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"EL ERROR DE DESCARTES" SOBRE EL CASO


DE ELLIOT

Elliot tenia 30 años y era un joven incapaz de mantener algún trabajo estable y vivía con su
hermano, lo que cuenta el medico es que lo urgente de su caso es que se le negaba la pensión
de incapacidad que debería recibir. Elliot parecía un individuo inteligente, diestro y físicamente
apto, que sólo debía entrar en razón y volver a trabajar. Varios profesionales habían informado
que sus facultades mentales estaban intactas e insinuado que era un haragán o, en el peor de
los casos, un comediante.

¿Qué áreas se había lesionado Elliot, qué exámenes se le habían realizado, a qué conclusiones
se llegaron con el caso?

Empezó a padecer agudísimas migrañas y pronto le fue difícil concentrarse. A medida que
empeoraba su condición, pareció ir perdiendo su sentido de la responsabilidad y otros le
debían completar el trabajo. En dónde fueron afectadas el lóbulo frontal y temporal(memoria
y lenguaje).

El médico de la familia sospechó que tenía un tumor cerebral. Lamentablemente, dicha


sospecha se confirmó. El quiste era grande y crecía con rapidez. Cuando fue diagnosticado ya
tenía el tamaño de una naranja pequeña. Se trataba de un meningioma, llamado así porque
crece en las meninges, membranas que cubren la superficie del cerebro, el crecimiento había
empezado en el área media, justo encima de las cavidades nasales, por sobre el plano que
forma el techo de las cuencas oculares. Al ir aumentando de tamaño, el tumor comprimía
hacia arriba los lóbulos frontales. Los meningiomas suelen ser benignos, en cuanto al tejido
tumoral en sí mismo, pero si no se extraen quirúrgicamente pueden ser tan fatales como los
tumores que llamamos malignos. Al desarrollarse, van comprimiendo el tejido cerebral hasta
destruirlo. Para que Elliot viviera, era imprescindible practicar una cirugía.

La operación fue efectuada por un excelente equipo médico; el tumor, extraído. Como es
habitual en estos casos, se extrajo el tejido lóbulo frontal dañado. La intervención fue un éxito
en todo sentido, y, puesto que dichos tumores no tienden a repetirse, la prognosis era
excelente. El vuelco subsiguiente, de la personalidad de Elliot, no fue muy feliz. Los cambios,
que empezaron durante su convalecencia, asombraron a sus familiares y amigos. Si bien la
destreza y la capacidad de Elliot para moverse sin trabas y hablar correctamente estaban
intactas, Elliot ya no era Elliot.

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