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INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE OCCIDENTE

CAMPUS TEPIC

MAESTRÍA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA

MODULO 12. Psicoterapia en adultos

Actividad.
Proyecto integrador

Presenta:
Jorge Enrique Martagón Fernández

Matrícula:

B221066

Tutor:

Mtra. Kenia Cortes Medrano

Tepic, Nayarit, México a día 30 de Abril del 2023.


Introducción

Para el presente trabajo, se hará una recopilación de información acerca de los


aspectos más relevantes e importantes relacionados al envejecimiento, tales como
cambios biopsicosociales, principales trastornos psicológicos y como todo esto afecta
a la percepción de sí mismo de las personas al ir acercándose a esta etapa de la vida.
Por otro lado, se intentara definir el concepto de vejez y envejecimiento dado que
dependiendo del enfoque en que se analice, este puede cambiar, no es lo mismo como
se percibe la vejes desde una mirada psicológica a una médica y/o social. Es por lo
anterior que se busca abarcar la mayor cantidad de información posible, para así poder
contar con un panorama amplio de estos conceptos.

Es importante iniciar este trabajo definiendo lo que se entiende como vejez.


Ha habido históricamente una diversidad de definiciones planteadas desde las diversas
disciplinas que se han interesado en el estudio de la vejez, las primeras definiciones de
la vejez aparecieron en los años cincuenta, momento en el que las investigaciones
médico-científicas cobraban un mayor auge. Peter Medawar en 1953 decía que: “la
vejez es el cambio fisiológico que sufre el individuo, cuyo término inevitablemente es
la muerte”. Un biólogo llamado Alex Comfort consideraba en esos mismos años a la
senectud como un proceso de deterioro: “Lo que mide, cuando lo medimos, es una
disminución en viabilidad y un aumento en vulnerabilidad…se muestra como una
creciente probabilidad de muerte con el aumento de la edad cronológica” (Esquivel,
Calleja, Hernandez, Medellin, & Paz, 2009).

Desde esta perspectiva médica, la vejez fue relacionada como un estado previo
a la muerte. De las primeras definiciones que se ofrecieron en la Gerontología,
Lansing proponía que la vejez “es un proceso progresivo, desfavorable, de cambio
ordinariamente ligado al paso del tiempo histórico que se vuelve perceptible después
de la madurez y concluye invariablemente en la muerte”, Golfarb, desde la Psiquiatría,
señalaba que: “el envejecimiento está mejor definido en términos funcionales como un
proceso inevitable y progresivo de menoscabo de la capacidad para adaptarse,
ajustarse y sobrevivir. La senectud es un estado en el cuál la disminución de la
capacidad funcional, física y mental, se ha hecho manifiesta, mensurable y
significativa” (Esquivel, Calleja, Hernandez, Medellin, & Paz, 2009).

Tanto en la ciencia como en la sociedad han existido algunas dimensiones


importantes que se han utilizado para definir la vejez. En particular pueden
identificarse tres vertientes más comunes:

1. La biológica. Incluye una definición de la vejez desde dos dimensiones


principalmente: a) la función del patrón de referencia cronológica y, b) a partir
de los cambios morfo funcionales de cuya declinación depende el grado de
envejecimiento (García, 2003).
2. La psicológica. Esta incluye también, por lo menos, dos dimensiones más
sobresalientes de estudio: primera, la de los cambios en los procesos
psicológicos básicos, y el desarrollo que estos presentan, dimensión que
podríamos llamar psicobiológica; y, segunda, la que refiere al estudio de la
personalidad y sus cambios, que denominamos psicológica estructura (García,
2003).
3. La social. Esta dimensión parte del estudio de 3 dimensiones: la
sociodemográfica, que implica el crecimiento poblacional y sus efectos
endógenos y exógenos; la sociopolítica, que implica el nivel de participación y
de integración social de los viejos, y; la económica política, que incluye el
estudio de los recursos y condiciones socioeconómicas de las personas en la
vejez (García, 2003).

Durante los últimos años del siglo XX aparecieron más definiciones sobre
vejez. “El envejecimiento se refiere a una transformación con el tiempo ordenada y
regular de los organismos representativos que viven bajo entornos representativos”.
También señala en esta misma línea de pensamiento que el organismo envejece, se
transforma y va perdiendo progresivamente sus facultades. Según esta autora, el
envejecimiento “reflejaría la tendencia al desorden que manifestaría un ser vivo
organizado como un sistema interrelacionado de substancias químicas inestables que
reaccionan en forma secuencial”. Se considera que es una etapa del desarrollo y
proceso de evolución del organismo resultado del deterioro funcional, donde el
individuo será cada vez más incapaz (Schale & Willis, 2003).

Ciclo vital del adulto mayor

Para el abordaje de este apartado, se trabajara desde la perspectiva histórico–


cultural ya que es integracionista por naturaleza, de esta manera, se permite tener en
cuenta las diferentes dimensiones del desarrollo (biológico, psicológico y
sociocultural).

La vejez es un proceso diferencial, multidimensional y complejo que hace


referencia a cambios permanentes en el trascurso de la vida y que depende de factores
biológicos y ambientales. La vejez es a la vez un producto y un proceso: producto en
cuanto corresponde al periodo final del proceso de envejecimiento, y proceso por
cuanto se continúa viviendo y a la vez envejeciendo hasta la muerte (Ezquivel, Meza
Calleja, Maldonado Hernández, Ortega Medellín, & Hernández Paz, 2009).

La vejez es parte del transcurso total de la vida humana, en el que influyen


condiciones físicas, sociales, culturales, económicas, políticas e históricas en las cuales
se vive tanto relaciones como cambios, transiciones y experiencias que lo van
conformando (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Envejecimiento Primario y Secundario

El envejecimiento Primario es un proceso gradual e inevitable de deterioro


corporal que empieza a una edad temprana y continúa a lo largo de los años, sin que
importe lo que la gente haga para aplazarlo. El envejecimiento Secundario es el
resultado de la enfermedad, el abuso y la inactividad, factores que a menudo pueden
ser controlados por la persona. (Busse, Horn & Meer, 1987). El envejecimiento
primario y secundario, permiten interiorizar todos los cambios presentados en la
persona para que se acepten con normalidad.

En la actualidad, los científicos sociales que se especializan en el estudio del


envejecimiento de refieren a tres grupos de adultos mayores: Viejo joven 65 y 74 años,
que suele ser activa, animada y vigorosa. El viejo-viejo (entre 75-84 años), y el viejo
de edad avanzada (de 85 años en adelante) son más propensos a la fragilidad, la
enfermedad y a tener dificultades para organizar las actividades de la vida cotidiana
(Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Edad funcional

¿Qué tan bien es capaz de desempeñarse una persona en un ambiente físico y


social en comparación con otros de la misma edad cronológica? Una persona de 90
años que todavía goza de buena salud puede ser funcionalmente más joven que una
persona enferma de 65 años. Por ende, podemos utilizar el término viejo joven para
referirnos a la mayoría de adultos mayores sanos y activos, y viejo-viejo para
referirnos a la minoría de ancianos frágiles y enfermos, independientemente de la edad
cronológica (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Etapas del ciclo vital

Durante los años 70s, surgen una serie de publicaciones críticas respecto a la
concepción dominante en psicología de desarrollo, según la cual los cambios
evolutivos más importantes se producirían en la niñez y adolescencia, mientras que la
vida adulta se caracterizaría por una relativa estabilidad de las habilidades adquiridas a
lo largo de las etapas antes mencionadas que, empezarían a declinar al aproximarse la
vejez.

Se plantea que el desarrollo no se detiene en la edad adulta, sino que prosigue


hasta el final de la vida, con cambios tanto cuantitativos como cualitativos (Baltes,
Nesselroade, Reese, Schaie, 2017).

El enfoque del ciclo vital es inaugurado por Neugarten (1975) quien lo razona
en dos condiciones fundamentales: los eventos que suponen una transición para el
individuo (matrimonio, tener hijos, logros profesionales, retiro) y los roles que este
asume, los cuales implican cambios en el auto concepto y en la propia identidad
(Fernández Ballesteros, 2000). Son etapas nombradas como reloj social, debido a que
abarca una perspectiva sociológica, y se considera al ciclo vital como una sucesión de
roles sociales. Se observa en una sociedad moderna, el desvanecimiento de los límites
que se mantienen entre los roles que corresponden a cada edad, denominado en
sociología como ciclo vital fluido (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Posteriormente el enfoque del ciclo vital ha sido desarrollado por autores como
Baltes (1987) quien estableció los supuestos que pueden considerarse la base del
enfoque del ciclo vital:

1. A lo largo de la vida, existe un balance entre el crecimiento (ganancias) y el


declive (pérdidas).
2. Existen funciones psicológicas que declinan con la edad (inteligencia mecánica
o fluida) y otras que no declinan (inteligencia pragmática o cristalizada).
3. A través del ciclo de la vida va incrementándose la variabilidad inter-individual
y, por tanto, las personas son cada vez más diferentes entre sí.
4. Existe capacidad de reserva a lo largo del ciclo de la vida. Esta capacidad de
reserva se expresa a través de la posibilidad probada de compensar el declive
mediante entrenamientos o manipulaciones externas.
5. La variabilidad existente entre los mayores se plasma en tres formas de
envejecer: normal, patológica y con éxito.

Cambios biopsicosociales en la vejez

La ciencia y la sociedad identifican tres dimensiones para definir la vejez, ya


sea la vejez propia o la vejez ajena; y generalmente suele darse en el siguiente orden:
una dimensión biológica, una dimensión psicológica y una dimensión social; por ello,
la vejez constituye un proceso biopsicosocial complejo. Esta misma complejidad
dificulta la definición de lo que significa vejez, entonces, cada dimensión se aproxima
a un concepto de vejez, que entre sí de alguna manera se influyen, sustentan y
complementan, con el fin de construir una mirada realista que explique de manera
integral los fenómenos del envejecimiento y la vejez (Orosa Fraiz, 2001).

Dimensión biológica

Durante el año 2013, la investigadora y consultora Elisa Dulcey-Ruiz, define


en su libro “Envejecimiento y vejez: categorías y conceptos” al envejecimiento
biológico, también llamado senescencia, como los cambios moleculares, celulares y
orgánicos que afectan a diferentes ritmos, la vitalidad y las funciones de los
organismos, dando como resultado una progresiva e inevitable disminución en las
capacidades de los mismos para responder apropiadamente a factores estresantes
internos y externos, e incrementan la probabilidad de muerte en función del tiempo.

El envejecimiento biológico puede presentar dos variantes, uno primario y otro


secundario. El envejecimiento primario se relaciona con la herencia, donde los
cambios se suceden en razón del tiempo independientemente del estilo de vida; por
otra parte, el envejecimiento secundario se refiere a la carencia de capacidades como
consecuencia de patologías, bien sea enfermedades o traumas y hábitos de vida poco
saludables, que afectan directamente el organismo (López Gómez & Marín Baena,
2009-2013). Éstos cambios suceden en el sistema sensorial (visión, audición, gusto y
tacto), como, por ejemplo, una disminución de la agudeza visual y auditiva o piel con
manchas y arrugas, entre otros; se ven también afectados los sistemas orgánicos, la
estructura muscular, el sistema esquelético, las articulaciones, el sistema
cardiovascular, el sistema respiratorio, el sistema excretor y el sistema digestivo. Por
ello, éstas transformaciones tanto internas como externas, llegan a afectar la capacidad
que tiene la persona para adaptarse en su etapa, y consecuentemente llega a influir en
la vida psíquica y social que experimenta (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Dimensión psicológica

La dimensión psicológica en la vejez incluye los cambios en los procesos


psicológicos básicos y su desarrollo, así como el estudio y los cambios de la
personalidad. En este sentido se considera que una psicología del envejecimiento,
como área de la psicología, se encarga de estudiar una doble influencia: por un lado,
las relaciones entre el comportamiento individual y el proceso de envejecer, y por el
otro, la forma de envejecer y su relación con el comportamiento humano. Por tal
razón, la interacción de ambas configura una representación social propia de la
experiencia del envejecer y llegar a viejo, y define también el rol social que se debe
desempeñar en determinado contexto y bajo ciertos patrones culturales (Herrera
Zapata & Vega Guerra, 2017). Para señalar algunas de las modificaciones psicológicas
que se experimentan en el proceso del envejecimiento y en la etapa de la vejez,
(González de Gago, 2010) identifica cuatro aspectos: un primer aspecto corresponde a
las capacidades cognitivas y la creatividad, el segundo aspecto se refiere a las
capacidades sensoriales y perceptivas, como tercer aspecto está el comportamiento, y
por último el cuarto aspecto se relaciona con la identidad.

Dimensión social

Generalmente, en la dimensión social se suelen considerar tres aspectos;


diversos autores, entre ellos Ramos Esquivel (2009), tienen en cuenta el aspecto
sociodemográfico, relacionado con el crecimiento e impacto poblacional de las
personas viejas, el aspecto sociopolítico, relativo al grado de participación e
integración social de los viejos, y el aspecto económico-político, que aluden al estudio
de las condiciones económicas y recursos de que disponen las personas en la vejez.
Estos tres aspectos varían de acuerdo con la región, el país, su historia particular, y el
sistema económico y político que apliquen. De manera particular, un hecho
significativo es el crecimiento de la población de mayores a nivel mundial, según la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2022).

Uno de los aspectos más preocupantes en la sociedad adulta mayor, es la


situación económica que se vive en la vejez, más aun, para aquellas personas que no
pudieron llevar plenamente direccionado un proyecto de vida, por diversas razones
(falta de educación, inestabilidad laboral, carencia de redes de apoyo familiar y social,
entre otras); sin embargo, esta situación no solamente la viven los viejos sino también
los estados (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Si bien, los diferentes cambios presentados durante el envejecimiento son


evidentes, es a través de factores tanto biológicos, psicológicos y como ambientales,
donde la propia persona crea recursos que le permitan adaptarse a esos nuevos
procesos de cambio (Herrera Zapata & Vega Guerra, 2017).

Los seres humanos se encuentran inmersos en el ámbito histórico y social, es


ahí donde se constituye el soporte para entender el desarrollo humano a través de la
correlación entre el sujeto y la sociedad a lo largo de su vida, involucrando
dimensiones de tipo contextual, relacional y temporal (Herrera Zapata & Vega Guerra,
2017).

Trastornos psicológicos en la vejez

Alrededor del 15% de los adultos de más de 60 años del mundo sufren algún
trastorno mental, depresión, ansiedad y demencia son los dos más comunes. La
demencia y la depresión son los trastornos neuropsiquiátricos más comunes en ese
grupo de edad. La depresión afecta a nivel mundial al 7% de ellos y la demencia al
5%. Le siguen los trastornos de ansiedad (3,8%) y los problemas por abuso de
sustancias psicotrópicas (casi al 1%). Asimismo, aproximadamente una cuarta parte de
las muertes por daños auto infligidos corresponden a personas de este grupo de
población (Organización Panamericana de la Salud, 2013).

Los síntomas de ansiedad son frecuentes en el anciano, acompañando a


diversas patologías (depresión, demencia, alcoholismo, enfermedades somáticas) y es
menos frecuente su diagnóstico como trastorno único. En general los estudios
epidemiológicos encuentran que la vejez presenta tasas menores de estos trastornos en
comparación con los de otras etapas vitales. Esto puede ser debido a que cuando la
ansiedad acompaña a otros trastornos (por ejemplo, cognitivos, somáticos o a la misma
depresión), éstos últimos prevalezcan como categoría diagnóstica (Conde, Jarne,
Triadó & Villar, 2006).

La prevalencia de depresión en el adulto mayor varía según la población y el


desarrollo económico de los países. El estudio Eurodep, utilizando un cuestionario
para ese continente, reportó 8,8% en Islandia y 23,6% en Alemania. En Suecia se
reporta una prevalencia de 12 a 14% y en Taiwán 21,2 % (Calderón D, 2018).

Un estudio reciente en población de adultos mayores (n=17 000) utilizando los


criterios CIE-10 reportó prevalencias de 2,3% en Puerto Rico, 13.8% en República
Dominicana, 4,9% en Cuba, 0,3% en China urbana, 0,7% en China rural, 3,9% India
urbana, 12,6% India rural y 0,5% en Nigeria. Cabe recalcar que las cifras son menores
cuando se utilizan instrumentos diagnósticos, como los del CIE 10 o los de DSM-V en
comparación con instrumentos de tamizaje, como la escala de Yesavage o el Euro-dep
(Calderón D, 2018).

En Latinoamérica los datos de prevalencia en el adulto mayor también son


variados. En México, varía entre 26% y 66%; un estudio en población marginal
reportó depresión de 60%. En Perú, se reporta 15,97% de depresión en pacientes
hospitalizados y 9,8% en la comunidad. En Colombia, un estudio en pacientes
ambulatorios encontró depresión en 11,5% de mujeres y 4% de hombres; otro estudio
multi céntrico encontró 47% de depresión en pacientes hospitalizados y la encuesta
nacional de salud reportó de 49 a 60% de depresión en adultos mayores. En Chile, la
prevalencia de depresión se ha reportado entre 7,6% y 16,3% (Calderón D, 2018).

La demencia y la depresión en los ancianos

Demencia

Se calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de


demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6 millones en
2030 y a 135,5 millones en 2050; además, la mayoría de esos pacientes vivirán en
países de ingresos bajos y medianos (Organización mundial de la salud, 2017).

Depresión

La depresión puede causar grandes sufrimientos y trastorna la vida cotidiana.


La depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y
representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las personas de 60
años de edad y mayores. En los establecimientos de atención primaria de salud la
depresión no se diagnostica ni se trata como debiera. Es frecuente que los síntomas de
este trastorno en los adultos mayores se pasen por alto y no se traten porque coinciden
con otros problemas que experimentan los adultos mayores (OMS, 2017).
Incidencia, comorbilidad y etiología de los trastornos mentales en adultos
mayores

La coexistencia de enfermedades psiquiátricas y de trastornos inducidos por


sustancias es lo que comúnmente es denominada como comorbilidad, este no
constituye un fenómeno nuevo (Larrañaga, 2006). La OMS (2013) define la
comorbilidad como la coexistencia en el mismo individuo de un trastorno inducido por
el consumo de una sustancia psicoactiva y de un trastorno psiquiátrico.

Determinar la etiología de la comorbilidad es saber qué fue primero, si el


trastorno mental o el problema de adicción. Los estudios actuales sobre las relaciones
causales entre los trastornos psiquiátricos y los inducidos por sustancias no son
concluyentes. Los síntomas de los trastornos mentales y de los problemas de adicción
interactúan y se condicionan mutuamente. Las pruebas obtenidas indican que los
trastornos psiquiátricos suelen presentarse antes que los trastornos inducidos por el
consumo de sustancias, es decir, aumentan la susceptibilidad del individuo frente a
estos problemas. Sin embargo, los trastornos psiquiátricos también pueden verse
agravados por el consumo de drogas (Larrañaga, 2006).

A continuación, se presentan una serie de tablas con información relacionada a


la comorbilidad, estado funcional y terapéutica farmacológica en pacientes geriátricos
por parte de la Facultad de Ciencias Médicas "Calixto García". La Habana, Cuba.

Tabla 1. Distribución de los pacientes según consumo de medicamentos y edad.


El rango de medicamentos osciló entre uno y diez y la proporción mayor de
casos se ubicó para las frecuencias 4, 5 y 6, que en conjunto representaron más de la
mitad de las observaciones acopiadas (58, 1%), mientras que las categorías menores
correspondieron a los extremos de la distribución (García Orihuela, Suárez Martínez,
& Sánchez Momblánc, 2012).

Tabla 2. Comorbilidad y consumo de medicamentos.

La mayoría de los pacientes investigados tenían comorbilidad (98,5 %), lo cual


implicó que el consumo de medicamentos estuviera altamente relacionado con esta
situación. Esta hipótesis pudo ser verificada mediante la prueba chi cuadrado que fue
dicotomizado y corroboró que la presencia de comorbilidad implicaba un riesgo para
la polifarmacia (García Orihuela, Suárez Martínez, & Sánchez Momblánc, 2012).

La mayoría de los estudios coinciden en mostrar la existencia de un elevado


consumo de medicamentos en los ancianos, con una media que oscila entre 4,5 y 8
fármacos por persona y día, número que se incrementa en los pacientes
hospitalizados.3 Estudios internacionales concluyen que aproximadamente el 30 % de
todas las prescripciones en pacientes hospitalizados son tomadas por mayores de 65
años,6 similar resultado se obtuvo en nuestro estudio. Esto supone un mayor riesgo de
utilización de prescripciones inadecuadas, de interacciones, de reacciones adversas
medicamentosas y mayor morbilidad y mortalidad (García Orihuela, Suárez Martínez,
& Sánchez Momblánc, 2012).

La muestra estudiada presentó en su mayoría comorbilidad y consumo elevado


de medicamentos, con mayor tendencia para las edades más avanzadas, el consumo
promedio de medicamentos fue de cinco fármacos por anciano, el estado funcional se
afectó sobre todo para las actividades instrumentadas de la vida diaria, contribuyendo
a ello el mayor número de enfermedades, lo que se relacionó también con la
polifarmacia. Hubo una interrelación marcada entre el número de enfermedades, el
deterioro funcional y el mayor consumo de medicamentos (García Orihuela, Suárez
Martínez, & Sánchez Momblánc, 2012).

Factores de riesgo

En la depresión del adulto mayor influyen varios factores, tanto genéticos,


biológicos, psicológicos y ambientales. Varios factores anatómicos tratan de explicar
la depresión, entre ellos el tamaño diferente de hipocampo, parahipocampo, amígdala
y corteza prefrontal. También se ha postulado, a neuronas con alteración de su
metabolismo y tamaño, acción de las monoaminas y otros neurotransmisores,
vulnerabilidad genética, estrés, e inflamación. Por mucho tiempo, se ha estudiado el
papel de la serotonina y se considera que en la depresión la alteración de la serotonina
afecta a personas vulnerables (Calderón D, 2018).

Factores de riesgo más importantes:

Demográficos

La gran mayoría de estudios reporta que la proporción de depresión es más alta


en mujeres que en hombres. Las viudas, ancianos aislados, pobres, institucionalizados
y sometidos a estrés presentan depresión más frecuentemente. La prevalencia es mayor
en el área rural que en la urbana. Un estudio en Arabia, encontró relación entre
depresión y desempleo, divorcio, viudez, soledad y bajo nivel de instrucción [n=7970]
(Calderón D, 2018).

Biológicos/Enfermedad orgánica

Varias enfermedades han sido relacionadas con la depresión en el adulto


mayor, quienes, por características propias, tienen mayor comorbilidad. Un estudio
reciente de comorbilidades en adultos menores y mayores de 65 años realizado en los
Estados Unidos de Norteamérica en 201,711 personas, concluyó que para disminuir la
carga de enfermedades crónicas, los adultos menores de 65 años con enfermedades
crónicas deben recibir el tratamiento que necesitan para reducir la probabilidad de
desarrollar más enfermedades crónicas a medida que envejecen, el objetivo final es
mejorar el estado de salud y reducir los costos de atención médica para padecimientos
crónicos en adultos mayores. Se ha demostrado asociación entre enfermedad
cardiovascular y depresión, en muchos casos la depresión se presenta antes que el
trastorno cardiovascular (Calderón D, 2018).

Se han encontrado patrones de morbilidad más frecuentes en adultos mayores,


por ejemplo, enfermedades cardio-metabólicas y depresión, ansiedad y depresión, y
dolor-desórdenes neuropsiquiátricos y depresión. Diabetes y cardiopatías han sido
relacionadas con la depresión; el estudio ELSA (English Longitudinal Study of
Ageing), realizado en 4454 pacientes diabéticos adultos mayores, demostró asociación
entre depresión-diabetes y diabetes-trastornos cardiovasculares (Calderón D, 2018).

Deterioro funcional

La limitación funcional en los adultos mayores está relacionada con depresión


y sentimientos de inutilidad. Un estudio en USA encontró asociación entre síntomas
depresivos y alteraciones en la marcha. En México, un estudio en pacientes
hospitalizados encontró que 62% era dependiente y que existía relación directa entre
depresión y disfunción. En Turquía, un estudio transversal sobre una población de
19,853 personas mayores de 60 años, reportó un aumento de la depresión en relación a
una disminución de las actividades de la vida diaria (Escala de Katz) y un aumento
ante la disminución de la calidad de vida. La fragilidad en adultos mayores se entiende
como pérdida de energía, masa, fuerza muscular, reserva fisiológica disminuida e
intolerancia al ejercicio; depresión y fragilidad coexisten en 10% de adultos mayores
(Calderón D, 2018).

Deterioro cognitivo

La depresión y su relación con el deterioro cognitivo tiene amplia evidencia


científica. La depresión puede ser un signo de demencia incipiente y algunos pacientes
con depresión permanecen sin síntomas mientras no tienen demencia. La relación
causa-efecto entre depresión y demencia es muchas veces difícil de establecer,
además, se ha observado que la depresión en el adulto mayor, puede preceder a la
demencia. Un estudio realizado en 195 adultos mayores con deterioro cognitivo,
encontró más relación entre depresión y Alzheimer que con otros tipos de demencia.
Una revisión sobre la relación entre cognición y depresión encontró que la dificultad
de integración social en la depresión mayor puede deberse, en parte, a la dificultad de
interpretar los estímulos en la demencia (Calderón D, 2018).

Evaluación

Funcionamiento cognitivo

 Montreal Cognitive Assessment [Evaluación Cognitiva Montreal] (MoCA).

Instrumento de escaneo rápido para alteraciones cognitivas leves; evalúa


diferentes dominios cognitivos: atención y concentración, funciones ejecutivas,
memoria, lenguaje, habilidades visuo constructivas, pensamiento conceptual, cálculo y
orientación. El MOCA ha sido valido para personas de 55-85 años (Vega López,
2021).

Autonomía funcional

 Índice de Lawton y Brody.

Evalúa la capacidad funcional mediante 8 ítems: capacidad para utilizar el


teléfono, hacer compras, preparar la comida, realizar el cuidado de la casa, lavado de
la ropa, utilización de los medios de transporte y responsabilidad respecto a la
medicación y administración de su economía. A cada ítem se le asigna un valor
numérico 1 (independiente) o 0 (dependiente). La puntación final es la suma del valor
de todas las respuestas y oscila entre 0 (máxima dependencia) y 8 (independencia
total). La información se obtiene preguntando directamente al individuo o a su
cuidador principal. El tiempo medio requerido para su realización es de 4 minutos
(Intriago Molina, & Loor Lino, 2021).
Estado emocional

 Inventario de Ansiedad de Estado-Rasgo de Spielberger (State-Trait Anxiety


Inventory, STAI).

Autores:
Spielberger, Gorsuch y Lushene.
Publicación original:
Spielberger, Gorsuch y Lushene (1970).
Adaptación:
TEA (1982).
Aplicación:
Individual o colectiva.
Edad de aplicación:
Adolescentes y adultos con un nivel cultural mínimo que les permita comprender las
instrucciones y enunciados del instrumento.
Duración de la prueba:
No tiene tiempo limitado para su aplicación y habitualmente las personas emplean
alrededor 15 minutos para su completa realización
Se llega a la decisión de utilizar las pruebas antes mencionadas, debido a a los
buenos resultados que se han obtenido a lo largo de los años por diferentes
instituciones y profesionales. A su vez, se recomienda a modo personal el uso de más
pruebas (al menos una más por cada apartado) con el fin de tener una prueba con la
cual comparar y tener mayor confiabilidad en los resultados. Si se aplican dos pruebas
las cuales pretendan medir lo mismo y salen resultados similares (no mayor a 5-10
puntos de diferencia), entonces se puede estar más seguro de que se han aplicado de
manera correcta y es confiable las prueba.

Intervención

Para el presente trabajo, se llega a la conclusión de diseñar una propuesta de


intervención psicológica desde el modelo cognitivo conductual, basada en la terapia
racional emotiva conductual de Albert Ellis. Esta decisión es tomada debido a que
dicho modelo a demostrado a lo largo de los años y su uso, una amplia aceptación por
parte de los profesionales de la salud y resultados favorables al momento de
implementarse en pacientes con problemas conductuales y emocionales, esto debido a
que la TREC abarca de forma global estos dos aspectos a la hora de avanzar en la
terapia. Este modelo será descrita a continuación, a su vez, la forma en la que se
trabajara la intervención y otras consideraciones generales:

A. Descripción. La terapia racional emotivo-conductual (TREC), se define


como un sistema de terapia que ayuda a las personas a vivir mejor, a través del cual,
puede minimizar sus problemas emocionales y sus conductas desadaptadas, lo que le
permite autor-realizarse para tener una vida más plena y feliz. La TREC está basada en
la idea de que tanto las emociones como las conductas de un individuo son producto
de las creencias que posee y de la interpretación que haga de la realidad, por lo tanto,
la meta fundamental de la TREC es la de asistir al paciente en la identificación de sus
pensamientos “irracionales” o disfuncionales y ayudarle a que los sustituya por otros
más “racionales” o eficientes, que le permitan lograr con más eficacia metas de tipo
personal como el ser feliz, el poder establecer relaciones con otras personas, etc
(Pizarro & Lega, 2006). Dicha intervención será dividida en 5 pasos fundamentales
propios de la TREC. Estos pasos son los siguientes:
 Evaluación psicopatológica.

En la TREC, cuando se trabaja con usuarios que pueden tener un trastorno


emocional clínicamente relevante, el primer paso, como en el resto de
psicoterapias cognitivo-conductuales, es realizar una exploración psicopatológica
completa (Ellis, 2003).

 Evaluación racional-emotiva

La evaluación racional emotiva se comienza realizando una lista con los


problemas que presenta el usuario, clasificándolos en internos y externos y,
teniendo en cuenta si son a su vez primarios o secundarios. Problemas externos son
los que dependen fundamentalmente de acontecimientos ambientales (Ellis, 2003).
 Insight racional-emotivo

Las situaciones o acontecimientos en sí mismos no son los responsables del


malestar emocional, son las creencias irracionales que se activan ante cada
situación. Por esto se llevara a cabo un discurso socrático para este punto y así
poder lograr que las y los pacientes logren visualizar sus creencias irracionales
(Ellis, 2003).

 Aprendizaje de una base de conocimiento racional

Esta cuarta fase es en la que se lleva a cabo la terapia racional emotiva


conductual propiamente dicha puesto que en ella se enseña y entrena una base de
conocimiento racional que permita aprender a debatir y refutar creencias irracionales,
y a generar o afianzar creencias racionales alternativas para eliminar los problemas
actuales y prevenir que se repitan en el futuro (Ellis, A. (2003).

 Aprendizaje de una nueva filosofía de vida

En esta última fase se pretende alcanzar dos objetivos:

1. Conseguir que las creencias racionales que se han ido instaurado a lo largo de
las etapas anteriores se arraiguen (Ellis, A. 2003).
2. Fortalecer el hábito de detectar, debatir y refutar creencias irracionales sobre
todo las basadas en exigencias absolutistas, creencias catastróficas, auto-
descalificaciones globales y baja tolerancia a la frustración (Ellis, A. 2003).

B. Objetivos generales.
1. Mejorar la calidad de vida en el paciente geriátrico, estimulando las áreas
sociales y mentales con las cuales presenta mayor dificultad de desarrollo.
2. Detener el deterioro cognitivo el cual influye directamente en la calidad de
vida del paciente al verse disminuidas sus funciones mentales básicas.
3. Aumentar el sentimiento de autonomía al poder bríndale herramientas como
trabajos o actividades que pueda hacer por sí mismo y que ayude a sentirse más
útil dentro de su entorno social y hacerle sentir que pertenece a una sociedad
que lo integra con gusto y aprobación por sus aportaciones.

C. Estrategias.
a) Deterioro Cognitivo.
Se hace menester explicitar que, previo a cualquier estrategia cognitiva,
siempre deberá realizarse la correspondiente exploración neuropsicológica que
posibilite determinar las funciones cognitivas afectadas y aquellas residuales, para la
posterior planificación de la estrategia interventiva a desarrollar (Díaz Barrientos, &
Sosa Coronado, 2010). Esto, claramente con el fin de atender las necesidades
personales de cada paciente. A continuación se exponen diversas técnicas de
intervención cognitiva:

 Todos los días leer libros, revistas o el periódico.


 Participar en juegos de mesa.
 Acudir a actividades culturales
 Realizar cálculos mentales: el coste de la compra, hacer cuentas o series numéricas
(ejemplo reste de 3 en 3 o de 7 en 7 desde 100).
 Juegos o actividades de memoria, como memorama, sopa de letras, crucigramas,
etc.
Se hace énfasis en estas estrategias de trabajo en específico, ya que son actividades de
fácil acceso y económicas que la mayoría de las personas pueden conseguir, ya sea
comprándolas en alguna papelería o buscando en internet. Además, con estas
actividades se busca estimular las habilidades que se suelen deterioras más
comúnmente en el adulto mayor, como lo sería el pensamiento lógico, retención de
información, propiocepción y cálculo mental.

b) Autoeficacia.

 Hacer regularmente actividad física, como caminar 30 – 40 min

 Hacer deporte moderado, específicamente ejercicio con pesas para desarrollar


musculo y evitar la sarcopenia.
 No abandonar las actividades diarias en la medida de lo posible, es decir, lo que
hace o debe hacer cada día obligatoriamente (las actividades de casa, la
compra, etc).

Así mismo, se hace énfasis en aprender una secuencia muy estereotipada de


una actividad de la vida diaria que presente algún problema. Se repite de la misma
secuencia, de forma ritualizada, de esta manera, dicha actividad con la cual se
presentaban dificultades para realizar, se ira facilitando con el tiempo. El uso de estas
estrategias se basa en la idea de que físicamente, los adultos nos vamos deteriorando
con el tiempo, nos hacemos más débiles y actividades sencillas se terminan
complicando debido al propio deterioro. Lo mejor que se puede hacer para que no sea
tan progresivo y ser lo más autónomos posibles, es el ejercicio físico y la repetición de
actividades cotidianos hasta el punto que sea instintivo.

c) Autoestima.

 Participe en actividades sociales (reuniones, centros sociales...).

 Ponerse metas, objetivos a realizar que sean del todo alcanzables.

 Ayudar en actividades de la casa (cuidar a los nietos, hacer quehacer, etc).

 Comer de manera saludable dentro de lo posible.

La baja autoestima también puede tener otras formas de efectos potencialmente


nocivos para la salud de una persona mayor, puede llevar a hábitos alimenticios que
acaben resultando en obesidad, provocando también pérdida considerable del apetito y
la reducción de niveles de energía (Bastidas Gómez, 2016). Se concluye que un adulto
mayor se encuentra en un estado muy vulnerable por lo que se necesita que el medio
que lo rodea sepa comprenderlo aceptando y respetando sus condiciones físicas y sus
cambios emocionales para así evitar que baje su autoestima y mantenerla de la mejor
manera con el afán de evitar recaídas emocionales y así mantener un ánimo óptimo.
Conclusiones
A manera de conclusión, me gustaría iniciar comentando la importancia que es
centrar nuestros esfuerzos, tiempo y recursos en investigar de manera más ardua todo
aquello relacionado al adulto mayor. Con esto me refiero a aspectos como formas de
mejorar la calidad de vida, crear programas sociales que ayuden a la mejoría de los
diferentes estratos que constituyen ser una persona de la tercera edad (estratos
psicológicos, nutricionales, médicos y fisioterapéuticos) y hacer más estadísticas al
respecto. Se comenta esto último debido a que, si bien si existen censos nacionales
donde nos muestran estadísticas sobre problemas como depresión, ansiedad, abandono
y demás problemas que pasan al momento de llegar a la tercera edad, son escasos y en
muchas ocasiones no se profundiza en las formas de solucionar dichos problemas.
Es necesario que como profesionales de la salud comprendamos lo necesario
que es la psicología en esta etapa de vida, ya que es una etapa donde las personas van
perdiendo autonomía y comienza a llegar un sentimiento de pérdida de control sobre
sus propias vidas. A lo largo de este trabajo se apreció como esta situación afecta a tal
grado, que las personas tienden a caer en problemas de depresión, ansiedad, baja
autoestima y peor aún, agravan los problemas como el deterioro cognitivo o incluso,
llevarles a tener pensamientos suicidas, los cuales son comunes en esta etapa de la vida
por múltiples factores psicosociales los cuales han sido mencionados con anterioridad
en este trabajo. A su vez, problemas como la depresión puede hacer decaer a una
persona de tal forma que no le permita realizar sus actividades diarias, tomar sus
medicamentos o aislarse de su círculo social, es por eso que hay que centrar una buena
parte de nuestro trabajo terapéutico en la modificación o eliminación de conductas
dañinas para el propio paciente.
Ya por último y a modo de reflexión, es importante recordar que la tercera
edad, es una etapa de la vida por la cual la mayoría de los seres humanos vamos a
pasar, lo que hagamos ahora por nosotros mismos como ejercicio, buena nutrición,
terapia psicológica y chequeos médicos, son acciones que en muchas ocasiones se
pasan desapercibidas pero que al final serán clave para evitar llegar a la ancianidad de
manera frágil, enferma o con problemas emocionales, así mismo se invita a tener
conciencia por aquellos ancianos con problemas y que no son atendidos.
Referencias

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Bastidas Gómez, D. S. (2016). Técnica cognitiva conductual de beck para


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periodo marzo-julio 2016.

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