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Santiago, veinticuatro de enero de dos mil diecinueve.

En cumplimiento a lo ordenado en el fallo precedente y lo estatuido


en el artículo 785 del Código de Procedimiento Civil se pronuncia la
siguiente sentencia de reemplazo.
Visto:
Se reproduce el fallo en alzada, previa eliminación de sus
fundamentos décimo quinto, trigésimo octavo y trig ésimo noveno. En el
basamento cuadragésimo se prescinde de la frase que principia con “a juicio
de” y que concluye con “circunstancia que” y en el cuadrag ésimo primero,
desde las expresiones “como lo confirman” hasta su epílogo, reemplazando
en el mismo razonamiento la coma que sigue a “de ello” por un punto.
Y teniendo en su lugar y adem ás present e :
1.- Que los artículos 2314 y 2329 del Código Civil contienen el
principio general que impone a quien ha ocasionado un da ño a otra
persona, mediando malicia o negligencia, la obligaci ón de repararlo,
preceptos que conviene considerar como punto de partida en el an álisis
destinado a dilucidar si resulta procedente acceder a la pretensi ón
resarcitoria enarbolada en estos antecedentes.
Las normas recién mencionadas y las características del presente
debate conducen a la conclusión que en el presente conflicto se trata de
definir si el daño moral aducido por los demandantes ha quedado o no
establecido en el proceso.
Y a eso ha quedado reducida la discusión porque los dem ás hechos,
constitutivos del entorno en el que el aludido perjuicio habr ía sido
producido, están suficientemente establecidos. Por cierto, tampoco est á en
discusión la indemnizabilidad del daño moral, ni la modalidad en abstracto
del daño moral que han propuesto los actores, que por lo dem ás es la
original o más indiscutida de las varias facetas que puede adoptar.
2.- Que, en el caso, los padecimientos constitutivos de daño moral
fueron originados por la información divulgada por la demandada en la
edición de su noticiero central, de que el demandante Claudio Valls
Morales había cometido un ilícito penal al arrojar a una persona desde el

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interior de un bus hacia la carretera, sindic ándolo como imputado y
detenido, asentando el fallo de primer grado que esa noticia fue
objetivamente falsa pues la participación del demandante no tuvo ninguna
incidencia en la muerte de la víctima ya que ni siquiera viajaba al interior
del bus sino que conducía otro vehículo que detuvo con la intenci ón de
prestar ayuda, determinando el sentenciador que con esa negligente
actuación la demandada infringió el deber general de cuidado que se
encontraba obligada a respetar.
3.- Que los hechos así establecidos y su calificación jurídica no son
cuestionados en su recurso por la Red de Televisión Chilevisión S.A., que
ha circunscrito su impugnación únicamente a la existencia del daño
demandado sosteniendo, por una parte, que debe restarse valor a la prueba
testimonial considerada por la sentencia ya que fue producida
extemporáneamente y, por otro lado, porque el daño moral no puede
presumirse y requiere ser probado conforme a la regla del art ículo 1698 del
Código Civil.
4.- Que si bien es cierto que la indemnización debe ser concedida
solamente en favor de aquéllas que acrediten haber sufrido real y
efectivamente el daño, tratándose del daño moral -y muy particularmente en
la situación que se revisa- no puede ser omitido un principio probatorio
elemental en materia civil, cual es el denominado principio de la
normalidad, según el cual quien alega lo normal, lo habitual, lo com ún u
ordinario, no tiene el peso de la prueba, el que recae sobre la parte que
postula lo anormal, excepcional o extraordinario.
El referido principio no es extraño al artículo 1698 del Código Civil el
cual, adoptándolo, impone el peso de la prueba a quien alega que alguien
ha contraído una obligación a su favor; y luego, si esa obligaci ón es
probada, siguiéndolo, impone el peso de la prueba a quien alegue que ella
ha sido exinguida. Y es así porque lo normal es que las personas no est én
obligadas unas para con otras; si bien es posible que la generalidad de las
personas tengamos actualmente una o más obligaciones para con otros, no
es normal o común que uno tenga cierta o determinada obligaci ón para con

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otro cierto o determinado sujeto; eso no es lo normal. Y, establecido que esa
obligación exista, de X a Z, consistente en tal prestaci ón, esa situaci ón es el
nuevo estado normal entre ellos (o, como lo expone el autor que luego será
citado, la situación que al menos aparentemente es la vigente entre ellos), de
modo que si alguno de ellos propone que ese estado ha sido alterado,
porque la obligación ha sido modificada o extinguida, est á sosteniendo una
situación distinta, nueva, y deberá probarlo.
La doctrina nacional ha estimado que este criterio es el adoptado en
la citada regla y que es de amplia aplicaci ón, m ás all á de la literalidad del
precepto, que la refiere, como es sabido, sólo a la prueba de las obligaciones
(así por ej. Claro Solar, Luis: “Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado.” Edición facsimilar. Edit. Jurídica de Chile. Santiago, 1979,
Tomo VI [XII], Nºs. 1987 y 1988, págs. 659 y 660). En esta direcci ón ha
sido sostenido que son estados normales todos aquellos que en el Derecho
constituyen el modo de ser perfecto y habitual de las personas o cosas, sin
limitaciones ni restricciones. “Por eso, quien demanda por cobro de pesos
debe probar el contrato de donde nace la obligaci ón que exige (art ículo
1698), y quien alega la mala fe o el dolo debe probarlo (art ículo 707 y
1459); así como el que invoque haber existido culpa en la ejecuci ón de un
hecho ilícito debe demostrarla (artículo 2329)” (Rioseco Enríquez, Emilio:
“Nociones sobre la Teoría de la Prueba.” En Revista de Derecho.
Universidad de Concepción, N° 73. Concepción, 1950, págs. 298 y 299).
La jurisprudencia ha resuelto otro tanto (as í por ej. Revista de
Derecho y Jurisprudencia Tomo 27, pág. 414; Tomo 29, p ág. 532; Tomo
77, sección 3ª, pág. 7).
5.- Que, en ese sentido, acertadamente razona el fallo de primer
grado cuando en su fundamento cuadrag ésimo primero manifiesta que “lo
normal u ordinario es que todo aquel que se entere de una noticia grave,
por un medio de comunicación social masivo, transmitido en un horario de
alta audiencia, en que se le atribuye la comisi ón de un delito de homicidio
en circunstancias sumamente trágicas, sin que se haya tenido participaci ón

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en el mismo, provoca un impacto inmediato no s ólo en su persona, que
sufre angustias y cambios de conducta a consecuencia de ello.”
Por lo mismo, para determinar la ocurrencia del da ño reclamado por
los demandantes que componen la familia de Claudio Valls Morales –
vínculo que ha sido debidamente acreditado – tambi én debe ser considerada
la normalidad en la existencia e intensidad de los afectos entre las personas.
Es del todo habitual, normal, común, que una agresión y deterioro grave
en los sentimientos que padece un sujeto por unos hechos como los de esta
causa constituya un daño que también padecer án su c ónyuge y sus hijos. A
este respecto ha sido estimado que “Esta prueba ser á f ácil cuando el
demandante sea un pariente muy próximo del difunto (c ónyuge, hijo,
padre); su parentesco hará presumir la efectividad de su dolor, a menos que
las circunstancias de la causa demuestren lo contrario, como si los c ónyuges
estaban divorciados o separados de hecho o el padre y el hijo, en malas
relaciones” (Alessandri Rodríguez, Arturo: “De la Responsabilidad
Extracontractual en el Derecho Civil Chileno.” Imprenta Universitaria.
Santiago, 1943, Nº 384, pág. 464).
Así también ha sido resuelto (por ej. Fallos del Mes, Nº 301, p ág. 765,
en cuanto el vínculo cercano de parentesco hace suponer la depresi ón, dolor
o angustia en que se traduce el daño moral invocado).
6.- Que habiendo quedado asentado: que la Red de Televisi ón
Chilevisión S.A. incurrió en una conducta negligente al emitir una
información objetivamente falsa, atribuyendo a Claudio Valls Morales un
hecho delictivo en el que no tuvo participaci ón, que la demandada no
corroboró la información que le fuera proporcionada consultando otras
fuentes, a lo que sí procedió otro medio de comunicaci ón respecto del
mismo hecho, y que la demandada tampoco comprobó la concurrencia de
las causales de justificación que esgrimió en su defensa, le correspond ía
demostrar que su conducta antijurídica no produjo la aflicci ón que
presumiblemente ocasionó en la víctima directa de esa falta de cuidado y en
su entorno familiar más cercano.

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Y el mérito del proceso demuestra que ninguna prueba produjo en tal
sentido.
7.- Que, en estas condiciones, carece de relevancia dilucidar si la
prueba testimonial ofrecida por el demandante fue rendida
extemporáneamente. Ninguna incidencia podría tener la constatación de esa
circunstancia en la existencia del daño si lo normal y corriente es que el
cuasidelito cometido por la demandada provoque los padecimientos y
menoscabos descritos en la demanda.
8.- Que en razón de lo dispuesto en los art ículos 2314 y 2329 del
Código Civil y habiendo quedado en esos términos establecido el da ño
moral sufrido por los actores, corresponde que sea indemnizado por el
agente, determinándose prudencialmente su cuantía en la suma fijada en la
sentencia de primer grado a favor de Claudio Valls Miranda; en el monto
de $5.000.000.- a favor de su cónyuge; y de $3.000.000.- para cada uno de
sus hijos; todo con los incrementos establecidos en la decisi ón de primera
instancia.
Y visto además lo previsto en los artículos 144 y 186 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, se confirma la sentencia apelada de
treinta de agosto de 2016, escrita a fojas 386 y siguientes, con
declarac i ón de que la demandada queda tambi én obligada al pago de
$5.000.000.- a favor de Carolina Frez Jorquera y de $3.000.000.- para cada
uno de los hijos Rachel Melany, Andrew Billy Ricky y Felipe Fabi án, todos
Valls Frez, con los reajustes e intereses fijados en la sentencia en alzada.
Regístrese y devuélvase con sus agregados.
Redacción a cargo del abogado integrante don Daniel Peñailillo A.
N ° 38.037- 2017.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sr.
Guillermo Silva G., Sra. Rosa María Maggi D., Sra. Rosa Egnem S., Sr.
Juan Eduardo Fuentes B. Abogado Integrante Sr. Daniel Pe ñailillo A.
No firma el Abogado Integrante Sr. Peñailillo, no obstante haber
concurrido a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por ausencia.

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GUILLERMO ENRIQUE SILVA ROSA MARIA MAGGI DUCOMMUN
GUNDELACH MINISTRA
MINISTRO Fecha: 24/01/2019 12:16:10
Fecha: 24/01/2019 12:16:09

ROSA DEL CARMEN EGNEM SALDIAS JUAN EDUARDO FUENTES BELMAR


MINISTRA MINISTRO
Fecha: 24/01/2019 12:16:10 Fecha: 24/01/2019 12:16:11

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 24/01/2019 12:55:34

En Santiago, a veinticuatro de enero de dos mil diecinueve, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

JORGE EDUARDO SAEZ MARTIN


MINISTRO DE FE
Fecha: 24/01/2019 12:55:35

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la causa.
En aquellos documentos en que se visualiza la hora, esta
corresponde al horario establecido para Chile Continental. XRKSXXCZVS

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