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La

mujer en la economía de la
Hispania romana
Gonzalo Bravo



Particularidades
La situación económica de la mujer hispanorromana era similar, pero
diferente, a la de otras provincias del Imperio romano. Similar, porque en todas
ellas se plantea la cuestión previa de hasta qué punto se aplicaron de forma
efectiva las medidas emanadas de la cancillería imperial y generalmente
destinadas a resolver casos o situaciones concretas. Diferente también, porque en
la Península Ibérica existía una acusada diversidad regional y cultural que, en
términos económicos, significaba desigual presencia y/o función de la mujer en
los diversos ámbitos de la vida económica peninsular: propiedad, producción,
trabajo. Pero todo parece indicar que, como en otros ámbitos de la vida social
romana en época imperial, las medidas legislativas relativas a la situación
económica de la mujer fueron ensayadas previamente en Roma o Italia y,
posteriormente, puestas en práctica en las provincias. Este procedimiento ha
quedado reflejado en algunos textos jurídicos, como las Instituctiones de Gayo
(siglo II), que refiriéndose a la regulación de la tutela femenina explicita las
normas a las que debe atenerse: la Lex Atilia, si se trataba de Roma: Lex Iulia et
Titia, si el caso correspondía a las provincias. Aquí los gobernadores
provinciales serían los encargados de otorgarla.
Por otra parte, el lento proceso de integración en el sistema social romano —
lo que se denomina generalmente “romanización”— de los diversos pueblos
existentes en el territorio peninsular condicionó en la práctica la vigencia de
formas institucionales, en correspondencia estrecha con el mayor o menor grado
de romanización de las áreas respectivas. En este sentido, en el noroeste y la
meseta la presencia romana fue más tardía y menos intensa que en el sur y
levante, intensidad que se corresponde en buena medida con el desigual número
de testimonios relativos a la actividad económica de la mujer en ambas zonas,
siendo los principales centros urbanos, como Tarraco, los que aportan el mayor
costosos viajes a Oriente para visitar los santuarios de Siria, Palestina y Egipto.
Estas ricas damas de posible origen hispano, como Egeria o Poemenia, pueden
asimismo haber sido parientes del propio emperador.
Finalmente, en el capítulo de mujeres-propietarias destaca entre todas la
fabulosa riqueza de Melania iunior, nieta de Melania, de origen hispano, cuyas
propiedades a comienzos del siglo V se distribuían en varias provincias
occidentales del Imperio (Italia, Sicilia, Galia, África e Hispania). En sus
inmensos dominios trabajaban más de 8.000 esclavos, a los que liberó al donar
sus posesiones a la Iglesia, actitud que, en menor medida, debió ser común entre
las damas de su clase. Se ha especulado también con la sorprendente cifra de
ingresos de Melania, unas 140.000 libras de oro —según la Historia Lausiaca de
Paladio— o simplemente solidi —según la investigación reciente—, que da idea
de los importantes recursos controlados por algunas de estas mujeres.

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