aquellas que presumen
de nobleza devienen en amenaza, opresión y violencia a los integrantes de la gran familia
humana. La cultura de paz debe ocupar un lugar privilegiado en cada una de las decisiones
de nuestra vida, individual y colectiva, un instrumento de vitalidad para alcanzar la felicidad,
y un compromiso que a través de la sensibilidad, imaginación e inteligencia estemos en la
posibilidad de potenciar donde se encuentre y hacerla brotar donde no esté. Una paz que
recupere todos los espacios donde se ubica, que reconozca y empodere sus potencialidades
privadas y públicas.
Está en nuestras manos la posibilidad de tomar decisiones justas y pacíficas desde nuestros
espacios e instancias, para que la paz sea el horizonte de bienestar ético que nos guíe, y
determine nuestra manera de pensar.

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El responsable que habita entre la unidad y la paz22


Para el gran filósofo japonés Lao Tse, existen dos tipos de personas respecto a su relación
con las demás: el ser ordinario y el altamente evolucionado; el primero es tolerante, permite
o soporta algo que desaprueba; pero el segundo, no sabe qué es la tolerancia, porque para él
no hay nada que pueda llamarse otro, observa a todas las personas y a todo en cuanto habita
el mundo como parte de un gran sistema interconectado, lo que implica que el daño a
cualquiera de sus partes, por mínima que sea, impacta en lo general.
Es quizá en esta idea de Lao Tse donde se halla una de las explicaciones más nobles de lo
que es la unidad: comprender al mundo como un todo, y a todas las personas como integrantes
de una gran familia. Entiéndase a esta última, como el conjunto de personas vinculadas por
el parentesco, afinidad, afecto o solidaridad, que tiene como función la protección,
subsistencia y necesidades de sus miembros. La unidad supone la concepción de las personas,
como miembros de una gran familia, partiendo de que esta hipótesis no implica que todos los
miembros deban tener las mismas características físicas, nombre, aspiraciones o incluso
habilidades; es la diferencia de cada miembro, donde radica un motivo por el cual somos una
familia: que es probablemente la solidaridad lo que nos vincula, siendo las destrezas de cada
persona la herramienta que permite el ejercicio real fraterno.
Sin embargo, esa idea de unidad está hermanada a la de paz (ausencia de violencia -en
cualquiera de sus formas- o resolución pacífica de conflictos a través del diálogo). El pensar
que las diferencias jerarquizan a las personas y que la desigualdad de oportunidades es un
factor para utilizar a los integrantes de la gran familia humana, para la el alcance de los
intereses de unos cuantos, implica fracturar la ruta que conecta la unidad a la paz. Entre esos
dos conceptos habita un responsable, que puede sanar o reconstruir esa ruta, para que las
personas se conciban como integrantes de la gran familia humana, que sean sus habilidades
individuales herramientas para proveer a los demás de lo que no están provistos, y sea la
“diferencia” la libertad mínima de ser que tiene cada persona sólo por ser humano.
Aunque el Estado mexicano ha proveído de herramientas institucionales y legales para
reconstruir esta brecha entre unidad y paz, no es el Estado el principal responsable. Una de
las herramientas que permitió visibilizar las diferencias, sin que implicara discriminación o

22
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 4 de agosto del 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

estigmatización, son la integración de principios –sólo por citar algunos- como el de “enfoque
especial y diferenciado” contenido en la Ley General de Víctimas, “Igualdad ante la ley”
mandatado en el Código Nacional de Procedimientos Penales y el principio de “no
discriminación” establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
(CPEUM).
El responsable que habita entre la unidad y la paz, es el individuo, la persona en sí misma.
El compromiso cotidiano e integral con la humanidad implica la observación de un sistema
de instituciones y de derechos que conlleva los deberes de fraternidad e igualdad (artículo 3º
de la CPEUM y 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos); involucra que
desde cada persona se debe reconocer que no existe una naturaleza humana homogénea, y
que es la diferencia lo que une a las personas, lo que a la postre llevará a una paz real y
duradera.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

La cooperación en la sociedad mexicana del siglo XXI23


“Y sentí la obligación de ayudar, porque eran seres humanos como yo, y porque nosotros
teníamos que hacer las cosas”
Declaración de rescatista voluntario a La Jornada, el 19/09/1985.

Nelson Mandela creía que las personas nacen sin odio, que éste se aprende, así como también
se aprende a amar, y que el amor llega de manera más natural al corazón que su contrario.
Esta idea, de uno de los pacifistas más importantes en la historia de la humanidad, toma
fuerza con recientes estudios científicos que señalan que el ser humano no es hostil o
competitivo por naturaleza, sino altruista y cooperador.
Especialistas en antropología, psiquiatría, biología, sociología y medicina de la
Universidad de Washington, explicaron en el libro “Origins of Altruism and Cooperation”
(Orígenes del altruismo y de la cooperación) que la cooperación no es sólo un producto
derivado de la competición, o algo que se hace sólo porque ambas partes reciben un beneficio
a partir de ella, el altruismo y la cooperación son inherentes a los seres humanos.
En los capítulos más adversos de la historia de la sociedad mexicana, han quedado
inscritas muestras de altruismo y colaboración, que han aligerado aún las cargas más pesadas:
las marchas de estudiantes, intelectuales, trabajadoras domésticas, obreros y profesionistas,
para la democratización del país en 1968; los trabajos de rescate realizados por la sociedad
civil tras el terremoto en la Ciudad de México en 1985, los de San Juanico en 1984, los del
hospital infantil de Cuajimalpa en 2015, la multitudinaria marcha “Rescatemos México” en
julio del 2004, y las múltiples convocadas por la desaparición forzada de iguala en 2014; sólo
por citar a algunas.
La sociedad mexicana, ha demostrado que la unidad existe cuando un fin nos une, alejado
de las prácticas demagogas, de figuras públicas, de gobiernos, religiones, e incluso de leyes;
la unidad nacional está impulsada por esa naturaleza humana de apoyar al otro sin mirar su
origen étnico, su género, discapacidad, edad, condición social o preferencias sexuales; se
ayuda porque hay un impulso inherente que nos hace protegernos a nosotros mismos, y que
consientes o no, nos hace perseguir ideas tan nobles como justicia, dignidad y bienestar
social.

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 10 de febrero del 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

El altruismo no se aprende, y en consecuencia, la cooperación a nivel social no se dará


por un buen discurso, o por un gobierno convocante, tampoco por una figura popular. Para
el altruismo y la cooperación en México no hay precio, ni están al servicio de intereses
personales. La verdadera unidad nacional se da para hacer frente a los desastres, provocados
por la naturaleza o por las personas, y para lograr o hacer valer derechos y libertades.
Demostrado está que en México se trabaja por altruismo y dignidad, porque tenemos
sensibilidad, y también, mucha fuerza.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Una ecuación posible para el logro de una paz duradera24


“Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se
convierte en tu compañero.”
Nelson Madela

Nelson Mandela estuvo en prisión por 27 años, el delito que se le imputó fue el de
conspiración para derrocar al gobierno (lo que hoy valoramos como el trabajo que encabezó
para el fin pacífico del régimen del apartheid). Cuando alcanzó la libertad, tuvo la fuerza
popular para movilizar a la inmensa mayoría de su pueblo, para ejecutar acciones de
represalia contra quienes habían sido para él y para su país: los inquisidores, esclavistas y
responsables de la miseria. Pero la respuesta de Mandela fue: unidad. Estaba convencido que
para alcanzar una paz duradera y efectiva, y libre de discriminación, debía emprenderse un
trabajo de reconstrucción en Sudáfrica que incluyera a todo el pueblo, renunciando a la
reproducción de conductas que fueron la causa del trato diferenciado y opresor que en 1962
a él lo llevaron a la prisión de la isla Robben. Entendió que la única forma de frenar la
violencia en todas sus formas y dar libertad a su pueblo, era la de concientizar la libertad de
sí mismos: libres de toda venganza y odio.
En el camino a la paz y a la solidaridad, entre otros, el paso firme que México debe dar,
es el de reconocer que somos una gran familia, que tenemos deberes de solidaridad y
fraternidad los unos con los otros. El apoyo que podamos ofrecer a todas las personas sin
distinción alguna, no sólo significa el cumplimiento que nos señala la Declaración Universal
de los Derechos Humanos (art. 1) y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art.
32.1), sino debe ser primordialmente, la concientización de que la unidad entre las personas
y los pueblos garantiza la convivencia pacífica, justa e igualitaria, sobre las trampas que
promete la violencia en cualquiera de sus formas.
Como nación debemos entender, que son justo nuestras diferencias y nuestros conflictos,
los factores indispensables que deben unirnos. La paz no significa la ausencia total de
conflictos, sino la ausencia de violencia en cualquiera de sus formas, por lo que la resolución
pacífica de nuestros legítimos conflictos debe generar acuerdos conciliatorios. Nuestros
intereses opuestos se complementan entre sí, para generar la unidad de la que tanta necesidad
tenemos, para observarnos como hermanos de la gran familia humana. Esa unidad, a decir

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 12 de mayo del 2017.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

por Karl Popper, se puede lograr si practicamos todos los días el racionalismo, esto es, asumir
una actitud en la que predomine la disposición a escuchar los argumentos críticos y aprender
de la experiencia, fundamentalmente consiste en admitir que yo puedo estar equivocado y tú
puedes tener razón, y con un esfuerzo mutuo podemos acercarnos los dos a la verdad.
El trabajo por la defensa de los derechos humanos, las movilizaciones para participar más
y mejor en la política de nuestro país, y las acciones para lograr una procuración y
administración de justicia cada vez más transparente, justa y libre de toda corrupción, debe
ser racional, en el uso del diálogo y en el marco de legalidad, para no reproducir en la
sociedad civil o en el sistema gubernamental, lo que nos ha separado por tanto tiempo: el
sentimiento de odio y venganza.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Amor y bienestar como fuerza política-social25


¿Se puede liberar a un pueblo de uno de los imperios más poderosos en la historia de la
humanidad, sin recurrir a ningún tipo de violencia? Imperio que por más de un siglo atentó
contra la dignidad humana, anulando y menoscabando los derechos y libertades de millones
de personas; imperio que oprimió, esclavizó y masacró a miles de niñas, niños, mujeres y
hombres ¿Acaso el diálogo y el perdón tienen posibilidad ante un panorama así?
El pueblo de India demostró en su movimiento de independencia, que el amor es la
herramienta de trabajo más eficaz para hacer frente a la violencia y a la destrucción, que ésta
ofrece un armamento inagotable y siempre extensible, para aquellos que subordinan todos
los sentimientos al amor, y para quienes aman a las personas como a sí mismos. Sólo así, se
demostró, puede alcanzarse un orden social que hace a la vida digna de ser vivida.
Nacido el 2 de octubre de 1869 en Porbandar, en la Península de Kathiawar, Mohandas
Karamchand Gandhi, mejor conocido como Mahatma Gandhi, lideró el Movimiento de
Independencia Indio, convencido que la violencia no resuelve los problemas, y que las
decisiones basadas en venganza, multiplican el caos. Gandhi era de la creencia que la
desobediencia civil era el arma más efectiva para repeler leyes injustas, para lograrlo era
necesario recurrir a manifestaciones no violentas y retirar toda cooperación con un estado
que actúa con violencia, opresión y corrupción.
Las reacciones pacíficas y de NO-venganza, se mantuvieron en el pueblo de India, aún
ocurrida la masacre de Amritsar, matanza acontecida el 13 de abril de 1919, en la cual las
tropas británicas mandadas por el general Reginald Dyer ametrallaron a una multitud de miles
de niñas, niños, mujeres y hombres sijes, hinduistas y musulmanes desarmados, que estaban
reunidos en el jardín de Jallianwala para el festival de Vaisakhi (año nuevo). Las muertes
ascendieron a 379 y los heridos a 1137.
Mahatma Gandhi, estaba convencido que la discriminación se puede combatir instaurando
relaciones de amistad con todas las personas y también amando toda la vida como se ama la
propia, practicando el deber humano de fraternidad. Por ello, para que este deber se practique
en todos los pueblos del mundo, el trabajo con enfoque fraterno debe de privilegiarse en toda
decisión, para Gandhi implicaba eliminar hasta el mínimo deseo de hacer daño al prójimo.

25
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 8 de junio del 2016.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

El libertador Indio formuló el neologismo Satyagraha, que representa el trabajo, la


resistencia y la desobediencia civil de manera sistemática, sin atentar contra la dignidad del
otro. Para alcanzar la paz se debe trabajar constantemente con enfoque fraterno, no se puede
ser pasivo ante las injusticias sociales, y esa labor puede emprenderse con los conceptos
fundamentales con los que obró Gandhi: verdad, no-violencia, bienestar de todos, fuerza de
la verdad y fuerza interior; prevaleciendo así, la verdad y el amor entre las personas por
sobre la violencia y la opresión.

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Reconocimiento y ejercicio de derechos por la ruta de la paz26


La distancia que existe entre el reconocimiento de un derecho y la posibilidad real para su
ejercicio, a veces en muy larga. En ese espacio, existe el riesgo de manifestaciones de
exclusión, discriminación y anulación de libertades. Cuando un derecho consta en una norma
nacional o general, como lo es en una Constitución, es que se ha dado un paso contundente
para el logro de la legalidad en una población determinada, y en consecuencia, de la
formación de sociedades incluyentes y justas; pero, ¿Cómo construir un puente pacífico y
seguro, entre la norma y el ejercicio pleno de derechos y libertades?
El trabajo para el reconocimiento igualitario de la dignidad y derechos a las personas
afroestadounidenses, es uno de múltiples ejemplos de cómo trazar un mapa para el logro de
derechos y libertades con un método pacífico y fraterno. La Proclamación de la
Decimotercera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos en 1865, impulsada por
el entonces presidente Abraham Lincoln, aunque dio fin a la Guerra Civil Estadounidense
que dejó más un 1, 030,000 muertos, sólo significó la promesa para lograr un país libre de
trabajo forzado. Pese a la ratificación de la enmienda, la esclavitud persistió en sus múltiples
formas, las acciones y omisiones que distinguían, excluían y restringían a las personas
afroestadounidenses por el color de su piel, se potencializaron y permanecieron invisibles,
hasta que en la segunda mitad del siglo XX el movimiento por los derechos civiles en Estados
Unidos, mostró a todo el mundo que después de siglos de lucha, era tiempo de demostrar que
la no violencia y la fraternidad son la ruta para alcanzar el acceso pleno a los derechos civiles
y la igualdad ante la ley.
El líder del Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, Martin Luther King
Jr., estaba convencido que la erradicación de la segregación estadounidense y la
discriminación por el color de piel, que había obstaculizado, restringido, impedido y anulado
el ejercicio de los derechos y libertades de las personas afroestadounidenses, debía alcanzarse
a través de medios no violentos y con la sistematización de actividades pacíficas. El proceso
para alcanzar el acceso pleno a los derechos civiles y la igualdad ante la ley, debía evitar a
toda costa actos violentos, aún en las multitudinarias protestas debía prevalecer la dignidad

26
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 22 de julio del 2016.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

y fraternidad, anteponer la fuerza del alma sobre la fuerza física, invalidando así, hasta el
mínimo sentimiento de odio o rencor.
Sin embargo, la reacción de quienes se resistían a extender el acceso pleno a los derechos
civiles, fue altamente violenta. Uno de muchos actos, fue el ocurrido el 15 de septiembre de
1963 en Alabama, mientras personas afroestadounidenses realizaban oración en una Iglesia
Bautista, en la Calle 16 de Birmingham, un grupo de la asociación xenófoba del Ku Klux
Klan detonó una bomba matando a 4 niñas y decenas de personas heridas. A pesar de ese
devastador acontecimiento, el Movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos
confirmó que la violencia crea más problemas que los que resuelve, que las personas deben
evolucionar para resolver los conflictos con un método que rechace la venganza, agresión y
represalia. Para lograr un mundo con la capacidad de convivir en paz, tomando decisiones
con enfoque fraterno para abolir la desigualdad ante la ley, se debe incluir a todo ser humano,
aún a quienes hayan sido los opresores, como lo hizo el Movimiento por los derechos civiles
en Estados Unidos que rechazó la idea de desconfianza a las personas “blancas”. La libertad
es un logro mutuo y la justicia es una forma de reconciliación social.
Aunque hoy la población afroestadounidense sigue trabajando para el acceso pleno a sus
derechos y libertades ya reconocidos, han demostrado que la no violencia y la fraternidad
son las herramientas justas para el acceso a ellos, utilizando el fundamento que indicó Martin
Luther King Jr. en su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz: el amor.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

El feminismo y la paz27
Resultaría impreciso registrar con seguridad el momento en que nació la violencia contra las
mujeres, la mayoría de investigaciones coinciden que el origen de la discriminación por razón
de género data desde el desarrollo de las sociedades agrícolas sedentarias, en ese periodo las
mujeres se vieron marginadas, a palabras del filósofo Ambrosio García Leal, hasta alcanzar
una condición subhumana. La división sexual del trabajo, orilló a las mujeres a la
dependencia económica y con ello, el sometimiento forzado del sexo mujer, pasando de las
manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, y decidir,
incluso, sobre su vida. Según el Derecho Romano, del que se desprenden cánones base del
derecho civil contemporáneo, las mujeres eran objeto, propiedad de por vida del poder
masculino, ya sea del padre, del suegro o del esposo.
Desafortunadamente, la violencia contra las mujeres no es propia de un periodo o de una
región, ha evolucionado menoscabando y anulando su dignidad a lo largo de la historia,
infligiendo daño psicológico, físico, patrimonial, económico y sexual; en todas las esferas,
en el trabajo, en la escuela, en las calles, y en la familia. La Organización de las Naciones
Unidas expuso que hasta el 70 por ciento de las mujeres en el mundo experimenta violencia
en el transcurso de su vida. La forma más común de violencia experimentada por mujeres a
nivel mundial es la violencia física infligida por una pareja íntima, incluyendo mujeres
golpeadas, obligadas a tener relaciones sexuales o abusadas de alguna otra manera. Mientras
escribo estas líneas, en alguna parte del mundo están aconteciendo violaciones sexuales, trata
de personas, infanticidio femenino, castración parcial o total, ablación de clítoris, acoso u
hostigamiento en organizaciones masculinas.
¿Cómo se ha hecho frente a toda esa violencia? ¿Cómo han reaccionado las mujeres a los
milenios de violencia, opresión y discriminación por el sólo hecho de haber nacido mujeres?
¿Utilizaron esa violencia y esa exclusión para erradicar a su opositor, el patriarcado? El
feminismo, fuerza política, cultural, económica y social que ha tenido como objeto central el
reconocimiento de los derechos y libertades de las mujeres, su pleno ejercicio en un marco
de equidad y el respeto de la dignidad humana, ha logrado con trabajo constante, discusión
crítica y visión -pese a la resistencia de quienes prefieren conservar del patriarcado sus

27
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 29 de julio del 2016.

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privilegios y concesiones- derechos que hoy día a día se fortalecen, como el derecho a votar
y ser votadas; participar en la vida política, con todos los alcances que posibilitan los países
democráticos; su autonomía en el ejercicio de sus derechos económicos; la libertad de elegir
sobre su cuerpo, ejerciendo plenamente sus derechos sexuales y reproductivos.
El feminismo, utilizando la resistencia ante los roles irrazonables del patriarcado,
empujando las decisiones autónomas ante las agresiones naturalizadas del machismo y
trabajando sin descanso desde hace más de tres siglos, ha demostrado que no es en la
venganza, la represalia ni en la trasformación de la violencia en donde se halla la respuesta;
no en la discriminación, ni en la culpa. Nancy Cott, historiadora de las universidades de Yale
y Harvard, ha sostenido que el trabajo del feminismo no es la de rejerarquizar los sexos, sino
la de alcanzar la igualdad jurídica entre la mujer y el hombre.
Los discursos de Emmeline Pankhurst (una de las primeras sufragistas neoyorquinas), la
monumental obra de Simone de Beauvoir y el sobresaliente pensamiento de Judith Butler,
son un reducido ejemplo de las decenas de pensadoras y activistas que han defendido el
pensamiento feminista, permitiendo así, que niñas y mujeres les sea respetada su vida, su
integridad física y psíquica, su libertad y la igual protección ante la ley y de la ley.
Notablemente hay mucho trabajo por hacer, mujeres y hombres deben sumarse a la ruta del
diálogo y la paz, para que en el mundo, en nuestro país y en nuestra propia casa, las mujeres
estén libres de violencias, reconociendo sus derechos y libertades, y el ejercicio total de su
dignidad.

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Las razones prácticas de la paz como norma e idea28


Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de principio
a una legislación universal
Immanuel Kant

Datos sobre la incidencia delictiva en México, aportados por el Secretariado Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, informan que del año 2011 a marzo del 2016, han
acontecido un total de 98 mil 406 homicidios, y hasta diciembre del año 2015 se han
contabilizado 26 mil 898 personas desaparecidas o no localizadas, de acuerdo con un informe
del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas; todo ello,
sumado a un número abrumador de delitos como lesiones, y otros patrimoniales como de
robos común, de ganado, en carreteras y en instituciones bancarias. Y esta no es sólo una
percepción interna, en el Global Peace Index, estudio realizado por el Institute for Economics
and Peace, determinó que el promedio de paz en México es similar al registrado en países
como Venezuela, Israel, Mali y Burundi, colocándose en el ranking de paz global en la
posición 142 de 162 países evaluados.
Las personas tenemos derecho a la paz, no sólo las naciones; este derecho no debe
pensarse desde las relaciones internacionales, sino comprender su alcance al individuo. Para
la United Nations Educational, Scientific and Cultural organization, el derecho a la paz
engloba a la seguridad humana y a vivir en un entorno seguro y sano; el derecho al desarrollo
y a un medio ambiente sostenible; el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de
conciencia frente a las actividades que supongan amenazas contra la paz; el derecho a la
resistencia contra la opresión de los regímenes que violan los derechos humanos; el derecho
a exigir a todos los Estados un desarme general y completo; las libertades de pensamiento,
opinión, expresión, conciencia y religión; el derecho al refugio; el derecho a emigrar y
participar en los asuntos públicos del Estado en que se resida; y el derecho a la justicia, a la
verdad y a la reparación efectiva que asiste a las víctimas de violaciones de los derechos
humanos.
Los alcances del derecho a la paz han sido reconocidos por el Estado mexicano, a través
de su legislación fundamental y con la adopción de normas internacionales relativas a

28
Artículo publicado en cinco partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 20 y 27 de octubre del 2017, así
como el 3, 10 y 17 de noviembre del 2017.

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derechos humanos, así como con el establecimiento de leyes secundarias que han pretendido
darle mecanización a los derechos fundamentales; sin embargo, se debe reconocer que algo
se está haciendo mal en la implementación y respeto a todo ello. Si el siglo XX es reconocido
por el establecimiento normativo fundamental de la humanidad, el siglo XXI nos exige a
pensar en el cómo y no del porqué para alcanzar el ejercicio real de los derechos humanos,
entre los que se cuanta al derecho a la paz (derecho síntesis de todos). Ahora bien ¿Qué
mecanismos deben implementarse para que la paz, con todos sus alcances conceptuales-
normativos, sea inherente a la vida de todas las personas?
El ejercicio real del derecho a la paz, se logrará cuando se alcance la reconceptualización
de la paz como derecho fundamental, con la reestructuración dimensional de los derechos
humanos, con la reingeniería de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
y, con el cambio de paradigmas respecto a la institucionalización de la legalidad, para que
sea la paz el motor que impulse las acciones de la sociedad civil y a las funciones de los
órganos gubernamentales, así como a las competencias de quienes lo integran; sea la paz, la
meta en la labor de la reestructuración de la democracia, y así, lograr una de las aspiraciones
más preciadas por la humanidad de todas las eras: una paz justa y duradera.

* * *

Existen dos retos principales a los que se enfrenta la instauración de una paz justa y duradera.
El primero de ellos, tiene que ver con su conceptualización, la forma en la que se entiende a
la paz desde la dimensión de las ideas, y el segundo, es el problema de la institucionalización
de la paz como derecho humano (un ejercicio eficaz para dar cumplimiento a una prerrogativa
que fue considerada en un tercer plano, de una errónea estructura generacional).
En el ingenio de José Tuvilla Rayo aparece una idea progresista sobre lo que debe
entenderse por paz, indicando que ésta es “la conjunción de Desarrollo, Derechos humanos,
Democracia y Desarme, mostrando que la ausencia de cualquiera de éstas, constituye un
factor de violencia”. En este sentido, la paz supone un proceso de fortalecimiento de cada
uno de esos factores que viven interrelacionados, para así, observar a todo ser humano en un
ambiente seguro y poseedor de su proyecto de vida. Es el mismo Tuvilla Rayo, que clasifica
a la paz desde dos dimensiones: una negativa, que implica la ausencia de conflictos, y una
positiva, que significa la erradicación de todos los elementos que laceran la dignidad de la

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

persona, como la pobreza, las carencias democráticas, la falta de impulso para el desarrollo
de las capacidades humanas, las desigualdades estructurales, el deterioro del medio ambiente,
las tensiones y los conflictos étnicos, así como la inaplicación de los derechos humanos.
A decir por Adam Lopatka, una paz justa se alcanzará cuando se logren eliminar todos
esos elementos, que propician la germinación de conflictos que devienen en guerras. Además,
se debe considerar el contenido práctico de otras ideas, como las de carácter normativo, un
ejemplo es el anteproyecto del Pacto que consagra la Tercera Generación de los Derechos
Humanos, elaborado por la Fundación Internacional de los Derechos Humanos, donde se
establece que el acceso a la paz para todas las personas, circunscribe –entre otros- “el derecho
a oponerse a todo guerra, y en particular, a luchar contra la humanidad; de negarse a
ejecutar durante un conflicto armado una orden injusta que viole las leyes de la humanidad,
y el de luchar en contra de toda propaganda a favor de la guerra”.
Dentro del orden de ideas hasta ahora expuesto: pensar en la paz implica hablar del
ejercicio de derechos humanos, por lo que el problema esencial radica en el cómo desarrollar
una estructura práctica que permita el acceso efectivo a la paz. Si analizamos a la paz desde
la perspectiva jurídica, hallamos que ésta no puede pensarse desde el aspecto coercitivo que
reviste, en cierto modo, la positivización de la norma o la aplicación por la fuerza por parte
del Estado, pues como lo dijo Albert Einstein: “la paz no puede mantenerse por medio de la
fuerza”. El ejercicio de la paz debe entenderse, para su práctica, desde un moderno sistema
normativo que garantice figuras tan complejas de institucionalizar o mecanizar –más no de
imponer- como la dignidad humana y la fraternidad.
Se presenta entonces un problema: ¿Cuál es el listado de pasos –señalados de manera
detallada y fina- que deben tomarse por parte del individuo, de la sociedad civil y del Estado,
para alcanzar un ejercicio pleno del derecho a la paz?

* * *

"La pregunta más urgente y persistente en la vida es:


¿Qué estás haciendo por los demás?”.
Martin Luther King
La paz en su dimensión positiva (erradicación de todos los elementos que laceran la dignidad
de la persona), requiere de un trabajo constante, incluyente, metódico, en el que se
distribuyan las competencias propias de cada sujeto para su eficacia: Estado, sociedad civil

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e individuo. Para vivir en un mundo en el que cada persona ejerza su derecho al libre
desarrollo de la personalidad, se apropie de su proyecto de vida tomando decisiones
autónomas, fomentadas y protegidas por el Estado, respetadas por la colectividad y
concientizadas en lo individual para que las practiquen los demás, se requiere de una
contribución que no excluye a persona alguna.
El primer paso que se tiene que dar, es el reconocimiento de la paz desde lo individual,
que se dará a través de la captación de la conciencia propia, lo que Sartre denominaba el ser
para sí. Para vivirnos en paz en la acción social (como sujeto activo en el aspecto práctico):
se requiere realizar una acción a favor de otra persona, que le permita el conocimiento o
acceso de uno de los derechos que engloba la noción jurídica de paz, y cuando pasado un
tiempo recordamos lo hecho, vivimos conscientemente el nosotros mismos de forma
temática, por lo que la concientización de la paz se alcanza, cuando nos miramos a nosotros
mismos trabajando por la paz.
El trabajo por la paz desde lo individual alcanza su cúspide cuando el sujeto pasivo
(receptor de la acción pacifica en su vertiente positiva), es una persona “desconocida” con la
que no se tiene relación social directamente, pero que es reconocida como parte del tejido
social e integrante de la familia humana, lo que Kant pensaba como un imperativo categórico
no condicional de su ética formal “la buena voluntad”, y que además integra la noción
normativa que refieren los deberes de las personas para con la humanidad que establece la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (Artículo 32.1) y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (Artículo 1º), que a la luz de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos es uno de los criterios en los que está sostenido el sistema
educativo nacional: “la convicción del interés general de la sociedad, los ideales de
fraternidad e igualdad de derechos de todos” (Artículo 3-II-c).
Lo que conecta el trabajo individual por la paz con el colectivo (constituido como sociedad
civil), es la transformación de la conciencia del “ser para sí” en la observancia de la “unidad
de vida” a la que se refería Bergson, para que esa conciencia de sí, se imponga a la materia
(tiempo como unión de conciencia) “conciencia unificada” que se materializa en la acción
social auto-constituida y auto movilizada (esto es, no sólo la sociedad civil legalmente
constituida), ello determina una realidad solidaria incognoscible y por tanto muy compleja

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de justificar en el establecimiento de normas jurídicas y en la institucionalización del derecho


a la paz para alcanzar su plena efectividad.
Es justo esa conexión la más ambigua: la que se da del trabajo por la paz de la sociedad
civil con el Estado. Según la teoría hegeliana, la sociedad civil se entiende desde tres niveles:
legalidad, pluralidad, asociación y publicidad, y esa conexión a la que me refiero –para
Friedrich Hegel- se logra con mediación ¿Será?

* * *

"Hay cierta paz en ser lo que uno es, en serlo por completo”.
Ugo Betti

La idea de sociedad civil tiene una larga historia en la literatura política: Hobbes, Locke,
Rousseau, Kant, Hegel, Gramsci y Marx, la abordaron no siempre con el mismo significado.
La teoría hegeliana sobre sociedad civil es crucial, para el diseño de mecanismos que hagan
eficaz el derecho a la paz, porque piensa a la sociedad civil desde tres niveles: legal, plural y
de asociación. En el ingenio de Friedrich Hegel aparece la mediación como el puente que
conecta a la sociedad civil con el Estado; mientras que el filósofo de Stuttgart, comprendió a
la sociedad civil como el “desarrollo del espíritu”, una lógica civil resultante de la amenaza
al extravío de la moral a la fragmentación social y la supremacía del Estado.
La forma en la que la sociedad civil se relaciona con el Estado, está directamente vinculada
con la esquematización de los deberes humanos, con las actividades realizadas por la
sociedad civil en defensa y promoción de los derechos que integran el acceso a la paz, por lo
que resulta esencial pensar en una reconstrucción sistemática de sus presupuestos
estructurales. Sin un análisis científico-social de la estructura de la dinámica de la sociedad
civil en la defensa y promoción de los derechos que integran la idea de paz desde el
pensamiento jurídico, no se tiene forma de evaluar la generalidad de un determinado vínculo
entre un deber humano positivado en una norma vinculante para el Estado mexicano, como
lo es la Convención Interamericana de Derechos Humanos, con la acción social.
Las principales actividades que desarrolla o podría desarrollar la sociedad civil en la
defensa y protección sobre los derechos que engloba la noción jurídica de paz, son: 1. Brindar
asesoría jurídica; 2. Sensibilizar e instruir a servidores públicos en materia de derechos
humanos; 3. Desarrollar campañas sistemáticas, que promuevan la defensa y respeto de estos

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derechos; 4. Plantear propuestas a nivel institucional, que promuevan el respeto, protección


y su garantía; 5. Evidenciar públicamente violaciones a éstos derechos, generadas por
prácticas autoritarias del poder público; 6. Realizar gestiones administrativas, políticas y/o
legales para prevenir o cesar de manera inmediata posibles violaciones a los derechos que
engloban la noción jurídica de paz; 7. Emitir opiniones técnicas en las que se aporten
elementos que resulten jurídicamente trascendentes en materia del derecho a la paz, al
momento de que un juzgador resuelva sobre asuntos jurídicos (Amicus curiae); 8. Impulsar
el derecho de la ciudadanía de iniciar leyes o decretos que protejan y garanticen el ejercicio
pleno de estos derechos, y 9. Gestionar redes interinstitucionales para la atención, asistencia
y protección integral de víctimas por violaciones a sus derechos que engloba la noción
jurídica de paz.
Para encuadrar estas actividades con el deber humano de fraternidad, es menester
desentrañar las particularidades que se vinculan entre sí, como que: (1) No son actividades
lucrativas; (2) No representen una obligación para la sociedad civil, sean voluntarias; (3) El
interés principal es la defensa de los derechos que engloba la noción jurídica de paz, y (4) No
se hace especial distinción por motivo de sexo, edad, condición social o cualquier otra, parte
de la generalidad de ser humano.
* * *

"Hemos insistido en que el desarrollo cívico de nuestros países, en particular el


de México, depende de la calidad del debate público: la capacidad de discutir,
fundamentar y argumentar racionalmente”.
Enrique Krauze
La sociedad civil en el siglo XXI se constituye como parte responsable en la construcción de
relaciones pacíficas, conformada por grupos que comparten miembros en común y que a
través de la movilidad, son capaces de estructurar una democracia estable, que frene el
dominio permanente de una persona o un grupo de ellas, así como una infalible contención
contra movimientos antidemocráticos. Los aportes de la sociedad civil para la construcción
de una paz duradera y efectiva, pueden calificarse por su transcendencia dentro de las
instituciones del Estado o por su participación en la forma del Estado mismo.
El concepto de Estado, a decir por Manuel Atienza, está vinculado, naturalmente a la idea
de coacción, fuerza, lo que nos permite distinguir los alcances de las normas jurídicas, que
son respaldadas por el poder del Estado, y que constituye la región en la que transita, hasta

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cierto punto, la acción de la sociedad civil: movimientos sociales para la expansión de


derechos, defensa de la autonomía de la sociedad y del individuo -y para mayor
democratización- el mantenimiento vivo de una cultura liberal. Cuando se piensa en los
alcances de la acción de la sociedad civil para lograr una paz justa y efectiva, se debe
contemplar, además, en los otros dos campos que la circundan: la economía y el Estado. Para
Alexis de Tocqueville, sin la participación activa por parte de los ciudadanos en instituciones
igualitarias y en asociaciones civiles, así como en las organizaciones políticas relevantes, no
habría forma de conservar el carácter democrático de la cultura política o de las instituciones
sociales y políticas.
Como se ha dicho, el Estado tiene el poder, la fuerza para aplicar la dimensión coactiva
de la norma jurídica, bajo la concepción de “Estado de derecho”; sin embargo, para calcular
los alcances que tiene la acción de la sociedad civil en los estados democráticos, debemos
pensar en el cómo el Estado recibe estas acciones de la sociedad civil (sin coacción, con
consenso). Por ello, es indispensable que la legislación sea la dimensión abstracta suprema
en la toma de decisiones; leyes que abracen la acción social para beneficio de la mayoría,
esto implica dos líneas de análisis del Estado en relación con la sociedad civil: por un lado,
la noción del Estado construido para el bien común y de acuerdo a las leyes pre-establecidas
(sub lage), y por el otro, la participación de la sociedad civil en la creación de leyes (per
lege).
La construcción de la paz, a través de las competencias del Estado, está directamente
relacionada con la forma de gobierno y su relación con la acción social, así como del respeto
al Estado de derecho y el nivel de intervención de la sociedad civil al establecimiento de
leyes (mismas que aplica el Estado para limitar las acciones de la sociedad y las funciones
de éste). La paz no se construye con fuerza, coacción, y es poco lo que se puede lograr
promulgando nuevas leyes. La paz se alcanzará cuando se concientice la importancia de
trabajar por ésta en lo individual, para reconocer los alcances de la libertad del ser humano;
de la comunicación del individuo con otros; la participación del individuo en sociedad
organizada, y los consensos basados en el dialogo de la sociedad con el Estado.

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La paz, entre la violencia simbólica y la dominación legal29


La paz puede analizarse desde dos perspectivas, una negativa y otra positiva, la primera se
logra a la ausencia de conflicto, de guerra; mientras que la segunda, supone el respeto a los
derechos humanos de cada individuo, la materialización de los ideales de igualdad, libertad
y justicia. El logro de la paz positiva enfrenta retos prácticos, difíciles de desentrañar desde
una sólo disciplina. Si bien es cierto, que el derecho a la paz incluye los mismos factores que
encuadra la paz positiva, su análisis exclusivamente jurídico resulta parcial y ambiguo.
La pretensión de calcular la importancia de la paz en las sociedades, está sostenida por
una característica esencial del ser humano; según Grocio, el ser humano es el único ser con
un “appetitus societatis”, o sea, tiene la tendencia hacia una vida pacífica y ordenada de sus
semejantes. Bajo esta idea, es en las relaciones pacíficas (no violencias y cuidado a la
dignidad humana) lo que explica la existencia de determinadas ideas y valoraciones que
explican si una acción u omisión es justa o injusta. Ahora bien, para observar los retos que
enfrenta la paz en su perspectiva positiva, se han de descifrar los factores que integran el
conflicto, qué es lo que genera la lucha, desde qué estructuras o campos nace el problema
que deviene en violencia; por lo que, conocer en un primer acercamiento, qué es lo que
imposibilita la paz, nos dará luz sobre lo que debe dejar de practicarse, o en su caso, qué es
lo que ha de accionarse para la efectividad de la paz en la humanidad.
Desde el pensamiento de Pierre Bourdieu, el origen del conflicto se presenta en la
estructura de la sociedad, conformada por clases sociales y son, esas relaciones entre las
clases sociales, donde se encuentra el choque violento “de lucha”. Las relaciones sociales no
sólo se contemplan desde la producción o propiedad de ciertos bienes como lo pensó Marx,
sino en un aspecto simbólico, esto es, con el uso agresivo de ciertos signos. Para Bourdieu,
esa forma de agredir recibe la denominación de violencia simbólica, aquella generada por
quienes se posicionan como dominantes en determinada relación social, es invisible y
portadora subterránea de fuerza, caracterizada por la reproducción de los roles sociales,
estatus, género, posición social, categorías cognitivas, representación evidente de poder y
estructuras mentales, reproducidas por un sistema concebido invisible por el individuo y que,
sin embargo, lesera su dignidad y el libre desarrollo de su personalidad. La violencia

29
Artículo publicado en tres partes por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 24 de noviembre del 2017, así
como el 1 y 8 de diciembre del 2017.

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sistemática mientras agrede procesa nuestra subjetividad, construye lo que somos, nuestra
personalidad. Estamos educados con violencia.
Esa violencia invisible, ejercida a través de la dominación, del ejercicio del poder, está
tendida en todas las relaciones sociales, a lo que Michel Foucault denominó “microfísica del
poder”, y que pueden estar distribuidas en campos (diferenciación de actividades sociales
creadoras de subespacios sociales jerarquizados), y es, justo en esa espacio en específico, en
la “jerarquización”, donde impacta la violencia: relación por acción u omisión del dominante
respecto al dominado. Si entendemos a la dominación a partir del ingenio de Weber, se ha de
afirmar que es la obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas sumisas,
presente en un aspecto global: procedimientos colonizados, utilizados y transformados por
todos los integrantes de una sociedad; en razón de ello, se presume desde el estructuralismo,
que la violencia es parte de nuestro ser, no inherente al espíritu por decir de Hegel, pero sí
identificable en la genealogía del individuo ¿Situación reversible?

* * *

Para entender la profundidad de la violencia en las sociedades, es necesario desentrañarla de


lo que Michel Foucault denominó “microfísica del poder”, y para reconocer sus alcances, es
preciso observarla a través de la “violencia simbólica”, término construido por Pierre
Bourdieu. Como se ha dicho, para el análisis integral de la paz, es menester abordar a la
violencia desde diferentes enfoques disciplinarios, con este estudio, eso se pretende.
Pensar a la violencia desde la ciencia política, cobra múltiples matices a partir de la
perspectiva que se elija para su abordaje, para efectos de éste análisis, se hará a luz del Estado.
Por Estado –a decir por Max Weber- debe entenderse, como un “instituto político de
actividad continuada, que mantenga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la
coacción física para el mantenimiento del orden vigente”. Esa coacción referida, es la que
debe analizarse con mucho cuidado para responder la presencia de la violencia, al menos para
descifrar, el choque entre la autoridad y el gobernado. No obstante, la coacción física no es
la única que utiliza el Estado en su función de “ordenador de las sociedades”, sino de una
fuerza lo suficientemente sutil como para generar una obediencia que transcurra como si el
contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de su conducta.

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El concepto de “hegemonía cultural” encierra en gran medida a lo que me refiero: la


construcción de sociedades homogéneas a partir de la clase dominante, cuya cosmovisión
(creencias, moral, explicaciones, percepciones, instituciones, valores o costumbres) se
convierte en la norma cultural aceptada y en la ideología dominante, válida y universal. Por
lo que se puede advertir, que una consecuencia de la hegemonía cultural es la de suprimir la
pluralidad y, hasta cierto punto, el libre desarrollo de la personalidad, ejerciendo violencia
indirecta y no físicamente directa, que emplea el "dominador" sobre los "dominados", los
cuales no la evidencian o son inconscientes de dichas prácticas en su contra.
Si pensadores como Pierre Bourdieu, Marx y Gramsci estaban en lo correcto, en que la
lucha el “choque” se da por la jerarquización de las sociedades, se debe replantear si en la
idea de “igualdad” está la respuesta en cómo se deben pensar las sociedades pacíficas. Sin
embargo, para Jürgen Habermas, la medula del conflicto no está en la jerarquización de la
sociedad, sino en la comunicación efectiva entre sus integrantes, a lo que denominó
“condiciones ideales de diálogo”, que son las que resultan necesarias para llegar a un acuerdo:
idea que naturaliza el origen del conflicto pero halla la solución a éste sin que medie conflicto,
concentrando así, postulados como el de no violencia (según el cual el proceso de debate deja
de ser racional cuando se hace bajo amenaza), el de igualdad (según el cual los actores del
debate deben tener igual acceso a la información pertinente para el diálogo) y el de seriedad
(según el cual el objetivo del debate ha de ser llegar a un acuerdo).
De este modo, observamos hasta ahora, que la violencia no se halla en la génesis del
conflicto, sino en el planteamiento de su solución, lo que en parte, el Estado de derecho
pretende: dejar al amparo de la ley derechos fundamentales de personas para que se
restituyan, y en su caso, se resuelvan conflictos por un tercero (Estado) legitimado y poseedor
de la voluntad contractual de sus gobernados, esto es, la aceptación de la limitación de
libertades, para la preservación pacifica de las sociedades. Sin embargo, resulta fundamental
observar qué implica la garantía de la paz por la ley, cuáles son sus límites y en qué casos
particulares se presenta una colisión entre paz y libertad. Entre individuo y Estado.

* * *

Las formas de dominación al ser humano, van desde las que están conformadas por la
voluntad del dominado (tradicional, racional y carismática –según Weber-), hasta las que se

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desprenden de una violencia sutil e imperceptible (simbólica –a decir por Bourdieu-). El


logro de la paz, no está en “luchar” contra esa dominación, dirigida a quién ostenta el poder
o sobre quien se halla en la obediencia –que está presente en toda relación, como lo escribió
Foucault-, sino, en la emancipación del individuo al aprendizaje de “choque” o violencia para
interactuar con el otro. Habermas ha sostenido que el diálogo constituye la forma ideal de
comunicación, cuando se reconoce mutuamente la plena igualdad de seres libres y
responsables; responsabilidad entendida a partir del reconocimiento y respeto a los derechos
y libertades del otro, consagrados en un sistema de normas convencionales. La paz se
construye a partir del ejercicio del diálogo entre personas autónomas y responsables.
La organización política, constituida como Estado, posee el monopolio para instaurar la
vigencia de esas normas convencionales: la conducta validada por el soberano (en una
democracia: el pueblo); instauración que –incluso con el uso de la fuerza- tiene límites
previstos en la propia norma convencional. Desde el ingenio de Platón, apareció la idea de
que la toma de decisiones basadas en la ley, es superior a las tomadas a la sombra de una
persona. Donde se respeta la ley, se impide que el gobernante ejerza su poder en defensa de
intereses privados, para proteger al ciudadano del arbitrio del Estado. Una legislación
instituida a partir de la convención, impide la autocracia (creación y desarrollo de la
estructura gubernamental para satisfacer los propios deseos de ésta). Un buen gobernante es
aquel que observa las leyes dentro de los límites formales y materiales establecidos por un
orden Constitucional, prescindiendo de la posibilidad de la tiranía; García Máynez lo
entendió como validez de la norma: cumplimiento irrestricto de las exigencias del precepto
jurídico, por los sujetos a quienes se dirige (gobernante y gobernado).
La ley representa la máxima expresión de la voluntad del pueblo, que es posible interpretar
a partir de una concepción positiva o negativa de la libertad. Respecto a la primera, Rousseau
pensó: "soy libre cuando me someto a las leyes, porque al observarlas, acato la voluntad
pública, que es tan mía como la de cualquier otro"; mientras que la interpretación de la ley
a partir de la concepción de una libertad negativa, supone que el derecho solamente está
compuesto por prohibiciones, tal y como lo pensó Hegel, e igualmente sostenido por Hayek:
“las leyes son imperativos negativos o prohibiciones”. Pensar a un gobernante que no respeta
esas limitaciones, cuya dominación se pretenda legitimar a partir de su carisma o de
tradiciones, y no racionalmente (por los alcances circunscritos por el sistema jurídico), esto

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es, suponer que en su “personalidad” se halla sabiduría y benevolencia como un padre para
con sus hijos –que a decir por Kant- se estaría frente al peor despotismo que se pueda
imaginar.
El gobernante que basa sus decisiones según sus creencias, jerarquizando su “sabiduría”
sobre el sistema jurídico, no logra la instauración de una paz justa y duradera, por el contrario,
siembra la semilla del terror. Según Isaiah Berlin, el totalizador (quien no respeta los límites
de la norma jurídica convencional) asume ideas heroicas para “construir un mundo mejor”
(Lenin, Stanlin, Hitler, Mao, Pol Pot). El absolutista “cree” tener ocurrencias “heroicas” por
las que vale pagar cualquier precio para alcanzarlas, a las que sólo los estúpidos se resisten,
por ello se les debe persuadir, si su resistencia persiste se impondrán leyes para contenerla, y
si con ello no es suficiente, se utilizará la coacción, la violencia. La carnicería.

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Mecanismos alternativos de solución de controversias30


Los mecanismos alternativos de solución de controversias son todas las formas que resuelven
un conflicto a través del dialogo, en un marco de legalidad, dignidad y equidad, procurando
la reparación del daño de la víctima y la restauración del tejido social. Estos tienen su
fundamento en el párrafo cuarto del artículo 17 Constitucional, y en la Ley Nacional de
Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias en materia Penal.
Es además, en la Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las
Víctimas del Delito y del Abuso de Poder, adoptada por la Asamblea General de la ONU en
noviembre de 1984, donde se fijó que los mecanismos alternativos para la solución de
controversias (mediación, arbitraje y prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas)
facilitan la conciliación y la reparación a favor de las víctimas. Esta respuesta a los hechos
que la ley considera como delitos, presupone la redefinición del sujeto afectado por las
conductas ilícitas, la “reapropiación” del conflicto por sus protagonistas, y el fin de la
denominada “reserva de acción estatal” ante todas las disputas sociales, ya que ésta sólo se
producirá si con ello se reduce o inhibe la violencia ocasionada por aquellas.
Los mecanismos alternativos para la solución de controversias no sólo son auxiliares o
complementarios de la administración de justicia penal, sino que su utilización es preferente
al proceso judicial, es decir, su uso es prioritario en relación con éste. Estos mecanismos son
un complemento de la justicia penal no su reemplazo, por lo que vale el espacio hacer
mención, que uno de los principios del derecho penal es el de “ultima ratio”, éste indica que
los instrumentos que impliquen el menor uso de violencia son prioritarios. Por ello, no se
puede negar la importancia del dialogo para la resolución de conflictos, más aún, para
garantizar el derecho de acceso a la justicia de las víctimas, que por medio de los mecanismos
alternativos, tienen un medio institucional más para obtener reparación a los daños que se les
ocasionan por la comisión de un hecho que la legislación penal vigente considera como
delito.
El Grupo de Expertos de la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal del
Consejo Económico y Social de la Organización de las Naciones Unidas, reconoció la amplia
gama de opciones de justicia basadas en el dialogo para resolver un conflicto en las que se

30
Artículo publicado el publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 9 de junio del 2017.

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repare el daño, así como su carácter evolutivo y la importancia de las investigaciones y el


intercambio de información para fortalecerlos.
Resolver nuestras legítimas diferencias, y hacer frente a aquellos acontecimientos que
suponen la comisión de un delito, a través de los mecanismos alternativos de solución de
controversias, es adentrarse a una forma moderna del sistema jurídico, a conocer una forma
justa de cómo resolver un conflicto alejado de los arcaicos conceptos de venganza y
represalia; es concientizar que la solución de conflictos a través del dialogo, siempre en un
marco de legalidad, equidad y dignidad, es duradera y ofrece mayores beneficios que la
estigmatización. Con los mecanismos alternativos de solución de controversias, no sólo se
trata de despresurizar al sistema jurídico, se trata de darle una oportunidad real a la reparación
del tejido social y a la institución de la cultura de paz, que procure una vida de respeto y
fraternidad.

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La policía como agente pacífico y garante de derechos humanos31


“Puesto que las guerras nacen en la mente de las personas, es en la mente de
las personas donde debe erigirse los baluartes de la paz”.
Declaración de la Cultura de Paz. ONU.

La paz no significa la ausencia de nuestras legítimas diferencias o la inexistencia de


conflictos; el ejercicio de la paz es el tránsito entre los naturales conflictos y su resolución, a
través de un proceso proactivo, dinámico, positivo y participativo, donde impera el diálogo
y el respeto, generando relaciones humanas igualitarias, con trato digno, incluyentes y
solidarias.
Sin embargo, históricamente se ha renunciado al diálogo para la solución de conflictos, lo
que ha dado como consecuencia estallidos de violencia que han generado más problemas que
soluciones, deviniendo en miseria, dolor y masacre; por ello, el Estado cumple -entre muchas
otras- con la función de garantizar seguridad pública a todas las personas en su territorio, con
prevención del delito, su investigación y persecución, para hacerla efectiva. Ello permite que
ante el estallido de nuestros conflictos, un agente tercero (el Estado), actúe con imparcialidad,
transparencia y legalidad, para procurar y administrar justicia, privilegiando la reparación del
daño, la búsqueda de la verdad, y garantizando que un hecho que la ley considera como
delito, no quede impune. En esa intervención del Estado, la policía cumple con el primer
acercamiento hacia los ciudadanos; su intervención, en todo caso, debe ser legal, objetiva,
eficaz, profesional, honrada y con respeto irrestricto a los derechos humanos reconocidos en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en los tratados internacionales
de los que México es parte.
Por esa razón, los integrantes de la policía en el ejercicio de cualquiera de sus
competencias, deben ser personas expertas en su función, en constante capacitación y
profesionalización, seres humanos sensibilizados y servidores públicos que generen
confianza a todas las personas. En este orden de ideas, si el primer operador del sistema es
carente de cualquiera de estos factores que resultan determinantes para la solución pacífica y
legal de los conflictos, todo el proceso conflicto-solución estará desvirtuado y resultará inútil,
deviniendo en más violencia. La policía debe ser valorada como parte indispensable en la

31
Artículo publicada por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 16 de junio del 2017.

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solución pacífica y legal de conflictos, ello implica que se reconceptualice en el imaginario


nacional la figura del policía, porque las personas deben tener confianza y certeza jurídica de
quien tiene la obligación de brindar protección, seguridad y paz.
El diseño institucional y puesta en marcha de las competencias de la policía, debe
proyectarse con profunda, seria y constante profesionalización, sensibilización para la
intervención humana: con enfoque de derechos humanos y perspectiva de género, que a la
postre mostrará de la función policial a: servidores públicos loables y dignos de tener en sus
manos una función tan valiosa como ser los primeros en responder legal y humanamente a
un conflicto entre los integrantes de la gran familia humana.

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SOBRE CUESTIONES
JURÍDICAS Y FRATERNAS

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El significado puro de la dignidad humana32


“El problema del hombre más difícil de resolver es él mismo”
Lyman Bryson
Pensar sobre dignidad humana, es observar la idea base de todos nuestros derechos como
persona, porque implica –entre otros- el libre desarrollo de la personalidad y autonomía, esto
es, el reconocimiento al derecho de todas las personas a realizarse de acuerdo a sus propias
convicciones, estructurando un proyecto de vida libre de violencias y discriminación.
Son múltiples los pensadores que han reflexionado sobre lo qué es la dignidad humana, y
son diversos los ordenamientos jurídicos que hoy la postulan como principio rector de todo
el sistema jurídico, como lo son –por mencionar algunos- la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley General de Víctimas, esta última entendió
a la dignidad como valor, principio y derecho fundamental de todos los demás derechos,
estableciendo que la persona como individuo esté libre de arbitrariedades (violencias), ya sea
por el Estado o por otros individuos, implicando además, el respeto en todo momento a la
autonomía de la persona (la libertad de decidir sobre su proyecto de vida).
Lo anterior indica que hay dos responsables para el respeto de la dignidad humana: el
Estado y las personas (en calidad de individuo o en colectividad). El Estado tiene la
obligación de tratar a las personas por lo que son en sí mismas y no como un medio o
instrumento para sus fines. El poder del Estado, aún para hacer cumplir la Ley, no puede
superar la dignidad del ser humano, porque la persona para el Estado desde cualquier parte
de la estructura gubernamental -en el diseño de normas, su ejecución y aplicación- debe
contemplarse a la luz de la libertad, justicia, igualdad, diversidad, legalidad y democracia.
Para el Estado no hay personas malas o buenas, justas o injustas…; existen seres humanos
con dignidad, sujetas de derechos y libertades que deben ser garantizadas por un gobierno
humanizado.
El individuo también es responsable de que la dignidad sea una realidad. Para imaginar
un mundo en donde cada persona pueda decidir plenamente sobre su libre desarrollo,
autonomía y base su proyecto de vida en sus propias convicciones, no sólo el Estado está

32
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 18 de agosto del 2017.

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obligado, sino cada individuo, a través de la concepción del “otro” como parte de un
integralidad universal y como miembro de la gran familia humana, forjando la conciencia
individual del respeto a la diversidad, fraternidad, responsabilidad compartida y
trascendencia de quienes al igual que nosotros comparten este planeta. Es la responsabilidad
del individuo para con el “otro”, el inicio de la posibilidad del ejercicio puro de la dignidad
humana, observando a la humanidad como la pluralidad de quienes pueden ser
diametralmente diferentes a lo que “soy” como miembro de una sociedad heterogénea, pero
innegablemente iguales ante la ley; esa responsabilidad, implica que al ser miembro de una
gran familia humana, el ejercicio de la dignidad requiere del trabajo solidario y fraterno, para
que sean más las personas desde el Estado y desde la sociedad civil, quienes estén
comprometidas para que todo ser humano sin importar su condición, viva con dignidad.

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La dignidad como apotegma y fundamento33


El valor y respeto que por nosotros mismos reconocemos, es una cualidad intrínseca e
irrenunciable, que desde un enfoque filosófico iusnaturalista está determinado en la
naturaleza humana. El concepto de dignidad ciñe lo que debemos entender como el respeto
absoluto que se le debe a nuestra persona. Desde el enfoque kantiano, la dignidad no sólo
es un factor conceptual como lo vieron Platón y Pico della Mirandola, sino como una
conducta, esto es, obrar de tal modo que se use la humanidad, tanto en la persona misma
como en la persona de cualquier otro, como fin únicamente y nunca como medio.
Reflexionar sobre los alcances de la dignidad como conducta, es inferir un apotegma
proyectivo de moral y substancialmente aleccionador, llevándonos a deliberar que la
defensa y promoción de los derechos es tarea de todas las personas, y en consecuencia, la
lucha por éstos debe estar basada en el altruismo, conmiseración, generosidad y
compromiso, que pueden ser evidenciados con nuestra conducta. Si bien se puede formular
una construcción apotegmica sobre la dignidad, a hoy debe concebírsele como fundamento
y finalidad esencial del Estado de derecho; la libertad, justicia y paz tienen como base a la
dignidad, en lato sensu y en asonancia al progresismo jurídico.
Fue el 10 de diciembre de 1948, en París, Francia, cuando la Asamblea General de las
Naciones Unidas trasformó el concepto de dignidad a un derecho humano, a través del
artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el que se proclamó
que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados
como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros”; fundando así, una figura jurídica con efectos erga omnes.
En el año de 1966 la Asamblea General determinó, a través del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, que el ejercicio de todo derecho humano se deriva de la dignidad humana, y
al ser redactados dichos Pactos bajo el principio “Pacta Sunt Servanda” se instauró el
reconocimiento de la dignidad de todas las personas como un deber de garante para el
Estado.
En el sistema jurídico de los Estados Unidos Mexicanos se ha plasmado como derecho

33
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 26 de mayo del 2016.

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el reconocimiento de la dignidad, que va desde la reforma Constitucional en junio del 2011


en materia de Amparo y Derechos Humanos, en la que se constituyó el control difuso de
convencionalidad; la expedición de Ley General de Víctimas en enero del 2013, en la que
se precisa que la dignidad humana es un valor, principio y derecho fundamental base y
condición de todos los demás; hasta la Tesis: 1a. CCCLIV/2014 (10a.), en la cual, la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó que la dignidad
humana constituye una norma jurídica que consagra un derecho fundamental a favor de
las personas y no una simple declaración ética.
Hoy el ejercicio de la dignidad debe asumirse como un derecho y una obligación que
debemos ejercer todas las personas; reconocer nuestras libertades y derechos, y contribuir
en la defensa y promoción de los derechos de otros, es el fundamento del Estado de
Derecho, y el origen y finalidad de nuestra naturaleza como sociedad.

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Derechos humanos: entre las ideas y los acontecimientos34


“No se puede matar la verdad. No se puede matar la justicia.
No se puede matar aquello por lo que luchamos”.
Jean Dominique

¡Ninguna persona tiene derecho de privar a otra de la vida, de discriminarla; no hay motivo
razonable para la exclusión, ni para la esclavitud en cualquiera de sus formas, porque todas
las personas somos iguales ante la ley! Después de siglos de trabajo de quienes creyeron que
estas afirmaciones podían ser ejercidas por todas las personas, al grado de que resultaran
naturales para el Estado, y no leídas o escuchadas como agresiones para quienes ostentaban
el poder, a hoy se puede decir que se han dado pasos trascedentes, pero aún, falta mucho.
Por cada protesta legitima, por cada ley justa promulgada y aplicada con humanidad, por
cada juicio resuelto con causa y no por interés; por cada decisión tomada desde cualquier
autoridad del Estado en protección a las personas: se hace valer lo conquistado por ellas y
ellos, quienes dieron su vida y libertad para que nosotros y las generaciones que están por
nacer, conociéramos e hiciéramos valer esas afirmaciones: los derechos humanos.
Ellas y ellos: -por decir algunos- movimientos indigenistas para el reconocimiento de la
autodeterminación, en américa latina; olas feministas por la igualdad, en todos los espacios;
movilizaciones de la sociedad afro-estadunidense por los derechos civiles en américa del
norte; protestas por la no discriminación (apartheid), en áfrica del sur. Todas las voces
dolientes provocadas por la miseria en la que están hundidas tantas niñas y niños en los
pueblos del mundo.
Los derechos humanos, más que ser ideas, son grandes acontecimientos, desprendidos del
sentimiento inalienable a la libertad, ante la presencia de figuras autoritarias y versiones
absolutistas de quienes ostentan el poder; por ello, los derechos humanos no se alcanzan sólo
con la generación de buenas ideas, sino además, con el trabajo constante para su
reconocimiento y ejercicio pleno; reconocimiento que se alcanza cuando se plasman en la
ley las aspiraciones de libertad y justicia de las sociedades, y se crean mecanismos eficientes
para hacerlos valer.
Sin embargo, la historia ha dado testimonio de que la regulación interna (nacional) de los
derechos humanos, ya no resulta suficiente para garantizar el reconocimiento alcanzado, por

34
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 24 de febrero del 2017.

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lo que se ha requerido de órganos externos, como las cortes internacionales en defensa de


derechos humanos, para observar que los estados –sin importar su postura política o corte
ideológico- respeten, protejan y garanticen esos derechos, propios de cada individuo. Ello
hace que ninguna decisión del Estado esté por encima de los derechos, libertades y garantías
de cada individuo.
No obstante a ello, nuestra democracia, el logro de la igualdad, la práctica del diálogo para
resolver de manera pacífica los naturales y legítimos conflictos, y la defensa de los derechos
humanos, corresponde a los sucesores de este gran legado: a nosotros.

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La protección suprema de los derechos humanos35


Se ha terminado el discurso. La importancia del ser humano en sí mismo, la valía de la
dignidad de las personas sobre las determinaciones arbitrarias de quienes ostentan el poder,
y la protección amplia y real de todos los individuos: hoy, es tangible; la protección de los
derechos humanos ha dejado de ser un discurso que convence, para ser un instrumento de
protección del pueblo mexicano.
Fue en el pensamiento de Thomas Hobbes, donde nació la idea de que el ser humano se
encuentra en la cima de la cadena alimenticia, sin embargo, el depredador del ser humano es
él mismo. Desde esta forma de concebir al mundo, es entre los integrantes de la gran familia
humana donde se da la exclusión, el terror y el exterminio. La historia con sus múltiples
genocidios respaldan esta idea. Detener la destrucción entre las propias personas, es quizá lo
que justifica la existencia del Estado: un tercero frente al conflicto entre dos partes, para
asegurar la vida, la libertad y los derechos que todo ser humano tiene, por el sólo hecho de
serlo. Pero es en esa razón de existir, donde se halla un riesgo probable: ser el Estado el que
viole los derechos y libertades de las personas; ser el principal destructor de los integrantes
de la gran familia humana. Detener esa probabilidad ha sido prioritaria para los estados
democráticos, preocupados en garantizar la seguridad de las personas como individuos frente
a la omnipotente estructura del poder, y México es un pueblo ejemplar en la construcción de
mecanismos para detener o cesar esa probabilidad.
El juicio de amparo es el medio supremo de defensa que el pueblo mexicano tiene para
proteger sus derechos humanos, ejercer su dignidad humana frente a los actos arbitrarios del
Estado, esto es, ser tratados como personas en sí y no instrumentos o medios para los fines
autoritarios de una o un grupo de personas que tienen desde la estructura del poder, la
posibilidad de tomar decisiones que afecten a una o más personas.
El juicio de amparo es la herramienta suprema que tenemos como mexicanas y mexicanos
para frenar al Estado autoritario, por sus actos, omisiones y normas que implique la violación
de nuestros derechos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación, protege nuestros derechos
humanos por medio de las sentencias que resuelven el juicio de amparo, actuando en el marco
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en todas aquellas normas

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO el 7 de julio del 2017.

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internacionales que estén reconocidas por México que protejan de la manera más amplia los
derechos de las personas, ello implica, que la protección de los derechos humanos no está a
la voluntad del criterio o a libre arbitrio de una o varias personas, sino a lo que mandata una
norma suprema que tiene como finalidad proteger a las personas de la manera más amplia,
en un marco de garantía a la dignidad humana.
Sin embargo, para el ejercicio pleno de ese control, que es detener la probabilidad de que
el Estado afecte los derechos y libertades de la gran familia humana, debe darse un paso
indispensable: que todo el pueblo mexicano conozca la posibilidad de acudir a los tribunales
federales cuando un acto, omisión o norma viole sus derechos humanos; Tribunales que
emitirán sentencias, no para que inviten a la autoridad responsable a modificar su proceder,
sino para ordenar la suspensión del acto que está causando la violación de nuestro derechos,
o bien para repararlo. Está en las manos del pueblo mexicano el instrumento, para proteger
de manera suprema, nuestros derechos humanos.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

La importancia de la unidad y su persistencia36


En 1854 el presidente de los Estados Unidos hizo una oferta a la población Piel Roja de
Seattle, para que vendieran sus tierras, su jefe se negó rotundamente, respondiéndole que las
personas no son dueñas de la tierra, por el contrario “somos parte de la tierra y la tierra es
parte de nosotros. Las flores que aroman el aire son nuestras hermanas. El venado, el
caballo y el águila también son nuestros hermanos. Los desfiladeros, los pastizales húmedos,
el calor del cuerpo del caballo o del nuestro, forman un todo único”.
En esta respuesta podría descansar una de las ideas más amplias de lo que es la “unidad”,
la necesaria concientización de un todo interconectado, indispensable para el desarrollo
armónico de todas las formas de vida en nuestro planeta, que sustente como principio que:
cuidar a todo lo vivo, es cuidarse así mismo.
La unidad exige el reconocimiento de la diversidad de culturas y formas de vida, el respeto
a la naturaleza, a los derechos universales, a la justicia económica, y demanda la confianza y
el trabajo constante para establecer una cultura de paz duradera y efectiva, que asegure una
sola familia humana sostenible, hermanada con la naturaleza. Esta es tarea de todas las
personas, apartándose de toda idea de separación y antagonismo, incluyendo mujeres, niñas,
niños, hombres, personas adultas mayores, con discapacidad, de comunidades y pueblos
indígenas, migrantes, con pluralidad de orientación sexual o identidad de género. La unidad
integra de manera armónica a todas las personas.
Sin embargo, la historia de la humanidad está provista de acontecimientos de violencia,
exclusión y opresión, y hoy el mundo enfrenta serias adversidades; bajo ese panorama, ¿La
noción ética y teórica de la unidad, puede llevarse al plano social y político?
Hay quienes tenemos la plena seguridad, que la unidad se puede lograr trabajando
constantemente en: 1. El desarrollo humanístico de la educación; 2. La consolidación del
Estado de Derecho con enfoque de derechos humanos y sustentabilidad, y 3. La puesta en
marcha de política pública progresiva, para la concientización de la responsabilidad
individual para con todas las formas de vida y para con las generaciones futuras.
El empleo de esta estrategia, permitirá el desarrollo cotidiano -desde la perspectiva
individual y social- de los fines esenciales de la humanidad: justicia, libertad y paz, que den

36
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO el 16 de diciembre del 2016.

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certeza al reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables


de todos los miembros de la familia humana. Se logrará de este modo, el respeto a los
derechos fundamentales de las personas, y la consolidación de un mundo con rostro humano.
La unidad es indispensable para la sobrevivencia y permanencia armónica de la
humanidad, trabajar en ella desde hoy persistentemente, no sólo procuraría el ejercicio de la
dignidad, derechos y libertades de quienes habitamos este planeta, sino de las generaciones
que están por nacer.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

La defensa de los derechos humanos desde la sociedad civil en


México, a la luz del deber humano de fraternidad37
La sociedad civil en la defensa de los derechos humanos en México, ha influido en la toma
de decisiones trascendentales para el progreso del sistema jurídico en nuestro país; por ello,
debe pensarse en las formas de intervención que asegure una estructura posible, duradera,
pacífica y legal, que sean autónomas y auto-sostenibles. Una de las fuerzas que impulsan el
surgimiento (espontaneo o permanente) de las organizaciones de la sociedad civil, es el deber
humano de las personas para con la comunidad y la humanidad: la fraternidad ha movido la
defensa de los derechos humanos durante el siglo XXI en México. Sin Amnistía
Internacional, sin la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos y sin el
Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia –solo por mencionar a algunas
organizaciones no gubernamentales que defienden y promueven los derechos humanos- no
se entendería de manera integral el acceso a la justicia en nuestro Nación.
Pensar la sociedad civil desde el deber humano de fraternidad, da respuesta a la convicción
de que estas organizaciones tienen el potencial de actuar como auténticos actores sociales
convocantes de personas con dos principales atributos: instruidos en materia de derechos
humanos y comprometidos con la defensa de los derechos humanos; sin embargo, la idea de
sociedad civil tiene una larga historia en la literatura política: Hobbes, Locke, Rousseau,
Kant, Hegel; así como en la teoría económica: Gramsci y Marx, por referir a los más
influyentes. En ambos casos, la han utilizado no siempre con el mismo significado y nunca
con una dimensión particularmente jurídica, por no especificar –por ahora- en el ámbito de
la procuración y administración de justicia. Ello ha generado un campo de estudio lóbrego
sobre un aspecto indispensable de las actividades de la sociedad civil en el México del siglo
XXI, que impide distinguir con claridad, las actividades, posibilidades y alcances de lo que,
a la luz de una idea actual y progresista, puede desarrollar la sociedad civil en la defensa de
los derechos humanos.
El resurgimiento de movimientos sociales para la defensa de los derechos humanos, ha
llevado a repensar la idea de sociedad civil, que como se ha dicho, no sólo en una dimensión
económica-política, sino su participación en el sistema de procuración y administración de

37
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 26 de mayo del 2017.

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justicia. Esto pone en el centro del debate de la teoría de sociedad civil, una serie de cambios
de paradigmas en la forma en la que el aparato gubernamental (desde una noción de justicia
institucional), responde a las demandas para la garantía de los derechos humanos. Sin
embargo, a pesar de la proliferación de las actividades que desarrolla la sociedad civil en
México, no se ha planteado una idea de lo que es una sociedad civil a la luz del deber humano
de fraternidad, y en consecuencia, su estructura, actividades y alcances que tiene en el sistema
de procuración y administración de justicia.

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La participación de la sociedad civil para trasformar el sistema


jurídico38
La democracia hace posible que el diferente [¿diferente a qué o a quién?] pueda serlo sin
temor de ser excluido, porque su “diferencia” lo hace igual en derechos en relación a las
demás personas: en un mundo o país (por decir de México) dónde se tiene la firme convicción
que es la libertad mínima de ser o el libre desarrollo de la personalidad, lo que nos hace
pertenecer de manera igualitaria a una sociedad incluyente y justa.
Es el reconocimiento y valía a esas diferencias, lo que hace imposible el asentamiento de
una sola perspectiva sobre lo que “debe hacerse” –por referirnos a las decisiones de Estado-
o del “cómo ha de hacerse”; por ello, es que las democracias necesitan de la transición y del
constante cuestionamiento, y que a decir por Jan-Werner Müller, catedrático de la Yale
University Press, “la democracia necesita oposición para que exista”, porque la democracia
no es el fin o el puerto al que ha de llegar el sistema electoral, o el proyecto sexenal de
Nación; la democracia es la vía andada, el camino interminable y la obra inacabada, que
existe mientras se cuestione en serio y constantemente.
Es la sociedad civil la que ocupa un lugar determinante en ese ejercicio de
democratización (a través del cuestionamiento), lo que en el último cuarto del siglo XIX fue
para México el partidismo desde sus facciones en el sistema político-electoral, son ahora, las
multitudinarias manifestaciones, el uso de recursos digitales (radio, televisión, redes sociales)
lo que hace posible la denuncia del indebido uso del erario público, de las decisiones
absolutistas tomadas desde los tres niveles de gobierno, o de los actos u omisiones que
menoscaban la dignidad humana o el ejercicio de derechos y libertades; igualmente, la
sociedad civil participa con la capacitación realizada por particulares con experticia en alguna
disciplina, para la profesionalización de servidores públicos; todo ello posiciona –sin
necesidad de filiación a partido político o religión alguna- a la sociedad civil como un sujeto
activo en la construcción de la democracia nacional.
La participación de la sociedad civil –como se podría suponer de la principal contribución
democrática del antagonismo partidista- no sólo ha puesto su labor democrática y liberal en
el cuestionamiento a la política pública o del ejercicio del poder desde el ejecutivo y

38
Artículo publicado en el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 24 de marzo del 2017.

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eventualmente del legislativo; sino además, ha sido determinante para el progreso del sistema
jurídico, su defensa y protección desde los tribunales: las brillantes amicus curiae (opiniones
expertas de un tercero ajeno al juicio, para la resolución justa de un asunto), la asesoría y
representación jurídica a víctimas ante violaciones de derechos por parte del Estado, y las
constantes presiones para la legislación, reforma o supresión normativa, tendientes a poner
en el centro del debate social a los derechos humanos y a la dignidad humana; estás
contribuciones de la sociedad civil (con la reserva de haber omitido otras tantas), han
defendido los derechos de personas en su categoría de sujetos procesales y visibilizado
dignamente a personas en estado de vulnerabilidad.
Diversas sentencias que ha dictado la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra
el Estado mexicano por violaciones a derechos humanos, han sido impulsadas por la valiosa
labor jurídica de múltiples asociaciones civiles comprometidas con la defensa de la dignidad
del “otro”; dando lugar, a trasformar criterios judiciales y la forma de resolver asuntos
sometidos al ámbito jurisdiccional. Ello ha permitido dar la certeza que el trabajo que como
ciudadanía hagamos, para la defensa de los derechos del “otro”, sí impacta y sí importa para
hacer de nuestro país una nación democrática y libre, y en consecuencia, un mejor lugar para
vivir.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Las libertades en el constitucionalismo mexicano39


Pensar en libertad no sólo es concebir a una persona dirigiendo su cuerpo de un lugar a otro,
sino además, su pensamiento. Pero ¿Qué da esa potestad? Es en la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos (artículo 39), donde se reconoce que todo poder público
dimana del pueblo, y es en éste donde reside la soberanía nacional; en razón de ello, ha sido
el propio pueblo mexicano -a través de sus legítimos representantes- que ha instituido
libertades para su beneficio (el pueblo), construidas sobre nociones de conceptos como
dignidad, igualdad y justicia.
No hay libertades más importantes que otras, son interdependientes, su práctica es la
materialización de los derechos humanos, y que por citar algunas, se enuncia a la libertad de:
la persona (prohibición de la esclavitud, en cualquiera de sus formas); trabajo, profesión,
industria o comercio (dedicarse a lo que decida cada persona, siempre que sea lícito);
expresión (buscar, recibir y difundir ideas); conciencia (creer y pensar sin restricciones);
imprenta (publicar ideas y opiniones con cualquier contenido); tránsito y residencia (viajar
de un lugar a otro sin que medie permiso del Estado); asociación, reunión y manifestación
(agruparse para asuntos políticos); religión y de culto (profesar, divulgar y cambiar de
religión, o bien, no profesar ninguna).
Todas las libertades deben ser respetadas por los representantes del poder público –que
como se ha dicho, dimana del pueblo-, y además, ser protegidas y garantizadas a través de
mecanismos eficientes y transparentes que difundan y promuevan la importancia de que sean
todas las personas quienes pueden ejercer estas libertades con plenitud.
No obstante, en los testimonios históricos constan decisiones autoritarias por
representantes, que olvidan ser representantes del pueblo -ello en el México democrático-, y
ejecutan determinaciones que atentan contra estás libertades; en estos casos, sugiero tres
pasos que la ciudadanía debe dar para el ejercicio pleno de las libertades: 1. Practicarlas con
los alcances que prevea la legislación en la materia, para asegurar su licitud y evitar daños a
terceros; 2. En caso de obstrucción por particulares o del propio Estado, acudir a las
instituciones de protección, como lo son los tribunales constitucionales u organismos
públicos autónomos (con el riesgo de que haya notables excepciones, las recientes

39
Artículo publicado en el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 17 de marzo del 2017.

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resoluciones emitidas por el máximo tribunal Constitucional, han sido en absoluta defensa
de las libertades y derechos humanos), y 3. En caso de que -excepcionalmente- la vía
institucional o jurisdiccional (nacionales, convencionales o internacionales) emitan
resoluciones que no se ajusten a ideas como dignidad, igualdad y justicia, el pueblo en
ejercicio del poder público que le faculta la Constitución, a través de la asociación y la
manifestación deberá impulsar, pacífica y legalmente, el reconocimiento de libertades, que
resultan indispensables para el desarrollo integral de toda persona.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Qué es una familia para nuestro sistema jurídico40


“El vínculo que te une a una verdadera familia no es de sangre, sino de respeto
y alegría por la vida del otro”.
Richard Bach

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es el resultado de ideas y


sentimientos de la Nación, refleja la realidad del país y determina los factores reales y
efectivos de poder imperantes; y subrayadamente, es el conjunto de normas jurídicas que
contienen las disposiciones fundamentales del Estado. El artículo 4º de nuestra Constitución,
prevé que “la ley protegerá la organización y el desarrollo de la familia”; a partir de este
precepto, podemos afirmar que el estudio jurídico de la familia entra en la órbita del derecho
constitucional y, consecuentemente, en el campo de estudio de los derechos fundamentales.
Por su parte, la Ley para la Familia del Estado de Hidalgo, prevé que la familia es un
“conjunto de personas unidas por el vínculo jurídico del matrimonio, por el concubinato;
por el parentesco por consanguinidad, adopción o afinidad”; a partir de esto, se entiende a
la familia no sólo como un elemento natural, sino como una institución social y jurídica.
La idea de familia ha evolucionado a tal grado, que exige para su interpretación jurídica,
una perspectiva sistemática que incluye conceptos como equidad, no discriminación y
dignidad, y al ser una institución social, su alcance -en la Constitución y en las disposiciones
e instituciones integrantes del sistema jurídico- se ha tenido que repensar, rediseñar y
reformar al ritmo de las trasformaciones sociales. Esto ha provocado, en cuanto hace a la
familia, que la forma en la que se debe legislar, decidir jurisdiccionalmente, así como en el
diseño de política pública, sea en base a su protección, desarrollo y estabilidad, en cualquiera
de sus formas.
Junto a la idea jurídica de familia confluyen otras categorías del derecho, que resultan
imprescindibles para armar un todo que pueda ser visto con legalidad. Una de ellas, es el
interés superior de la niñez, éste marca la ruta para resolver toda controversia cuando estén
involucradas niñas, niños y adolescentes, ya que en toda actuación y resolución jurisdiccional
el trato a éstos sea desde la perspectiva de las características específicas de la infancia, en
relación a su desarrollo cognitivo, emocional y moral, ponderando su protección integral, su

40
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 31 de marzo del 2017.

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participación con enfoque de equidad y el respeto irrestricto a sus derechos legales,


constitucionales y previstos en normas relativas a derechos humanos.
Igualmente, otra categoría que acompaña a la idea jurídica de la familia es la perspectiva
de género, mandato constitucional y convencional que obliga a quienes imparten justicia, de
hacer un análisis orientado a detectar relaciones asimétricas de poder y situaciones
estructurales de desigualdad, si los resultados de dicho análisis perfilan ese tipo de relaciones
y desigualdades, la perspectiva de género ofrece un método adecuado para encontrar una
solución apegada a Derecho. Esto ha permitido una protección más amplia a las personas,
sin importar su género, sexo o preferencias sexuales.
Por otro lado, el Estado mexicano ha ratificado -de manera soberana- múltiples tratados
internacionales en materia de derechos humanos, lo que conlleva a asumir las obligaciones
de respetar, proteger y garantizar los derechos ahí reconocidos por parte de todas las
autoridades en el ámbito de sus competencias. La reforma del 2011 en materia de derechos
humanos a la Constitución, ha replanteado la forma en la que se estructura el sistema jurídico,
y consecuencia, la forma en la que debe entenderse a la familia hoy en día.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

Autodeterminación y dignidad en la composición pluricultural41


El reconocimiento de las diferencias y la valía personal de cada integrante de la gran familia
humana, hace posible la igualdad ante la Ley. El respeto, protección y demanda pacifica de
esa igualdad, promueve la convivencia justa, digna y fraterna. Los pueblos y comunidades
indígenas del mundo, han trabajado por el reconocimiento de sus derechos y por su garantía
ante los países a los que pertenecen, pugnando para que su inclusión en las estructuras
sociales, económicas y políticas, no implique el exterminio de su propia identidad.
La discriminación por origen étnico y condición social, ha estigmatizado por siglos a
quienes habitaban en país o en región geográfica determinada, al iniciarse la conquista,
colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales. El rechazo a la
diferencia ha anulado y menoscabado los derechos y libertades de millones de personas,
provocando carencias y rezagos en los pueblos y comunidades indígenas. Por derecho,
dignidad y justicia, se debe sumar a todos los pueblos y comunidades indígenas en el diseño
y elaboración de planes estatales de gobierno ¿Cómo garantizar esa inclusión en un marco
de respeto y diálogo fraterno?
Un gran paso que debemos dar como familia humana, es el respeto por la diferencia. En
nuestras diferencias está el ejercicio pleno de la igualdad ante la Ley y la práctica de la
equidad entre los miembros de todos los pueblos del mundo, ello conllevará a concientizarnos
que para el éxito de la paz de cualquier estructura social, se tiene que incluir a las personas
sin importar el origen étnico, nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición
social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales o el
estado civil. Todas las personas somos diferentes y debemos tener las posibilidades para
ejercer plenamente nuestros derechos.
Los usos y costumbres de los pueblos indígenas -en un marco de dignidad, equidad y
respeto- deben ser garantizados por el Estado del que formen parte. Podemos alcanzar la paz
y la convivencia fraterna, sumando participación sin importar origen étnico, en la estructura
económica, en el diseño de política pública, en la elaboración y ejecución de leyes;
respetando la permanencia de instituciones sociales, económicas, culturales y políticas
propias de pueblos y comunidades indígenas, sus formas internas de convivencia, sus propios

41
Artículo publicado en el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 12 de agosto del 2016.

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sistemas normativos para la solución pacífica de conflictos, sin que ello implique atentar con
su identidad o determine su sobrevivencia en estado de miseria y rezago.
A los pueblos y comunidades indígenas del mundo se les debe respetar y garantizar el
acceso igualitario de oportunidades, el derecho a la educación laica, gratuita, bilingüe e
intercultural; el goce de servicios de salud en el que confluya medicina moderna y el
aprovechamiento de su medicina tradicional; el derecho al financiamiento, la posibilidad de
operar medios de producción, el acceso equitativo y restaurativo a la justicia, y todos aquellos
factores que garanticen su plena inclusión, con respeto, dignidad y fraternidad.
Somos diferentes en una misma familia humana y una sola comunidad terrestre con el
destino de la paz en común.

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Sexismo lingüístico42
“La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta,
es la misma que entre el rayo y la luciérnaga.”
Mark Twain

Los movimientos políticos, culturales y económicos en los que se ha luchado por constituir
igualdad de derechos entre hombres y mujeres, ha implicado una profunda transformación
en las sociedades intelectuales; afirmación con reserva del listado de designios por cumplir.
Uno de ellos, es la abolición del uso sexista del lenguaje, que por nada significa un problema
gramatical. La distinción entre lo femenino y lo masculino en sí misma no es indicativa de
sexismo ni de discriminación. El sexismo se produce cuando estas distinciones se tornan
jerárquicas y excluyentes, valorando a una de las partes sobre la otra; cuando a la
representación y significación de lo masculino se le asigna un valor superior y universal que
da invisibilidad y descalificación a lo femenino, dando como consecuencia la lamentable
presencia del androcentrismo, entendido como la prevalencia de la mirada masculina,
centrada en la consideración de que el hombre es el modelo, la medida y la representación de
la humanidad.
Novalis aseveró que las palabras son la configuración acústica de las ideas, en ese tenor,
no se debe frenar el compromiso de prescindir del sexismo lingüístico; compromiso que se
ha configurado en una lucha que anula la idea de jerarquía de género, pues aunque en la
lengua española todos los sustantivos poseen género gramatical, no todos aluden a realidades
sexuadas. Por ello, instrumentos internacionales como la Convención sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW por sus siglas en inglés)
firmada y ratificada por México, obliga a los Estados Parte a garantizar a hombres y mujeres
la igualdad en el goce de todos los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y
políticos, y esto no se logrará mientras no se pugne día a día en el logro de la igualdad
material en razón de género, situación que nos corresponde a todas las personas desde el uso
de un lenguaje incluyente, pues a palabras de Henri Poincaré “una palabra bien elegida
puede economizar no solo cien palabras, sino cien pensamientos”.

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Artículo publicado por el Periódico D´GUSTAR LA INFORMACIÓN, el 12 de julio del 2013.

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El feminismo ha hecho libre a los hombres43


“No les deseo (a las mujeres) que tengan poder sobre los hombres, sino sobre
sí mismas"
Mary Wollstonecraft

Millones de mujeres han muerto en la lucha por alcanzar el reconocimiento de sus derechos,
estigmatizadas en su noble trabajo por gozar del pleno ejercicio de sus libertades,
discriminadas por su sexo, violentadas por una feminidad impuesta. Han muerto, siguen
muriendo. Las están matando.
El feminismo da poder a las mujeres, su poder; el poder que da la libertad mínima de ser,
para tomar decisiones sobre su propio cuerpo, formular su proyecto de vida. El feminismo
entre muchas otras cosas, nos ha enseñado que la igualdad no sólo es un juego de palabras
establecidas en un documento fundamental, sino además, acciones específicas que permitan
en la realidad, que todas las mujeres se vivan en dignidad, y en una igualdad que se note y se
sienta en todos los ámbitos de la vida.
El feminismo ha dado alas, o mejor dicho, le ha desatado las alas a la mujer para que
alcance sus aspiraciones personales, profesionales… le ha dado fuerza a la hermana, a la
madre, a la hija, a la compañera, a la amante, a la amiga, a la maestra, a la líder, a la
ciudadana; a todas ellas, que son y se validan, no por lo que dice el discurso excluyente del
sistema o de la discriminación por veces y por tanto social; sino, por su calidad de ser
personas, sujetas de derechos y libertades, por ser dueñas de su cuerpo, de su vida y de su
destino.
El feminismo le ha dado a las mujeres voz, pasos, ideas, impulso... para que sean incluidas
en los sistemas sociales, se respete la inviolabilidad de su cuerpo, la autodeterminación en el
tema del aborto, cese de una vez por todas la discriminación por embarazo, se garantice su
decisión en el tema de reproducción, se alcance efectivamente el impulso gubernamental para
la erradicación absoluta de la violencia contra la mujer, y para que, los derechos especiales
de representación (cargos públicos) sean una realidad y no un párrafo en el discurso
partidista.

43
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 29 de septiembre del 2017.

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El feminismo no repudia al hombre, ni lo excluye, ni lo estigmatiza, no hace una re-


jerarquización del sexo o del género; esta filosofía y movimiento social, ha dado libertad al
hombre (tradicional) para dejar de ser el macho, el inquebrantable, el valiente kamikaze, el
hermano insensible, el padre enemigo… el feminismo ha hecho a los hombre fuertes pero no
duros, lideres pero no represores, amantes pero no verdugos, amigos y no jueces, compañeros
y no dueños de nadie.
El feminismo le ha quitado la “pena” al llanto del hombre y a la expresión afectiva del
padre. Se es hombre y no macho, se es persona y no macho. Se es hombre, se es, ser humano.

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La región jurídica incluyente44


“La plenitud del individuo es la resultante natural de su integración correcta
a la lucha social”
Nicanor Parra
Tal vez ya no sea exclusivamente la ley, ni sólo la tendencia político–económica; quizá no
dependa nada más de los líderes mundiales con sus estrategias trasnacionales para el
establecimiento de un orden mundial homogéneo; posiblemente, además, ahora seamos cada
uno de nosotros como sociedad civil e individuos, nuestra forma de entender la diversidad y
las condiciones humanas, lo que determine el pleno acceso de las personas con discapacidad
a sus derechos y libertades.
Después de siglos de exclusión, de obstruir el ágil ejercicio a sus derechos, y de hacerlas
invisibles en los procesos judiciales, en la política pública y en el establecimiento de normas,
las personas con discapacidad física, mental, intelectual o sensorial, han conquistado desde
las diferentes aristas de la gran estructura del Estado, una región jurídica equitativa, donde
todo ser humano pueda ejercer sus derechos y libertades en observancia a su condición
humana; una región jurídica que mandata, sin dar lugar a negociaciones ni excepciones, que
a las personas con discapacidad se les debe garantizar su derecho a la igualdad y a la no
discriminación, al igual reconocimiento como persona ante la ley, su derecho a la
accesibilidad y de acceso a la justicia. En esa región jurídica incluyente, se han construido
instrumentos que fundamentan el respeto de los derechos y libertades de las personas con
discapacidad; por decir algunos: el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, artículo 5º del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos,
artículo 29 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención
Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las
Personas con Discapacidad (CDPD).
No obstante a lo anterior, a decir por el antropólogo Klyde Kluckhohn, “no es mucho lo
que puede conseguirse promulgando nuevas leyes, o incluso obligando a cumplir mejor las
existentes, pues las leyes sólo sin eficaces en la medida de la convicción de la mayoría de
las y los ciudadanos de que están bien y son necesarias”, esto es, si como sociedad civil e
individuos no reconocemos la diversidad y condición humana, y dejamos de trabajar para la

44
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 1 de septiembre del 2017.

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erradicación de nuestras propias conductas discriminatorias, excluyentes y de mal trato a las


personas con discapacidad, todos esos instrumentos jurídicos de protección no alcanzaran
nunca la eficacia ni su validez.
Si deseamos que este planeta sea un mejor lugar para vivir, libre de violencia en cualquiera
de sus formas, con acceso al derecho de una paz duradera y efectiva, debemos empezar con
el trabajo propio (individuo), y las autoridades en el ámbito de sus respectivas competencias
tendrán que establecer garantías especiales, medidas de protección y ajustes razonables para
que las personas con discapacidad, ejerzan plenamente sus derechos, para alcanzar así todas
las personas, la entrada a esa región jurídica incluyente.

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Laicidad y derechos fundamentales45


La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hace referencia en cuatro
ocasiones a la palabra “laicidad”, el artículo 3º estable que la educación deberá ser laica, en
el 24 la libertad religiosa, de convicciones éticas y de conciencia para quienes no profesan
ninguna religión, el 40 prevé que México es una república laica, y el artículo 130 fija el
principio de la separación iglesias-Estado.
Por principio se tiene que reconocer que nuestra Constitución es consecuencia del impulso
de jornadas electorales, movimientos sociales, resistencia civil, leyes, instituciones, e ideas
progresistas que han permeado en lo individual como en lo colectivo. Y es ahí, en lo
individual y en lo colectivo, en dónde nuestra Constitución cobra un valor tan trascendente
que a veces es olvidado por quienes deben protegerla, y por quienes debemos exigir, se haga
valer, porque como afirmó Ferdinand Lassalle, “es la Constitución la suma de factores reales
de poder que rigen en el país, y el reflejo de la realidad de una nación”.
No obstante, los derechos y libertades que hoy gozamos como mexicanas y mexicanos,
no sólo son las previstas en nuestra Carta Magna y en sus leyes secundarias, sino además, en
todas aquellas normas relativas a derechos humanos, como lo es la Convención Americana
de Derechos Humanos, que en su artículo 12 prevé que “las personas pueden conservar,
cambiar, profesar y divulgar su religión o sus creencias”. Este derecho es uno de los
cimientos de la sociedad democrática; en su dimensión religiosa, constituye un elemento
trascendental en la protección de las convicciones de los creyentes y en su forma de vida.
La laicidad vista como derecho fundamental, es el respeto a las creencias de cada una de
las personas, libertad que resulta prácticamente ilimitada, porque el Estado no puede
intervenir en lo que se desarrolla en el ámbito íntimo de cada individuo: su pensamiento, y
esto a su vez, implica entre otras cosas, que alguien que cree, sólo lo compromete a él a creer,
no a las demás personas. Esto es, porque el laicismo tiene principalmente un significado
normativo: expresa un vínculo con los valores de libertad de conciencia y autodeterminación
individual y colectiva, y la adhesión a un modelo de sociedad posible y deseable, sin
condicionamientos de carácter religioso.

45
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 17 de febrero del 2017.

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Además, la laicidad como derecho fundamental, supone un ejercicio de igualdad, porque


el Estado concede los mismos derechos y libertades a las personas de un credo religioso u
otro con aquellas que no tienen alguno; creyentes y no creyentes están situados en la misma
altura de la esfera jurídica. De lo contrario, un Estado que impusiera una religión a la que
todas las personas tendrían que obligarse a rendir culto, o bien, la prohibición total a la
libertad de credo, supondría un Estado absolutista, violador de libertades, como a la libertad
de conciencia, de expresión, de culto, así como el derecho a la igualdad.

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La libertad de ser humano46


La humanidad está estructurada por personas diferentes, en la forma de entender al mundo,
de observar la historia y de fijar metas; diferencias, no sólo por las características físicas y
culturales, o del origen étnico o nacional, sino de las oportunidades para ejercer los derechos
y libertades para construir un plan de vida libre de violencias, equitativo y justo. Las
diferencias entre personas, contempladas desde una plataforma de igualdad de oportunidades,
tendrían que ser el factor que fomente la unión entre la humanidad, porque ello permite la
satisfacción de necesidades de manera mutua, en virtud de las capacidades y
profesionalización de cada individuo, en un marco de dignidad que impida la explotación y
la violencia en cualquiera de sus formas.
El respeto y reconocimiento a las diferencias, no supone ni fomenta la jerarquización de
una de ellas, sino el ejercicio pleno y universal de los derechos frente al Estado, por lo que
sin importar el motivo, éste debe garantizar a todas las personas el acceso a las mismas
oportunidades, para ejercer los derechos y libertades fundamentales que tiene todo ser
humano, por el sólo hecho de serlo, como lo plantea la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Esto implica que una razonable y sustentable noción de desarrollo, debe
estar fijada en el ser y no exclusivamente del poseer.
Esta forma de reconocer la calidad de ser humano en las personas, promueve por un lado,
el derecho al libre desarrollo de la personalidad, es decir, el derecho de toda persona a elegir
de manera informada, libre y autónoma como vivir su vida; y por otro, el derecho a la
identidad de la persona, esto es, el derecho de todo individuo a ser uno mismo, en la propia
conciencia y en la opinión de los demás, de acuerdo a sus características físicas e íntimas y a
sus acciones, que hacen posible su individualización en la sociedad, y permite identificarnos.
La problemática en el ejercicio de los derechos de forma universal en México, se debe en
gran medida en la falta de mecanismos eficientes, transparentes y eficaces que permitan a las
personas acceder plenamente a sus derechos y ejercer sus libertades, por un lado porque estos
son insuficientes, y por otro, por la intervención del Estado de forma autoritaria (falta de
profesionalización de todas sus autoridades en materia de derechos humanos, de
sensibilización para servir a otra persona, de erradicar la corrupción, entre muchas otras).

46
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 14 de julio del 2017.

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Ahora, si bien es cierto que el Estado es el garante del respeto y protección de los derechos
humanos, el gran reto que debe afrontarse en el siglo XXI, es el diseño e implementación de
una estructura real y sostenible, que permita converger las demandas y proyectos de equidad
y justicia de la sociedad civil con las acciones del Estado, para generar un diálogo que dé
solución pacífica a los conflictos, la defensa de los derechos humanos y la reconciliación
entre las estructuras gubernamentales y los gobernados.
Después del horror que ha dejado la xenofobia, pasajes históricos provistos de
discriminación, violencia y muerte, la enseñanza del siglo XX es clara: la violencia genera
más problemas de los que resuelve, que la unión de nuestras diferencias juega un papel
indispensable en la consolidación de sociedades más fraternas: desde las estructuras de
producción, desde el Estado y desde la comunidad misma. Es hoy la democracia y el
liberalismo, la posibilidad para enorgullecernos de lo que somos, sin que medien prejuicios
y estereotipos por nuestro origen étnico, género, religión, preferencias sexuales… Lo que
importa es ejercer la libertad de ser humano.

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La idea jurídica de fraternidad47


En 1942 la fraternidad apareció como idea jurídica, con la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, al preverse en su artículo primero que “todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia,
deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. De este instrumento se
desprende que la fraternidad es un deber de todas las personas, porque indica una sociedad
auténticamente igualitaria, una igualdad no sólo de derecho, sino sobre todo de hecho, en
razón de que su esencia es la dignidad humana. Una sociedad fraterna es una sociedad
donde cada uno asume responsabilidades con los demás.
¿Asumir responsabilidades con los demás? Difícil y compleja por facultativa
aseveración. Aristóteles sentó las bases del realismo metódico, doctrina que expone que el
individuo para atender todas sus necesidades se halla desprovisto de cualidades y defensas
de que están provistas otras personas, y por eso a fin de llevar una vida en bienestar es
natural a las personas vivir en sociedad. Estamos ineludiblemente atrapados en una red de
mutua dependencia, atados a la vestidura del destino. Lo que afecta de manera directa a
uno de nosotros, afecta de manera indirecta a todos. Nuestra supervivencia depende de
otros.
Si escudriñamos la reflexión de Aristóteles, conjeturaremos que el sentimiento de
responsabilidad por los demás, nos beneficia. Esa responsabilidad, es lo que debemos
entender por fraternidad, pero para sentir genuina fraternidad se necesita desarrollar
intimidad con otros, combinada con responsabilidad por su bienestar. Una actitud fraterna
o responsable, implica percibir el sufrimiento, la violencia que afecta a la humanidad, y
comprender que si contribuimos a disminuir el sufrimiento de los demás, también nos
beneficiamos a nosotros mismos. La humanidad es un todo. Todos somos hermanos y
hermanas y (dado que todos tenemos las mismas necesidades) el interés de los otros es el
mío. La fraternidad no es pasividad, es trabajo.
Debemos comprender algo muy importante: la supervivencia humana es
interdependiente. Nuestra vida y nuestro bienestar tienen estrecha relación con los de otras

47
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 6 de mayo del 2016.

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personas. Por lo tanto, ayudarlas o tener en cuenta sus derechos y libertades no solo es
nuestra responsabilidad sino que atañe a nuestro propio bienestar.
En este orden de ideas, la fraternidad no es una virtud individual, tendiente a garantizar
la protección individual, pensar así sería empobrecer los alcances que tiene ésta. La
fraternidad es una regla de conducta necesaria para vivir en sociedad, ya que asegura el
respeto a la dignidad humana y permite que progrese la causa de la paz, quizá el anhelo
más ferviente de la humanidad. Si se reconoce la fraternidad como deber universal,
impactará a todo ser y no sólo a unos cuantos actos aislados.

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El pensamiento y la libertad. Compilación de ensayos y artículos sobre democracia, justicia y paz.

El camino a la paz existe en el sistema jurídico y en el ser humano 48


“No hay aventura más grande para un ser humano
que su propia conciencia de serlo”
Rafael Gumucio
La Carta a la tierra (Declaración de principios fundamentales para la construcción de una
sociedad global, justa, sostenible y pacifica) nos recordó que la unidad de los pueblos del
mundo constituyen una gran familia humana, con un profundo sentido de interdependencia
y responsabilidad compartida. Esa gran familia humana, con miembros tan diferentes en
aspiraciones, convicciones y desafortunadamente, en oportunidades, comparten un mismo
planeta, que ha de ser procurado como un lugar que cultive la diversidad, cuide de los
derechos humanos y sea el hogar en el que se abrace a la dignidad humana como el principio
que erradicará la creencia que la discriminación, la violencia en cualquiera de sus formas, la
venganza y la estigmatización, son el camino a una paz efectiva.
Después de múltiples errores como familia humana (guerreras, colonialismo,
genocidios…) se ha vertido un mensaje con sangre y lágrimas: la violencia genera más
problemas de los que resuelve. Pensar en los ataques a la paz en el siglo XXI, no sólo es
mirar las agresiones entre naciones; la violencia, se ha colado en las calles, en las escuelas,
en los hogares… en todas las relaciones humanas. Vencer a la guerra es un trabajo constante
y exclusivo de la paz, no de la violencia.
Sin embargo, la forma en la que se entiende en México el ataque a la paz -desde nuestra
Constitución- es aquella violencia que se presenta entre naciones, no entre la sociedad civil
ni entre individuos, ello implica hacer invisible una solución efectiva desde el sistema
jurídico: nombrar a los responsables de las violencias y estructurar en consecuencia, una
estrategia que dé una posibilidad real de ejercer nuestro derecho a la paz. Pensar a la paz
desde la sociedad civil y desde el individuo como sujetos de ese derecho, haría posible el
funcionamiento de mecanismos para su ejercicio, entre otros, la erradicación de la obligación
de participar en prácticas militares (lo que supondría la abolición del servicio militar
nacional).
Los responsables para el logro de una paz efectiva son el Estado, la sociedad civil y el
individuo: todas las personas somos responsables de trabajar en esa meta, vivir en un mundo,

48
Artículo publicado por el diario EL SOL DE HIDALGO, el 21 de agosto del 2017.

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en un país, en un centro de trabajo, en una escuela, en un hogar, en una pareja… libre de toda
violencia.
Se debe pensar y trabajar en serio, en el diseño y puesta en marcha de un sistema educativo
basado en fraternidad, en la voluntad de compartir y en la atención a los demás; así como en
política pública que cultive la solidaridad entre los miembros de la gran familia que somos
como pueblos, y la defensa de la diversidad humana. La educción para la cultura de paz (por
ejemplo, la instauración de un servicio social nacional), la dignidad y la fraternidad, deberán
ser las herramientas comunes de quienes, desde cualquier zona de la gran estructura
gubernamental y empresarial, tomen las decisiones que determinan el rumbo del mundo, y
para que sea cada región y cada hogar, el recinto de una familia que se protege, se respeta y
se ayuda.

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Servicios profesionales de índole social: El rostro Constitucional de


la fraternidad49
En 1936, los pasantes de la carrera de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de
México fueron los primeros prestadores del servicio social en apoyo a las pequeñas
comunidades, acción que fue coordinada con el gobierno federal del entonces presidente
Lázaro Cárdenas, y para 1937, se puso en marcha la programación de brigadas
multidisciplinarias a favor de las comunidades, integradas por pasantes de las carreras de
medicina, biología, odontología, veterinaria, ingeniería, arquitectura, derecho y química.
Después de 81 años, vale el espacio para repensar la figura jurídica de los servicios
profesionales de índole social: su importancia en el México del siglo XXI.
La Ley del Ejercicio Profesional para el Estado de Hidalgo, define a los servicios
profesionales de índole social como “el conjunto de actividades realizadas por estudiantes
en beneficio de la sociedad…”, teniendo el objetivo de “contribuir a la solución de
necesidades de la sociedad, […] fomentar en los estudiantes una conciencia de
responsabilidad social así como una actitud reflexiva, crítica y constructiva ante el entorno
social”; actividades, que resultan requisito indispensable, previo para obtener título o grado
académico.
El origen Constitucional de los servicios profesionales de índole social, se desprende, en
primer lugar, del artículo 5º, que establece su obligatoriedad; pero es quizá en el artículo 3º,
donde hallamos el sentido y la intención de ello, al fijar que el criterio que orientará a la
educación en México se basará en la convicción –entre otras- del interés general de la
sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos. En México, la
fraternidad puede practicarse y conocerse de cerca, servir a los demás para concientizar que
la unidad nos hace una sociedad preparada –no para la guerra- sino para la solidaridad, porque
la fraternidad cumple la tarea de unir a los individuos, de ligarles o de vincularles a otros, de
acercarles o unirles efectivamente.
Pensar en serio en los servicios profesionales de índole social, es entre muchos otros
factores, crear políticas públicas y plataformas sociales pensadas en formar profesionistas o
profesionales del conocimiento: sensibles al ser humano, con vocación de servicio y

49
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 19 de mayo del 2017.

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motivados por diversos fines en sus actividades, como la solución justa de una causa o la
prestación de un servicio que contribuya al desarrollo individual o comunitario, y no a la
exclusiva pretensión lucrativa. El sistema político, económico y jurídico de México, puede y
debe, crear espacios donde las personas configuren por ellos mismos el sentido de su
existencia, que adquieran su propio concepto de buena vida en la autodefinición de esa
existencia, y lo realice automodelándose y modelándose mutuamente en condiciones
aceptables de libertad e igualdad, es decir: fraternalmente.
Desde el pensamiento de Aristóteles, se construyó formalmente la importancia de la
unidad de las ciudades, y aquello que es la fraternidad (los deberes para con la humanidad,
la familia y la comunidad), se torna complicado en un México que aplaude pensamientos
como “el que no tranza no avanza” o la construcción de figuras heroicas basadas en la
violencia. Edifiquemos como pueblo, un México unido por la solidaridad, fortalecido por
nuestra capacidad de servir a las personas sin distinción de género, edad, discapacidades,
condición social, condiciones de salud, religión, opiniones o preferencias sexuales; seamos
fraternos.

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Reforma a la Constitución Política Mexicana, para la instauración


del Servicio Social Nacional50
México vive uno de los periodos más violentos en su historia, según datos oficiales del
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 25 de las 32 entidades
federativas, hubo un incremento de asesinatos en el arranque de este año (2017), disparándose
en algunas regiones del país hasta el 500%. Contabilizándose, a partir de diciembre del 2012
a la fecha, un total de 90 mil 649 personas ejecutadas de manera violenta.
Ello nos indica, que además del diseño y puesta en marcha de políticas públicas para
combatir al crimen organizado y para sancionar a los responsables de la masacre nacional;
además de garantizar la reparación del daño a las víctimas y de defender su derecho a la
verdad, se debe trabajar en serio en la prevención del delito. Diseñar un proyecto de nación
libre de apología a la violencia –en cualquiera de sus formas- , debe privilegiar a toda política
o programa que pretenda resarcir el tejido social. Se debe proyectar desde el sistema
gubernamental y desde la sociedad civil, una noción de sociedad libre de armas, de cultura
bélica y comprometida con el deber humano de fraternidad y solidaridad.
Sin embargo, es en la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
(fracción II del artículo 31) donde se establece como obligación de todos los mexicanos
recibir instrucción militar, diestros en el manejo de las armas, y conocedores de la disciplina
militar. Obligación generalizada: preparar a todos los hombres para la violencia (cuando
escribo hombres es en la plena conciencia de que se excluye a las mujeres). Por lo que vale
el espacio reflexionar, si la instrucción militar para todos los hombres del país defiende la
independencia, el territorio, el honor, los derechos e intereses de la Patria, o es una figura
anacrónica, excluyente y apológica de la violencia, que dicho sea de paso, contraviene a lo
dispuesto por el artículo 3º de la misma Constitución, que prevé que el criterio que orientará
la educación en México, entre otras, es la “convicción del interés general de la sociedad, los
ideales de fraternidad e igualdad de derechos”; y además, en este orden de ideas, quebranta
lo dispuesto por artículo 13.5 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos –
norma vinculante para el Estado mexicano- que prohíbe toda propaganda en favor de la

50
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 2 de junio del 2017.

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guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la
violencia.
La figura del Servicio Militar Nacional, debe sustituirse por un Servicio Social Nacional,
que incluya a mujeres y hombres, para que una vez cumplida la mayoría de edad, realicen
obligadamente, actividades en beneficio de la sociedad, teniendo como objetivo contribuir a
la solución de necesidades de ésta, fomentando en las y los jóvenes de la nación, una
conciencia de responsabilidad humana, así como una actitud reflexiva, crítica y constructiva
ante el entorno social. Ello cumpliría con lo señalado por la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, que prevé en su artículo 1º y 29, el deber de fraternidad entre todas las
personas; además, de sujetarse a una norma de observancia obligatoria para México, artículo
32.1 del Pacto de San José, que establece los deberes que tiene toda persona para con la
familia, la comunidad y la humanidad.
Instaurar un servicio social nacional por el de un servicio militar, sembrará la semilla de
la paz, fortaleciendo principios que urgen atender en México: solidaridad, dignidad, diálogo
y fraternidad.

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La violencia y la solidaridad: un dilema Constitucional51


Karl Popper, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, aseguraba que “tenemos
que hacer planes para la libertad, y no sólo para la seguridad, por la única razón de que
sólo la libertad puede hacer segura la seguridad”, ello nos hace cuestionarnos en serio, sobre
el destino del diseño institucional de nuestro país y la forma en la que se toman las decisiones
desde la estructura gubernamental, poniendo así, en el centro del debate social, si ese diseño
y las decisiones nacionales tienen como base promover, respetar y proteger las libertades, o
imponer, aún desde una norma suprema, obligaciones que fomentan la violencia.
Las obligaciones de los mexicanos, primordialmente, están reguladas por el artículo 31 de
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que se estructuran en cuatro
rubros: hacer que nuestros hijos reciban educación, entre las que se cuenta la militar; asistir
a recibir instrucción militar, para estar diestros en el manejo de las armas, y conocedores de
la disciplina militar; alistarse y servir a la Guardia Nacional, y contribuir a los gastos
públicos. Como se puede observar de las cuatro obligaciones de los mexicanos, tres están
vinculadas con la guerra, con las armas, con la violencia.
Esto tiene una explicación desde el pensamiento de J. M. Barbelet y de Michel Mann,
quienes expusieron que la expansión de los derechos de la ciudadanía tiene que ver con la
noción de guerra. Desde esta forma de ver a la ciudadanía, la inclusión de obligaciones para
ser ciudadano de una nación, como la nuestra, están directamente relacionadas con la
consolidación de una base social de apoyo nacional a las guerras. Situación que nos lleva a
replantearnos –desde la filosofía política- el sentido que tiene ser mexicano, el real
significado, la relación que tenemos con el Estado en nuestra calidad de individuos, y la
relación que tiene esa calidad de ciudadano frente a la democracia ¿Será acaso que se legitima
la calidad de ciudadano –en términos del artículo 31 Constitucional- con el aprendizaje y
efectividad de la violencia?
Si analizamos ese artículo 31 de nuestra norma suprema, a partir del pensamiento de T.H.
Marshall, podríamos suponer que vivimos rezagados en una idea nacionalismo aún frente
al valor del ser humano y a la protección máxima al individuo, ya que a decir por este
pensador, los derechos de la ciudadanía se han desarrollado históricamente en tres dimisiones

51
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 11 de agosto del 2017.

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sucesivas: la civil (que se basa en la autonomía y en la seguridad), en la política (que garantiza


el quién y cómo se gobierna) y por último, ya desde una perspectiva progresista: la social,
que garantiza condiciones mínimas de supervivencia y dignidad para los miembros de una
comunidad en condiciones de igualdad. Es justo en esta última fase del desarrollo histórico,
donde tal vez, sólo tal vez, se halle no la respuesta, sino el camino para un México menos
violento y más unido, una nación que más allá de fortalecer la idea de violencia formando
“diestros en el manejo de las armas”, apueste por privilegiar las obligaciones de tipo social,
entre las que se encuentran los derechos de solidaridad, que a decir por Jorge Carpizo, los
derechos de solidaridad hacen efectivos los otros derechos humanos para que la existencia
pueda conducirse con dignidad y proteja incluso la propia vida humana.

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La solidaridad como valor, como principio y como derecho52


El artículo 32.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece que “toda
persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad”, precepto dotado
de un espíritu normativo análogo al que se fijó desde 1948 en la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, que a la letra cito “Todos los seres humanos nacen libres e iguales
en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”. De ambos instrumentos, vale el espacio referir, el
Estado mexicano es parte.
Frente al creciente número de homicidios dolosos, de migración de familias completas
perseguidas por la miseria, el odio o la estigmatización, la interrogante es ¿Cómo lograr que
los deberes humanos, como la solidaridad y fraternidad sean una realidad social y no sólo un
precepto normativo? En principio, debemos detenernos a reflexionar qué se entiende por
solidaridad y qué alcances tiene esta noción en lo humano, para poder hallar una respuesta
funcional a nuestro cuestionamiento. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, define a la solidaridad como una “adhesión circunstancial a la causa o empresa
de otros”; no obstante, encontramos una idea de solidaridad mejor elaborada en el ingenio de
Milagros Otero Parga, que aseguró que “la solidaridad puede verse como valor, como
principio y como derecho. Vista como valor, es aquello que obliga a persona o grupo, a velar
y preocuparse por el bien de todos los demás; analizada como principio, es una norma de
carácter pacificador y organizador por excelencia, y por lo que hace a derecho, es el derecho
fundamental de todos los seres humanos a convivir fraternalmente con el resto de los
miembros de la colectividad en que se insertan, y a que esta convivencia tenga un carácter
pleno de derecho y deber”.
Desde el pensamiento de Aristóteles con el realismo metódico (doctrina que postuló que
las sociedades se integran por la necesidad que tienen los unos con los otros, personas
interdependientes), hasta la idea de Milagros Otero, se ha planteado de que es en la práctica
de la solidaridad, donde se ubica la herramienta que construye sociedades equitativas, justas
y pacíficas, porque la solidaridad implica fraternidad, asistencia y ayuda mutua entre los
integrantes de la gran familia humana; el reconocimiento de una unidad integral, que tiene

52
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 5 de mayo del 2017.

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vinculadas a todas las personas: lo que afecta a alguien en sus derechos y libertades, nos
afecta a todos.
Regresando a nuestra interrogante, quizá no haya respuesta a corto plazo, para integrar los
deberes humanos en las sociedades, pero los testimonios históricos nos han enseñado que el
reconocimiento de la pluralidad, el respeto a los derechos y libertades de todas la personas,
permite relaciones sanas, incluyentes y en consecuencia pacíficas. Por ello, es indispensable
pensar en serio y trabajar constantemente por construir una educación (desde las escuelas y
los hogares) con una dimensión ética: aprender a compartir, apoyar al otro de manera
desinteresada, a mirarnos como hermanos de esta gran familia humana; sólo así,
garantizaremos -no la erradicación total de los conflictos- sino la solución pacifica de éstos,
anteponiendo la dignidad de todas las personas.

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La fraternidad y la conmiseración53
La fraternidad se constituyó como deber humano a través de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, pero ¿De dónde podríamos desprender su origen filosófico?
Para Schopenhauer “la conmiseración es el principio real de toda justicia libre y
verdadera. La conmiseración es un hecho innegable de la conciencia humana; es
esencialmente propia de ésta y no depende de nociones anteriores, de ideas a priori,
religiones, dogmas, mitos, educación y cultura”. Si realizamos un ejercicio analógico
entre conmiseración -entendida como la compasión que se tiene del mal de alguien-, y la
fraternidad –conceptuada como amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan
como tales- podemos entonces, apuntar que la vida invertida para que el otro ejerza sus
derechos, reconociendo los propios, es el principio real de toda justicia libre y
verdadera.
Si a decir por Schopenhauer que la conmiseración es un hecho innegable de la
conciencia humana, y que a palabras de Juan Parent Jacquemín “lo único que no puede
perderse en las mayores crisis sociales es la certeza de que el ser humano tiene conciencia,
que es su característica distintiva y el principio de cualquier encuentro” podemos creer
con fervor que la fraternidad es nuestra, está en nosotros, apropiarla y practicarla es el
paso.
La fraternidad es experimental, una acción, que debe poseerse y concientizarse para el
éxito de todas sus posibilidades, se debe mostrar que la fraternidad es acción y justamente
lo contrario de la inercia, su trascendencia no radica en el beneficio propio, sino el de los
demás. La renuncia al beneficio exclusivamente individual tiene sentido en la medida de
que todas las personas tengan acceso a sus derechos y libertades, esto implica el tratar de
desempañar un servicio regular para los demás y para el mundo.

53
Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 2 de junio del 2016.

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En busca de la humanidad54
La mente humana ha creado maquinas capaces de trasladar a personas, largas distancias en
minutos; aparatos que comunican al instante a quienes están en extremos opuestos del
planeta; tecnología que ha hecho posibles hallazgos científicos, que hace menos de una
década hubieran sido imposibles lograr; estudios avanzados que nos han permitido conocer
más y mejor sobre nuestro origen, cómo somos (biológicamente) y en dónde estamos.
Tenemos tecnología que nos ha posibilitado conocer culturas diferentes a la propia y tener a
la mano información, de todos los confines del planeta.
Sin embargo ¿Todas las personas tienen acceso a las ventajas que se han producido de la
tecnología? Quizá una noción la encontremos en el acceso a la información, sólo por referir
al uso de internet en México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI) el 57.4 por ciento de la población de seis años o más se declaró usuaria de Internet,
de ese porcentaje el 70.5 por ciento tienen menos de 35 años, mientras que el 39.2 por ciento
de los hogares del país tiene conexión a Internet.
En esta misma idea, pensemos en las personas que se encuentran en pobreza en el país, de
conformidad con datos expuestos por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social (CONEVAL) la pobreza en México aumentó en dos millones de personas
entre 2012 y 2014, al pasar de 53.3 millones de personas (lo que representa el 45.5 por ciento
de la población) a 55.3 millones (46.2 por ciento). Las muertes violentas en México siguen
en aumento, por datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública, se reportan 72 mil 749 expedientes judiciales relacionados con muertes violentas
entre 2012 y 2015; lo mismo ocurre con los casos de suicidio, según datos del INEGI entre
los años 2005 y 2014 se han registrado un total de 51 mil 381 casos de suicidio, lo que implica
un promedio anualizado de cinco mil 138 casos al año sólo por referir sólo a México.
Como humanidad debemos empezar a reconocer que el rumbo de nuestras vidas no está
dirigido exclusivamente a una finalidad social e históricamente prefabricada: el éxito por
posesión, de riqueza o conocimiento, porque quizá sea en la lucha por esa acumulación,
donde se oprima la dignidad del otro, se discrimine al “diferente”, pese a que tenemos

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 28 de abril del 2017.

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tecnología que nos acerca y nos responde que somos iguales en derechos y libertades; pese a
que nos advierta que tenemos el mismo origen e indefectiblemente el mismo destino natural.
Busquemos la humanidad en nosotros, dándole sentido a nuestra existencia al proponer
en cada decisión -desde nuestra individualidad- una sociedad más humana, basada en valores
humanos, construyendo un mundo solidario, pacífico y justo, en dónde la tecnología sea una
herramienta para acércanos y no para alejarnos y destruirnos; anteponiendo el diálogo sobre
la violencia, fortaleciendo nuestros compromisos de fraternidad, sobre los impuestos por el
ego y la avaricia. Trabajemos en serio por un planeta saludable y demos la oportunidad a los
que están por nacer de vivir en un mundo en paz. Ello, depende de notros.

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ECONOMÍA Y HUMANIDAD

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Desarrollo humano en las estructuras de producción55

¿Cómo se diseña una estructura de producción para una nación, que asegure la estabilidad y
el crecimiento económico? ¿Cómo calcular, con la menor probabilidad de error, la asignación
de recursos, distribución y consumo de bienes y servicios, de manera equitativa y justa?
Esas interrogantes, después de siglos de brillantes reflexiones, desde Cantillón hasta
Milton Friedman, no han sido del todo contestadas. Se han adoptado a través de la historia,
sistemas económicos, que a pesar de ser diametralmente opuestos los unos de los otros, todos
han tenido un factor en común: la satisfacción de las necesidades humanas.
Más allá de reformular la pregunta de ¿Cuál es el sistema económico que ampara con
fervor ese factor común? Es momento de reflexionar sobre, qué elemento hace posible la
satisfacción de las necesidades humanas, sin importar el sistema económico en cualquier
nación o en cualquier periodo histórico.
Para el economista heterodoxo Ha-Joon Chong se debe “construir un sistema en el que
se tome en serio el enriquecimiento material, pero sin permitir que se convierta en la única
meta”. Todo sistema económico, si pretende satisfacer necesidades humanas, debe promover
e impulsar el trabajo, no el empleo. En el Informe sobre Desarrollo Humano 2015, publicado
por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), estipula que el
concepto de trabajo es más amplio y profundo que el de empleo por sí solo. El empleo
proporciona ingresos y da seguridad económica; sin embargo, el trabajo, además, permite a
la ciudadanía participar plenamente en la sociedad y les confiere un sentido de dignidad y
valía personal. El trabajo puede contribuir al interés público y el trabajo que implica cuidar
a otras personas fomenta la cohesión y crea vínculos en las familias y las comunidades.
No es un tema estrictamente abstracto, sino una idea que determina el trato para con la
persona y fija las bases para la toma de decisiones con enfoque de desarrollo humano. El
desarrollo humano implica que las personas deben influir en el proceso que determina sus
vidas; éste postula que el crecimiento económico es un medio importante para el logro del
desarrollo, pero no es la meta última.

55
Artículo publicado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (en inglés, United Nations Children's
Fund, UNICEF) el 08 de agosto del 2016.

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Hay un factor que debe prevalecer en la implementación de todo sistema económico y


sostener cualquier estructura de producción: el desarrollo humano. Todo empleo debe
formularse bajo un enfoque de recursos humanos, que satisfaga necesidades básicas y asegure
la dignidad humana, la libertad y la autonomía.

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Equidad en las relaciones económicas56


Después de las experiencias, que como humanidad, nos han dejado la implementación y
prueba de los diferentes sistemas económicos, es momento de reconocer que a pesar de ello,
siguen existiendo vicios que ponen en duda el éxito, que hasta el momento se haya intentado
para lograr relaciones económicas justas; no preciso ahora el periodo histórico y ubicación
en el que haya existido sistema en el que cada uno de los actores que participen en las
relaciones de producción, se sientan parte de un ideal de eficiencia económica.
Deben quedar atrás las culpas históricas y las represalias sociales si se quiere alcanzar la
cohesión social que todo Estado anhela, y se vislumbre la participación de todas las fuerzas
productivas de manera pacífica. Para fortalecer los lazos que unen a la gran familia humana,
a través de las relaciones económicas, se debe partir desde una posición original, esto es,
reconocer que somos capaces de cooperar equitativamente, y que las características que nos
distinguen no son pertinentes para decidir a lo que tenemos derecho. Tenemos derecho a una
vida digna, libre y apartada de cualquier tipo de violencia, sin importar que lugar ocupemos
en las relaciones de producción.
Esos derechos, alcanzados de manera igualitaria en lo real y no solo en lo material, se
pueden alcanzar si se promueve de manera frontal la inclusión universal, que exalte las
características que distingue a cada persona para un ejercicio razonable de oportunidades.
Para Clyde Kluckhohn, uno de los factores que limitan el éxito, es la predicción ingenua de
la existencia de una naturaleza humana homogénea, creer que todos los seres humanos son
impulsados por las mismas necesidades y las mismas metas.
Sin embargo la idea de “diferente”, en determinado sistema y periodo económico, no ha
permitido a ciertos sectores a participar en las decisiones nacionales sobre el diseño y puesta
en marcha de las estructuras de producción, reduciéndolos como simples espectadores. Se ha
sacrificado su presencia para responder con una mayor eficiencia económica que prescinde
de la equidad, de la justicia distributiva y de una posible economía del bienestar.
Para Heidegger, el hombre es en el presente su pasado y su futuro al mismo tiempo, su
presente se rellena de proyectos hechos a partir de las posibilidades que su pasado le brinda.
Compartir esta idea, es confirmar el error en el que se cae cuando se diseña un sistema

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 10 de junio del 2016.

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económico pensado en el ser homogéneo, plantear los mismos objetivos universales sin
distinguir las características y deferencias de cada persona, determinadas por las
circunstancias naturales y sociales fortuitas.
Es posible alcanzar la equidad de las relaciones económicas, pero ello debe ser parte de
una transformación integral, en la que las personas conozcan y ejerzan sus derechos y
libertades, construyan representaciones equilibradas y se sientan integradas en el terreno de
las decisiones económicas, quizá ello nos concientice, a decir por Rosseau, a que la
desigualdad no es un tema exclusivo del individuo, sino una suerte común y se experimenta
solidariamente.

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Progreso ¿Potencia productiva o desarrollo humano?57


“Acción de ir hacia delante” es como define progreso la Real Academia Española; sin
embargo, se pregunta Gabriel Zaid “¿Cómo puede haber progreso? La energía, el calor, la
presión, el movimiento, tienden a disiparse, enfriarse, nivelarse, detenerse. Todo tiende a
menos: a la degradación”. ¿La reflexión del ensayista mexicano alcanza la idea del progreso
desde el enfoque social y político? Para obtener una cercana, aunque imprecisa respuesta,
analizaré de manera muy general este enfoque desde dos líneas del pensamiento moderno: el
progreso como potencia productiva y como desarrollo humano.
Para entender al progreso como potencia productiva, es esencial abordar la obra de A. R.
J. Turgot, quien aseveró que la humanidad progresa en estricta relación con la expansión de
las fuerzas productivas, a través del privilegió que se da a la libertad económica, dando como
resultado, lo que hoy entendemos como el asentamiento del capitalismo, sistema de
producción generador de riqueza que aspira al beneficio en función a la acumulación, esto
es, a la posesión y control de los bienes y servicios.
Desde la perspectiva del desarrollo humano, el progreso significa el ejercicio pleno de la
dignidad de la persona, da un sentimiento de orgullo y valía personal, cohesiona a las familias
y a las comunidades, facilita la participación y la interacción entre los integrantes de la gran
familia humana con justicia, libertad, igualdad y solidaridad, dando oportunidad a la
constitución de una esfera social segura y a la posibilidad real de una paz duradera. El
desarrollo humano permite en lo individual la construcción de un plan de vida, el ejercicio
pleno de libertades y derechos humanos, y la convicción de vivir libre de violencias.
¿Puede instaurarse un proyecto verosímil y concreto, que posicione seriamente a la
riqueza, sin olvidar el desarrollo humano? Esta respuesta está depositada en la calidad de las
reflexiones sociales, consecuencia de una población informada, organizada y activa,
dispuesta a construir puentes pacíficos entre la sociedad y el Estado; sociedad convencida
que la acumulación, por deber y derecho humano, no debe posicionarse sobre la práctica
propia y colectiva de la dignidad. De forma natural la fraternidad debe llevarnos al
compromiso personal y social de alcanzar el bien común, prescindir de la competencia y la

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Artículo publicado por el diario UNOMASUNO Hidalgo, el 24 de junio del 2016.

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búsqueda ilimitada del control para con el otro, que históricamente ha dejado testimonios de
barbarie y esclavitud, en cualquiera de sus formas.
Hay una posibilidad de que el progreso no sea degradación, y es la de calcular el nivel de
vida de las personas en términos holísticos y psicológicos, como lo hace Bután, que desde
1972 mide su salud como país no en función del PIB sino del BNB (Bienestar Nacional
Bruto), utilizando como bases primordiales de su sociedad el uso del tiempo, vitalidad de la
comunidad, cultura, salud, educación, diversidad medioambiental, nivel de vida y buen
gobierno.
Demos una oportunidad al desarrollo humano entre la búsqueda de la estabilidad
económica, no permitamos que en las estructuras sociales una persona sea propiedad de otra.

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