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UNIVERSIDAS NACIONAL DE JOSE C.

PAZ | Heredia Gimena

RESPONSABILIDAD DEL ESTADO ACTIVIDAD ILICITA


~ DAÑO EMERGENTE ~ LUCRO CESANTE ~

FALLO: “Zonas Francas Santa Cruz S.A. c. Estado Nacional P.E.N. Dto. 1583/96”-
09/06/2009.
Hechos:
En este fallo “zonas Francas Santa Cruz S. A. c/ Estado Nacional P.E.N. Dto. 1583/96 s/ daños y
perjuicios”, la parte actora explica, en su demanda, que se había presentado a la licitación pública
convocada por la provincia de Santa Cruz. Esta le otorgaba la explotación de las dos zonas francas
de Río Gallegos y Caleta Olivia, dispuesto por el decreto 520/95. Relata que ganó la licitación,
celebró el contrato y comenzó a cumplir sus obligaciones, y que, posteriormente, el Poder
Ejecutivo Nacional dictó el decreto 1583/96, que dejó sin efecto el decreto 520/95. Como
fundamento de su reclamo, aduce que el decreto 1583/96 es nulo e inconstitucional, por carecer de
causa y motivación suficientes, así como por desconocer derechos adquiridos, agregando que, aun
en el caso de que no se declare la invalidez de la norma, su parte tiene derecho a obtener una
indemnización por los perjuicios sufridos, con fundamento en la responsabilidad del Estado por su
actividad lícita.

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo sala V confirma la


decisión de primera instancia y condena al Estado a pagar a la actora la suma de $5.430.600 pesos,
por los daños y perjuicios que le ocasiono el dictado del decreto 1583/96, esta suma fue el
resultado de $414.743 pesos por el daño emergente y $5.015.857 por lucro cesante. Contra la
resolución de la Cámara, el Estado interpuso recurso ordinario de apelación, este expone que la
Cámara reconoció varios daños basados en afirmaciones hipotéticas. Además, la accionante no
pudo acreditar fehacientemente que los gastos ocasionados tengan relación causal con la decisión
del Estado de revocar el permiso de exportación, de la misma manera tampoco acredito el lucro
cesante reclamado.

La Corte Suprema revocó parcialmente la sentencia de la instancia anterior, solamente en lo


referente al monto de la indemnización. Así mismo, declara admisible el recurso ordinario
interpuesto, y fija una indemnización con la suma de $124.221.05. En sus votos los doctores;
Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay dejaron como precedente, que para que se
“configure la responsabilidad por daños y perjuicios son requisitos ineludibles la existencia de un
daño cierto, la relación de causalidad entre la conducta fundamento del reclamo y el perjuicio

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invocado, y la posibilidad de imputar jurídicamente esos daños a la demandada”. Asimismo, se


afirmó que quien invoca ciertos hechos como fundamento de su pretensión tiene la carga de
acreditarlos, y si no logra cumplir con esa carga mediante la actividad probatoria desarrollada
durante el juicio, corre el riesgo de que su reclamo sea denegado.

Por su parte, la doctora Highton de Nolasco entendió que se debía revocar la sentencia en cuanto
condenaba al Estado Nacional al pago del rubro lucro cesante, remitiéndose a sus fundamentos y
conclusiones desarrollados en el caso "El Jacarandá S.A.", en la que concluyó que la condena al
Estado por los daños y perjuicios ocasionados por su actividad lícita no alcanzaba la reparación
por lucro cesante.

Ya habiendo relatado los hechos del fallo seleccionado para el análisis, proseguiré con el
respectivo estudio del mismo.

A lo largo del tiempo, el criterio de la Corte va variando, a partir de los casos Devoto, Ferrocarril
Oeste, en los supuestos de culpa imputables, admite la responsabilidad extracontractual del
Estado, por actividad ilícita. Luego de un largo camino, a partir de la doctrina del fallo Vadell, la
imputación de responsabilidad del Estado ya no será indirecta sino directa, debido a los actos o
hechos ineficiente de los funcionarios que se encuentren a cargo de los órganos de la
administración, reflejando la teoría del órgano, y el factor de atribución dejará de ser la culpa del
agente para ser el funcionamiento irregular o defectuoso de la administración por acción u
omisión, o sea la falta de servicio, que produce el daño.

En este caso, el decreto derogado autorizaba realizar operaciones de venta al por menor de
mercaderías de origen extranjero en diversas localidades de la Provincia de Santa Cruz. Este fue
dejado sin efecto, por las consecuencias económicas negativas que provocaba. El decreto 1583/96
reza que fue dejado sin efecto porque es un acto administrativo de alcance general de naturaleza
reglamentaria y no un acto administrativo singular ya que tiene efectos normativos sobre un
número indeterminado de personas. Y por ello, resulta aplicable el artículo 83 del reglamento de
procedimientos administrativos, según el cual los actos administrativos de alcance general pueden
ser derogados total o parcialmente. La corte sostiene que el decreto dejado sin efecto fue por
razones de oportunidad, mérito y conveniencia, fundado en la legitimidad de los actos que tiene el
Estado. La corte reconoce que los daños que perjudiquen a los particulares debido al accionar
lícito de la administración deben ser indemnizados. Por cuestiones de actividad ilegítima, puede
reclamarse el daño emergente y el lucro cesante, se excluyen las consecuencias o daños

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potenciales, se incluyen sólo los daños de las consecuencias mediatas e inmediatas de la acción.
En el caso en particular a la accionante solo se le reconoció indemnización por el rubro de daño
emergente por la revocación de la licencia por parte del Estado, pero se desestimó el rubro lucro
cesante por basarse en presunciones hipotéticas sobre las probabilidades que la actora decía
esperar.

El Estado es una persona jurídica integrada por órganos, si estos, al ejercer sus funciones, causaren
daño, quien tendrá la responsabilidad de reparar el daño causado será el Estado mediante una
sanción pecuniaria. Habrá responsabilidad del Estado siempre que un particular haya sufrido un
daño moral o material, causado directamente por el Estado, ya sea que su conducta sea lícita o no.
En la responsabilidad derivada de actos legislativos, el Estado es responsable por daños cometidos
a los administrados por aquellas normas que dañen derechos o principios constitucionales, cuando
el daño causare un perjuicio mayor, cuando la propia ley reconozca derecho a indemnizar o
cuando el Estado se enriquezca sin causa, aunque no cause daño será responsable, como en el fallo
“Asociación Escuela Popular Germana Argentina Belgrano c/ Gobierno de la Nación”. La doctrina
afirma que la misma ha de ser admitida con base en preceptos similares a la responsabilidad por
actividad administrativa extracontractual, ella surge de una conducta de los órganos del Estado que
puede originarse en un acto o hecho del órgano legislativo, judicial o administrativo.

El gobierno federal, en el 2014, sancionó la ley 26.944, para regular la responsabilidad del Estado
bajo normas del derecho público. La misma fue dictada con carácter federal, reconociendo la
facultad de las provincias para regular la materia en el ámbito territorial y funcional de su
autonomía. Lo primero que establece es que las disposiciones del Código Civil y Comercial de la
Nación no son aplicables a la responsabilidad del estado de manera directa ni subsidiaria. Sin
embargo, la doctrina considera que se puede aplicar de forma análoga. En esta nueva normativa se
introducen restricciones, dándose así un acotamiento en la indemnización, en ella se requiere que
el daño sea actual, y se excluye el lucro cesante.

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