Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
VISTOS:
RESULTA:
1).Que a fs. 2 de autos, comparece el actor Mario Alfredo Pilo, por su propio derecho, e
interpone acción de amparo constitucional, invocando trámite de Ley 10.000, contra la
Provincia de Santa Fe, y contra la Municipalidad de Santa Fe, persiguiendo se le garantice
la libre circulación, sin uso del cinturón de seguridad, lo que aparece, según expresa, como
un inconstitucional recaudo u obligación del conductor por Ley Nacional de Tránsito,
adherida por el Estado Provincial y por la Ordenanza General de Tránsito Municipal 10.770
de Santa Fe.
Efectúa una argumentación tridimensional de derecho, ética y moral. Entiende que no hay
derecho en la pura norma legal, sin la correspondiente legitimación sociológica y sin valor
iusfilosófico. Así sostiene que la norma que no se legitima porque no es aceptada, ni sirve,
pierde positividad.
Manifiesta que en el no uso del cinturón sólo se perjudicaría el mismo, y que no genera
peligro ni daños a terceros, sino que sólo ejercitaría la determinación y albedrío sobre su ser
sico-somático.
Alega que ni siquiera causa gastos, ya que tiene obra social. Y además entiende que para
el Estado es más barata su muerte que su rehabilitación.
Expresa que medicamente le resulta insoportable estar atado a un cinturón, situación que le
produce una sensación fóbica y que dificulta su manejo sacándole concentración.
Cita la interpretación de la Corte acerca del art. 19 C.N. acerca del consumo de drogas, y su
aplicación a este caso.
Finalmente aclara que el ochenta por ciento de los conductores no usa el cinturón, es decir
que la norma carece de eficiencia y eficacia, está en desuetudo, sin positividad formal y sólo
se mantiene recaudatoriamente.
3).Que a fs. 34, la demandada Provincia de Santa Fe comparece por medio de apoderada,
efectúa la contestación de la acción, y solicita su rechazo.
Destaca que es de público conocimiento, y que así lo establecen las investigaciones, que el
uso del cinturón es esencial y no reemplazable por otros métodos y que debe ser usado en
cualquier tipo de trayecto. Cita asimismo estadísticas acerca del uso del cinturón en
accidentes de tránsito, para señalar que la obligatoriedad de su uso no fue azarosa ni
caprichosa.
Finalmente manifiesta la falta de urgencia para requerir a esta vía excepcional, por lo que
solicita el rechazo del amparo, con costas.
5).Que a fs. 73/77 el actor Mario Pilo efectúa una serie de consideraciones en torno a las
contestaciones de demanda.
6).A fs. 83/86 se agregan informes diligenciados, y a fs. 90 obra la notificación al Fiscal en
turno.
7).Que así las cosas, y habiendo pasado los autos a estudio, la presente acción se
encuentra en estado de ser resuelta.
CONSIDERANDO:
Sin perjuicio de la falta de determinación expresa del amparista, dicha obligación surge del
plexo normativo constituido por Ley Nacional de Transito 24.449, Ley Provincial de Tránsito
13.133 (Provincia de Santa Fe) y Ordenanza 10.770 (Municipalidad de Santa Fe).
2).En la férrea oposición expuesta en autos por las personas públicas demandadas, ambas
denuncian la caducidad de la acción de amparo, invocando los términos del art. 2 de la Ley
10.456, habida cuenta el período transcurrido entre la sanción de la normativa cuestionada,
y el inicio de esta acción judicial.
Sin perjuicio de ello debo aclarar que la caducidad de la acción no puede declararse en
virtud de tratarse de una hipótesis de alegación de un perjuicio permanente, en que
objetivamente no existe un punto de partida cierto a partir del cual comenzaría a correr un
eventual término de caducidad, y asimismo considerando que tal como lo ha expresado
nuestro superior tribunal provincial puede prescindirse del requisito, adecuando los
presupuestos a lo previsto en el art. 43 de la Constitución Nacional dada su inmediata
operatividad (C.S.J.S.F, ―Besaccia Norberto‖ 26/03/2003, 215;14913/12).
Conforme los términos en que ha quedado planteado el sub lite, es claro que el tránsito por
los carriles ordinarios en modo alguno produciría un perjuicio o gravamen irreparable al
amparista que justifique la utilización de esta especial acción, siendo que la jurisprudencia
es conteste en sostener el carácter excepcional, aún después de la Reforma Constitucional
(C.S.J.N. ―Ballesteros‖ Fallos 317:1128) y además que su ―…indiscriminada utilización no
haría más que distorsionar la regular prestación del servicio judiciario…‖ (C.S.J.S.F.
―Cremón‖ A.yS. T. 193, pag. 118).
Sin perjuicio de la ya aludida posibilidad de recurrir al amparo sobre la base y cobertura que
brinda el art. 43 Constitución Nacional, artículo 17 Constitución Provincial, y Ley 10.456, tal
posibilidad no acarrea la automática admisión en supuestos como el presente donde no
concurren los extremos legales necesarios para la acción excepcional de amparo.
A pesar del conocido criterio de evitar la indiscriminada utilización del amparo de modo de
no distorsionar la regular prestación del servicio de justicia (C.S.J.S.F. AyS T. 193, pag.
118), la vía ya ha sido utilizada en el particular, y no puedo desconocer que el
procedimiento es una mera herramienta del efectivo derecho de fondo, el cual no podría ser
desconocido por el eventual error en la vía procesal intentada.
5).El debate central de esta litis se encuentra en la aparente tensión existente entre el
derecho a la libertad y a la autonomía personal de una persona, frente a la posibilidad
estatal de imponer medidas restrictivas a ella, obligando a los ciudadanos a ejercer u omitir
acciones, cuyo fin resultaría ser el propio bienestar de la propia persona y/o de terceros.
6).Sin embargo más allá del innegable reconocimiento del derecho individual, en la
actualidad es claro que el carácter absoluto de los derechos puede vincularse a la
existencia, pero no a su ejercicio, el que puede ser reglamentado (Lorenzetti Ricardo,
Teoría de la Decisión Judicial, Rubinzal Culzoni, Santa Fe,2014, pag.125).
Así en la vigencia del Estado de Derecho, todos los derechos y libertades fundamentales
también están sujetos a determinados límites en la medida de lo que resulte necesario (y
dentro de lo necesario, lo menos gravoso), para la protección de determinados bienes
colectivos y para la vigencia de los valores democráticos y constitucionales.
8).Asimismo, los derechos y libertades también tienen límites en las medidas estatales que
tradicionalmente han sido denominadas como ―paternalistas‖. Esta denominación contiene
una importante carga semántica, que podría implicar un paradigma en que el Estado obraría
en protección de sus ciudadanos, desconociendo su capacidad para conocer sus propios
intereses. Es por eso en la actualidad, se ha propuesto un reemplazo en su denominación,
caracterizándolas como medidas de protección de los intereses de la propia persona.
Estas medidas de protección no pretenden obligar a la persona a la realización u omisión de
una acción con el fin de imponer a los ciudadanos determinados modelos de virtud o
excelencia humana, los que constituyen un ―perfeccionismo o moralismo jurídico‖ no
compatible con los principios de la Constitución Nacional; sino que por el contrario, las
medidas de protección tienen como fin procurar bienestar, felicidad, necesidades, intereses
o valores de aquel a quien se dirige la medida.
Conforme a dicha finalidad, si bien las medidas protectorias constituyen una injerencia
estatal en la libertad de acción de las personas, pueden tener justificación constitucional en
algunos supuestos. Para ello es necesario que procuren el bienestar y protección de las
personas en relación a los derechos que la misma Constitución protege (vida e integridad),
y además que sean razonables, cumplimentando las pautas de adecuación, necesidad y
razonabilidad o proporcionalidad en sentido estricto. Es decir que sean idóneas para la
finalidad; que la medida resulte necesaria porque no existe otra para lograr la misma
finalidad; que su implantación no implique el sacrificio de principios o valores más
importantes que aquellos que se pretende proteger (balance de costos y beneficios), pero
además que no se afecte el contenido esencial del derecho afectado a la regulación
(Cianciardo Juan, ―Los fundamentos de la exigencia de razonabilidad‖, en ―La interpretación
en la era del neoconstitucionalismo‖ Universidad Austral y Editorial Abaco de Rodolfo
Depalma, pag.21 y sig).
11).Es claro entonces que la no utilización del cinturón de seguridad no expone un supuesto
de peligrosidad abstracta, lo que como tal no superaría el test de constitucionalidad, sino
que crea una hipótesis de peligro latente de producción de daños al propio conductor y a
terceros que el Estado debe evitar. Y en ese sentido, la obligación de utilización del cinturón
de seguridad aparece como una medida adecuada para evitar consecuencias gravosas
derivadas de accidentes de tránsito; necesaria en cuanto no puede ser reemplazada por
otra medida menos gravosa; y proporcional en tanto si bien podría implicar una cierta
restricción a la esfera de libertad individual de una persona, tal afectación se podría
considerar mínima, inocua, y hasta casi imperceptible materialmente, máxime en relación a
los daños que se intenta evitar con la medida. En relación a este último recaudo, debo
destacar que la sola manifestación del amparista de resultarle insoportable estar atado a un
cinturón, lo que le produciría una sensación fóbica y que dificultaría su manejo sacándole
concentración, aparecen como simples afirmaciones desprovistas de toda acreditación que
en el caso pudiera justificar un análisis diferenciado de lo hasta aquí expuesto.
13).Así las cosas, en virtud de lo expresado, la imposición del uso obligatorio del uso del
cinturón de seguridad para la circulación vehicular, aparece como una regulación razonable
y con justificada cobertura constitucional, no siendo suficientes las razones esbozadas por
el amparista para declarar la inconstitucionalidad de la normativa que impone tal recaudo.
14).En efecto, en primer lugar la disposición aparece como una medida de protección de la
persona, teniendo en cuenta que se intenta proteger su propia vida e integridad psicofísica.
No le asiste razón al accionante en cuanto invoca su libre derecho al suicidio, en la medida
de que tal decisión no afecte a terceros. Ya he expresado que el ordenamiento
constitucional todo reconoce como un valor supremo a la vida e integridad de las personas.
La vida es un derecho inherente al individuo, tal que su sola existencia justifica la titularidad
del mismo. Pero además, la vida constituye el presupuesto para el ejercicio de los demás
derechos. No se puede ser titular de derechos sin la vida presente, pasada o futura. En esta
inteligencia, si bien el hombre puede ejercitar y reclamar los derechos de libertad con los
que cuenta, en modo alguno puede ignorar la relación de dependencia que existe entre el
ejercicio de esta y su propia existencia. Los derechos necesitan de alguien a quien
adhieren, en razón de que no pueden subsistir por sí mismos. Es por eso que no puede
existir un conflicto entre el derecho de vida y el de libertad, en tanto el primero presupone la
existencia del segundo (Hoyos Castañeda Ilva, ―El concepto de persona y los Derechos
Humanos‖, Bogotá, Universidad de La Sabana,1991; Hervada Javier ―Introducción Crítica al
Derecho Natural‖, Bogota, Temis e Inst. de Humanidades de la Universidad de la Sabana,
2000).
Resulta un deber del Estado el de proteger la vida de las personas en la máxima medida
posible, y siendo así, la sola finalidad del resguardo de la vida e integridad de la persona
involucrada, legitima constitucionalmente la medida protectoria, aún con la injerencia
limitatoria de su libertad y autodeterminación que resulta ínfima, y como tal debe ser
soportada por el amparista.
Frente a esta protección general, la acción u omisión de uso del cinturón, ya no resulta
plenamente privada, neutra y exenta de producir daños a terceros; y en ese contexto no se
podría válidamente alegar como justificación de dicha acción u omisión la invocada
protección del art. 19 de la Constitución Nacional, sino que por el contrario, dicha decisión
excede la libre determinación individual, y como tal, se encuentra sujeta a la razonable
regulación del Estado.
La posibilidad de que la costumbre como fuente de derecho pudiera derogar la ley por el
desuso tiene un claro límite dado por las leyes imperativas y el orden público. Así desde
hace varios años se ha sostenido que ―costumbre injusta‖ no tiene eficacia jurídica (Mosset
Iturraspe Jorge, ponencia en las VII Jornadas de Derecho Civil, U.B.A., La Ley, 1981,
pag.77). Es que cuando la costumbre revela un ―ser‖ que se contrapone con el ―deber ser‖,
debe prevalecer este último, y esto tiene una gran relevancia en el mundo actual en donde
en general las costumbres no siempre se ajustan al Derecho (Lorenzetti Ricardo Luis ―Las
Normas Fundamentales del Derecho Privado‖ Rubinzal Culzoni, 1995, pag. 222). En este
sentido el artículo 1 del Código Civil y Comercial aclara que los usos prácticas y costumbres
pueden ser vinculantes cuando las leyes o interesados refieran a ellos, o en situaciones no
regladas, pero aclarando ―…siempre que no sean contrarios a derecho…‖
Asimismo, aún cuando los incumplimientos del deber de uso del cinturón de seguridad sean
reiterados, tal situación no autoriza a desterrar la norma por una eventual falta de eficacia y
eficiencia, sino que en todo caso, y teniendo en cuenta que ello puede obedecer a una falta
de educación vial, corresponderá aumentar las campañas de concientización, pero en modo
alguno procurar la derogación normativa.
17).Además de todo lo hasta aquí expuesto, debo agregar que conforme a las estadísticas
de accidentes de tránsito, un importante porcentaje de las víctimas de los siniestros resulta
con incapacidades sobrevinientes, lo que repercute negativamente en el campo económico
de la salud, y en un costo social de la ciudadanía toda que disminuye la capacidad
productiva de sus integrantes. Frente a esta realidad, el argumento de la cobertura de obra
social privada resulta intrascendente, toda vez que la emergencia accidentológica, al igual
que la seguridad social, son obligaciones que aún con sus limitaciones y fallas, son
atendidas de modo principal o al menos subsidiario por el Estado, y de las cuales no puede
ser eximido en tanto su cumplimiento constituye la razón de ser del mismo.
En esta inteligencia, la regulación que impone el deber de uso del cinturón de seguridad,
lejos de agotarse en la esfera individual, repercute en la sociedad toda.
Que respecto a las costas, en virtud del principio objetivo del vencimiento, su imposición
corresponde al amparista perdidoso (art. 17 Ley 10.456 y art. 251 C.P.C.C.).
Por lo expuesto;
RESUELVO:
I). Rechazar la acción de amparo.
Secretaria Juez