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EL LIDER Y SU ABSURDA SOLEDAD

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” Efesios 6:10

No es intencional, no buscamos quedarnos solos, ni nos apartamos conscientemente de


los que nos rodean. Este aislamiento resulta de una sutil sobrecarga de preocupaciones y
una abrumadora idea de que nadie puede ayudarnos, debemos resolverlo solos porque
todo depende de nosotros. Es trágico, pero es mas común de lo que imaginamos dentro
del ambiente del liderazgo cristiano.

Los pastores y líderes eclesiásticos estamos siempre bajo un ataque sistemático de las
tinieblas, con el fin de entorpecer y detener el avance del reino de Dios. Sin embargo, la
mayor amenaza no resulta ser los “dardos de fuego del maligno”, el peligro mas sutil al
que se enfrenta todo líder cristiano no será precisamente alguna “saeta” que proviene
desde afuera para desviarnos o derribarnos, la trampa mas difícil de identificar será
nuestra proclividad a la autosuficiencia.

Fortalecernos en el Señor nos llevará también a sentirnos libres para abrir nuestro corazón
y nuestros brazos de amistad a quienes nos rodean. Vestirnos del “poder de su fuerza”,
nos libra de la absurda prisión de soledad en la que nosotros mismos nos retraemos. No se
trata solo de buscar amigos para no sentirse solo(a), se trata mas bien de refugiarse en el
Señor, de ponerse bajo su manto de gracia y poder, lo cual nos fortalece y nos hace libres
para acercarnos a otros y compartir nuestras debilidades sin temor. En el compañerismo
hay una gran fortaleza y un gran depósito de consejo y sabiduría. ¡No te aísles!

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