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El más grande mandamiento

Amar con el corazón… y las dos manos

“Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo
los he amado, ustedes deben amarse unos a otros. El amor que tengan unos por
otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos.”
Juan 13:34,35 NTV

Introducción

En los últimos días los discípulos de Jesús han visto cosas extraordinarias, han
sido testigos de milagros increíbles y la reacción del pueblo no se hizo esperar.
Ahora su Maestro parece estar en la cima de su popularidad, la gente se reúne por
multitudes para escuchar sus enseñanzas y buscar la sanidad de sus
enfermedades.

Pero contrario de lo que fuera una gira para adquirir más fama y simpatía de la
gente, Jesús se dispone a compartir con sus discípulos algunas de las
enseñanzas más importantes de su doctrina. Justo en esta etapa de su ministerio,
podemos observar en los evangelios los principios mas sobresalientes que dan
firmeza y fundamento a la vida espiritual y practica.

1. Expectativa de grandeza

Entre los apóstoles permea un ambiente de “éxito”, contemplan a su Maestro con


admiración, conscientes de su poder extraordinario. Lo que ellos esperan para los
próximos días es que finalmente Jesús sea reconocido abiertamente como el
Mesías esperado y comience a reinar bajo la expectativa de la nación judía.

 En el capítulo 12:12-19 Juan nos relata la entrada triunfal a Jerusalén.


Jesús ha sido aclamado como Rey por una gran multitud, y así es como
sus discípulos lo miran ahora.

 El ambiente que permeaba entre los discípulos era de gran expectación


y desbordantes emociones. Sin embargo, aunque ellos esperan que su
Maestro asuma el papel de un monarca rodeado de súbditos y
caminando hacia la grandeza, Jesús empieza a compartir con ellos
cosas muy extrañas para su entendimiento natural.

24 “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y


muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 25 El que ama su vida, la
perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará. 26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también
estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:24-26

 Jesús sabe que el día de su muerte está cercano. Les declara una
analogía por demás incompresible para su mente… “el grano de trigo
debe morir y ser sepultado para que pueda dar fruto abundante…”

 Aunque este principio espiritual no tenía lugar en la mente natural de los


discípulos, El evangelio de Juan nos deja ver desde este momento y
hasta su muerte en la cruz, algunas de las enseñanzas más importantes
de la fe cristiana y también las mas importantes para el servicio y
liderazgo de sus discípulos.

 Juan 13:4 nos dice que en otra ocasión Jesús se reúne con sus
discípulos, y mientras cenaban, “se levantó de la cena, y se quitó su
manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo,
y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla
con que estaba ceñido.”

 Pedro fue el primero en indignarse. ¿Qué? ¡De ninguna manera! Señor,


¡no hagas eso! Su conciencia le gritaba que aquello era humillante para
su Maestro. La práctica de lavar los pies era una tarea para los esclavos
o siervos de la casa, ¡nunca para un Señor!

 Jesús le dijo: Pedro, no lo entiendes ahora, mas lo entenderás después


(13:7) pero si no permites que te lave los pies no puedes permanecer
conmigo (13:8) Jesús entonces se dispone a revelarles la grandeza del
servicio en amor, los unos por los otros.

 Así como Pedro y los discípulos, nuestra mente humana esta


“programada” para exaltar el ego del hombre, esa parte nuestra que se
siente motivada por cosas como el reconocimiento, el prestigio, estatus,
autoridad, estima, posición y dinero.

 Los pensamientos de la persona promedio, giran en torno a su propia


apariencia, su imagen, su autoestima, sus posesiones, los privilegios y
la fama. Sueña con ser el centro de la atención, el más importante y
especial. En el fondo, anhela que todos le reconozcan y no pasar
inadvertido para nadie.

La grandeza de la humildad

Jesús se ha humillado ante sus discípulos, dándonos ejemplo que, desde el punto
de vista del cielo, la grandeza no está relacionada con los valores de este mundo.
Por el contrario, está íntimamente ligado a la humildad, un atributo de carácter
indispensable para servir y dirigir a otros.
 Humillarse no es signo de debilidad, sino de fortaleza de carácter. La
humildad lleva a la persona a alcanzar plenamente su potencial, le
motiva a evaluarse a sí misma y a trabajar para mejorarse, mientras le
conduce a relaciones mejores y más saludables.

 Los discípulos de Jesús anhelaban reconocimiento y honra en un reino


terrenal, Jesús tuvo que “reprogramar” el pensamiento de ellos, y
también es necesario que suceda lo mismo con cada uno de nosotros.

 El mundo nos ha “programado” sistemáticamente para darle mayor


importancia a los valores temporales, un deseo egoísta por Posición,
Prestigio, Riqueza, Poder, Fama, Etc.

 El mundo es un sistema de valores, dominado por el “dios” de este siglo,


donde predominan, entre otras cosas: Orgullo, Codicia, Ambición, Celos,
Envidia, Rivalidad, etc.

 Este gesto de humildad y servicio debe mostrarse entre los hijos de


Dios. Jesús le dijo a sus discípulos:

“Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con
ustedes. Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún
mensajero es más que el que lo envió. ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo
ponen en práctica.” Juan 13:15-17 NVI

 Entonces, contrario a lo que ellos esperaban de Jesús como rey, quien


debía ser servido, ahora tienen frente a sus ojos la más grande
revelación de grandeza: el amor mostrado con el servicio… ¡con las dos
manos!

 Cuando servimos y bendecimos a otros, en realidad lo bendecimos a él.


Cuando tocamos el corazón de los necesitados y nos servimos unos a
otros en amor, en realidad tocamos y agradamos su corazón.

“Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí, y el
que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Juan 13:20

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