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TEMA:
CATEDRATICO:
SECCION:
ESTUDIANTE:
Protectores de la democracia
2022-2023
VIOLACION DEL SECRETO DE LAS COMUNICACIONES
Las comunicaciones,
telecomunicaciones o sus
instrumentos sólo pueden ser
abiertos, incautados,
interceptados o intervenidos
por mandamiento motivado
del juez, con las garantías
previstas en la ley.
Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho que motiva su examen.
Los documentos privados obtenidos con violación de este precepto no
tienen efecto legal.
En ese sentido, la protección otorgada por la Constitución no condiciona la
protección a su contenido, y solo será válida la interceptación que cuente
con la respectiva autorización judicial. Pretender lo contrario vía una
interpretación constitucional, implica desconocer el contenido de la
Constitución, así como reformar por la vía de los hechos, la carta
fundamental.
Ciertamente, una conversación puede ser grabada y, por tanto, servir
como prueba en un proceso judicial, cuando las partes que intervienen en
ella están de acuerdo en hacerlo, si no ocurre ello, tal grabación es per se,
inconstitucional, y no puede ser objeto de convalidación.
Esta conducta es más grave aún, cuando una conversación es gravada
fuera de los supuestos precedentemente señalados y quien realiza la
grabación toma conocimiento y difunde hechos que puede afectar la
intimidad de cualquiera de los intervinientes en aquella.
En principio, la intimidad se encuentra protegida por el artículo 2, inciso 7
de la Constitución, y también puede resultar vulnerada cuando una
conversación que se desarrolla en un ambiente en el que existe una
expectativa de privacidad (no en una vía pública o como consecuencia de
un discurso o debate, sino en un ambiente privado como su domicilio,
habitación de un hotel, etc.), o que se desarrolla vinculando únicamente a
las personas que intervienen en ella (sea de modo verbal o utilizando
herramientas tecnológicas), resulta intervenida o interceptada.
Sin embargo, verificar la afectación del derecho a la intimidad no es un
requisito para determinar si el secreto de las comunicaciones también ha
resultado afectado, pues la vulneración de este último se producirá
siempre que se intervenga una conversación o comunicación sin contar
con las autorizaciones respectivas.
Por ello, no es de recibo apelar al carácter delictivo de algunas
conversaciones privadas (o a razones de interés público o de moral
pública), para convalidar la interceptación de comunicaciones hechas al
margen de la Constitución.
La necesidad de la autorización judicial para la intervención de las
comunicaciones impone al legislador ordinario la obligación de regular el
procedimiento para su desarrollo, pues tal atribución no puede ser
ejercida de modo discrecional por los jueces penales.
Ello permite, además, el adecuado control constitucional de la medida
dispuesta por el juez, así como de su implementación.
Esto es, que se debe verificar no solo si se han cumplido los presupuestos
legales para la autorización de las intervenciones, sino que también se
debe analizar la legitimidad, necesidad e idoneidad de la medida y
establecer mecanismo para evitar el mal uso de la información
interceptada (divulgación de información que no está relacionada con la
investigación de la que deriva la intervención o que pueda afectar la
intimidad de los afectados, entre otras).
En el presente caso, se alega la presunta afectación de un derecho
fundamental, no en un procedimiento judicial ya finalizado, sino contra un
procedimiento administrativo en trámite, el cual, por el agotamiento de la
vía administrativa, podría devenir en irreparable (artículo 46, inciso 2 del
Código Procesal Constitucional).
Por ello, este Tribunal considera que podría analizarse el fondo de la
controversia.
No obstante, no se acredita en autos la existencia de la grabación o
grabaciones supuestamente intervenidas a la recurrente.
Si bien en los actuados se aprecia la denuncia en tal sentido, el análisis de
la presunta afectación del derecho invocado no puede ser realizado en
abstracto, razón por la que la demanda de autos debe ser desestimada.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le
confiere la Constitución Política del Perú.
SECRETO DE LAS COMUNICACIONES
Toda persona tiene derecho al secreto y a la inviolabilidad de sus
comunicaciones y documentos privados; las comunicaciones,
telecomunicaciones o sus instrumentos solo pueden ser abiertos,
incautados, interceptados o intervenidos por mandamiento motivado del
juez, con las garantías previstas en la ley.
Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho que motiva su examen;
los documentos privados obtenidos con violación de este precepto no
tienen efecto legal; los libros, comprobantes y documentos contables y
administrativos están sujetos a inspección o fiscalización de la autoridad
competente, de conformidad con la ley; las acciones que al respecto se
tomen no pueden incluir su sustracción o incautación, salvo por orden
judicial.
Este derecho constituye una de las garantías clásicas de los derechos
fundamentales que protegen la dignidad y la vida privada de la persona;
sin duda, con el avance científico y tecnológico, se hace necesario un
desarrollo jurídico que fortalezca esta garantía, incluyendo a los nuevos
métodos y medios de comunicación, adaptando la normativa a nuestra
realidad.
El secreto e inviolabilidad de las comunicaciones garantiza la protección de
las comunicaciones entre las personas, cualquier interceptación será
excepcional y exige el cumplimiento de una serie de límites, requisitos y
garantías, puesto que esa acción afecta a un derecho fundamental, solo el
cumplimiento de esas condiciones permitirá que esa afectación no sea una
vulneración. Así fue entendido y reconocido, a nivel jurídico, por la
Asamblea Nacional francesa (1790), decretando la inviolabilidad de la
correspondencia, como respuesta a la violación sistemática y secreta
establecida por Luis XIII y el cardenal Richelieu en décadas precedentes;
este derrotero ha sido seguido y forma parte de los textos constitucionales
a nivel global, así como en sendas declaraciones de derechos humanos.
Este derecho fundamental consagra la libertad de las comunicaciones, por
un lado, y su secreto, por otro; se establece, de esta manera, la prohibición
de la interceptación o del conocimiento antijurídico de las comunicaciones
ajenas; de ello podemos deducir que el bien jurídico protegido
constitucionalmente es la libertad de las comunicaciones, el cual puede
ser conculcado tanto por la interceptación como por el simple
conocimiento antijurídico del mismo.
La doctrina y la jurisprudencia coinciden en entender el secreto en un
sentido amplio, abarcando la protección no solo del contenido de la
comunicación, sino también los demás aspectos de esta, por ejemplo, la
identidad personal de los interlocutores, la duración, el origen o el destino.
La colisión con este derecho depende de la presencia de un elemento
ajeno a aquellos entre los que media el proceso de comunicación; vale la
pena resaltar que, una vez finalizado el proceso de la comunicación, la
protección constitucional de la información recibida se realiza por medio
de las normas que tutelan la intimidad u otros derechos.
Observamos en el texto constitucional los límites a la vigencia del secreto
de las comunicaciones; cualquier disposición o mandato que limite o
restrinja el ejercicio de un derecho fundamental debe estar motivado y la
razón determinante de tal decisión debe ser conocida por el afectado; el
sacrificio de este derecho deberá observar estrictas medidas, entre las
cuales se pueden señalar: observancia de la proporcionalidad, necesidad
de motivación y legitimidad de la medida.
A modo de conclusión, se puede decir que la necesidad de tutela de este
derecho es especialmente necesaria, dado que resulta fácilmente
vulnerable y constituye -además- una barrera de protección de la
intimidad; la no vigencia de esta protección podría despojar de contenido
a todo el sistema de derechos fundamentales. La vulneración de las
comunicaciones es una grave lesión a un derecho fundamental y una
restricción de la libertad personal con rasgos muy perniciosos en la
dinámica de nuestras relaciones sociales. Somos conscientes del gran valor
que representa la preservación de la intimidad y cuáles son las
consecuencias de la ausencia de la privacidad en nuestra sociedad.