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Prof. Entraigas Maricel.

ESRN N°19, CONSEJOS DE AULA EN LA ESCUELA SECUNDARIA: APRENDIZAJE COLABORATIVO


DE LA CONVIVENCIA

Introducción:
En Argentina, las leyes y normativas vigentes en Educación, ubican a los niños, niñas y jóvenes
como sujetos de derecho y activos participantes en la construcción ciudadana, y a las escuelas,
como espacios pedagógicos privilegiados para la promoción de la democratización y el
fortalecimiento de lazos sociales. Esta nueva mirada rompe con los cánones tradicionales de
una institución que históricamente ha ponderado las formas verticalistas de distribución del
poder y la palabra. Es por esto que, desarrollar prácticas escolares basadas en el respeto, la
cooperación y la justicia, así como en el reconocimiento del semejante y las responsabilidades
éticas requiere de un trabajo reflexivo por parte de toda la comunidad educativa. Desde esta
perspectiva, con el objeto de dar inicio a la constitución de los consejos de convivencia en el
aula como espacios de auténtica comunicación y participación real (Sirvent. 1998) de todos
quienes la integran, se plantea la necesidad de desarrollar espacios de fortalecimiento e
intercambio entre los miembros de la comunidad educativa, para la construcción colectiva de
saberes transformadores del entorno.
Desarrollo:
La intervención se sustentó en una trama conceptual que propone entender a las acciones
humanas en tanto entrelazadas con las condiciones concretas de existencia, y enmarcadas en
contextos histórico-sociales donde se hace posible la construcción y reconstrucción de los
significados y sentidos individuales y compartidos. Desde esta perspectiva, se recuperaron y
analizaron en conjunto con los docentes de la institución, aportes conceptuales centrados en
la posibilidad de revisión de prácticas y en el diseño de acciones vinculadas con la construcción
de los consejos de aula como espacios colectivos de enseñanza/aprendizaje de la convivencia
en la escuela. Los interrogantes planteados por Carlos Skliar (2010) respecto de la necesidad
de re-pensar la convivencia escolar “¿No es acaso la convivencia aquello que cuestiona nuestra
presencia y nuestra existencia en el mundo? ¿Qué otra cosa podríamos hacer sino poner en
cuestión los modos de relación que habitamos y que nos habitan? ¿No será que convivir
consiste en interrogar aquello que nos pasa con los demás, entre los demás? (…)¿Y qué marca
particular asume, si es que la asume, la convivencia al interior de las instituciones educativas?”
(Skliar, 2010:102) constituyeron una invitación para poder pensar y analizar de manera
contextuada los modos en que se sostiene la complejidad vincular en la escuela. Desde los
aportes de Cornú (1999), se destaca la importancia del establecimiento de vínculos de
confianza que ponderen la relación pedagógica. La confianza es constitutiva de cualquier
relación pedagógica e implica una hipótesis sobre la conducta futura del otro que no apuesta
ya, al control físico sobre los sujetos ni a su tiempo de aprendizaje. La confianza se ubica como
uno de los pilares sobre los que se asienta toda convivencia, toda vida en grupo, todo contrato
social. En este marco, la construcción de la subjetividad se comprende como un proceso que es
efecto de determinadas variables históricas y culturales que sufren transformaciones a partir
de las mutaciones producidas en los sistemas histórico-políticos. Desde las últimas décadas, la
Argentina asiste a diversos cambios en la construcción de la subjetividad en comparación con
los existentes durante el siglo pasado, cambios profundos vinculados a procesos sociales tales
como el aumento de la desocupación, la marginalidad y la cosificación creciente de las

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relaciones interpersonales, como así también las secuelas emocionales y vinculares propias de
la post pandemia.
Según Bleichmar (2008), las nuevas formas de violencia relacionadas con la impunidad
enquistada en los estamentos de poder, se infiltraron en la sociedad, produciendo procesos de
de subjetivación, con pérdida de la esperanza en el futuro y del valor de la palabra debido a las
promesas incumplidas. La autora plantea entonces, la necesidad de recuperar la ética del
semejante a través de un re-contrato intersubjetivo en la sociedad actual, en aquellas fracturas
y contradicciones que el sistema permita, consiste en una tarea fundamental para realizar con
la infancia, en el contexto de encuentro escolar, donde plasmar la construcción de legalidades
situacionales y no inmanentes.
Toda actividad colectiva es un sistema localizado y articulado de componentes diversos que
existen en íntima relación y tensión. Cuando se identifican sus tensiones y contradicciones,
pueden diseñarse acciones e intervenciones dirigidas a la producción de cambios en la
actividad como conjunto y/o en sus participantes, ya que en sí, las contradicciones y tensiones
son la fuente de cambio y desarrollo de una actividad. En toda actividad coexisten múltiples
puntos de vista, intereses, posicionamientos y tradiciones, que resulta indispensable de
reconocer para entender las problemáticas que se incrustan y hacen obstáculo en las prácticas
de negociación y posible cambio. En cuanto a la transformación de una actividad, sólo es
posible a partir de esfuerzos colectivos, sostenidos y deliberados en el tiempo, dirigidos a la
superación de las contradicciones acumuladas y este proceso supone una re-conceptualización
de la dirección y sentido de la actividad que busca un horizonte más amplio de posibilidades,
en comparación con un momento anterior. El cambio siempre supone la re-orquestación de
voces, puntos de vista y enfoques de los diferentes participantes a partir del reconocimiento
de la dimensión horizontal desarrollada en el diálogo, entendido como espacio discursivo de
negociación de significados acerca de los objetivos que se intentan alcanzar (Engeström, 2001).
Ésta mirada pone a los/las estudiantes, como protagonistas activos de las acciones resolutivas
ante los conflictos que puedan desarrollarse dentro del establecimiento, otorgándoles el
espacio de “voz activa” .
En cuanto a la conceptualización de la violencia en la escuela, se focalizó en una perspectiva
socio-histórica, el desafío es comprender y abordar pedagógicamente la violencia que se
manifiesta en el espacio escolar y a la vez, construir un enfoque socioeducativo
contextualizado de la problemática de la violencia en el campo educativo. Se propone el
corrimiento desde un modelo de resolución de conflictos punitivo, donde el poder se ejerce de
manera vertical, jerárquica, estableciendo relaciones de sumisión, dominación y
subordinación, hacia un modelo democrático de pensar la convivencia escolar. Este último, es
de carácter relacional, posible de establecer a partir de la mediación como estrategia de
resolución de conflictos, dirigido a promover la participación de todos los actores, la
horizontalidad, las relaciones de respeto mutuo, la justicia, la imparcialidad y la cooperación,
desde lazos de confianza. También dar protagonismo a la figura de “mediador entre pares”, el
cual proporciona un diálogo más ameno¸ ésta figura quedará representada por el “Centro de
Estudiantes” de ambos turnos, quienes intervendrán de manera activa en el acercamiento de
las partes intervinientes del conflicto.
Los/las Docentes de la ESRN N°19, estamos convencidos de que las acciones de escucha y
mediación, acompañadas por el personal para generar prácticas pedagógicas que generen
nuevas formas de prevenir conflictos de violencia dentro y fuera de la institución.

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Por tanto, la escuela plantea un cambio de actividades para la conformación del centro de
convivencia áulico, acompañado cada grupo por la figura de tutor de curso, como así también
el resto de los docentes del establecimiento y comunidad.

Consejo de Aula Regularidades:

Funciona en el espacio áulico. Está integrado por los alumnos del aula, la figura de tutor del
curso, el preceptor y en caso de necesidad, los profesores de otras áreas y el centro de
estudiantes. Siempre es el adulto, quien, con un perfil acorde al espíritu de este proyecto, sea
el mediador-coordinador del espacio. En circunstancias particulares, pueden participar
autoridades u otros miembros del equipo docente. El espacio puede estar mediado también
por un profesional/docente especializado en la tarea de coordinación de grupos y tutorías.

Tareas del Consejo de Convivencia de Aula:

Atención de las situaciones del aula en general y de los integrantes en particular.


Análisis y reflexión de situaciones cotidianas del año, del grupo o de algunos integrantes.
Identificar situaciones de vulnerabilidad como acoso, discriminación en el aula y abordarlas en
forma colectiva.
Acuerdo y construcción de las normas de convivencia del aula y su funcionamiento.
Análisis y tratamiento de situaciones de conflicto entre los integrantes del curso y con los
demás cursos.
Construir en forma colaborativa con el docente, la acciones reparadora en caso de creerlo
necesario.

Propuesta y desarrollo de actividades complementarias.


Seleccionar a los dos delegados del curso para el consejo de convivencia áulica.

Funcionamiento:

*Reuniones regulares: Asignar un tiempo periódico para la realización de las distintas


actividades. La frecuencia de encuentros variará de acuerdo a la edad de los alumnos y
avances en la construcción de los acuerdos. En los grados mayores, es posible su realización
semanal, como espacio de evaluación de la convivencia durante la semana transcurrida.
*Reuniones especiales: Ante situaciones conflictivas que requieran ser tratadas de inmediato.
Se dejará constancia de cada una de las reuniones en un acta, (puede ser en un papel afiche),
firmado por cada uno de los que hayan participado. Dicho acuerdo deberá permanecer visible
en el curso hasta la próxima reunión.

Conclusión:
Este documento impulsa y orienta la conformación de Consejos de convivencia en el aula,
teniendo como prioridad generar y afianzar los procesos de democratización tanto de los
vínculos como de las prácticas escolares en el nivel medio. Comprender la escuela desde una
perspectiva de derechos implica fortalecer las acciones y experiencias formativas vinculadas al

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respeto, la solidaridad, la justicia, la cooperación, la responsabilidad. Permite a quienes
comparten la vida en la institución y también a quienes acompañan sus procesos desde la
comunidad, un cuidado integral y guiado por los principios de igualdad e inclusión educativa.
La escuela como escenario privilegiado de lo público ofrece a los/las adolescentes una
instancia de participación en lo común, un espacio colectivo donde se aprende a convivir fuera
del ámbito familiar, a sostener el diálogo con los semejantes, a entenderse con otros y hacerse
entender, es donde se teje comunidad y sentido colectivo. Las normas de convivencia
constituyen el marco general desde el cual los distintos miembros de la comunidad educativa
orientan sus acciones en la cotidianeidad escolar.
Un proyecto educativo que desea fortalecer los vínculos y valores democráticos, necesita
pensar la convivencia escolar no sólo como el producto de las normas que la regulan sino
como aquel modo esperable de la de vida en la escuela y en las aulas que se construye
colectivamente, a partir de la contribución de significados, acciones y voces de los distintos
miembros de la comunidad que la conforman. Este modo de comprender la convivencia pone
énfasis en la tarea comunitaria y personal que supone constituir una vida colectiva, vida que
hace posible y permite el despliegue singular y personal de cada uno de sus miembros, una
tarea cultural ineludible y activa del proceso.

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Bibliografía:

- https://www.sadlobos.com/wp-content/uploads/2016/03/Bleichmar-Violencia-social-
violencia-escolar.pdf
-https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/praxis/article/view/1628/1836
- http://jornadassociologia.fahce.unlp.edu.ar/x-jornadas/actas/LiticheverPONmesa42.pdf

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