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400 Arturo Zaldívar

en 1a escuela . Con ell o , la Corte puso la


. discusión a la, luz pu'bli-
ca para que las instituciones, tanto pnvadas. con:io publicas que
trabajan con menores de edad, tomen consc1enc1a de la enorme
responsabilidad que tienen en las manos.

Daños punitivos y responsabilidad patrimonial del Estado


Aunque el Estado y sus autoridades deben orientar su activi-
dad hacia la defensa de los derechos e intereses de las personas
lo cierto es que, en ocasiones, la actividad estatal puede tornars~
irregular y, con ello, lesionar aspectos fundamentales en la vida de
las personas. Para dar atención a ese tipo de situaciones nuestro
marco legal ofrece diversas figuras que tienen por objeto asegurar
esquemas efectivos de reparación que permitan resarcir de cierto
modo las afectaciones que las personas resientan en virtud de la
actuación irregular del Estado y sus autoridades.
Pese a que la Suprema Corte ha consolidado una teoría impor-
tante en materia de daños, la determinación respecto del alcance
de las figuras que buscan establecerlos y resarcirlos en distintas
áreas del derecho no siempre resulta una labor sencilla. La diver-
sidad y complejidad de ·los distintos casos, el grado de magnitud
de los daños ocasionados, así como el carácter de las partes y auto-
ridades que intervienen en ellos suele producir interpretaciones
distintas que impactan en la determinación final de los montos Y
modalidades de reparación y, por tanto, en el alcance de las repa-
raciones ordenadas.

Amparo directo 50/2015

Un problema así fue el que enfrentamos la ministra y los minis-


tros de la Primera Sala de la Corte al resolver el amparo dire_ct~
50/2015. A partir de un proyecto que presenté, la Sala determino
por mayoría que, tratándose de daños derivados de la actividad
irregular del Estado, procede el otorgamiento de una justa indem-
1 ·'
n .zac1on a 1as personas que resientan afectaciones a sus d erec hos
1Oaños de derechos 401

e intereses. Sin embargo, en esta decisión sostuvimos de manera


clara que en este tipo de casos no resulta procedente ni aplicable
la figura de daños punitivos 304 •
El caso que nos correspondió resolver es uno particularmen-
te trágico. En el año 2004, una mujer en contexto de violencia
familiar decidió acudir con su hijo de 7 meses y su hija de 3 años
de edad a un albergue del Gobierno de la Ciudad de México. La
decisión fue motivada por la necesidad de que su concubino no
continuara ejerciendo actos de violencia en su contra. Al llegar a
dicho albergue, las autoridades le informaron de un brote de va-
ricela. Sin embargo, al no contar con mayores opciones, la mujer
decidió ingresar junto con sus hijos al albergue.
Semanas después su hija de tres años comenzó a presentar
síntomas de varicela, por lo que solicitó a autoridades del alber-
gue atención médica. Los servicios médicos del establecimiento
ordenaron observación y cuidados físicos·. Días después, la niña
presentó fiebre de más de 40 grados centígrados e importantes le-
siones dérmicas asociadas a la enfermedad. Los servicios médicos
del albergue ordenaron esquemas físicos para controlar la fiebre y
medicamento para evitar la comezón de las heridas. Al poco tiem-
po los síntomas aumentaron, la niña fue trasladada a un hospital
público en donde los médicos señalaron falta de atención opor-
tuna y recomendaron tratamiento antibiótico. Posteriormente, y
al no presentar mejoría, la niña fue trasladada a un hospital es-
pecializado en donde los médicos identificaron el avance de una
infección séptica que produjo falla orgánica múltiple y que derivó
en su lamentable muerte.
Dos años después, en 2006, la madre de la niña presentó un
juicio ordinario civil en contra del personal médico del albergue y
del hospital público que habían atendido a su hija. Demandó tam-
bién a las autoridades de la Ciudad de México encargadas de ad-
ministrar el albergue y de prestar los servicios de salud en los que

304 Sentencia recaída al Amparo Directo 50/2015, Primera Sala de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación, 3 de mayo de 2017.
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fue atendida. En su demanda señaló que la activid~d 1:1egligente


tanto d e los me'd"1cos com0 de las autoridades cap1tahnas. había
provocad o la muerte de su hiia·, solicitó, entre otras_ medidas, el
pago de 30 millones de pesos por concepto de .~ano moral. En
respuesta, las autoridades intentaron responsabilizar la madre
de la muerte de su hija, pero los tribunal~s ~1:1e cono~ieron de la
demanda durante las primeras etapas del JUICIO acreditaro~ ~l ac-
tuar negligente de las autoridades y, por tanto, su responsab1hdad.
El debate central del caso se zanjó en los montos de repara-
ción. Después de un largo camino procesal de más de ocho años
que involucró que el caso fuera y viniera varias veces e_ntre dis-
tintos tribunales colegiados, sin que se lograra determinar con
exactitud el monto de reparación que debía otorgarse a la madre,
la Suprema Corte atrajo el caso y sentó criterios de gran relevan-
cia que contribuyeron de manera importante al desarrollo de su
jurisprudencia en materia de danos.
Lo primero que clarificamos en esta decisión fue que, aun cuan-
do la madre hubiere reclamado la responsabilidad del Estado y de
los médicos por la vía civil, la ·procedencia del recurso era válida,
ya que para el momento de los hechos no existía aún en la Ciudad
de México una legislación administrativa específica para exigir la
responsabilidad patrimonial del Estado. Aclarada esta cuestión,
debíamos centrarnos en resolver la manera en que los montos de
reparación por daño moral debían ser determinados en el caso
concreto.
Señalamos que nuestra Constitución reconoce la existencia del
derecho r~c~bir una reparación integral. Coincidimos en que,
en ~atena civil, este derecho ha sido entendido bajo el concepto
de Justa indemnización, el cual no solamente es oponible frente
al Estado y sus autoridades, sino también frente a sujetos particu-
lares305.
. ,, Señalamos, además , que el derecho a 1a JUS
· ta 1n
· d emn1za-
·
c1on posee una doble dimensión en tanto d e b er espec1'fico a car-

305
Cfr. Amparo Directo en Revis·,, 106S/ 20
2011. ion 11, resuelto el 19 de octubre de
10 años de derechos 403

go de las autoridades, pero también como un auténtico derecho


humano que las personas pueden exigir ante los tribunales.
Este derecho se traduce en la posibilidad que tienen las perso-
nas afectadas de anular todas las consecuencias del acto ilícito que
les generó perjuicio. Lo anterior supone entender a este derecho
desde una perspectiva integral que asegure una adecuada com-
pensación económica no sólo por el daño estrictamente causado,
sino más aún por los efectos y consecuencias en las distintas esfe-
ras de la vida de las personas que generó dicho daño. Así, la garan-
tía del derecho a recibir una justa indemnización se convierte no
sólo en un mecanismo formal de resarcimiento de daños, sino en
un auténtico mecanismo de reparación que permite a las perso-
nas asumir procesos efectivos de rehabilitación y redignificación.
Lo anterior tiene una relevancia especial en este caso. Sobre la
base del proyecto que puse a consideración de la Primera Sala, sos-
tuvimos que las afectaciones que resintió la madre por la muerte
de su hija eran multidimensionales. Es decir, no se traducían úni-
camente en una cuestión de daño civil derivado de una conducta
antijurídica que debía ser compensada en términos económicos,
sino que la afectación y sus consecuencias producidas supusieron
auténticas violaciones a derechos humanos que le generaron un
sufrimiento importante 306 • Lo anterior permitió que la Primera
Sala considerara que, bajo ciertos supuestos, los casos de negli-
gencia médica, sean éstos analizados en vía civil o administrativa,
pueden implicar violaciones a derechos tan relevantes como la
vida, la integridad y la salud de las personas; aspecto que sin duda
repercutirá en el análisis de los montos y alcances de la indemni-
zación a fin de que ésta pueda satisfacer la naturaleza integral y
justa que nuestra Constitución le ordena.
De esta manera, toda vez que la responsabilidad de los médi-
cos tratantes y las autoridades estatales había sido debidamente
acreditada en las instancias previas del juicio, nos correspondía a
la ministra y los ministros de la Primera Sala de la Corte fijar un

306 En un sentido similar AD 30/2013, resuelto el 26 de febrero de 2014.


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criterio para determinar el monto que la madre de la niña debía


recibir por concepto de indemnización. Parte central del proble-
ma que motivó la intervención de la Corte en este caso fue que
la madre ejerció sus derechos para impugnar el monto que los
Tribunales Colegiados de Circuito habían ordenado en senten-
cias previas por considerar que no eran justos ni integrales a luz
de sus condiciones socioeconómicas. En particular, la madre y su
defensa plantearon que para poder considerar la indemnización
como justa e integral se debía incorporar y reflejar la teoría de los
daños punitivos desarrollados por la Primera Sala de la Corte en
otras resoluciones.
Así, la pregunta que la Corte debía resolver era clara y consistía
en dilucidar si los daños punitivos resultan procedentes cuando se
trata de casos que involucran la responsabilidad del Estado por ac-
tividad irregular. Al respecto, la respuesta unánime de mi compa-
ñera y compañeros ministros fue en sentido negativo. Sostuvimos
que dicha figura tiene como propósito generar un efecto disua-
sivo para que actos similares no sean cometidos en el futuro. Sin
embargo, compartimos el criterio de que, cuando es el Estado y
su actividad irregular lo que generó los daños, no resulta aplicable
dicha figura por dos razones muy concretas307 •
La primera, porque en este tipo de casos la intención de esta-
blecer un castigo ejemplificativo para que actos similares no ocu-
rr~n en un futuro única~~nte ?uede lograrse a través de procedi-
mientos penales o adm1n1strat1vos seguidos contra de servidores

307 a
:a;a lleg~r a estas consideraciones, el proyecto que presenté la Primera
Ea a~omo c?mo base los desarrollos realizados por la Corte Suprema de los
(::7o)s ~n~dos en casos como Rayonier Inc. v. United States, 352 U.S. 315
' e enero de 1957; Monell v. NewYork Ci D . 1
Services, 436 U.S. 658 (l 978 ) 6 d . . ty epartment of Socia
dence 445 u s . ' e Jumo de 1978; Owen v. City of Indepen-
Mutu~l Life I~¡u~22 (l~O), Mon~oe v. Pape, 365 U.S. 167 (1961); Pacific
Ne anee o. v. Hashp (89-1279), 499 U.S. 1 (1991)· City of
wport v. Fact Concerts Incorporated 453 U S 2 7 '
Molzof v. United States 502 U S ' · · 4 , 26 de junio de 1981;
301
Bonding Co. v. United States 352. U s' 14 de enero _d~ 1992; Massachusetts
' · · 128 , 10 de d1c1embre de 1956.
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públicos; aspecto que escapa de la naturaleza y alcance de los me-


canismos de justa indemnización. Y, la segunda, en virtud de que
la imposición de daños punitivos en este tipo de casos supondría
al final establecer una carga desproporcionada en perjuicio de
las personas contribuyentes que no necesariamente contribuiría a
disuadir la ocurrencia de conductas similares en el futuro.
Pese a ello, entendíamos que este caso exigía de una resolu-
ción definitiva con el fin de no alargar más el sufrimiento de la
madre derivado de la imposibilidad de contar con una decisión
que le permitiera trascender del momento tan doloroso que atra-
vesaba. Consciente de tal situación, mi propuesta fue la de asumir
un enfoque de género en la resolución de este caso, pues era evi-
dente que parte de las consecuencias que la quejosa resintió se
encontraban fuertemente vinculadas a su posición de mujer vícti-
ma de violencia familiar, pero también de persona merecedora de
una protección reforzada por parte del Estado y sus autoridades.
Con base en tales consideraciones, la Primera Sala sentó crite-
rios importantes para el cálculo de los montos de indemnización
cuando se reclama la responsabilidad del Estado. Sostuvimos que,
a fin de que tales montos resulten congruentes con la teoría de
la justa indemnización y la reparación integral, las autoridades
deben considerar el tipo de relación jurídica que existió entre el
Estado y la persona que resintió el daño. También deben analizar
el grado, magnitud y los efectos derivados del daño producido.
Y, por último, la capacidad económica del Estado de la mano del
objetivo y finalidad que persiga el remedio a otorgar.
Los intereses y derechos que fueron lesionados por el Estado
en este caso revisten un carácter especialmente relevante pues
el acto ilícito se tradujo en la pérdida de )a vida de la hija de la
quejosa. La mayoría de mis compañeros ministros compartieron
conmigo en que la relación existente entre el Estado y la quejosa
era clara y debía revestir un esquema de protección reforzada por
el hecho de que tanto ella como sus hijos se encontraban en un
establecimiento del gobierno y que éste debía adoptar todas las
medidas disponibles para asegurar sus derechos humanos.
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Respecto del segundo elemento, consideramos que el daño


ocasionado por el Estado fue particularmente grav~, pues la pér-
dida de un hijo es un acto que lesiona de manera Irreparable la
vida de las personas. Además, coincidimos en_~ue l~s efectos de-
rivados del daño asociado a la pérdida de su h:ua se Vieron agrava-
dos no sólo por el contexto de violencia que la mujer atravesaba,
sino también por las actitudes de revictimización que re_s~ntió por
parte de las autoridades cuando intentaron responsab1hzarla de
la muerte de su hija.
Por último, respecto del tercer elemento, en la Primera Sala
dispusimos que toda vez que la responsabilidad de las autorida-
des capitalinas había quedado debidamente acreditada, y que el
gobierno de la Ciudad de México cuenta con partidas presupues.
tales específicas para cubrir este tipo de gastos, su capacidad eco.
nómica debía ser considerada alta y, por tanto, debía asegurar el
pago efectivo de la suma ordenada.
En virtud de todo lo anterior, decidimos que el monto indem-
nizatorio que el gobierno de la Ciudad de México debía cubrir a
la madre quejosa fuera de 20 millones de pesos.

***
El criterio que adoptamos en la Primera Sala de la Corte respec-
to de este caso marca un hito importante en el desenvolvimiento
de la línea jurisprudencia! sobre daños. La relevancia de este cri-
terio parte, esencialmente, de la delimitación y clarificación sobre
el alcance de la figura de justa de indemnización tratándose de
responsabilidad patrimonial del Estado. Con esto, la Corte dejó
en claro que los contextos en que surge esta responsabilidad son
relevantes en el marco del análisis de los montos indemnizatorios,
pu~s en ellos p~eden existir condiciones que agraven los efectos
denvados de dicho daño, razón por la cual la indemnización o
reparación debe ser integral a fin de resarcirlos.
Además, los criterios asentados en esta resolución contribuye-
ron a clarificar las vías, alcances y modos en que la indemnización
debe proceder en este tipo de casos, así como las diferencias que
10 años de derechos
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su~tentan el alcance de la reparación en otro tipo de procedi-


mientos legales. Con ello, la Corte ofreció parámetros objetivos
para distinguir los distintos tipos de daño que pueden existir en
nuestro marco legal y la manera en que las autoridades deben
analizarlos y repararlos.
Este precedente es también relevante dado que permitió sen-
tar criterios que orientan la resolución de casos posteriores por
parte de tribunales y juzgados locales y federales. Ello permitirá
que, a diferencia de lo que sucedió en este caso, los tiempos de
resolución sean menores y, por tanto, los efectos derivados de la
tramitación de este tipo de casos no abonen a las situaciones de
pena que experimentan las personas que resienten un daño como
producto de la actividad irregular del Estado.

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