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EL ESTADO TERRATENIENTE
I. INTRODUCCION
Este libro plantea una tesis radicalmente distinta. Creemos que hay bases
suficientes para pensar que en el siglo XIX se plasmó políticamente la
formación de un tipo particular (histórico) de Estado, en el contexto ecuato
riano, cuya naturaleza vale conocer por dos razones fundamentales: 1) porque
su estudio nos beneficia en la mejor comprensión del período de transición al
capitalismo, que no es sólo un proceso económico, sino también la recep
ción histórica de un nuevo modo de producción y, por lo tanto, se nos escapa
si no se le ubica en un contexto teórico integrador y totalizante; y 2) porque,
nos permite entender los elementos de continuidad y ruptura con los que está
impregnada la historia postcolonial (que es la del siglo XIX).
Si estas premisas son ciertas, resulta entonces que toda la historia del si
glo XIX está ligada a la historia del Estado, lo cual exige que revaloricemos
las dimensiones y categorías políticas en el estudio de ese pasado.
A. La regionaIización
Como segunda forma que adopta la cuestión nacional en este período está
el corte étnico cultural, que atraviesa los conflictos entre las clases antagóni
cas y tiñe las relaciones entre las clases dominantes y auxiliares. Este corte
está referido a dos aspectos: 1) el primero, de orden material - y el fundamen
tal -, es el relativo a la aivisión de la sociedad en las dos famosas
"repúblicas": la "de los Indios" y la "de los Blancos", fenómeno colonial que
no desaparece con la Independencia y que tiene su racionalidad económica en la
exacción de sobretrabajo indígena a través de una coacción extraeconómica,
fenómeno que se mantiene y agudiza a 10 largo del siglo XIX; 2) el segundo
está relacionado al orden ideológico, es decir, a las vertientes constitutivas de
la ideología y la cultura del siglo XIX: el racismo, su correlato el elitismo y
la concepción tradicional de la autoridad, elementos esenciales de una matriz
que otorgaba coherencia y legitimaba socialmente la dominación terrateniente
sobre las masas indígenas.
Tanto en el terreno de la organización social como en el de la ideología y
la cultura se opera un divorcio perpetuo entre la clase terrateniente y las clases
subalternas. Este divorcio no puede ser entendido solo desde el punto de vista
clasista, lo cual no conferiría ninguna novedad a la historia, sino desde el te
rreno de lo nacional, lo cual peculiariza precisamente la cuestión nacional an
dina de realidades nacionales como la europea más tratadas en el terreno de la
teoría.
En efecto, según la propuesta de algunos teóricos, en Europa la cIase do
minante, ya sea terrateniente o burguesa, fue en la mayoría de los casos una
VI. EL ESTADO TERRATENIENTE 223
. Los aspectos arriba tratados, así como los mencionados antes, se revelaron
con nitidez en la crisis de 1859 y en un conjunto de conflictos exacerbados
durante la segunda mitad del siglo XIX.
Sobre la ausencia de soberanía del Estado Terrateniente, c¡¡be señalar que
desde la época colonial salta a la vista el hecho de que la estructura social
relativa al Estado no comprendía a toda la población de la Real Audiencia de
Quito. Hubo en el período colonial una población que permaneció aislada de
las estructuras económicas y que no tuvo parte en el desarrollo estatal de esa
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soberanías piramidales, con sus sistemas aristocráticos de feudos, con sus es
tamentos, y privilegiar acríticamente las semejanzas que se sustentan en la
burda asimilación de que toda servidumbre es equiparable a la existencia del
feudalismo.
A diferencia del ESl.'ldo feudal, en e[ cual se daba una asociación muy ín
tima del conjunto de franjas jerarquizadas de señores feudales que tenían una
propiedad "escalonada" o condicional, complementaria a su soberanía
fragmentada, en cuyo centro o cúspide política existía una instancia portadora
de [a soberanía territorial sobre campesinos y señores afincada en una aristo
cracia con dominación nobiliaria 3 , el Estado Terrateniente se sustancia[iza en
[a regiona[ización de[ poder, es decir, en [a fijación de espacios autónomos de
expresión de [as clases dominantes locales ligadas al latifundio, que privatiza
e[ carácter de [a dominación política e impide cualquier expresión soberana del
Estado. En esta línea, debemos entender al latifundio no como una forma de
producción simplemente, sino como una gran propiedad territorial en [a cual
pueden coexistir varias formas de producción y, [o que es más importante, que
constituye [a base de sustentación de un poder político local (regional). Esto
es así pues en la medida en que la hacienda se erige en un eje de poder regional
puede a su vez supeditar a su dominio otrasformas de producción que se en
cuentran formalmente fuera de ella, tales como la comunidad indígena y la
pequeña propiedad campesina.
Por otra parte, a[ contrario de lo que ocurría en el Estado feudal, donde el
poder estatal estaba [imitado ya sea por [a ley divina y por [os privilegios de
los Estados medievales (en cuanto [os vínculos feudales marcaban una jerar
quía de poderes exclusivos de [os seílores feudales sobre [a tierra y [os siervos,
redefinibles en los con11ictos de "suma cero" en [os campos de batalla), en el "
Estado Terrateniente el titular del poder estatal (e[ llamado "Jefe Supremo",
"Presidente", "Encargado del Poder" o "Capitán General") concentraba un po
der esencialmente controlable por el juego de los poderes regionales.
Examinemos a continuación algunas características de este Estado
Terrateniente. Trataremos aquí del sistema de representación política, del
aparato jurídico de dicho Estado y de las formas de dominación política pre
dominantes.
El aparato jurídico fue el que articuló en forma decisiva los intereses de las
clases terratenientes regionales, ejecutando leyes que favorecían el creci
miento-consolidación de la hacienda, garantizaban la dominación directa sobre
las masas explotadas, y afianzaban la dominación política inspirándose en la
ideología racista y elitista. El Estado se erigía así como sancionador legal de
los poderes terratenientes regionales. En este sentido, hay que entender que un
conjunto de medidas legales adoptadas en el siglo XIX, aunque progresivas
desde un punto de vista histórico, significaron, desde la lógica terrateniente, la
ampliación y consolidación del latifundio antes que la destrucción del orden
terrateniente en aras del desarrollo capitalista.
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,
como tal jugó un papel en la creación de los prerequisitos par¡¡ el ascenso de
la burguesía y la expansión del ca¡italismo en el país. Es así como se pasó
de un Estado fiscalmente atrasado , a un régimen fiscal que fue aceptando el
procedimiento de ceder el cobro de impuestos a instituciones bancarias, supe
ditándose así progresivamente el sistema fiscal del Estado al capital comercial
bancario. Ya en 1890 hubo incluso el intento de crear un Banco Nacional del
Ecuador, proyecto de banco estatal en el que se verifica ya la concepción de
"interés público" como una norma que tienda a regular el papel del Estado.
La recaudación de impuestos mediante contratos con compañías de fínan
cistas y banqueros privados, que retenían parte de la recaudación como
"ganancias", favoreció, indudablemente, el proceso de constitución de la bur
guesía comercial-bancaria ecuatoriana, siendo el mismo Estado pre-capitalista
el que jugó un papel importante en dicho proceso. La abolición de la
esclavitud, el tributo indígena y los diezmos fueron conducentes a la disolu
ción de relaciones precapitalistas de tipo colonial y arcaico, y se dieron ape
lando al concepto de "interés público". Estas medidas beneficiaron el avance
del proceso de acumulación originaria en el país, aun cuando no significaron
el triunfo de las relaciones capitalistas.
La modernización de la infraestructura de comunicaciones que facilita la
circulación de mercancías 6 , el desarrollo de una política de apoyo, aunque
conflictiva, a la naciente banca, la entrega de terrenos baldíos, las medidas
modernizantes en la administración pública yen la legislación, la ley de ban
cos, la creación de una Cámara de Comercio, y el estabIccimiento de moneda
nacional en 1880, son todas medidas que revelan un adelanto cronológico en
la política estatal al ser expresiones institucionalizadas del "dominio público".
Este adelanto del Estado incidió en la acumulación originaria de capital, y de
nota la existencia de rasgos absollt/islas.
Los procesos electorales, por su parte, llegaron también a ser fenómenos
en los cuales ya se vislumbraba, para la época del progresismo, concepciones
liberales sobre el "dominio público" y la representación de los "intereses ge
nerales" . Todo esto revela, por cierto, la existencia de rasgos absolulislas del
ESlado en el úllimo lercio del siglo X/X, y no el dominio de la iJurguesía
como lanlas veces se ha supueslo, erróneamenle.
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NOTAS
1. Ver a este respecto el desarrollo que se hace de la problemática en Erika Silva (1984),
Z.
Bcr Borojov (1 jBO) dmrrolln CHe concento,
3, A este respecto vale citar lo que Perry Anderson ha planteado sobre la aristocracia feudal: "La
clase dominante feudal era, pues, esencialmente móvil en un sentido en que la clase domi
nante capitalista nunca pudo serlo después, porque el mismo capital es par excellence inter
nacionalmente móvil y permite que sus propietarios estén fijos nacionalmente; pero la tierra
es nacionalmente inmóvil y los nobles tienen que viajar para tomar posesión de ella, Cual
quier baronía o dinastía podía, así, transferir su residencia de un confín a otro del continente
sin sufrir por ello ninguna dislocación. Los linajes angevinos podían gobernar indiferente
mente en Hungría, Inglaterra o Nápoles; los normandos en Antioquía, Sicilia o Inglaterra;
los borgoñeses en Portugal o Zelanda; los luxemburgueses en las tierras del Rin o en Bohe
mia; los flamencos en Artois o Rizancio; los llabsburgo en Austria, los Países Bajos o Es
paña," (Anderson,1980:26-27),
4,
Ver al respecto de la distribución de la representación parlamentaria regional, la discusión que
trae el anículo de Alberto Wray (1980:17),
5, "La reacción: como surgió el primer partido ecuatoriano", El Telégrafo, agosto 14, 1930, p,
2,
6. Garcia Moreno comienza el ferrocarril del sur, En las administraciones progresistas avanza
ya hasta la cordillera habiendo servido a los hacendados eacaoteros. Durante el gobiemo de
Caamaño (1884-1888) se introdujo el telégrafo al Ecuador, En 1884 habían ya 270 millas
de líneas en operación. En 1889 se extendió la línea a la costa conectando la región con
Quito. En 1890 se añadieron 200 millas más conectando el país con Colombia.
7. Esta interpretación se aleja de aquellas que se inspiran en Nicos Poulantzas. Según ese autor
el corte entre el Estado feudal y el Estado capitalista no tiene lugar en el Estado cuyo domi
nio lo tenga la burguesía sino en el momento en que aparece el ESlado absollllisla
(PoulalllZ3s,197 1).