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Tribunal: TRIBUNAL DE APELACIÓN EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE ASUNCIÓN, SALA 4

Partes: F. R., M. E. c. A., E. D. s/ Acción preparatoria de juicio ejecutivo (Ac. y Sent. Nº 45).

Publicado en: LLP Noviembre 2018

Cita Online: PY/JUR/270/2018


HECHOS

La parte demandada se agravia contra la sentencia que rechazó la excepción de inhabilidad de título opuesta por su parte y dispuso
llevar adelante la ejecución incoada en su contra y su aclaratoria. El Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial, cuarta sala, resuelve
revocar la resolución recurrida.

SUMARIOS
1 - Corresponde revocar la sentencia que rechazó la excepción de inhabilidad de título y dispuso llevar adelante la ejecución incoada y su
aclaratoria cuando los títulos presentados no pueden ser considerados pagarés por falta de identificación del beneficiario, dado que no se
admite el pagaré al portador –art. 1536 del CC– ni la subsanación del nombre del beneficiario, y el pagaré contiene en su estructura la
promesa de pago, por lo que los presupuestos de la conversión no pueden entenderse operados, asimilación que no es posible porque la
promesa de pago debe ser hecha siempre a favor de una persona determinada.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA(*)
Ver también
Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial de Asunción, sala 1 • Meza de Ojeda, Mirian c. Arce, Jorge Antonio (Ac. y Sent. N°
95) • 03/10/2003 • LLP 2004, 40 • PY/JUR/369/2003.
(*) Información a la época del fallo.
2 - Cabe imponer las costas por su orden cuando no se desconoce la tendencia jurisprudencial a aplicar la conversión en los casos de pagarés sin nombre del
beneficiario, línea jurisprudencial de la que la sentencia se ha apartado por las razones expuestas, por lo que el actor tuvo razón fundada para litigar, basada en
una creencia razonable sobre su derecho.

JURISPRUDENCIA RELACIONADA(*)
Ver también
Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial de Asunción, sala 1 • Meza de Ojeda, Mirian c. Arce, Jorge Antonio (Ac. y Sent. N° 95) • 03/10/2003 •
LLP 2004, 40 • PY/JUR/369/2003.

(*) Información a la época del fallo.

TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia.- Asunción, julio 23 de 2018 On


1ª) ¿Es nula la sentencia apelada?
2ª) En su caso, ¿se dictó conforme a derecho?
1ª cuestión: El Dr. Fossati López dijo: El Sr. E. D. A., por derecho propio y bajo patrocinio de abogado, desistió expresamente de este
recurso, según se lee a fs. 129 de autos. Por ende, al no existir vicios o defectos que autoricen la declaración oficiosa de la nulidad en los
términos de los arts. 113 y 404 del CPC, corresponde tenerlo por desistido del presente medio de impugnación.
Los Dres. Gómez Frutos y Melgarejo Coronel manifestaron: Adherirse al voto del colega preopinante, por compartir sus mismos
fundamentos.

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2ª cuestión: El Dr. Fossati López dijo: Por la decisión recurrida, SD N° 1035, del 27 de septiembre de 2016, el Juzgado de Justicia Letrada
del Primer Turno de la Capital resolvió: “1) Rechazar la excepción de inhabilidad de título por falta de acción opuesta por E. D. A., por sus
propios derechos y bajo el patrocinio profesional del Abog. R. E. R., con Mat. C.S.J. N° 26.182, en consecuencia; 2) Llevar adelante la
presente ejecución, hasta tanto el demandado haga íntegro pago a la actora, del capital reclamado, costos y costas del juicio; 3) Notificar
por cédula 4) Anotar... (sic., fs. 102 vlto.).
A su vez, por SD N° 1428, del 16 de diciembre de 2016, el Juzgado de Justicia Letrada del Primer Turno de la Capital resolvió: “1) Hacer
lugar al recurso de aclaratoria interpuesto por la parte actora, contra la SD N° 1035 de fecha 27 de septiembre de 2016, en consecuencia;
2) Aclarar la SD N° 1035 de fecha 27 de septiembre de 2016, consignando en la parte dispositiva, como “llevar adelante la presente
ejecución, hasta tanto el demandado haga integro pago a la actora, del capital reclamado en autos, que asciende a la suma de Gs.
19.000.000 (Guaraníes diez y nueve millones), más intereses, costos y costas del presente juicio; 3) Notificar por cédula; 4) Anotar... (sic.,
fs. 112 y vlto.).
Contra tales decisiones se alza el Sr. E. D. A., por derecho propio y bajo patrocinio de abogado, y expresa agravios a fs. 124/130. Tras
exponer los hechos y antecedentes de la causa, inicia su crítica indicando que el juzgador no habría aplicado adecuadamente el art. 1535 del
CC, que enumera los requisitos que debe contener el pagaré a la orden, ya que específicamente faltaría la indicación del nombre de aquel o
a cuya orden debe hacerse el pago, lo que tornaría al pagaré inválido como instrumento de ejecución. Por ello refiere la procedencia de la
excepción de inhabilidad de título, ya que sería necesario el endoso, nada de lo cual se respetó en la sentencia. Prosigue alegando que su
parte no tuvo trato directo con el Sr. M. E. F. R., tras lo cual cita doctrina sobre el espíritu de la ley y las condiciones de aplicación de la
analogía. Por tales motivos solicita la revocación de las decisiones en estudio.
Contesta dicho memorial el Abog. P. F. G., representante convencional del Sr. M. E. F. R., según testimonio de poder de fs. 16/18 y
reconocimiento de personería del 24 de julio de 2015 (fs. 24). En su escrito de responde (fs. 130/133), considera que la adversa no
fundamentó convenientemente su expresión de agravios, luego de lo cual, en referencia a la inhabilidad de título, considera que el
excepcionante no acreditó ninguna causal que torne a los títulos inhábiles, ya que las firmas fueron reconocidas, lo que implica la
aplicabilidad del art. 448 inc. b) del CPC. Prosigue afirmando que el pagaré es un documento al portador, con lo que se aplica el art. 1517
del CC, además de que el demandado no negó la obligación. Luego se refiere a un contrato de compraventa de vehículo, cuya copia
pretende adjuntar, que habría sido suscripto por el demandado. Por todo ello pide la confirmación, con costas, de las decisiones en recurso.
Antes de entrar al mérito de la discusión así delineada, nos ocuparemos de dos cuestiones puntuales. La primera, relacionada con la
existencia de una sentencia aclaratoria. Como quiera que la decisión sobre la aclaratoria se integra al juzgamiento aclarado, según lo dispone
taxativamente el art. 389 del CPC, va de suyo que el análisis sobre la sentencia apelada comprende la aclaración que se realizó
posteriormente, por SD N° 1428, del 16 de diciembre de 2016, dictada por el Juzgado de Justicia Letrada del Primer Turno de la Capital
(fs. 112 y vlto.), puesto que lo allí resuelto no es más que la explicitación del monto por el cual se lleva adelante la ejecución, más intereses,
costos y costas. De hecho, la aclaración se realizó mediante la integración de la parte dispositiva, según lo dejamos transcripto, por lo que el
análisis de la sentencia apelada comprende necesariamente su contenido a tenor de lo modificado por la aclaratoria de referencia.
El segundo punto es la alusión a la existencia de la relación causal. Al respecto, no puede ser atendido el argumento del demandado
apelante, quien invoca la falta de causa; y la misma suerte sigue la defensa del actor apelante en alzada, que incluso propone un documento
relacionado con una compraventa de vehículo. Sobre el punto, el art. 465 del CPC impide toda consideración de la causa de la obligación
en el juicio ejecutivo, y el art. 432 del CPC prohíbe agregar documentos o alegar hechos nuevos en sede de apelación, cuando el recurso
fuere concedido en relación. Esto es lo que ocurrió en autos, según la providencia del 9 de diciembre de 2016 (fs. 110), y es lo que
preceptúa el art. 472 del CPC, en su última parte. Por ende, toda referencia a la relación que motivó el librado de los pagarés no puede ser
atendida en esta sede, y mucho menos ser valorados documentos propuestos recién en la instancia de revisión, los que de hecho fueron ya
desatendidos por providencia del 8 de junio de 2018 (fs. 133 vlto.).
Dicho esto, podemos pasar al análisis de la excepción de inhabilidad de título opuesta al progreso de la ejecución basada en los instrumentos
privados glosados a fs. 1/15. Nos detendremos en su descripción, porque la misma resultará sobremanera oportuna a los efectos de tratar
los agravios expresados y determinar la procedencia del recurso de apelación interpuesto.
Todos los documentos analizados tienen el título de “pagaré a la orden”. Luego, en números, está indicada la cifra de G. 3.000.000 (fs. 1) y
G. 1.000.000 (fs. 2/14). La misma cifra está indicada luego en letras, aunque con un error (tres millones mil, fs. 1) y (un millón mil, fs. 2/14).
El instrumento tiene la indicación del vencimiento y la fecha de libramiento; pero tiene en blanco el nombre del beneficiario del pagaré y la
tasa de interés. Sobre estos dos últimos puntos, el módulo permite completar tales datos, pero no se hizo uso de dicha facultad, hallándose
los espacios pertinentes en blanco. Luego de todo ello, está el nombre del librador, E. D. A., su domicilio, con indicación de la dirección y
de la ciudad (Mecánicos de Aviación c. Enrique Mares, Asunción), y finalmente su firma, con el número de cédula y la indicación de un
número de telefonía móvil.
Ante esta situación, lo primero que se debe delimitar es el efecto de la falta de consignación en el pagaré a la orden de algunos de los
elementos indicados en la ley. Al respecto, transcribiremos los arts. 1535 y 1536 del CC. El primero de dichos artículos dice:
“El pagaré a la orden debe enunciar:
a) la denominación del título inserta en el propio texto y expresada en el idioma usado en su redacción;

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b) la promesa pura y simple de pagar una suma determinada de dinero;
c) la indicación de su vencimiento;
d) la designación del lugar donde debe efectuarse el pago;
e) el nombre de aquél, o a la orden de quien, debe hacerse el pago;
f) la indicación de la fecha y del lugar donde se suscribe el pagaré; y
g) la firma de quien emite el título”
Por su parte, el segundo de los artículos en cuestión indica:
“El título al que le falte algunos de los requisitos indicados en el artículo anterior no es válido como pagaré a la orden, salvo en los casos
determinados en los apartados siguientes. El pagaré en el cual no se haya indicado el plazo del pago, se considera pagadero a la vista.
A falta de indicación expresa, el lugar de emisión del título se considera lugar del pago y al, mismo tiempo, domicilio del emisor.
El pagaré en el que no se indique el lugar de emisión, se considera firmado en el lugar indicado junto al nombre del emisor”
Tenemos, pues, que la disciplina sobre el título de crédito “pagaré a la orden” nos proporciona elementos que deben estar presentes en el
documento, de modo imprescindible; para que el título pueda ser considerado como tal. Otras enunciaciones son suplidas por efecto del art.
1536 del CC. Podemos, sintéticamente, esquematizar la solución legal en la siguiente tabla, la que propondremos ya ajustada al examen de
los documentos concretos que nos ocupan, esto es, los glosados a fs. 1/15 de autos:

Elemento Posibilidad de subsanación Presencia en el caso concreto


Denominación del título No Si
Promesa de pagar No Si
Vencimiento Si Si
Lugar de pago Si Si
Nombre del beneficiario No No
Fecha de emisión No Si
Lugar de emisión Si No
Firma del librador No Si
Esta sinopsis nos demuestra que para el caso de autos, nos interesa primordialmente la indicación (rectius: la omisión de indicación) del
nombre del beneficiario, por cuanto es el elemento ausente que no admite reemplazo. En cuanto al lugar de emisión, la subsanación está
dada por la indicación del domicilio del librador contenida al pie de los documentos de fs. 1/15, con lo que a tenor del art. 1536 del CC
queda cubierta la indicación del lugar de suscripción.
La cuestión a dilucidar se concentra, entonces, en la determinación de la falta del nombre del beneficiario. El agravio propuesto por el
ejecutado apelante se concentra precisamente sobre este punto; al mismo tiempo de negar que pueda ser procedente la acción ejecutiva en
base a un título como el que nos ocupa. Este es el claro tenor de los agravios expresados a fs. 124/130.
Así las cosas, la doctrina cambiaria es absolutamente unánime en indicar que la falta de estos elementos hace que no se pueda hablar de un
pagaré a la orden como tal, y ciertamente ese es el texto del art. 1536 del CC. Así, se ha dicho que “la letra priva de alguno de los requisitos
indicados no tiene valor de título de crédito y no produce, por ende, ninguno de los efectos vinculados con la circulación cartular del
documento” (Pavone La Rosa, Antonio. La cambiale. Milano, Giuffrè, 1994, 2ª ed., p. 96). Es por eso que “el procedimiento de ejecución
cambiaria no es legítimo si el título no es regular desde sus orígenes. El vicio del título, aún limitado a su fuerza ejecutiva, es congénito e
irreparable” (Mossa, Lorenzo. Trattato della cambiale. Padova, CEDAM, 1956, 3ª ed., pág. 96). “Luego de haber declarado cuáles deben
ser los requisitos esenciales de la letra de cambio, el legislador establece, en el art. 2, las consecuencias de la falta de alguna de esas
indicaciones. La consecuencia que en primer lugar se impone, y que el legislador formula, es que verificándose tal ausencia no se tiene letra
de cambio” (Supino, David y De Semo, Giorgio. Della cambiale e dell’assegno bancario. Torino, Unione Tipografico Editrice Torinese,
1935, 6ª ed., p. 107).
De este modo, la doctrina cambiaria más selecta no tiene ningún tipo de dudas en que el título al que le falte alguno de los elementos
esenciales no vale como pagaré, o en su caso como letra de cambio, atentos a la solución normativa idéntica que nos dan los arts. 1298 y
1299 del CC. En efecto, “la ausencia, vicio o defecto de algunos de los requisitos extrínsecos, produce un efecto distinto, más grave que la
nulidad del pagaré, pues opera su inexistencia como tal” (Gómez Leo, Osvaldo R. Tratado del pagaré cambiario. Buenos Aires, LexisNexis
Depalma, 2004, 2ª ed., ps. 253 y 254).
Los títulos que tenemos glosados a fs. 1/15, de este modo, no pueden ser considerados como un pagaré, pues la falta de identificación del
beneficiario produce ese efecto, como bien lo indicó el excepcionante, y ello permite desechar la tesis del apelado (fs. 132), ya que en
nuestro derecho no se admite el pagaré al portador. Este es un grave error de la decisión apelada, que estimó exactamente lo contrario.

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En efecto, al excluir la posibilidad de que el título carezca del nombre del beneficiario, la norma del art. 1536 del CC no contempla la
posibilidad de un pagaré al portador. Sobre esto, no puede haber dudas, ya que “nuestra ley ha seguido las aguas del derecho continental
que no admite el pagaré (o la cambial) librada ‘al portador’, a diferencia del sistema inglés y norteamericano que la admiten expresamente en
sus leyes. Es digno destacar que el mantenimiento de esa forma de circulación de los papeles de comercio excluyó, principalmente, a los
Estados Unidos y al Reino Unido de integrarse y suscribir la Convención Uniforme de Ginebra de 1930” (Gómez Leo, Osvaldo R. Tratado
del pagaré cambiario. Buenos Aires, LexisNexis Depalma, 2004, 2ª ed., p. 311). La iluminante enseñanza de Valeri merece una
transcripción in extenso: “No hace falta recordar, a propósito de lo que llamamos circulación ordinaria de la letra, y que es necesariamente
una circulación a la orden, por vía de endoso, que aquí tenemos uno de los puntos más graves de contraste entre el derecho cambiario
uniforme y el derecho inglés. Éste admite también la letra al portador (B.o.E.A., sect. 8 §§ 2-3, sect. 31 § 2). La letra al portador dio lugar a
muchas discusiones en las primeras fases de la unificación internacional; en la Conferencia de La Haya de 1910 se manifestó enseguida una
neta disparidad de posiciones, y reenviada la cuestión a las secciones, tres de las mismas se pronunciaron a favor y dos en contra, y
sucesivamente el Comité Central acogió la solución favorable, con once votos contra cinco: a través del art. 3 de las Resolutions du Comité,
se llegó a la formulación del art. 3, cuarto párrafo del Avant-Projet d’une Loi uniforme y del art. 3 del Avant-Projet d’une Convention, de
los cuales resultaban, por un lado, el reconocimiento del pagaré al portador, y por el otro, la concesión a cada Estado contratante de la
facultad de excluirla, por vía de reserva, del propio territorio. Pero en la segunda Conferencia de La Haya la situación cambió; la tendencia
contraria a la letra al portador se afirmó victoriosamente desde el principio, y el comité de revisión deliberó unánimemente la supresión de su
reconocimiento en el texto uniforme, ya sea en vistas de la escasez de difusión del instituto ya sea en vista de los peligros que puede
presentar” (Valeri, Giuseppe. Diritto cambiario italiano, Parte generale. Milano, Dottor Francesco Vallardi, 1936, 1ª ed., ps. 151 y 152).
Es por ello que la doctrina indica que no se puede admitir la posibilidad de una circulación al portador: “el pagaré con el nombre del
tomador en blanco sería transferible, con efectos cartulares, con la simple entrega del documento. Pero para este resultado constituye un
obstáculo la regla que confiere al pagaré la naturaleza de un título esencialmente a la orden: regla que es susceptible de ser alterada mediante
cláusulas dirigidas a operar un freno a la circulación, pero no en la dirección opuesta” (Pavone La Rosa. Antonio. La cambíale. Milano.
Giuffré. 1994. 2ª ed., p. 129). “La ley requiere como requisito esencial del título cambiarlo la mención de aquél a quien o a la orden de quien
debe hacerse el pago, y con ello excluye explícitamente la validez de la letra ‘al portador’ y de la nominativa. La letra (y el pagaré) no es,
por ende, un título que sea sólo naturalmente a la orden, porque circula por endoso sin necesidad de una cláusula explícita; sino es un título
esencialmente a la orden en cuanto no puede ser emitido con una ley de circulación distinta” (Asquini, Alberto. Titoli di crédito. Padova,
CEDAM, 1966, 1ª ed. (reimpresión), p. 188). Nos dice lo mismo la jurisprudencia: “La cambial al portador no constituye título de crédito y
por tanto no puede abrir la vía ejecutiva” (ED 2-837).
El significado del juego de los arts. 1535 y 1536 del CC no puede ser más claro. La subsanación del nombre del beneficiario no se admite,
en los términos del art. 1536 del CC, precisamente porque el sistema cambiario que hemos elegido -como se sabe, inspirado en las
Convenciones de Ginebra, a través de la recepción del derecho italiano, y así nos lo ilustra Velázquez, Ernesto. La letra de cambio en el
Código Civil. Asunción, La Ley Paraguaya, 1994, 1ª ed., ps. 23 y 24- rechaza, de modo tajante, la figura del pagaré al portador, por los
fundamentos que dejaron expuestos. Es por eso que no se admite la subsanación del nombre del beneficiario, y por lo mismo no es posible
considerar como posible la figura del pagaré al portador, porque privaría de todo significado a la imposibilidad de subsanación del requisito.
En efecto, “la exigencia de la designación del tomador viene a reiterar la tradicional postura de los ordenamientos latino-germánicos, frente a
los anglosajones, de prohibir la emisión de letras al portador” (Moxica Román, José. Ley cambiaría y del cheque. Pamplona, Aranzadi,
1997, 5ª ed., p. 95).
En nuestro derecho, esta conclusión se refuerza ulteriormente a la luz del art. 1800 del CC, según el cual “la promesa unilateral de una
prestación no produce efectos obligatorios fuera de los casos admitidos por la ley”. Como lo hemos visto suficientemente, la ley no permite -
y antes bien, rechaza expresamente- la figura del pagaré al portador, con lo que este artículo debe encontrar toda su aplicabilidad,
impidiendo que produzca efectos una figura expresamente rechazada por el sistema cambiario que nuestro legislador ha acogido.
Así determinada la imposibilidad de tratar al documento de fs. 5 como un pagaré al portador, resta por ver si el mismo puede considerarse
como promesa de pago a tenor del art. 1801 del CC. A este respecto, la doctrina es categórica: “La declaración cambiaría nula no puede
ser reconducida en los esquemas del fenómeno previsto en el art. 1424 del CC. Aun queriendo adherir (como ciertamente es preferible) a
una concepción objetiva del fenómeno regulado por dicha norma, los presupuestos de dicho instituto deben considerarse como extraños a
nuestra hipótesis, no sólo porque la abstracción de la declaración cartular parece impedir la posibilidad de la investigación sobre el ‘objetivo’
previsto por las partes, que en la mecánica del instituto disciplinado por el art. 1424 representa una vía obligada para la operatividad de la
conversión, pero sobre todo porque en la concepción preferida por nosotros es la propia declaración cambiaría perfecta, en las relaciones
entre partes inmediatas (es decir, respecto de las únicas personas entre quienes puede producirse un problema de efectos no cartulares de la
letra nula), goza del mismo valor que el art. 1988 asigna a las declaraciones allí previstas” (Pavone La Rosa, Antonio. La cambíale. Milano,
Giuffre. 1994, 2ª ed., ps. 97 y 98). En efecto, el pagaré contiene, en su estructura, ya la promesa de pago, por lo que los presupuestos de la
conversión no pueden entenderse operados, ya que el contenido de promesa de pago viene dado ya por el art. 1535 inc. b) del CC.
A este respecto, aún la doctrina que admite la conversión del documento excluye la operatividad de la figura en el caso del pagaré con el
nombre del beneficiario en blanco, precisamente porque el sistema cambiario precluye completamente la figura del pagaré al portador. Así,
De Semo, Giorgio. Diritto cambiario. Milano, Giuffré, 1953, 1ª ed., ps. 372 y 373, admite la posibilidad de la conversión -posición que no
compartimos, porque el pagaré y la letra ya contienen una promesa de pago por sí mismos, sin que pueda postularse la conversión del
documento en algo que ya es de suyo- pero luego indican que debe verificarse si “el pagaré inválido constituya en sí mismo una promesa de
pago ordinaria” (Ibídem, p. 374). En la literatura argentina, quienes admiten el instituto hacen la excepción expresa de la hipótesis del
“pagaré al portador”, que no se puede convertir: “La necesidad de que la promesa de pago y el reconocimiento de deuda estén destinados a

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persona determinada excluyen la convertibilidad en promesa de pago o en reconocimiento tácito de deuda la letra de cambio o el pagaré al
portador, esto es, con el nombre del tomador en blanco, nulos o irregulares” (Williams, Jorge N. La letra de cambio y el pagaré en la
doctrina, legislación y jurisprudencia. Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1981, 1ª ed., tomo I, p. 375).
Como se ve, la teoría de la conversión -que en nuestro derecho implicaría la aplicación de la fórmula de interpretación contenida en el art.
712 del CC- presupone la posibilidad de que el negocio jurídico del que se trate (en nuestro supuesto, el pagaré a la orden), pueda valer
como otra figura distinta. Como pagaré al portador, por lo expuesto, no puede valer; y como promesa de pago ya vale el documento de por
sí, porque el módulo cambiario contiene exactamente eso, una promesa de pago. Por ende, lo último que corresponde analizar es si la
promesa de pago al portador -es decir, dirigida a persona indeterminada- puede o no ser admitida.
Sobre el punto, hemos dicho ya en otra sede que esta asimilación no es posible, porque la promesa de pago debe ser hecha siempre a favor
de persona determinada. Esto es lo que informa el art. 1801 del CC, que menciona expresamente la persona a favor de quien se otorga la
promesa en cuestión; y es lo que la mejor doctrina italiana -país del cual nos proviene directamente el art. 1801, traducción literal del art.
1988 del CC Italiano- sostiene la manera contundente. Así lo dejamos escrito en Fossati López, Giuseppe. L’incidenza del titolo cambiario
sui rapporti sottostanti alia sua emissione e girata: ricostruzione di un sistema. Padova, CEDAM, 2011, 1ª ed., ps. 51 y 52: “No se puede
dejar de concordar con quien ha sostenido que al día de hoy, es un resultado definitivamente adquirido el hecho de que el título funge de
promesa de pago entre el suscriptor y el primer tomador, y naturalmente, también entre endosante y endosatario. Esta posición permite
comprender también el problema particular de la letra ‘en blanco’ en cuanto al nombre del tomador. En este caso, siempre teniendo
presente el art. 1988 del CC (art. 1801 del CC paraguayo) es claro que la referencia a la promesa de pago permite aplicar la enseñanza
según la cual la misma se dirige a persona determinada y no a la generalidad de los individuos”.
Por supuesto, esta conclusión -que repetimos, surge de la letra del art. 1801 del CC, que menciona específicamente la necesidad de que
haya una persona a favor de quien se hace la declaración- viene avalada por la inmensa autoridad de Galgano: “El art. 1987 del CC no
puede ser leído como una norma que admita, en los casos excepcionales previstos en la ley, una promesa abstracta; sino que debe leerse
como una norma que circunscribe a los casos típicos, expresamente previstos por la ley, la validez de promesas unilaterales, sean éstas
promesas causales, como la promesa al público o el acto de oblación, del que hablé en el parágrafo precedente, o bien promesas abstractas
solo procesalmente, como la promesa de pago ex art. 1988” (Galgano, Francesco. Il negozio giuridico. Milano, Giuffrè, 2002, 2ª ed., p.
243).
La jurisprudencia sobre el punto es imponente: “Para la configurabilidad del negocio de reconocimiento de crédito a tenor del art. 1988 del
CC -nuestro art. 1801- es necesario que la declaración de voluntad allí contenida esté destinada a la persona del acreedor, siendo tal
negocio comprendido entre los actos unilaterales recepticios” (Casación italiana N° 6625, del 6 de diciembre de 1988; Tribunal de
Apelación de Roma, 11 de enero de 1995, en Giurisprudenza Italiana, 1995,1, 2, col. 945; y ya con anterioridad, Casación italiana N°
3266, del 16 de noviembre de 1971, en Banca, borsa, titoli di credito, 1972, II, p. 9 y siguientes). Es por eso que “el reconocimiento de
deuda tiene la naturaleza de negocio unilateral recepticio, por lo que su efecto -que se traduce en la abstracción procesal de la causa
debendi- se verifica solamente si la declaración negocial se dirige a la persona del acreedor” (máxima derivada de numerosos fallos, que
surge del recuento de Camilleri, Enrico. Le promesse unilaterali. Milano, Giuffrè, 2002, 1ª ed., p. 150)
La explicación de esta conclusión encuentra sus raíces profundas en la construcción sustancial del fenómeno. La doctrina monográfica, que
se ha dedicado a profundidad al estudio del tema, ha dicho así, con autoridad, cuanto sigue: “Individualizada así la exigencia del carácter
recepticio en todas las hipótesis en las cuales el tercero ‘extraño’ a (la formación) del acto, en cuanto involucrado (en vía directa o refleja,
desfavorablemente o no) en el reglamento negocial, tenga interés en la cognición del mismo; aparece como absolutamente inverosímil la
eventualidad de una falta de correspondencia entre el carácter recepticio del acto de autonomía y la existencia de un ‘interesado
determinado’” (Donisi, Carmine. Il problema dei negozi giuridici unilaterali. Napoli, Edizioni Scientifiche Italiane, 2010, 1ª ed. (reimpresión),
ps. 365 y 366). Es por eso que “el carácter recepticio (entiéndase, quoad effectum) encuentra, en todos los casos, su razón de ser en
circunstancias de orden ‘sustancial’, como, en efecto, una conformación específica de los perfiles operativos del acto. Por ello es legítimo
pensar que esta necesidad no se limite al modo de ser de la declaración, agotándose así en un dato ‘de por sí exterior y no significativo en la
estructura formal del acto’; sino que representa un índice relevante de la fisionomía del mismo” (Ibidem, p. 366).
Estos son los motivos que llevan a la doctrina italiana más tradicional a decir que “tanto la promesa de pago como el reconocimiento de
deuda tienen un destinatario determinado” (Messineo, Francesco. Manuale di diritto civile e commerciale. Milano, Giuffrè, 1954, 8ª ed., vol.
III, parte I, tomó II, p. 224). Nosotros mismos, con cita a Emilio Betti, dijimos, antes de ahora, “que en nuestm clencho la promesa de pago
y el reconocimiento de deuda -y en general todo acto unilateral inter vivos con contenido patrimonial- tienen efectos desde que lleguen a
conocimiento del destinatario de los mismos, salvo disposición especial de la ley, claro está. Esta conclusión no solo responde al espíritu del
código, sino también, en el ámbito que nos interesa, a la naturaleza y características de las figuras previstas en el art. 1801, recepticias por su
propia esencia, en cuanto no pueden dejar de estar dirigidas y comunicadas a un destinatario infungible por el interés que el mismo tiene en el
contenido de las mismas” (Fossati, Giuseppe. Las promesas unilaterales en el Código Civil, en Tellechea Solís, Antonio (director), y Moreno
Rodríguez Alcalá, Roberto (coordinador). Derecho privado paraguayo. Asunción, La Ley Paraguaya S.A., 2007, 1ª ed., p. 310).
Recientemente se ha reafirmado ulteriormente esta conclusión, con absoluta coherencia respecto de los desarrollos aquí propuestos: “Hemos
concluido que los títulos de crédito se pueden convertir siempre y cuando contengan los elementos del otro negocio el cual vaya a sustituirlo,
es decir, de la promesa unilateral en los términos del art. 1800 en adelante del Código Civil Paraguayo. En este sentido, si están presentes
todos los elementos necesarios para la configuración de una promesa unilateral, el documento escrito podrá valer como tal” (Fossati López,
Morella. Conversión de títulos de crédito, en Revista paraguaya de derecho empresario, 2016, p. 254).

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Lo expuesto hasta aquí puede ser sintetizado en los siguientes pasajes: 1) Los arts. 1535 y 1536 del CC no permiten la figura del pagaré al
portador, rechazándola expresamente. Es por eso que el requisito del beneficiario del título no es subsanable en los términos de la última de
las normas citadas, ya que la figura del pagaré al portador ha sido expresamente excluida de los ordenamientos cambiarios de matriz
ginebrina; 2) La figura de la promesa unilateral, y específicamente de la promesa de pago, requiere la mención de un sujeto determinado a
norma del art. 1801 del CC. De esta manera, como ambas figuras tienen el mismo requisito relacionado con el beneficiario, no es posible
admitir la conversión de un pagaré al portador en una promesa unilateral, puesto que ésta no admite la hipótesis de destinatario
indeterminado. Ello así, como lo vimos, en razón de su propia estructura, puesto que ésta supone una relación fundamental preexistente, que
sólo puede postularse respecto de sujetos individualmente precisados, y no de una generalidad que no esté ulteriormente individualizada.
Esta solución tiene la ulterior virtud de armonizar perfectamente con el sistema cambiario de prohibición del pagaré al portador, que quedaría
desvirtuado si por la vía de la conversión se admitiere la vía ejecutiva. Este argumento nos permite mantener un consistente apego a la
posición del legislador, y sobre todo desciende directamente del sistema cambiario que hemos acogido. Por otro lado, y como lo vimos
abundantemente, no pueden admitirse promesas unilaterales sin destinatario determinado. En consecuencia, los documentos de fs. 1/15 de
autos no son suficientes para individualizar el destinatario acreedor, y por consiguiente no resultan autosuficiente a los efectos de determinar
el titular de la obligación, ya que el sujeto activo de la obligación no se encuentra precisamente identificado. Este requisito, imprescindible a
los efectos de que la acción ejecutiva sea procedente (Donato, Jorge D. Juicio ejecutivo. Buenos Aires, Universidad, 1997, 3ª ed., p. 86),
no se cumplimenta cuando en el instrumento privado no se encuentra consignado el nombre del acreedor, ya que el ordenamiento no permite
las promesas unilaterales a sujeto indeterminado, en concordancia además con la prohibición del art. 1800 del CC.
Así, inadmisible la figura del pagaré al portador y la de la promesa unilateral de pago sin destinatario identificado, los instrumentos privados
traídos a ejecución no se bastan a sí mismo, pues no identifican al sujeto activo de la obligación. En consecuencia, la excepción de
inhabilidad de título es procedente, pues los documentos de fs. 1/15 no son hábiles de ejecución. Por estas motivaciones, la sentencia
apelada -en los términos en los que quedó redactada luego de la aclaratoria, SD N° 1428, del 16 de diciembre de 2016, dictada por el
Juzgado de Justicia Letrada del Primer Turno de la Capital- debe ser revocada; en consistencia con precedentes jurisprudenciales de esta
misma Sala (Ac. y Sent. N° 109, del 11 de diciembre de 2017).
En cuanto a las costas, no desconocemos la tendencia jurisprudencial tendiente a aplicar la conversión en los casos de pagarés en los cuales
se encuentre ausente el nombre del beneficiario. En atención a dicha línea jurisprudencial -de la que consideramos oportuno apartarnos por
las razones arriba expuestas, en observancia del art. 9 del COJ - puede estimarse que el actor tuvo razón fundada para litigar, basada en una
creencia razonable sobre su derecho. Por tales motivos, encuentra aplicación el art. 193 del CPC, con lo cual las costas quedan impuestas
por su orden en ambas instancias, como lo permite además el último párrafo del art. 203 del CPC. Así voto.
Los Dres. Gómez Frutos y Melgarejo Coronel manifestaron: Adherirse al voto del colega preopinante, por compartir sus mismos
fundamentos.
Por el mérito que ofrece el acuerdo precedente y sus fundamentos, el Tribunal de Apelación en lo Civil y Comercial de la Capital, cuarta
sala. Resuelve: Tener por desistido al Sr. E. D. A. del recurso de nulidad interpuesto contra la SD N° 1035 de fecha 27 de septiembre de
2016, dictada por el Juzgado de Justicia Letrada del Primer Turno de la Capital. Revocar la sentencia apelada. Imponer las costas de ambas
instancias por su orden. Anotar, registrar y remitir copia a la Excma. Corte Suprema de Justicia.-Giuseppe Fossati López.- Raúl Gómez
Frutos.- Eusebio Melgarejo Coronel.- Sec.: Mónica Ramona Reguera Rolón.-
INFORMACIÓN RELACIONADA
VOCES
COSTAS ~ COSTAS POR SU ORDEN ~ EXCEPCION DE INHABILIDAD DE TITULO ~ FORMA DEL PAGARE ~ JUICIO
EJECUTIVO ~
CITAS LEGALES

: 712, 1298, 1299, 1424, 1517, 1535, 1536, 1800, 1801, 1987, 1988. Código Procesal Civil: 113, 193, 203, 389, 404, 432, 448 inc.
b), 465, 472. Código de Organización Judicial: 9." target="_blank" class="toggle_id_CITAS-LEGALES_0">Código Civil : 712, 1298,
1299, 1424, 1517, 1535, 1536, 1800, 1801, 1987, 1988. Código Procesal Civil: 113, 193, 203, 389, 404, 432, 448 inc. b), 465, 472.
Código de Organización Judicial: 9.

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