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Teorías de la Organización | Edgar Peña Sanabria | Doctorado en Gerencia UCV

Modernidad, Postmodernidad, Transmodernidad


Por Edgar Peña Sanabria

En el mundo, el hombre ha situado sus momentos históricos en épocas bien definidas.


Para ello, la Filosofía se ha dicho es una disciplina que le brinda el espacio ideal para la
comprensión de dichos momentos.

De acuerdo a varios autores los periodos históricos del hombre se enmarcan en


situaciones o eventos especiales que, de su ocurrencia derivaron en importantes cambios
en la visión y comprensión sobre su propio mundo y el de lo que le rodea.

En este sentido, López Herrería (2009) lo plantea como una visión sobre la trascendencia
y del cómo seguir adelante realizando la convivencia humana y las relaciones con el
mundo, incitando así a la búsqueda de una comprensión sobre dichos eventos y donde
puedan estos ser enmarcados.

Con apoyo de la filosofía se ubican, de acuerdo a los siguientes autores López Herrería,
Rodriguez Magda, García y Paramo y Daniel Innerarity y muchos otros, momentos y
épocas que describen procesos de trasformación del hombre y de su complexus social
entre las que subrayan la Modernidad, la Postmodernidad, Transmodernidad.

Por esta razón y tomando palabras de Daniel Innerarity (1987) es necesaria una
perspectiva histórica para establecer juicios de valor, que nos permite obtener algún tipo
de conclusión sobre una etapa, refiriéndose especialmente a la cultura occidental.

El objetivo de definirlas y ubicarlas en sus características nos permite diferenciarlas y


comprenderlas mejor y establecer hitos históricos que faciliten igualmente procesar
orientaciones y posiciones propias y ajenas y de cómo influyen en los decisores el mundo
moderno.

Como concepto, La modernidad, tiene sus orígenes en los escritos del escritor latino
Flavio Magno Aurelio Casiodoro (años 480-570 o 575) quien se dice fue el primero en
emplear la palabra modernus de modus en el sentido de lo que ha acontecido
recientemente. Del latín fue tomada la palabra con la traducción de ‘moderno’ y con el
sentido de ‘hace un momento, ahora mismo’ y, como adjetivo, con el significado de algo
nuevo que entra en conflicto con lo antiguo (Díaz y cols, 2011).

La Modernidad de acuerdo con Innerarity, ha sido generalmente entendida como un


proceso de mundanización o secularización. Su aparición ofrecía las posibilidades de
dominio sobre el mundo que abrió la ciencia positiva y hablan en favor de esta
interpretación del mundo moderno como una toma de conciencia de su singularidad en
contraste con los dualismos de la filosofía medieval.

Por su parte García y Paramo (1991) consideran que la Modernidad pretendía ser, en su
discurso, el periodo de transformación desde el mundo de la jerarquía (antiguo régimen)
al proceso efectivo de cumplimiento del sujeto (aquel que, frente al individuo, se desarrolla

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en una forma realmente no antagónica de proceso de producción social y en una


sociedad no escindida).

Este ideal (periodo) revolucionario, que en su discurso presentaba como premisa


irrenunciable la emancipación del Hombre, debía haber conducido, con el capitalismo
como transición necesaria, al salto desde la prehistoria de la humanidad a la historia.

Rene Descartes, establece los primeros pasos metodológicos de la “via modernorum” y


confiesa abiertamente haber resuelto “abandonar todo este mundo de aquí” a sus
disputas y hablar sólo de lo que sucedería en “otro mundo nuevo”, dando abierto espacio
al pensamiento de la modernidad en una atmosfera de confianza en la razón del hombre.
El hombre busca ideas claras y distintas para comprender con precisión la matemática de
la naturaleza y dicho afán se trasforma en un claro espíritu de dominio. En un sentido
filosófico, la verdad ya no está en las cosas sino que proviene del sujeto.

En este periodo se ubica al ser humano en el centro del universo rechazando lo


trascendente y sobrenatural, dejando Dios de ser el tema central siendo este visto como
inmanente, como parte del mundo o el mundo mismo.

Dicha razón dominadora, promueve el desarrollo industrial y tecnológico centrando en


auge la idea del progreso a través del crecimiento de la ciencia y encaminándose hacia un
mejor porvenir.

En este sentido, se establecía que Capitalismo y Modernidad discurrían juntos como frase
y contenido, ya que el discurso moderno, y en su momento el pensamiento burgués
revolucionario, representaba el sujeto en la historia.

Similarmente, Max Weber interpretaba la modernidad como un proceso de racionalización


encaminado al desencantamiento del mundo, tras haberse agotado, durante la baja edad
media, las concepciones metafísico-religiosas del mundo que permitían abarcarlo en su
totalidad.

La atención se desplaza hacia los procedimientos del pensamiento, hacia las reglas y
métodos de constitución del saber, con independencia del dominio particular dentro del
cual ellos mismos están llamamos a operar. En la modernidad, el conocimiento del mundo
es virtualmente su conquista.

Tras la Segunda Guerra Mundial y con el desarrollo de la economía de mercado, la


Posmodernidad surge como nueva realidad social, la cual ofrece una concepción distinta
del dúo “hombre – realidad”, en donde lo único cierto es el cambio constante. El hombre
cayó en cuenta que aquello considerado nuevo o moderno en un momento dado, volvíase
normal, anticuado e inclusive obsoleto, en cuestión de días (Ortiz, R, 2003).

De igual forma, las nomenclaturas usuales para denominar lo real lucían desgastadas en
su poder significativo; por lo tanto, hubo la necesidad de re-engendrarlas, de atribuir
nuevos nexos de significación.

En el terreno de la conciencia desaparece el término de clase social y tanto el explotador


como el explotado reconocen como suyo el mismo mundo.

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Se genera una sociedad cerrada en la cual la ideología es la sociedad, se produce a


través del dominio del sistema de necesidades, capaz de crear necesidades y dominarlas.
El control de la base material a través del control del sistema de necesidades crea una
sociedad estable. El mercado garantiza la satisfacción, pero al mismo tiempo crea la
necesidad que puede satisfacer.

Para Mires (1996) los signos que demuestran su existencia son múltiples, pero él escoge
cinco, de los más relevantes, para sustentar ese devenir: la instauración de la
microelectrónica, la reacción feminista, el auge de la conciencia ecológica, la crisis política
y, lógicamente, a raíz de cada uno de ellos, la devaluación de los paradigmas
canonizados y el surgimiento de nuevas formas de ver y concebir el entorno real.

La Revolución ecológica y la Revolución política, son también, experiencias cercanas. La


aparición de una conciencia ecológica en el hombre, a la presunción, infinitas veces
invalidada, de ejercer control sobre el medio natural. El deterioro ambiental es una prueba
clara del abuso, científico o no, del sujeto moderno, y, además, de la reacción del entorno
en contra de los desmanes humanos. (Ortiz, R, 2003).

Los paradigmas de la Posmodernidad, así como sus métodos, se fundamentan en el


estrecho vínculo entre el individuo y la realidad, en esta, existe desconfianza en la razón y
todo es relativo, el hombre pierde su lugar protagónico y es esclavo de fuerzas anónimas,
se piensa que el futuro no será siempre mejor en un nihilismo indetenible.

El postmodernismo se caracteriza entonces por el desarrollo de las fuerzas productivas a


través de la automatización y la cibernética con su ineludible modificación de las clases
sociales, disminución de la cantidad de obreros, crecimiento de la clase profesional bien
sean liberales, técnicos o científicos y esencialmente sobre la base del modelo Taylorista
de producción.

La Transmodernidad, corresponde a una nueva etapa, a un nuevo reordenamiento


cultural, a una superación de la Postmodernidad. En este sentido, para Rodriguez Magda
(2011) toma a la Globalización como el gran referente que marca la ruptura con la
Postmodernidad y da paso a un nuevo fenómeno totalizante y totalizado ya que todo lo
fragmentado, la atomización de relatos contextualizados bajo un mismo manto,
englobados bajo la globalización. La autora considera que la Transmodernidad es el
mundo de lo virtual, de la ficción, una copia que suplanta al modelo, es decir, es un intento
por definir la realidad de hoy en día, tomando en cuenta que lo Postmoderno es un
fenómeno anterior.

Es decir, es el avance y aceptación del efecto inesperado de las tecnologías de la


comunicación, la nueva dimensión del mercado y de la geopolítica que implican
globalización económica, política, informática, social, cultural, ecológica..., donde todo
está interconectado, configurando un magma fluctuante, difuso, pero inexpugnablemente
totalizador. Rodriguez Magda (2011).

Para Rodriguez Magda, El primado de lo virtual nos sitúa, tras la muerte de la antigua
metafísica, en los retos de una nueva ciberontología, de la hegemonía de la razón digital.

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Pero no se trata de la celebración festiva, sin compromiso ético y político, de una


supuesta muerte de la realidad, sino de la necesaria consideración de cómo la realidad
material ha sido amplificada y modificada por la realidad virtual.

La globalización nos introduce en lo preponderante de la simultaneidad, la territorialidad


es sustituida por el ciberespacio, donde lo global y lo local coexisten, conformando lo
“glocal” ofreciendo un panorama no post ni multi sino transculcultural, más allá de la
derivación postcolonial.

Por otro lado, para Dussel (1999), la Transmodernidad pretendería una síntesis entre
posturas pre-modernas y modernas, constituyendo un modelo en el que se acepta la
coexistencia de ambas con el fin de compatibilizar la noción de progreso con el respeto de
la diferencia cultural y religiosa.

Edgar Peña Sanabria

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BIBLIOGRAFIA

• Dusell, E. (1987) Transmodernidad e Interculturalidad. Universidad autónoma de


México. México
• García, E. y Paramo, F. (1991). Con bigotes: un pensamiento moderno.
Universidad Autónoma de Madrid, España. Cuaderno gris N° 2.
• Innerarity, D. (1990). Modernidad y Postmodernidad. Dialéctica de la modernidad,
Madrid, España. Ediciones Rialp.
• Jiménez, R. (2003). De la modernidad a la postmodernidad: El tránsito necesario.
Revista ciencias de la educación revista ciencias de la educación. Universidad de
Carabobo valencia, edo. Carabobo, Venezuela.
• Herrerías, J. Á. L. (2009). DEL YO MODERNO AL YO METAMODERNO: HACIA OTRA
CULTURA Y EDUCACIÓN. Bordón. Revista de Pedagogía, 61(2), 77-91.
• Mires, F. (1996). La revolución que nadie soñó o la otra Posmodernidad. Caracas,
Venezuela. Editorial Nueva sociedad.
• Rodriguez Magda, R. (2003) Transmodernidad: un nuevo paradigma. Journal of
Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World, University of California,
USA.

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